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La juventud salvadoreña y la violencia desencadenada en El Salvador:
Violaciones a Derechos Humanos.
Presentado Por:
Ada Sofía Nuila Hernández
Bibliotecóloga.
Visita: http://asnuila.blogspot.com/
https://sites.google.com/site/adasofianuila
Sumario:
Introducción. I. Marco conceptual general. II. Situación de violencia y
criminalidad en El Salvador. III. Situación de los jóvenes en El Salvador. IV. Los
jóvenes como víctimas de violencia. IV. Sistema de funcionamiento de las
pandillas en El Salvador. VI. La Violencia y los derechos humanos. Conclusiones.
Recomendaciones. Referencia Bibliográfica.
Resumen:
Se plantea un panorama sencillo y breve sobre la situación de violencia y
criminalidad existente, en El Salvador basado en investigaciones realizadas sobre
el fenómeno de violencia en el país, el cual respetando el respectivo derecho de
autor, se han citado las fuentes de las ideas o párrafos extraídos. Pero que, en los
últimos años, así como el papel de los jóvenes en general y las pandillas en
particular, juegan en este escenario, ya sea en su rol de víctimas, como de autores
de delitos, en la actual situación del país en donde se encuentran relacionados las
violaciones a derechos humanos, en un contexto, donde las actuales violaciones,
están vinculadas con la violencia y la criminalidad que vive día a día la juventud
salvadoreña.
Introducción:
Respecto a los hechos violentos que a diario enlutan a las familias
salvadoreñas, lo más condenable de estas muestras de violencia es que no
afectan solamente a las personas mayores, sino también a nuestros jóvenes que
poco a poco van perdiendo oportunidades para desarrollarse en la vida, pese a las
nuevas leyes que han entrado en vigencia que son para que se abran espacios a
estos; pero debido que nuestra juventud se van involucrando de manera
acrecentada en las estadísticas de muertes violentas, a la alza de crímenes
ocurridos; es que, el eje central son la violencia y los crímenes, como detonantes
para la violación de los derechos humanos como el derecho a la vida, a la
integridad personal, a los derechos económicos y patrimoniales, etc. Por lo tanto,
el desarrollo del presente ensayo muestra a una sociedad salvadoreña,
caracterizada por la desigualdad económica y la exclusión social, que ha permitido
que exista una cultura de intolerancia, ocasionando violencia en todos los ámbitos,
tanto individual como colectiva, de manera incontrolada que actúa al margen de la
ley, que ha permitido serios conflictos en el Estado de Derecho y en el actuar
social, debido a que existe un descontrol de las instituciones que se encargan de
la administración de justicia, en donde los delitos de homicidios, feminicidios,
extorciones y violencia sexual tienen un alza, que como consecuencia han
propiciado la vulneración de derechos humanos en la investigación del delito y al
aplicar la justicia.
I. Marco conceptual general.
Por violencia generalmente se entiende como el uso excesivo de la fuerza
contra una o varias personas, animales o cosas. Pero en la aplicación de la
realidad, este concepto se torna un mero limitante porque se debe reconocer que
en su aplicación es más amplio, debido a que la agresión sería un tipo especial de
violencia; en el que va expresa o tácitamente la intención del actor de causar daño
al otro (Martín-Baró, 1998). De esta manera de distinguir lo que es violencia,
puede incorporarse dentro del concepto de violencia aquellos actos o situaciones
que con otros normalmente quedan fuera o desligados, esto si la violencia se
minimiza a una simple agresión.
De tal forma que la violencia actual que viven los jóvenes en el país no es
una simple agresión, si no que en verdad son situaciones de violentas que atentan
y violentan derechos humanos fundamentales, en donde quienes detentan el
poder sobre otros.1 Para efectos de comprensión y metodología, retomamos el
siguiente concepto de violencia: “el uso de la fuerza en una relación desigual y al
servicio del poder para obligar a una persona a vivir o experimentar una situación
que no consentiría libremente y amenaza, arriesga o destruye su integridad física,
emocional o social. (Innocenti, Quinteros, Umaña, & Artiga)2 porque a un grupo
focal especifico, para el caso, son los jóvenes inmersos en la violencia y la
criminalidad de las pandillas o maras, quienes junto con las instituciones del
Estado salvadoreño se encuentran violentando Derechos humanos en la sociedad
salvadoreña en general y estudiado por diversos estudios realizados en el país
(Smutt y Miranda, 1998; Cruz y Portillo, 1998; Santacruz y Concha, 2001; Aguilar,
2007; IUDOP, 2010), han dado cuenta de las constantes transformaciones que
estas agrupaciones han tenido a lo largo del tiempo, sin que se hayan adoptado
políticas integrales y comprehensivas para su contención (Aguilar, 2010)3.
