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República bolivariana de Venezuela Ministerio Del Poder Popular Para La Educación Instituto Universitario Politécnico Santiago Mariño Mérida. Estado. Mérida Integrantes: 1 AGROEC OSISTE MA

Monografia de agroecisistema manuel a

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República bolivariana de Venezuela

Ministerio Del Poder Popular Para La Educación

Instituto Universitario Politécnico Santiago Mariño

Mérida. Estado. Mérida

Integrantes:

Manuel A Suarez P.

CI: 25580204

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AGROECOSISTEMA

Índice

1 Introducción……………………………………………………………………………4

2) ¿Qué es agroecosistema?...........................................................................5, 13

3) Tipos más importantes de agroecosistema………………………………..13, 14

4) Tipos de agroecosistemas…………………………………….…………………..15

4.1 pastoriles………………………………………………………………………15,16

4.1.1implementacion de sistemas…………………………………………...…..17,18

4.1.2 ventajas…………………………………………………………….…………19, 21

4.1.3 oportunidad de mercad………………………………….…………………….22

4.2 silvícolas……..…...…………………………………………..…………………23,26

4.2.1 la producción de una masa se divide en……….………….………………..27

4.2.2 producción directa………….…………………………………………………..27

4.2.3 producción indirecta………….…………………………………………….27, 28

4.2.4problemática…………….…………………………...………………………..29,31

4.2.5 características…………………………….….………………………………32.34

4.3 cerealeros….…………………….……………………….……………………..35,36

4.3.1 estructuras de las semillas………………………….…………………………36

4.3.2 que contienen los cereales…………………………………..…………….37,38

4.3.3 sistema postcosecha………………………………………………………..38,39

4.3.4 especies………………………………………………...…………………………39

4.3.5 utilización en la alimentación humana………………………...…………….40

4.3.6 utilización en la alimentación animal……………………………...…………41

4.3.7 uso industrial……………………………………………………………………..42

4.3.8 posibles efectos del cambio global en los cereales………………..……..42

4.3.9 importancia económica…………………………………………………………42

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4.3.10 tierras ulizadas para la producción de cereales……………………….…43

5) importancia de los estudios de los agroecosistema……………….…….….44

6) estructura y funcionamiento de agroecosistema……..…..…………………..45

7) componentes del agroecosistema…………………………….……..…………..45

7.1 componentes bióticos…………………………………………………………….45

7.1.1 productores primarios………………………………………………………….45

7.1.2 consumidores primarios o herbívoros………………………………………45

7.1.3 consumidores secundarios o carnívoros………………………………45,46

7.1.4 descomponedores………………………………………………………………46

7.2 componentes abióticos……………………..……………………………..…46,47

8) límites y estructuras del agroecosistema……………………………………..48

9) procesos en el agroecosistema………………………………………………….48

9.1 flujo de energía………………………………………………………………..48,50

10) sucesión en el agroecosistema ………………………………………………51

10.1Proceso de regulación biótica……………………………………………51,52

11) Diversidad en el agroecosistema ……………………………………………..52

11.1 diversidad alfa ………………………………………………………………….52

11.2 diversidad beta…………………………………………………………………..53

11.3Diversidad gama…………………………………………………………………53

12) propiedades de los agroecosistema…………………………………………54

13) diversidad y riegos crecientes……………………………………………54,55

14) diversidad y reducción de riesgos…………………………………………….55

15) impacto ecológico de los agroecosistema ……………………………….55.58

16) Conclusión………………………………………………………………………..59

17) Bibliografía……….………………………………………………………………..60

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Introducción

El objetivo del presente apartado es aplicar los conceptos estudiados en la teoría ecológica en la comprensión de las problemáticas ambientales y socioeconómicas vinculadas a la práctica agronómica. Se destaca la importancia del estudio de los sistemas productivos como ecosistemas transformados por el hombre. Se describe y analiza al agroecosistema como un sistema manejado por el hombre, que en función de un objetivo de producción, maneja poblaciones, comunidades, interacciones, ciclos de materiales y flujos de energía.

Permitido la transformación de las formas de vida de la población. Históricamente, se han desarrollado cinco tipos de sociedades: cazadoras-recolectores, caracterizadas por ser pequeñas, nómadas donde la familia juega un papel importante; agrícolas La producción agrícola ha establecido una relación sociedad-naturaleza que ha y ganaderas, caracterizadas por la utilización de herramientas manuales y en donde se inicia la domesticación de plantas y animales; sociedades agrarias, determinadas por el uso del arado que originó la diferenciación social del trabajo; sociedades industriales, donde se comenzó a utilizar fuentes de energía diferentes a la animal en máquinas; y, sociedades post-industriales donde la capacidad tecnológica para el procesamiento y el flujo de información cobra relevancia.

Para entender la agricultura bajo el enfoque en agroecosistemas se deben de considerar tanto la importancia de los aspectos físico-biológicos relacionados con la ecología como el fuerte contenido social que presentan pues para lograr la producción de alimentos, bienes y servicios que demanda la sociedad se deben de establecer y desarrollar ciertos procesos sociales, económicos, culturales y políticos que permitan tal fin. En este sentido, el hombre juega un papel importante en el equilibrio de la relación sociedad-naturaleza; ya que éste, como controlador del ecosistema que modifica, toma decisiones diarias sobre el mismo pero éstas no se determinan de manera aislada debido al contexto social que lo rodea; ya que cada individuo toma decisiones particulares pero al mismo tiempo éstas son influenciadas por variables sociológicas y económicas como la clase social, la escolaridad, el ingreso, el género, la edad.

 

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¿Qué es Agroecosistema?

El agroecosistema o ecosistema agrícola puede caracterizarse como un ecosistema sometido por el hombre a continuas modificaciones de sus componentes bióticos y abióticos para la producción de alimentos y fibras. Estas modificaciones afectan prácticamente a todos los procesos estudiados por la ecología, y abarcan desde el comportamiento de los individuos, tanto de la flora como la fauna, y la dinámica de las poblaciones hasta la composición de las comunidades y los flujos de materia y energía.

La agroecología se sirve de los agroecosistemas como unidad de análisis o espacio de observación. Para esta ciencia, se trata de una construcción social, producto de la coevolución de los seres humanos con la naturaleza, es decir, reflejo de relaciones socioecológicas, por lo que su definición no se ajusta exclusivamente a procesos de índole biológico, sino también considera los aspectos económicos y sociales.

También se puede entender de agroecosistema que es un sistema agrícola y pecuario, en el cual un ecosistema se haya sensiblemente modificado y su estabilidad depende de subsidios energéticos. Pueden ser identificados a distintos niveles y escalas, por ejemplo un sistema de producción; un sistema o tipo de uso del suelo; un campo, cultivo, rebaño o estanque. Comprenden los policultivos, sistemas mixtos, incluyendo las asociaciones cultivos - cría, sistemas agroforestales, sistemas agrosilvopastoriles, acuicultura, como también praderas, tierras en barbecho, etc.

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El agroecosistema es un tipo de ecosistema, es decir, un grupo de componentes bióticos y abióticos relacionados en un tiempo y espacio determinados, bajo control humano, con el fin de producir alimentos, fibras y combustibles. (Elliot y Cole, 1989) De acuerdo con Soriano y Aguiar (1998), un agroecosistema puede ser entendido como un ecosistema que es sometido por el hombre a frecuentes modificaciones de sus componentes bióticos y abióticos. Estas modificaciones afectan prácticamente a todos los procesos estudiados por los ecólogos y abarcan desde el comportamiento de los individuos y la dinámica de las poblaciones hasta la composición de las comunidades y los flujos de materia y energía (Ghersa y Martínez-Ghersa 1991, Hald 1999, entre otros).

La magnitud de las diferencias entre los ecosistemas naturales y agrícolas depende de la intensidad de manejo y de los niveles de modificación. Una vez que el ecosistema natural es modificado y convertido en un agroecosistema, la estabilidad biológica y la elasticidad original se alteran y son reemplazados por una combinación de factores ecológicos y socio-económicos

Todo agroecosistema presenta componentes bióticos y físicos, interactuando como un sistema. Estos sistemas deben ser sostenibles (mantener la producción a través del espacio y tiempo), estables (permanentes en función del manejo de las condiciones ambientales y presiones económicas), equitativos (igualdad de condiciones entre productores) y productivos.

Un agroecosistema puede ser definido en primera instancia como un sitio de producción agrícola, por ejemplo una granja, visto como un ecosistema. El concepto de agroecosistema ofrece un marco de referencia para analizar sistemas de producción agropecuarios en su totalidad, incluyendo el complejo conjunto de entradas y salidas y las interacciones entre sus partes (Gliessman, 2002). Desde un punto de vista agroecológico el estudio de los agroecosistemas se concentra en asuntos puntuales del área de la agricultura, pero dentro de un contexto más amplio que incluye variables ecológicas y sociales.

Los agroecosistemas no terminan en los límites del campo de cultivo o de la finca puesto que ellos influyen en y son influenciados por factores de tipo cultural. Sin embargo, el límite social, económico o político de un agroecosistema es difuso, puesto que está mediado por procesos decisionales intangibles que provienen tanto del ámbito del agricultor como de otros actores individuales e institucionales. Aunque la matriz de vegetación natural circundante y las características de los demás elementos biofísicos influyen en la dinámica de los agroecosistemas, las señales de los mercados y las políticas nacionales agropecuarias también determinan lo que se producirá, cuándo, con qué tecnología, a qué ritmos y para

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qué clase de consumidores, abriendo más el espectro de lo que puede entenderse como borde o límite de los agroecosistemas (León, 2009).

Un agroecosistema como un sistema de producción puede entenderse tanto como un sistemas real (concreto y único) como un sistema abstracto, siendo en todos los casos sistemas abiertos, dinámicos, no lineales, son inciertos (estocásticos), en rigor indeterminísticos y funcionan en un marco histórico determinado.

En ambas conceptualizaciones están presentes aspectos de la base material y aspectos sociales (económicos y políticos en el sentido más amplio del término).

Los ecosistemas agrícolas o agroecosistemas (monocultivos, sistemas agroforestales, policultivos), además de su finalidad económica, representan una forma de conservación de material genético. En Costa Rica, poco más de 450.000 ha están dedicadas a cultivos agrícolas. El promedio en los últimos 10 años ha sido de aproximadamente 442.000 ha. Para 1999, los principales cultivos en extensión de área de producción eran aún los tradicionales (café, banano y caña de azúcar) (45% del total de hectáreas que se dedican a cultivos agrícolas); el 27% corresponde a granos básicos, sin embargo, estos se mantienen en un promedio de 120.000 ha desde 1993. En cuanto a cultivos no tradicionales, desde

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1990 destacan por su aumento progresivo en el área de producción las frutas, las hortalizas y las raíces y tubérculos.113

Aunque se ha avanzado en el uso e investigación de mayor variedad de especies de interés agrícola para la alimentación, Costa Rica, como el resto del mundo, basa su seguridad alimentaria en unas cuantas especies, especialmente maíz y arroz (y es de notar que la extensión nacional dedicada a la siembra de maíz disminuyó cerca de tres veces con respecto a 1990),113 que se originaron de alguna forma en variedades silvestres provenientes del bosque. Esta dependencia parece poco racional, ya que todavía existen ecosistemas con una base genética conservada que potencialmente podría solucionar los problemas de hambre en el mundo. Costa Rica es un país muy rico en especies de plantas superiores, pero esta diversidad no se refleja en un alto número de especies domesticadas, ya que sólo dos (una de ellas dudosa) se conocen como originarias del país: cabuya (Furcraea cabuya) y tacaco (Sechium tacaco).

