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Como ser mejores padres Manual del participante
Primera Sesión
ROSA Mamá, ¡Pablo me pegó!
MAMÁ ¡Pablo! (pausa) ¡¡Pablo!!
PABLO ¿Qué pasa?
MAMÁ ¿Por qué le pegaste a tú hermana?
PABLO Yo no le pegué. Me estaba molestando y la empujé.
ROSA ¡No es cierto, mamá! Yo estaba viendo mi programa de TV, cuando
llegó él, cambió de canal y luego me pegó cuando yo trate de volver
al mío.
PABLO ¡Yo no te pegué, llorona! Cambié de canal porque siempre veo ese
programa y tú lo sabes, cojuda.
MAMÁ Pablo, ¡no permito que uses este lenguaje en mi casa! No se cuantas
veces te he dicho que no tienes que insultar a nadie. ¡Te voy a
matar uno de estos días, si no dejas de hacerlo!
PABLO ¡Claro, siempre yo tengo la culpa! Este angelito ¡nunca hace nada
bien! ¡Estoy harto de que siempre me acusen a mí! (sale golpeando
la puerta).
MAMÁ (Corre a la puerta) ¡Pablo! ¡Vuelve atrás inmediatamente y sal como
lo hace una persona decente! No es ésta la forma de comportarse…
Cómo mordemos el anzuelo
Esta escenas son muy comunes es las la
familias. Estar peleando con los chicos
molesta y desalienta a los padres quienes
a menudo no saben qué hacer.
¿Qué pensar de la forma en que la mamá
de Pablo manejó la situación? No parece
que diera buenos resultados, ¿verdad?
Las peleas, los insultos y las acusaciones
mutuas son obviamente problemas que
siguen brotando una y otra vez en su
familia. ¿Haz notado cómo mordió el
anzuelo que le pusieron sus hijos? Primero
el de Rosa y luego el de Pablo. Sus hijos
probablemente ya sabían exactamente lo
que ella iba a decir para regañarlos,
amenazarlos y tratar de corregirlos en el
acto. Ella hace lo que puede para ser una
buena mamá, pero actúa siempre de esa
manera tan ineficaz.
En realidad la mayoría de los chicos saben
muy bien cómo llamar la atención de sus
padres. Son expertos en el arte de
atraparnos con sus problemas y peleas. Es
como que les bastara oprimir un botón
para conseguir que los regañemos,
sermoneemos, amenacemos peguemos…y
hasta vayamos a buscar lo que se les ha
perdido y hagamos en su lugar ¡lo que
ellos son perfectamente capaces de
hacer por si mismos!
¡Cuántas veces, todos los días, los padres
muerden el anzuelo de sus hijos, y quedan
atrapados en situaciones como la de
arriba! Y así premian su mala conducta y
la refuerzan al dedicarle tanta atención.
Y aunque los chicos dejen de portarse mal
por unos minutos, es casi seguro que
volverán a hacerlo de nuevo en cuanto
deseen llamar la atención, siempre que
sigamos actuando como ellos esperan.
¿Por qué los hijos se portan mal?
¿Qué buscan en realidad nuestros hijos
cuando se portan mal? Y, antes que nada,
¿Por qué se portan mal?
Generalmente es porque se siente mal
consigo mismos y están desalentados, Y
no hay porqué extrañarse de ellos si se
piensa en todo lo que tienen que aprender
y cumplir en los primeros años de vida.
Cuando son presa del desaliento porque
no logran hacer algo, la frustración los
lleva a retroceder a una etapa anterior y
a buscar ayuda en la única forma que
conocen: expresar sus temores, soledad,
preocupaciones, dudas y desánimo con una
conducta alterada.
Aquí van 5 formas muy comunes en que
suelen expresar esa conducta:
A continuación damos algunos ejemplos de esas cinco formas y de cómo los padres pueden
actuar en estos casos:
1. Llamar la atención Pepito de dos años de edad, llama la atención tirando la comida al piso. Cuando su mamá
le dice: “¡No hagas eso!”, deja de hacerlo; pero un minuto después, comienza de nuevo.
Su mamá le está dando la atención que él busca.
Buscar atención es muy común. Algunos niños la necesitan tanto que prefieren ser
castigados, reprendidos o quedarse sin comer, antes que ser ignorados.
Observa que le das cuando le das a tu hijo la atención que te exige: por un momento
deja de portarse mal pero luego le toma gusto en repetir esa mala conducta o bien se
porta mal de otra manera.
En cambio el mal comportamiento tiende a cesar cuando no se le presta atención,
cuando no se le hace caso o se le ignora. Por lo tanto es mejor no prestarle atención al
niño cuando la exige con un mal comportamiento o, por lo menos, no hacer lo que él
espera que hagamos.
La mamá de Pepito tiene que mimarlo, contarle cuentos, jugar con él y darle su atención
cuando él no se lo espera.
