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UNIDAD 2
LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA
EUROPA NAPOLEÓNICA
LAS REVOLUCIONES LIBERALES BURGUESAS O
REVOLUCIONES ATLÁNTICAS
Revolución es el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado
inmediato. Los cambios revolucionarios, además de radicales y profundos, y sobre todo
traer consecuencias trascendentales, han de percibirse como súbitos y violentos, como
una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior
de las cosas, que afecte de forma decisiva a las estructuras.
Desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX se produjo una serie de
revoluciones a las que se conoce como Revoluciones Liberales Burguesas, porque
ideológicamente se sustentaron en el liberalismo y socialmente supusieron el ascenso de
la burguesía como nueva clase dominante en Europa y América. También se denomina
Revoluciones Atlánticas a aquellos movimientos revolucionarios que, entre 1770 y
1850, acabaron con las monarquías absolutistas europeas y provocaron, entre otros, el
nacimiento de los Estados Unidos en América, para después de la independencia de las
colonias inglesas en Norteamérica sacudir a otros estados, como Irlanda, los Países
Bajos, Francia y Polonia. Las colonias españolas de América cerrarán este primer asalto
revolucionario. Otros dos movimientos revolucionarios se sucederán en Europa
(después de la oleada de 1820) en 1830 y 1848.
LA REVOLUCIÓN AMERICANA: LA INDEPENDENCIA DE
LAS COLONIAS
Las Trece Colonias británicas de la costa atlántica de Norteamérica protagonizaron a
fines del siglo XVIII la primera insurrección colonial contra la metrópoli, Gran Bretaña.
Las colonias tenían una población de un millón y medio de personas aproximadamente,
de gran diversidad y alto nivel cultural, constituida por inmigrantes procedentes de
Inglaterra y de otros países europeos que en su mayoría eran pobres, disidentes
religiosos y políticos o delincuentes.
La economía de las colonias estaba basada en la agricultura. En el norte abundaban las
pequeñas granjas de cereales, hortalizas y ganadería; las colonias del sur tenían
plantaciones de cultivos destinados a la exportación - tabaco, azúcar, arroz- trabajadas
por numerosos esclavos negros importados de África.
La actividad comercial era muy importante. Debido al monopolio comercial de Gran
Bretaña, que se reservaba la exportación de todos los productos coloniales de interés
económico y estratégico, las colonias sólo podían comerciar con ésta y en barcos
británicos, lo que perjudicaba a los comerciantes americanos, que efectuaban un intenso
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comercio ilegal para burlar las normas. A cambio Inglaterra les protegía de sus
enemigos.
La sociedad era esencialmente rural, más igualitaria en el Norte y más aristocrática en el
Sur, aunque predominaba en general una amplia clase media. Los núcleos urbanos eran
pocos y de reducido tamaño, destacando Boston, Nueva York o Filadelfia. En ellos
vivía una burguesía ilustrada, de elevada formación intelectual, animada por las ideas de
libertad e igualdad que llegaban de Europa.
Políticamente, los colonos eran súbditos del rey inglés. Cada colonia estaba regida por
un Gobernador, nombrado por la metrópoli, asesorado por un consejo. Una Asamblea,
elegida por los colonos mediante sufragio restringido y formada por la minoría más
destacada, poseía ciertas funciones legislativas, como la aprobación de nuevos
impuestos.
La rebelión de las Trece Colonias americanas contra Gran Bretaña fue debida a la
defensa de sus intereses perjudicados por la política colonial de Jorge III.
El gobierno británico tras su triunfo en la Guerra de los Siete Años (1756-1763)
debida a rivalidades coloniales con Francia y España, decidió imponer a los colonos
nuevas tasas e impuestos directos (sobre el papel sellado o timbre y el azúcar) para
sufragar los gastos ocasionados por la guerra, ya que las colonias eran las principales
beneficiarias de la misma.
Los disgustados comerciantes y gentes ilustradas rechazaron estas leyes que no habían
votado, ya que no tenían representantes en el Parlamento de Londres, ni tampoco habían
sido aprobadas por las Asambleas coloniales. En 1765 manifestaron su desacuerdo con
motines y negándose a importar mercancías inglesas, logrando suprimir la ley del
timbre. En 1767 el Parlamento estableció gravámenes sobre el papel, plomo, vidrio y té.
La burguesía colonial recurrió de nuevo al boicot y todos los impuestos fueron abolidos
menos el que gravaba el té.
En 1773 protestaron porque el Gobierno había concedido a la Compañía de las Indias
Orientales el monopolio de la venta del té. En el puerto de Boston (Massachussets) unos
desconocidos disfrazados de indios lanzaron al mar el cargamento de té de los barcos de
la Compañía. Es el episodio llamado Motín de Boston (Motín del Té). Los ingleses
respondieron en 1774 cerrando el puerto y con medidas de castigo contra los habitantes
de la colonia de Massachussets, lo que dio origen a nuevas revueltas y al inicio de la
guerra.
La Guerra de Independencia
Las medidas de castigo inglesas provocaron un movimiento de solidaridad entre las
trece colonias, cuyos representantes celebraron un Primer Congreso Continental en
Filadelfia que proclamó su lealtad al rey pero decretó un boicot total al comercio inglés.
Al tiempo se iniciaban los preparativos militares. Un pequeño enfrentamiento con las
tropas inglesas en Concord en abril de 1775 fue el comienzo de la rebelión armada. Los
colonos sitiaron Boston, base de las tropas reales.
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El Segundo Congreso Continental de representantes de las colonias, reunidos en
Filadelfia, nombró a George Washington general en jefe del ejército rebelde que
obligó a los ingleses a evacuar Boston.
El 4 de julio de 1776 el Congreso redactó la Declaración de Independencia de Estados
Unidos de América, cuyo preámbulo fue escrito por Thomas Jefferson. Dicha
declaración expresaba los principios que impulsaban su revuelta: el derecho de todos a
la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad y el deber de los gobernantes de respetar
los «derechos inalienables» del pueblo.
« Sostenemos como evidentes por sí mismas estas verdades: que todos los hombres son
creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que
entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. Que para
garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres, los gobiernos derivan sus
poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una
forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a
reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y
a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores
probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. »
Preámbulo de la Declaración de Independencia de Estados Unidos
La guerra fue larga. Inglaterra creyó que bastaría con el bloqueo de los puertos
norteamericanos para someter a las colonias. Su ejército estaba compuesto
mayoritariamente por mercenarios alemanes, inadaptados al terreno. Los patriotas por
su parte estaban desorganizados y sin recursos, sus tropas estaban compuestas de
voluntarios.
En 1777 los norteamericanos obtuvieron la victoria de Saratoga, con lo que se liberaron
las colonias del norte y centro. Benjamín Franklin, famoso científico ilustrado, fue
nombrado embajador de Estados Unidos y mandado a París para conseguir aliados.
Francia y España entraron en la guerra para perjudicar a su rival, Inglaterra. Los
insurgentes recibieron ayuda en forma de material de guerra, empréstitos y voluntarios
europeos, como Lafayette. Holanda, aunque se mantuvo neutral, también aportó armas
y material naval.
En el sur el ejército inglés fue derrotado en Yorktown (19 de octubre de 1781) por las
tropas americanas de George Washington, primer presidente de los Estados Unidos de
América, con lo que finalizó la guerra.
En el Tratado de París de 1783, Inglaterra reconoció la independencia de Estados
Unidos y les concedió territorios entre los Apalaches y el Mississipi. España recuperó la
Florida.
El nacimiento de los Estados Unidos de América
Las trece colonias, convertidas en Estados, reformaron su sistema de gobierno ya
durante la guerra, que las dejó sumidas en una desastrosa situación económica con una
elevada inflación y cargadas de deudas. En un primer momento, celosas de su soberanía,
acordaron organizarse en una Confederación con un Congreso que las coordinaba con
capacidad legislativa pero no ejecutiva. Esta fórmula no resultó afortunada. En 1787 se
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reunió un Congreso de representantes de todos los Estados en Filadelfia para revisar la
Confederación. Los congresistas estaban divididos entre los partidarios de un gobierno
federal fuerte (federalistas), como Alexander Hamilton y John Adams y los que pedían
mayor autonomía para los Estados (republicanos), como Thomas Jefferson. Finalmente
se llegó a un compromiso entre ambas posturas.
El Congreso redactará en 1787 la primera Constitución escrita de la historia que
cambiará el sistema político del país.
El nuevo Estado tendría una estructura federal. Cada Estado tenia su propio gobierno,
que podía tomar decisiones en determinados asuntos (policía, salud, enseñanza,
justicia…) y por encima de ellos estaba un gobierno federal fuerte, responsable de la
política exterior, defensa, comercio, impuestos y moneda del país.
El texto constitucional establecía una forma de gobierno republicana y aseguraba la
separación y el equilibrio de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). El poder
ejecutivo quedó en manos del Presidente con amplios poderes. Su mandato duraba
cuatro años siendo elegido por los compromisarios de cada Estado. George
Washington fue elegido primer presidente de los Estados Unidos de América.
El poder legislativo residía en el Congreso, dividido en dos cámaras:
1. La Cámara de Representantes, elegidos por sufragio directo cada dos años en
que cada Estado tendría un número de representantes proporcional al de su
población
2. El Senado, en que cada Estado tendría dos representantes.
El poder judicial residía en el Tribunal Supremo formado por nueve miembros
nombrados por el presidente. La Constitución fue ratificada en 1788 y se completaba
con una Declaración de Derechos que garantizaba la libertad de religión, de prensa, de
expresión, de reunión, de petición y el derecho a ser juzgado por un jurado. Asimismo
nadie podía ser privado de su vida, de su libertad o de su propiedad, sin un
procedimiento judicial adecuado. La esclavitud no fue abolida en los Estados del Sur.
La revolución americana constituye el primer ejemplo de revolución triunfante
basada en los principios del liberalismo político lo que explica lo que explica su
impacto en el resto del mundo, En Europa inspiró la lucha revolucionaria de la
burguesía.
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Las causas de la revolución
Las causas son complejas y variadas, ya que intervinieron factores políticos,
económicos, sociales e ideológicos. Francia, en la que desde 1774 gobernaba de forma
absoluta y por derecho divino Luis XVI, se hallaba sumida en una profunda crisis en la
década de 1780.
La sociedad francesa prerrevolucionaria era estamental. La nobleza y el clero eran los
estamentos privilegiados; apenas suponían el 1% de la población, pero detentaban el
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poder político y social y estaban apegados a sus derechos señoriales y exentos del pago
de impuestos. El Tercer Estado aglutinaba a la mayoría de la población (el 99%).
