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1 Paleolítico Inferior Inicio: Año 2500000 A. C. Fin: Año 95000 D.C. El concepto sobre las sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas ha sufrido una evolución en la mentalidad, de los inves- tigadores y de la sociedad en general. En realidad, su concepto ha ido expresando los compases del péndulo en la mentalidad de la sociedad contemporánea. En un principio, según Misia Landau, el interés se centró en la transformación del antropomorfo en ser humano, es decir, el ascenso desde las profundidades de la bestialidad a las alturas de la civilización humana. Esta fase se impregnó de la influencia del mito del héroe, en el que un antropomorfo se enfrenta a las más duras pruebas para salir fi- nalmente victorioso, alcanzando la condición de Homo sapiens. Un foco de atención fue también la observación de los méto- dos de defensa de los homínidos, al tener las manos libres gracias al bipedismo. Así se trazó una época en la que las armas y las señas y huellas de violencia intraespecífica serian los temas más aducidos en un momento en el que la precaución por las hostilidades era creciente. Asimismo, en los años cincuenta, la época en la que se produjeron las primeras expansiones tecno- lógicas, el foco de interés primordial consistía o subyacía en la fabricación y empleo de utensilios como principal motor del cambio evolutivo, y la expansión intelectual era el hombre fabricante de utensilios. Los años sesenta constituyeron la fase en la cual apareció la imagen, llena de fuerza, a través de la antropologia del hombre cazador, cuya mejor expresión es el libro titu- lado "Man. The Hunter", que culminó este proceso y abrió la década de los setenta. Como oscilación del péndulo, en esa mis- ma década se comenzó ya el contraargumento de la recolección de elementos vegetales como unidad económica central. De esta forma, la denominación hunter-gatherers es la predominante. Se supone la recolección como actividad básica femenina, la cual asume el vínculo madre-hijo como aglutinador de la unidad social. Este cambio se produce en la época en que se afir- maba el movimiento feminista. En la actualidad la tendencia parece asimilar y combinar los elementos anteriores. Así, la reco- lección de alimentos vegetales provee una fuente estable con suplementos ocasionales, afortunados suplementos, de carroña. Ésta parece ser una de las tendencias actuales más palpable y cuyos exponentes más recientes han sido las teorías sobre el comportamiento de los neandertales emitidos por Binford y Trinkaus. Quizá nos deberíamos preguntar si aún no subyace en la actualidad el mito del héroe en relación con el Homo sapiens sapiens, especialmente para los procesos finales del Pleistoceno y en su trayectoria histórica hacia la actualidad. Construcción de la Prehistoria Inicio: Año 2500000 A. C. Fin: Año 95000 D.C. La concepción y métodos de análisis e interpretación actuales son el resultado de una larga serie de trabajos que se han ido solapando, sintetizando y ajustando desde los primeros pasos de nuestra disciplina. En ello han intervenido multitud de facto- res y análisis interdisciplinares que han sentado las bases de los equipos de investigación actuales. Desde sus primeros pasos se vincula a la geología en toda Europa. En España se une especialmente a los cuerpos de ingenieros, como Vilanova i Piera, Casiano del Prado, L. Siret, etc., quienes junto a personalidades procedentes de profesiones liberales, como Sautuola, van jalonando los primeros descubrimientos y síntesis. Los comienzos de la Prehistoria son conocidos por los descubrimientos casuales de profesionales libres aficionados (Sautuola, Boucher de Pertes) y el reconocimiento científico de los descubrimien- tos arqueológicos por parte de ingenieros (Siret es el mejor exponente, junto con Vilanova i Piera y Casiano del Prado) o geó- logos en su mayoria (Lyell, por ejemplo). Estas etapas se caracterizan por la intención de buscar la sucesión y evolución de las industrias, así como de la mente humana. Los primeros decenios del siglo XX constituyen la fijación general de cronologías y esquemas generales de la evolución de las faunas e industrias, así como de los hallazgos antropológicos. La figura más repre- sentativa es el abate Breuil, cuyo peso sigue notándose en la actualidad. Es la época de la fijación de criterios taxonómicos. De los años veinte a los sesenta se van formulando los criterios que ilustran sensiblemente las décadas posteriores. La acelera-

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Historia Antigua

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  • 1. 1Paleoltico InferiorInicio: Ao 2500000 A. C.Fin: Ao 95000 D.C.El concepto sobre las sociedades cazadoras-recolectoras prehistricas ha sufrido una evolucin en la mentalidad, de los inves-tigadores y de la sociedad en general. En realidad, su concepto ha ido expresando los compases del pndulo en la mentalidadde la sociedad contempornea. En un principio, segn Misia Landau, el inters se centr en la transformacin del antropomorfoen ser humano, es decir, el ascenso desde las profundidades de la bestialidad a las alturas de la civilizacin humana. Esta fasese impregn de la influencia del mito del hroe, en el que un antropomorfo se enfrenta a las ms duras pruebas para salir fi-nalmente victorioso, alcanzando la condicin de Homo sapiens. Un foco de atencin fue tambin la observacin de los mto-dos de defensa de los homnidos, al tener las manos libres gracias al bipedismo. As se traz una poca en la que las armas ylas seas y huellas de violencia intraespecfica serian los temas ms aducidos en un momento en el que la precaucin por lashostilidades era creciente. Asimismo, en los aos cincuenta, la poca en la que se produjeron las primeras expansiones tecno-lgicas, el foco de inters primordial consista o subyaca en la fabricacin y empleo de utensilios como principal motor delcambio evolutivo, y la expansin intelectual era el hombre fabricante de utensilios. Los aos sesenta constituyeron la fase en lacual apareci la imagen, llena de fuerza, a travs de la antropologia del hombre cazador, cuya mejor expresin es el libro titu-lado "Man. The Hunter", que culmin este proceso y abri la dcada de los setenta. Como oscilacin del pndulo, en esa mis-ma dcada se comenz ya el contraargumento de la recoleccin de elementos vegetales como unidad econmica central. Deesta forma, la denominacin hunter-gatherers es la predominante. Se supone la recoleccin como actividad bsica femenina,la cual asume el vnculo madre-hijo como aglutinador de la unidad social. Este cambio se produce en la poca en que se afir-maba el movimiento feminista. En la actualidad la tendencia parece asimilar y combinar los elementos anteriores. As, la reco-leccin de alimentos vegetales provee una fuente estable con suplementos ocasionales, afortunados suplementos, de carroa.sta parece ser una de las tendencias actuales ms palpable y cuyos exponentes ms recientes han sido las teoras sobre elcomportamiento de los neandertales emitidos por Binford y Trinkaus. Quiz nos deberamos preguntar si an no subyace en laactualidad el mito del hroe en relacin con el Homo sapiens sapiens, especialmente para los procesos finales del Pleistocenoy en su trayectoria histrica hacia la actualidad.Construccin de la PrehistoriaInicio: Ao 2500000 A. C.Fin: Ao 95000 D.C.La concepcin y mtodos de anlisis e interpretacin actuales son el resultado de una larga serie de trabajos que se han idosolapando, sintetizando y ajustando desde los primeros pasos de nuestra disciplina. En ello han intervenido multitud de facto-res y anlisis interdisciplinares que han sentado las bases de los equipos de investigacin actuales. Desde sus primeros pasosse vincula a la geologa en toda Europa. En Espaa se une especialmente a los cuerpos de ingenieros, como Vilanova i Piera,Casiano del Prado, L. Siret, etc., quienes junto a personalidades procedentes de profesiones liberales, como Sautuola, vanjalonando los primeros descubrimientos y sntesis. Los comienzos de la Prehistoria son conocidos por los descubrimientoscasuales de profesionales libres aficionados (Sautuola, Boucher de Pertes) y el reconocimiento cientfico de los descubrimien-tos arqueolgicos por parte de ingenieros (Siret es el mejor exponente, junto con Vilanova i Piera y Casiano del Prado) o ge-logos en su mayoria (Lyell, por ejemplo). Estas etapas se caracterizan por la intencin de buscar la sucesin y evolucin de lasindustrias, as como de la mente humana. Los primeros decenios del siglo XX constituyen la fijacin general de cronologas yesquemas generales de la evolucin de las faunas e industrias, as como de los hallazgos antropolgicos. La figura ms repre-sentativa es el abate Breuil, cuyo peso sigue notndose en la actualidad. Es la poca de la fijacin de criterios taxonmicos. Delos aos veinte a los sesenta se van formulando los criterios que ilustran sensiblemente las dcadas posteriores. La acelera-

2. 2cin de hallazgos antropolgicos, el asentamiento de esquemas generales y la evolucin tecnolgica sern las bases de laspautas de investigacin. De esta forma, asistimos al inicio de la formulacin de coetaneidades de las industrias, as como susraces evolutivas (Bourgon, Peyrony) y, al mismo tiempo, comienza a incidirse sobre las respuestas econmicas. En este senti-do la tradicin inglesa ser la que realice la aportacin fundamental, desde Gordon Childe a J. D. G. Clark. Tras este perodocomienza a atisbarse la necesidad de desgajar la idea del fsil gua. Se produce una cristalizacin de estas tendencias que seapoyan, asimismo, en la bsqueda de una metodologa cientfica. La plena madurez de esta etapa se observa en la dcada delos sesenta y sus resultados y asimilacin en los setenta. Por un lado, tendramos el asentamiento de conceptos y sistemasgeolgicos en la Prehistoria. Fundamentalmente la figura de F. Bordes, quien introduce el concepto de facies, conjunto y apli-cacin de sistemas sencillos de anlisis matemticos y su representacin grfica a partir de la construccin de una lista tipol-gica bsica. El mismo concepto y mtodo serien aplicados poco despus por D. de Sonneville-Bordes. Junto a F. Bordes y D.de Sonneville-Bordes, aparece una corriente dialctica, menos apegada a la tradicin geolgica, que busca la dialctica internay estructural de las industrias; esta corriente analtica viene representada fundamentalmente por G. Laplace. Ambos sistemasse aplican en los estudios de nuestro pas desde la dcada de los sesenta, siguindose en muchos casos un camino mltiple.Las listas tipolgicas de Bordes y D. de Sonneville-Bordes/Perrot fueron traducidas a nuestro idioma por J. A. Moure y utiliza-das regularmente en los trabajos de la Cornisa Cantbrica. Partiendo del anlisis de la industria sea y del arte mueble por I.Barandiarn, bsico para la investigacin. Tras el establecimiento de tipologas y sistemas que permiten esbozar las caracters-ticas morfolgicas, se inician los anlisis sobre la funcionalidad de las mismas (Semerov) que, sin embargo, no se extendernhasta finales de los setenta, y ya fundamentalmente en los ochenta, en los que los anlisis de huellas de uso est plenamenteasumida. Al mismo tiempo, las corrientes filosficas de diferentes escuelas marxistas tienen su eco e influyen en la investiga-cin prehistrica, tendiendo casi siempre a los anlisis econmicos. Por un lado, se produce la corriente derivada de la antro-pologa estructural (Levi-Strauss) que cristalizar en los trabajos en Prehistoria de un etnlogo de formacin: A. Leroi-Gourhan.Su aportacin se asienta sobre trabajos de campo pormenorizados con la bsqueda de las estructuras que configuran un sis-tema. Sus interpretaciones se vuelcan tambin hacia el mundo del arte, as como a la organizacin interna de los asentamien-tos. En este sentido tambin encuentra