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FERNANDO VII, PRISIO El CASTILLO DE VALENÇAY, un château sobrio para la época pero distinguido y confortable. En él se hospedaron FERNANDO VII (abajo, en un retrato de Francisco de Goya, 1814) y su Corte durante seis años. GUERRA DE LA INDEPENDENCIA TRAS FORZAR LA ABDICACIÓN DE CARLOS IV, NAPOLEÓN RECLUYÓ A FERNANDO, EL DESCRIBE EL SERVILISMO DE EL DESEADO, QUE ENSALZABA LAS VICTORIAS DEL DESTIERRO

La Prision de Fernando VII

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Page 1: La Prision de Fernando VII

FERNANDO VII, PRISIO

El CASTILLO DEVALENÇAY, un

château sobrio parala época perodistinguido y

confortable. En él sehospedaron

FERNANDO VII (abajo,en un retrato de

Francisco de Goya,1814) y su Corte

durante seis años.

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

TRAS FORZAR LA ABDICACIÓN DE CARLOS IV, NAPOLEÓN RECLUYÓ A FERNANDO, EL

DESCRIBE EL SERVILISMO DE EL DESEADO, QUE ENSALZABA LAS VICTORIAS DEL

DESTIERRO

Page 2: La Prision de Fernando VII

NERO DE NAPOLEÓN

PRÍNCIPE HEREDERO ESPAÑOL, EN UNA FORTALEZA GALA. RAFAEL SÁNCHEZ MANTERO

EMPERADOR FRANCÉS MIENTRAS EL PUEBLO DERRAMABA SU SANGRE EN LA PENÍNSULA

EN VALENÇAY

LAS CLAVES

EL VIGILANTE. Talleyrand,

el propietario del castillo, hizo

lo posible por hacer confortable

la estancia a sus huéspedes.

INTENTOS DE FUGA. Varios

planes de evasión fueron pro-

puestos al Príncipe, pero él mis-

mo denunció a sus captores.

CAMBIO DE RUMBO. Cuando

los franceses hincaron la ro-

dilla en España, el borbón vol-

vió a rectificar sus lealtades y

preparó su regreso triunfal.

Page 3: La Prision de Fernando VII

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LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

L PRIMER EXILIADO ES-

PAÑOL DEL SIGLO XIX

fue el rey Fernan-

do VII. Mientras que

el país sufría una de

las convulsiones más

profundas de toda su historia, con las

tropas del ejército de Napoleón ocupan-

do toda la Península y con el pueblo

español levantado en armas contra los

invasores, el monarca se veía obligado

a permanecer secuestrado en Francia

durante casi seis años por mandato del

Emperador. ¿Cómo fueron aquellos

años de destierro del rey de España?

¿Cuál fue su actitud ante la usurpación

del trono por parte de José Bonaparte?

La salida de España de Fernando

se produjo al poco tiempo de haber

destronado a su padre como conse-

cuencia del Motín de Aranjuez.

Napoleón, que ya tenía muy claro su

proyecto de invasión de la Península,

llamó a Bayona al padre y al hijo y allí

les forzó a abdicar a ambos de sus de-

rechos al trono español. Después de

aquel humillante espectáculo, en el

que tanto Carlos IV como Fernan-

do VII se vieron obligados a someter-

se a los dictados de Bonaparte, el pa-

dre y su esposa María Luisa, junto con

Godoy, el infante don Francisco y la

reina de Etruria, partieron para Com-

piègne el 9 de mayo. Ya no regresa-

rían más a España. Por su parte, Fer-

nando, su hermano el infante don Car-

los y su tío, el infante don Antonio,

emprenderían camino al día siguiente

hacía el castillo de Valençay, en el De-

partamento del Indre, cumpliendo las

órdenes que le había transmitido

Napoleón al preceptor y consejero del

Rey, el padre Juan Escoiquiz.

