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SEMINARIO FILOSOFICO TEOLOGICO DEL PENSAMIENTO ECONOMICO EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO ECONOMICO DEL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LOS APORTES DE LA ENCÍCLICA CARITAS IN VERITATE UNIVERSIDAD CATOLICA ARGENTINA “SANTA MARIA DE LOS BUENOS AIRES” FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS DOCTORADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS DOCTORANDO: JOSÉ STELLA PROFESOR: DR. CARLOS HOEVEL AÑO 2014

Ing Jose Stella - EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO ECONOMICO DEL DESARROLLO SOSTENIBLE Y LOS APORTES DE LA ENCÍCLICA CARITAS IN VERITATE

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SEMINARIO FILOSOFICO

TEOLOGICO DEL PENSAMIENTO

ECONOMICO

E VO LU C I Ó N D E L P E N S A M I E N T O E C O N O M I C O

D E L D E S A R RO L L O S O S T E N I B L E Y L O S A P O RT E S D E L A E N C Í C L I C A C A R I TA S

I N V E R I TAT E

U N I V E R S I D A D C A T O L I C A A R G E N T I N A

“ S A N T A M A R I A D E L O S B U E N O S A I R E S ”

F A C U L T A D D E C I E N C I A S E C O N Ó M I C A S

D O C T O R A D O E N A D M I N I S T R A C I Ó N D E E M P R E S A S

D O C T O R A N D O : J O S É S T E L L A

P R O F E S O R : D R . C A R L O S H O E V E L

A Ñ O 2 0 1 4

Doctorando José Stella – Profesor Dr. Carlos Hoevel - 2014 2

E VO LU C I O N D E L P E N S A M I E N T O E C O N O M I C O

D E L D E S A R RO L L O S O S T E N I B L E Y L O S A P O RT E S D E L A E N C Í C L I C A C A R I TA S

I N V E R I TAT E

…Sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador. El compartir los bienes y recursos, de lo que proviene el auténtico desarrollo, no se asegura sólo con el progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la fuerza del amor que vence al mal con el bien y abre la conciencia del ser humano a relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad…

Carta Encíclica Caritas in Veritate del Sumo Pontífice Benedicto XVI: 9

ABSTRACT

El enfoque del desarrollo humano surge a finales de la década de 1980 en el seno de las Naciones Unidas, bajo el influjo del pensamiento y los trabajos de los economistas Amartya Sen (galardonado en 1998 con el Premio Nobel de Economía) y Mahbub ul Haq. Este concepto se institucionaliza a partir del año 1990 a través de los Informes sobre el Desarrollo Humano elaborados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, considerando a ul Haq el padre de los mismos.

Aquí nos planteamos las siguientes cuestiones que pensamos responder en el trabajo: ¿cómo evolucionó el pensamiento económico en relación al desarrollo humano?, ¿qué puede aportar la Iglesia en esta línea de pensamiento?.

A lo largo de su redacción, recorreremos, de manera sucinta, la evolución del pensamiento económico en relación al desarrollo humano para finalmente desembocar en el desarrollo humano integral descripto en la Encíclica Cáritas in Veritate que busca iluminar temas cruciales de nuestro tiempo, como la globalización, las causas de la crisis financiera, el medio ambiente y el desarrollo sustentable.

Este trabajo formará parte de la tesis de doctorado “Planificación Estratégicas de Políticas Energéticas Sostenibles en Municipios de la provincia de Santa Fe. Un enfoque evaluativo‖, para la cual es sumamente necesario conocer la evolución del pensamiento económico en relación al desarrollo sostenible haciéndolo aún más amplio con el concepto de desarrollo humano integral.

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1 . INTRODUCCION

Cuando todos vamos por lo seguro, creamos un mundo totalmente inseguro. Dag Hammarskjold. Citado en Informe PNUD 2013.

El problema

Pese al enorme crecimiento económico alcanzado en las décadas posteriores a la Segunda Guerra, la satisfacción de las necesidades mínimas de la gran mayoría de la población mundial ha continuado siendo insuficiente, desigual e injusta. (Espinoza, Saavedra, 2009).

El mundo está recorrido por olas de cambio científico y tecnológico. Se suceden las rupturas epistemológicas y los cambios paradigmáticos, en numerosas disciplinas. Crecen a diario nuevas áreas del conocimiento como la genética, la microelectrónica, la informática, la robótica, la ciencia de los materiales, la biotecnología, las ciencias de las comunicaciones y muchas otras. El stock tecnológico básico está siendo totalmente renovado, y la humanidad tiene una excepcional capacidad para producir nuevos bienes y servicios. (Kliksberg, 2011).

Es posible ampliar fuertemente la esperanza de vida, tener cosechas fuera de estación, contar con bibliotecas cuasi universales en internet, interconectar la computadora, el televisor y el teléfono, fabricar autos eléctricos, y muchos otros desarrollos casi ni soñados poco tiempo atrás. Sin embargo, los beneficios del progreso tecnológico están llegando sólo a una parte de la población; grupos masivos están excluidos y luchando por asegurar las necesidades más básicas de sus familias. La convivencia de posibilidades inéditas de producción y sectores minoritarios en opulencia, y riesgos severos de supervivencia de niños y madres, es un escándalo ético de grandes proporciones. La paradoja de la pobreza en medio de la riqueza potencial tiene una de sus explicaciones principales en el aumento sustancial de las desigualdades. Esto forma parte de una extensa nómina de lo que Kliksberg llama escándalos éticos.

Por otro lado, la crisis económica actual (la del 2008) está costando al mundo trillones de dólares, millones de trabajos perdidos, una gran pérdida de confianza en los mercados financieros, y una regresión en nuestros esfuerzos para reducir la pobreza global. Es el resultado de la combinación de severas fallas. La falla ética corporativa es una de ellas. Una que está en el epicentro de este terremoto financiero y económico. (Ángel Gurria, Secretario General de la OCDE citado por Kliksberg, 2009).

