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1 Como ser mejores padres Manual del participante

Escuela para padres

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Page 1: Escuela para padres

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Como ser mejores padres Manual del participante

Page 2: Escuela para padres

Primera Sesión

ROSA Mamá, ¡Pablo me pegó!

MAMÁ ¡Pablo! (pausa) ¡¡Pablo!!

PABLO ¿Qué pasa?

MAMÁ ¿Por qué le pegaste a tú hermana?

PABLO Yo no le pegué. Me estaba molestando y la empujé.

ROSA ¡No es cierto, mamá! Yo estaba viendo mi programa de TV, cuando

llegó él, cambió de canal y luego me pegó cuando yo trate de volver

al mío.

PABLO ¡Yo no te pegué, llorona! Cambié de canal porque siempre veo ese

programa y tú lo sabes, cojuda.

MAMÁ Pablo, ¡no permito que uses este lenguaje en mi casa! No se cuantas

veces te he dicho que no tienes que insultar a nadie. ¡Te voy a

matar uno de estos días, si no dejas de hacerlo!

PABLO ¡Claro, siempre yo tengo la culpa! Este angelito ¡nunca hace nada

bien! ¡Estoy harto de que siempre me acusen a mí! (sale golpeando

la puerta).

MAMÁ (Corre a la puerta) ¡Pablo! ¡Vuelve atrás inmediatamente y sal como

lo hace una persona decente! No es ésta la forma de comportarse…

Cómo mordemos el anzuelo

Esta escenas son muy comunes es las la

familias. Estar peleando con los chicos

molesta y desalienta a los padres quienes

a menudo no saben qué hacer.

¿Qué pensar de la forma en que la mamá

de Pablo manejó la situación? No parece

que diera buenos resultados, ¿verdad?

Las peleas, los insultos y las acusaciones

mutuas son obviamente problemas que

siguen brotando una y otra vez en su

familia. ¿Haz notado cómo mordió el

anzuelo que le pusieron sus hijos? Primero

el de Rosa y luego el de Pablo. Sus hijos

probablemente ya sabían exactamente lo

que ella iba a decir para regañarlos,

amenazarlos y tratar de corregirlos en el

acto. Ella hace lo que puede para ser una

buena mamá, pero actúa siempre de esa

manera tan ineficaz.

En realidad la mayoría de los chicos saben

muy bien cómo llamar la atención de sus

padres. Son expertos en el arte de

atraparnos con sus problemas y peleas. Es

como que les bastara oprimir un botón

para conseguir que los regañemos,

sermoneemos, amenacemos peguemos…y

hasta vayamos a buscar lo que se les ha

perdido y hagamos en su lugar ¡lo que

ellos son perfectamente capaces de

hacer por si mismos!

¡Cuántas veces, todos los días, los padres

muerden el anzuelo de sus hijos, y quedan

atrapados en situaciones como la de

arriba! Y así premian su mala conducta y

la refuerzan al dedicarle tanta atención.

Y aunque los chicos dejen de portarse mal

por unos minutos, es casi seguro que

volverán a hacerlo de nuevo en cuanto

deseen llamar la atención, siempre que

sigamos actuando como ellos esperan.

Page 3: Escuela para padres

¿Por qué los hijos se portan mal?

¿Qué buscan en realidad nuestros hijos

cuando se portan mal? Y, antes que nada,

¿Por qué se portan mal?

Generalmente es porque se siente mal

consigo mismos y están desalentados, Y

no hay porqué extrañarse de ellos si se

piensa en todo lo que tienen que aprender

y cumplir en los primeros años de vida.

Cuando son presa del desaliento porque

no logran hacer algo, la frustración los

lleva a retroceder a una etapa anterior y

a buscar ayuda en la única forma que

conocen: expresar sus temores, soledad,

preocupaciones, dudas y desánimo con una

conducta alterada.

Aquí van 5 formas muy comunes en que

suelen expresar esa conducta:

A continuación damos algunos ejemplos de esas cinco formas y de cómo los padres pueden

actuar en estos casos:

1. Llamar la atención Pepito de dos años de edad, llama la atención tirando la comida al piso. Cuando su mamá

le dice: “¡No hagas eso!”, deja de hacerlo; pero un minuto después, comienza de nuevo.

Su mamá le está dando la atención que él busca.

Buscar atención es muy común. Algunos niños la necesitan tanto que prefieren ser

castigados, reprendidos o quedarse sin comer, antes que ser ignorados.

Observa que le das cuando le das a tu hijo la atención que te exige: por un momento

deja de portarse mal pero luego le toma gusto en repetir esa mala conducta o bien se

porta mal de otra manera.

En cambio el mal comportamiento tiende a cesar cuando no se le presta atención,

cuando no se le hace caso o se le ignora. Por lo tanto es mejor no prestarle atención al

niño cuando la exige con un mal comportamiento o, por lo menos, no hacer lo que él

espera que hagamos.

