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La búsqueda de la dignidad. Down

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LA BÚSQUEDA DE LA DIGNIDADPALOMA GARCÍA-SICILIA MONTERO

Nací en Madrid. Mi nombre es compuesto y es… María Paloma, aunquetodo el mundo me llama Paloma.

De pequeña tuve un profesor de apoyo, argentino, porque no pronun-ciaba correctamente la «r» simple ni la doble («rr»). La «l» también medaba problemas. En seis meses lo corregimos y mi dicción fue mucho máscorrecta.

Tras este primer obstáculo, vino la siguiente preocupación: cuando llególa hora de ir al colegio, sobre todo porque mi madre dudaba y no hacía másque preguntarse: «¿En qué colegio puedo meterla? ¿Quién la acogerá?»Esto era un enigma, nunca se puede saber. Por aquel entonces no era dema-siado fácil encontrar un centro asequible, que atendieran mis necesidadesespecíficas y que enseñasen en castellano. Lo intentamos con varios, peroninguno me acogió.

El médico que me atendía fue quien sugirió a mi madre que intentaramatricularme en el mismo colegio al que iban mis hermanas y mi únicohermano. Soy la más pequeña de los cinco. En total, somos seis. Tambiénla aconsejó que lo hiciera cuanto antes, ya que pronto tendría la edad ade-cuada para comenzar el curso. Finalmente, mi madre probó suerte. Al prin-cipio, el colegio tenía sus dudas pero… durante un espacio de tiempo, y trasver cómo evolucionaba, se decidieron a acogerme en sus aulas.

El centro era inglés. «The British Institute School». Siempre que habloo menciono esta parte de mi vida me viene a la memoria cómo, de la nochea la mañana, me encontré vestida con una falda gris, camisa blanca, jerseyy calcetines rojos y zapatos negros. Esto sencillamente significaba que erael uniforme del colegio y… que me habían admitido.

Una de las cosas que sigo recordando desde que me enteré fue que habíasido la primera niña-mujer con una breve discapacidad que traspasaba uncolegio normal y bilingüe. Me sentí muy contenta y con un idioma pordelante.

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Mis recuerdos escolares fueron muy buenos ya que jamás tuve ningúnproblema ni dentro ni fuera del colegio. Destaqué por mi gran afición a lalectura y en el deporte. De hecho, cuando tocaba «Educación física» seorganizaban peleas a la hora de formar el equipo; eran los demás quienesse peleaban entre sí, yo me mantenía al margen. Ambos grupos querían queyo estuviera en ellos. Finalmente, se llegó a un acuerdo: me iría turnandode equipo. La decisión fue aceptada por unanimidad.

Con respecto a la lectura, mi afición principalmente me la inculcó mipadre. Siempre que podía íbamos juntos a la «Feria del libro». Al princi-pio, él buscaba lo más adecuado para mi edad, para que siguiera leyendo,pero cuando me hice un poco más adulta yo misma decidía sobre lo queme gustaba más para leer. A veces también me aconsejaba alguno queotro.

Miembro del staff

Desde siempre he procurado luchar para superar lo siguiente que meviniera, de hecho, siempre he oído que con tenacidad se puede conseguirmuchas cosas, y que no hay que rendirse fácilmente. Por suerte y hasta elmomento, siempre he intentado no rendirme, seguir hacia adelante comopudiera y sentirme mucho más fuerte.

En algunas ocasiones me han preguntado si tengo amigos/as. Los hetenido, pero muy pocas veces he salido con ellos. Desde mi juventud y prin-cipios de mi adolescencia, mi madre nunca me dejaba salir.

Pero volviendo un poco hacia atrás de mis recuerdos del colegio, quizásalgunos sean breves pero… a pesar de ello, durante todas esas etapas queviví me sentí muy contenta.

