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EL PROCESO ELECTORAL Miguel Angel Flores Vera M. en C. Ecología Humana. CINVESTAVIPN. U. Mérida CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN El proceso electoral mexicano no es estático; ha ido cambiando con el tiempo como respuesta a las situaciones cambiantes del contexto político electoral a lo largo de la historia. Por ejemplo, antes de la reforma electoral de 1996, el Instituto Federal Electoral (IFE) carecía de autonomía para organizar las elecciones como lo ha hecho desde esa fecha hasta ahora; y fue hasta la reforma de 2007 que el acceso a los medios, fue reglamentado, para aplicarse en futuras elecciones. Algunos analistas han visto como positiva la relativa falta de regulación en los medios para las elecciones de 2000 ya que opinan que este hecho propició la transición partidista en las aquellas elecciones en las cuales el candidato del PAN, Vicente Fox, se constituyó como el primer presidente electo democráticamente que desplazó al candidato del partido oficial que había gobernado el país por más de 70 años. Otro ejemplo de esta situación cambiante es que antes no estaban reguladas las precampañas, lo cual funcionó así en las elecciones de 2006 con la consecuencia de que se propició un excesivo gasto de dinero y de tiempo electoral destinado a los actos de precampaña; pero después de ello, en las reformas del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) de 2007 – 2008, se establecieron reglas de tiempo, rendición de cuentas, uso de los medios, etcétera, durante las precampañas. El magistrado González Oropesa señala que Arreola (2008) clasifica al período comprendido de 1977 a la actualidad como el de la transición política mexicana ya que en este período fue en el que la justicia electoral cobró la relevancia que actualmente tiene y en el que las caracterizas básicas son la reforma constante de las reglas electorales y la centralidad de los partidos políticos y del voto ciudadano (Arreola, 2008, pág. 12). En este documento se hará una revisión del proceso electoral tratando de analizar cómo es que se gestaron algunos de los procedimientos, tanto de los que aún son vigentes como de los que desparecieron. Por ejemplo, en el nuevo COFIPE, 2007 – 2008, se establecen restricciones para la contratación de los medios, en especial de la televisión, lo cual sólo podrá hacerlo el IFE pero no los partidos políticos y los particulares; ello como consecuencia de las elecciones de 2006 y los conflictos que hubieron ante la excesiva utilización de los medios y el abuso que hicieron de ellos no solo los candidatos y partidos políticos sino también diferentes grupos empresariales, y las mis

Flores (2011) el proceso electoral

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El proceso mexicano electoral visto desde una perspectiva histórica

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Page 1: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL 

Miguel Angel Flores Vera M. en C. Ecología Humana. CINVESTAV‐IPN. U. Mérida 

CAPÍTULO 1: 

INTRODUCCIÓN 

El proceso  electoral mexicano no  es  estático; 

ha ido cambiando con el tiempo como respuesta a las 

situaciones cambiantes del contexto político electoral 

a  lo  largo de  la historia. Por ejemplo, antes de  la re‐

forma electoral de 1996, el Instituto Federal Electoral 

(IFE) carecía de autonomía para organizar las eleccio‐

nes como lo ha hecho desde esa fecha hasta ahora; y 

fue hasta la reforma de 2007 que el acceso a los me‐

dios,  fue  reglamentado,  para  aplicarse  en  futuras 

elecciones. Algunos analistas han visto como positiva 

la  relativa  falta de  regulación en  los medios para  las 

elecciones  de  2000  ya  que  opinan  que  este  hecho 

propició  la  transición partidista en  las  aquellas elec‐

ciones  en  las  cuales  el  candidato  del  PAN,  Vicente 

Fox,  se  constituyó  como el primer presidente electo 

democráticamente  que  desplazó  al  candidato  del 

partido oficial que había gobernado el país por más 

de 70 años. 

Otro  ejemplo  de  esta  situación  cambiante  es 

que antes no estaban  reguladas  las precampañas,  lo 

cual  funcionó  así  en  las  elecciones  de  2006  con  la 

consecuencia de que se propició un excesivo gasto de 

dinero y de tiempo electoral destinado a los actos de 

precampaña;  pero  después  de  ello,  en  las  reformas 

del Código Federal de  Instituciones y Procedimientos 

Electorales (COFIPE) de 2007 – 2008, se establecieron 

reglas  de  tiempo,  rendición  de  cuentas,  uso  de  los 

medios, etcétera, durante las precampañas. 

El  magistrado  González  Oropesa  señala  que 

Arreola  (2008)  clasifica  al  período  comprendido  de 

1977 a  la actualidad como el de  la transición política 

mexicana  ya  que  en  este  período  fue  en  el  que  la 

justicia electoral cobró la relevancia que actualmente 

tiene y en el que las caracterizas básicas son la refor‐

ma constante de las reglas electorales y la centralidad 

de los partidos políticos y del voto ciudadano (Arreo‐

la, 2008, pág. 12). 

En  este  documento  se  hará  una  revisión  del 

proceso electoral tratando de analizar cómo es que se 

gestaron algunos de los procedimientos, tanto de los 

que aún son vigentes como de los que desparecieron. 

Por ejemplo, en el nuevo COFIPE, 2007 – 2008, 

se establecen restricciones para la contratación de los 

medios, en especial de la televisión, lo cual sólo podrá 

hacerlo el IFE pero no los partidos políticos y los par‐

ticulares; ello como consecuencia de las elecciones de 

2006  y  los  conflictos  que  hubieron  ante  la  excesiva 

utilización de  los medios y el abuso que hicieron de 

ellos no  solo  los  candidatos y partidos políticos  sino 

también  diferentes  grupos  empresariales,  y  las mis‐

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EL PROCESO ELECTORAL  Definiciones  2 

mas  televisoras, únicas beneficiadas  con este derro‐

che de  recursos. Ahora, en el nuevo  código, existen 

penalizaciones para todos ellos con multas específicas 

para quienes violen la ley. La legislación electoral y los 

procesos  de  organización  de  los  comicios  han  ido 

cambiando. 

Es  así  que,  como  resultado  de  la  creciente 

complejidad  tanto de  la participación  ciudadana  co‐

mo  de  la  democracia  mexicana,  después  de  cada 

experiencia  comicial,  las  instancias  involucradas: 

autoridades, movimientos ciudadanos, empresariales, 

y políticos, han  reclamado unívocas,  reglas  cada  vez 

más claras y precisas, y contiendas electorales mejor 

reguladas. 

Todas estas transformaciones, acumuladas por 

la historia, se encuentran distribuidas en cada una de 

las  partes  de  una  estructura  elemental  en  la  cual 

consisten  básicamente  los  procesos  electorales  en 

general, y que está determinada  tanto por el  IFE co‐

mo por el COFIPE. 

El  Instituto Federal Electoral, sustentado en el 

COFIPE, establece 4 etapas básicas del proceso elec‐

toral, a saber:  

1) Preparación de la elección;  

2) Jornada electoral;  

3) Resultados y declaraciones de validez de  las 

elecciones; 

4) Dictamen y declaración de validez de la elec‐

ción y de presidente electo (aplicable solo en 

las elecciones presidenciales). 

El  establecimiento de  cada una de  estas  eta‐

pas,  de  acuerdo  con  el mismo  IFE  (2006),  tiene  el 

propósito  tanto  de  diferenciarlas  y  distinguirlas  cla‐

ramente como de marcarlas, en su secuencia tempo‐

ral,  con diversos actos o actividades que  lo  integran 

con el fin de asegurar el principio de definitividad. 

El  principio  de  definitividad,  consiste  en: 

“otorgar  certeza  y  certidumbre  jurídica  a  la  realiza‐

ción  y  conclusión de  las diferentes actividades”  y de 

esta manera  garantizar que  todos  los  actores políti‐

cos: autoridades, partidos y ciudadanos  se ajusten a 

los términos y plazos previstos legalmente. 

Es  así  que  de  acuerdo  con  el  IFE,  y  como  se 

asienta en el artículo 210 del COFIPE, las etapas están 

claramente diferenciadas como sigue. 

La primera etapa, de preparación,  inicia en  la 

primera semana del mes de octubre del año anterior 

a  las  elecciones  con  la primera  reunión del Consejo 

General del Instituto; y concluye al iniciarse la jornada 

electoral. 

La  segunda  etapa,  la  jornada  electoral,  a  su 

vez,  inicia  a  las  8:00  horas  del  primer  domingo  de 

julio, es decir, el día de las elecciones y concluye con 

la clausura de la casilla. 

La  tercera  etapa,  de  resultados  y  declaracio‐

nes, empieza con  la remisión de  la documentación y 

expedientes  electorales  a  los  consejos  distritales  y 

concluye con los cómputos y declaraciones que reali‐

cen  los  consejos del  Instituto o,  en  su  caso,  con  las 

resoluciones que emita el Tribunal Electoral. 

La última etapa, de dictamen  y  validación,  se 

inicia al resolverse el último de los medios de impug‐

nación si los hubiera o en caso contrario con la cons‐

tancia de que no se presentó ninguno, y concluye con 

la aprobación de  la Sala Superior del Tribunal Electo‐

ral del dictamen que contenga el cómputo final y  las 

declaraciones de validez de la elección y de presiden‐

te electo. 

Las cuatro etapas están, de este modo, clara‐

mente demarcadas y de forma explícita, en el código 

electoral tanto respecto a  las acciones que  la consti‐

tuyen como en  las actividades de apertura y conclu‐

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EL PROCESO ELECTORAL  Definiciones  3 

sión  de manera  que  así  se  obtiene  certeza  de  cada 

una de las partes del proceso. 

En este documento se analiza el proceso elec‐

toral  tomando  en  cuenta  las  diferentes  etapas  que 

comprende  el  proceso  haciendo,  al mismo  tiempo, 

cada vez que sea pertinente, una alusión al contexto 

histórico del cual deviene el actual proceso electoral. 

DEFINICIONES 

En primera instancia se tratara de encontrar la 

definición de  conceptos, principalmente de  aquellos 

que son los que tratan directamente del tema de esta 

monografía.  En  este punto,  conviene  señalar  lo que 

dice Banda  (2001), que, al  repasar  la bibliografía del 

tema se encuentra con que suelen utilizarse diversos 

términos,  muchas  veces  usados  como  sinónimos, 

tales  como  “derecho  electoral”,  “sistema  electoral”, 

“procedimiento  electoral”  o  “régimen  electoral”, 

etcétera, para  referirse a  lo que en esta monografía 

se denomina proceso electoral. 

Citando  a  Nohlen,  Banda  explica  que  para 

aquel, el sistema electoral expresa en su concepción 

amplia,  las normativas consuetudinarias que  regulan 

la  elección  de  representantes  para  cargos  públicos; 

por  tanto,  incluye  todo  lo  relacionado con  la organi‐

zación y el proceso electoral (Banda, 2001, pág. 27). 

¿QUÉ ES UNA ELECCIÓN? 

Para precisar el concepto de qué es una elec‐

ción,  algunos  autores  la  señalan  como  la  “forma de 

designación de  los representantes del pueblo en una 

democracia representativa” (Serra 1997, pág. 100); o 

bien, la “forma mediante la cual los ciudadanos mani‐

fiestan su decisión con relación a un programa políti‐

co y seleccionan un equipo de candidatos, postulados 

por  organizaciones  políticas,  para  ocupar  los  cargos 

electivos del Estado por un lapso determinado” (Brea, 

1989, pág. 15). 

Por su parte Nohlen y Fernández, definen  la elección 

como  “un método  democrático  para  designar  a  los 

representantes  del  pueblo”  (Nohlen  y  Fernández, 

1989, pág. 256) También se considera como el “pro‐

cedimiento a través del cual la ciudadanía determina, 

por medio del voto, quiénes de  los candidatos parti‐

cipantes deben ocupar  los  cargos de elección popu‐

lar...” (Patiño, 1989, pág. 1244). 

Entre  las cuatro definiciones es posible entre‐

sacar las partes comunes que caracterizan la elección. 

En primera, lo nodal o central, característico de todas 

ellas es una  idea  característica de  la democracia  re‐

presentativa: que a través de las elecciones los ciuda‐

danos designan a sus representantes y dicha designa‐

ción se expresa mediante el voto. 

Es así que, resumiendo  las  ideas, una elección 

consiste en un método mediante el cual  los ciudada‐

nos designan a sus representantes populares. 

De  León  (2000)  explica  que  también  resulta 

importante considerar  la razón de ser de  las eleccio‐

nes. Es decir, que en todo sistema político democráti‐

co,  basado  en  la  soberanía  popular,  el  pueblo  es  la 

fuente  de  poder,  no  lo  ejerce  directamente,  sino  a 

través  de  mandatarios  designados  mediante  un 

método electivo que se  lleva a cabo periódicamente, 

en  el  cual  participan  la mayoría  de  los  ciudadanos, 

estos últimos  titulares de  la  facultad de  elegir  y  ser 

elegidos. 