La mamá de Pepito tiene que mimarlo, contarle cuentos, jugar con él y darle su atención

cuando él no se lo espera.

2. Luchar por el poder.

Mary, de 11 años, toma una actitud desafiante cuando se le pide que haga algo. Cuando

su padre insiste, hay escenas violentas que afectan a todos en casa. Probablemente se

trata de una lucha por el poder. Cuando se corrige a un niño que trata de dominar, éste,

1. Llamar la atención (en modo que los demás se ocupen de ellos).

2. Luchar, competir (tratando de dominar a los demás).

3. Vengarse (tratando de herir a los demás).

4. Mostrar incapacidad, desadaptación (dándose por vencidos).

5. Ganarse la aprobación de los amigos (vinculándose íntimamente

con ellos para encontrar atención y afecto).

Page 4: Escuela para padres

a menudo, ignora la corrección o se porta aún peor. Y aún cuando parezca rendirse, en el

fondo permanece la actitud de rebeldía.

Usualmente no conviene ganar esta clase de batallas, pues al querer ganarlas no hace

más que empeorar las cosas.

El papá se Mary, en lugar de involucrarse en esa lucha por el poder, puede irse diciendo:

“Bueno, hablaremos de esto más tarde, Mary, cuando ambos estemos más calmos”. ¡Es

importante, por su puesto, no olvidarse de hablar de eso más tarde!

3. Vengarse

Liz, de 8 años, castiga a sus padres quejándose continuamente de la “comida malograda”

que le dan. Cuando ellos le prohíben decir eso, comienza a refunfuñar y hace de cada

comida una especie de cada tortura para sus padres. Liz ha encontrado una forma

eficaz de desquite. Y aunque no sea conciente de ello, lo que está buscando es vengarse.

Cuando los padres ganan siempre las luchas de poder, los hijos tratan de desquitarse

buscando maneras de herirlos y castigarlos. La tentación de los padres es devolver los

golpes, reprender, sermonear, etc., pero nada de eso funciona. Los hijos simplemente

cambian de táctica y encuentran otras formas de herir. Es por eso que el contraataque

no da resultado.

Situaciones como ésta no es fácil de resolver, pero si permaneces tranquilo y conservas

una actitud amistosa, evitarás que te domine la amargura. Lo mejor es tratar de

comprender serenamente porqué a Liz no le gusta la comida, pedirle que deje la mesa si

no quiere comer, y cambiar de argumento.

4. Hacerse el incapaz

Renato, de 5 años, flojea y pierde el tiempo cuando se trata de vestirse y no puede

“abrocharse los botones”. Mañana tras mañana la mamá de Renato muerde el anzuelo:

primero lo regaña y luego corre al rescate. Mostrándose incapaz, Renato consigue toda

la atención que quiere, aunque no haga ningún progreso en el aprendizaje para

abrocharse los botones.

Los hijos muy desalentados se muestran tan incapaces que a menudo sus padres acaban

por criticarlos o bien por ayudarlos, centrando toda su atención en la incapacidad que

ellos presentan. Esto, evidentemente empeora la situación, puesto que así el chico se

siente más incapaz y desadaptado que nunca, y no hay progreso alguno.

El primer paso que conviene dar en el trato con un chico que se hace el incapaz, es no

fijarse en su incapacidad criticándola y ni siquiera mencionándola. El segundo paso, es

descubrir alguna pequeña mejora o también alguna tentativa por mejorar y alentarla.

Esto sí que ayuda mucho.

5. La aprobación de los amigos

Jorge, de 15 años, regresa tarde a casa por quedarse con sus amigos. A pesar de todas

las advertencias y reproches de su mamá, sigue incumpliendo con el horario.

Para los chicos, a medida que pasan los años, se vuelve cada vez más importante

impresionar a sus amigos. Esto puede llevarlos a una conducta que preocupa a los padres

y hasta les hace saltar los nervios. En consecuencia, caen fácilmente en el hábito de

regañar y desaprobar.

Si la mamá de Jorge lo reprende en presencia de sus amigos, él se sentirá herido,

enojado y podrá volverse muy hostil. Será mejor que ella postergue este asunto y, por

el momento, se interese más bien en qué ha estado haciendo con sus amigos. Más tarde

podrá tocar el tema con mayor eficacia, como veremos en el capítulo sobre la disciplina.

Page 5: Escuela para padres

Tenemos que cambiar el enfoque

Estos son algunos de los principales motivos por los cuales los hijos se

portan mal: conseguir atención, poder o venganza; mostrarse incapaces y

ganarse la aprobación de los amigos. Ellos no son conscientes de esto;

habitualmente se portan mal sin saber qué están buscando.

Cuado mi hijo(a) se porta mal, será útil preguntarme: “¿Cuáles son mis sentimientos en este

momentos? Mis sentimientos son la clave para encontrar cuáles de esas cinco cosas está

buscando. Cuando estoy fastidiado(a), el chico probablemente busca atención; cuando estoy

enojado(a) su objetivo probablemente es el poder; cuando me siento herido(a), eso significa

que tal vez busca venganza; el sentimiento de impotencia es habitualmente de que el chico

se muestra incapaz; y cuando me siento preocupado(a) o alarmado(a) puede ser que mi

hijo(a) este buscando la aprobación de sus amigos.

