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El presente documento fue elaborado sin fines de lucro.

Es una traducción de Nefilims para Nefilims.

Nuestros twitters son si tienen alguna duda o quieren ser parte del grupo @fixtohope

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@Shanty_Smoak @Isabelle_SHRol

Intentaremos traducir todos los capítulos de esta historia mientras vayan saliendo, por eso

creamos un blog

http://shadowhunterstudents.blogspot.es/

Que disfruten esta historia y que el ángel Raziel los acompañe ;)

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Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando Simón Lewis había estado convencido de

que todos los profesores de gimnasia eran en realidad demonios que escaparon de alguna

dimensión infernal, nutriéndose en las agonías de jóvenes sin coordinación.

Él no sabía que había estado un poco en lo cierto.

No es que en la Academia de Cazadores de sombras tenían gimnasia, no

exactamente. Su profesor, Delaney Scarsbury, no era tanto como un demonio, era más

como un cazador de sombras que pensó que golpear la cabezas de un par de estudiantes era

el ideal sábado. Pero por lo que Simón sabia, esas eran sus técnicas.

"Lewis!" Scarsbury grito, mirando sobre Simón, que yacía en el suelo, tratando de

lograr hacer otra de flexión de brazos. "¿Qué estás esperando, una invitación?"

Las piernas de Scarsbury eran tan gruesas como troncos de árboles, y sus bíceps no

fueron la decepción, eran terriblemente enormes. Esto, al menos era la diferencia entre los

profesores cazadores de sombras y los mundanos de Simón, lo cuales la mayoría se la

pasaban sentados con una bolsa de papas fritas. Además, ninguno de los profesores de

Simón tenían un parche en el ojo o tenían tallados en la espalda runas y eran bendecidos

por los ángeles.

Pero en todas las otras cosas, Scarsbury era igual.

"Todo el mundo echar un vistazo a Lewis!" Grito al resto de la clase, mientras

Simón intentaba ponerse en una posición estable, casi cayéndose como una plancha en la

tierra, de nuevo. "Nuestro héroe aquí, a pesar de todo, sólo puede derrotar a sus brazos de

fideos.‖

Gratamente, sólo una persona se rió. Simón reconoció la risita proveniente de Jon

Cartwright, el hijo mayor de una familia de cazadores de sombras distinguida (el sería el

primero en decir eso). Jon cree que nació para la grandeza y parecía irritado por la

presencia de Simón – un mundano desventurado que logro llegar ahí primero-. Jon, por

supuesto, era el que había comenzado a llamar a Simón ‗‘nuestro héroes‘‘. Y al igual que a

todos los profesores de gimnasia que había tenido antes, Scarsbury estaba dispuesto a

seguir el ejemplo del chico popular.

La Academia de Cazadores de Sombras tenía dos lados, uno para los chicos

cazadores, que ya habían crecido en este mundo, cuya sangre estaba destinada a luchar

contra demonios; y otro para los mundanos, desorientados, carentes de un destino genético

y luchando para ponerse al día. Pasaban la mayor parte de las clases separados, los

mundanos estudiando artes marciales y memorizando los finos pactos de los Nephilims, los

Cazadores de sombras se centraban en habilidades más avanzadas: malabares lanzando

estrellas y estudiando el Chthonian y haciéndose marketing sobre si mismos con sus runas

de superioridad odiosa y quien sabe más. (Simón todavía esperaba que en algún lugar del

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manual de cazadores de sombras estuviera el secreto de como salirse de las garras del

Vulcan. Después de todo, como sus profesores siguen recordándole, todas las historias son

ciertas. Pero había un momento donde estos dos lados se juntaban, al comienzo del día,

cada estudiante, sin importar que sea inexperto o avanzado, tiene que ir al campo de

entrenamiento, a la salida del sol durante una hora agotadora. Divididos estamos, pensó

Simón, cuyos bíceps se negaban a abultar. Unidos hacemos reflexiones de brazos.

Cuando le había dicho a su madre que quería ir a la academia militar, para poder

fortalecerse, ella le había dado una mirada extraña. (No tan extraño como si le hubiera

dicho que quería ir a una escuela para luchar con demonios, para luego beber de una Copa

Mortal y ascenderás a la fila de cazadores de sombras y tal vez recuperar los recuerdos que

habían sido robados de él en una dimensión infernal, pero estuvo cerca) La mirada decía:

hijo mío, Simón Lewis, ¿quieres realmente hacer un vida donde tienes que hacer cien

reflexiones antes de desayunar?

Él lo sabía, porque podía leer la expresión de su madre bastante bien, pero también

porque una vez cuando había recuperado la capacidad de hablar ella le había dicho: ‗‘Hijo

mío, Simón Lewis ¿quieres realmente hacer un vida donde tienes que hacer cien reflexiones

antes de desayunar?‘‘ Entonces ella le había preguntado en broma si estaba poseído por

alguna creatura del mal, y el había fingido reírse, tratando de olvidar los retazos de

memoria de su antigua vida, su vida real. Esa vida, donde había sido convertido en vampiro

y su madre lo había llamado monstro. A veces, Simón pensó que haría cualquier cosa para

recuperar los recuerdos que habían sido tomados de él, pero había momentos en que se

pregunta si algunas cosas estaban mejor dejarlas en el olvido.

Scarsbury, más exigente que cualquier sargento de instrucción, hizo que sus jóvenes

pupilos hicieran doscientas-flexiones cada mañana. . . pero sí, al menos, pudieran tomar su

desayuno antes.

Después de las flexiones vinieron las vueltas. Después de las vueltas vinieron las

lagartijas, después de las lagartijas…

"Después de ti, héroe," Jon se burló, tirando a Simón contra la pared. "Tal vez si le

damos una ventaja, no tendremos que esperar tanto tiempo para ponerse al día."

Simón estaba demasiado cansado para responder sarcásticamente, y definidamente

demasiado cansado para abrirse camino hacia la pared de escalar, se veía imposiblemente

lejana. Intento un par de metros, por lo menos, a continuación se detuvo, sus músculos

chillaban un descanso. Uno por uno, los otros estudiantes se acercaban a él, ninguno de

ellos parecía darle un poco de aliento.

"Sé un héroe, Simón," Simón murmuró con amargura, recordando la vida que

Magnus Bane había colgaba delante de él en su primera reunión, o al menos, la primera de

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un cuarto que Simón podía recordar. "Ten una aventura, Simón. ¿Qué tal, convertir su vida

en una larga clase de gimnasia agonizante, Simón ".

"Amigo, estás hablando contigo mismo de nuevo." George Lovelace, Simón su

compañero de cuarto y único amigo de verdad en la Academia, se acercó al lado de Simón.

"¿Estás perdiendo tu agarre?‘‘

'‘Estoy hablando a mí mismo, no a pequeños hombres verdes, "Simón aclaró.

"Todavía cuerdo, desdé la última vez que revisé."

"No, me refiero a" -George hizo un gesto hacia los dedos sudorosos de Simón, que

se habían puesto pálidos con el esfuerzo de sostener su peso "su agarre."

‗‘Oh si, estoy perfecto‘‘, dijo Simón. ‗‘Solo dándole a los chicos un buen comienzo.

Me imagino que en las batallas, siempre los de camisa roja van primeros ¿lo sabias?‘‘

La frente de George se frunció. "Camisas rojas? Pero nuestro equipo es negro‖.

‗‘No hay camisas rojas? Carne de cañón? Star Trek? Cualquiera de esto está

sonando…’’ Simón suspiro al ver la expresión en blanco de George. George había crecido

en un pueblo rural, aislado de Escocia, pero no era como si no hubiera vivido sin Internet y

TV por cable. El problema, por lo que notaba Simón, era que los Lovelaces veían futbol y

usaron su Wi-Fi exclusivamente para supervisar las estadísticas de Dundee United y de vez

en cuanto para comprar alimentos de oveja, ‗‘Olvídalo, estoy bien. Nos vemos en la cima‘‘.

George se encogió de hombros y volvió a subir. Simón vio a su compañero de piso

–un bronceado, musculoso estilo modelo- balancearse hasta la parte de arriba tan

fácilmente como Spiderman. Era ridículo, George ni siquiera era un cazador de sombras, no

por sangre. El había sido adoptado por una familia de Cazadores, lo que lo hacía tan

mundano como Simón. Solo que como la mayoría de los otros mundanos, y a la diferencia

de Simón, él era muy cera el espécimen perfecto de la humanidad.

Repulsivo, deportivo, coordinado, fuerte y rápido; tan cerca de un cazador de

sombras, casi como si tuviera la sangre de los ángeles en sus venas. En otras palabras un

deportista.

La vida en la Academia, carecía de un montón de cosas que Simón había creído que

jamás podía sobrevivir sin ellas, música, comics, fontanería. En el último par de meses, se

había acostumbrado a no tenerlas, pero sentía su falta en el fondo de su cabeza.

La Academia no tenía nerds.

La madre de Simón le había dicho una vez que la cosa que más amaba sobre ser

judío era que podía entrar en una sinagoga en cualquier lugar de la tierra y sentir que había

llegado a casa. India, Brasil, Nueva Zelanda, incluso Marte –si pudiera ir claro- Judíos en

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todas partes, con el mismo idioma, la misma melodía y palabras. Su madre (cabe señalar,

jamás había salido de la ciudad y menos del país) le había dicho a su hijo que no importa

donde estuviera si las personas hablaban el idioma de su alma, el nunca estaría solo.

Y ella estaba en lo cierto. Mientras Simón pudiera encontrar personas que hablaran

su idioma- el lenguaje de videojuegos, star trek y del manga o indie-rockers con canciones

como ‗Han tiro primero‘ y ‗Lo que es Frak‘- se sentiría como si estuviera entre amigos.

Y estos cazadores de sombras de la academia, en el otro lado. La mayoría de ellos

probablemente piensan que el manga es una especie de pie de atleta demoniaca. Simón

estaba haciendo su mejor esfuerzo para educar las cosas buenas de la vida, pero tipos como

George Lovelace, tenía la misma cantidad de aptitud para estos datos como Simón para…

cualquier cosa física más compleja que caminar y mascar chicle al mismo tiempo.

Como Jon había predicado, Simón fue el último que quedaba en la pared de escalar.

En el momento en que los otros habían ascendido, sonado la campana de la parte superior y

bajado hasta el suelo, él había dejado solo diez metros del suelo. La última vez que había

pasado esto, Scarsbury, que tenía instinto para el sadismo, había hecho que toda la clase

viera sentada como Simón subía cuidadosamente la cima. Esta vez, su entrenador corto la

sesión de tortura misericordiosamente.

"¡Basta!" Scarsbury gritó, aplaudiendo. Simón se preguntó si existe un silbato con

runas, podría conseguirle uno para Navidad. ‗‘Lewis sácanos de nuestra miseria y baja de

allí. El resto de ustedes vayan a la sala de armas, elijan una espada y luego se emparejan

con un compañero. ‘‘ Su mano se cerró sobre el hombro de Simón. ‗‘No tan rápido héroe.

Usted se queda atrás‘‘

Simón se preguntó si esto se trataba del momento donde su pasado heroico fue

finalmente vencido y estaba a punto de ser expulsado de la escuela. Pero entonces

Scarsbury llamo a otros estudiantes, entre ellos Lovelace, Cartwright, Beauvale, Mendoza-

la mayoría de ellos cazadores de sombras, todos ellos eran los mejores estudiantes de la

clase, Simón se relajó, solo un poco. Fuera lo que fuese que digiera Scarsbury no podía ser

tan malo, no si también se lo decía a Jon Cartwright, medallista de oro en succionar.

"Siéntate", Scarsbury dijo.

Ellos se sentaron.

―Estas aquí, porque ustedes son los veinte estudiantes más prometedores de la

clase‘‘ dijo Scarsbury, haciendo una pausa para dejar que el cumplido recayera sobre ellos.

La mayoría de ellos lo tomaron bien, Simón se obligó a desaparecer. Esto era más como los

diecinueve estudiantes más prometedores y el que se mantiene de flote gracias a sus logros

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del pasado. ―Tenemos un subterráneo que violo la ley y necesitamos tener cuidado sobre

ello‘‘ Scarsbury continuo. ―Y hemos decidió que esta, es la oportunidad perfecta para que

se conviertan en hombres‖

Marisol Rojas Garza, un escuálido mundana de trece años de edad con una

expresión de voy a patearte, se aclaró la garganta con fuerza.