FORTALEZA NOBLE Y AUSTERA. El cas-

tillo era propiedad de Charles Mauri-

ce de Talleyrand, príncipe de Beneven-

to, quien lo había adquirido con el di-

nero enviado por Godoy para acallar

las quejas que habían provocado sus crí-

ticas a la Guerra de Austria. Situado

en pleno centro de Francia, junto al

pueblo de Valençay, que no destacaba

precisamente por su atractivo, el cas-

tillo se encontraba en las proximidades

de unos frondosos bosques y estaba

rodeado de un parque cuyo entorno ha-

bía sido poblado por quinientas ove-

jas, varios venados procedentes de El

Escorial y por numerosos conejos traí-

dos desde Aranjuez como parte de la

entrega efectuada por el Príncipe de laPaz. El edificio era de noble construc-

ción, aunque estaba exento de excesi-

vos lujos y riquezas. Se componía de

dos crujías de habitaciones en ángulo

recto de tres plantas cada una. En su in-

terior disponía de una plaza rodeada por

un foso y en el exterior, otras dos, una

delante de la fachada principal y a cu-

yos flancos había unas huertas y unos

jardines y la otra que daba al camino

de París.

Talleyrand, que estaba esperando a

Fernando y a sus acompañantes, cuen-

ta en sus memorias que cuando llegó la

comitiva al castillo el día 18 de mayo,

la impresión que le causaron los Prín-

cipes no la olvidó nunca. “Los Prínci-

pes eran jóvenes y, sin embargo, a su al-

rededor, en sus vestimentas, en las li-

breas de sus sirvientes,

uno no veía más que la

imagen de tiempos ya pa-

sados. Y a pesar de todo

–comentaba el anfitrión–,

no parecían nada turba-

dos. El que lo estaba era yo y no ten-

go inconveniente en reconocerlo”.

La expedición, además de los tres

personajes de la familia real, estaba

compuesta por los miembros del “cuar-

to” del monarca: los duques de Feria,

San Carlos y Guadalcázar; el marqués

de Ayerbe; Correa; el padre Escoiquiz;

su primo José Peral; Pedro de Maca-

naz; el confesor del rey, Blas de Osto-

laza, que se había sumado a la comiti-

va del monarca en Vitoria; dos médicos,

y varios sirvientes. A su llegada a Va-

lençay fueron distribuidos de la si-

guiente manera: en la planta baja de

la crujía principal se alojaron el Rey y el

infante don Antonio; en la segunda

planta, residieron don Carlos, Feria,

San Carlos y Guadalcázar; en la terce-

ra planta fueron repartidas la habi-

taciones entre Correa y Ayerbe, Escoi-

quiz, su primo José Peral, Macanaz, Os-

RAFAEL SÁNCHEZ MANTERO. CATEDRÁTICOEMÉRITO DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA POR

LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA.

E

47.1575, 1.563333(Introduzca las coordenadas decimales

en su buscador)

Nantes

Rennes

Le Mans

Troyes

Reims

Orléans

Dijon

VersallesParís

E03

E03

E05

E09

E05

E15

Castillo deValençay

Río Loira

Río Sena

“LOS PRÍNCIPES ERAN JÓVENES Y, SIN EMBARGO, TODO LO

QUE LES RODEABA ERA LA IMAGEN DE TIEMPOS PASADOS”,

ESCRIBE TALLEYRAND SOBRE FERNANDO VII Y SU CORTE

LOS FRANCESES SACAN A LA FAMILIA REAL DEL PALACIO, grabado de Tomás LópezEnguidanos, Madrid, Biblioteca del Palacio Real.

Page 4: La Prision de Fernando VII

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LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

tolaza y los médicos. Los ayudas de cá-

mara tenían habitación dentro de las

de sus respectivos amos.

UN CARCELERO CORTÉS. El recibimien-

to que dispensó Talleyrand a Fernan-

do fue en un principio algo frío. Sin em-

bargo, según el marqués de Ayerbe, que

nos dejó escrito su testimonio sobre

aquellos años de exilio (Memorias delMarqués de Ayerbe sobre la estancia de Fer-nando VII en Valençay y elprincipio de laGuerradelaIndependencia), el príncipe de

Benevento se esforzó por hacer lo más

grata posible a su

regio huésped la

forzada reclusión

en sus propiedades.

