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Hace mucho tiempo existió un paisito en el que su pueblo, trataba de sobrevivir haciendo lo que mejor podía con su miserable vida. En este paisito, la realeza gobernante, un día, decidió que tenía un modelo educativo obsoleto y sin más, declaró una REFORMA EDUCATIVA a la que tendrían que apegarse todas las escuelas de este reino. Las historias de la realidad que vivían estos vasallos, empezaron a surgir, cada una de ellas con un rasgo tan lastímero, que debía ser leída con un pañuelo en las manos para contener las lágrimas. Y así inicia una historia: Una querida Profesora que había llegado a su edad adulta, se jubiló. La jubilación era un sistema que se había diseñado para la gente trabajadora de este reino, donde, ya fuera por edad o por incapacidad física, te podrías retirar a descansar, o sea, dejarías de trabajar y el sistema implementado te cubriría parte de tu salario como si lo siguieras haciendo. Aunque había privilegiados que habían, con ciertas artimañas, logrado que se les pagara todo su salario en lugar del porcentaje que marcaba el decreto real. Pero esta Profesora se sintió aún con ganas de seguir laborando, es cierto que había llegado a la edad prescrita, pero en términos generales, ella se sentía bien y capaz de continuar con la labor que había desempeñado durante toda su vida. Vida, que era estimulada con creces cada año, al término de un ciclo escolar, al ver cómo su alumnado había progresado en el aprendizaje y sus alumnos así se lo reconocían con grandes muestras de cariño. La Profesora se dirigió a una “Dirección de sector” que era una pequeña área administrativa del organismo real del paisito, y cuya función era controlar al conjunto de escuelas de una determinada zona, y mantener con ello, informado al organismo real. Soy la Profesora Eme, dijo al presentarse con la Directora del sector, y me gustaría seguir impartiendo clases que es una labor que realicé durante más de cuarenta años.

Hace mucho tiempo existió un paisito

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Page 1: Hace mucho tiempo existió un paisito

Hace mucho tiempo existió un

paisito en el que su pueblo, trataba de

sobrevivir haciendo lo que mejor podía con

su miserable vida.

En este paisito, la realeza

gobernante, un día, decidió que tenía un

modelo educativo obsoleto y sin más,

declaró una REFORMA EDUCATIVA a la

que tendrían que apegarse todas las

escuelas de este reino.

Las historias de la realidad que

vivían estos vasallos, empezaron a surgir,

cada una de ellas con un rasgo tan

lastímero, que debía ser leída con un

pañuelo en las manos para contener las

lágrimas.

Y así inicia una historia:

Una querida Profesora que había llegado a su edad adulta, se jubiló. La

jubilación era un sistema que se había diseñado para la gente trabajadora de este

reino, donde, ya fuera por edad o por incapacidad física, te podrías retirar a

descansar, o sea, dejarías de trabajar y el sistema implementado te cubriría parte

de tu salario como si lo siguieras haciendo. Aunque había privilegiados que habían,

con ciertas artimañas, logrado que se les pagara todo su salario en lugar del

porcentaje que marcaba el decreto real.

Pero esta Profesora se sintió aún con ganas de seguir laborando, es cierto

que había llegado a la edad prescrita, pero en términos generales, ella se sentía bien

y capaz de continuar con la labor que había desempeñado durante toda su vida.

Vida, que era estimulada con creces cada año, al término de un ciclo escolar, al ver

cómo su alumnado había progresado en el aprendizaje y sus alumnos así se lo

reconocían con grandes muestras de cariño.

La Profesora se dirigió a una “Dirección de sector” que era una pequeña

área administrativa del organismo real del paisito, y cuya función era controlar al

conjunto de escuelas de una determinada zona, y mantener con ello, informado al

organismo real. Soy la Profesora Eme, dijo al presentarse con la Directora del sector,

y me gustaría seguir impartiendo clases que es una labor que realicé durante más

de cuarenta años.