2. Luchar por el poder.
Mary, de 11 años, toma una actitud desafiante cuando se le pide que haga algo. Cuando
su padre insiste, hay escenas violentas que afectan a todos en casa. Probablemente se
trata de una lucha por el poder. Cuando se corrige a un niño que trata de dominar, éste,
1. Llamar la atención (en modo que los demás se ocupen de ellos).
2. Luchar, competir (tratando de dominar a los demás).
3. Vengarse (tratando de herir a los demás).
4. Mostrar incapacidad, desadaptación (dándose por vencidos).
5. Ganarse la aprobación de los amigos (vinculándose íntimamente
con ellos para encontrar atención y afecto).
a menudo, ignora la corrección o se porta aún peor. Y aún cuando parezca rendirse, en el
fondo permanece la actitud de rebeldía.
Usualmente no conviene ganar esta clase de batallas, pues al querer ganarlas no hace
más que empeorar las cosas.
El papá se Mary, en lugar de involucrarse en esa lucha por el poder, puede irse diciendo:
“Bueno, hablaremos de esto más tarde, Mary, cuando ambos estemos más calmos”. ¡Es
importante, por su puesto, no olvidarse de hablar de eso más tarde!
3. Vengarse
Liz, de 8 años, castiga a sus padres quejándose continuamente de la “comida malograda”
que le dan. Cuando ellos le prohíben decir eso, comienza a refunfuñar y hace de cada
comida una especie de cada tortura para sus padres. Liz ha encontrado una forma
eficaz de desquite. Y aunque no sea conciente de ello, lo que está buscando es vengarse.
Cuando los padres ganan siempre las luchas de poder, los hijos tratan de desquitarse
buscando maneras de herirlos y castigarlos. La tentación de los padres es devolver los
golpes, reprender, sermonear, etc., pero nada de eso funciona. Los hijos simplemente
cambian de táctica y encuentran otras formas de herir. Es por eso que el contraataque
no da resultado.
Situaciones como ésta no es fácil de resolver, pero si permaneces tranquilo y conservas
una actitud amistosa, evitarás que te domine la amargura. Lo mejor es tratar de
comprender serenamente porqué a Liz no le gusta la comida, pedirle que deje la mesa si
no quiere comer, y cambiar de argumento.
4. Hacerse el incapaz
Renato, de 5 años, flojea y pierde el tiempo cuando se trata de vestirse y no puede
“abrocharse los botones”. Mañana tras mañana la mamá de Renato muerde el anzuelo:
primero lo regaña y luego corre al rescate. Mostrándose incapaz, Renato consigue toda
la atención que quiere, aunque no haga ningún progreso en el aprendizaje para
abrocharse los botones.
Los hijos muy desalentados se muestran tan incapaces que a menudo sus padres acaban
por criticarlos o bien por ayudarlos, centrando toda su atención en la incapacidad que
ellos presentan. Esto, evidentemente empeora la situación, puesto que así el chico se
siente más incapaz y desadaptado que nunca, y no hay progreso alguno.
El primer paso que conviene dar en el trato con un chico que se hace el incapaz, es no
fijarse en su incapacidad criticándola y ni siquiera mencionándola. El segundo paso, es
descubrir alguna pequeña mejora o también alguna tentativa por mejorar y alentarla.
Esto sí que ayuda mucho.
5. La aprobación de los amigos
Jorge, de 15 años, regresa tarde a casa por quedarse con sus amigos. A pesar de todas
las advertencias y reproches de su mamá, sigue incumpliendo con el horario.
Para los chicos, a medida que pasan los años, se vuelve cada vez más importante
impresionar a sus amigos. Esto puede llevarlos a una conducta que preocupa a los padres
y hasta les hace saltar los nervios. En consecuencia, caen fácilmente en el hábito de
regañar y desaprobar.
Si la mamá de Jorge lo reprende en presencia de sus amigos, él se sentirá herido,
enojado y podrá volverse muy hostil. Será mejor que ella postergue este asunto y, por
el momento, se interese más bien en qué ha estado haciendo con sus amigos. Más tarde
podrá tocar el tema con mayor eficacia, como veremos en el capítulo sobre la disciplina.
Tenemos que cambiar el enfoque
Estos son algunos de los principales motivos por los cuales los hijos se
portan mal: conseguir atención, poder o venganza; mostrarse incapaces y
ganarse la aprobación de los amigos. Ellos no son conscientes de esto;
habitualmente se portan mal sin saber qué están buscando.
Cuado mi hijo(a) se porta mal, será útil preguntarme: “¿Cuáles son mis sentimientos en este
momentos? Mis sentimientos son la clave para encontrar cuáles de esas cinco cosas está
buscando. Cuando estoy fastidiado(a), el chico probablemente busca atención; cuando estoy
enojado(a) su objetivo probablemente es el poder; cuando me siento herido(a), eso significa
que tal vez busca venganza; el sentimiento de impotencia es habitualmente de que el chico
se muestra incapaz; y cuando me siento preocupado(a) o alarmado(a) puede ser que mi
hijo(a) este buscando la aprobación de sus amigos.