Asimismo, De León, explica de qué manera las 

elecciones  están  estrechamente  incluidas  dentro  de 

un concepto más amplio que es el proceso electoral: 

Después de explicar que el desarrollo de una elección 

implica, entre otras cosas: 

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EL PROCESO ELECTORAL  Definiciones  4 

“la expedición de una convocatoria; el registro 

de  candidatos  y  la  realización  de  sus 

respectivas  campañas  electorales;  determinar 

y ubicar los centros de recepción de la votación 

y  los  funcionarios que  los habrán de  integrar, 

así  como  el material  electoral;  establecer  un 

día  específico  para  recibir  la  votación;  la 

realización de escrutinios y cómputos a  fin de 

obtener  los  resultados  electorales;  la 

proclamación de los elegidos; y, un sistema de 

medios de  impugnación de dichos  resultados” 

(De León, 1998, pág. 264). 

Después de todo ello expresa de modo conclu‐

yente: “Sin duda alguna, una elección implica todo un 

proceso,  un  “proceso  electoral”,  elemento  funda‐

mental  de  la  organización  de  las  elecciones”  (De 

León, 2000, pág. 264). 

Sin más,  esta  conclusión da píe  al  análisis de 

concepto de proceso electoral en el siguiente aparta‐

do. 

PROCESO ELECTORAL 

Según  el  IFE  (2006),  el  proceso  electoral 

federal en México se concibe como: 

…el conjunto ordenado y secuencial de actos y 

actividades  regulados por  la Constitución  y  la 

ley  electoral  que  realizan  las  autoridades,  los 

partidos  políticos  y  los  ciudadanos  con  el 

propósito  de  renovar  periódicamente  a  los 

integrantes  de  los  poderes  Legislativo  y 

Ejecutivo de la Unión. (pág. 1). 

Una discusión relevante respecto de este con‐

cepto  es  el  del  Tribunal  Electoral  del  Poder  Judicial 

Electoral mejor conocido como TRIFE, por el nombre 

con que se le denominaba, Tribunal Federal Electoral, 

antes  de  que  fuera  adscrito  al  Poder  Judicial  de  la 

Federación.  Aunque  actualmente  su  acrónimo  más 

propio  es  TEPJF,  aquí,  por  comodidad  de  lectura,  y 

porque  es  también  de  uso  acostumbrado,  se  usa 

preferentemente TRIFE. 

Según el TRIFE  (2010), el proceso electoral es 

un proceso normado a detalle para organizar eleccio‐

nes auténticas, es decir, en  las que se respete  la vo‐

luntad de los ciudadanos al votar por sus candidatos. 

Asimismo, establece que dichas normas  regulatorias 

se  sostienen  en  principios  democráticos  que  son 

fundamentales para  sostener  lo que  se  llama  la de‐

mocracia representativa mexicana. 

El  TRIFE  también  ofrece  una  definición  del 

proceso  electoral  federal  aludiendo  a  una  discusión 

teórica  entre  varios  autores. Así  que,  basándose  en 

este documento se puede concretar con  los siguien‐

tes términos. 

Citando a Walter Antillón, el TRIFE  (2010)  se‐

ñala que este autor al estudiar el proceso electoral en 

su Diccionario Electoral explica que en el campo  jurí‐

dico  los términos proceso y procedimiento aluden “a 

una serie de actos colocados en una secuencia tempo‐

ral, a través de  los cuales progresa el tratamiento de 

un determinado acto inicial o introductorio hasta una 

decisión final” (TRIFE, 2010, pág. 9). 

Enseguida, el TRIFE cita a tres autores con base 

en los cuales se intenta llegar a la definición legal. Es 

así que citando primero a Rodolfo Terrazas, el proce‐

so electoral es una serie de actos  ligados o concate‐

nados  desde  una  etapa  inicial  de  preparación  hasta 

una etapa final que es  la de resultados y declaración 

de validez de  la elección, en  la que aparecen etapas 

intermedias, las que necesariamente deben cubrirse y 

declararse  firmes  para  avanzar  en  las  posteriores 

(TRIFE, 2010, pág. 9). 

Page 5: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Definiciones  5 

Por su parte, José Woldenberg y Ricardo Bece‐

rra definen el proceso electoral como:  

“[...]  la condición y  la expresión práctica de  la 

democracia.  En  el  proceso  electoral  se 

manifiestan las preferencias de los ciudadanos 

de una determinada  comunidad política;  está 

constituido  por  una  serie  de  etapas  en  las 

cuales  tiene  lugar,  característicamente,  la 

designación de  los  titulares del gobierno y del 

Poder Legislativo.  [...] En él se manifiestan  las 

opciones,  las  ideas  y  la  fuerza  de  los  actores 

(partidos  y  agrupaciones)  que  aspiran  al 

gobierno  o  a  los  cargos  legislativos,  pero 

también  y  sobre  todo  en  el  proceso  electoral 

cristaliza  la  participación  y  la  decisión  de  los 

ciudadanos  en  torno a  quienes  deben  ser  sus 

gobernantes y legisladores.” (TRIFE, 2010, pág. 

9). 

Finalmente, de acuerdo con la definición legal, 

el TRIFE establece lo siguiente: que el proceso electo‐

ral federal es: 

“el  conjunto  de  actos  ordenados  por  la 

Constitución y el propio código, realizados por 

las  autoridades  electorales,  los  partidos 

políticos nacionales y los ciudadanos, que tiene 

por  objeto  la  renovación  periódica  de  los 

integrantes  de  los  poderes  Legislativo  y 

Ejecutivo de la unión (COFIPE, artículo 209.1)”. 

Pero el documento de capacitación del Tribu‐

nal Electoral no se queda ahí sino que empieza a traer 

a discusión  las bases o principios rectores en  los que 

se asienta el proceso electoral y que son denomina‐

dos “normas superiores que establecen los valores de 

un  orden  jurídico,  de  un  sector  normativo  o  de  una 

institución jurídica”. 

PRINCIPIOS RECTORES 

El  TRIFE,  en  este  punto,  establece  que, 

basándose en la Constitución (artículo 41, fracción V), 

en  la  que  queda  claro  que  la  organización  de  las 

elecciones  federales  es  una  función  estatal  que  se 

realiza  a  través  de  un  organismo  público  autónomo 

denominado Instituto Federal Electoral, los principios 

superiores  en  los  que  se  basa  el  proceso  electoral 

son: 

1) Certeza 

2) Legalidad 

3) Independencia 

4) Imparcialidad 

5) Objetividad 

Tales  principios  han  sido  incorporados  legal‐

mente en  los artículos 105.2 y 109.1 del COFIPE, en 

donde  se  retoma el  texto  constitucional  y  se  señala 

explícitamente que  todas  las  actividades del  IFE de‐

ben regirse por estos principios. 

Ahora bien, en qué consisten todos estos prin‐

cipios que se acaban de enumerar ya que su relevan‐

cia  radica  en  que  el  proceso  electoral  tiene  a  estos 

principios como el “espíritu de  la  ley” por decirlo de 

algún modo,  de manera  que  ellos  le  dan  sentido  al 

proceso. 

A  fin de  conseguir  simplicidad,  en  este docu‐

mento no se propondrán todas las partes de la discu‐

sión que contiene el texto del TRIFE, sino tan solo se 

enuncian  las explicaciones concluyentes en cada una 

de las definiciones. 

CERTEZA 

Al hablar de certeza, se explica que la Suprema 

Corte de Justicia de la Nación (SCJN) la propone como 

sigue: 

“Consiste en dotar de facultades expresas a las 

autoridades  locales  de  modo  que  todos  los 

Page 6: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Definiciones  6 

participantes en el proceso electoral conozcan 

previamente  con  claridad  y  seguridad  las 

reglas  a  que  su  propia  actuación  y  la  de  las 

autoridades  electorales  están  sujetas”. 

(Jurisprudencia  P./J.144/2005)”  (TRIFE,  2010, 

pág. 11). 

Luego,  el  Tribunal  Electoral  complementa  ex‐

plicando que la certeza va unida al principio de obje‐

tividad; es decir, los actos y procedimientos electora‐

les se basan en el conocimiento seguro y claro de  lo 

que efectivamente es, sin manipulaciones o adultera‐

ciones y con independencia del sentir y pensar de los 

integrantes de los órganos electorales. 

LEGALIDAD 

La SCJN establece que la legalidad es: 

“la garantía formal para que  los ciudadanos y 

las  autoridades  electorales  actúen  en  estricto 

apego  a  las  disposiciones  consignadas  en  la 

ley,  de  tal  manera  que  no  se  emitan  o 

desplieguen  conductas  caprichosas  o 

arbitrarias  al  margen  del  texto  normativo. 

(TRIFE, 2010, pág. 12). 

Esto  implica  que  las  autoridades  electorales, 

federales  y  locales,  en  su  actuar  deben  apegarse  al 

derecho o, en otras palabras, que todo acto o proce‐

dimiento que realicen debe estar sustentado en una 

norma jurídica, acorde a la constitución (TRIFE, 2010) 

INDEPENDENCIA 

El concepto de  independencia se  refiere prin‐

cipalmente a la autonomía del IFE que debe actuar de 

manera  independiente y no subordinada a otras  ins‐

tancias basándose exclusivamente en la ley. Trayendo 

en cita a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el 

TRIFE  retoma  el  concepto  de  independencia  como 

sigue:  

“Los  conceptos  de  autonomía  en  el 

funcionamiento  e  independencia  en  las 

decisiones  de  las  autoridades  electorales 

implican una garantía constitucional a favor de 

los  ciudadanos  y  de  los  propios  partidos 

políticos,  y  se  refiere  a  aquella  situación 

institucional  que  permite  a  las  autoridades 

electorales  emitir  sus  decisiones  con  plena 

imparcialidad  y  en  estricto  apego  a  la 

normatividad  aplicable  al  caso,  sin  tener  que 

acatar  o  someterse  a  indicaciones, 

instrucciones,  sugerencias  o  insinuaciones 

provenientes  de  superiores  jerárquicos,  de 

otros poderes del Estado o de personas con las 

que  guardan  alguna  relación  de  afinidad 

política,  social  o  cultural”  (TRIFE,  2010,  pág. 

12). 

IMPARCIALIDAD 

En este concepto se indica que las autoridades 

electorales  no  deben  tomar  partido  o  desviar  sus 

acciones  a  favor de ninguna parcialidad  sino que  se 

norma que, de acuerdo con  la SCJN, “en el ejercicios 

de  sus  funciones  las  autoridades  electorales  eviten 

irregularidades, desviaciones o la proclividad partidis‐

ta”. 

En otras palabras, este principio exige que  los 

órganos electorales actúen en el marco de sus atribu‐

ciones  de  manera  objetiva,  supeditando  cualquier 

interés personal o partidario al servicio de la voluntad 

del ciudadano y de  la democracia  (TRIFE, 2010, pág. 

12). 

OBJETIVIDAD 

La objetividad, plantea la SCJN, obliga a que las 

normas  y  mecanismos  del  proceso  electoral  estén 

diseñadas para  “evitar  situaciones  conflictivas  sobre 

Page 7: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Votación y escaños  7 

los  actos  previos  a  la  jornada  electoral,  durante  su 

desarrollo y en las etapas posteriores a la misma”. 

Todos estos principios  rectores,  según  la nor‐

ma del COFIPE, no solo deben respetarlos  las autori‐

dades  electorales  sino  que  están  también  obligadas 

todas las personas que estén involucradas y que par‐

ticipan  en  cada  una  de  las  etapas  de  los  procesos 

electorales. 

El  documento  de  capacitación  del  TRIFE, 

abunda en más detalles de otros principios adiciona‐

les; sin embargo, a las necesidades de este documen‐

to, solo se exponen los que son considerados superio‐

res y que dan  sentido al proceso electoral. Sólo por 

citarlos, los otros principios de los que habla el TRIFE 

son los siguientes: 

1) Elecciones libres, auténticas y periódicas. 

2) Sufragio universal, libre, secreto y directo. 

3) Equidad en el financiamiento de los partidos 

políticos y sus campañas 

4) electorales. 

5) Organización de las elecciones a través de un 

organismo público y autónomo. 

6) Equidad en el acceso de los partidos políticos 

a los medios de comunicación social. 

7) Control  de  la  constitucionalidad  y  legalidad 

de los actos y resoluciones electorales. 

VOTACIÓN Y ESCAÑOS 

Otro modo  de  entender  el  proceso  electoral 

viene  explicado  por  varios  autores  de  los  cuales  se 

puede citar a Banda (2001). En términos estrictos en 

contraste  con  su  significado  en  sentido  amplio,  el 

sistema electoral alude al sufragio o modo como  los 

electores expresan sus preferencias políticas median‐

te el voto y de cómo esos votos se traducen en esca‐

ños parlamentarios (pág. 28). 

