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“Políticas para la gestión del cambio tecnológico (NTIC)”
(o cuando “quemar las naves” no alcanza para producir cambios irreversibles)
Arq. Alejandro Boscarol(*)
“…El día o la noche en que por fin lleguemos
habrá sin duda que quemar las naves
así nadie tendrá riesgo ni tentación de volver…”
(“Quemar las naves” de Mario Benedetti, 1968)
Resumen
La formulación de una política institucional de “cambio tecnológico” lleva implícita la intención de
modificar una realidad determinada a partir de un conjunto de acciones. Es decir, supone la
implementación y el desarrollo de un proceso de gestión que apela a una variada gama de recursos e
instrumentos, como planes, programas y proyectos de desarrollo, para así obtener resultados muy
disímiles, y que incluso en algunos casos, no transitan la dirección pensada previamente o simplemente
no desembocan en acciones efectivas de transformación. Los motivos de ello pueden ser muy diversos,
pero los centrales generalmente se sintetizan en inadecuadas estrategias de implementación cuyos
resultados generalmente se traducen en un conjunto de desarticuladas acciones individuales o
sectoriales.
En este sentido, ¿sobre la base de qué criterios la Universidad debería promover procesos de
cambio tecnológico (vinculados en este caso a las NTIC) que generen un cierto grado de irreversibilidad?
En el intento de desandar una posible respuesta, se toma como punto de partida la creación y
puesta en marcha del Programa de Educación a Distancia de la Universidad Nacional del Litoral
UNLVIRTUAL como ejemplo concreto de un proceso de cambio tecnológico en el ámbito educativo a partir de
la decisión institucional de implementar estrategias innovadoras vinculadas a las NTIC. Sobre la base de
este proceso de aprendizaje colectivo, se exploran los aspectos principales que dan forma a una política
institucional que tendría la capacidad de regir a los objetivos, a las estructuras y a los procesos de gestión
del cambio tecnológico en la Universidad(vinculados a las NTIC), así como también, de presentar
cierto grado de irreversibilidad y persistencia en el tiempo.
(*) Director del Centro Multimedial de Educación a Distancia (CEMED) de UNLVIRTUAL Secretario de Programación de la Universidad Nacional del Litoral.
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El desafío se formula en términos de disponer de los mayores esfuerzos y recursos en tratar de
conciliar armónicamente las innovaciones socio-técnicas con las misiones institucionales y los rasgos de
identidad de la Universidad, es decir, con su carácter público, su tradición de gobierno colegiado, su capacidad
autónoma y su misión central en la producción, transmisión y distribución de los conocimientos con
calidad y excelencia. De ello depende el sentido y la modalidad que adopte el proceso de cambio, es
decir, como producto de una reflexión y un debate pluralista, o como el resultado de visiones, tiempos
y requisitos asociados a lógicas ajenas a la Universidad.
Palabras clave:
política institucional / proceso de gestión / cambio tecnológico / NTIC / innovación /
1. Introducción
La metáfora de “quemar las naves” es tomada de la historia, cuando Hernán Cortés parte desde España
para avanzar sobre México, y al llegar algunos de sus hombres se oponen a continuar la aventura ante la
peligrosidad de la nueva situación, Cortés toma entonces una decisión que la historia convertiría en
metáfora de los actos irreversibles: ordenó quemar las naves, con lo cual imposibilitó cualquier marcha
atrás de parte de sus hombres.
En la actualidad, esta metáfora es muy utilizada por analistas y especialistas en la administración
de organizaciones públicas1 para hacer referencia a los procesos en los que no se puede volver atrás, es
decir, sólo es posible funcionar bajo las nuevas condiciones impuestas por una decisión irreversible.
Para ello, recomiendan generar procesos de reforma de la administración pública orientados a fortalecer
las capacidades institucionales sobre la base de transformaciones en la cultura y en las tecnologías de
gestión.
La metáfora puede resultar particularmente útil para reflexionar acerca de las formas que
adoptan los procesos de cambio en los ámbitos educativos a partir de la decisión de implementar
estrategias innovadoras vinculadas a las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (NTIC).
