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Editorial

El Mal Menor N°2 - Julio de 2015 - Batuco - Chile - Correo electrónico: [email protected]: Jaime Núñez - Sergio Sarmiento - Emilio Serey - Melody Valenzuela

Diseño gráfico: Sergio Sarmiento - Fotogra�a: Emilio Serey

Editorial

El neoliberalismo no es solo una corriente económica, sino también una corriente cultural que impone sus códigos en los países que domina. Y Chile, que ha sido el principal laboratorio de las ideas de Hayek y Friedman, es un dominado ejemplar. Un dominado bien peinadito. Sí, porque no solo nos hemos llenado de burgers, malls, deliverys y huevadas similares, sino que también hemos internalizado la manera de pensar de esta ideología -disfrazada de ciencia- fundada por Adam Smith hace más de doscientos años. "No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés", escribió Smith en su momento, relevando la ambición y el egoísmo del individuo como el motor de la economía. Según este criterio, el producto no se realiza por el acto de crear, sino por el acto de lucrar. El producto no es una obra terminada, con valor en sí misma, sino un medio para obtener ganancias, las que se transforman en la verdadera obra creada. El espectador, en este contexto, se vuelve un cliente, es decir, un conjunto de necesidades a las que se debe achuntar para que fluya la belleza, el arte, el dinero. El mundo, en estas circunstancias, se vuelve un salón inmenso de �ro al blanco, donde todos disparan y todos reciben, donde todos andan con el cuerpo lleno de dardos. Dardos que hacen que uno se sienta como sa�sfecho, como la raja, mientras es despojado de su libertad. Este mismo criterio se ha ido traspasando a la literatura chilena, una literatura casi sin lectores que, finalmente, terminó escribiendo para los académicos, estos son los clientes a los que se debe achuntar para ganar (becas, concursos, estudios, traducciones), transformando este oficio en una microempresa alejada de las realidades del pueblo. Una microempresa, se podría decir, solo con clientes ins�tucionales. Una microempresa que, siguiendo la moda del momento, ha decidido mirarse en el hegemónico y cabrón espejo gringo, nido del neoliberalismo, para completar, desde la cultura, el círculo de dominación que se inició en 1973. Los escritores de lengua inglesa son interesantes, eso es innegable, pero no son los únicos. Nosotros quere-mos ir también por otros caminos. Existen alrededor de cinco mil idiomas vivos, cada cual con su literatura. Queremos explorar esa infinidad. Y también nuestro propio cosmos chileno, la�noamericano, queremos bañarnos en las playas prohibidas por el capital, queremos conocer otra belleza, dis�nta a la del dólar, el mercado y los cursis anglófilos que hoy controlan nuestra lengua.

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Iluminaciones

Los cerdos se están

haciendo visibles

Editorial

El Mal Menor N°2 - Julio de 2015 - Batuco - Chile - Correo electrónico: [email protected]: Jaime Núñez - Sergio Sarmiento - Emilio Serey - Melody Valenzuela

Diseño gráfico: Sergio Sarmiento - Fotogra�a: Emilio Serey

Editorial

El neoliberalismo no es solo una corriente económica, sino también una corriente cultural que impone sus códigos en los países que domina. Y Chile, que ha sido el principal laboratorio de las ideas de Hayek y Friedman, es un dominado ejemplar. Un dominado bien peinadito. Sí, porque no solo nos hemos llenado de burgers, malls, deliverys y huevadas similares, sino que también hemos internalizado la manera de pensar de esta ideología -disfrazada de ciencia- fundada por Adam Smith hace más de doscientos años. "No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés", escribió Smith en su momento, relevando la ambición y el egoísmo del individuo como el motor de la economía. Según este criterio, el producto no se realiza por el acto de crear, sino por el acto de lucrar. El producto no es una obra terminada, con valor en sí misma, sino un medio para obtener ganancias, las que se transforman en la verdadera obra creada. El espectador, en este contexto, se vuelve un cliente, es decir, un conjunto de necesidades a las que se debe achuntar para que fluya la belleza, el arte, el dinero. El mundo, en estas circunstancias, se vuelve un salón inmenso de �ro al blanco, donde todos disparan y todos reciben, donde todos andan con el cuerpo lleno de dardos. Dardos que hacen que uno se sienta como sa�sfecho, como la raja, mientras es despojado de su libertad. Este mismo criterio se ha ido traspasando a la literatura chilena, una literatura casi sin lectores que, finalmente, terminó escribiendo para los académicos, estos son los clientes a los que se debe achuntar para ganar (becas, concursos, estudios, traducciones), transformando este oficio en una microempresa alejada de las realidades del pueblo. Una microempresa, se podría decir, solo con clientes ins�tucionales. Una microempresa que, siguiendo la moda del momento, ha decidido mirarse en el hegemónico y cabrón espejo gringo, nido del neoliberalismo, para completar, desde la cultura, el círculo de dominación que se inició en 1973. Los escritores de lengua inglesa son interesantes, eso es innegable, pero no son los únicos. Nosotros quere-mos ir también por otros caminos. Existen alrededor de cinco mil idiomas vivos, cada cual con su literatura. Queremos explorar esa infinidad. Y también nuestro propio cosmos chileno, la�noamericano, queremos bañarnos en las playas prohibidas por el capital, queremos conocer otra belleza, dis�nta a la del dólar, el mercado y los cursis anglófilos que hoy controlan nuestra lengua.

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Iluminaciones

Los cerdos se están

haciendo visibles

A propósito de “Reinas de la Pampa”

Un teatro para BatucoPor Justo Morales

In Situ

3

Asis� a la función de la obra teatral "Reinas de la Pampa" -de la compañía “La Chusca- que el municipio presentó en la plaza Tomás González. Fue un sábado de abril. Un viento frío corría por entre las sillas, distribuidas en ordenadas filas al aire libre, mientras la noche planeaba sobre el pueblo y sus casas endebles. Llegué medio tarde, así que me senté al final, cerca de unos volados que, instalados en un escaño, fumaban un pito. Mientras esperaba el comienzo de la

función, y con el aroma de la prohibida sustancia inundando el entorno, comen-cé a sen�rme helado. El teatro a la intemperie, en un pueblo a la intemperie, puede provocar un resfrío, incluso una pulmonía, me dije. Y luego me acallé, encontrándome demasiado cuá�co. Entonces me puse a mirar a mi alrededor.

Entre el público que concurrió a la presentación -unas cien personas- además de los adictos al THC había un

Esto me hizo pensar en la necesidad de que el pueblo cuente con un teatro. Un edificio digno, de diseño maravilloso, algo así como

“La Scala de Milán”, que además de dar iden�dad a Batuco permita presentar las diversas artes escénicas en buenas

condiciones. Un teatro que favorezca el desarrollo mental de nuestros habitantes, aún esclavos del marke�ng televisivo.

In Situ

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montón de padres con sus hijos, niños que no estaban ni ahí con la obra -no era una obra infan�l- que se dedicaban a jugar y a correr entre los espectadores, distrayendo a sus progenitores. Esto me hizo pensar en la necesidad de que el pueblo cuente con un teatro. Un edificio digno, de diseño maravilloso, algo así como “La Scala de Milán”, que además de dar iden�dad a Batuco permita presentar las diversas artes escénicas en buenas condiciones. Un teatro que favorezca el desarrollo mental de nuestros habitan-tes, aún esclavos del marke�ng televisi-vo. Y que cuente con guardería infan�l. Y una sala de juegos para los niños más crecidos. Y con aire acondicionado. La construcción del teatro permi�ría, además, promover la existencia de grupos ar�s�cos entre los habitantes del pueblo. Y la presentación constante de diversas obras. Adicionalmente se podría ahorrar el dinero que hoy se dedica a arrendar equipos de sonido e ilumina-ción, e incluso el mismo escenario, cada vez que el municipio organiza algún evento "cultural", lo que es altamente an�económico, salvo para el dueño de la empresa que los arrienda. También la señora alcaldesa se ahorraría los malicio-sos comentarios que se escuchan por ahí, y que señalan que alguien del municipio -a veces ella misma- recibe "un es�mulo monetario" cada vez que se emite una factura por estos servicios.

Faltaría -también- para completar una velada decente, una obra que nos haga sen�r que realmente asis�mos al teatro. No una obra breve y débil como "Reinas de la Pampa", que pese al empeño de sus protagonistas y el buen desempeño de los músicos en vivo, carece de una dramaturgia que otorgue sen�do a la tragedia de una de las víc�mas del psicópata de Alto Hospicio, así como al t ratamiento burocrá�co que las autoridades dan a su madre. Claro, porque hacia el final de la obra, cuando los niños gritaban más que nunca y el viento frío tocaba los huesos y los volados reían a des�empo, la acción pasó, mister iosamente, del e je poder-individuo a una relación de género entre la mujer del psicópata y la madre de la joven asesinada, haciendo inú�l gran parte de la argumentación previa. Es como haber preparado, durante toda la obra, el lanzamiento de una nave espacial y, al final, lanzar un submarino.

La representación duró, más o menos, treinta minutos. Tal vez cuarenta. Eso fue todo. No había presupuesto para más. Tal vez se trataba de una versión resumida para pueblos resumidos. Y por eso funcionaba mal. Quién sabe. Me re�ré, en todo caso, con la sensación de haber par�cipado en un mal simulacro. Y con la idea, más firme que nunca, de lo necesario que es contar con un teatro de verdad en Batuco.

A propósito de “Reinas de la Pampa”

Un teatro para BatucoPor Justo Morales

In Situ

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Asis� a la función de la obra teatral "Reinas de la Pampa" -de la compañía “La Chusca- que el municipio presentó en la plaza Tomás González. Fue un sábado de abril. Un viento frío corría por entre las sillas, distribuidas en ordenadas filas al aire libre, mientras la noche planeaba sobre el pueblo y sus casas endebles. Llegué medio tarde, así que me senté al final, cerca de unos volados que, instalados en un escaño, fumaban un pito. Mientras esperaba el comienzo de la

función, y con el aroma de la prohibida sustancia inundando el entorno, comen-cé a sen�rme helado. El teatro a la intemperie, en un pueblo a la intemperie, puede provocar un resfrío, incluso una pulmonía, me dije. Y luego me acallé, encontrándome demasiado cuá�co. Entonces me puse a mirar a mi alrededor.

Entre el público que concurrió a la presentación -unas cien personas- además de los adictos al THC había un

Esto me hizo pensar en la necesidad de que el pueblo cuente con un teatro. Un edificio digno, de diseño maravilloso, algo así como

“La Scala de Milán”, que además de dar iden�dad a Batuco permita presentar las diversas artes escénicas en buenas

condiciones. Un teatro que favorezca el desarrollo mental de nuestros habitantes, aún esclavos del marke�ng televisivo.

In Situ

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montón de padres con sus hijos, niños que no estaban ni ahí con la obra -no era una obra infan�l- que se dedicaban a jugar y a correr entre los espectadores, distrayendo a sus progenitores. Esto me hizo pensar en la necesidad de que el pueblo cuente con un teatro. Un edificio digno, de diseño maravilloso, algo así como “La Scala de Milán”, que además de dar iden�dad a Batuco permita presentar las diversas artes escénicas en buenas condiciones. Un teatro que favorezca el desarrollo mental de nuestros habitan-tes, aún esclavos del marke�ng televisi-vo. Y que cuente con guardería infan�l. Y una sala de juegos para los niños más crecidos. Y con aire acondicionado. La construcción del teatro permi�ría, además, promover la existencia de grupos ar�s�cos entre los habitantes del pueblo. Y la presentación constante de diversas obras. Adicionalmente se podría ahorrar el dinero que hoy se dedica a arrendar equipos de sonido e ilumina-ción, e incluso el mismo escenario, cada vez que el municipio organiza algún evento "cultural", lo que es altamente an�económico, salvo para el dueño de la empresa que los arrienda. También la señora alcaldesa se ahorraría los malicio-sos comentarios que se escuchan por ahí, y que señalan que alguien del municipio -a veces ella misma- recibe "un es�mulo monetario" cada vez que se emite una factura por estos servicios.

Faltaría -también- para completar una velada decente, una obra que nos haga sen�r que realmente asis�mos al teatro. No una obra breve y débil como "Reinas de la Pampa", que pese al empeño de sus protagonistas y el buen desempeño de los músicos en vivo, carece de una dramaturgia que otorgue sen�do a la tragedia de una de las víc�mas del psicópata de Alto Hospicio, así como al t ratamiento burocrá�co que las autoridades dan a su madre. Claro, porque hacia el final de la obra, cuando los niños gritaban más que nunca y el viento frío tocaba los huesos y los volados reían a des�empo, la acción pasó, mister iosamente, del e je poder-individuo a una relación de género entre la mujer del psicópata y la madre de la joven asesinada, haciendo inú�l gran parte de la argumentación previa. Es como haber preparado, durante toda la obra, el lanzamiento de una nave espacial y, al final, lanzar un submarino.

La representación duró, más o menos, treinta minutos. Tal vez cuarenta. Eso fue todo. No había presupuesto para más. Tal vez se trataba de una versión resumida para pueblos resumidos. Y por eso funcionaba mal. Quién sabe. Me re�ré, en todo caso, con la sensación de haber par�cipado en un mal simulacro. Y con la idea, más firme que nunca, de lo necesario que es contar con un teatro de verdad en Batuco.

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Claudio Sánchez, activista ateo

“Yo sacaría a los

evangélicos de la calle”Por Jaime Núñez y Sergio Sarmiento - Fotogra�as: Emilio Serey

Entrevista

Nos juntamos temprano un día sábado, poco a poco el frío es más evidente en las mañanas, en algunas semanas más la baja temperatura se tornará insoporta-ble, principalmente en las tardes, cuando Batuco, casi en la oscuridad, se perderá en el humilde humo de salamandras o braceros hechizos, localizados en el centro de cada cocina. Brasas y cenizas serán el centro de reunión invernal del

pueblo, que por las tardes colapsará por estas emanaciones que, como una niebla tóxica, han de desfigurar las vacías calles de la población, intentando perderse o desvanecerse entre la bruma. Cada pa�o se llenará de leña que en vano arderá y se ex�nguirá, tratando de calentar los fríos hogares, resis�endo al clima, al inevitable frío que calará los huesos, mostrando la cara más hos�l de la periferia.

6

Entrevista

Disfrutando de los diminutos rayos del sol que hieren el cielo, llegamos a la feria del fin de semana, la cual recién instala sus locales con una mala música que intenta ser alegre. Puestos pequeños con ropa, comida y cachureos, surgen en los alrededores de la plaza, que parece una lápida con tanto cemento. Seguimos andando. Llegamos a la calle Almirante Latorre. Allí nos recibe nuestro entrevis-tado, Claudio Sánchez, más conocido como el Ateo de Batuco, quien se hizo conocido a nivel nacional por sus disputas in situ con los evangélicos en la plaza de Batuco, la misma que acabamos de pasar, lugar donde daba a conocer las ideas ateas, intentando desmen�r y cues�onar a los ruidosos creyentes. Esta disputa fue dada a conocer por algunos canales de televisión, haciendo conocido a este batucano de cuarenta y ocho años que hoy, según propia confesión, se dedica al ac�vismo social . En específico, a fomentar el ateísmo.

