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carlosortegalapaz
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Hace mucho tiempo existió un
paisito en el que su pueblo, trataba de
sobrevivir haciendo lo que mejor podía con
su miserable vida.
En este paisito, la realeza
gobernante, un día, decidió que tenía un
modelo educativo obsoleto y sin más,
declaró una REFORMA EDUCATIVA a la
que tendrían que apegarse todas las
escuelas de este reino.
Las historias de la realidad que
vivían estos vasallos, empezaron a surgir,
cada una de ellas con un rasgo tan
lastímero, que debía ser leída con un
pañuelo en las manos para contener las
lágrimas.
Y así inicia una historia:
Una querida Profesora que había llegado a su edad adulta, se jubiló. La
jubilación era un sistema que se había diseñado para la gente trabajadora de este
reino, donde, ya fuera por edad o por incapacidad física, te podrías retirar a
descansar, o sea, dejarías de trabajar y el sistema implementado te cubriría parte
de tu salario como si lo siguieras haciendo. Aunque había privilegiados que habían,
con ciertas artimañas, logrado que se les pagara todo su salario en lugar del
porcentaje que marcaba el decreto real.
Pero esta Profesora se sintió aún con ganas de seguir laborando, es cierto
que había llegado a la edad prescrita, pero en términos generales, ella se sentía bien
y capaz de continuar con la labor que había desempeñado durante toda su vida.
Vida, que era estimulada con creces cada año, al término de un ciclo escolar, al ver
cómo su alumnado había progresado en el aprendizaje y sus alumnos así se lo
reconocían con grandes muestras de cariño.
La Profesora se dirigió a una “Dirección de sector” que era una pequeña
área administrativa del organismo real del paisito, y cuya función era controlar al
conjunto de escuelas de una determinada zona, y mantener con ello, informado al
organismo real. Soy la Profesora Eme, dijo al presentarse con la Directora del sector,
y me gustaría seguir impartiendo clases que es una labor que realicé durante más
de cuarenta años.
La Directora de sector, la miró con extrañeza ya que no era frecuente que
una ex profesora, se presentara para solicitar seguir trabajando. Siempre, su labor
se había circunscrito a lo administrativo, la mayoría de las veces, reportando
cualquier situación que ella considerara anómala, y que, según su criterio, pudiera
afectar al reino. Otra ardua tarea que tenía que sortear, era el gran problema del
sindicalismo, al que la mayoría de los maestros estaba o tenía que estar sujeto; este
sindicalismo, se había convertido en una nata administrativa entre el poder real y
los trabajadores de la educación, y continuamente la Directora del sector tenía que
estar lidiando con esta ralea para no molestar a la realeza a la que ambos servían.
Después de recibir la solicitud de la profesora para seguir laborando, la
Directora de sector, razonó un poco y tomó la decisión de proponerle la cobertura
de un “interinato” o sea, un trabajo temporal cubriendo a otra maestra en sus
funciones, mientras la otra maestra se recuperaba “médicamente” de la deficiencia
que la obligaba a abandonar su puesto. Tanto la Directora de sector como la
profesora que se ausentaría, sabían que esta facilidad de un “interinato” no
necesariamente era por enfermedad, pero si, el logro de una prestación sindical.
La Profesora Eme aceptó la propuesta y de inmediato fue asignada a la
escuela correspondiente como maestra interina. Llegó con la Directora del plantel y
se presentó como la Profesora que cubriría el “interinato” de la maestra ausente.
Después de ser examinada, casi microscópicamente, por la Directora, ella, le dijo
que por el momento la vacante ya había sido asignada a otro maestro, pero que si
quería podía quedarse tratando de ordenar y mantener en orden la biblioteca de la
escuela.
La Profesora Eme nuevamente aceptó esta asignación, aunque no
comprendió como era que ese interinato estaba cubierto, sin saberlo las autoridades.
Pero no le preocupó más el asunto, nuevamente podía estar en contacto con los
alumnos y ahora en un ambiente donde sus enseñanzas podían pluralizarse aún
más. La Directora le dio indicaciones a uno de los empleados de intendencia de la
escuela para que condujera a la Profesora Eme a su lugar de trabajo. De muy
notoria, mala gana, el empleado de intendencia avanzó tratando de que la Profesora
Eme le siguiera el paso por los pasillos y patios del plantel hasta llegar a la Biblioteca,
y de un punta píe el empleado de intendencia, abrió la puerta del recinto y le indicó
a la Profesora Eme: aquí es, y se retiró.
Grande fue la sorpresa de la Profesora Eme al abrir bien la puerta de acceso
a la Biblioteca y encender la luz, eso era un gran mugrerío. La luz era parpadeante
y muy amarilla, el piso del recinto estaba lleno de polvo y había libros tirados por
todo el piso, los libreros mantenían un gran desorden entre montañas de libros y
papales apretujados, un par de mesas, una de ellas sin una pata, estaban cubiertas
de mapas y residuos de comida dejados por los últimos exploradores que tuvieron
acceso a esta información, y al final, en una de las esquinas había un escritorio, que
más bien parecía la cama mal acondicionada de uno de los empleados de
intendencia, para pasar sus tiempos libres.