Dentro de él, había grandes diferencias de estatus y riqueza. La burguesía, enriquecida
por el desarrollo del capitalismo en la industria y en el comercio, trataba de comprar
cargos y títulos nobiliarios pues les aportaban riqueza. Aunque no tuviera aún
conciencia de clase, la burguesía rechazaba la sociedad tradicional, los privilegios y el
absolutismo y aspiraba a intervenir en el gobierno de la nación, alentada por las ideas
ilustradas y el ejemplo de la Guerra de la Independencia americana.
Era una sociedad esencialmente rural. Los campesinos suponían el 80% de la población
y estaban agobiados por los excesivos impuestos que pagaban al rey —la talla, la
gabela— los derechos feudales al señor —rentas y las odiosas corveas— y el diezmo a
la Iglesia. Las crisis económicas eran constantes desde 1763, motivadas por las
continuas y largas guerras y la mala administración, pero la crisis de 1788 agravó la
situación: las malas cosechas trajeron escasez de alimentos y hambre, así como el
descenso generalizado de los precios agrícolas que la nobleza terrateniente intentó
compensar aumentando los tributos, lo que generó disturbios y protestas de los
campesinos. Los artesanos y obreros de las ciudades se habían empobrecido también a
causa de la crisis económica, que trajo consigo hambre, paro y frecuentes motines de
subsistencia.
El descontento era general. A ello hay que sumar las críticas que los pensadores de la
Ilustración —Montesquieu, Voltaire, Rousseau y los enciclopedistas— hacían al
absolutismo real y al gobierno que se mostraba incapaz para hacer frente a los
problemas de Estado. También criticaban a la Iglesia.
Pero la causa fundamental para el estallido de la Revolución fue la crisis financiera.
Desde 1783 las finanzas se hallaban en una situación crítica debido a los enormes gastos
de la Corte, los costes de la guerra de los Siete Años y al pago de los intereses de la
enorme deuda por los préstamos a los colonos durante la guerra de la Independencia de
Estados Unidos (1775—1783).
La monarquía francesa se vio obligada a tratar de reducir la inmunidad de la nobleza en
lo relativo a los impuestos para sanear la Hacienda y hacer frente a la crisis. Pero la
hostilidad de la nobleza y el clero ante la reforma fiscal y social hizo fracasar los
sucesivos intentos de los ministros reales (Turgot, Necker, Calonne y Brienne) para
eliminar los privilegios fiscales y racionalizar el sistema de tributos. Luis XVI se mostró
indeciso e incapaz ante la situación.
Inicios de la revolución
La Revolución Francesa se inició con una Revuelta de los privilegiados. Calonne había
tratado de convencer a una Asamblea de Notables reunidos en Versalles en febrero de
1787, de que aceptasen un impuesto territorial universal, la reducción de la talla y la
gabela y la abolición de las aduanas interiores, pero rechazaron estas medidas. Su
sucesor, Brienne, lo intentó de nuevo pero los notables respondieron que solamente una
asamblea de representantes de los tres órdenes podría aprobar tal reforma y reclamaron
una reunión de los Estados Generales, un cuerpo consultivo que reunía a los
representantes de los tres estamentos y se había reunido por última vez en 1614. Brienne
se dirigió al Parlamento de París, el más importante y controlado por la nobleza, que
rechazó también el subsidio territorial y pidió la reunión de los Estados Generales. El
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gobierno quiso suprimir los Parlamentos, pero se resistieron. En julio de 1788 Luis XVI
decidió convocar los Estados Generales para mayo de 1789. Brienne fue reemplazado
por Necker.
Los electores de los diversos estamentos se apresuraron a designar a sus diputados. Los
del Tercer Estado prefirieron elegir como representantes a los burgueses. Se
comenzaron a redactar unos Cuadernos de Quejas (cahiers de doléances) en los que
los franceses expresaban sus reivindicaciones. Todos coincidían en manifestar su lealtad
al rey. Los del clero y la nobleza se mostraban defensores de los privilegios. Los del
Tercer Estado expresaban, más que la opinión de los campesinos y artesanos, la opinión
de la burguesía que solicitaba un cambio político. Los campesinos se quejaban de las
cargas materiales y los tributos señoriales que soportaban. Son una fuente incomparable
para los historiadores.
Gracias a la suspensión de la censura en la prensa, se distribuyeron numerosos
panfletos, el más difundido fue el del abate Sieyès titulado ¿Qué es el Tercer Estado?
que afirmaba que el estado llano era la nación. También hubo debates y discusiones
sobre si los tres órdenes debían reunirse por separado, como deseaban los estamentos
privilegiados, o en una cámara común, como quería el Tercer Estado.
Luis XVI vacilaba. Al final aceptó duplicar el número de representantes del tercer
estado, pero no se pronunció sobre la forma de efectuar las votaciones.
El proceso revolucionario
La Asamblea Nacional
El 5 de mayo de 1789 se reunieron en Versalles los Estados Generales, compuestos por
270 diputados de la nobleza, 291 del clero y 578 del Tercer Estado. Los diputados del
Tercer Estado reclamaron el voto por cabeza e invitaron a los otros estamentos a que se
les unieran. Sólo lo hicieron algunos miembros del bajo clero.
El 17 de junio, a propuesta de Sieyès, los diputados decidieron constituirse en
Asamblea Nacional. La mayor parte del clero y 80 nobles se unieron al Tercer Estado.
Luis XVI ordena cerrar la sala de reuniones y los diputados indignados se reunirán
entonces en la Sala del Juego de Pelota. Dirigidos por Mirabeau juraron no separarse
hasta que hubiesen elaborado una Constitución a Francia. Era una auténtica revolución
jurídica, que significaba el triunfo del principio de soberanía nacional y el fin de la
monarquía absoluta.
La Asamblea Constituyente (1789-1791)
El 9 de julio, la nueva Asamblea se transformó en constituyente al decidir preparar una
Constitución. Luis XVI, mal aconsejado por la reina Maria Antonieta y otros miembros
de su Corte, no quiso aceptar esta revolución pacífica. Destituyó a Necker y concentró
tropas cerca de París, que se sublevó, iniciando la revolución violenta.
Los parisinos, en busca de armas, asaltaron el 14 de julio la Bastilla, una fortaleza y
prisión, que era símbolo del absolutismo. Se formó un Ayuntamiento revolucionario y
una Guardia Nacional, dirigida por La Fayette. Surgió la escarapela tricolor (azul,
blanca y roja) que pasó a ser la bandera nacional. El rey cedió a retirar las tropas y
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volvió a llamar a Necker. Acudió a París en medio del entusiasmo popular aceptando el
nuevo poder municipal. Otras ciudades siguieron el ejemplo de París.
Mientras tanto tuvo lugar la revolución campesina. El miedo se extendió ante los
rumores de una conspiración de aristócratas y se desencadenó la Grande Peur —el
Gran Miedo—, que provocó desórdenes y disturbios por todo el país con el asalto de
los campesinos a los castillos, la quema de archivos y la muerte de nobles.
La Asamblea Nacional, inquieta ante estos hechos, decidió la noche del 4 de agosto
decretar la abolición del régimen feudal, aunque se otorgaban compensaciones a la
nobleza propietaria, y se suprimió el diezmo. En otras leyes se prohibía la venta de
cargos públicos y la exención tributaria de los estamentos privilegiados.
Posteriormente, el 26 de agosto de 1789, la Asamblea aprobó la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano. Es un documento fundamental cuyos
principales inspiradores fueron Mirabeau y Sieyés. Este breve texto —constaba de un
preámbulo y diecisiete artículos— proclamaba que los hombres son libres e iguales y
que tienen todos los mismos derechos «naturales e imprescriptibles»: la libertad, la
propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión; afirmaba la idea de que el poder
está en la Nación — Soberanía Nacional— y que la ley es la expresión de la voluntad
popular; defendía la separación de poderes; proclamaba las libertades de opinión y
expresión; establecía la igualdad judicial y la igualdad fiscal. 1 Este texto constituye el
primer documento del liberalismo político. La Asamblea formuló también los tres
principios de la Revolución: «Liberté, Égalité, Fraternité»(«Libertad, Igualdad,
Fraternidad»).
Luis XVI se negó a sancionar la Declaración y los decretos aprobados el 4 de agosto.
Estalló una nueva revuelta popular atizada por la escasez de alimentos y la carestía. El 5
de octubre, una manifestación de mujeres fue a Versalles y obligó al rey a sancionar
estos decretos y a trasladarse a París con su familia.
La Asamblea Nacional habia heredado el problema financiero de la monarquia y para
solucionarlo procedió a nacionalizar los bienes de la Iglesia; a cambio el Estado se
comprometía a sostener el culto y el clero. Estos bienes sirvieron para respaldar la
emisión de papel moneda, los asignados, que pronto empezaron a depreciarse. Las
tierras nacionalizadas fueron subastadas en grandes lotes. La Asamblea quería facilitar a
los campesinos el acceso a la propiedad de estas tierras, pero como no tenían dinero,
fueron los campesinos adinerados, la burguesía y la nobleza los que se beneficiaron de
la venta de los bienes nacionales.
La Asamblea también emprendió la reforma de la Iglesia. En febrero de 1790 suprimió
las órdenes religiosas excepto las dedicadas a enseñanza y hospitales. El 12 de julio
aprobó la Constitución civil del clero, que permitía la separación de Iglesia y Estado.
Los obispos y los curas serían elegidos como los demás funcionarios. Se exigió al clero
el juramento de fidelidad al rey, a la nación y a la Constitución. Esto provocó la división
de los clérigos, entre juramentados y refractarios, y una profunda fractura en la
sociedad.
En junio de 1791 la familia real huyó de París para reunirse con el ejército absolutista en
Austria pero fueron arrestados en Varennes y devueltos a París. Su doblez y traición
desprestigió a la monarquía.
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La Asamblea aprobó la Constitución de 1791 que definía una Monarquía
Constitucional como sistema político y consagraba el principio de la soberanía nacional.
Establecía la división de poderes: el rey tenía el poder ejecutivo, nombraba y destituía a
sus ministros, se le reconocía derecho al veto suspensivo durante cuatro años para la
aplicación de un decreto votado por la Asamblea, El poder legislativo residía en una
cámara única —la Asamblea Legislativa— elegida cada dos años por ciudadanos
mayores de 25 años que pagasen un impuesto directo equivalente como mínimo a tres
días de jornal (ciudadanos activos). Era el llamado sufragio censitario. Los ciudadanos
pasivos y las mujeres fueron excluidos. El poder judicial residía en los jueces, siendo el
Tribunal Supremo la institución más alta.
