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Autorretratos PCAMA3 (Regina Vigo López)

Autorretratos

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Autorretratos

PCAMA3 (Regina Vigo López)

El autorretrato literario es la descripción de una persona

hecha por ella misma. Es una descripción subjetiva, pues

el autor o la autora selecciona y destaca los rasgos que

lo/la definen desde un punto de vista personal.

Partiendo de la lectura y el análisis de diversos

autorretratos, principalmente el de D. Miguel de

Cervantes que aparece en las Novelas Ejemplares, el

alumnado del grupo PCAMA3 ha hecho su autorretrato,

describiendo, sobre todo, los rasgos físicos, y también,

algunos de carácter, combinando pues, la descripción

física y moral.

Les muestro algunos autorretratos producidos por el

alumnado y deseo que disfrutéis con su lectura.

Esta mujer que tienen frente a ustedes, semejante a

cualquiera de las “gracias” que pintó en su día el

maestro Rubens, con cara de hogaza, pelo negro, frente

acompasada y “casi lisa” aún, ojos avizores de un color

castaño, nariz redonda y de mediano tamaño; la boca, ni

grande, ni pequeña; los labios, normales, y sonrisa

estable que cuando rompe a risa deja asomar dos filas

de teclas bien alineadas. Esa, soy yo. De cuerpo, no de

diez, más bien de ¡“veinte”!; la piel, de un tono moreno

claro, adornada con lunares marroncillos. De espalda

algo curvada por el peso de…; las piernas, veteadas de

caminillos amoratados, y el motor, a ralentí, desde hace

algún tiempo. Sí, esa soy yo, y me siento como la mujer

“de pechos en pecho y caderas anchas” que

describiera la poeta nicaragüense Gioconda Beli.

Mi vida y mi obra, ya casi todos y todas la conocen.

Susana Rubio Sabio

Mayo 2016

Esta que veis aquí, de rostro redondito y un poco

arrugado, de cabello castaño y rizado, ahora escaso y

tirando a grisáceo, de ojos alegres y oscuros llenos de

pestañas largas y finas; de nariz, mediana y ligeramente

aguileña. La boca, ni grande ni chica, lleva puesta

siempre una agradable sonrisa y alberga dientes que de

vez en cuando van al taller. Esta soy yo. Mis manos son

de tamaño normal y nunca me falta un anillo en el dedo

anular de la mano derecha, que me recuerda que tengo

un marido genial a mi lado. Con frecuencia se me ve

vestida con pantalones oscuros y un jersey del mismo

color, clásica desde siempre. Mis pies son de tamaño

pequeño y uso tenis o zapatos a medio tacón, aunque

me encantan los tacones altos. No me gustan mucho las

modas, por eso yo misma me apodo “clásica”.

Soy más de tener coraje que de ser comprensiva, y con

más experiencias que los daños provocados por un

tsunami gigante. Me gustan las películas románticas y

detesto las de “tiroteos”. Considero que las reglas

existen por algo y que hay que cumplirlas; creo que la

disciplina es la guía que lleva al camino correcto, y que

en el término medio siempre está la virtud.

Me encantan los animales, pero no quiero más trabajo

en casa. Me gustan todos los alimentos y me encanta

comer: ¡no podría vivir sin la fruta! Disfruto escuchando

la radio y no hay noche que no me meta en el profundo

sueño sin la compañía de ella.

Como D. Miguel de Cervantes aprendió a tener

paciencia, así yo estoy aprendiendo a tenerla y me estoy

acostumbrando a ver menos, a oír menos, a rendir

menos en la vida, y a hacerme mayor.

Loli Muñoz Romero

Mayo 2016

Me estoy mirando detenidamente para hacer mi

autorretrato y ¡casi no me reconozco!

Mi cabeza es pequeña, con pelo semicorto y tintado de color rubio oscuro; mi cara es redonda, tirando a ovalada, con ojos verdes salpicados de motas marrones, cejas pobladas del mismo color, nariz normal, tendiendo a chata; la boca, ni grande, ni pequeña, y mis labios son gruesos y sensuales, los dientes grandes y mi sonrisa, alegre, franca, cascabelera. Mi piel es de color claro, salpicada a discreción con manchitas oscuras pintadas por el tiempo y por el Sol.