Esto podría explicarse por la abundancia en la época prehispánica de recursos naturales para la recolección, caza y pesca, actividades que no ejercían una presión tendiente a la domesticación. También es posible que con el poblamiento debido a inmigraciones y comercio desde América del Sur y otros países de Mesoamérica, los indígenas trajeran a este país los cultivos desde sus lugares de origen.

A modo de ejemplo, en Costa Rica encontramos aún cultivares primitivos o poblaciones silvestres de maíz (aunque están desapareciendo rápidamente), chile, pimienta, vainilla, algodón, cabuya, anona, guanábana, pejivalle (especie introducida en la época prehispánica, con una diversidad notable), nance, papaya, matasano, caimito, guaba, níspero (traído de México en la época prehispánica), aguacate, zapote, cas, guayaba, jocote, frijol (con gran número de variedades locales que están desapareciendo, excepto en reservas indígenas y en comunidades campesinas tradicionales, desplazadas por variedades importadas o seleccionadas), coco, chayote, tacaco (especie nativa que se ha domesticado sólo en Costa Rica), ñame, zarzaparrilla e ipecacuana (también llamada raicilla), estas dos últimas son plantas medicinales que se exportan y cuyas poblaciones silvestres se explotan continuamente (ver lista de nombres científicos en anexo 3).

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El suministro de semillas para su uso en siembras comerciales es autosuficiente en el caso de cultivos como arroz, frijol, papa, café y caña de azúcar, mientras que en otros (maíz, forrajes) existe una importación parcial. En cuanto a especies hortícolas (tomate, cebolla, zanahoria y repollo, entre otras), el país depende totalmente de la importación de semillas.

La producción de semillas (por ej. arroz y papa) recae principalmente en la empresa privada, aunque en algunos casos (frijol y café, entre otros) se da una participación mixta, donde esta actividad la realizan agricultores privados y las etapas de beneficiado y comercialización están en manos de entidades del sector público.

En general, las labores de mejoramiento genético y producción de semillas básicas han sido función del sector estatal (Ministerio de Agricultura y Ganadería y universidades públicas), no obstante, existe una tendencia a la participación privada en estas actividades.

Los agroecosistemas que más impactos negativos han recibido son los asociados a la producción para el mercado internacional, debido a la contaminación de suelos y aguas asociada a la producción de banano, palma africana y piña, y a los problemas de disposición de desechos de las industrias de la piña y cafetalera y su impacto en los ríos de la región central del país. Gracias a recientes esfuerzos de las industrias de la piña y el café, la contaminación de los ríos por los desechos de estos productos es cada vez menor.

Asimismo, se está desarrollando la agricultura orgánica, tanto por parte de ONG como del estado (a través del MAG), mediante un programa cuyo objetivo es promover el desarrollo de la producción orgánica como actividad rentable y medio para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los costarricenses, tanto productores como consumidores, a través del fomento de la producción y comercialización de productos libres de agroquímicos, desarrollados en armonía con el medio ambiente y los recursos naturales.114 Se considera que la región de Mesoamérica (América Central y parte de México) es un centro de origen de plantas cultivadas para fines alimenticios que se utilizan en todo el mundo. En México, la agricultura inició su auge en los años 7.000 a.C. y para la época de la conquista ya se habían domesticado plantas de gran importancia, como maíz, frijol común, calabaza (Cucurbita pepo), camote (Ipomoea batatas), chile (Capsicum), cacao (Theobroma), tomate, maní (Arachis hypogaea) y vainilla, entre otras.

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El énfasis puesto sobre las relaciones ecológicas, constituye un pilar fundamental de la Agroecología, que la identifica como ciencia y que la separa al mismo tiempo de las vertientes tradicionales del enfoque agronómico (León, 2009). Entonces podríamos decir que la principal diferencia entre sistema de producción agropecuario y agroecosistema (más allá de taxonomías) es en cuanto al enfoque. Si bien ambos conceptos se mueven dentro del paraguas del enfoque sistémico, el abordaje a través del agroecosistema hace un énfasis mayor en la dimensión ecológica, en tanto el primero en la centralidad de la conducción antrópica.

Las áreas agrícolas son algunos de los ecosistemas productivos más intensamente controlados por el hombre. Se necesitan enormes cantidades de energía para obtener grandes cosechas de estos sistemas. Las mayores cosechas en el futuro próximo, requerirán aún más entradas energéticas. Debido a que los ecosistemas agrícolas son monocultivos, con esta práctica se hace más efectiva la siembra, el cuidado y la cosecha, también se crean ecosistemas más simplificados, y por lo tanto más inestables, los cuales están sujetos especialmente a las enfermedades y a las plagas de insectos. Las nuevas

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variedades de cultivos sólo producen altos rendimientos cuando se les prodigan cuidados adecuados; estos cuidados incluyen: el empleo de fertilizantes, control de plagas, irrigación, y la utilización de maquinaria apropiada para la cosecha y el transporte de los productos agrícolas. Se considera que la energía necesaria para la producción y el transporte de estos materiales están aumentando más que los rendimientos agrícolas. Otro problema con la introducción de variedades de alto rendimiento es la reducción de la diversidad genética de los cultivos mismos y que en su desarrollo se han sacrificado características benéficas de las plantas, tales como el contenido de proteínas, sabor, resistencia a enfermedades; con el fin de lograr características de elevado rendimiento. En la década de los treinta, los cultivadores de trigo desarrollaron un gene en el trigo, al que denominaron "esperanza", resistente a la roya.

Toda la región triguera de Estados Unidos sembró monocultivos del trigo esperanza. Sin embargo, a finales de la década de los cuarenta apareció otro nuevo hongo de la roya y se dispersó por toda la zona triguera produciendo una pérdida casi total de la producción en todas las planicies norteamericanas. Las prácticas agrícolas avanzadas han contribuido enormemente al bienestar inmediato del género humano; no obstante, es necesario preocuparse de que los monocultivos distribuidos mundialmente no conduzcan a descuidos biológicos que comprometan las perspectivas futuras y la existencia misma del sistema.

Desde el paradigma agroecológico la Agroecología es la ciencia que estudia los sistemas de producción agrícolas. Esta se define como la aplicación de conceptos y principios ecológicos para el diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles. La agroecología unifica disciplinas, por un lado, ésta representa el estudio de los procesos ecológicos y sociales en los agroecosistemas; y por otro lado actúa como un agente de cambio que busca la transformación social y ecológica que debe ocurrir para que la agricultura se desarrolle realmente sobre bases sostenibles (adaptado de Gliessman, 1998, citado por Hetch, 1999).

El abordaje de agroecosistema es superior y representa un gran avance con respecto al abordaje tradicional de los sistemas de producción y la sustentabilidad de los mismos. El abordaje tradicional es reduccionista (analizar la realidad a partir de elementos independientes), disciplinario, generalmente desconoce la visión y saber del productor y sin diálogo ni retroalimentación con los mismos. La metodología de Sistemas de Producción no se contrapone con la investigación convencional, sino que logra superar algunas de sus deficiencias, siendo un avance acumulativo con las metodologías convencionales.

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Sin embargo el abordaje agroecosistémico es insuficiente o incluso inadecuado para abordar algunas de las dimensiones de relacionadas fundamentalmente a lo social y económico, tanto de los sistemas de producción como de la sustentabilidad de los mismos (incluyendo su marco o sea sistema agrario regional o mundial en el cual están interactuando). Por tanto el concepto de agroecosistema es un avance parcial de suma utilidad para analizar aspectos del sistema operativo de los sistemas productivos agropecuarios y abordar la sustentabilidad ecológica, en tanto es necesario sumarle otros enfoques para analizar el sistema de decisiones y la sustentabilidad económica y social.

Los sistemas agrícolas son la principal fuente mundial de alimentos para la población. Estos sistemas, algunas veces llamados agro-ecosistemas, normalmente consisten de varias partes y procesos. Incluyen: un área de cultivo (con suelos formados por procesos geológicos y ecológicos previos), producción y equipamientos para siembra y cosecha, limpieza del terreno y zafra. Es necesario un mercado para comprar la producción y proveer el dinero para la adquisición de combustibles, fertilizantes, mercaderías y servicios que mantienen funcionando el sistema.

Un agro-ecosistema es un sistema en el que el ser humano actúa como administrador y consumidor. En un ecosistema salvaje los animales actúan como consumidores y administradores. Los organismos salvajes esparcen constantemente semillas e invaden el territorio de los agro-ecosistemas. Si los granjeros no controlasen los agro-ecosistemas con pesticidas, limpiando la tierra, arando y otros métodos, el ecosistema salvaje se restablecería por si mismo. Las granjas pueden prosperar debido al valor de trabajo realizado previamente por el ecosistema salvaje en el desarrollo del suelo. La mayoría de los granjeros gradualmente agotan el suelo aunque este sea fertilizado. La rotación del suelo para volver a la sucesión natural se llama usualmente ciclo sin cultivo y es un método para reestructurar el suelo.

Primitiva, la agricultura de baja energía usa el trabajo humano y de animales de la granja sin combustible o maquinaria eléctrica. La agricultura intensiva moderna envuelve un gran flujo de combustible y maquinaria eléctrica; toma mucha energía el producir todos los bienes y servicios, así como también el procesamiento y transporte de productos. Este tipo de agricultura necesita más recursos para conseguir mayor rendimiento (productos producidos) por persona, por área, y por dólar. Una de las cuestiones más importantes de nuestro tiempo es saber si la agricultura será substituida por un sistema que use menos energía. Se predijo que

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esto podría suceder cuando combustibles y otros recursos sean insuficientes y requieran mucho trabajo para obtenerlos.

Dos siglos atrás, la mayoría de las propiedades eran altamente autosuficientes con operaciones familiares. Un granjero producía de acuerdo con la propia necesidad y solamente vendía algunos productos. Ahora, la mayoría de las personas en las ciudades compran sus alimentos de mercados altamente diversificados. Estos mercados obtienen alimentos de muchas granjas intensivas diferentes, cada una de ellas especializada y con producción en masa de algunos productos para venta.