Una vez descubierto su objetivo, puedo evitar el anzuelo no reaccionando como suelo
hacerlo habitualmente. Muchos ven esto como el primer paso para poder ejercer más
eficazmente la paternidad.
Lo que sugerimos es que hagas algo inesperado, tal vez exactamente lo opuesto a lo que
haces normalmente. Si casi siempre te quedas pasivo, ponte firme. Rehúsa dar tu atención
cuando te la exijan. Retrocede cuando te des cuenta que te estás involucrando en una
discusión o pelea. Busca algo que alabar cuando te gustaría criticar. Ignora las riñas
mientras no hay un peligro real. Así puedes cambiar esas maneras irreflexivas de ser padre
que no son por nada eficaces, y ya no le darás tanto realce a los malos comportamientos de
tus hijos.
Dedicar más tiempo para estar juntos
En este curso se recalca la necesidad de actitudes acertadas para tratar con los hijos,
pero no es sólo asunto de actitudes por supuesto. Nuestra misión y deber principal como
padres es amar a nuestros hijos y esto requiere tiempo. Tiempo para hablar juntos. Tiempo
para escuchar. Tiempo para manifestar afecto, para reír y descansar juntos. Tiempo para
alentar. Tiempo para jugar. Tiempo para divertirnos juntos. Es de gran ayuda encontrar
tiempo para la sobremesa y para descansar juntos después de las comidas. Como también
planificar alguna diversión para toda la familia, tal vez en los fines de semana. Dar una
atención positiva y cargada de afecto a los hijos es una de las normas más eficaces y
poderosas de hacer lo contrario de lo que normalmente se hace.
ENTRAR EN CONTACTO
A. ¿Cuáles de los comportamientos siguientes te molestan en cualquiera de tus
hijos? Señala todos los que te molestan y, si lo deseas, añade otros a la lista.
1. No quiere levantarse por la mañana.
2. No se viste o no se asea
adecuadamente.
3. No se lava si no se le recuerda.
4. Deja la puesta abierta.
5. Bota la comida.
6. Sus malos modales en la mesa.
7. Contesta.
8. Pelea constantemente.
9. Sus berrinches y pataletas
10. Sus llantos y quejas.
11. Es muy lento(a)
12. Ensucia y desordena la casa.
13. No coopera en ninguna labor
doméstica.
14. Está demasiado tiempo delante de
la TV.
15. Miente.
16. Es muy introvertido(a).
17. No quiere irse a acostarse a la hora
18. Se recuesta en el sofá.
19. Sus faltas de respeto a los demás.
20. No se junta con nadie, no tiene
amigos.
21. Salta sobre los muebles.
22. Escribe en las paredes.
23. Llega siempre tarde a las comidas.
24. Está triste y deprimido.
25. Se queda fuera de casa hasta
tarde….
Otras:
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B. ¿Qué hago cuando está conducta me molesta?
1. Golpeo a mi hijo(a).
2. Lo(a) reprendo.
3. Ignoro ese mal comportamiento.
4. Boto a mi hijo(a).
5. Me voy yo.
6. Ya no le dirijo la palabra.
7. Lo(a) amenazo.
8. Le ruego.
9. Le ofrezco recompensas…
Otra:
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¿Qué me gustaría hacer en lugar de actuar así?
¿Qué podría funcionar mejor?
PLAN PARA LA SEMANA
Lo que sugerimos para esta semana es pensar en un ejemplo de mala conducta que
alguno de nuestros hijos va a tener (con el cual nuestra reacción es ineficaz) y
luego planificar algo inesperado, tal vez lo opuesto de lo que acostumbramos hacer.
No hay ninguna garantía que eso funcione; probablemente funcionará; de todos
modos nada tenemos que perder, puesto que nada efectivo hemos conseguido hasta
ahora.
Cuanto más concretos seamos al planificar lo que vamos a hacer, tanto mejor.
Hay algunas sugerencias en el último párrafo de la sección “Cambiemos de
enfoque”: nos ayudarán a escribir más abajo exactamente lo que vamos a hacer.
¿Con quién? ¿Cuándo? ¿Dónde?
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Tabla I – EVITAR EL ANZUELO
Está tabla contiene un resumen del capítulo I, y puede
ayudarte a ser más eficaz en el ejercicio de tu paternidad.
ANZUELO Los PADRES VEN el
anzuelo
Se quedan
ATRAPADOS
COMO EVITARLO
Riñas y peleas
constantes entre Juan
y Sara: gritos, quejas y
acusaciones para
conseguir la atención
de su mamá.
Cuando los hijos
buscan atención, por lo
general los padres se
sienten fastidiados.