La violencia no es instintiva, sino que se adquiere, se aprende socialmente, se
reproduce e incluso se legitima de distintas maneras en el proceso de
socialización. La guerra es una de las formas más destructivas de la violencia y las
sociedades tienen instituido el ejercicio legítimo de la violencia mediante sus
aparatos militares y policiales. La violencia es la forma más primitiva, inferior y
menos versátil del poder y puede ser utilizada para dañar personas, destruir el
patrimonio o hacer colapsar sociedades (Larios, [2010])4. No obstante, es
1 La violencia criminal, dominada por las aspiraciones económicas o materiales. La violencia social
es susceptible de ser convertida en violencia criminal, dicho poder es la dominación sobre el
aspecto económico o material, inclusive aún en el ámbito político partidario.
2 Innocenti, Z. d., Quinteros, C., Umaña, N., & Artiga, A. (s.f.). Mujer y violencia en El Salvador.
Revista Realidad. San Salvador: Uca Editores.p.298
3 Aguilar, J. (2010). Jóvenes, pandillas y violencia en El Salvador. Ponencia preparada en el marco
del Seminario inter. Mérida, Venezuela: Consejo General de Policía, del Ministerio del Interior.
4 Larios, A. J. ([2010]). Las pandillas en El Salvador: la violencia como medio de poder. Organo de
Difusión de la Red Docencia-Investigación.p. 47
importante entender que la violencia puede adquirir modalidades distintas
dependiendo del lugar donde se genera.
El concepto de violencia urbana, generada por la dinámica de las ciudades,
sirve para caracterizar precisamente las acciones violentas que surgen en el seno
de las urbes, inducidas por la alta concentración de población, el hacinamiento, los
excesos del transporte particular, las formas exacerbadas de recreación
estimuladas por el consumo (juegos de azar, consumo de alcohol y otras drogas),
los eventos masivos de alto contenido emocional para los colectivos (deportivos o
artísticos), la proliferación de armas y otros artefactos bélicos, las manifestaciones
políticas o de reivindicación social y, principalmente, el accionar de individuos y
grupos dedicados expresamente al delito o al crimen (Larios, [2010])5.
En todo caso, se trata de una forma de ejercicio de poder, ya sea individual o
colectivo, que supone la ejecución de un daño, al mismo tiempo que la asunción
de un riesgo.6 La mezcla de la edad juvenil y la acción delictiva es altamente
explosiva, por el hecho de combinar la violencia potencial con el natural riesgo de
la edad. A un joven, que por inclinación natural le gusta correr riesgos, la conducta
de rebeldía ante las normas, le pue- de llevar, equivocadamente, a una vida
delictiva y violenta, no sólo porque experimente emociones de insatisfacción con el
sistema social, sino también porque encuentre en el riesgo la forma de superar
sus frustraciones e incluso de resolver el problema de sobrevivir diariamente.
En este sentido, el uso de la violencia, como instrumento, como arma, para
canalizar sus frustraciones y como método para obtener beneficios, es altamente
estimulante, práctico y adictivo. Así se construyen personalidades violentas desde
niño o adolescente, en condiciones lógicamente adversas, carentes de
oportunidades sanas o en rechazo al sistema social, como las que se observan en
5 Ibidem, p. 47-48.
6 Beck, U. (1994). La sociedad del riesgo, Paidós, Barcelona.
grandes ciudades que, con su rápido crecimiento, excluyen y vulneran los
derechos de grupos significativos de población, instituyendo la marginalidad y las
prácticas violentas en los barrios y las comunidades urbano-marginales7.