Mi estatura es baja, y aunque no estoy muy pasada de kilos, tengo una poquita de panza; mis piernas, cortas, y ando un poco cojita por las circunstancias de la vida.

En conjunto, yo, mi menda, me encuentro feliz y satisfecha con mi persona.

Soledad Rodríguez Illescas

Mayo 2016

Esta que veis aquí, de tez morena, de ojos negros, nariz

abundante y labios ni finos, ni gruesos, dientes

corregidos y mandíbula prominente; de cabello, antaño

azabache, y hoy teñido, que pesa más de lo que quisiera,

de espalda cargada y piernas algo corvas, pero firmes y

andarinas. Más baja que alta, extrovertida,

inconformista, amiga de sus amigos, dialogante y

siempre positiva (como decía Van Gaal). Esta, que

disfruta escribiendo, se divierte cantando, y se evade

pintando; que es esposa, madre de dos hijas y abuela

de cuatro nietos maravillosos, que discute todo por

nada, y que su opinión parcial no tiene cura… Esta, digo,

soy yo, y me llamo María Adela Muñoz Lorenzo.

María Adela Muñoz Lorenzo

Mayo 2016

Esta que veis aquí, soy yo: Mª Carmen Jiménez Esteban.

De rostro redondeado, de cabello negro, frente

despejada y alegres ojos; de nariz pequeña y boca no

muy grande, con el labio superior un poco respingón y

dientes blancos y bien parejos, que dejan a la vista mi

constante sonrisa abierta. De estatura normal, ni alta, ni

baja. El color de mi piel es más blanco que moreno; algo

cargada de espaldas y ligera de pies. De manos

habilidosas, he sido peluquera de profesión toda la vida.

Soy madre de dos hijos y una hija y me considero una

persona, una mujer, positiva y luchadora.

Mª Carmen Jiménez Esteban

Mayo 2016

Esta que veis aquí, de cara redonda, de cabello rubio “de

bote”, que tiempo atrás lo fuera natural y rizado, con un

mechón que cae sobre la frente para tapar algunas

arruguillas; de ojos estropeados, necesitados de gafas

para ver y acompañados de patas de gallo, que otrora

fueron grandes, brillantes, alegres, y de color miel,

cambiante según la luz; de nariz chata, y boca que, en

otro tiempo, fue bonita y con perfectos dientes, ahora

sustituidos por algunos implantes. En su juventud, bien

proporcionada de cuerpo; ahora, más bien gordita. Sigue

manteniendo unas buenas piernas y los pies, operados

muy bien de juanetes, los conserva ligeros.

A sus muchos años sigue teniendo gran interés por

aprender, y acude al Centro de Educación Permanente

cuando le toca.

Su mayor y mejor obra, sus cuatro hijos, que le han dado

ocho maravillosos nietos. Su afición más importante,

casi enfermiza, ¡La Alhambra!, con la que se cita una o

dos veces a la semana. Y esta, a la que veis, quiere ser

vuestra amiga.

Matilde Cortés Romera

Soy, o creo ser, dura de nariz; mis ojos son melados y llenos de pestañas finitas; mis labios son delgados, como una ceja, y mis carrillos, tan vacíos como se ponen cuando se chupa con fruición una piruleta. Soy delgada y enjuta, como el fruto del algarrobo. Confusa de palabras, tierna de corazón, tímida en reuniones… Me gusta escuchar a los demás. Admiro el mar con su bravura, y pues nací en Motril, seré motrileña a perpetuidad.

Mercedes Pérez Paqué

Mayo 2016

El último rayo de sol de la tarde de mayo entra por la ventana, dando en el espejo, que refleja una imagen:

No es ni alta, ni baja; ni flaca, ni gorda. Su cabello es dorado, antes fue como el trigo maduro, segado y hecho gavillas; ahora unas hebras de plata lo adornan con disimulo. Tiene un flequillo que tapa media frente, amplia y lisa, demasiado grande. Los ojos, soñolientos, oscuros, según el momento del día; parecen tristes y melancólicos, coronados por unas cejas rubias y un poco escasas ya. La nariz, ni grande, ni pequeña, en armonía con el rostro pequeño y redondo, bastante liso aún (las arrugas todavía no han hecho muchos estragos). La boca, poco reidora, de labios finos, demasiado finos; el mentón, pequeño; el cuello no es de cisne. En conjunto se ve bien. De cintura y caderas en consonancia, piernas bonitas, aunque como dijo don Miguel de Cervantes, no muy ligeras en el andar, de pie pequeño. La piel, de color blanco, que apenas oscurece un punto en verano.