Nos hace pasar a su casa pintada de fuerte azul, dentro de ella nos encontra-mos con dos personas más, Vicente Pulgar y su pareja por más de quince años, Araceli Prado. Ambos son sus camaradas en el ateísmo. Amablemente ella nos sirve café negro en extremo cargado. En el centro del hogar, resaltan nuestra atención unas finas y an�guas bandejas y copas de metal. Le pregunto a Claudio si son de alguna herencia familiar,

ante lo cual responde que no, que las adquirió en la misma feria por la que acabamos de pasar, añadiendo que las encontró de ocasión, muy baratas, comprando las copas de una en una, en sucesivos fines de semana.

Tras beber el café le preguntamos si podemos empezar la entrevista y nos responde que mejor la realicemos en el estudio. Enseguida nos lleva hacia el final del pa�o. Una vez allí entramos en una casa con vidrios rotos, que se esparcen por el suelo, una alfombra desgastada y un estrepitoso agujero en la pared. Al final del recorrido se halla el estudio, que es más bien un set artesanal de televi-sión, donde resalta una insignia colgada del muro. Claudio nos dice que es el símbolo de los ateos, además comenta que en este lugar realiza, junto al grupo de camaradas, su programa en You Tube. El set, adornado con piedras talladas e iluminado con minúsculas luces led, pareciera estar fuera del �empo, alejado del frío que cubre cada rincón.

Nos comenta que la realización del programa es todo un logro, que solo tres personas forman el equipo de los videos (Araceli, Vicente y él mismo). Enseguida agrega, con una seguridad que asusta, que está estudiando cómo hacer mejor los videos, en términos de edición y de imagen, pero que sobretodo le interesan los planos y �ros de cámara. En sus

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Claudio Sánchez, activista ateo

“Yo sacaría a los

evangélicos de la calle”Por Jaime Núñez y Sergio Sarmiento - Fotogra�as: Emilio Serey

Entrevista

Nos juntamos temprano un día sábado, poco a poco el frío es más evidente en las mañanas, en algunas semanas más la baja temperatura se tornará insoporta-ble, principalmente en las tardes, cuando Batuco, casi en la oscuridad, se perderá en el humilde humo de salamandras o braceros hechizos, localizados en el centro de cada cocina. Brasas y cenizas serán el centro de reunión invernal del

pueblo, que por las tardes colapsará por estas emanaciones que, como una niebla tóxica, han de desfigurar las vacías calles de la población, intentando perderse o desvanecerse entre la bruma. Cada pa�o se llenará de leña que en vano arderá y se ex�nguirá, tratando de calentar los fríos hogares, resis�endo al clima, al inevitable frío que calará los huesos, mostrando la cara más hos�l de la periferia.

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Entrevista

Disfrutando de los diminutos rayos del sol que hieren el cielo, llegamos a la feria del fin de semana, la cual recién instala sus locales con una mala música que intenta ser alegre. Puestos pequeños con ropa, comida y cachureos, surgen en los alrededores de la plaza, que parece una lápida con tanto cemento. Seguimos andando. Llegamos a la calle Almirante Latorre. Allí nos recibe nuestro entrevis-tado, Claudio Sánchez, más conocido como el Ateo de Batuco, quien se hizo conocido a nivel nacional por sus disputas in situ con los evangélicos en la plaza de Batuco, la misma que acabamos de pasar, lugar donde daba a conocer las ideas ateas, intentando desmen�r y cues�onar a los ruidosos creyentes. Esta disputa fue dada a conocer por algunos canales de televisión, haciendo conocido a este batucano de cuarenta y ocho años que hoy, según propia confesión, se dedica al ac�vismo social . En específico, a fomentar el ateísmo.

Nos hace pasar a su casa pintada de fuerte azul, dentro de ella nos encontra-mos con dos personas más, Vicente Pulgar y su pareja por más de quince años, Araceli Prado. Ambos son sus camaradas en el ateísmo. Amablemente ella nos sirve café negro en extremo cargado. En el centro del hogar, resaltan nuestra atención unas finas y an�guas bandejas y copas de metal. Le pregunto a Claudio si son de alguna herencia familiar,

ante lo cual responde que no, que las adquirió en la misma feria por la que acabamos de pasar, añadiendo que las encontró de ocasión, muy baratas, comprando las copas de una en una, en sucesivos fines de semana.

Tras beber el café le preguntamos si podemos empezar la entrevista y nos responde que mejor la realicemos en el estudio. Enseguida nos lleva hacia el final del pa�o. Una vez allí entramos en una casa con vidrios rotos, que se esparcen por el suelo, una alfombra desgastada y un estrepitoso agujero en la pared. Al final del recorrido se halla el estudio, que es más bien un set artesanal de televi-sión, donde resalta una insignia colgada del muro. Claudio nos dice que es el símbolo de los ateos, además comenta que en este lugar realiza, junto al grupo de camaradas, su programa en You Tube. El set, adornado con piedras talladas e iluminado con minúsculas luces led, pareciera estar fuera del �empo, alejado del frío que cubre cada rincón.

Nos comenta que la realización del programa es todo un logro, que solo tres personas forman el equipo de los videos (Araceli, Vicente y él mismo). Enseguida agrega, con una seguridad que asusta, que está estudiando cómo hacer mejor los videos, en términos de edición y de imagen, pero que sobretodo le interesan los planos y �ros de cámara. En sus

Entrevista

7

palabras, en esta técnica está el significa-do de los videos, el “discurso” dirán los siú�cos. Luego señala que su programa de Internet está hecho con dos cámaras, una que se puede mover y otra está�ca en sepia (llamada viejo sapo), puesta en un extremo superior del escenario. Nos explica el Ateo de Batuco que esta cámara fija representa la religión con una mirada desde arriba inmovible, está�ca, sin color. En ella todo es pasado, es una cámara que pesa como lastre, por ello en su programa nunca se dirigen hacia ella, ya que por su posición disminuye el tamaño. Por el contrario, solo habla hacia la cámara que se mueve y que está en color. Una cámara que se asemeja al color que tomó su vida luego de que, tras ser católico de misa dominguera, hace más de una década se cues�onara las verdades religiosas, así como el compor-tamiento de los católicos, abriendo un nuevo capítulo en su existencia.

Orígenes

¿Dónde pasaste tu infancia? Nosotros vivíamos en la comuna de lo Espejo, en específico en Clara Estrella y Santa Adriana. Bueno, mi infancia fue un poco movida, deambulé por varios sectores de San�ago, como La Bandera y San Joaquín, áreas súper complejas en la época de la dictadura militar, puesto que en estas poblaciones se generaban los problemas.

¿Qué recuerdos guardas de tu infancia?Mira, recuerdo hartas reuniones familia-res con primos, primos con los que ahora estamos distanciados producto de nuestra opción de ateos, ya que no les gusta nuestra decisión. Yo, sin embargo, igual recuerdo lo lindo de esos momentos y que las�ma que por diferencias ideológicas nos dividiéramos, que no nos podamos reunir a comer dulces y a jugar.

Mi familia es súper católica, bien católica y ellos no han

aceptado nuestro cambio. Solo mi mamá cede un poco, puesto que al principio tenía la idea de

que éramos demonios, que somos liber�nos, que nos

fuimos por otro lado...

8

Entrevista

¿Cuál es la tendencia religiosa de tu familia? Mi familia es súper católica, bien católica y ellos no han aceptado nuestro cambio. Solo mi mamá cede un poco, puesto que al principio tenía la idea de que éramos demonios, que somos liber�nos, que nos fuimos por otro lado, gente mala, hasta que ella misma fue al segundo asado hereje en San�ago -que, aunque suene paradójico, se realiza en el parque Hurtado-. En ese lugar conoció a las personas que había en el evento y por tanto comenzó a ser más tolerante.

En tu infancia también eras creyente...Claro, dejaba todo en manos de dios, como todos los religiosos y comentaba “será de dios”, “dios quiso”. “dios quiere”, “me perdonará”, no exis�a de mi parte responsabilidad, pura inconciencia.

¿Y cómo fue la relación con tu padre?Con mi padre siempre exis�ó una relación lejana, resulta que mi papá era de Batuco y yo vivía en San�ago. Él vino a caer a este pueblo a morir, solo, alcohólico y abando-nado. Todavía no en�endo su opción, tenía apoyo de toda la familia, pero buscó la soledad, me llama la atención que siendo una persona inteligente y buena para los negocios, no se acercara y cayera en un abismo. De hecho, cuando llegaron los televisores al país, él fue el primero que diseñó una antena para estos aparatos, él las inventó.

¿Y con tu madre cómo se dio la relación? Fue di�cil, porque ella intentaba unir una familia disfuncional, fragmentada, por ello quería ocultar todo tratando de mostrase como un grupo familiar feliz, cubriendo la realidad y actuando para los demás. Pero ahora con nuestra postura actual (atea) le digo a mi madre que se preocupe de vivir y de pasarlo bien, vive vieja, no hay nada después, pásalo bien.

Háblanos de tus estudios.Me formé como técnico industrial, eléctrico de baja densidad, por ello mis trabajos siempre estuvieron ligados a la construcción. Hoy no realizo esos trabajos, vivo de algunos arriendos y me dedico al ac�vismo.

¿Por qué te viniste a Batuco? La muerte de mi padre nos dio la oportu-nidad de comprar en este lugar, el cual era barato, y queríamos formar familia.

Militancia atea

Tú te hiciste conocido, a nivel comunal y nacional, por realizar una cruzada atea contra los evangélicos. Cuéntanos cómo comenzó esta aventura. Una vez, acostado en mi dormitorio, escuché cómo en la plaza los evangélicos atormentaban a la gente, la denigraban por completo. No me gustó escuchar las men�ras, las amenazas, el temor que se imparte hacia los niños, de perpetuar el terror, de eternizar la tortura que vivimos.

Entrevista

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palabras, en esta técnica está el significa-do de los videos, el “discurso” dirán los siú�cos. Luego señala que su programa de Internet está hecho con dos cámaras, una que se puede mover y otra está�ca en sepia (llamada viejo sapo), puesta en un extremo superior del escenario. Nos explica el Ateo de Batuco que esta cámara fija representa la religión con una mirada desde arriba inmovible, está�ca, sin color. En ella todo es pasado, es una cámara que pesa como lastre, por ello en su programa nunca se dirigen hacia ella, ya que por su posición disminuye el tamaño. Por el contrario, solo habla hacia la cámara que se mueve y que está en color. Una cámara que se asemeja al color que tomó su vida luego de que, tras ser católico de misa dominguera, hace más de una década se cues�onara las verdades religiosas, así como el compor-tamiento de los católicos, abriendo un nuevo capítulo en su existencia.

Orígenes

¿Dónde pasaste tu infancia? Nosotros vivíamos en la comuna de lo Espejo, en específico en Clara Estrella y Santa Adriana. Bueno, mi infancia fue un poco movida, deambulé por varios sectores de San�ago, como La Bandera y San Joaquín, áreas súper complejas en la época de la dictadura militar, puesto que en estas poblaciones se generaban los problemas.

¿Qué recuerdos guardas de tu infancia?Mira, recuerdo hartas reuniones familia-res con primos, primos con los que ahora estamos distanciados producto de nuestra opción de ateos, ya que no les gusta nuestra decisión. Yo, sin embargo, igual recuerdo lo lindo de esos momentos y que las�ma que por diferencias ideológicas nos dividiéramos, que no nos podamos reunir a comer dulces y a jugar.

Mi familia es súper católica, bien católica y ellos no han

aceptado nuestro cambio. Solo mi mamá cede un poco, puesto que al principio tenía la idea de

que éramos demonios, que somos liber�nos, que nos

fuimos por otro lado...

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Entrevista

¿Cuál es la tendencia religiosa de tu familia? Mi familia es súper católica, bien católica y ellos no han aceptado nuestro cambio. Solo mi mamá cede un poco, puesto que al principio tenía la idea de que éramos demonios, que somos liber�nos, que nos fuimos por otro lado, gente mala, hasta que ella misma fue al segundo asado hereje en San�ago -que, aunque suene paradójico, se realiza en el parque Hurtado-. En ese lugar conoció a las personas que había en el evento y por tanto comenzó a ser más tolerante.

En tu infancia también eras creyente...Claro, dejaba todo en manos de dios, como todos los religiosos y comentaba “será de dios”, “dios quiso”. “dios quiere”, “me perdonará”, no exis�a de mi parte responsabilidad, pura inconciencia.

¿Y cómo fue la relación con tu padre?Con mi padre siempre exis�ó una relación lejana, resulta que mi papá era de Batuco y yo vivía en San�ago. Él vino a caer a este pueblo a morir, solo, alcohólico y abando-nado. Todavía no en�endo su opción, tenía apoyo de toda la familia, pero buscó la soledad, me llama la atención que siendo una persona inteligente y buena para los negocios, no se acercara y cayera en un abismo. De hecho, cuando llegaron los televisores al país, él fue el primero que diseñó una antena para estos aparatos, él las inventó.

¿Y con tu madre cómo se dio la relación? Fue di�cil, porque ella intentaba unir una familia disfuncional, fragmentada, por ello quería ocultar todo tratando de mostrase como un grupo familiar feliz, cubriendo la realidad y actuando para los demás. Pero ahora con nuestra postura actual (atea) le digo a mi madre que se preocupe de vivir y de pasarlo bien, vive vieja, no hay nada después, pásalo bien.

Háblanos de tus estudios.Me formé como técnico industrial, eléctrico de baja densidad, por ello mis trabajos siempre estuvieron ligados a la construcción. Hoy no realizo esos trabajos, vivo de algunos arriendos y me dedico al ac�vismo.

¿Por qué te viniste a Batuco? La muerte de mi padre nos dio la oportu-nidad de comprar en este lugar, el cual era barato, y queríamos formar familia.

Militancia atea

Tú te hiciste conocido, a nivel comunal y nacional, por realizar una cruzada atea contra los evangélicos. Cuéntanos cómo comenzó esta aventura. Una vez, acostado en mi dormitorio, escuché cómo en la plaza los evangélicos atormentaban a la gente, la denigraban por completo. No me gustó escuchar las men�ras, las amenazas, el temor que se imparte hacia los niños, de perpetuar el terror, de eternizar la tortura que vivimos.

Entrevista

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Una vez, acostado en mi dormitorio, escuché cómo en la

plaza los evangélicos atormentaban a la gente, la

denigraban por completo. No me gustó escuchar las men�ras, las

amenazas, el temor que se imparte hacia los niños...

Y me pareció que estaban mal, que tergiversaban la historia, que fragmenta-ban todo. Entonces quise decirles paren, digan lo que quieran, pero no en un lugar público y a todo volumen. El punto de quiebre fue la visita de una sobrina de tres años y su familia, quienes vivían en un lugar donde no era costumbre el bochinche de los evangélicos ma�né, vermut y noche. En esa ocasión, la niña con su familia salieron a recorrer la plaza y en ese lugar la niña los escuchó y quedó traumada, decía “mamá nos vamos a ir al infierno todos en la familia”.

Entonces te instalaste con un puesto para promover tus ideas en la plaza. Claro. Era lo que había que hacer. En un principio ellos fueron al choque (evangé-licos), trataron de desmen�rnos, pero nosotros íbamos con historia, con hechos comprobables y preguntábamos ¿es así o no?

¿Y cómo llego la televisión a ustedes? Un día de navidad, junto con la naciente sociedad atea, fuimos al centro para entregar una carta de protesta al estado por instalar un pesebre de catorce millones de pesos en navidad en la Moneda. No nos parecía correcto que nuestros impuestos se botaran en algo que solo representa a los católicos. Al finalizar esa ac�vidad nos encontramos con un grupo de personas cercanas al pastor Cid, que son una comunidad evangélica reunida en torno a la congre-gación nacida de los “pare de sufrir”. Tuvimos problemas con ellos y, como estábamos grabando, subimos el video a Internet, entonces el canal 13 llegó a nosotros. Lo mismo pasó con el canal 11. Justo en esa época el pastor Cid estaba siendo vinculado por fraude, robo y estafa, y nosotros entramos en esa coyuntura. Por tanto, los dos canales de televisión se interesaron en la historia.

