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El gato El gato negro negro Desde la infancia me hice notar por mi docilidad y humanitarios sentimientos, y hasta era tan exquisita la ternura de mi corazón, que acabe por ser juguete de mis compañeros. Mi afición y cariño a los animales no tenia limites, y mis padres me habían permitido conservar muchas especies favoritas. Me case muy joven y tuve la dicha de hallar en mi esposa un carácter que simpatizaba, ella me proporcionó individuos de la especie que mas me agradaban, aves, un pez dorado, un perro, conejos y

El gato negro de edgar allan poe

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Este relato policial gótico con inserción fantástica fue trabajado desde lengua junto con el departamento de informática para realizar dibujos e ilustrar la secuencia que mejore la comprensión del texto.

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El gato El gato negronegroDesde la infancia me hice notar por mi docilidad y humanitarios sentimientos, y hasta era tan exquisita la ternura de mi corazón, que acabe por ser juguete de mis compañeros.

Mi afición y cariño a los animales no tenia limites, y mis padres me habían permitido conservar muchas especies favoritas.Me case muy joven y tuve la

dicha de hallar en mi esposa un carácter que simpatizaba, ella me proporcionó individuos de la especie que mas me agradaban, aves, un pez dorado, un perro, conejos y un gato.

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Mi mujer, que en el fondo era algo supersticiosa, aludía a la creencia popular que consideraba a todos los gatos negros como brujas disfrazadas.

Plutón, así se llamaba el gato – era mi mejor amigo.

Incluso me costaba trabajo impedirle que me siguiera por la calle.

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Repentinamente se apodero de mi un furor demoniaco, una rabia demoníaca, saturada de ginebra, penetro en cada una de las fibras de mi ser. Saque del bolsillo de mi chaleco un cortaplumas, lo abrí, agarre al animal por la garganta y le vacíe un ojo.

Experimente por el crimen que había cometido, una sensación que oscilaba entre el horror y remordimiento.

Lamentablemente, el gato se curo.

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Según la costumbre, iba y venia por la casa.

Una mañana, con completa sangre fría, le puse un nudo corredizo en torno al cuello y lo ahorque de la rama de un árbol.

En la noche siguiente al día en que fue ejecutada esa cruel acción me despertó del sueño el grito de “fuego”.

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Ardían las cortinas de mi lecho y toda la casa se quemaba.

Pudimos escapar del desastre mi mujer, un criado y yo.

Visite las ruinas el día siguiente del incendio. Excepto una, todas las paredes se habían derrumbado.

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Vi a modo de bajo relieve esculpido sobre la blanca superficie, la figura de un gigantesco gato.

Mi asombro y mi terror fueron extraordinarios.

Una noche en que yo estaba medio borracho en un bodegón infame, atrajo mi atención una cosa negra que se hallaba en lo alto de unas barriles.

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Ocurrió que un día, al acompañarme para realizar un quehacer domestico hasta el sótano del viejo edificio donde nuestra pobreza nos obligaba a habilitar, el gato me seguía por la pendiente de la escalera,y haciéndome tropezar de cabeza, me exaspero hasta la locura.

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Le dirigí un golpe que habría sido mortal si lo hubiese alcanzado como quería. Pero la mano de mi mujer detuvo el golpe. Una rabia diabólica me produjo esa intervención. Libere mi brazo del obstáculo que lo detenía y le hundí a ella el hacha en el cráneo.

Mi mujer cayo muerta instantánea mente sin exhalar si quiera un gemido.

Me di cuenta de que no podía hacerlo desaparecer de la casa. Resolví emparedarlo en el sótano.

No dude que me seria fácil quitar los ladrillos de aquel sitio, colocar el cadáver y emparedarlo del mismo modo.

Prepare una capa que no pudiese distinguirse de la original y cubrí con ella el nuevo tabique.

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Al cuarto día después de haberse cometido el asesinato, se presento un grupo de policías en mi casa y procedió de nuevo a una rigurosa investigación.

La policía satisfecha, se disponía a abandonar la casa .

Estos muros están construidos solidamente.

No se había extinguido aun el eco de mis golpes, cuando una voz surgió del fondo de la tumba.

Los agentes quedaron paralizados por el horror; atacaron la pared que cayo a tierra de un golpe. El cadáver muy desfigurado ya y cubierto de sangre apareció de pie.

Sobre su cabeza se posaba el odioso animal, cuya astucia me llevo al asesinato y cuya voz me entregaba al verdugo.

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Fernández Corina Santa Cruz Susana Rogantini Victoria4to 7ma Grupo F1Profesor: Guillermo Billinghurst

3ro 2da ESBTTurno Tarde Profesora: María Acevedo