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1 Oscar Ozlak en su artículo “Quemar las naves: o como lograr reformas estatales irreversibles” sostiene que el éxito de las reformas a implementar en la administración pública depende en gran medida de que “las premisas valorativas en que se fundan las nuevas tecnologías de gestión permitan permear la cultura político-administrativa vigente”. Para ello sugiere el fortalecimiento de los aparatos estatales a partir de la reestructuración organizativa de la administración, el rediseño de las plantas del personal, la desburocratización de normas, procesos y trámites administrativos, la profesionalización administrativa y el mejoramiento de los sistemas informáticos.
Pero….¿es posible “quemar las naves” en la Universidad? O reformulada la pregunta sería: ¿Sobre
la base de qué criterios la Universidad Pública debería promover procesos de cambio tecnológico (vinculados en este caso a
las NTIC) que generen un cierto grado de irreversibilidad?
En el intento de desandar una posible respuesta, se toma como punto de partida la creación y
puesta en marcha del Programa de Educación a Distancia de la Universidad Nacional del Litoral
UNLVIRTUAL como ejemplo concreto de un proceso de cambio tecnológico en el ámbito educativo a partir de
la decisión institucional de implementar estrategias innovadoras vinculadas a las NTIC.
Posteriormente, y sobre la base de este proceso de aprendizaje colectivo, se exploran los
aspectos principales que darían forma a una política institucional que tenga la capacidad de regir a los
objetivos, a las estructuras y a los procesos de gestión del cambio tecnológico (vinculados a las NTIC) en la
Universidad, así como también, de presentar cierto grado de irreversibilidad y persistencia en el tiempo.
2. El programa de Educación a Distancia UNLVIRTUAL
La creación y desarrollo del Programa de Educación a Distancia de la Universidad Nacional del Litoral
UNLVIRTUAL constituye un claro ejemplo de proceso de innovación (institucional, académico y tecnológico)
enmarcado en políticas institucionales definidas a partir del Plan de Desarrollo Institucional (PDI).
El PDI, como proyecto colectivo y global de la Universidad, en uno de sus ejes plantea la
necesidad de “educar con calidad y excelencia a un número cada vez mayor de ciudadanos”, a partir de la
centralidad que va adquiriendo el conocimiento en el actual contexto de profundas transformaciones.
Para ello, promueve un conjunto de acciones institucionales2 con el claro objetivo de generar mejores
condiciones y oportunidades de acceso al conocimiento.
El Programa UNLVIRTUAL constituye una de esas acciones institucionales que, aprovechando la
potencialidad de los nuevos y diversos recursos tecnológicos disponibles, posibilita el desarrollo de
capacidades y competencias y la actualización de conocimientos para una gran cantidad de individuos
que por diversas razones no han podido o no pueden asistir a un centro educativo, tratando además, de
evitar el desarraigo y aumentar las posibilidades de los ciudadanos de acceder al mundo del trabajo
dentro de su propia comunidad.
2 Ejemplos de estos Programas y Proyectos lo constituyen: el Programa de Ingreso y Articulación con los distintos niveles educativos; el Programa de Carreras a Término para la reconversión de títulos terciarios no universitarios, los Cursos de Formación Profesional que generan salidas laborales inmediatas y que amplían las posibilidades de acceso a la formación post secundaria; el Programa de Carreras de Formación Profesional Técnica a nivel de Pregrado y vinculadas al mercado del trabajo y la producción; los Bachilleres y Diplomados Universitarios por familias de profesiones; las Titulaciones Intermedias de “Técnicos Universitarios” en las carreras de grado con posibilidades de reinserción futura en los ciclos superiores; el Bachiller para Adultos; los Cursos de Extensión y de Capacitación Laboral; los Cursos y Carreras de Postgrado de actualización y perfeccionamiento profesional, entre otros.
3
Hacia el interior de la Universidad, la puesta en marcha del Programa genera diversas tensiones a
partir de las transformaciones que se operan en los modos de enseñanza, en la relación docente-
alumno, en la gestión académica y administrativa y en la estructura organizacional de una institución
pública que expone como uno de sus rasgos principales la condensación de una importante experiencia
de “presencialidad” en la producción, apropiación y distribución de conocimientos.