II. Situación de violencia y criminalidad en El Salvador.
La actual situación de violencia, es decir, el nuevo contexto en el que se
desarrolla este nuevo fenómeno de inestabilidad social, tiene otras características,
aunque por supuesto tiene similitudes, como la pérdida de vidas humanas. Pero la
gran diferencia, es que esta vez no está siendo atacado el gran capital, ni el
aparato estatal. Esta vez, son atacados los pequeños y medianos empresarios,
también la clase media, y por supuesto, los mismos pobres. Por la situación
imperante son cerrados pequeños negocios pero se expanden los grandes centros
comerciales. Ante esta situación se encuentra la opinión de la secretaria de
Inclusión Social, Vanda Pignato, quien opina que la situación actual del país como
“un momento de violencia social muy grave”, o como la presidenta de la Sala de lo
Penal de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Doriz Luz Rivas, quien opina que
calificarlo de tal manera supondría resignarse a la normalización de la violencia.8
La violencia es una de las tres fuentes básicas del poder, junto a la riqueza y al
conocimiento, mecanismo social, que emplean hoy en día para intimidar, doblegar
y causar malestar a gran escala social. Utilizada hoy en día tanto por : pandilleros,
políticos, profesionales, no profesionales, hombres, mujeres, niños, jóvenes,
adultos mayores, etc. en todo ámbito, pues la violencia desencadenada en la
sociedad salvadoreña no solo es a nivel de la criminalidad, si no que ha
7 Cruz, J. M., Portillo, (1998) Solidaridad y violencia en las pandillas del gran San Salvador. UCA,
Editores, San Salvador.
8 DUTRIZ HERMANOS, S.A. DE C.V. (03 de Julio de 2015). ¿Qué hacemos con la violencia? La
Prensa Gráfica, [En Línea] http://www.laprensagrafica.com/2015/07/03/que-hacemos-con-la-
violencia.
trascendido a nivel personal e individual, haciendo crítica la situación debido a que
Violencia genera más violencia por la falta de tolerancia, respeto al derecho ajeno,
incurriendo en este punto en que el colectivo en general de la sociedad
salvadoreña, violentamos derechos humanos día con día.
Es esencial entender la problemática de la violencia en nuestra juventud
tratando de conocer a las pandillas salvadoreñas desde su realidad material, como
un cuerpo social formado por personas jóvenes en su gran mayoría, entre los 16 y
los 30 años, del sexo masculino, desertores del sistema escolar, provenientes de
hogares disfuncionales, de actitud agresiva y dispuestos a correr cualquier riesgo,
incluso a entregar su seguridad y su vida9. Un cuerpo social con estas
características es potencialmente peligroso, como advirtieron Smutt y Miranda
hace una década (Smutt & Miranda, 1998)10
Ciertamente, desde hace varios años el Estado salvadoreño ha perdido el
monopolio del control territorial, pues en muchos lugares del país, los habitantes
se encuentran a merced del gobierno, pandillas y redes criminales que imponen
sus propias leyes. Muchos de estos actores ilegales han ido ganando terreno a lo
largo del tiempo, hasta llegar a tener capacidad para generar inestabilidad en el
país. En el caso de las pandillas salvadoreñas, éstas han estado presentes desde
los ochenta (Martín Baró,1986, en Santacruz y Concha, 2001)11, sin que hayan
existido esfuerzos serios y sostenibles de atención integral al fenómeno del Estado
Salvadoreño.
9 Eso explica, porqué dos décadas después, estos grupos han pasado de ser un fenómeno cultural-
generacional (Ramos, 1997, en Smutt y Miranda, 1998) a una de las más complejas y particulares
formas de delincuencia organizada, de las que no se tiene parangón en la historia reciente de la
región centroamericana (Aguilar, 2007), con la capacidad de desafiar al Estado.
10 Smutt, M., & Miranda, J. L. (1998). El fenómeno de las pandillas en El Salvador. UNICEF.
11 Santacruz, M.L. y Concha-Eastman, A. (2001). Barrio adentro. La solidaridad violenta de la las
pandillas. San Salvador: IUDOP-UCA/OPS.