La obra legislativa de la Asamblea Constituyente se completó con una reforma
administrativa que uniformizó los gobiernos locales en todo el país, y con una
legislación económica basada en el liberalismo económico: libertad de propiedad, de
comercio, de producción y de trabajo. Los gremios fueron abolidos y la ley Le
Chapelier (1791) impuso un libre mercado del trabajo pero prohibía las asociaciones de
trabajadores. La liberalización de la economía provocó la hostilidad de las clases
populares, tanto en el campo como en la ciudad.
A la vez se iban perfilando los distintos grupos políticos de los diputados en la
Asamblea. Por una parte estaban los aristócratas conservadores o negros, defensores de
las prerrogativas reales y del antiguo orden, que eran pocos y se sentaban a la derecha
en la cámara. Por otra estaban los patriotas, que defendían la limitación del poder real,
aunque existían diferencias entre ellos: la gran mayoría eran los monárquicos
moderados o constitucionales, como La Fayette o Talleyrand, que eran nobles liberales,
si bien la mayoría eran burgueses. Los patriotas más radicales, como Barnave y
Robespierre, se sentaban a la izquierda. Eran miembros del famoso Club de los
Jacobinos que se reunía en el convento de la calle Saint Honoré de París. Otro destacado
fue el Club de los Cordeleros, dirigido por Danton. Al margen de estos grupos de la
Asamblea se hallaban, el petit peuple o la canalla y los contrarrevolucionarios en el
exilio.
La Asamblea Legislativa (1791-1792)
La Asamblea, elegida por sufragio censitario, comenzó sus sesiones en octubre de
1791. Estaba compuesta por 745 diputados jóvenes, divididos en monárquicos
constitucionales (264), a la derecha, y una izquierda de tendencia republicana (136),
compuesta mayoritariamente por moderados girondinos, como Brissot, frente a los
extremistas jacobinos. El centro era «La Llanura» (345 diputados), grupo sin una
orientación política definida y que oscilaban a uno u otro lado según les convenía.
Luis XVI ejerció su derecho a veto sobre dos decretos de la Asamblea contra los curas
refractarios y los emigrados, provocando así una crisis parlamentaria que llevó al poder
a los girondinos. Éstos querían declarar la guerra a Austria y Prusia, que ayudaban a los
emigrados contrarrevolucionarios por temor a un contagio revolucionario, y exportar los
principios de la revolución. Por el contrario, los jacobinos se oponían a la guerra porque
creían que antes de propagar la revolución había que liquidar la contrarrevolución en el
interior de Francia. Luis XVI anhelaba la guerra porque pensaba que la ayuda de los
soberanos de otros países le permitiría restablecer su poder.
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En abril de 1792 la Asamblea Legislativa declaró la guerra a Austria y Prusia. La
guerra cambio el sentido de la Revolución. Para el historiador Godechot significó «una
segunda revolución». Miles de entusiastas ciudadanos voluntarios se apuntaron a
combatir para defender a la patria. Las derrotas iniciales sufridas por el ejército francés,
desorganizado y sin disciplina, se interpretaron como debidas a un complot de la Corte
y los sacerdotes refractarios para acabar con la Revolución con la ayuda de las potencias
extranjeras.
El miedo se extendió entre las clases populares que hicieron manifestaciones y
protestas. Los más activos eran los sans-culottes —una amalgama de artesanos,
tenderos, pequeños industriales y peones—, que fueron agitados por los jacobinos. El
duque de Brunswick, jefe del ejército prusiano, hizo público un manifiesto en el que
amenazaba a los parisinos con una venganza ejemplar si se hacía daño al rey. El
manifiesto incendió los ánimos, convenció al pueblo de que el rey era cómplice de las
derrotas militares y fue el detonante para una nueva insurrección popular.
Los sans-culottes destituyeron al Ayuntamiento de París, formaron una Comuna y
asaltaron el palacio de las Tullerías el 10 de agosto de 1792. Luis XVI, que se había
refugiado en la Asamblea con su familia, fue destituido y encarcelado. Bajo la presión
popular, la Asamblea será sustituida por una Convención Nacional. La jornada del 10 de
agosto de 1792 fue un momento decisivo en el desarrollo de la Revolución Francesa y
marcó el inicio de una nueva fase más democrática y popular.
La situación militar era desesperada. La fortaleza de Verdun cayó en manos del ejército
prusiano el 2 de septiembre lo que dio lugar a una oleada de temor y pánico popular y el
gobierno provisional pidió voluntarios para ir al frente. Corrió el rumor de un complot
de los contrarrevolucionarios encerrados en las prisiones y más de 1200 sospechosos
fueron asesinados por las turbas en Paris. Las Masacres de Septiembre ensangrentaron
también Reims, Lyon y otras ciudades. La Revolución se radicalizaba.
El 20 de septiembre, el general Dumouriez, al frente del ejército francés, consigue la
primera victoria sobre los prusianos en Valmy. En ese momento se estaba instalando en
París la Convención Nacional.
La Convención (1792-1795)
La Convención significó la llegada al poder de la burguesía democrática. La
Convención Nacional estaba formada por 749 diputados elegidos por sufragio
universal masculino. La inmensa mayoría eran burgueses —sólo había dos obreros—y
defendían el liberalismo económico y la propiedad privada. Estaban divididos en tres
grupos: a la derecha, los girondinos (160) representaban a la alta burguesía comercial e
industrial de Burdeos, capital de la Gironda, y otros puertos; eran partidarios de la
descentralización y del federalismo y deseaban detener la Revolución. A la izquierda,
los diputados jacobinos de «La Montaña» (140), procedentes de la burguesía media y
baja, más radicales, cuyos principales dirigentes eran Robespierre, Danton y Marat,
buscaban aliarse con los sans-culottes para resistir la invasión extranjera y hacer triunfar
los principios de la Revolución. «La Llanura» era el grupo de centro, integrado por
burgueses y republicanos moderados no comprometidos.
La Convención pasó por tres etapas que corresponden al predominio de cada uno de
los grupos citados.
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Convención Girondina (1792 - 1793)
La primera medida de la Convención será la abolición de la Monarquía y la
proclamación de la República el 22 de septiembre. La gran cuestión fue el juicio al
rey. Los girondinos querían sólo encarcelarlo, pero se impusieron los jacobinos que
deseaban su muerte por traidor. Finalmente, por un voto de diferencia, Luis XVI fue
condenado a muerte y ejecutado en el cadalso el 21 de enero de 1793. Este acto supuso
la ruptura definitiva entre la Francia revolucionaria y la Europa monárquica.
El peligro que suponía la política expansionista de los girondinos que, gracias a nuevos
éxitos militares, habían ocupado Bélgica, Holanda, Renania y Saboya y declaraban su
deseo de llevar a Francia a sus «fronteras naturales», alarmó a las potencias europeas y
extendió la guerra. Se formó una Primera Coalición (Inglaterra, Austria, Prusia,
Piamonte— Cerdeña y España). Una serie de derrotas sufridas por el ejército francés,
compuesto por batallones de entusiastas pero poco preparados voluntarios, provocaron
la penetración en Francia de tropas extranjeras. Para hacer frente a la apurada situación
militar, la Convención realizó una leva de 300.000 hombres que fue muy impopular
surgiendo disturbios.
En marzo de 1793 se produjo una insurrección armada en la región de La Vendée, en
Bretaña, donde los campesinos estaban decepcionados con la Revolución que no les
había aportado ningún beneficio. Derivó hacia una guerra civil de carácter
contrarrevolucionario al ser respaldados por la nobleza y el clero refractario. Hubo
muchos muertos por ambos bandos.
En París los sans-culottes, agobiados por la carestía y alza de precios, reclamaban tasas
de alimentos y medidas contra los especuladores. Los graves problemas interiores y
exteriores inclinaron a la Llanura hacia los jacobinos. Los girondinos fueron
desplazados del poder en junio de 1793 y sus líderes detenidos y ejecutados.
La convención jacobina (1793 - 1794)
Los jacobinos dirigieron la etapa más radical de la Revolución Francesa. Se apoyaron
en el movimiento popular de los sans-culottes tratando de poner en práctica sus
reivindicaciones económicas y sociales. La Convención jacobina aprobó una nueva
Constitución (junio de 1793) muy democrática avanzada socialmente. Establecía la
soberanía popular. El poder se confiaba a una Asamblea elegida por sufragio universal
masculino directo y a un Consejo elegido. Reconocía derechos sociales como la
atención a los indigentes y contemplaba el derecho al trabajo y a la instrucción. Nunca
llegó a entrar en vigor, ya que su aplicación quedó pospuesta hasta el fin de la guerra
exterior.
Los jacobinos adoptaron medidas excepcionales para salvar al país de los enemigos de
la Revolución y de la amenaza militar del exterior. Se estableció un gobierno
revolucionario muy centralizado y confiado a dos comités:
1. Comité de Salud Pública, presidido por Robespierre, cuyos seis miembros
siguen sus decisiones.
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2. Comité de Seguridad General, encargado de aplicar las medidas contra los
sospechosos y de la policía política.
Estos dos Comités dirigieron Francia de forma dictatorial. En los departamentos
actuaban los «representantes en misión», delegados por el Comité de Salud Pública.
Proclamaron el Terror, un sistema represivo institucionalizado. La Ley de Sospechosos
ordenaba el arresto inmediato de los enemigos de la revolución. En todos los
ayuntamientos se crearon comités de vigilancia elegidos. Los sospechosos acusados
eran juzgados por un Tribunal Revolucionario que aplicaba una justicia expeditiva.
Muchos fueron arrestados y juzgados sólo por ser nobles, clérigos o burgueses, aunque
también hubo muchos obreros. Hubo miles de víctimas del Terror y muchas muertes
fueron innecesarias. La guillotina se convirtió en símbolo de la violencia revolucionaria.
Los jacobinos aplastaron toda oposición, tanto de realistas como de girondinos.
Acabaron con las insurrecciones federalistas en diferentes ciudades de Francia y
aplastaron el movimiento de la Vendée, donde se llevó a cabo una terrible represión.
Para contentar y aplacar a los sans-culottes, radicalizados tras el asesinato de Marat por
una girondina y en la cima de su poder en las calles, impulsaron reformas sociales y
económicas (precio máximo de los artículos de primera necesidad y de los salarios,
persecución de los especuladores, redención total de la tierra, educación primaria
gratuita).