Mantuvo también

un exquisito respe-

to hacia los personajes de la

familia real española y jamás

se sentó en su presencia. Or-

denó a sus propios sirvien-

tes que mostrasen la mayor

compostura con todos ellos e

impuso una etiqueta que, a juicio de

Ayerbe, era aún más estricta que la que

existía en la Corte española. Por el con-

trario, a Talleyrand le sorprendía la ri-

gidez de las costumbres que imperaban

entre los Borbones españoles, ya que ni

Fernando ni su hermano habrían podi-

do dar un paso en Madrid sin la auto-

rización firmada de su padre.

Para Benevento era incom-

prensible que se les hubie-

se prohibido salir de caza,

montar a caballo o practicar

el baile. Él quiso que tanto el

uno como el otro pudiesen disfrutar

en los límites de su propiedad de toda

la libertad de movimientos que se le ha-

bía escatimado como príncipes en Es-

paña. Así, dispuso que pudiesen salir a

pasear a caballo o en calesa por los bos-

ques cercanos, que saliesen a pescar o

que recibiesen instrucciones de tiro con

armas de fuego.

También se les fa-

cilitaron clases de

baile y de música y

se les instó a utili-

zar la espléndida

biblioteca de que

disponía el castillo.

Aquí, sin embargo,

las buenas inten-

ciones del anfitrión

para fomentar la

lectura entre sus

huéspedes ➳

LA FARSA DEBAYONA. Estegrabado de la época(coloreadoposteriormente)reproduce lahumillación deCarlos IV anteNapoleón, al queentregó el tronode España.

HABITACIÓN DEFERNANDO VII ENVALENÇAY, tal y

como se muestra alos visitantes

del castilloen la actualidad.

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LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

tropezaron con el escaso in-

terés de los dos hermanos ycon la

desconfianza de su tío, el infan-

te don Antonio. Tanto Talleyrand

como el bibliotecario, M. Fercoc,

hicieron todo lo posible por re-

tenerlos entre los libros y ante la

inutilidad del empeño, optaron

por atraer su atención por el lujo

de las encuadernaciones y por la

belleza de los grabados que con-

tenían algunos de los ejemplares.

Todo era inútil: don Antonio los

reclamaba enseguida a sus habi-

taciones y la verdad es que ellos

oponían menos resistencia que

cuando trataba de retirarlos de las

otras diversiones en las que se en-

tretenían por las tardes, o de los

trabajos manuales de bordado o

con el torno, a los que tan aficio-

nado era Fernando.

En lo que, desde luego, no fallaban ni

Fernando ni su hermano era en las prác-

ticas religiosas. Aparte de la asistencia

diaria a misa, la jornada terminaba con

una oración en la que participaban to-

das las personas que residían en el cas-

tillo y aquellos que estaban de visita.

Los regios prisioneros, los gendarmes

y los sirvientes, todos de rodillas, muy

cerca unos de otros y sin dar muestras

de la realidad de la reclusión en que

vivía el monarca español.

POSIBILIDAD DE FUGA. Talleyrand tuvo

que dejar durante unos días Valençay

para acudir a Nantes a despachar con

Napoleón. El Emperador le manifestó

un cierto temor a que Fernando trata-

se de escapar de su cautiverio y de he-

cho, debieron llegarle noticias de algu-

nas intentonas. En efecto, hubo una

propuesta de fuga a Ayerbe por parte de

la mujer y de la cuñada del general ale-

mán Bellegarde, amigas de la esposa

de Benevento, que fueron a visitarla a

Valençay. Sin embargo, el ofrecimien-

to fue rechazado por temor a que fue-

se una trampa para poner en evidencia

la actitud de los acompañantes del Rey.

Más tarde, fue el joven irlandés, el ba-

rón de Colly, el que fue enviado por el

Gobierno inglés para preparar la fuga del

monarca español. Pero en esta ocasión

fue el mismo Fernando el que denunció

el intento al gobernador del castillo.