La agricultura intensiva "moderna" usa insumos de alto costo, tales como fertilizantes, maquinarias y pesticidas. No existen sistemas completamente auto-suficientes. Sin embargo, hay un progresivo interés en volver a métodos menos intensivos usados antiguamente. Si esto continua por ese rumbo, la adquisición de ese tipo de energía (fertilizantes, servicios, etc.) decrecerá. Las granjas alternarán el uso de la tierra para que el suelo pueda reabastecerse de nutrientes.

Los tipos más importantes de agro-ecosistemas mundiales pueden ser clasificados en tres categorías:

Cosecha de raíces (batata, mandioca, camote, etc.) que son los alimentos principales en muchos países de latitudes tropicales;

Cosecha de granos (maíz, trigo, avena, cebada, arroz, centeno) alimentos de mayor producción en latitudes templadas y en climas de monzones;

Producción de carne (ganado, carneros, aves, etc.), común en países con economía altamente desarrollada y en muchos países fríos.

La producción de raíces es en su mayoría de carbohidratos; estos abastecen el 'combustible' necesario, pero no las proteínas, vitaminas, etc., requeridos para una dieta equilibrada. Los granos proveen algunas proteínas. La dieta de carnes (como

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en los Estados Unidos y Europa) contienen más proteínas de lo necesario y a veces son descritas como dietas de lujo.

Los sistemas agrícolas se definen como conjuntos de explotaciones agrícolas individuales con recursos básicos, pautas empresariales, medios familiares de sustento y limitaciones en general similares, a los cuales corresponderían estrategias de desarrollo e intervenciones parecidas. Según el alcance del análisis, un sistema agrícola puede abarcar unas docenas o a muchos millones de familias.

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Tipos de Agroecosistema

Los agroecosistemas pueden clasificarse en diversos tipos:

1. Pastoriles: cuando lo que se utiliza es la biomasa vegetal para alimentación de ganado, es allí cuando hablamos de sistemas agropecuarios.

Un sistema silvopastoril (SSP) es aquel uso de la tierra y tecnologías en que leñosas perennes (árboles, arbustos, palmas y otros) son deliberadamente combinados en la misma unidad de manejo con plantas herbáceas (cultivos, pasturas) y/o animales, incluso en la misma forma de arreglo espacial o secuencia temporal, y en que hay interacciones tanto ecológicas como económicas entre los diferentes componentes.

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En este sistema interactúan cinco componentes: el componente arbóreo, el componente ganadero, el forrajero, el suelo y el clima. De éstos se consideran como primarios el arbóreo (por eso “silvo” que denota la palabra bosque) y el forrajero (por ello “pastoril”).

A diferencia de los sistemas puramente forestales, los sistemas silvopastoriles tienen como objetivo implementar pautas de manejo que permitan lograr productos de mayor valor. En efecto, mientras que los sistemas forestales tienen por objetivo la obtención de mayor volumen por unidad de superficie, el sistema silvopastoril busca lograr rollizos de mayor diámetro, lo cual es una característica que le otorga mayor calidad.

En Argentina, si bien se aplican sistemas silvopastoriles desde hace mucho tiempo incorporando la actividad ganadera a los montes nativos, no es sino hasta fines de la década de 1990 e inicios del siglo XXI que el mismo comienza a difundirse aceleradamente bajo plantaciones forestales.

Se han identificado algunas fuentes de ganancias que traerían aparejados estos sistemas y que explicarían su rápida adopción por parte de los productores, entre ellos: la diversidad de la oferta, ya que permitiría ampliar el mercado hacia clientes más solventes respondiendo a sus propias expectativas de calidad maderera (Fassola et al., 2004); y la calidad del producto, la cual autoriza un precio superior. Por calidad del producto se entiende a la generación de rollizos con mayor diámetro y por ende mejor aprovechamiento y, por otro lado, a la obtención de rollizos con menor cantidad de nudos muertos, los cuales no son deseables en el mercado.

Por el lado del componente ganadero, el manejo del mismo bajo dosel permite reemplazar el ganado más rústico, tan utilizado en zonas marginales, por razas con alta proporción de sangre británica logrando mayores tasas de crecimiento y cortes de alto grado de terneza; la posibilidad permanente de reducción de costos, por incrementos en la productividad y calidad de las especies forestales, forrajeras y ganaderas.

Eventualmente se podría aplicar una cuarta fuente de ganancia en la Pymes con industria de transformación propia: flexibilidad productiva, que permite ajustar

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rápidamente los costos a las variaciones de la demanda. Esto sólo sería aplicable en el caso de una integración hacia delante, que por el tipo de desarrollo sería más factible de alcanzar en la industria forestal.

La identificación de estas fuentes de ganancia, les permite a los productores insertarse en la cadena de valor de las industrias frigorífica y forestal vinculadas a los mercados externos más solventes o integrarse a ellos hacia delante. De este modo, se logra una inserción diversificada de la producción que posibilita enfrentar los riesgos propios de las economías internas.

Implementación del sistema

El sistema productivo silvopastoril requiere la definición y puesta en práctica de un conjunto de variables. Ésta, es una etapa de suma importancia para lograr la adaptabilidad del sistema al agroecosistema en cuestión así como para conseguir el producto final deseado acorde al mercado a que se destine. Se detallan a continuación las variables más relevantes:

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Elección del género forestal: dependerá del sitio elegido y el objetivo de producción. Además, es importante considerar cómo el mismo responde ante su inclusión en un sistema agroforestal. Los pinos (Pinus spp.) se pueden cultivar para triturado o aserrado localizándose su producción principalmente en el NEA, NOA, Patagonia y en la faja del litoral Atlántico de la provincia de Buenos Aires. Los eucaliptos (Eucalyptus spp.) se pueden cultivar para la elaboración de papel, cartón corrugado, madera aglomerada, tableros de fibra, postes telefónicos, tablas aserradas y debobinado en diversos lugares de la Mesopotamia, de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe cómo así también en el noroeste argentino.

Los álamos (Populus spp.) son árboles de crecimiento rápido que suministran en un período breve madera blanca, inodora, blanda y de múltiples aplicaciones (Suárez y Borodowski, 1999) cultivándose en la región de Cuyo y de los valles de Río Negro y Neuquén. Tanto esta última especie como así también los sauces (Salix spp.) son característicos de la zona del Delta de Buenos Aires y Entre Ríos. Existe también, en el noroeste argentino la producción de diversas especies nativas o exóticas de alto valor comercial, así como en la región chaqueña, el género Prosopis (algarrobos).

Preparación del terreno e implantación: el trabajo de preparación del suelo será similar al de cualquier cultivo agrícola. Lo que sí hay que considerar es que dependiendo de la especie a plantar, el material de propagación puede ser diferente.

Diseño y distribución de los árboles: se debe considerar el objetivo de producción maderera y tener en cuenta que a mayor espaciamiento de los árboles, mayor será la producción de forraje y la calidad de los rollizos. Otro factor a tener en cuenta para el diseño de la plantación, serán los implementos agrícolas que se posean en el establecimiento, tratando de hacer un uso lo más eficiente posible, considerando sus anchos de labor para que no sean desaprovechados .

Manejo del pastizal: en el “sotobosque” se desarrolla vegetación herbácea (gramínea y leguminosa) que tienen distinto valor forrajero y además tienen diferentes hábitos de crecimiento. El diseño y la distribución de los árboles definirán la posibilidad de desarrollo del componente herbáceo debajo de los

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mismos. Es por este motivo que se hace necesario ralear para mantener un sombreamiento por debajo del 60 %.

Componente ganadero: la experiencia de engordar novillos (invernada y/o veraneada) en sistemas silvopastoriles, dadas las características del forraje que crece en el sotobosque, hace que se alargue el ciclo de “terminación” de éstos. Por lo que en general, se prefiere la cría como actividad, ya que requiere una dieta de mantenimiento más que de engorde. Es recomendable la entrada de los animales al lote a los 3 - 4 años (dependiendo de la especie) de implantada la forestación o sea cuando se ha alcanzado el “logro de la plantación”. La carga animal dependerá de: la densidad de la plantación, del género implantado, tipo de animal, manejo y forraje.

Ventajas

Puede observarse entonces, que la implementación de los sistemas silvopastoriles no presenta mayores dificultades más que las mencionadas anteriormente en cuanto a la elección y puesta en marcha de las variables enunciadas en el

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apartado anterior. Sin embargo, el esfuerzo que implica éste tipo de manejo, se ve reflejado y ampliamente compensado por una serie de ventajas, a saber:

a) Sustentabilidad ambiental: se ha observado que los sistemas silvopastoriles son capaces de generar un microclima: durante el verano, la sombra proveniente de la forestación reduce el stress provocado por el calor sobre el ganado, y reduce la pérdida de palatabilidad y turgencia sobre el componente herbáceo permitiendo el consumo del mismo por parte del componente ganadero y aumentando los kilos ganados y por ende la producción y calidad de la carne. Durante el invierno, el dosel arbóreo provee protección contra las heladas; el ganado permite controlar la aparición de malezas resistentes a la sombra y ayuda a combatir el riesgo de incendio dado que se alimenta de la materia seca que se encuentra debajo del bosque. Comparado a otros sistemas productivos, el sistema silvopastoril provee un alto grado de cobertura del suelo y por ende contribuye a disminuir la erosión del mismo.

Otros autores encuentran como ventajas a los efectos sinérgicos producidos por la interacción del árbol con el suelo, la vegetación acompañante y los animales, representando un mejor funcionamiento biológico del sistema.

En el caso de pertenecer las especies arbóreas a la familia de las leguminosas, se ha probado una mayor capacidad de fijar nitrógeno atmosférico y cederlo al sistema suelo – planta; pone a disposición de las especies herbáceas nutrientes fácilmente asimilables a través de la descomposición de los restos vegetales aportados por el árbol; se encuentra una mayor fertilidad de los suelos debajo del área de la copa permitiendo en algunas zonas la aparición de especies de gramíneas invernales de gran valor; permite la constitución de núcleos de vegetación mejoradas donde se concentran las especies más productivas y con un período vegetativo más prolongado, ayuda a potenciar las ganancias de peso de los animales por la ingesta de mayor calidad tanto en los meses estivales como los invernales.

b) Sustentabilidad social: muestra que además de estabilizar el margen de rentabilidad empresario, dada la vinculación con distintos de mercados solventes, los sistemas silvopastoriles tienen un efecto multiplicador del empleo no sólo en cantidad sino también en calidad. Esto último, por la creciente tendencia de la industria forestal a nivel global de manufacturar sus productos “in situ” y por la

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demanda de personal calificado. Además, al volverse “ganaderas” las tierras forestales aumenta la demanda de personal calificado para las tareas pecuarias.

c) Sustentabilidad económica: entre las ventajas percibidas por la implementación de los sistemas silvopastoriles, los productores destacan: el aumento del capital circulante proveniente de una mayor diversificación en la producción en cada parcela, obteniendo por ello productos con diferente tiempo de maduración y escala de tiempo y operación, permitiendo además la reducción del riesgo inherente al mercado. Además provee practicidad al permitir combinar dos actividades que los productores practicarían de todos modos a más bajo costo.