Entrevista

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Espera un poco, ¿esa congregación atea que mencionas existe aún?Sí, es una fundación que, según su propia versión, agrupa a cientos de personas, pero yo no par�cipo en ella, especialmen-te porque �enen lineamentos rígidos y han codificado el ateísmo según sus propias reglas, además de catalogarse a sí mismos como los únicos representantes validos de los ateos en Chile.

¿Qué les molestó de esta fundación?Reuniéndonos con ellos nos dimos cuenta que �enen vínculos con los masones, por eso nos distanciamos.

¿En Chile se respeta a los ateos?No, pero en Batuco, al menos, se están dando el �empo de conocernos un poco. Sin embargo, existe poca tolerancia. No existen, además, lugares para hacer ac�vidades, para reunirnos.

¿Prohibirías la religión?No, solo en los colegios, puesto que los niños son muy suscep�bles y la religión distorsiona la realidad. Aceptar mitos y rumores como una realidad perjudica sus decisiones. No sirve la enseñanza para el más allá, cuando vivimos en el acá.

¿Hoy en día hay una relación entre polí�ca y religión?No muy clara. Los polí�cos son poli�que-ros populistas, de hecho cuando Bachelet -que es agnós�ca- vino a Batuco, el noventa por ciento de la gente que la

apoyaba era evangélica. La gente no en�ende mucho la cosa.

Nos comentaste que dedicas muchas horas a leer, ¿qué temas te interesan?Principalmente los radicales, los cuales se preocupan de cortar todo lo que estorba y es necesario reconocerte y construirte de nuevo y vas cambiando. Por ello en la historia del país hicieron grandes refor-mas laicas. Eso me gusta.

¿Qué opinas de las drogas?Es una decisión personal.

¿Del aborto? Es la mujer que debe decidir.

¿Y sobre los derechos homosexuales? Hay que respetar todos sus derechos.

Pasando a otro tema, coméntanos sobre los videos que difundes en You Tube.Al principio los videos eran sarcás�cos, pero nos dimos cuenta que nos faltaba sustancia, por ello comencé a estudiar para darles contenido, pero la respuesta del público es demasiado lenta, sobre todo con nuestra propuesta, que es nueva, que promueve el pensamiento.

Polí�ca local

¿Crees que Batuco está progresando?Si, progresa porque estamos rodeados de empresas, y la gente que llega acá �ene ganas de construir y el pueblo puede subsis�r con un mercado propio.

Entrevista

9

Una vez, acostado en mi dormitorio, escuché cómo en la

plaza los evangélicos atormentaban a la gente, la

denigraban por completo. No me gustó escuchar las men�ras, las

amenazas, el temor que se imparte hacia los niños...

Y me pareció que estaban mal, que tergiversaban la historia, que fragmenta-ban todo. Entonces quise decirles paren, digan lo que quieran, pero no en un lugar público y a todo volumen. El punto de quiebre fue la visita de una sobrina de tres años y su familia, quienes vivían en un lugar donde no era costumbre el bochinche de los evangélicos ma�né, vermut y noche. En esa ocasión, la niña con su familia salieron a recorrer la plaza y en ese lugar la niña los escuchó y quedó traumada, decía “mamá nos vamos a ir al infierno todos en la familia”.

Entonces te instalaste con un puesto para promover tus ideas en la plaza. Claro. Era lo que había que hacer. En un principio ellos fueron al choque (evangé-licos), trataron de desmen�rnos, pero nosotros íbamos con historia, con hechos comprobables y preguntábamos ¿es así o no?

¿Y cómo llego la televisión a ustedes? Un día de navidad, junto con la naciente sociedad atea, fuimos al centro para entregar una carta de protesta al estado por instalar un pesebre de catorce millones de pesos en navidad en la Moneda. No nos parecía correcto que nuestros impuestos se botaran en algo que solo representa a los católicos. Al finalizar esa ac�vidad nos encontramos con un grupo de personas cercanas al pastor Cid, que son una comunidad evangélica reunida en torno a la congre-gación nacida de los “pare de sufrir”. Tuvimos problemas con ellos y, como estábamos grabando, subimos el video a Internet, entonces el canal 13 llegó a nosotros. Lo mismo pasó con el canal 11. Justo en esa época el pastor Cid estaba siendo vinculado por fraude, robo y estafa, y nosotros entramos en esa coyuntura. Por tanto, los dos canales de televisión se interesaron en la historia.

Entrevista

10

Espera un poco, ¿esa congregación atea que mencionas existe aún?Sí, es una fundación que, según su propia versión, agrupa a cientos de personas, pero yo no par�cipo en ella, especialmen-te porque �enen lineamentos rígidos y han codificado el ateísmo según sus propias reglas, además de catalogarse a sí mismos como los únicos representantes validos de los ateos en Chile.

¿Qué les molestó de esta fundación?Reuniéndonos con ellos nos dimos cuenta que �enen vínculos con los masones, por eso nos distanciamos.

¿En Chile se respeta a los ateos?No, pero en Batuco, al menos, se están dando el �empo de conocernos un poco. Sin embargo, existe poca tolerancia. No existen, además, lugares para hacer ac�vidades, para reunirnos.

¿Prohibirías la religión?No, solo en los colegios, puesto que los niños son muy suscep�bles y la religión distorsiona la realidad. Aceptar mitos y rumores como una realidad perjudica sus decisiones. No sirve la enseñanza para el más allá, cuando vivimos en el acá.

¿Hoy en día hay una relación entre polí�ca y religión?No muy clara. Los polí�cos son poli�que-ros populistas, de hecho cuando Bachelet -que es agnós�ca- vino a Batuco, el noventa por ciento de la gente que la

apoyaba era evangélica. La gente no en�ende mucho la cosa.

Nos comentaste que dedicas muchas horas a leer, ¿qué temas te interesan?Principalmente los radicales, los cuales se preocupan de cortar todo lo que estorba y es necesario reconocerte y construirte de nuevo y vas cambiando. Por ello en la historia del país hicieron grandes refor-mas laicas. Eso me gusta.

¿Qué opinas de las drogas?Es una decisión personal.

¿Del aborto? Es la mujer que debe decidir.

¿Y sobre los derechos homosexuales? Hay que respetar todos sus derechos.

Pasando a otro tema, coméntanos sobre los videos que difundes en You Tube.Al principio los videos eran sarcás�cos, pero nos dimos cuenta que nos faltaba sustancia, por ello comencé a estudiar para darles contenido, pero la respuesta del público es demasiado lenta, sobre todo con nuestra propuesta, que es nueva, que promueve el pensamiento.

Polí�ca local

¿Crees que Batuco está progresando?Si, progresa porque estamos rodeados de empresas, y la gente que llega acá �ene ganas de construir y el pueblo puede subsis�r con un mercado propio.

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¿Tú crees que este desarrollo es fomen-tado por el municipio? No, es un proceso natural.

¿Y qué te parece la Alcaldesa?Me parece populista, en el sen�do que ella es parte del estado y no es posible que ponga en cada acceso, cada año, lienzos de carácter religioso. Lo que me preocupa son los intereses que �ene el municipio. Es decir, cuáles son sus focos de atención. Por ejemplo, el humedal se está perdiendo, lo mismo pasa con la gran instalación de casas que se nos aproxima, nadie se preocupa del impacto que producirá en el pueblo.

¿Qué opinas de la polí�ca cultural del municipio? Falta difusión, puesto que estamos claros que la cultura la hace la gente de la comuna y no el municipio, que no hace nada de nada y solo se limita a prestar implementos a las organizaciones. A

nosotros nunca nos prestan. Saben que estamos en contra de la religión.

¿Te gustaría tener poder polí�co? No, soy muy ignorante para ello. Por eso no aspiro al poder y no creo que, con todo lo que me gusta estudiar, algún día pueda interesarme en ello.

No te gusta el poder, pero supone, por un segundo, que eres alcalde de la comuna, ¿qué medidas tomarías? Yo sacaría a los evangélicos de la calle, les daría todos los beneficios, pero en privado. Por otro lado sacaría a toda la comunidad a la calle a deba�r. Otra cosa que haría es habilitar un lugar para entregar el conocimiento. Un lugar donde los profesores de la comuna promovieran sus inquietudes. Y para esto no se necesitan tantos recursos.

¿Cómo te imaginas Batuco en el futuro?Autónomo.

Entrevista

El grupo ateo en pleno: Vicente Pulgar, Claudio Sánchez, Araceli Prado.

Un día de navidad (...) fuimos al centro para entregar una carta de protesta al estado por instalar un

pesebre de catorce millones de pesos en navidad en la Moneda. No nos parecía correcto que nuestros impuestos se botaran en algo que

solo representa a los católicos.

Emerge la sangrede los espinos

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Zona de Resistencia

Por Aylin Jiménez

En Batuco existen muchas zonas de niebla, espacios alertados por carteles verdosos: el bosque de espinos de Santa Sara, los terrenos “yermos” circundantes a las fábricas de ladrillos, el humedal fragmentado y secado año tras año, las faldas de los cerros destruidas por motoristas, explosivos y maquinaria pesada. Monos erguidos y de corbata llenan sus bolsillos y violan todo el territorio batucano cambiando el preciado uso natural de sus espacios. Bloquear la zona húmeda y fér�l es su lucha para transformar los suelos en amados subsidios habitacionales, o soluciones parche, intensificación de potenciales campos de concentración, pobreza, clase obrera, hambre, tristeza, delincuencia, poca educación y un alto gramaje de resen�miento.

Ahora le toca el penoso turno de morir al extenso bosque de espinos de Santa Sara, que no será transformado en un campo de concentración para obreros, no será una lágrima gigante rodeada de alambre de púas, sino una ciudadela para arribis-tas emergentes. Algo así como un campo de concentración con ducha y TV cable.

Me duele el bosque de espinos, me quiebra el alma el bosque de espinos, no nos despojen del bosque, no lo arranquen, fusilen, quemen,

Me duele el bosque de espinos, me quiebra el

alma el bosque de espinos, no nos despojen del

bosque, no lo arranquen, fusilen, quemen, deten-

gan, desaparezcan.

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¿Tú crees que este desarrollo es fomen-tado por el municipio? No, es un proceso natural.

¿Y qué te parece la Alcaldesa?Me parece populista, en el sen�do que ella es parte del estado y no es posible que ponga en cada acceso, cada año, lienzos de carácter religioso. Lo que me preocupa son los intereses que �ene el municipio. Es decir, cuáles son sus focos de atención. Por ejemplo, el humedal se está perdiendo, lo mismo pasa con la gran instalación de casas que se nos aproxima, nadie se preocupa del impacto que producirá en el pueblo.

¿Qué opinas de la polí�ca cultural del municipio? Falta difusión, puesto que estamos claros que la cultura la hace la gente de la comuna y no el municipio, que no hace nada de nada y solo se limita a prestar implementos a las organizaciones. A

nosotros nunca nos prestan. Saben que estamos en contra de la religión.

¿Te gustaría tener poder polí�co? No, soy muy ignorante para ello. Por eso no aspiro al poder y no creo que, con todo lo que me gusta estudiar, algún día pueda interesarme en ello.

No te gusta el poder, pero supone, por un segundo, que eres alcalde de la comuna, ¿qué medidas tomarías? Yo sacaría a los evangélicos de la calle, les daría todos los beneficios, pero en privado. Por otro lado sacaría a toda la comunidad a la calle a deba�r. Otra cosa que haría es habilitar un lugar para entregar el conocimiento. Un lugar donde los profesores de la comuna promovieran sus inquietudes. Y para esto no se necesitan tantos recursos.

¿Cómo te imaginas Batuco en el futuro?Autónomo.

Entrevista

El grupo ateo en pleno: Vicente Pulgar, Claudio Sánchez, Araceli Prado.

Un día de navidad (...) fuimos al centro para entregar una carta de protesta al estado por instalar un

pesebre de catorce millones de pesos en navidad en la Moneda. No nos parecía correcto que nuestros impuestos se botaran en algo que

solo representa a los católicos.

Emerge la sangrede los espinos

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Zona de Resistencia

Por Aylin Jiménez

En Batuco existen muchas zonas de niebla, espacios alertados por carteles verdosos: el bosque de espinos de Santa Sara, los terrenos “yermos” circundantes a las fábricas de ladrillos, el humedal fragmentado y secado año tras año, las faldas de los cerros destruidas por motoristas, explosivos y maquinaria pesada. Monos erguidos y de corbata llenan sus bolsillos y violan todo el territorio batucano cambiando el preciado uso natural de sus espacios. Bloquear la zona húmeda y fér�l es su lucha para transformar los suelos en amados subsidios habitacionales, o soluciones parche, intensificación de potenciales campos de concentración, pobreza, clase obrera, hambre, tristeza, delincuencia, poca educación y un alto gramaje de resen�miento.

Ahora le toca el penoso turno de morir al extenso bosque de espinos de Santa Sara, que no será transformado en un campo de concentración para obreros, no será una lágrima gigante rodeada de alambre de púas, sino una ciudadela para arribis-tas emergentes. Algo así como un campo de concentración con ducha y TV cable.

Me duele el bosque de espinos, me quiebra el alma el bosque de espinos, no nos despojen del bosque, no lo arranquen, fusilen, quemen,

Me duele el bosque de espinos, me quiebra el

alma el bosque de espinos, no nos despojen del

bosque, no lo arranquen, fusilen, quemen, deten-

gan, desaparezcan.

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Zona de Resistencia

detengan, desaparezcan. Grandes dioses empresariales han iniciado una guerra total contra él. Morbosos se masturban, sudan, humedecen sus cabellos, con la loca idea de la construcción de su rentable ciudadela. Son dioses que siempre ganan las batallas, que sos�e-nen sus armas y disparan sin piedad. Somos todos negros y ellos viven como policías norteamericanos. Lo más terrible: no hay rostros pintados para la resistencia, para el alzamiento.

Detengan -por favor- el ruidoso asesinato de los espinos y de todos los seres que habitan en sus círculos ín�mos: parási-tos, insectos, aves en tránsito, hongos temporales, conchuelas, arañas, polillo-nes, man�s religiosas, escarabajos, especies microscópicas, intocados paisajes vivientes, comunidad pura originaria. ¿Qué va a ser de las hermosas y amarillentas pomposas flores herma-froditas que alumbran ese mundo? ¿Qué va a ser de ese mundo?

Arrastramos una creciente decepción que se inició cuando nos despojaron los orígenes indígenas y nos forzaron a mantener relaciones sexuales muy violentas con la religión, la cultura y el habla hispana, o la añoranza norteameri-cana estúpida que sembraron con la llegada del neoliberalismo a nuestros sueños, haciéndonos olvidar nuestros

hermosos árboles enraizados siglos antes de nuestra llegada, con programas gringos, con pintosas marcas gringas, con burbujeantes felicidades gringas.