Es así que, aunque sea de manera sucinta, es 

oportuno mencionar  que  la  geografía  electoral  está 

también en la base de la organización de los procesos 

electorales.  Ellos  dependen  de  la  delimitación  del 

ámbito territorial para el registro y distribución de los 

ciudadanos  que  han  de  participar  en  las  elecciones 

(TRIFE, 2010). Por ello es necesario reflexionar sobre 

la distribución de las circunscripciones. 

DISTRIBUCIÓN DE LAS CIRCUNSCRIPCIONES 

Esta distribución  se  refiere  al  proceso de de‐

terminación del número y tamaño de  las circunscrip‐

ciones  electorales.  Este  concepto,  a  citar de Nohlen 

(2008),  no  alude  a  la  extensión  territorial,  sino  al 

número  de  escaños  que  se  adjudican  en  la  circuns‐

cripción. 

Siguiendo a Nohlen en este apartado, la distri‐

bución de una cantidad similar de electores en cada 

circunscripción es un elemento clave en el  funciona‐

miento  de  un  sistema  electoral.  Una  distribución 

equilibrada de electores otorga  las mismas oportuni‐

dades  de  triunfo  electoral  a  los  participantes  en  un 

proceso  electoral.  Para  garantizar  la  distribución 

homogénea  de  los  electores  es  necesario  ajustar 

periódicamente  los  límites  físicos  de  las  circunscrip‐

ciones derivados de  los procesos migratorios; o bien 

aumentar o disminuir el número de escaños a partir 

del  patrón  de  comportamiento  de  la  población.  La 

cantidad de escaños de una circunscripción determi‐

na el efecto proporcional de un sistema electoral, ya 

que  según  el  tamaño  cabe  distinguir  dos  tipos  de 

circunscripciones: la uninominal y la plurinominal. 

Según  el  TRIFE  la  distribución  de  circunscrip‐

ciones es de mucha relevancia ya que frecuentemen‐

te las críticas a un sistema dependen de cómo se han 

distribuido  las  circunscripciones electorales más que 

Page 8: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Votación y escaños  8 

en  otros  aspectos  del  sistema mismo  (TRIFE,  2010, 

pág.  30).  Y  esto  se  debe  a  lo  que  el mismo Nohlen 

dice:  que mediante  el  tamaño  de  la  circunscripción 

puede  ejercerse  influencia  sobre  la  representación 

política (Nohlen, 2008, p. 10) 

LA CANDIDATURA Y LOS PROCEDIMIENTOS DE VOTACIÓN 

Según Nohlen, a) la candidatura y b) los proce‐

dimientos de votación, son otras dos vertientes para 

explicar  el  funcionamiento de  los  sistemas  electora‐

les, además de c) la distribución de las circunscripcio‐

nes y d)  la conversión de votos en escaños  (Nohlen, 

2008, pág. 47). 

En un sistema electoral pueden darse diferen‐

tes procedimientos para registrar a los candidatos, ya 

que existen dos tipos de candidaturas: la unipersonal 

y la lista (cerrada o abierta). Precisamente, los proce‐

dimientos de votación, otro de  los componentes del 

sistema electoral, se relacionan estrechamente con la 

modalidad de lista que se emplea en un sistema elec‐

toral. 

Una explicación sencilla de entender respecto 

de  los  tipos  de  candidatura  lo  ofrece  Pérez  (2008). 

Según  su explicación, existen dos  formas principales 

de  candidatura:  unipersonales  y  por  lista;  en  la  de 

lista,  las  variantes  pueden  ser  –lista  cerrada  y  blo‐

queada,  ‐lista cerrada y no bloqueada, y –lista abier‐

ta. La primera permite al elector votar en bloque por 

un  partido,  el  cual  es  el  encargado  de  asignar  los 

nombres y los lugares de los candidatos en la lista. La 

segunda  permite  al  elector  decidir  quién  o  quiénes 

deben  representar  al  partido  de  su  preferencia, 

dándoles  la posibilidad de alterar el orden de apari‐

ción de los candidatos en dichas listas, pero eligiendo 

siempre a los de un mismo partido. La tercera permi‐

te que el elector pueda  configurar  su propia  lista,  a 

partir  de  las  propuestas  realizadas  por  los  partidos 

políticos,  dejando  abierta  la  posibilidad  de  elaborar 

una  lista  con  candidatos  de  los  distintos  partidos 

contendientes (Pérez, 2008, pág. 387). 

Pérez  (2008)  explica  que  cualquiera  de  estos 

tipos de  tipos de  candidatura  tiene  influencias en  la 

relación entre el  representante, el elector y el parti‐

do. Y, citando tan solo al modo de lista abierta, esta‐

blece que  esta  forma permite una mayor  identifica‐

ción entre los votantes y los representantes electos y 

favorecen  la  rendición  de  cuentas  de  éstos.  En  las 

otras  modalidades,  los  que  cobran  fuerza  son  los 

partidos  políticos  (lista  cerrada  y  bloqueada),  o  los 

representantes respecto de sus partidos (lista cerrada 

no bloqueada). 

La  conversión  de  votos  en  escaños  va  de  la 

mano con las normas sobre las barreras para su asig‐

nación entre partidos políticos. Dichas barreras pue‐

den  referirse, por ejemplo, al porcentaje mínimo de 

votos  establecidos  en  la  ley  para  que  los  partidos 

políticos  conserven  su  registro  o  para  acceder  a  los 

escaños. 

En México  las  fórmulas para  convertir  los vo‐

tos en escaños son  la de mayoría y  la de proporción 

(representación proporcional) e  incluso en el senado 

existe un esquema de asignación para que la primera 

minoría, es decir el segundo lugar de la lista, obtenga 

un lugar en el órgano legislativo. 

Según Nohlen, se habla de representación por 

mayoría  cuando  el  candidato  es  elegido  por  haber 

alcanzado gran parte (absoluta y relativa) de los votos 

totales.  La  representación  proporcional  se  presenta 

cuando se  refleja  lo más exactamente posible  la dis‐

tribución  de  los  votos  entre  los  partidos  (Nohlen, 

2008, págs. 61‐62). 

Page 9: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Votación y escaños  9 

Uno  de  las  principales  relaciones  entre  cir‐

cunscripción, votos y escaños es el relativo al tipo de 

representación  que  se  puede  obtener.  Pérez  (2008) 

complementa explicando que esta relación se enfoca 

en  una  mayor  o  menor  proporcionalidad  dándose 

tres  tipos  de  representación:  el  de  mayoría,  el  de 

representación  proporcional  y  el  de  representación 

proporcional por corrección. Según el autor, la repre‐

sentación proporcional permite que  los partidos de‐

rrotados en las urnas obtengan escaños proporciona‐

les al número de votos obtenidos y, en este sentido, 

se habla de un sistema de representación proporcio‐

nal. 

En  suma,  las  elecciones  incorporan  principal‐

mente conceptos  relativos a  la organización del pro‐

ceso electoral, el cual a su vez, tiene como trasfondo, 

un  plan  democrático  de  asignación  de  escaños  con 

base en el cual  la organización electoral se amolda a 

través de  la geografía electoral que permite  tanto  la 

distribución de las listas nominales como la estructura 

de organización  como número de  casillas,  represen‐

tantes, etcétera en cada distrito. 

Todo  ello,  una  gran  organización  de  las  elec‐

ciones, ha sido  resultado de un proceso histórico en 

donde las experiencias de un proceso electoral resul‐

tan en necesidad de adaptar, transformar y modificar 

algunos puntos o apartados del proceso, y este será 

el tema siguiente. 

CAPITULO 2: 

ANTECEDENTES HISTÓRICOS 

Es un hecho que la evolución de la democracia 

en  México  ha  dependido  casi  en  absoluto  de  los 

tiempos  electorales  durante  los  cuales  la  población 

participa  activamente  en  la  elección  de  sus 

representantes. Pero aunque la democracia no puede 

reducirse solo a  los comicios es muy cierto que este 

espacio  social  es  el  que  más  se  ha  transformado 

como  signo  de  una  complejidad  creciente  de  la 

participación  de  la  ciudadanía.  El  mismo  Tribunal 

Electoral  del  Poder  Judicial  de  la  Federación  (TRIFE, 

2010)  señala  que  uno  de  los  principales  elementos 

que  definen  a  un  régimen  político  moderno  como 

democrático  es  la  celebración  de  elecciones 

auténticas  y  periódicas  ya  que  las  elecciones  son  el 

mecanismo mediante el  cual  los  ciudadanos pueden 

nombrar a sus representantes en el gobierno. 

No  obstante,  autores  como  Arreola  (2008) 

consideran que  las transformaciones que han venido 

sufriendo  los  procesos  electorales,  incorporando  a 

nuevos  participantes  ‐en  1947  a  la mujer  (Albarrán, 

2007)  o  en  1996  a  los  residentes  en  el  extranjero 

(IILSEN, 2007)‐, o regulando cada vez más partes del 

proceso ‐ recientemente las precampañas y el acceso 

a  los medios‐,  se han debido, en gran medida, a  las 

arbitrariedades y  fraudes que se han dado a  lo  largo 

de  la historia. Si bien no es muy estimulante decirlo, 

lo  cierto  es  que,  en  tono  con  Arreola,  después  de 

cada elección, todas las irregularidades cometidas por 

los actores políticos han conllevado pugnas por intro‐

ducir nuevas reglas en  los comicios y, de este modo, 

éstas se han convertido en el motor de una creciente 

complejidad democrática. 

Page 10: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Periodizaciones en la historia electoral  2 

Sin embargo, para atenuar los hechos, Arreola 

explica: 

“los  actos  de  arbitrariedad  y  fraude  electoral 

que  se  han  visto  en  todas  las  elecciones 

mexicanas  desde  1824  al  2007,  no 

necesariamente exhiben sólo la falta de justicia 

en  los  comicios  o  en  su  caso,  resabios  de  un 

modelo  autoritario,  ya  sea  neocolonial, 

porfirista,  priísta  o  actualmente  panista; más 

bien  esos  actos  ilegales  e  ilegítimos,  que 

aparecen a  lo  largo de  los años, son síntomas 

de  la  disposición  que  siempre  ha  existido  de 

diversos  núcleos  de  poder  muy  específicos 

(empresariales,  sobre  todo)  a  bloquear  la 

renovación  democrática  de  la  vida  nacional” 

(Arreola , 2008, pág. 16). 

En este capítulo se intenta hacer un esbozo del 

contexto  histórico  en  el  que  han  evolucionado  los 

procesos  electorales  hasta  la  actualidad,  siguiendo 

principalmente  a  Arreola  (2008)  pero  introduciendo 

también, a veces, apuntes de otros autores, en cuyo 

caso serán mencionados. 

PERIODIZACIONES EN LA HISTORIA ELECTORAL 

Para empezar, Arreola divide  la historia de  lo 

que  él  denomina  justicia  electoral,  que  a  tenor  de 

esta monografía se interpreta como la historia parale‐

la a  las  transformaciones en el proceso electoral, en 

cinco grandes etapas, a saber: 

De 1824 a 1860, donde se  introduce el princi‐

pio de la autocalificación de las elecciones de diputa‐

dos y senadores (sistema que prevaleció hasta 1993), 

y  de  heterocalificación  de  la  elección  del  titular  del 

Poder Ejecutivo (sistema que prevaleció hasta 1996). 

Se  conoce  a  esta  etapa  como  la  de  un  sistema  de 

calificación puramente político; 

De 1860 a 1870, con la introducción de la figu‐

ra  de  juicio  de  amparo  a  nuestro  sistema  jurídico 

nacional. En esta etapa, el Poder Judicial pudo cono‐

cer  y  resolver  cuestiones  relacionadas  con  los  comi‐

cios; 

De 1878 hasta 1976, donde se construyó la te‐

sis de que el  juicio de amparo no es vía para  impug‐

nar  cuestiones  electorales  y  también  que  el  Poder 

Judicial no debe inmiscuirse en cuestiones políticas. 

De 1977 a 1986, cuando se  introdujo  la refor‐

ma constitucional del recurso de reclamación, por el 

cual  los partidos políticos podían  inconformarse ante 

la  Suprema  Corte  de  Justicia  de  la  Nación,  por  las 

decisiones  adoptadas  por  el  Colegio  Electoral  de  la 

Cámara de Diputados; 

De 1987 a 2003, es  la etapa de  los  tribunales 

especializados  en materia  electoral,  cuando  nace  el 

primer Tribunal especializado en  la materia: el Tribu‐

nal de  lo Contencioso Electoral (órgano  jurisdiccional 

de carácter administrativo), en 1990 el Tribunal Fede‐

ral  Electoral  (órgano  jurisdiccional  autónomo)  y  en 

1996  el  Tribunal  Electoral  del  Poder  Judicial  de  la 

Federación  (órgano  especializado  de  competencia 

constitucional y legal). 