Una vez descubierto su objetivo, puedo evitar el anzuelo no reaccionando como suelo

hacerlo habitualmente. Muchos ven esto como el primer paso para poder ejercer más

eficazmente la paternidad.

Lo que sugerimos es que hagas algo inesperado, tal vez exactamente lo opuesto a lo que

haces normalmente. Si casi siempre te quedas pasivo, ponte firme. Rehúsa dar tu atención

cuando te la exijan. Retrocede cuando te des cuenta que te estás involucrando en una

discusión o pelea. Busca algo que alabar cuando te gustaría criticar. Ignora las riñas

mientras no hay un peligro real. Así puedes cambiar esas maneras irreflexivas de ser padre

que no son por nada eficaces, y ya no le darás tanto realce a los malos comportamientos de

tus hijos.

Dedicar más tiempo para estar juntos

En este curso se recalca la necesidad de actitudes acertadas para tratar con los hijos,

pero no es sólo asunto de actitudes por supuesto. Nuestra misión y deber principal como

padres es amar a nuestros hijos y esto requiere tiempo. Tiempo para hablar juntos. Tiempo

para escuchar. Tiempo para manifestar afecto, para reír y descansar juntos. Tiempo para

alentar. Tiempo para jugar. Tiempo para divertirnos juntos. Es de gran ayuda encontrar

tiempo para la sobremesa y para descansar juntos después de las comidas. Como también

planificar alguna diversión para toda la familia, tal vez en los fines de semana. Dar una

atención positiva y cargada de afecto a los hijos es una de las normas más eficaces y

poderosas de hacer lo contrario de lo que normalmente se hace.

ENTRAR EN CONTACTO

A. ¿Cuáles de los comportamientos siguientes te molestan en cualquiera de tus

hijos? Señala todos los que te molestan y, si lo deseas, añade otros a la lista.

1. No quiere levantarse por la mañana.

2. No se viste o no se asea

adecuadamente.

3. No se lava si no se le recuerda.

4. Deja la puesta abierta.

5. Bota la comida.

6. Sus malos modales en la mesa.

7. Contesta.

Page 6: Escuela para padres

8. Pelea constantemente.

9. Sus berrinches y pataletas

10. Sus llantos y quejas.

11. Es muy lento(a)

12. Ensucia y desordena la casa.

13. No coopera en ninguna labor

doméstica.

14. Está demasiado tiempo delante de

la TV.

15. Miente.

16. Es muy introvertido(a).

17. No quiere irse a acostarse a la hora

18. Se recuesta en el sofá.

19. Sus faltas de respeto a los demás.

20. No se junta con nadie, no tiene

amigos.

21. Salta sobre los muebles.

22. Escribe en las paredes.

23. Llega siempre tarde a las comidas.

24. Está triste y deprimido.

25. Se queda fuera de casa hasta

tarde….

Otras:

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___________________________________________________________________

B. ¿Qué hago cuando está conducta me molesta?

1. Golpeo a mi hijo(a).

2. Lo(a) reprendo.

3. Ignoro ese mal comportamiento.

4. Boto a mi hijo(a).

5. Me voy yo.

6. Ya no le dirijo la palabra.

7. Lo(a) amenazo.

8. Le ruego.

9. Le ofrezco recompensas…

Otra:

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___________________________________________________________________

¿Qué me gustaría hacer en lugar de actuar así?

¿Qué podría funcionar mejor?

PLAN PARA LA SEMANA

Lo que sugerimos para esta semana es pensar en un ejemplo de mala conducta que

alguno de nuestros hijos va a tener (con el cual nuestra reacción es ineficaz) y

luego planificar algo inesperado, tal vez lo opuesto de lo que acostumbramos hacer.

No hay ninguna garantía que eso funcione; probablemente funcionará; de todos

modos nada tenemos que perder, puesto que nada efectivo hemos conseguido hasta

ahora.

Cuanto más concretos seamos al planificar lo que vamos a hacer, tanto mejor.

Hay algunas sugerencias en el último párrafo de la sección “Cambiemos de

enfoque”: nos ayudarán a escribir más abajo exactamente lo que vamos a hacer.

¿Con quién? ¿Cuándo? ¿Dónde?

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Page 7: Escuela para padres

Tabla I – EVITAR EL ANZUELO

Está tabla contiene un resumen del capítulo I, y puede

ayudarte a ser más eficaz en el ejercicio de tu paternidad.

ANZUELO Los PADRES VEN el

anzuelo

Se quedan

ATRAPADOS

COMO EVITARLO

Riñas y peleas

constantes entre Juan

y Sara: gritos, quejas y

acusaciones para

conseguir la atención

de su mamá.