La incorporación de una gran variedad (en edad, situación económica y representación social)
de “nuevos actores”3 (académicos y no académicos) con diversas visiones sobre la vida universitaria, y
por lo tanto, portadores de una multiplicidad de nuevos intereses y demandas, potencian las áreas de
competencia y conflicto de la Universidad y propician, a la vez, nuevas formas de autorregulación
institucional con renovados mecanismos de participación y construcción de consensos.
Asimismo, la creación de un conjunto de Centros de Apoyo Tecnológicos (CAT) que facilitan el
acceso a los recursos tecnológicos del sistema de educación a distancia de UNLVIRTUAL, fortalecen y
potencian la dimensión pública de la Universidad en tanto espacio privilegiado para la construcción de
una cultura ciudadana democrática y plural.
Pero lo que particularmente nos interesa resaltar es que la identidad institucional de la
Universidad Nacional del Litoral en tanto organización pública, predeterminan y definen al momento
de implementar un modelo organizacional e institucional de Educación a Distancia su marco
conceptual y sus reglas de operación y funcionamiento.
En este sentido, el proceso de formulación e implementación del Programa de Educación a
Distancia UNLVIRTUAL ejemplifica una de las formas que la gestión del cambio tecnológico puede
cobrar sentido como proceso irreversible, a partir de articular en forma sinérgica la socio-génesis e
idiosincrasia institucional de una Universidad Pública con fuerte tradición de gobierno colegiado y
autonomía en la toma de decisiones, sedimentadas a través de más de 100 años de historia académica,
con las oportunidades y potencialidades que brindan las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación (NTIC). Es decir, que "tradición e innovación" se configurarían como fuerzas en equilibrio
inestable que, de manera dinámica y simbiótica, le estarían imprimiendo al proceso de cambio tecnológico
(NTIC) su modalidad y dinámica, como así también, el sentido de irreversibilidad.
3 A cinco años de su implementación, UNLVIRTUAL se desarrolla en la actualidad en un escenario en el que participan 15.000 alumnos, 360 docentes, 39 coordinadores de carreras, 109 coordinadores de Centros de Apoyos, para una oferta de 7 Ciclos iniciales de Carreras de Grado, 13 Tecnicaturas, 8 Ciclos de Licenciatura, 4 Cursos de Formación Profesional y mas de 30 Cursos de Extensión anuales.
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3. Criterios Generales para la formulación de una política de gestión del cambio tecnológico
(NTIC)
La formulación de una política institucional de cambio tecnológico lleva implícita la intención de
modificar una realidad determinada a partir de un conjunto de acciones. Es decir, supone la
implementación y el desarrollo de un proceso de gestión que apela a una variada gama de recursos e
instrumentos, como planes, programas y proyectos de desarrollo, para así obtener resultados muy
disímiles, y que incluso en algunos casos, no transitan la dirección pensada previamente o simplemente
no desembocan en acciones efectivas de transformación.
Los motivos de ello pueden ser muy diversos, pero los centrales generalmente se sintetizan en
inadecuadas estrategias de implementación cuyos resultados generalmente se traducen en un conjunto
de desarticuladas acciones individuales o sectoriales.
Desde una mirada crítica a estos procesos, resulta indispensable asumir nuevos marcos teóricos,
metodológicos y operativos que entiendan a los procesos de gestión universitaria como un verdadero
“modelo para armar”4. Esta noción de modelo para armar implica, entre otras cosas, “la disponibilidad
institucional, colectiva e individual, para un rearmado permanente, es decir, para una re-combinación y ajuste de los
distintos elementos del modelo, a partir de las experiencias que vayan siendo acumuladas y de las nuevas necesidades y
demandas que puedan surgir de la dinámica de la vida universitaria y de su entorno social” (D. Cano, 1995).
En este sentido, el proceso de innovación que experimenta la Universidad Nacional del Litoral a
partir de la puesta en marcha del Programa UNLVIRTUAL, puede ser considerado como un complejo
proceso de aprendizaje colectivo que permite elaborar, con cierto grado de provisoriedad, un conjunto
de “criterios generales” capaces de regir a los objetivos, las estructuras y la gestión del cambio tecnológico
(vinculado a las NTIC).
