3
PARÉMONOS A OBSERVAR "La comunicación en la infancia" ¿Cuando fue la última vez que observé a un niño/a en su actividad cotidiana? Observar, concepto definido como percatarse, examinar atentamente, mirar con atención y cautela. ¿Cuando le dí la oportunidad de contarme algo a través de su actividad? ¿En qué momento me acostumbré a la oralidad pasando por alto un gesto, postura o la expresión en todos sus sentidos? Hoy, me doy cuenta que los infantes comunican continuamente, expresan aunque no usen el lenguaje verbal. Tratar de entender lo que hay detrás de los mensajes verbales, identificar y poner nombre a cada emoción que nace dentro de cada niño/a, es esencial en la labor de los educadores/as. Practicar la escucha activa y la observación para conocer a tu grupo de clase, para entender cómo se sienten y para saber qué es lo que necesitan en cada momento. Por ello es preciso tener confianza en la capacidad de los niños/as a la hora de manejar sus sentimientos, para trabajar en ellos, y para que puedan encontrar soluciones. Loris Malaguzzi afirmaba que los críos/as tienen cien lenguajes, cien formas de comunicarse. Es conveniente analizar esta declaración, parémonos a pensar en lo que tienen que decir los niños/as, que todos los lenguajes son válidos para manifestar, aunque algunos escapen a nuestra consciencia en gran cantidad de ocasiones. ¿Por qué nos empeñamos en atender el lenguaje verbal y escrito con esmero, mientras relegamos a un segundo plano otras formas de expresión dentro del aula? Reconozco que en mi práctica en el aula ha imperado un método, uno que exigía silencio, que exigía estética visual y pedía voces corales que no se excedieran. Evidenciando una mirada, un gesto, una mueca, un silencio a propósito, movimientos encadenados que expresan sentimientos que ellos/as no son capaces de identificar porque no los conocen... Bajo mi punto de vista, la sociedad necesita una escuela empática, que ponga a disposición de los más pequeños/as recursos vitales para la comunicación, que cree situaciones donde éstos se desenvuelvan grupal o individualmente favoreciendo el conocimiento de sí mismo/a o el de los demás; esa es la escuela que yo quiero, reparo en el propósito de esa

Artículo "Parémonos a observar"

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Artículo "Parémonos a observar"

PARÉMONOS A OBSERVAR

"La comunicación en la infancia"

¿Cuando fue la última vez que observé a un niño/a en su actividad

cotidiana? Observar, concepto definido como percatarse, examinar

atentamente, mirar con atención y cautela. ¿Cuando le dí la oportunidad

de contarme algo a través de su actividad? ¿En qué momento me

acostumbré a la oralidad pasando por alto un gesto, postura o la

expresión en todos sus sentidos?

Hoy, me doy cuenta que los infantes comunican continuamente,

expresan aunque no usen el lenguaje verbal.

Tratar de entender lo que hay detrás de los mensajes verbales,

identificar y poner nombre

a cada emoción que nace

dentro de cada niño/a, es

esencial en la labor de los

educadores/as. Practicar la

escucha activa y la

observación para conocer a

tu grupo de clase, para

entender cómo se sienten y para saber qué es lo que necesitan en cada

momento.

Por ello es preciso tener confianza en la capacidad de los niños/as a la

hora de manejar sus sentimientos, para trabajar en ellos, y para que

puedan encontrar soluciones.

Loris Malaguzzi afirmaba que los críos/as tienen cien lenguajes, cien

formas de comunicarse. Es conveniente analizar esta declaración,

parémonos a pensar en lo que tienen que decir los niños/as, que todos

los lenguajes son válidos para manifestar, aunque algunos escapen a

nuestra consciencia en gran cantidad de ocasiones. ¿Por qué nos

empeñamos en atender el lenguaje verbal y escrito con esmero, mientras

relegamos a un segundo plano otras formas de expresión dentro del

aula? Reconozco que en mi práctica en el aula ha imperado un método,

uno que exigía silencio, que exigía estética visual y pedía voces corales

que no se excedieran. Evidenciando una mirada, un gesto, una mueca,

un silencio a propósito, movimientos encadenados que expresan

sentimientos que ellos/as no son capaces de identificar porque no los

conocen...

Bajo mi punto de vista, la sociedad necesita una escuela empática, que

ponga a disposición de los más pequeños/as recursos vitales para la

comunicación, que cree situaciones donde éstos se desenvuelvan grupal

o individualmente favoreciendo el conocimiento de sí mismo/a o el de

los demás; esa es la escuela que yo quiero, reparo en el propósito de esa

Page 2: Artículo "Parémonos a observar"

idealización, cada docente desde su autonomía pedagógica podría

luchar porque así fuera.

Realmente no se enseña a expresar, pero las relaciones comunicativas

entre iguales o con adultos/as, y las experiencias en un contexto

cercano, favorece que los niños/as se relacionen y se familiaricen con el

lenguaje. El contexto, como digo, es primordial para que se lleve a cabo

la comunicación. Dentro del aula, es conveniente un ambiente próximo

que simule el hogar, para ello podemos tener como referente las

escuelas de los países nórdicos donde se puede encontrar un sofá en

cada aula. ¿Qué hace un sofá en el aula? ¿Es que los niños/as van a

tumbarse y a descansar? Bien, el sofá transmite cercanía, es un lugar

donde pueden aflorar muchas emociones y sentimientos que se pueden

compartir, un sitio cómodo que ayuda a relajarse y favorece el

desarrollo de los lazos de unión en un momento placentero. Obviamente

no es comparable con

asientos rígidos e

individuales, que igual

proporcionan mejor

estética a la clase pero

limitan las relaciones

(también necesarios en

determinadas situaciones).

Esto nos muestra que la disposición de la clase incide de manera

indirecta en los vínculos personales.

El educador/a

Según nuestro concepto de infancia, dejaremos hacer o limitaremos.

El educador/a como mediador de conocimientos, que pasa del "Yo" al

"Nosotros/as", siendo traductor/a, poniendo palabras a las emociones de

los niños/as.

Los humanos damos razones de nuestro existir, usamos palabras con

fuerza que crean realidad, que ponen nombre a pensamientos y

sentimientos, pero en algunas ocasiones somos los mismos

educadores/as los que interfieren en eso, prohibiendo palabras,

palabras tabú. Las palabras tabú poseen mucha fuerza y son requeridas

también en el lenguaje infantil.

Un educador/a valora sus propios recursos y lleva a cabo propuestas,

que no necesariamente tienen que tener un coste alto, pueden ser

modestas pero bien fundamentadas. La contínua actualización, la

observación directa a otros entornos de aprendizaje de los que se pueda

aprender es muy importante, no para extrapolar datos sin conciencia

ninguna, sino para coger ideas aplicables a nuestro aula. Cuando

conseguimos una coherencia entre nuestros planteamientos educativos y

el diseño y utilidad de los espacios, éstos se convierten en nuestros

Page 3: Artículo "Parémonos a observar"

aliados.

La espera, la escucha y la observación serán nuestros principales

recursos para dejar que los niños/as resuelvan los retos que se les

presentan, sabiendo que indicar el camino para conduce a delimitar y

provocar el fracaso.

"Lo que permite al niño/a desarrollar todo su poder combinatorio no es

el aprendizaje de la lengua, sino las oportunidades que tenga de jugar

con el lenguaje y con el pensamiento."

María Ramírez López