Cuando llegué a la adolescencia seguí estudiando en el mismo colegio.Debo reconocer que aprendí muchísimas cosas. Por entonces, saqué mi pri-mer diploma, en el que se destacaba, sobre todo, cómo nos habíamos com-portado durante todo el curso, cosa que el colegio consideraba importante.Ese diploma también evaluaba otras cosas: Attendance (asistencia a las cla-ses); Application (aplicación en entender el idioma) y Good Manners (buenaeducación). Cuando se dio este diploma corría el año 1966.

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Tuve que esperar hasta 1973 para recibir mi segundo diploma. Yo ya erauna adolescente. Este diploma lo otorgaba la Universidad de Cambridge, yme permitía dar clases a niños/as de un nivel básico. Para mí esto supusoun pequeño triunfo y, por el momento, me era suficiente.

Al terminar mi primera etapa en el colegio, comencé a trabajar en laempresa de mi padre, GARSI. Realicé trabajos diversos. Por aquel entoncescomenzaban a extenderse los ordenadores. Aprendí algo, aunque fueraescaso. Tuve algún problema que otro, pero de una manera muy diferente.

El resto de lo que me tocara vivir estaba por llegar, así que intenté reci-birlo con más tranquilidad. Aún estaba en Madrid. Durante todo ese tiem-po, comencé a participar en el colegio muy activamente ya que existían dosrevistas que se editaban casi a la vez. Tan sólo se distinguían porque una larealizaban los que estudiaban por la mañana, y otra, los que estudiaban porla tarde. Esta última, se llamaba «Helter Skelter», y en ella publiqué casitodos mis trabajos, aunque también me pidieron alguno para la revista dela mañana. Escribía poemas, cuentos y algún que otro texto sobre expe-riencias vividas o anécdotas.

Otra de las cosas que recuerdo con respecto a la revista «Helter Skelter»fue cuando me nombraron como miembro del staff (palabra muy habitual eninglés), un término que utilizan los ingleses dentro del medio periodístico yque alude a la composición del equipo de dirección de la revista. En algunasocasiones, me sacaban de alguna clase que otra para estar en las reunionesdel staff y opinar acerca de cuáles eran los mejores trabajos para publicar.

Un programa de televisión para entender qué soy yo

Mi siguiente problema no fue cuestión de trabajo ni de mis estudios.Todo pasó en un programa de televisión. Jamás podría haberme imagina-do que fuera así. Durante el programa, quizás no supe cómo reaccionar enese momento. Sólo pude levantarme e irme a mi habitación. Medité sobreello. Aquí fue cuando realmente supe entender lo que muchas veces meimaginaba, ahora ya tenía la respuesta y los motivos del porqué notaba cier-tas semejanzas y desigualdades entre los demás y yo. Desde ese momentosupe lo que realmente era yo: una «SD». Síndrome de Down. Todo lo quehabía leído sobre aquello se refería a mí.

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Cuando me di cuenta, encontré una mejor respuesta de lo que mi mentepensaba. Desde ese crítico momento, y dentro de sus circunstancias, mesentí muy mal, jamás nadie me había explicado nada y… y, por lo tanto, alo largo de todo este proceso tan sólo me acostumbré a ser eso, «diferente».En muchos momentos pensé que me odiaban, incluso los que me rodeaban,parecía como si estuviera enjaulada.

Desde ese crítico momento supe de sobra los motivos del porqué nor-malmente casi todas mis selecciones para la revista casi nunca habían sidobien acogidas, al igual que en otras situaciones en las que tampoco admití-an mis opiniones. Quizás por todo lo demás, por mis pequeñas «conquis-tas» pude superar aquello. Un ejemplo de esto es cuando oigo comentarcosas sobre lo que es la Educación de Primaria y Secundaria; cuando looigo me suena a raro o a algo que para mí no existe.

De vez en cuando también viajé al extranjero. Estas salidas normal-mente eran a Londres y a Estados Unidos. Siempre intenté disfrutar de ello,aunque casi siempre iba acompañada por alguna de mis hermanas. Toda-vía recuerdo muchos detalles con respecto a ambos países y sus costum-bres. Sobre todo porque, tanto en uno como en el otro, pude practicar miinglés y… la verdad, no me resultó muy difícil entenderme con ellos. Dis-fruté mucho al conocer ambos países.