En religión, tomaron medidas de descristianización, cerrando iglesias y suprimiendo el
culto católico, lo que disgustó a muchos franceses. Para reemplazar al cristianismo se
organizó el culto a la libertad y a la diosa Razón y Robespierre decretó el «culto al Ser
Supremo», una religión de carácter deísta que no gustó a nadie. Incluso se instauró un
nuevo calendario de doce meses que sustituía las festividades religiosas por nombres
inspirados en la naturaleza, estaciones del año o actividades agrícolas.
Para enfrentar el desafío de la guerra se llevó a cabo una extraordinaria movilización de
los recursos de la nación con una leva en masa de miles de hombres y se modificó la
organización del ejército. Los veteranos fueron amalgamados en unidades con los
novatos; se estableció una dura disciplina y sacrificio entre los soldados dirigidos por
nuevos oficiales con tácticas nuevas. Con este ejército los jacobinos consiguieron una
serie de victorias.
A finales de 1793 se detuvo la invasión extranjera, lo que para muchos significaba que
el Terror era ya innecesario.
Surgieron disensiones entre los jacobinos. Moderados como Danton querían acabar con
el Terror. Hébert, líder de los sans-culottes, quería medidas más radicales. En el centro,
Robespierre consiguió deshacerse de sus enemigos con habilidad y establecer una
dictadura personal. Hébert y otros radicales fueron guillotinados, lo mismo que
Danton y otros moderados en abril de 1794.
En junio de 1794, el ejército francés derrotó a los austriacos en Fleurus, con lo que
desapareció definitivamente el temor a una invasión. La escalada del Terror era ya
inexplicable y se hizo insoportable para muchos. El miedo hizo aumentar la oposición
interna a Robespierre. El 9 de Termidor (27 de julio) jacobinos moderados y miembros
de la Llanura se unieron en un golpe contra Robespierre, que fue detenido y ejecutado
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en la guillotina el 10 de Termidor con 22 partidarios. Al día siguiente, 83 robespierristas
siguieron la misma suerte.
La reacción termidoriana
La reacción termidoriana significó un giro a la derecha y el fin de la experiencia
democrática de la Revolución. La burguesia moderada, representada por los diputados
de La Llanura, se hizo con el poder, cansada del Terror y los excesos y llevó a cabo
una politica conservadora.
La Convención adoptó una serie de medidas para acabar con el Terror: liberación de los
sospechosos, cambios en los comités y tribunales, supresión de la Comuna. En
economía se regresó al liberalismo económico, derogando la ley del máximo y se
restableció la libre circulación de mercancías. El asignado se depreció a causa de una
inflación galopante y el hambre y la miseria llevaron a una insurrección popular que fue
sometida por el ejército. Comenzarán persecuciones y matanzas de jacobinos y sans-
culottes: es el Terror, que alcanzó gran violencia en provincias.
Aprobaron una nueva Constitución en 1795 —conocida como Constitución del año
III—. Se suprimía el sufragio universal masculino y se volvía al voto censitario. El
poder legislativo se dividió en dos asambleas: el Consejo de los Quinientos y el
Consejo de Ancianos. El poder ejecutivo se confiaba a un Directorio de cinco
miembros.
El Directorio (1795-1799)
El nuevo régimen era una República conservadora, que restringía la participación
política a la burguesía adinerada que buscaba el orden y la contención del radicalismo
popular a la vez que la garantía de los logros revolucionarios. El régimen excluía a la
gran masa popular, por lo que fue muy impopular e inestable. Ante el peligro de un
retorno de la reacción o de un rebrote del terror, el Directorio se vio obligado a recurrir
a una dura represión de la oposición y al uso de la fuerza militar. El apoyo del ejército
se convirtió en algo decisivo para defenderse a la vez de los ataques tanto de la
izquierda jacobina y la Conjura de los Iguales de Babeuf, quien intentó establecer una
sociedad comunista, como de la derecha monárquica que empezaba a resurgir
(levantamientos realistas y nueva insurrección de la Vendée).
La guerra en Europa seguía con éxito para Francia. En las campañas de Italia contra los
austríacos empezó a destacar un joven general, Napoleón Bonaparte, que ya se había
distinguido en el cerco de Tolón, firmó el Tratado de Campoformio (1797) con Austria.
Francia se rodeó de repúblicas hermanas (Helvética, Bátava, Ligur, Cisalpina, Romana).
Napoleón dirigió una campaña en Egipto para cortar la ruta inglesa hacia la India, que
resultó desastrosa pero le dio enorme popularidad. La creación de una Segunda
Coalición (1798) entre Inglaterra, Austria y Rusia, hizo peligrar la estabilidad del
Directorio.
El descontento popular por la caída del asignado y la subida de precios así como por la
recluta forzosa para proseguir la guerra en el exterior aumentaba la inestabilidad del
gobierno, amenazado tambien por los realistas. El destino de la República estaba en
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manos del ejército. Sieyès, junto a Fouché y Talleyrand, preparó un golpe de Estado a
favor de Napoleón Bonaparte. Fue el golpe del 18 de Brumario — 9 de noviembre—
de 1799, que daría paso a la Era Napoleónica. Con él se cierra el ciclo revolucionario
iniciado en 1789.
Las consecuencias de la revolución en Francia
“Si la economía del mundo de siglo XIX se formó principalmente bajo la influencia de
la revolución industrial inglesa, su política e ideología se formaron principalmente bajo
la influencia de la Revolución francesa. Inglaterra proporcionó el modelo para sus
ferrocarriles y fábricas y el explosivo económico que hizo estallar las tradicionales
estructuras económicas y sociales del mundo no europeo, pero Francia hizo sus
revoluciones y les dio sus ideas, hasta el punto de que cualquier cosa tricolor se
convirtió en el emblema de todas las nacionalidades nacientes. Entre 1789 y 1917, las
políticas europeas (y las de todo el mundo) lucharon ardorosamente en pro o en contra
de los principios de 1789 o los más incendiarios todavía de 1793. Francia proporcionó
el vocabulario y los programas de los partidos liberales, radicales y democráticos
de la mayor parte del mundo. Francia ofreció el primer gran ejemplo, el concepto y el
vocabulario del nacionalismo. Francia proporcionó los códigos legales, el modelo de
organización científica y técnica y el sistema métrico decimal a muchísimos países.
La ideología del mundo moderno penetró por primera vez en las antiguas civilizaciones,
que hasta entonces habían resistido a las ideas europeas, a través de la influencia
francesa. Esta fue la obra de la Revolución francesa”.
Eric J. Hobsbawn. Las revoluciones burguesas. Barcelona: Ed. Labor, 1987, p. 103-104
Desde el punto de vista político, la mayor consecuencia fue la adopción del régimen
constitucional y la defensa de la libertad y la igualdad. Desde lo social, los cambios
fueron también importantes. Se efectuaron transferencias de la propiedad desde los
grupos privilegiados al tercer estado, aunque los que más compraron fueron los ricos
burgueses y numerosos aristócratas. La Iglesia tuvo una gran pérdida patrimonial y
muchas de sus propiedades fueron compradas por la alta burguesía. La supresión del
diezmo, impuesto cobrado por la Iglesia al pueblo, tuvo graves efectos económicos para
el estamental del clero. Las clases adineradas aprovecharon la coyuntura para ampliar
sus posesiones, y los braceros y jornaleros continuaron sin lograr la propiedad de la
tierra. Desapareció la sociedad estamental. Se abolieron los privilegios, los
tribunales señoriales y se unificó el pago de impuestos para todos los ciudadanos.
EL IMPERIO NAPOLEÓNICO
El Consulado (1799-1804)
Respondía a las aspiraciones de la alta burguesía que buscaba estabilidad con el
apoyo del ejército. Los franceses, hartos de terror y revolución, querían un hombre
fuerte y competente que trajera orden en el interior y paz en el exterior. Napoleón
tranquilizó a los notables prometiéndoles restablecer el orden en Francia, respetar la
propiedad, institucionalizar los logros revolucionarios y traer la paz en el exterior.
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La Constitución del año VIII (1799) establecía un poder legislativo débil, dividido en
cuatro asambleas, y dejaba el poder ejecutivo en manos de tres Cónsules (Sieyés,
Ducros y Napoleón Bonaparte), nombrados por un periodo de diez años, pero
renovables indefinidamente. Este último, nombrado Primer Cónsul, concentró todos
los poderes: nombraba ministros y funcionarios, tenía el derecho de iniciativa en las
leyes y no era responsable ante las asambleas. Se mantuvo el sufragio universal, pero en
la práctica sólo tenían derecho al voto los ciudadanos incluidos en unas listas previas.
Napoleón llevó a cabo la pacificación interior de Francia. Concedió una amnistía a los
realistas emigrados y deportó a los líderes jacobinos. Otra de las cuestiones
fundamentales que había que regular era la cuestión religiosa. En 1801 firmó un
Concordato con el papa Pío VII, por el que la religión católica fue declarada
mayoritaria, aunque no era la religión del Estado, que se comprometía a sostener el
culto y a los sacerdotes; a cambio el Papa aceptó las nacionalizaciones de los bienes del
clero.
Llevó a cabo también una nueva organización de Francia. Realizó una fuerte
centralización administrativa, con departamentos asistidos por un prefecto. Reorganizó
el sistema financiero, creó el franco y el Banco de Francia, Emprendió también la
reforma educativa con la creación de los liceos de enseñanza secundaria. La reforma
judicial unificó las leyes mediante el Código Napoleónico (1804) que consagró lo
fundamental del espíritu revolucionario en función de los intereses de la burguesía
(libertad económica y personal, igualdad ante la ley, carácter sagrado de la propiedad) a
la vez que restauró el concepto romano de la familia.
Todas estas reformas emprendidas por Napoleón durante el Consulado contribuyeron a
restablecer el orden y modernizar a Francia. Dotado de extraordinaria memoria y
enorme capacidad de trabajo, Napoleón se mostró un hábil gobernante.
En política exterior Napoleón venció a la Segunda Coalición; primero derrotó a Austria
en Italia (Marengo, 1800) y firmó el Tratado de Luneville (1801) por el que toda Italia,
excepto Venecia, quedó en manos de Francia; después con Inglaterra selló la Paz de
Amiens (1802). Aprovechando el entusiasmo popular por la paz tras tantos años de
guerra se hizo nombrar cónsul vitalicio mediante un plebiscito.
La paz de Amiens duró muy poco, ya que en 1803 se reanudó la guerra con Gran
Bretaña, su principal enemiga. El comercio y las manufacturas inglesas sufrían por la
negativa francesa a abrir sus mercados y por la política de expansión colonial de
Napoleón y sus conquistas continentales que rompían el sistema de equilibrio en
Europa.