En palabras de Mahhub ul Hap, el interés por el desarrollo humano parece estar pasando a ocupar un lugar central en la década de los noventa. Durante mucho tiempo, la pregunta recurrente era: ¿cuánto está produciendo un país? Con más frecuencia, la pregunta que se hace ahora es: ¿cómo le va a las personas? La razón principal para este cambio es el creciente reconocimiento de que el objetivo real del desarrollo es ampliar las opciones de las personas. (Mahhub ul Hap, 1995).

La iglesia no fue ajena a estas reflexiones económico-sociales y en la Encíclica Caritas in Veritate el Papa Benedicto XVI afirma que la caridad es la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. Solo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un valor humano y humanizador.

¿Las distintas líneas de pensamiento económico aportaron o aportarán ideas para solucionar la distribución equitativa de la riqueza, la reciprocidad, la felicidad de toda la sociedad en su conjunto?. Aquí nos planteamos las siguientes cuestiones: ¿cómo evolucionó el pensamiento económico en relación al desarrollo humano?, ¿qué puede aportar la Iglesia en esta línea de pensamiento?.

A lo largo de su redacción, recorreremos, de manera sucinta, la evolución del pensamiento económico en relación al desarrollo humano para finalmente desembocar en el desarrollo humano integral descripto en la Encíclica Cáritas in Veritate que busca iluminar temas cruciales de nuestro tiempo, como la globalización, las causas de la crisis financiera, el medio ambiente y el desarrollo sustentable.

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2. RAICES D EL DESARROLLO HUMANO. LOS ORIGENES DE LA TEORIA DEL CRECIMIENTO

El problema político de la humanidad consiste en combinar tres cosas: eficiencia económica, justicia social y libertad individual.

John Maynard Keynes. Citado en Informe PNUD 2013.

Definir los conceptos de desarrollo y de desarrollo humano no es tarea sencilla, aquí analizaremos las raíces teóricas de los mismos partiendo de entender qué es la economía del desarrollo recorriendo las distintas escuelas de economía desde los mercantilistas hasta los autores pre guerras mundiales.

Según Hidalgo, se suele considerar que la economía del desarrollo como subdisciplina científica no aparece hasta después de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, la preocupación por el desarrollo, en sus distintas versiones (riqueza, prosperidad material, progreso, crecimiento, etc...), y el intento por comprender cómo se produce para poder alcanzarlo, no es patrimonio de los economistas de la segunda mitad del siglo XX; muy por el contrario, la preocupación arranca bastante antes. (Hidalgo, 1996).

Por otra parte, las raíces teóricas del concepto de desarrollo humano se remontan a lo más selecto del pensamiento clásico en la discusión filosófico—ética. El concepto (DH) revive ideas de libertad y la justicia que se presentan en Aristóteles y Platón y en sus versiones posteriores en todas las épocas, y, en especial, las expuestas paradigmáticamente en el siglo XVIII en las temáticas de la economía clásica y de la crítica a la razón práctica (Espinoza, Saavedra, 2009).

Antes que la economía existiera como ciencia, ya se buscaba el crecimiento económico, entendido este como el aumento de la riqueza. (Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009)

Sin embargo, habrá que esperar hasta el siglo XVII para encontrar una incipiente teoría del desarrollo, ya que ni durante la Edad Media, ni durante el período de transición entre la época medieval y la mercantil aparece en la literatura económica los elementos básicos de una teoría del desarrollo; los primeros antecedentes de la economía del desarrollo surgen cuando de una forma generalizada, las personas que se dedicaban a las actividades políticas y económicas comienzan a plantearse el problema del desarrollo y a plasmarlo en sus escritos.

Son los mercantilistas italianos, españoles, franceses, alemanes e ingleses los genuinos pioneros del desarrollo, los primeros en ocuparse de la riqueza de las naciones. (Hidalgo, 1996).

Posteriormente, los fisiócratas, cuestionando los planteos mercantilistas, aportan su propia visión de cómo alcanzar la mayor riqueza de las naciones por medio de la agricultura frente a la visión mercantilista del aumento de la riqueza por medio del comercio exterior.

En suma, tanto la escuela mercantilista como la fisiócrata estuvieron interesadas en la política de crecimiento pero para los primeros era el intercambio en el comercio internacional el que generaba riqueza, mientras que para los otros fue el laissez faire y su efecto sobre la agricultura, única actividad capaz de crear el Producto Neto. (Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009).

Los clásicos (Adam Smith, Robert Malthus, David Ricardo) son considerados los precursores de la economía del desarrollo porque la preocupación de estos era el progreso material y el atraso económico quedando ello reflejado en sus escritos de mayor elaboración teórica que los mercantilistas o los fisiócratas, de acuerdo con esto, no debe resultar extraño que en el título de su libro Adam Smith incluya la riqueza de las naciones.

Para los clásicos el desarrollo, entendido como progreso material, era un proceso acumulativo, gradual y autocontinuo que concluía al alcanzarse el estado estacionario; elementos fundamentales de este proceso eran la mano invisible y la división del trabajo (de Smith), el principio de la población (de Malthus) y los rendimientos decrecientes y el fondo de salarios (de Ricardo).

Marx, merece ser considerado al margen de los nombrados por la trascendencia histórica de su enfoque, que ha originado una corriente heterodoxa de pensamiento. El pensamiento económico marxista tiene su origen en la obra El capital (1867), que en realidad es una explicación del funcionamiento del sistema capitalista y donde describe la evolución de la sociedad como una sucesión de sistemas sociales caracterizados por tener cada uno un modo de producción distinto. De esta manera, la teoría de las etapas en Marx es el propio materialismo histórico, donde el motor del cambio es la lucha de clases.

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Otros antecedentes los encontramos en las obras de dos escuelas de pensamiento, a las que suele prestarse escasa atención pero cuya relevancia es significativa; por un lado estarían los autores historicistas alemanes, que entendían el proceso de desarrollo como una sucesión de etapas, por lo que elaboraron teorías de las etapas del desarrollo económico, y por otro, los institucionalistas norteamericanos cuyos aportes sobre los factores institucionales del desarrollo económico, merecen ser tenidas en cuenta, dada su influencia en la corriente estructuralista.