Otros de mis viajes favoritos eran a Palma de Mallorca, donde vivía mihermana. Un día me llamó y me comentó si me apetecía ir. Accedí. Eranmis primeras salidas desde Madrid a Palma, y mis primeros viajes sola enavión.

Mi hermana organizaba cursos de inglés en el Colegio San Cayetanodurante los veranos. A raíz de estos primeros llegaron otros, y todas lasveces que lo hizo acudí. El tipo de cursos que organizaba eran de «Gatewayto English» (algo así como «encamínate hacia el inglés») y se encargaba detodo. La experiencia para mí fue más que favorable ya que, desde el princi-pio, en todo momento me llevaba muy bien con los chicos y chicas. Las eda-des de los alumnos oscilaban de los ocho a los doce años. También conocía los profesores/as, que vinieron de sus países de origen, en su gran mayo-ría, ingleses. Cuando uno se va relacionando con ellos/as es mucho másfácil poder mantener cualquier conversación. No me sentí incómoda, por-que les entendía a la perfección.

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Diplomas, diplomas y ¡más diplomas!

Algunos años más tarde, tras intentar aclarar muchas situaciones, fuecuando surgió mi propósito de irme de Madrid. Tras una larga batalla,acudí a la única hermana que tenía capaz de ayudarme para poder salir dedonde estaba. Tan sólo quería independizarme. También esto se me negó.Después de superar muchas dificultades, me fui a Palma. Allí retomé acti-vidades que no pude seguir haciendo en Madrid, entre ellas volver a estu-diar. De hecho, comencé sacándome el Graduado Escolar, durante el año1992, concedido por el Ministerio de Educación y Ciencia.

Tras terminar el graduado comencé a trabajar en un centro especial deempleo que estaba a escasos metros de donde vivo. Fue aquí cuando obtu-ve otro título, concedido, en esta ocasión, por el Gobierno balear, el 10 denoviembre de 1994, por el curso de Contabilidad que organizó dicho cen-tro.

Además de trabajar en este centro, realicé otros trabajos para la Cáma-ra de Comercio durante bastantes años. Fue una etapa muy importante,entre otras cosas porque encontré un ambiente cordial y amistoso. Que yorecuerde, no tuve ningún problema con nadie.

Debo explicar que, a partir de mis primeras salidas, poco a poco fuihaciendo cosas nuevas. En 1995, 1997, 1999, 2000 y 2001 conseguí certifi-cados de asistencia a diferentes congresos. La Asociación de Down Españay la Asociación de Murcia me hicieron socia de honor. Por aquel entoncesse estaba realizando el cambio de moneda, de la peseta al euro. En 2003, laUniversidad de Murcia me concede otro diploma.

Otro gran momento para mí fue la publicación de mi primer libro: «Enel nombre del Síndrome de Down, vida y reflexiones de una luchadora».Apareció en 1996, pero la editorial tuvo que sacar una segunda edición. Poreste motivo, salí en periódicos, en radio y en televisión.

Todos mis desplazamientos desde Palma a cualquier otro punto eranpara mí tan interesantes como integradores, a pesar de que, en su mayoría,eran vuelos directos, incluso en alguna ocasión que otra, simples transbor-dos.

Entre 2004 y 2005 quise volver a estudiar. Cuando le comenté a mi her-mana que quería hacer el curso de acceso para mayores de veinticinco años,

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se echó las manos a la cabeza. ¿Y quién no lo hubiera hecho? Su expresiónfue: Pero ¿todavía quieres más? No lo dudé, automáticamente dije que sí…Me informó de dónde hacer la matrícula y a dónde acudir. Y me aventuré.Al día siguiente, desde por la mañana hasta casi por la tarde estuve de aquípara allá, enredada con la matrícula. De tanto hacer el mismo trayecto llegóun momento en que pensé que podía ir sin ningún miedo. Tras todos esospapeleos y trámites, comencé a estudiar por las tardes.