"Emm. . . hombres y mujeres ", Scarsbury aclaró, viéndose no muy feliz por eso.

Murmullos ondearon a través de los estudiantes, la emoción mezclada con alarma.

Ninguno de ellos había esperado una misión de entrenamiento real tan pronto. Detrás de

Simón, Jon fingió un bostezo. "Aburrido. Yo podría matar a un subterráneo pícaro en mi

sueños ".

Simón, que en realidad mató a los subterráneos deshonestos en su sueño, junto con

los terroríficos demonios con tentáculos y cazadores de sombras oscuros y otros monstruos

sedientos de sangre que se arrastraban a través de sus pesadillas, no se sentía mucho como

para bostezar. Se sentía más ganas de vomitar.

George levantó la mano. "Uh, señor, algunos de nosotros aquí están todavía" -se

tragó, y, no por primera vez, Simón se preguntó si se arrepentía de admitir la verdad sobre

sí mismo; la Academia era un lugar mucho más fácil cuando estaban en la pista cazador de

sombras, y no sólo por las élites además de no tener que dormir en las mazmorra

"mundanos".

"Me di cuenta de eso, Lovelace," Scarsbury dijo secamente. "Imaginen mi sorpresa

cuando descubrí que algunos de ustedes escoria valen algo después de todo."

"No, quiero decir. . . "George vaciló, sustancialmente más fácilmente intimidado

que cualquiera de seis pies y cinco escocés dios del sexo (descripción de Beatriz Vélez

Mendoza, de acuerdo con su mejor amiga de boca grande) tenía derecho a ser. Por último,

se cuadró los hombros y se estrelló hacia adelante. "Quiero decir que somos mundanos. No

podemos estar marcados, no podemos usar cuchillos serafín o luz mágica ni nada, no

tenemos, como, supe velocidad y reflejos angelicales. Ir después de un subterráneo cuando

sólo hemos tenido un par de meses de entrenamiento. . . ¿no es eso peligroso?

Una vena en el cuello de Scarsbury comenzó a latir de manera alarmante, y su buen

ojo se hinchó hasta la punta de su cabeza Simón temía que podría estallar. (Lo cual, pensó,

finalmente podría explicar el parche en el ojo misterioso.) "Peligroso? Peligroso? "Él grito.

"¿Alguien más aquí tiene miedo de un poco de peligro?"

Si lo fueran no importaba ya que por el momento le tenían más miedo a Scarsbury,

y así mantuvieron la boca cerrada. El dejo que el silencio se colgara, grueso y enojado, un

minuto agonizante. Luego frunció el ceño a George. ―Si tienes miedos de situaciones

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peligrosas muchacho, estas en el lugar equivocado. Y en cuanto al resto de ustedes, mejor

averiguar si ahora tienen lo que necesitan. Si no lo hacen, cuando beban de la Copa Mortal

los mataran y confíen en mí, mundanos, siendo desangrados por un chupasangre es una

manera mucho más amable de morir.‖ Fijo su mirada en Simón, tal vez porque él había sido

una vez un chupasangre, o tal vez porque ahora podría ser drenado por uno.

Se le ocurrió a Simón que Scarsbury podría tener la esperanza de obtener algún

resultado seleccionando a Simón para esta misión, la esperanza de deshacerse de su alumno

mas problemático. Aunque seguramente un Cazador de Sombras, incluso un profesor de

gimnasia Cazador de Sombras, ¿podría caer tan bajo?

Algo en Simon, un fantasma de una memoria, le advirtió que no estés tan seguro.

"¿Está claro?", Dijo Scarsbury. "¿Hay alguien aquí que quiera ir corriendo a mamá

y papá llorando ‗por favor, sálvame de la grande y malo vampiro '?‖

Se sintió un silencio de muerte. "Excelente", dijo Scarsbury. "Tienes dos días para

entrenar. A continuación, sólo guarde el recuerdo de la mirada de todos sus amigos cuando

regresen ―Él se rió entre dientes. "Si ustedes regresan"

* * *

La sala de estudiantes era oscura y húmeda, iluminada por el parpadeo de las velas y

vigilado por los rostros ceñudos de Cazadores de Sombras del pasado, Herondale y

Lightwoods e incluso la ocasional Morgenstern mirando hacia abajo a partir de marcos

dorados pesados, sus triunfos sangrientos conservados en la decoloración de la pintura en

aceite. Pero tenía varias ventajas obvias sobre la habitación de Simón: No estaba en la

cárcel, no fue salpicado con fango negro, no llevar el olorcillo débil de lo que podría haber

sido calcetines mohosos pero podría haber sido los cuerpos de ex estudiantes en

descomposición bajo las tablas del suelo, que no tenían lo que sonaba como una familia

grande y bullicioso de ratas escarbando detrás de las paredes. Pero la notable ventaja de su

habitación, Simón se le recordó que la noche, mientras acampaban en las tarjetas de una

esquina de juego con George, era la garantía de que Jon Cartwright y su grupo de cazador

de sombras nunca se dignarían a cruzar el umbral.

"No hay sietes", dijo George, como Jon, Beatriz, y Julie entraron en la sala de estar.

"Tú vas, pescado".

Como Jon y las dos chicas se acercaron, Simón de pronto se interesó mucho en el

juego de cartas. O, al menos, hizo lo que pudo. En una escuela normal, habría una

televisión en el salón, en lugar de un retrato gigantesco de Jonathan cazador de sombras,

sus ojos ardían tan brillantes como su espada. Habría música saliendo de las habitaciones

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de residencia y mezclándose en el pasillo, algunos de ellos buenos, algunos de ellos no

tanto; habría correo electrónico y mensajes de texto y la pornografía de Internet. En la

Academia, después de horas las opciones eran más limitadas: No estaba estudiando el

Codex, y no tenía sueño. Jugando a las cartas eran lo más cerca que podía llegar a los

juegos, Simón se puso un poco picante. Resultó que cuando comienzas a pelear con

demonios reales, los videos juegos pierden un poco su brillo, por lo que afirmo George y

todos los demás estudiantes, Simón había intentado mantener vivos algunos antiguos

juegos, como corazones, egipcio, rata de tornillo y por supuesto, tú vas pescado. Simón

ahogo un bostezo.

Jon, Beatriz, y Julie se pararon junto a ellos, a la espera de ser reconocidos. Simón

esperaba que si los ignoraba lo suficiente, se iban a ir. Beatriz no era tan mala, al menos

ella sola. Pero Julie podría haber sido tallada en hielo. Tenía sospechosamente algunos

defectos. –su cabello rubio de muñeca Barbie, la piel de porcelana de una modelo de

cosméticos, mejores curvas que cualquier chica que posa en bikini en los posters que tiene

Erik en su garaje, y tenía una mirada agresiva, de alguien que busca algo y lo consigue

destruir. Todo eso y llevaba una espada.

Cazadores de Sombras no practicaban magia, era un principio fundamental de sus

creencias-por lo que era poco probable que la Academia le enseñaría a Simón una manera

de hacer Jon Cartwright desaparecer en otra dimensión. Pero un hombre podía soñar. Jon,

por supuesto, era Jon.

Ellos no se fueron. Finalmente, George, congénitamente incapaz de ser grosero,

dejó sus cartas.

―¿Los puedo ayudar?‖ Dijo George, su acento escoces sonando como un trozo de

hielo. La amabilidad de Julie y Jon habían desvanecido una vez que habían sabido sobre la

sangre mundana de George, y aunque el no dijo nada al respecto, claramente no lo había ni

perdonado ni olvidado.

‗En realidad, sí ", dijo Julie. Ella asintió con la cabeza hacia Simón. "Bueno, tu

puedes."

Informarse acerca de la inminente misión vampiro que mata, no había atado

exactamente una cinta de color amarillo brillante alrededor del día de Simón; él no estaba

de humor. "¿Qué deseas?"

Julie miró torpemente a Beatriz, quien miró hacia abajo a sus pies. "Tu preguntas,"

Beatriz murmuró.

"Es mejor si tú lo haces," Julie replicó.

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Jon volteo los ojos. "Oh, por el Ángel! Lo voy a hacer. "Se levantó al todo, con su

impresionante altura, apoyó las manos en sus caderas, y se asomó por la nariz regia de

Simón. Tenía el aspecto de una pose practicada en el espejo. "Queremos que nos cuentes

sobre vampiros."

Simón sonrió. "¿Qué quieres saber? Dan miedo en Eli en Let the Right One In, más

cursi es tarde-era Lestat, más subestimado es David Bowie en The Hunger. Más atractivos

es sin duda Drusilla, aunque si se le pregunta a una chica, ella probablemente va a decir

Damon Salvatore o Edward Cullen. Pero. . . "Se encogió de hombros. "Ustedes saben

chicas."

Los ojos de Julie y Beatriz se abrieron. ―No pensamos que conocías a tantos¡‘‘

Beatriz exclamo. ‗Son ellos… ¿tus amigos?‖

Oh, claro, el conde Drácula y yo somos como esto ", dijo Simón, cruzando los dedos

para demostrarlo. "También el Conde Chocula. Ah, y mi BFF Conde Blintzula. Él es un

verdadero encanto. . . . "Se calló al darse cuenta de que nadie más se reía. De hecho, nadie

pareció darse cuenta de que estaba bromeando. "Son de la televisión", dijo. "O, uh, cereal."

"¿De qué está hablando?" Julie preguntó a Jon, su nariz perfecta arrugada de

confusión.

"¿A quién le importa?" dijo Jon"Os dije que esto era una pérdida de tiempo. Como

si a él le importara alguien excepto él mismo."

"¿Qué se supone que quiere decir?" Simon preguntó, empezando a irritarse.

George se aclaró la garganta, visiblemente incómodo.

"Vamos, si él no quiere hablar sobre eso, es su asunto."

"No cuando nuestras vidas están en juego" Julie estaba parpadeando rápido, como si

ella tuviera algo en su ojo o—Simon mantuvo el aliento. ¿Estaba tratando de no llorar?

"¿Qué pasa?" el preguntó, sintiéndose mas despistado de lo normal, que ya era decir

mucho.

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Beatriz suspiró y le dedicó una sonrisa tímida.

"No te estamos preguntando por nada personal o, tú sabes, algo doloroso. Nosotros

solo queremos que nos cuente que sabes de los vampiros de, um.."

"De ser un chupasangre" Jon añadió por ella "Que, como tu recordarás, lo eras."

"Pero yo no recuerdo" puntualizó Simon "¿O no has estado prestando atención?"

"Eso es lo que dices," Beatriz argumentó "pero....

"¿Pero piensas que soy un mentiroso?" Simon preguntó, incrédulo. El círculo negro

en el centro de sus recuerdos era como un dato central de su existencia, nunca se le había

ocurrido que alguien pudiese cuestionárselo. ¿Cuál seria el punto de mentir sobre eso?

¿Qué clase de persona lo haría? "¿Todos vosotros pensáis eso? ¿En serio?"

Uno por uno empezaron a asentir.... Incluso George, aunque al menos tuvo la

decencia de parecer avergonzado.

"¿Por qué pretendería que no recuerdo?"-preguntó Simon.

"¿Por qué dejarían ellos a alguien como tú aqui, si realmente no tienes ni idea?" Jon

replicó "Es lo único que tiene sentido"

-Bien, supongo que es un mundo muy muy loco" Simon irrumpió "Porque lo que tu

ves es lo que consigues"

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"Un montón de nada, entonces" Jon dijo.

Julie le dio un codazo, sonando extrañamente enfadada,por lo general estaba

contenta de estar de acuerdo con lo que decía Jon "Tú dijiste que serías amable"

"¿Cuál es el punto? O él no sabe nada o él no quiere contarnos. ¿Y a quién le

importa de todas formas? Solo es un submundo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

"Realmente no sabes ¿no?" Julie dijo "¿Has estado alguna vez en batalla? ¿Alguna

vez has visto a alguien salir herido? ¿Morir?"

"Soy un cazador de sombras ¿no? - Jon dijo, aunque Simon se dio cuenta wur no era

una respuesta.

