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LA TAQUIGRAFÍA EN ESPAÑA:ORIGEN Y EVOLUCIÓN

ÁNGELA DEL VALLE LÓPEZ (*)

RESUMEN. España conmemora en 2002 el bicentenario de la implantación de la ta-quigrafía y es precisamente la historia de este sistema uno de los elementos quedan identidad a un «arte» capaz de dar respuesta a las demandas sociales desde unadoble dimensión: cultural y económica.Francisco de Paula Martí recreó la taquigrafía adaptándola al idioma español y es-cribió en 1803 su primera obra, «Taquigrafía castellana». El conocimiento querepresenta la taquigrafía ha sido reclamado por varios campos de la administracióny de la empresa en nuestro país, lo que revela su utilidad. Establecimientos de dis-tinto tipo la han incluido entre sus enseñanzas y han dado pie a un amplio movi-miento de maestros en este «arte» que han publicado sus propios métodos.

ABSTRACT 2002 was the centennial of the introduction of shorthand in Spain. Thehistory of this system is one of the items that furnishes its identity to an «art» capa-ble of meeting social demands in a dual dimension: cultural and economic.Francisco de Paula Martí re-created shorthand, adapting it to the Spanish language,and in 1803 he wrote his first book, «Taquigrafía castellana» [Spanish Shorthand].The know-how represented by shorthand has been called upon by several admi-nistration and corporate fields in Spain, showing that it is useful. Different kinds ofinstitutions have included it among the matters they teach and have given rise toan extensive movement of accomplished masters of this art who have publishedmethods of their own.

INTRODUCCIÓN

Determinadas profesiones y oficios queejercitan su actividad en el ámbito parla-mentario, periodístico y otros foros de de-bate y encuentro, e incluso muchaspersonas que no ejercen este tipo de pro-fesión, se sirven actualmente de la taqui-grafía como medio de captación y registro

rápido y exacto de informaciones concre-tas. Su empleo en sí mismo �a pesar de losavances tecnológicos� indica que siguesiendo el método útil y práctico. En estesentido, nos hemos preguntado por el ori-gen de este «arte», de dónde procede, quié-nes fueron sus creadores o promotores,cómo ha podido llegar hasta nuestros días,cuál ha sido su proceso histórico, a qué ha

Revista de Educación, núm. 333 (2004), pp. 441-461

Fecha de entrada: 14-01-2002 Fecha de aceptación: 03-06-2003

(*) Universidad Complutense de Madrid.

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respondido su aparición. Intentaremos res-ponder a estos cuestionamientos, siempreen clave educativa, agrupando su implan-tación y desarrollo en España en tres pe-riodos: origen y evolución (1802-1845); lataquigrafía como materia de estudio de laSegunda Enseñanza (1845-1900), y congre-sos y foros de debate (1900-1972).

LA TAQUIGRAFÍA Y SU HISTORIA

A la hora de situar el origen y conocer a loscreadores de la taquigrafía no existe unani-midad entre los autores. Para muchos, elnacimiento del «arte» taquigráfico se re-monta a la antigüedad, encontrando ciertaanalogía entre la taquigrafía y la escriturade los pueblos antiguos de Oriente y de lafloreciente cultura babilónica.

Con respecto a su lugar de origen, lasopiniones se hallan también divididas.Para algunos, la taquigrafía se practicabaya en tiempos de los fenicios; según otros,fueron los hebreos sus verdaderos invento-res basados en el Canto 44 de David �sal-mo para los griegos�, que dice: «Es milengua la pluma de veloz escribiente».

Aunque este argumento a favor delorigen hebreo no se sostiene, lo cierto esque se produjeron migraciones de egipciose hititas, jonios y, sobre todo, aqueos, queasimilaron la cultura minoica y su escriturasilábica. Los griegos transmitieron a los ro-manos en forma de siglas un sistema de es-critura consistente en una o más letrasiniciales de las palabras. Esta escritura lle-gó a tener cierta aplicación, pero su usofue prohibido al prestarse desde la prácticaa múltiples interpretaciones.

A su vez, las notas tironianas constitu-yeron una novedad en la antigüedad clási-ca, hasta el punto de que llegaron adifundirse rápidamente entre los romanos.Estas célebres notas han sido atribuidas aMarco Tulio Tirón, esclavo y después liber-to, y amigo personal de Cicerón. Desdeentonces, proliferaron las escuelas dedica-das a la enseñanza de este tipo de escritu-

ra. Las notas tironianas se componían demuchos signos, unos derivados de otrosmás primitivos, muchos de ellos de carác-ter arbitrario. Cada signo representaba unapalabra, lo que dificultaba especialmentesu estudio. A pesar de todo, constituyó unaforma distintiva de cultura, de educación,que incluso algún emperador practicócomo escritura.

Con el tiempo, tanto signo fue simpli-ficándose y perfeccionándose hasta suje-tarse al mismo principio fundamental quesustenta la taquigrafía, como es la supre-sión de todo lo accesorio y superfluo de laescritura usual, de todo cuanto los órganosvocales no articulan. De esta forma, la ta-quigrafía se convertía en un sistema o unarte de escribir tan deprisa como se hablapor medio de ciertos signos y abreviaturas.

Su empleo se extendió entre el mundode los negocios y entre algunos sabios; laspersonas dedicadas a este arte recibieronel nombre de «cursoras». Gracias a ellas sehan podido reconstruir los discursos de Ci-cerón y de otros tribunos de la época.También se sirvieron de esta escritura losescribanos que tomaban declaraciones alos mártires en la Iglesia primitiva conobjeto de difundir la doctrina. En los es-critos de San Basilio, San Agustín y SanAmbrosio utilizaron este sistema de escri-tura, lo mismo que en las sesiones de losConcilios.

Durante buena parte de la Edad Me-dia, el uso de las abreviaciones fue muyfrecuente y las notas tironianas se emplea-ron en la cancillería papal. Pero a partir delsiglo X su uso decayó y la taquigrafía fueabandonándose, hasta el punto de que laprimitiva taquigrafía empleada por los ro-manos llegó prácticamente a desaparecer amediados del siglo XII, fecha de los últimospergaminos encontrados por Juan Trite-mio.

Por otra parte, también a mediados delsiglo XII aparecía en Inglaterra el primertrabajo taquigráfico de carácter singular. Setrataba de un alfabeto inventado y difundi-

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do por Juan Tybury. De nuevo, se producíaun vacío hasta que, muchos años después,en 1412, se publicaba el primer Tratado deTaquigrafía Moderna del que se hace men-ción en «Ars scribendi characteribus» y delque no se ha encontrado huella.

Su uso volvió a surgir en el siglo XVI

debido al nacimiento de las nuevas nacio-nalidades y a la implantación del sistemaparlamentario en Inglaterra. Las notas tiro-nianas reaparecieron en 1588 por iniciativade Timoteo Bright, quien publicó un trata-do de taquigrafía, titulado «Characterie andart of short, swiff and secrite writing gy ca-rácter» o «Arte secreto de escribir rápido ybrevemente». Pocos años más tarde se pu-blicaba el primer sistema de taquigrafía, untrabajo de Juan Willis editado en Londresen 1602, con el título de «The art of steno-graphy, or short wriring, by spelling char-actery» (Estenografía o arte de escribir claray brevemente).

Con estos antecedentes, diversos auto-res escribieron varias obras a lo largo delsiglo XVIII, favorecidos por el gobierno in-glés, que premiaba este tipo de trabajos,llegándose a publicar más de un centenar.La novedad de todas ellas consistía en queno se limitaban a expresar cada palabrapor medio de un signo, sino en indicar lossonidos con líneas geométricas. Desde en-tonces, la taquigrafía adquirió un nuevogiro y surgieron distintos sistemas, uno deellos, el más conocido en España, el de Sa-muel Taylor, profesor de la Universidad deOxford, publicado en 1786.

Desde 1782, este autor se venía preo-cupando por renovar el arte de las abrevia-

ciones. Todo indicaba que este «arte» entra-ba en una nueva fase de perfeccionamien-to y divulgación. Taylor publicó una obracon el título de «Ensayo destinado a esta-blecer un tipo para un sistema universal deestenografía o de escritura abreviada», de laque se hicieron varias ediciones y traduccio-nes a otros idiomas a partir de 1879.

En España, la obra de Taylor fue dadaa conocer por Francisco de P. Martí1 y JuanAlvarez Guerra a partir de 1800. Después,fueron apareciendo en la Península otrosmuchos métodos análogos al de Martí, conescritura abreviada y denominaciones múl-tiples: semigrafía o escritura por signos,criptografía o escritura oculta, estenogra-fía... Pero en esencia no existía gran nove-dad, repetían el modelo ideado por Martí.

Una variante del sistema Taylor, muydifundida desde 1837, fue la de Pitman,quien introdujo mejoras en aquel modelo,que se extendió por los países de habla in-glesa. A su vez, el sistema de Gregg gana-ba espacio en los primeros años del sigloXX, reconociéndose en varios Estados deNorteamérica. La diferencia entre ambosresidía en que este último tenía los caracte-res semicurvos y sin reforzamientos.