La guerra justificó el reforzamiento del poder de Napoleón. Tras el descubrimiento de
una conspiración urdida para asesinarlo, se nombró Emperador por decreto en 1804
con el respaldo de un plebiscito, iniciándose el Imperio.
El Imperio (1804-1814)
La coronación tuvo lugar en París, ante el Papa Pío VII, en una solemne ceremonia en
Notre-Dame, el 2 de diciembre de 1804, que el pintor David inmortalizó en un lienzo.
Se rodeó de una corte de familiares y una nueva nobleza imperial.
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Una nueva Constitución del año XII confirmaba las atribuciones de Napoleón que
concentraba los tres poderes, controlando la situación interior gracias a una fuerte
censura interna y una policía todopoderosa en manos de Fouché.
Francia vivió durante el Imperio una etapa de expansión económica, iniciándose la
industrialización, si bien las continuas guerras frenaban el comercio marítimo y
colonial.
Napoleón configuró un nuevo mapa europeo y construyó un Gran Imperio que se
extendía por casi toda Europa. Su organización era muy compleja. Francia estaba
rodeada por un cinturón de «Estados vasallos», como el reino de Italia, del que
Napoleón era rey, el Gran Ducado de Varsovia, la Confederación Helvética y la Iliria, y
de Estados gobernados por familiares del emperador (los reinos de Holanda, Nápoles,
Westfalia y España) que hacían de tapón frente a las potencias continentales hostiles.
También había «Estados aliados» como Dinamarca, Suecia, Prusia y Austria, vencidos
en las guerras, Solo Rusia, por su lejanía y la amistad del zar Alejandro I con Napoleón,
conservaba cierta libertad. El Imperio, sostenido por la presencia militar francesa, sirvió
para extender por Europa las ideas nacidas de la Revolución Francesa.
Napoleón había conseguido este Imperio en sucesivas campañas militares, en que su
gran talento militar logró grandes victorias en las guerras de coalición gracias a un
ejército disciplinado y muy ligero al avituallarse sobre el terreno, en el que el servicio
militar era obligatorio y realizando tácticas nuevas con maniobras envolventes y ataques
frontales.
La posición hegemónica de Francia será contestada por algunas naciones que formaran
diversas coaliciones contra Francia. En 1805 la Tercera Coalición, liderada por Gran
Bretaña junto a Austria y Suecia, consiguió que el almirante Nelson derrotara en
Trafalgar a la armada franco-española, poniendo de manifiesto la superioridad inglesa
en los mares pero en el continente los ejércitos franceses dirigidos por el mariscal Soult
vencieron a los austriacos en Ulm y Austerlitz. Napoleón en 1806 colocó a sus
hermanos Luis y José como reyes de Holanda y Nápoles y creó la Confederación del
Rhin.
Una Cuarta Coalición, integrada por Inglaterra, Rusia y Prusia, se formó en 1806
contra Francia. Napoleón derrotó a Prusia en Jena, dando a su hermano Jerónimo el
trono de Westfalia. Rusia fue vencida en Eylau. El zar Alejandro, al verse aislado, firmó
la Paz de Tilsit (1807) en la que se llevó a cabo un reparto de las zonas de influencia en
Europa de los dos emperadores y proporcionó a Napoleón el dominio de la Europa
central y occidental.
Esto llevó directamente al enfrentamiento con Inglaterra, a la que Napoleón trató de
someter mediante un Bloqueo Continental económico, dada la imposibilidad de
conseguir su derrota por las armas debido a su dominio en el mar. Se prohibían en el
continente todas las mercancías de procedencia inglesa. Sin duda, el bloqueo
continental, que era en realidad una guerra comercial mutua entre Francia y Gran
Bretaña, iba a perjudicar más a aquella nación y a su imperio terrestre que a ésta, ya que
Inglaterra tenía una mayor capacidad de movimientos, no sólo para controlar lo que
entraba y lo que salía de Europa, sino para abrir nuevos mercados. Además el
contrabando restaba eficacia a la medida.
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Portugal fue el único país europeo que rechazó unirse al bloqueo, lo que llevó a
Napoleón a ocupar España (1808) y Portugal. Se desencadenó una guerra por la
independencia en la Península Ibérica, en la que intervino Inglaterra y que duraría seis
años.
La Quinta Coalición entre Austria e Inglaterra nació en 1809. Austria fue vencida en
Wagran y Napoleón se casó con Maria Luisa de Austria para consolidar su Imperio y
entroncar con la casa Habsburgo. Estaba en la cima de su gloria.
Pero los problemas económicos derivados del bloqueo (escasez, inflación) junto a la
oposición de muchos pueblos europeos que luchaban por su libertad contra la dictadura
militar francesa (españoles, italianos alemanes) dieron al traste con él, que fue
hundiéndose lentamente desde 1812, tras la desastrosa campaña de Rusia, en que el
impresionante ejército francés, desabastecido y castigado por el duro invierno ruso, se
vio obligado a retirarse. El hambre, el cansancio y el frío diezmaron al ejército.
El desastre de Rusia animó a la formación de una Sexta (1812) y Séptima Coalición
(1813) integrada por Inglaterra, Austria, Prusia, Rusia y Suecia. Todas las grandes
potencias europeas acudían por primera vez unidas y consiguieron derrotar a los
franceses en la Batalla de Leipzig. Francia fue invadida. Napoleón abdicó en 1814,
marchando al destierro en la isla de Elba. En el Tratado de París de 1814, Francia
quedó reducida a sus fronteras de 1792 y los Borbones fueron restaurados. Luis XVIII,
hermano de Luis XVI, ocupó el trono.
Cuatro meses más tarde Napoleón, creyendo que los franceses no deseaban la
restauración monárquica de los Borbones, escapó de su exilio y regresó al poder en el
llamado Imperio de los Cien Días. El ejército, de una coalición de potencias europeas
—Rusia, Austria, Prusia y Gran Bretaña— y bajo el mando del general Wellington,
derrotó definitivamente a Napoleón en Waterloo (1815). Fue enviado a la isla de Santa
Elena, donde murió en 1821.
El legado napoleónico
En el campo político, social militar
Supuso la extensión de las formas revolucionarias, del liberalismo (Código de 1804)
y la quiebra definitiva de las estructuras feudales. Esa labor se concretó en el nacimiento
de una serie de constituciones de signo liberal moderado (Ej. el Estatuto de Bayona de
España, 1808), el ascenso de la burguesía como nueva clase dominante frente a la
nobleza y el clero, la puesta en práctica del Derecho moderno y la innovación de los
ejércitos y las tácticas militares.
En el campo económico
Consolidó las reformas agrarias llevadas a cabo durante la Revolución y propició la
formación de un campesinado de clase media que transmitió a Francia estabilidad
política. Aunque una significativa parte de las tierras expropiadas a la nobleza durante
la revolución fueron devueltas a sus antiguos dueños, la operación se materializó bajo
las formas jurídicas y de explotación capitalistas. Además se sentaron las bases para que
Francia iniciara su industrialización.
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En el aspecto ideológico
El imperialismo napoleónico fomentó los nacionalismos, tanto el francés como el de
los estados que fueron ocupados por sus ejércitos. También aseguró las bases de la
enseñanza laica plasmada en la reforma de la Enseñanza Secundaria que gozaría de
gran prestigio internacional y subsiste aún en nuestros días.
Este legado perduró a pesar de los intentos de involucionismo promovidos por los
sectores más reaccionarios a raíz del Congreso de Viena y materializados en la acción
de la Restauración.
Actividades
I. Trabajo con documentos. La Revolución Americana
“I. Que todos los hombres son por naturaleza, igualmente libres e independientes, y que tienen ciertos
derechos inherentes de los que no pueden privar o desposeer a su posteridad por ninguna especie de
contrato, cuando se incorporan a la sociedad; a saber el goce de la vida y de la libertad con los medios de
adquirir y poseer la propiedad y perseguir y obtener la felicidad y la seguridad.
II. Que todo poder está investido en el pueblo y, por consiguiente, deriva del pueblo; (…)
IV. Que ningún hombre o grupo de hombres tiene derecho a privilegio o ventajas exclusivas o separadas
de la comunidad, sino en consideración del desempeño de servicios públicos, cuyos cargos no son
transmisibles, no debiendo ser hereditarios los oficios de magistrado, juez o legislador. V. Que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial deben estar separados y son diferentes; y que los
miembros de estos poderes, a fin de ser refrenados de la opresión por la participación y el sentimiento de
las cargas del pueblo, deberán, en períodos determinados, volver a su empleo particular, (…) supliendo
las vacantes por elecciones frecuentes, seguras y regulares.
VI. Que todas las elecciones deben ser libres y que todos los hombres que hayan probado suficientemente
su adhesión a la comunidad y un interés común permanente con ella tiene derecho de sufragio, y no
podrán ser gravados con impuestos o privados de su propiedad para uso público sin su propio
consentimiento o de sus representantes así elegidos (…)
XII. Que la libertad de prensa es uno de los más grandes baluartes de la libertad y no puede ser restringida
sino por un gobierno despótico (…)
XVI. Que la religión o el deber que tenemos para con nuestro Creador y la forma de cumplirlo, sólo
puede estar dirigido por la razón y la convicción, y no por la fuerza o la violencia; y, por consiguiente,
todos los hombres están igualmente autorizados al libre ejercicio de la religión de acuerdo con los
dictados de su conciencia.
Declaración de Virginia, 12 de junio de 1776
1. Clasificación del texto
a) ¿Cuál es la naturaleza del texto?
b) ¿Quién es el autor? ¿En qué tipo de ideología podemos encuadrar sus ideas?
c) ¿En qué proceso revolucionario podemos encuadrar la fecha?
d) ¿Cuál es la finalidad del texto?
2. Definición de las ideas
a) ¿Cuál es la idea o ideas principales del texto?
b) Señala cuáles son las ideas secundarias
3. Encuadre histórico
a) ¿Cuáles son los antecedentes ideológicos, políticos, económicos y sociales del texto?
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b) ¿Cuál es el conflicto central en el que se basa la Revolución Americana? ¿En qué artículos de
esta Declaración tiene su reflejo?
c) ¿Por qué se hace necesaria esta Declaración? ¿Qué documento va a inspirar?
d) ¿Qué consecuencias derivarán del desarrollo de estos documentos? ¿Cuál fue la respuesta
británica?
e) A medio plazo, ¿cómo influirá en la Revolución Francesa?