Ahora tendremos que comer, alimentar-nos de la llegada de la ciudad a nuestro pueblo rural, seco, descascarado, tranquilo, lejano, con viajeros habitantes de micros verdes azuladas, con napas contaminadas de arsénico, con exagera-ción de cables eléctricos, con especies na�vas e industrias que se despojan de sus desechos arrojándolos bajo las primeras capas de �erra, envenenando la base de nuestros espinos, quienes ya no estarán más en nuestras postales, desaparecerán junto a nuestros habitan-tes, se esfumarán con las aves, la piscina pública, el caolín, la estación de trenes, la explanada fontecillana abierta para las celebraciones de sep�embre, el coro de grillos, el bosque de nopales, el cemente-rio de buses, las tomas de terrenos en la isla, el agua del río que corría al revés, el cuartel de carabineros en las afueras del pueblo, el humedal, las misas domingue-ras repletas de humanos perdidos somnolientos, las minas de carbón escondidas en el cordón de cerros, los cisnes de cuello negro, los pozos navega-bles, el tren a Valparaíso, el casino y su orquesta de fin de semana, nuestros peces, el nuboso y espeso aire, el aire limpio, el aire batucano.

Batuco independiente Por Rodrigo Loica

Bolso Negro

14

Cada cierto �empo surgen voces independen�stas en Batuco. Voces que hacen que muchos se ilusionen -y hasta saliven- con esta vieja idea constante-mente reflotada. Que seamos indepen-dientes suena bonito, pienso, pero está claro que en el mundo actual nadie puede ser independiente. El mundo actual es un mundo de interdependen-cias: una guerra en Irak puede hacer que suban los pasajes del bus Batuco San�ago, un enojo de Obama puede hacer que un niño kurdo muera destro-zado por un misil, una finta de Alexis Sánchez puede hacer que un joven �l�lano, engrupido con el fútbol, pierda el cerebro para siempre. En fin, ser independiente hoy en día es utópico. Hoy el mundo es global y nosotros, lamentablemente, somos la cola de ese mundo. En este punto se me dirá que

exagero, que le pongo color, que Batuco independiente no significa, de verdad, Batuco independiente, sino la transfor-mación de Batuco en una comuna del estado de Chile, separándose de Lampa, cuya administración únicamente favorece el desarrollo propio y no el de nuestra localidad. Que eso sería todo. Pero no es todo: Batuco comuna significa que tendremos que soportar a un alcalde o a una alcaldesa -además de un montón de concejales y burócratas municipales- demasiado cerca, dema-siado encima. Además todos serían polí�cos locales, es decir, polí�cos como de cuarta división. Polí�cos con el cerebro encogido, el bolsillo hambrien-to, la lengua charlatana, el corazón vulgar y una asombrosa capacidad de cambiarse de par�do como si se cambiasen de marca de tallarines. La

Batuco comuna significa que tendremos que soportar a un alcalde o a una alcaldesa -además de un montón de concejales y burócratas municipales- demasiado cerca, demasiado encima.

Además todos serían polí�cos locales, es decir, polí�cos como de cuarta división. Polí�cos con el cerebro encogido, el bolsillo hambriento, la lengua charlatana, el corazón vulgar y una asombrosa capacidad de cambiarse de par�do como si se

cambiasen de marca de tallarines.

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Zona de Resistencia

detengan, desaparezcan. Grandes dioses empresariales han iniciado una guerra total contra él. Morbosos se masturban, sudan, humedecen sus cabellos, con la loca idea de la construcción de su rentable ciudadela. Son dioses que siempre ganan las batallas, que sos�e-nen sus armas y disparan sin piedad. Somos todos negros y ellos viven como policías norteamericanos. Lo más terrible: no hay rostros pintados para la resistencia, para el alzamiento.

Detengan -por favor- el ruidoso asesinato de los espinos y de todos los seres que habitan en sus círculos ín�mos: parási-tos, insectos, aves en tránsito, hongos temporales, conchuelas, arañas, polillo-nes, man�s religiosas, escarabajos, especies microscópicas, intocados paisajes vivientes, comunidad pura originaria. ¿Qué va a ser de las hermosas y amarillentas pomposas flores herma-froditas que alumbran ese mundo? ¿Qué va a ser de ese mundo?

Arrastramos una creciente decepción que se inició cuando nos despojaron los orígenes indígenas y nos forzaron a mantener relaciones sexuales muy violentas con la religión, la cultura y el habla hispana, o la añoranza norteameri-cana estúpida que sembraron con la llegada del neoliberalismo a nuestros sueños, haciéndonos olvidar nuestros

hermosos árboles enraizados siglos antes de nuestra llegada, con programas gringos, con pintosas marcas gringas, con burbujeantes felicidades gringas.

Ahora tendremos que comer, alimentar-nos de la llegada de la ciudad a nuestro pueblo rural, seco, descascarado, tranquilo, lejano, con viajeros habitantes de micros verdes azuladas, con napas contaminadas de arsénico, con exagera-ción de cables eléctricos, con especies na�vas e industrias que se despojan de sus desechos arrojándolos bajo las primeras capas de �erra, envenenando la base de nuestros espinos, quienes ya no estarán más en nuestras postales, desaparecerán junto a nuestros habitan-tes, se esfumarán con las aves, la piscina pública, el caolín, la estación de trenes, la explanada fontecillana abierta para las celebraciones de sep�embre, el coro de grillos, el bosque de nopales, el cemente-rio de buses, las tomas de terrenos en la isla, el agua del río que corría al revés, el cuartel de carabineros en las afueras del pueblo, el humedal, las misas domingue-ras repletas de humanos perdidos somnolientos, las minas de carbón escondidas en el cordón de cerros, los cisnes de cuello negro, los pozos navega-bles, el tren a Valparaíso, el casino y su orquesta de fin de semana, nuestros peces, el nuboso y espeso aire, el aire limpio, el aire batucano.

Batuco independiente Por Rodrigo Loica

Bolso Negro

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Cada cierto �empo surgen voces independen�stas en Batuco. Voces que hacen que muchos se ilusionen -y hasta saliven- con esta vieja idea constante-mente reflotada. Que seamos indepen-dientes suena bonito, pienso, pero está claro que en el mundo actual nadie puede ser independiente. El mundo actual es un mundo de interdependen-cias: una guerra en Irak puede hacer que suban los pasajes del bus Batuco San�ago, un enojo de Obama puede hacer que un niño kurdo muera destro-zado por un misil, una finta de Alexis Sánchez puede hacer que un joven �l�lano, engrupido con el fútbol, pierda el cerebro para siempre. En fin, ser independiente hoy en día es utópico. Hoy el mundo es global y nosotros, lamentablemente, somos la cola de ese mundo. En este punto se me dirá que

exagero, que le pongo color, que Batuco independiente no significa, de verdad, Batuco independiente, sino la transfor-mación de Batuco en una comuna del estado de Chile, separándose de Lampa, cuya administración únicamente favorece el desarrollo propio y no el de nuestra localidad. Que eso sería todo. Pero no es todo: Batuco comuna significa que tendremos que soportar a un alcalde o a una alcaldesa -además de un montón de concejales y burócratas municipales- demasiado cerca, dema-siado encima. Además todos serían polí�cos locales, es decir, polí�cos como de cuarta división. Polí�cos con el cerebro encogido, el bolsillo hambrien-to, la lengua charlatana, el corazón vulgar y una asombrosa capacidad de cambiarse de par�do como si se cambiasen de marca de tallarines. La

Batuco comuna significa que tendremos que soportar a un alcalde o a una alcaldesa -además de un montón de concejales y burócratas municipales- demasiado cerca, demasiado encima.

Además todos serían polí�cos locales, es decir, polí�cos como de cuarta división. Polí�cos con el cerebro encogido, el bolsillo hambriento, la lengua charlatana, el corazón vulgar y una asombrosa capacidad de cambiarse de par�do como si se

cambiasen de marca de tallarines.

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Bolso Negro

palabra "convicción" no aparece en los enanitos diccionarios que u�lizan. La verdad, para ellos, se relaciona con el tamaño del fajo de billetes que se le ofrezca. Y como el bo�n en Batuco es escaso -aquí hay poca plata- si toman el poder lo más seguro es que no dejen nada, que en nombre del desarrollo se lo embolsen todo, que vendan hasta los cerros, y los cactus y los algarrobos, puede que loteen y vendan el humedal, puede que loteen y vendan hasta las nubes. Y la anémica luna. Y la roja luz furiosa de Marte. En consecuencia, tendremos que soportarlos a cambio de nada. O menos que nada. Además seguiremos bajo la misma cons�tución, seguiremos viviendo en el fascinante Chile del libre mercado. Ese país donde ya nadie es persona sino una mezcla de consumidor y factor produc�vo. Ese país donde los empresarios -como los mafiosos de las películas de gangsters- se apropian de todo, incluyendo a los propios gobernantes, transformándo-los en una mercancía, otro factor

produc�vo, que se compra para incrementar las sagradas u�lidades.

Mejor, propongo, sigamos como estamos. Con el poder lejano e indife-rente, con el poder entusiasmado arruinando Lampa, inundándolo de proyectos habitacionales donde es abandonada la mano de obra barata, sin educación ni salud decente, sin espa-cios de recreación, sin futuro, aunque con una gran comisaria, recién estrena-da, recién pintada. Todo a cambio de una comisión, un incen�vo que las constructoras siempre saben entregar. Sigamos solos, lo repito. Solos y con la posibilidad de organizarnos y auto gobernarnos lo más que se pueda. Lo óp�mo sería separarse del imperio chileno. No crear una comuna indepen-diente, sino un país libertario, el país libertario más pequeño del mundo. Un país lleno de cerros y de pájaros, de chivos y de espinos, un país sin empre-sarios voraces ni abusivas autoridades. Y con laguna propia.

La lectura y el viaje: OnettiPor Barón Cósimo

Diario de la Furia

16

Su narra�va construye personajes confusos, sin límites, perturbadores,

ansiosos seres cercenados por la vida moderna, hambrientos

codiciando un escape de la enajenación; la única salida de

estos derrotados es la fuga hacia la ficción, la construcción

imaginaria del texto en el texto, creando mundos con pequeñas puertas hacia el

infinito, que permiten que cada obra se expanda y nos muestre

la formación de pasadizos hacia nuevos territorios

fantás�cos.

25 de abril

La semana inicia, comienza la ru�na, debo hacer trámites en San�ago y tomo un libro para evadir el tedioso viaje. Espero la micro hacia el centro, hace frío, un frío que corta la piel como el acero; en poco rato inicio el trayecto, el bus es an�guo, lento y sucio, pero por sobre todo helado, se cala el frío por todas partes. Me siento, corro la cor�na bloqueando el vidrio con energía, hace �empo que no me interesa el paisaje, intento leer una novela, “La vida breve” del escritor uruguayo Juan Carlos One� (1950). Contenido en un bello libro, cuyo �tulo asusta un poco, “Obras completas”, sus cubiertas son de una especie de cuero sinté�co, desteñido por tantos ojos anteriores, las hojas de papel de biblia, lo cual resulta como una ironía creo, �ene un olor único. En las primeras páginas �ene una foto del autor, inquietante, en una postura rígida, con una mirada extraviada. Los cristales de sus lentes le retuercen la mirada, en blanco y negro, formando un grabado, una imagen fija sin vida, incómoda, perturbadora, siento que su mirada atrave-sará mi cráneo.

Cuando el viaje termina, avanzo rápidamen-te atravesando las pocas figuras oscuras cubiertas por el frío. Mientras entro en un

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Bolso Negro

palabra "convicción" no aparece en los enanitos diccionarios que u�lizan. La verdad, para ellos, se relaciona con el tamaño del fajo de billetes que se le ofrezca. Y como el bo�n en Batuco es escaso -aquí hay poca plata- si toman el poder lo más seguro es que no dejen nada, que en nombre del desarrollo se lo embolsen todo, que vendan hasta los cerros, y los cactus y los algarrobos, puede que loteen y vendan el humedal, puede que loteen y vendan hasta las nubes. Y la anémica luna. Y la roja luz furiosa de Marte. En consecuencia, tendremos que soportarlos a cambio de nada. O menos que nada. Además seguiremos bajo la misma cons�tución, seguiremos viviendo en el fascinante Chile del libre mercado. Ese país donde ya nadie es persona sino una mezcla de consumidor y factor produc�vo. Ese país donde los empresarios -como los mafiosos de las películas de gangsters- se apropian de todo, incluyendo a los propios gobernantes, transformándo-los en una mercancía, otro factor

produc�vo, que se compra para incrementar las sagradas u�lidades.

Mejor, propongo, sigamos como estamos. Con el poder lejano e indife-rente, con el poder entusiasmado arruinando Lampa, inundándolo de proyectos habitacionales donde es abandonada la mano de obra barata, sin educación ni salud decente, sin espa-cios de recreación, sin futuro, aunque con una gran comisaria, recién estrena-da, recién pintada. Todo a cambio de una comisión, un incen�vo que las constructoras siempre saben entregar. Sigamos solos, lo repito. Solos y con la posibilidad de organizarnos y auto gobernarnos lo más que se pueda. Lo óp�mo sería separarse del imperio chileno. No crear una comuna indepen-diente, sino un país libertario, el país libertario más pequeño del mundo. Un país lleno de cerros y de pájaros, de chivos y de espinos, un país sin empre-sarios voraces ni abusivas autoridades. Y con laguna propia.

La lectura y el viaje: OnettiPor Barón Cósimo

Diario de la Furia

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Su narra�va construye personajes confusos, sin límites, perturbadores,

ansiosos seres cercenados por la vida moderna, hambrientos

codiciando un escape de la enajenación; la única salida de

estos derrotados es la fuga hacia la ficción, la construcción

imaginaria del texto en el texto, creando mundos con pequeñas puertas hacia el

infinito, que permiten que cada obra se expanda y nos muestre

la formación de pasadizos hacia nuevos territorios

fantás�cos.

25 de abril

La semana inicia, comienza la ru�na, debo hacer trámites en San�ago y tomo un libro para evadir el tedioso viaje. Espero la micro hacia el centro, hace frío, un frío que corta la piel como el acero; en poco rato inicio el trayecto, el bus es an�guo, lento y sucio, pero por sobre todo helado, se cala el frío por todas partes. Me siento, corro la cor�na bloqueando el vidrio con energía, hace �empo que no me interesa el paisaje, intento leer una novela, “La vida breve” del escritor uruguayo Juan Carlos One� (1950). Contenido en un bello libro, cuyo �tulo asusta un poco, “Obras completas”, sus cubiertas son de una especie de cuero sinté�co, desteñido por tantos ojos anteriores, las hojas de papel de biblia, lo cual resulta como una ironía creo, �ene un olor único. En las primeras páginas �ene una foto del autor, inquietante, en una postura rígida, con una mirada extraviada. Los cristales de sus lentes le retuercen la mirada, en blanco y negro, formando un grabado, una imagen fija sin vida, incómoda, perturbadora, siento que su mirada atrave-sará mi cráneo.

Cuando el viaje termina, avanzo rápidamen-te atravesando las pocas figuras oscuras cubiertas por el frío. Mientras entro en un

Diario de la Furia

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edificio, observando que no hay mucha gente en la fila, todavía pienso en la imagen de One�. Me recuerda a un funcionario viejo, que pasa su vida tras un cristal donde hacer trámites, alcohólico, solitario, misterioso, sin más que un traje de mala calidad comprado a cinco cuotas, de color café, manchado por comida barata, un hombre corriente que evita el contacto con otros, solitario. Miro el reflejo distorsionado de mi propia vida, por un cristal que dice caja tres.