Es  así que,  a  grandes  rasgos,  el  autor  esboza 

cinco  etapas  sin  incluir  en  ellas  los  acontecimientos 

recientes de  la nueva reforma electoral recién publi‐

cada. 

No  obstante,  Arreola  prefiere  elaborar  una 

nueva  clasificación de  la historia distinguiendo otras 

etapas de acuerdo con las leyes electorales federales 

conocidas desde  la Constitución de 1917 y que aquí 

son de relevancia. 

La historia electoral mexicana,  según Arreola, 

parte del supuesto de que existe una corresponden‐

cia  entre  las  disposiciones  electorales  y  la  realidad 

Page 11: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  El régimen electoral porfirista  3 

política,  la cual  impregna  las formas y manera en  las 

que  cada  período  de  tiempo  se  transmite  el  poder 

(pág. 18). 

En  esta  nueva  periodización  que  parte  de 

1917,  Arreola  ya  integra  la  actualidad,  es  decir,  las 

reformas recientes publicadas en 2007. Durante todo 

este gran período se analizan dos procesos importan‐

tes:  el  primero  se  refiere  al  fortalecimiento  de  un 

estado de Derecho  y  el  segundo  a  la  aceptación de 

que  las reglas electorales en el mundo neoliberal no 

son definitivas; lo cual está en total concordancia con 

el argumento de esta monografía. 

Es así que, para resumir tal periodización, esta 

comprende cuatro períodos: de 1917 a 1945; de 1946 

a 1976; de 1977 a 1996 y, el último período, parte de 

1996 hasta las reformas de 2007 y más allá, es decir, 

abarca  expectativas  derivadas  de  las  reformas  de 

2007;  es  decir,  Arreola  procura  no  tener  la  última 

palabra y deja abierta  la historia a  lo que acontezca 

en  los  nuevos  procesos  electorales  conformes  a  las 

nuevas reformas. 

Aunque  este  capítulo  se  concentra  en  los 

acontecimientos relevantes para el proceso electoral 

en  los últimos 90 años  (1917‐2007), quizá  sea opor‐

tuno, aunque sea de paso, entender el estadio prece‐

dente que dio origen al reciente para captar el valor 

histórico de la democracia moderna. 

EL RÉGIMEN ELECTORAL PORFIRISTA 

Si  bien  Arreola  parte  de  la  Constitución  de 

1917,  conviene  señalar  cómo era  la  situación previa 

hasta  1910  durante  el  régimen  porfirista;  ya  que  a 

través de  los  contrastes  es más  fácil  comprender  el 

valor de la historia. 

El estudio de Daniela Albarrán  (2007) expone 

que al conmemorar el centenario de  la  Independen‐

cia de 1810 Porfirio Díaz  celebraba  con distinguidos 

internacionales,  el  alto  clero  y  los  representantes 

diplomáticos  la seguridad de  las riquezas de  los capi‐

talistas  extranjeros  en  México  pero,  en  términos 

democráticos,  la situación para  la población era dife‐

rente. A pesar de la Constitución mexicana, que reco‐

nocía  las  libertades y derechos del pueblo mexicano, 

no existía el menor asomo de soberanía popular. Por 

el contrario, Albarrán explica que  los procedimientos 

de votación para asegurar la elección de Porfirio Díaz, 

de sus legisladores y de sus funcionarios oficiales eran 

totalmente fraudulentos. 

Explica Albarrán (2007) que en ese régimen, el 

estado  intervenía  en  las  elecciones  de  todos  los  re‐

presentantes populares a fin de mantener en el poder 

a los funcionarios leales en todas partes de la repúbli‐

ca; y que en 1910 los partidos de oposición se habían 

percatado  después  de mucho  tiempo  que  era  inútil 

participar en el  juego político. Por  si  fuera poco, en 

las elecciones de 1910 Porfirio Díaz hizo encarcelar a 

Francisco I. Madero, que se atrevió a inscribirse como 

candidato opositor, hasta el término de la votación de 

ese año. 

A partir de ello, Madero decidió convocar una 

revolución armada publicando el Plan de San Luis en 

el  que  declaraba  fraudulenta  la  elección  de  Porfirio 

Días y reclamaba para sí el cargo presidencial. Fue el 

inicio de  la Revolución Mexicana que, en palabras de 

Albarrán, por diez años  sumergió al país en batallas 

terribles que dieron por resultado la caída de Porfirio 

Díaz marcando una nueva era en la historia mexicana. 

Los  logros de  la Revolución, que son  legítimos 

de resaltar, fueron: el sufragio efectivo y la no reelec‐

ción.  Es  en  este  contexto  surge  la  Constitución  de 

1917 y, en 1918 se crea  la primera  ley electoral que 

Page 12: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  1917‐1945: sobreposición de la política a la justicia  4 

dio inicio al período que se analiza siguiendo a Arreo‐

la. 

1917‐1945: SOBREPOSICIÓN DE LA POLÍTICA A LA 

JUSTICIA 

Según Arreola  (2008) este período muestra  la 

legalidad electoral de un México que a nivel  federal 

se  recrea  en  la  recomposición  de  los  generales 

triunfadores  de  la  Revolución.  Se  caracteriza  sobre 

todo por  la personalización de  los asuntos públicos y 

escasa o nula justicia electoral. 

Arreola explica que, a pesar de que existía una 

modalidad  justiciera  de  impugnación  de  carácter 

contencioso  judicial solo se podía solicitar  la nulidad 

de  los  votos  fraudulentos:  “no  a  toda  la  elección”, 

enfatiza el autor, sino solamente a  los votos  fraudu‐

lentos. Más aún, la naturaleza jurídica de la sentencia 

judicial era muy pobre ya que carecía del carácter de 

obligatoria  para  el  órgano  electoral  reduciéndose  a 

una simple recomendación de carácter moral que los 

colegios electorales del Congreso Federal y estatales 

podían acatar o no de modo discrecional. Por eso el 

autor  resalta  como  característico  de  esta  etapa  la 

sobreposición de  la política a  la  justicia en cuyo per‐

íodo la Corte no entró nunca a la esfera de la disputa 

en las cuestiones electorales (Arreola, 2008, pág. 19). 

Ahondando más, el autor explica que en este 

período  los  órganos  electorales  estuvieron  bajo  el 

control  directo  del  presidente municipal,  del  gober‐

nador,  o  del  grupo  mayoritario  en  las  Cámaras  de 

Diputados y Senadores. 

Sin embargo, resalta como avance positivo, el 

hecho de que en este período,  la marca de  la época 

fue la efervescencia de la reglamentación en las enti‐

dades federativas, que es en donde empiezan a con‐

figurarse los elementos fundamentales e irreductibles 

de todo proceso electoral. Por ejemplo, ahí se consti‐

tuyen  elementos  como  los  organismos  electorales, 

participación ciudadana, electores, mecánica y crono‐

logía electoral, requisitos de elegibilidad, formatos de 

documentación electoral, conductas sancionables por 

la  Legislación Electoral, órganos de  calificación,  cau‐

sas de nulidad de votos, de votación en secciones, y 

de  la totalidad de  la elección, entre otros. Así que, si 

se pudiera renombrar esta época, se podría proponer 

como  período  formativo  de  los  procesos  electorales 

actuales. 

Arreola  enfatiza  que  pese  a  la  nula  justicia 

electoral, en  la práctica, en este período  se  inicia  la 

tendencia a enriquecer la presencia y participación de 

los ciudadanos: 

“[con]  …las  Leyes  Electorales  promulgadas 

entre  los  años  1917  a  1945,  es  evidente  que 

desde  entonces  se  inicia  la  tendencia  a 

enriquecer    la presencia y participación de  los 

ciudadanos  y  de  las  organizaciones  de  éstos, 

así como el tratamiento a hechos y conductas 

que  propician  la  orientación  del  sufragio,  el 

manejo indebido de documentación electoral y 

la posibilidad de alterar resultados electorales, 

como se advierte de  la regulación que hace el 

legislador  en  esos  años  sobre  una  cronología 

electoral, más  rígida  y  clara,  el  diseño  en  el 

texto  de  la  Ley  de  formas  para  la 

documentación  electoral  como  las  boletas  y 

actas,  y  la  aplicación  de  sanciones  para  el 

incumplimiento  de  los  deberes  electorales” 

(Arreola, 2008, pág. 20).

Contradictorio con  tales avances en  la  regula‐

ción  de  los  procesos  electorales,  la  ley  electoral  de 

1918 dio a  los presidentes municipales  la facultad de 

ser  ellos  los  autorizados  para  organizar  y  vigilar  las 

Page 13: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  1946‐1976: la paz del PRI  5 

elecciones y pronto se convirtieron, en la práctica, en 

una extensión de  los poderes caciquiles y caudillistas 

de  las  décadas  de  los  años  veinte  a  los  treinta. No 

obstante, Arreola también enfatiza en este período la 

omnipresencia  del  Presidente  de  la  República  en 

todos los comicios a partir de 1934. 

En  este  sentido,  esta  etapa  también  podría 

denominarse  como de gestación de  la estructura de 

gobierno  caciquil, unipersonal y hereditaria  según  la 

caracterizan  los  estudiosos  (cf.  Lenkersdorf,  2001), 

que  subyace, hasta  la  fecha, en  la estructura de  re‐

producción del viejo régimen priista. 

Como podrá notarse en el siguiente apartado, 

la etapa posterior se caracteriza por  la consumación 

de este régimen, por su estabilización, y por su  insti‐

tucionalización que se prolongaría por treinta años. 

1946‐1976: LA PAZ DEL PRI 

Para Arreola (2008) esta es la época más oscu‐

ra y deprimente de la justicia electoral, caracterizada 

por la legalización de la intervención del Poder Ejecu‐

tivo Federal en la organización de las elecciones, en la 

Ley Electoral Federal de 1946; y, además, por que las 

entidades  federativas  dejan  de  generar  reformas 

electorales  propias  a  su  dinámica  política  interna. 

Hasta la fecha, plantea el autor, las entidades federa‐

tivas aceptan lo que el poder central de la federación 

establezca. 

La  identificación con “la paz del PRI” consiste 

en que la esencia del sistema se asienta en la capaci‐

dad y voluntad negociadora de manera autoritaria de 

un régimen que se pone siempre al margen del dere‐

cho.  La negociación autoritaria  significa que el  siste‐

ma tiene que ceder una y mil veces, aunque no fácil‐

mente pero siempre y sin violencia a la autoridad del 

régimen. 

Algunos  rasgos que  viene  al  caso  citar de  las 

explicaciones  de  Arreola  son  que  en  este  tiempo, 

entre otras cosas, aparte de otorgar derechos de voto 

a las mujeres ‐aunque sea solo en el papel‐, se forma‐

lizan las bases de un sistema de elección interno para 

designar a  los candidatos que el partido político sos‐

tuviera  en  las elecciones;  es decir,  se  formalizan  las 

precampañas.  No  obstante,  por  la  naturaleza  auto 

continuista,  impositiva,  del  régimen  priista,  los  pre‐

candidatos de derecho pero no de hecho se estiman 

como  irrelevantes y sin necesidad de más  legislación 

al respecto. Proyectado a  fechas recientes se explica 

porqué  las  precampañas  no  eran  tomadas  en  serio 

para su regulación, porque por mucho tiempo fueron 

ficticias. 

También  hay  algunos  aportes  a  los  requeri‐

mientos  partidistas,  aunque  solo  se  consolidan  dos 

avances  importantes,  según  Arreola:  tener  una  de‐

nominación propia  y distinta,  acorde  con  los  fines  y 

programas políticos,  así  como el emblema  y  color o 

colores que  lo caracterizan; y,  los procedimientos de 

afiliación, derechos y obligaciones de  sus miembros; 

ambos de los cuales continúan vigentes a la fecha. 

Arreola  considera  como  lo  importante  que 

ahora, desde 1946, los partidos políticos y no sólo los 

militantes, disponen de derecho de  reclamar ante  la 

Cámara de Diputados o de Senadores, según el caso, 

la nulidad de las elecciones de diputado, Presidente o 

Senador. 

Por primera vez los partidos políticos naciona‐

les  se  definen  como  “asociaciones  constituidas  con‐

forme  a  la  ley  por  ciudadanos mexicanos  en  pleno 

ejercicios de sus derechos cívicos, para fines electora‐

les y de orientación política” (Arreola, 2008, pág. 28). 

Solo un cambio en 1951 añade  la figura de Confede‐

Page 14: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  1977 a 2006: instauración del sistema competitivo  6 

ración, que después se  llamaría Frente, y de  la Coali‐

ción de partidos políticos. 

En  1973,  se  produjo  otra modificación  redu‐

ciendo el mínimo de edad para votar y ser votado (de 

21 a 18), para ser candidato a diputado (de 25 a 21), y 

senador  (de 35 a 30), pero, señala Arreola, afinando 

legalmente los mecanismos para hacer casi imposible 

la obtención del registro electoral a nuevos partidos. 