Los neoclásicos escribieron a finales del siglo XIX y principios del XX. Dejaron de considerar el desarrollo económico como principal objeto de estudio, para centrarse en la satisfacción de las necesidades humanas con aprovechamiento óptimo de recursos; sin embargo, tres ideas interrelacionadas son la herencia neoclásica a la economía del desarrollo: la primera que se trata de un proceso gradual y continuo, sin cambios bruscos; la segunda, que se trata de un proceso armonioso y acumulativo, garantizado por los mecanismos de equilibrio automáticos; y la tercera, que hay una perspectiva optimista de las posibilidades de beneficios del crecimiento económico continuo, subrayada por los efectos de difusión y transmisión del desarrollo económico.

La obra del economista austriaco Joseph Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia (1942), se destaca por su concepción del desarrollo como el conjunto de transformaciones bruscas que desplazan al sistema económico desde un punto de equilibrio a otro en un nivel superior y que según él tenía su origen en las innovaciones introducidas por los empresarios en la economía.

La destrucción creativa, concepto ideado por el sociólogo alemán Werner Sombart y popularizado por Schumpeter, describe el proceso de innovación que tiene lugar en una economía de mercado en el que los nuevos productos destruyen viejas empresas y modelos de negocio. Para Schumpeter, las innovaciones de los emprendedores son la fuerza que hay detrás de un crecimiento económico sostenido a largo plazo, pese a que puedan destruir en el camino el valor de compañías bien establecidas.

Sin embargo, mientras la obra de Schumpeter no consiguió crear una corriente de pensamiento, no puede decirse lo mismo de la de Keynes, la preocupación de éste por los problemas del corto plazo hizo que apenas se interesara por el desarrollo económico. Keynes creía que los países que hubiesen alcanzado un cierto nivel de ingreso tendrían que dejar de preocuparse tanto por el crecimiento económico, y todo aumento de la productividad desde ese momento debiera transformarse en aumento del ocio, aumento de los servicios sociales (distribución más igualitaria de la renta) o dar lugar a ocupaciones más artísticas y civilizadas, de todas maneras, su aporte, la teoría de las inversiones, sirvió de base para que autores como Hansen analicen los problemas del desarrollo bajo la óptica keynesiana.

Todos estos antecedentes coinciden en dos elementos, la identificación del desarrollo con el aumento de la riqueza y la consideración de que las herramientas de análisis que se usan en el estudio del desarrollo son válidas para todos los países. Es precisamente la negación de esta última característica una de los elementos claves del surgimiento de la economía del desarrollo como subdisciplina científica. La ruptura con la segunda de las características no se producirá hasta el surgimiento de las teorías alternativas del desarrollo que analizaremos en el próximo punto.

3. LAS TEORIAS DEL C RECIMIENTO ECONOMICO

Acumular riqueza no es necesario para hacer realidad muchas opciones humanas importantes.

Citado en el Informe PNUD 1994.

La teoría moderna del crecimiento económico se ha desarrollado teniendo como base el establecimiento de modelos económicos con una estructura de equilibrio general.

Las principales diferencias entre los distintos modelos se hallan en las propiedades o características con las que se configure a la función de producción. Todos estos modelos surgieron debido a los intentos de dinamizar a medio y largo plazo el modelo keynesiano, bien por parte de los propios discípulos y seguidores de Keynes, o bien por parte de los nuevos autores neoclásicos (Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009)

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En su trabajo acerca del Desarrollo sostenible: un reto central para el pensamiento económico, Pulido San Román cita las clasificaciones de las teorías actuales del crecimiento económico de acuerdo a las propuestas de Robert Barro y Xavier Sala-i-Martín (1995), David Romer (1996) y de Steven Durlauf y Danny Quah (1999). (A. Pulido San Román, 2003).

En Economic Growth, Barro y Sala-i-Martín, distinguen los siguientes modelos teóricos:

1. Modelos de crecimiento con tasas de ahorro exógenas: modelo de Solow y Swan (1956). 2. Modelos de crecimiento con tasas de ahorro determinadas por optimización del

consumidor: modelo de Ramsey (1928), Cass (1965) y Koopmans (1965). 3. Modelos de generaciones solapadas: modelos de Samuelson (1958), Diamond (1965) y

Blanchard (1985). 4. Modelos de crecimiento endógeno de un sector: el modelo AK de Romer (1986). 5. Modelos de crecimiento endógeno de dos sectores (con especial atención al papel del

capital humano): modelo de Rebelo (1991), Uzawa (1965) y Lucas (1988). 6. Modelos de cambio tecnológico con variedad de productos: modelo de Romer (1990) y

Grossman y Helpman (1991). 7. Modelos de cambio tecnológico con mejoras en la calidad de productos: modelos con

inputs intermedios. 8. Modelos de difusión de tecnología: modelos del tipo líder-seguidor.

Por su parte, David Romer (1996), en su libro de Macroeconomía Avanzada agrupa a los modelos de crecimiento que en:

1. Modelo de crecimiento de Solow. 2. Modelo de horizonte infinito de Ramsey-Cass-Koopmans. 3. Modelo de generaciones solapadas de Diamond. 4. Modelos de Investigación y Desarrollo (I+D). 5. Modelos de capital humano.

Por último, Steven Durlauf y Danny Quah, en su trabajo de revisión de 1999, The new empirics of economic growth, distingue:

1. Modelo neoclásico: un bien de capital y progreso tecnológico exógeno. Modelos de Solow y Swam, Cass-Koopmans y Barro-Sala.