Cuando los hijos

buscan atención, por lo

general los padres se

sienten fastidiados.

La mamá premia está

conducta con su

atención, cuando trata

de solucionar las

peleas, e interviene

para corregir,

reprender, amonestar,

etc. El mal

comportamiento

continúa. Su método no

es eficaz.

Mientras no haga un

verdadero peligro,

mejor no involucrarse

en las peleas de los

hijos. Rehusarles la

atención cuando la

exigen. Darles la

atención positiva que

no esperan.

Richy, de 11 años, se

niega terminantemente

a sacar los platos de la

mesa y ayudar a

lavarlos.

Las luchas de poder de

los hijos, a menudo

causan enojo en sus

padres.

Las reprimendas del

papá obligan a Richy a

obedecer. Pero él

siente odio por su papá

y piensa cómo

vengarse.

Casi siempre es mucho

más ventajoso no ganar

las luchas de poder. Es

mejor no involucrarse

y tratar el asunto más

tarde, cuando todos

estén más serenos.

Son ya 3 semanas que

María, de 17 años, no

le habla a su padre.

Cuando el hijo busca

vengarse, el padre se

siente muy herido.

El papá grita, se

enfurece y amenaza a

su hija; pero ella se

atrinchera aún más en

su amargura.

No valen las

represalias. Si los

padres permanecen

serenos y amistosos, el

ambiente irá

mejorando.

Coco de 8 años es

lento y torpe y no

tiene amigos.

Cuando el hijo muestra

incapacidad, los padres

se sienten

desamparados y no

saben que hacer.

Los padres de Coco a

veces le ruegan, otras

le reprenden, otras no

le dicen nada. A

menudo se compadecen

y hacen ellos las tareas

de él. Coco no hace

ningún progreso.

Ni la pena ni la crítica

sirven de algo. Fijarse

en los esfuerzos y en

las mejoras y

resaltarlos. Con

alentar se logran

maravillas.

Melina de 13 años ha

hecho amistad con

otras dos chicas. Han

perdido todo interés

en los estudios y

tardan cada vez más

en regresar a casa por

las tardes.

Cuando el hijo busca la

aprobación de los

amigos, los padres

pueden sentirse

preocupados y

ansiosos.

Los padres de Melisa

la amonestan, la

reprenden y amenazan.

Los roces son

constantes y los

sentimientos

negativos. El ambiente

en casa es

desagradable y

deprimente.

Mostrar interés en

Melisa y sus amigas y

darse tiempo para

charlar con ella. Sin

embargo, para

problemas más serios

la acción es más

efectiva que las

palabras.

Esta tabla se basa en los descubrimientos y las ideas de Alfred Adler tal

como los han desarrollado R. Dreikurs, Don Dinkmeier y Gary McKay.

Page 8: Escuela para padres

SUGERENCIAS

a los PADRES

Cuando los chicos se sienten mal consigo mismo no pueden pensar claramente; tratan

de conseguir atención, poder, etc., creyendo que así volverán a sentirse bien. ¡No muerdan

ese anzuelo! Pues con eso no lo contentarán y lo único que conseguirán será premiar y

reforzar su mala conducta. Más bien traten de hacer algo desacostumbrado lo opuesto que

suelen hacer normalmente. (Ignoren las riñas, retírense, salgan del cuarto por un

momento…) Así cambiarán las reglas del juego y pronto verán que la situación mejora.

Naturalmente es importante también alentar la conducta positiva de los hijos, dedicándoles

después, tan pronto como puedan, más tiempo, atención y aliento.

Tratamos a nuestros hijos en formas rígidas, irreflexivas, de acuerdo a un patrón

fijo y no es fácil cambiar hábitos de toda una vida. Por eso nos conviene a puntar a un

pequeño cambio por vez. Olvidemos eso de ser padres perfectos y fijémonos tan sólo en una

situación concreta en la cual no tenemos éxito, tal vez con un solo hijo, limitándonos a no

hacer lo que hacemos habitualmente. ¡Este puede ser un gran comienzo!

Los cuatro pilares de una buena relación son:

1. Respeto mutuo.

(Me respeto a mí mismo y te respeto a ti. Por eso no voy a permitir que me pases

encima. Esto implica comunicar al otro que él vale tanto como nosotros).

2. Aliento

3. Tiempo para las diversiones.

(La diversión es muy importante para despejar una situación y ganarse la

colaboración).

4. Cariño.

(Compartido con todos los miembros de la familia. Tengo que comunicarle

regularmente a mis hijos que ellos son muy importante para mí y que los amo. Esto

ayuda muchísimo a encontrar tiempo para darles atención y, si es necesario, para

planificar paseos, diversiones, comidas fuera de casa… Todo esto contribuye a crear

ese ambiente de afecto sereno que tanto se necesita para el crecimiento y

desarrollo de los hijos.)