Esta etapa, se podría renombrar como de con‐

solidación de  la partidocracia, que, aunque  impracti‐

cable, logró introducirse poco a poco en la legislación. 

No  obstante  ello,  la  situación  de  modelo  electoral 

autoritario incrementó el abstencionismo a niveles de 

60%; y en 1976, más que elegir presidente, los votan‐

tes fueron a ratificar con su voto un plebiscito electo‐

ral donde sólo hubo un candidato a Presidente. 

1977 A 2006: INSTAURACIÓN DEL SISTEMA 

COMPETITIVO 

En  la  reforma política de 1977,  la Ley Federal 

de  Organizaciones  Políticas  y  Procesos  Electorales, 

tuvo por objetivo, a decir de José López Portillo, “re‐

ducir el margen de lo arbitrario”, aunque no de erra‐

dicarlo, explica Arreola (2008, pág. 30); pero de todos 

modos hubo también repercusiones positivas. 

El autor explica que, a partir de esa nueva Ley 

se  iniciaron  reformas en materia electoral de  fuerte 

impacto que  incidieron en  la maduración de  la orga‐

nización partidista y en todo el complejo tramado de 

organización  de  los  comicios,  como  los  conocemos 

ahora. 

Por citar unos ejemplos, se reconoce a los par‐

tidos  en  el  rango  de  entidades  de  interés  público  y 

desde ahí  se  les garantiza difundir  con amplitud  sus 

principios,  tesis y programas, así como  sus análisis y 

opiniones que  formulen  con  respecto de  los proble‐

mas de la sociedad; es por ello que obtienen también 

la  prerrogativa  de  acceso  permanente  a  la  radio  y 

televisión sin restringirlos a los períodos electorales. 

Otra reforma relevante de 1977 es la creación 

del recurso de reclamación ante la Suprema Corte de 

Justicia  de  la  Nación  (SCJN)  contra  las  resoluciones 

dictadas  por  el  Colegio  Electoral  de  la  Cámara  de 

Diputados que otrora  fungía atribuciones que poste‐

riormente  fueron  adjudicadas  al  TRIFE,  como  la  de 

tener  la última palabra en  la calificación de  las elec‐

ciones (De la Peza, 1998). 

En este punto, tanto De  la Peza como Arreola 

coinciden en señalar el carácter meramente declara‐

tivo de las resoluciones de la SCJN y su incompetencia 

para convalidar o anular la calificación de los colegios 

electorales (De la Peza, 1998, pág. 424; Arreola, 2008, 

pág. 32). 

A  partir  de  1977,  Arreola  considera  que  las 

elección pasaron de ser mecanismos  legitimadores a 

un terreno de disputa, en donde por primera vez, de 

manera  ostensible,  los  partidos  políticos  fueron  ga‐

nando terreno, espacios de acción política, con votos. 

Esto  tiene  importancia, porque el crecimiento de  los 

partidos políticos contrarios al PRI permitió que estos 

incidieran cada vez más en  la elaboración de  la nor‐

matividad electoral, aunque todavía, como enfatiza el 

autor,  sin que esa presión  se  viera  reflejada en una 

más transparente competitividad. 

Tanto Arreola (2008) como Albarrán (2007) co‐

inciden  en  señalar  las  elecciones  de  1988  como  de 

extrema importancia para los procesos electorales en 

México. Arreola se expresa diciendo que  las cuestio‐

nadas  elecciones  presidenciales  (sic)  de  ese  año  de‐

rrumbaron el sistema clásico de autocalificación polí‐

tica, además de que se confirmaba el ciclo  fatal  tau‐

tológico fraude‐reforma‐fraude. 

Page 15: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  El proceso electoral desde 2007  7 

“Cuando  los colegios electorales se negaron a 

abrir  los  paquetes  electorales  y  a  examinar, 

analizar  y  valorar  las  pruebas  en  ellos 

contenidas,  ni  siquiera  en  los  casos 

controvertidos,  todo  lo que  se esperaba de  la 

justicia electoral se derrumbó” (pág. 35). 

Por  su  parte,  Albarrán,  se  expresa  diciendo 

que estos sucesos permitieron a  los mexicanos tener 

una mayor conciencia y participación en  lo político y 

dieron pie a nuevas reformas en el código electoral: 

“En  1989  se  inició  una  serie  de  reformas 

electorales  que  culminaron  en  1996;  y  se 

crearon  las  instituciones  y  los  procedimientos 

que  profesionalizaron  y  otorgaron  autonomía 

a la organización del proceso electoral, se creó 

el  órgano  jurisdiccional  para  la  calificación 

electoral.” (Albarrán, 2007, pág. 6). 

Además,  siguiendo  también  a  Franco  (2003) 

fue el inicio real del proceso en el que se sentenció a 

muerte a los colegios electorales, eliminados en 1993; 

y permitió considerar  la necesidad de crear un orga‐

nismo electoral autónomo, mismo que sigue vigente 

en la actualidad. 

En  1990,  se  dieron  tales  reformas  y  se  crea 

tanto el IFE como el Código Federal de Instituciones y 

Procedimientos  Electorales  (COFIPE).  En  este  nuevo 

ordenamiento se establece que  la  función estatal de 

organizar  las elecciones se  realice a  través de un or‐

ganismo  público  dotado  de  personalidad  jurídica  y 

patrimonio  propio;  es  decir,  del  IFE  (Arreola,  2008). 

Asimismo, explica el autor, se dispone que  la  ley es‐

tablezca un sistema de medios de impugnación de los 

que conozca el nuevo IFE y un tribunal autónomo, es 

decir  el  Tribunal  Federal  Electoral  (TRIFE),  como 

órgano jurisdiccional en materia electoral. Sin embar‐

go, es hasta la reforma de 1996 que el Tribunal Fede‐

ral Electoral, mejor  conocido  como TRIFE,  se  integra 

al Poder Judicial de la Federación, siendo ahora TEPJF, 

aunque coloquialmente se  le sigue conociendo como 

TRIFE. 

Arreola,  casi  finalizando  su  esbozo  histórico, 

señala que en  las elecciones de 2006  la actuación de 

la  justicia resultó  insensible para organizar y dar cer‐

teza al voto popular. Las  resoluciones del TRIFE  fue‐

ron  complacientes  con  Vicente  Fox,  y  con  los  actos 

ilegales  cometidos  por  empresas,  considerándolos 

peccata minuta. Esta situación poco airosa del TRIFE 

dio como consecuencia una nueva  reforma constitu‐

cional impulsada por el Senado y promulgada en 2007 

y un nuevo COFIPE. 

EL PROCESO ELECTORAL DESDE 2007 

En  este  documento  que  analiza  el  proceso 

electoral se toma en cuenta principalmente la organi‐

zación de  las elecciones que  son  consecuencia de  la 

breve  reseña  histórica  que  se  ha  narrado  en  donde 

las regulaciones son ahora más complejas y con ellas 

se pretende obtener mayor  legalidad y certeza a  las 

elecciones presidenciales, sobre todo  las que se ave‐

cinan en 2012. 

Arreola  ve  con  incertidumbre el  futuro próxi‐

mo  intitulando  un  nuevo  período  desde  2007  con 

signos  de  interrogación,  como  diciendo,  “todavía 

están  en  expectativa”  los  resultados  que  resultarán 

en  los  próximos  comicios  teniendo  en  cuenta  el 

patrón antes enunciado: que detrás de cada proceso 

electoral  resultan  siempre  nuevas  necesidades  de 

actualizar el proceso electoral. 

CAPÍTULO 3: 

EL PROCESO ELECTORAL 

Page 16: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Procedimientos de elección  8 

En este capítulo se explica el procedimiento en 

qué  consiste  actualmente  el  proceso  electoral  con 

base  en  la  legislación  vigente  expresada  en  los 

documentos oficiales tales como: 

En el nivel federal: 

La Constitución Política de  los Estados Unidos 

Mexicanos (CPEUM o la Constitución); 

El  Código  Federal  de  Instituciones  y  Procedi‐

mientos Electorales (COFIPE o el Código); 

En el nivel local, de Yucatán: 

La Constitución Política del Estado de Yucatán 

(CPEY); 

La Ley de  Instituciones y Procedimientos Elec‐

torales del Estado de Yucatán (LIPEEY). 

Se intentara explicar en qué consiste el proce‐

so electoral de  acuerdo  con el COFIPE, es decir, del 

Código  Federal  de  Instituciones  y  Procedimientos 

Electorales,  que  es  el  que  establece  las  reglas  de 

operación de las elecciones en nivel federal, apelando 

también a la Constitución Política de los Estados Uni‐

dos Mexicano (CPEUM); pero también de acuerdo a la 

Constitución Política del Estado de Yucatán (CPEY) y la 

Ley de  Instituciones y Procedimientos Electorales del 

Estado  de  Yucatán  (LIPEEY),  que  son  aplicables  a  la 

entidad. 

Sentadas  estas  bases  se  explica  el  proceso 

electoral. 

Si se analizan desde un punto de vista pragmá‐

tico  las  elecciones  son  percibidas  por  la  ciudadanía 

como una  jornada electoral en  la cual  los candidatos 

de  los  partidos  políticos  realizan  actos,  tanto  antes, 

como durante y después de  las   elecciones, para ob‐

tener  algún  cargo  popular;  y  el  proceso  termina 

cuando las instituciones correspondientes anuncian al 

candidato que obtuvo la mayoría de los votos. 

En  términos  generales  las etapas del proceso 

electoral, son semejantes para cualquiera de  los car‐

gos, ya sea para Presidente de  la República,   Gober‐

nador,  diputado,  senador  o  presidente  municipal. 

Aunque existen algunas variaciones, como el Instituto 

de registro,  las  fechas, y otros detalles,  todos  tienen 

procedimientos similares y es necesario que los parti‐

dos se apeguen a  los procedimientos que establecen 

las leyes. 

PROCEDIMIENTOS DE ELECCIÓN 

En primera,  los candidatos que aspiran a ocu‐

par  los principales cargos públicos  tales como  los de 

Presidente de la República, Gobernador, o Presidente 

municipal,  Senador,  diputado  y  diputado  local;  para 

cualquiera de estos cargos, deben cumplir con ciertos 

requisitos  y  procedimientos más  o menos  similares. 

Por ejemplo, deben ser propuestos por algún partido 

político;  estos  partidos,  a  su  vez,  deben  apegarse 

también a derecho. 

CONSTITUCIÓN DE LOS PARTIDOS 

En  toda democracia,  las  elecciones de  cargos 

públicos  requieren  de  candidatos  que  serán 

propuestos  por  partidos  políticos,  que  no  son más 

que  las  organizaciones  que  se  caracterizan  por  su 

singularidad,  su  base  personal  y  su  relevancia 

constitucional. 

Los partidos políticos, en  la Constitución, pero 

sobre todo a partir de  la  ley de 1977, son agrupacio‐

nes creadas con el fin de contribuir democráticamen‐

te  a  la  determinación  de  la  política  nacional;  que 

sirven  además  para  orientar  y  formar  la  voluntad 

ciudadana,  promover  la  participación  en  las  institu‐

ciones  representativas  mediante  la  formulación  de 

programas,  la presentación y apoyo de  candidatos y 

Page 17: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Procedimientos de elección  9 

la realización de cualquier actividad que sea necesaria 

para el  cumplimiento de  sus objetivos  (CPEUM: Art. 

41). 

Según  la definición de Max Weber (citado por 

Moya y Aparicio, 2009) se entiende por partido políti‐

co a: 

“las  formas de  socialización que descansando 

en el  reclutamiento  (formalmente)  libre,  tiene 

como  fin  proporcionar  poder  a  sus  dirigentes 

dentro  de  una  asociación  y  otorgar  por  este 

medio  a  sus miembros  activos  determinadas 

probabilidades  ideales  o materiales”  (Moya  y 

Aparicio, 2009, pág. 5). 

Otra definición viable es la que resume Bernal 

cuando dice que se trata de: “organizaciones políticas 

durables que cuentan con una estructura completa y 

una  independencia orgánica y  funcional respecto del 

Estado, manifiestan la voluntad deliberada de ejercer 

directamente  el  poder  y  para  ello  buscan  el  apoyo 

popular en las elecciones (Bernal, 2006, pág. 59). 

Es así, que los partidos políticos se fundan con 

vistas a la permanencia y a la consolidación progresi‐

va; y su finalidad última y legítima es obtener el poder 

mediante el apoyo popular manifestado en  las urnas 

(Bernal, 2006, p. 58). 

A efectos prácticos, en México existen dos  ti‐

pos de partidos: los nacionales y los locales. Ambos se 

constituyen  y  registran  en  forma  parecida;  pero  los 

nacionales deben ser registrados en el Instituto Fede‐

ral  Electoral  (IFE)  mientras  que  los  locales  ante  el 

Instituto Electoral del Estado (IEE) correspondiente. 