30 de abril

Hoy debo viajar otra vez. En el bus todo es calmado, lento como siempre, la gente pareciera ser la misma, llevo el libro bajo el brazo a manera de escudo, busco un asiento con la cor�na fija. Sentado mientras leo, me desvanezco en la lectura y el viaje recién comienza, el monótono viaje de paisaje conocido, se trasforma en una aventura que me gustaría que no terminara nunca, eternamente leyendo, desvanecido en una trama infinita. La novela cuenta el argumento de José María Brausen, un escritor encerrado en su habitación, obsesionado con la escritura de un guión. El personaje central comparte la habitación con su esposa Gertrudis, ella recuperándose de una operación, la cual tuvo como resultado la mu�lación de un seno por el cáncer, dejándola debilitada, vulnerada por la amputación y la profanación de su

cuerpo. Brausen, ante este despojo de la sensualidad de su esposa, comienza un espiral de decadencia, recluyéndose en la soledad, abandonando el plano real para fundar un herme�smo, donde emanará su propio mundo fantás�co: un pueblo imaginario donde él puede ser el doctor Díaz Grey, un personaje que encarna el lado más oscuro de una persona común, en este caso de un simple publicista marcado por el abandono, por la castra-ción del deseo. En este mundo, el doctor es cómplice del asesinato de la Queca, una pros�tuta que vive en el departa-mento con�guo y con la cual Arce (Brausen) suele vincularse. Por ello, el más profundo mal inundará la narración, la distorsión de la ficción, la subversión de la novela, toda una narración inquietan-temente fantás�ca.

1 de junio

La trama me envuelve, considero mi vida como una ficción, un texto escrito por otro. Soy la sombra de alguien que me piensa y determina, mi existencia funciona como una sombra oscura, una lectura de otro, donde no hay realidad, todas las cosas son disposi�vos de una ficción tenebrosa, distorsionada, sin �empo, sin perspec�va, escritura distorsionando lo real en múl�ples dimensiones. “Todo fuera de la literatura me aburre”. Pienso en la novela “La vida breve”, en los mecanismos de la ficción: lo

Diario de la Furia

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subversivo de la narración de One� inserta un aire oscuro en sus escritos, sombríos rastros retorcidos en persona-jes complejos, con tramas múl�ples, creando mundos asediados por la realidad; cada personaje representa fragmentos diversos, manías, enferme-dades, obsesiones, nada es plano, todo es retorcido por una realidad llena de laberintos. 4 de junio

Me impresiona mucho One� y su ímpetu vanguardista. Se trata, sin duda, de un renovador de la narra�va del con�nente. Su literatura inquieta la modernidad. Es un lector exquisito de uno de los mejores narradores del siglo XX, William Faulkner, pero por sobre todo un subversivo, un impaciente que bordeando el olvido, alejado de toda fama, se desvanece en el horizonte, permaneciendo oculto, marginal, en una escritura silenciada, pero la�endo. Su narra�va construye personajes confusos, sin límites, pertur-badores, ansiosos seres cercenados por la vida moderna, hambrientos codiciando un escape de la enajenación; la única salida de estos derrotados es la fuga hacia la ficción, la construcción imaginaria del texto en el texto, formando mundos con pequeñas puertas hacia el infinito, que permiten que cada obra se expanda y nos muestre la formación de pasadizos hacia nuevos territorios fantás�cos.

7 de junio

En un nuevo viaje, estoy totalmente unido a la novela “La vida breve”, la cual será el comienzo de la arquitectura narra�va de Santa María, un pueblo existente solo dentro de la ficción, paraje mí�co de fuga de la realidad; lo interesan-te es que este pueblo poco a poco comienza a comerse la narración, difuminando todos los límites entre realidad y ficción. Hago una pausa en la lectura, mientras el paisaje de ida hacia San�ago exhibe la peor cara de la periferia: fabricas, suciedad, abandono; la muestra ejemplar del fracaso de un modelo económico desigual. Pienso en una realidad fic�cia, anhelo además que el viaje fuera infinito y escapar de todo, me gustaría viajar suspendido en el �empo, que no exis�eran las distancias, viajar eternamente y que la lectura fuera infinita.

9 de junio

San�ago me ata de nuevo, debo viajar parado, mientras miro la cara de los pasajeros, me pierdo en la lectura, el viaje es igual, siempre es igual, ir y venir como péndulo oxidado, la velocidad disminuye poco a poco, un taco en la carretera hace todo tedioso, mientras leo, todo avanza demasiado pausado. La carretera se llena de autos, todos de colores y tamaños

Diario de la Furia

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edificio, observando que no hay mucha gente en la fila, todavía pienso en la imagen de One�. Me recuerda a un funcionario viejo, que pasa su vida tras un cristal donde hacer trámites, alcohólico, solitario, misterioso, sin más que un traje de mala calidad comprado a cinco cuotas, de color café, manchado por comida barata, un hombre corriente que evita el contacto con otros, solitario. Miro el reflejo distorsionado de mi propia vida, por un cristal que dice caja tres.

30 de abril

Hoy debo viajar otra vez. En el bus todo es calmado, lento como siempre, la gente pareciera ser la misma, llevo el libro bajo el brazo a manera de escudo, busco un asiento con la cor�na fija. Sentado mientras leo, me desvanezco en la lectura y el viaje recién comienza, el monótono viaje de paisaje conocido, se trasforma en una aventura que me gustaría que no terminara nunca, eternamente leyendo, desvanecido en una trama infinita. La novela cuenta el argumento de José María Brausen, un escritor encerrado en su habitación, obsesionado con la escritura de un guión. El personaje central comparte la habitación con su esposa Gertrudis, ella recuperándose de una operación, la cual tuvo como resultado la mu�lación de un seno por el cáncer, dejándola debilitada, vulnerada por la amputación y la profanación de su

cuerpo. Brausen, ante este despojo de la sensualidad de su esposa, comienza un espiral de decadencia, recluyéndose en la soledad, abandonando el plano real para fundar un herme�smo, donde emanará su propio mundo fantás�co: un pueblo imaginario donde él puede ser el doctor Díaz Grey, un personaje que encarna el lado más oscuro de una persona común, en este caso de un simple publicista marcado por el abandono, por la castra-ción del deseo. En este mundo, el doctor es cómplice del asesinato de la Queca, una pros�tuta que vive en el departa-mento con�guo y con la cual Arce (Brausen) suele vincularse. Por ello, el más profundo mal inundará la narración, la distorsión de la ficción, la subversión de la novela, toda una narración inquietan-temente fantás�ca.

1 de junio

La trama me envuelve, considero mi vida como una ficción, un texto escrito por otro. Soy la sombra de alguien que me piensa y determina, mi existencia funciona como una sombra oscura, una lectura de otro, donde no hay realidad, todas las cosas son disposi�vos de una ficción tenebrosa, distorsionada, sin �empo, sin perspec�va, escritura distorsionando lo real en múl�ples dimensiones. “Todo fuera de la literatura me aburre”. Pienso en la novela “La vida breve”, en los mecanismos de la ficción: lo

Diario de la Furia

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subversivo de la narración de One� inserta un aire oscuro en sus escritos, sombríos rastros retorcidos en persona-jes complejos, con tramas múl�ples, creando mundos asediados por la realidad; cada personaje representa fragmentos diversos, manías, enferme-dades, obsesiones, nada es plano, todo es retorcido por una realidad llena de laberintos. 4 de junio

Me impresiona mucho One� y su ímpetu vanguardista. Se trata, sin duda, de un renovador de la narra�va del con�nente. Su literatura inquieta la modernidad. Es un lector exquisito de uno de los mejores narradores del siglo XX, William Faulkner, pero por sobre todo un subversivo, un impaciente que bordeando el olvido, alejado de toda fama, se desvanece en el horizonte, permaneciendo oculto, marginal, en una escritura silenciada, pero la�endo. Su narra�va construye personajes confusos, sin límites, pertur-badores, ansiosos seres cercenados por la vida moderna, hambrientos codiciando un escape de la enajenación; la única salida de estos derrotados es la fuga hacia la ficción, la construcción imaginaria del texto en el texto, formando mundos con pequeñas puertas hacia el infinito, que permiten que cada obra se expanda y nos muestre la formación de pasadizos hacia nuevos territorios fantás�cos.

7 de junio

En un nuevo viaje, estoy totalmente unido a la novela “La vida breve”, la cual será el comienzo de la arquitectura narra�va de Santa María, un pueblo existente solo dentro de la ficción, paraje mí�co de fuga de la realidad; lo interesan-te es que este pueblo poco a poco comienza a comerse la narración, difuminando todos los límites entre realidad y ficción. Hago una pausa en la lectura, mientras el paisaje de ida hacia San�ago exhibe la peor cara de la periferia: fabricas, suciedad, abandono; la muestra ejemplar del fracaso de un modelo económico desigual. Pienso en una realidad fic�cia, anhelo además que el viaje fuera infinito y escapar de todo, me gustaría viajar suspendido en el �empo, que no exis�eran las distancias, viajar eternamente y que la lectura fuera infinita.

9 de junio

San�ago me ata de nuevo, debo viajar parado, mientras miro la cara de los pasajeros, me pierdo en la lectura, el viaje es igual, siempre es igual, ir y venir como péndulo oxidado, la velocidad disminuye poco a poco, un taco en la carretera hace todo tedioso, mientras leo, todo avanza demasiado pausado. La carretera se llena de autos, todos de colores y tamaños

Diario de la Furia

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diversos, rodean el bus, el avanzar es lánguido, cada vez avanzamos en menor medida, miro hacia fuera por el vidrio: todo se hace aún más lento, observo un accidente, dos autos nuevos chocaron, se ven los fierros retorcidos con plás�cos de mala calidad china, en el suelo dos frágiles y jóvenes cuerpos aumentan un charco de sangre, la cual �ñe el pavimen-to. Desplazados por el impacto del choque, como marionetas sin hilo, sin voluntad, estampados en el asfalto como en una escena policial yacen las víc�mas. No sé si el accidente es real o imaginario, miro los muertos despedazados por la violencia de la colisión, la frágil muerte se muestra de manera cruel y yo solo pienso en el viejo One�.

15 de junio

Pienso cuál es el significado de leer viajando en mi vida, siempre leyendo en el bus, incomodo, sin luz, sentado,

parado, colgando en la pisadera, con frío o calor, con ruido, ventanas rotas, goteras, con música despreciable. Pienso en cuántos libros leí en esta situación, viajando; cuántas caras que no quise ver por las letras, cuántos libros han viajado conmigo, en un tránsito pendular, ir y venir, como una correa al cuello que no me suelta, desplazarme hacia un lugar ajeno, inconmensurable en palabras, la ciudad, donde me siento anónimo, y esquivo todo recuerdo, y me gustaría diluirme bajo la sombra de edificios que se difuminan. Pienso en el viaje hacia la ciudad, la capital que cambia su significa-do con cada viaje, que se oculta y desva-nece, como las par�culas de una explosión, la capital y sus ves�gios, pequeños átomos en expansión chocan-do, mul�plicándose, derrumbándose y desapareciendo; la ciudad no es más que un material envejecido, mal habitado, al igual que yo, vacío, muerto, equilibrándo-se en la nada, esperando algo que nunca pasará.

Juan Carlos Onetti

La Vida Breve

Extra toc

20

Hacía horas que un insecto zumbaba, desconcertado y furioso entre el agua de la ducha y la úl�ma claridad del ventanuco. Me sacudí el agua como un perro, y miré hacia la penumbra de la habitación, donde el calor encerrado estaría la�endo. No me sería posible escribir el argumento para cine de que me había hablado Stein mientras no lograra olvidar aquel pecho cortado, sin forma ahora, aplastándose sobre la mesa de operaciones como una medusa, ofrecién-dose como una copa. No era posible olvidarlo, aunque me empeñara en repe�rme que había jugado a mamar de él, de aquello. Estaba obligado a esperar, y la pobreza conmigo. Y todos, en el día de Santa Rosa, la desconocida mujer-zuela que acababa de mudarse al departamento vecino, el insecto que giraba en el aire perfumado por el jabón de afeitar, todos los que vivían en Buenos Aires estaban condenados a esperar conmigo, sabiéndolo o no, boqueando como idiotas en el calor amenazante y agorero, a�sbando la breve tormenta grandilocuente y la inmediata primavera que se abriría paso desde la costa para transformar la ciudad en un territorio feraz donde la dicha podría surgir, repen�na y completa, como un acto de la memoria.

Cerré la ducha, esperé a que el insecto se acercara para voltearlo con la toalla, aplastarlo contra la rejilla del sumidero, y entré desnudo y goteante en el dormito-rio. A través de la persiana vi la noche que comenzaba a ennegrecerse desde el norte, calculé los segundos que separa-

ban los relámpagos. Me puse dos pas�llas de menta en la boca y me �ré en la cama. ...Ablación de mama. Una cicatriz puede ser imaginada como un corte i r regu lar prac�cado en una copa de goma, de paredes gruesas, que contenga una materia inmóvil, sonrosada, con burbujas en la s u p e r fi c i e , y q u e d é l a impresión de ser líquida si hacemos oscilar la lámpara que la ilumina. También puede pensarse cómo será quince

días, un mes después de la intervención, con una sombra de piel que se le es�ra encima, traslúcida, tan delgada que nadie se atrevería a detener mucho �empo sus ojos en ella. Más adelante las arrugas comienzan a insinuarse, se forman y se alteran; ahora sí es posible mirar la cicatriz a escondidas, sorprenderla desnuda alguna noche y pronos�car cuál rugosi-dad, cuáles dibujos, qué tonos sonrosa-dos y blancos prevalecerán y se harán defini�vos...

Diario de la Furia

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diversos, rodean el bus, el avanzar es lánguido, cada vez avanzamos en menor medida, miro hacia fuera por el vidrio: todo se hace aún más lento, observo un accidente, dos autos nuevos chocaron, se ven los fierros retorcidos con plás�cos de mala calidad china, en el suelo dos frágiles y jóvenes cuerpos aumentan un charco de sangre, la cual �ñe el pavimen-to. Desplazados por el impacto del choque, como marionetas sin hilo, sin voluntad, estampados en el asfalto como en una escena policial yacen las víc�mas. No sé si el accidente es real o imaginario, miro los muertos despedazados por la violencia de la colisión, la frágil muerte se muestra de manera cruel y yo solo pienso en el viejo One�.

15 de junio

Pienso cuál es el significado de leer viajando en mi vida, siempre leyendo en el bus, incomodo, sin luz, sentado,

parado, colgando en la pisadera, con frío o calor, con ruido, ventanas rotas, goteras, con música despreciable. Pienso en cuántos libros leí en esta situación, viajando; cuántas caras que no quise ver por las letras, cuántos libros han viajado conmigo, en un tránsito pendular, ir y venir, como una correa al cuello que no me suelta, desplazarme hacia un lugar ajeno, inconmensurable en palabras, la ciudad, donde me siento anónimo, y esquivo todo recuerdo, y me gustaría diluirme bajo la sombra de edificios que se difuminan. Pienso en el viaje hacia la ciudad, la capital que cambia su significa-do con cada viaje, que se oculta y desva-nece, como las par�culas de una explosión, la capital y sus ves�gios, pequeños átomos en expansión chocan-do, mul�plicándose, derrumbándose y desapareciendo; la ciudad no es más que un material envejecido, mal habitado, al igual que yo, vacío, muerto, equilibrándo-se en la nada, esperando algo que nunca pasará.