Investigaciones recientes muestran que los hijos que están con uno sólo de los

padres no están necesariamente en desventaja y que a menudo resultan más maduros y

equilibrados que los otros, debido al mayor tiempo que su mamá o su papá les dedican. Otras

investigaciones constatan que los chicos cuyos padres se aman, tienen el mejor punto de

partida para crecer y avanzar en la vida. De aquí la importancia que los padres dediquen

bastante tiempo a estar juntos entre ellos y con los hijos.

Si están en casa todo el día con el niño, necesitan un descanso. Resérvense por lo

menos una media hora, cada día, para estar relajados y tranquilos. Es bueno recostarse de

modo que los pies no toquen el piso. Recuerden que esto no sirve sólo para su salud sino que

también se lo deben a sus hijos.

No teman, alguna vez, ignorar un mal comportamiento. Ignorar no es lo mismo que

aprobar. ¿Recuerdan alguna ocasión en que alguien los ignoró? ¿No es cierto que eso les hizo

sentir mal durante horas?

Page 9: Escuela para padres

“Si mis hijos se atreven a contestarme

les doy su buen sopapo. Mientras

duermen bajo este techo, tendrán que

hacer lo que se les dice.”

COMENTARIOS de PADRES

participantes en este curso

“Realmente hemos llegado demasiado lejos. Mis hijos hacen lo que quieren en

casa. No me respetan. Todo lo que hago por ellos lo dan por descontado. Su

radio a todo volumen me da mal de cabeza, pero no quieren apagarlo por más

que se lo pida. No quieren hablar con su padre. Es una especie de guerra fría.”

“Eso de detenerme a pensar que

busca realmente mi hijo, me

parece una tontería. Cuando los

chicos se portan mal, lo que

necesitan es una cachetada y no

que nos metamos a sicólogos.”

“Lo que más me ayuda es el apoyo

que recibo aquí de los padres de

familia. Aún sólo el saber que

tienen problemas similares a los

míos…”

Hace algunos años supe de un papá que se pasaba todas las mañanas del sábado con

sus hijos, uno a la vez, haciendo lo que el niño quisiera. Me pareció una buena idea y

comencé a hacer lo mismo. Desde entonces he hecho de todo: el explorador, el

ciclista, el jugador de fútbol, el cazador, me he ido de paseo al campo y hasta trepé

árboles…Pero el amor a la confianza de mis hijos ha crecido mucho y estoy seguro

que les he dejado recuerdos que les durarán toda su vida.”

Page 10: Escuela para padres

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C0MO SER MEJORES PAPAS

MANUAL DEL PARTICIPANTE

SEGUNADA EDICIÓN

Page 11: Escuela para padres

Tomasito, de 4 años, no sabe vestirse. Cada mañana su mamá le repite que debe

comenzar a vestirse, amenaza con castigarlo si no se esfuerza por hacerlo y acaba

por vestirlo ella misma mientras lo riñe airadamente. Tomasito ha aprendido qué

bueno es no ser capaz, puesto que con ello consigue a muy poco precio mucha

atención de su mamá y ser vestido por ella. En lugar de tomarse tiempo para

enseñarle a Tomasito a vestirse sólo su mamá le está enseñando a no ser

responsable. Pero ella, por su puesto, no se da cuenta de esto.

Nadie en casa espera que Anita, de 20 años, haga alguna tarea doméstica. Su mamá

cocina, limpia la mesa, lava platos y cubiertos, plancha la ropa y hasta le tiende la

cama y ordena su cuarto. ”No quiero echarle a perder sus mejores años –dice la mamá- yo amo a mis hijos y no quiero que sufran lo que tuve que sufrir yo cuando era pequeña.”

La mamá de Anita se quedaría muy sorprendida si alguien le hiciese notar que está

haciendo de su hija una irresponsable.

FIJEMONOS EN NOSOTROS MISMOS

En ambos ejemplos, las intenciones de las

mamás son buenas, pero su falta está en

que actúan siempre de la misma forma,

sin reflexionar ni darse cuenta que ésta

lleva al resultado opuesto al que ellas

persiguen. Así sus hijos no llegarían a ser

responsables. Se desviven por ellos,

haciendo todo lo que, a su juicio deben

hacer los buenos papás, pero no se

preguntan lo que más importa: -¿Cómo

ayudar a mis hijos para que lleguen a ser

personas maduras y responsables?

Si los padres quieren que sus hijos

lleguen a ser así, es preciso que

comiencen por fijarse en si mismos, en

sus propias actitudes y en su conducta.

Tomemos el rol de cada sexo, por

ejemplo. Los chicos aprenden muchísimo

acerca del papel del hombre y de la mujer

de la conducta de sus padres y de lo que

éstos esperan de ellos. Piensen qué

distinta es la preparación para la vida de

un muchacho que ha aprendido a cocinar,

limpiar, coser, etc., y que ha vista a hacer

todo eso, en casa. A los niños y niñas de

los últimos años de primaria ya se les

puede pedir que planchen su ropa y

confiar que lo hagan bien.