En los últimos años, El Salvador ha experimentado un sostenido auge de la
violencia criminal que lo ha posicionado como uno de los países más violentos del
hemisferio. Según un Informe de la OMS, El Salvador se ubica a la cabeza de 83
países a nivel mundial, con una tasa de 92.3 muertes por cada 100, 000 personas
entre los 15 y 24 años (PNUD, 2009)12. Esta grave situación de inseguridad es el
resultado de una compleja violencia criminal y de una generalizada violencia
social. Aunque la tasa de homicidios constituye sólo un ámbito de las expresiones
de violencia que ocurren en un país, este es sin duda, el indicador más grave de la
violencia que se dirige contra las personas.
El Salvador, con seis millones de habitantes, es uno de los países más
violentos del mundo, por sus altas tasas de homicidios, de más de 60 por cada
100,000 habitantes, según las agencias de Naciones Unidas por lo que para este
2015, se han efectuado 200 ataques armados a su institución, con el saldo de
unos 28 agentes fallecidos, (DUTRIZ HERMANOS, S.A. DE C.V., 2015).13
La situación de violencia en El Salvador ha alcanzado niveles epidémicos. A
pesar de una drástica reducción de los homicidios –la tasa de homicidios por cada
100,000 habitantes era de 70 en 2011 y disminuyó a 40 en 2013 (gráfico 1), el
país vuelve a ver en 2014 tasas tremendamente altas y se mantiene como uno de
los más violentos del mundo14.
12 PNUD (2009). Informe de Desarrollo Humano para América central 2009-2010. Abrir espacios a
la seguridad ciudadana y el desarrollo humano. Colombia: Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo PNUD.
13 DUTRIZ HERMANOS, S.A. DE C.V. (19 de Junio de 2015). Gobierno reconoce grave violencia
en El Salvador. La Prensa Gráfica, [En Línea]
http://www.laprensagrafica.com/2015/06/19/gobierno-reconoce-grave-violencia-en-el-salvador.
14 IUDOP (2014). La situación de la seguridad y la justicia 2009-2014. Entre expectativas de
cambio, mano dura militar y treguas pandilleras. San Salvador: Universidad Centroamericana José
Simeón Cañas, Instituto Universitario de Opinión Pública.
Gráfico 1: Serie de número y tasa de homicidios en El Salvador, 2009.
Un total de 481 víctimas. Un 92 % son hombres y un 7 % mujeres y otros no
identificados. Oscilan, en su mayoría, entre los 18 y 30 años de edad y un alto
porcentaje ha sido cometido en el área rural. Fueron asesinados en un 79 % con
arma de fuego, un 12 % con arma blanca y la minoría, con otro tipo de armas
(DUTRIZ HERMANOS, S.A. DE C.V., 2015)15.
Son las características generales de las 481 personas que fueron
asesinadas en marzo. Dieciséis por día. En la última década, la cifra más alta
registrada por la PNC fue en octubre de 2009, con 437 homicidios. En ese año, las
autoridades reportaron el asesinato de 4,382 personas16.
La incidencia alta de homicidios no se había reportado desde que las
pandillas realizaron una tregua, en marzo de 2012. En abril de ese mismo año, las
15 DUTRIZ HERMANOS, S.A. DE C.V. (02 de abril de 2015). Marzo 2015 el más violento de la
última década. La Prensa Gráfica, [En Línea] http://www.laprensagrafica.com/2015/04/02/marzo-
2015-el-mas-violento-de-la-ultima-decada.
16 Ibidem.
muertes violentas se redujeron a 156. Sin embargo, en julio de 2013, el
cometimiento de homicidios se duplicó.
Según los datos de la PNC, el número de homicidios que fue cometido en
marzo representa un aumento del 56.2 % al compararlo con el mismo mes, pero
en 2014. En marzo del año pasado hubo 308 asesinatos, es decir, un promedio
diario de 10 muertes violentas17.