La mamá premia está
conducta con su
atención, cuando trata
de solucionar las
peleas, e interviene
para corregir,
reprender, amonestar,
etc. El mal
comportamiento
continúa. Su método no
es eficaz.
Mientras no haga un
verdadero peligro,
mejor no involucrarse
en las peleas de los
hijos. Rehusarles la
atención cuando la
exigen. Darles la
atención positiva que
no esperan.
Richy, de 11 años, se
niega terminantemente
a sacar los platos de la
mesa y ayudar a
lavarlos.
Las luchas de poder de
los hijos, a menudo
causan enojo en sus
padres.
Las reprimendas del
papá obligan a Richy a
obedecer. Pero él
siente odio por su papá
y piensa cómo
vengarse.
Casi siempre es mucho
más ventajoso no ganar
las luchas de poder. Es
mejor no involucrarse
y tratar el asunto más
tarde, cuando todos
estén más serenos.
Son ya 3 semanas que
María, de 17 años, no
le habla a su padre.
Cuando el hijo busca
vengarse, el padre se
siente muy herido.
El papá grita, se
enfurece y amenaza a
su hija; pero ella se
atrinchera aún más en
su amargura.
No valen las
represalias. Si los
padres permanecen
serenos y amistosos, el
ambiente irá
mejorando.
Coco de 8 años es
lento y torpe y no
tiene amigos.
Cuando el hijo muestra
incapacidad, los padres
se sienten
desamparados y no
saben que hacer.
Los padres de Coco a
veces le ruegan, otras
le reprenden, otras no
le dicen nada. A
menudo se compadecen
y hacen ellos las tareas
de él. Coco no hace
ningún progreso.
Ni la pena ni la crítica
sirven de algo. Fijarse
en los esfuerzos y en
las mejoras y
resaltarlos. Con
alentar se logran
maravillas.
Melina de 13 años ha
hecho amistad con
otras dos chicas. Han
perdido todo interés
en los estudios y
tardan cada vez más
en regresar a casa por
las tardes.
Cuando el hijo busca la
aprobación de los
amigos, los padres
pueden sentirse
preocupados y
ansiosos.
Los padres de Melisa
la amonestan, la
reprenden y amenazan.
Los roces son
constantes y los
sentimientos
negativos. El ambiente
en casa es
desagradable y
deprimente.
Mostrar interés en
Melisa y sus amigas y
darse tiempo para
charlar con ella. Sin
embargo, para
problemas más serios
la acción es más
efectiva que las
palabras.
Esta tabla se basa en los descubrimientos y las ideas de Alfred Adler tal
como los han desarrollado R. Dreikurs, Don Dinkmeier y Gary McKay.
SUGERENCIAS
a los PADRES
Cuando los chicos se sienten mal consigo mismo no pueden pensar claramente; tratan
de conseguir atención, poder, etc., creyendo que así volverán a sentirse bien. ¡No muerdan
ese anzuelo! Pues con eso no lo contentarán y lo único que conseguirán será premiar y
reforzar su mala conducta. Más bien traten de hacer algo desacostumbrado lo opuesto que
suelen hacer normalmente. (Ignoren las riñas, retírense, salgan del cuarto por un
momento…) Así cambiarán las reglas del juego y pronto verán que la situación mejora.
Naturalmente es importante también alentar la conducta positiva de los hijos, dedicándoles
después, tan pronto como puedan, más tiempo, atención y aliento.
Tratamos a nuestros hijos en formas rígidas, irreflexivas, de acuerdo a un patrón
fijo y no es fácil cambiar hábitos de toda una vida. Por eso nos conviene a puntar a un
pequeño cambio por vez. Olvidemos eso de ser padres perfectos y fijémonos tan sólo en una
situación concreta en la cual no tenemos éxito, tal vez con un solo hijo, limitándonos a no
hacer lo que hacemos habitualmente. ¡Este puede ser un gran comienzo!
Los cuatro pilares de una buena relación son:
1. Respeto mutuo.
(Me respeto a mí mismo y te respeto a ti. Por eso no voy a permitir que me pases
encima. Esto implica comunicar al otro que él vale tanto como nosotros).
2. Aliento
3. Tiempo para las diversiones.
(La diversión es muy importante para despejar una situación y ganarse la
colaboración).
4. Cariño.
(Compartido con todos los miembros de la familia. Tengo que comunicarle
regularmente a mis hijos que ellos son muy importante para mí y que los amo. Esto
ayuda muchísimo a encontrar tiempo para darles atención y, si es necesario, para
planificar paseos, diversiones, comidas fuera de casa… Todo esto contribuye a crear
ese ambiente de afecto sereno que tanto se necesita para el crecimiento y
desarrollo de los hijos.)