2. Modelo neoclásico: múltiples bienes de capital. Modelo de Mankiw, Romer y Weil (MRW) (1992).

3. Modelos de crecimiento endógeno con tecnología linealmente asintótica: modelos de Rebelo y AK de Romer.

4. Modelos de trampas de pobreza: como el de Azariadis y Drazen (1990). 5. Modelos de crecimiento endógeno con I+D y progreso tecnológico endógeno: como el

de Grossman y Helpman. 6. Modelos con interacciones entre países: modelo de Lucas con preponderancia del efecto

del capital humano.

4. DEL CRECIEMIENTO ECONOMICO A LAS TEORÍAS DE LA EC ONOMÍA DEL DESARROLLO

Cuando la música cambia, también cambia el baile. Proverbio africano. Citado en Informe PNUD 2013.

Después de la Segunda Guerra Mundial, empezaron a surgir trabajos empíricos que pretendían analizar las diferencias encontradas entre los diversos procesos de crecimiento desarrollados en el mundo. Ante la evidencia empírica de una mayor agudización de la problemática del Tercer Mundo, se alzaron las primeras voces discordantes con la ortodoxia económica dominante, herederas principalmente de los postulados keynesianos. Economistas como Rosenstein-Rodan, Nurkse, Singer, Lewis, Gerschenkron, Myrdal, Hirschman, Scitovsky, Perroux, Rostow, Myint y Prebisch son ya reconocidos con el apelativo de los Pioneros del Desarrollo (Meier y Seers, 1986 citado por Aguado, Barrutia, Etxebarria, 2009)

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Los pioneros del desarrollo consideraban la industrialización de los países subdesarrollados como un proceso necesario y proponían la intervención por parte del Estado para movilizar los recursos ociosos. Aquí nombraremos las diferentes teorías y formas de clasificar a estos autores, comenzando por la propuesta de Hidalgo (1996) el cual realiza una primera agrupación en el nivel de teorías según el enfoque ideológico-metodológico y la utilización de un criterio cronológico para la subclasificación dentro de cada teoría, a saber:

1. Teoría de la modernización. Ortodoxia de la Economía del Desarrollo durante los años 50 y 60, plantea la imitación del camino seguido por las economías industrializadas en su desarrollo como estrategia.

2. Teoría estructuralista. Surge a raíz de los trabajos de Prebisch de principios de los 50 y conforma la heterodoxia, afirmando que sólo puede entenderse el problema del subdesarrollo desde un análisis histórico – estructural de las economías en desarrollo.

3. Teoría neomarxista del desarrollo. Arranca con la actualización de la teoría del imperialismo en los 50 y llega hasta los 80. El subdesarrollo es considerado como un elemento central en el propio funcionamiento del sistema capitalista.

4. Teoría neoliberal. Se inicia como tal en la crisis de los 70, se desarrolla e implementa en los 80 y en los 90 empieza a ser cuestionada. El mercado es el mejor agente de desarrollo, por lo que la intervención y el propio Estado deben ser reducidas al mínimo indispensable, siendo la liberalización interna y externa y la estabilidad macroeconómica las estrategias principales.

5. Teorías alternativas. Sin constituir, dada su heterogeneidad, un cuerpo teórico común, coinciden en la erradicación de la pobreza como objetivo del desarrollo y su multidimensionalidad como concepto.

Figura 1: Pensamiento económico según Hidalgo, agregado nuevos aportes elaboración propia

John McKay (1991) clasifica los diferentes modelos de desarrollo que han sido dominantes en el pensamiento occidental en diez diferentes momentos:

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1. Teoría de la modernización; 2. Teoría de la dependencia; 3. Enfoque de las necesidades básicas; 4. Ajuste estructural; 5. Modelos de articulación; 6. Internacionalización del capital; 7. Antimodernización; 8. Desarrollo de las raíces populares básicas; 9. Ajuste con rostro humano; 10. Desarrollo sostenible. Los mismos criterios de clasificación son utilizados por Bustelo (1998), simplificando en teorías ortodoxas y teorías heterodoxas según podemos observar en la figura 2.

Figura 2: Teorías del desarrollo económico según Bustelo.

Giovanni Reyes (2001), por su parte, considera, en un esquema similar, la globalización como una de las teorías (con bases teóricas en el movimiento social estructuralista-funcionalista), parecida a la teoría de los sistemas mundiales en la consideración de la escala mundial de análisis.

Volviendo a la figura 1, esta refleja de forma sintética la evolución del pensamiento económico sobre desarrollo, aglutinando las diferentes teorías que han ido surgiendo. A pesar de que el desarrollo humano y el desarrollo sostenible quedarían enmarcadas en las denominadas teorías alternativas según la propuesta de Hidalgo, consideramos que, debido a su presencia cada vez mayor, tanto en los discursos académicos como en la práctica del desarrollo, es momento quizá de eliminar la etiqueta alternativos, puesto que sus postulados son ya de amplio reconocimiento a nivel internacional.

5. EL DESARROLLO HUMANO, EL DESARROLLO SOSTENIBL E Y EL

DESARROLLO HUMANO SO STENIBLE

Alrededor del mundo, las personas se están uniendo en una lucha en común por participar libremente en los eventos y procesos que dan forma a sus vidas.

Mahbub ul Haq (citado en el Informe PNUD 2013)

El cambio conceptual más significativo en la economía del desarrollo comienza a producirse a partir de la década de 1970, motivado por la inexistencia de signos que mostraran un alcance real del bienestar humano para toda la población. El crecimiento económico va perdiendo fuerza y dando paso a otro centro de atención: la satisfacción de las necesidades básicas de las personas. Estos nuevos planteos alternativos del desarrollo se van concretando en distintos enfoques que

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respaldan un desarrollo con rostro humano y más orientado hacia el equilibrio ecológico. (ver teorías alternativas en figura 1).

El informe Ajuste con rostro humano, publicado por UNICEF en 1987 se convierte en precursor del enfoque y concepto del desarrollo humano en su intento de confrontar la ortodoxia económica bajo la cual se habían llevado a la práctica numerosos ajustes estructurales y programas de estabilización en países en desarrollo.

