Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).
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Tema 6. La formación del Estado liberal
(1833-1874).
Introducción: el reinado de Isabel II.
Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) asistiremos al desmantelamiento del
Antiguo Régimen y a la progresiva implantación en España del Estado liberal
burgués, junto con una serie de transformaciones socioeconómicas que anuncian la
entrada de España en el mundo contemporáneo. Básicamente podemos diferenciar
dos grandes etapas durante este reinado, separadas por la minoría/mayoría de edad
de la reina:
Minoría de
edad de la
reina
Etapa de las
regencias
La regencia de María Cristina (1833-1840) –
Primera Guerra Carlista.
La regencia de Espartero (1840-1843)
Reinado
personal
Isabel II
Reinado
efectivo
La Década Moderada (1844-1854)
El Bienio Progresista (1854-1856)
La alternancia de moderados y unionistas (1856-
1868)
1.- La guerra civil (1833-1840).
1.1.- Origen del carlismo.
El testamento de Fernando VII, que dejaba el trono a su hija Isabel, fue rápidamente
contestado en 1833 con el levantamiento de los partidarios del hermano del difunto
rey, Carlos María Isidro, que pretendían el reconocimiento de éste como rey de
España. Por tanto, un grave conflicto civil, camuflado bajo un pretexto dinástico,
acababa de comenzar. La cuestión sucesoria daba a cada bando un símbolo
aglutinador. Los carlistas (tradicionalistas apostólicos) deseaban la vuelta de la
monarquía absoluta y el Antiguo Régimen. El bando carlista recibe el apoyo de
propietarios y notables rurales, gran parte del bajo clero, más los campesinos
descontentos, sobre todo de Navarra, País Vasco, Cataluña, Aragón y Valencia,
territorios en los que la defensa de los fueros contra el liberalismo uniformizador
cobró también importancia. Los carlistas sólo recibieron el apoyo exterior de la Santa
Alianza (Prusia, Rusia y Austria).
Los isabelinos, por su parte, representan las fuerzas que defendían el liberalismo y
que se veían favorecidas por la introducción de las prácticas capitalistas, es decir, la
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mayor parte de la nobleza, la burguesía y las clases populares urbanas. Recibió
apoyo material de la Cuádruple Alianza (Francia, Gran Bretaña y Portugal).
1.2.- La evolución de la primera guerra carlista (1833-1840).
La primera guerra carlista se inició con el levantamiento de 1833 y se prolongó durante
seis años. Pero durante este periodo los carlistas no van a conseguir nunca
generalizar el conflicto a todo el territorio español ni ocupar por mucho tiempo las
grandes ciudades del país. Dominaron siempre zonas rurales y utilizaron la táctica
guerrillera, bajo la forma de partidas de soldados.
En una primera fase, los carlistas llegaron a controlar gran parte del País Vasco,
Navarra, Cataluña y el Maestrazgo (Norte de Castellón). El general Zumalacárregui,
uno de los principales líderes carlistas, intentó organizar un ejército con el fin último de
tomar Madrid. Sin embargo su muerte en el sitio de Bilbao en 1835 inició una segunda
etapa en la que los carlistas fueron progresivamente vencidos por el ejército liberal
bajo el mando de Espartero (Victoria de Luchana, 1836).
El último periodo del conflicto (1837-1839) se caracterizó por el traslado de la zona
más conflictiva al Maestrazgo, donde se levantaron las partidas de Cabrera, y por la
división ideológica dentro del carlismo. Por una parte se encontraban los partidarios
de llegar a un acuerdo con los liberales y por otra los que consideraban este pacto una
traición a los ideales carlistas. La división facilitó que el jefe de los partidarios de pactar
con los isabelinos, el general Maroto, acordase por su cuenta la firma del Convenio
de Vergara en 1839 con el general Espartero. En este acuerdo se reconocía la
victoria liberal a cambio del mantenimiento dentro del ejército de la oficialidad carlista
y de la promesa de Espartero de pedir a la reina el mantenimiento de los fueros. El
convenio puso fin a la guerra en el País Vasco, mientras continuó en el Maestrazgo
hasta 1840 cuando Cabrera fue derrotado militarmente.