También Francia tuvo su contribuciónal sistema taquigráfico, representada por laobra de J. Cossard de título «Methode pourecrire aussi vite qu�on parle». Entre 1651 y1788, no hubo más trabajos sobre la taqui-grafía en Francia, hasta que, en esta últimafecha, Coulón de Thevenot publicó en Pa-rís la «Taquigrafía»2; unos años más tarde,en 1827, Hipólito Prevots difundía un siste-ma que volvía a las bases de Taylor; por

(1) Francisco de Paula Martí puso las bases de lo que fue la Real Escuela de Taquigrafía, adscrita a la So-ciedad Económica Matritense de Amigos del País, mientras servía de especial refuerzo a la política ilustrada pa-trocinada por Carlos III (O. NEGRÍN, 1980). Martí fue socio de la Matritense con carácter no contribuyente,modalidad admitida en el Reglamento de la misma, puesto que su dedicación estaba centrada en los trabajospropios de la educación popular de los artesanos y de la industrial (ARSEM).

(2) Pascual Vallejo «leyó y defendió», en la Junta General de la Real Academia de Derecho Público Patrio,en 1791, el conocido Discurso sobre la necesidad de una reforma general de los métodos de educación de lasEscuelas ,Universidades y Colegios de la Nación e idea general de esta reforma, donde alababa la Taquigrafía deC. Thevenot, publicada en París en 1788 (C. LABRADOR HERRÁEZ, 1988, p. 112).

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fin, en 1888, los hermanos Duployé dabana conocer su obra «Sténographie Duployé».Estos dos sistemas, Prevots y Duployé, fue-ron los más generalizados en Francia. Enparte, también el sistema de Aimé-Parístuvo su difusión. En 1903, se hizo una re-producción en facsímil, que lleva un prólo-go de M. R. Havette.

Otro de los países que impulsó el de-sarrollo de la taquigrafía fue Alemania, so-bre todo a partir del siglo XIX gracias alinterés de Francisco Javier Gabelsberger,quien publicó en 1834 su propio sistema,del que se han hecho adaptaciones en va-rios idiomas. Con él, ha competido el deGuillermo Stolze, de 1840, modificado des-pués por Fernando Schrey; ambos estuvie-ron representados en las cámaras alemanas.Posteriormente, ante la diversidad de moda-lidades difundidas en el país y deseando ob-tener el mayor aprovechamiento posible,se hizo una refundición de todos los siste-mas existentes con objeto de unificar suenseñanza.

Algunos otros países que reconocieronla utilidad e importancia de la taquigrafía,y por los que se extendió su empleo, fue-ron Italia, Holanda, Bélgica, Hungría, y, demodo especial, Estados Unidos y Latinoa-merica.

En síntesis, el conocimiento de la ta-quigrafía tuvo una extraordinaria divulga-ción en el siglo XIX, tanto que en algunospaíses figuraba en el plan de estudios pri-marios, en otros constituyó una enseñanzaindispensable en la carrera comercial, entodos proliferó su aprendizaje como ense-ñanza habitual en academias y escuelasparticulares. Ha prestado un singular servi-

cio a la cultura y a la civilización, ha sidoutilizada en las asambleas y congresos; elmundo del periodismo ha experimentadosus ventajas, lo mismo que la vida de losnegocios, la correspondencia comercial,abogados y políticos; las sociedades edito-riales se han servido de la taquigrafía comomedio de ahorrar tiempo al tener que dic-tar documentos de larga extensión.

EL ARTE TAQUIGRÁFICO EN ESPAÑA

El proceso de implantación de la taquigra-fía en España ha estado vinculado a losavatares socio-políticos y educativos denuestro país a lo largo de dos siglos. En uncontexto de analfabetismo3 saturado decrisis políticas y desajustes sociales, dos es-cuelas se abrían paso en la enseñanza dela taquigrafía, de las que se subrayan tresmomentos en el desarrollo de su actividad.

LA OBRA DE FRANCISCO DE PAULA MARTÍ

EN SU CONTEXTO

El siglo XIX se inició con una carga fuertede esperanza de nuestros ilustrados en elpoder de la educación, de culto a lo racio-nal y utilitario, movidos a su vez por la in-fluencia extrajera, especialmente la francesa.España quiso llevar a la práctica las reformasque Carlos III y sus colaboradores �Florida-blanca, Campomanes, Jovellanos, Olavide,Cabarrús� buscaban, luchando por conse-guir una España culta, para lo que «ensaya-ron grandes reformas» (Puelles Benítez,1999). La filosofía del «siglo de las luces»que postulaba la igualdad entre los hom-bres, la crisis económica y la estructura ar-

(3) La estadística sobre nivel de analfabetismo en España en el siglo XIX es aproximativa. La crisis de 1808,prevista en los años 1799-1802 con la persecución de los ilustrados, las negativas consecuencias de la Guerrade la Independencia y del periodo absolutista, la debilidad del sistema político retrasaron el proceso de alfabe-tización. Sólo algunos datos nos acercan a la cuestión: en 1797, el 51% de los que otorgaban testamento sabíanfirmar (A. ESCOLANO BENITO, 1992, p. 23); en 1860, el 76,5% eran analfabetos (J. M. HERNÁNDEZ DÍAZ, 1992, p. 71);en 1867, Mr. Manier publicaba el mapa de la instrucción popular en Europa y presentaba a España con el 92,1%de la población analfabeta, dato que parece muy sesgado y que fue rechazado por el Ministerio español deFomento en 1878 (A. DEL VALLE LÓPEZ, 1990, p. 260).

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caica de la sociedad constituyeron las ba-ses de la cadena de las sucesivas revolu-ciones (Raymon Carr, 1992). El utilitarismoy experimentalismo desplazaron al filoso-fismo, como afirma Forner: «El fruto de lasabiduría es la aplicación útil de la verdada las necesidades y orden de la vida civil»(Forner, 1787, p. 87). Desde estas claves secomprende la aportación de Francisco dePaula Martí.

Coincidieron los deseos de los ilustra-dos en el inicio de la centuria con una se-rie de hechos que apostaron por unatransformación social a partir del cambioeducativo. Estas acciones no guardan rela-ción entre sí, aunque el tema en generalsea de educación, sino que el azar las sitúaen el mismo año de 1802.

Estamos ante el bicentenario de la pu-blicación de la obra de Pestalozzi «Comoenseña Gertrudis a sus hijos». Se trata nadamenos que de catorce ensayos sobre edu-cación. Es el mismo año en que Herbartescribió «Sobre la obra más reciente dePestalozzi �Como enseña Gertrudis a sushijos� y la Idea de un alfabeto de la percep-ción sensorial»; el año también de la incor-poración del Lycée al esquema deenseñanza francés, presentado por Antoi-ne-François, conde de Fourcroy en el in-forme al Consejo de Estado; el año en queLancaster publicaba la obra «Mejoras eneducación», reconociendo la similitud desu sistema de enseñanza con el de Bell, yes el aniversario, a su vez, de la creacióndel Ministerio de Educación por AlejandroI de Rusia, asegurando así un nuevo siste-ma de instrucción pública para su país; yfue en esta fecha de 1802 cuando se creóla cátedra de Taquigrafía en Madrid, des-pertando un alto grado de interés en unsector de la población.

En los inicios del siglo XXI, hablar de laescritura taquigráfica significa una miradaa su historia al cumplirse dos siglos del ini-cio del aprendizaje de este arte en España,lo mismo que analizar su origen, entidad ydesarrollo en su contexto. En aquellos años,la sociedad española vivía el cese de G. M deJovellanos como Primer Ministro de Gracia yJusticia, que era sustituido por José AntonioCaballero, quien dedicó sus esfuerzos a lareforma de la enseñanza. Godoy se puso alfrente de la política y Caballero se ocupó dela Instrucción Pública, cuya primera actua-ción, precisamente en 1802, fue acometerla reforma de la enseñanza jurídica. Frutodel interés del nuevo ministro por la ins-trucción pública fue la publicación en1807, mediante una Real Orden de CarlosIV, del Plan de Estudios para las Universi-dades4 (Real Cédula de S. M.).

Se produjo con ello una mayor interven-ción del gobierno en las cuestiones de la en-señanza, mientras las disputas de las familiasmonárquicas y la mediación de Napoleón lle-vaban al país a la Guerra de la Independencia.Godoy se determinó por la defensa de las re-formas y el apoyo a las Sociedades Económi-cas de Amigos del País, pero su actuaciónfrente a Napoleón dejó a España en la «grancrisis» (Arostegui, 1982, p. 19).

España iniciaba así el camino hacia laalfabetización aunque la mayoría de las ve-ces desde gobiernos ajenos a los avancesde la pedagogía, sobre todo muy mediati-zados por intereses políticos. Tiempos deinestabilidad y vaivenes gubernativos, defe en la instrucción pública como instru-mento de renovación y de reforma, decreencia en la necesidad de una educaciónpara la libertad, que implicaba una serie deprácticas, de iniciativas e instituciones quevan desde la creación de las academias al

(4) El Marqués de Caballero en 1807 sacaba el primer Plan de Estudios Generales para todas las Univer-sidades en «Real Cédula de S. M. y señores del Consejo, por el que se reduce el número de universidades lite-rarias del Reyno; se agregan las suprimidas a las que quedan, según su localidad y se manda observar en ellasel Plan de Estudios aprobado para la de Salamanca en la forma que se expresa». Madrid, 1807. En Decretos delRey N. S. Fernando VII publicados por J. de Nieves, XI, pp. 6-32.

