•Enseñar historia supone preguntarse por el sentido de la práctica de la enseñanza, tanto como por el sentido de la disciplina que se enseña.

•Esto no implica una singularidad o especificidad en particular, pues toda persona que enseña debe plantearse estas mismas preguntas, sin embargo en el caso de la historia quizás sea un poco más complicado el llegar a responderlas

•Ya que evidentemente no estamos ante una ciencia exacta ni ante una disciplina que de lugar a realizaciones concretas, pero tampoco ante un saber de lo abstracto

•Estamos más bien ante un hibrido, el saber de lo que ya paso, que no obstante puede servir como justificación para lo que está pasando o va a pasar

•Se trata pues de abordar el conocimiento de la memoria, del registro de los hechos individuales y colectivos que han marcado el derrotero o curso de acción de las sociedades y grupos humanos, llevándolos en gran medida a ser lo que son

•Un saber que no puede ser otra cosa, que saber de lo complejo, pues pretende abarcar a los seres humanos en las determinaciones de su ser, quehacer, pensar, sentir y discurrir

•Un saber que debe estar al tanto de los limites que lo determinan, de su relación con lo objetivo de los hechos, pero también con lo subjetivo de las interpretaciones, de las que no puede y no debe liberarse

•Pues sin interpretación la historia no es más que llana arqueología y pierde su potencial, que debe ser el de la reflexión si no completamente objetiva o neutral, por lo menos si científicamente honesta y en la medida de lo posible Justa

•Un saber critico, que deje a la vista las fuentes de las que se vale, la orientación que toma su mirada, el objeto de su interés, pero también lo grande de sus limitaciones

•Pues como diría el gran historiador francés Marc Bloch aunque el sueño del historiador sea el de recrear la vida, esta siempre lo excede.

•De manera que lo único que podemos hacer es interesarnos por aquellos fragmentos que de un modo u otro tocan nuestro ser e intentar reconstruirlos en el valor de la semántica social que adquieren

•Enseñar historia entonces es correr el riesgo de pensar sobre los hechos e interpretarlos dejando siempre a la vista el valor de posibilidad de la propia interpretación

•Es renunciar al sueño de alcanzar su verdad y valor absolutos y sobre todo a usarlos para justificar el presente, negándole a este la capacidad que tiene para modificarlos en un orden que escapa a todo posible determinismo

•Enseñar historia implica reivindicar el pensamiento critico, ese que siguiendo la ruta kantiana descubre a cada paso sus limites porque reconoce que solo a través de ellos le es dado conocer sus posibilidades y alcances.

•Y ante todo, enseñar historia es correr riesgos, tales como pensar por si mismo, y abrirse al pensamiento de las demás personas, teniendo en claro que la verdad sobre el pasado aún no fue del todo dicha y por lo tanto se puede indagar, explorar y discutir

•Sin olvidarse nunca del disfrute que supone abrirse a ver el mundo desde una perspectiva diferente, que lo llena de matices y de sentido, porque la historia nos descubre lo que somos y también lo que no fuimos pero pudimos llegar a ser.

•Los textos son de mi autoría, las imágenes son publicas tomadas de la red. Representan a la musa Clío