2.- La etapa de las Regencias (1833-1843).
2.1.- La regencia de María Cristina (1833-1840).
2.1.1.- Inicios de la regencia (1833).
La regencia de María Cristina, madre de la reina, comenzó con un gobierno presidido
por Cea Bermúdez, ex-ministro de Fernando VII, que aspiraba tan sólo al
restablecimiento del viejo sistema del despotismo Ilustrado. El descontento de los
liberales, que reclamaron la convocatoria de cortes y el estallido de la guerra civil
hicieron ver a la regente la necesidad de profundizar más en el camino liberal como
única forma de tener los suficientes apoyos para vencer al carlismo, así es como un
viejo liberal moderado, Martínez de la Rosa, llegó al poder.
En esta etapa se realizó además la división provincial de España por el Secretario
de Estado de Fomento motrileño Javier de Burgos, la cual persiste en la actualidad
con escasas modificaciones.
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2.1.2.- El Estatuto Real.
El nuevo gobierno de Martínez de la Rosa pretendía, lejos de ninguna aspiración
revolucionaria, encontrar el apoyo de los grupos liberales burgueses, pero sin
romper con los viejos grupos dominantes. El símbolo de esta primera transición fue la
promulgación del Estatuto Real de 1834, que en realidad era una carta otorgada que
no reconocía la soberanía nacional ni tampoco recogía los derechos y libertades
fundamentales.
El rey tenía amplias funciones de gobierno y el sufragio censitario era, además, muy
limitado, siendo el porcentaje de personas con derecho al voto del 0,15% de la
población total española en 1834. Asimismo, estas Cortes poseían funciones muy
limitadas y carecían de iniciativa legislativa. El monarca podía convocar y
suspender las Cortes cuando quisiera y cualquier ley, además de la aprobación de
las dos Cámaras, necesitaba el consentimiento del rey, que tenía derecho de veto.
Para los liberales más radicales era claro que el Estatuto Real era demasiado
moderado y no sería suficiente para realizar las reformas a que aspiraban.
2.1.3.- La división liberal: moderados y progresistas.
La escisión que ya se había perfilado durante el Trienio Liberal entre moderados y
progresistas o exaltados se iba haciendo cada vez más grande. La entrada en vigor
del Estatuto Real de 1834 hizo que las diferencias aumentaran.
Los moderados eran los representantes de la oligarquía del liberalismo, defensores
de las capas altas de las clases pudientes, aglutinando a las viejas fuerzas del Antiguo
Régimen que se disponían a entrar en la nueva sociedad, estableciendo garantías
para la propiedad y su hegemonía en la vida política. Defendían también el
proteccionismo, y en sus filas militaban terratenientes, aristócratas, antiguos
afrancesados, etc. Sus principales figuras durante la época fueron el propio Martínez
de la Rosa y Alcalá Galiano.
Los progresistas, por su parte, defendían la soberanía nacional y de limitar los
poderes de la Corona. Desde el punto de vista económico tendían al librecambismo.
Formaban parte de esta corriente la masa popular anticarlista y anticlerical, junto a la
burguesía más dinámica, siendo sus figuras más representativas Espartero,
Mendizábal o Calatrava.
Durante la mayor parte del siglo XIX la corona no se limitó a jugar un papel de árbitro
entre los partidos, sino que intervino activamente en la vida política, situándose
siempre al lado de los moderados. La Corona nunca llamaba a formar gobierno a los
progresistas, que recurrieron a los pronunciamientos para poder llegar al poder.
2.1.4.- El reformismo liberal.
Ante el carácter moderado del régimen de Martínez de la Rosa y de sus sucesores,
como el Conde de Toreno, los progresistas recurrieron el verano de 1835 a numerosos
levantamientos urbanos que comportaron la formación de milicias y juntas
revolucionarias. Como resultado de esta presión y ante el temor del avance carlista,
María Cristina nombró jefe del gobierno a un progresista, a Juan Álvarez
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Mendizábal, que inició un programa de reformas que va a resultar decisivo. Así, entre
1835 y 1837, Mendizábal decretó el fin de los señoríos jurisdiccionales, de los
privilegios de la Mesta y de las pruebas de nobleza para acceder al ejército y la
Administración.