Juan Carlos Onetti

La Vida Breve

Extra toc

20

Hacía horas que un insecto zumbaba, desconcertado y furioso entre el agua de la ducha y la úl�ma claridad del ventanuco. Me sacudí el agua como un perro, y miré hacia la penumbra de la habitación, donde el calor encerrado estaría la�endo. No me sería posible escribir el argumento para cine de que me había hablado Stein mientras no lograra olvidar aquel pecho cortado, sin forma ahora, aplastándose sobre la mesa de operaciones como una medusa, ofrecién-dose como una copa. No era posible olvidarlo, aunque me empeñara en repe�rme que había jugado a mamar de él, de aquello. Estaba obligado a esperar, y la pobreza conmigo. Y todos, en el día de Santa Rosa, la desconocida mujer-zuela que acababa de mudarse al departamento vecino, el insecto que giraba en el aire perfumado por el jabón de afeitar, todos los que vivían en Buenos Aires estaban condenados a esperar conmigo, sabiéndolo o no, boqueando como idiotas en el calor amenazante y agorero, a�sbando la breve tormenta grandilocuente y la inmediata primavera que se abriría paso desde la costa para transformar la ciudad en un territorio feraz donde la dicha podría surgir, repen�na y completa, como un acto de la memoria.

Cerré la ducha, esperé a que el insecto se acercara para voltearlo con la toalla, aplastarlo contra la rejilla del sumidero, y entré desnudo y goteante en el dormito-rio. A través de la persiana vi la noche que comenzaba a ennegrecerse desde el norte, calculé los segundos que separa-

ban los relámpagos. Me puse dos pas�llas de menta en la boca y me �ré en la cama. ...Ablación de mama. Una cicatriz puede ser imaginada como un corte i r regu lar prac�cado en una copa de goma, de paredes gruesas, que contenga una materia inmóvil, sonrosada, con burbujas en la s u p e r fi c i e , y q u e d é l a impresión de ser líquida si hacemos oscilar la lámpara que la ilumina. También puede pensarse cómo será quince

días, un mes después de la intervención, con una sombra de piel que se le es�ra encima, traslúcida, tan delgada que nadie se atrevería a detener mucho �empo sus ojos en ella. Más adelante las arrugas comienzan a insinuarse, se forman y se alteran; ahora sí es posible mirar la cicatriz a escondidas, sorprenderla desnuda alguna noche y pronos�car cuál rugosi-dad, cuáles dibujos, qué tonos sonrosa-dos y blancos prevalecerán y se harán defini�vos...

Poemas de Jules Laforgue

Memento Mori

Retina

Por Sergio Sarmiento

21

El invierno llegó tarde. El verano, con sus altas temperaturas, con su sequedad, con sus negras hormigas blindadas, se arrastró hasta el fin de mayo. Y volverá pronto. Alguien dice por ahí que es para que nos vayamos acostumbrando al infierno. Por eso el cambio climá�co -explica- viene de a poco. Es uno de esos creyentes que asegu-ran amar la vida -están incluso en contra del aborto- pero en realidad parece que andan buscando el fin del mundo. Como que se calientan con el apocalipsis. Hay una relación sexual entre ellos y la muerte, entendida como cas�go, en extremo poderosa, digna de un masoquista. Otro dice que el hombre es capaz de adaptarse a todo. Aunque tengamos que vivir enterra-dos cinco metros bajo el suelo, vamos a vivir eternamente, en especial el chileno, que es bacán, que es más pillo, señala este op�mis-ta hombre patrio, que después se dedica a contar que hasta en pleno desierto de Atacama los chilenos venden helados. Salen de la nada, agrega. Y pone una cara de orgullo, una cara de campeón de la copa América, que da un montón de pena. Una señora, con la que concuerdo ampliamente, dice que no necesariamente el fin de la humanidad le da lo mismo, pero que al final da lo mismo, hay que reconocerlo, porque si todo el mundo se muere nadie sen�rá pena

El taxi con�núa avanzando. La muerte está completamente

ac�va. La muerte acelera. La muerte maldice a los cautos. Yo, entretanto

sigo recordando a Laforgue, quien fue uno de los herederos menos

conocidos de Charles Baudelaire en Francia, pero cuya poesía, de manera paradójica,

influyó fuertemente en la renovación de la poesía

inglesa, especialmente en Pound y en Eliot.

Retina

22

ni nostalgia por nada. Aplaudo. Y mientras aplaudo recuerdo una parte del gran soneto "Memento", del poeta franco uruguayo Jules Laforgue (1860-1887), referido al yermo fin de la �erra: "Ahora, en esta soledad, en esta sombría nada, / sin ningún tes�go que sueñe en los azules abismos, / disuélvete, roca sublime, en cenizas anónimas".

Estoy en el paradero de los colec�vos a Lampa. Llevo más de quince minutos en este lugar. Y aunque me gusta conversar con los demás pasajeros, son muy folclóricos y amables todos, quiero irme, quiero llegar a casa y encender la salamandra y prepararme un trago y leer. Seguramente el escogido será Laforgue -ya se me me�ó en la cabeza- aunque también se me ocurrió que podría entretenerme buscando entre mis libros otros poemas que hagan mención al "memento mori" o "recuerda que vas a morir", que es un tópico ar�s�co y literario cuyos primeros brotes surgieron en la época de los la�nos (y que tuvo sus "buenos años" en el barroco). Carpe diem, vive el día, la existencia es fugaz, nos sopla al oído la muerte. Fugaz, fugaz. De eso se trata el "memento mori".

Van veinte minutos de espera. Mi vida es breve y no es justo que tenga que perderla en este inhóspito lugar, parado en la calzada, bajo una malla rachel llena de parches y anuncios de una señora que

lee el Tarot, aguardando la llegada de un colec�vo. En realidad más de uno, ya que me encuentro en la décima posición de una fila que avanza lento. Una fila a la que llegué ocupando el lugar vein�algo. El responsable de este desbarajuste, no hay dudas, es el �po que controla el paradero, que es un corrupto. Su trabajo oficial consiste en ordenar a los pasajeros, cobrar, comunicarse con los móviles e informarles de la demanda. Pero además se hace un ingreso extra -basta verlo- cobrando una comisión a los automovilistas par�culares que llevan pasajeros de manera ilegal a Lampa, y un billete a quienes quieren saltarse la fila y tomar un colec�vo media cuadra más allá. Aparece un ilegal. Un pirata. Y sin pensarlo me subo. El �po corrupto me increpa. Yo soy el encargado del lugar, dice. Le respondo que solo de los autos legales. Y me quedo esperando que el vehículo se complete.

Salimos. El chofer es un �po que trabaja de noche en una fábrica y de día se dedica a taxear. Un �po que se autoex-plota. Y que está orgulloso de tal situa-ción. No ha dormido nada, dice, y maneja como loco, pegado a los autos que van más despacio, tocándoles la bocina, adelantando donde está prohibi-do. Le pregunto por qué trabaja tanto. Es para mis hijos, señala, para que no pasen penurias. Si quieren pizza, pizza les compro; si quieren comida china,

Poemas de Jules Laforgue

Memento Mori

Retina

Por Sergio Sarmiento

21

El invierno llegó tarde. El verano, con sus altas temperaturas, con su sequedad, con sus negras hormigas blindadas, se arrastró hasta el fin de mayo. Y volverá pronto. Alguien dice por ahí que es para que nos vayamos acostumbrando al infierno. Por eso el cambio climá�co -explica- viene de a poco. Es uno de esos creyentes que asegu-ran amar la vida -están incluso en contra del aborto- pero en realidad parece que andan buscando el fin del mundo. Como que se calientan con el apocalipsis. Hay una relación sexual entre ellos y la muerte, entendida como cas�go, en extremo poderosa, digna de un masoquista. Otro dice que el hombre es capaz de adaptarse a todo. Aunque tengamos que vivir enterra-dos cinco metros bajo el suelo, vamos a vivir eternamente, en especial el chileno, que es bacán, que es más pillo, señala este op�mis-ta hombre patrio, que después se dedica a contar que hasta en pleno desierto de Atacama los chilenos venden helados. Salen de la nada, agrega. Y pone una cara de orgullo, una cara de campeón de la copa América, que da un montón de pena. Una señora, con la que concuerdo ampliamente, dice que no necesariamente el fin de la humanidad le da lo mismo, pero que al final da lo mismo, hay que reconocerlo, porque si todo el mundo se muere nadie sen�rá pena

El taxi con�núa avanzando. La muerte está completamente

ac�va. La muerte acelera. La muerte maldice a los cautos. Yo, entretanto

sigo recordando a Laforgue, quien fue uno de los herederos menos

conocidos de Charles Baudelaire en Francia, pero cuya poesía, de manera paradójica,

influyó fuertemente en la renovación de la poesía

inglesa, especialmente en Pound y en Eliot.

Retina

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ni nostalgia por nada. Aplaudo. Y mientras aplaudo recuerdo una parte del gran soneto "Memento", del poeta franco uruguayo Jules Laforgue (1860-1887), referido al yermo fin de la �erra: "Ahora, en esta soledad, en esta sombría nada, / sin ningún tes�go que sueñe en los azules abismos, / disuélvete, roca sublime, en cenizas anónimas".

Estoy en el paradero de los colec�vos a Lampa. Llevo más de quince minutos en este lugar. Y aunque me gusta conversar con los demás pasajeros, son muy folclóricos y amables todos, quiero irme, quiero llegar a casa y encender la salamandra y prepararme un trago y leer. Seguramente el escogido será Laforgue -ya se me me�ó en la cabeza- aunque también se me ocurrió que podría entretenerme buscando entre mis libros otros poemas que hagan mención al "memento mori" o "recuerda que vas a morir", que es un tópico ar�s�co y literario cuyos primeros brotes surgieron en la época de los la�nos (y que tuvo sus "buenos años" en el barroco). Carpe diem, vive el día, la existencia es fugaz, nos sopla al oído la muerte. Fugaz, fugaz. De eso se trata el "memento mori".

Van veinte minutos de espera. Mi vida es breve y no es justo que tenga que perderla en este inhóspito lugar, parado en la calzada, bajo una malla rachel llena de parches y anuncios de una señora que

lee el Tarot, aguardando la llegada de un colec�vo. En realidad más de uno, ya que me encuentro en la décima posición de una fila que avanza lento. Una fila a la que llegué ocupando el lugar vein�algo. El responsable de este desbarajuste, no hay dudas, es el �po que controla el paradero, que es un corrupto. Su trabajo oficial consiste en ordenar a los pasajeros, cobrar, comunicarse con los móviles e informarles de la demanda. Pero además se hace un ingreso extra -basta verlo- cobrando una comisión a los automovilistas par�culares que llevan pasajeros de manera ilegal a Lampa, y un billete a quienes quieren saltarse la fila y tomar un colec�vo media cuadra más allá. Aparece un ilegal. Un pirata. Y sin pensarlo me subo. El �po corrupto me increpa. Yo soy el encargado del lugar, dice. Le respondo que solo de los autos legales. Y me quedo esperando que el vehículo se complete.

Salimos. El chofer es un �po que trabaja de noche en una fábrica y de día se dedica a taxear. Un �po que se autoex-plota. Y que está orgulloso de tal situa-ción. No ha dormido nada, dice, y maneja como loco, pegado a los autos que van más despacio, tocándoles la bocina, adelantando donde está prohibi-do. Le pregunto por qué trabaja tanto. Es para mis hijos, señala, para que no pasen penurias. Si quieren pizza, pizza les compro; si quieren comida china,

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comida china les compro; si quieren sus buenas zapa�llas, sus buenas zapa�llas les compro. Sí, porque a mis hijos no me los hueva nadie, dice. Y enseguida cae en el mu�smo, sin darme �empo de preguntarle si gasta algo de dinero en educación, en libros, en cine indepen-diente, en teatro, en pintura, o solo se preocupa del estómago y de la pinta de sus herederos.

Ahora vamos por Lo Echevers a ciento veinte kilómetros por hora. El �po maneja como demente. Ni siquiera �ene seguro, especulo, mientras el "memento mori" viene a mi mente a cada rato. Voy a morir, me digo, voy a morir ahora mismo. Y más encima por culpa de un hijo promedio de la educación, la economía y la polí�ca chilena, es decir, de un bruto de diseño. Me pregunto si habrá una razón para esto. ¿Se tratará de un cas�go? Y me digo que no, sería muy ambicioso pensar que alguien, en alguna parte, está preocupado de mi vida hasta el punto de �rar, constantemente, sumas y restas para determinar en qué momen-to debo morir o vivir. No, la cosa no es así, pienso. A la luz del espacio y del �empo, aparentemente infinitos, nuestro des�no no �ene nada de importante. Viene a mi mente, entonces, otra vez la poesía de Jules Laforgue. En este caso, versos de su poema “Resignación”: “¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada./ Muchos otros murieron con

ansias iguales / y la �erra siguió en su silencio. / Todo es duro, descorazonado, superior a �.”

El taxi con�núa avanzando. La muerte está completamente ac�va. La muerte acelera. La muerte maldice a los cautos. Yo, entretanto sigo recordando a Laforgue, quien fue uno de los herede-ros menos conocidos de Charles Baudelaire en Francia, pero cuya poesía, de manera paradójica, influyó fuerte-mente en la renovación de la poesía inglesa, especialmente en Pound y en Eliot. Este úl�mo señaló: “He escrito, sí, sobre Baudelaire, pero no sobre Jules Laforgue, al que debo más que a ningún otro poeta en cualquier idioma.” Pienso también en la temprana muerte del poeta, a los vein�siete años, hecho que podría inscribirlo en el "Club de los 27", dado que murió a la misma edad que Janis Joplin, Kurt Cobain, Jim Morrison y otros rockeros, aunque no de una sobredosis, sino a causa de la horrenda tuberculosis. El vehículo sigue corriendo por Lo Echevers. Ciento treinta, ciento cuarenta kilómetros por hora. Cierro los ojos. Lo mejor, concluyo, es anular todo pensamiento, todo recuerdo, toda emoción. Es decir, estar casi muerto al momento de ingresar a la muerte. A la ceniza, me digo, mientras prometo que, en caso de salir vivo de esta situación, dedicaré algunas notas a Laforgue y su descorazonada poesía.

24

Extra toc

Memento (soneto triste)

De la Eternidad a la Eternidad,el torbellino del mundo que enmaraña,universal, callado, lo errante,acribilla con oasis de oro la negrura infinita.

Por todas partes soles de bochorno, ceremoniososgiran irradiando sus fér�les efluviospara volver luego, ex�ntos, a la honda �niebla.Y una sonrisa materna preside esa calma.

Pero aquí... aquí... peregrino solitariopor ese vacío sin ecos siempre abierto,un globo helado agoniza. ¡Eres tú, Tierra!

Ahora, en esta soledad, en esta sombría nada,sin ningún tes�go que sueñe en los azules abismos,disuélvete, roca sublime, en cenizas anónimas.

Resignación

Como necio parásito de un planeta oscuro,en la infinidad sonora de clamores eternos,aquí, lugar cualquiera, he nacido y vivo,y sólo es mi deseo que se sepa y se detenga todo.

Que por un grito perdido en la tormentalos océanos callen de pronto el aullido de sus olas,que por traer flores a mi tumbralos soles en masa dejen su Verbena.

¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada.Muchos otros murieron con ansias igualesy la �erra siguió en su silencio.

Todo es duro, descorazonado, superior a �.Sufre, ama, espera siempre y bailasin nunca exigir ese Porqué universal.D

os P

oe

ma

s d

e J

ule

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rg

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Trad

ucc

ión

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olf

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comida china les compro; si quieren sus buenas zapa�llas, sus buenas zapa�llas les compro. Sí, porque a mis hijos no me los hueva nadie, dice. Y enseguida cae en el mu�smo, sin darme �empo de preguntarle si gasta algo de dinero en educación, en libros, en cine indepen-diente, en teatro, en pintura, o solo se preocupa del estómago y de la pinta de sus herederos.