"No estuviste en Alicante en la guerra" Julie dijo, oscuramente. "No sabes como

fue. No perdiste a nadie."

Jon se encabritó sobre ella. "No me digas lo que he perdido. Yo no sé vosotros, pero

yo estoy aquí para aprender a pelear, por lo que la próxima vez... "

"No lo digas, Jon" Beatroz le pidió "No habrá una próxima vez. No puede haberla"

Jon se encogió de hombros. "Siempre hay una próxima vez" Él sonó casi

esperanzoso sobre eso, y Simon entendió que probablemente Julie estuviera en lo cierto.

Jon hablaba como alguien quién se habían mantenido lejos de la muerte de cualquier tipo.

"He visto ovejas muertas," Georgr dijo, brillantemente. Claramente intentando

mejorar el ambiente. "Eso es todo"

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Beatriz frunció el ceño. "Realmente no quiero tener que luchar contra un vampiro.

Tal vez si se tratara de un hada. . ".

"No sabes nada sobre las hadas" Julie irrumpió.

"Sé que no me importaría matar a un par de ellas," Beatriz dijo.

Julie se desinfló bruscamente como si alguien la hubiese pichado y dejado escapar

todo el aire "A mí tampoco. Si fuera así de fácil..."

Simon no sabía mucho sobre la relación entre Nefilim y submundos, pero él

rápidamente se había imaginado que las hadas era el enemigo numero uno en el mundo de

los Cazadores de sombras esos días.. El real enemigo número uno, Sebastian Morgestern,

quien había empezado la Guerra Oscura y convertido a un montón de cazadores de sombras

en malvados adoradores zombies de Sebastian, hacia tiempo que estaba muerto. Lo que

dejaba que sus aliados secretos, las hadas, cargaran con sus consecuencias. Incluso

cazadores de sombras como Beatríz, quienes parecían honestamente creer que los hombres

lobos eran como cualquiera, solo que un poco mas peludos y tenía un poco de fanatismo del

infame brujo Magnus Bane, hablaba de las hadas como si fueran una plaga de cucarachas y

de la Paz Fría como una pequeña parada para la exterminación.

"Tenías razón esta mañana, George" Julie dijo "No nos deberían enviar a nosotros

fuera así, a ninguno de nosotros. No estamos preparados."

Jon negó con la cabeza. "Hablad por vosotros"

Mientras discutían entre sí sobre exactamente lo difícil que sería matar a un

vampiro, Simon

se puso de pie. Ya era bastante malo que todos pensaran que era un mentiroso,

incluso peor que, en cierto modo, lo fuera.

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No podía recordar nada acerca de ser un vampiro—nada útil, por lo menos, pero se

acordaba de

lo suficiente como para que la idea de matar a uno fuera terriblemente incómoda.

O tal vez tan solo era la idea de matar algo. Simon era vegetariano, y la única

violencia que él había cometido era en pantalla, volando dragones pixelados o babosas del

mar.

Eso no es verdad, una voz en su cabeza se lo recordó. Sus manos estaban llenas de

sangre. Simon no le hizo caso. No recordar algo no quería decir que nunca pasara, pero a

veces, pretender eso hacia las cosas mucho mas fácil.

George agarró sus brazos antes que él pudiera irse. "Lo siento sobre —tú sabes," Le

habló a Simon. "Yo debería haberte creído."

"Sí. Tú deberías haberlo hecho." Simon suspiró, después de asegurarse que no había

resentimientos hacia su compañero de habitación, que era todo verdad. El recorrió el pasillo

en sombras cuando el escuchó pasos siguiéndole a él.

"¡Simon!" Julie exclamó "Espera un momento"

En los últimos meses, Simon había descubierto la existencia de la magia y

demonios, el había aprendido que sus recuerdo de su pasado eran tan frágiles y falsos como

las viejas muñecas de papel de su hermana y él había dejado todo lo que él conocía para

moverse a un país mágicamente invisible y estudiar la caza de demonios. Y aún así, nada le

sorprendió tanto como la lista ascendente de chicas atractivas que urgentemente querían

algo de él. No era ni casi tan divertido como debería haber sido. Simon paró para dejar que

Julie le alcanzase. Ella era unos pocos centímetros mas alta que él y tenía esas motas

doradas en sus ojos color avellanas que los hacían cambiar con la luz. Ella se movía con

gracia fácil, como una bailarina de ballet, si las bailarinas de ballet habitualmente cortaran

a la gente en rodajas con dagas marcadas con runas plateadas. En otras palabras, ella se

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movía como una nefilim, y lo que Simon había visto en el campo de entrenaniento, ella iba

a ser una muy buena.

Y como cualquier buen cazador de sombras, ella no tenía inclinación a la bondad

con mundanos, mucho menos con mundanos que solían ser submundos — incluso,

mundanos quienes, en una vida que ya no podía recordar más, habían salvado su mundo.

Pero una vez Isabelle Lightwood había ido hasta la academia para reclamar que Simon era

suyo, Julie le había mirado con una fascinación especial. Menos como a alguien que ella

quería tirar en la cama y más como alguien que quería examinar bajo un microscopio como

si ella le arrancase sus miembros, excavase en su interior y buscar un atisbo de porqué

podría atraerle a una chica como Isabelle Lightwood. A Simon no le importaría dejarse

mirar. A él le gustaba la fuerte curiosidad en su mirada, la falta de expectativa. Isabelle,

Clary, Maia, todas esas chicas en Nueva York, que habían clamado conocerle y quererle, y

él las había creído.—pero el también sabía que ellas no le querían a él, ellas querían a una

versió de él del Mundo Bizarro, algún doppelgänger con la forma de Simon, todo lo que

ellos veían, todo lo que ellos querían ver, era ese otro chico. Julie quizás le odiaba. —Vale,

claramente le odiaba — pero ella también le veía.

‖¿De verdad es cierto?" dlma preguntó ahora. "¿No recuerdas nada de eso? ¿De ser

un vampiro? ¿Nada?"

Simon suspiró. "Estoy cansado, Julie. ¿Podemos pretender que tú me has

preguntado eso un millón mas de veces y te he dado la misma respuesta y llamarlo día?"

Ella rodó los ojos, y Simon se preguntó de nuevo como era posible que Julie

Beauvale tuviera sentimientos humanos reales y , por alguna razón, estuviera tratando de

esconder lágrimas humanas reales. Estaba demasiado oscuro en el pasillo para ver algo,

pero las suaves líneas de su rostro, el brillante dorado de su collar que desaparecía en su

escote.

Simon se llevó una mano a la clavícula, recordando de pronto el peso de una piedra,

el flash de un

rubí, el pulso constante así que como un latido del corazón, la expresión de su cara

cuando se lo dio para guardarlo, diciendo adiós, fragmentos de recuerdos confusos

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imposibles de reconstruir, pero mientras se preguntaba de quien era el rostro, de esa temida

despedida, su mente le ofreció la respuesta.

Isabelle.

Siempre era Isabelle.

"Te creo" Julie dijo. "No lo pillo, pero te creó. Supongo que solo estaba

esperando...",

"¿Qué?" Había algo una nota extraña en su voz, algo gentil y desconcertante, y ella

pareció casi sorprendida que él la hubiera escuchado.

"Pensé que tú, de toda la gente, entenderías," dijo Julie "Qué es luchar por tu vida.

Luchar contra submundos. Pensar que vas a morir. Para" —su voz no vaciló y su expresión

no cambiaba, pero Simon casi podía sentir la sangre convirtiéndose en hielo cuando ella

forzó salir sus palabras—"ver otras personas morir"

"Lo siento," Simon dijo. "Quiero decir, sé lo que pasó, pero..."

"No es lo mismo que estar allí," Julie dijo.

Simon asintió, pensando en las horas que él se había pasado al lado de la cama de su

padre, sujetando su mano, viéndole consumirse. Cuando sus padres sentaron a él y

Rebecca, forzando a salir las palabras impensables "metástasis" y "paliativo" y "terminal"

él había pensado: Vale, sé como va esto. Él había visto multitud de películas donde los

padres de los héroes morían; él había recordado la expresión en la cara de Luke Skywalker,

volviendo a encontrar los cuerpos de sus tíos ardiendo en las ruinas de Tatooine, y pensó

que comprendía el dolor. "Hay cosas que tú no puedes entender al menos que lo hayas

pasado tú mismo"

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"¿Te has preguntado alguna vez por qué estoy aquí?" le preguntó Julie

"¿Entrenando en la academia, en vez de en Alicante o en algún Instituto en alguna parte?

"En realidad. . . no ", Simon admitió, pero tal vez debería haberlo hecho. La

Academia había estado cerrada

durante décadas, y sabía que en ese momento, las familias cazadores de sombras se

había acostumbrado a la formación de sus propios hijos. También sabía que la mayoría de

ellos, a raíz de la Guerra Oscura, seguían haciéndolo sin querer dejar a sus seres queridos

demasiado lejos de su vista.

Ella apartó la mirada de él entonces, y sus dedos se unieron entre sí, necesitando

algo a lo que agarrarse.

"Voy a decirte algo ahora, Simon, y no voy a repetirlo."

No era una pregunta.

"Mi madre fue una de las primeras nefilim en ser convertida," ella dijo, su voz

tenue. "Así que ya no está. Después, nos fuimos a Alicante, como cualquier otro. Y cuando

atacaron Alicante... Ellos nos encerraron a todos los niños en el Salón de los Acuerdos.

Ellos pensaron que estaríamos a salvo allí. Pero no había ningún lugar seguro ese día. Las

hadas entraron, y los oscurecidos—ellos nos habrían matado a todos, Simon, si no fuese por

ti y tus amigos. Mi hermana, Elizaberh. Ella fue una de las últimas en morir. Le vi, esta

hada con el pelo plateado, y él era tan hermoso, Simon, como el mercurio líquido, eso

estaba pensando cuando él bajó la espada. Que él era hermoso" Se estremeció. "De todas

formas. Mi padre está inútil ahora. Por eso estoy aquí. Para aprender a luchar. Así la

próxima vez..."

Simon no sabía que decir. Lo siento parecía demasiado inadecuado. Pero Julie

parecía que se había quedado sin palabras.

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"¿Por qué me estás preguntando esto? "Él preguntó amablemente.

"Porque quiero que alguien entienda que es una tarea grande, lo que nos están

enviando hacer. Incluso si solo es un vampiro contra todos nosotros. No me importa lo que

diga Jon. Las cosas pasan. La gente—" ella asintió bruscamente, como si ella se estuviera

despidiendo no solo de él, si no de todo lo que había pasado entre ellos. "También, quería

agradecerte por lo que hiciste, Simon Lewis. Y por tu sacrificio. "

"Realmente no me recuerdo haciendo algo" dijo Simon. "No deberías agradecerme,

sé que pasó ese día, pero es como si le hubiera pasado a otra persona"

"Quizás eso es lo que parece"Julie dijo. "Pero tú vas a ser un cazador de sombras,

tienes que aprender a ver las cosas como son."

Se volvió entonces, y comenzó a dirigirse a su habitación. Fue despedido.

"¿Julie?", Le llamó suavemente tras ella. "¿Es por eso que Jon y Beatriz están en la

Academia, también? ¿Por las personas que perdieron en la guerra? "

"Tendrás que preguntarles a ellos" ella dijo, sin volverse. "Todos nosotros tenemos

nuestra propia historia de la Guerra Oscura. Todos perdimos algo. Algunos de nosotros

todo"

* * *

El día siguiente, su conferencia de historia, la bruja Catarina Loss, anunció que ella

le dejaría la clase a un invitado especial. El corazón de Simon se paró. El ultimo conferente

invitado que había honrado a los estudiantes con su presencia había sido Isabelle

Lightwood. Y la "conferencia" había consistido en una severa y humillante advertencia que

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cada mujer en un radio de diez millas debe mantener sus mugrientas manos lejos del

atractivo Simon.

Afortunadamente, el hombre alto, de pelo negro, quién se dirigió a la parte delantera

de la clase no parecía tener el menor interés en Simon o en su cuerpo.

"Lazlo Balogh" dijo, su tono implicando que él no debería necesitar

ninguna presentación, pero que tal vez Catarina debería haberle hecho el

honor de suministrar una.

