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Donde no habita el olvido Los poetas de la Generación del 27 Breve antología

Donde no habita el olvido

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Page 1: Donde no habita el olvido

Donde no habita el olvido

Los poetas de la Generación del 27

Breve antología

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Rafael Alberti

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Por las calles, ¿quién aquel?¡El tonto de Rafael!

Tonto llovido del cielo,del limbo, sin un ochavo.Mal pollito colipavo,sin plumas, digo, sin pelo.¡Pío-pic!, pica, y al vuelotodos le pican a él.

¿Quién aquel?¡El tonto de Rafael!

Tan campante, sin carrera,no imperial, sí tomatero,grillo tomatero, perosin tomate en la grillera.Canario de la fresquera,no de alcoba o mirabel.

¿Quién aquel?

¡El tonto de Rafael!Tontaina, tonto del

higo,rodando por las esquinasbolas, bolindres, pamplinasy pimientos que no digo.Mas nunca falta un amigoque le mendigue un clavel.

¿Quién aquel?¡El tonto de Rafael!

Patos con gafas, en fila,lo raptarán tontamenteen la berlina inconscientede San Jinojito el lila.¿Qué runrún, qué retahílasube el cretino eco fiel?

¡Oh, oh, pero si es aquelel tonto de Rafael!

EL TONTO DE RAFAEL

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Mi corza, buen amigo,mi corza blanca.

Los lobos la mataronal pie del agua.

Los lobos, buen amigo,que huyeron por el río.

Los lobos la matarondentro del agua.

MI CORZA

Esta es la brevísima cancioncilla anónima del siglo XV en la que se inspiró Alberti:

En Ávila, mis ojos.Dentro en Ávila.En Ávila del río

mataron a mi amigo.Dentro en Ávila.

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¡Nostalgia de los arcángeles!Yo era...Miradme.

Vestido como en el mundo,ya no se me ven las alas.Nadie sabe cómo fui.No me conocen.

Por las calles, ¿quién se acuerda?Zapatos son mis sandalias.Mi túnica, pantalonesy chaqueta inglesa.Dime quién soy.

Y, sin embargo, yo era...

Miradme.

EL ÁNGEL DESCONOCIDO

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Se equivocó la paloma.Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.Creyó que el trigo era agua.Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;que la noche, la mañana.Se equivocaba.

Que las estrellas, rocío;que la calor, la nevada.Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;que tu corazón, su casa.Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.Tú, en la cumbre de una rama).

SE EQUIVOCÓ LA PALOMA

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Hoy las nubes me trajeron,volando, el mapa de España.¡Qué pequeño sobre el río,y qué grande sobre el pastola sombra que proyectaba!

Se le llenó de caballosla sombra que proyectaba.Yo, a caballo, por su sombrabusqué mi pueblo y mi casa.

Entré en el patio que un díafuera una fuente con agua.Aunque no estaba la fuente,la fuente siempre sonaba.Y el agua que no corríavolvió para darme agua.

CANCIÓN 8

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Verás entre meadas y meadas,más meadas de todas las larguras:unas de perros, otras son de curasy otras quizá de monjas disfrazadas.

Las verás lentas o precipitadas,tristes o alegres, dulces, blandas, duras,meadas de las noches más oscuraso las más luminosas madrugadas.

Piedras felices, que quien no las mea,si es que no tiene retención de orina,si es que no ha muerto es que ya está expirando.

Mean las fuentes... Por la luz humeauna ardiente meada cristalina...Y alzo la pata... Pues me estoy meando.

SE PROHÍBE HACER AGUAS

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Vicente Aleixandre

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No, no es eso. No mirodel otro lado del horizonte un cielo.No contemplo unos ojos tranquilos, poderosos,que aquietan a las aguas feroces que aquí braman.No miro esa cascada de luces que desciendende una boca hasta un pecho, hasta unas manos blandas,finitas, que a este mundo contienen, atesoran.

Por todas partes veo cuerpos desnudos, fielesal cansancio del mundo. Carne fugaz que acasonació para ser chispa de luz, para abrasarsede amor y ser la nada sin memoria, la hermosaredondez de la luz.Y que aquí está, aquí está, marchitamente eterna,sucesiva, constante, siempre, siempre cansada.