Asimismo, llevó a cabo una desamortización, por la que se expropiaron por parte del
Estado las propiedades de la Iglesia y los bienes comunales para su posterior
subasta. La desamortización de Mendizábal tenía los siguientes objetivos:
Mejorar la Hacienda, obtener créditos y ganar la guerra.
Castigar a la Iglesia por su apoyo al carlismo.
Crear un grupo de propietarios que dependa del triunfo liberal
Mejorar la explotación de las tierras expropiadas.
En mayo de 1836, la desamortización se aplaza unos meses, ya que María Cristina
cree que es muy radical y destituye a Mendizábal, disuelve las Cortes y nombra un
nuevo gobierno presidido por el moderado Javier Istúriz. Sin embargo, otro
pronunciamiento de carácter progresista, el motín de los Sargentos de la Granja en
agosto de 1836 dio el golpe definitivo al Estatuto Real, poniendo de nuevo en vigor la
Constitución de Cádiz de 1812 y dar el poder a los progresistas decididos a llevar a
delante la revolución liberal.
2.1.5.- La Constitución de 1837.
El nuevo gobierno fue presidido por el progresista Calatrava, pero fue Mendizábal
quien desde la cartera de Hacienda y Marina, puso en marcha el proceso de
desmantelamiento del Antiguo Régimen y organizó el ejército liberal que derrotó al
carlismo. Además de la desvinculación y la desamortización ya vistas, llevó a cabo la
abolición del diezmo, la supresión de las aduanas interiores y la extinción de los
gremios que se oponían al libre ejercicio de la industria y el comercio.
Se consumaba así un conjunto de reformas, ya iniciadas desde la guerra contra
Napoleón, que consolidaban la realización de la transición al liberalismo y eran el
inicio de una etapa de crecimiento económico y de introducción del capitalismo en
España.
Este proceso culminó con la promulgación de la Constitución de 1837, que inauguró
un largo periodo de monarquía constitucional en España. El nuevo texto pretendía
contentar a los sectores moderados y progresistas y por ello combinaba elementos de
las dos fórmulas políticas. La Constitución presentaba las siguientes características:
Reconocía la soberanía nacional, pero aceptaba el poder moderador de la
Corona.
Se reflejaba la división de poderes.
Garantizaba la libertad de culto, aunque el Estado se comprometía a
mantener a la Iglesia.
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Se reconocía el derecho de imprenta.
Se reinstaura la Milicia Nacional, que se configura como cuerpo constitucional
garante del orden público.
En la política local la Constitución garantizaba la autonomía política y de
gestión otorgada a los ayuntamientos.
En la ley electoral posterior se establece el voto directo y el sufragio
censitario. Tenían derecho a voto los varones más “cualificados o
capacitados”, es decir, los mayores contribuyentes y un pequeño número de
varones con determinado nivel intelectual: profesores, doctores, licenciados,
etc.
Las primeras elecciones tras la promulgación de la Constitución las ganaron los
moderados. En 1840 el gobierno intentó quitar a la burguesía progresista otro centro
de poder con la promulgación de una Ley Municipal que facultaba a la Corona a
nombrar los alcaldes de capitales de provincias y el resto a los Gobernadores Civiles,
lo cual reducía el poder de autonomía local recogido en la Constitución. La Ley
Municipal provoca levantamientos progresistas con la creación de juntas
revolucionarias, manifestaciones dirigidas por la Milicia Nacional y los ayuntamientos
progresistas. Estos hechos culminan con la dimisión de María Cristina.
2.2.- La regencia de Espartero (1840-1843).
Tras la dimisión de la madre de la reina en 1840, Espartero pasa a ocupar la
Regencia, al ser la única autoridad respetada gracias al prestigio conseguido en las
guerras carlistas. El periodo de la nueva Regencia siguió a grandes rasgos la línea
progresista de desmantelamiento del régimen señorial y desamortización eclesiástica,
con una nueva desamortización que afectaba a los bienes del clero secular o
parroquial.