Apesarde estas maniobras, Napoleón

podía estar seguro de que su prisionero

no haría nada por escaparse. Fernando

mostró durante los años de su cauti-

verio una sumisión servil y babosa ha-

cia el Emperador. Este ridículo someti-

miento llegó hasta el punto de escribir

numerosas cartas a Napoleón felicitán-

dole por sus victorias, o por su matri-

monio con María Luisa con expresio-

nes tales como: “… uno mi voz a las acla-

maciones de amoryde júbilo que resue-

nan en vuestro trono...” yque fueron pu-

blicadas en la gaceta oficial ElMonitorpororden de su destinatario. La difusión

de la actitud sumisa y traidora del mo-

narca español, mientras su país se

desangraba en la lucha contra los

franceses, lejos de avergonzarle, le

hacían sentirse orgulloso, como

ponía de manifiesto en otra comu-

nicación al Emperador en la que

le transmitía lo siguiente: “Señor:

las cartas publicadas en ElMoni-tor han dado a conocer al mundo

entero los sentimientos de perfec-

to amor de que estoy penetrado

a favor de V. M. I y R. Y al mismo

tiempo el vivo deseo de ser vues-

tro hijo adoptivo”. Ya antes, el pro-

pio Napoleón había tenido que

rectificar el tratamiento que le

dispensaba el rey de España, re-

cién llegado a Valençay.

EL BOCHORNO DE FERNANDO. En

una carta a Talleyrand, Bonaparte

le comunicaba lo siguiente: “El

príncipe Fernando me llama su ‘primo’

cuando me escribe. Tratad de hacerle

comprender a M. de San Carlos que

eso es ridículo yque debe tratarme sim-

plemente de ‘Sire’”. Pues bien, Fer-

nando seguía insistiendo en ser su hijo

adoptivo y esta actitud lo único que ha-

cía era fomentar aún más el desprecio

que el propio Napoleón sentíaporel mo-

narca español. Así se desprende de las

palabras que escribió el Emperador

cuando él mismo estaba sufriendo el

destierro en Santa Elena : “No cesaba

Fernando de pedirme una esposa de mi

elección: me escribía espontáneamente

para cumplimentarme siempre que yo

conseguía alguna victoria; expidió pro-

gramas a los españoles para que se some-

tiesen yreconoció a José, lo que quizá se

habrá considerado hijo de la fuerza, sin

serlo; pero además me pidió su gran ban-

da, me ofreció a su hermano don Car-

los para mandar los regimientos españo-

les que iban a Rusia, cosas todas que

de ningún modo tenía precisión que ha-

cer. En fin, me instó vivamente para que

le dejase ir a mi Corte de París y si yo

no me presté a un espectáculo que hu-

biera llamado la atención de Europa,

probando de esta manera toda la es-

tabilidad de mi poder, fue porque la gra-

vedad de las circunstancias me llama-

bafueradel imperio ymis frecuentes au-

sencias de la capital no me proporciona-

ban una ocasión”.

La marcha definitiva de Talleyrand

del castillo se produjo al cabo de varias

Fernando VII llegó a reconocer la legitimidad de JOSÉBONAPARTE. Retrato del hermano mayor del Emperadorcomo rey de España, por José Bernat Flaugier, 1809.

CHARLES MAURICE DE TALLEYRAND, elastuto político francés, fue el anfitriónde la familia real española. Lienzo de

François Gérard, 1808.

SORTEO

Page 6: La Prision de Fernando VII

47

LA AVENTURA DE LA

H I S T O R I A

semanas de la llegada de

Fernando. Viajó a París y

posteriormente a Erfurt

para asistir a la entrevista

que iba a tener lugar en la

ciudad alemana entre Na-

poleón y el emperador de

Rusia. Con ese motivo, los

tres príncipes acudieron a

despedirse a las estancias

de su anfitrión y, según el

testimonio de éste, no pu-

dieron contener las lágri-

mas, tal era el afecto que le

habían tomado. Como testimonio de su

reconocimiento por el trato que les ha-

bía dispensado, cada uno de ellos le

entregó el misal con el que había reza-

do cada día en la iglesia. La ausencia del

anfitrión y de su familia hicieron que la

vida en Valençay se tornara más auste-

ra de lo que había sido hasta entonces.

Se puede decir, incluso, que el monar-

ca español atravesó por serias dificulta-

des financieras paramantenerse con dig-

nidad, durante los años de cautiverio.

Las ayudas económicas que Napoleón le

había prometido en Bayona para el sos-

tenimiento de los gastos que generaba

su estancia en Valençay no acababan de

llegar. Los viajes que Macanaz, primero,

yEscoiquiz ySan Carlos, más tarde, rea-

lizaron a París para tratar de solucionar

este problema, no dieron resultado.

