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SOBRE MI CAMINO VOCACIONAL TRES IMÁGENES DE CAMINO QUE ME PUEDEN IDENTIFICAR: 1.- Creo que me puedo definir como PEREGRINA (no turista ni vagabunda. Ver las diferencias) 2.- He tratado de elegir EL CAMINO DE LA VIDA 3.- He tenido muchas encrucijadas: (la diversión/la misión/ la naturaleza/ Dios ¿?) Recojo algunos aspectos de mi vida: “Yo he nacido en esos llanos de la estepa castellana…” retomando el verso de Gabriel y Galán. Nací en una tierra pobre y fría en invierno cuyas nieves y hielos curtían las manos y hasta el aliento, tierra que florecía en primavera y calentaba el corazón, que se volvía seca en el verano de recogida de mieses y dura y árida en el otoño y nuevo invierno. ¿Por qué relato el recorrido de las estaciones? Porque creo que éstas también determinan la personalidad. Mi vida se fue haciendo al ritmo de la Naturaleza. Nací en pleno otoño y por tanto fui engendrada en invierno. También eso tiene su importancia, pues al calor de la lumbre, al fuego de una casa familiar se fraguó mi infancia vocacional. En mi pueblo segoviano se vivía un ambiente familiar y de hondas raíces cristianas, no exento de dificultades. Bebí la fe como por ósmosis, las celebraciones del pueblo eran cíclicas y siempre en torno al Misterio cristiano; las fiestas del Señor, de María y de los santos, enmarcaban las fiestas del pueblo. Creo que esas raíces austeras, familiares, de ambiente difícil y acogedor dieron una pauta importante a mi vida e historia vocacional. Mi madre fue determinante y también la vocación de una hermana como monja clausura cuando apenas tenía yo 3 años. Las peleas familiares de largos meses que presencié en ese tira y afloja de la determinación de mi hermana por a seguir una vida casi incomprensible cuando tanto se la necesitaba en casa, fueron sin duda importantes en mi infancia ¡según me dijeron luego fui yo la que “desvelé” por el pueblo que mi hermana “se iba de monja”. Después llegarían las cartas, las visitas a ese convento, las directas e indirectas a ir para allá, las revistas con los santos y misioneros que llegaban a casa… y así llegó la adolescencia que pedía “salir de la casa paterna e ir donde se me indicara”. Como si fuera en pequeño la llamada de Abrahán salí a mis 13 años a un lugar de Aspirantado concepcionista donde no fue fácil vivir mi adolescencia, bastante rebelde por cierto, en medio de una dura disciplina y los compromisos en la vida de fe (oraciones, pláticas, prácticas religiosas,…) que fui asimilando sin gran dificultad… no así el ambiente que era bastante exigente. Las llamadas vocaciones ahí eran casi continuas. Muchas de mis amigas salieron del colegio, algunas bastante “rebotadas” pero otras iban al Noviciado

Mi vida, mi vocación, mi itinerario vocacional

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Page 1: Mi vida, mi vocación, mi itinerario vocacional

SOBRE MI CAMINO VOCACIONAL

TRES IMÁGENES DE CAMINO QUE ME PUEDEN IDENTIFICAR: 1.- Creo que me puedo definir como PEREGRINA (no turista ni vagabunda. Ver las diferencias)2.- He tratado de elegir EL CAMINO DE LA VIDA3.- He tenido muchas encrucijadas: (la diversión/la misión/ la naturaleza/ Dios ¿?)