Investigaciones recientes muestran que los hijos que están con uno sólo de los
padres no están necesariamente en desventaja y que a menudo resultan más maduros y
equilibrados que los otros, debido al mayor tiempo que su mamá o su papá les dedican. Otras
investigaciones constatan que los chicos cuyos padres se aman, tienen el mejor punto de
partida para crecer y avanzar en la vida. De aquí la importancia que los padres dediquen
bastante tiempo a estar juntos entre ellos y con los hijos.
Si están en casa todo el día con el niño, necesitan un descanso. Resérvense por lo
menos una media hora, cada día, para estar relajados y tranquilos. Es bueno recostarse de
modo que los pies no toquen el piso. Recuerden que esto no sirve sólo para su salud sino que
también se lo deben a sus hijos.
No teman, alguna vez, ignorar un mal comportamiento. Ignorar no es lo mismo que
aprobar. ¿Recuerdan alguna ocasión en que alguien los ignoró? ¿No es cierto que eso les hizo
sentir mal durante horas?
“Si mis hijos se atreven a contestarme
les doy su buen sopapo. Mientras
duermen bajo este techo, tendrán que
hacer lo que se les dice.”
COMENTARIOS de PADRES
participantes en este curso
“Realmente hemos llegado demasiado lejos. Mis hijos hacen lo que quieren en
casa. No me respetan. Todo lo que hago por ellos lo dan por descontado. Su
radio a todo volumen me da mal de cabeza, pero no quieren apagarlo por más
que se lo pida. No quieren hablar con su padre. Es una especie de guerra fría.”
“Eso de detenerme a pensar que
busca realmente mi hijo, me
parece una tontería. Cuando los
chicos se portan mal, lo que
necesitan es una cachetada y no
que nos metamos a sicólogos.”
“Lo que más me ayuda es el apoyo
que recibo aquí de los padres de
familia. Aún sólo el saber que
tienen problemas similares a los
míos…”
Hace algunos años supe de un papá que se pasaba todas las mañanas del sábado con
sus hijos, uno a la vez, haciendo lo que el niño quisiera. Me pareció una buena idea y
comencé a hacer lo mismo. Desde entonces he hecho de todo: el explorador, el
ciclista, el jugador de fútbol, el cazador, me he ido de paseo al campo y hasta trepé
árboles…Pero el amor a la confianza de mis hijos ha crecido mucho y estoy seguro
que les he dejado recuerdos que les durarán toda su vida.”
2
C0MO SER MEJORES PAPAS
MANUAL DEL PARTICIPANTE
SEGUNADA EDICIÓN
Tomasito, de 4 años, no sabe vestirse. Cada mañana su mamá le repite que debe
comenzar a vestirse, amenaza con castigarlo si no se esfuerza por hacerlo y acaba
por vestirlo ella misma mientras lo riñe airadamente. Tomasito ha aprendido qué
bueno es no ser capaz, puesto que con ello consigue a muy poco precio mucha
atención de su mamá y ser vestido por ella. En lugar de tomarse tiempo para
enseñarle a Tomasito a vestirse sólo su mamá le está enseñando a no ser
responsable. Pero ella, por su puesto, no se da cuenta de esto.
Nadie en casa espera que Anita, de 20 años, haga alguna tarea doméstica. Su mamá
cocina, limpia la mesa, lava platos y cubiertos, plancha la ropa y hasta le tiende la
cama y ordena su cuarto. ”No quiero echarle a perder sus mejores años –dice la mamá- yo amo a mis hijos y no quiero que sufran lo que tuve que sufrir yo cuando era pequeña.”
La mamá de Anita se quedaría muy sorprendida si alguien le hiciese notar que está
haciendo de su hija una irresponsable.
FIJEMONOS EN NOSOTROS MISMOS
En ambos ejemplos, las intenciones de las
mamás son buenas, pero su falta está en
que actúan siempre de la misma forma,
sin reflexionar ni darse cuenta que ésta
lleva al resultado opuesto al que ellas
persiguen. Así sus hijos no llegarían a ser
responsables. Se desviven por ellos,
haciendo todo lo que, a su juicio deben
hacer los buenos papás, pero no se
preguntan lo que más importa: -¿Cómo
ayudar a mis hijos para que lleguen a ser
personas maduras y responsables?
Si los padres quieren que sus hijos
lleguen a ser así, es preciso que
comiencen por fijarse en si mismos, en
sus propias actitudes y en su conducta.
Tomemos el rol de cada sexo, por
ejemplo. Los chicos aprenden muchísimo
acerca del papel del hombre y de la mujer
de la conducta de sus padres y de lo que
éstos esperan de ellos. Piensen qué
distinta es la preparación para la vida de
un muchacho que ha aprendido a cocinar,
limpiar, coser, etc., y que ha vista a hacer
todo eso, en casa. A los niños y niñas de
los últimos años de primaria ya se les
puede pedir que planchen su ropa y
confiar que lo hagan bien.
A veces algunos padres de adolescentes
piensan que ya es demasiado tarde. Por
mala que sea la situación de la familia y
por desesperada que parezca, siempre
hay esperanza. El cambio es siempre
posible en cada aspecto importante de la
vida de una familia. Esto no es teoría; se
deduce de un gran número de
experiencias.