A veces algunos padres de adolescentes

piensan que ya es demasiado tarde. Por

mala que sea la situación de la familia y

por desesperada que parezca, siempre

hay esperanza. El cambio es siempre

posible en cada aspecto importante de la

vida de una familia. Esto no es teoría; se

deduce de un gran número de

experiencias.

Dejar de ser un “buen” papá… ¿En qué hay que cambiar?

Uno de los más grandes cambios

promovidos por este curso es de dejar de

ser “buen” papá para volvernos padres

responsables. Los “buenos” padres hacen

todo lo que pueden por sus hijos. Se

vuelven sus sirvientes. Recogen la ropa

que ellos dejan tirada, preparan sus

loncheras, los vigilan cuando comen, los

ayudan a vestirse, intervienen en sus

peleas, etc.…

A pesar de sus buenas intenciones, estos

“buenos” padres causan muchísimo daño.

Asumiendo ellos las responsabilidades de

sus hijos, los vuelven demasiados

dependientes y sumisos (¡o rebeldes!). No

permiten que aprendan de sus propias

experiencias ni de las consecuencias de

sus acciones; y, al tomar tantas

decisiones en su lugar, los vuelven pasivos

e inseguros.

Page 12: Escuela para padres

…Y ser un papá responsable Una alternativa al “buen” padre es el

padre responsable. Este trata a sus hijos

con imparcialidad y respeto; los anima

como pueda a tomar sus propias

decisiones y afrontar las consecuencias

de esas decisiones.

Los “buenos papás” no respetan a sus

hijos y tampoco se respetan a sí mismos

cuando permiten que los hijos los traten

como sirvientes.

Es notable cómo se vuelven responsables

los chicos cuando se les da

responsabilidad. Niños de siete años

pueden preparar su propia lonchera; los

chicos de cualquier edad pueden

solucionar sus peleas; los adolescentes,

con un buen despertador, pueden tomar

ellos mismos la responsabilidad de

levantarse por la mañana o afrontar las

consecuencias si llegan tarde al colegio.

Todo esto libra a los padres de muchas

penas y lágrimas. Y es una manera mucho

más responsable y eficaz de proceder.

Los padres responsables son firmes pero

no autoritarios. Respetan los derechos de

sus hijos pero también exigen que éstos

respeten los propios.

Si los chicos, por ejemplo, están jugando

muy ruidosamente en la cocina, la mamá

puede decirles: “Oigan, este ruido es

demasiado para mi. O hacen algo más

callado aquí, o bien se van a jugar afuera

o en otro cuarto. ¿Qué prefieren?”

Hablándoles así, con calma, la mamá

reivindica sus derechos y al mismo

respeta el derecho a sus hijos a elegir.

Tomemos el caso de Pablo quien siempre

pierde sus cosas. Mientras tena “buenos”

papás que se pasan la vida buscando los

zapatos, los juguetes y todo lo que el

pierde continuamente, nunca aprenderá a

tener más cuidado. Sólo cuando comience

a sufrir las consecuencias de sus

descuidos podrá comenzar a volverse más

responsable.

La actitud de los padres responsables es

más eficaz que reprochar, prohibir o

quitarles a los hijos la libertad de eligir.

Los ayuda a madurar acrecentando la

confianza en sí mismos y su sentido de

responsabilidad. El animarlos, apoyarlos y

retarlos a que tomen sus propias

opciones, contribuye grandemente a una

mejor formación de su conciencia.

La NECESIDAD de GUIARLOS y ENSEÑARLES

Comúnmente, aquí incurrimos en un

error. Dar responsabilidad a los

chicos no significa tirarse al

abandono como padres. Si no los

vigilamos, no los apoyamos, ni los

guiamos, les estamos dando

responsabilidades excesivas que ellos

aún no son capaces de asumir. Por

esto, es esencial. Por esto, tenemos

que proceder gradualmente, por

etapas. Es esencial darnos tiempo

para enseñarles y entrenarlos.

Desafortunadamente los padres, a

veces, se sienten felices de que el

hijo se esté quieto y sin molestar,

aunque este pasando horas de horas'

delante de la TV. o tirado en su cama

en la más completa apatía. Es

importante, entonces, que sepamos

darnos el trabajo de incentivar su

creatividad y responsabilidad. Esto,

tal vez, encontrará la hostilidad del

chico al principio, pero luego él se

deja involucrar en la nueva situación:

pintar, leer, cuidar el jardín o lo que

sea.

A medida que los hijos van asumiendo

nuevas tareas, los padres tenemos

que estar a su lado, ser su mejor

amigo/a, alentados, contestar sus

preguntas, enseñarles y ayudarles

cuando sea necesario, dejando

siempre que ellos lo intenten por sí

Page 13: Escuela para padres

El obispo Fénelon al Delfín de Francia, confiado por

el rey a su educación: “Le prometo, príncipe, que

haré lo posible para que pueda prescindir lo más

pronto de mí”.

solos y pasando gradualmente a un

segundo plano, felices al ver que ellos

crecen y mejoran.