En cuanto a la conveniencia financiera de la implementación de estos sistemas, algunos autores, mediante la utilización de indicadores como el Valor Actual Neto (VAN)[1] e Ingreso Anual Equivalente (IAE)[2], han analizado su comportamiento frente a otras actividades con posibilidades de ser realizadas en el mismo predio, resultando estos sistemas más rentables en la mayoría de los casos. A modo de brindar un acercamiento a los resultados económicos posibles se presentan los siguiente casos: para el noreste de nuestro país, para una tasa del 9% el sistema silvopastoril alcanza un IAE 43,67% mayor respecto del sistema forestal puro, 571,43% mayor respecto a la actividad invernada, 3,52% menor a la producción de soja y apenas 0,3% menor al maíz (Esquivel et al., 2004). Para la zona del Delta de Buenos Aires y Entre Ríos, para una tasa del 10% se observa un IAE del 17,47% mayor para el sistema silvopastoril respecto del forestal.

Los sistemas silvopastoriles además de brindar todas las ventajas mencionadas anteriormente se ven beneficiados por el régimen de promoción para las actividades de plantación, poda, raleo y manejo del rebrote forestal en Argentina, recibiendo aportes económicos no reintegrables del Estado en el marco de la Ley Nacional 25.080, prorrogada actualmente por diez años más. También, contemplados por esta ley, existen beneficios fiscales e impositivos para proyectos foresto industriales.

Al tratarse de una nueva tecnología, y al haberse realizado relativamente pocos trabajos de investigación al respecto, los productores se enfrentan a una situación caracterizada por la incertidumbre. Esta se manifiesta en torno a precios, políticas de exportación y en la continuidad de la relación costos – beneficio de las actividades productivas. A su vez, también existen algunos factores a nivel

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agronómico que dificultan la implementación de los sistemas silvopastoriles como ser la competencia que podría existir entre el componente arbóreo y el forrajero por luz, agua y nutrientes en el caso de no realizar todas las actividades de manejo necesarias en tiempo y forma. Además, las características de temperatura y humedad generadas en las zonas boscosas predisponen la aparición de algunas enfermedades en el ganado (sobre todo parasitarias), haciendo necesario extremar los controles sanitarios.

Sin embargo, se ha observado que los productores que alguna vez han implementado este sistema productivo, han seguido aumentando las hectáreas dedicadas al mismo a medida que les fuera posible, sin importar a la escala a la que pertenezcan.

Oportunidad de mercado

Un fuerte déficit de maderas con destino a la industria del mueble, se está produciendo a nivel mundial debido a un fuerte incremento en la demanda y restricciones al comercio de madera proveniente de bosques nativos. Históricamente en Argentina los precios de los rollizos de cualquier categoría han sido inferiores a los de Chile e incluso Brasil, abriendo expectativas razonables para la comercialización internacional de este producto. A su vez, algunos autores sostienen que esta situación atraerá inversiones en nuestro país, aunque sin aclarar si las mismas irán dirigidas hacia la tierra o industria, aparejando esto último un salto tecnológico apreciable dada la inserción de la industria del mueble en el comercio global (Fassola et al., 2004).

Las posibilidades de inserción en el mercado internacional de la madera para muebles estaría sesgada hacia la categoría de rollizos de mayor diámetro y calidad debido al déficit existente de este producto a nivel global, situación convenientemente aprovechable para todos aquellos productores que se lancen hacia el modelo productivo silvopastoril.

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2. Silvícolas:

Cuando se foresta con árboles, que en general son las especies que el hombre considera de interés económico. Pudiendo hablarse de sistemas silvopastoriles1 cuando se asocian árboles y pastizales para el ganado.

Un sistema silvícola “es el proceso mediante el cual las cosechas (o masa arbórea) que constituyen un bosque son cuidadas, removidas y sustituidas por nuevas cosechas, lo que da lugar a la producción de rodales de formas distintivas. Los términos ‘rodal’ y ‘cosecha’ se utilizan para indicar unidades silvícolas o de gestión que son homogéneas en uno o más aspectos” (Matthews 1994).

Un tratamiento silvícola es un programa previsto de operaciones silvícolas que se puede ejecutar durante la rotación completa o parcial de un rodal. En el contexto del tratamiento silvícola del rodal, a cada uno de los rodales se le asigna una meta silvícola específica y se le evalúa de manera independiente con respecto a las características de su lugar (por ejemplo, localidad, inclinación y tipo de suelo) y

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existencias (como composición, edad, distribución diamétrica y regeneración). Basándose en esta información se formula un régimen de tratamiento silvícola.

Las operaciones silvícolas son procedimientos dirigidos a alcanzar los objetivos específicos de un rodal utilizando técnicas silvícolas. Estas técnicas incluyen, por ejemplo, las alteraciones de la cubierta de copas para favorecer la regeneración, la extracción de árboles maduros, la plantación y el raleo para mejorar la calidad de la madera y el crecimiento del rodal. Las operaciones silvícolas comportan tomar decisiones sobre el tipo de maquinaria u otros equipos que se utilizarán, las técnicas, la organización del trabajo y los recursos humanos, así como la consideración del costo de las operaciones y la inversión.

Por lo general, los sistemas silvícolas se elaboran como respuesta a la necesidad práctica de equilibrar los requisitos comerciales, socioeconómicos y ecológicos de forma técnicamente viable. Los sistemas silvícolas en los bosques naturales se pueden clasificar en sentido amplio en monocíclicos (“uniformes” o “regulares”) o policíclicos (“selectivos” o “irregulares”). Los sistemas monocíclicos conllevan el aprovechamiento de toda la madera comercializable en una única operación de corta, y la duración del ciclo es más o menos igual a la edad de rotación de las especies que se están extrayendo.

La corta a tala rasa (o corta a hecho) es el ejemplo más claro de sistema monocíclico, y el Sistema Uniforme Malayo (que no es un sistema de corta a tala rasa) es un sistema monocíclico que se ha utilizado con buenos resultados en algunos bosques tropicales. Los sistemas policíclicos implican el aprovechamiento de árboles en una serie continua de ciclos de corta; la corta de selección utilizando un diámetro mínimo para la explotación es un método habitual. La duración de estos ciclos de corta suele ser la mitad del tiempo necesario para que una especie concreta alcance el tamaño comercializable.

Existen muchas variaciones de estos dos sistemas, en función de las condiciones biológicas, ecológicas, económicas y administrativas, así como de las metas silvícolas. Una diferencia importante entre ellos es que los sistemas policíclicos se basan en las reservas existentes de plántulas, árboles jóvenes y latizos en el bosque para generar la siguiente cosecha aprovechable, mientras que los sistemas monocíclicos no utilizan por lo general las reservas existentes, sino las plántulas seleccionadas después de la corta para producir las próximas cosechas de árboles.

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Las intervenciones silvícolas se planificarán de conformidad con los objetivos de gestión de los bosques y tal como se especifica en el plan de gestión forestal. En los bosques gestionados para la producción de madera, puede ser necesario realizar intervenciones silvícolas para hacer frente al agotamiento relativo de especies arbóreas comerciales causado por intervenciones de extracción anteriores, incrementar el crecimiento de las especies comerciales y optimizar el valor comercial de los bosques. El grado de intensidad de las intervenciones variará en función de la accesibilidad, los mercados, la calidad del lugar, los objetivos de gestión y la propiedad, entre otras cosas.

Al planificar las intervenciones silvícolas, los gestores forestales deberán asegurarse de que cuentan con la información biológica y socioeconómica apropiada sobre el bosque (véase Inventario forestal), así como conocimientos suficientes de aspectos operativos como las condiciones climatológicas, el acceso, la financiación y los recursos humanos. Asimismo, los gestores forestales deben conocer bien la ecología de los bosques en los que se han previsto llevar a cabo las intervenciones, especialmente la estructura del rodal existente y los requisitos para garantizar la regeneración adecuada de las especies deseables.

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La silvicultura (del latín silva, selva, bosque, y cultura, cultivo) es el cuidado de los bosques, cerros o montes y también, por extensión, la ciencia que trata de este cultivo; es decir, de las técnicas que se aplican a las masas forestales para obtener de ellas una producción continua y sostenible de bienes y servicios demandados por la sociedad. Estas técnicas se pueden definir como tratamientos silvícolas, cuyo objetivo es garantizar dos principios básicos: la persistencia y mejora de la masa (continuidad en el tiempo y aumento de su calidad) y su uso múltiple. El silvicultor es el que emplea diferentes tratamientos silvícolas en función de lo que quiera obtener, como madera, leña, frutos, calidad ambiental. Por ello, la silvicultura siempre ha estado orientada a la conservación del medio ambiente y de la naturaleza, a la protección de cuencas hidrográficas, al mantenimiento de pastos para el ganado y a la fruición pública de los bosques. La silvicultura origina una producción diversa (diferencia clara con la agricultura), siendo necesaria la compatibilización de todas las producciones y externalizaciones que produce. Será el principio de preferencia quien rija el orden de éstas, mediante listas de preferencias jerarquizadas.

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La producción de una masa se puede dividir en:

Producción directa: (maderable y no maderable): productos inmediatos o materias primas (ej.: madera, leñas, corcho, resina, caza, entre otras, etc.)

Producción indirecta: productos mediatos o externalidades positivas. Lo generan las masas por el hecho de existir (por ejemplo: fijación de carbono, regulación del ciclo hidrológico, biodiversidad, etc.)

Forman parte de su campo el arte de crear o conservar un bosque, y la teoría y la práctica de regular el establecimiento de una masa arbórea, su composición y desarrollo; para ello se apoya en la geobotánica, ecología, edafología, climatología y dendrología entre otras.

Dentro de este campo encontramos la pascicultura, ciencia que estudia las técnicas necesarias para obtener una producción sostenible de los pastos; la silvopascicultura o silvopastoralismo, que relaciona y estudia en conjunto a ambas. En esta última disciplina es donde se encuadra la gestión sostenible de las dehesas, que supone el aprovechamiento tanto del ganado como de los elementos vegetales, de forma que unos son instrumento para la conservación de los otros y viceversa, consiguiéndose un equilibrio dinámico vital para estas formaciones, en las que un exceso de ganado implicaría la imposibilidad de regeneración de la dehesa, y un exceso de pasto supondría la pérdida paulatina de calidad del mismo pudiendo llegar a convertirse en alguna de las peores clases de pasto, inservibles para el ganado doméstico.