Por ello, lo que sigue, trata de conformarse como el esbozo de una Política para la gestión del
cambio tecnológico, marcando una especie de ethos5 que daría sustento y orientación al conjunto de los
procesos de cambio vinculados a las NTIC, con un determinado grado de continuidad temporal.
4 L. Milano y E. Traficante hablan del “proceso cortazariano de reconstrucción de la literatura iniciado en Rayuela” refiriéndose a la obra Ultimo Round de Julio Cortázar, en el cual “…la mirada deja de ser la mirada unívoca, unidireccional de un individuo, para tender a un mirar abierto, expandido simultáneamente en diversas direcciones. Entonces no hay centro fijo, hay una especie de confluencia continua, de ondulación que interconecta subjetividades. Recordemos:no hay mensaje, hay mensajeros, y ése es el mensaje”. (Milano, L. y Traficante, E., “Palabra e imagen: una aproximación cortazariana al `entre´”, en cuadernos GRITEX, Nº2, U.N.R., 1989)
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5 Javier Echeverría se apoya en los estudios sociológicos empíricos de Robert K. Merton (1910-2003) acerca de los valores de la comunidad científica en Inglaterra, es decir, sobre la configuración del ethos científico vigente en su tiempo, para expresar que el ethos de la tecnociencia plantea problemas y conflictos de mucha mayor envergadura que los suscitados por la ciencia moderna y la industrialización, para lo cual, es imprescindible desarrollar una axiología de la ciencia y no simplemente una ética.
Una política de cambio tecnológico debe:
• Entenderse como un proceso de innovación social vinculado indefectiblemente a la complejidad del espacio
universitario y a la gran diversidad de actores que participan del proceso de gestión.
Cuando se habla de cambio tecnológico, el concepto de “tecnología” que interesa rescatar, es
aquel que sociólogos, filósofos e historiadores refieren tanto a “los artefactos que son producto de una
técnica o tecnología como a los procesos o sistemas de acciones que dan lugar a esos productos” (M. Quintanilla,
1988); así como también, la mirada amplia que trata de superar el reduccionismo que la asocia a
una simple cuestión técnica sin sentido de relación con un espacio y actores sociales definidos,
y la considera como un “conjunto de actividades socialmente estructuradas, integradas a procesos productivos
industriales y estrechamente vinculadas al conocimiento científico” (M. Liz, 1995).
Esta dimensión social de la tecnología es esencial para interpretar la gestión del cambio tecnológico
en la Universidad asociada principalmente a la idea de “innovación”. Innovación como proceso
colectivo de creatividad, que adquiere y conserva la forma, el estilo y la modalidad del trabajo
científico, donde aparece el respeto por la diversidad, el espíritu colaborativo, la integralidad en
la respuesta y la interacción social. La innovación tecnológica es, en definitiva, “un acto organizado
de participación social creativa, que en el marco de una cultura de la innovación, comienza con la creación
organizada de una idea y concluye con la difusión social de su realización material” (López Cerezo, J. y Valenti
P, 1996).
En este sentido, valorar adecuadamente la dimensión cultural de la tecnología es asumir que la
innovación tecnológica es una forma de innovación social y comprender también que la
innovación social es una forma de innovación tecnológica.
Para el caso de la Universidad, esta “capacidad de innovación” se vincula indefectiblemente a la
complejidad de ese espacio social particular, en el que participan, debaten y pugnan (con
acuerdos y disensos) una gran diversidad de actores con intenciones de imprimirle
direccionalidad al proceso de cambio.
En este aspecto, y a los efectos de comprender mejor estos procesos, resulta apropiada la idea
de “cambio” que desarrolla Burton Clark, al referenciar a la Universidad como un espacio social
complejo donde se recrean tensiones, prácticas y patrones de acción muy particulares y
diferentes a otros espacios sociales6.