A. Lamming-Emperaire, aunque sus trabajos tuvieron menor repercusin. La tradicinanglosajona cristalizara en vertientes paralelas a las que la filosofa analtica de B. Rusell, unida posteriormente a la escuelade Viena y la escuela de Frankfurt, aadieron nuevos matices. Por un lado, se dio la bsqueda de las relaciones econmicasentre el hombre y el medio ambiente, crendose el trmino de Paleoeconoma (Higss) para determinar las actividades econ-micas y el comportamiento humano frente al medio. Atienden fundamentalmente a la etologa del hombre y se asimilan losconceptos de la zoologa (territorialidad y estacionalidad), centrndose en la bsqueda de recursos. En Espaa sus teoras hansido llevadas a la prctica por sus discpulos Bailey y Davidson, y han influido en algunos anlisis especficos de investigadorespeninsulares. Por otro lado, tenemos la tendencia que ha marcado buena parte de la investigacin anglosajona. Esta oscilaentre la tradicin inglesa creadora de la arqueologa analtica, enraizada en la bsqueda de la clarificacin cientfica de la disci-plina y la influencia de esta tradicin en Estados Unidos donde, desde la perspectiva de la antropologa cultural, se intentabanobtener unos planteamientos cientficos que trascendieran la arqueologa normativa, que acab transformndose en la conste-lacin de tendencias que se han denominado Nueva arqueologa. Nacida sta de la bsqueda de las races y fundamentosconceptuales de la (Prehistoria) Arqueologa como ciencia, tom en Estados Unidos una nueva o mejor dicho nuevas tenden-cias, incardinndose en el anlisis antropolgico - que cristalizar en "Man. The Hunter" (1968) -, y comenz a servir de pautapara radicales y enfervorizadas crticas a lo largo de la dcada de los setenta. Las criticas hacia la arqueologa normativa yahaban comenzado en los sesenta, planteando como alternativa el estudio del comportamiento como rasgo fundamental y labsqueda de sistemas bsicos que trascienden la cultura y los individuos. A partir de los aos setenta, comienza a observarseuna tendencia crtica hacia la postura de la Nueva arqueologa, si bien se conservan rasgos muy especficos de sta, como esla caracterizacin de la adaptacin al medio. Estas tendencias han repercutido en la investigacin peninsular, integrndose enella siempre desde una perspectiva histrica, salvo en casos muy extremistas. En la actualidad, se ha cerrado un ciclo de estu-dio de las sociedades cazadoras-recolectoras, en el cual se han analizado las secuencias y complejos culturales desde lasperspectivas actuales. A partir de aqu la demostracin de las hiptesis planteadas y la constatacin de las teoras expuestasser el largo camino a recorrer en el futuro. Las discusiones sobre el comportamiento de los primeros ancestros han llevado auna serie de investigadores a reflexionar y estudiar la etologa de diferentes especies de pngidos, muy prximos a nosotros en 3. 3la escala evolutiva, fundamentalmente gorilas y chimpancs. Entre ellos cabe destacar a J. Goodall y D. Fossey, a quienes L.Leakey impulso a estudiar los chimpancs y gorilas, respectivamente. Entre los estudios realizados destacan los que se refie-ren al comportamiento de los chimpancs, entre los que se han definido una serie de pautas que pueden marcar una serie dereas culturales, relacionadas con la bsqueda de alimentos, especialmente la obtencin de termitas, uno de sus manjaresfavoritos. Siguiendo a J. Sabater Pi, estas regiones se sintetizan en tres grandes reas: 1. rea cultural de las piedras. Situadaen Africa occidental, y en la cual la subespecie Pan troglodytes utiliza piedras para quebrar el hueso de frutos silvestres. 2.rea cultural de los bastones. Situada en Africa centro-occidental, regin difcil y de intrincada vegetacin, en la que se da unaprotoindustria de bastones rectificados a partir de palos y ramas que pelan y aguzan y cuyo autor es el Pan troglodytes troglo-dytes. 3. rea cultural de las hojas. Situada en el borde oriental del lago Tanganika (y posiblemente las selvas de Uganda),esta regin se define por la manipulacin, del Pan troglodytes schweinforthi, de hojas con la misma finalidad de extraer termi-tas. En esta misma zona, J. Goodall encontr la tcnica de pesca de termitas. Estos trabajos y el comportamiento social, en elque se incluye el aprendizaje de los individuos pequeos a travs del juego, inciden sobre el conocimiento que tenemos acercade la evolucin humana. Una de las caractersticas de la especie humana es su habilidad para fabricar y utilizar instrumentos.La cultura se ha definido como la serie de adaptaciones extrasomticas utilizadas para defenderse de los medios ambientesexternos. A esto podemos aadir que estas adaptaciones son dinmicas. Mientras que, como hemos visto, algunas especiescercanas a nosotros, como los chimpancs, son capaces de utilizar palos o piedras, slo la especie humana es capaz de tras-cender esa utilizacin, para transformarlos, cambiarlos y, en suma, crear otros nuevos. Esta dinmica es la base que permite alos prehistoriadores estudiar las diferentes pocas de la cultura humana, pues esta creatividad innata provoca la existencia demodelos diferentes en los distintos tipos de elementos utilizados por los seres humanos. Esto comprende desde los restos dehabitaciones hasta los instrumentos utilizados para transformar los alimentos, y desde el vestido hasta las armas de caza. Sinembargo, el registro arqueolgico no nos ofrece una representacin total de todos ellos, sino que slo se conservarn aquellosfabricados con materias primas imperecederas, que son las menos numerosas. As, aquellos elementos fabricados con produc-tos vegetales, como madera, corteza o hierba, o animales, como las pieles, tendones, cuernos de bvidos o rinocerontes, etc.,se han perdido definitivamente. De forma que slo las piedras o restos animales como huesos o astas constituirn la fuenteprincipal de nuestra informacin. Pero sta es slo una parte de la realidad cotidiana de los grupos humanos paleolticos, conlo que la actividad del prehistoriador, es, en gran medida, una labor casi detectivesca, en la que partiendo de vestigios restrin-gidos se debe intentar reconstruir todas las actividades de los grupos humanos. Los restos de animales extinguidos y de ins-trumentos lticos, cuyo uso se haba olvidado, fueron las evidencias que los primeros prehistoriadores reconocieron como lashuellas de los antiguos habitantes de nuestro mundo. Las investigaciones posteriores han ido avanzando en nuestro conoci-miento de las tcnicas utilizadas por los grupos prehistricos y estableciendo un marco de referencia donde poder reconocerlas diferentes etapas de la Prehistoria. La primera divisin de la Prehistoria se bas en los tipos de instrumentos utilizados,distinguindose una Edad de la Piedra de una Edad de los Metales. Segn la forma de trabajar la piedra, se establece un Pa-leoltico - Edad de la Piedra Antigua - con instrumentos de piedra tallados que se distingua del Neoltico - Edad de la PiedraReciente en la que se pula la misma. Igualmente, se hablaba de un Mesoltico - Edad de la Piedra Media - que actuaba deenlace entre ambas tcnicas. As, es la tcnica de elaboracin de los instrumentos lo que se convirti en el primer criterio utili-zado en la estructuracin de la Prehistoria. Tambin la tcnica de talla sirvi para caracterizar las divisiones internas del Paleo-ltico. As, el Paleoltico Inferior se caracterizara por tiles sobre ncleos como los cantos trabajados o los bifaces. La industriasobre lascas ser la base del Paleoltico Medio y las hojas marcarn el Paleoltico Superior. Los avances de la investigacinhan demostrado que, como todas las generalizaciones, esta organizacin es falsa y que las industrias sobre lascas aparecenya en el Paleoltico Inferior y que tambin en este momento se empieza a utilizar la tcnica de hojas. Tambin se hizo un para-lelismo entre el Paleoltico Inferior como una obra de los Homo Erectus, el Paleoltico Medio de los Homo sapiens neanderta-lensis y el Paleoltico Superior de los sapiens sapiens. Igualmente, el desarrollo de la investigacin ha cuestionado esta ecua-cin. Durante el Paleoltico Inferior, segn los ltimos descubrimientos, ya pueden aparecer los primeros Homo sapiens nean-dertalensis. Durante el Paleoltico Medio la presencia de los Homo sapiens sapiens est claramente demostrada en frica y elPrximo Oriente, donde conviven con los neandertales durante casi ms de 50.000 aos, fabricando los mismos tipos de ins-trumentos. De esta forma, la correlacin entre los tipos humanos y las industrias no se puede apoyar en ningn caso, comoproponen algunos investigadores. Tambin durante los primeros momentos del Paleoltico Superior europeo encontramos, en 4. 4Saint-Cesaire (Francia), restos de neandertales asociados a industrias del Perigordiense Inferior. Sin embargo, esta terminolo-ga se mantiene actualmente en aras de una mayor operatividad. Muchas de las crticas, sobre todo de la escuela anglosajona,caen en una cierta ingenuidad. No creemos que ningn historiador defienda la unicidad de la Edad Media o la Edad Moderna,ni ningn gelogo la del Cretcico o del Mioceno, sin embargo, su operatividad los sigue convirtiendo en puntos de referencia ala hora de organizar nuestro conocimiento de la historia. La interrelacin y la continuidad son hechos presentes en el registrohistrico; cada poca es heredera de la anterior y en ella se dan las condiciones que caracterizarn a las siguientes. Las rocasutilizadas a lo largo del tiempo por los grupos humanos para fabricar sus instrumentos son casi todas las disponibles, desde lasgneas como los basaltos o la obsidiana, las sedimentarias como los slex o las calizas y las metamrficas como los esquistos olas cuarcitas. De entre ellas, sern los slex y las cuarcitas los preferidos al presentar un modelo de fractura previsible, de formaque el producto final pueda ser preparado por el artesano. A lo largo del Paleoltico, las tcnicas de trabajo de la piedra van aexperimentar un desarrollo completo, pues permitirn a los grupos humanos cubrir casi todas sus necesidades. A fin de permitirun mejor seguimiento de la obra, presentaremos de forma sumaria las distintas tcnicas utilizadas, as como una terminologade los distintos tiles lticos. Generalmente, para la talla de la piedra se parte de un ndulo de piedra, al que se golpea con unpercutor; ste puede ser de piedra o de madera, dependiendo de la necesidad. Mediante una serie de golpes repetidos sobrela superficie de una roca se levantan una serie de esquirlas. Estas esquirlas, conocidas como lascas, se pueden a su vez tra-bajar con un percutor de madera o hueso - percutor blando - o un compresor para, mediante el retoque, conformar la lascasegn el diseo necesario. As, se puede utilizar un percutor de piedra o percutor duro - que permite golpes intensos y poten-tes, para obtener las primeras lascas. Siguiendo una serie de tcnicas, que se ha llegado a reproducir experimentalmente ycontrastar con la evidencia arqueolgica, se han podido reconstruir las distintas etapas en la fabricacin de instrumentos. Habi-tualmente, se comenzaba por levantar una primera serie de lascas para regularizar el ndulo y levantar la capa superficial de laroca, para convertir as el ndulo en un ncleo de donde sacar lascas ms regulares. Esta capa, formada por meteorizacin dela roca y denominada cortex, no suele tener buenas condiciones de trabajo. Por otro lado, normalmente los ndulos son irregu-lares, por lo que se hace necesario este trabajo de desbastado a fin de permitir que su forma permita la extraccin fcil delascas. La intencin del artesano es preparar una superficie. Esta superficie conocida como plano de percusin permite, me-diante la repeticin de golpes con un percutor, la extraccin del mayor nmero de lascas posible. Sin embargo, en muchoscasos se haca necesario volver a preparar el ncleo, al presentar ste