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Adiós al Así es Córdoba Así es Córdoba Por la construcción de la represa de Urrá Comunidad Embera Catio Expedición Río Verde Boca de Tinajones 1994 río Sinú A L B E R T O L E I VA

Despedida de los emberas al río Sinú

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Adiós al Así es CórdobaAsí es Córdoba

Por la construcción de la represa de Urrá

Comunidad Embera Catio

Expedición Río Verde – Boca de Tinajones

1994

río Sinú

A L B E R T O

L E I VA

Memoria fotográfica del viaje

Adiós al río Sinú,

por parte de la comunidad

Embera Catio, afectada por

la construcción de la

represa de Urrá.

Tierralta – San Antero

Córdoba, Colombia

Noviembre 1994

Expedición con el apoyo de la Policía Córdoba.

Mayor Carlos Alberto Gómez Salazar.

Textos y fotografías: A L B E R T O

Adiós al río Sinú Por la construcción de la represa de Urrá

L E I VA

A L B E R T O

L E I V A

Foto: Ovidio Vargas H. 2015

Massman librepensador nacido en Bogotá, llegó a Córdoba en 1990, y desde entonces

su destino ha estado entrañablemente vinculado a esta región:

En Montería primero, luego en Montelíbano.

y ahora en Purísima, realiza una tarea de testigo externo

de una cultura que se resiste a desaparecer.

Presenta en esta oportunidad un recorrido inolvidable realizado en 1994 y cuya trascendencia histórica no pierde

vigencia y se valoriza día tras día.

El río Sinú nace en el nudo del Paramillo

(3.960 metros sobre el nivel del mar),

corre de sur a norte por más de 460 kilómetros,

y desemboca en Boca de Tinajones,

bahía de Cispatá, golfo de Morrosquillo, mar Caribe.

El pueblo. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La hoya hidrográfica del río Sinú

se ubica en la parte noroccidental de Colombia,

entre los paralelos 7° y 9° 30’ de longitud oeste,

con un área total de 13.874 kilómetros cuadrados,

de los cuales 12.600 kilómetros cuadrados pertenecen a Córdoba.

En su margen izquierda tiene como afluentes

los ríos Verde y Esmeralda.

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Embalsar el río Sinú, a la altura de Urrá,

fue un sueño acariciado por algunos visionarios desarrollistas

en las décadas de los años 40 y 50 del siglo XX.

La balsa emblemática Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

En los años 80, una compañía soviética,

contrató con el gobierno nacional,

bajo la presidencia de Julio Cesar Turbay,

la construcción de las turbinas,

y bancos suecos se hicieron cargo

de la operación financiera.

Hubo un adelanto por parte de Colombia

de diez millones de dólares

para comenzar el proceso.

La balsa emblemática Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El gobierno nacional,

comprometido con la ejecución de esta obra,

reactivó el proceso en 1992,

bajo la gobernación de Jorge Manzur en Córdoba,

y la presidencia de Cesar Gaviria.

Familia Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La represa de Urrá

se localiza sobre el río Sinú,

a 30 Km. al sur

del municipio de Tierralta.

El primer presidente

de la empresa Urrá S.A.

fue el loriquero

Camilo Manzur Jattin.

Hombres Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El embalse cubre 7.400 hectáreas

con un volumen total de 1.470 millones de metros cúbicos,

y un embalse útil de 1.200 millones de metros cúbicos.

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La capacidad instalada es de 340 MW,

cuatro unidades de 85 MW cada una,

y generan una energía media anual de 1.421 GWH.

Balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La energía generada es evacuada por una línea

a 230 KV hasta la subestación Cerro Matoso,

donde se interconecta con la Red Nacional.

Las balsas y las canoas de suministros Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El río Sinú, ha sido desde tiempos ancestrales,

la arteria vital de las comunidades

ribereñas y amerígenas, los Emberá Catio, quienes obtenían del río

sustento, identificación y trascendencia.

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Los Emberá habitantes de la zona del río Sinú,

se asentaron en el territorio, a mediados de 1500,

provenientes del Chocó, en aquel entonces

invadido por los conquistadores españoles.

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La devolución de territorios

ancestrales, a los amerígenas,

incluido el pueblo Emberá,

consolidada bajo la

presidencia de Virgilio Barco,

fue reafirmada con la

Constitución Política de

Colombia de 1991, otorgando

nuevos derechos a estas

minorías y estableciendo

figura de la Tutela.

Niños y jóvenes Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Todos los estudios previos, de más de cuatro décadas alrededor de Urrá,

basados en el Conocimiento de Experto, ignoraron la presencia e importancia

de las comunidades Emberá Catio, habitantes ancestrales de la zona inundable.