De acuerdo con los datos, las delegaciones con mayor número de
homicidios es La Paz (49), Apopa (43), Soyapango (41), Sonsonate (34), San
Salvador centro (33) y Ciudad Delgado (28). La región donde se concentra el
mayor número de hechos violentos es la metropolitana (175), luego le sigue la
paracentral (106) y la oriental (70) (ver fotografía 1).
17
Ibid.
Foto 1: Un cuerpo sin vida permanece sobre una carretera en el
municipio de Tapalhuaca, en el departamento de La Paz, el pasado 10 de
agosto. Foto Marvin Recinos (AFP) Fuente: El Faro,2015.
La cifra de otros delitos también reportó un aumento en el mes. El hurto,
robo, lesiones, hurto y robo de vehículo y las violaciones aumentaron
considerablemente de febrero a marzo. De hecho, durante marzo hubo 2,916
delitos más que reportó la PNC que el mismo mes de 2014.
La cifra de personas desaparecidas es otra que se mantiene al alza. El año
pasado al menos 1,576 personas no fueron localizadas. Este año, la PNC prefirió
no incluir este rubro en las estadísticas policiales que son enviadas a todo el
personal de la institución.
Según el Instituto de Medicina Legal, en El Salvador se han cometido hasta
el 11 de agosto 3,603 homicidios, un promedio de 16 al día. Como la población
salvadoreña es de 6.5 millones de personas, la tasa proyectada para todo 2015 es
de 91 homicidios por cada 100,000 habitantes en El Salvador. Cuando ya se han
consumido dos terceras partes del año, los más de 3,600 cadáveres que ha
procesado Medicina Legal permiten aseverar que 2015 está siendo el año más
violento del siglo XXI, superando con holgura las cifras de 2009 y 2011. La tasa de
homicidios por cada 100,000 habitantes proyectada es de 91 (ver gráfico 2 )
Gráfico 2; Grafica comparativa de los niveles de violencia desde el año 2000 hasta
2015. FUENTE: Medicina legal, 2015).
Al comparar las cifras de homicidios de este año con relación al mismo período del
año pasado se tiene un aumento de 2,072 muertes violentas para este año. En
nueve meses del año pasado, la violencia había acabado con las vidas de 2,870
personas, una situación que preocupa al Director de Medicina Legal. (ver gráfico
3).
Gráfico 3; Graficas comparativa de los niveles de violencia desde el año 2000 hasta
2015. FUENTE: La Prensa Gráfica, 2015)
III. Situación de los jóvenes en El Salvador.
En El Salvador la Ley General de Juventud18, en su artículo 2, establece que
joven es una persona entre los 15 y los 29 años de edad, sin distinción de
nacionalidad, etnia, género, religión, discapacidad, situaciones de vulnerabilidad o
cualquier otra condición particular. La realidad de buena parte de la población
juvenil, sin embargo, tiene el rostro de un drama social, pues se trata de una
generación expuesta a la exclusión y, peor aún, a una creciente situación de
violencia e inseguridad ciudadana19.
En el país hay un 1,757,000 jóvenes, que representan el 28 % de la
población20. De estos, 49 % son hombres y 51 % son mujeres; 62 % viven en la
zona urbana y 38 % en la zona rural. Asimismo, 4 de cada 10 son pobres; 3 son
pobres relativos y 1 vive en pobreza extrema. Existe en este grupo social una
marcada feminización de la pobreza: tanto entre los pobres extremos como entre
los pobres, las jóvenes son más numerosas, en 9 y 6 puntos porcentuales
respectivamente.
En atención a la juventud se han definido diferentes estrategias por parte del
gobierno de El Salvador, es decir que cada período de gobierno ha tenido un
enfoque diferente, por lo que nunca se avanzó en la institucionalidad.
En el año 2005 se elaboró el Plan Nacional de Juventud 2005-2015, bajo la
coordinación estratégica de la Secretaría Nacional de la Juventud; este plan contó
con un buen diseño pero con una limitada ejecución, lo cual generó descontento
18 Ley General de Juventud (2012). Asamblea Legislativa de El Salvador. Recuperado de
http://www.asamblea.gob.sv/eparlamento/indice-legislativo/buscador-de-documentos-legis-
lativos/ley-general-de-juventud.