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nacimiento de un nuevo tipo de Universi-dad controlada por el Estado. Cambios quedeterminaron en gran parte el paso del An-tiguo Régimen al Régimen Liberal (Come-llas, 1971, p. 276).

Tan agitada época condujo a la crisis ycierre definitivo del Instituto Pestalozziano,del Instituto de Jovellanos y, temporalmen-te, del Seminario de Vergara, la Real Juntade Comercio de Barcelona, Reales Estudiosde San Isidro, Seminario de Nobles... yotros establecimientos. Incluso, a la recien-temente inaugurada Cátedra de Taquigra-fía alcanzaron los efectos negativos de lainvasión francesa.

Jovellanos y después Quintana se ha-bían hecho eco en las Cortes de Cádiz delprogresismo francés, de sus avances en losconocimientos útiles. En su Informe, se re-coge una insinuación en torno a la idea depoder ampliar los objetivos de la enseñan-za elemental, previendo una posterior for-mación profesional:

Preparar el entendimiento de los discípu-los para entrar en el estudio de aquellasciencias que son en la vida civil el objetivode una profesión liberal, y el de sembraren sus ánimos la semilla de todos los co-nocimientos útiles y agradables que cons-tituyen la ilustración general de unacivilización. (Quintana, 1946, pp. 175-191)

En este clima de reclamo de instruc-ción, se introducía la taquigrafía en nuestropaís en 1800. Fue Francisco de Paula Mar-tí5, como se ha indicado anteriormente,quien adaptó la Estenografía inglesa deTaylor al castellano, e incluso le dio unnombre prácticamente similar al inglés:«Estenografía o arte de escribir abreviado».

Coincidiendo en el tiempo con Martí,Juan Álvarez Guerra tradujo igualmente laobra del ciudadano francés T. P. Bertín,adaptándola al idioma español bajo el títu-lo de «Escribir con la ligereza que se hablao lee». El hecho en sí no estuvo exento depolémica entre ambos autores.

El paso fundamental, por lo tanto,para la implantación de la taquigrafía enEspaña lo dio Martí en 1802, primero cuan-do presentó un trabajo sencillo y original ala Sociedad Económica Matritense de Ami-gos del País6 y después al Rey, de quienobtuvo una Real Orden de fecha 21 de no-viembre «mandando establecer su ense-ñanza bajo la Sociedad y dotando a lacátedra de 10.000 reales» (De la Fuente,1885, IV, pp. 252-253). Así fue reconocidodesde el principio en todos los escritos yen el Congreso de Valencia en 1927:

En consideración a que el alma mater de laTaquigrafía española es la Cátedra fundadapor el inmortal Francisco de Paula Martí en

(5) Francisco de Paula Martí era valenciano, estudió dibujo y grabado en Valencia y Madrid, fue destacadograbador en el metal y premiado por la Academia de San Carlos de Valencia en 1876; en 1791 era miembro de laAcademia de las Nobles Artes de San Fernando. Se le considera el creador de la taquigrafía en España y el impulsorde este arte. En 1802, Martí fue admitido por el Marqués de Hijar como socio de mérito en la Real Sociedad Econó-mica de Amigos del País Matritense, ocupada en la educación popular de los artesanos y el desarrollo de las acti-vidades industriales de las clases humildes. Martí desarrolló varias actividades dentro de la misma Sociedad comoel trabajo en la seda, enseñanzas, trazados de muestras de dibujo. Así mismo, a instancias de la Sociedad colaboróen la Escuela de Sordomudos de Madrid. Pero su aportación más significativa fue la creación del arte taquigráficoen España, recogido en su libro y primera obra de taquigrafía en lengua castellana. Este texto fue reeditado va-rias veces, con mejoras y modificaciones, y se impuso como libro de textos en las academias, escuelas y centrosque se fueron iniciando en este arte. Así mismo, Martí se encargó de la enseñanza de la taquigrafía en la pri-mera cátedra de este género que se abría en nuestro país durante más de veinte años (O. NEGRÍN, 1980).

(6) La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid, aprobada en 1775, y todas las demás deeste tipo, fueron una gran ayuda y refuerzo a la política de Carlos III. A ella se incorporó años más tarde laEscuela de Taquigrafía, como se recoge en el Libro de Acuerdos de la Real Sociedad Económica de Amigos delPaís de 1801 a 1802. Junta de 27 de noviembre de 1802.

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1802, y que su funcionamiento no se ha in-terrumpido hasta nuestros días, con la solaexcepción del periodo de lucha por la in-dependencia patria, el Congreso acuerdasolicitar del gobierno de S.M., declare ofi-cial a la Escuela Especial de Taquigrafía,actualmente establecida en el Instituto S.Isidro de Madrid y que conforme a lo esta-blecido en la R.O. 21 de noviembre de1802, por la que se fundó esta Escuela,continúe ejerciendo el patronato y la altainspección de la misma Real Sociedad Ma-tritense de Amigos del Pais con la obliga-ción de dar cuenta al gobierno de losresultados obtenidos en la enseñanza.

Martí continuó avanzando en el estudiodel sistema convencido de que cada idiomarequiere una taquigrafía especial, y en 1803publicó la primera obra que tituló «Taquigra-fía castellana o arte de escribir con tanta ve-locidad como se habla y con la mismaclaridad de la escritura común», mejorada alaño siguiente con la publicación de un su-plemento con algunas modificaciones. Pare-ce que en 1803 hizo una segunda ediciónmanteniendo la misma portada que en laprimera, lo que ha dado pie para pensar quese trata de una sola obra, idea defendida porV. Pascual7. En 1808, decía el autor: «...a fuer-za de trabajo y estudio he logrado el simpli-ficarle (el método) de modo que lo hedexado reducido a treinta tres tablas» (Martí,1808, VII). Posteriormente, se repitieron has-ta tres ediciones más, en 1813,1821 y 1824.El libro fue obra de texto de la primera Es-cuela de Taquigrafía abierta en España.

Sus primeros pasos se iniciaron en unclima de guerra (Carr, 1992). La crisis de1808 que levantó a los madrileños contraNapoleón abría un periodo bélico que da-ría paso a la instauración, a largo plazo, delEstado liberal. Estos desórdenes afectaronasí mismo a la Escuela de Taquigrafía deMadrid, que fue desmantelada (RSEAPM: Li-bro de Acuerdos, 1808).

La oportunidad de su aparición, la es-pecial relevancia que fue tomando suaprendizaje y las posibilidades de su usodieron pie a que varias disposiciones gu-bernativas reconocieran un carácter ofi-cial a esta enseñanza. Los artículos 500 y502 de la Ley Orgánica del Poder Judi-cial establecían que debían ser peritos entaquigrafía los Secretarios del Juzgado deInstrucción, los Secretarios de Audienciay Tribunal Supremo y en la Ley de Juradose recomendó la concurrencia de taquí-grafos titulares (Taquigrafía. Sistema Mar-tí, 1906, p. 8).

Cátedras con esta enseñanza se fueronestableciendo en las Escuelas de Intenden-tes Mercantiles de Madrid, Valencia, Barce-lona, en las Profesionales de Comercio deAlicante, Bilbao, Cádiz, Coruña, Gijón, Má-laga, Palma de Mallorca, Santander, SantaCruz de Tenerife, Sevilla, Valencia, Valla-dolid, Zaragoza, en catorce escuelas deAdultos de Madrid y en muchas de las Es-cuelas del Ayuntamiento de Barcelona.

El interés de las Sociedades Económi-cas de Amigos del País de Madrid y Barce-lona, así como la Academia de Taquigrafíade esta última ciudad, facilitaron la divul-gación e implantación del peritaje taqui-gráfico en las Escuelas Industriales deMadrid y Valencia.

LA ESCUELA DE TAQUIGRAFÍA DE MADRID: FASES

En el itinerario de la cátedra de taquigrafíade Madrid, sólo hubo una interrupción enlos comienzos; por el contrario, su activi-dad fue continua. Se establecen algunosperiodos para su mejor comprensión, aten-diendo a tres momentos: la permanenciade Martí en la Escuela, la inclusión de la ta-quigrafía en la Segunda Enseñanza oficialy la convocatoria de congresos.

(7) La buena acogida de la obra de Martí permitió que se editara dos veces en el mismo año y con lamisma portada, si bien esta idea no la admite Pascual, para quien se trata de una sola edición (V. PASCUAL, 1943,p. 58).