Dejar de ser un “buen” papá… ¿En qué hay que cambiar?
Uno de los más grandes cambios
promovidos por este curso es de dejar de
ser “buen” papá para volvernos padres
responsables. Los “buenos” padres hacen
todo lo que pueden por sus hijos. Se
vuelven sus sirvientes. Recogen la ropa
que ellos dejan tirada, preparan sus
loncheras, los vigilan cuando comen, los
ayudan a vestirse, intervienen en sus
peleas, etc.…
A pesar de sus buenas intenciones, estos
“buenos” padres causan muchísimo daño.
Asumiendo ellos las responsabilidades de
sus hijos, los vuelven demasiados
dependientes y sumisos (¡o rebeldes!). No
permiten que aprendan de sus propias
experiencias ni de las consecuencias de
sus acciones; y, al tomar tantas
decisiones en su lugar, los vuelven pasivos
e inseguros.
…Y ser un papá responsable Una alternativa al “buen” padre es el
padre responsable. Este trata a sus hijos
con imparcialidad y respeto; los anima
como pueda a tomar sus propias
decisiones y afrontar las consecuencias
de esas decisiones.
Los “buenos papás” no respetan a sus
hijos y tampoco se respetan a sí mismos
cuando permiten que los hijos los traten
como sirvientes.
Es notable cómo se vuelven responsables
los chicos cuando se les da
responsabilidad. Niños de siete años
pueden preparar su propia lonchera; los
chicos de cualquier edad pueden
solucionar sus peleas; los adolescentes,
con un buen despertador, pueden tomar
ellos mismos la responsabilidad de
levantarse por la mañana o afrontar las
consecuencias si llegan tarde al colegio.
Todo esto libra a los padres de muchas
penas y lágrimas. Y es una manera mucho
más responsable y eficaz de proceder.
Los padres responsables son firmes pero
no autoritarios. Respetan los derechos de
sus hijos pero también exigen que éstos
respeten los propios.
Si los chicos, por ejemplo, están jugando
muy ruidosamente en la cocina, la mamá
puede decirles: “Oigan, este ruido es
demasiado para mi. O hacen algo más
callado aquí, o bien se van a jugar afuera
o en otro cuarto. ¿Qué prefieren?”
Hablándoles así, con calma, la mamá
reivindica sus derechos y al mismo
respeta el derecho a sus hijos a elegir.
Tomemos el caso de Pablo quien siempre
pierde sus cosas. Mientras tena “buenos”
papás que se pasan la vida buscando los
zapatos, los juguetes y todo lo que el
pierde continuamente, nunca aprenderá a
tener más cuidado. Sólo cuando comience
a sufrir las consecuencias de sus
descuidos podrá comenzar a volverse más
responsable.
La actitud de los padres responsables es
más eficaz que reprochar, prohibir o
quitarles a los hijos la libertad de eligir.
Los ayuda a madurar acrecentando la
confianza en sí mismos y su sentido de
responsabilidad. El animarlos, apoyarlos y
retarlos a que tomen sus propias
opciones, contribuye grandemente a una
mejor formación de su conciencia.
La NECESIDAD de GUIARLOS y ENSEÑARLES
Comúnmente, aquí incurrimos en un
error. Dar responsabilidad a los
chicos no significa tirarse al
abandono como padres. Si no los
vigilamos, no los apoyamos, ni los
guiamos, les estamos dando
responsabilidades excesivas que ellos
aún no son capaces de asumir. Por
esto, es esencial. Por esto, tenemos
que proceder gradualmente, por
etapas. Es esencial darnos tiempo
para enseñarles y entrenarlos.
Desafortunadamente los padres, a
veces, se sienten felices de que el
hijo se esté quieto y sin molestar,
aunque este pasando horas de horas'
delante de la TV. o tirado en su cama
en la más completa apatía. Es
importante, entonces, que sepamos
darnos el trabajo de incentivar su
creatividad y responsabilidad. Esto,
tal vez, encontrará la hostilidad del
chico al principio, pero luego él se
deja involucrar en la nueva situación:
pintar, leer, cuidar el jardín o lo que
sea.
A medida que los hijos van asumiendo
nuevas tareas, los padres tenemos
que estar a su lado, ser su mejor
amigo/a, alentados, contestar sus
preguntas, enseñarles y ayudarles
cuando sea necesario, dejando
siempre que ellos lo intenten por sí
El obispo Fénelon al Delfín de Francia, confiado por
el rey a su educación: “Le prometo, príncipe, que
haré lo posible para que pueda prescindir lo más
pronto de mí”.
solos y pasando gradualmente a un
segundo plano, felices al ver que ellos
crecen y mejoran.
De vez en cuando podemos acercarnos
a ellos y verlos pintar, jugar, crear,
experimentar, explorar, descubrir...