irregularidades internas o por haberse agotado el planode percusin. Del ncleo se levantan una serie de lascas, que se conocen globalmente como productos de acondicionamiento,cuya intencin es restaurar o preparar otro plano de percusin. As se levantan flancos o aristas, dependiendo de la parte delncleo que se trabaje. En la lasca queda una parte del plano de percusin, conocido como taln, que permite, aunque no seconozca el ncleo del que viene, conocer la tcnica de preparacin. Tambin sobre la lasca se puede reconocer un bulbo ca-racterstico, que suele ser la mejor huella de la accin humana, quedando sobre el ncleo el negativo de este bulbo. Cuando selevanta otra serie de lascas tambin queda sobre su superficie la huella de los levantamientos anteriores, formando sobre lasuperficie de la lasca una serie de aristas que se corresponden con los negativos de las lascas que se extrajeron con anteriori-dad. El taln puede ser liso si viene de un plano de percusin no preparado o facetado si presenta un plano preparado por unpequeo lascado o retoque. A lo largo del Paleoltico el inters de los artesanos se centr en la optimizacin de la obtencin delascas. Durante las primeras pocas se utiliza una talla oportunista, en la que se sigue una cadena irregular de obtencin delascas. Ya en el Paleoltico Inferior se descubre una serie de tcnicas orientadas a conseguir lascas con formas predetermina-das. La ms importante es la tcnica Levallois, por el yacimiento parisiense del mismo nombre. Esta tcnica parte de un nduloal que se le prepara una superficie por levantamientos perifricos, de forma que los negativos y las aristas presentan un ciertoparecido con un caparazn de tortuga, posteriormente se prepara por retoque un plano de percusin y se levanta la lasca. Delncleo as preparado se pueden obtener lascas de formas estandarizadas, bien redondeadas o bien apuntadas. La clave de latcnica Levallois es que el artesano puede predeterminar la forma de la lasca antes de sacarla del ncleo y seleccionar aqu-llas ms tiles en cada momento. Sin embargo, esta tcnica es muy cara en materia prima, pues de un ncleo no se puedenobtener muchas lascas, normalmente de 3 a 8. Una optimizacin es continuar la talla por levantamientos perifricos repitiendocontinuamente el proceso; esta tcnica, conocida como centrpeta o helicoidal, genera lascas triangulares de formas muy se-mejantes, aunque de menor tamao que la Levallois, por lo que suele ser utilizada en regiones donde las materias primas sonescasas o de baja calidad. El paso final es la obtencin de lascas alargadas conocidas como hojas. La tcnica de obtencin de 5. 5hojas se descubre tambin durante el Paleoltico Inferior, aunque ser durante el Paleoltico Superior cuando se extienda y seconvierta en la base de una importante variabilidad de formas de instrumentos. La clave de la tcnica de hojas es permitir questas se puedan obtener en gran nmero y que sus formas sean lo ms homogneas posibles. Mientras que las tcnicas delascas producen ncleos de formas redondeadas y ms o menos globulares u otros discoides como los procedentes de la tallahelicoidal, las tcnicas de hojas producen ncleos piramidales o prismticos, con largos negativos de las hojas extradas. Eluso del retoque permite, como dijimos, transformar las lascas y hojas. A lo largo del Paleoltico los grupos humanos necesita-ron instrumentos con los que realizar sus actividades. Los investigadores del siglo XIX fueron los primeros en identificarlos yreconocer en ellos una serie de formas que se repetan en los distintos yacimientos. Atendiendo a las formas de los instrumen-tos que utilizaban an muchos de los artesanos de la poca los denominaron raspadores, buriles, raederas, puntas, cepillos,etc., pues no podemos olvidar que en esta poca an se trabajaba el slex para la fabricacin de los pedernales usados comomecheros o en los fusiles de chispa. Esta terminologa, que implica una cierta idea de funcin, ha perdurado hasta la actuali-dad. El establecimiento de tipologas basadas en esta terminologa ha sido durante mucho tiempo una de las mejores armas dela investigacin paleoltica y la forma de establecer relaciones y comparaciones entre los distintos yacimientos. Los trabajosfundamentales para el Paleoltico Europeo son las listas tipolgicas establecidas por F. Bordes para el Paleoltico Inferior yMedio y la de D. de Sonneville-Bordes y J. Perrot para el Paleoltico Superior. Tambin se ha utilizado en otros perodos comoel Postpaleoltico, con listas tipolgicas como las de J. Texier o J. Fortea. Su validez ha sido ampliamente criticada por muchosautores, que ven en ellos el reflejo de una idea emprica y subjetiva del arquelogo y no una autntica morfologa creada cons-cientemente por los artesanos paleolticos. Sin embargo, la repeticin de formas estereotipadas y, a veces, con una dispersincronolgica y/o espacial restringida, permite que el uso de tipologas-listas tipolgicas sirvan como base principal de los inven-tarios del material ltico. Como alternativa y a la vez como complemento, se han desarrollado otros acercamientos basados enla descripcin analtica de los instrumentos. Partiendo de criterios como las dimensiones, los tipos de retoques, o el estableci-miento de variables cuantitativas o cualitativas que permitan describir la pieza, se ha intentado el establecimiento de alternati-vas como la tipologa analtica de G. Laplace o el anlisis de atributos de H. Movius y su escuela. Otro acercamiento es el an-lisis de huellas de uso, que permite la reconstruccin de las actividades realizadas con los instrumentos lticos. Mediante elanlisis microscpico de los materiales se ha podido reconocer que no slo los elementos retocados fueron utilizados, sino quetambin muchas de las lascas que no entraran dentro de las listas tipolgicas sirvieron para una u otra actividad. Sin embargo,esta tcnica no es de amplio uso, pues los problemas de conservacin de los materiales y la dificultad que entraa analizarmicroscpicamente los miles de piezas presentes en un yacimiento impiden su generalizacin. A pesar de esto, ha servidopara obtener gran cantidad de informacin, pues nos ha permitido conocer mejor el uso de los distintos instrumentos y el cons-tatar que muchas veces no slo se utilizaban para una actividad, sino que el mismo objeto haba servido para varios usos.Primeras industrias humanasInicio: Ao 2800000 A. C.Fin: Ao 1000000 D.C.Los restos culturales ms antiguos conocidos provienen, como los restos de homnidos fsiles, de Africa. Los primeros descu-brimientos de Australopitecos de R. Dart en las cuevas sudafricanas permitieron a este investigador identificar una serie dehuesos, dientes y astas que para l representaban las primeras evidencias de instrumentos utilizados. Esta industria, denomi-nada por Dart osteodontoquertica (huesos, dientes, astas), constitua para l los elementos utilizados por estos primeros ho-mnidos como sustituto de las armas de las que no haban sido dotados por la naturaleza y por lo que habran usado las de losanimales. Sin embargo, los descubrimientos de Olduvai (Kenia) cambiaron la perspectiva, al aparecer instrumentos lticos. Porotro lado, la revisin de los yacimientos sudafricanos permiti identificar que estos materiales correspondan a cubiles de hie-nas o leopardos, de los que tambin haban sido presas los Australopitecos. Adems, la revisin geolgica de los sedimentoscambi el sistema de relaciones de los propios materiales, al no poder correlacionarlos con los restos de homnidos. De estaforma, nos encontramos con uno de los principales problemas en relacin con las primeras evidencias culturales de la humani-dad. La arqueologa nos aporta la prueba de que ciertos homnidos aprovecharon su posicin erguida para, aprovechando las 6. 6manos liberadas de la marcha, fabricar instrumentos y aprovechar mejor sus posibilidades. Sin embargo, el problema se sitaen distinguir a qu tipo de homnido se deben atribuir los restos culturales. Salvo raras excepciones, los yacimientos con restosfsiles de homnidos no presentan industrias, y en aquellos donde stas se hallan presentes no suelen aparecer los anteriores.Las investigaciones en la regin de los Afar, en Etiopa, dieron como resultado el descubrimiento de la serie de materialesarqueolgicos ms antiguos conocidos por el momento. Las investigaciones han permitido reconocer las evidencias de variosyacimientos arqueolgicos datados entre los 2,8 y 2,6 millones de aos. En los yacimientos de Kada Gona y Kada Hadar seencontr una industria formada por cantos trabajados tallados sobre una o dos caras junto a ncleos y lascas, generalmentede basalto. El inters que presentan estos materiales es que ya nos encontramos con materiales elaborados, en los que sedescubre un conocimiento de las tcnicas de talla. Esto plantea el problema de las primeras industrias humanas. Con todaprobabilidad, los primeros homnidos utilizaron elementos de la naturaleza tales como palos o materias vegetales junto a pie-dras, como hemos visto que utilizan los chimpancs. As, nos encontramos con un lmite metodolgico para nuestra investiga-cin. Cules son los criterios por los que podemos reconocer una industria humana? Sin duda nunca podremos identificar losprimeros instrumentos, slo cuando una accin humana los haya transformado seremos capaces de reconocerlos como tales.En el sur de Etiopa se encuentra, en el valle del ro Omo, la denominada Formacin Shungura, datada entre 2,3 y 2 millonesde aos y donde J. Chavaillon descubri una importante serie de yacimientos arqueolgicos. Los yacimientos conocidos comoOmo 57, Omo 84 y Omo 123 proporcionaron una industria consistente en lascas de cuarzo sobre las que aparecen los atribu-tos de una talla intencional, como talones y bulbos de percusin, en algunas de las cuales se ha detectado la presencia deretoques. Junto a ellos aparecieron ncleos discoides y polidricos. En otro yacimiento, Omo 71, se descubri un canto traba-jado de cuarzo en el que una serie de levantamientos bifaciales formaban un filo cortante. Uno de los sectores de Omo 123 hapermitido recoger las lascas procedentes del mismo ncleo y reconstruir el proceso de talla superponindolas al mismo. SegnJ. Chavaillon en estos yacimientos se pueden detectar actividades diferentes. Algunos podran constituir campamentos provi-sionales, mientras que en otros casos se tratara de talleres de talla. Los materiales descubiertos forman parte del primer com-plejo industrial conocido, habiendo sido denominado por los prehistoriadores como Oldovayense, siguiendo la tradicin dellamarlo por el primer yacimiento donde se identific: Olduvai. La garganta de Olduvai se encuentra cerca del volcn de Seren-gueti, cuyo crter alberga hoy el Parque Nacional del mismo nombre y al borde de la fosa tectnica del Rift. Esta fosa recorreel oriente de Africa, llegando hasta el mar Muerto en Palestina. Su actividad ha favorecido el vulcanismo local, de forma quelas coladas de lava han sellado muchos de los yacimientos arqueolgicos de la regin. Desde 1931 L. Leakey se dedic a lainvestigacin en la garganta de Olduvai, ya conocida desde principio de siglo por su riqueza en fsiles. Su estratigrafa estformada por varios niveles geolgicos, conocidos como Beds. A lo largo de la garganta, en los distintos niveles se descubrieronvarios yacimientos arqueolgicos de distintos tipos. Entre ellos, algunos representan suelos de habitacin donde los objetos sedistribuyen en la superficie de un paleosuelo. En otros casos, se trata de reas de descuartizamiento donde se encuentraninstrumentos asociados al esqueleto de un gran animal. La estratigrafa global de Olduvai comienza por una capa de basaltosobre la que se sita el Bed I, de 40 metros de espesor y formado por tobas volcnicas; en l aparecen los principales nivelesarqueolgicos del Oldovayense. El Bed II presenta de 20 a 30 metros de espesor segn las reas, estando formado por inter-calaciones de tobas volcnicas y depsitos fluviales. En l se encuentran materiales del Oldovayense que evolucionan haciaun 0ldovayense avanzado (Developed Oldwman), con un Achelense en la parte superior. ste se caracteriza por la presenciade los bifaces, en los que la talla cubre las dos caras dando bordes ms rectilneos. El Bed III presenta de 10 a 15 metros yslo contiene materiales fluviales con industria Achelense. El Bed IV, con 45 m de espesor, est formado por materiales eli-cos, lo que evidencia un cambio en las condiciones climticas hacia una mayor aridez. El Bed V es la formacin superficial y seform a favor de los cambios tectnicos y el hundimiento progresivo del Rift. La cronologa de Olduvai, sobre todo en los Beds Iy II, se puede establecer con una cierta seguridad dada la presencia de tobas volcnicas datables mediante la tcnica de des-composicin del potasio en argn. El basalto de la base del Bed I se ha datado en 1,9 millones de aos, mientras que el Bed IIcomienza hace 1,7 millones de aos y termin hace un milln de aos. Los Beds I y II contienen industria del tipo Oldovayensecon casi un 80 por 100 de cantos trabajados tanto uni como bifacialmente y que presentan filos redondeados. Junto a ellosaparecen los poliedros, los discos y los protobifaces, as como una industria sobre lascas retocadas que forman raederas,buriles o perforadores. Las materias primas son, sobre todo, volcnicas como el basalto o la fonolita. El Oldovayense avanzadose sita cronolgicamente en 1,5 millones de aos en este lugar y une a estos instrumentos la aparicin de los primeros, y an 7. 