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� Martí y la cátedra de taquigrafía en la primera mitad del siglo XIX (1802-1845)

Con una clara visión de futuro, Martí sepreocupó desde el principio de dar caucey estabilidad al nuevo sistema creando uncentro donde se enseñara el «arte» taquigrá-fico, la Escuela de Taquigrafía de Madrid.Funcionó ésta bajo la protección de la So-ciedad Económica Matritense de Amigosdel País, que acordó solicitar del Gobiernosu apertura. La contestación en sentidoafirmativo fue a través de una Real Ordenen la que se dice:

Enterado el Rey de lo que ha hecho pre-sente la Sociedad Económica Matritense deAmigos del País con fecha 28 de agosto úl-timo, acerca del proyecto de su socio D.Francisco de Paula Martí, relativo al esta-blecimiento de una Escuela de Taquigrafíao arte de escribir con tanta velocidad comose habla; y en atención a las considerablesventajas que proporciona este arte, ha de-terminado S.M. que se establezca en Ma-drid la enseñanza pública de esteventajoso método de escribir, destinándo-se para este efecto la Escuela Real de Pri-meras Letras que en el día se halla vacantepor fallecimiento de D. Josef de la Fuente;que en premio de haber mejorado D. Fran-cisco de Paula Martí su método taquigráfi-co, se le confiera dicha Real Escuela, conel encargo de la referida enseñanza y elsueldo de 10.000 reales vellón al año, parael goce, además de la dotación asignada aesta Real Escuela se le pagará por fondode mostrencos la cantidad que falte hastacompletar dicha suma, que la Junta Gene-ral de Caridad pueda enviar a la Escuela deTaquigrafía los pobres que tenga por con-veniente, para que se instruyan en el cita-do arte; y así mismo es real voluntad deS.M. que D. Francisco de Paula Martí hagaconstar por medio de la Sociedad cada seismeses los progresos de su enseñanza, cir-cunstancia precisa para la continuación desu sueldo; y que respecto de haber reco-mendado ese Real Cuerpo patriótico dichoestablecimiento, sea de su cuidado de quesus efectos correspondan a los deseos de

S.M. (RSEAPM: Libro de Acuerdos de la R.S.:Junta 27 de noviembre, 1802).

En septiembre de 1803, quedaba inau-gurada en Madrid la primera Cátedra de Ta-quigrafía de España y se matriculaban losprimeros alumnos. La Escuela tuvo su propioReglamento, iniciándose las enseñanzas el 1de diciembre (RSEAPM: Reglamento de la RealEscuela de Taquigrafía: Leg. 284).

La instalación de la Cátedra se efectuóen un antiguo almacén de cristales, en lacalle el Turco, respondiendo la Real Socie-dad Económica Matritense de los gastospara su acondicionamiento.

Se ha dignado S.M. permitir que para la en-señanza de la taquigrafía se haga uso de unsalón de 62 pies de largo y 14 de ancho quese halla entre las piezas de los extremos vaxoque está a la izquierda de la entrada de lacasa que antes era almacén de cristales en lacalle el Turco (RSEAPM. Acuerdos de la RealSociedad: 1803, 26 de marzo).

Allí funcionó con regularidad durantecinco años, pero, con la caída de Madridbajo el dominio napoleónico, sus tropas des-mantelaron la Escuela en 1808, y aun fueronmás allá, pues en 1812 expropiaron a la So-ciedad del inmueble, debiendo trasladar losmateriales a la Escuela Montepío de Hilazas(RSEAPM. Representaciones, 1814).

Superados los contratiempos de losaños de la contienda con los franceses(Ruiz Berrio, 1970, p. 272), la Escuela vol-vió a iniciar sus actividades en noviembrede 1813. El acto estuvo presidido por Siles,secretario y protector de la Sociedad Eco-nómica, José Villanova Jordán, censor dela misma, y Fermín Uria Nasarrondo. En1824, el centro recibió la visita del ReyFernando VII, pero, al año siguiente, lasideas poco favorables a la corriente libe-ral repercutieron en la Escuela hasta elpunto de que su fundador José Martítuvo que salir de España y refugiarse enLisboa, donde falleció en 1827. Con todo,desde 1821 proliferaron los centros pri-vados de enseñanza de la capital inclu-

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yendo la taquigrafía en sus programas (Si-món Palmer, 1972).

En la Historia del Colegio Imperial deMadrid8, Instituto San Isidro, se cita la Escue-la de Taquigrafía y se reconoce su especialvinculación con el Instituto, su ininterrumpi-da permanencia en el edificio desde el tras-lado a los Estudios en 1841-1842 y se añadeque sus alumnos eran aspirantes a las plazasde Taquigrafía de las Cámaras.

� La escuela en la segunda mitad del siglo XIX (1845-1900)

En los años cuarenta del citado siglo XIX,surgieron nuevos núcleos potenciales deinterés con la creación de la Enseñanza Se-cundaria. El grupo de contenidos de losEstudios de Aplicación cursados en los Ins-titutos de Segunda Enseñanza incluía el es-

tudio de la taquigrafía, aunque no fue nor-ma general, ni se mantuvo siempre comoasignatura obligatoria, sino que fluctuó alo largo de los años, haciéndola dependerde la decisión de los propios directivos delos centros.

El Concordato de 1851 dio un respiroa las instituciones religiosas con fines do-centes, creciendo notablemente el númerode sus colegios (Valle López, 1996, pp.510-718). En tiempos sucesivos, una listaextensa de estos centros ofrecía la ense-ñanza taquigráfica: Escuela de Adultos deMadrid; Centro de Hijos de Madrid; Cole-gio Municipal de la Paloma; Colegio Pro-vincial de Ntra. Señora de las Mercedes;Centro Burgalés; Colegio de las Ursulinasde Pinto y Getafe.

Desde que fue aprobada, la Cátedraestuvo ocupada por Martí por nominación

(8) Las denominaciones que la fundación de los Reales Estudios de Madrid fue recibiendo se sintetizanen: Estudios Reales con Felipe IV. El 23 de enero de 1625, el Rey creaba los Estudios Reales en el Colegio Im-perial de los Jesuitas (Colección de documentos inéditos para la historia de España, 1842, pp. 548-560). En losaños que median entre el Colegio Imperial y el Instituto San Isidro, se produjeron acontecimientos con repercusio-nes directas en las instituciones educativas y en la instrucción en general: la Universidad de Alcalá pasó porsucesivas crisis siendo eclipsada por los Estudios y trasladándose finalmente a Madrid; incluso durante la pri-mera etapa madrileña, para poder funcionar en la capital, tuvieron que unirse los estudios procedentes de Al-calá con los de los Reales Estudios de S. Isidro (VALLE LÓPEZ y C. LABRADOR, 1992, p. 47); a su vez, la Compañíade Jesús pasó por vicisitudes múltiples: la expulsión de España en 1767 (R .D. 1767); Carlos III en 1770 hizo sureforma educativa aprovechando los Reales Estudios e impulsando el cambio que en 1771 reorganizaba losnuevos Reales Estudios bajo el poder civil, convocó oposiciones a las cátedras (J. SIMÓN DÍAZ, 1959, II); la su-presión de la Compañía por Clemente XIV, en 1773 (V. DE LA FUENTE, 1867); en 1787, Floridablanca, por R.O.,concedía validez a estos estudios en todas las universidades (V. DE LA FUENTE, 1867, III, p. 61); la desamortiza-ción de Carlos IV, de 1798, en que declaraba vendibles sus bienes (ídem). En 1816, volvieron los Reales Estu-dios a los Jesuitas con Fernando VII y de nuevo la expulsión en 1820, con el inmediato regreso en 1822; hasta1834 estuvieron durante cortas estancias restablecidos los Reales Estudios y regentados por los Jesuitas (A. GAR-

CÍA TEJERO, 1838). En este tiempo, el Estado liberal, en un amplio programa de reformas de una Iglesia que sepresentaba como soporte y fundamento del Antiguo Régimen, ensayó lo que para ellos era su modelo de pro-grama de instrucción diseñado en las Cortes de Cádiz y en el Informe de Quintana (MEC 1979, I, pp. 370-414).Este modelo, repetido con variantes, se establecía en los periodos de gobiernos liberales con reiteradas desa-mortizaciones (M. REVUELTA, 1973), supresión y reducción de órdenes religiosas (A. DEL VALLE LÓPEZ, 2000, p. 13).Se modificó la organización universitaria y de la administración, se pusieron las bases para el nacimiento de lasegunda enseñanza; en 1836, se aprobó el «Arreglo provisional de los estudios» y en él se consignaba la nuevadenominación de Segunda Enseñanza a los estudios de Filosofia. Por R O. de 28 de septiembre de 1845, fueronsuprimidos los Reales Estudios y agregados a la Universidad bajo el nombre de Instituto de San Isidro (J. SIMÓN

DÍAZ, 1959, p. 59). En este centro de prestigio se instaló la cátedra de taquigrafía en 1841 (C. SIMÓN PALMER, 1972.pp. 22-25l. El Instituto de Segunda Enseñanza de San Isidro, desde 1845 a 1936, se ajustó a los respectivos cam-bios en la legislación educativa española: Plan Pidal en 1845 (A. GIL DE ZÁRATE, 1855) y obligatoriedad de la ins-trucción primaria con la Ley Moyano de 1857 (L. VEGA GIL, 1998).

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real; le sustituyó su yerno Sebastián Euge-nio Vela, quien se ocupó de publicar la 5ªedición de la obra de Martí en 1845, apor-tando nuevas modificaciones al texto. Pre-cisamente en este año nacía la SegundaEnseñanza fruto del Plan Pidal y la taqui-grafía se incorporaba en los programas ofi-ciales. Unos años más tarde, la Ley Moyanode 1857 regulaba este estudio.