19 PNUD (2015). Entre esperanzas y miedo. La juventud y la violencia en El Salvador. San
Salvador: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. P. 25.
20 DIGESTYC. (2012). Encuesta de hogares de propósitos múltiples. San Salvador: Dirección
General de Estadística y Censos, Ministerio de Economía.
tanto en las instituciones que acompañaron el proceso como en la juventud, es
decir que no se cumplió con las expectativas de la población identificada en dicho
Plan (Alas, 2012)21.
IV. Los jóvenes como víctima de violencia.
Una de las principales características de la violencia actual en El Salvador es
que los protagonistas de la misma suelen ser jóvenes y adolescentes, tanto en su
calidad de víctimas como autores de los ilícitos.
Una revisión de las cifras oficiales sobre muertes violentas registradas en el
país, muestra claramente la elevada vulnerabilidad de los jóvenes salvadoreños y
en particular, de los hombres jóvenes frente a la violencia que ha marcado
trascendencia en la sociedad salvadoreña. No obstante esta situación no es
reciente pues estudios pioneros sobre el tema (Cruz, 2005)22, ya señalaban desde
hace más de una década los altos niveles de violencia que afectan a los jóvenes
salvadoreños, la violencia dirigida contra este grupo poblacional se ha agudizado y
complejizado en los últimos años, debido a factores de diverso orden.
En el contexto de violencia juvenil que experimenta la sociedad salvadoreña,
uno de los sectores que enfrenta la más alta vulnerabilidad a la violencia letal son
los jóvenes en situación de riesgo social y aquellos que pertenecen a las maras o
pandillas juveniles. Aunque no hay registros oficiales que establezcan la condición
social de los jóvenes que son víctimas de homicidios en el país, a juzgar por las
características de muchos de ellos y los lugares donde se perpetran los ataques,
se trata mayoritariamente de jóvenes de extracción social baja.
21 Alas, J. L. ( 2012). Analisis situacional sobre la juventud en El Salvador. San Salvador:
Fundación Friedrich Ebert.
22 Cruz, José Miguel y Carranza, Marlon (2005). “Pandillas y políticas públicas: el caso de El
Salvador”, en Juventudes, violencia y exclusión: desafíos para las políticas públicas. Guatemala:
Magnaterra Editores.
Por otra parte, cuando se analizan los grupos afectados por otras expresiones
de violencia delincuencial, como los delitos contra la propiedad y contra la
integridad física, los jóvenes en general resultan ser nuevamente las principales
víctimas. Una encuesta nacional sobre victimización y percepción de inseguridad
realizada por el IUDOP (Santacruz y Carranza, 2009), confirma el importante peso
de la edad en la incidencia de la victimización general.
Los jóvenes reciben tremendas agresiones y formas sistemáticas en zonas
populosas durante los operativos policiales y patrullajes rutinarios que se
implementan en los territorios. A su vez, en los últimos años se han incrementado
las denuncias sobre abusos cometidos hacia pandilleros durante la detención
administrativa en bartolinas policiales y en los centros de reclusión, durante las
requisas rutinarias. Una reciente investigación realizada con mujeres pandilleras
en cárceles (IUDOP, 2010)23, revela los tratos crueles, inhumanos y degradantes
de que son objeto pandilleros y pandilleras por parte de los agentes del orden, así
como la posible participación de algunos miembros de la policía en el asesinato de
pandilleros. Y es que las conductas policiales abusivas han sido parte de la
subcultura policial, resultado del modelo policial autoritario y militarizado que se
instaló desde el surgimiento mismo de la policía y que fue legitimada durante los
Planes Mano Dura, período a partir del cual se ha incrementado la violencia
policial hacia los jóvenes.
V. Sistema de funcionamiento de las pandillas en El Salvador.
Un ambiente comunitario donde los espacios son reducidos, sucios, escasos y
marginalizados, genera formas de competencia entre sus miembros que favorecen
23 IUDOP (2010). Segundos en el aire: mujeres pandilleras y sus prisiones .San Salvador: Instituto
Universitario de Opinión Pública-Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.
la violencia social y, consecuentemente, pueden favorecer su conversión en
violencia criminal (Larios, [2010]). Para llegar a constituir agrupaciones cuyo lema
principal sea el de “Rifa, mata, viola y controla”, transmitido y enseñado a niños
como mandamiento de vida, los miembros de las pandillas han debido sufrir
mucho y almacenar un rencor enorme en contra de los otros, de sus rivales, de los
extraños y hasta de su propia familia (Larios, [2010]).