7toscos, bifaces as como un mayor desarrollo de la industria sobre lasca, apareciendo los raspadores, como tambin el uso dela cuarcita. Entre los distintos yacimientos conocidos en Olduvai, algunos nos permiten conocer las formas de vida de estoshomnidos. Uno de los yacimientos ms interesantes es el conocido como DK I. En l se descubrieron los restos de la primeraestructura conocida. Se trata de un crculo de piedras en cuyo interior aparecan instrumentos lticos y restos de fauna. Estaestructura ha sido interpretada como los restos de un paravientos, del mismo tipo que los utilizados por los bosquimanos o lospastores para protegerse del fro y el viento de la noche. Esto nos permite suponer que hace 1,8 millones de aos los gruposhumanos podan organizar su espacio y dominaban tcnicas para asegurarse una cierta confortabilidad y proteccin. Otroyacimiento de gran inters es el denominado FLK, donde se identificaron los restos de un suelo de ocupacin compuesto degran nmero de lascas as como algunos cantos trabajados. En l se descubrieron los huesos del Australopitecus (Zinjatropus)boisei. En un nivel subyacente aparecieron los restos de Homo habilis, demostrando la contemporaneidad de ambos tipos dehomnidos. En la parte superior del Bed I, en el yacimiento FLK Norte, aparecieron los restos de un elefante asociados al ins-trumental utilizado en su descuartizamiento. Junto a Olduvai, en el norte de Kenia se encuentra el lago Turkana, antiguo lagoRodolfo. En l aparece la Formacin Koobi Fora, donde se descubrieron varios niveles arqueolgicos estudiados por G. Isaacy R. Leakey. Esta presenta dos series estratigrficas separadas por una toba volcnica; fue datada en un principio en 2,6 mi-llones de aos, aunque una revisin posterior la situ entre 1,8 y 1,6 millones de aos, es decir, casi cronolgicamente paralelaal Bed I de Olduvai. En la secuencia inferior se descubrieron varios yacimientos, destacando el conocido como KBS, que con-tena una industria de tipo Oldovayense junto a restos seos de cocodrilo, jirafa, hipoptamo, puerco espn y jabal. Esto hasido interpretado por G. Isaac como una evidencia del trabajo en cooperacin de los primeros homnidos, pues no parece quese puedan considerar causas naturales para esta agrupacin de animales tan diferentes. Otro yacimiento es el HAS, dondeaparecieron los restos de un hipoptamo asociado a las instrumentos utilizados en su descuartizamiento. Entre los restos fsi-les destaca el denominado KNM ER 1470, un tipo evolucionado de Homo habilis. Al norte de Kenia, en Etiopa, encontramosotra de las zonas donde se han descubierto importantes yacimientos del Oldovayense: el valle del Awash en Melka Kunture.Entre ellos destaca Gombore I, donde aparecieron gran nmero de instrumentos y restos de fauna. En l se pueden descubrirzonas de acumulacin de materiales, junto a otras vacas. Esto ha sido interpretado como la evidencia de zonas de actividadesespecficas, como talleres o reas de procesado de los animales. Tambin se descubri una zona vaca rodeada de crculosde piedras que podra representar un abrigo del tipo de Olduvai FLK. Los restos de fauna corresponden a hipoptamos, elefan-tes y antlopes. Su cronologa se sita entre 1,7 y 1,6 millones de aos. El Oldovayense avanzado est presente en Garba IV,datado en 1,4 millones de aos. En l aparecen, junto a los cantos trabajados, lascas y percutores, as como grandes bloquesde piedra de casi 60 kilos utilizados como almacenamiento de materia prima. La presencia de algunos bifaces autnticos nospermite enlazarlo con el Achelense.Complejo achelenseInicio: Ao 1400000 A. C.Fin: Ao 1000000 D.C.El Achelense, basado en la presencia de bifaces en proporciones importantes, se encontr en Garba XII y en el nivel T deGombore I, as como en el Bed II de Olduvai. En general, es difcil de distinguir de las fases avanzadas del Oldovayense avan-zado y casi ser la proporcin de los bifaces el criterio utilizado. As, entre 1,4 y 1 milln de aos el Achelense se presentacomo una nueva fase cultural. Sus caractersticas principales, junto al ubicuo bifaz, sern el progresivo abandono de los cantostrabajados y el desarrollo de la industria sobre lasca, tanto en cantidad como en variedad de instrumentos. Otro til nuevo es elhendedor, especie de bifaz con el filo recto. Entre los bifaces su variedad aumenta: junto a formas simples que podemos consi-derar como cantos trabajados en toda su superficie, pronto se empiezan a ver cmo los bordes se rectifican y se retocan paraconseguir un filo recto. Sus formas se regularizan dando ejemplares triangulares, ojivales o elpticos. Tambin empiezan acambiar sus estrategias. Mientras que los grupos durante el Oldovayense se sitan siempre cerca del agua, en el Achelensecomienzan a utilizar otras zonas ms alejadas; esto tambin se refiere a su aprovisionamiento de materias primas. Mientras 8. 8que en el Oldovayense se tiende a usar las piedras del propio ro, en el Achelense se busca una mayor variedad. Las estructu-ras de habitacin, como las conocidas en Garba XII en Melka Kunture, se presentan como ms elaboradas, aunque el esque-ma bsico es el mismo que las anteriores de Olduvai DK. Sin duda, las condiciones climticas no hacen necesario un sistemade abrigo ms elaborado, pues como vimos es casi el mismo que perdura en la actualidad. Con el Achelense vemos una dis-persin de los grupos humanos, que tienden a ocupar todo el continente africano. Materiales de este tipo se encuentran en elnorte de Africa, donde los estudios de P. Biberson han establecido la secuencia cultural de Marruecos. Desde una fecha ante-rior a un milln de aos, donde se podra situar Ain Hanech, se puede seguir una serie continua de yacimientos, que le permi-ten asegurar que el Achelense se encuentra ya hace 900.000 aos. Este perodo cuenta con varias etapas representadas enlos yacimientos de Ternifine y Casablanca y cuya cronologa se extiende por el Pleistoceno Medio. Entre sus instrumentosdestacan los hendedores, con una tarda aparicin de la tcnica Levallois. A partir de este momento vemos la expansin de losgrupos humanos fuera de frica. La va natural de salida es a travs de Palestina, donde encontramos el yacimiento de Ubeidi-ya. Situado al sur del lago de Tiberades, presenta una alternancia de depsitos de tipo lacustre y fluvial. Entre ellas se descu-brieron cerca de 14 niveles arqueolgicos. Su situacin cronolgica no est perfectamente establecida, aunque oscila entre 1,4y un milln de aos. La industria, que se considera un Achelense Antiguo, presenta tanto cantos trabajados como bifaces, ascomo una importante industria sobre lasca. Las materias primas presentes son, fundamentalmente, la cuarcita y el basalto. Unabuena evidencia del inters del corredor palestino es la presencia, entre los restos de fauna, de animales caractersticos tantode la provincia faunstica etipica como de la euroasitica. Otros yacimientos atribuibles a este momento antiguo son la canterade Evron, en Israel, o las terrazas de Nahr el Kebir, en Siria. El Achelense est muy bien representado en la zona, desde elvalle del Jordn hasta el Eufrates con fechas entre el 500.000 y el 300.000, lo que indica ya una total ocupacin de la zona.Una facies especial es el denominado Acheleo-Yabrudiense, caracterizado por una industria laminar, sin tcnica Levallois obifaces. Su datacin entre los 150.000 y los 100.000 aos lo sita ya dentro de la variabilidad del Paleoltico Medio antiguo. Enel resto de Asia los yacimientos adscribibles al Paleoltico Inferior se encuentran por todo el continente. En general nos indicanla existencia de una fuerte variabilidad regional en las industrias, situadas cronolgicamente en el Pleistoceno Medio, lo queprovoca la aparicin de una abundante terminologa segn las distintas zonas. As, se habla de Soaniense en la India y Pakis-tn, con industrias con cantos trabajados, bifaces y tcnica Levallois. Las industrias sin bifaces se sitan hacia el Este con elAnyatiense en Birmania y el Padjitaniense en Indonesia. En China ser el yacimiento de Zhoukoudian (Chou Kou Tien) el quealcanzar su fama por la presencia de restos de Homo erectus. Su industria se basa en los cantos trabajados, as como lascasy ncleos casi siempre de cuarzo. La coexistencia de industrias con y sin bifaces ser una caracterstica del Paleoltico Inferior.Se ha intentado buscar una explicacin en las limitaciones de la materia prima, pero no siempre podremos interpretarlo as. Lapropia dispersin geogrfica podra explicar estas variaciones al permitir que los grupos humanos desarrollen soluciones espe-cficas a sus condiciones particulares.EuropaInicio: Ao 750000 A. C.Fin: Ao 100000 D.C.En Europa la presencia humana se puede, como en Asia, dividir en dos grandes momentos. Durante el Pleistoceno inferior ycerca del milln de aos se encuentran las primeras huellas de la presencia humana, con una industria sobre cantos caracte-rstica. Tras ella, ya en el Pleistoceno Medio -situado entre los estadios isotpicos 19 a 6 correspondientes aproximadamente alas glaciaciones Mindel y Riss y con fechas entre 750.000 y 100.000 aos- la presencia de industrias paleolticas es un hechoincontestable. Esta divisin debe, sin embargo, tomarse con ciertas precauciones. Las condiciones de conservacin de lossedimentos correspondientes a estos perodos no han sido siempre favorables. La actividad geolgica de los ltimos cientosde miles de aos ha destruido gran nmero de evidencias por la accin erosiva de los glaciares, los cambios en la red fluvial olos cambios en los niveles marinos, por lo que la conservacin de los mismos es siempre compleja. Por otro lado, la resolucinde los mtodos de datacin favorece a los ms cercanos cronolgicamente, donde se pueden utilizar un amplio espectro demtodos de datacin. 9. 