Así pues, las estrecheces económicas

se impusieron durante la mayor parte

del tiempo que el Rey permaneció en

Valençay y eso le obligó a prescindir de

algunos entretenimientos como eran los

conciertos y las representaciones teatra-

les, organizadas porTalleyrand en las pri-

meras semanas de su estancia.

Durante los años de su exilio, Fernan-

do recibía noticias de lo que estaba su-

cediendo en su país. Las visitas proce-

dentes de España que iban a verlo en su

residencia-prisión debieron llevarle in-

formación de lo que allíestaba sucedien-

do e, incluso, es posible que recibiera al-

gún ejemplarde la Constitución aproba-

da en Cádiz en marzo de 1812. Uno de

sus informantes más cercanos era su mé-

dico, el doctor Francisco Vulliez, quien

se reunió con él después de haber per-

manecido en España durante algún

tiempo. Un comerciante aragonés resi-

dente en París fue quien le informó del

levantamiento de la ciudad de Zarago-

za. Otros españoles que se pusieron en

contacto con él durante estos años, bien

directamente o bien a través de su ser-

vidumbre, debieron también informar-

le sobre el curso de la guerra y sobre la

reunión de las Cortes.

EL REGRESO. Apartirde 1813, cuando la

suerte de las armas francesas comenzó a

cambiar en la Península, la actitud de

Fernando se fue tornando menos su-

misa. Napoleón, consciente de las difi-

cultades que imponía la nueva situación,

envió a Valençay a su consejero de Es-

tado, conde de Laforest, que había sido

embajador imperial ante la Corte del rey

José, para que negociase con Fernando

su retorno al trono español. Fernan-

do mostró entonces unaposturaque dis-

taba mucho de la que había mantenido

cuando el poder de Napoleón era in-

discutible. Sabedor de las dificultades

por las que éste atravesaba, se negó a tra-

tar con el Emperador sin el consenti-

miento de la nación española, represen-

tada por la Regencia. No obstante, su te-

mor a que las corrientes revoluciona-

rias provocasen una situación irreversi-

ble en España, movieron a Fernando VII

aaceptar las negociaciones sin mayorde-

mora. El 11 de diciembre de 1813 se fir-

mó el Tratado de Valençay, mediante

el cual se reconocía a Fernando VII como

rey de España y de las Indias y se le re-

integraban las plazas ocupadas por las

tropas napoleónicas.

La aceptación del tratado por la Re-

genciaylas Cortes retrasaron hastael año

siguiente la vuelta del mo-

narca español. El 7 de mar-

zo del año siguiente, Napo-

león expidió los pasaportes

correspondientes, con lo

cual el Rey daba por fina-

lizado su cautiverio ycomenzaba su ver-

dadero reinado. Fernando VII regresa-

ba a España como ElDeseado, pero sus

súbditos no conocían aún la actitud que

su reyhabíamantenido en Francia, ni po-

dían imaginarcuál iba a ser su comporta-

miento en los años venideros. ■

ARTOLA, M. (edición y estudiopreliminar), Memorias del tiempo deFernando VII, tomo XCVII de la

Biblioteca de Autores Españoles, Madrid,Atlas, 1957.PUGA, M. T., Fernando VII, Barcelona, Ariel,2004.

CUANDO LA SUERTE DE LAS ARMAS FRANCESAS EMPEZÓ

A CAMBIAR EN LA PENÍNSULA, LA ACTITUD DE FERNANDO

HACIA BONAPARTE SE FUE TORNANDO MENOS SUMISA

UNIDAS PARA SIEMPRE.Propaganda francesa que

representa el ofrecimientosin reservas del tronoespañol a Bonaparte.

Los lectores interesados en esteartículo pueden participar en el sorteode 10 ejemplares de Fernando VII

(2001, Madrid, Arlanza), de Rafael SánchezMantero, enviando un correo electrónico con eltítulo de la obra y sus datos de contactoa [email protected], opor correo postal a la direcciónde la revista antes del 15 de abril.Los ganadores se darán a conoceren el número de mayo.

SORTEO