El enfoque del Desarrollo Humano surge a finales de la década de 1980 en el seno de Naciones Unidas, bajo el influjo del pensamiento y los trabajos de los economistas Amartya Sen y Mahbub ul Haq. Este concepto se institucionaliza desde el año 1990 a través de los Informes sobre el Desarrollo Humano elaborados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, considerando a ul Haq padre de estos informes. El primer Informe sobre el Desarrollo Humano de 1990, titulado Concepto y Medida del Desarrollo Humano parte de una ruptura con el pensamiento tradicional de desarrollo como crecimiento económico.

El interés por el desarrollo humano parece estar pasando a ocupar un lugar central en la década de los noventa. Durante mucho tiempo, la pregunta recurrente era: ¿cuánto está produciendo un país? Con más frecuencia, la pregunta que se hace ahora es: ¿cómo le va a las personas? La razón principal para este cambio es el creciente reconocimiento de que el objetivo real del desarrollo es ampliar las opciones de las personas. El ingreso es sólo una de esas opciones –y una extremadamente importante- pero no es la suma total de la vida humana. La salud, la educación, el ambiente físico, la libertad –por nombrar algunas opciones- pueden ser tan importantes como el ingreso (Ul Haq, 1995).

Las raíces filosóficas de este enfoque radican en la teoría de Amartya Sen sobre el Enfoque de la Capacidades (Capability Approach), que concibe el desarrollo como un proceso de expansión de las capacidades humanas individuales y colectivas para llevar a cabo actividades que son elegidas y valoradas libremente. El acento principal está puesto en lo que las personas puedan hacer y ser, más que en lo que puedan tener, lo que permite superar los enfoques que, a pesar de incorporar en mayor medida el factor humano en el desarrollo, se centran básicamente en la satisfacción de necesidades básicas mediante la dotación de recursos materiales.

Una posible definición del desarrollo humano es precisamente la que acuña el PNUD en el Informe sobre el Desarrollo Humano donde se da a conocer este concepto: ―el desarrollo humano es un proceso mediante el cual se amplían las oportunidades de los individuos, las más importantes de las cuales son una vida prolongada y saludable, acceso a la educación y el disfrute de un nivel de vida decente. Otras oportunidades incluyen la libertad política, la garantía de los derechos humanos y el respeto a sí mismo‖ (PNUD, 1990).

El desarrollo humano se configura en un concepto multidimensional que va más allá de la mera satisfacción de necesidades básicas y que es aplicable por igual a países desarrollados y subdesarrollados.

Sobre el desarrollo humano hay algunos desacuerdos, pero es innegable el amplio acuerdo que existe en relación a varios aspectos (ul Haq, 1995):

―El desarrollo debe poner a las personas en el centro de su preocupación.

El propósito del desarrollo es ampliar todas las opciones humanas, no sólo el ingreso.

El paradigma del desarrollo humano se preocupa tanto por desarrollar capacidades humanas (a través de invertir en las personas) como por usar completamente aquellas capacidades humanas (a través de un marco que permita el crecimiento y el empleo).

El desarrollo humano posee cuatro pilares fundamentales: igualdad, sustentabilidad, productividad y empoderamiento. Considera al crecimiento económico como esencial, pero enfatiza la necesidad de

prestar atención a su calidad y distribución; analiza detalladamente su vínculo con las vidas de las personas y cuestiona su sustentabilidad a largo plazo.

El paradigma del desarrollo humano establece los fines del desarrollo y analiza las opciones más sensibles para lograr dichos fines‖.

La persona es, desde este enfoque, el medio y el fin del desarrollo, esto es, actor y beneficiario del proceso.

El desarrollo humano es un concepto integrador de lo que ha sido el desarrollo alternativo, pues combina la satisfacción de las necesidades básicas, el desarrollo sostenible, la reforma del orden internacional, el desarrollo autónomo, el desarrollo multidimensional, etc. (Hidalgo, 1998).

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No podemos negar los esfuerzos intelectuales que se vienen realizando desde el enfoque del desarrollo humano en los últimos años para la noción de sostenibilidad, sin embargo, ésta no está plenamente imbricada en el enfoque del desarrollo humano a pesar de lo que sugiere Hidalgo, razón por la cual la tendencia actual es adoptar la denominación desarrollo humano sostenible como forma de aglutinar los principales aportes de ambos enfoques desde un marco más integral.

En la década de los setenta, el debate sobre el crecimiento económico cambió de rumbo. Fue en esta época cuando surgieron las primeras voces en contra del crecimiento sin límites, es decir, que alertaban sobre la necesidad de considerar los límites biológicos del planeta, en un contexto en el que los efectos perniciosos que la crisis del petróleo estaba ocasionando sobre el medio ambiente y sobre la calidad de vida eran cada vez más palpables.

Ante la gravedad de las condiciones ambientales y la percepción de que los recursos naturales eran escasos, se empezaron a incorporar en los modelos de crecimiento económico la variable medioambiental.

Autores como Tryzna destacan que el mayor avance en la nueva perspectiva conceptual sobre el desarrollo y medio ambiente fue dada por la publicación en 1980 de la Estrategia Mundial de Conservación, que hacía especial hincapié en el concepto de conservación como marco a la hora de hablar de medio ambiente y desarrollo. No aborda explícitamente la definición de desarrollo sostenible (lo que plantea es el concepto desarrollo sostenido, entendiendo éste como el crecimiento económico que no vulnera los ecosistemas), pero destaca de manera recurrente el concepto de sostenibilidad y la conexión inevitable entre las variables medio ambiente y desarrollo. (Tormo, Carola Calabuig, 2008)

La incorporación de esta variable a los modelos de crecimiento, se distinguen claramente dos posturas contrapuestas: por un lado, la postura neoclásica, que ha derivado en la economía ambiental y, por otro lado, la denominada economía ecológica. La primera, tiene por objetivo alcanzar la sustituibilidad de los recursos naturales por medio de la tecnología. La segunda, contempla la imposibilidad de mantener un crecimiento exponencial, dado que nos encontramos en un planeta finito. Estas dos posturas contrapuestas han dado origen a los términos de sostenibilidad débil y sostenibilidad fuerte.