Es inútil que un viento remoto, con forma vegetal, o una lengua,lama despacio y largo su volumen, lo afile,lo pula, lo acaricie, lo exalte.Cuerpos humanos, rocas cansadas, grises bultosque a la orilla del mar conciencia siempretenéis de que la vida no acaba, no, heredándose.Cuerpos que mañana repetidos, infinitos, rodáiscomo una espuma lenta, desengañada, siempre.¡Siempre carne del hombre, sin luz! Siempre rodadosdesde allá, de un océano sin origen que envíaondas, ondas, espumas, cuerpos cansados, bordesde un mar que no se acaba y que siempre jadea en sus orillas.

DESTINO DE LA CARNE

Todos, multiplicados, repetidos, sucesivos, amontonáis la carne,la vida, sin esperanza, monótonamente iguales bajo los cielos hoscos que impasibles se heredan.Sobre ese mar de cuerpos que aquí vierten sin tregua, que aquí rompenredondamente y quedan mortales en las playas,no se ve, no, ese rápido esquife, ágil veleroque con quilla de acero rasgue, sesgue,abra sangre de luz y raudo escapehacia el hondo horizonte, hacia el origenúltimo de la vida, al confín del océano eternoque humanos desparramasus grises cuerpos. Hacia la luz, hacia esa escala ascendente de brillosque de un pecho benigno hacia una boca sube,hacia unos ojos grandes, totales que contemplan,hacia unas manos mudas, finitas, que aprisionan,donde cansados siempre, vitales, aún nacemos.

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Dámaso Alonso

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USA, URSS.USA, URSS, OAS, UNESCO:ONU, ONU, ONU.TWA, BEA, K.L.M., BOAC,¡RENFE, RENFE, RENFE!FULASA, CARASA, CULASA,CAMPSA, CUMPSA, KIMPSA;FETASA, FITUSA, CARUSA,¡RENFE, RENFE, RENFE!¡S.O.S., S.O.S., S.O.S.!¡S.O.S., S.O.S., S.O.S.!Vosotros erais suaves formas,INRI, de procedencia venerable,S.P.Q.R., de nuestra nobleza heredada.Vosotros nunca fuisteis invasión.Hableal ritmo de las viejas normasmi corazón,porque este gris ejército esqueléticosiempre avanza(PETANZA, KUTANZA, FUTRANZA);frenético,con férreos garfios (TRACA, TRUCA, TROCA)me oprime,me sofoca(siempre inventando, el maldito, para que yo rime:

ARAMA, URUMA, ALIME,KINDO, KONDA, KUNDE).Su gélida risa amarillabrillasombría, inédita, marciana.Quiero gritar y la palabra se me hundeen la pesadillade la mañana.Legión de monstruos que me agobia,fríos andamiajes en tropel:yo querría decir madre, amores, novia;querría decir: vino, pan, queso, miel.¡Qué ansia de gritarmuero, amor, amar!Y siempre avanza:USA, URSS, OAS, UNESCO,CAMPSA, CUMPSA, KIMPSA,PETANZA, KUTANZA, FUTRANZA...¡S.O.S., S.O.S., S.O.S.!Oh, Dios, dime,¿hasta que yo cesede esta balumbaque me oprimeno descansaré?¡Oh, dulce tumba:una cruz y un R.I.P!

LA INVASIÓN DE LAS SIGLAS

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Luis Cernuda

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Si el hombre pudiera decir lo que ama,Si el hombre pudiera levantar su amor por el cieloComo una nube en la luz;Si como muros que se derrumban,Para saludar la verdad erguida en medio,Pudiera derrumbar su cuerpo,dejando sólo la verdad de su amor,La verdad de sí mismo,Que no se llama gloria, fortuna o ambición,Sino amor o deseo,Yo sería aquel que imaginaba;Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manosProclama ante los hombres la verdad ignorada,La verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguienCuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espírituComo leños perdidos que el mar anega o levantaLibremente, con la libertad del amor,La única libertad que me exalta,La única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:Si no te conozco, no he vivido;Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR

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Te quiero.Te lo he dicho con el viento,

jugueteando como animalillo en la arenao iracundo como órgano tempestuoso;

te lo he dicho con el sol,que dora desnudos cuerpos juvenilesy sonríe en todas las cosas inocentes;

te lo he dicho con las nubes,frentes melancólicas que sostienen el cielo,tristezas fugitivas;

te lo he dicho con las plantas,leves criaturas transparentesque se cubren de rubor repentino;

te lo he dicho con el agua,vida luminosa que vela un fondo de sombras;te lo he dicho con el miedo,te lo he dicho con la alegría,con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:más allá de la vida,quiero decírtelo con la muerte;más allá del amor,quiero decírtelo con el olvido.