6 Clark para explicar el cambio y la innovación en los sistemas de Educación Superior toma como variables centrales: la organización del trabajo a partir de su “materia prima liviana”, el conocimiento y su carácter maleable, especializado, con autonomía creciente, expansible en forma abierta y portador de herencias ancestrales; las creencias y la cultura académica al considerar a la universidad como una organización social que produce un orden simbólico, una cultura, un sistema de valores y significados que constituyen aspectos centrales de su identidad; la distribución de la autoridad a partir de definir distintos niveles en los que se toman decisiones y las instancias y formas de poder legítimo; y los mecanismos de coordinación y de quienes detentan el poder de integrar.
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Esta perspectiva teórica de matriz organizacional posibilita introducir una lectura más dinámica
y centrada en los problemas del poder, la negociación y el consenso en la generación de políticas
institucionales, así como también, reflexionar acerca de la dificultad que genera el abordaje de la
idea de cambio tecnológico como “proceso de innovación” a partir de la introducción de las NTIC en el
ámbito educativo. Sobre todo cuando se trata de sistemas complejos donde se combinan lógicas
de cambios externos con las pautas y prácticas propias de la institución, que por otro lado,
contienen sus propias fuentes de cambio, así como también, de resistencia al mismo.
• Contemplar los rasgos constitutivos de la organización universitaria en sus valores, creencias y acciones.
En nuestro contexto existe una verdadera confusión acerca del tipo de organización que es la
Universidad y la distancia que la separa de otras, como la organización estatal o la empresaria.
La asimilación a la “organización empresaria” estaría diluyendo no sólo los particulares mecanismos
de estructuración del poder y toma de decisiones, sino además, la forma en que se organiza el
trabajo a partir de campos disciplinarios y profesionales fragmentados.
La comparación con la “burocracia estatal”, que por otro lado es la más común en las sociedades
occidentales, devendría en una organización que se reproduce a través del universo de las
disposiciones y criterios de autoridad que se derivan del reglamento y la jerarquía de tipo
weberiano.
En este sentido, y tratando de superar estas concepciones, se han desarrollado miradas teóricas
más específicas que califican al modelo organizacional universitario como “anárquicamente
organizado”7, “de acoplamiento laxo”8, donde el tipo de relaciones que prevalecen son esencialmente
“horizontales”. A esta propiedad se le agrega, en el caso argentino, una fuerte interacción
pluralista que utiliza como mecanismo democrático de resolución de conflictos y toma de
decisiones la negociación y la búsqueda permanente de consensos.
En este sentido, analizar la dimensión organizacional implica proyectar la mirada sobre la
complejidad de un espacio social (el universitario) que permite la coexistencia de diversos
7 Víctor Baldridge ha reseñado algunos de los aspectos que distinguen a la organización universitaria a partir de definir: a) la ambigüedad de los objetivos; b) el servicio centrado en la clientela; c) tecnología problemática y difusa; d) vulnerabilidad ambiental. Como resumen se obtiene la imagen de “anarquía organizada”, producto de la disolución de los objetivos en la multiplicación de funciones; de la capacidad de introducir una gran cantidad de demandas; de poseer una escasa formalización de los saberes que sostienen los procedimientos organizacionales; por la autonomía que demandan los actores de la vida universitaria. 8 Kart Weik define a la organización universitaria como de “acoplamiento laxo” o “débilmente acoplada” a partir de entenderla como un conjunto de elementos o ámbitos que, interdependientes unos de otros, mantienen, sin embargo, su identidad y cierta evidencia de su separación lógica y física, al mismo tiempo que su interacción es circunstancial y débil en sus efectos mutuos. Con ello, explica que para el análisis de estas instituciones se deben tener muy en cuenta las influencias desarrolladas en espacios no regulados por imperativos de racionalidad instrumental.
7
grupos con fines e intereses convergentes en algunos casos y divergentes en otros; que
interactúa influyendo sobre el medio ambiente pero que también es perturbado por las
presiones y los cambios; y que los criterios rectores y las reglas de juego (organizacionales,
académicas y/o disciplinarias) que lo orientan dependen en gran medida del grado de fortaleza
y/o capacidad de articular consensos entre los actores involucrados.