"Director del Instituto de Budapest" susurró George al oído de

Simon. A pesar de su pereza autoproclamada, George había aprendido de

memoria el nombre de cada director de Institutos —por no hablar de cada

famoso Cazador de Sombras en la historia— antes de llegar a la Academia.

"He venido a contarles una historia" dijo Balogh, las cejas fruncidas en una

enfadada V. Entre la piel pálida, el pico de viuda oscuro, y el débil acento

húngaro, Balogh se parecía más a Drácula que nadie que Simon hubiera

Sospechaba que Balogh no habría apreciado la comparación.

"Varios de ustedes en este salón de clases pronto se enfrentarán a

su primera batalla. Yo he venido a informarles lo que está en juego."

"Nosotros no somos los que necesitamos preocuparnos por estacas"(doble

significado de stake) dijo Jon, y se rió desde la fila de atrás.

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Balogh le lanzó una mirada furiosa.

"Jonathan Cartwright" dijo, su acento dando a las sílabas una

sombra siniestra. "Si yo fuera el hijo de sus padres, contendría mi lengua

en presencia de mis superiores."

Jon se puso blanco como una sábana. Simon podía sentir el odio

irradiando de él, y pensó que era probable que Balogh acababa de hacer a un

enemigo de por vida. Posiblemente todos en el salón de clases lo habían conseguido

también, porque Jon no era el tipo que aprecia una audiencia ante su humillación.

Abrió la boca, pero la cerró de nuevo en una línea delgada, firme.

Balogh asintió, como si estuviera de acuerdo en que, sí, era justo que él se

callara y ardiera con silenciosa vergüenza.

Balogh se aclaró la garganta.

"Mi pregunta para vosotros, niños, es la siguiente. ¿Qué es lo peor

que un Cazador de Sombras puede hacer?"

Marisol levantó la mano. "¿Matar a un inocente?"

Balogh parecía que había olido algo malo. (Dado qué, el aula tenía

un poco de infestación de chinches, no era totalmente improbable.)

"Eres una mundana" dijo.

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Ella asintió con fiereza. Era la cosa favorita de Simon acerca de la

dura chica de trece años de edad: Ni una sola vez se disculpó por quién era o por lo

que era. Por el contrario, parecía orgullosa de ello.

"Hubo un tiempo en que a ningún mundano se le habría permitido

entrar a Idris" dijo Balogh. Miró a Catarina, que estaba merodeando en el borde del

salón de clases. "Y tampoco Subterráneos, para el caso."

"Las cosas cambian" dijo Marisol.

"De hecho." Recorrió el salón de clases, que estaba lleno de

mundanos y cazadores de sombras por igual. "¿A alguno de los...

estudiantes más informados le gustaría aventurar una respuesta?"

La mano de Beatriz se levantó lentamente.

"Mi madre siempre dijo que la peor cosa que un Cazador de

Sombras podía hacer era olvidarse de su deber, que estaba aquí para

servir y proteger a la humanidad."

Simon atrapó los labios de Catarina arqueándose hacia arriba en

una media sonrisa.

Balogh se volvió notablemente en la otra dirección. Entonces,

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aparentemente decidiendo que el método socrático no era todo lo bueno que parecía

ser, respondió a su propia pregunta.

"Lo peor que cualquier Cazador de Sombras puede hacer es

traicionar a sus compañeros en el fragor de la batalla" entonó. "Lo peor

que cualquier Cazador de Sombras puede ser es un cobarde."

Simon no pudo evitar sentir como que Balogh estaba hablándole

directamente a él, que Balogh había visto el interior de su cabeza y sabía

exactamente cuán reacio era Simon en esgrimir su arma en condiciones de batalla,

en contra de un ser vivo real.

Bueno, no exactamente vivo, se recordó. Había luchado con

demonios antes, lo sabía, y no creía que hubiera perdido el sueño por ello. Pero los

demonios eran solo monstruos. Los vampiros eran todavía gente; los vampiros tenían alma.

Los vampiros, a diferencia de las criaturas en sus vídeosjuegos, podían sufrir, sangrar y

morir, y también podían

contraatacar. En la clase de Inglés del año pasado, Simon había leído La

Roja Insignia del Valor, una novela tediosa sobre un soldado de la Guerra

Civil que se había ido sin permiso en el fragor de la batalla. El libro, que en

el momento pareció aún más irrelevante que Cálculo, le provocó sueño, pero una

línea se había grabado en su cerebro: ―Él era un loco cobarde" Eric estaba en la clase

también, y por unas pocas semanas habían decidido llamar a su banda ―Los Locos

Cobardes‖, antes de olvidarlo todo.

Pero últimamente Simon no podía quitarse la frase de su mente. "Loco",

como en: chiflado por siempre pensar que él podría ser un guerrero o un

héroe. "Cobarde" como en: Débil. Asustado. Tímido. Un gran cobarde.

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"Era el año 1828" declamó Balogh. "Esto fue antes de los

Acuerdos, eso sí, antes de que los Subterráneos fueran metidos en cintura y se les

enseñara a ser civilizados."

Por el rabillo del ojo, Simon vio que su profesora de historia se ponía

rígida.

―Europa estaba en el caos. Revolucionarios rebeldes fomentaban la discordia a

través del continente. Y en los estados alemanes, una pequeña conspiración de brujos

aprovechó la situación política para visitar las miserias más impropias sobre la población

local. Un poco de sus mundanos puede ser familiar con este tiempo de tragedia y estrago de

los cuentos dichos por los Hermanos Grimm.‖ La mirada de sorpresa se podía observar en

varios estudiantes, Balogh río por primera vez. "Sí, Wilhelm y Jacob estaban en medio de

ello. Recuerden, niños, todas las historias son verdaderas.‖

Como Simón trató de envolverse en su cabeza alrededor de la idea que allí podría,

en algún sitio en Alemania, estar un tallo de frijol grande con un gigante enfadado en lo

alto, Balogh siguió su historia. Él dijo a la clase del pequeño grupo de cazadores de

sombras que había sido distribuido para "tratar" con los brujos. De su viaje en un bosque

denso alemán, sus árboles vivos con magia oscura, sus pájaros y bestias encantadas para

defender su territorio contra las fuerzas de justicia. En el corazón oscuro del bosque, los

brujos habían convocado a un Demonio Mayor, planificando soltar su fuerza sobre la gente

de Baviera.

―¿Por qué? ―uno de los estudiantes preguntó.

―Los brujos no necesitan una razón, " dijo Balogh, con otra mirada en Catarina.‖ La

citación de magia oscura siempre es escuchada por los débiles y son fácilmente tentados. "

Catarina murmuró algo. Simón supo por sí mismo que era una maldición.

―Había cinco Cazadores de Sombras, " siguió Balogh, " que era más que suficiente

para tomar tres brujos. Pero el Demonio Mayor vino como una sorpresa. Incluso entonces,

el derecho habría triunfado, si no fuera por la cobardía de lo más jóvenes de la fiesta, un

cazador de sombras llamado Tobias Herondale. "

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Un murmullo respondió al otro lado del salón de clases. Cada estudiante, cazador de

sombras y mundanos presente, conocía el nombre Herondale. Era el apellido de Jace. Era el

apellido de los héroes.

―Si, sí, todos ustedes han oído hablar de los Herondales.‖ Balogh dijo con

impaciencia. ―Y quizás ustedes han oído cosas buenas de William Herondale, por ejemplo,

o su hijo James, o Jonathan Lightwood Herondale hoy. Pero aun el árbol más fuerte puede

tener una rama débil. El hermano de Tobias y su esposa murieron, muertes nobles en la

batalla, antes de la década estaba fuera. Para algunos eso fue suficiente para limpiar la

mancha en el apellido Herondale. Pero ninguna cantidad de gloria Herondale o sacrificio

nos hará olvidar lo que Tobias hizo, no debería. Tobias era inexperto y distraído, en la

misión bajo coacción. Él tenía una esposa embarazada en casa, y trabajó bajo la ilusión que

esto debería perdonarlo de sus responsabilidades. Y cuando el demonio lanzó su ataque,

Tobias Herondale, cuyo nombre será ennegrecido por el resto del tiempo, se dio media

vuelta y salió corriendo‖. Entonces Balogh repitió esto último, agrietando su mano contra la

mesa con cada palabra ―Corrió. Lejos‖.

Él continúo describiendo, con detalle lo espantoso y doloroso que ocurrió después:

Como tres de los cazadores de sombras restantes fueron masacrados por el demonio; uno

destripado, uno quemado vivo, uno rociado con la sangre acida que lo disolvió en polvo.

Como el cuarto sobrevivió solo por la intercesión de los brujos que lo devolvió desfigurado

por las quemaduras demoníacas que nunca se descolorarían como una advertencia a su

gente para que se mantuvieran lejos.

―Por supuesto, volvimos en una fuerza aún mayor, y devolviendo a los brujos diez

veces por lo que habían hecho a los aldeanos. Pero el crimen mucho mayor, el de Tobias

Herondale, todavía llamando por venganza.‖

―El crimen mayor‖ Simón dijo antes de que pudiera detenerse.

―Los demonios y brujos no pueden evitar lo que son‖ Dijo Balogh oscuramente.

―Los Cazadores de Sombras nos mantenemos con un estándar más alto. Las muertes de

aquellos tres hombres se sientan directamente sobre los hombros de Tobias Herondale. Y si

hubiera sido castigado por aquello, nunca había sido tan tonto como para volver a mostrar

su cara. Él nunca lo hizo, pero las deudas se necesitan pagar. El juicio se celebró en su

ausencia. Él fue juzgado culpable, y el castigo se llevó a cabo‖.

―¿Pero pensé que usted dijo que él nunca volvió? " Julia dijo.

"En Efecto. Así que el castigo se llevó a cabo en su mujer, en su lugar‖.

" ¿Su esposa embarazada? ", Dijo Marisol, mirando como si fuera a estar enferma‖.

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―Sed lex, dura lex, " dijo Balogh. La frase latina había sido martillada en ellos a

partir del primer día en la Academia, y Simón estaba llegando a odiar el sonido de la

misma, tan a menudo era usada, utilizada como una excusa para actuar como monstruos.

Balogh juntó los dedos y contempló el aula, mirando en satisfacción como su mensaje llegó

claro. Así fue como la Clave trataba la cobardía en el campo de batalla; esta era la justicia

en virtud del Pacto. "La ley es dura, " Balogh tradujo para los estudiantes callados. ―Pero es

la ley. "

***

―Escojan sabiamente‖, advirtió Scarsbury, observando a los estudiantes tamizar a

través de las muchas opciones puntiagudas que la sala de armas tenía que ofrecer.

―¿Cómo se supone que vamos a escoger sabiamente cuando usted aun no nos dice a

que nos enfrentamos?‖ Jon se quejó.

―Usted sabe que es un vampiro‖ dijo Scarsbury. ―Vas a aprender más cuando estés

en el lugar‖.

Simón colgó un arco sobre sus hombros y selecciono una daga para la lucha cuerpo

a cuerpo; parecía que era el arma con la que era menos probable que se apuñalara

accidentalmente a sí mismo.

A medida que los estudiantes cazadores de sombras se marcaban a sí mismos con

las runas de fuerza y agilidad, y metieron piedras de luz en sus bolsillos, Simón enganchó

una linterna delgada a un lado de su cinturón y un lanzallamas portátil al otro. Él tocó la

Estrella de David que cuelga sobre la misma cadena que el pendiente de Jordania alrededor

de su cuello esto no ayudaría mucho a no ser que el vampiro resultara ser judío, pero esto lo

hizo sentirse solamente un poco mejor. Como si alguien estuviera viendo por él.

Había una carga eléctrica de anticipación en el aire que recordó a Simón cuando era

un niño pequeño, preparándose para ir a una excursión. Por supuesto, una visita al

Zoológico del Bronx o el centro de tratamiento de aguas residuales, llevaba consigo menos

posibilidades de destripamiento, y en lugar de cola para subir a un autobús de la escuela, los

estudiantes se juntaron delante de un portal mágico que los transportaría para llevarlos a

miles de kilómetros en un abrir y cerrar de ojos.