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La Directora de sector, la miró con extrañeza ya que no era frecuente que

una ex profesora, se presentara para solicitar seguir trabajando. Siempre, su labor

se había circunscrito a lo administrativo, la mayoría de las veces, reportando

cualquier situación que ella considerara anómala, y que, según su criterio, pudiera

afectar al reino. Otra ardua tarea que tenía que sortear, era el gran problema del

sindicalismo, al que la mayoría de los maestros estaba o tenía que estar sujeto; este

sindicalismo, se había convertido en una nata administrativa entre el poder real y

los trabajadores de la educación, y continuamente la Directora del sector tenía que

estar lidiando con esta ralea para no molestar a la realeza a la que ambos servían.

Después de recibir la solicitud de la profesora para seguir laborando, la

Directora de sector, razonó un poco y tomó la decisión de proponerle la cobertura

de un “interinato” o sea, un trabajo temporal cubriendo a otra maestra en sus

funciones, mientras la otra maestra se recuperaba “médicamente” de la deficiencia

que la obligaba a abandonar su puesto. Tanto la Directora de sector como la

profesora que se ausentaría, sabían que esta facilidad de un “interinato” no

necesariamente era por enfermedad, pero si, el logro de una prestación sindical.

La Profesora Eme aceptó la propuesta y de inmediato fue asignada a la

escuela correspondiente como maestra interina. Llegó con la Directora del plantel y

se presentó como la Profesora que cubriría el “interinato” de la maestra ausente.

Después de ser examinada, casi microscópicamente, por la Directora, ella, le dijo

que por el momento la vacante ya había sido asignada a otro maestro, pero que si

quería podía quedarse tratando de ordenar y mantener en orden la biblioteca de la

escuela.

La Profesora Eme nuevamente aceptó esta asignación, aunque no

comprendió como era que ese interinato estaba cubierto, sin saberlo las autoridades.

Pero no le preocupó más el asunto, nuevamente podía estar en contacto con los

alumnos y ahora en un ambiente donde sus enseñanzas podían pluralizarse aún

más. La Directora le dio indicaciones a uno de los empleados de intendencia de la

escuela para que condujera a la Profesora Eme a su lugar de trabajo. De muy

notoria, mala gana, el empleado de intendencia avanzó tratando de que la Profesora

Eme le siguiera el paso por los pasillos y patios del plantel hasta llegar a la Biblioteca,

y de un punta píe el empleado de intendencia, abrió la puerta del recinto y le indicó

a la Profesora Eme: aquí es, y se retiró.

Grande fue la sorpresa de la Profesora Eme al abrir bien la puerta de acceso

a la Biblioteca y encender la luz, eso era un gran mugrerío. La luz era parpadeante

y muy amarilla, el piso del recinto estaba lleno de polvo y había libros tirados por

todo el piso, los libreros mantenían un gran desorden entre montañas de libros y

papales apretujados, un par de mesas, una de ellas sin una pata, estaban cubiertas

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de mapas y residuos de comida dejados por los últimos exploradores que tuvieron

acceso a esta información, y al final, en una de las esquinas había un escritorio, que

más bien parecía la cama mal acondicionada de uno de los empleados de

intendencia, para pasar sus tiempos libres.

Bueno, se dijo la Profesora Eme, es hora de empezar a trabajar. Los días

pasaron y para cada uno de ellos, se fue cumpliendo un objetivo: limpiar lo más que

se pueda; ordenar libros y papeles de forma, al menos, armónica; quitar papeles de

ventanas y puertas para beneficiar la iluminación del recinto; solicitar que vengan a

recoger la basura que era mucha y al mismo tiempo a que le dieran una arreglada

a puerta para no tener que abrirla a patadas. También se solicitó a la Dirección que

arreglara la luz y pintaran las paredes para que no parecieran muros de penal, pero

esa labor, llevaría más tiempo ya que había que seguir un nuevo protocolo que “lo

justificara” ante las autoridades reales.