Gran parte del éxito y eficacia de la la-bor realizada en este tipo de enseñanza sedebió al empeño de su profesorado. La su-cesión de directores de la Escuela hasta elprimer tercio del siglo XX ha sido:

Francisco de Paula Martí: 1802-27Sebastián Eugenio Vela: 1827-53Francisco de Paula Madrazo: 1853-68Guillermo Flórez de Pando: 1869-94Enrique Fernández Imbert: 1894-01Julio Redondo Gulo: 1901-08Enrique Aparicio Silla: 1908-19Federico Martín Eztala: 1919-27

� La escuela madrileña en el siglo XX

El término que mejor conviene a las prime-ras décadas del siglo XX es de «ruptura» so-cial, económica, política; se producencambios de mentalidad, de costumbres; sereclama la escuela y se debate con agresi-vidad el carácter de la misma en España(Valle López, 2000, p. 102). Apegados a lahistórica «polémica de la enseñanza» (Gar-cía Regidor, 1985, p. 15), la instrucción es-taba abandonada (González, 1988). Apesar de todo, sobresale la labor meritoriade los Ateneos, Academias, Escuelas Espe-cializadas, de los organismos de estudios,la aparición de revistas, dándosele nuevaimportancia al periodismo, lo que poníade manifiesto el contraste entre el bajo ín-dice de instrucción del pueblo y el admira-ble movimiento intelectual generado porunos pocos (Gómez Molleda, 1981).

Durante este tiempo de clima inestabley violento, se ocuparon de la dirección dela Escuela de Taquigrafía los tres últimos

directores indicados más arriba. Periodoespecialmente caracterizado por la prolife-ración de iniciativas y la multiplicación dereuniones y encuentros de carácter nacio-nal e internacional en todas las áreas deconocimiento.

En estos foros, el estudio, confirma-ción y difusión de la taquigrafía contabacon su propio cauce. Los trabajos en estadirección se canalizaron en Madrid desdedos Congresos Internacionales: el X cele-brado en 1912 a cargo de la FederaciónMadrileña y la conmemoración del Cin-cuentenario del III Congreso Hispanoame-ricano-Filipino de Taquigrafía, en 1953.

LA ESCUELA CATALANA DE TAQUIGRAFÍA

El interés de la sociedad catalana por la ta-quigrafía aparece desde el principio sujetaa su vez a las mismas confrontaciones quevivía todo el país, moviéndose en un esce-nario propio, muy abierto al mundo co-mercial y mercantil.

� Los orígenes de la taquigrafía en Cataluña

Barcelona promovió, al igual que Madrid, losestudios taquigráficos desde sus orígenes. Elitinerario y las estrategias didácticas de este«arte» en el ámbito catalán tuvieron sus pecu-liaridades. En todo caso, siempre eficaces yoriginales. En la memoria aprobada por elAyuntamiento en junio de 1808, se dice:

...por más que funcione una Universidaden Cataluña, no se corregirá la falta de ins-trucción mientras no haya en Barcelonaenseñanza de todos los grados y con cáte-dras de Matemáticas, Física, Historia Natu-ral, Taquigrafía (Actas del Ayuntamiento.Acuerdos: 1808, fol. 223).

Precisamente, uno de los focos princi-pales de enseñanza y difusión de la taqui-grafía en España fue la Real Junta deComercio de Cataluña. El mundo de la cul-tura y de los negocios hicieron de ella unavaloración positiva desde sus mismo oríge-nes, optando por pensionar a Francisco de

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P. Serra Ginesta para que aprendiera estesistema en Madrid y después establecierasu enseñanza en Barcelona. Serra tuvo, porlo tanto, como maestro a Martí; ambosacordaron en 1804 abrir la nueva cátedrade taquigrafía barcelonesa.

Las gestiones fueron rápidas, hasta elpunto de que en 1805 se inauguraba laCasa Lonja del Mar, convertida en el nuevocentro de enseñanza taquigráfica. Al frentede la Escuela permaneció Serra durantetreinta y dos años. Al principio se mantu-vo el sistema Martí, pero, en 1816, la in-fluencia y colaboración de BuenaventuraCarlos Aribau en las actividades permitióla introducción de modificaciones y cam-bios en el método, tal como aparecieronrecogidas en la obra «Taquigrafía de lalengua castellana que compuso F. P. Mar-tí, adicionada por su discípulo F. SerraGinesta, abogado de la Real Junta de Co-mercio de Cataluña, director de las es-cuelas del mismo arte establecida enBarcelona con el auxilio de su discípuloBuenaventura Carlos Aribau. Impresa deOrden de la Real Junta de Comercio de laCiudad de Barcelona».

Aunque la obra se asentaba en losprincipios martinianos, las modificacionesy novedades añadidas constituyeron elfundamento de lo que fue en adelante laEscuela Catalana de Taquigrafía. Como enel caso de la obra de Martí, los catalanesrepitieron la edición en 1831. Francisco Se-rra publicaba la obra de Martí, «Taquigrafíacastellana», y añadía en ella «de la RealAcademia de S. Fernando y Socio de Méri-to de la RSEAPM. Destinado por S. M. a laenseñanza pública de este arte en Madrid»,1803. Imprenta calle Capellanes. Más tarde,el mismo Serra hacía en ella algunas mati-zaciones: «Compendio de la taquigrafía es-pañola compuesta por D. F. de Paula Martí,adicionada y sistematizada por F. Serra Gi-nesta». Barcelona, 1831, Impresor, F. P.

Roca, consolidándose con ello en la socie-dad catalana su enseñanza.

Si los ilustrados iniciaban el siglo XIX

con grandes aspiraciones de extender lainstrucción al pueblo, de establecer los co-nocimientos útiles, Francisco de PaulaMartí, y con él Serra, sintetizan las posiblesvías de utilización de la taquigrafía. Este úl-timo llegó a hacer una singular declaraciónde la utilidad del «método»:

Si atendemos a la utilidad general... los dis-cípulos y oyentes de las cátedras públicas,en las causas civiles y criminales que ocu-paron el foro... en los estractos de los inte-rrogator ios, en las declaraciones,confesiones, careos... a los escribanos decámara, notarios, secretarios, en los des-pachos de abogados, a los hombres ami-gos de la sabiduría que escuchan losdiscursos de los sabios, ofrece la posibi-lidad de tener los discursos de oradores,a los comerciantes. Estas son algunas delas utilidades que la taquigrafía ofrece». (Serra, 1831, pp. 5-8)

� Incidencia del Plan de 1845 en las escuelas de taquigrafía

A Serra le sucedió en la cátedra José Andreu,que la regentó hasta 1851 e introdujo a suvez nuevas mejoras en el método de Martí.Gran parte del éxito y la eficacia de la laborrealizada en este tipo de enseñanza se debióa la dedicación de su profesorado.

Una consecuencia del Plan de 1845 fuela incautación por el Gobierno de las escue-las creadas y sostenidas por la Junta de Co-mercio en la Lonja del Mar y el exconventode San Sebastián. Estos centros se convirtie-ron en meros organismos consultivos, conuna pobrísima dotación. Cuando en 1847 seinician los estudios secundarios en el Institu-to de Barcelona, la taquigrafía figuraba den-tro del cuadro de materias.

Durante unos años, la Sociedad Eco-nómica Barcelonesa de Amigos del País9 se

(9) En la Sociedad Económica Graciense de Amigos del País (1775-1881) funcionaba la Junta de Comer-cio; la de Barcelona se estableció al regreso de Fernando VII.

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hizo cargo de la enseñanza de la taquigra-fía, dejando finalmente la cátedra a cargode Cayetano Cornet y Mas. Después, y porR. O. 24 de marzo de 1851, la Escuela In-dustrial de Barcelona concentraba las dosenseñanzas, la industrial y mercantil, en unúnico establecimiento con el nombre de«Escuela Industrial Barcelonesa».

Los problemas económicos y las suce-sivas crisis relativas a su representación limi-taron sus posibilidades de mantenimiento,pero, por encima de las dificultades, el mo-vimiento estenográfico catalán no perdiófuerza, fue superando las trabas y manifes-tando persistentemente signos de vitalidad,hasta el punto de dar vida a la Academiade Taquigrafía de Barcelona. Este centrosurgió de una demanda social cuando Car-los Guillermo Tell, Cándido Palomo, JoséRibas y Cayetano Cornet Mas fueron nom-brados por el Regente para taquigrafiar losdiscursos que los fiscales y letrados pro-nunciaban en las vistas públicas de la céle-bre causa sobre usurpación de ClaudioFontanellas.

La sensibilidad de estas cuatro perso-nas las condujo de modo concluyente en1861 a la formación de una CorporaciónProfesional con el único fin de fomentar el«arte». Superados unos años de contratiem-pos, en 1872, intentaron organizar la Socie-dad con el nombre de «Academia deTaquigrafía», y se redactó un Reglamento.El objetivo de la nueva entidad se centrabaen promover la Escuela Catalana de Taqui-grafía. Se pusieron todas las bases y acor-daron la utilización del método de Cornet,del que llegaron a hacerse hasta catorceediciones, estableciéndose el local social.Las clases corrieron a cargo de los sociosmás competentes y preparados, que dina-mizaron la iniciativa, con repercusiones in-mediatas en el entorno.