9Industrias ms antiguasInicio: Ao 100000 A. C.Fin: Ao 1Por el momento no tenemos pruebas indiscutibles de la presencia humana en el continente europeo antes del milln de aos.Las referencias de muchos autores a restos industriales en yacimientos como Chillac III, Les Etouaries, Seneze I, Seinzelles oVenta Micena, situados entre los 2,6 y 1,2 millones de aos, no presentan instrumentos lticos u seos con huellas evidentesde actividad humana o las correlaciones entre los materiales y las dataciones no siempre son fiables. Es en el periodo cercanoal milln de aos cuando se datan los yacimientos ms antiguos e indudables. Entre ellos, sobresalen Vallonet en el sureste deFrancia, CaBelvedere en Italia, Sandalja I en Pula (Trieste) o Krlich A en Renania central (Alemania). Hasta el fin del Pleisto-ceno Inferior, es decir, hasta los 750.000 aos, los hallazgos continan proporcionando industrias en las altas terrazas delRoselln y del Somme en Francia, en el Lacio y el Vneto italiano, as como en Europa central (Becov II, en Bohemia, y Cer-veny Kopec, en Moravia). En todos ellos aparece una industria basada en cantos trabajados uni o bifacialmente, as comolascas retocadas procedentes de ncleos globulares o discoidales, evidenciando las primeras muestras de una talla centrpeta.Esta tcnica contrasta con las evidencias conocidas en Africa, donde la fabricacin de bifaces es una tcnica comn desdehace 1,5 millones de aos, mientras que en Europa slo encontramos bifaces a partir del Pleistoceno Medio. Estos primerosbifaces presentan formas toscas, que los iniciales investigadores denominaron Abevillense, de bordes sinuosos. Cronolgica-mente se sita su aparicin en los inicios del Pleistoceno Medio, con yacimientos como el epnimo Abeville. Sin embargo, latradicin de cantos trabajados perdurar, con variantes, hasta el final del Pleistoceno Medio. A inicios del Pleistoceno Medio,durante el estadio isotpico 19, la presencia humana se extiende ya por toda la Europa templada con yacimientos como Solei-lhac en Francia, Karlich B y Mauer en Alemania, Strnska Skla y Prezletice en Checoslovaquia o Iserna la Pineta en Italia,donde se descubri un rea de descuartizado de animales. La industria presenta los tpicos cantos trabajados y la tcnica detalla centrpeta, as como las primeras evidencias de tcnica Levallois. Durante el Pleistoceno Medio, esta tradicin evolucionade forma que a finales del mismo, desde el estadio isotnico 9, se puede ya hablar de un Paleoltico Medio, con industriascomo el Taubachiense o el Tayaciense. Entre los materiales correspondientes a los inicios del Pleistoceno Medio se sita elyacimiento de Verteszlls. En l se descubrieron restos de hogares, as como abundantes restos de animales, destacando lososos, junto a una industria de pequeo tamao sobre cuarzo. Otro yacimiento incluible en este momento es el de Bilzingsle-ben. ste se encontraba situado en el borde de una corriente de agua que desemboca en un lago. En ella, los grupos humanosconstruyeron dos cabaas ovales de 3-4 metros de dimetro. Al Sureste se sitan varios hogares utilizados tambin comozona de talla. Delante se extiende una zona de actividad particular donde han sido trabajados los tiles de piedra, hueso, marfily asta. En su centro se encontr una zona de 18 metros cuadrados limpia y pavimentada con una hilera continua de piedras,orientada hacia el Oeste. Otra zona de actividad se situaba sobre el borde del lago donde una acumulacin de fragmentos dehueso de poco valor alimenticio podra ser interpretada como un basurero.Achelense europeoInicio: Ao 200000 A. C.Fin: Ao 50000 D.C.A continuacin sobrevino el Achelense, como evolucin del Abevillense, caracterizado por los bifaces. Su dispersin geogrficaes diferente a la del grupo de los cantos trabajados, como evidenci Ch. McBurney. El Achelense se encontrara en la zonaatlntica, abarcando Espaa, Francia, Inglaterra, Pases Bajos y Alemania Occidental, mientras que en las regiones situadashacia el Este los bifaces sern escasos y predominarn las industrias sobre lasca con cantos trabajados. Sin embargo, en lazona occidental se detecta tambin una industria basada en la presencia de lascas, el Clactoniense. Este se encuentra interes-tratificado con el Achelense en algunos lugares como Swanscombe, por lo que algunos autores lo consideraron slo una tcni-ca de talla. Sin embargo, la semejanza con los conjuntos industriales de la Europa oriental ha revalidado su carcter de indus-tria diferente al Achelense. El Achelense se ha dividido tradicionalmente en tres fases: Antiguo, Medio y Superior, atendiendo 10. 10bsicamente a la morfologa de los bifaces. En el Inferior sern cercanos a los abevillenses, con bordes sinuosos y base reser-vada, en l tambin aparece la tcnica Levallois; el yacimiento clave es Saint-Acheul, que dio nombre al Achelense. Ms claroresulta el Achelense Medio, que ocupa cronolgicamente el complejo Mindeliense, entre el 700.000 y el 500.000. Ya presentabifaces de formas estereotipadas, as como un aumento de los tipos sobre lasca. Entre los yacimientos importantes destaca labase de la Cueva de lArago en el Roselln y el de Terra Amata en Niza. En este ltimo, H. de Lumley descubri una complejaserie de niveles situados en una playa fsil. En ellos identific los restos de una cabaa ovalada con restos de hogares y entrecuyos materiales se pudieron recoger las lascas y reconstruir los procesos tcnicos de talla. El Achelense Superior presentabifaces muy elaborados, a veces con formas apuntadas. En l la tcnica Levallois es la ms utilizada para la fabricacin delascas; stas se retocan dando formas muy semejantes a las del Paleoltico Medio contemporneo. A este momento se atribu-ye el yacimiento de la Cueva de Lazaret, donde H. de Lumley identific los restos de una cabaa en la que se encontraronvarios hogares, as como un complejo sistema de organizacin del espacio. Como evolucin final del Achelense se cita al Mi-coquiense, que podra ser el origen del Musteriense de Tradicin Achelense en Francia. ste aparece en Alemania con formasparecidas, donde podra dar origen a facies con piezas bifaciales del tipo de Ehringsdorf, que llegaran a un Paleoltico Mediocon puntas bifaciales.Pennsula IbricaInicio: Ao 900000 A. C.Fin: Ao 100000 D.C.En la Pennsula Ibrica la presencia humana no parece corresponder a fechas excesivamente antiguas. Las evidencias deVenta Micena, en Orce, y de la Cueva de la Victoria no son suficientemente convincentes como para poder considerarlas comoprueba de la presencia humana. La investigacin del Paleoltico Inferior peninsular se basa fundamentalmente en los trabajosde M. Santonja. Para este autor, el yacimiento ms antiguo podra ser El Aculadero en la provincia de Cdiz. Aunque, como elmismo autor plantea, se trata de una presencia aislada sin fechas absolutas o restos de fauna que los puedan situar en eltiempo. Las industrias con bifaces se pueden dividir en tres momentos. Las ms antiguas aparecen en las terrazas medias-altas de los ros del interior de la Meseta con ejemplos como Pinedo, en el Tajo, y quiz La Maya III, en el Tormes. Son indus-trias con bifaces gruesos e irregulares junto a hendedores simples sobre lasca cortical. Tambin aparecen an los cantos tra-bajados en grandes cantidades, mientras que las lascas presentan formas poco retocadas. No se detecta la presencia de tc-nica Levallois aunque s la tcnica centrpeta. Una fase posterior se detecta en las terrazas medias-inferiores con yacimientoscomo el clsico de San Isidro, descubierto en 1862 en el valle del Manzanares en Madrid, y Aridos en el Jarama, La Maya II y Ien el Tormes, Monte Famaco y el Sartalejo en el Tajo y Albala o el Martinete en el Guadiana. Su industria presenta ya bifacesy hendedores de formas regulares junto a la presencia de tcnica Levallois y una industria sobre lasca elaborada. En un yaci-miento en cueva de especial importancia tenemos los nicos restos fsicos de los primeros grupos humanos en la Peninsula.Nos referimos a la Sima de los Huesos en el complejo krstico de Atapuerca, en la provincia de Burgos. Este complejo presen-ta varios yacimientos, algunos de los cuales, como la Trinchera con materiales achelenses, eran conocidos desde principios desiglo. En 1976 y en otra zona del complejo, en la denominada Sima de los Huesos, T. Torres descubri una serie de restoshumanos que fueron estudiados por E. Aguirre y atribuidos a varios individuos de Homo sapiens arcaicos, con dataciones porUranio-Torio de ms de 300.000 aos. Los restos parecen pertenecer a un nmero mnimo de diez individuos, de los que cua-tro serian adultos, cuatro subadultos, uno juvenil y otro infantil. Esta concentracin, una de las mayores de restos humanosconocida, es de gran inters y complejidad. Cmo pudieron llegar a esa sima ese nmero de individuos? Nuestro conocimien-to de los procesos tafonmicos hace siempre complicada la interpretacin de un conjunto de esas caractersticas. La explica-cin ms plausible parece indicar un proceso catastrfico, en el que una arroyada o un proceso igualmente brusco enterr yarrastr un grupo humano casi completo. La propia estructura por edades del conjunto podra indicar tambin un grupo familiar.Otros yacimientos, claves para conocer las formas de vida de los primeros grupos humanos en la Pennsula, sern el sorianode Torralba y el cercano de Ambrona. Las excavaciones, tras los trabajos pioneros del marqus de Cerralbo, se iniciaron en 11. 111962 por un equipo interdisciplinar dirigido por C. Howell, tanto en Torralba como en Ambrona. EL conjunto Torralba/Ambronadestaca por la abundancia de fauna. Dentro de ella sobresale la presencia de Elephas antiquus, E. trogonterii, Equus caballus,Cervus elaphus, formas arcaicas de Bos primigenius, Dama (o posiblemente Predama), Dicerorhinus hemitoechus, as comoFelis leo, Canis lupus, Rangifer y restos de aves, posiblemente Anatidae y Ciconidae. Dentro de la industria humana destaca lapresencia de restos vegetales que han sido atribuidos a lanzas (semejantes a la encontrada en Clacton-on-Sea). Tambin esinteresante la presencia de huesos, trabajados por percusin, con morfologa semejante a las piezas bifaciales en piedra. De laindustria ltica destaca la ausencia de cantos trabajados, mientras que son numerosos los bifaces y los hendedores. El comple-jo de Torralba/Ambrona se presenta como un lugar de gran inters prehistrico. Sin embargo, las interpretaciones sobre estosyacimientos no siempre han coincidido. La presencia de los restos de elefantes ha sido, por un lado, utilizada para defender laidentificacin de los achelenses como grandes cazadores; por otro, dado el gran tamao de los mismos, se ha postulado tam-bin que no eran grandes cazadores sino meros carroeros. Es difcil distinguir entre ambos extremos, en general este pro-blema nos lleva hasta los limites del propio mtodo arqueolgico. Ambas posturas parten, en general, de los mismos datos yde los mismos materiales. El problema bsico se centra en la posicin del investigador: son los grupos humanos del PaleolticoInferior capaces de atacar y derrotar a un animal de las dimensiones y la fuerza de un elefante o un rinoceronte, o bien el apro-vechamiento de estos animales es tan slo una accin de carroeo. En general, el conjunto Torralba-Ambrona parece indicarun medio de tipo palustre o de un ro de curso lento. De esta forma, se da una zona muy rica en nutrientes que ser punto deobligado paro y lugar de agrupacin, adonde las especies animales acuden a buscar agua y alimentos. Tambin los gruposhumanos tendran esta zona como lugar de actividad. La presencia de restos animales ha sido interpretada como procedentede animales muertos por razones naturales o por el ataque de otros predadores no humanos. La comparacin proviene de losestudios taxonmicos que se han realizado en las reservas africanas, donde el espectro de animales por dimensiones es se-mejante. En ellos se observa cmo los puntos de agua son un lugar donde se detecta la presencia constante tanto de herbvo-ros como de predadores. Tambin son los puntos de agua el lugar central donde se detecta la presencia de animales muertos,tanto por causas naturales como atacados por otros animales. La ltima fase del Paleoltico Inferior, segn M. Santonja, sedetecta en los ros de la Meseta Norte como El Basalito o Burganes III junto a los de los areneros de Madrid como Oxigeno, oPorzuna