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ENTRE LA NIEBLA Y UNAS CUANTAS IDEAS José Luis Jiménez Rodríguez Noviembre 16 de 2016 Entonces recuerdo las palabras de muchos compañeros de trabajo ya retirados o por hacerlo; "mijo, presente sus papeles, cumpla, no se mate y cobre su sueldo" . Es una máxima, una regla, una ley, que lastimosamente nos anula como profesionales de la educación, como personas que intentamos desarrollar nuestro intelecto buscando una mejor intención en las aulas de clases, ese camino que dejan las voces tristes y dolidas de cantidad de estudiantes que propenden por un cambio en el sistema educativo acorde con las expectativas postmodernas que ansían. Creo que ninguna meta en esta vida tiene termino, las situaciones fijas solo son imaginables en un tipo de educación que anula el cerebro como la que vivimos, toda situación planificada desde nuestra capacidad intelectual, moral, ética y profesional debe transcender y como la ciencia, otra persona se hará cargo de continuar o desestimar su destino, hasta descartar una idea es un proceso que requiere la participación de mentes críticas y reflexivas y ahí está su importancia, el camino de una nueva educación debe realizarse sobre los esfuerzos y experiencias de nosotros mismos, como docentes, como personas a quien la sociedad nos delegó la oportunidad de educar. Estamos llenos de buenas intenciones, de cantidad de teorías y escritos sobre educación, pero el hecho de tener un Universo de conocimiento en esta postmodernidad crea un desafío infinito e innegable, traducir, estructurar y aplicar, no solo las competencias son para los educandos, estas nos pertenecen aún más por nuestro incesante recorrido por las aulas de clases y por la vida, en la intención esta la fuerza que requerimos, pero cada vez me convenzo en esta trayectoria que la suma de ellas son las que

Entre la niebla y unas cuantas ideas

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ENTRE LA NIEBLA Y UNAS CUANTAS IDEAS

José Luis Jiménez Rodríguez

Noviembre 16 de 2016

Entonces recuerdo las palabras de muchos compañeros de trabajo ya

retirados o por hacerlo; "mijo, presente sus papeles, cumpla, no se mate y

cobre su sueldo". Es una máxima, una regla, una ley, que lastimosamente

nos anula como profesionales de la educación, como personas que

intentamos desarrollar nuestro intelecto buscando una mejor intención en

las aulas de clases, ese camino que dejan las voces tristes y dolidas de

cantidad de estudiantes que propenden por un cambio en el sistema

educativo acorde con las expectativas postmodernas que ansían. Creo que

ninguna meta en esta vida tiene termino, las situaciones fijas solo son

imaginables en un tipo de educación que anula el cerebro como la que

vivimos, toda situación planificada desde nuestra capacidad intelectual,

moral, ética y profesional debe transcender y como la ciencia, otra persona

se hará cargo de continuar o desestimar su destino, hasta descartar una

idea es un proceso que requiere la participación de mentes críticas y

reflexivas y ahí está su importancia, el camino de una nueva educación debe

realizarse sobre los esfuerzos y experiencias de nosotros mismos, como

docentes, como personas a quien la sociedad nos delegó la oportunidad de

educar.

Estamos llenos de buenas intenciones, de cantidad de teorías y escritos

sobre educación, pero el hecho de tener un Universo de conocimiento en

esta postmodernidad crea un desafío infinito e innegable, traducir,

estructurar y aplicar, no solo las competencias son para los educandos,

estas nos pertenecen aún más por nuestro incesante recorrido por las aulas

de clases y por la vida, en la intención esta la fuerza que requerimos, pero

cada vez me convenzo en esta trayectoria que la suma de ellas son las que

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apuntan a un cambio indiscutible, sea cual sea ese propósito personal es la

chispa, el germen, la semilla y allí esta, dentro de cada uno de nosotros

esperando esas palabras que concreten en este plano existencial alguna de

nuestras ideas, fabulosas, cortas, desmesuradas, en la mente toman la

forma que nuestras emociones indiscutiblemente les otorguen, pero allí

están en forma de monstruos, selvas inaccesibles o nirvanas floridos, el reto

es parirlas, darles vida en la vida, en la realidad.

Ese parto al que me refiero, no es un acto en soledad, es la innegable

sensación que recorre mi alma como partero de ideas, eso somos los

docentes, en nuestras manos tomamos esos inicios intelectuales y como

orfebres de la vida contribuimos en la construcción de caminos acordes a

las diferentes actitudes de las nuevas luces del Universo, es la lógica de la

evolución humana en la compañía del otro, seres sociales por naturaleza,

pese a las atrocidades cometidas entre nosotros, aún seguimos

escudriñando un camino en común, buscando una mano siempre, tratando

de encontrar una educación más humana, más cálida, concretar el precepto

de la “escuela como un sitio de encuentro”, no de mentes aisladas y almas

solitarias, lejos del mundo y agobiados por la realidad.

Una educación más humana, entre diálogos constantes y sonrisas

porque el error no existe, igual que la exclusión por no saber de memoria un

tema o un procedimiento, todos y cada uno tenemos algo que aportar al

mundo y a la vida, es aquí, justamente donde está el desafío, el fundamento

de educar ya que la docencia lo explora y lo concreta, no anula, no señala,

el cuestionamiento es parte del aprendizaje, no un arma en contra de

nosotros mismos, los imaginarios son sagrados, frutos sociales,

ambientales, tecnológicos, lenguajes diferentes con una intención singular,

vivir y disfrutar de ello.

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No todos nacimos para reflexionar el mundo, no todos nacimos para

llevar a cabo complejos artilugios matemáticos, no todos nacimos para

repetir extensos laberintos filosóficos o literarios, a muchos los caracteriza

la profundidad del arte que llevan en sus manos, en sus voces, en su cuerpo

o la simplicidad de sus palabras profundas, directas y sin evasiones, porque

no las conocen, entonces hacen de la vida una subjetividad más intensa con

objetividades reales y perdurables, difíciles de resistir, complicado de olvidar

y es allí donde encontramos el Dios de Spinoza, “ aquel que se nos revela en

la armonía que rige a todos los seres del mundo, no en el Dios que se implica

en los destinos y acciones de los hombres”; hallarlo en la dirección del propio

mundo, en la inherente realidad.

Podemos concebir algún día, educar como sinónimo de construir entre

todos, porque es desde allí donde no se desestima el esfuerzo por vivir de

ningún ser vivo de este azul planeta, por consiguiente abrimos todas las

puertas para todos, porque entender que todos somos el mundo y el

Universo es una acción que se lleva a cabo en el aula, no como espacio

reducido, o instancia material donde se peregrina sabiduría en contra del

desarrollo del intelecto, asumo ese espacio como un sitio inmaterial forjado

de experiencias y grandes paredes de estímulos ambientales, con mil colores

cambiantes, construidos de percepciones sobre la vida, el amor, la amistad,

la muerte, la poesía y mil preguntas que allí confluyen sin disfraces de

incógnitas, porque allí no se parte desde acertijos memorísticos, se

construye desde la realidad omnipresente con todas sus formas,

representaciones que imprimen la diversidad de la vida, de los

pensamientos, de la pluriculturidad humana tan necesaria para arrancar

siempre a la monotonía mil sonrisas.