4. Comentario
a) ¿Qué pretende el autor con este documento? ¿Crees que se refiere exclusivamente a Virginia o
que su ámbito es más amplio? Razona tu respuesta.
b) ¿Cuáles son las causas profundas de la Revolución Americana? ¿Cómo se reflejan en el texto?
c) ¿Cuál es la importancia histórica de este texto?
d) Resume brevemente las conclusiones a las que hayas llegado realizando este comentario de
texto.
II. Busco información. La formación de los EE.UU.
a) Argumenta las razones por las que la guerra de independencia norteamericana fue considerada,
ya en su época, como una revolución.
b) ¿Qué tipo de gobierno se instituyó en los Estados Unidos de América?
c) Elabora una breve biografía histórica de: George Washington - Thomas Jefferson - Benjamin
Franklin - La Fayette - Bernardo de Gálvez - Jorge III - William Pitt
d) Explica el proceso de expansión de los Estados Unidos.
III. Trabajo con documentos. El Tercer Estado
“El plan de este escrito es muy simple. Nos hacemos tres preguntas:
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1ª. ¿Qué es el Tercer Estado? Todo
2ª. ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada
3ª. ¿Qué pide? Ser algo
¿Quién se atrevería a decir que el estado llano no contiene en sí todo lo necesario para formar una nación
completa?. Es un hombre fuerte y robusto que tiene aún un brazo encadenado. Si se hiciera desaparecer
el orden privilegiado, la nación no sería algo menos sino algo más. Y ¿qué es el estado llano?. Todo, pero
un todo trabado y oprimido. Nada puede funcionar sin él, todo marcharía infinitamente mejor sin los
otros. No basta haber mostrado que los privilegiados, lejos de ser útiles a la nación, no puede sino
debilitarla y dañarla. Es menester probar aún que el orden noble no entra en la organización social; que
puede ciertamente ser una carga para la nación, pero que no sabría formar una parte de ella (...)
Primera petición: Que los representantes del Tercer Estado no sean elegidos más que por los ciudadanos
que pertenecen verdaderamente al Tercer Estado (...)
Segunda petición: Que sus diputados sean iguales en número a los de los dos órdenes privilegiados (...)
Tercera y última petición: Que los Estados Generales voten no por órdenes sino por cabezas
En este estado de cosas, ¿qué le queda por hacer al Tercer Estado si quiere verse en posesión de sus
derechos políticos de una manera útil a la nación?. Se presentan dos medios para conseguirlo. Siguiendo
el primero, el Tercer Estado debe reunirse aparte, no concurrirá con la nobleza y el clero, no se quedará
con ellos, ni por órdenes ni por cabezas. Ruego que se preste atención a la diferencia que hay entre la
asamblea del Tercer Estado y las de los otros órdenes. La primera representa veinticinco millones de
hombres y delibera sobre los intereses de la nación. Las otras dos, aunque las consideremos juntas, no
tienen más que de unos doscientos mil individuos y no piensan más que en sus privilegios. Se dirá: el
Tercer Estado sólo no podrá formar los Estados Generales. ¡Tanto mejor!. Compondrá una Asamblea
Nacional.”
Sieyes. ¿Qué es el Tercer Estado?
• Comenta el texto anterior
• Explica qué papel desempeñaron los hechos descritos en este documento para
explicar el estallido de la Revolución
IV. Trabajo con documentos. Los cuadernos de quejas
"Aquí el pobre no tiene derecho a encender el fuego en su choza para ponerse al abrigo del frío, si no lo
compra bien caro al señor, por una contribución descontada de sus medios de subsistencia y los de su
familia. Este derecho inhumano existe en Broues bajo el nombre de derecho de fuego. Allí el agricultor
no tiene ni siquiera el derecho de alimentar su ganado con la hierba que crece en su campo; si la toca, se
le denuncia y castiga con una multa que lo arruina, y el ejercicio más legítimo de los derechos de su
propiedad está subordinado a la voluntad arbitraria del señor, que tiene la pretensión al derecho universal
sobre todos los pastos del territorio. Se deben abolir todos los derechos de los señores (...)."
Cuaderno de quejas de Valençay, Berry, 1789.
“Nosotros declaramos que nunca consentiremos que extingan los derechos que han caracterizado hasta
hoy el orden nobiliario y que hemos recibido de nuestros antepasados (...) Recomendamos a nuestros
diputados oponerse a todo lo que pueda atentar contra nuestras propiedades útiles y honoríficas.”
Cuaderno de Quejas de la nobleza de Montargis. Mayo de 1789.
Religión.
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Que S.M., a ejemplo de sus predecesores, acuerde toda protección y favor a la religión, que es el más
firme apoyo de su trono, la base más sólida de la fidelidad de sus súbditos, y la salvaguarda más segura de
la estabilidad de los imperios; que emplee todo su celo para hacerla florecer en sus Estados y toda su
autoridad para la defensa de los ataques múltiples de la impiedad y de la filosofía moderna.
Unidad de fe y culto.
Que la fe católica, apostólica y romana, que desde Clodoveo ha sido siempre la fe del reino cristiano, sea
la única permitida y autorizada sin el permiso para ningún otro culto público.
Restablecimiento de las buenas costumbres.
Que en los planes que serán formados para devolver al reino su esplendor y su lustre, se tenga en cuenta,
ante todo, la regeneración de la moral pública, pues su mantenimiento o su decadencia han tenido una
influencia muy marcada sobre la suerte de los imperios.
Dotación de los curas y vicarios.
Que se tome en especial consideración la mejora de la suerte de los curas y de los vicarios, tanto de las
ciudades como de los campos... que es todavía insuficiente para la honesta subsistencia de un cura, si
consideramos que está cargado con sus propias necesidades y con la de sus pobres. Se pedirá que la
fijación de sus rentas, dejada a la libre determinación del Rey, sea hecha, no en metálico, sino en grano
como en el pasado.
Diezmos y posesiones.
Que los eclesiásticos sean mantenidos en el disfrute de todos los diezmos de cualquier naturaleza que posean sin que nadie pueda, por ningún motivo, pronunciarse contra estas posesiones.
Administración.
Que en las asambleas municipales los curas tengan siempre el primer lugar después del señor y que no
sean nunca precedidos por los síndicos de las parroquias. Que se dote a la nación de un nuevo código civil
y criminal: que los procedimientos sean simplificados y los trámites disminuidos. Que la convocatoria de
los Estados Generales se realice periódicamente, fijándose los intervalos entre sus asambleas futuras así
como su duración. Los diputados llevaran a la Asamblea General de los Estados los ruegos del Clero de
esta bailía.
Cuaderno de quejas del clero de la bailía de Orleáns (Orleanesado).
“La Asamblea pide que sea establecido que el tercer estado tendrá en las asambleas de la nación, por lo
menos, tantos diputados como los otros dos órdenes reunidos, que las deliberaciones se realizarán en los
tres órdenes reunidos y que los votos serán contados por cabezas.
El objeto del que deben ocuparse esencialmente y en primer lugar es el de asegurar a Francia una
Constitución buena y sólida que fije para siempre y de la forma más clara posible los derechos del trono y
los de la nación.
Que las leyes aprobadas por la nación reunida como Estados Generales necesitan solo la aprobación
conjunta por la voluntad de la nación y la autoridad del Rey para ser válidas y obligatorias en todo el
Reino”.
Cahiers de doléances. Bailía de Nancy y Uchau, 1789.
• Lee y subraya las ideas principales de los documentos anteriores y señala cuáles
eran las peticiones que expresaba cada estamento en sus cuadernos de quejas
V. Los Estados Generales mediante “Role-Playing”.
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Los Estados Generales es el apelativo por el cual se conoce a una antigua institución medieval francesa de
carácter consultivo, ésta era convocada por el monarca para “discutir” asuntos críticos del Reino. Esta
institución refleja la sociedad feudal estamental a través de 3 agrupaciones: las dos primeras, Clero y
Nobleza eran compactas, es decir, su condición era hereditaria y legalizada principalmente por un
elemento religioso. Por más que tuvieras alguna riqueza, era difícil entrar al “club” porque había que ser
“invitado”. El Tercer Estado resultaba una agrupación falsa, no era real, tampoco compacta, porque
reunía a multitudes de grupos sociales que no tenían una condición noble (grandes mercaderes y
banqueros, comerciantes menores, artesanos, tenderos, campesinos, etc.) ¿Cómo te imaginas que decidían
entonces? Por bloques, no por individuos, razón por la cual las agrupaciones compactas contaban con la
palabra. Durante el absolutismo, estas reuniones resultaron poco frecuentes, porque los monarcas se
fueron modernizando (aunque no abandonaron su poder temporal, ni su ‘legalización’ a través de la
religión): adoptaron la burocracia estatal, el dinero contante y sonante en vez del tributo por producción,
un sistema de impuestos, un ejército propio, la venta de títulos nobles al mejor postor (acá aparecen
compradores: los altos burgueses), entre otras cosas. Sin embargo, el llamamiento de Luis XVI a los EG
en mayo de 1789 se debió a una gran crisis estructural (cuando se conjugan diferentes factores de
importancia global para una sociedad) de la cual su base, la producción rural sostenida por los
campesinos, estaba en declive resultado de malas cosechas, hambrunas, enfermedades y cambios
climáticos. Los grupos ideológicos liberales-burgueses que durante años venían nutriéndose de la
experiencia inglesa pensaron que ésta era la oportunidad para inclinar la balanza a su favor…
Luego de esta acotadísima introducción que he hecho sobre los EG, vamos a lo que nos importa: ¿Qué es
la técnica de Role-playing y en qué consiste? Es un “Juego de Rol”, se trata de una técnica grupal
donde recreamos un acontecimiento histórico a través de un escenario posible con sus respectivos
personajes. La propuesta consiste en lo siguiente (*):
Objetivo: Que los alumnos comprendan la forma de pensar y de actuar de distintos individuos y grupos
sociales ante situaciones históricas concretas.
Participantes: Son activos los que desempeñan roles, el resto del grupo actúa como espectador,
colaborador y crítico (…)
Actividades previas: 1) Para que la actividad tenga éxito es necesario que los alumnos hayan captado las
características y la evolución de todo el proceso histórico previo (…); 2) Los alumnos deben conocer
claramente las características de la técnica por utilizar (…)
Desarrollo: 1) El profesor indicará con precisión el tema o interrogante planteado, en este caso por
ejemplo, ¿Qué dirán un miembro del tercer estado?; un miembro del alto clero?; un miembro de la alta
nobleza? (…)
2) A continuación se pasará a la escenificación (…) La acción no deberá interrumpirse (…) ya que para
apreciar mejor algunos detalles se interrumpe la representación, perdiéndose la visión en conjunto. (…)
3) se pasa al comentario y debate sobre la representación (…) nos interesa mucho más apreciar la
comprensión de la situación histórica que las dotes artísticas y representativas de los alumnos (…). Esto
último no implica desmerecer el esfuerzo que han realizado los alumnos, para nada, se trata simplemente
de acceder a través de la ficción al tema histórico ‘redescubierto’ por la experiencia.