y El Sotillo en la Meseta Sur. sta es una industria poco conocida por el pequeo tamao de las industrias; sin em-bargo, se documentan bifaces retocados con percutor blando con formas simtricas de tipo micoquiense y filos rectos. Junto aellos aparecen hendedores con retoque bifacial hechos sobre lasca Levallois. Cronolgicamente, se podra situar tambin eneste momento el nivel Achelense de la Cueva del Castillo en Cantabria. ste se sita encima de una serie musteriense antiguaque segn V. Cabrera demuestra la contemporaneidad de ambos. Segn M. Santonja la divisin del Paleoltico Inferior de laPennsula no se corresponde de igual a igual con la divisin clsica, lo que confirma su carcter terico aun en los lugaresdefinidos como clsicos en Francia. Como yacimiento situado ya en el Paleoltico Medio, aunque para algunos autores sea anAchelense Superior, debemos citar la Solana del Zamborino en Granada. Su fauna permite una situacin cronolgica entre elfinal del Pleistoceno Medio y los inicios del Superior. En la industria destaca la presencia abundante de raederas y denticula-dos, lo que lo vincula al Musteriense. La presencia de bifaces cordiformes y hendedores podra hacer pensar tambin en suatribucin a un Musteriense de Tradicin Achelense con cronologas de finales del Pleistoceno Medio semejantes a las deotros yacimientos europeos.Economa y sociedadInicio: Ao 2500000 A. C.Fin: Ao 95000 D.C.A lo largo del ms de un milln de aos que podemos considerar que ocup cronolgicamente el Paleoltico Inferior, observa-mos la aparicin de las primeras culturas humanas entendiendo como tales las pruebas objetivas de la transformacin delmedio. En l se construyen los primeros abrigos y cabaas, desde la de Olduvai DK a las de Terra Amata, Lazaret oBilzingsleben. En ellas vemos soluciones que son simples pero efectivas, y que en muchos casos reflejan formas que perduranhasta la actualidad. Durante mucho tiempo se consider que durante el Paleoltico Inferior los grupos humanos no tuvieron una 12. 12tecnologa desarrollada y su capacidad de sobrevivir era baja. Sin embargo, la propia evidencia nos demuestra lo contrario,durante ms de un milln de aos los grupos humanos sobrevivieron y se enfrentaron a medios ambientes diferentes, desdelas selvas tropicales a los pases templados. Su dispersin hacia el norte no pasa generalmente del paralelo 55. Sin embargo,no debemos olvidar que ste es tambin el lmite aproximado de los mximos avances glaciares, por lo que toda evidencia depresencia humana ms hacia el norte, anterior al ltimo episodio glaciar, ha sido destruida por la propia accin de la erosinglaciar. Su tecnologa, si bien simple, result efectiva. Los primeros homnidos entraron en la cadena de la tecnologa. Mientrasque los cantos trabajados son fciles de fabricar, los bifaces necesitan una materia prima de mejor calidad, por lo que se hacenecesario recorrer mayores distancias para encontrar las materias primas necesarias. El propio desarrollo de las tcnicas detalla se vuelve ms complejo y en algunos aspectos ms antieconmico. Mientras que en los cantos trabajados se aprovechacasi el 100 por 100 de la materia prima, las tcnicas de talla del Paleoltico Superior slo aprovechan el 25 por 100 o menos dela misma, con lo que se hace necesaria una mayor movilidad de los grupos humanos. Antes del reconocimiento de las indus-trias sobre lasca del Paleoltico Inferior se consideraba que las tcnicas de talla slo podan conseguir unos pocos centmetrosde filo activo, mientras que las tcnicas de produccin de hojas obtenan hasta dos metros. Sin embargo, el reconocimiento deltemprano uso de lascas ha hecho cambiar este presupuesto. Los primeros artesanos no slo usan los cantos trabajados, sinoque en muchos casos stos podran ser ncleos para obtener lascas. En los avances tcnicos se ha visto el reflejo de la de-nominada Ley de la Reina Roja. Este personaje, procedente de las obras de Lewis Carrol, expresa el principio de "correr mu-cho para poder estar siempre en el mismo lugar", de la misma manera los distintos procesos tcnicos tienden a obtener mejo-res resultados, pero a costa de aportes energticos progresivamente mayores. De esta manera vemos tambin cmo la culturahumana se rige por el segundo principio de la Termodinmica: es cada vez mayor el aumento de la entropa o del desorden,considerando como tal la imposibilidad de volver atrs, y que cada avance cultural implicar la creacin de contrapartidas demayor gasto de energa para mantenerlo. Las pautas de ocupacin del territorio cambian con el tiempo, aumentando el nmerode yacimientos conocidos. Sin embargo, es ste un dato que debemos tomar con precaucin. Durante el Pleistoceno Inferior,como hemos visto, encontramos yacimientos por todo el sur de Europa, desde Espaa a Grecia y desde el Mediterrneo hastala gran llanura. El nmero de yacimientos es escaso, lo que se ha utilizado como prueba de una baja densidad de poblacin.Sin embargo, el esquema es tambin para nosotros errneo. Si durante ms de un milln de aos encontramos restos huma-nos por el continente, esto demuestra que los grupos tenan suficiente capacidad reproductora, y sta slo se alcanza congrupos humanos que pueden intercambiar elementos reproductores, por lo que deben establecer contactos constantes. stosno son viables si existen cientos o miles de kilmetros de separacin entre los grupos. Los yacimientos que se conservan sonslo una mnima parte de los que ocuparon los grupos humanos, por lo que su conocimiento y proteccin deben ser una metade los investigadores y de la propia sociedad. La incapacidad de los grupos humanos del Pleistoceno Inferior y Medio parasobrevivir parte de la tautologa expresada por muchos autores, que nos dice que slo los seres humanos modernos tienenactitudes modernas. El principal problema es definir lo moderno. Si consideramos las diferentes adaptaciones de las poblacio-nes predadoras actuales para sobrevivir en los diferentes medios ambientes, vemos cmo las soluciones no son uniformes,sino que cada grupo obtiene sus recursos de la mejor forma segn cada regin. Un caso paradigmtico es la profunda discu-sin que sacude a los investigadores en la interpretacin de la capacidad de cazar de los grupos humanos. Mientras que losprimeros investigadores vean en ellos a potentes cazadores de grandes mamferos, interpretando como cazados los elefantesde Olduvai o Torralba y Ambrona, en la actualidad se les suele considerar como meros carroeros. Los chimpancs son capa-ces no slo de comer carne cuando pueden, sino que tambin sabemos que son capaces de organizar autnticas batidas paracazar animales que van desde otros monos a pequeas gacelas. La evidencia arqueolgica nos demuestra que ya desde hacems de 2,5 millones de aos los grupos humanos utilizan la carne como alimento. Incluso tenemos la evidencia de alteracionesfisiolgicas. Un resto de Homo erectus procedente de Koobi Fora, conocido como KNM ER 1808, tiene deformaciones produ-cidas por una hipervitaminosis A provocada por la ingestin de carne, especialmente hgado, en cantidades excesivas. Sinembargo, esto no resuelve el problema de si eran cazadores o carroeros. La obtencin del alimento procedente de la carroaimplica tambin la existencia de competencia con otros carroeros o predadores como las hienas. No resulta complicado pen-sar que pronto los grupos humanos prefirieron la caza directa a la competicin con estos animales, por otro lado, tambin peli-grosos. Los estudios realizados en las reservas africanas demuestran que las hienas pueden llegar a cazar y los leones carro-ear presas muertas. Con todo esto queremos situar el problema en una justa medida. Los grupos humanos durante el Paleol- 13. 13tico Inferior tendieron a considerar la carne como un recurso fundamental, sobre todo cuando se extendieron fuera de Africa.Los estudios etnogrficos actuales nos indican que las sociedades utilizan recursos vegetales cuanto ms se sitan cerca delEcuador y que la caza es la fuente de alimentos principal segn se encuentran hacia el norte, llegando al extremo de algunosgrupos esquimales, que slo se alimentan de productos animales. La presencia de restos animales junto a restos industrialeshumanos es la norma en los yacimientos arqueolgicos. Sin embargo, la habilidad se fue mejorando con el tiempo, de formaque ya durante el Pleistoceno Medio no parece que se pueda dudar de una actividad cazadora como base de la economa enlas zonas templadas. Incluso en algunos yacimientos como Lebenstedt, los restos de reno alcanzan el 63 por 100 de la fauna,una cantidad semejante a la de los yacimientos del Paleoltico Superior local. Todo esto nos indica que los datos que posee-mos sobre este perodo tan fundamental de la historia humana son an escasos y su interpretacin puede llevar a discusiones.Sin embargo, no debemos olvidar que muchos de los descubrimientos e invenciones que veremos servirn a los grupos huma-nos de otros momentos como el Paleoltico Superior para alcanzar sus metas. Se descubrieron durante este momento el fue-go, la construccin de abrigos o cabaas, las tcnicas de talla (incluyendo la de hojas), etc. Tambin fueron capaces de con-quistar por vez primera otros continentes, de forma que solo Amrica y Australia-Nueva Guinea quedaron fuera de la coloniza-cin humana hasta el Pleistoceno Superior.Paleoltico MedioInicio: Ao 85000 A. C.Fin: Ao 35000 D.C.El Paleoltico Medio es uno de los perodos de la Prehistoria que ms variabilidad presenta. Los conceptos ms generalessobre el mismo hoy en da muestran un panorama ms confuso y complejo de lo que se sospechaba en un principio. Por ellose est poniendo de relieve cada vez ms la necesidad de revisar en profundidad los conceptos, datos e interpretaciones deesta fase cultural de la humanidad. Teniendo en cuenta estos problemas, no debemos extendernos aqu en ellos, sino centrar-nos en lo que se concepta hoy por hoy como el Paleoltico Medio en general y su representacin. En trminos clsicos, elPaleoltico Medio es la fase que sucede al Paleoltico Inferior y desemboca en el Superior, asociado a un tipo humano caracte-rstico: el hombre de Neandertal, universalmente reconocido como una variedad de los sapiens. Dentro de una cronologa rela-tiva, se encontrara hacia finales del Riss-Wrm y dentro de las primeras oscilaciones de la glaciacin wrmiense, hasta elinterestadial Wrm II-III, en Europa occidental. Hacia el 85.000 se considera establecido, comenzando la transicin al Paleolti-co Superior en torno a los 40.000/35.000 a. C. La industria ltica caracterstica se encuentra realizada bsicamente sobre las-cas, producindose en esta fase la mxima expansin y caracterizacin de la denominada tcnica Levallois. En los ltimosaos se ha producido en la investigacin europea y del Prximo Oriente una alteracin de estos datos, ofreciendo una cronolo-ga mucho ms larga que llega a situar al Paleoltico Medio incluso en el estadio isotpico 9 y, en trminos de la secuenciaclsica, alcanza la glaciacin rissiense. Por esta causa hemos separado el Paleoltico Medio en dos etapas: antiguo y reciente.Si bien el trmino Paleoltico Medio es genrico e incluye todas las industrias de este periodo en el Viejo Mundo, en Europaoccidental y Levante se emplea otro vocablo que se ha convertido en sinnimo del anterior: el Musteriense para la secuenciaclsica wrmiense. Su utilizacin es mayoritaria, especialmente a partir de los trabajos de F. Bordes, aunque comienza a intro-ducirse en el lxico de la Prehistoria con cierta anterioridad al de Paleoltico Medio, a partir de la excavacin de E. Lartet en elyacimiento de Le Moustier (Peyzac) en 1864. Para Bordes, el musteriense define las industrias wrmienses regionales delsuroeste de Europa. Este concepto se est flexibilizando en la actualidad, dada la existencia de industrias ms antiguas, comolas procedentes de la cueva de Vaufrey, en el suroeste de Francia o la cueva del Castillo en Cantabria, que representan con-juntos musterienses pero cuya cronologa es muy alta, definindose dentro de las etapas del Riss, o estados isotnicos 6 a 9.Los datos actuales complican an ms el problema del paso del Paleoltico Inferior al Medio, una vez que observamos la pre-sencia y coetaneidad de estas industrias. Uno de los problemas presentes es la dificultad de encontrar industrias pertenecien-tes al interglaciar Riss-Wrm, ya que en los depsitos de ese perodo se presenta una fuerte erosin que dificulta la conserva-cin de datos. 