Poco a poco y día con día la Profesora Eme realizaba su trabajo y empezaba

a sobresalir entre la runfla de compañeros de trabajo que no la veían con buenos

ojos. La primera en tratar de hacer cambiar la actitud laboral de la Profesora Eme

fue maestra de educación física que le dijo, Profesora ¿para que trabaja tanto, se va

a buscar un problema con los compañeros que son re flojos y hasta le pueden hacer

algo? La segunda fue la Directora del plantel, que un día la abordó durante sus

quehaceres y le dijo a manera de propuesta: Profesora he visto su historial y me

entero que usted tiene capacidad para orientar a los alumnos que tienen deficiencia

de aprendizaje, así que quiero que me ayude con un par de niños de segundo que

van atrasados. La Profesora Eme respondió que sí que con gusto lo haría. Pero la

verdadera historia no era tan simple, la maestra encargada del grupo de segundo,

tenía doce alumnos y para ella, casi todos eran un problema, una de estas alumnas

no lograba comunicarse con ella, a pesar de que había transcurrido medo ciclo

escolar, la niña no hablaba con la maestra y no es que tuviera problemas de habla,

es que no hablaba con su maestra, no respondía preguntas, era un ser mudo en

clase; y el segundo niño simplemente no aprendía.

La Profesora Eme empezó a realizar lo que durante cuarenta años había

hecho y pronto logró que este par de niños tuviera un gran avance; la niña que no

hablaba pronto se convirtió en su secretaria y el segundo niño empezó a leer. Pronto

la Biblioteca se convirtió en el salón de los proscritos, resulto que en todos los grados

escolares había alumnos con “problemas de aprendizaje” y la Profesora Eme los

arreglaba. La comodidad que habían adoptado los maestros de la escuela al enviar

con la Profesora Eme, a sus niños problema, pronto se convirtió en una gran envidia

laboral; la profesora del segundo grado había reducido su número de alumnos a seis

y el aula de la Biblioteca resultaba ya insuficiente para atender a los alumnos con

“problemas de aprendizaje”, los empleados de intendencia, por influencia de algunos

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maestros, decidieron no llevar a cabo su labor en este salón ya que modificaba “toda

su forma de trabajo” hacer la limpieza en nuevo salón de clases no reconocido como

tal, esa era la Biblioteca y como tal tendría que ser aseada, o sea una vez al mes si

así lo requerían.

El nuevo grupo de alumnos con “problemas de aprendizaje” de la Profesora

Eme llegó a su máxima capacidad y la Dirección tuvo que replantear la labor de la

Profesora Eme, ya que le causaba problemas de índole sindical, por los chismes que

habrían de urdir los maestros, que, a pesar de su mal rendimiento, no eran capaces

de reconocer su falta de profesionalismo. Profesora Eme, le dijo la Directora, fíjese

que tenemos que dar por terminado el “interinato” porque la maestra a la que

sustituyó ya está recuperada de sus males, así que le pediría que a partir del próximo

lunes se presente con la Directora del sector, a ver si tiene una nueva asignación

para usted.

La Profesora Eme, se entristeció muchísimo por la noticia que recibía, pero ella

sabía que así tendría que ser, aunque la realidad contra la que no podía luchar era:

• Existen en este reino miles de niños con “problemas de aprendizaje” en

donde la solución es dedicar un poco de atención hacia ellos y en gran medida

corresponde a la que deben dedicarles sus padres.

• Los niños de este paisito son material humano, muy diferente al material

utilizado en la fabricación de automóviles o jabones (por si pensaban que una

escuela puede ser una empresa común o fábrica de productos en serie).

• Estos niños son difíciles de entender hasta por sus propios padres, tarea

que dejan a los PROFESORES o instituciones que luchan día a día, en el

contexto, no de uno o dos alumnos, sino de masivos grupos que deben ser

tratados como material humano.

• Hablar de una REFORMA EDUCATIVA en este reino, no es otra cosa que

una cotilla entre los cientos de niveles burocráticos y miles de sujetos pegados

a estos puestos con la única finalidad de servir a la ralea que los rige mientras

no pierdan su posición e ingreso.

Triste realidad …