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―¿Estás listo para esto? " George le preguntó, sonriendo. Vestidos con equipo

completo con una espada larga colgada por encima del hombro. El compañero de

habitación de Simón lucia cada pulga de guerrero.

Por un breve momento, Simón se imaginó a sí mismo diciendo que no. Levantando

la mano, pidiendo ser excusado. Admitiendo que no sabía lo que estaba haciendo aquí, que

cada táctica de lucha que le habían enseñado se había evaporado de su mente. Que le

gustaría empacar su maleta, abrir un portal a casa, y fingir que nada de esto hubiera pasado.

―Como nunca voy a ser ", dijo y dio un paso a través del portal. Lo que Simón

recordó, viajando por el autobús escolar era una experiencia asquerosa, poco digna,

difundida con olores asquerosos, bolas de papel, y el combate ocasional embarazoso de

mareos. Viajar en Portal fue significativamente peor.

Una vez que él había recuperado su equilibrio y su aliento, Simón miró a su

alrededor y se quedó sin aliento. Nadie de ellos había mencionado a donde serían

transportados, pero Simón reconoció el bloque inmediatamente. Estaba de nuevo en la

Ciudad de Nueva York, y no solamente Nueva York, Brooklyn. Gowanus, para ser

específico, una estrecha franja de parques industriales y almacenes que bordean un canal de

tóxico que estaba a menos de diez minutos a pie del apartamento de su madre. Estaba en

casa.

Era exactamente como él lo recordaba, y, sin embargo, completamente diferente. O

tal vez era solo que él era totalmente diferente, que después de solo dos meses en Idris, él

había olvidado los sonidos y los olores de la modernidad: el bajo, el bajo zumbido y

constante de electricidad y la espesa bruma de escape de los automóviles, los bocinazos de

los camiones y la popo de paloma y montones de basura que tenían dieciséis años formando

el tejido de su vida diaria. Por otro lado, tal vez era porque ahora que podía ver a través de

los glamours, podía ver las sirenas nadando en el Gowanus.

Fue su casa y no fue su casa al mismo tiempo, y Simón sintió la misma

desorientación que él tenía después de su verano en las montañas en el Campo Rama,

cuando él se había encontrado incapaz de dormirse sin el sonido de cigarras y los ronquidos

de Jake Grossberg en la litera superior. Tal vez, pensó, no puedes saber cómo estar mucho

tiempo fuera puede cambiarte hasta que tratas de regresar a casa.

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"¡Escuchen, muchachos!‖ Scarsbury gritó, como el estudiante final llegó a través del

portal. Ellos estaban reunidos enfrente de una fábrica abandonada, sus paredes manchadas

con graffiti y sus ventanas entabladas.

Marisol se aclaró la garganta, en voz alta, y Scarsbury suspiró. ―Escuchen, hombres

y mujeres. Dentro de este edificio hay un vampiro que ha roto el pacto y mató a varios

mundanos. Su misión es la de rastrearla, y ejecutarla. Y les sugiero que lo hagan antes de la

puesta del sol‖.

―¿No deberían permitirles a los vampiros lidiar con esto ellos mismos? ", Preguntó

Simón.

El Codex tenía bastante claro que los subterráneos se confiaban a sí mismos como la

policía.

Simón se preguntaba que si cometiendo aquello le daba una oportunidad a los

vampiros de ser liberados antes de su ejecución.

¿Cómo he llegado hasta aquí?, se preguntó, incluso el nunca creyó en la muerte

penal.

―Eso es algo que a ti no te concierna‖, dijo Scarsbury, ―pero ella dejo a su clan en

nuestras manos, por lo que ustedes niños pueden llegar a tener un poco de sangre en sus

manos. Piensen en esto como un regalo, de los vampiros para ustedes.

Excepto que ―eso‖ no era todo pensó Simón.

―La ley es dura, pero es la ley‖ George murmuro a su lado, con una mirada inquieta,

como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo.

"Hay veinte como tú y uno como ella", dijo Scarsbury, " Y en caso de que esas dos

posibilidades sean demasiadas para ti, los cazadores de sombras experimentados estarán

atentos, listos para intervenir cuando tu metas la pata, tu no los veras, pero ellos te verán a

ti, asegurándose de que no sufrirás ningún daño. Probablemente. Y si alguno de ustedes se

siente tentado de dar media vuelta y correr, recuerden lo que aprendieron, la cobardía tiene

su precio‖.

***

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Cuando estaban de pie en la acera bajo la luz brillante del sol, la misión había

sonado más que un poco antideportiva. Veinte Cazadores de sombras en formación, todos

ellos armados hasta el tope. Un vampiro capturado, atrapado en un edificio con paredes de

acero y el sol. Pero dentro de la antigua fábrica, en la oscuridad, imaginándose el

movimiento del parpadeo y la luz tenue de colmillos detrás de cada sombra, era una historia

diferente. El juego ya no se sintió arreglado a su favor, ya no se sentía como un juego en

absoluto.

Los estudiantes se dividieron en parejas, merodeando en la oscuridad. Simón se

ofreció para proteger una de las salidas. Teniendo esperanza de que esto probara ser similar

a aquellos juegos de fútbol de clase de gimnasia, donde él había gastado horas aguardando

por el objetivo y sólo un puñado de veces tuvo que defenderse de una patada certera. Desde

luego, cada una de aquellas veces, la pelota había navegado sobre su cabeza y en la red,

perdiendo el juego para su equipo. Pero él trató de no pensar en esto. Jon Cartwright fue

colocado en la puerta al lado de él, una piedra de luz brillaba intensamente en su mano. El

tiempo pasó; ellos hicieron lo posible por ignorarse el uno al otro.

―Es una pena que tu no puedas usar una de estas‖ dijo Jon finalmente, sosteniendo

la piedra. ―O uno de estos‖ El toco su cuchillo serafín que colgaba de su cinturón.

A los estudiantes no se les había enseñado cómo luchar con ellos todavía, pero

varios de los niños cazadores de sombras habían traído sus propias armas de casa.

―No te preocupes héroe. Si el vampiro aparece, estoy aquí para protegerte‖

―Genial, me puedo esconder detrás de tu enorme ego‖

John giro sobre él. ―Tú te quieres ver a ti mismo, mundano. Si no tienes cuidado, tú

vas…‖ La voz de John se apagó. Retrocedió hasta que fue presionado contra la pared.

―¿Voy a qué?‖ Simón lo incitó.

Jon hizo un ruido que sonaba sospechosamente como un quejido. Su mano fracaso

en su cinturón. Dedos extendiéndose por el cuchillo serafín, pero no venía a ninguna parte

cerca de él. Sus ojos estaban clavados en un punto justo por encima del hombro de Simón.

―¡Haz algo!‖ Chillo ―¡Ella viene por nosotros!‖ Simón había visto las películas de terror

suficientes para obtener la imagen. Y la imagen era suficiente para hacer que quiera salir

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corriendo por la puerta, deslizarse a través de la luz del día, y seguir corriendo hasta que él

fuera a casa, puertas cerradas, sin peligro bajo la cama, donde alguna vez se había ocultado

de los monstruos imaginarios. En cambio, despacio, se dio la vuelta.

La chica que se fundió de las sombras parecía ser de su edad. Su cabello castaño fue

retirado hacia atrás en una coleta alta, sus gafas eran rosa oscuro y de caracola vintage, y su

blusa aparece una sangrienta, carmesí oficial de Star Trek y se leía, VIVIR RÁPIDO,

MORIR ROJO. Ella era, en otras palabras, exactamente el tipo de Simón excepción por los

colmillos brillando en su haz de luz y la inhumana velocidad con la que cruzó la habitación

y pateó a Jon Cartwright en la cabeza. Él se encogió en el suelo.

"Y entonces hubieron dos", dijo la chica, y sonrió.

Nunca se le había ocurrido a Simon que el vampiro sería su edad, o al menos

echándole un vistazo.

"Necesitas tener cuidado con esta cosa, vampiro diurno," dijo ella. "He oído que

estás vivo de nuevo. Es de suponer que quieres que siga siendo así‖.

Simon miró hacia abajo para darse cuenta de que había tomado la daga en la mano.

"Me va a dejar salir de aquí, o qué?", Preguntó ella.

"No se puede ir por ahí."

"¿No?"

"Sol, ¿recuerdas? Hace que los vampiros se conviertan en Puf ? "Simon no podía

creer que su voz no estuviera temblando. Honestamente, no podía creer que no se había

orinado en los pantalones. Estaba solo con una vampira. Una linda, chica vampira. . . que se

suponía que iba a matar. De alguna manera.

"Revisa tu reloj, vampiro diurno."

"Yo no me pongo reloj", dijo Simon. "Y no soy un vampiro diurno nunca más."

Ella dio un paso más cerca de él, bastante cerca para acariciar su cara. Su dedo

estaba frío, su piel tan liso como el mármol. "¿Es cierto que no recuerdas?" Ella dijo,

mirando con curiosidad a él. "incluso no me recuerdas?‖

"Yo. . . te conozco?‖

Se pasó los dedos por los labios. "La pregunta es, ¿Qué tan bien me conoces,

Vampiro diurno? Nunca te lo diré‖.

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Clary y los otros no le habían dicho nada a Simon sobre tener amigos vampiros, o. .

. más que amigos. Quizás ellos habían querido ahorrarle los detalles de esa parte de su vida,

la parte donde estaba sediento de sangre y camino en las sombras. Quizás había estado tan

avergonzado él que nunca les había dicho a ellos.

O quizás ella estaba mintiendo.

Simon odiaba esto, el no saber. Esto le hacía sentir como si estuviera caminando

sobre arenas movedizas, cada pregunta sin respuesta, cada nuevo descubrimiento sobre su

pasado lo hacía llevarlo más abajo en la suciedad.

"Déjame ir, vampiro diurno," susurró. "Nunca has herido a uno de los tuyos."

Él había leído en el Codex que los vampiros tenían la capacidad de hipnotizar; sabía

que debía protegerse a sí mismo de ella. Pero su mirada era magnética. No podía apartar la

mirada.

"Yo no puedo hacer esto", dijo. "Haz violado la Ley. Mataste a alguien. Muchas

personas‖.

"Como lo sabes?"

"Porque. . . "Se detuvo, dándose cuenta de lo débil que sonaría: porque alguien me

lo dijo.

Ella adivinó la respuesta de todos modos. "Siempre haces lo que te dicen, vampiro

diurno? Nunca piensas por ti mismo? "

La mano de Simon apretó la daga. Había estado tan preocupado por descubrir que

era un cobarde, demasiado asustado para luchar. Pero ahora que estaba aquí, frente a la

supuesta monstruo, él no tenía miedo, él estaba poco dispuesto.

La ley es dura, pero es la ley.

Excepto tal vez no era tan simple; tal vez solo ella estaba cometiendo un error, o

alguien más la tenía, tal vez que había obtenido la información incorrecta. Tal vez ella era

una asesina a sangre fría, pero aún así, quién él era castigarla.

Ella había pasado por delante de él hacia la puerta. Sin pensar, Simon se movió para

bloquearla. Su daga oscilaba hacia arriba cortando un arco peligroso en el aire y pasaba

silbando por su oído. Ella Bailó hacia atrás, riéndose mientras arremetió sobre él, dedos

curvados como garras. Simon sintió entonces, por primera vez, la oleada de adrenalina que

habían prometido, la claridad de la batalla. Dejó de pensar en términos de técnicas y

movimientos, dejó de pensar en absoluto, y simplemente actuó, bloqueando y esquivando

su ataque, con el objetivo de expulsar una patada a sus tobillos para barrer las piernas por

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debajo de ella, reduciendo la daga a través de su pálida piel, la extracción de sangre, y

como su mente se inició en marcha de nuevo, un paso detrás de su cuerpo, pensó, estoy

haciéndolo. Estoy luchando. Estoy ganando.

Hasta que ella envolvió una mano alrededor de su muñeca en una mano de hierro, lo

volteo sobre su espalda como si fuera un niño pequeño, y se sentó a horcajadas sobre él.

Ella había estado jugando con él, se dio cuenta. Pretendiendo luchar, hasta que ella

estuviera aburrida.

