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LA LEYENDA DEL ANETO
Después de que los Dioses ganarán la batalla entre los dioses y los gigantes, estos últimos tuvieron que esconderse en donde pudieron.
De entre estos, el más terrible y malvado era Netú, que era pastor, y cualquier persona que se cruzara en su camino era presa de su furia.
Un día llego a Benasque un mendigo, que nunca
protestaba por nada, hacía los trabajos que le mandaban
de buena gana y nunca se le oyó una queja. Por las
tardes, les contaba historias a niños y mayores, y por
donde el pasaba crecía la armonía.
Un día, el mendigo decidió
marcharse, atravesando las
montañas en donde estaba Netú.
Los benasqueses intentaron
hacerle cambiar de idea, pero el
mendigo lo tenía decidido.
Además no pensaba meterse con el
gigante, así que no había motivo
para que le hiciese nada malo.
Ya agotado vio a lo lejos un
rebaño, y pensó que si allí
estaban las ovejas, habría
agua y además podría
ayudar a los pastores a
cambio de comida.
Era un verano abrasador, y
mientras camino por la orilla
del río no tuvo ningún
problema para abastecerse de
agua, pero en cuanto gano
altura, empezó a quedarse sin
comida.
Pero era el rebaño de Netú y no quiso darle agua ni comida, Netú dijo
que era para sus rebaños, y no para mendigos.
Entonces, el mendigo
le respondió:
“Tienes el corazón duro
como la piedra,
ojalá todo tu
te conviertas en piedra”.
Desde ese
momento Netú se
quedó convertido
en piedra, en el
Pico del Aneto.
Las gentes de la
montaña dicen
que el peregrino
era Dios.
(Lo cual nos
indica que Dios es
montañero).
“El agua es muy importante en la
montaña”, ya lo dice la sabiduría popular.