Para que un partido pueda constituirse a nivel 

nacional,  los  ciudadanos organizados para  tal efecto 

deben notificar su interés de constituirse como parti‐

do en el año siguiente al de  la elección presidencial, 

durante el mes de enero  (COFIPE: Art. 28); para  los 

partidos  locales  esto  tiene  como  plazo  el  día  30  de 

noviembre  del  año  anterior  a  las  elecciones  de  go‐

bernador  para  participar  en  estos  comicios  (LIPEEY: 

Art. 35). 

En breve, para que una agrupación política na‐

cional  pueda  ser  registrada  como  partido  político 

nacional, debe cumplir  los requisitos expuestos en el 

artículo 24 del COFIPE que, en  resumen, son  los dos 

siguientes. 

Formular  una  declaración  de  principios,  pro‐

gramas  de  acción  y  estatutos  normativos  congruen‐

tes. 

Por  lo menos, contar con 3 mil afiliados entre 

al menos 20 entidades federativas; o bien, tener 300 

afiliados de entre  al menos 200 distritos electorales 

uninominales. 

En el caso del estado de Yucatán, para un par‐

tido  local  el  primer  requisito  es  la  formulación  de 

principios,  programas  y  estatutos  ideológicamente 

congruentes; y el segundo, que deben tener al menos 

500 afiliados por distrito electoral uninominal en por 

lo menos 10 de los 15 distritos electorales del Estado 

(LIPEEY: Art. 36). 

Es requisito antecedente la constitución de los 

partidos políticos para poder proponer  sus  candida‐

tos. No obstante que en Yucatán, a partir de 2006, se 

permiten las candidaturas independientes, es necesa‐

rio que los candidatos postulados respetar los requisi‐

tos que establece la ley para ellos. 

REQUISITOS PARA ASPIRAR A DIFERENTES CARGOS DE ELECCIÓN 

POPULAR. 

De  acuerdo  con  Román,  los  requisitos  para 

ocupar un  cargo de  elección popular podemos defi‐

nirlos como: 

Page 18: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Procedimientos de elección  10 

“las  características  mínimas  necesarias  que 

debe  reunir  una  determinada  persona  con  el 

objeto de estar  jurídicamente acreditada para 

aspirar  a  dicho  cargo  y,  por  consiguiente, 

participar en el proceso electoral con el status 

de “candidato”” (Román, 2001, pág. 173). 

Para  ocupar  cualquiera  de  los  cargos  de 

elección  popular  se  requiere  cumplir  con  requisitos 

específicos para cada cargo. Aunque pueden variar en 

detalles  según  el  cargo  público  que  desean  ocupar, 

los  requisitos en general  son  semejantes en algunos 

puntos.  Es  así  que,  a  fin  de  evitar  tediosas 

repeticiones,  aquí  se  ha  tratado  de  resumir,  en 

primera  instancia,  los  requisitos  que  son  aplicables, 

en  lo  general,  indistintamente  del  cargo  al  que  se 

aspire.  Posteriormente  se  explican  las 

particularidades de cada cargo. 

En México,  los  requisitos generales para aspi‐

rar a cualquiera de los cargos públicos son los siguien‐

tes. 

Nacionalidad mexicana por nacimiento; 

Pleno goce de los derechos; 

Ser  hijo  de  uno  o  ambos  padres mexicanos. 

Para  Presidente  de  la  República  basta  con  uno  de 

ellos (CPEUM, Art. 82). 

Cumplir con una edad mínima, que puede va‐

riar de 35 años  (Presidente de  la República), 30  (Go‐

bernador en Yucatán), 25 (senador), o 21 (diputado o 

diputado local), según sea el caso. 

No pertenecer al estado eclesiástico o a minis‐

terio de culto; 

No ser activo en el ejército; y 

No fungir algún otro cargo público, explicitado 

como  restricción para poder  aspirar  a  tal puesto de 

elección; en general, el aspirante debe haberse sepa‐

rado de él desde cierto tiempo de antelación según se 

especifique en cada caso. 

Todos estos requisitos se aplican para los dife‐

rentes cargos con algunas particularidades que varían 

según el puesto de elección popular al que se aspira; 

tales se explican a continuación. 

Presidente  de  la  República.  Para  que  alguien 

aspire a ocupar el cargo más alto de elección ciuda‐

dana, además de  los  requisitos ya explicados, se de‐

berá tener residencia en el país de al menos 20 años, 

sobre  todo  real  en  el  año  anterior  a  la  elección. 

Además, no ser Secretario o subsecretario de Estado, 

Procurador General  de  la  República,  gobernador  de 

algún Estado ni Jefe de Gobierno del Distrito Federal, 

a menos de que  se  separe de  su puesto  seis meses 

antes del día de la elección (CPEUM, Art. 82). 

Para aspirar a diputado y diputado local, se re‐

quiere  la  ciudadanía  o  vecindad  en  el  estado  con 

residencia en ella mayor de  seis meses al momento 

de la elección (CPEY, Art. 22; CPEUM, Art. 25). 

Para ocupar una senaduría se aplican  los mis‐

mos  requisitos  que  para  diputado  y  diputado  local 

(CPEUM, Art. 58). 

Para ser Gobernador Constitucional en el Esta‐

do  de  Yucatán,  se  requiere  de  igual manera:  ciuda‐

danía en el estado y residencia no menor a un año, o 

no menor a cinco si no se es yucateco de nacimiento; 

edad mínima de  30  años;  y,  adicionalmente,  no  ser 

titular de alguna de  las dependencias de  la adminis‐

tración pública (no aplica separándose 90 días antes), 

magistrado del tribunal superior de justicia diputado, 

regidor o síndico (o separado del cargo al menos 120 

días antes), ni  ser magistrado,  consejero o ejecutivo 

del  los  órganos  electorales  (separado  al menos  tres 

años antes) (LIPEEY, Art. 27; CPEY, Art. 46). 

Page 19: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Elementos del proceso electoral  11 

Por su parte, para ser Presidente Municipal en 

el  Estado  de  Yucatán,  es  necesario  además  de  ser 

oriundo de ese municipio, saber  leer y escribir, y no 

ocupar otro  cargo,  comisión o empleo público en el 

estado  o  la  federación  (separándose  de  él  120  días 

antes de la elección) ni ser consejero electoral (3 años 

mínimo de separación) (CPEY, Art. 78). 

ELEMENTOS DEL PROCESO ELECTORAL 

Toda vez que tanto los partidos políticos como 

los  aspirantes  a  ocupar  una  candidatura  hayan 

cumplido  con  los  requisitos  especificados  por  la  ley  

se puede hablar del proceso  electoral.  Este proceso 

consta de  todo el conjunto de actos que realizan  las 

autoridades  electorales,  los  partidos  políticos  y  los 

ciudadanos  que  tienen  por  objeto  la  renovación 

periódica de los integrantes de los poderes Legislativo 

y Ejecutivo de la Unión. 

Para que  inicien  los procesos electorales, pri‐

mero  que  nada  los  partidos  políticos  reciben  un  fi‐

nanciamiento  público  establecido  en  el  Código;  su 

regulación  es  importante  porque  está  expuesto  a 

polémica. 

Según Bernal  (2006), en México hay una gran 

polémica en  torno al excesivo  financiamiento de  los 

partidos  políticos  que  se  presta  para  negocios  en 

beneficio de sus dirigentes y a costa del erario públi‐

co. Por ello, este  tema es uno de  los más delicados 

que regulan las leyes electorales. 

Los partidos  reciben permanentemente un  fi‐

nanciamiento público para sus actividades ordinarias; 

pero  también para  las  campañas electorales  reciben 

un financiamiento extra con el cual puedan hacer  las 

precampañas y campañas (COFIPE: Art. 49). 

En el caso del sostenimiento ordinario el Con‐

sejo  General  del  IFE  determina  cada  año  el monto 

total que se distribuirá en  los partidos basándose en 

varios criterios, expresados en el artículo 49 del COFI‐

PE. 

Según este, el año de la elección Presidencial y 

de  las  dos  Cámaras  del  Congreso  de  la Unión  cada 

partido  recibe  para  gastos  de  campaña  un  monto 

equivalente al cincuenta por ciento del financiamien‐

to  público  que  recibirá  ese  año  para  sostenimiento 

ordinario. Pero si ese año solo se renueva  la Cámara 

de Diputados solamente reciben un treinta por ciento 

adicional a su techo financiero ordinario del año. 

Además,  los  partidos  reciben  también  un  fi‐

nanciamiento  adicional  para  su  selección  interna  y 

sus  precampañas.  Una  vez  resuelto  este  punto,  el 

primer acto público comienza con las precampañas; y 

por  público  se  entiende  también  el  hecho  de  que 

tales actividades han  llegado a ser demasiado osten‐

sibles y mediáticas desde las elecciones recientes. 

CAMPAÑAS Y PRECAMPAÑAS 

PRECAMPAÑAS 

En el año 2007, Triana aquejaba que, “actual‐

mente no existe una reglamentación clara en torno a 

las precampañas  electorales,  y  el Código  Federal de 

Instituciones  y  Procedimientos  Electorales  (COFIPE) 

no hace referencia a este fenómeno más que de for‐

ma  indirecta, al  referirse al proceso de  selección  in‐

terna de candidatos en los partidos políticos” (Triana, 

2007, pág. 38). 

Se argumentaba que, mientras no sea candida‐

to  oficial  el  individuo  actúa  como  ciudadano  en  la 

esfera de lo personal y en esa esfera no tiene por qué 

ser regulable por el derecho electoral (Triana, 2007). 

Pero  se ha visto  también el origen de  tal desregula‐

ción durante el periodo de paz priista. 

Page 20: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Elementos del proceso electoral  12 

En  las  elecciones  de  2006,  las  precampañas 

excedieron  de  tal manera  en  derroche  de  recursos, 

tanto  de  dinero  como  de  tiempo,  que  llamaron  la 

atención a  los actores, ciudadanía, políticos y  legisla‐

dores, dando por  resultado  la  inclusión  en  el nuevo 

COFIPE, publicado en enero de 2008, de normativas 

para esta parte del proceso electoral. 

Las precampañas son las que se dan al interior 

de  cada  partido  para  seleccionar  los  precandidatos 

que serán propuestos para los cargos públicos que se 

renuevan ese año. Es así, que la precampaña electoral 

es el conjunto de actos que realizan los partidos polí‐

ticos,  sus militantes  y  los precandidatos a  concursar 

en las elecciones. Y precandidato se le llama al ciuda‐

dano que pretende ser postulado por su partido polí‐

tico  como  candidato a un  cargo de elección popular 

(COFIPE: Art. 212). 

Ahora,  la rendición de cuentas aplica también 

a  las  precampañas.  Los  partidos  políticos,  tienen  la 

obligación  de  rendir  un  informe  especificando  el 

monto y  los gastos de  la precampaña;  los cuales de‐

ben presentarse  a más  tardar dentro de  los 30 días 

siguientes a  la conclusión de  la precampaña según el 

COFIPE (Art. 216). 

Las precampañas darán  inicio al día  siguiente 

del  registro  del  precandidato  y  todos  los  partidos 

políticos  lo  harán  dentro  de  los  mismos  plazos.  Si 

algún  precandidato  hiciera  actos  de  precampaña 

antes de las fechas autorizadas perderá el derecho de 

su registrarse (COFIPE: Art. 211.c). 

La propaganda de  la precampaña  consiste en 

el  conjunto  de  escritos,  publicaciones,  imágenes, 

grabaciones, proyecciones  y expresiones  sean difun‐

didas por  los precandidatos  con el propósito de dar 

sus  propuestas  y  de  acuerdo  al  período  establecido 

por el COFIPE. Durante ese tiempo,  los partidos polí‐

ticos solo pueden utilizar sus espacios asignados en la 

radio y televisión comerciales en la presentación a sus 

candidatos; pero los precandidatos tiene prohibida la 

contratación de  tales medios,  so pena de perder  su 

registro, o negársele (Art. 211). 

Respecto  de  la  duración,  se  ha  regulado  que 

para  las  elecciones  de  Presidente  de  la  República, 

senadores  y  diputados  federales  las  precampañas 

están restringidas a sesenta días; y en el caso de pre‐

sidentes municipales, gobernadores y diputados loca‐

les, a treinta. 

LAS CAMPAÑAS ELECTORALES 

Después de que  las precampañas han conclui‐

do comienzan  las campañas. Al  iniciar,  los diferentes 

partidos  políticos  deben  haber  seleccionado  ya  sus 

candidatos. 