Este concepto de desarrollo sostenible es institucionalizado por primera vez, en 1987, en el Informe Brundtland, elaborado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas (ONU), donde entiende que el desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Esta definición se la considera dentro de la postura de la sostenibilidad débil y comienza a ser ampliamente difundida y también criticada.

La afirmación de que para alcanzar el desarrollo sostenible tanto en el Norte como en el Sur es necesario el crecimiento económico, parece que es la única afirmación que del informe han retenido empresarios y políticos (Riechmann, 1995). El modelo economista de desarrollo sostenible basado en el capital, falla al dejar de lado numerosas dimensiones y en no tratar adecuadamente las interconexiones (Kemp et al, 2005). Citadas ambas apreciaciones por Carola Calabuig Tormo en su trabajo.

En la conferencia organizada por la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, denominada Primera Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro, en junio de 1992 se modificó el concepto original el Informe Brundtland, centrado en la preservación del medio ambiente y el consumo racional de los recursos naturales no renovables, hacia la idea de tres pilares fundamentales del desarrollo sostenible: las dimensiones ambiental, económica y social.

Como consecuencia de la ambigüedad del término desarrollo sostenible existen en la actualidad innumerables definiciones que enfatizan unas cuestiones más que otras, pero más allá de ello el desarrollo sostenible tiene la utilidad de definir una dirección de actuación que resulta positiva:

Resalta la necesidad de preservar los recursos y funciones naturales. Pone límites al crecimiento.

Promueve la fijación y búsqueda de objetivos sociales (satisfacción de las necesidades de generaciones actuales y futuras), en lugar de objetivos individuales reflejados en la demanda solvente. Es decir, integra la economía y el medio ambiente en la toma de decisiones.

A pesar de su posible interpretación de forma egoísta, es indudable que el concepto tal y como lo acuña el Informe Brundtland está inspirado en la solidaridad intra e intergeneracional.

Fomenta la participación popular en los procesos de desarrollo.

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En definitiva y desde una perspectiva de desarrollo sostenible, debemos reinterpretar nuestra comprensión clásica de la riqueza y del capital en términos de satisfacer las necesidades ecológicas y humanas fundamentales. El desarrollo sostenible implica un proceso de profundo cambio en los órdenes políticos, sociales, económicos, institucionales y tecnológicos, incluyendo la redefinición de las relaciones entre países desarrollados y en desarrollo (Maurice Strong).

Por otro lado, el desarrollo sostenible no es un estado fijo en armonía, sino un proceso continuo de evolución. Es, en definitiva, un proceso abierto, inacabado. Teniendo en cuenta que siempre surgirán problemas y necesidades para el cambio, más que unos resultados que alcanzar o un estado final, podemos definir la sostenibilidad como un proceso de avance social continuado o como un marco a adoptar.

―… el desarrollo humano no se trata de un conjunto de preceptos fijos y estáticos, sino de un concepto en constante evolución, cuyas herramientas analíticas se adaptan a los cambios que ocurren en el mundo, este enfoque insiste en mantener la deliberación y el debate y en dejar siempre la puerta abierta a la discusión. Son las personas quienes, individualmente o en grupo, dan forma a estos procesos. El paradigma del desarrollo humano es aplicable a todos los países, ricos y pobres, y a todos los seres humanos. Es lo suficientemente flexible, sólido y activo como para servir de modelo en el próximo siglo. (extraído de http://hdr.undp.org/es/content/sobre-el-desarrollo-humano).

Ahora debemos entrelazar los conceptos de desarrollo humano y desarrollo sostenible con la ayuda de Amartya Sen que introduce algunos elementos que tienden puentes entre ambos.

Desde una perspectiva orientada a la libertad, Sen propone una modificación posible de la definición del Informe Brundtland de la siguiente forma: ―desarrollo sostenible como el desarrollo que promueve las capacidades de las generaciones presentes sin comprometer las capacidades de las futuras generaciones‖, mediante la sustitución del concepto necesidades por el concepto capacidades. El efecto de este cambio radica en integrar la idea de sostenibilidad en la perspectiva de libertad, es decir, ver a los seres humanos no solamente como criaturas que tienen necesidades, sino principalmente como agentes de cambio y como personas cuyas libertades realmente importan.

El otro aporte de Sen se dirige a la consideración de la democracia en la sostenibilidad. Además de un problema de elección individual, en el tránsito a la sostenibilidad nos encontramos con un problema relacionado de elección social al determinar las prioridades entre diferentes tipos de libertades, e incluso en la identificación de diferentes tipos de necesidades y las prioridades entre ellas. Si esas identificaciones y prioridades se determinan por un proceso de elección social democrática, entonces ha habido libertad de discusión, al igual que libertad de participación política para permitir el proceso democrático.

Por otro lado, ul Haq propone que el nuevo concepto sobre desarrollo humano sustentable está basado en un acceso equitativo a las oportunidades de desarrollo, para las generaciones actuales y futuras. El núcleo de este concepto es la igualdad de acceso a oportunidades, no necesariamente de resultados. Lo que las personas hagan con sus oportunidades es su responsabilidad. Sin embargo, no se les debe negar una oportunidad igual para desarrollar y para usar sus capacidades humanas. Debemos reconocer el carácter universal de las exigencias de vida para cada individuo.

El concepto de desarrollo humano sostenible no sólo presta atención a las futuras generaciones, sino que también a las generaciones actuales. Sería inmoral mantener los niveles actuales de pobreza. Los modelos de desarrollo que mantienen las desigualdades actuales no son sostenibles ni vale la pena que así sean. Es más, un mundo injusto es inherentemente insostenible. Una reestructuración importante del ingreso mundial y de los modelos de consumo, especialmente un cambio fundamental en los actuales estilos de vida de los países más ricos, podría ser una precondición necesaria para cualquier estrategia viable de desarrollo humano sostenible (ul Haq, 1995).