Estar con ellos cuando aprenden a
vestirse solos, a limpiar sus dientes,
amarrarse los zapatos, cruzar la
pista, montar bicicleta, lavarse el
cabello, cocinar, tocar guitarra, hacer
sus tareas, lavar los platos, coser,
etc.
No importa si no sabemos hacer las
tareas escolares de nuestros hijos ni
tocar guitarra, pues no se trata sólo
de desarrollar su sentido de
responsabilidad, sino también de
alentados y crear un vínculo de amor
entre ellos y nosotros.
Si nos tienen cerca, verán el nuevo
reto como fuente de alegría y no
como una carga.
ENTRAR EN CONTACTO
Aquí va una lista de cosas que muchos padres hacen en lugar de sus hijos y que bien podrían hacerlas ellos mismos. Leo la lista subrayo aquello que hago yo (o mi pareja) y que podrían hacer ellos. Sí hay tiempo, sería interesante preguntarme a qué edad creo yo que mis hijos estarían en capacidad de asumir alguna de estas responsabilidades, 1. Despertarlos por la mañana.
2. Tenderles la cama, ordenar/limpiar la habitación.
3. Escogerles la ropa para el día siguiente y dejársela sobre la cama.
4. Vestirles, amarrarles los zapatos.
5. Escoger y comprar su ropa.
6. Prepararles el desayuno y la lonchera, cocinar, calentarle la comida.
7. Ordenar su ropero, recoger la ropa y los juguetes que dejan tirados
8. Bañarlos, lavarles la cara, el cabello, cepillarle los dientes, peinarlos.
9. Ver si comen.
10. Plancharles la ropa, coser, tejer, remallar, poner botones.
11. Poner la mesa y levantarla.
12. Limpiar el piso de la cocina, quitar el polvo, pasar la a-sp;--adora.
13. Limpiar y trapear el baño, limpiar la-s ventanas.
14. Clasificar y ordenar la ropa recién lavada.
15. Separarlos y calmarlos cuando se pelean.
16. Ir al correo o a la tienda.
17. Hacer con ellos todas sus tareas escolares.
18. Cortar el césped, cavar en el jardín, plantar o sembrar flores o vegetales.
19. Inventar rezos; dirigir la oración.
20. Arreglar la bicicleta.
21. Cambiar fusibles.
22. Usar el martillo, la sierra; cortar la leña.
23. tomar las decisiones sobre el quehacer de cada día, con quien deben juntarse, su
porvenir.
24. otros.
PLAN DE LA SEMANA ¿Qué estoy haciendo por mis hijos que pueden hacer ellos?
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¿Qué nuevas responsabilidades puedo confiarles durante esta semana?
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Ser lo más concreto posible: ¿Qué, a quién, cuándo, cómo empezar?
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Tabla II - ¿QUÉ CLASE DE PAPÁ/MAMÁ SOY? Se me pide que considere los dos tipos de padres que presenta esta tabla y que diga si
estoy de acuerdo con que su conducta tiene los efectos señalados en la segunda y cuarta
columna.
“BUEN” PAPÁ o MAMÁ El/la que desarrolla RESPONSABILIDAD
CONDUCTA EFECTOS CONDUCTA EFECTOS
1. Gobierna mediante
premios o castigos.
Tiene siempre razón.
Espera obediencia y
tiene que ganar a
toda costa.
El niño se rebela o
se vuelve pasivo.
Dice mentiras. No
aprende a auto
controlarse.
Deja que sus hijos
tomen decisiones.
Es positivo/a y los
alienta.
Crece la confianza
de los hijos y estos
aprenden a tomar
decisiones.
2. Quiere la
perfección. Siempre
está encontrando
defectos. Exige que
los hijos se porten
en modo de merecer
la aprobación de los
vecinos.
Los hijos se
desaniman: no logran
estar a la altura. Tal
vez intenten ser
“perfectos”. Muy
ansiosos por
agradar.
Se siente feliz por
cualquier pequeño
progreso de sus
hijos. Alienta sus
esfuerzos.
El hijo gana
confianza en sí
mismo. Se siente
más decidido a
seguir adelante.
3. Es suspicaz. No
confía en sus hijos.
Los rodea de reglas
y reglamentos.
El chico se siente
culpable.
Desconfía de los
demás.
Confía en sus hijos y
ve lo bueno que
hacen. Los alienta
para que sigan
mejorando.
Los hijos crecen en
libertad y confianza
en sí mismos.
Aprenden a confiar
en los demás.
4. Se siente superior
y toma sobre sí las
responsabilidades de
sus hijos. Es sobre
protector/a. Se
compadece. Los
humilla. Los malcría.
El hijo se siente
incapaz. Espera que
los demás lo hagan
todo.
Trata siempre con
respeto a sus hijos y
los anima a ser cada
vez más
responsables.