De vez en cuando podemos acercarnos

a ellos y verlos pintar, jugar, crear,

experimentar, explorar, descubrir...

Estar con ellos cuando aprenden a

vestirse solos, a limpiar sus dientes,

amarrarse los zapatos, cruzar la

pista, montar bicicleta, lavarse el

cabello, cocinar, tocar guitarra, hacer

sus tareas, lavar los platos, coser,

etc.

No importa si no sabemos hacer las

tareas escolares de nuestros hijos ni

tocar guitarra, pues no se trata sólo

de desarrollar su sentido de

responsabilidad, sino también de

alentados y crear un vínculo de amor

entre ellos y nosotros.

Si nos tienen cerca, verán el nuevo

reto como fuente de alegría y no

como una carga.

ENTRAR EN CONTACTO

Aquí va una lista de cosas que muchos padres hacen en lugar de sus hijos y que bien podrían hacerlas ellos mismos. Leo la lista subrayo aquello que hago yo (o mi pareja) y que podrían hacer ellos. Sí hay tiempo, sería interesante preguntarme a qué edad creo yo que mis hijos estarían en capacidad de asumir alguna de estas responsabilidades, 1. Despertarlos por la mañana.

2. Tenderles la cama, ordenar/limpiar la habitación.

3. Escogerles la ropa para el día siguiente y dejársela sobre la cama.

4. Vestirles, amarrarles los zapatos.

5. Escoger y comprar su ropa.

6. Prepararles el desayuno y la lonchera, cocinar, calentarle la comida.

7. Ordenar su ropero, recoger la ropa y los juguetes que dejan tirados

8. Bañarlos, lavarles la cara, el cabello, cepillarle los dientes, peinarlos.

9. Ver si comen.

10. Plancharles la ropa, coser, tejer, remallar, poner botones.

11. Poner la mesa y levantarla.

12. Limpiar el piso de la cocina, quitar el polvo, pasar la a-sp;--adora.

13. Limpiar y trapear el baño, limpiar la-s ventanas.

14. Clasificar y ordenar la ropa recién lavada.

15. Separarlos y calmarlos cuando se pelean.

16. Ir al correo o a la tienda.

17. Hacer con ellos todas sus tareas escolares.

18. Cortar el césped, cavar en el jardín, plantar o sembrar flores o vegetales.

19. Inventar rezos; dirigir la oración.

20. Arreglar la bicicleta.

21. Cambiar fusibles.

Page 14: Escuela para padres

22. Usar el martillo, la sierra; cortar la leña.

23. tomar las decisiones sobre el quehacer de cada día, con quien deben juntarse, su

porvenir.

24. otros.

PLAN DE LA SEMANA ¿Qué estoy haciendo por mis hijos que pueden hacer ellos?

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¿Qué nuevas responsabilidades puedo confiarles durante esta semana?

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Ser lo más concreto posible: ¿Qué, a quién, cuándo, cómo empezar?

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Tabla II - ¿QUÉ CLASE DE PAPÁ/MAMÁ SOY? Se me pide que considere los dos tipos de padres que presenta esta tabla y que diga si

estoy de acuerdo con que su conducta tiene los efectos señalados en la segunda y cuarta

columna.

“BUEN” PAPÁ o MAMÁ El/la que desarrolla RESPONSABILIDAD

CONDUCTA EFECTOS CONDUCTA EFECTOS

1. Gobierna mediante

premios o castigos.

Tiene siempre razón.

Espera obediencia y

tiene que ganar a

toda costa.

El niño se rebela o

se vuelve pasivo.

Dice mentiras. No

aprende a auto

controlarse.

Deja que sus hijos

tomen decisiones.

Es positivo/a y los

alienta.

Crece la confianza

de los hijos y estos

aprenden a tomar

decisiones.

2. Quiere la

perfección. Siempre

está encontrando

defectos. Exige que

los hijos se porten

en modo de merecer

la aprobación de los

vecinos.

Los hijos se

desaniman: no logran

estar a la altura. Tal

vez intenten ser

“perfectos”. Muy

ansiosos por

agradar.

Se siente feliz por

cualquier pequeño

progreso de sus

hijos. Alienta sus

esfuerzos.

El hijo gana

confianza en sí

mismo. Se siente

más decidido a

seguir adelante.

3. Es suspicaz. No

confía en sus hijos.

Los rodea de reglas

y reglamentos.

El chico se siente

culpable.

Desconfía de los

demás.

Confía en sus hijos y

ve lo bueno que

hacen. Los alienta

para que sigan

mejorando.

Los hijos crecen en

libertad y confianza

en sí mismos.

Aprenden a confiar

en los demás.

4. Se siente superior

y toma sobre sí las

responsabilidades de

sus hijos. Es sobre

protector/a. Se

compadece. Los

humilla. Los malcría.

El hijo se siente

incapaz. Espera que

los demás lo hagan

todo.

Trata siempre con

respeto a sus hijos y

los anima a ser cada

vez más

responsables.