6. LA ENCICLICA CARITAS IN VERITATE Y EL DESARROLLO HUMA NO INTEGRAL

El desarrollo humano integral supone la libertad responsable de la persona y los pueblos: ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo desde fuera y por encima de la responsabilidad humana

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La caridad en la verdad (CiV) es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral. Deseo volver a recordar particularmente dos de ellos, requeridos de manera especial por el compromiso para el desarrollo en una sociedad en vías de globalización: la justicia y el bien común (CiV, 6).

Esta tercera Encíclica de Benedicto XVI, publicada en 2009, consta de una introducción, seis capítulos y una conclusión, donde se analizan una gran diversidad de temas de gran relevancia y busca iluminar en temas bastante cruciales de nuestro tiempo, como la globalización, las causas de la crisis financiera, el medio ambiente y el desarrollo sustentable.

En Caritas in Veritate (CiV), el Papa afirma que la caridad es la principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. Agrega que toda la Doctrina Social de la Iglesia gira en torno al principio caritas in veritate. Solo con la caridad, iluminada por la razón y por la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un valor humano y humanizador.

Esta Encíclica corresponde a un continuo histórico de la Doctrina Social de la Iglesia y se fundamenta en abundantes citas a las encíclicas sociales de los papas apoyándose fundamentalmente en la Encíclica Populorum Progressio (1967) de Paulo VI. De esta forma, Caritas in Veritate continúa y profundiza el análisis y la reflexión de la Iglesia sobre cuestiones económico-sociales de vital interés para la humanidad de nuestro tiempo.

En el apartado 21, la Encíclica fundamenta lo que entendía Pablo VI acerca del desarrollo, expresando que Él tenía una visión articulada del desarrollo y que con dicho término quería indicar ante todo el objetivo de que los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo. Desde el punto de vista económico, eso significaba su participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional; desde el punto de vista social, su evolución hacia sociedades solidarias y con buen nivel de formación; desde el punto de vista político, la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz.

En 1967, Pablo VI en la Encíclica Populorum Progressio, proponía que el amor de Dios a su Creación podía hacer posible un desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres, haciendo posible el tránsito de condiciones menos humanas a condiciones más humanas. Se trataba de un verdadero desarrollo que debía abarcar el todo, ya que si no era de todo el ser humano y de todos los seres humanos, no sería verdadero desarrollo. Luego, diría humanismo integral ya que le habla a todas las facultades de lo humano; desde las materiales, pero también las intelectuales, emotivas, religiosas y espirituales.

Solo así se podría fundar una humanidad desarrollada, es decir, ante todo aquello en que los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo. Desde el punto de vista económico, eso significaba su participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional; desde el punto de vista social, su evolución hacia sociedades solidarias y con un buen nivel de formación; desde el punto de vista político la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz (CiV, 21).

Caritas in Veritate nos transmite un mensaje muy importante, cual es la invitación a superar la tan antigua y obsoleta dicotomía que se ha querido establecer entre nosotros, entre la esfera de lo económico y la esfera de lo social. La modernidad nos ha dejado en herencia la idea según la cual, para poder operar en el campo de la economía es indispensable buscar el beneficio (la utilidad) y moverse sobre todo por el propio interés; lo que equivale a decir que no se es plenamente empresario o emprendedor si no se persigue la maximización del crecimiento y de las utilidades. En caso contrario, habría que contentarse por formar parte de la esfera de lo social.

Esta aproximación, que confunde la economía de mercado - la cual es el todo con una de sus vertientes, como es el sistema capitalista - ha llevado a identificar la economía con el lugar en donde se produce la riqueza (y que nos produce renta o rendimiento) y lo social con el lugar de la solidaridad para una distribución equitativa de la misma (Espinosa, 2009).

En tal sentido Zamagni expresa que la concepción de la relación mercado-sociedad típica de la economía civil se sitúa en una perspectiva radicalmente distinta respecto a las dos perspectivas hoy dominantes.

Una de estas perspectiva dominante ve en la extensión de los mercados y de la lógica de la eficiencia la solución a todos los males sociales, el mercado es un ente a social, lo social es ajeno a la mecánica del mercado demandándosele a este la eficiencia y la creación de riqueza; la solidaridad, en cambio,

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comienza exactamente donde termina el mercado, proporcionando los criterios para la redistribución de la riqueza producida.

La otra perspectiva o enfoque ve el avance de los mercados como una desertificación de la sociedad y por lo tanto busca protegerse del mismo, ve el mercado como esencialmente antisocial y como lugar de explotación del más fuerte sobre el más débil.. Polanyi, citado por Zamagni, expresa el mercado avanza sobre la desertificación de la sociedad surgiendo la llamada a proteger a la sociedad del mercado con el argumento que las verdaderas relaciones humanas (la amistad, la confianza, el don, la reciprocidad no instrumental, el amor) son destruidos por el avance de la cultura del mercado. La idea central de la economía civil es la de vivir la experiencia de la sociabilidad humana en el seno de una vida económicamente normal, sugiriendo un modelo de orden social en el cual pueden coexistir simultáneamente los tres siguientes principios: el intercambio de equivalentes, la redistribución de la riqueza y la reciprocidad. (Zamagni, 2006).

Caritas in Veritate nos dice, por otro lado, que se puede emprender, que se puede hacer empresa también cuando se persiguen fines de utilidad social y se actúa por motivaciones de tipo pro-social; que una gestión económica que no incorpora en su interior la dimensión de lo social no sería éticamente aceptable, así como también es verdad que una gestión social meramente redistributiva, que no tenga en cuenta el vínculo de los recursos a la larga no sería sostenible.

Caritas in Veritate destaca bien que el desarrollo de los pueblos es considerado con demasiada frecuencia en los últimos años, como un problema de ingeniería financiera, de apertura de mercados, de baja de impuestos, inversiones productivas, reformas institucionales, en definitiva como una cuestión exclusivamente técnica. CiV dice en cambio, que deberíamos preguntarnos por qué las decisiones de tipo técnico han funcionado solo en parte y, enfatiza que el desarrollo nunca estará plenamente garantizado por fuerzas que en gran medida son automáticas e impersonales, ya sea que provengan de las leyes del mercado o de políticas de carácter internacional. El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral. (CiV, 71).

