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El misterio del arroyo. Allá al final poniente de la antigua calle de la presa, ahora calle Luis Gutiérrez, es donde al terminar su antiguo trazo en la época de la Colonia se cruzaba con el arroyo del pueblo, dicen los ancianos moradores del lugar que sobre el mismo se construyo precisamente una presa o cortina que aun se pude apreciar hasta nuestros días, allí atrás de la estación del ferrocarril, en el lugar donde inicia la colonia Guayulera. Viendo las autoridades de la Cd. que el agua que entonces cristalina había que aprovecharse en retenes, dicen los historiadores que el calicanto fue levantado a principios del s.XIV, pero hay quien sostiene fue a finales del mismo, su propósito fue aprovechar el agua para el regadío de las parcelas de la antigua y nueva Tlaxcala -el pueblo-o también para la fabricación de ladrillos. La cortina o calicanto de mampostería sirve a sí mismo para quebrantar la furia de la corriente del arroyo cuando se crece. Pues bien les contare lo que supe por ancianos caleros y vendedores de cascajo, que aun viven y tienen su morada cerca de la cortina de los márgenes del arroyo. Relatan los viejos vendedores de cascajo que la primera cortina a los pocos meses se abrió por la presión del agua, y entonces un alarife venido del sur propuso que para asegurar la solidez del calicanto se debía cumplir con una condición terrible y estrujante: construir en la base del mismo especie de gruesa prominencia adosada, hueca en su interior, y lo más espeluznante de la proposición era que antes de sellarla se debía colocar en dicho hueco un recién nacido y a su lado una castellana o anforita, de esas antiguas de cristal llena de áureas monedas. La finalidad de tan trágica medida era que al morir el niño allí sepultado, su espíritu daría solidez a la cortina y que además por los siglos de los siglos avisaría con su llanto a los vecinos sobre alguna crecida fuerte con horas de anticipación y en tal caso estuviesen preparados del llanto se decía que por condición de orden sobrenatural seria escuchado al exterior sobrepasando el espeso sello de las piedras. Cuentan los caleros que aquel malvado albañil con el propósito de asegurar su trabajo, aprovecho la oscuridad de la noche para hacer su obra siniestra y que en efecto han comprobado que un lloriqueo infantil se escucha hasta nuestros días, especialmente cuando Saltillo

Leyenda del arroyo del pueblo. Saltillo

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Page 1: Leyenda del arroyo del pueblo.  Saltillo

El misterio del arroyo.

Allá al final poniente de la antigua calle de la presa, ahora calle Luis Gutiérrez, es donde al terminar su antiguo trazo en la época de la Colonia se cruzaba con el arroyo del pueblo, dicen los ancianos moradores del lugar que sobre el mismo se construyo precisamente una presa o cortina que aun se pude apreciar hasta nuestros días, allí atrás de la estación del ferrocarril, en el lugar donde inicia la colonia Guayulera.

Viendo las autoridades de la Cd. que el agua que entonces cristalina había que aprovecharse en retenes, dicen los historiadores que el calicanto fue levantado a principios del s.XIV, pero hay quien sostiene fue a finales del mismo, su propósito fue aprovechar el agua para el regadío de las parcelas de la antigua y nueva Tlaxcala -el pueblo-o también para la fabricación de ladrillos.

La cortina o calicanto de mampostería sirve a sí mismo para quebrantar la furia de la corriente del arroyo cuando se crece. Pues bien les contare lo que supe por ancianos caleros y vendedores de cascajo, que aun viven y tienen su morada cerca de la cortina de los márgenes del arroyo.

Relatan los viejos vendedores de cascajo que la primera cortina a los pocos meses se abrió por la presión del agua, y entonces un alarife venido del sur propuso que para asegurar la solidez del calicanto se debía cumplir con una condición terrible y estrujante: construir en la base del mismo especie de gruesa prominencia adosada, hueca en su interior, y lo más espeluznante de la proposición era que antes de sellarla se debía colocar en dicho hueco un recién nacido y a su lado una castellana o anforita, de esas antiguas de cristal llena de áureas monedas. La finalidad de tan trágica medida era que al morir el niño allí sepultado, su espíritu daría solidez a la cortina y que además por los siglos de los siglos avisaría con su llanto a los vecinos sobre alguna crecida fuerte con horas de anticipación y en tal caso estuviesen preparados del llanto se decía que por condición de orden sobrenatural seria escuchado al exterior sobrepasando el espeso sello de las piedras.

Cuentan los caleros que aquel malvado albañil con el propósito de asegurar su trabajo, aprovecho la oscuridad de la noche para hacer su obra siniestra y que en efecto han comprobado que un lloriqueo infantil se escucha hasta nuestros días, especialmente cuando Saltillo está seco pero llueve con abundancia allá por La Encantada, al sur del municipio avisando la crecida.

Quien esto escribe pudo observar que efectivamente al pie de la cortina existe una prominencia que parte de la base y es de mayor espesor que el dique y su parte superior forma un semiarco escarzano que muere en uno de los contrafuertes como se estuviera sellado algún hueco. ¿Lo que queréis comprobar amable lector? …Os invito al arroyo del Pueblo