Es así que  la campaña electoral es el conjunto 

de actividades  llevadas a cabo por  los partidos políti‐

cos,  las coaliciones y  los candidatos  registrados para 

la obtención del voto  (Art. 228). Para  toda  la propa‐

ganda electoral, el  IFE administra  los  tiempos y días 

correspondientes  a  cada  partido  político.  Por  ejem‐

plo, para  las elecciones presidenciales  se han prees‐

tablecido  los tiempos de radio y televisión para ejer‐

cer  los  debates.  El  primero,  tiene  lugar  la  primera 

semana  de mayo;  el  segundo,  a más  tardar,  en  la 

segunda semana de junio del mismo año electoral. 

Como se ha dicho,  los partidos deben presen‐

tar un  informe final de  los recursos utilizados, a más 

tardar dentro de  los sesenta días siguientes a  la  jor‐

nada electoral. 

Inicio y duración de la campaña. La temporali‐

dad de las campañas está regulada por el artículo 237 

del COFIPE. Empiezan el día siguiente en que se regis‐

tran  los  candidatos  y  termina  tres  días  antes  de  la 

jornada electoral. Para las elecciones presidenciales, y 

Page 21: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Elementos del proceso electoral  13 

de Senadores y Diputados, la duración establecida es 

de noventa días; aproximadamente  tres meses. Para 

Diputados, por  el  contrario dura  sesenta días  si  ese 

año solamente se renueva la cámara respectiva. La de 

Gobernador también está restringida a noventa días y 

la de Presidente municipal,  sesenta,  y  ambas deben 

concluir también tres días antes de celebrarse  la  jor‐

nada electoral (LIPEEY: Art. 197; CPEY: Art. 16.b). 

REGISTRO DE CANDIDATOS 

De acuerdo al artículo 223 del COFIPE, existen 

diferentes fechas para el registro de candidatos según 

el tipo de elección que habrá ese año. 

Cuando  se  renueva  la  presidencia  de  la  re‐

pública,  senaduría  y  diputación  federal,  todos  los 

candidatos deben  registrarse  entre  el  15  y  el  22 de 

marzo; y cuando solo se renueva  la cámara de dipu‐

tados, deben hacerlo entre el 22 y 29 de abril. 

Por  su  parte,  para Gobernador,  en  la  Ley  de 

Yucatán el registro de candidatos se realiza del 1 al 15 

de abril; y para diputados y regidores entre el 15 y 30 

del mismo mes (LIPEEY: Art. 191) 

FECHAS DE VOTACIONES 

Los  cargos  de  Presidente  de  la  República  se 

llevan  a  cabo  cada  seis  años  el  primer  domingo  de 

julio  (COFIPE:  Art.  19).  Respecto  de  los  presidentes 

municipales  se  renuevan  cada  tres  años  en  julio,  el 

primer domingo de ese mes,  igual que  los diputados 

federales y  locales. Por su parte,  los Gobernadores y 

Senadores  duran  seis  años  en  el  cargo  para  que  se 

renueven (cf. COFIPE, Art. 11.2). 

PREPARATIVOS DE LA JORNADA 

LAS LISTAS NOMINALES 

Todos  los partidos políticos  reciben antes del 

día de  la  jornada electoral, el 15 de marzo,  las  listas 

nominales  del  padrón  electoral  en medios magnéti‐

cos,  a  través  de  la  Dirección  Ejecutiva  del  Registro 

Federal de Electores (COFIPE: Art. 195). 

Las  listas se presentan,  instruye el COFIPE, di‐

vididas en dos apartados, ambos ordenados alfabéti‐

camente  y  por  secciones  correspondientes  a  cada 

uno  de  los  distritos  electorales.  El  primer  apartado 

contiene  la  lista  de  ciudadanos  que  obtuvieron  su 

credencial para votar con fotografía hasta la fecha 15 

de febrero; y quienes no la obtuvieron se encuentran 

en el segundo apartado. Los partidos políticos pueden 

formular  observaciones  a  estas  listas  señalando 

hechos y  casos  concretos e  individualizados hasta el 

14 de abril; y si hubiere  lugar se harán  las modifica‐

ciones a más tardar hasta el 15 de mayo (Art. 195). 

REPRESENTANTES DE PARTIDOS 

También es necesario que cada partido políti‐

co nombre sus representantes para la mesa de casilla, 

los cuales  serán dos propietarios y un  suplente para 

cada mesa directiva según el artículo 245. 

Este mismo artículo del Código establece que 

los partidos políticos podrán acreditar en cada uno de 

los distritos electorales uninominales un representan‐

te general por cada diez casillas electorales ubicadas 

en zonas urbanas y uno por cada cinco casillas  rura‐

les.  Los  representantes  tienen  que  firmar  sus  nom‐

bramientos antes de acreditarse en la casilla y portar 

en  la casilla un emblema de 2.5 por 2.5 centímetros 

de su partido con la leyenda de “representante” (CO‐

FIPE: Art. 245). 

MESAS DIRECTIVAS 

Las mesas  directivas  de  casilla,  por mandato 

constitucional,  son  los órganos electorales  formados 

por ciudadanos,  facultados para  recibir  la votación y 

realizar  el  escrutinio  y  cómputo  en  cada una  de  las 

Page 22: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Elementos del proceso electoral  14 

secciones electorales en que se dividan los 300 distri‐

tos electorales (COFIPE: Art. 154). 

El Código Federal explica que  las mesas direc‐

tivas de casilla como autoridad electoral  tienen a  su 

cargo, durante  la  jornada electoral,  respetar y hacer 

respetar  la  libre  emisión  y  efectividad  del  sufragio, 

garantizar el secreto del voto y asegurar  la autentici‐

dad del escrutinio y cómputo (Ibíd.). 

Las mesas directivas de casilla se  integran con 

un presidente, un secretario, dos escrutadores, y tres 

suplentes generales (COFIPE: Art. 155). 

Para ser integrante de mesa directiva de casilla 

se  requiere  la nacionalidad por nacimiento y  la  resi‐

dencia en  la  sección electoral, estar  registrado en el 

Padrón  Electoral  y  contar  con  credencial  vigente; 

tener pleno goce de sus derechos y un modo honesto 

de vivir; haber tomado el curso de capacitación y no 

ser  servidor  público  de  confianza  ni  cargo  de  direc‐

ción partidista;  y por  supuesto,  saber  leer  y  escribir 

(COFIPE: Art. 156). 

Los integrantes de las mesas directivas de casi‐

lla  tienen  las  atribuciones  siguientes  (COFIPE:  Art. 

157): 

a) Instalar y clausurar la casilla; 

b) Recibir la votación; 

c) Efectuar el escrutinio y cómputo de la vota‐

ción; 

d)  Permanecer  en  la  casilla  desde  su  instala‐

ción hasta su clausura; y 

e) Las demás que les confieran la ley. 

Hay que tener en cuenta que los partidos polí‐

ticos nacionales deben acreditar a sus representantes 

ante  los  consejos  locales  y  distritales  a más  tardar 

dentro de  los  treinta días siguientes a  la  fecha de  la 

sesión  de  instalación  del  Consejo  de  que  se  trate 

(COFIPE: Art. 152). 

El COFIPE establece que los representantes de 

los partidos políticos tiene la limitante de sólo ejercer 

su cargo exclusivamente ante las mesas directivas de 

casilla  instaladas  en  el distrito  electoral para  el  que 

fueron acreditados; y no podrá haber más de un  re‐

presentante del mismo partido político; asimismo, no 

deben asumir las funciones de otros integrantes de la 

mesa directiva ni obstaculizar la votación de la casilla. 

Pero  también  tienen atribuciones. Pueden presentar 

escritos de incidentes sólo que los escritos de protes‐

ta  se  hacen  al  término  del  escrutinio  y  cómputo 

cuando el representante de su partido político ante la 

mesa directiva de casilla no estuviere presente (COFI‐

PE: Art. 246). 

Boletas electorales. Las boletas deberán estar 

en poder del consejo distrital 15 días antes de la elec‐

ción, al recibir el consejo las boletas hará el conteo de 

lo  que  le  toca  a  cada  distrito  y  en  caso  que  falten 

boletas dará  conocimiento  a  las  autoridades  corres‐

pondientes (Art. 254). 

JORNADA ELECTORAL 

Desde  tres  días  antes  y  durante  el  día  de  la 

jornada  electoral  no  se  permite  la  celebración  ni  la 

difusión de  reuniones o  actos públicos de  campaña, 

de propaganda o de proselitismo electorales (COFIPE: 

Art. 237.4). 

El  día  de  la  elección  se  levanta  el  acta  de  la 

jornada electoral, que contendrá los datos comunes a 

todas las elecciones y las actas relativas al escrutinio y 

cómputo de cada una de  las elecciones (COFIPE: Art. 

259.1). 

La casilla se apertura a  las 8:00 horas, del día 

de la jornada. Los ciudadanos presidente, secretario y 

escrutadores  de  las mesas  directivas  de  las  casillas 

nombrados como propietarios procederán a  la  insta‐

Page 23: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Elementos del proceso electoral  15 

lación de la casilla en presencia de los representantes 

de  partidos  políticos  que  concurran  (COFIPE:  Art. 

259.2). 

Si algún partido político  lo solicita,  las boletas 

electorales podrán ser  rubricadas o selladas por uno 

de los representantes partidistas ante la casilla desig‐

nado por sorteo, quien podrá hacerlo por partes para 

no obstaculizar el desarrollo de  la votación  (COFIPE: 

Art. 259.3). 

CASILLAS ESPECIALES 

Estas casillas son para  las personas que se en‐

cuentren  fuera de  su  sección  y deseen  votar  al  res‐

pecto  tendrán que seguir  las reglas siguientes  (COFI‐

PE: Art. 244 y 270). 

En el artículo 270 del Código Federal de  Insti‐

tuciones  y Procedimientos Electorales  se especifican 

las reglas que operan para los electores que sufragan 

en  las  casillas  especiales.  Ahí  se  presentan  4  casos 

como sigue. 

Si el elector se encuentra fuera de su sección, 

pero dentro de su distrito, podrá votar por diputados 

por  los principios de mayoría  relativa y de  represen‐

tación proporcional, por senador por los principios de 

mayoría  relativa  y de  representación proporcional  y 

por Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. 

Si el elector  se encuentra  fuera de  su distrito 

pero dentro de su entidad federativa podrá votar por 

diputados  de  representación  proporcional,  senador 

por mayoría relativa y Presidente de la República. 

Si el elector se encuentra fuera de su entidad, 

pero  dentro  de  su  circunscripción,  podrá  votar  por 

diputados por el principio de representación propor‐

cional, por senador por el principio de representación 

proporcional y por Presidente de  los Estados Unidos 

Mexicanos. 

Si el elector se encuentra fuera de su distrito, 

de su entidad y de su circunscripción, pero dentro del 

territorio nacional, únicamente podrá votar por sena‐

dor por el principio de representación proporcional y 

por Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. 

INICIO DE LA VOTACIÓN 

Para  iniciar  la votación  se hace primero el  le‐

vantamiento del acta de  la  jornada electoral,  llenán‐

dose  y  firmándose el  apartado  correspondiente  a  la 

instalación de la casilla. 

En  el  apartado  correspondiente  a  la  instala‐

ción, se hará constar, según el artículo 259 del Códi‐

go: 

El  lugar,  la  fecha y  la hora en que  se  inicia el 

acto de instalación; 

El nombre  completo  y  firma  autógrafa de  las 

personas que actúan como funcionarios de casilla; 

El número de boletas recibidas para cada elec‐

ción en la casilla que corresponda, consignando en el 

acta los números de folios; 

Que  las urnas  se  armaron o  abrieron en pre‐

sencia de los funcionarios y representantes presentes 

para comprobar que estaban vacías y que se coloca‐

ron en una mesa o  lugar adecuado a  la  vista de  los 

electores y representantes de los partidos políticos; 

Una relación de los incidentes suscitados, si los 

hubiere; y 

En  su  caso,  la  causa por  la que  se  cambió de 

ubicación la casilla. 

En  el  artículo  264.1  del  COFIPE,  se  establece 

que  los electores deben votar en el orden en que se 

presenten ante la mesa directiva de casilla, debiendo 

mostrar su credencial para votar con  fotografía o en 

su  caso,  la  resolución  del  Tribunal  Electoral  que  les 

otorga  el  derecho  de  votar  sin  aparecer  en  la  lista 

nominal o  sin contar  con  credencial para votar o en 

Page 24: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Elementos del proceso electoral  16 

ambos casos. Además, explica el procedimiento para 

realizar la votación como se describe a continuación. 

Los presidentes de casilla permitirán emitir su 

voto a aquellos ciudadanos cuya credencial para votar 

contenga  errores  de  seccionamiento,  siempre  que 

aparezcan en  la  lista nominal de electores  con  foto‐

grafía correspondiente a su domicilio. 