Sin embargo se empezaron a producir divisiones dentro de los progresistas, entre
unos sectores que propugnaban el mantenimiento de una participación política limitada
y los que defendían una mayor democratización del sistema. Asimismo, había una
fuerte presión de los moderados estimulados desde el exilio en París por María
Cristina.
La chispa que provocó un amplio movimiento en contra del general fue la adopción
de medidas librecambistas el año 1842, que abrían las puertas a los tejidos
británicos y perjudicaban la naciente industria catalana. En respuesta de esto en
Barcelona se produjo un fuerte levantamiento al que Espartero respondió
bombardeando la ciudad. Estos hechos hicieron que el regente perdiese su prestigio y
el apoyo de buena parte de la población, incluida la mayoría de los progresistas. Las
conspiraciones moderadas protagonizadas por sectores del ejército contrarios a
Espartero y encabezadas por Narváez y O’Donnell provocaron su dimisión. Para no
tener que nombrar un tercer regente se decidió avanzar la mayoría de edad de
Isabel II, que en aquel entonces contaba con trece años.
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3.- La década moderada (1844-1854).
3.1.- La Constitución de 1845.
Ya en los últimos meses de 1843 los moderados comenzaron a desplazar
definitivamente a los progresistas del poder. En mayo de 1844 Narváez llega a la
presidencia del Gobierno e inicia una serie de reformas que limitaban las libertades
propuestas por los progresistas, aumentando el poder de la Corona y organizando una
administración centralista. Así, se elimina la Milicia Nacional, en su lugar se crea la
Guardia Civil por el duque de Ahumada y se suprimió el carácter electivo de los
alcaldes.
En 1845 se promulga una nueva Constitución, la cual elimina los aspectos más
progresistas de la anterior e instaura los principios de los moderados. Sus principales
características fueron:
Soberanía compartida, limitando el poder de las Cortes y ampliando las
prerrogativas del rey.
Carácter oficial de la Iglesia católica.
Se seguían recogiendo los derechos individuales, aunque quedaron muy
recortados, especialmente la libertad de expresión.
La ley electoral, por su parte, redujo significativamente el número de
votantes.
3.2.- La política clerical moderada: el concordato de 1851.
Un aspecto importante que recogió la Constitución de 1845 fue la declaración de que
la religión de la nación española era la católica. Los moderados intentaban así
restablecer las relaciones con el papa, puesto que en la Constitución de 1837 no se
recogía este estatus de oficialidad de la Iglesia y, además, la desamortización de
Mendizábal había deteriorado dichas relaciones. Así, las primeras medidas adoptadas
por los moderados estaban encaminadas a suspender las subastas de bienes del
clero provenientes de la desamortización.
En 1851 se firmó un Concordato con el Vaticano en el que se reafirmaba el carácter
católico del Estado español, lo que se tradujo en la intervención de los obispos en la
enseñanza y en el apoyo del gobierno para reprimir las llamadas doctrinas heréticas,
esto es, aquéllas que iban en contra de la doctrina católica.
Por su parte, el Vaticano tuvo que reconocer que los bienes ya desamortizados
permanecieran en manos de sus nuevos propietarios (ya que muchos
compradores eran grandes burgueses que componían el núcleo del partido
moderado).
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3.3.- La organización de la administración de los gobiernos
moderados.
El partido moderado también llevó a cabo una profunda labor de centralización y
unificación del sistema legal y administración españoles. Las principales
actuaciones fueron:
Control gubernamental sobre la Administración provincial y local: la
Corona nombraba al gobernador provincial, quien dirigía la capital provincial y
elegía a los alcaldes de las poblaciones de más de dos mil vecinos. Así se
eliminó la democracia provincial y municipal, lo que permitió al gobierno
controlar el proceso electoral.
Eliminación de los fueros, leyes y costumbres excepcionales.
Unificación jurídica: se aprobó el Código Civil, que se centraba en la defensa
de la propiedad privada, así como el Código Penal.