14. 14Interpretacin de la industria lticaInicio: Ao 85000 A. C.Fin: Ao 35000 D.C.La identificacin de los cazadores del Paleoltico Medio parti del anlisis de la industria ltica, conceptuada bsicamente comouna industria de lascas. El primer intento de sistematizacin por parte de un prehistoriador surge con H. Breuil en 1931, quienestablecera una secuencia bipartita entre culturas levalloisienses y musterienses, basndose para la primera en los yacimien-tos al aire libre del norte de Francia, que ofrecan una proporcin muy elevada de restos de talla, lascas, ncleos, etc., mientrasque las puntas, raederas y otros tiles eran escasos. Estos conjuntos eran semejantes a los que contenan piezas de facturaespecial de las graveras de Levallois (Sena) durante el siglo pasado. Por asimilacin, Breuil denomin las industrias con lascasde extraccin premeditada, Levalloisense, del que establecera una secuencia cronolgica de siete estadios, de los cuales lostres ltimos seran coetneos del Musteriense. En la dcada de los cincuenta aparece la figura de F. Bordes, quien guiado porV. Commont estudia la formacin de loess del norte de Francia y sistematiza las industrias del Paleoltico Inferior y Medio,estableciendo una lista tipolgica con las piezas frecuentes y caractersticas de ambos perodos. Para ello se basara, asimis-mo, en los trabajos de F. Bourgon sobre las industrias musterienses de la zona suroeste de Francia. En esta serie se incluyeun conjunto de piezas que realmente no son tiles en el sentido tipolgico: las lascas levallois. stas entran en la composicinde su lista para proporcionar las bases de diferenciacin tcnica de las industrias. Con la aplicacin de la estadstica, ademsde los resultados de su estudio geolgico, demostr la inexistencia del Levalloisiense como cultura, quedando reducido a unfenmeno tcnico. La mayor o menor expansin de la tcnica levallois, reflejada por su ndice, tena su causa para Bordes endos razones: el gnero de vida y la mayor o menor abundancia de materia prima, combinndose ambos factores con la tradi-cin. La sistematizacin del Musteriense realizada por F. Bordes descansa sobre las industrias en abrigos y cuevas del suroes-te francs y algunas de los loess y terrazas del norte de Francia, as como en los trabajos previos de Bourgon. Siguiendo unsistema de porcentajes, defini el Musteriense como un complejo basado en un mismo espectro de tiles. Dentro de este com-plejo musteriense aisl cuatro grupos en los que puede estar representada la tcnica levallois, siendo en este caso denomina-da de facies levallois, o estar ausente, constituyndose en un conjunto de facies no levallois. La atribucin de un conjunto demateriales a un determinado grupo vendra dado por la distinta proporcin de los diferentes tiles que componen la lista tipol-gica, segn lo que revelen los porcentajes y los ndices tcnicos y tipolgicos aplicados a la misma. Los tipos de Musterienseestablecidos son los siguientes: 1. Musteriense de Tradicin Achelense. Este trmino fue establecido por Denis Peyrony paralos niveles que contentan bifaces, pero que eran musterienses por su edad claramente wrmiense. Este grupo para Bordes escomplejo, comprendiendo numerosos subtipos, que a veces representan facies contemporneas. Entre los diversos subgrupostipolgicos, los ms importantes se deben a la evolucin de la industria: tipo A, ms arcaico y tipo B, evolucionado. Ambospueden ser de facies levallois. El Musteriense de Tradicin Achelense Tipo A est caracterizado por la existencia de determi-nado tipo de bifaces (cordiformes y triangulares) en proporciones que oscilan entre el 5 y 40 por 100; ndice de raederas medioentre 20 y 45 por 100; desarrollo amplio de los tiles del Paleoltico Superior; porcentaje variable, aunque bajo, de cuchillos dedorso. El Musteriense de Tradicin Achelense Tipo B est caracterizado por la persistencia muy escasa de bifaces; gran desa-rrollo de cuchillos de dorso, que preconizan el tipo Chatelperron; desarrollo laminar de la industria; abundancia de tiles delPaleoltico Superior y descenso del porcentaje de los tiles musterienses salvo los denticulados. 2. Musteriense Tpico. Care-ce de subdivisiones claras para Bordes, si bien apuntaba la posibilidad de las mismas en investigaciones posteriores, hoy enda constituye uno de los grupos ms conflictivos. Los rasgos tpicos de la industria se caracterizan por la ausencia o evidencialimitada de bifaces (atpicos), bajo porcentaje de cuchillos de dorso, no caractersticos por lo general; presencia an menor dedenticulados; porcentaje de raederas que oscila entre el 23 y el 65 por 100, sin apenas representacin de las de tipo Quina yun porcentaje apreciable de puntas musteriense. Este grupo puede ser de facies levallois. 3. Charentiense o Musteriense deTipo Quina-Ferrassie. Se subdivide en dos grupos. El Musteriense tipo Quina se caracteriza por la casi ausencia de tcnicalevallois, con lascas cortas y espesas y un ndice laminar bajo y, sobre todo, por una fuerte proporcin de raederas, la mayorade tipos especiales, como simples-convexas y transversales-convexas y las raederas con retoque bifacial, ambas de tipo Qui-na; su porcentaje es muy fuerte, apareciendo los limaces. Los denticulados juegan un papel dbil, aunque son ms numerosos 15. 15en el comienzo y al final de este tipo de conjunto. El Musteriense tipo Ferrassie constituye la facies levallois, caracterizndosepor la aparicin de esta tcnica en conjuntos con una fuerte proporcin de raederas, entre las que destaca una proporcinmoderada de raederas Quina a semi-Quina. Las diferencias con el tipo Quina vienen dadas fundamentalmente por el papelque juegan las diferentes tcnicas de talla, ya que los productos levallois no permiten la realizacin del retoque escamoso so-breelevado. Los denticulados persisten en proporciones muy dbiles, desarrollndose en los niveles tardos. 4. Musteriensede Denticulados. Constituye uno de los tipos ms claros del Musteriense, cuyos conjuntos se componen de proporciones muyelevadas de denticulados y escotaduras con dbiles a muy dbiles porcentajes de otros tipos. En casos determinados sirvepara rastrear alteraciones mecnicas de los depsitos de donde proceden. 5. Vasconiense o Musteriense tipo Olha. Ha sidoaislado como un tipo regional por el propio F. Bordes para explicar las industrias con hendedores que aparecen en el propiopas vasco-francs y en la cornisa cantbrica. Basndose principalmente en las colecciones procedentes del Abri Olha y de unnivel del yacimiento del Castillo, se caracteriza por unos conjuntos de tipo Quina o Charentiense evolucionados y la presenciade hendedores. Ha sido objeto de discusin al ampliarse las colecciones de otros yacimientos, principalmente de Cantabria,por lo que su problemtica la discutiremos ms adelante. Si bien se observa por la mayora de los investigadores la dificultadque entraa, en muchos casos, atribuir un conjunto ltico a una determinada facies, la evidente existencia de distintas tenden-cias en las industrias musterienses ha sido objeto de una acusada polmica sobre la significacin de esta diversidad, polmicaque no ha sido an resuelta a pesar de haber transcurrido ms de dos dcadas. Las principales posturas, en cuanto a la signi-ficacin cultural de los diferentes conjuntos lticos, son las siguientes: En primer lugar, conviene comentar brevemente la propiainterpretacin de F. Bordes, una vez concluida su sistematizacin de los conjuntos lticos. Este investigador defenda, en 1970,el que los diferentes conjuntos representaban tradiciones autnomas y estables a lo largo del tiempo de diferentes grupos, queapenas tendran una influencia recproca. Las principales crticas a la interpretacin de Bordes partieron de dos investigadoresnorteamericanos, L. y S. Binford en la misma dcada de los sesenta. Segn estos autores, aquella interpretacin iba contra lamisma base antropolgica, ya que a los musterienses se les concibe organizados sociolgicamente en grupos pequeos derecolectores de alimentos, mostrando una cierta movilidad, por lo que no pueden coexistir durante largos perodos de tiempoen regiones de extensin limitada, como sera el Perigord, sin que se produjese cierto grado de aculturacin. Asimismo, loshbitos preferentes en la manufactura de tiles tienden a desarrollarse bajo condiciones de aislamiento geogrfico y diversifi-carse especialmente las caractersticas de los conjuntos, lo que no parece ser el caso de la cultura musteriense. Lewis y SallyBinford ofrecieron una interpretacin funcional, partiendo del concepto de que cada conjunto especfico de piezas correspondaa una actividad determinada, encuadrada en dos grandes grupos de tcnicas: las relacionadas con tareas extractivas (aprovi-sionamiento de alimentos y materias primas) y las propias del asentamiento o tecnologa de mantenimiento y transformacin,que se llevara a cabo en los campamentos base. El primer paso para obtener datos que sustentaran esta interpretacin con-sisti en aislar los conjuntos o unidades de piezas que estaran relacionados con las diferentes actividades, y para ello aplica-ron el anlisis factorial sobre la totalidad de las piezas procedentes de dos yacimientos, del Oriente Prximo y del Perigord. Elanlisis factorial les permiti identificar una serie de variables agrupadas que son los factores, a su vez cada uno de ellos sedefinira por una serie de variables, en su mayora tipos del sistema de F. Bordes, y que estaran relacionadas con determina-das actividades. Los factores observados son los siguientes: Factor I: vinculado con la actividad de fabricacin de tiles nolticos (hueso, madera, etc.), actividad propia de mantenimiento que los Binford relacionan con el Musteriense Tpico. Factor II:en el que se agruparan variables que Binford relaciona con la caza y despiece de animales, por lo que lo asimila con activida-des extractivas, vinculndose al Musteriense tipo Ferrasie. Factor III: vinculado por sus variables al proceso de consumicin dealimentos (corte e incisin), representando, pues, una actividad de mantenimiento y podra compararse al Musteriense de Tra-dicin Achelense. Factor IV: por el tipo de variables, lo relacion con una funcin especfica, como es el trabajo de materiasvegetales, actividad extractiva que se asimilara al Musteriense de Denticulados. Factor V: la interpretacin de las variables sepresenta ms desdibujada que las anteriores, si bien Binford lo relacionara con actividades de caza y el aprovechamiento dela misma, es decir, como actividad extractiva, relacionndose con el Musteriense de tipo Ferrassie. El aspecto innovador deBinford se remite al mtodo utilizado, aunque pueden criticarse algunos aspectos, como son: el olvido de la fauna y otros datosa la hora de ofrecer una interpretacin de actividades de grupos cazadores, atribuir de una manera simplista y a priori funcio-nes determinadas a las variables, la escasez de la muestra y el ignorar las condiciones y circunstancias de cada nivel estudia-do, as como una discutible aplicacin del Anlisis Factorial. En la dcada de los sesenta otro investigador, Paul Mellars, uno 16. 