Recordemos que las pandillas ofrecen una sensación falsa de protección,
pertenencia, diversión y enriquecimiento. El joven es atraído por esta sensación
basada en primicias que para el líder de una clica (célula colectiva de un barrio)
son migajas, pero que para un niño o joven rechazado o maltratado en su hogar
pueden significar un gran apoyo y re- presentación de afecto y protección. A lo
cual se suma, la sensación de poder y de respeto que adquiere dentro de la
pandilla, por el solo hecho de formar parte de ella y de ser tomado en cuenta para
la ejecución de las decisiones de los líderes (Larios, [2010]).
Basados en un principio de supervivencia las pandillas encuentran nuevas formas
de reproducirse y que se puede caracterizar de la siguiente manera (Larios,
[2010]):
Creación de un imaginario colectivo que da identidad y cohesión al grupo,
con su simbología;
Alta capacidad de atracción, socialización y control de la membresía, de su
lealtad, motivación y acción;
Construcción del estilo de vida a partir de adversarios típicos: pandillas
rivales y policía;
Lucha por los espacios en barrios o territorios y se organizan para la
protección y
el ataque: reuniones, acuerdos, asignación de roles, emisión de órdenes,
supervisión de ejecución y distribución de recursos para operar.
Se presenta un esquema que permitirá describir más gráficamente el
funcionamiento de las pandillas, en El Salvador, para cual se describe lo siguiente:
Primero, el que se refiere a los círculos de apoyo y de base social de la
pandilla, muestra el carácter social de génesis del fenómeno y su raíz
comunitaria24.
Segundo, los denominados sistemas de presión de la pandilla, ubicados en
los costados del esquema, constituidos, en un caso, por la policía como
sistema institucional legítimo; y en otro caso, por las pandillas rivales, como
sistema ilícito y competencia “natural”. La policía busca capturar al
pandillero que delinque, mientras que la pandilla rival busca aniquilarlo en
términos generales.25
El tercero, es la vinculación del liderazgo al crimen internacional y a las
fuentes de financiamiento y de los recursos delictivos de que disponen para
el desarrollo de sus actividades. La pandilla es una organización cuyo
mecanismo de reproducción y crecimiento es el homicidio de sus rivales,
pero también la ex torsión de los ciudadanos comunes. La extorsión ha sido
un mecanismo clásico dentro del modo de vida de las pandillas.26
24 Esto vuelve más compleja las intervenciones de trabajo social o de control policial, pues en él se
ven involucrados no sólo los miembros de la pandilla, también participan de manera indirecta o
como soportes logísticos, amigos, familiares o simpatizantes, que no son formalmente pandilleros
ni necesariamente delincuentes.
25 Pero en la actualidad, la realidad ha mostrado que las pandillas rivales han llegado a acuerdos
relacionados con su supervivencia y que tratan de protegerse mutuamente de la presión ejercida
por los controles estatales, de tal forma que existen territorios, que se respetan mutuamente,
donde ejercen su poder y control.
26 Larios, A. J. ([2010]). Las pandillas en El Salvador: la violencia como medio de poder. Organo
de Difusión de la Red Docencia-Investigación.
VI. La Violencia y los derechos humanos.
La inseguridad generada por la criminalidad y la violencia en las Américas
constituye un grave problema donde está en juego la vigencia de los derechos
humanos27
Los principales problemas que afectan a la sociedad salvadoreña son: la
violencia y el crimen.
Algunas consecuencias de la violencia son:
Altos costos humanos debido a homicidios, lesiones, violaciones
sexuales, secuestros y amenazas.
Los costos materiales por los delitos que se cometen en contra del
patrimonio (robos, destrucción) y por la carga en el presupuesto del
Estado para controlar la violencia en la labor judicial y policial y para el
tratamiento de lesiones en el área de salud.