La silvicultura es mucho más joven que la agricultura, que comenzó allá en la Edad de Piedra. Los señores feudales de Europa Central comenzaron a aprovechar sus bosques como fuente natural de recursos para la construcción, para la actividad cinegética. La silvicultura como disciplina científica no emergió hasta finales del siglo XVII, cuando en Alemania se fundó la primera escuela de ingeniería forestal como resultado de la necesidad de mantener las flotas de las correspondientes Armadas, y la incipiente escasez de buenos ejemplares para su construcción. La silvicultura nació con unos principios generales y tratamientos específicos adaptados a los bosques en los que se aplicaba. En España se inicia durante los años de la Ilustración Española, a raíz de la publicación del Informe sobre la Ley Agraria de Jovellanos. A medida que otros países fueron incorporando las técnicas silvícolas a sus montes y se fueron creando nuevas

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Escuelas Técnicas Superiores de Ingeniería de Montes, como la francesa o la sueca, que crearían nuevas técnicas, adaptadas a las condiciones bioclimáticas de sus geografías.

Jurídicamente la Ciencia Forestal española comenzó en el 1833, con la publicación de las Ordenanzas Generales de Montes. A partir de ahí se formó el Cuerpo de Ingenieros de Montes y su Escuela de Ingenieros de Montes, fundada en 1846. Quince años más tarde se escribía esto en la Corte: Su majestad, conocedora de los útiles servicios que los futuros ingenieros han de prestar en su día en el aprovechamiento, conservación y mejora de los montes, objeto exclusivo de la creación de la Escuela y deseando premiar, por otra parte, la aplicación y el esfuerzo de los alumnos que cursan esta carrera, se ha desvivido por declarar su designio de organizar un Cuerpo facultativo para el servicio de los montes públicos, análogo a los ya existentes de Minas y Caminos.

Los objetivos de la Escuela, según los propios documentos de la época, eran tres: una formación eminentemente práctica, una enseñanza no por vanas teorías, sino por prácticas de conducta fundadas en el ejemplo y la inspiración a los alumnos del espíritu de Cuerpo; el lema que presidía el escudo de la Escuela no deja lugar a dudas: Saber es hacer. El que no hace, no sabe.

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Problemática

La mano de obra subcontratada representa en la mayoría de los países una proporción importante y cada vez mayor de los trabajadores forestales. Aunque jurídicamente se consideren como empresarios, los contratistas tienen en algunos países una autonomía limitada y pueden ser en realidad trabajadores encubiertos. En muchos países los contratistas no están amparados por la legislación laboral y gozan de menos protección que los trabajadores que tienen un empleo. Los propios contratistas y su personal ejercen un empleo muy inestable; dada la necesidad de reducir los costos en un mercado muy competitivo, tienden a propasarse en los ritmos de trabajo y a trabajar horas excesivas. Incurren, a veces, en prácticas ilícitas como el trabajo clandestino y la contratación de inmigrados no declarados.

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En muchos países tropicales, las condiciones de trabajo no reúnen los requisitos básicos en materia de alojamiento y nutrición, por no hablar de la protección social. En muchos casos, los trabajadores viven en campamentos, en lugares muy aislados. La rotación de personal suele ser muy rápida aún en muchos de los países industrializados. La silvicultura es una de las tres ocupaciones más peligrosas en casi todos los países.

En los últimos decenios, la formación de los trabajadores forestales ha progresado mucho en Europa, pero es todavía rudimentaria o inexistente en la mayoría de los países tropicales. Una buena formación es un elemento esencial para salir del círculo vicioso que constituyen los bajos niveles de productividad y de remuneración, la tasa elevada de accidentes y la rápida rotación de la mano de obra.

La industria de la madera vive profundos cambios estructurales como consecuencia de la mundialización. Muchas industrias se trasladan a lugares más próximos a donde se halla la materia prima o en donde se pagan salarios inferiores. Para aumentar el valor añadido de su actividad industrial, las industrias nacionales de conversión de la madera se han multiplicado en muchos países en desarrollo, por lo cual las empresas y los trabajadores de países tradicionalmente productores de madera se han visto obligados a reducir los costos y a adaptarse a la situación sin conculcar las normas laborales. En los nuevos lugares de explotación, las condiciones de trabajo, la protección de los trabajadores y su grado de organización son a menudo insatisfactorios.

En la industria de la celulosa y el papel, los problemas principales se derivan de la rápida evolución tecnológica y estructural, y se refieren a las cuestiones siguientes: seguridad en el empleo, planificación de los despidos, formas flexibles de trabajo y perfeccionamiento de los recursos humanos.

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Características

La silvicultura debe adaptarse a los fines que se persiguen. Si el objetivo principal es la función de producción, deben considerarse por lo menos dos aspectos. Si lo que interesa es la cantidad, hay que hacer todo lo posible para conseguir el máximo crecimiento anual. Si se busca la calidad (carpintería, contrachapado, etc.), se aumentará o reducirá el crecimiento, según sean las características del monte; generalmente, en un monte espeso, se intentará favorecer la poda natural (lo cual disminuirá el número y el diámetro de los futuros nudos del árbol). En caso de que se pretenda mantener el suelo en buen estado, o regularizar el curso de manantiales y arroyos, o regenerar un bosque degradado, se deberá evitar en lo posible poda o corte de árboles, siendo más prudente aplicar una silvicultura ecológica más conservadora.

El medio de acción más importante para el silvicultor es la tala. Hay varios tipos de talas: en el monte alto regular, se realiza la tala de sementero, la de repoblación y las talas de mejora; en el monte alto irregular, la distinción no es tan clara, y las talas tienen generalmente un carácter mixto; en el monte bajo, la tala suprime todos o casi todos los tallos existentes, aislados o en macollas.

Una de las nociones básicas de la silvicultura es la de explotación. Un árbol puede ser clasificado como "explotable" según criterios bastante diferentes.

La silvicultura, y en esto se distingue de la agricultura, se basa no en el estudio de producciones anuales, sino en el de producciones escalonadas a lo largo de 30, 50, 100 o 200 años; es necesario esperar y prever, trabajar para las generaciones siguientes; todo esto implica gran cantidad de consecuencias. Otra particularidad es la incorporación de las ganancias al capital: resulta difícil sacar exactamente lo que ha crecido desde la última tala, ya que este crecimiento viene expresado en anillos leñosos apretados y unidos; así, se pueden cometer abusos (capital sacrificado) o tomar medidas excesivamente prudentes y conservadoras (acumulación de material con el árbol).

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La silvicultura depende en gran manera del origen de los bosques: la mayoría de éstos son residuos (muy transformados) de la vegetación forestal primitiva que sólo se han conservado en los suelos demasiado inclinados, en los excesivamente pedregosos, en suelos muy húmedos o infértiles: ciertamente, el bosque extrae el mejor partido posible de estas tierras, pero no llega a alcanzar el desarrollo que adquiriría en los mejores suelos vecinos.

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La Silvicultura ha sido definida en numerosas oportunidades como el arte de producir y manejar un bosque o también como la teoría y la práctica de controlar el establecimiento, la composición, la estructura y el crecimiento de un bosque. En este marco la práctica de la Silvicultura se funda en buena medida en la Ecología Forestal. En función de estos conceptos la Silvicultura puede tener múltiples objetivos que satisfagan las necesidades del productor y de la sociedad en su conjunto. Estos objetivos tradicionalmente han sido la producción de madera, los cuales en los últimos años han cambiando a la producción de bienes no madereros y servicios para la sociedad. Actualmente el desafío de la Silvicultura y a otro nivel de análisis, el Manejo Forestal es compatibilizar el interés del propietario o del mercado con los intereses y aceptación de las prácticas silvícolas por parte de la sociedad a largo plazo en el marco de un Manejo Sustentable de los Recursos naturales en general y los bosques o tierras forestales en particular.

Se considera que un nuevo enfoque científico es necesario para desarrollar un programa de manejo forestal que se ajuste a la sostenibilidad en sentido amplio. La Silvicultura debe evolucionar de la manipulación empírica de las estructuras de los rodales a una ciencia del manejo de ecosistemas fundado en el conocimiento de los procesos e interacciones del sistema.

Mediante la realización de este Curso se pretende profundizar en la base conceptual que permita una discusión, por sobre cierto nivel de conocimiento, en la que se aborden aspectos teóricos y prácticos de la silvicultura tales como los procesos dinámicos y de producción de los rodales forestales.

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3. Cerealeros:

Cuando lo que se produce son cereales, maíz, sorgo, maní, soja, girasol, algodón, trigo, cebada, colza, centeno, mijo, alpiste, etc.

Los cereales (de Ceres, el nombre en latín de la diosa de la agricultura) son generalmente gramíneas, herbáceas cuyos granos o semillas están en la base de la alimentación.

Los cereales contienen almidón, que es el componente principal de los alimentos humanos. El germen de la semilla contiene lípidos en proporción variable que permite la extracción de aceite vegetal de ciertos cereales. La semilla está envuelta por una cáscara formada sobre todo por la celulosa, componente fundamental de la fibra dietética. Algunos cereales contienen una proteína, el gluten, indispensable para que se forme el pan. Las proteínas de los cereales son escasas en aminoácidos esenciales como la lisina.

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El procesamiento de los cereales afecta a la composición química y al valor nutricional (esto quiere decir que su composición nutrimental es cambiada) de los productos preparados con cereales. Los nutrientes están distribuidos de modo heterogéneo en los distintos componentes del grano (germen, endospermo, revestimiento de la semilla y distintas capas que lo recubren). No existe un patrón uniforme para los distintos tipos de cereales. Los efectos más importantes del procesamiento sobre el valor nutricional de los cereales están relacionados con:

La separación y extracción de partes del grano, dejando sólo una fracción de éste para el producto. Cualquier pérdida en el volumen origina una pérdida de nutrientes.

Las partes del grano que se desechan pueden contener una concentración de ciertos nutrientes (aumentando, entre otros aspectos, la proporción de nutrientes por peso).

El procesamiento en sí mismo puede traer consigo cambios en los nutrientes (la germinación, la fermentación, el sancochado).

La separación de las capas exteriores del grano, a pesar de que causa la pérdida de algunos nutrientes, puede resultar provechosa. Por ejemplo, los taninos condensados se concentran en la testa del grano del sorgo, por lo que su eliminación es esencial desde el punto de vista nutricional. Al convertir el arroz integral en arroz blanco se obtiene un producto más fácil de preparar.

Estructura de las semillas

Germen o embrión: se localiza en el centro o núcleo de la semilla, a partir del cual se puede desarrollar una nueva planta.

Endospermo: estructura harinosa o feculenta que envuelve al embrión y que le proporciona los nutrientes necesarios para su desarrollo.

Testa: capa exterior laminar que recubre al grano y proporciona nutrientes y vitaminas.

Cáscara o Pericarpio: capa más exterior de todas y de cierta dureza ya que protege a la semilla. Está formada por fibras vegetales.