Ella bajó su cara hacia él, bastante cerca que hubiera sentido su aliento, si ella

hubiera estado respiración.

Recordó, de repente, lo frío que había sido, cuando él estaba muerto. Recordó la

calma en su pecho, donde su corazón golpea.

"Podría darte todo de vuelta, vampiro diurno," susurró. "Vida eterna".

Recordó el hambre, y el sabor de la sangre.

"Esa no era vida", dijo.

"No era la muerte, tampoco." Sus labios eran fríos en su cuello. Todo en ella era

frío. "Pude matarte ahora, vampiro diurno. Pero no voy a hacerlo. Yo no soy un monstruo.

No importa lo que ellos te dijeron. "

"Te lo dije, no soy un vampiro diurno nunca más." Simon no sabía por qué discutía

con ella, sobre todo ahora, pero parecía importante decirlo en voz alta, que él estaba vivo,

que era humano, que su corazón latía. Especialmente ahora.

"Fuiste un subterráneo una vez," dijo ella, levantándose sobre él. "Que siempre será

una parte de ti. Incluso si se te olvida, nunca lo harán‖.

Simon estuvo a punto de discutir, de nuevo, cuando un látigo brillante arremetió de

las sombras y se envolvió alrededor del cuello de la chica. La tiró a sus pies y ella aterrizó

con fuerza, la cabeza contra el agrietado piso de cemento.

"Isabelle? Dijo Simon en medio de la confusión, como Isabelle Lightwood cargaba

en el vampiro, una hoja reluciente.

El nunca antes se había dado cuenta del crimen horrible contra la naturaleza, era lo

que él había perdido en sus recuerdos de Isabelle en acción. Estaba claro que era su estado

natural. Isabelle de pie todavía estaba era hermosa; Isabelle saltaba a través del aire, un

tallado de la muerte en carne fría, era de otro mundo, ardiendo como el brillante látigo de

oro. Ella era como una diosa, Simon pensó, y luego silenciosamente se corrigió, ella era

como un ángel vengador, su venganza rápida y mortal. Antes de que pudiera pararse a si

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mismo de la tierra, la garganta de la chica vampiro se dividió de par en par, con los ojos

muertos vivientes en su cabeza, y así, todo había terminado. Ella era polvo; ella se había

ido.

"De nada." Isabelle le extendió la mano.

Simon la ignoró, poniéndose de pie sin su ayuda. "¿Por qué hiciste eso?"

"Um, porque estaba a punto de matarte?"

"No, no lo estaba," dijo fríamente.

Isabelle miró boquiabierta. "No estás seriamente enojado conmigo? Por salvar tu

trasero? "

No fue hasta que ella le pregunto que se dio cuenta. Estaba enojado con ella por

haber matado a la chica vampiro, enojado con ella por asumir que necesitaba salvar su

trasero y para ser bastante más justo, enojado con ella por ocultarse en la oscuridad,

esperando para salvarlo, aun cuando le había hecho entender dolorosamente que no puede

haber cualquier cosa entre ellos. Enojado porque ella era sobrenaturalmente sexy, diosa

guerrera de pelo negro y aparentemente en contra de todos los pronósticos todavía estaba

enamorada de él, y al parecer va a tener para romper con ella, otra vez.

"No me quería hacer daño. Ella sólo se quería ir ".

"¿Y qué? La debí dejar irse? ¿Es eso lo que estabas planeando hacer? Hay más

gente en el mundo que tú, Simón. Ella mató a niños. Les arrancó sus gargantas‖.

Él no podía contestar. No sabía qué sentir o pensar. La chica vampiro había sido un

asesino.

Un asesino a sangre fría, en todos los sentidos de la palabra. Pero él había sentido

un parentesco con ella como ella se había abrazado él, una especie de susurro en el fondo

de su mente que dijo somos juntos niños perdidos.

No estaba seguro de que había un lugar en la vida de Isabelle por alguien que había

perdido.

"Simon?" Isabelle era como un resorte enrollado herméticamente. Podía ver cuánto

esfuerzo estaba tomando sólo para mantener la voz firme, con su cara libre de la emoción.

¿Cómo puedo saber eso? Simon se preguntó. Al mirarla era como ver doble: una

Isabelle extraña que apenas conocía, una Isabelle, la otra chica, mejor para Simon que había

amado tanto que habría sacrificado todo por ella. Había una parte de él, una parte por

debajo de sus recuerdos, más allá de la racionalidad –desesperada por cerrar el espacio

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entre ellos, para tomarla en sus brazos, alisar su cabello hacia atrás, perderse así mismo en

sus ojos sin fondo, sus labios, su feroz, protector, abrumador amor.

"No puedes seguir haciendo esto!", le gritó, inseguro si él le gritaba a ella o él

mismo. "No es tu trabajo elegir por mí, para decidir qué debo hacer o cómo debería vivir.

Quién debería ser. ¿Cuántas veces tengo que decirte antes que me escuches? No soy él.

Nunca voy a ser él, Isabelle. Pertenecía a ti, lo entiendo. Pero ya no. Sé que los cazadores

de sombras están acostumbrados a tener todo a su manera- establecer las reglas, sabes que

es lo mejor para el resto de nosotros. Pero no esta vez, ¿de acuerdo? No conmigo. "

Con calma deliberada, Isabelle había enrollado su látigo alrededor de su muñeca.

"Simón, creo que me confundes por alguien que se preocupa‖.

No era la emoción en su voz que rompió su corazón, pero la falta de ello. Detrás de

las palabras fueron nada: ningún dolor, ninguna ira reprimida, sólo un vacío. Hueco y frío.

"Isabelle-"

"No he venido aquí por ti, Simon. Este es mi trabajo. Pensé que querías que fuera tu

trabajo, también. Si todavía te sientes de esa manera, te sugiero que reconsidere algunas

cosas. Como la forma de hablar a tus superiores".

"Mis. . . superiores?‖

"Y para que conste, ya que lo mencionaste? Tienes razón, Simon. No sé en absoluto

esta versión de ti. Y estoy bastante segura de que no lo quiero ". Ella pasó junto a Simon, su

hombro rozando contra la suya por un breve instante, luego se deslizó fuera del edificio y

en la noche.

Simon la siguió con la mirada, preguntándose si la debía seguir, pero él no podía

hacer mover sus pies. Al sonido de la puerta cerrándose a portazos, Jon Cartwright

parpadeó con sus ojos abiertos y mareado se acomodó en posición vertical. "La

conseguimos?", Le preguntó a Simon, capturando a la vista la pequeña pila de polvo donde

había estado la chica vampiro.

"Sí", dijo con cansancio. "Si se puede decir eso."

"Oh, sí, es cierto, chupasangre!" Jon bombea su puño en el aire, y luego hizo los

dedos del diablo. "No meterse con un toro de Cartwright-obtienes los cuernos ".

* * *

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"No estoy diciendo que ella no viole la ley", explicó Simon, por lo que parecía la

enésima vez "Sólo estoy diciendo, incluso si lo hizo, ¿por qué tuvimos que matarla? Es

decir, ¿Acerca que, no sé , la cárcel? "

En el momento en que habían vuelto a la Academia, la cena fue mucho más larga.

Pero como recompensa por sus trabajos, Dean Penhallow habían abierto el comedor y la

cocina por los veinte estudiantes que regresan. Se agruparon alrededor de un par de largas

mesas, constante avidez en empanadillas rancias y shawarma misericordiosamente sin

sabor. La Academia había regresado a su política tradicional de servir platos de la cocina

internacional pero por desgracia, todas las comidas son preparadas por un solo chef, que

Simon sospechaba que era un brujo, porque casi todo lo que comimos parecía encantado de

sabor de alimentos para perros.

"Porque eso es lo que hacemos", dijo Jon. "Un vampiro-cualquier-Submundo viola

el Pacto, alguien tiene que matarlo. ¿No has estado prestando atención? "

"¿Entonces por qué no hay cárceles para el Submundo?", Dijo Simon. "¿Por qué no

hay pruebas submundo?"

"Eso no funciona, Simon", dijo Julie. Había pensado que podría ser más amigable

después de su conversación en el pasillo de la otra noche, pero en todo caso, sus bordes se

habían vuelto más nítidos, capaz de extraer sangre. "Esto no es tu estúpida ley mundana.

Esta es la Ley. Dictado por el Ángel. Más grande que todos los demás‖.

Jon asintió con orgullo. "La ley es dura, pero es la ley".

"Incluso si están mal?" Preguntó Simon.

"¿Cómo podría estar mal, si es la ley? Esto es un oxímoron ".

Tomo de uno a uno, pensó infantilmente, pero se detuvo antes de decirlo en voz

alta.

De todos modos, Jon era el más idiota morón en el jardín.

"Tú te das cuenta de que todo el sonido es como si estuvieras en una especie de

culto," Simon se quejó. Se tocó la estrella que aun colgaba en su cuello. Su familia nunca

había sido muy religiosa, pero su padre siempre le encantaba ayudar tratando de averiguar

la perspectiva judía sobre cuestiones del bien y el mal. "Siempre hay un pequeño espacio de

margen", le había dicho a Simon, "un poco de espacio para resolver las cosas por ti mismo.

"Él había enseñado Simon a hacer preguntas, a desafiar a la autoridad, entender y creer en

las reglas antes de que él las siguiera. Hubo una noble herencia judía en discusión, su padre

le gustaba decir, incluso cuando se trataba de discutir de Dios.

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Simon se preguntó ahora lo que su padre pensaría de él, en esta escuela para los

fundamentalistas, jurando lealtad a una ley superior. ¿Qué es lo que aun significa ser judío

en un universo donde los ángeles y demonios caminan en la tierra, practican milagros,

llevaban espadas? Estaba pensando por sí mismo en una actividad mejor adaptado a un

mundo sin ninguna evidencia de lo divino?

"La ley es dura, pero es la ley", añadió Simon con disgusto. "Tan jodidamente,

¿qué? Si la Ley esta equivocada, ¿por qué no cambiarlo? ¿Sabes cómo se vería el mundo si

todos siguiéramos las leyes formadas en la edad media? "

"¿Sabes quién solía hablar así?" Preguntó Jon siniestramente.

"Déjame adivinar: Valentine" Simon frunció el ceño. "Porque aparentemente en

toda la historia de Cazadores de Sombras sólo un hombre se ha molestado en hacer

cualquier pregunta. Sí, ese soy yo, carismático, supervillano malvado para liderar una

revolución. Mejor infórmenme‖.

George meneo la cabeza en señal de advertencia. "Simón, yo no pienso--"

"Si lo odias tanto, ¿por qué estás aquí?" interrumpió Beatriz, en una nota

atípicamente hostil en su voz. "Puedes elegir la vida que quieres vivir." Ella se detuvo

abruptamente, dejando algo colgar en el silencio. Algo, Simon sospecha, como: A

diferencia del resto de nosotros.

"Buena pregunta." Simon bajo su tenedor y empujó su silla.

"Ven, aun no he acabado. . . "George hizo un gesto hacia el plato, como si no

pudiera describir realmente como comida.

"He perdido mi apetito."

Simon estaba a medio camino a las mazmorras cuando Catarina Loss lo detuvo en el

pasillo.

"Simon Lewis," dijo ella. "Tenemos que hablar".

"¿Podemos hacerlo por la mañana, Sra. Loss?", Preguntó."Ha sido un día muy largo,

y-"

Ella negó con la cabeza. "Sé acerca de tu día, Simon Lewis. Hablemos ahora‖.

***

El cielo estaba cargado de estrellas. La piel azulada y el cabello plateado de

Catarina resaltaban bajo la luz de la luna. La bruja había insistido en que ambos necesitaban

algo de aire fresco, y Simon debía que admitir que tenia razón. Ya se empezaba a sentir

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mejor solo de respirar entre la hierba, los arboles y el cielo. Las estaciones en Idris, y por

mucho, no eran nada iguales a las estaciones a las que él estaba acostumbrado; Eran como

las mejores versiones de ellas mismas: cada día de otoño nítido y brillante, el aire cargado

con la promesa de hogueras y huertos de manzanas, la cercanía del invierno marcado solo

por un abrillantado y despejado cielo y con un corte agudo en el aire que era casi placentero

como un dolor helado.