Los hijos aprenden a

respetarse a sí

mismos. Se vuelven

más responsables.

5. No sabe decir que

no. conciente

constantemente a

sus hijos. Se deja

pisar por ellos.

El hijo se vuelve

malcriado y auto

suficiente. No logra

tener amigos. Exige

siempre más.

Es firme. Respeta

los derechos de los

hijos y hace

respetar los suyos.

Promueve la

cooperación.

El hijo aprende a

cooperar. Hace

amigos fácilmente.

Page 15: Escuela para padres

SUGERENCIAS a los PADRES

Animen a sus hijos para que aprendan a cocina, coser, planchar y hacer las tareas

de] hogar; y ayuden a sus hijas a usar el destornillador, a cambiar un enchufe eléctrico,

a cavar el jardín... Su ejemplo es parte importante de esta enseñanza.

Una de las mejores maneras de ayudar a la gente a ser responsable es dándole

responsabilidad. Apliquen esto a sus hijos. Pregúntense: "¿Qué halo yo por mis hijos

que podrían hacer ellos?". Planifiquen cómo pueden involucrarlos gradualmente para que

asuman alguna nueva responsabilidad.

Ir dando a los hijos cada vez mayor responsabilidad, por una parte alivia las

tensiones entre ellos y ustedes, por otra aligera el peso que ustedes llevan sobre sus

hombros. Pero el principal motivo para actuar así no es ninguno de éstos, sino el ayudar

a los hijos a crecer en corresponsabilidad, solidaridad y el cuidado de sí mismos.

No crean en que los niños puedan asumir nuevas responsabilidades de un momento a

otro.

Dedíquenles tiempo para enseñarles, animarlos y mostrarles cómo se hace. Hagan en

modo que la nueva tarea resulte agradable y hasta divertida, si es posible; y ayuden

al/la niño/a a verla como un crecimiento responsable y solidario que es preciso lograr.

Sigan apoyándolo/a todo el tiempo que sea necesario (y no den nunca por descontada su

contribución).

Muchos padres encuentran muy útiles estos 5 pasos:

1. Decirle lo que tiene que hacer.

2. Mostrarle cómo se hace.

3. Dejar que él lo haga.

4. Observar y revisar a menudo lo que hace.

5. Seguir animándolo a progresar.

Promover la responsabilidad de los hijos no significa sólo confiarles más

tareas, sino también darles más libertad para que tomen sus propias decisiones y

elijan qué comer y comprar, cómo vestirse y pasar su tiempo libre. Tal como sucede

con las tareas, también para esto es preciso dedicar tiempo a prepararlos,

enseñarles, alentarlos, apoyarlos y a seguir retándolos para que sepan

comportarse. Es importante comenzar este proceso en seguida y no posponerlo.

Siendo responsables, ustedes animan a sus hijos para que también ellos lo

sean: con su disciplina para la comida y la bebida; con no prestar oído a los chismes;

con su sinceridad y honradez, su amor y fidelidad conyugal, su trato con los

vecinos...

Page 16: Escuela para padres

Puede ser una buena idea darles a sus hijos un pequeño sueldo semanal en

lugar de las propinas para golosinas y diversiones. Esto puede ayudarlos a ser

responsables de sus gastos y enseñarles a balancear su presupuesto.

Dejar de ser un "buen" papá (o una "buena" mamá), no significa volverse

menos cariñosos. El calor, el cuidado y el cariño son esenciales. Obviamente, no es

sólo asunto de caricias y besos. Puede significar simplemente estar con ellos y

seguir cuidándolos aun cuando la situación sea muy difícil. Por consiguiente,

tenemos que aplicar estas nuevas ideas con mucho amor; no volvernos fríos y

calculadores, sino seguir siendo acogedores y cariñosos. De la misma forma, no es

suficiente que les digamos: "Arreglen entre ustedes esta pelea". Es preciso que

nos sentemos con ellos y hablemos del modo de solucionar sin violencia el conflicto.

COMENTARIOS de PADRES participantes en este curso.

Jamás se me habría ocurrido que un hijo mío, de

12 años, pudiera interesarse en la cocina; pero

ahora le encanta preparar la comida del sábado.

El primer sábado me ayudó. El segundo yo lo

ayudé a él. El tercer sábado me pidió que me

saliera de la cocina…Y ahora me sorprende con

los platos que prepara.

Yo pienso que es deber de toda madre

atender a sus hijos. A ellos no se les puede

pedir que además de sus tareas escolares

hagan también las tareas del hogar. Ya

tendrán bastantes sufrimientos, cuando

terminen el colegio, para ir adelante en la

vida, para que tengamos que echarles más

peso encima ahora que son todavía niños. No

debemos poner límite a nuestro amor.

Me da vergüenza confesar que mi hija hasta

ahora no ha aprendido a manejar la bicicleta,

es porque desde que tenía tres años nunca

quise darme tiempo para ella. Siempre le fui

sacando el pretexto de que todavía no tenía

edad.