Los hijos aprenden a
respetarse a sí
mismos. Se vuelven
más responsables.
5. No sabe decir que
no. conciente
constantemente a
sus hijos. Se deja
pisar por ellos.
El hijo se vuelve
malcriado y auto
suficiente. No logra
tener amigos. Exige
siempre más.
Es firme. Respeta
los derechos de los
hijos y hace
respetar los suyos.
Promueve la
cooperación.
El hijo aprende a
cooperar. Hace
amigos fácilmente.
SUGERENCIAS a los PADRES
Animen a sus hijos para que aprendan a cocina, coser, planchar y hacer las tareas
de] hogar; y ayuden a sus hijas a usar el destornillador, a cambiar un enchufe eléctrico,
a cavar el jardín... Su ejemplo es parte importante de esta enseñanza.
Una de las mejores maneras de ayudar a la gente a ser responsable es dándole
responsabilidad. Apliquen esto a sus hijos. Pregúntense: "¿Qué halo yo por mis hijos
que podrían hacer ellos?". Planifiquen cómo pueden involucrarlos gradualmente para que
asuman alguna nueva responsabilidad.
Ir dando a los hijos cada vez mayor responsabilidad, por una parte alivia las
tensiones entre ellos y ustedes, por otra aligera el peso que ustedes llevan sobre sus
hombros. Pero el principal motivo para actuar así no es ninguno de éstos, sino el ayudar
a los hijos a crecer en corresponsabilidad, solidaridad y el cuidado de sí mismos.
No crean en que los niños puedan asumir nuevas responsabilidades de un momento a
otro.
Dedíquenles tiempo para enseñarles, animarlos y mostrarles cómo se hace. Hagan en
modo que la nueva tarea resulte agradable y hasta divertida, si es posible; y ayuden
al/la niño/a a verla como un crecimiento responsable y solidario que es preciso lograr.
Sigan apoyándolo/a todo el tiempo que sea necesario (y no den nunca por descontada su
contribución).
Muchos padres encuentran muy útiles estos 5 pasos:
1. Decirle lo que tiene que hacer.
2. Mostrarle cómo se hace.
3. Dejar que él lo haga.
4. Observar y revisar a menudo lo que hace.
5. Seguir animándolo a progresar.
Promover la responsabilidad de los hijos no significa sólo confiarles más
tareas, sino también darles más libertad para que tomen sus propias decisiones y
elijan qué comer y comprar, cómo vestirse y pasar su tiempo libre. Tal como sucede
con las tareas, también para esto es preciso dedicar tiempo a prepararlos,
enseñarles, alentarlos, apoyarlos y a seguir retándolos para que sepan
comportarse. Es importante comenzar este proceso en seguida y no posponerlo.
Siendo responsables, ustedes animan a sus hijos para que también ellos lo
sean: con su disciplina para la comida y la bebida; con no prestar oído a los chismes;
con su sinceridad y honradez, su amor y fidelidad conyugal, su trato con los
vecinos...
Puede ser una buena idea darles a sus hijos un pequeño sueldo semanal en
lugar de las propinas para golosinas y diversiones. Esto puede ayudarlos a ser
responsables de sus gastos y enseñarles a balancear su presupuesto.
Dejar de ser un "buen" papá (o una "buena" mamá), no significa volverse
menos cariñosos. El calor, el cuidado y el cariño son esenciales. Obviamente, no es
sólo asunto de caricias y besos. Puede significar simplemente estar con ellos y
seguir cuidándolos aun cuando la situación sea muy difícil. Por consiguiente,
tenemos que aplicar estas nuevas ideas con mucho amor; no volvernos fríos y
calculadores, sino seguir siendo acogedores y cariñosos. De la misma forma, no es
suficiente que les digamos: "Arreglen entre ustedes esta pelea". Es preciso que
nos sentemos con ellos y hablemos del modo de solucionar sin violencia el conflicto.
COMENTARIOS de PADRES participantes en este curso.
Jamás se me habría ocurrido que un hijo mío, de
12 años, pudiera interesarse en la cocina; pero
ahora le encanta preparar la comida del sábado.
El primer sábado me ayudó. El segundo yo lo
ayudé a él. El tercer sábado me pidió que me
saliera de la cocina…Y ahora me sorprende con
los platos que prepara.
Yo pienso que es deber de toda madre
atender a sus hijos. A ellos no se les puede
pedir que además de sus tareas escolares
hagan también las tareas del hogar. Ya
tendrán bastantes sufrimientos, cuando
terminen el colegio, para ir adelante en la
vida, para que tengamos que echarles más
peso encima ahora que son todavía niños. No
debemos poner límite a nuestro amor.
Me da vergüenza confesar que mi hija hasta
ahora no ha aprendido a manejar la bicicleta,
es porque desde que tenía tres años nunca
quise darme tiempo para ella. Siempre le fui
sacando el pretexto de que todavía no tenía
edad.