Nunca me había sentido tan satisfecha conmigo misma: por primera vezen mi vida fui capaz de saber cómo se hacen este tipo de trámites parapoder entrar en algún centro de estudios.

Entre una de las cosas principales y esenciales, el hecho de que estas cla-ses eran todas presenciales, pero no me suponía ninguna pega, ya quejamás falté a ellas. Bueno, a una sí fallé, o más bien ella me falló, porque laprofesora me dijo: «Más vale que no venga, porque como no se entera denada...» Por lo demás, sin problema.

Durante ese año estudié a tope para llegar al examen preparada. Teníami propio ordenador y saqué un buen provecho de él, ya que resultó ser degran ayuda; gracias a él pude informarme y entender cómo pensaban losfilósofos como Platón, Descartes, Hume y otros muchos. Entre las asigna-turas que elegí, Literatura e Inglés; las obligatorias, Catalán, Comentario detexto y Castellano.

A pesar de que algunas de las asignaturas eran como para quedarse dor-mido, intenté espabilarme y aprobé el curso de acceso para mayores conuna nota suficientemente buena para reconsiderar lo que quisiera hacerdespués. Me decidí por la carrera de Educación Social.

Integrar significa aceptar

Con el tiempo aprendí a sacarle más provecho al ordenador y, poco apoco, voy mejorando, aunque en algunas cosas pienso que más vale despa-cio que demasiado deprisa.

En mi nueva etapa, recién comenzada la carrera, tropecé con dos per-sonas que me marcaron. La primera, uno de los orientadores. Comenzó elcurso ayudándome mucho pero, al cabo del tiempo, aunque yo conservaba

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toda mi fuerza de voluntad para seguir estudiando, él, inexplicablemente,dejó de creer en mí y, por lo tanto, dejó de apoyarme. De pronto, ya no ser-vía de nada lo que yo había hecho durante todo el curso. Una vez más miesfuerzo, mi voluntad, mis horas de estudio se tiraron a la basura sin con-templaciones. Me despidió con frases como:

— «Eres incapaz de aprobar».

— «No te merece la pena seguir sufriendo porque estarás más retrasa-da que tus compañeros».

— «No tienes suficiente capacidad para aprobar».

— «Estás usurpando un sitio que se merece otro».

Después de escucharle, salí a la calle y me eché a llorar. Luego, mástranquila, reflexioné un poco más detenidamente sobre aquello y me vino ala cabeza la palabra «integración». Me pregunté: Pero, ¿qué profesor deuniversidad puede poner barreras a una persona con discapacidad conplena dedicación? Integrar significa aceptar y, sin embargo, muchos profe-sores/as creen que integrar significa que el discapacitado tiene que llegar almismo nivel que los demás. Si esto es así, el discapacitado estará siempreen una terrible desventaja, ese listón estará demasiado alto y nunca seráaceptado por su capacidad.

Al discapacitado hay que saber valorar su esfuerzo, apreciar su manera dehacer las cosas. Lo que no se puede pretender es que no sean discapacitadosporque entonces no se necesitaría la integración, no, porque serían igualesque los «normales». La integración debería asumir y aceptar esa discapaci-dad en relación con los estudios realizados, siempre y cuando el discapacita-do demuestre que se esfuerza al máximo, dentro de sus posibilidades.

Sinceramente, espero que estas dos personas que «facilitan» la «inte-gración» de los discapacitados bajen de su pedestal de superioridad parasaber hablar con humanidad y respeto al próximo discapacitado que «elloscrean que ha fracasado».

Es cierto que los que tenemos Síndrome de Down somos mucho máslentos y necesitamos más tiempo para asimilar los conceptos. Pero yo mepregunto: ¿Es que es necesario fijar un plazo para un SD? Si una de nues-tras características es ser lento, ¿acaso se nos está dando la debida integra-ción cuando no se respeta esa misma característica, la lentitud?