Recojo algunos aspectos de mi vida:“Yo he nacido en esos llanos de la estepa castellana…” retomando el verso de Gabriel y Galán. Nací en una

tierra pobre y fría en invierno cuyas nieves y hielos curtían las manos y hasta el aliento, tierra que florecía en primavera y calentaba el corazón, que se volvía seca en el verano de recogida de mieses y dura y árida en el otoño y nuevo invierno. ¿Por qué relato el recorrido de las estaciones? Porque creo que éstas también determinan la personalidad. Mi vida se fue haciendo al ritmo de la Naturaleza. Nací en pleno otoño y por tanto fui engendrada en invierno. También eso tiene su importancia, pues al calor de la lumbre, al fuego de una casa familiar se fraguó mi infancia vocacional. En mi pueblo segoviano se vivía un ambiente familiar y de hondas raíces cristianas, no exento de dificultades. Bebí la fe como por ósmosis, las celebraciones del pueblo eran cíclicas y siempre en torno al Misterio cristiano; las fiestas del Señor, de María y de los santos, enmarcaban las fiestas del pueblo.

Creo que esas raíces austeras, familiares, de ambiente difícil y acogedor dieron una pauta importante a mi vida e historia vocacional. Mi madre fue determinante y también la vocación de una hermana como monja clausura cuando apenas tenía yo 3 años. Las peleas familiares de largos meses que presencié en ese tira y afloja de la determinación de mi hermana por a seguir una vida casi incomprensible cuando tanto se la necesitaba en casa, fueron sin duda importantes en mi infancia ¡según me dijeron luego fui yo la que “desvelé” por el pueblo que mi hermana “se iba de monja”.

Después llegarían las cartas, las visitas a ese convento, las directas e indirectas a ir para allá, las revistas con los santos y misioneros que llegaban a casa… y así llegó la adolescencia que pedía “salir de la casa paterna e ir donde se me indicara”. Como si fuera en pequeño la llamada de Abrahán salí a mis 13 años a un lugar de Aspirantado concepcionista donde no fue fácil vivir mi adolescencia, bastante rebelde por cierto, en medio de una dura disciplina y los compromisos en la vida de fe (oraciones, pláticas, prácticas religiosas,…) que fui asimilando sin gran dificultad… no así el ambiente que era bastante exigente.

Las llamadas vocaciones ahí eran casi continuas. Muchas de mis amigas salieron del colegio, algunas bastante “rebotadas” pero otras iban al Noviciado y ¿yo qué hacer? Me atraía más salir a la aventura del “mundo” como muchas de mis amigas pero… ¡ocurrió una llamada que siempre la vi determinante y “providencial”: la muerte de mi padre cuando apenas tenía 16 años! ¿Qué hacer? ¿Complicar más las cosas en casa o “probar” a descubrir más a Jesús, quien ya se me había ido metiendo poco a poco en el corazón? ¿Ensayar a dejarme enamorar por un joven muchacho que me atraía o emprender una vida, que intuía que no iba a ser fácil, pero que me daría más felicidad en la entrega a los demás, especialmente en la educación?

Tiempo difícil de discernir por dónde me quería el Señor. Siempre he sido rebelde, buscadora y hasta insatisfecha… me he caracterizado por “correr riesgos” mejor que quedarme con lo conocido. Me seduce eso que dice el papa Francisco que prefiere a una iglesia herida porque sale y se arriesga a una que queda aparentemente “sana” pero que en realidad está enferma porque vive para sí… esa ha sido siempre mi forma de ser y actuar ¡y vaya si he tenido heridas en mi cuerpo y en el alma! He salido herida en el campo de misión y en el de la comunidad, en el tiempo la adolescencia, la juventud y la madurez, hasta hoy, pero así he tenido que recurrir una y mil veces a dejarme curar por mi Buen Pastor que es Jesús.

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Mi itinerario vocacional ya ha discurrido por muchos valles y barrancos, por desiertos y vergeles…, he probado muchos alimentos que me han hecho daño y otros en cambio mucho bien, he bebido en muchas fuentes, unas de agua clara y otras casi contaminada… pero de todas he aprendido y de ellas me sacado el Señor y conducido hacia las Fuentes de la Vida que es Él mismo.