Lo más importante de la técnica es que fomente el trabajo en grupo y el interés por representar el
acontecimiento histórico. En un momento previo, se deberían preparar los guiones correspondientes para
la escena: primero debemos recomendar lecturas provechosas para lograr el perfil de los personajes,
haciendo hincapié en el clérigo, un noble y un comerciante burgués (se pueden incluir más si se requiere,
ej: campesino). Luego vendrá el momento de realizar los guiones y el inventario de recursos para la
representación: los mismos alumnos pueden realizarlos con el asesoramiento del docente, sobre todo
los que no actúan.
No es necesario una gran obra teatral si no se dispone de tiempo o recursos: se pueden recurrir a
situaciones cortas y concretas de no más de 10-15 minutos. (De hecho si son cortas y tienes un curso muy
grande, puedes realizar 2 o 3 escenas por grupos de alumnos sobre temas que lleven al central:
campesinos, ideas ilustradas, las masas populares en las ciudades, la vida aristocrática, los burgueses.)
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El debate debe servir para intercambiar ideas sobre las situaciones representadas comparándolas
con los conocimientos ya adquiridos en clase, reconocer que el Hombre es producto de su tiempo, del
contexto histórico en el cuál desarrolla su vida. Por último, muy importante para el docente: evaluar el
trabajo en grupo y ver los futuros temas a relacionar para llevar una continuidad temática tras la
experiencia.
Bibliografía:
- Ossana, Edgardo: Técnicas grupales en la enseñanza de las Ciencias Sociales, Ed.
Kapelusz, Cáp. I, II, III.
VI. Trabajo con documentos. La Revolución Francesa y los
derechos de la mujer
Aunque antes de la revolución hubo mujeres que desde una posición individual plantearon
reivindicaciones en pro de la igualdad femenina (un ejemplo es la ilustrada española Josefa Amar con sus
libros Importancia de la instrucción que conviene dar a las mujeres (1784) o el Discurso sobre la
educación física y moral de las mujeres (1769)), hubo que esperar a la Revolución Francesa para que la
voz de las mujeres empezara a expresarse de manera colectiva.
Entre los ilustrados franceses que elaboraron el programa ideológico de la revolución destaca la figura de
Condorcet (1743-1794), quien en su obra Bosquejo de una tabla histórica de los progresos del Espíritu
Humano (1743) reclamó el reconocimiento del papel social de la mujer. Condorcet comparaba la
condición social de las mujeres de su época con la de los esclavos.
Tras el triunfo de la revolución en 1789 pronto surgió una contradicción evidente: una revolución que
basaba su justificación en la idea universal de la igualdad natural y política de los seres humanos
("Liberté, Egalité, Fraternité"), negaba el acceso de las mujeres, la mitad de la población, a los derechos
políticos, lo que en realidad significaba negar su libertad y su igualdad respecto al resto de los individuos.
"El hábito puede llegar a familiarizar a los hombres con la violación de sus derechos naturales, hasta el
extremo de que no se encontrará a nadie de entre los que los han perdido que piense siquiera en
reclamarlo, ni crea haber sido objeto de una injusticia. (...) Por ejemplo, ¿no han violado todos ellos el
principio de la igualdad de derechos al privar, con tanta irreflexión a la mitad del género humano del de
concurrir a la formación de las leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de ciudadanía?
¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el hábito incluso cerca de los hombres
eruditos, que el de ver invocar el principio de la igualdad de derechos (...) y de olvidarlo con respecto a
doce millones de mujeres?"
Condorcet - "Essai sur l’admission des femmes au droit de cité", 1790
La autora teatral y activista revolucionaria Olimpia de Gouges (1748-1793) fue la protagonista de la
contestación femenina. En 1791 publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana
(1791) que era, de hecho, un calco de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada
por la Asamblea Nacional en agosto de 1789. La comparación entre ambos textos es esclarecedora:
"Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la
ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de los males
públicos y de la corrupción de los gobiernos (...) reconocen y declaran (...) los siguientes derechos del
hombre y del ciudadano.
Las madres, las hijas y las hermanas, representantes de la nación, piden ser constituidas en Asamblea
Nacional. Considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer son las
únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en
una solemne declaración los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer (...)"
Parafraseando el gran documento programático de la revolución, Olimpia de Gouges denunciaba que la
revolución hubiera olvidado a las mujeres en su proyecto igualitario y liberador. Así afirmaba que la
"mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos" y que "la Ley debe ser la expresión de
la voluntad general; todas las Ciudadanas y los Ciudadanos deben contribuir, personalmente o por medio
de sus representantes, a su formación". El programa de Olimpia de Gouges era claro: libertad, igualdad y
23
derechos políticos, especialmente el derecho de voto, para las mujeres. Sin embargo, el planteamiento
feminista no era compartido por los varones que dirigían la revolución, incluso entre los más radicales de
ellos.
"Los enragés (facción más radical de los revolucionarios) no se habían atraído solamente a los más
revolucionarios de los sans culottes parisinos, también se habían atraído a su órbita a las mujeres más
revolucionarias. En 1793 crearon la "Sociedad de las Republicanas Revolucionarias" (...) En su
entusiasmo, unas llegaron a vestir la escarapela tricolor sobre su peinado y otras, el gorro frigio e, incluso,
el pantalón rojo. Pero la fuerza de sus enemigos fue tal que fracasaron en sus empeños. Uno de ellos,
Chaumette, misógino notorio, llegó a decir:
“¿Desde cuándo le está permitido a las mujeres abjurar de su sexo y convertirse en hombres? ¿Desde
cuándo es decente ver a mujeres abandonar los cuidados devotos de su familia, la cuna de sus hijos, para
venir a la plaza pública, a la tribuna de las arengas (...) a realizar deberes que la naturaleza ha impuesto
a los hombres solamente?"
El encarcelamiento y ejecución de Olimpia de Gouges durante el período de la dictadura jacobina
simbolizó el fracaso de las reclamaciones feministas durante la revolución. El Código Civil napoleónico
(1804), en el que se recogieron los principales avances sociales de la revolución, negó a las mujeres los
derechos civiles reconocidos para los hombres durante el período revolucionario (igualdad jurídica,
derecho de propiedad...), e impuso unas leyes discriminatorias, según las cuales el hogar era definido
como el ámbito exclusivo de la actuación femenina.
ACTIVIDADES
1. Ubica cronológicamente el período de la Ilustración y la Revolución Francesa
2. Elabora una breve biografía de Olimpia de Gouges y Condorcet
3. Explica la contradicción en la que incurrieron los revolucionarios franceses a la
hora de abordar el tema de los derechos de la mujer. ¿Qué dice Condorcet sobre
ello?
4. Compara la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) y la
Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1791). ¿Cómo piensas que
redactó Olimpia de Gouges su documento?
5. Analiza las declaraciones del revolucionario Chaumette. En tu opinión, ¿cuál es
el papel de la mujer? ¿Qué terreno le queda vedado? ¿Cómo justifica esa
distinción entre hombres y mujeres?
VII. Trabajo con documentos. Comprender el presente. La
derecha y la izquierda en la política: el origen de los partidos políticos
Con frecuencia leemos u oímos hablar de “derecha” e “izquierda”. Que tal persona es “de izquierdas” o
tal otra “de derechas”. Que este partido es “de centro-derecha” y aquel otro de “extrema-izquierda”. ¿Qué
significado tienen esta palabras en el ámbito de la política? Como veremos, estas palabras tan usuales en
nuestra vida actual tienen su origen en la época que estamos analizando.
¿Cómo y cuándo se inician los partidos políticos y sus orientaciones?
El origen de los términos “derecha” e “izquierda” se remontan a los primeros años de la revolución
francesa. Ya en la primera Asamblea Nacional, cuando en octubre de 1789 se trasladó la sala de reuniones
a las Tullerías, los diputados moderados se agruparon a la derecha de la presidencia, mientras que los
partidarios de reformas radicales se colocaron a la izquierda. Se pasaba de una organización del espacio
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basada en la pertenencia a cada estamento (clero, nobleza o estado llano) a disponer el espacio
parlamentario en función de actitudes o ideas políticas. Por ello, a partir de este momento el hemiciclo o
salón de sesiones fue y será el eje central del edificio parlamentario en torno al cual giraban los demás
elementos. A lo largo de 1790 se confirmó la composición de la Asamblea en tres sectores:
Un ala izquierda centro Un ala derecha
Formada por los diputados
“patriotas” de 1789, ahora
miembros del club de los
jacobinos (republicanos y
demócratas). Cuando se
colocaron durante la Convención
en la parte alta de la Cámara
fueron llamados “la montaña” y
sus diputados “montañeses”
Donde estaba la gran mayoría de
los diputados satisfechos con los
trabajos llevados a cabo hasta
entonces por la Asamblea
(constitucionales)
Compuesta por parte de los
antiguos diputados de la nobleza
y el clero (monárquicos
absolutistas)
Sin embargo, durante estas primeras décadas no se crearon partidos políticos tal y como los conocemos
hoy día. Eran más bien corrientes de opinión poco organizadas que cambiaban o desaparecían con
facilidad.
Fue a partir de las revoluciones de 1820 y 1830 cuando se crearon partidos políticos centralizados, con
una organización bien estructurada y con una militancia masiva, cuyo principal objetivo era alcanzar el
poder.
Significado de izquierda y derecha en la actualidad
La izquierda suele identificarse con las ideas progresistas o radicales, mientras que la derecha se atribuye
a posiciones ideológicas conservadoras o reaccionarias. Pero entre una y otra hay muchos matices: centro,
centro-izquierda, centro-derecha; y más allá también: extrema-derecha, extrema-izquierda, movimientos
anti-sistema, etc. La percepción de estas posiciones ideológicas varía también según países y culturas
políticas.
DOC. 1. Derecha e izquierda siguen siendo categorías útiles
“Durante muchos años las categorías derecha e izquierda permitieron situar a los partidos políticos, a
organizaciones y movimientos sociales, así como a sectores y líderes políticos que de pronto irrumpían
en la escena pública. La simple mención de una de las dos categorías servía para aprobar o descalificar
a aquel a quien se identificaba con cualquiera de ellas: quienes se ubicaban a la izquierda desaprobaban
y criticaban a aquellos a quienes situaban a la derecha, los cuales hacían lo mismo en el sentido inverso.