Ahora vamos por Lo Echevers a ciento veinte kilómetros por hora. El �po maneja como demente. Ni siquiera �ene seguro, especulo, mientras el "memento mori" viene a mi mente a cada rato. Voy a morir, me digo, voy a morir ahora mismo. Y más encima por culpa de un hijo promedio de la educación, la economía y la polí�ca chilena, es decir, de un bruto de diseño. Me pregunto si habrá una razón para esto. ¿Se tratará de un cas�go? Y me digo que no, sería muy ambicioso pensar que alguien, en alguna parte, está preocupado de mi vida hasta el punto de �rar, constantemente, sumas y restas para determinar en qué momen-to debo morir o vivir. No, la cosa no es así, pienso. A la luz del espacio y del �empo, aparentemente infinitos, nuestro des�no no �ene nada de importante. Viene a mi mente, entonces, otra vez la poesía de Jules Laforgue. En este caso, versos de su poema “Resignación”: “¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada./ Muchos otros murieron con

ansias iguales / y la �erra siguió en su silencio. / Todo es duro, descorazonado, superior a �.”

El taxi con�núa avanzando. La muerte está completamente ac�va. La muerte acelera. La muerte maldice a los cautos. Yo, entretanto sigo recordando a Laforgue, quien fue uno de los herede-ros menos conocidos de Charles Baudelaire en Francia, pero cuya poesía, de manera paradójica, influyó fuerte-mente en la renovación de la poesía inglesa, especialmente en Pound y en Eliot. Este úl�mo señaló: “He escrito, sí, sobre Baudelaire, pero no sobre Jules Laforgue, al que debo más que a ningún otro poeta en cualquier idioma.” Pienso también en la temprana muerte del poeta, a los vein�siete años, hecho que podría inscribirlo en el "Club de los 27", dado que murió a la misma edad que Janis Joplin, Kurt Cobain, Jim Morrison y otros rockeros, aunque no de una sobredosis, sino a causa de la horrenda tuberculosis. El vehículo sigue corriendo por Lo Echevers. Ciento treinta, ciento cuarenta kilómetros por hora. Cierro los ojos. Lo mejor, concluyo, es anular todo pensamiento, todo recuerdo, toda emoción. Es decir, estar casi muerto al momento de ingresar a la muerte. A la ceniza, me digo, mientras prometo que, en caso de salir vivo de esta situación, dedicaré algunas notas a Laforgue y su descorazonada poesía.

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Extra toc

Memento (soneto triste)

De la Eternidad a la Eternidad,el torbellino del mundo que enmaraña,universal, callado, lo errante,acribilla con oasis de oro la negrura infinita.

Por todas partes soles de bochorno, ceremoniososgiran irradiando sus fér�les efluviospara volver luego, ex�ntos, a la honda �niebla.Y una sonrisa materna preside esa calma.

Pero aquí... aquí... peregrino solitariopor ese vacío sin ecos siempre abierto,un globo helado agoniza. ¡Eres tú, Tierra!

Ahora, en esta soledad, en esta sombría nada,sin ningún tes�go que sueñe en los azules abismos,disuélvete, roca sublime, en cenizas anónimas.

Resignación

Como necio parásito de un planeta oscuro,en la infinidad sonora de clamores eternos,aquí, lugar cualquiera, he nacido y vivo,y sólo es mi deseo que se sepa y se detenga todo.

Que por un grito perdido en la tormentalos océanos callen de pronto el aullido de sus olas,que por traer flores a mi tumbralos soles en masa dejen su Verbena.

¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada.Muchos otros murieron con ansias igualesy la �erra siguió en su silencio.

Todo es duro, descorazonado, superior a �.Sufre, ama, espera siempre y bailasin nunca exigir ese Porqué universal.D

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Retratos

25

Se ennegreció el silencio quebrado, en las calles sucias de aquel barro an�guo y mudo, donde insultas al que cruza toda la rabia derre�da florecida. Algunos desde sus casas han escucha-do las sinceras y dolientes palabras que gritas al viento -baboso, animal - sin que nadie devuelva aquella triste ofensa, a excepción de algún descere-brado y vacío infante, que te ha insultado por tu borrachera infinita. No te comprenden, porque insensi-bles escupen al suelo y se les van las horas quemándose las neuronas y las ideas que nunca han tenido. No te comprenden, porque no se han inundado al mirar tus ojos de extraño y perdido desconsolado. Pero tú, de forma necia incomparable, regalas tu insolencia como esperando calma en tus manos nerviosas, arrugadas, ennegrecidas, por un �nto tembloro-so, y te levantas y lloras por unas monedas, ojos azules, que erguiste tan temprano, de amanecida, las copas alcohólicas y los grados que te llenaron las manos y los dientes, dejándote dormir bajo algún poste o en algún escaño de aquella plaza olvidada y destrozada. Todas las calles

GalindoPor Melody Valenzuela

Retratos

26

sin veredas de este pequeño y empolvado pueblo las has recorrido tú, con tu decepción eterna, caída a toneladas, sobre el cuerpo ya de la tercera edad, y a muchas de estas no las recuerdas, por las maña-nas, cuando un sol entrome�do te levanta sobre esos zapatos gastados, embarrados, regresándote de vuelta a la realidad, a la muerte de tu hijo y la ida de tu esposa. Sé que mirabas con tus ojos canos la esperanza en la lluvia amontonada y se acercaron los gusanos oscuros, sinceros y silenciosos, mirándote a los ojos, te susurraron que quizá no sea este el momento en que tenga que llover, que talvez no sea el día que esperas, y la muerte enmascarada se volteaba a tus ojos, mientras dudoso, intentabas descifrar signos que no significaban mucho, en realidad nada, que no tenían importancia para nadie, que nadie entende-ría y encendiste un cigarrillo americano, para los nervios y los temblores, y fue así que el cuerpo se te fue encogiendo entre gotas y tus ojos adormilados, azulados, se fueron comprimiendo, para dentro, con tu nostalgia, que este pueblo, descascarado y humilde, ha desencadenado todas las tardes, obligándote a caminar intranquilo, con los ladridos de los perros quiltros, que te acechan, rabiosos, queriendo ser el cuerpo que muerden, para no sen�rte más tan vacío y opaco, tan solo entre los lentos cuerpos fúnebres del pueblo, para no sen�rte más tan solo con tu sensibilidad.

Hoy el polvo seco, de estas calles descoloradas empobrecidas, ya no te baña más el cuerpo, con unas lágrimas primerizas e incomprendidas y el viento rabioso te encontré apenas ayer, sobre una tumba sellada. Tú, que también me dejaste.

Retratos

25

Se ennegreció el silencio quebrado, en las calles sucias de aquel barro an�guo y mudo, donde insultas al que cruza toda la rabia derre�da florecida. Algunos desde sus casas han escucha-do las sinceras y dolientes palabras que gritas al viento -baboso, animal - sin que nadie devuelva aquella triste ofensa, a excepción de algún descere-brado y vacío infante, que te ha insultado por tu borrachera infinita. No te comprenden, porque insensi-bles escupen al suelo y se les van las horas quemándose las neuronas y las ideas que nunca han tenido. No te comprenden, porque no se han inundado al mirar tus ojos de extraño y perdido desconsolado. Pero tú, de forma necia incomparable, regalas tu insolencia como esperando calma en tus manos nerviosas, arrugadas, ennegrecidas, por un �nto tembloro-so, y te levantas y lloras por unas monedas, ojos azules, que erguiste tan temprano, de amanecida, las copas alcohólicas y los grados que te llenaron las manos y los dientes, dejándote dormir bajo algún poste o en algún escaño de aquella plaza olvidada y destrozada. Todas las calles

GalindoPor Melody Valenzuela

Retratos

26

sin veredas de este pequeño y empolvado pueblo las has recorrido tú, con tu decepción eterna, caída a toneladas, sobre el cuerpo ya de la tercera edad, y a muchas de estas no las recuerdas, por las maña-nas, cuando un sol entrome�do te levanta sobre esos zapatos gastados, embarrados, regresándote de vuelta a la realidad, a la muerte de tu hijo y la ida de tu esposa. Sé que mirabas con tus ojos canos la esperanza en la lluvia amontonada y se acercaron los gusanos oscuros, sinceros y silenciosos, mirándote a los ojos, te susurraron que quizá no sea este el momento en que tenga que llover, que talvez no sea el día que esperas, y la muerte enmascarada se volteaba a tus ojos, mientras dudoso, intentabas descifrar signos que no significaban mucho, en realidad nada, que no tenían importancia para nadie, que nadie entende-ría y encendiste un cigarrillo americano, para los nervios y los temblores, y fue así que el cuerpo se te fue encogiendo entre gotas y tus ojos adormilados, azulados, se fueron comprimiendo, para dentro, con tu nostalgia, que este pueblo, descascarado y humilde, ha desencadenado todas las tardes, obligándote a caminar intranquilo, con los ladridos de los perros quiltros, que te acechan, rabiosos, queriendo ser el cuerpo que muerden, para no sen�rte más tan vacío y opaco, tan solo entre los lentos cuerpos fúnebres del pueblo, para no sen�rte más tan solo con tu sensibilidad.

Hoy el polvo seco, de estas calles descoloradas empobrecidas, ya no te baña más el cuerpo, con unas lágrimas primerizas e incomprendidas y el viento rabioso te encontré apenas ayer, sobre una tumba sellada. Tú, que también me dejaste.

Juan Águila

Poesía Local

27

Juan Águila (San�ago, 1982) ha publicado los poemarios “Perverso y delicado” (Bubok, 2010), “Pero nunca tuya” (Airelibro, 2012) y la plaque�e “Cuando te llueve por dentro” (Airelibro, 2014). Escribe poesía, según dice, para engrupir minas. No sabemos si le resulta.

Valparaíso

La poesía nuevamente está perdida en �y yo la busco.

Parafraseando a Dalton, a Whitman,a Benede� incluso.

Y no me ayuda saber de memoria el canto IIy recordar a Cortázarmientras subo/bajo escaleras.

A lo mejor está/estás en el collar de perlas an�guode la señora que recorre lenta la avenida Pedro Mon�,en el basurero donde �ré esa nota que pensaba dejarte en la almohada,o en todos los versos que he ido borrando mientras te busco/escribo/veo el �empo que llevo olvidándome entre tu galaxia de lunares.

Y sí, es verdad,lo que sobran son poetas y lo que falta es poesía,o lo que falta en realidad es naufragar sin sen�do entre unas piernas,morir, morirse pequeñas veces,ahogarse las ganas en un sudor ajeno.

Poesía Local

28

Y busco/busco/busco,te juro que busco,llevo ya muchas tardes buscando.

Entre piezas oscuras, humo de cigarros mal apagados,unas tazas de café inex�nguibles.

Y entonces, al final,dejaré este poema un día cualquiera por debajo de tu puerta,imaginando desde ya tu cara de sorpresa al abriry leerlo bajo el umbralsin saber muy bien de que se trata todo esto.

*

Te llamo y marco apurado el número de tu casay contestas o nocontestas.

Ojala que no sea la vieja de tu madre sino que seas tú quien contestas.

Me gustaría que lo hicieras

/solo para saberme de nuevo un poco más cerca de tu boca,

y que al otro lado están las manos que he tocado (y me han tocado)

Que sepas que al otro lado no hay una grabación bizarraofreciendo el pack promocional de cable, más teléfono, más internet.

Juan Águila

Poesía Local

27

Juan Águila (San�ago, 1982) ha publicado los poemarios “Perverso y delicado” (Bubok, 2010), “Pero nunca tuya” (Airelibro, 2012) y la plaque�e “Cuando te llueve por dentro” (Airelibro, 2014). Escribe poesía, según dice, para engrupir minas. No sabemos si le resulta.

Valparaíso

La poesía nuevamente está perdida en �y yo la busco.

Parafraseando a Dalton, a Whitman,a Benede� incluso.

Y no me ayuda saber de memoria el canto IIy recordar a Cortázarmientras subo/bajo escaleras.

A lo mejor está/estás en el collar de perlas an�guode la señora que recorre lenta la avenida Pedro Mon�,en el basurero donde �ré esa nota que pensaba dejarte en la almohada,o en todos los versos que he ido borrando mientras te busco/escribo/veo el �empo que llevo olvidándome entre tu galaxia de lunares.

Y sí, es verdad,lo que sobran son poetas y lo que falta es poesía,o lo que falta en realidad es naufragar sin sen�do entre unas piernas,morir, morirse pequeñas veces,ahogarse las ganas en un sudor ajeno.

Poesía Local

28

Y busco/busco/busco,te juro que busco,llevo ya muchas tardes buscando.

Entre piezas oscuras, humo de cigarros mal apagados,unas tazas de café inex�nguibles.

Y entonces, al final,dejaré este poema un día cualquiera por debajo de tu puerta,imaginando desde ya tu cara de sorpresa al abriry leerlo bajo el umbralsin saber muy bien de que se trata todo esto.

*

Te llamo y marco apurado el número de tu casay contestas o nocontestas.

Ojala que no sea la vieja de tu madre sino que seas tú quien contestas.

Me gustaría que lo hicieras

/solo para saberme de nuevo un poco más cerca de tu boca,

y que al otro lado están las manos que he tocado (y me han tocado)

Que sepas que al otro lado no hay una grabación bizarraofreciendo el pack promocional de cable, más teléfono, más internet.

Sino que estoy yo.

Aunque no te hable ni te ofrezca el pack promocional de mi cuerpo, más mis ganas, más mi sexo.

¿Porque cresta no puedo marcartey hablarte de todas las cosas que te haría si te tuviera cerca?

¡Puta que es fálico el teléfono!

Es casi una felación el hecho de llamartey besarte/mordisquearte/acariciarte/lamerte de a poquito/introducir la lenguaen los hoyitos del auricular.

¡Hasta el nombre es caliente por la mierda!

Te llamo y marco apurado el número de tu casa.

Pero no contestas.

29

Poesía Local

Duna

Narrativa

Por Enrique Atenas

30

La carpa del circo es pobre, el pueblo es pobre, el cielo, además, está completa-mente apolillado. Un niño que viste una polera con el número sesenta y dos, polera que dice “Alabama”, morenito jugando a ser gringo como muchos here, saluda a una mujer que lo mira con ternura. Hay unas cincuenta personas en las afueras de la carpa, haciendo fila para pagar la entrada. Gran evento gran. El circo ha llegado a Batuco y como aquí nunca pasa nada -aquí el �empo hace una finta �po Lionel Messi y sigue de largo- un montón de gente acude a ver la novedad. Ese es el atrac�vo. Lo supues-tamente nuevo, lo inusual, lo diferente. Algo que rompa la agotadora ru�na pueblerina, algo que inyecte un poco de electricidad en las cansadas conexiones locales. Mis mo�vaciones, en todo caso, son dis�ntas, casi opuestas: no me interesa la novedad, no creo en la novedad, para mí lo único que cambia es

el disfraz, la cáscara, el maquillaje, para mí el fondo siempre es el mismo: un par�do entre lo claro y lo oscuro que inevitablemente termina en empate. En consecuencia, si acudo al circo es porque el espectáculo que ofrece es casi tan an�guo como ese experimento fallido que llamamos civilización, es decir, vengo porque no se trata de una nove-dad sino de una tradición. Una tradición, debo añadir, que, como todas, me permi�rá indagar en algo que hace �empo ronda mi cabeza: mi origen, mi sen�do, mi iden�dad, mi propio claroscuro.