Reforma de la Hacienda de Mon y Santillán: se creó un sistema único de
impuestos. Las contribuciones directas gravaban las fincas rústicas
cultivadas y las actividades industriales y comerciales. Las indirectas,
conocidas como consumos, gravaban productos de primera necesidad como el
aceite o el jabón. Este sistema perjudicaba a las capas populares, ya que
carecía de los principios de equidad y flexibilidad.
Además de legisló un nuevo sistema educativo nacional y uniforme para
toda la ciudadanía (Plan Pidal de 1845 y ley Moyano de 1857). Se
establecieron tres niveles y los centros de enseñanza se establecieron en
oficiales, o públicos, y privados.
Estas medidas centralizadoras, que atentaban contra los privilegios forales, así como
el fracaso en las negociaciones para casar a Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos
María Isidro, con su prima Isabel II, dieron lugar a la segunda guerra carlista (1846-
1849). No fue un conflicto armado convencional entre dos ejércitos, sino la
insurrección puntual de partidas guerrilleras, especialmente activas en Cataluña. El
ejército isabelino obtuvo la victoria.
3.4.- El fin de la época moderada.
Con los años, el modelo político moderado dio síntomas de agotamiento. Así, en 1849,
los miembros más radicales del Partido Progresista se escindieron formando el
Partido Demócrata, que defendía el sufragio universal. Al mismo tiempo se organizó
también el Partido Republicano, de ideología federalista y socialista.
El autoritarismo del presidente del gobierno Bravo Murillo, la mala situación económica
y el enriquecimiento de la camarilla política que rodeaba a la reina provocaron un
enorme malestar que supuso el fin de la Década Moderada.
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4.- El Bienio Progresista (1854-1856).
4.1.- La vuelta de los progresistas al poder.
Durante la Década Moderada la manipulación electoral y el sufragio censitario
impedían gobernar a los progresistas, que vieron en la insurrección la única manera
de hacerse con el poder. Sin embargo, fueron algunos moderados enfrentados a la
camarilla de Isabel II quienes en julio de 1854 se sublevaron. El general O’Donnell
dio un golpe militar con las tropas acuarteladas en Vicálvaro, en la llamada
‘Vicalvarada’. Poco después se le unió el general Serrano, y ambos firmaron el
Manifiesto de Manzanares. Sus promesas de reforma política les proporcionaron el
apoyo de los progresistas y los demócratas. La sublevación triunfó, e Isabel II se
deshizo de su camarilla y nombró jefe de gobierno a Espartero, quien designó a
O’Donnell como ministro de la Guerra.
4.2.- Las reformas del Bienio.
Durante el Bienio Progresista se llevaron a cabo reformas económicas liberales, como
la desamortización civil de Madoz de 1855, la aprobación de la Ley de Ferrocariles
ese mismo año y la creación del Banco de España en 1856.
Se redactó una nueva Constitución, aunque el Parlamento no tuvo tiempo de aprobarla
debido a las largas discusiones y a los sucesos acaecidos durante el Bienio; fue la
Constitución non nata de 1856. Dicha constitución retomaba en gran parte lo
establecido en la Constitución de 1837, aunque con la inclusión de más medidas
progresistas. Por consiguiente, se instauraba la soberanía nacional con mayores
limitaciones al poder de la Corona, la vuelta de la Milicia Nacional, la elección de los
alcaldes por los vecinos, un Senado elegido democráticamente y no por la Corona y la
tolerancia religiosa.
4.3.- El fin del Bienio Liberal.
En 1856 la situación era muy difícil para el gobierno de Espartero debido a:
Conflictividad social por el alza de precios y la difusión del movimiento
obrero. En este sentido, se crearon las primeras asociaciones obreras y se
produjeron las primeras huelgas en Cataluña.
Hostilidad política: el Gobierno se vio acosado por el Partido Demócrata al no
cumplir la promesa del sufragio universal. Además, la Corona mostró
abiertamente su deseo de prescindir de los progresistas y llamar al poder a
O’Donnell.
Diferencias internas en la coalición gobernante, sobre todo entre Espartero y
O’Donnell; éste último fundó un nuevo partido: la Unión Liberal.