Bueno, se dijo la Profesora Eme, es hora de empezar a trabajar. Los días
pasaron y para cada uno de ellos, se fue cumpliendo un objetivo: limpiar lo más que
se pueda; ordenar libros y papeles de forma, al menos, armónica; quitar papeles de
ventanas y puertas para beneficiar la iluminación del recinto; solicitar que vengan a
recoger la basura que era mucha y al mismo tiempo a que le dieran una arreglada
a puerta para no tener que abrirla a patadas. También se solicitó a la Dirección que
arreglara la luz y pintaran las paredes para que no parecieran muros de penal, pero
esa labor, llevaría más tiempo ya que había que seguir un nuevo protocolo que “lo
justificara” ante las autoridades reales.
Poco a poco y día con día la Profesora Eme realizaba su trabajo y empezaba
a sobresalir entre la runfla de compañeros de trabajo que no la veían con buenos
ojos. La primera en tratar de hacer cambiar la actitud laboral de la Profesora Eme
fue maestra de educación física que le dijo, Profesora ¿para que trabaja tanto, se va
a buscar un problema con los compañeros que son re flojos y hasta le pueden hacer
algo? La segunda fue la Directora del plantel, que un día la abordó durante sus
quehaceres y le dijo a manera de propuesta: Profesora he visto su historial y me
entero que usted tiene capacidad para orientar a los alumnos que tienen deficiencia
de aprendizaje, así que quiero que me ayude con un par de niños de segundo que
van atrasados. La Profesora Eme respondió que sí que con gusto lo haría. Pero la
verdadera historia no era tan simple, la maestra encargada del grupo de segundo,
tenía doce alumnos y para ella, casi todos eran un problema, una de estas alumnas
no lograba comunicarse con ella, a pesar de que había transcurrido medo ciclo
escolar, la niña no hablaba con la maestra y no es que tuviera problemas de habla,
es que no hablaba con su maestra, no respondía preguntas, era un ser mudo en
clase; y el segundo niño simplemente no aprendía.
La Profesora Eme empezó a realizar lo que durante cuarenta años había
hecho y pronto logró que este par de niños tuviera un gran avance; la niña que no
hablaba pronto se convirtió en su secretaria y el segundo niño empezó a leer. Pronto
la Biblioteca se convirtió en el salón de los proscritos, resulto que en todos los grados
escolares había alumnos con “problemas de aprendizaje” y la Profesora Eme los
arreglaba. La comodidad que habían adoptado los maestros de la escuela al enviar
con la Profesora Eme, a sus niños problema, pronto se convirtió en una gran envidia
laboral; la profesora del segundo grado había reducido su número de alumnos a seis
y el aula de la Biblioteca resultaba ya insuficiente para atender a los alumnos con
“problemas de aprendizaje”, los empleados de intendencia, por influencia de algunos
maestros, decidieron no llevar a cabo su labor en este salón ya que modificaba “toda
su forma de trabajo” hacer la limpieza en nuevo salón de clases no reconocido como
tal, esa era la Biblioteca y como tal tendría que ser aseada, o sea una vez al mes si
así lo requerían.
El nuevo grupo de alumnos con “problemas de aprendizaje” de la Profesora
Eme llegó a su máxima capacidad y la Dirección tuvo que replantear la labor de la
Profesora Eme, ya que le causaba problemas de índole sindical, por los chismes que
habrían de urdir los maestros, que, a pesar de su mal rendimiento, no eran capaces
de reconocer su falta de profesionalismo. Profesora Eme, le dijo la Directora, fíjese
que tenemos que dar por terminado el “interinato” porque la maestra a la que
sustituyó ya está recuperada de sus males, así que le pediría que a partir del próximo
lunes se presente con la Directora del sector, a ver si tiene una nueva asignación
para usted.
La Profesora Eme, se entristeció muchísimo por la noticia que recibía, pero ella
sabía que así tendría que ser, aunque la realidad contra la que no podía luchar era:
• Existen en este reino miles de niños con “problemas de aprendizaje” en
donde la solución es dedicar un poco de atención hacia ellos y en gran medida
corresponde a la que deben dedicarles sus padres.
• Los niños de este paisito son material humano, muy diferente al material
utilizado en la fabricación de automóviles o jabones (por si pensaban que una
escuela puede ser una empresa común o fábrica de productos en serie).
• Estos niños son difíciles de entender hasta por sus propios padres, tarea
que dejan a los PROFESORES o instituciones que luchan día a día, en el
contexto, no de uno o dos alumnos, sino de masivos grupos que deben ser
tratados como material humano.
• Hablar de una REFORMA EDUCATIVA en este reino, no es otra cosa que
una cotilla entre los cientos de niveles burocráticos y miles de sujetos pegados
a estos puestos con la única finalidad de servir a la ralea que los rige mientras
no pierdan su posición e ingreso.
Triste realidad …