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Los cereales por lo general contienen:

Muchos hidratos de carbono, alrededor del 58 al 72 %, como el almidón;

Proteínas 8 a 13 %;

Lípidos en pequeña proporción (2 a 5 %), del germen se puede extraer el aceite vegetal de algunos cereales;

Sales minerales.

Fibras 2 a 11 %.

La semilla está rodeada por una cutícula compuesta principalmente de celulosa, el salvado.

Los cereales son particularmente interesantes por su aporte energético, en forma de azúcares de descomposición lenta. También son una fuente de vitaminas y fibra dietética. Sus proteínas carecen de algunos aminoácidos esenciales como la lisina y el triptófano. Algunos cereales contienen una proteína en particular, el

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gluten, que permite hacer el pan. Se les llama cereales panificables: son el trigo, la espelta y el centeno.

El consumo de arroz blanco (arroz descascarillado) puede causar una deficiencia en vitamina B1 o tiamina, causante, en ausencia de un suplemento dietético, del beriberi. El consumo excesivo de maíz, que no ha pasado por el proceso de nixtamalización, puede llevar a una deficiencia de vitamina PP, causa de la pelagra. En ciertos individuos susceptibles, el gluten puede causar la enfermedad celíaca, que causa la atrofia de la mucosa intestinal.

Sistema postcosecha de cereales

Los cereales pasan por diferentes etapas a través de una compleja y gran cadena, que se inicia en la cosecha y termina en el consumo. Este proceso está formado básicamente por tres áreas distintas. La primera cubre desde la cosecha hasta el almacenado del grano. La segunda —los métodos preliminares de procesamiento— involucra un tratamiento adicional del grano, pero los productos todavía no se encontrarán aptos para ser consumidos directamente. Antes de su consumo, éstos deberán pasar por una tercera etapa de procesamiento, como por ejemplo el humeado.

El pilado es el proceso por el cual se quita la cáscara al cereal, ya sea trigo, cebada, arroz, etc. Pulpa dentro de una cáscara.

La mayor parte de los granos comestibles cosechados en los trópicos se pierde debido a los inadecuados sistemas de manejo, almacenado y técnicas de procesamiento. Se estima que estas pérdidas oscilan entre el 10 y el 25 % de la cosecha. Las causas más comunes por las cuales se producen estas pérdidas son:

Infestación de parásitos e insectos durante el procesamiento postcosecha;

Pérdida de producción debido a la cosecha temprana;

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Niveles incorrectos de humedad para el trillado, molido y pulverizado;

Pérdidas físicas debido a las malas técnicas de procesamiento, tanto preliminar como secundario.

Especies

Las especies que caben dentro de esta categoría agronómica pertenecen en su mayoría a la familia Poaceae (gramíneas), cuyo fruto es inseparable de la semilla; sin embargo también se incluye a veces a plantas con semillas semejantes a granos que son de otras familias, como la quinua, el alforfón, el amaranto, el huauzontle o el girasol. Algunos autores llaman a estas últimas especies falsos cereales o pseudocereales.

Las principales especies son: arroz, maíz, trigo, avena, sorgo, centeno, cebada, mijo.

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Utilización

En la alimentación humana

En la alimentación humana son el trigo, el arroz y luego el maíz los que principalmente se utilizan hoy en día. La cebada se utiliza principalmente en la fabricación de la cerveza para hacer la malta.

Algunos cereales secundarios se han convertido al gusto de hoy día con la vuelta a una agricultura orgánica como la espelta, el centeno o la avena.

Otras plantas como quinua, que se cultiva tradicionalmente en América del Sur, tienen un mercado en crecimiento, especialmente en el ámbito de la agricultura ecológica. Cabe aclarar que la quinua es un pseudocereal, perteneciente a la subfamilia Chenopodioideae de las amarantáceas.

Principales formas de consumo de cereales:

En granos: arroz, maíz, trigo (a menudo precocido), escanda, cebada, avena, quinua;

Harina: trigo, centeno, espelta, para la pastelería (pan, pastas) y tortas;

Sémola: trigo duro (cuscús pasta), maíz (polenta), fonio;

Gachas: avena (gruau o gachas: alimento inglés tomada en el desayuno);

Copos: avena; maíz

Pasta: trigo duro, centeno, espelta, arroz.

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Alimentación animal

Una gran parte de la producción mundial se destina a la alimentación animal del ganado: en los países desarrollados, el 56 por ciento del consumo de cereales se produce en la alimentación del ganado, el 23 por ciento en los países en desarrollo.1 A nivel mundial, el 37 por ciento de la producción de cereales se destina a alimentar a los animales de granja.2

En alimentación animal se utilizan prácticamente todos los cereales, incluso el trigo, tradicionalmente reservado a los hombres, bajo diversas formas:

En grano entero;

En grano triturado e incorporado a los piensos

Plantas enteras, cosechadas antes de su madurez, en forma de ensilado: maíz y sorgo.

Además del grano, algunos cereales también proporcionan forrajes y paja.

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Usos industriales

Algunos de los usos de los cereales en la industria son los siguientes:

Producción de alcohol etílico y bebidas alcohólicas por fermentación y destilación: aquavit, cerveza, gin, sake, vodka, whisky, etc.;

Derivados del almidón, jarabes, dextrosa, dextrina, polioles, principalmente del maíz, y utilizados en la elaboración de alimentos, papel, productos farmacéuticos y en los diferentes sectores industriales;

La paja, a menudo enterrada después de la cosecha o utilizada como cama para el ganado, y las mazorcas de maíz (sin granos), se puede procesar para producir etanol, utilizado como biocarburante.

Posibles efectos del Cambio Global sobre los cereales

Los cereales que se cultivan en España han adelantado en las tres últimas décadas etapas de crecimiento que desarrollan en primavera como consecuencia de los efectos del cambio global, que en la Península se han manifestado con un incremento de la temperatura media y una ligera disminución pero mayor intensidad de las precipitaciones. El avance en sus estados fenológicos más significativo ha sido registrado en el trigo y en la avena, cuyas fases de aparición de la hoja bandera y de floración se han adelantado una media de tres y un día por año respectivamente. Las variaciones fenológicas pueden llegar a tener un gran impacto sobre la producción final de cultivo.

Importancia económica

La cosecha mundial de cereales ascendió a 2,07 miles de millones de toneladas (2010). Esto representa un promedio bruto de 345 kg per cápita al año (6 miles de millones de personas en total), promedio que se situó en 155 kg de cereales para el consumo humano.

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Tierra utilizada para la producción de cereales

Tierra utilizada para la producción de cereales se refiere a la superficie cosechada, aunque algunos países solo informan la superficie sembrada o cultivada. Los cereales incluyen trigo, arroz, maíz, cebada, avena, centeno, mijo, sorgo, trigo sarraceno y mezcla de cereales. Los datos de producción de cereales se relacionan con los cultivos cosechados para granos secos únicamente. Se excluyen los cultivos de cereales destinados a heno o que se cosechan verdes para alimento, pienso o ensilaje y los que se utilizan para pastoreo.

El objetivo del presente apartado es aplicar los conceptos estudiados en la teoría ecológica en la comprensión de las problemáticas ambientales y socioeconómicas vinculadas a la práctica agronómica. Se destaca la importancia del estudio de los sistemas productivos como ecosistemas transformados por el hombre. Se describe y analiza al agroecosistema como un sistema manejado por el hombre, que en función de un objetivo de producción, maneja poblaciones, comunidades, interacciones, ciclos de materiales y flujos de energía.

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Importancia del estudio de los agroecosistemas.

De todas las acciones humanas que modifican el ambiente, el establecimiento de los agroecosistemas es el que afecta a la mayor superficie terrestre (Solbrig 1999). En efecto, según estimaciones recientes (Solbrig, op. cit.), más de la mitad de la superficie de la corteza terrestre ha sido destinada a la práctica de la agricultura (12%), la ganadería (25%) o la plantación de bosques artificiales (15%). La agricultura utiliza un capital natural renovable que produce un flujo continuo de bienes y servicios. La capacidad de las plantas de transformar la energía lumínica en productos de cosecha, está determinada y condicionada en los sistemas agrícolas por factores ambientales (temperatura, agua, humedad, plagas, etc.) y por el suministro de ciertos recursos que no pueden considerarse totalmente renovables, como son los combustibles fósiles y los recursos minerales, en un contexto socioeconómico y político que también actúa como condicionante.

Como consecuencia de esto último, en la agricultura moderna se manifiestan problemas tales como: dependencia creciente de combustibles fósiles, disminución de la eficiencia energética de los sistemas productivos, pérdida de la capacidad productiva de los suelos, contaminación de aguas, pérdida de la variabilidad genética, etc. Por lo tanto, existe un consenso creciente acerca de que para el logro de una agricultura sustentable es necesario un cambio en la forma en que se han abordado los 1 Material de lectura elaborado la Mgter. Silvina Greco y el Ing. Agr. Alejandro Tonolli, para el estudio del tema Agroecosistema, de la asignatura Ecología Agrícola y Protección Ambiental, correspondiente a la carrera Ingeniería Agronómica de la Facultad de Ciencias Agrarias. UNCuyo. Última actualización año 2012.

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Estructura y funcionamiento del agroecosistema.

Considerando la teoría de sistemas, debemos describir para los agroecosistemas: componentes, límites, entradas y salidas, procesos ecosistémicos e interacciones entre sus componentes.

Componentes del agroecosistema:

Componentes bióticos:

Se agrupan según la fuente de energía que utilizan en: productores, consumidores primarios o herbívoros, consumidores secundarios o carnívoros y descomponedores.

Productores primarios:

Transforman y acumulan la energía lumínica en forma de energía química en los enlaces de los productos orgánicos sintetizados a través de la fotosíntesis. Incluyen las especies de cultivo, las “malezas” y la vegetación circundante.

Consumidores primarios o herbívoros:

Se ubican en un nivel trófico superior y consumen parte de la biomasa acumulada por los productores. Comprenden a insectos, liebres, hongos, aves y también al ganado: vacas, ovejas, etc.

Consumidores secundarios o carnívoros:

Parte de la biomasa acumulada por los consumidores primarios es consumida por los carnívoros. Comprende a aves rapaces, predadores de insectos, parásitos de los animales, etc.

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El hombre puede ubicarse en el segundo y/o tercer eslabón de la cadena, según la fuente de su alimentación.

Descomponedores: son también consumidores, pero se alimentan del tejido muerto de los otros organismos (necromasa). Intervienen en la descomposición de la materia orgánica y en el ciclado de nutrientes.