El desarrollo, si quiere ser auténticamente humano necesita dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad (CiV, 34). Hacen falta formas económicas solidarias. En este sentido, es muy significativo el capítulo dedicado a la colaboración de la familia humana, donde se destaca que el desarrollo de los pueblos depende sobretodo de que se reconozcan como parte de una sola familia. Y también destaca que el tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana que se construye en la solidaridad sobre la base de los valores fundamentales de la justicia y la paz (CiV, 53–54).

Junto a la democracia, la reciprocidad, definida por Benedicto XVI, como la constitución íntima del ser humano, es un valor que funda una sociedad. Aún más, también se podría sostener que la regla democrática encuentra en la reciprocidad su sentido último. En CiV, 57 expresa, … la subsidiaridad, al reconocer que la reciprocidad forma parte de la constitución íntima del ser humano, es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista.

El comportamiento recíproco no puede ser explicado en los términos de preferencias egoístas y de comportamientos orientados a resultados. La reciprocidad es una respuesta comportamental a la cortesía percibida donde el término cortesía viene a significar bien el sentido de equidad distributiva, bien la intención de comportarse de modo equitativo. (Zamagni, 2006). La motivación de quien tiene preferencias reciprocicantes no se apoya, por tanto, en ninguna prospectiva de ganancia futura.

Espinosa se cuestiona ¿En qué lugares la reciprocidad se manifiesta o se desarrolla naturalmente, es decir, en donde se practica y alimenta?, a lo que responde, la familia es el primero de esos lugares; en torno a la propia familia se desarrolla la relación de donación típica de la fraternidad. Luego está la cooperativa, la empresa social y las diferentes formas de asociaciones. Hoy sabemos que el progreso civil y económico de un país depende básicamente de cuan difundidas estén entre sus ciudadanos las prácticas de reciprocidad.

En su presentación al Senado Italiano de la Encíclica el Cardenal Bertone señaló claramente a este respecto que las sociedades que extirpan de su tierra las raíces del árbol de la reciprocidad están destinadas a la decadencia, como desde hace tiempo nos ha enseñado la historia. El Papa concluye enfatizando que el desarrollo integral de los pueblos y la colaboración internacional exigen el establecimiento de un grado superior de ordenamiento internacional de tipo subsidiario para el gobierno de la globalización, que se lleve a cabo finalmente un orden social conforme al orden moral, así como esa relación entre

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esfera moral y social, entre política y mundo económico y civil, ya previsto en el Estatuto de las Naciones Unidas. (CiV, 67). En este último punto tratamos de analizar cómo pudieron evolucionar los distintos conceptos, desde el concepto de desarrollo humano propuesto por ul Haq hasta el desarrollo humano integral revindicado por la Iglesia pasando por el desarrollo sostenible y desarrollo humano sostenible.

7. CONCLUSIONES

La sabiduría no radica en la fijación ni en el cambio, sino en la dialéctica entre ambos.

Octavio Paz. Citado en Informe PNUD 2013

En la introducción nos planteamos las siguiente cuestiones, ¿las distintas líneas de pensamiento económico aportaron o aportarán ideas para solucionar la distribución equitativa de la riqueza, la reciprocidad, la felicidad de toda la sociedad en su conjunto?, ¿cómo evolucionó el pensamiento económico en relación al desarrollo humano?, ¿qué puede aportar la Iglesia en esta línea de pensamiento?. El desafío era tratar de responder a las dos últimas.

En los orígenes acerca del crecimiento económico existía coincidencia en dos elementos, la identificación del desarrollo con el aumento de la riqueza de los países y la consideración de que las herramientas de análisis que se usaban en el estudio del desarrollo eran válidas para todos los países.

Posteriormente, la negación de esta última característica fue uno de los elementos claves del surgimiento de la economía del desarrollo como subdisciplina científica con la aparición de las teorías alternativas del desarrollo al hacerse más que evidente el aumento de la desigualdad entre los países y de la población que los habita y de la degradación del acervo natural.

La moderación del discurso neoliberal tras el Consenso de Washington y, sobre todo, la aceptación y extensión de los enfoques del desarrollo humano sostenible conforman un nuevo panorama en el pensamiento sobre desarrollo alrededor de una nueva agenda de reducción de la pobreza, caracterizado por una progresiva convergencia de ideas alejadas de posturas radicales.

Vimos que no prevalece una teoría sobre otra sino que se van nutriendo entre ellas, debido a esto existe una cierta y progresiva convergencia de planteamientos alejadas de posturas radicales para poner a la pobreza de las regiones en un plano prioritario.

Las Naciones Unidas llevan más de 30 años difundiendo los aportes de ul Haq y Sen y entiende que el desarrollo humano trata de la expansión de las libertades y capacidades de la gente para vivir una vida que valoren, y tienen razones para valorar. Las libertades y las capacidades que nos permiten llevar una vida plena transcienden de la satisfacción de las necesidades básicas. Al tiempo que admitimos que se requieren muchos recursos para llevar una buena vida y que estos pueden ser intrínsecamente valorables, es también importante mencionar que las libertades y capacidades son aspectos que difieren bastante del estándar de vida y del consumo.

Por otro lado emergen nuevos campos de estudios ya no exclusivos de la economía que convierten al análisis del desarrollo humano como campo interdisciplinario en la búsqueda eterna de la felicidad del ser humano y de la sociedad toda.

La iglesia relanza el desarrollo humano integral en la Encíclica Caritas in Veritate resaltando que el desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral.

A la preparación profesional se le agrega un nuevo campo incipiente en la economía, la economía civil como tercera opción a las dos conocidas. ¿El don y la reciprocidad harán felices a las personas?

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