—Escuché lo que dijiste en la cena,Simon.— decía Catarina mientras caminaban

por los jardines.

Lanzó a su profesora una mirada de sorpresa y algo alarmada.

—¿Cómo pudiste?

—Soy una bruja.— le recordó ella, —Puedo hacer muchas cosas.

Oh claro. Escuela de magia, pensó algo perturbado. Se preguntaba si alguna vez

volvería a tener privacidad.

—Quiero contarte una historia, Simon—. Estaba diciendo ella. —Es una historia

que les he dicho sólo a unas cuantas personas. Personas de confianza. Y espero que sea algo

que guardes para ti mismo.

Parecía extraño que ella tomase ese riesgo con un estudiante que apenas conocía.

Pero ella era una bruja. Simon no tenía ni la más remota idea de qué eran capaces ellos,

pero se lo imaginaba. Si él traicionaba su confianza, seguro que ella lo sabría.

Y actuaría en consecuencia.

—Prestaste atención a la clase sobre Tobias Herondale?

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—Yo siempre presto atención en clases—. Dijo Simon y ella rió.

—-Eres bueno con las respuestas evasivas, vampiro diurno. Serías una hada muy

buena.

—Supongo que eso no es un cumplido.

Catarina le ofreció una sonrisa misteriosa.—No soy una Cazadora de Sombras—, le

recordó. —Tengo mis propias opiniones acerca de las hadas.

—¿Por qué sigues llamándome Vampiro Diurno?— preguntó Simon. —Sabes que

ya no lo soy.

—Todos somos lo que nuestro pasado nos hizo—, dijo Catarina. —La acumulación

de miles de elecciones diarias. Nosotros mismos podemos cambiar, pero no borramos

aquello que fuimos—.

Ella levantó un dedo para silenciarlo, como si supiera que él estaba apunto de

argumentar. —Olvidar las elecciones no las deshace, Vampiro Diurno. Harías bien al

recordar eso.

—¿Es eso todo lo que querías decirme?— Preguntó Simon, demostrando más

irritación de la que pretendía. ¿Por qué todos en su vida sentían la necesidad de decirle

quién había sido, o quién debería ser?

—Te estás impacientando conmigo—. Observó Catarina. —Pero por fortuna, no me

importa. Ahora voy a contarte otra historia sobre Tobias Herondale. Si prestas atención o

no, es tu decisión

Él escuchó.

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—Conocí a Tobias, conocí a su madre antes de que él naciera. Lo observé mientras

era un niño luchando por encajar en su familia, encontrar su lugar en ella. Los Herondale

siempre han sido una familia un poco Infame, como probablemente sabrás. Muchos de ellos

han sido héroes, algunos traidores, otros demasiado descarados. Criaturas salvajes

consumidas por sus pasiones, ya se traten de amor u odio. Tobias era... diferente. El era

leve, dulce; esa clase de chico que hace justo lo que se le dice. Por otro lado, su hermano

mayor, William, él sí que era un Cazador de Sombras que encajaba con los Herondale, tan

valiente y el doble de testarudo como el nieto que unos años más tarde llevaría su mismo

nombre. Pero no Tobias. El no tenía ningún talento especial en la caza de demonios, y

tampoco mucho amor por ello. Su padre era un hombre estricto, y su madre era una persona

algo histérica, aunque pocos la culpaban dado el esposo que tenía.

>>Un chico audaz hubiese pasado de su familia y sus tradiciones, decidido que no

era apto para la vida de los cazadores de sombras y hubiese partido por su cuenta. ¿Pero

para Tobias? Eso era impensable. Sus padres le incautaron la ley y él solo existía para

seguirla. Eso no era inusual entre humanos, incluso si su sangre estaba mezclada con la de

El Ángel, era inusual en un Herondale, tal vez. Pero si alguien pensaba eso, el padre de

Tobias se aseguraría de que mantuvieran sus bocas cerradas. Y así creció. Se casó, y fue

una unión que sorprendió a todo el mundo, con Eva Blackthorn, quién era todo lo opuesto a

una persona leve. Una chica explosiva de cabello negro, muy parecida a tu Isabelle.‖

Simon exhaló, ella no era su Isabelle. Ya no más. Se preguntó si ella

verdaderamente alguna vez lo había sido. Isabelle no parecía la clase de chica que le

pertenecía a alguien, y esa era una de las cosas que más le gustaban de ella.

—Tobias la amó mas que a nada, más que a su familia, su deber, incluso más que a

sí mismo. Tal vez en ese aspecto la sangre Herondale sí se impuso en él. Ella estaba en

estado de su primer hijo cuando fue llamado a esa misión en Bravaria. Y ya has escuchado

cómo termina la historia.

Simon asintió, con el corazón prensado nuevamente de pensar en el castigo que

recayó en la esposa de Tobias, Eva, y su hijo aún sin nacer.

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—Lazlo Balogh conoce unicamente la versión de esta historia que les ha sido

transmitida por generaciones de Cazadores de Sombras. Tobias ya no es una persona para

ellos, o un ancestro. És sólo una historia con moraleja. Sólo quedamos unos pocos que lo

recordamos como la clase de chico que de verdad fue.

—¿Cómo lo llegaste a conocer tan bien?— Prguntó Simon. —Yo pensaba que, los

brujos y los cazadores de sombras no estaban exactamente... ya sabes. En términos de

debate.

Realmente Simon pensaba en ellos mas como términos de matanza; por lo que había

aprendido de El codex y sus clases de historia, los antiguos cazadores de sombras habían

ido tras los brujos y los demás Subterraneos como los Big-Game Hunters habían ido tras

los elefantes, de forma deportiva y sanguinaria para luego abandonarlos.

—Esa es una historia distinta—, lo reprendió Catarina. —No te estoy contando mi

historia, te estoy contando la de Tobias. Basta con decir que el era un chico amable incluso

con los Subterráneos, y esa amabilidad fue recordada. Lo que tu sabes, eso que todos los

Cazadores de Sombras creen saber, Tobias era un cobarde que abandonó a sus compañeros

en el corazón de una batalla. Pero la verdad nunca es tan simple, ¿verdad?. Tobias no

quería dejar a su esposa cuando estaba enferma y embarazada, pero de igual forma se fue,

haciendo lo que se le había dicho que hiciera. Inmerso en aquellos bosques de Bavaria,

Tobias encontró a un brujo que conocía sus temores mas grandes, y los usó en su contra.

Encontró la grieta en la armadura de Tobias, manipuló su mente para que pensara que su

esposa estaba en grave peligro. Le mostró una visión en la que Eva estaba sangrando y

muriendo mientras llamaba a gritos a Tobias para que la salvara. Tobias estaba retenido

siendo hechizado y afectado, y el brujo lanzaba visión tras visión de todos los horrores de

este mundo que Tobias no fue capaz de soportar. Y si, Tobias huyó, abandonó a sus

compañeros y se adentró al bosque, siendo aterrado y atormentado por pesadillas

caminantes.

>>Como a todos los Herondale, su habilidad para amar sin medida, sin límites, fue

su mas grande regalo, y a su vez, su más grande maldición. Cuando Tobias se enteró de la

muerte de Eva, se hizo añicos. Yo se a quién culpo por la destrucción de Tobias Herondale.

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—¡Pero ellos no sabían que fue conducido a la locura!— Protestó Simon. —¡Nadie

podría castigarlo por eso!

—Ellos lo sabían—, Le dijo Catarina. —Pero no tuvo importancia, lo que les

importó fue su traición a su deber. Eva nunca estuvo en peligro, por supuesto. No hasta que

Tobias abandonó su puesto. Esa fue la ultima cruel ironía en la vida de Tobias Herondale:

Él condenó a la mujer por la que hubiese dado la vida para salvar. Aquel brujo le había

dado un vistazo del futuro. Un futuro que nunca hubiese ocurrido si Tobias hubiese sido

capaz de resistirlo. Él no podía resistir. Él no podía ser encontrado. Así que La Clave fue

por Eva.

—Tu estuviste allí—. Simon adivinó.

—Lo estuve—. Ella confirmó.

—¿Y no intentaste detenerlos?

—No perdí mi tiempo intentándolo, no. Los Nefilims no prestan atención a las

interferencias de los Subterráneos. Solo un idiota se interpondría entre los Cazadores de

Sombras y sus leyes.

Había algo en la forma en la que ella lo dijo, algo torcido y doloroso al mismo

tiempo que lo hizo preguntar, —Tú fuiste una idiota, ¿verdad?

Ella le dedicó una sonrisa. —Es peligroso llamar a una bruja de esa forma, Simon.

Pero... sí. Traté. Busqué a Tobias Herondale, usando vías a las que los nefilim no tenían

acceso, y lo encontré vagando en la locura por el bosque. Ni siquiera recordando su propio

nombre—. Ella inclinó su rostro. —No pude salvarlo a él o a Eva. Pero salvé a bebé. Logré

lo suficiente.

—Pero cómo? ¿Donde...—

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—Usé cierta cantidad de magia para adentrarme a la prisión de los Cazadores de

Sombras. Aquella en la que tú estuviste alguna vez, —Dijo Catarina interrumpiéndolo. —

Hice que el bebé naciera antes, y lancé un hechizo para hacer a Eva lucir como si aún

estuviese embarazada. Eva fue la estela esa noche. Implacable y brillante en esa oscuridad

que se había cernido ante ella. No vaciló, No se inmutó y no se traicionó a sí misma

mientras hacía su camino hasta su muerte. Guardó nuestro secreto hasta el final, y los

Cazadores de Sombras que la asesinaron nunca sospecharon nada. Luego de eso, casi fue

fácil. Los Nefilim muy pocas raras veces muestran interés en las cuestiones de los

Subterráneos. Y los subterráneos tienden a utilizar sus habilidades para su conveniencia.

Ellos ni siquiera notaron mientras hacía mi camino al nuevo mundo con un pequeño en mis

brazos. Me instalé por veinte años , antes de volver a mis asuntos y mi trabajo, y crié al

niño hasta que creció. El ha sido cenizas por años, pero cierro mis ojos y puedo ver su

rostro cuando era tan joven como tú lo eres ahora. El hijo de Eva y Tobias. Él era un chico

tan dulce como su padre, y a la vez feroz como su madre.

>>Los Nefilim creen en vivir bajo leyes fuertes y pagar altos precios. Pero su

arrogancia significa que no entienden totalmente el precio de lo que hacen. El mundo

hubiese sido mucho más lastimero sin ése chico entre él. Tuvo un amor mundano, y una

vida mundana adornado con pequeños actos de gracia, los cuales hubiesen significado muy

poco para un Cazador de Sombras. Ellos no lo merecían. Lo dejé como un regalo hacia el

universo mundano.

—Entonces ¿me estás diciendo que hay otro Herondale en algún lugar? ¿Tal vez

generaciones de Herondales de las que nadie sabe nada?— Había una línea en El Talmud

que el padre de Simon solía recitar: ―él que salva una única vida, puede contar como si

hubiese salvado al mundo entero.‖

—Es posible—. Decía Catarina. —Me aseguré de que el chico nunca supiera qué

era. Era más seguro de esa forma. Si su linaje aun vive, seguramente se creen a sí mismos

mundanos. Es en estos tiempos, que los Cazadores de Sombras están tan escasos, que la

Clave podría recibir a sus hijos e hijas perdidas de vuelta. Y tal vez hay algunos de

nosotros que podrían ayudar en eso. En el momento adecuado.

—¿Por qué me está contando todo esto, Señorita Loss? ¿Porque ahora? ¿Por qué si

quiera?.

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Ella dejó de caminar y se giró hacia él. Su cabello blanco-plateado siendo ondeado

por el viento.

—Salvar a ése pequeño es el crimen más grande que alguna vez he cometido. Al

menos, de acuerdo a las leyes de los Cazadores de Sombras. Si alguien se enterara, incluso

ahora...— Sacudió su cabeza. —Pero también es la elección más valiente que alguna vez he

hecho. La que más me enorgullece. Me atan los acuerdos como a todos los demás, Simon.

Hago mi mejor esfuerzo por vivir bajo la Ley. Pero tomo mis propias decisiones. Siempre

hay una ley más importante.