Mi historia vocacional ya es larga. Digo que he pasado la cuarentena del desierto. Con frecuencia añoré “los ajos y cebollas” que dejé en mi “antiguo Egipto”, me rebelé cuando me faltaba el pan y el agua en la larga travesía de los días y los meses áridos, sin apenas vislumbrar la “Tierra prometida”. Es larga la travesía del desierto y cansa… pero hoy, echando la vista atrás siento que mi vida ha madurado en los largos veranos y he recogido el fruto otoñal porque me he dejado purificar en los inviernos duros con frío y el hielo y sembrar en las primaveras de muchas personas y experiencias que han enriquecido mi vida. Ha merecido la pena esta travesía y sé que al final de mis días tendré que repetir mi estribillo que me acompaña: “tú lo sabes todo, mi Señor, sabes que te quiero”. En ese “todo” va todo… que sería muy largo relatar y terminar con un TE QUIERO. A pesar de todo: TE QUIERO, Tú eres la razón de mi vida, tú eres mi Señor, mi Fuente, mi Pan y mi Agua, mi Vida y mi Plenitud.

OTRA OPCION!!! RADAR VOCACIONAL!Mi historia vocacional:Los primeros recuerdos que tengo de mi historia vocacional creo que proceden del Aspirantado de S. Lorenzo de El Escorial (Madrid). ¿Por qué fui a ese Aspirantado concepcionista? Por decisión de mi madre. Luego lo primero que tengo que decir es que la vocación creo que la mamé de mi propia madre. Ella siempre quiso que sus hijos se formaran bien, pero éramos muchos y no había dinero para dar estudios superiores a todos, pero como yo era de las

pequeñas de la familia ella lo intentaba con todas sus fuerzas, (éramos13 y en casa estábamos aún 9). Siempre la gustó y quiso que alguno de sus hijos/as fuera maestra/o y a los pequeños nos intentó llevar a colegios religiosos. Diversas circunstancias, largo de hablar, llevaron a mi madre a buscar un lugar de estudios, resultó ser un internado y además Aspirantado. Y allí me llevaron pero yo simplemente iba a estudiar. Y fui con 13 años a punto de cumplir 14.

Es verdad que llevaba en mi historia muchos datos de vida de fe y de práctica religiosa sencilla. Empezando por mi familia, mi madre sobre todo, y siguiendo por el pueblo que vivía al ritmo de la vida cristiana en sus fiestas, tradiciones, etc. me gustaba ir a Misa aunque no entendiera nada, acompañar a mis tías-abuelas en rezos interminables que hacían en la iglesia, participar en celebraciones, procesiones, etc.…

La llegada al Aspirantado favorecía todo eso, aunque también estaba desligada de la vida familiar y rural. A veces la exigencia era mucha en este lugar y me rebelaba por mi natural rebeldía. Pero me gustaba ver a las monjas rezar, me atraía el hábito, me interesaba todo lo que harían en el convento… en teoría si no decíamos lo contrario, o se escapaban del Aspirantado-cosa que ocurrió literalmente-, todas íbamos desde él al Noviciado que estaba en Marcilla (Navarra). ¿Hice mucho discernimiento vocacional? Creo que no. Simplemente me dejaba llevar por las circunstancias y las personas, aunque me regañaban bastante porque decían que era muy rebelde.

Desde allí se iba al Noviciado al cumplir los 17 años, varias de mis amigas ya habían ido pero yo aún me resistía. Mas algo importante pasó en el verano previo a cumplir los 17 años: la muerte de mi padre. Fue duro para mi familia, pues éramos muchos aún en casa y me planteé que yo no podía dar a mi madre el disgusto de decirla que no volvía al Aspirantado como mis amigas. Siempre entendí que ese acontecimiento doloroso fue providencial en mi vocación y volví al Aspirantado. Y esos meses de Octubre a Marzo en que ingresé en el postulantado fueron decisivos, me fui haciendo más dócil y disponible y dije que sí, que allá iba. Esto hace más de 40 años y no me arrepiento de aquella decisión.

Esto son apenas unos trazos poco perfilados de mi historia vocacional. Después irían siendo más detallados y cuidados. Pero así se escribe la historia…

¿por qué un radar vocacional?