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Los estudiosos de la integración, de la gente empleada en las institucio-nes para integrar a los discapacitados, han de tener muchísima más con-ciencia, humanidad y, sobre todo, conocimiento de cada discapacidad quese está intentando integrar. A mi modo de ver esto es la gran causa del fra-caso de la integración. Y, francamente, habría que pensarlo todo bien, losintegradores suelen estar en un pedestal de superioridad que los impiderelajarse con nosotros, «los discapacitados», lo que les imposibilita a su vezhacernos sentir partícipes en esos logros que queremos conseguir y lo quenos conduce al fracaso de la integración.

A pesar de todo ello, esos meses de estudio de mucho esfuerzo han sidogratificantes, he aprendido mucho, y me he sentido identificada intelec-tualmente. Esos meses me han despertado mucha ansia cultural, interéspor los periódicos, la actualidad, la política. Paradójicamente, cuando espe-raba más que nunca magníficos resultados, alguien se encargó de colocar-me una gran barrera, con todas esas frases de las que he hablado antes.

A los que sí quiero llamar integradores es a todos mis compañeros decarreras ya que, cuando alguna vez me veían preocupada o insegura, medaban apoyo a través de frases alentadoras como:

— «Tú puedes».

— «Eres inteligente».

— «Tienes capacidad».

— «No te preocupes tanto; al menos, inténtalo».

En muchísimas ocasiones pienso en que a todos mis compañeros segu-ro que les hubiera gustado seguir teniéndome como compañera, porque lacarrera que ellos van a ejercer tiene mucho que ver con la humanidad y, laverdad, tratar con una persona como yo les hace practicar en la vida real.Vaya, que les da tablas.

Y, para el colmo, un idioma como es el catalán. ¡Menuda faena!

La mejor puerta que se me haya abierto

Después de aquel tropiezo, me replanteé mis ganas de seguir intentán-dolo una vez más. Entonces, me enteré de que existía la UNED. Sí, induda-blemente comencé de nuevo. Por lo que me puse en marcha.

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Seguramente iba algo nerviosa cuando traspasé por vez primera suspuertas; segundos después, esa sensación fue alejándose de mí y me sentíalgo más tranquila. Al llegar a la secretaría, fue allí cuando, desde el primermomento, me dieron toda la información necesaria con todo tipo de deta-lles, desde el primer punto hasta el último. Finalmente, pude matricularmeen la UNED.

Para mí la UNED es, en el buen sentido de la expresión, algo más queuna universidad a distancia. Desde el principio me sentí cómoda, relaja-da y mi relación, tanto con los alumnos como con los profesores, siem-pre ha sido un apoyo indiscutible y favorable en todo momento. Diríaque la UNED es entrañable y que ha sabido hacer que me sienta bien, poreso no dudo en expresar mi gran satisfacción hacia todos ellos, incluidosu director.

No es nada fácil poder definir brevemente a la UNED ya que, desdetodos los puntos de vista, ha sido la mejor puerta que se me haya abiertonunca, sus puertas de par en par, facilitando, dando oportunidades a otrosmuchos que quieran seguir aprendiendo y desarrollándose intelectual-mente.

En muchísimas ocasiones me he preguntado el motivo, el porqué criti-camos cosas que no conocemos, por qué tendemos a malinterpretar. Si unoestá contento por haber elegido la Universidad, deberían, deberíamos, eli-minar los miedos que pudieran existir, así como los temores e insegurida-des. La UNED da a los estudiantes una oportunidad más para poder reali-zarnos, nos anima a que creamos en nosotros mismos, e intentar procuraruna adecuada convivencia estable hacia otra mucho más diversa y rica entodo su contenido.

En relación a lo que son las asignaturas en sí, tendríamos que empezarpor manejarnos primero con ellas, entenderlas, y después intentar sacar-las hacia adelante sin temor. Nunca se sabe hasta qué punto se puede lle-gar; si se llega, fenomenal. Quizás para otros muchos que comienzanpuede costarles un poco, pero todo es intentarlo. Los profesores/as deapoyo son lo más grato que he encontrado. Dentro de lo que entiendo,estoy segura de que todos podríamos aprender mucho de ellos, así comotambién nosotros, los estudiantes, exponerles lo mejor posible nuestrasdudas para que ellos mejoren sus explicaciones hacia el alumno y éste loentienda con facilidad.