Ideológicamente se situaba entre los dos partidos dinásticos tradicionales,
captando muchos miembros del partido moderado.
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5.- La alternancia de moderados y unionistas
(1856-1868).
5.1.- Características políticas.
O’Donnell dio en 1856 un auténtico golpe de Estado contra la mayoría parlamentaria,
desplazando definitivamente al partido progresista y al general Espartero. O’Donnell
encabezó entonces el gobierno con el respaldo de su nuevo partido, la Unión Liberal.
Su gobierno se caracterizó por la defensa de la monarquía constitucional, el respeto a
los derechos individuales, el restablecimiento del orden público y la conciliación de las
dos principales tendencias políticas de la época: la moderada y la progresista. Repuso
también la Constitución de 1845 con un Acta Adicional que reconocía algunos
principios progresistas, suprimió de nuevo la Milicia Nacional y reorganizó los
ayuntamientos.
Este primer gobierno de la Unión Liberal, sin embargo, fue breve. Retornó Narváez,
suprimiendo el Acta Adicional, rodeándose de los elementos más conservadores del
moderantismo y contando con el apoyo de la reina.
En 1858 volvió a ganar las elecciones la Unión Liberal, que se mantuvo en el poder
hasta 1864. Éste fue un período de estabilidad social y crecimiento económico.
Para aumentar la cohesión social y el prestigio internacional se llevó a cabo una activa
política exterior, con el objetivo de reconstruir un imperio colonial. Para ello se
entabló una guerra con Marruecos, en la que destacó el general progresista Prim, y se
enviaron expediciones militares a México y Cochinchina, actual Vietnam.
5.2.- La crisis del régimen isabelino.
En 1864 volvió de nuevo al gobierno Narváez. En esta última etapa del reinado de
Isabel II el moderantismo se manifestó incapaz de dar respuesta a las crecientes
demandas sociales y de democratización. Asimismo, hubo un período de crisis
económica que comenzó en 1866, debido a una crisis bursátil tras la quiebra de
varias compañías ferroviarias, agudizada por una crisis agraria que provocó un alza de
los precios de los alimentos y los artículos básicos.
La situación política se deterioró. Ante la imposibilidad de gobernar por medios
legales, los progresistas intentaron acceder al poder mediante el pronunciamiento
encabezado por el general Prim, que fracasó. En el exilio, Prim firmó con los el Partido
Demócrata el Pacto de Ostende (1866) con el objeto de destronar a Isabel II. A la
muerte de O’Donnell, en 1867, el general Serrano, su sucesor al frente de la Unión
Liberal, se adhirió al Pacto. Así pues, en septiembre de 1868 un grupo de generales
desembarcó en Cádiz pronunciándose contra el régimen: era el comienzo de la
revolución ‘La Gloriosa’.
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6.- El Sexenio Democrático (1868-1874).
6.1.- La Revolución de 1868 y el gobierno provisional.
El origen del Sexenio es la Revolución de septiembre de 1868, conocida como ‘la
Gloriosa’, que se inició con el pronunciamiento militar del almirante Topete
apoyado por los generales Prim y Serrano, líderes respectivos de los progresistas y
unionistas, y que provocó el exilio de Isabel II a Francia.
El pronunciamiento de Topete, además de contar con el apoyo de unionistas,
progresistas y demócratas, contó con el apoyo popular, y en las principales ciudades
surgieron juntas revolucionarias y grupos de voluntarios armados. Tras el triunfo
de los revolucionarios y el exilio de la reina, los militares procedieron a detener la
revolución y a disolver las junta y una vez lograda la “normalidad constitucional” se
procedió a la convocar Cortes Constituyentes.
En octubre de 1868 se forma un gobierno provisional de progresistas y unionistas,
presidido por el general Serrano, con Prim como ministro de guerra. El objetivo
fundamental de este gobierno era la elaboración de una nueva Constitución, para lo
que se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, las primeras que se
celebraron en España a través del sufragio universal directo masculino. Las
elecciones dieron la victoria a unionistas, progresistas y demócratas moderados,
partidarios de una monarquía parlamentaria y demócrata, de la soberanía nacional, y
de un gobierno elegido por las Cortes y responsable ante ellas.