TE QUIERO

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Donde habite el olvido,En los vastos jardines sin aurora;Donde yo sólo seaMemoria de una piedra sepultada entre ortigasSobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre dejeAl cuerpo que designa en brazos de los siglos,Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,No esconda como aceroEn mi pecho su ala,Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,Sometiendo a otra vida su vida,Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,Disuelto en niebla, ausencia,Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;Donde habite el olvido.

DONDE HABITE EL OLVIDO

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Gerardo Diego

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Debiera ahora deciros: -«Amigos,muchas gracias», y sentarme, pero sin ripios.Permitidme que os lo diga en tono lírico,en verso, sí, pero libre y de capricho.Amigos:dentro de unos días me veré rodeado de chicos,de chicos torpes y listos,y dóciles y ariscos,a muchas leguas de este Santander mío,en un pueblo antiguo,tranquiloy frío,y les hablaré de versos y de hemistiquios,y del Dante, y de Shakespeare, y de Moratín (hijo),y de pluscuamperfectos y de participios,y el uno bostezará y el otro me hará un guiño.Y otro, seguramente el más listo,me pondrá un alias definitivo.Y así pasarán cursos monótonos y prolijos.Pero un día tendré un discípulo,

un verdadero discípulo,y moldearé su alma de niñoy le haré hacerse nuevo y distinto,distinto de mí y de todos; él mismo.Y me guardará respeto y cariño.Y ahora os digo:

amigos,brindemos por ese niño,por ese predilecto discípulo,por que mis dedos rígidosacierten a moldear su espíritu,y mi llama lírica prenda en su corazón virgíneo,y por que siga su caminointacto y limpio,y por que este mi discípulo,que inmortalice mi nombre y mi apellido,...sea el hijo,el hijode uno de vosotros, amigos.

BRINDIS

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 Murió en mitad de un verso,

cantándole, floreciéndole,y quedó el verso abierto, disponiblepara la eternidad,mecido por la brisa,la brisa que jamás concluye,verso sin terminar, poeta eterno. 

Quién se muriera asíal aire de una sílaba. 

Y al conocer esa muerte de poeta,recordé otra de mis oraciones.«Quiero vivir, morir, siempre cantandoy no quiero saber por qué ni cuándo».Sí, en el seno del verso,que le concluya y se concluya Dios.

EN MITAD DE UN VERSO

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Federico García Lorca

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Voces de muerte sonaroncerca del Guadalquivir.Voces antiguas que cercanvoz de clavel varonil.Les clavó sobre las botasmordiscos de jabalí.En la lucha daba saltosjabonados de delfín.Bañó con sangre enemigasu corbata carmesí,pero eran cuatro puñalesy tuvo que sucumbir.Cuando las estrellas clavanrejones al agua gris,cuando los erales sueñanverónicas de alhelí,voces de muerte sonaroncerca del Guadalquivir. * * *

-Antonio Torres Heredia,Camborio de dura crin,moreno de verde luna,voz de clavel varonil:¿Quién te ha quitado la vidacerca del Guadalquivir?-Mis cuatro primos Heredias,hijos de Benamejí.

Lo que en otros envidiaban,ya lo envidiaban en mí.Zapatos color corinto,medallones de marfil,y este cutis amasadocon aceituna y jazmín.-¡Ay, Antoñito el Camborio,digno de una Emperatriz!Acuérdate de la Virgenporque te vas a morir.-¡Ay, Federico García,llama a la Guardia Civil!Ya mi talle se ha quebradocomo caña de maíz. * * *

Tres golpes de sangre tuvoy se murió de perfil.Viva moneda que nuncase volverá a repetir.Un ángel marchoso ponesu cabeza en un cojín.Otros de rubor cansado,encendieron un candil.Y cuando los cuatro primosllegan a Benamejí,voces de muerte cesaroncerca del Guadalquivir.

MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO

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La aurora de Nueva York tienecuatro columnas de cienoy un huracán de negras palomasque chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gimepor las inmensas escalerasbuscando entre las aristasnardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su bocaporque allí no hay mañana ni esperanza posible.A veces las monedas en enjambres furiosostaladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesosque no habrá paraíso ni amores deshojados:saben que van al cieno de números y leyes,a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.La luz es sepultada por cadenas y ruidosen impúdico reto de ciencia sin raíces.Por los barrios hay gentes que vacilan insomnescomo recién salidas de un naufragio de sangre.

LA AURORA

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Jorge Guillén

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Los días no me otorgan más que tránsitoDe espera.Una sola y muy larga expectaciónMe conduce hacia un término posible,Acaso ya probable:La fuente resurgida ante mi sed. Esta sed de errabundo...Hombre solo entre gentes. Y perdido.Tan perdido por dentro de sus años,Sus glorias. Y tú callas, te guardas. ¡No! Te pierdes.Que tu silencio venga hasta mis brazos,Se ahonde y se transformeDe pronto en un murmullo,En un acercamiento de la entraña,Y que todo tu ser esperanzadoSe articule hacia luz,Prorrumpa,Y sea voz, tu voz,O nada más -y entonces desplomándose-Tu cabeza, mi pecho, nuestro abrazo.

ESPERANZA

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¿Abstracciones?No.

ContactosDe un hombre con su planeta.Respiro, siento, valoroGozando de una evidencia.Padeciendo ese conflictoQue se me impone a la fuerza.¿Quién soy yo?

Me importa poco.El mundo importa. Rodea,Vivo con él: un misterioRebelde a la inteligenciaPero no al amor, al odio,A náuseas y apetencias.¿Qué es la vida?

No lo sé.Para una acción es la presa.Necesidad -me nacieron-Pide incesante respuesta.Yo quiero con mi querer:Amor, desamor, centellaFugitiva en un relámpagoFrente a la final tiniebla.

AL MARGEN DE UN CÁNTICO

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Pedro Salinas

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Cuando tú me elegiste-el amor eligió-salí del gran anónimode todos, de la nada.Hasta entoncesnunca era yo más altoque las sierras del mundo.Nunca bajé más hondode las profundidades máximas señaladasen las cartas marinas.Y mi alegría estaba triste, como lo estánesos relojes chicos,sin brazo en que ceñirsey sin cuerda, parados.Pero al decirme: «tú»-a mí, sí, a mí, entre todos-,más alto ya que estrellaso corales estuve.Y mi gozo

se echó a rodar, prendidoa tu ser, en tu pulso.Posesión tú me dabasde mí, al dárteme tú.Viví, vivo. ¿Hasta cuándo?Sé que te volverásatrás. Cuando te vayasretornaré a ese sordomundo, sin diferencias,del gramo, de la gota,en el agua, en el peso.Uno más seré yoal tenerte de menos.Y perderé mi nombre,mi edad, mis señas, todoperdido en mí, de mí.Vuelto al osario inmensode los que no se han muertoy ya no tienen nadaque morirse en la vida.

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¡Si me llamaras, sí;si me llamaras!Lo dejaría todo,todo lo tiraría:los precios, los catálogos,el azul del océano en los mapas,los días y sus noches,los telegramas viejosy un amor.Tú, que no eres mi amor,¡si me llamaras!Y aún espero tu voz:telescopios abajo,desde la estrella,por espejos, por túneles,por los años bisiestospuede venir. No sé por dónde.Desde el prodigio, siempre.Porque si tú me llamas-¡si me llamaras, sí; si me llamaras!-será desde un milagro,incógnito, sin verlo.Nunca desde los labios que te beso,nuncadesde la voz que dice: «No te vayas».

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[...] ¡Qué difícil saber adónde hiereun no! Inocentementesale de labios puros, un no puro;sin mancha ni querenciade herir, va por el aire.Pero el aire está llenode esperanzas en vuelo, las encuentray las traspasa por las alas tiernassu inmensa fuerza ciega, sin querer,y las deja sin vida y va a clavarseen ese techo azul que nos pintamosy abre una grieta allí.O allí rebotay su herir aceradovuelve camino atrás y le desgarrael pecho al mismo pecho que lo dijo.Un no da miedo. Hay que dejarlo siempreal borde de los labios y dudarlo.O decirlo tan suavementeque le llegueal que no lo esperabacon un sonar de «sí»,aunque no dijo sí quien lo decía.

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