En este sentido, la preocupación no puede estar puesta en los modos de gestión que privilegian la
eficacia o la productividad en los procesos a cualquier costo. Frente a los problemas complejos
de la organización, el enfoque gerencial preocupado por la racionalización, la eficacia o la
optimización en el uso de los recursos no alcanza, no resuelve los dilemas de fondo de la
organización ya que omite cuestiones que hacen a la legitimidad, la participación, la representación en el
gobierno y en la toma de decisiones políticas.
Estos elementos, constitutivos de la organización universitaria a partir del uso pleno de
autonomía para fijar sus propias reglas de operación y funcionamiento en relación con el
contexto, definen las "marcas identitarias"9 que permiten distinguirla y diferenciarla de otras
organizaciones. Es decir, dan forma a los rasgos constitutivos de la organización en sus valores,
creencias y acciones.
La preservación y fortalecimiento de estos rasgos identitarios que distinguen y diferencian a la
Universidad de otras agencias sociales, deben constituirse en una de las preocupaciones
fundamentales de la comunidad universitaria, ya que los mismos definen los estilos y modalidades
que pueden adoptar los procesos de cambio e innovación sociales y tecnológicas.
• Requerir de la legitimidad política, la participación y la representación colegiada en la toma de decisiones.
Gestionar el cambio tecnológico, como decíamos anteriormente, no es sólo un proceso técnico,
sino también (y fundamentalmente) por ser considerado un asunto de interés general dada la
extraordinaria relevancia social, es un modo de hacer política, una forma de “construcción de
poder”, es decir, un ejercicio que requiere de la legitimidad política.
El poder legítimo (en oposición al uso de recursos de coerción arbitraria) es aquel capaz de
hacer que se acepten sus decisiones por estar bien fundadas y al servicio del bien común, y en la
Universidad, ese poder se expresa a través de la participación de sus claustros en sus órganos
colegiados de gobierno.
Por ello, es importante tener claridad sobre los fundamentos que animan a un proceso de
9 La idea de identidad, en este caso, hace referencia a un metaconcepto utilizado en el nivel del sistema y cuyos rasgos especifican el dominio en el cual la organización existe como tal. La identidad se entiende en una dimensión antropológica por estar enmarcada en la atmósfera cultural del medio social y también en una dimensión sociológica por tratarse de una construcción que emerge de las relaciones entre individuos y grupos en la organización.
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cambio tecnológico en la Universidad a los efectos de saber a qué tipo de poder se está
apelando y si ese tipo de poder consolida (o dificulta) el ejercicio democrático de gobierno y la
toma de decisión, o por el contrario, responde a imperativos heterónomos y alejados de las
lógicas académicas, como por ejemplo, los vinculados a la lógica empresarial y del mercado.
Si bien es muy amplia la bibliografía que trata la idea de gobierno, que es acerca de las formas de
generación y reproducción de la autoridad y del poder, es necesario considerar la particularidad
de la toma de decisiones en el ámbito universitario superando los tradicionales esquemas de la
“burocracia académica” o de la “comunidad de sabios”.
El modelo de la “burocracia académica” parte de la visión de gobierno regida y ordenada por la
racionalidad weberiana en la que el proceso de racionalización de las prácticas sociales va
acompañado del desarrollo de organizaciones que persiguen objetivos definidos a partir de
jerarquías claramente establecidas. Las decisiones en este modelo no son el resultado de
negociaciones o consensos sino del imperativo de una orden.
Este enfoque racional fue reemplazado por el modelo universitario de gobierno de los
especialistas o “comunidad de los sabios”. Estas teorías rescatan la idea de comunidad apelando
a la horizontalidad del sistema universitario, donde la autoridad se deriva de la competencia
técnico-académica del experto.
Tratando de superar estos esquemas, Víctor Baldridge (Baldridge, 1971) propone un modelo de
análisis apelando al concepto de “sistema político” centrado en la toma de decisiones. El autor
afirma que dado que la elaboración y formación de políticas constituyen el núcleo de la
comprensión del proceso de toma de decisiones, se debe enfatizar el papel que la negociación y
el conflicto juegan en relación con la participación de diversos grupos de interés.