Así como el impacto generado por la anulación del río Sinú como su arteria vital.

Balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Ante este atropello de la modernidad, las comunidades ribereñas ancestrales,

y los amerígenas itinerantes o nómadas, Emberá Catio, agrupados en Resguardos,

se movilizaron para defender su territorio…

Antes de la partida. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Las comunidades

Emberá,

en severo proceso

de aculturamiento

como todas las

demás étnias

amerígenas

asentadas en

Colombia,

demostraron por

otra parte, una

importante y efectiva

capacidad de

liderazgo, y una

coherencia pocas

veces vista entre lo

sagrado y lo profano,

frente a Urrá.

Jóvenes Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Con el sentido sagrado de la vida para los Emberá,

su reconocimiento del río como expresión de la divinidad,

y ante lo inevitable,

la implacable influencia del capital trasnacional

interesado en energizar la nación, con pingues ganancias,

y una opinión pública narcotizada,

y con el recuerdo aún fresco del apagón del gobierno Gaviria,

los Emberá decidieron despedirse del río Sinú.

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Los Emberá organizaron una caravana fluvial con balsas tradicionales,

adornadas con hermosas pancartas, escritas con sus propios símbolos,

en los que decían adiós a un mundo (el de ellos) que agoniza.

La balsa emblemática Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Como siempre, cuando los Emberá van,

van todos: hombres, mujeres, ancianos,

ancianas, jóvenes, muchachas, niños,

perros, cerdos, gallinas,

y la madera y la palma

efectivamente ensambladas

como testigos de una cultura anfibia

que ya no va mas.

Balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Durante seis días navegamos

desde el nacimiento del río Sinú, nudo de Paramillo,

de donde partieron los primeros navegantes,

Navegante solitario. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

hasta Boca de Tinajones, municipio de San Antero,

donde desbarataron sus embarcaciones, vendieron la madera

y regresaron en autobus a su no tierra.

Balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Dijeron los funcionarios y gobernantes

que con Urrá ocurriría lo siguiente:

Se controlarían las inundaciones

recurrentes del río Sinú.

Se mejoraría el drenaje de tierras.

Se irrigarían 150.000 hectáreas a través

de la regulación del distrito de riego

Córdoba II.

Se recuperarían ecológicamente

importantes recursos naturales.

Se aumentarían los niveles de agua

durante el estiaje.

Se aumentaría la producción agrícola

y de alimentos.

Las balsas Emberá Catio y la comida. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

También dijeron que con Urrá

ocurriría lo siguiente:

Se incrementaría el nivel de vida

de la población.

Se reactivaría la economía regional.

Balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Urrá prometió:

Promoción de la zoocria e industria

forestal.

Mejoras en los sistemas de

comercialización de los alimentos.

Mejoras en los sistemas viales

y de comunicación.

Mejoras en la salud y educación.

Reforestación y electrificación rural.

Capacitación, asistencia técnica

y organización comunal.

Conservación del Parque Nacional

Natural de Paramillo.

Saneamiento ambiental.

Mujeres Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Hoy vemos que todo esto ha sido

una falacia más de la propaganda;

Matamos un río para generar electricidad comercial,

dirigida a la gran industria (Cerro Matoso),

y abandonamos a las comunidades ribereñas y

amerígenas a su suerte, en nombre del progreso.

Balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La negociación intercultural no fue efectiva, pues

por parte del gobierno y la empresa se mantuvo

una visión desarrollista,

y los amerígenas se vieron

imbuidos en una pelea para

la cual no tuvieron

los elementos adecuados.

Autoridades Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Para la comunidad Emberá

el tambo flotante es una balsa con cubierta,

donde la vida anfibia transcurre con total normalidad y continuidad.

A punto de zarpar. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El pueblo colombiano, crisol de razas se nutre de múltiples fuentes:

Amerígenas, blancos, negros, y todo el mestizaje que hace

de estas comunidades algo tan diverso como homogéneo.

Antes de partir. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Al cruce de la caravana con el planchón o ferry fluvial,

que a falta de puente, transporta personas, animales y bienes

a través del río Sinú.

Planchón atracado. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

En 1998, una acción de tutela

promovida por los Emberá Catio,

y considerada procedente por la

Corte Suprema de Justicia,

obligo a la empresa Urrá,

a posponer indefinidamente

el llenado de la presa

y por consiguiente

la puesta en marcha

de la generación eléctrica,

hasta una negociación

con los Emberá,

que permitió su operación

ininterrumpida hasta hoy.

Mujeres Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Aunque la comunidad Emberá obtuvo algunos beneficios económicos,

en medio de la negociación,

la perdida de su modo de vida y su visión del mundo,

quedaron irremediablemente traumatizadas.