6.2.- La Constitución de 1869.
Es la más democrática y progresista de las Constituciones del siglo XIX, aunque
presenta ciertas concesiones a la tradición, como el mantenimiento de la monarquía.
Sus principales características fueron:
Soberanía nacional.
Monarquía democrática.
División de poderes:
o El ejecutivo en manos del gobierno, el rey reina pero no gobierna.
o El legislativo residía en unas Cortes Bicamerales (Congreso y
Senado)
o El judicial correspondía a los tribunales de justicia
Sufragio universal masculino para varones mayores de 25 años.
Amplia declaración de derechos y libertades, entre los que se recoge por
primera vez el derecho de reunión y asociación y la inviolabilidad del domicilio y
la correspondencia.
Libertad de cultos religiosos.
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6.3.- La Regencia de Serrano (1869-1870).
Tras aprobarse la Constitución, en la que se establecía la monarquía como forma de
gobierno, el general Serrano fue nombrado Regente, y Prim jefe de gobierno; esta
era una medida transitoria hasta que se encontrara un nuevo monarca que ocupara
el trono español.
El nuevo gobierno tuvo que afrontar una serie de graves problemas:
Una nueva insurrección carlista.
El inicio de la guerra de la independencia en Cuba.
Insurrecciones populares y campesinas por la carestía de la vida y el
rechazo al sistema de reclutamientos por quintas
Huelgas en las zonas industriales.
Insurrecciones republicanas que se oponían al restablecimiento de la
monarquía, que se extienden por toda la fachada mediterránea y que fueron
duramente reprimidas por el ejército.
Además, problemas en la Hacienda por la elevadísima deuda pública. Ahora
se establece la peseta como única moneda nacional e instrumento
indispensable para la creación de un mercado interior unificado.
A todos estos problemas se suma la necesidad de buscar un nuevo rey: desechada
la opción de los Borbones, el objetivo de la Regencia fue encontrar una nueva
dinastía. El nuevo rey debería demostrar profundas convicciones constitucionales y
contar con el consenso de los estados europeos. Finalmente prevaleció la candidatura
del príncipe italiano Amadeo de Saboya que sería proclamado rey de España por las
Cortes en noviembre de 1870. Tres días antes de su llegada a España, su gran
valedor, Prim, moría asesinado.
6.4.- La monarquía de Amadeo I (1871-1873).
El reinado de Amadeo de Saboya duró dos años, desde la jura de la Constitución en
enero de 1871, hasta febrero de 1873, fecha de su abdicación. Su reinado se
caracterizó por la falta de apoyos y por la inestabilidad política. Además de la
oposición de carlistas, alfonsinos, republicanos, Iglesia católica (contraria a la
libertad de cultos y a la separación entre Iglesia y Estado) e, incluso, la opinión
pública, asistimos a un resquebrajamiento de la alianza formada por unionistas,
progresistas y demócratas monárquicos que habían llevado al trono al nuevo monarca.
Esta desunión supuso una gran inestabilidad política: en apenas dos años de reinado
se convocaron en tres ocasiones elecciones generales a Cortes y se sucedieron seis
gobiernos diferentes.
Además de la falta de apoyos políticos, Amadeo tiene que hacer frente a la tercera
guerra carlista (1872-76) y a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) en Cuba. Todo
eso en un ambiente de agitación social ligada al desarrollo del movimiento obrero
favorecido por el derecho de libertad de asociación. Finalmente, Amadeo I, falto de
respaldo y en un ambiente de gran crispación, decidió abdicar en febrero de 1873 y
abandonó España.
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6.5.- La I República (1873).
Sin otra alternativa aparente y en reunión conjunta del Senado y Congreso (Asamblea
Nacional) se proclamó la República en unas Cortes en las que no había mayoría
republicana. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la
oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del país. La alta
burguesía y los terratenientes, los altos mandos del ejército, la jerarquía eclesiástica
eran, por tanto, contrarios al nuevo régimen.
Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras las
clases trabajadores optaron por dar su apoyo al incipiente movimiento obrero
anarquista. La debilidad del régimen republicano provocó una enorme inestabilidad
política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en el breve lapso de un
año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
En este contexto de inestabilidad, los gobiernos republicanos emprendieron una serie
de reformas bastante radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el propio
régimen republicano. Estas fueron las principales medidas adoptadas:
Supresión impuesto de consumos: la abolición de este impuesto indirecto,
reclamada por las clases más populares, agravó el déficit de Hacienda.
Eliminación de las quintas: de nuevo una medida popular propició el
debilitamiento del estado republicano frente a la insurrección carlista.
Separación de la Iglesia y el Estado: éste dejó de subvencionar a la Iglesia.
Proyecto constitucional para instaurar una República federal.
Este programa reformista se intentó llevar a cabo en un contexto totalmente adverso.
Los gobiernos republicanos tuvieron que hacer frente a un triple desafío bélico:
La nueva guerra civil carlista: Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro,
encabezó una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra.
Aprovechando el caos general, los carlistas llegaron a establecer un gobierno
en Estella, Navarra.
Las sublevaciones cantonales: los republicanos federales más extremistas
se lanzaron a proclamar cantones, pequeños estados regionales cuasi
independientes en Valencia, Murcia y Andalucía, sublevándose contra el
gobierno republicano de Madrid. El ejército consiguió reprimir la insurrección.
La resistencia del cantón de Cartagena le convirtió en el símbolo de este
movimiento en el que las ideas republicano-federales y anarquistas se
entremezclaron.
La guerra de Cuba: en 1868 se inició en isla caribeña una insurrección
anticolonial que derivó en lo que los cubanos denominan la Guerra Larga o la
Guerra de los Diez Años. Las autoridades españolas consiguieron pacificar la
isla con la firma de la Paz de Zanjón en 1878.
Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).
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6.6.- Las conspiraciones militares alfonsinas.
Entre los mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones
en la figura del hijo de Isabel II, Alfonso. Pronto empezaron las conspiraciones para
un pronunciamiento militar.
Finalmente, el 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía, capitán general del
Madrid, entró con sus tropas en el Congreso, lo disolvió y entregó el poder al general
Serrano, que se proclamó presidente vitalicio de la República y que gobernó
dictatorialmente durante doce meses, hasta que el 19 de diciembre de 1874 asistimos
a un nuevo golpe de Estado del general Martínez Campos en Sagunto, que supuso la
restauración de la dinastía Borbónica en España.
Tema 6. La formación del Estado liberal (1833-1874).
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Actividades.
Preguntas abiertas.
1.- Explica cuál fue el origen del carlismo.
2.- Describe las causas y las consecuencias de la primera guerra carlista.
3.- Explica brevemente las fases de la guerra carlista.
4.- Explica qué fue el Convenio de Vergara.
5.- Comenta las principales características del Estatuto Real de 1834.
6.- Describe las principales diferencias entre liberales moderados y progresistas.
7.- Explica los principales objetivos de la desamortización de Mendizábal.
8.- Explica qué fue el Motín de los Sargentos de La Granja.
9.- Comenta las principales características de la Constitución de 1837.
10.- Explica en qué consistía la Ley Municipal de 1840 y las consecuencias que tuvo
desde el punto de vista político.
11.- Explica por qué se produjo la caída de la Regencia de Espartero.
12.- Comenta las principales características de la Constitución de 1845.
13.- Describe brevemente en qué consistió el Concordato de 1851.
14.- Explica las medidas centralizadoras acometidas durante la Década Moderada.
15.- Explica en qué consistió la Vicalvarada.
16.- Comenta las principales reformas acometidas durante el Bienio Liberal.
17.- Explica qué fue la Unión Liberal y comenta brevemente su evolución política entre
1856 y 1863.
18.- Explica qué fue el Pacto de Ostende y qué consecuencias políticas tuvo.
19.- Describe brevemente las características de ‘La Gloriosa’.
20.- Comenta las principales características de la Constitución de 1869.
21.- Comenta los principales problemas del reinado de Amadeo I.
22.- Explica brevemente por qué fracasó la I República española.
23.- Describe qué fue el cantonalismo.