Componentes abióticos

En el caso de los agroecosistemas además del suelo, nutrientes inorgánicos, agua, clima se incluyen los alambrados, corrales, casas, galpones, maquinarias, etc. Componentes socio-económicos: Como dijimos con anterioridad la comprensión total del agroecosistema se basa no sólo en conocer las interacciones ecológicas que operan en él, sino también las que se producen entre éstas y los componentes socioeconómicos que el hombre ubica en el eje de la

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actividad agrícola. El componente socioeconómico es de gran complejidad y dinámica, incluye desde las relaciones laborales en forma predial (mano de obra asalariada, familiar, relación de salarios), el efecto de otros agroecosistemas con similares o diferentes propósitos, las lógicas y trayectorias productivas, la tecnología, los precios, los mercados (producción, distribución y consumo), la propiedad o no de la tierra, el acceso a créditos y mercado y hasta la política económica y agrícola en particular. Estos factores o elementos constitutivos de los agroecosistemas pueden influir en los sistemas agrícolas tan decisivamente como una sequía, un ataque de plagas o la disminución de los nutrientes en el suelo. De este modo y reforzando lo dicho anteriormente “El resultado de la interacción entre características endógenas, tanto biológicas como ambientales en el predio agrícola y de factores exógenos tanto sociales como económicos, generan la estructura particular del agroecosistema. Por esta razón, a menudo es necesaria una perspectiva amplia para distinguir la diversidad de agroecosistemas, de manejos y lógicas productivas, no sólo para explicar el funcionamiento o impacto sobre la sociedad del mismo, sino para realizar un asesoramiento y manejo apropiado.

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Límites y estructura del agroecosistema.

Según el objetivo del estudio de un agroecosistema debemos reconocer o definir sus límites, lo cual resulta indispensable para definir entradas y salidas del mismo. Una correcta definición de los límites del sistema, requiere tener considerar los distintos niveles jerárquicos. Un sistema puede ser subsistema de uno de mayor jerarquía y a su vez contener varios subsistemas. Según Hart (1985) propone que para cualquier estudio, debe tenerse en cuenta por lo menos tres niveles jerárquicos: el sistema que nos interesa, el que está por encima o lo contiene y los subsistemas o componentes del mismo.

Esto cobra particular importancia cuando consideramos el impacto ambiental de la agricultura, ya sea dentro del predio como hacia fuera (erosión, contaminación de aguas abajo, fragmentación de hábitat, etc).

Los agroecosistemas se pueden analizar a una determinada escala espacial: a nivel de cuenca, región, finca, parcelas, plantas, y a una determinada escala temporal: año/s, estación, ciclo productivo, etapa de cultivo, etc.

La estructura de un sistema puede ser simple o compleja y depende de: número y tipo de componentes y del arreglo entre los componentes. Un ecosistema puede tener numerosos componentes (estructura compleja), por ejemplo, una selva tropical donde coexisten muchas especies, o pocos componentes (estructura simple), como un sistema de monocultivo de trigo. El arreglo entre los componentes determina las interacciones entre ellos: puede ser del tipo competitivo, cuando utilizan los mismos recursos o trófico, cuando uno sirve de alimento a otro, entre otras.

Procesos en el agroecosistema

Flujo de energía: El flujo de energía es uno de los modelos conceptuales que mejor organiza el conocimiento disponible acerca del funcionamiento de los ecosistemas. El diagrama de flujo de energía establece un puente entre disciplinas al relacionar conceptos físicos tales como las leyes de la termodinámica, con procesos bioquímicos, como la fotosíntesis y la respiración o biológicos como las interacciones entre especie (Paruelo y Batista, 2003).

La comparación del diagrama de flujo de energía entre los sistemas naturales y los sistemas manejados por el hombre, permite visualizar las modificaciones en los flujos y los recursos que se imponen en los agroecosistemas por el manejo

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humano y con ello comprender las prácticas de manejo. De la capacidad del hombre para manejar el flujo de energía depende la provisión de alimentos para la humanidad y la sustentabilidad de los sistemas de producción.

Como se vio anteriormente, los componentes del ecosistema se agrupan según la fuente de energía que utilizan en: productores, consumidores primarios o herbívoros, consumidores secundarios o carnívoros y descomponedores. Cada uno de esos niveles puede ser representado por un recipiente de tamaño variable en un diagrama. El sistema es dinámico y el contenido de esos recipientes cambia de manera continua. El volumen contenido en cada recipiente representa la cantidad de energía acumulada en la biomasa de ese nivel trófico o bien en la necromasa, en el caso de ser el recipiente de los descomponedores. Los cambios en la cantidad de energía acumulada dependen de las entradas y salidas (flujos).

En los ecosistemas terrestres en general, la principal entrada de energía es la radiación solar. La cantidad de radiación incidente varía a lo largo del año y con la latitud. Por ejemplo en Tierra del Fuego en invierno será sólo 1,5 MJ/m2.día Mientras que en Misiones en un día de verano puede alcanzar los 22 MJ/m2.día.

De la radiación solar incidente, la radiación PAR (fotosintéticamente activa, entre 400-700 nm) constituye menos de la mitad de la radiación incidente. Los productores primarios interceptan parte de esa energía, una parte es reflejada, otra es trasmitida y la restante es absorbida. La cantidad de radiación interceptada depende fundamentalmente del área foliar y de su disposición en el espacio (ángulo de inserción de las hojas). De la radiación que absorben las hojas, solo una pequeña parte, entre el 1% y 2% la radiación incidente PAR, se fija como estructuras orgánicas, dada la baja eficiencia del aparato fotosintético. La energía no utilizada en el proceso de fotosíntesis se pierde como calor. Buena parte de esa energía se utiliza para la evaporación de agua en las hojas en el proceso de transpiración.

Los productos de la fotosíntesis constituyen la Productividad Primaria Bruta (PPB). Estos azúcares podrán ser respirados o utilizados en la síntesis de estructuras o sustancias de reserva para las plantas. Aquella porción de la PPB que no es respirada y que se acumula como biomasa es la Productividad Primaria Neta (PPN). La biomasa acumulada en los vegetales queda disponible para los niveles tróficos superiores. Dentro de cada nivel trófico habrá salida de energía como calor (o respiración). Sin embargo en el paso de un nivel trófico a otro cerca del 10% de la Productividad Neta de un nivel trófico pasa al nivel superior ya que no todo lo producido por un nivel trófico es consumido por el nivel superior, no todo lo consumido es asimilado y no todo lo asimilado es transformado en productividad.

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En la Figura 1 se representa el flujo de energía en el período de un cultivo de maíz. Puede observarse la magnitud de las pérdidas de radiación, tanto en el paso de la absorción como en el de 6 producciones primarias. Las pérdidas de radiación, corresponden a todo el período de barbecho (sin cultivo) y a los períodos de crecimiento y senescencia en que el cultivo no llega a absorber toda la radiación incidente. Luego hay pérdidas de energía por respiración y transpiración del cultivo.

Es notable la pequeña proporción de energía obtenida en el grano en relación con la radiación PAR incidente (1,8%) o sería 0,9% si se tomara toda la energía incidente. También debe resaltarse la pequeña relación entre los subsidios de energía en comparación con los ingresos de energía solar (85 vs. 25500 Giga Joules.ha-1.año-1), pero al mismo tiempo ese pequeño subsidio transforma un sistema natural en uno que produce granos. Por otro lado el subsidio no es pequeño en relación a lo que se obtiene por la cosecha.

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Sucesión en el agroecosistema:

Las especies que componen el ecosistema cambian con los años, por lo que los ecosistemas no son estáticos y la sucesión de especies culmina en un ecosistema estable llamado clímax. En el clímax, la productividad neta del ecosistema es generalmente cercana a 0, es decir que la fotosíntesis es similar a la respiración. En el caso de los agroecosistemas, el productor a través de un disturbio (labranzas) elimina la vegetación existente en un lugar, dejando a disposición recursos para ser ocupados principalmente por el o los cultivos seleccionados En la Figura 3 se esquematiza la sucesión de un ecosistema interrumpida por el establecimiento de un cultivo.

Procesos de regulación biótica

Las interacciones entre especies condicionan la cantidad de energía que fluye por las distintas rutas de la red trófica. Las especies de un mismo nivel trófico compiten por el alimento, de tal manera que la más competitiva consume más recurso y por allí fluirá más energía que por la ruta que parte de sus competidores. Como consecuencia si modificamos la abundancia de una población en una red trófica esto va a repercutir en sus presas, competidores y predadores, lo que a su vez afectará a presas, competidores y predadores de éstos.

La agricultura consiste básicamente en manipular las redes tróficas de los ecosistemas para desviar la mayor parte de la energía hacia las poblaciones humanas y con ello, no solamente afecta a las poblaciones que le interesan sino a todas. El hombre utiliza métodos diversos para controlar las plagas (malezas, insectos, enfermedades) de los cultivos, ya sea métodos químicos, mecánicos, biológicos, culturales y preventivos, con efectos muy diversos sobre los agroecosistemas y los ecosistemas naturales circundantes.

Los métodos poco específicos, afectan no solamente a las especies que se pretenden erradicar, Esquema de sucesión en un ecosistema natural desde etapas temprana a tardías. Esquema de poblaciones en un agroecosistema Interrupción de la sucesión natural por un disturbio (desmonte) Mantenimiento del agroecosistema en etapas tempranas mediante disturbios (Labranzas - Herbicidas) 10 sino también a organismos de niveles tróficos superiores (parásitos y predadores), lo que a largo plazo contribuye a incrementar las poblaciones de plagas, al carecer de especies que las consuman. Además, el uso de plaguicidas y herbicidas poco degradables puede dar lugar a fenómenos de bioacumulación en

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las cadenas tróficas de ecosistemas naturales adyacentes y pueden afectar también al hombre.

Los métodos biológicos tampoco están exentos de efectos ambientales negativos, ya que si se introducen enemigos exóticos de las plagas, estos pueden escapar a ecosistemas naturales circundantes e integrarse en sus cadenas tróficas, con efectos imprevisibles. La lucha integrada de plagas, la cual consiste en el uso combinado de varios métodos de control con el menor impacto posible sobre el medio ambiente, requiere un buen conocimiento de la ecología de la especie a combatir, así como de las condiciones ambientales y la estructura de las cadenas tróficas de los agroecosistemas, sumado a que debe ser compatible con las prácticas de manejo encaminadas a obtener una aceptable producción del agroecosistema.

Diversidad en el agroecosistema.

Este concepto se relaciona con las características estructurales de la comunidad biótica del ecosistema, como la riqueza de especies que la forman y la forma que se distribuyen los recursos disponibles entre ellos (equitatividad).

La diversidad de una comunidad es entonces la riqueza de especies afectada por la equitatividad entre ellas. La abundancia relativa de las especies se puede medir como biomasa, cobertura o número de individuos (esto último en el caso que estos tengan tamaño similar).

Asimismo, la diversidad puede considerarse desde distintas dimensiones: genética (variabilidad en los genes: variedades, híbridos, clones), de especies, funcional (procesos de fijación biológica, ciclaje de nutrientes, descomposición de la materia orgánica, polinización, etc.), temporal (grado de heterogeneidad en el tiempo: rotaciones, ciclos diferentes) y espacial (distintos cultivos, cortinas forestales, cercos vivos).