Poca inversión extranjera
Actitud de desconfianza en el sistema judicial, lo que lleva a que no
denunciar por el temor de represalias por parte de los delincuentes.
La violencia social como un obstáculo serio para la democracia formal y
el Estado de Derecho.
El alto nivel de delincuencia no se debe simplemente al ansia desenfrenada
de querer matar o robar, lo cual nos llevaría a una conclusión demasiado miope,
sino que tiene su origen en problemas económicos y educativos. Sí, a la
vulneración de Derechos Humanos de carácter económicos, sociales y culturales.
Donde en una familia con ingresos económicos bajos o nulos se tienen
cuatro hijos o hermanos que alimentar, solo queda robar y muchas veces, matar
27 COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Organización de Estados
Americanos, Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos, 2009, parágrafo 35.
para ver efectivizado la primera finalidad. No son delincuentes porque sí, tiene un
trasfondo socioeconómico la mayoría de veces. Muchos casos podrán variar del
por qué se inmiscuyen jóvenes e incluso niños a las pandillas, pero no podemos
negar que el origen de este gran problema fue en gran medida producto de una
pobre economía que resultó de una guerra implementada en los años 80’s que
nos hundió a la pobreza.
No se justifica la delincuencia en ningún momento, pero el problema tiene
más raíces económicas que cualquier otra cosa. Si se quiere solventar este
problema se exije que propongan medidas económicas, educativas y planes de
prevención de delincuencia, pero no que prometan más policías, más armas o aún
más vulneraciones a los Derechos Humanos, los cuales incluso los delincuentes
tienen.
Los “delincuentes” y las instituciones en el intento de reprimir, vulneran los
derechos Humanos de otros al matar, al robar, al secuestrar, etc., pero
recordemos que los primeros a los que les violaron sus derechos fueron a ellos
con una guerra civil que perjudicó mucho más a los que ya de por sí estaban
perjudicados. Una guerra, muchas veces, no con fines de instalar la democracia,
sino con fines puramente ideológicos.
Conclusiones:
1. El fenómeno de la violencia es un fenómeno de poder, pero no el menos
efectivo en la consecución del propósito. Lo relevante no es sólo que los
pandilleros sean jóvenes, sino que sean el tipo de jóvenes que son,
agrupados alrededor de manifestaciones de violencia y delincuencia, como
opción para expresarse, organizarse y hacer prevalecer su identidad y sus
intereses.
2. El método de la extorsión es una prueba del potencial de violencia y de
reinventaba criminal de las pandillas, del mismo modo, pueden encontrar
otros medios de hacer valer su poder.
3. La violencia afecta a toda la sociedad salvadoreña, porque está en todo
ámbito y lugar en la realidad cotidiana, pero no todos los ciudadanos tienen
el mismo nivel de participación, ni experimentan el mismo riesgo de
afectación directa, como lo es para el caso de los jóvenes, que están riesgo
de ser víctimas o delinquir.
Recomendaciones.
La actividad delincuencial ha surgido en las entrañas de un sistema que no
le ha sido favorable al pobre; el neoliberalismo no ha satisfecho las
aspiraciones de la juventud; muchos por no delinquir, han emigrado del
país, los expulso la pobreza.
Para comenzar a solucionar el problema se debe cambiar el sistema
educativo, debe incorporarse en los planes de estudios, entre otras
temáticas, la enseñanza de los DERECHOS HUMANOS, tal como lo
ordenan los Art. 55 y 60 de nuestra Constitución.
Debe existir un mecanismo riguroso que permita la revisión real de lo que
se transmite en los medios de comunicación, especialmente en la televisión
y redes sociales; ya que, no se debe descargar únicamente en los padres la
responsabilidad de la regulación y control. Esto permitirá formar nuevas
generaciones con principios pacifistas y aumentar en la población en
general los niveles de TOLERANCIA y RESPETO MUTUO.
La persecución al delito debe tener incorporadas medidas alternas que le
permitan al joven tener acceso a estudios superiores, fortalecimiento de
valores no solo seculares, si no también cristianos, vivienda, salud y un
empleo digno.
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