Esa mujer es hija, hermana, esposa, madre, tía y abuela. Y si el reflejo del cristal no se difumina será bisabuela.

Pero ante todo, es MUJER.

Loli Ruiz Guerrero. Mayo 2016

Este que veis aquí de tez morena, medianamente delgado y no muy alto, de cabello oscuro y lacio, ya canoso y escaso, soy yo. De nariz aguileña y ojos oscuros, hereditariamente hondos y llenos de pestañas gruesas. Boca de labios finos, cuello corto y manos de tamaño medio, como el resto del cuerpo. Siempre, un anillo en el anular izquierdo, asignado de por vida.

Mis pies son de tamaño mediano: un cuarenta y uno o cuarenta y dos, según qué tipo de zapatos; no tengo problemas con ponerme todo tipo de calzado, aunque sí, siempre castigo más a los más cómodos, los que más me pongo.

Generalmente me podrán ver vestido con pantalones más o menos oscuros y camisa o suéter de color claro, pues ¡me entristece la ropa oscura o negra! En ocasiones especiales uso traje y corbata, aunque no va con mi estilo, ni con mi tipo, pero me lo pongo, repito, si la ocasión es dada. Me gusta ver las personas vestidas de traje, pero a mí me agobia cuando me lo pongo; tal vez no tuve suficientes ocasiones para acostumbrarme.

Manuel Rodríguez Noguerol

Mayo 2016

Esta que veis aquí, de edad algo avanzada, de pelo corto color arcoíris, que fue en su día castaño claro, de frente marcada por las estaciones del tiempo, de ojos pequeños del color del cielo en días soleados y claros; de nariz y orejas pequeñas, pero bien proporcionadas; la boca, ni grande ni pequeña y los dientes, pasables los de arriba, y los de la parte inferior, un poco peleados. El rostro, en su conjunto, más bien redondito que ovalado; el cuello, largo; el busto, de proporción ligera y caderas de pronunciadas curvas. La estatura, mediana. Esta, como digo, soy yo. De carácter reservado y algo insegura, aunque con los años he ido perdiendo incertidumbres. Estoy casada y tengo un hijo, dos nietos y una preciosa bisnieta. ¡Me siento muy feliz!!!

Mercedes Saravia Fernández

Mayo 2016

El color de mi pelo era castaño claro; ahora, las canas que desde muy jovencita empezaron a salirme, cubren casi completamente mi cabellera. Al principio parecían mechas, mechas que la naturaleza me puso con cierta gracia y que me favorecían bastante, según me decían, pero con el paso de los años ya no tienen esa gracia y, como ya he dicho, casi todos mis cabellos son prácticamente blancos y con rizos. ¡No están nada mal!!

Mi frente es amplia, con dos arrugas profundas en el entrecejo y algunas más débiles en el resto de la misma. Mis cejas, también pobladas de bastantes canas, conservan aún algunos pelillos oscuros.

Tenía los ojos los de color marrón claro, y ahora lucen algo más claros y cercados con un diminuto círculo grisáceo. Salta a la vista la “importancia” de mi nariz, que me procura un bonísimo olfato, lo cual, a veces, puede ser un inconveniente.

Mi boca, ni grande ni pequeña, con unos dientes no muy perfectos, pero todos siguen en pie, aunque eso sí, con algún que otro empaste.

Mis carrillos están repletos de arrugas que me han ido regalando los años (¡ya tengo 71!) y también la pérdida de peso, pues en un período corto de tiempo he perdido nada menos que ¡15 kg!

Finalmente, he de decir que mi espalda está curvada y que soy de hombros estrechos y de caderas anchas, lo que se suele decir “tipo pera”

Bueno, ya he hecho un retrato de cómo me veo. Pienso que, en conjunto, no resulto nada mal.

Mª Carmen Barthe García

Mayo 2016