Por último, según la escala espacial considerada, la diversidad puede ser clasificada en:

Diversidad alfa: es la diversidad en cada parcela de la explotación: un maizal, un pastizal, un viñedo. La diversidad alfa en general es baja en los cultivos muy subsidiados (fertilizantes, labranzas, herbicidas, plaguicidas). En el caso de los pastizales es muy variable, dependiendo de la carga ganadera y del manejo.

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Diversidad beta: es la diversidad de parcelas que forman una explotación. Una explotación agrícola será muy diversa si tiene muchas parcelas pequeñas de diferentes cultivos o combina agricultura con ganadería y por el contrario, será poco diversa si es un monocultivo.

Diversidad gama: es la diversidad de paisaje, zonas productoras de determinados cultivos. La agricultura moderna se caracteriza por su uniformidad a nivel genético y específico (ej: híbridos simples de maíz), a nivel de parcela (toda la parcela sembrada con la misma especie, sin malezas o vegetación espontánea), a nivel finca (grandes superficies con unos pocos cultivos) y a nivel región (zonas productoras de determinados cultivos, por ejemplo: caña de azúcar, soja) lo que se traduce también en uniformidad del paisaje.

Se puede establecer una relación entre la diversidad en los agroecosistemas y la estabilidad productiva. Por ejemplo la producción de un cultivo de una única variedad de una única especie es más susceptible a variaciones ambientales y a ataque de plagas y enfermedades que un policultivo. Esto se debe a que en sistemas con más componentes (de estructura más compleja), el disturbio externo tiene más oportunidades de ser canalizado y disipado, que en sistemas simples con menos componentes (de estructura simple).

Se debe destacar la importancia de reconocer la diversidad funcional más que la simple suma de especies diferentes, es decir tener especies que cumplan los distintos roles o funciones en el agroecosistema por ejemplo: polinización, descomposición de la materia orgánica, albergue de enemigos naturales, consumo de biomasa vegetal, etc. Por lo tanto es fundamental identificar aquellos componentes claves de la biodiversidad en los agroecosistemas, responsables del man- 11 tenimiento de los procesos naturales y ciclos, y a su vez, monitorear y evaluar los efectos de las diferentes prácticas y tecnologías agrícolas sobre esos componentes.

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Propiedades de los agroecosistemas.

Los agroecosistemas presentan propiedades particulares, ya que comparten propiedades o atributos tanto de los sistemas ecológicos como de los sistemas económicos. Pueden ser consideradas como atributos de los agroecosistemas: Atributos ecológicos Atributos sociales Productividad – Producción, Equidad, Estabilidad, (variación persistencia) Autonomía, Resiliencia y resistencia Suficiencia, Sustentabilidad.

Diversidad y riesgo creciente.

En general, los productores eligen entre los cultivos posibles de una región, a aquel que consideran el más seguro y rentable. En algunos casos surge la pregunta de si aumentando el número de cultivos dentro de una finca no se disminuye el riesgo de la explotación total.

La seguridad debe ser definida en términos económicos y también climáticos y sanitarios.

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En general, al aumentar el número de otros cultivos, aumenta el riesgo si lo comparamos con el cultivo de menor riesgo. Consideremos un caso sencillo donde la rentabilidad de tres cultivos es la misma pero la vulnerabilidad climática es creciente para el cultivo 1, 2 y 3. Si la probabilidad de fracaso para el primer cultivo es 0,1, para el segundo es 0,2 y para el tercero es 0,3, el riesgo medio (R) de la explotación con 1/3 de la superficie plantada con cada cultivo será:

R = 0.33 (0,1 + 0,2 + 0,3) = 0,2

Este valor de 0,2 es el doble del correspondiente al cultivo más seguro. Una visión favorable sería considerar qué sucede cuando un desastre elimina sólo al más seguro, pero esto pone en duda que la elección como más segura haya sido hecha adecuadamente El problema real del tema es que los productores rara vez tienen información perfecta sobre los factores de riesgo de los distintos cultivos.

Diversidad y reducción de riesgos

A pesar de lo dicho anteriormente, en otros casos la diversidad puede ser necesaria para reducir los riesgos. Por ejemplo, en grandes explotaciones el tiempo de siembra de un cultivo es limitado y el hecho de cultivar varias especies optimiza el uso de maquinaria y mano de obra. Otra forma de disminuir riesgos aumentando la diversidad es a través de la rotación de cultivos lo cual disminuye el efecto de plagas, enfermedades y malezas. Además, la diversidad de cultivos es una forma de sustentabilidad en situaciones económicas con precios muy variables y esa es la razón por la cual en horticultura muchas veces existen pequeñas parcelas con varias especies que permiten compensar precios bajos con otros remunerativos.

Impacto ecológico de los agroecosistemas

Como es un proceso generador de cambios intensos, la generación de agroecosistemas es el fenómeno más ampliamente extendido. Si comparamos el resto de las acciones humanas que modifican el ambiente, el agroecosistemas es el que afecta a la mayor superficie del globo terráqueo. Según estimaciones, más de la mitad de la superficie de la corteza terrestre ha sido destinada a la práctica de la agricultura (12%), la ganadería (25%) o la plantación de bosques artificiales (15%).

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El mayor impacto de esta generalización y expansión de los agroecosistemas en el mundo ha sido la partición de los hábitats naturales en un primer momento y el consecuente aislamiento por fragmentcion, descrito por Wilcox en 1980. Las consecuencias biológicas de la fragmentación es que este nuevo proceso se comporta como islas biogeográficas que son incapaces de sostener la misma cantidad de especies que contenían originalmente cuando estaban contiguos unos con otros. A partir del proceso de fragmentación la diversidad biológica disminuye drásticamente. Con el tiempo estas islas también desaparecen por la falta de control estatal, generándose agroecosistemas puros, generalmente herbáceos, allí donde en el pasado fueron bosques o estepas.

La ética ecológica de la agricultura reside en la destrucción del ecosistema prístino, y de la diversidad biológica en pos de sistemas agrícolas para unas pocas especies que el hombre denomina especies útiles. Estos agroecosistemas no son sustentables energéticamente, desde el advenimiento de la era de los combustibles fósiles, el balance energético sería posiblemente nulo si se midieran las diferencias kilocalóricas, empleadas en la agricultura, y las kilocalorías obtenidas. Es factible que sin combustibles fósiles muchos serían abandonados de tener que producir economía solar.

1 Ambientes

La problemática ambiental y la nueva relación con las Ciencias Naturales y Sociales. Efectos de las actividades productivas sobre la naturaleza. El desarrollo sustentable como alternativa. Referencia a estrategias de intervención y alternativas de gestión sustentable. Población y recursos. Principales problemas ambientales: globales, internacionales, regionales o locales. Composición de la atmósfera y el clima. Ciclo del nitrógeno. Causas y componentes del cambio. Consecuencias para la biota. Pérdidas de biodiversidad. Servicios de la naturaleza. Energías alternativas.

2. Efecto ambiental de la actividad industrial, la vida urbana y la producción agropecuaria

Insumos, residuos y efluentes. Composición y propiedades. Alternativas de disposición, valorización agrícola. Técnicas de remediación.

3 Suelos

Calidad y salud del suelo. Estabilidad y resiliencia. Normas de calidad de suelos. Principales factores de contaminación de suelos. Suelos periurbanos y urbanos.

4 Aguas

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Fuentes de contaminación. Alteración de la calidad del agua en función del uso de la tierra; la intensificación productiva. Contaminación de ríos, eutrofización de cursos superficiales. Contaminación de acuíferos. Calidad en función del uso agroindustrial y el aprovechamiento agronómico. Parámetros químicos de interés general y específicos para determinar aptitud productiva.

5 Fitoterápicos

Ecotoxicología de plaguicidas: análisis de riesgo ambiental, evaluación y manejo. Receta agronómica de plaguicidas y responsabilidad técnica de aplicación. Requisitos técnicos para la inscripción y aplicación de productos químicos, microbianos y agentes de control biológico. Uso seguro de plaguicidas: normas de prevención del riesgo humano. Disposición de residuos de plaguicidas y envases.

6. Las tecnologías en relación a las condiciones y medio ambiente de trabajo

Higiene y seguridad en el trabajo del hombre de campo. Los principios de prevención. Importancia de la adopción de sistemas agrícolas sustentables y ambientalmente integrados. La competitividad de la empresa agropecuaria, la higiene y seguridad en el trabajo. Legislación nacional en materia de seguridad laboral. Estadísticas nacionales. La integración de la problemática a las políticas regionales. Concepción ergonómica del trabajo. Enfoques multidisciplinarios y sistemáticos. Investigación ergonómica. Accidentología en Mecanización Agrícola. Costo social del accidente.

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Conclusión

Las relaciones agroecológicas son los que nos dan la vida a todos los organismos vivientes en nuestro planeta tierra, por lo tanto de estas relaciones tróficas nos aprovechamos los humanos para nuestro propio beneficio, por lo tanto somos nosotros los comprometidos a preservarlas de una manera sustentable sin dañar el ambiente agropecuario, evitando el uso irracional de pesticidas (organofosforados, carbamatos, piretroides, etc. etc.) que puedan incidir en el daño irreparable. Visto de otra manera tenemos los profesionales en el campo agropecuario de incidir sobre las nuevas generaciones de la importancia que juegan los factores del agroecosistemas para mantener la alimentación de las futuras generaciones.

Es importante iniciar una transición a la agricultura orgánica, con base en el sistema y reducir paulatinamente los fertilizantes químicos al tiempo que se incorporen cada vez más abonos orgánicos y bacterias que dinamicen el suelo y lo desintoxiquen.

Es más fácil iniciar la transición a la agricultura sustentable con los productores de autoconsumo, pues su pobreza no les permitió adquirir los insumos de la revolución verde. Una demanda central de los pequeños productores, es que se les debería reconocer su aporte al trabajo silencioso de selección de semillas nativas, en un proceso de transición a la agricultura sustentable con base en la reproducción de las semillas nativas, que ha conservado con muchas limitaciones. 

Se requieren metas de largo plazo, como la restauración ambiental de las comunidades. Las prácticas campesinas de manejo de laderas con sistemas artesanales de riego, lo que denominamos milpa sustentable, sería un excelente inicio.  En la diversidad de cultivos, la milpa, que se basa en maíz-frijol, según se expresara en párrafos anteriores, puede ofrecer la oportunidad de incluir decenas de plantas medicinales, hortalizas, árboles frutales y maderables e incluso flores ornamentales, es la base para recuperar la soberanía alimentaria por familia. Tenemos entonces, el reto de cambiar el planteamiento original del ambientalismo por uno nuevo, que permita pasar de la conservación de la biodiversidad a la reproducción de la misma, con base en la agro biodiversidad del pequeño productor, no sólo del sistema milpa, sino también del potrero y otros agro ecosistemas. 

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