Esta Academia vino a representar laEscuela Catalana durante un periodo detiempo por haber desaparecido la clasepública de taquigrafía que sostenía la RealJunta de Comercio de Cataluña y después

la Sociedad Económica de Amigos delPaís. La enseñanza sobrevivió en medio deun ambiente social tan cambiante como eldel resto de España de aquellos años, porhaber tenido, a la vez, una gran flexibili-dad y un fuerte arraigo los ideales básicos,parte integrante de su propia cultura.

La actividad de la Academia de Taqui-grafía se limitó prioritariamente a un tipode trabajos, la atención a las sistemáticassesiones de dictado diario de carácter prác-tico, la copia taquigráfica de discursos porencargo especial, pero los socios, además deocuparse del quehacer de la Academia, reali-zaban múltiples trabajos en la prensa, corpo-raciones oficiales, bufetes de abogados,casas comerciales y otros servicios y em-presas, aumentando con ello su difusión.

� La Academia Catalana en el siglo XX

La Academia de Barcelona tuvo un alto reco-nocimiento internacional expresado en actoscomo Exposiciones Universales, Congresosy Asambleas. En 1922, organizó el primerCongreso Hispano Americano Filipino deEstenografía, en conmemoración del cin-cuentenario de su fundación. La extensiónde la taquigrafía bajo el impulso de la Acade-mia fue notable y su enseñanza estuvo sus-tentada por varias asociaciones de la capital.

El sistema Garriga, que era de ámbitotípicamente catalán y de distintivos pro-pios, vino funcionando en el contexto du-rante mucho tiempo; de él se hizo eco elCongreso de Filadelfia en 1876, presentan-do la obra de Pedro Garriga y Marril «Ta-quigrafía sistemática» a los congresistascomo el sistema de mayor utilidad, aplicadopor los alumnos de la Universidad de Barce-lona, en la Escuela de Arquitectura, en laslecciones de Composición de Edificios delarquitecto F. D. P. Villar, el que empleabael Ateneo Catalán en sus sesiones, y dondeestaban vertidos los discursos de José Leta-mendi «Naturaleza y origen del Hombre» yel de Emilio Castelar en los Campos Elíseosde Barcelona.

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El análisis precedente justifica el he-cho de que en Latinoamérica se emplearanlos sistemas taquigráficos más arraigadosen España y algunos otros europeos, mo-dificados por sus propios especialistas10.

LA ENSEÑANZA DE LA TAQUIGRAFÍA: ALUMNOS

La panorámica del nivel de analfabetismode principios del siglo era desoladora. Ri-cardo de la Cierva afirma:

El pueblo español del s. XIX, no sólo (era)absoluta y relativamente iletrada sino conmenos eufenismos abrumadoramenteanalfabeta. Según estimación de 1803, sóloseiscientos mil españoles de la metrópoli(es decir el 5 ó 6% del total) sabían leer yescribir, con probable inclusión de los se-mianalfabetos en el porcentaje favorable». (De la Cierva, 1974, p. 38)

Sin que se dieran muchos avances poste-riormente, ya que a mediados de ese mismosiglo España tenía el 19,72% de su poblaciónalfabetizada (Valle López, 2000, p. 63).

Estas referencias sobre el nivel de ins-trucción del pueblo nos hacen pensar que,dado el significado relevante y la posiciónmedular del nuevo «arte» taquigráfico en elmundo profesional, la concurrencia dealumnos a la Escuela de Taquigrafía era se-lectiva y justificaba que estuviera destinadasólo a un tipo de alumnos. Sus efectos se

dejaron sentir de forma más sensible en elámbito de la burocracia estatal y el de los ne-gocios particulares. Entre 1830 y 1868, mo-mento de expansión de la taquigrafía, seprodujo un desarrollo notable en las ense-ñanzas mercantiles y profesionales (Peset,1974) y creció significativamente el númerode institutos religiosos dedicados a la instruc-ción (Valle López, 1996, pp. 590-793).

Francisco de Paula Martí ocupó la cáte-dra de Madrid hasta 1827 y se encargó de suenseñanza durante todos estos años, recono-cido como «maestro», no sólo él sino todaslas personas que le sucedieron en la Cátedrade la Escuela. Estas personas impartían cadadía una lección de dos horas, en horarios fle-xibles, dependiendo de los intereses de losalumnos. De acuerdo con el Reglamento dela Escuela, el «maestro» respondía tambiéndel orden y aprovechamiento de los alum-nos, de su admisión en determinados casosy del cuidado de los materiales. El maestrodebía así mismo expresar y transmitir respe-to a su «protector». El Reglamento de la Es-cuela recogía el modo de acceso de losmaestros a la cátedra de taquigrafía, a partirde una oposición, mediando siempre el«protector» en el nombramiento.

La Escuela funcionó a lo largo de losaños con una organización propia de estasinstituciones docentes. El artículo 1º delReglamento11 para la Escuela instalada en

(10) En la Exposición de Filadelfia de 1876, la Corporación Taquigráfica del Sistema Garriga afirma quela taquigrafía se hallaba implantada en los centros de enseñanza argentinos, empleándose tres sistemas: el deMartí modificado por Escobar; otro sistema de título Fonografía del Mr. Pitman aplicado al español por Guiller-mo Parody; el sistema alemán de Gebelsberger, aplicado así mismo al castellano por Juan Neumeier; con rela-ción al sistema Garriga, se afirmaba que era de gran simplicidad, facilidad de aprendizaje y adaptación. Estasbases sirvieron a Domingo Sarmiento para crear una cátedra en el Colegio Nacional. La primera Academia deTaquigrafía se abrió en La Habana según el método de Roberto Madán, «Tratado Teorico-practico de taquigrafíaespañola» (1916). Hasta 1898, Cuba estuvo vinculada a España y su gobierno dependía del Ministerio de Ultra-mar, por lo que la enseñanza siguió los patrones de la metrópoli. No es de extrañar que la taquigrafía llegarapronto a la isla a través del catalán Jaime Florit, que impartió un curso en 1804; Enrique Orellana se preocupóde extenderla hasta que en 1874, consiguió introducir en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana unacátedra de Taquigrafía y Mecanografía, ocupada entonces por F. A. Betancourt. Fruto de estos avances fue laexpedición del titulo de Perito Taquigráfico y Mecanográfico en el Instituto.

(11) El Reglamento formado por la Real Sociedad Económica Matritense para el gobierno de la Real Escuela deTaquigrafía establecía el tiempo de dedicación de los profesores, la duración de las clases, el momento más oportunodel inicio de las actividades, las características del alumnado, la disciplina. (RSEAPM: Reglamento... Leg. 143-280).

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el Instituto San Isidro así lo registra: «El ob-jetivo de la Escuela es facilitar la enseñanzateórico-práctica del arte taquigráfico». Lasclases duraban ocho meses.

La pedagogía de la Escuela incluía lamotivación al estudio mediante una espe-cie de competición en exámenes públicosque servía de incentivo a los alumnos yelemento divulgador de la Escuela. Los dosalumnos mejores eran premiados cada añocon dos medallas de plata, «una de cuatroonzas y otra de dos onzas, de las que laReal Sociedad Económica reparte para suspremios» (RSEAPM: Reglamento Escuela deTaquigrafia, Cop.I, art. 11).

En 1869, la taquigrafía se separó de laenseñanza pública fruto de las reformasdel gobierno de Ruiz Zorrilla, y dejó de re-cibir el apoyo12 del Estado, pero la Socie-dad Económica se ocupó de ella desde esemismo año.

Respecto del tipo de alumnos inscri-tos, no había en la Academia un determi-nado criterio relativo a la edad, aunquemanifestaban cierta preferencia por laspersonas adultas: «No se admitirán sinopersonas adultas y de ningún modo niñas.Pueden admitirse personas de más detreinta años» (Simón Palmer, 1972, p. 119),prohibición que no tuvieron en cuentanunca, pues se contradice con el listado delos alumnos admitidos, que no sólo asistie-ron a la escuela, sino que fueron premia-dos en numerosos certámenes dondefiguran de todas las edades.

Se trataba de unos alumnos de unacapa social modesta y sabemos que erande ambos sexos, nota poco común en laépoca, mezcla de estudiantes de edades

distintas, jóvenes inclinados por el trabajoen el sector del comercio, de la economíay en tareas de oficina, con un nivel de co-nocimientos elementales imprescindiblespara ser admitidos en la Escuela comoeran: saber leer y escribir y algunos prin-cipios de gramática castellana. La ense-ñanza era gratuita, y solamente se lespedía que aportaran el libro de «Taqui-grafía castellana de Martí», impreso en1813, que incluía las modificaciones he-chas al primero; después, se les pidió lostextos de las últimas ediciones mejoradoscon las láminas y grabaciones, además depluma y papel. La enseñanza constaba declases teóricas y prácticas:

Que el maestro dé dos lecciones en las doshoras que tiene por estatuto, una de teóri-ca, conque se dé principio el curso que hade concluir en el mes de noviembre y, otrade práctica, para perfeccionar a los quedeben concluir en junio, según el métodoactual, suspendiendo el examen para lospremios determinados por reglamentopara evitar que hayan dos premios en elmismo año13.