En el contexto de un sistema organizacional débilmente coordinado y fragmentado como lo es
el universitario público argentino, donde en la base del mismo se concentra un sinnúmero de
actores que poseen cuotas de poder relativo y que imposibilitan una simplificación del análisis
en cuanto a la ubicación del núcleo de poder y de toma de decisiones, la idea desarrollada de
“sistema político” parecería ser la más pertinente para analizar la forma de gobierno universitario
respecto de la coordinación de pares o burocrática.
Es importante considerar además, que en el contexto de la Reforma del 18, se inaugura una
nueva forma de ejercer el gobierno universitario asociada principalmente al ejercicio de un poder
parlamentario a partir de la participación de todos los actores educativos, así como también, a la
idea de autonomía en la toma de decisiones.
De esta manera, la forma colegiada de gobierno mediante la participación democrática de los
claustros se conforma como el espacio central de la representación de la pluralidad, de la negociación y del
9
diálogo de la diversidad institucional, y en última instancia, de la garantía en la relación de autonomía
ante el Estado y ante otros organismos sociales.
La implementación de procesos de gestión del cambio tecnológico deben prever el
fortalecimiento de estas particulares formas de generación y reproducción de la autoridad y del
poder, apoyados en las experiencias recientes y en la tradición histórica, así como también, en la
vocación social de la Universidad expresada en la lucha por construir legitimidad en su accionar
a partir del ejercicio de un poder democrático, participativo y académico.
• Perseguir como meta central la promoción del mejoramiento de la calidad
Promover la calidad se transforma indefectiblemente en una de las principales metas del sistema
educativo, entendida la misma como “los efectos positivos que las instituciones universitarias proyectan en
el medio, a través de numerosas actividades, imposibles de mensurar, pero sí de analizar cualitativamente en
función de los procesos históricos-sociopolítico-culturales en los que están insertas” (CIN, 1992). Sin embargo,
no existen recetas infalibles y formas inequívocas para determinar niveles de calidad en la
Universidad, por lo que se ha llegado a afirmar que “la calidad es notoriamente esquiva a la
prescripción, y no es más fácil describirla y discutirla que ofrecerla en la práctica” (A. Gibson, 1988).
En este sentido, si bien el contenido del concepto de calidad académica es complejo y difuso, no
impide que los procesos de innovación y cambio tecnológico persigan como meta central el
mejoramiento continuo de la calidad creando condiciones para progresar en la producción,
transmisión y apropiación del saber.
Para ello, se debe constatar la diversidad del trabajo científico, asociado a las lógicas disciplinares y
profesionales que generan distintos tipos de cultura institucional y variadas formas de
organización de la tarea académica.
Por otra parte, se debe tener especialmente en cuenta los puntos de partida, es decir, las
condiciones de producción académica propias, como los niveles de remuneración, las condiciones
laborales y los equipamientos disponibles, como condicionantes directos en los niveles de
calidad disponibles y deseables en el futuro.
Una política de promoción del cambio tecnológico debe partir por asumir estas particularidades
del trabajo académico y científico de docentes e investigadores (condiciones históricamente
configuradas) como la base necesaria desde donde impulsar estrategias de motivación e
incentivo para el mejoramiento constante de la calidad de las tareas, contemplando además, las
crecientes tendencias del ámbito científico contemporáneo hacia el trabajo colectivo en equipos.
10
• Fortalecer la dimensión pública de la Universidad a partir de desarrollar estrategias que maximicen el
compromiso con lo social
La Universidad es una organización social especializada en los procesos de producción y
administración de un bien público (la educación) que se encuentra “fuera del mercado”, y que por
lo tanto, la creación y distribución del mismo no puede guiarse según la lógica del intercambio y
la viabilidad comercial.
Una primer consideración acerca de la dimensión “pública” de la universidad es aquella que la
asocia análogamente a “lo estatal” (“lo común a todos”). De acuerdo a la Ley Universitaria ( Ley
Nº 24.521) actualmente vigente, el Estado Nacional tiene la responsabilidad indelegable de la
prestación del servicio de Educación Superior de carácter público. Para ello crea organismos
descentralizados específicos (las Universidades, entre otros) encargados de llevar adelante esta
tarea. Así, a las Universidades Nacionales, como personas jurídicas de derecho público, se les
asigna la función principal de formar recursos humanos altamente calificados, producir
conocimientos a través de la investigación, y transferir ciencia, tecnología y cultura al conjunto
de la sociedad.