16de los clsicos de la nueva arqueologa nacida en Inglaterra con David Clarke, estableci una secuencia cronolgica de losdiferentes tipos musterienses en el sudoeste de Francia relacionando los niveles de las series estratigrficas del Perigord, conel fin de analizar la certeza sobre la coetaneidad, al menos de todas las facies, y rastrear la evolucin de las mismas. Los tra-bajos en los aos setenta de H. Laville han mostrado, por medio de anlisis geolgicos, la existencia continuada de las distin-tas facies desde los inicios del Wrm. La aportacin de Mellars a la interpretacin de la variabilidad de los grupos musteriensesdescansa sobre una base crtica a la concepcin de funcionalidad ofrecida por los Binford, haciendo ver el peligro de realizarcorrelaciones simples entre el equipo material, actividades econmicas y medio ambiente, en sociedades que poseen a su vezun nivel de subsistencia muy simple. Del mismo modo, lo arriesgado de suponer que todas las diferencias entre los conjuntosde tiles puedan reflejar probables diferencias significativas en las actividades realizadas en los yacimientos estudiados. Paraeste investigador al menos tres de las facies, Ferrassie, Quina y Musteriense de Tradicin Achelense (MTA) se solapan crono-lgicamente en este orden, evolucionando de forma independiente. Para este supuesto se basa fundamentalmente en el yaci-miento de Combe Grenal. Veinte aos despus, se mantiene la polmica sobre el significado y la variabilidad dentro de lasfacies musterienses. Con los datos de Henri Laville y las recientes dataciones por termoluminiscencia del abrigo epnimo deLe Moustier, obtenidas por H. Valladas y M. Geneste, P. Mellars observa que al menos estas tres facies se originan en diferen-tes momentos y tienen una evolucin interna. La sucesin de estas tres facies comienza por el Musteriense Ferrassie, poste-riormente el Quina y, por ltimo, el Musteriense de Tradicin Achelense, primero el tipo A y posteriormente el tipo B. En la lti-ma dcada y a partir de sus trabajos con H. de Lumley en la cueva de LHortus, Nicolas Rolland ha expuesto recientementeuna nueva interpretacin de la variabilidad de las industrias musterienses. Parte el autor de la variabilidad en las frecuenciasde tiles retocados regularmente, considerando la dicotoma existente entre raederas y denticulados. Su observacin bsica esla importancia de las raederas, ya que cuando aumenta la frecuencia de las mismas, aumenta tambin la riqueza cuantitativade las colecciones. Estos tiles, destacados ya por F. Bordes en una amplia variedad de tipos, para Rolland consisten en "ti-les de borde cortante, utilizados intensivamente, reafilados de nuevo y a menudo reemplazados cuando las circunstanciasrequirieran una economizacin del material ltico". Los denticulados y las escotaduras serviran para el trabajo de materias msresistentes mediante otras acciones cinticas y duraran an ms. Estas industrias se producen ambas desde los comienzosdel Wrm, si bien las que presentan mayor frecuencia de raederas parecen coincidir en general con perodos de clima mssevero, mientras que las segundas tienden a aparecer durante episodios ms suaves o templados, coincidiendo geogrfica-mente en varias reas de la cuenca mediterrnea. Deduce que las caractersticas de la industria pueden ser diagnsticos dehbitos de talla modificados como consecuencia de cambios interrelacionados entre la morfologa social y el medio ambiente.La dicotoma entre dos series de piezas fundamentales, raederas y denticulados, ha sido defendida por otros autores comoArthur Jelinek y Harold Dibble. Recientemente, en los anlisis matemticos que hemos realizado en conjuntos de niveles de lacornisa cantbrica, se muestra claramente que la interrelacin que ofrece el anlisis de componentes principales agrupa dosseries bsicas segn el componente principal que predomina en los conjuntos, raederas o denticulados. Encontrndonos den-tro de los problemas de interpretacin de las industrias lticas, en los ltimos aos han surgido estudios ms concretos o msespecializados sobre determinadas piezas o sistemas tcnicos. H. Dibble ha observado la serie de reducciones del filo a lasque han sido sometidas las raederas a partir de nuevos retoques. Para ello, ha tomado como muestra las series de raederasprovenientes del yacimiento de La Quina en Francia (Charente), las de Tabun en el Prximo Oriente y los Zagros. Parte de dospremisas: a) tener en consideracin hasta qu grado tiene lugar la reduccin de una pieza, observando el tamao final relativoal tamao original de la pieza, y b) tener en cuenta que la reduccin por sucesivos retoques del filo afecta a la superficie de lalasca y no a su punto de percusin. La reduccin afecta a los diversos tipos de raederas. Gracias a este estudio ha detectadodos secuencias: 1. En cuatro yacimientos de los Zagros, la reduccin de los bordes laterales de las raederas llevan a una ca-dena, desde las raederas simples y dobles hasta llegar a raederas convergentes. 2. En La Quina y en Tabun, las raederas hansufrido la reduccin en un borde, mostrando una cadena que lleva a la produccin de raederas transversales desde lo que eranraederas retocadas lateralmente. Visto as, la variedad tipolgica de las raederas muestra la medida de intensidad de reduc-cin en los filos. Las raederas laterales presentan poca intensidad de reduccin y paralelamente de uso. Un amplio nmero deconvergentes y transversales puede implicar una reduccin del filo ms intenso y mayor utilizacin. Estas pautas respecto a lautilizacin de las raederas estn relacionadas con el comportamiento de los cazadores, sumndose adems la mayor o menoraccesibilidad a las fuentes de materia prima para la realizacin de las piezas. Otros trabajos se han encaminado hacia el estu- 17. 17dio de los procesos tcnicos que conllevan la obtencin de los productos. Entre ellos, destacan los trabajos de Eric Bedasobre la tcnica levallois y los trabajos sobre la cadena operatoria en la obtencin de los distintos productos, observada princi-palmente por M. Geneste. La tcnica levallois ha constituido siempre un elemento fundamental en el Paleoltico Inferior y bsi-co para el estudio del Paleoltico Medio. Recordemos aqu la estructura del Paleoltico Medio propuesta por Breuil y, asimismo,la importancia dada en la clasificacin y sistema de F. Bordes, siendo principalmente los conjuntos de Prximo Oriente los quereflejan la abundancia y la variabilidad de la industria levallois. Tcnicamente, se observan en el Levante tres tipos de ncleos:unipolar, bipolar y centrpetos. E. Beda en sus trabajos en el norte de Francia no slo confirma la variabilidad de los ncleos,sino tambin el sistema de gestin que se observa a travs de la superficie de las lascas levallois. El concepto levallois reside,esencialmente, en la concepcin volumtrica del ncleo al que se aaden tcnicas de predeterminacin en la morfologa de laspiezas que se van a obtener. Tcnicamente, la forma de obtencin es bsicamente la percusin directa con percutor duro. Elmtodo que constituye la etapa de produccin es la reunin entre la reproduccin abstracta del objetivo y su concrecin. Enrelacin con el mtodo, E. Beda ha distinguido dos series de mtodos: el lineal, destinado a la obtencin de una sola lascapreferencial por superficie de preparacin levallois, y el mtodo recurrente, que conduce a la obtencin de varias lascas prede-terminadas por superficie de preparacin levallois. Aparte del problema interpretativo y las tendencias de anlisis actuales, seobserva cmo las facies musterienses definidas por F. Bordes para los yacimientos aquitanos aparecen distribuidas por Euro-pa occidental con mayor o menor intensidad; en la Europa meridional y central las facies se desdibujan an ms, apareciendoelementos nuevos que ofrecen variantes originales. Aun as, y a pesar de las deficiencias que se observan en la actualidad aladscribir a facies determinadas los conjuntos lticos, el sistema tipolgico y tcnico al ser sencillo y de carcter general permiteestudiar industrias plurales y diversificadas en cualquier mbito geogrfico. En reas que se alejan del foco del suroeste fran-cs, la industria ltica pierde las caractersticas que definen al Musteriense, asimilndose a lo que Bordes defini como muste-roides. Quiz sea mejor por ello la utilizacin del trmino Paleoltico Medio, ms asequible por su carcter general y aplicable acualquier industria que no responda a las lneas directrices de los conjuntos del Paleoltico Inferior.Dispersin de los conjuntosInicio: Ao 85000 A. C.Fin: Ao 35000 D.C.Todas las interpretaciones y problemtica del Paleoltico Medio siempre han estado ligadas a dos reas geogrficas: Europaoccidental y Prximo Oriente. Sin embargo, industrias relacionadas con este perodo se encuentran en otras reas que todavase conocen someramente. El continente africano es un foco de atencin para las industrias ms antiguas y representa un fac-tor clave en los estudios sobre evolucin humana, dado que hasta el momento est considerada como la cuna de la humani-dad. Los estudios sobre el Paleoltico Medio en Africa estn cobrando un cierto empuje, pero an los datos no son tan abun-dantes, teniendo en cuenta la extensin del continente africano, ni la densidad de estudios es tan grande como en Europa o elPrximo Oriente. EL norte de Africa presenta diversas adaptaciones; en la zona de Nubia se conocen varios conjuntos, perocasi todos los datos provienen de yacimientos al aire libre, por lo que no hay secuencias estratigrficas largas. Pueden recono-cerse diferentes tipos de conjuntos que muestran tres tendencias distintas. Unos conjuntos son parecidos al que conocemosen Europa por Musteriense Tpico, otros se asemejan al Musteriense de Denticulados y, por ltimo, aparecen aquellos quepresentan caractersticas propias, entre ellas la ms importante es la abundancia de buriles de tipo Khormusan. En todos ellosla tcnica levallois es comn. En el Sahara egipcio aparecen yacimientos que se encontraban asociados a lagos y corrientesde agua que implican un clima hmedo durante las ocupaciones del Paleoltico Medio. En la regin del norte de Africa, sinembargo, destaca la cultura llamada Ateriense, muy abundante. Se caracteriza por tener las tpicas piezas con pednculo enconjuntos que presentan raederas, puntas, denticulados y algunas piezas levallois, como sucede en Taforalt, Aliya y en otrosyacimientos en cueva marroques. El Ateriense parece suceder al Paleoltico Medio, pero no siempre es as. Geogrficamentese sita en las regiones que bordean el mar Mediterrneo, de Marruecos a Cap Blanc en Tnez. Se asocia a un clima hmedo,como se deduce en Dar-es-Soltn. En algunos yacimientos, entre el Ateriense y el Paleoltico Superior aparecen niveles estri-les arqueolgicamente, interpretados como periodos de aridez que no permitieron la ocupacin humana. Del Africa subsaha- 18. 18riana tenemos noticias en el Africa occidental y el oriental, pero la regin que ofrece ms datos es Sudfrica. Los conjuntos sepresentan pobres en piezas retocadas, entre las que predominan raederas, puntas y denticulados, alternando su dominio se-gn el conjunto. La tcnica levallois predomina, a su vez, en los yacimientos de regiones hacia el interior ms que en la costa,lo que puede deberse a las diferentes materias primas, del mismo modo que las hojas son abundantes, pero tambin varia sunmero dependiendo de los conjuntos. Aparecen algunas piezas de dorso, que se asignan con sus conjuntos a la industria deHowiesons Poort, que a su vez representa el intermedio entre el Paleoltico Medio y el Paleoltico Superior. Hacia el sur, losniveles intermedios se presentan estriles al igual que sucedi en el norte. En Africa oriental hay pocos yacimientos, peromuestran ms continuidad con el Paleoltico Superior en las reas del Zaire, Kenia y Tanzania. En Asia, las industrias del Pa-leoltico Medio aparecen mal representadas en el Lejano Oriente, aunque tenemos algunos datos por la fauna e industria querodean algunos restos fsiles humanos, de los que los ms plausibles son los procedentes del lago Datong, en la provincia deShanxi, Changyang en la provincia de Hubei