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Extraída de la Antología de Leyendas de la Literatura Universal
Leyenda de Huesca
Por María del Camino Herrero García
Andaba preocupado porque su primogénito se había ido a la guerra
con Pedro de Aragón y nada sabía de él.
El barón Artal de Mur y Puymora vivía en un castillo del Pirineo.
Un día salio de caza.
Se fue alejando de
sus posesiones sin
encontrar pieza alguna,
por lo que decidió parar a comer y a descansar.
Le despertó un ruido y vio cerca
de un arrollo, a
una jabalina.
Ésta le dijo que no le matase y
que a cambio le daría una
recompensa.
El barón, sorprendido de que una jabalina hablase, no la mató y regresó al anochecer a su castillo. Cenó muy poco y se quedó dormido junto al fuego
Le despertó un fuerte chisporroteo de la chimenea y vio que salía de
un tronco ardiendo, una figura humana.
El hombre que había salido de la chimenea saludó al barón y le dijo que
venía a cumplir la promesa que le había hecho esa tarde.
Satanás le dijo al barón que se
ocuparía de su hijo y que nada
le pasaría. Luego como premio, se cortó un dedo y
lo dejó en la mesa. Después
se fue y el Barón volvió a
quedarse dormido.
Cuando se despertó el
Barón, comprendió que no había
sido un sueño.
¡¡ El dedo de Satanás se
había convertido
en un lingote de oro!!
Cuando el barón quiso hablar con su mujer, ésta le interrumpió para
explicarle un sueño que había tenido
La Virgen le había pedido a la mujer del Barón que construyese una capilla en un monte vecino y que ella cuidaría
de su hijo.
El Barón costearía la capilla
con el lingote de oro con la condición
de celebrar una misa
al año por el diablo.
Entonces consultaron al sacerdote de Ainsa que en un principio dijo que era una herejía.
Pero al final consintió, con la excusa de convertir al
diablo.