Las inscripciones de matrícula se apro-ximaban a los 100 alumnos cada año comomedia, pero esto ocurría en los inicios decurso, bajando considerablemente el nú-mero de los que finalizaban. Los había ofi-ciales y no oficiales; en ambos casos elaprendizaje de «arte taquigráfico» era san-cionado con una prueba, trampolín directohacia la actividad profesional.

Es interesante subrayar alguno de losnombres inscritos en estas clases, como esel caso Juan Eugenio Hartzembusch, quefigura en las listas de la Escuela en 1822.

(12) El programa general de estudios de Segunda Enseñanza de 1858 incluía los estudios de taquigrafía:«Las asignaturas se estudiarán en la forma siguiente: los estudios de dibujo lineal, de adorno y figura, y la taqui-grafía, no estarán sujetos a determinado número de cursos»; pero un Decreto de 30 de junio de 1869 declarabaque en adelante no sería sostenida por el Estado la taquigrafía, dejando en libertad a las Diputaciones Provin-ciales la facultad de sostener estas cátedras, si lo creían conveniente.

(13) En el Libro de Actas de la Real Sociedad, de los años de 1806 y 1807, se registra puntualmente elproceso de la cátedra de taquigrafía. La Revista «La Taquigrafía española», órgano de la Escuela nº 6 analiza elproceso histórico.

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Durante todos estos años algunos alumnosde la Cátedra ocuparon las plazas de taquí-grafos en las Cámaras Parlamentarias, «susmejores discípulos legaron a la historiamagníficos materiales en los diarios de lassesiones de las Cortes de Cadiz» (Lloret,1856, p. 10), hecho que despertó interéspor dominar este arte: Narciso GonzálezFondevila, jefe de los taquígrafos del Sena-do y alumno de la Escuela de Taquigrafía(1876), Pedro C. Sorribes, taquígrafo delSenado, Narciso de Torres Lanza, taquígra-fo del Congreso (1927).

TIPOS DE SISTEMAS

Aunque históricamente, en lo que afecta amétodos taquigráficos, la creación inicialfuera obra de una sola persona, muy pron-to fueron surgiendo nuevas ideas conaportaciones, modificaciones, mejoras, in-novaciones, simplificaciones... al sistemaoriginal que dieron pie a las distintas es-cuelas taquigráficas españolas.

Orellana dividía en 1883 en cuatro lossistemas taquigráficos españoles: escuelamadrileña o Martiniana, escuela catalana ode Serra, escuela de Garriga y escuelas in-dependientes.

Desde la práctica se han reducido atres los sistemas más empleados, respon-diendo a tres de los nombres, autores deuna o varias obras más significativas consignos taquigráficos que se diferencianpoco entre sí.

� Francisco de Paula Martí: «Tratadode taquigrafía», 1802.

� Francisco Serra: «Taquigrafía de len-gua castellana», 1866.

� Pedro J. Garriga: «Taquigrafía siste-mática», 1874.

El sistema Serra o catalán tiene algu-nos signos propios que lo diferencian delos demás; de él surgieron otros métodosque son simples retoques; todos estos tie-nen en común que parten de las diferen-

cias y modificaciones que el iniciador deesta tendencia estableció con relación almétodo Martí. Incluso en esta modalidadse incorporaron algunos de los cambios deJosé Andreu, sucesor de Serra en 1835 enla dirección del centro.

Pedro Garriga Marrill, discípulo deJosé Andreu, publicó en 1864 «La taquigra-fía sistemática» siguiendo la línea de la es-cuela catalana. Entre 1869 y 1887, serepitieron las ediciones, hasta cinco, bajoel nombre de «Taquigrafía y su historia uni-versal», aunque no se separan del modelode Serra. Desde 1899, se fueron sucedien-do varias ediciones posteriores. La escuelade Garriga estuvo ubicada en la calle An-cha de San Bernardo, nº 1, funcionando deacuerdo con un reglamento interno queordenaba las enseñanzas teóricas-prácticasy la disciplina moral y religiosa.

Otra de las variantes apareció en 1847con la obra de Esteban Paluzie Cantaloze-lla que encargó su impresión con el título«Tratado de Taquigrafía». El trabajo era unresumen de la regla de Martí y Serra y es-taba destinado a los alumnos de la ense-ñanza primaria.

Cayetano Cornet y Mas escribió en1852 el «Compendio de Taquigrafía Espa-ñola», en la que introducía modificacionesal sistema Serra. Una segunda edición de1866 añadía nuevas explicaciones tanto ala escuela madrileña como a la catalana.

También de la escuela catalana, peroen este caso según las novedades de Ari-bau y Cornet, era la obra de Baltasar Noria,publicada en 1883 bajo el título «Tratadode Taquigrafía», y publicada en Tortosa.

Juan Cebollera Collell en 1886 publicóen Barcelona el trabajo «Lecciones de Ta-quigrafía fonética».

La misma Academia de Barcelona en1906 publicaba otro libro con el título de«Taquigrafía, arte de escribir tan velozmen-te como se habla, sistema Martí, escuelacatalana, método teórico-práctico». Este es-tudio tuvo seis ediciones, la última en1920.

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Roberto de Madán editaba en La Ha-bana en 1916 un «Tratado teórico-prácticode taquigrafía española». Poco después, en1919, este mismo autor daba a conocer un«Curso completo»; Lemona y E. Arrufe pu-blicaron en 1920 «Tratado de Taquigrafíaespañola-inglesa» siguiendo el métodoOrellana.

Algunos métodos con signos nuevos osimplificaciones de otros sistemas ya exis-tentes fueron surgiendo en las distintasprovincias españolas sin alejarse mucho delas obras publicadas.

En Valencia, E. R. Somolinos dio a co-nocer en 1856 un «Manual completo delarte Taquigráfico» con una reconocidaidentificación con el sistema Serra.

Luis Laplana Ciria escribió en Vitoriaen 1872 «Curso Teórico-práctico de taqui-grafia española sujeta a reglas más conci-sas que las expuestas hasta el presente».

Enrique L. Orellana editó en Sevilla unmétodo taquigráfico denominado «Nuevotratado de taquigrafia castellana».

Además, hubo otros sistemas inde-pendientes de los citados: Manuel Mármol,en 1828, que publicó un Tratado de Taqui-grafía, variante de la de Taylor; Juan JoséBarrera, en 1851, elaboró la obra «Taqui-grafía española simplificada» sin gran origi-nalidad; Antonio Aguirrezabal publicó en1859 en Vergara un sistema taquigráficoelogiado por F. de Madrazo; de 1868 es laobra «Nueva taquigrafia» de Francisco Cru-ces; la «Estenografia» de Luis Gil Simbiela,de 1874; Luciano Guerrero de Escalante es-cribió «Manual de taquigrafía española» en1855; J. Rojo Pajarro es autor de otra obraen 1859; Nemesio Gutiérrez es autor de«Taquigrafía española», en 1883; Nieto Al-calde en 1903...

Éstos fueron los sistemas más conoci-dos en España, con derivaciones propia-mente nacionales, pero también seencontraron otros directamente relacionadoscon corrientes extranjeras: sistema Pitman,Larralde, Gregg, Parri, Deployé, Gabelsber-ger... El sistema Piltman fue el más difundido

en Inglaterra y en los países de habla in-glesa; el creado por Deployé tuvo algunosseguidores en España y contó con una lite-ratura amplia; con relación al alemán deGabelsberger se hicieron en español dosadaptaciones: una de ellas fue la de J. Cor-nejo Carvajal y otra publicada en BuenosAires por Juan Necemeier. También seadaptaron al español los sistemas de RollerStalze; con relación al sistema Gregg, tuvosu origen en USA en 1893, pero el acopla-miento el español lo hizo Panni, de ahí sunombre compuesto.

DIFUSIÓN DEL ESTUDIO DE LA TAQUIGRAFÍA

Resulta laborioso indicar los ámbitos deaplicación de la taquigrafía y prácticamen-te imposible trazar el mapa de ubicaciónde los espacios. El hecho de que muchascorporaciones canalizasen la información,las propias actividades y fuera la repre-sentación e incluso sede social de sus so-cios contribuyó a extender la taquigrafía;de un modo específico se ocuparon deesta función los periódicos, las revistas ylos congresos.