Una  vez  comprobado  que  el  elector  aparece 

en  las  listas  nominales  y  que  haya  exhibido  su  cre‐

dencial  para  votar  con  fotografía,  el  presidente  le 

entrega  las boletas de  las elecciones para que  libre‐

mente y en secreto marque en  la boleta únicamente 

el  cuadro  correspondiente  al  partido  político  por  el 

que  sufraga,  o  anote  el  nombre  del  candidato  no 

registrado por el que desea emitir su voto. 

En seguida, el elector dobla sus boletas y se di‐

rigirá a depositarlas en la urna correspondiente. Des‐

pués de ello,  la  credencial para  votar  con  fotografía 

del elector se marca para constar que ha ejercido su 

derecho de  voto;  y  además,  se debe  impregnar  con 

líquido indeleble el dedo pulgar derecho del elector; y 

al  final de  todo  ello  le devolverán  al  elector  su  cre‐

dencial para votar. 

CIERRE DE VOTACIÓN 

En el artículo 271, el COFIPE establece que  la 

votación se debe cerrar a las 18:00 horas, salvo en el 

caso de que a esa hora hubiera votantes formados; si 

fuera el caso, se respeta que todos los que estuvieran 

formados a esa hora terminen de realizar su votación, 

y entonces se cerrará la casilla. 

El Presidente declara cerrada la votación y, ac‐

to seguido, el secretario  llena el apartado correspon‐

diente al cierre de votación en el acta de  la  jornada 

electoral, especificando  la hora de cierre y  las causas 

por las que se hubiere cerrado antes o después de las 

18  horas;  y  entonces,  deberá  ser  firmado  por  los 

funcionarios y representantes (COFIPE: Art. 272). 

ESCRUTINIO Y CÓMPUTO EN LA CASILLA 

Una vez cerrada  la votación y  llenado y firma‐

do el apartado correspondiente del acta de la jornada 

electoral,  los  integrantes de  la mesa directiva proce‐

derán al escrutinio y cómputo de los votos sufragados 

en la casilla. 

El  escrutinio  y  cómputo  es  el  procedimiento 

por el cual  los  integrantes de cada una de  las mesas 

directivas de casilla, determinan (Art. 273): 

El número de electores que votó en la casilla; 

El número de votos emitidos en favor de cada 

uno de los partidos políticos o candidatos; 

El número de votos nulos; y 

El número de boletas sobrantes de cada elec‐

ción. 

Para realizar este conteo existen reglas especí‐

ficas  de  escrutinio  y  cómputo  establecidas  en  los 

artículos 275 y 276, como sigue. 

En primera, el  secretario de  la mesa directiva 

de  casilla  cuenta  las  boletas  sobrantes,  las  inutiliza 

por  medio  de  dos  rayas  diagonales  con  tinta,  las 

guarda en un sobre especial el cual queda cerrado y 

anota en el exterior del mismo el número de boletas 

que se contienen en él. 

Enseguida, el primer escrutador cuenta en dos 

ocasiones,  el  número  de  ciudadanos  que  aparezca 

que votaron conforme a la lista nominal de electores 

de  la  sección,  sumando,  en  su  caso,  el  número  de 

electores  que  votaron  por  resolución  del  Tribunal 

Electoral sin aparecer en la lista nominal. 

El presidente de  la mesa directiva es el encar‐

gado de abrir la urna, sacar las boletas y mostrar a los 

presentes que la urna quedó vacía; 

Page 25: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Resultados electorales  17 

El  segundo  escrutador  cuenta  las  boletas  ex‐

traídas de la urna; 

Los  dos  escrutadores  bajo  la  supervisión  del 

presidente, clasifican las boletas para determinar: 

El número de votos emitidos a  favor de  cada 

uno de los partidos políticos o candidatos 

El número de votos que sean nulos; y el secre‐

tario anota en hojas dispuestas al efecto  los  resulta‐

dos de cada una de las operaciones 

CLAUSURA  DE  LA  CASILLA  Y  DE  LA  REMISIÓN  DEL 

EXPEDIENTE 

En el artículo 284 del COFIPE se establece, que 

cuando los funcionarios de la mesa directiva de casilla 

concluyen  las operaciones el secretario  levanta cons‐

tancia de la hora de clausura de la casilla y el nombre 

de  los  funcionarios  y  representantes  que  harán  la 

entrega del paquete que contenga los expedientes. La 

constancia  será  firmada  por  los  funcionarios  de  la 

casilla y los representantes de los partidos que desea‐

ren hacerlo. 

Clausuradas ya  las  casillas,  los presidentes de 

las mismas,  bajo  su  responsabilidad,  harán  llegar  al 

Consejo Distrital que corresponda  los paquetes y  los 

expedientes de casilla dentro de los plazos. 

Los Consejos Distritales  adoptan previamente 

al día de la elección, las medidas necesarias para que 

los paquetes,  con  los expedientes de  las elecciones, 

sean entregados dentro de  los plazos establecidos y 

para que puedan ser recibidos en forma simultánea. 

RESULTADOS ELECTORALES 

INFORMACIÓN PRELIMINAR DE LOS RESULTADOS 

Los Consejos Distritales harán las sumas de las 

actas de escrutinio y cómputo de  las casillas confor‐

me éstas se vayan recibiendo y hasta el vencimiento 

del plazo  legal para  la  entrega de  los paquetes que 

contengan  los  expedientes  electorales,  conforme  a 

las siguientes reglas: 

El Consejo Distrital autoriza al personal nece‐

sario para  la  recepción continua y  simultánea de  los 

paquetes  electorales.  Los  partidos  políticos  podrán 

acreditar  a  sus  representantes  suplentes  para  que 

estén presentes durante dicha recepción. 

Los  funcionarios  electorales  designados  reci‐

birán las actas de escrutinio y cómputo y de inmedia‐

to darán lectura en voz alta del resultado de las vota‐

ciones que aparezcan en ellas, procediendo a realizar 

la  suma  correspondiente  para  informar  inmediata‐

mente a la Secretaría Ejecutiva del Instituto. 

El secretario, o el  funcionario autorizado para 

ello, anota esos resultados en el lugar que les corres‐

ponda en  la  forma destinada para ello,  conforme  al 

orden numérico de las casillas. 

Los  representantes  de  los  partidos  políticos 

acreditados ante el Consejo, cuentan  con  los  forma‐

tos adecuados para anotar en ellos  los resultados de 

la votación en las casillas. 

El presidente deberá fijar en el exterior del lo‐

cal  del  Consejo Distrital,  los  resultados  preliminares 

de las elecciones en el Distrito. 

VOTACIÓNES DESDE EL EXTRANJERO 

Actualmente todo ciudadano mexicano puede 

votar  aunque  se  encuentre  en  el  extranjero,  para 

poder votar tendrá que seguir ciertos procedimientos 

que  a  continuación  mencionare  de  manera  breve. 

Hay que mencionar que el voto en el extranjero solo 

podrá  ser  para  candidatos  a  Presidentes  de  la  Re‐

pública. 

Antes que nada deberán solicitar a la Dirección 

Ejecutiva del Registro Federal de Electores, por escri‐

Page 26: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Resultado final  18 

to,  con  firma autógrafa o, en  su  caso, huella digital, 

en  el  formato  aprobado  por  el  Consejo General,  su 

inscripción en el listado nominal de electores residen‐

tes en el extranjero;  Manifestar, bajo su más estricta 

responsabilidad  y  bajo  protesta  de  decir  verdad,  el 

domicilio en el extranjero al que se  le hará  llegar, en 

su caso, la boleta electoral. 

Dicha solicitud  lo deberán de hacer del 1o. de 

octubre del año previo, y hasta el 15 de enero del año 

de la elección presidencial. 

Después de que  le sea enviada  la boleta elec‐

toral  al  ciudadano,  deberá  votar,  después  deberá 

doblar e introducir la boleta electoral en el sobre que 

le haya  sido  remitido, cerrándolo de  forma que ase‐

gure el secreto del voto. 

En  el más  breve  plazo,  el  ciudadano  deberá 

enviar el  sobre que contiene  la boleta electoral, por 

correo certificado, al Instituto Federal Electoral. 

LISTAS NOMINALES DE RESIDENTES EN EL EXTRANJERO 

A más  tardar  el  15  de marzo  del  año  de  la 

elección presidencial, la Dirección Ejecutiva del Regis‐

tro Federal de Electores pondrá a disposición de  los 

partidos  políticos  las  listas  nominales  de  electores 

residentes en el extranjero. 

Los partidos políticos podrán  formular obser‐

vaciones  a  dichas  listas,  señalando  hechos  y  casos 

concretos  e  individualizados,  hasta  el  31  de marzo, 

inclusive. 

De  las observaciones  realizadas por  los parti‐

dos políticos se harán las modificaciones a que hubie‐

re  lugar y se  informa al Consejo General y a  la Comi‐

sión Nacional de Vigilancia a más tardar el 15 de ma‐

yo. 

RESULTADO FINAL 

Los resultados finales y oficiales se ofrecen en 

una sesión del Consejo General del  IFE en el caso de 

elecciones  federales y el consejo  local en el  caso de 

elecciones  locales  que  tiene  lugar  el  miércoles  si‐

guiente al día de la elección. 

FIN DEL PROCESO ELECTORAL 

Posteriormente,  en  el  Tribunal  Electoral  del 

Poder Judicial de  la Federación o en el Tribunal Elec‐

toral del Estado, según el caso, se desahogan las que‐

jas que en su caso le sean presentadas sobre irregula‐

ridades en el proceso electoral y si estas no ameritan 

la anulación de las elecciones o la modificación de los 

resultados,  declara  válido  el  proceso  electoral  y  en‐

trega  la Constancia de Elección al  candidato  triunfa‐

dor, siendo declarado según el caso: Presidente Elec‐

to,  Senador  Electo,  Diputado  Electo  etc.,  con  esto 

último se da por terminado todo el proceso electoral. 

Como  puede  notarse  el  proceso  que  se  lleva 

para elegir un representante popular ya sea de Presi‐

dente de  la  república, diputado, senador o goberna‐

dor  es  estricto  y muy  largo.  Cada  cargo  a  elección 

tiene  ciertos  requisitos  aunque  son  similares,  cada 

uno  tendrá  sus  fechas  y  requisitos  de  elección. 

Además,  todo  ciudadano mexicano que desee  votar 

lo puede hacer aunque no se encuentre dentro de  la 

República mexicana en el caso de elección para Presi‐

dente de la República. Y algo muy importante que se 

da en  los procesos electorales, es que  los gastos que 

se  hacen  en  cada  proceso  electoral  son  inmensos, 

pero  hasta  la  fecha  esa  es  la manera  de  demostrar 

que  el  pueblo  toma  decisiones  en  un  estado  de‐

mocrático. 

Page 27: Flores (2011) el proceso electoral

EL PROCESO ELECTORAL  Fin del proceso electoral  19 

CAPITULO 4: 

CONCLUSIONES 

El proceso electoral es un  todo complejo que 

involucra tantos aspectos, políticos, culturales, histó‐

ricos,  legales, y más, que es  imposible enumerar  to‐

dos en una monografía.  

Aquí  se  considera  que  elegir  los  aspectos 

históricos  resultó  importante  ya  que,  a  través  de 

ellos, mirando  en  retrospectiva  la  evolución no  solo 

del proceso electoral sino también de la democracia y 

de la política que son su marco de referencia, es posi‐

ble entender el valor de  lo que ahora  los mexicanos 

disponen como método para construir  la democracia 

en el país. 

La  historia  enseña  que  el  proceso  electoral, 

como esta normado en  la actualidad, no es estático. 

El  Código  reformado  en  2007  deberá  someterse  a 

prueba en  las elecciones de 2012; pero en 2006,  las 

elecciones se dieron en un proceso electoral diferen‐

te,  y  así,  se puede notar  cómo evoluciona  la demo‐

cracia  en  los  cambios que  se  realizan  en  el proceso 

electoral. 

Hoy  se  pueden  apreciar  como  derechos  ob‐

vios: la votación de las mujeres, la edad mínima de 18 

para votar, la votación de mexicanos en el extranjero, 

la  regulación de  las  campañas,  precampañas,  candi‐

datos y precandidatos,  la regulación del acceso a  los 

medios; el establecimiento de normas sobre los lista‐

dos  nominales,  la  integración  de  las  casillas  y  los 

métodos  para  llevar  a  cabo  la  votación;  pero  tales 

derechos no  fueron ni obvios, ni existieron en otras 

épocas,  antes  de  que  la  efervescente  participación 

ciudadana en  la política a través o no de  los partidos 

políticos  forzara  a  las  instancias  legales  a  instaurar 

reglas más  claras,  certeras  y  explícitas  en  la  legisla‐

ción electoral. 

Hoy  por  hoy,  quedan  por  resolverse muchos 

asuntos pendientes, y en  cada nuevo  código habrán 

de prescribirse nuevas reglas para el proceso electo‐

ral que den  cuenta de  cada uno de  los derechos de 

los  ciudadanos  para  elegir  democráticamente  a  sus 

representantes. 

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