—Dijiste que siempre es facil saber lo que es,— Dijo Simon. —Estar seguro de tí

mismo, de que estás en lo cierto, sin importar qué diga la Ley.

—No es facil,— Catarina lo corrigió. —Eso es lo que significa estar vivo. Recuerda

lo que dije, Simon. Cada decisión que hagas, te hace. Nunca dejes que otras personas elijan

quién vas a ser.

***

Cuando Simon regresó a su habitación, con la mente revuelta, encontró a George

sentado en el pasillo estudiando su Codex.

—Um, ¿George?— Simon miró hiacia abajo a su compañero de habitación. —¿No

sería mas sencillo hacer eso adentro, donde hay luz, y no hay sustancias desagradables en el

suelo? Bueno... —Suspiró. —Menos sustancias desagradables, por lo menos.

—Ella dijo que debía esperar aquí, —Contestó George. —Que ustedes dos iban a

necesitar privacidad.

—¿Quién dijo?— Pero la pregunta sobraba, porque ¿quién mas?. Antes de que

George pudiese contestar, él ya estaba abriendo la puerta y entrando. —Isabelle, no puedes

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simplemente llegar y arrojar a mi compañero...— Se detuvo tan repentinamente que casi

sale disparado hacia atrás.

—No soy Isabelle, — Dijo la chica sentada en su cama. Su cabellera rojiza estaba

acomodada de cualquier forma en una coleta y sus piernas estaban cruzadas frente a ella; se

veía como si estuviese en casa, como si hubiese pasado la mitad de su vida rondando en la

cama de él. Lo cual, ella recordaba, había hecho.

—¿Que estás haciendo aquí, Clary?

—Entré por un portal.— Contestó ella.

El asintió, esperando. Le alegraba verla, pero también le dolía, como siempre

pasaba. Se preguntó cuando se iría el dolor y se encontraría dispuesto a disfrutar de la

amistad la cual sabía que aún estaba ahí, como una planta bajo el suelo congelado,

esperando para crecer de nuevo.

—Oí sobre lo que pasó hoy. Con la Vampiro e Isabelle.

Simon se guió a sí mismo hasta la cama de George para quedar frente a ella. —

Estoy bien, ¿de acuerdo? No hay marcas de mordidas ni nada. Es lindo de tu parte que te

preocupes por mi, pero no puedes simplemente hacer un portal hacia aquí y—.

Clary resopló.—Veo que tu ego está ileso. No estoy aquí porque estoy preocupada

por ti, Simon.

—Oh. En ese caso...

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—Estoy preocupada por Isabelle.

—Estoy bastante seguro de que Isabelle puede cuidarse a sí misma.

—No la conoces, Simon. Quiero decir, ya no más. Y si se entera de que estuve aquí,

me asesinaría, pero... ¿Puedes solo tratar de ser un poco más amable con ella? ¿Por favor?

Simon estaba anonado. Sabía que había decepcionado a Isabelle, que su sola

existencia era una decepción constante para ella, que ella quería que él fuese alguien más.

Pero nunca se le hubiera ocurrido que Él, la no-vampiro, no-heroica, no-sexy versión

Simon Lewis sería capaz de hacerle daño .

—Lo siento,— Le espetó. —¡Dile que lo siento!

—¿Es una broma?— Dijo Clary. — ¿No escuchaste la parte en la que dije que ella

me asesinaría si se entera de que estuve hablándote de esto? No le diré nada. Te estoy

diciendo a ti. Ten cuidado con ella. Es más frágil de lo que deja ver.

—Ella parece ser la chica mas fuerte que alguna vez conocí—. Dijo Simon.

—Y lo es, también.— Clary concordó. Se removió algo incomoda, y se acomodó

para ponerse de pié.—Bueno, debería... quiero decir, sé que no quieres que yo esté por aquí,

así que...

—No, no es eso. Solo que...

—No, lo entiendo, pero...

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—Lo siento...

—Lo siento...

Ambos rieron, y Simon sintió algo relajándose en su pecho, algo que él ni siquiera

sabía que estaba tenso.

—Esto no solía ser así. Huh?— Él preguntó.— ¿Incomodo?

—No,— Ella le dedicó una sonrisa triste.— Era de muchas maneras, pero nunca fue

incomodo.

Simon no podía siquiera imaginarlo, sentirse tan relajado con una chica. Mucho

menos con una chica como ella: linda, confiada, y llena de luz. —Apuesto que me la

pasaba bien.

—Eso espero, Simon.

—Clary..— Él no quería que ella se fuese, no todavía, pero no estaba seguro de qué

decir para que ella se quedara. —¿Conoces la historia de Tobias Herondale?

—Todo el mundo conoce esa historia, — Dijo ella. —Y por supuesto, por Jace...

Simon parpadeó, recordando: Jace es un Herondale. El último de los Herondale. O

eso él pensaba.

Si él tenía familia por allí, perdidas por generaciones, el querría saber ¿verdad? ¿Se

supone que Simon le diría? ¿Decirle a Clary?

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El imaginaba a un Herondale perdido fuera de ahí, alguna chica o chico de ojos

dorados quien no conocía nada sobre los Cazadores de Sombras o ese legado sórdido.

Quizás ellos darían la bienvenida a encontrar quienes en realidad eran, pero quizás, si Clary

y Jace vinieran tocando la puerta, contándoles a ellos historias de ángeles y demonios y una

noble tradición de la locura que desafía la muerte, ellos presuntamente se irían corriendo

gritando en la dirección opuesta.

Algunas veces, Simon se preguntaba que hubiese sucedido si Magnus nunca lo

hubiera encontrado, si nunca le hubiese ofrecido la oportunidad de entrar de nuevo al

mundo de los Cazadores de Sombras. El habría estado viviendo una mentira, por supuesto,

pero estaría siendo una feliz mentira. Él tendría que estar yendo a la Universidad, seguir

tocando con su banda, flirteando con alguna chica no – aterradora, viviendo en la superficie

de las cosas, nunca adivinando la oscuridad que yacía debajo.

El suponía que en su otra vida, diciéndole a Clary lo que sabía que nunca fue una

pregunta; suponía que ellos eran del tipo de amigos que se contaban todo uno a otro.

Ellos ya no eran ese tipo de amigos ahora, él se lo recordó. Ella era una desconocida

que lo amaba, pero ella seguía siendo una desconocida.

-―¿Qué piensas tú sobre esto?‖ Él le pregunto a ella. –―¿Lo que la Clave quiere

hacer con el hijo y la esposa de Tobias?‖.

-―¿Tu qué crees que pienso?‖ Clary preguntó. –―¿Teniendo en cuenta quien fue mi

padre? ¿Ante lo ocurrido con los padres de Jace, y como el sobrevivió? ¿Acaso no es

obvio?‖

Puede haber sido obvio para alguien que los conociera a ellos y a sus historias, pero

no para Simon.

Su rostro se cayó. –―Oh‖

Su confusión era muy notable. Y como era su decepción como si ella estuviera

recordando de nuevo quien fue el, y quien el ya no era.

-―Eso no importa. Solo digamos que solo pienso sobre las leyes, pero esa no es la

única cosa que importa. Me refiero, si seguimos las leyes sin pensar, cuando tú y yo

tendríamos…‖

-―¿Qué?‖

Ella sacudió su cabeza. –―No, me prometí que no iba a seguir haciendo esto. Tú no

necesitas un manojo de historias sobre lo que nos pasó, quien tú solías ser. Tú tienes que

averiguar quién eres ahora, Simon. Eso es lo que quiero para ti, eso es libertad.‖

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A él le asombraba, lo bien que ella lo entendía. Como ella sabía que era lo que él

quería sin tener que preguntarle.

Él tuvo el valor de preguntarle algo a ella que había estado queriéndole preguntar

desde que llego a la Academia. –―Clary, cuando nosotros volvimos a ser amigos, antes de

que tu conocieras sobre los Cazadores de Sombras o lo que sea, ¿Tú y yo éramos… los

mismos?‖

-―¿Los mismos cómo?‖

Él se encogió de hombros. –―Tu sabes, en música rara y comics y, como, realmente

no en el gimnasio.‖

-―Te refieres, a que si nosotros ¿Éramos unos nerds torpes?‖ Clary preguntó,

riéndose otra vez. –―Eso es correcto‖.

-―Pero ahora tú eres‖ El agitó una mano a ella, indicando sus tensos bíceps, la forma

grácil, coordinada en el que ella se mueve, todo lo que él conocía del pasado y presente de

ella. –―Tu eres como este guerrero de Amazon.‖

-―¿Gracias? ¿Eso creo? Jace es un buen entrenador. Y, ya sabes, no había incentivo

para ponerse al día muy rápido. Tener que defenderse del apocalipsis y todo eso. Dos

veces.‖

-―Bien. Y supongo que esto está en tú sangre. Me refiero, que eso tiene sentido que

serías buena en todo esto.‖

-―Simon‖ – Ella entrecerró los ojos, de repente parecía entender a lo que él quería

llegar. ―¿Te has dado cuenta que ser un Cazador de Sombras no se trata de que tan grandes

son tus músculos, verdad? Ellos no se llaman Academia de Musculación.‖

Él se froto con tristeza sus adoloridos bíceps. –―Quizás ellos deberían.‖

-―Simon, tu no estarías aquí si las personas a cargo no pensaran que tienes lo que se

necesita.‖

-―Ellos piensan que él tiene lo que necesitan.‖ Simon la corrigió. –―El chico

vampiro con súper fuerza y cualquier otra cosa que los vampiros tengan sobre la mesa.‖

Clary consiguió acercarse lo suficiente para darle un codazo en su pecho, y lo hizo,

con fuerza. –―No, tú. Simon, ¿Sabes cómo hicimos para llegar tan lejos por lo que hicimos

en esa dimensión de los demonios? ¿Cómo no las arreglamos para conseguir a Sebastian lo

suficientemente cerca para derribarlo?‖

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―No, ¿Pero supongo que estuvieron envueltos en una cantidad de asesinatos de

demonios?‖ Simon preguntó.

-―No tanto como pudo haber sido, porque a ti se te ocurrió una mejor estrategia,‖

Clary dijo. –―Algo que has calculado por todos esos años jugando D&D.‖

-―Espera, ¿En serio? ¿Me estás diciendo que toda esa cosa actualmente está en la

vida real?‖

-―Te estoy diciendo esto. Te estoy diciendo que tú nos salvaste a nosotros, Simon.

Tú lo hiciste más de una vez. No porque eras un vampiro, no a causa de todo lo que has

perdido. A causa de quien tú eras. Sigues siendo todavía.‖ Ella se apartó entonces y tomo

aire. –―Me prometí que no haría esto.‖ Ella dijo furiosamente. ―Me lo prometí.‖

-―No‖ Él dijo. –―Me alegro que lo hayas hecho. Me alegro que hayas venido.‖

-―Debo salir de aquí‖ Clary dijo. –―Pero intenta pensar sobre Izzy ¿Está bien? Sé

que no puedes entender esto, pero cada vez que la miras es como si ella fuera una extraña,

es como… Es como si alguien presionara un hierro caliente sobre su carne. Me duele

mucho.‖

Ella sonaba tan certera, como si supiera. Como que tal vez ellos no hablarían más

sobre Isabelle.

Simon sintió entonces, no la punzada de cariño que suele experimentar cuando

Clary le sonrió, pero si una ráfaga contundente de amor que casi lo barrio de sus pies y lo

llevaba a sus brazos. Por primera vez, el la miró, y ella ya no era una extraña, ella era

Clary, su amiga. Su familia. La chica que había jurado siempre proteger. La chica que

amaba tan ferozmente tanto como él se amaba así mismo.

-―Clary‖ Él dijo. –―Cuando nosotros éramos amigos, fue genial, ¿Cierto? Me

refiero, que no estoy solo imaginando cosas, ¿Sintiendo como que aquí es donde

pertenecemos? Nos teníamos uno al otro, nos apoyábamos uno al otro. Éramos buenos

juntos, ¿Cierto?

Su sonrisa se volvió de triste a otra cosa, algo que brillaba con la misma certeza que

el sentía, que había algo real entre ellos. Era como si él hubiera encendido una luz en su

interior.

-―Oh, Simon‖ Ella dijo. –―Nosotros éramos absolutamente increíbles.‖

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