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liderazgo2013
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Los valores son objetos ideales (invisibles) que se presentan a la conciencia humana por medio de lasemociones. Nos refieren el mundo
cualitativo, que da significado y sentido a la existencia.
ManualManual
Hay valores morales,
jurídicos, religiosos, estéticos, y
muchos más, que reclaman de nosotros un pronunciamiento, para pasar al grado de su realización en la vida personal y social de los seres humanos.
La sociedad de una época
será catalogada
según predominen mayoritaria-mente en sus integrantes los valores
positivos o los negativos
(desvalores).
Cuando nos referimos a los valores morales, jurídicos y religiosos,
debemos ser concientes que ellos nos colocan ante situaciones en las cuales tenemos que decidir si nos inclinamos por el valor positivo o por el negativo.
Es nuestra evaluación interior la que nos conduce, a través de un
proceso de toma de
decisiones, a un
posicionamien-to a favor o en contra del positivo.
Los seres humanos no podemos vivir sin los valores. Son
ellos, precisamente, los que modelan el aspecto humano de las personas. Se presentan perentoriamente a nuestra conciencia, requiriendo una definición, siempre personal.
No es posible transferir ni la toma de
conciencia ni la decisión a favor o en contra . El
hombre está destinado a ser el único y gran protagonista
del mundo de los valores.
Este mundo, precisamente, se refiere a nuestra libertad
espiritual y a nuestras
responsabilida-des. Porque, si bien los valores se presentan a todos, en su
ejecución siempre llevan el sello personal de
cada protagonista.
Al referirnos a los valores de una
sociedad, tenemos en consideración
que son los que cumplen
la mayoría predominante de sus
integrantes.
Según la orientación que escogemos en la
Filosofía contemporánea, los valores son eternos y absolutos. Nos preceden y nos sucederán. No podemos
derogarlos ni cambiarlos. En ejercicio de nuestra libertad, podemos optar entre los positivos y los negativos.
De esa forma, nuestra
existencia adquiere sen-tido y logra significado, según las
preferencias por las que hemos optado en su decurso.
Relativizar los valores, además de inconducente, es ya
pronunciarse en contra de lo que corresponde. Si fuesen
relativos, no habría pautas objetivas e incambiables para comportarse ni subjetiva ni objetivamente.
COMPORTAMIENTO
ACTITUD HACIA EL COMPORTAMIENTO
NORMAS SUBJETIVAS
CREEN-CIAS
CONDUC-TORAS
EVALUA-CION DE
RESULTA-DOS
CONDUC-TORES
CREEN-CIAS
NORMATI-VAS
MOTIVA-CiÓN EN COMPLA-
CER A OTROS
INTENCION DEL
COMPORTAMIEN-TO
Relativizarlos, significaría
que cada uno puede darse los valores que quiera, y no
poder juzgar la forma en que otros
proceden con su óptica
valorativa
En otras palabras, estaríamos en una sociedad caótica, que equivale a decir, una
sociedad de lamentables
opciones negativas. La historia está
repleta de estas tremendas situaciones, donde reinan la
decadencia y la descomposición.
Si reflexionamos sobre el grado de acatamiento a los valores en las sociedades de nuestro tiempo, debemos concluir sin apasionamientos, que la realización de los positivos
sigue predominando, a
pesar de inquietantes signos en contrario.
Si bien nos enfrentamos a diario con situaciones que ponen en serio riesgo la vigencia de los positivos, podemos confiar que felizmente la mayoría de la gente se sigue rigiendo por ellos. No hemos entrado en una era de descomposición. Pero tampoco podemos negar que se advierte preocupantes
síntomas de una creciente degradación.
Muchos valores comienzan a
ser sumergidos, por gente y
sectores sociales que se van
inclinando a una erosión de las responsabilidades, y por desistir o confundir los positivos con los negativos . Los
valores no se sumergen por sí
mismos.
Por lo contrario, emergen a la conciencia a cada momento y esperan ser
cumplidos. Pero hay quienes piensan que
hundiéndolos en los mares
borrascosos de las inconductas frecuentes
conseguirán sumergirlos
definitivamente.
Creen que una mayoritaria opción negativa, las convierte en positiva. Su pensamiento es falso, aunque sus efectos inmediatos suelen ser muy dañinos. Por más que presionen sobre ellos para mantenerlos
hundidos, en cualquier momento reflotarán.
Porque son los que deben
predominar en una sociedad para que sea
sana y constructiva.
Pero el intervalo entre la sumersión y
el reflotamiento es incierto.
Mientras tanto, puede conducir a situaciones perversas y hasta calamitosas. Puede dejar
huellas desorientadoras para quienes van integrando la sociedad. Ese es un potencial
efecto devastador.
Los valores no soportan mucho tiempo permanecer sumergidos. Su destino es el oxígeno que los alimenta y da dignidad a las personas que se deciden a realizarlos. Intentar sumergirlos, para evitar su brillo, conduce a las tinieblas que rigen la subversión a la que muchas veces se los ha sometido.
Así reflexionó el profundo pensador alemán Max Scheler, cuando en 1928 escribió su tremendo libro “La Subversión de los Valores”. Título que se refirió a la decadencia dramática de la sociedad de su país, y que condujo a la descomposición de la democracia y al dominio del nazismo de manera absolutista y catastrófica.
En esos tiempos, lo bueno fue considerado malo, y lo malo,
bueno. Sumergieron los
verdaderos valores durante
casi quince años, se cometió toda clase de atropellos a la dignidad y a la
existencia humanas.
El precio que dicha
sociedad y toda la
humanidad pagaron, fue el más alto acontecido
hasta ahora en toda la historia.
Hubo que sufrir increíbles
desgracias para que los valores reales fueran reflotados, y se hayan ido
recuperando el respeto, la paz, la sana
convivencia, el trabajo y la libertad.
Los capítulos aciagos y
vergonzosos de la era anterior,
forman parte de un pasado que jamás podrá
retornar. Para ello hay que
estar alertas y volcados hacia
las mejores opciones positivas.
Surgen ahora dos preguntas decisivas: ¿Cuánto tiempo pueden
permanecer sumergidos los valores
positivos? ¿Estamos todavía a tiempo para que no volvamos a caer en la subversión de los valores?
Desde Quilmes, Buenos Aires, Argentina,compaginó
Música: Pearl Harbor, Enya Imágenes: Extraídas de la Web Fotomontaje: L.T Fecha edición: 19 de marzo/ 2014
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FINFIN