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Otra de las muchas razones por las que elegí la UNED para mis estudiossimplemente fue porque dentro de mí me faltaba algo, y ese algo era quesiempre había anhelado: no tener que estar siempre escondida, enfrascadaen cosas que no me gustaban. Sólo quería aprender y sacar algo que meestaba pidiendo mi cabeza y mi mente. Siempre he querido explorar dis-tintos caminos. Por ejemplo, oía de vez en cuando en el autobús a los ado-lescentes comentarios como: «Oye, cuando termines lo que estás haciendo,¿vas hacer alguna carrera? La otra chica le contestó: «Todavía no lo sé segu-ro, mis padres quieren que estudie Geografía».

En otro momento oí cómo hablaban de algo que me sorprendió, de untal «señor Freud» y de cómo analizaba los sueños. Me quedé tan extrañada,tan interesada por saber quién era que me metí en Google en cuanto pude,para enterarme de qué hablaban aquellas dos chicas.

No fueron simplemente motivos como éstos los que me animaron aestudiar la carrera. Tras hacer el curso de acceso de mayores de veinticin-co años había adquirido muchos conocimientos que me proporcionabanmás y más pensamientos. Filósofos como Platón, Descartes, Hume, Rous-seau, John Locke y otros. Todavía recuerdo al profesor que tuve en estaasignatura porque nos dijo: «Lo mejor que podéis hacer cuando hagáis elexamen es poneros en la piel del filósofo». Y, efectivamente, cuando lleguéal examen fue lo que hice, y parece que salió bien.

Con respecto a las asignaturas no tengo ningún problema, hay que saberelegirlas, tener claro qué quieres hacer, incluso sería conveniente adentrar-se en ellas poco a poco, de una manera global, para después estudiarlas conmayor profundidad según nuestros propios intereses. Así avanzaríamosmás. Si elegimos sin saber nada de lo que vamos a estudiar, entonces ten-dremos muchos más problemas. Mi lema ante esto es «más vale despacioque deprisa». Las prisas llegan a perjudicar.

Cuando digo que no tengo nada de prisa es simplemente porque quieroaprender, saber y comprender. Estos tres verbos son las tres palabras ade-cuadas a mi forma de pensar. Con respecto al futuro, todo depende, tam-poco tengo prisa.

Mi experiencia con respecto a UNIDIS es que nunca he tenido ningúnproblema con las adaptaciones solicitadas, y si ha surgido se ha solucio-nado adecuadamente, ya que pudo originarse por algún mal entendido

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que se hubiera evitado dando las explicaciones pertinentes al alumno.Desde mi punto vista nunca he tenido ningún problema, siempre me hanatendido bien, tanto en trato humano como individualizado, eficacia yafectividad.

¡Ánimo!

Dentro de mis perspectivas de estudio, y una vez concluida la carrera,intentaría seguir con el proyecto de acercarme mucho más a las personasque más nos necesitan para apoyarlas en todo momento, dándoles el cora-je suficiente para que sigan hacia delante sin miedos y que sean tolerantesconsigo mismos.

Otro detalle más con respecto a UNIDIS es que, en algunas ocasiones,cuando llamo a secretaría y pregunto por la persona que me suele atenderme dicen que no saben si está o bien que espere, pero tardan un montón envolver a coger el auricular para decirme finalmente que no está y que ledarán el recado. A veces, incluso, me han colgado el teléfono. Propongobuscar a alguien que coja el teléfono de manera más amable.

Sobre aconsejar a otros alumnos en mis mismas o similares condicionesy que todavía están indecisos sobre si estudiar o no les diría que se anima-ran dentro de lo que ellos/as crean que puedan hacer para mejorar, y de estemodo conseguir algo que ellos mismos crean más oportuno, porque al finalde ese túnel estarán muy contentos. A través de estas líneas les animo a quelo hagan porque lo pueden también conseguir, igual que yo. ¡Ánimo! Yseguir hacia adelante.