Si bien esta noción de “lo público” de la Universidad es importante, lo que interesa rescatar y
revalorizar es una concepción más sustantiva que tenga que ver con el desarrollo y la recreación
de espacios de autonomía científica, académica e institucional que propicien la pluralidad de
ideas, el diálogo de la diversidad y la duda e incertidumbre constante. Asimismo, fortalecer esta
dimensión asociada a la idea del interés general, se constituye en el espacio privilegiado para la
construcción de una cultura ciudadana democrática y plural.
Desde esta óptica, el impulso de un proceso de innovación implica necesariamente el desarrollo
de estrategias que maximicen el compromiso con lo social, que no puede ser un agregado sino
“tiene que ser su razón de ser” (García Guadilla, 1996), como así también, promuevan la
reproducción de la lógica propia del mundo académico asociado a su puesta en consideración,
debate, discusión y difusión, que se opone diametralmente a las lógicas de otras agencias
sociales (como puede ser una organización empresaria o industrial) que pueden convertirlo en
“secreto”, como mecanismo de preservación del poder en base al monopolio informativo.
En este sentido, los conceptos de “eficiencia”, “inversión” y “rentabilidad” en un proceso de cambio
tecnológico no pueden ser tratados desde una concepción utilitarista como aspectos meramente
técnicos, apoyados en el cálculo económico y el análisis de logros cuantificables, y desprendidos
de las misiones centrales de la Universidad, ya que en la práctica se traduciría en una
disminución paulatina de la inversión social en educación, ciencia y tecnología.
11
Una política de gestión del cambio tecnológico fundada en una concepción de la justicia como
equidad supone una acción destinada a brindar, en primer término, condiciones de igualdad inicial a
todos quienes pretenden acceder al sistema universitario, a fin de asegurarles el mismo derecho
a la educación, brindarles igualdad de oportunidades en el desempeño y hacer cierto el
“principio de la diferencia” (J. Rawls,1978), que ordena beneficiar a los miembros menos
favorecidos de la sociedad.
5. A manera de cierre
El desafío de la Universidad Pública, y en este caso particular de la Universidad Nacional del Litoral, se
formula, entonces, en términos de disponer de los mayores esfuerzos y recursos en potenciar una
política institucional que sea capaz de viabilizar en forma participativa y pluralista procesos de gestión del
cambio tecnológico (vinculado a las NTIC) con sentido de irreversibilidad. Y una de las formas de hacerlo
posible es, tratando de conciliar armónicamente las innovaciones socio-técnicas con las misiones
institucionales y los rasgos de identidad organizacional, es decir, con su carácter público, su tradición de
gobierno colegiado, su capacidad autónoma y su misión central en la producción, transmisión y distribución de
los conocimientos con calidad y excelencia. De ello depende el sentido y la modalidad que adopte el
proceso de cambio, es decir, como producto de una reflexión y un debate pluralista, o como el
resultado de visiones, tiempos y requisitos asociados a lógicas agenas a la Universidad.
Y es en este sentido que el Programa de Educación a Distancia UNLVIRTUAL aporta
significación. Es decir, como proceso en que las formas que adopta la gestión del cambio tecnológico
quedan predeterminadas a partir de la articulación armónica y sinérgica que se logran entre los rasgos
constitutivos producto de la socio-génesis e idiosincrasia institucional y las oportunidades que brindan
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC).
En este contexto, “quemar las naves” se hace incompatible con la negociación, el consenso, la
participación y el compromiso que pueda requerirse en la promoción de iniciativas de transformación e
innovación. Quemar las naves no garantiza la irreversibilidad de ningún proceso. De lo que se trata, es
de avanzar sin detenerse desde una visión compartida acerca del sentido de la profundización de las
misiones de la Universidad Pública. Porque aunque la metáfora no haya recogido el hecho, la historia
sabe que hasta al propio Hernán Cortés, la quema de naves no impidió la huida a Cuba de los que se
oponían a su proyecto de nueva conquista.
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