ESPACIOS Y ÁMBITOS DE LA TAQUIGRAFÍA

El interés esencial del estudio taquigráficonacía del empeño por dominar este «arte»con el fin de registrar con precisión y vera-cidad determinadas informaciones de ca-rácter oral y difundir su conocimiento,estando sus efectos culturales tan mezcla-dos con los efectos económicos y políticosque resulta difícil separarlos. Una idea desu expansión se recoge en esta cita:

Llenas están nuestras academias, nuestrosparlamentos, nuestros departamentos oficia-les de hombres que nada serían, que nadavaldrían ante la opinión pública, si la taqui-grafía no hubiera transmitido sus talentos ex-presados por el brillante don de la palabra. (Madrazo, 1857, p. 5)

La formalización institucionalizada delestudio de la taquigrafía estuvo repre-

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sentada en distintos centros: academias,entidades públicas, colegios privados, e in-cluso por profesores particulares. Algunosde estos establecimientos madrileños fue-ron: el de la calle Tudesco, nº 25, «en elque se impartía enseñanza general... entrelas materias de enseñanza general estaba lataquigrafía» (Simón Palmer, 1972, p. 275); laCasa de Pensión de Bernardino GonzálezPeña... «durante las vacaciones se hacían re-pasos de humanidades, taquigrafía»...; el deJoaquin Macmaol y Alonso o de Santo Do-mingo «dedicado a la enseñanza de latín,matemáticas, taquigrafía...»; la Academia deComercio establecida primero en la calleHortaleza, nº 29, más tarde, en 1838, enCarretas nº 3, «impartía además de Aritmé-tica, Idiomas, Taquigrafía y otras».

A principios de siglo XX se había esta-blecido como enseñanza oficial en nume-rosas instituciones por indicación delMinisterio de Instrucción Pública.

El marco teórico referencial del espa-cio se había agrandado considerablementeextendiéndose por Europa y América y so-bre todo había alcanzado una alta valora-ción social; prueba de ello fue la fundaciónde la Federación de Taquígrafos Españo-les, o bien, la publicación del R. D. de 28de agosto de 1928, que establece la taqui-grafía en el cuadro de la segunda enseñan-za a nivel general y reconocía los derechosde los profesores:

Las enseñanzas de mecanografía y taqui-grafía quedarán establecidas en todos losinstitutos nacionales de 2ª enseñanza apartir del 1º de octubre del próximo apli-cándose a su profesorado lo dispuesto enel artículo anterior.

CORPORACIONES TAQUIGRÁFICAS

Además de la Academia Taquigráfica deBarcelona, que funcionó a todos los efec-tos como Federación, hubo algunas otrasen España, con varios ensayos previos a sudefinitiva constitución (Corporación Taqui-gráfica, 1876).

� La Federación de Madrid tomó for-ma definitiva en 1903. Se definíacomo intermetódica, aunque sólode nombre, pues lo que propia-mente difundía era el método Martí.Contaba con una amplia bibliotecade la que se aprovechaban sus so-cios. Muchos de los taquígrafos delas Cortes, del Ayuntamiento y Di-putación, fueron personas queaprendieron la taquigrafía en laCorporación Madrileña. Así mismo,el X Congreso Internacional cele-brado en Madrid en 1912 estuvo acargo de esta Federación. En 1943,una Orden Ministerial dio a la Fede-ración carácter oficial quedando in-corporada al Servicio Español delProfesorado de Enseñanza Técnica.A semejanza de cómo había actua-do la Corporación Catalana en1922, la de Madrid también celebróel cincuentenario en 1953, reunien-do el III Congreso Hispanoamerica-no-Filipino de Taquigrafía.

� La Unión Taquigráfica Valencianafue el resultado de la fusión de laRepresentación Valenciana de la Fe-deración Taquigráfica Española y delCentro Taquigráfico Cortés, en 1926,lo que le propició un amplio recono-cimiento y difusión a nivel nacional einternacional. También se presentabacomo de carácter intermetódico. LaUnión Taquigráfica Valenciana se en-cargó de preparar el II Congreso His-pano Americano de Estenografía.

� La Unión Taquigráfica Alavesa re-sultó ser el fruto de una reuniónprivada de personas interesadas porel arte taquigráfico en 1924. De ellasurgió la idea y el germen de la Aso-ciación. La actividad más notoria quese le conoce fue la preparación delIV Congreso Hispanoamericano-Fi-lipino en 1957.

� La Academia de Taquigrafía de Ta-rragona fue en realidad una filial de

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la de Barcelona, nacía en 1946; aun-que mantuvo un funcionamientopropio, constituía un apartado de laEscuela Catalana. Mantuvo las acti-vidades características de estas enti-dades como fueron los cursos yclases en el hogar social, dondeademás ha venido celebrando con-cursos de carácter nacional.

� La Asociación Castellano-Leonesade Taquigrafía. Esta corporaciónnació en Valladolid en 1953 comofruto de la buena acogida que tuvoel III Congreso Hispano-Americano.

� La Agrupación Taquigráfica Monta-ñesa, que agrupó a los taquígrafosde la Montaña.

CONGRESOS Y REVISTAS

El ámbito donde el uso del arte taquigráfi-co se extendió fue el mundo burocrático,el mercantil, las cámaras... que captaron suutilidad, al mismo tiempo que surgían lasescuelas y se iban diversificando los siste-mas. Pronto se vio la necesidad mantenerdebates conjuntos y surgieron los congre-sos14: de carácter nacional e internacional,las exposiciones y conmemoraciones decincuentenarios y otros eventos. La temáti-ca se orientó fundamentalmente en torno alas cuestiones relativas a las exigenciaspara la expedición del diploma, defensa dela profesión del taquígrafo, financiación yconsideración de funcionarios del Estado,la creación de Bibliotecas Estenográficas,de Oficinas Internacionales, de Asociacio-nes, la necesidad de incluir la Taquigrafíaen la enseñanza primaria y secundaria, enla Escuelas Normales y Militares, Escuelas

Comerciales, cierta unificación en este artede las distintas escuelas.

Otro modo de difusión del arte taqui-grafico ha sido a través de las publicacio-nes periódicas. En España se editaronalgunas revistas especializadas de tema es-tenográfico:

� «La Taquigrafía española», de carác-ter trimestral, órgano de informa-ción la Escuela Especial deTaquigrafia.

� «La Revista Taquigráfica», en 1874,portavoz de la Academia Taqui-gráfica de Barcelona que tuvo unavida efímera; dejó de publicarseen 1875. Nuevamente surgió en1899 bajo el título «La taquigrafía»,con carácter mensual. Hubo algu-na interrupción en 1937 volviendoa salir en 1951.

� «Revista hispanoamericana de taqui-grafía», con sede también en Barce-lona.

� «El mundo taquigráfico» es el títulodel primer número de la revista ma-drileña que apareció en 1900. Des-de 1925 pasó a ser el órgano oficialde la Federación Taquigráfica Espa-ñola.

� «Acción taquigráfica» fue la revisavalenciana de información desde1925, manifestando una interesanterelación con los grupos de España ydel extranjero.

� «El porvenir taquigráfico», de laUnión Taquigráfica Alavesa, de pe-riodicidad mensual y con regulari-dad sobre todo a partir de 1945.

� «La revista Taquigráfica» salía en Bil-bao.

(14) Los congresos se celebraron con cierta regularidad: Valencia (1827), Filadelfia (1876), Londres(1887), París (1889), Munich (1890), Berlín, (1891), Chicago (1893), Estocolmo (1897), París (1900), Bruselas(1905), Szeged (1907) Damstadt (1908), Roma (1911), Madrid (1912), Budapest (1913), Estrasburgo (1920), Lau-sana (1922), Barcelona, 1er Congreso Hispanoamericano y filipino (1922), Bilbao (1925), Milán (1926), Valencia(1927), Barcelona (1929), Vitoria (1957); en 28 de julio de 1973 finalizaba el XXX Congreso de Taquigrafía yMecanografía.

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CONCLUSIÓN

Ha habido a lo largo de la historia momen-tos de especial interés por registrar el conte-nido total de mensajes, discursos y doctrinasde personalidades tal como eran expresadasoralmente por sus autores. De esa necesi-dad surgió el «arte» taquigráfico, sistema degrafía con diferentes modalidades, modifi-caciones y sobre todo adaptaciones a losidiomas de los países. En su evolución hatenido una utilidad económico-laboral y enla actualidad se emplea sobre todo en al-gunos ámbitos periodísticos.

España conmemora en 2002 el bicen-tenario de su implantación; es precisamen-te la historia de este sistema uno de loselementos de identidad de un «arte» capazde dar respuesta a las demandas socialesdesde una doble dimensión: cultural y eco-nómica.

El trabajo de Francisco de Paula Martíresultó fecundo y eficaz; él mismo llegóver la taquigrafía asentada en España; re-creó la taquigrafía adaptándola al idiomaespañol y escribió la primera obra en 1803,«Taquigrafía castellana», utilizada como li-bro de texto, abrió una escuela, ocupó du-rante muchos años la primera cátedrataquigráfica existente en España, y difun-dió por la Península, Portugal y Latinoamé-rica esta modalidad de enseñanza tanpeculiar.

La taquigrafía ha sido reclamada envarios campos de la administración y de laempresa en nuestro país, lo que revela suutilidad. Establecimientos de distinto tipola han incluido entre sus enseñanzas y handado pie a un amplio movimiento demaestros en este «arte» con sus métodospropios. Además de las Escuelas de Madridy Barcelona, primeros focos de acogida, lataquigrafía se extendió por muchas provin-cias españolas.

La utilización de la taquigrafía en de-terminados sectores de la vida política, ad-ministrativa y comercial supuso un avancenotable en su momento; para algunas per-

sonas es una profesión, y para las que laemplean, un método útil y práctico.

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