Las balsas y las canoas de suministros Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La comunidad entera

participo de la despedida,

abandonando sus ocupaciones individuales

y formando un colectivo clamor

de desarraigo.

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El hogar que ya nunca

podrá volver a ser…

Atracadero de balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

A pesar de lo ceremonial de la caravana,

los niños siempre encuentran espacio para retozar…

Niños Emberá Catio en aguas del río Sinú. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Plegarias a los dioses

para entender y sobrellevar

la vida tan sufrida

de pobres, de negros y de indios.

Un respiro. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El río arteria de la vida

cortado de tajo

por las necesidades eléctricas del progreso

(de los otros)

Jóvenes Emberá Catio en canoa. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

¿Cuándo podremos volver a sentir

la brisa de mi río,

cuando las garzas harán compañía

a nuestras balsas

donde navegaba la esperanza?

Balsas articuladas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

En medio de la caravana los niños se divierten en una

estación del recorrido; los recreacionistas Emberá hacen lo suyo.

Niños Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Con el Emberá

se va también el colono,

el que en otros tiempos

se internó monte adentro

a tumbar, sembrar y vivir

en medio de todas las adversidades,

y hoy de nuevo

se ve expulsado de su hogar

por el progreso ajeno.

El planchón y las balsas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

¿Cuáles dioses adorarás?

¿Que estética aceptarás?

¿Usarás tu nombre Embera

o cristianizada aceptarás ser

Domicó o Bailarín?

Joven Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

…y es que algún sacerdote

católico tuvo la brillante idea de

bautizar a los Emberá, y a

todos les puso los mismos

apellidos, Domicó, Bailarín!.

Jóvenes Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

A todas las preguntas sin respuesta,

la navegación continuó plácida y a veces perezosa,

con un paisaje feraz de planicie enmarcado

en serranías lejanas y murmullos de vida.

Balsa emblemática Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La policía acompañó

la caravana acuática

integrada con los amerígenas

en la trascendental despedida.

Oficial de policía y lideres Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Se acabó la vida dura del colono,

comienza el rebusque del desplazado!

Familia. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Embarcaciones de diferentes tamaños,

con múltiples estilos, con pancartas o sin ellas,

con bandera o banderín, todas, en silencio

cumplían la cita con el destino,

era como el funeral de un ser querido, un ser muy querido…

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

De hoy en adelante a viajar en sotracor para cruzar el territorio,

pues la balsa se extingue igual que las costumbres antiguas.

Se consolidó la conquista del nuevo mundo.

Proa hacia el final. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

“Lo que era bosque hoy es potrero,

lo que hoy es río mañana será cloaca

generadora de energía”

Niños y jóvenes Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Un rio como ser vivo, embalsado por el Hombre

es un grillete a la inercia de la vida, quién tarde o temprano

pasará su cuenta de cobro…

Ribera río Sinú. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Con toda la casa y la familia

a lomo de río.

Familia Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Con Urrá fue si o si, las decisiones ya están tomadas desde la metrópoli

y la periferia debe obedecer, aunque esto signifique desaparecer como cultura,

o patrimonio inmaterial, plegándose a la homogenización global,

en beneficio del consumidor y con beneficio final para “los mercados”.

Balsa colectiva Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El clamor de los ribereños y Emberá, damnificados directos

por Urrá fueron primero ignorados, luego burocratizados

y por último burlados por la empresa, quién impuso

su proyecto hidroeléctrico arrasando el conflicto ambiental

y demostrando que en proyectos de envergadura en Colombia “todo vale”.

Protesta Emberá Catio contra Urrá. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Las decisiones de los tecnócratas

de la Roma Imperial

afectan y agreden con sus designios

visiones del mundo de valor incalculable

y de derecho humano indiscutible.

Familia Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

¿Sueños ancestrales,

terror al futuro,

o simple

fashion dreams?

Niñas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La nave emblemática,

con la bandera de Colombia,

y la pancarta bellamente tejida,

con el maravilloso aunque dolorido

adiós al río.

Balsa emblema Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Uno de los valles más fértiles del mundo, el valle del río Sinú, fue inundado

desde Angostura, arrasando bosques nativos, con su fauna asociada,

y zonas de enorme potencial agropecuario, además del hogar de

muchos colombianos pobres; colonos, pescadores, amerígenas Emberá,

comerciantes periféricos y tantos otros damnificados por Urrá.