En 1989, la caída del muro de Berlín significó para muchos el fin de la izquierda, en la medida en que
implicó la derrota de los regímenes comunistas vigentes en Europa del este y el triunfo del modelo
sociopolítico y económico abanderado por la derecha, encabezada por Estados Unidos. A pesar de ello,
el concepto de izquierda continuó vigente; no obstante, conllevó una redefinición más precisa sobre el
significado de lo que designa.
Norberto Bobbio, filósofo italiano que se centró en la reflexión sobre lo político, escribió en 1995
Derecha e izquierda, convencido de que ambos conceptos, con los cuales se designa el contraste de las
ideologías y movimientos en los que se divide el universo, prevalecen de manera activa. Por
consiguiente, emprende la tarea de dar cuenta de lo que significaron en su definición inicial y de la
manera en que se han transformado y redefinido para seguir denotando y connotando una forma de ver y
actuar en el mundo.
La precisión sobre el contenido que designan los conceptos de izquierda y derecha, Bobbio la articula en
torno a otros conceptos esenciales. Estos son: la igualdad y la libertad. La manera en que los asumen y
actúan respecto a ellos los actores y partidos políticos es lo que permite situarles a la izquierda o
derecha del espectro político.
Desde la perspectiva de Bobbio, la izquierda concede suma importancia en sus principios, conducta
moral e iniciativa política, a convertir a los hombres en iguales a través de enarbolar principios e
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implementar acciones que reduzcan las causas de la desigualdad. En contraste, para la derecha, la
desigualdad constituye un hecho, una condición que no puede eliminarse, por consiguiente, no se
esfuerza en conseguir su disminución o desaparición. En este sentido, quienes se ubican a la izquierda
del espectro político son igualitarios, mientras que los que se sitúan a la derecha de aquél no”.
Adriana Borjas Benavente, Comentario del libro de Norberto Bobbio, Derecha e izquierda. ¿Existen
aún la izquierda y la derecha?, 2001
DOC. 2. ¿Existen la derecha y la izquierda hoy?
“El eje derecha-izquierda ha experimentado contemporáneamente cambios en su equilibrio y en el
contenido de sus polos. Pensar que la derecha española sigue siendo el fiel reflejo de los apostólicos del
reinado de Fernando VII, o incluso de los conservadores de la Restauración, es un error grave. Tanto
como lo es juzgar que la izquierda mantiene hoy las mismas características que tenía en la época de la
emancipación obrera y de los belicosos sindicatos de clase. Importantes pensadores españoles advirtieron
hace mucho contra la equivocación de creer que las sociedades pueden marchar con una sola rueda y,
además, después de la Segunda Guerra Mundial los programas de los partidos políticos de derecha e
izquierda se han acercado bastante, y han convergido hacia el centro, relevándose en el poder y
respetando lo realizado por el adversario político”.
Salustiano del Campo, presidente del Instituto de España: “España en la encrucijada”, en ABC, 16
de enero de 2006
Cuestiones
1. ¿Cuál es el origen de la derecha y la izquierda en política?
2. Señala las principales diferencias en el momento de su nacimiento y en la
actualidad?
3. ¿Por qué se polemiza tanto en torno a estos dos conceptos?
4. ¿Cómo se representan estas tendencias en los Parlamentos actuales? Señala
algún ejemplo (puede ser el de tu Comunidad Autónoma, el del Senado o el
Congreso español o el Parlamento Europeo).
VIII. Trabajo con documentos. Análisis de una fuente
histórica escrita
• Comenta el siguiente texto siguiendo las pautas que se señalan:
“Desde tiempo inmemorial se nos ha dicho con hipocresía: los hombres son iguales, y desde tiempo
inmemorial la más monstruosa desigualdad pesa sobre el ser humano (…). Nosotros pretendemos de
ahora en adelante vivir y morir iguales, tal como hemos nacido.
(…) No queremos sólo la igualdad escrita en los Derechos del Hombre; la queremos entre nosotros, bajo
el techo de nuestras casas. Estamos dispuestos a todo para obtenerla (…). Basta de propiedad individual;
que la tierra no sea de nadie: sus frutos son para todos (…). Que no haya otra diferencia entre los hombres
que la edad y el sexo; todos tenemos las mismas necesidades y las mismas facultades. Que haya una
misma educación para todos y una misma alimentación. Sólo hay un suelo y un aire para todos (…).
Pueblo de Francia (…) reconoce y proclama con nosotros la república de los iguales”.
Babeuf, François Noël. El Manifiesto de los iguales. 1795
- ¿Cuál es el contenido fundamental del manifiesto?
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- Realiza una evaluación del texto y recuerda si en las constituciones de
1791, 1793 y 1795 se planteaba el problema de la igualdad, y en qué
términos se hacía.
IX. Comentario de una obra de arte. La coronación
de Napoleón
• Identifica el documento y especifica el tema que trata (título, autor, técnica y
soporte, fecha de realización, emplazamiento actual).
• Analiza el contenido: ¿Qué refleja la escena?
- Describe quién es el personaje central, qué está haciendo y cómo va
vestido.
- ¿En qué lugar se celebra el acto?
- Comenta los diferentes grupos que hay (dignatarios civiles con los
emblemas del poder, militares, familia, público en general). ¿Cómo están
situados?
- ¿Qué papel desempeña el Papa en esa ceremonia?
• Analiza el lenguaje visual: ¿Qué recursos utiliza el artista?
- ¿Cómo están dispuestos los personajes en el cuadro?
- ¿Hacia dónde dirigen su mirada y qué actitud muestran?
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• Interpreta el contexto histórico: esta pintura ha sido considerada como una
representación del poder de Napoleón, nacido de la revolución. ¿Qué aspectos
del cuadro permiten afirmarlo?
X. Interpreta un mapa histórico, ordena
acontecimientos y define conceptos
Describe el imperio napoleónico:
• ¿Qué zonas de Europa ocupó?
• ¿Qué consecuencias trajeron consigo estas ocupaciones?
• Identifica los nuevos estados creados por Napoleón.
• Explica cómo se organizó este imperio.
¿Puede considerarse la política de Napoleón un “adelanto” de la Unión Europea?
Razona tu respuesta
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“Una de las ideas que más me ocuparon había sido la reunión, la concentración de los mismos pueblos
geográficos que las revoluciones y la política han disuelto y dividido; de manera que contándose en
Europa más de treinta millones franceses, quince de españoles, quince de italianos y treinta de alemanes,
hubiera querido hacer de cada uno de estos pueblos un solo cuerpo de nación (…); ¡Yo me juzgaba digno
de tamaña hazaña!
(…) En tal estado de cosas podía haber más probabilidades de conseguir en todas partes la unidad de
códigos, de principios, opiniones, sentimientos, ideas e intereses. Acaso entonces, con el apoyo de las
luces universalmente extendidas, hubiera sido permitido soñar la gran familia europea (…).
Nadie podrá negar que si, al entrar en España, Austria, en vez de declararme la guerra, me hubiese dejado
cuatro meses de estancia en España, todo hubiese terminado allí y en tres o cuatro años se habría visto
una paz profunda, una prosperidad brillante, y una nación compacta (…).
Como quiera que sea, esta reunión (la de Europa) se hará tarde o temprano, (…) el impulso está dado, y
no creo que después de mi caída y la aparición de mi sistema pueda haber en Europa otro gran equilibrio
que la reunión y la confederación de los grandes pueblos”.
Palabras de Napoleón el 11 de noviembre de 1816
Ordena cronológicamente los siguientes acontecimientos:
Napoleón ocupa España y
Portugal
Constitución del Año III
Paz de Tilsit
Golpe de Estado de
Brumario
Imperio de los Cien Días
Asalto a la Bastilla
Conjura de los iguales de
Babeuf
Guerra de los Siete Años
Primera Constitución
Francesa
Derrota de Napoleón en
Leipzig
Reunión de los Estados
Generales en Versalles
Derrota definitiva de
Napoleón en Waterloo
Boston Tea Party Batalla de Trafalgar Las Cortes de Cádiz
aprueban la primera
constitución liberal del país
Manifiesto del Duque de
Brunswick
Coronación de Napoleón en
París
Constitución Civil del Clero
Juramento del Juego de
Pelota
Declaración de
independencia de EE.UU.
Batalla de las pirámides
Luis XVI es ejecutado Promulgación de la
Constitución de los Estados
Unidos
Reacción termidoriana
Define los conceptos: Revoluciones Atlánticas - Motín del Té - Estados Generales -
Juramento del Juego de Pelota - Constitución Civil del Clero - Sufragio censitario - El
Gran Miedo - Girondinos - Jacobinos - Reacción termidoriana - Conjura de los Iguales -
Golpe de Brumario - Estados vasallos - Bloque continental - Imperio de los Cien Días.
XI. Lectura recomendada. Comprensión lectora
Simone van der Vlugt. “La guillotina”. Editorial S.M., colección Gran Angular 221.
Madrid, 2007 - 203 pp.
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• Actividad de compresión lectora (“La guillotina” / Simone van der Vlugt)
1. ¿Cómo caracterizarías a Sandrine? Brevemente, describe la forma de ser de Philippe
y de Nicolás.
2. Explica cómo evoluciona la relación entre Philippe y Sandrine.
3. Valora la amistad entre Sandrine y Margot. ¿Te parece Margot una mujer autoritaria?
Razónalo.
4. Léon Bailly, el padre de Nicolás, era un hombre desesperado. Comenta a qué extremo
llega su exasperación cuando lo visita la protagonista. ¿A qué crees que se debe?
5. ¿Cómo te parece que es el vínculo afectivo entre Nicolás y Sandrine? ¿Crees que se
trata de “un flechazo” impulsivo, o que más bien surge tras un mutuo conocimiento?
¿Te parecen dos jóvenes interesados por divertirse?
6. Explica brevemente cómo evoluciona Sandrine durante su convivencia con la familia
Lambertin.
7. Explica cómo se despide Sandrine de su familia adoptiva.
8. En la cárcel sólo Cécile, la prostituta, se atreve a decir la verdad acerca de su
identidad. ¿A qué crees que se debe?
9. El comienzo de La guillotina, con el motivo de la carreta atrapada por el tumulto
callejero, tiene un paralelismo en las páginas finales de la novela. Explícalo.
10. Identifica a cada uno de los personajes de la novela:
Julie
Madelon
Pierre
Bernard
Édouard
Sebastien
Margot
Maurice
Sandrine
Nicolas
Philippe
Michelle