Pago la entrada. Y mientras camino hacia las graderías veo las extenuadas casas rodantes donde vive el personal del circo, veo las deterioradas jaulas de los animales, veo a una enana vieja que barre el �erral inmenso donde se ha instalado la carpa. La visión es decadente

Aparece una mujer que tal vez no sea hermosa, una mujer morena que seguramente es más bien feucha y con unos

buenos años a cuestas, pero que se ve hermosa y hasta joven, extremadamente hermosa, dadas las luces y su vestuario: ajustada malla fucsia, medias de punto, plumas sobre la

cabeza y un par de magníficas alas en la espalda.

Sino que estoy yo.

Aunque no te hable ni te ofrezca el pack promocional de mi cuerpo, más mis ganas, más mi sexo.

¿Porque cresta no puedo marcartey hablarte de todas las cosas que te haría si te tuviera cerca?

¡Puta que es fálico el teléfono!

Es casi una felación el hecho de llamartey besarte/mordisquearte/acariciarte/lamerte de a poquito/introducir la lenguaen los hoyitos del auricular.

¡Hasta el nombre es caliente por la mierda!

Te llamo y marco apurado el número de tu casa.

Pero no contestas.

29

Poesía Local

Duna

Narrativa

Por Enrique Atenas

30

La carpa del circo es pobre, el pueblo es pobre, el cielo, además, está completa-mente apolillado. Un niño que viste una polera con el número sesenta y dos, polera que dice “Alabama”, morenito jugando a ser gringo como muchos here, saluda a una mujer que lo mira con ternura. Hay unas cincuenta personas en las afueras de la carpa, haciendo fila para pagar la entrada. Gran evento gran. El circo ha llegado a Batuco y como aquí nunca pasa nada -aquí el �empo hace una finta �po Lionel Messi y sigue de largo- un montón de gente acude a ver la novedad. Ese es el atrac�vo. Lo supues-tamente nuevo, lo inusual, lo diferente. Algo que rompa la agotadora ru�na pueblerina, algo que inyecte un poco de electricidad en las cansadas conexiones locales. Mis mo�vaciones, en todo caso, son dis�ntas, casi opuestas: no me interesa la novedad, no creo en la novedad, para mí lo único que cambia es

el disfraz, la cáscara, el maquillaje, para mí el fondo siempre es el mismo: un par�do entre lo claro y lo oscuro que inevitablemente termina en empate. En consecuencia, si acudo al circo es porque el espectáculo que ofrece es casi tan an�guo como ese experimento fallido que llamamos civilización, es decir, vengo porque no se trata de una nove-dad sino de una tradición. Una tradición, debo añadir, que, como todas, me permi�rá indagar en algo que hace �empo ronda mi cabeza: mi origen, mi sen�do, mi iden�dad, mi propio claroscuro.

Pago la entrada. Y mientras camino hacia las graderías veo las extenuadas casas rodantes donde vive el personal del circo, veo las deterioradas jaulas de los animales, veo a una enana vieja que barre el �erral inmenso donde se ha instalado la carpa. La visión es decadente

Aparece una mujer que tal vez no sea hermosa, una mujer morena que seguramente es más bien feucha y con unos

buenos años a cuestas, pero que se ve hermosa y hasta joven, extremadamente hermosa, dadas las luces y su vestuario: ajustada malla fucsia, medias de punto, plumas sobre la

cabeza y un par de magníficas alas en la espalda.

Narrativa

31

y eso me alegra, puesto que en el éxito no he visto más que una perfección de látex y vacío, y aquí, en el abismo, por entre los trajes raídos del fracaso, veo asomar trozos de humanidad, veo vida. Llego a las graderías. Adentro el espectáculo da pena. Y eso me provoca una nueva alegría. Los payasos no �enen más gracia que un mar�llo golpeando una pared. El malabarista parece una de esas hienas que Disney Corpora�on inventa para extraer dinero de los padres de los niños que visten poleras que dicen “Alabama”. Es una especie de hiena humanizada, o más bien un humano hienizado, en versión fracaso, haciendo volar desteñidas clavas de colores. Los niños observan el espectáculo ultra concentrados, las guaguas lloran, los adultos acallan a las guaguas, los adolescentes planifican meterse a Internet y guglear el tema buscando tutoriales para apren-der el oficio y ganar unas monedas en los semáforos de San�ago. Un señor Corales, chaqueta roja, botones de oro, sombrero de copa, anuncia al domador de leones. Felinos cansados aparecen en una jaula cansada, huesudos, tristes, sin colmillos ni energía. Luego es el turno del domador. Se trata de un �po teñido de rubio, con traje verde y hombreras anaranjadas, que lleva un lá�go en la mano. Entra en la jaula.

Yo, entretanto, me pregunto quién soy. Y como no puedo responder, parece que es imposible responder, me preguntó qué he sido, y cómo no me puedo responder, se me hace imposible responder, me pregunto qué seré, ¿qué seré? Y me quedo pegado en esa pregunta, mientras el domador enfrenta su misión más compleja: hacer

Narrativa

32

que los leones desnutridos se muevan, que vayan de un lugar a otro, que salten un aro de fuego o cabeceen una pelota. ¿Qué seré?, me sigo preguntando de manera obsesiva. Y como mi esfuerzo es infructuoso miro otra vez el espectáculo. El charlatán, ahora, anuncia a Duna, la mujer del trapecio. Y aparece una mujer que tal vez no sea hermosa, una mujer morena que seguramente es más bien feucha y con unos buenos años a cuestas, pero que se ve hermosa y hasta joven, extremadamente hermosa, dadas las luces y su vestuario: ajustada malla fucsia, medias de punto, plumas sobre la cabeza y un par de magníficas alas en la espalda. Duna saluda. Duna trepa una escalera. Duna se sube al trapecio. Y comienza a volar de lado a lado. Un ayudante, ves�do de negro, hombre incógnito, recibe el trapecio cuando ella lo suelta. Enseguida lo deja ir para que Duna lo alcance justo cuando se halla suspendida en el aire, alarmando a los espectadores. Redoble de tambores. Ahora viene el salto doble, sin red.

Duna toma el trapecio. Duna hace una reverencia al público. Duna se concentra. Y salta. Y hace la pirueta de manera magistral. Pero cuando es�ra sus brazos para tomar el trapecio se da cuenta que el adminículo no ha llegado, el hombre de negro tardó un segundo en su tarea y un segundo fue suficiente para que todo

fracasara. Duna mueve los brazos aleteando como un pájaro. Duna intenta aferrarse a un trapecio invisible. Duna cae a la pista.

Vuelvo a casa cerca de las once la noche. A lo lejos se escuchan los aullidos de las ambulancias. Antes de entrar me siento en una silla de playa que está en el pa�o. Mirando unas polillas que revolotean junto al farol, pienso que la decadencia, esta noche, ha sido completa. Pero no estoy contento. Vi caer a Duna sobre el piso de �erra, vi su cráneo sangrando, vi su traje y su cuerpo desar�culados. El público, al principio, se mostró horroriza-do, luego se alejó comentando los detalles morbosos de la caída. Los niños estaban impactados, las guaguas seguían llorando. Esto ha ocurrido muchas veces, esto no es novedoso, me digo. Los acróbatas terminan cayendo. Es su des�no, lo mismo que el nuestro. ¿Qué seré?, me pregunto. Un acróbata por caer, ¿qué más?, me repregunto. Y no tengo respuesta. Después recuerdo los ojos de Duna al momento de perder el equilibrio. Parecían arañas rociadas con insec�cida. Enseguida miro al cielo y la veo saltando entre las estrellas, cerca de Venus, con su traje fucsia, con sus plumas sobre la cabeza, con sus alas inú�les en la espalda, más bella que nunca, más bella que siempre, más bella y joven que ayer y anteayer.

Narrativa

31

y eso me alegra, puesto que en el éxito no he visto más que una perfección de látex y vacío, y aquí, en el abismo, por entre los trajes raídos del fracaso, veo asomar trozos de humanidad, veo vida. Llego a las graderías. Adentro el espectáculo da pena. Y eso me provoca una nueva alegría. Los payasos no �enen más gracia que un mar�llo golpeando una pared. El malabarista parece una de esas hienas que Disney Corpora�on inventa para extraer dinero de los padres de los niños que visten poleras que dicen “Alabama”. Es una especie de hiena humanizada, o más bien un humano hienizado, en versión fracaso, haciendo volar desteñidas clavas de colores. Los niños observan el espectáculo ultra concentrados, las guaguas lloran, los adultos acallan a las guaguas, los adolescentes planifican meterse a Internet y guglear el tema buscando tutoriales para apren-der el oficio y ganar unas monedas en los semáforos de San�ago. Un señor Corales, chaqueta roja, botones de oro, sombrero de copa, anuncia al domador de leones. Felinos cansados aparecen en una jaula cansada, huesudos, tristes, sin colmillos ni energía. Luego es el turno del domador. Se trata de un �po teñido de rubio, con traje verde y hombreras anaranjadas, que lleva un lá�go en la mano. Entra en la jaula.

Yo, entretanto, me pregunto quién soy. Y como no puedo responder, parece que es imposible responder, me preguntó qué he sido, y cómo no me puedo responder, se me hace imposible responder, me pregunto qué seré, ¿qué seré? Y me quedo pegado en esa pregunta, mientras el domador enfrenta su misión más compleja: hacer

Narrativa

32

que los leones desnutridos se muevan, que vayan de un lugar a otro, que salten un aro de fuego o cabeceen una pelota. ¿Qué seré?, me sigo preguntando de manera obsesiva. Y como mi esfuerzo es infructuoso miro otra vez el espectáculo. El charlatán, ahora, anuncia a Duna, la mujer del trapecio. Y aparece una mujer que tal vez no sea hermosa, una mujer morena que seguramente es más bien feucha y con unos buenos años a cuestas, pero que se ve hermosa y hasta joven, extremadamente hermosa, dadas las luces y su vestuario: ajustada malla fucsia, medias de punto, plumas sobre la cabeza y un par de magníficas alas en la espalda. Duna saluda. Duna trepa una escalera. Duna se sube al trapecio. Y comienza a volar de lado a lado. Un ayudante, ves�do de negro, hombre incógnito, recibe el trapecio cuando ella lo suelta. Enseguida lo deja ir para que Duna lo alcance justo cuando se halla suspendida en el aire, alarmando a los espectadores. Redoble de tambores. Ahora viene el salto doble, sin red.

Duna toma el trapecio. Duna hace una reverencia al público. Duna se concentra. Y salta. Y hace la pirueta de manera magistral. Pero cuando es�ra sus brazos para tomar el trapecio se da cuenta que el adminículo no ha llegado, el hombre de negro tardó un segundo en su tarea y un segundo fue suficiente para que todo

fracasara. Duna mueve los brazos aleteando como un pájaro. Duna intenta aferrarse a un trapecio invisible. Duna cae a la pista.

Vuelvo a casa cerca de las once la noche. A lo lejos se escuchan los aullidos de las ambulancias. Antes de entrar me siento en una silla de playa que está en el pa�o. Mirando unas polillas que revolotean junto al farol, pienso que la decadencia, esta noche, ha sido completa. Pero no estoy contento. Vi caer a Duna sobre el piso de �erra, vi su cráneo sangrando, vi su traje y su cuerpo desar�culados. El público, al principio, se mostró horroriza-do, luego se alejó comentando los detalles morbosos de la caída. Los niños estaban impactados, las guaguas seguían llorando. Esto ha ocurrido muchas veces, esto no es novedoso, me digo. Los acróbatas terminan cayendo. Es su des�no, lo mismo que el nuestro. ¿Qué seré?, me pregunto. Un acróbata por caer, ¿qué más?, me repregunto. Y no tengo respuesta. Después recuerdo los ojos de Duna al momento de perder el equilibrio. Parecían arañas rociadas con insec�cida. Enseguida miro al cielo y la veo saltando entre las estrellas, cerca de Venus, con su traje fucsia, con sus plumas sobre la cabeza, con sus alas inú�les en la espalda, más bella que nunca, más bella que siempre, más bella y joven que ayer y anteayer.

Fotografía

33

Batallas de

BatucoPor Emilio Serey

34

Fotografía

Fotografía

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Batallas de

BatucoPor Emilio Serey

34

Fotografía

35

Fotografía

36

Vestón para concejales

Nuestros ilustres concejales y concejalas, se sabe, no son las personas más elegantes del mundo. Tampoco están en el promedio de este ranking, sino bastante más abajo. Se hallan, más bien, en el culo del buen gusto. Tal vez por eso huelen como huelen. En fin, dejando a un lado el pelambreo y la chimuchi-na, debo decir que en el breve espacio que me concede esta revista, recomendaré una prenda para que ellos -ellas quedarán para otro número- no solo vistan con un mínimo de decencia, sino también para que puedan realizar de mejor forma su abnegado trabajo, mejorando, de paso, la deteriorada imagen de nuestra comuna.

Se trata de un fino vestón confeccionado con el nuevo algodón stretch, una tela delicada y flexible que facilita la chuecura, la traición y las vueltas de carnero sin arrugarse. La prenda, además, cuenta con un detalle maravilloso: bolsillos extra grandes donde caben hasta treinta millones de pesos (en billetes de veinte mil), hechos especialmente para poner a buen recaudo (y de manera muy discreta) esos emolumento recibidos a cambio de un decreto votado posi�va o nega�vamente, un cambio en el plan regulador, la aprobación de una patente que no cumple con todas las ridicule-ces que exige la ley o cualquier billete que cae por ahí, cuando no llueve pero gotea.

Se trata de un fino vestón confeccionado con el nuevo

algodón stretch, una tela delicada y flexible que facilita la chuecura, la traición y las

vueltas de carnero sin arrugarse.

Por Monona Fontecilla

Moda

35

Fotografía

36

Vestón para concejales

Nuestros ilustres concejales y concejalas, se sabe, no son las personas más elegantes del mundo. Tampoco están en el promedio de este ranking, sino bastante más abajo. Se hallan, más bien, en el culo del buen gusto. Tal vez por eso huelen como huelen. En fin, dejando a un lado el pelambreo y la chimuchi-na, debo decir que en el breve espacio que me concede esta revista, recomendaré una prenda para que ellos -ellas quedarán para otro número- no solo vistan con un mínimo de decencia, sino también para que puedan realizar de mejor forma su abnegado trabajo, mejorando, de paso, la deteriorada imagen de nuestra comuna.

Se trata de un fino vestón confeccionado con el nuevo algodón stretch, una tela delicada y flexible que facilita la chuecura, la traición y las vueltas de carnero sin arrugarse. La prenda, además, cuenta con un detalle maravilloso: bolsillos extra grandes donde caben hasta treinta millones de pesos (en billetes de veinte mil), hechos especialmente para poner a buen recaudo (y de manera muy discreta) esos emolumento recibidos a cambio de un decreto votado posi�va o nega�vamente, un cambio en el plan regulador, la aprobación de una patente que no cumple con todas las ridicule-ces que exige la ley o cualquier billete que cae por ahí, cuando no llueve pero gotea.

Se trata de un fino vestón confeccionado con el nuevo

algodón stretch, una tela delicada y flexible que facilita la chuecura, la traición y las

vueltas de carnero sin arrugarse.

Por Monona Fontecilla

Moda

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