Balsa emblema Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Se puede ser raspachín de coca,

mototaxista, cobrador de pagadiario,

mensajero, y por que no paraco o guerrillo,

ya nada importa, todo es falso,

el mundo de los viejos se ha derrumbado,

y el nuevo mundo solo ofrece

sordidez, exclusión y hambre…

Jóvenes Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Adiós al bocachico y al bagre,

adiós a la comunicación fluvial entre comunidades,

adiós a la caza,

bienvenidas las filas

para reclamar las chichiguas

que el sistema les entrega, como a inválidos,

y bienvenida la tristeza del desarraigo…

Balsa emblema Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

El último viaje,

tan memorable como rutinario,

ya sabemos como es navegar,

lo que no sabemos es como vivir sin navegar…

Atracadero de balsas. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La sabiduría de las abuelas

fue impotente para frenar

la desastrosa invasión

que el blanco hizo a su territorio,

esgrimiendo papeles

no firmados por ellas

y devastando

lo que por siempre fue sagrado.

Anciana Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Nostalgia del hoy,

última vez en las aguas,

adiós río Sinú

Emberá Catios y colonos. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Las pancartas contra Urrá no alcanzan a expresar

el corazón encogido de los Emberá

por la pared de concreto, que divide al río

y corta su conexión umbilical con la madre Tierra.

Niños Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Imposible olvidar que

estamos en guerras…

Soldados del ejercito de Colombia, custodiando la caravana.

Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Vinimos al mundo a sufrir y aguantar.

Letanía azteca para el nacimiento de un niño.

Niños Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Los Emberá se declaran orgullosamente Colombianos,

pero ¿Colombia se declara orgullosa de los Emberá?

Balsa Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Luego de vivir en

el campo abierto,

ahora a meterse

en un rancho de

40 metros cuadrados,

y mirar la inescrutable

vida urbana

como un

sinsentido siniestro.

Niñas Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

A pesar de la derrota,

los lazos comunitarios de los Emberá se han mantenido firmes,

y la aculturación aún no prevalece sobre la cohesión social.

Estampa de río. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

La mujer Emberá, victima de sus propias costumbres

y además, víctima de los modernizadores de costumbres!

Niñas y mujeres Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Luego de más

de 500 años,

los vaticanos

insisten en

cristianizar el

alma de los

amerígenas.

Sacerdote y monjas católicos. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

De la majestad del paisaje del Sinú a un tugurio de concreto,

de la caza y pesca a vender minutos o prostituirse,

de la sabiduría de los jaibanas a las emisoras de reguetón,

de la comunidad integrada, a la borrachera con antioqueño,

el precio que pagó el pueblo Emberá, y campesino ribereño

por la construcción de Urrá fue muy alto.

Balsa colectiva Emberá. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

“En la ciudad lo llamarán indio,

Ignorará el código urbano,

esa selva de robots y

maquinas infernales

lo hundirán

a lo profundo de un televisor

donde, si tiene suerte,

podrá ver la magnificencia

de lo que fueron

sus selvas y sus montes,

mientras se le acumulan

los kilovatios

que consume la tele,

en la factura,

generados por Urrá.”

Familia Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Por última vez

la libertad del río!

Balsa Emberá. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

¿Qué va a ser de ti lejos de casa,

nena, que va a ser de ti?

Niña Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

¿Qué decirle a mi hijo

cuando pregunte por los dioses?

¿Quién eres tu,

serás un orgulloso campeón Emberá,

que mantenga con dignidad

la memoria de su pueblo,

o te convertirás en un indio miserable,

borracho por Urrá,

dispuesto a la vileza y la evasión?

Madre e hija Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

No es incertidumbre del futuro,

es certidumbre del desarraigo.

Planchón y balsa Emberá.

Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Así como la tarde se va, así terminó el viaje,

el río, y la vida, de otro pedazo triste y sucio

de la historia reciente de Colombia.

Navegante. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

En 2012, ACNUR contrata

a la Diocesis de Montelíbano,

para que esta subcontrate

con un lider afro,

la “intervención a los Emberás”,

para intentar “salvarlos”

de la inevitable desaparición

de su cultura,

sin ningún Emberá

en el comité de salvación,

claro está,

perpetuando la tiranía institucional

que se ampara

en los equipos interdisciplinarios

donde los antropólogos pesan

mucho menos que los ingenieros,

los economistas, y por supuesto,

los abogados,

y todos obedecen

a modelos desarrollistas impuestos

por el jefe del jefe.

Esta es la realidad!

Niña Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

“Fuimos como dioses,

y nos pusieron a adorar palos”.

Gonzalo Arango

Familia Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

Que los dioses iluminen el camino

de nuestros pueblos,

y se exploren nuevas formas

de generación eléctrica,

sin andar por ahí impunemente,

matando ríos,

y desarraigando comunidades

con culturas milenarias.

Nave emblema Emberá Catio. Adiós al río Sinú. 1994

Foto: Alberto Piedra

A L B E R T O

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