Si hay algo que tenemos que aprender en esta vida es a ser un poco mástolerantes, tanto con nuestro entorno como con nosotros mismos. Digo estoporque, por lo general, no lo somos. Exigimos, pero es aquí donde me pre-gunto: ¿Qué estamos exigiendo, tolerancia o dignidad?. Sí, exigimos, perono sabemos cómo responder a otra persona que intenta mejorar. Si noscuentan algo raro, en vez de tratar de comprenderlo, lo dejamos.

Respecto de las asignaturas, me gustan todas, sobre todo cuando se lescoge el truco y puedes entenderlas mejor, es cuando uno disfruta muchomás y puede hacer preguntas que le reporten más datos y entrelazar lo queuno ha entendido y lo que el profesor/a haya explicado.

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Indudablemente, existen asignaturas que se nos atraviesan y que noentendemos mucho, pero hay que valorar el esfuerzo tanto del alumnocomo del profesor/a, para tratar de entenderla con sus explicaciones. Sinembargo, siempre hay quien dice que es muy fácil y que «si está chupado»,sin caer en la cuenta de que hay otra persona que no llega a entenderla deltodo.

¿Quién se mete en mi piel?

Ahora hablaré de otros aspectos que no he mencionado anteriormente,no por olvido, sino porque quería reflexionarlos con un poco más detalle.De sobra sé que la vida, tanto para mí como para otros muchos, no ha sidonada fácil. Si tuviera que recordar detalles de algunas otras cosas seríacomo si éstas quisiera borrarlas de nuestra mente para siempre. En micaso, al menos, esto es así, intento olvidarlas porque me han hecho sentircomo si fuera un bicho raro, una persona que jamás se la haya considera-do, aunque siempre habrá alguien que pensará que exagero. Pero ¿quién semete en mi piel?

Ya he comentado anteriormente lo mucho que me gustan los deportes ylo bien que se me dan. Practiqué mucho la natación, el esquí acuático,monté a caballo, jugué al tenis... Con el tiempo, incluso hice esquí sobrenieve y jugué al ping-pong.

Otras de mis aficiones, además de la lectura, son el cine, buenas pelícu-las que sean interesantes, y la música, aunque últimamente suelo escuchar,para poder relajarme, música clásica; también me gusta alguna canción dela época de mi adolescencia. De vez en cuando toco la guitarra, pero he olvi-dado lo que aprendí. Bueno, al menos lo intento. En otras ocasiones pro-curo escribir nuevos poemas e, incluso, alguna vez hago «alguna excur-sión», como ir andando hasta «El Corte Inglés» de las Avenidas.

Una vez superado los miedos que he relatado, o quizás porque última-mente procuro mirarlo todo de otra manera muy diferente, tengo lo quequiero. La gran mayoría de las personas, cuando van conociéndome unpoco más, creen que soy mucho más joven de lo que aparento. Es algo quesiempre sucede con las personas con Síndrome de Down, que aparentamosmenos edad de la que tenemos. Aunque sé que voy siendo mayor…

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Poco a poco fui experimentando otras sensaciones, ir al teatro, a algúnque otro concierto, sobre todo de música clásica. También me gusta ver edi-ficios antiguos, como los que me encontré en mis viajes a Italia e Israel.

Una de las nuevas facetas que he olvidado añadir ha sido mi encuentrocon las nuevas tecnologías, es decir, la relación tan especial que mantengocon mi ordenador. Ya tenía algunas cosas adelantadas; sin embargo, hoy endía es para mí una herramienta fundamental que me permite estar en con-tacto con otras personas, con el mundo, conmigo misma. Cuento con laayuda de un profesor de apoyo, al que desde aquí también quiero agrade-cer su gran esfuerzo para seguir enseñándome.

Y eso es todo. Espero que mi historia os haya resultado interesante. Gra-cias por escucharme. Por leerme. Hasta pronto.