35
¿Por qué está prohibido negar el Holocausto en 30 países con duras penas de cárcel? (ABROCHESE EL CINTURON Y PREPARESE, PORQUE SI ESTO LO ANALIZA BIEN, LE VA A ROMPER ALGUNOS ESQUEMAS). Podemos negar a Cristo, negar a los profetas, renegar de la democracia, de la libertad, opinar sobre cualquier masacre y crimen de guerra, hasta creer o no creer en los extraterrestres, pero nunca, bajo ningún concepto, podemos negar el hecho de que seis millones de judíos murieron en los campos de concentración alemanes bajo penas expresas contempladas en los códigos penales de los 30 países mas “occidentalizados” del mundo. Y no solo eso, toda la historia está sujeta a revisión, pero los “revisionistas” que pretenden estudiar qué hay de verdad y mentira en el holocausto judío tienen siempre serios problemas legales y son tachados automáticamente de nazis. ¿Por qué? Una vez alguien me enseñó el listado oficial de muertos durante toda la segunda guerra mundial en todos los campos de concentración alemanes. Y la cifra era (en total) de 370.000 muertos, incluyendo todas las nacionalidades. ¿La fuente? Bueno, quizá la mas fiable en plena guerra: La Cruz Roja. ¿De dónde salen entonces los seis millones de judíos asesinados si 5 emigraron después de la guerra a Israel?.

¿Por qué está prohibido negar el holocausto en 30 países con duras penas de cárcel?

Embed Size (px)

Citation preview

¿Por qué está prohibido negar

el Holocausto en 30 países con

duras penas de cárcel?

(ABROCHESE EL CINTURON Y PREPARESE, PORQUE SI ESTO LO

ANALIZA BIEN, LE VA A ROMPER ALGUNOS ESQUEMAS).

Podemos negar a Cristo, negar a los profetas, renegar de la democracia, de la libertad, opinar sobre

cualquier masacre y crimen de guerra, hasta creer o no creer en los extraterrestres, pero nunca, bajo

ningún concepto, podemos negar el hecho de que seis millones de judíos murieron en los campos de

concentración alemanes bajo penas expresas contempladas en los códigos penales de los 30 países mas

“occidentalizados” del mundo.

Y no solo eso, toda la historia está sujeta a revisión, pero los “revisionistas” que pretenden estudiar qué hay

de verdad y mentira en el holocausto judío tienen siempre serios problemas legales y son tachados

automáticamente de nazis.

¿Por qué?

Una vez alguien me enseñó el listado oficial de muertos durante toda la segunda guerra mundial en todos

los campos de concentración alemanes. Y la cifra era (en total) de 370.000 muertos, incluyendo todas las

nacionalidades. ¿La fuente? Bueno, quizá la mas fiable en plena guerra: La Cruz Roja. ¿De dónde salen

entonces los seis millones de judíos asesinados si 5 emigraron después de la guerra a Israel?.

Y claro, hay quien a estas alturas se levantará muy airado y exclamará: “¿Y bueno, ¿Que mas da que fueran

370.000 o seis millones? A fin de cuentas lo importante es que los mataron”. OJO: es muy distinto que los

alemanes mataran sistemáticamente a 6 millones de judíos a que murieran, por causas de la escasez de la

guerra y enfermedades, 370.000 personas de todas las nacionalidades. Recordemos que en la II Guerra

mundial murieron 62 millones de personas y tan solo dos millones eran soldados, el resto era población

civil.

Cuando tuve acceso a esta información no podía creerla de ninguna forma. Inclusive para una persona

abierta de mente y conocedor de cómo nos han llegado a engañar en todos los campos de las ciencias, este

tema no podía aceptarlo, yo lo había visto cientos de veces en… lo había visto miles de veces en…

(hummmm…) ¡¡¡En muchísimas películas sobre el tema!!!. ¡Dios mío!, me lo habían metido bien en el

“disco duro”!, ¿Cuantas películas, superproducciones, han tratado el tema recurrente de los campos de

concentración? ¡¡¡¡Muchísimas!!!. Y ¿Quien domina la industria cinematográfica?… ¡Uf…! ¡No puede ser!,

así que comencé a estudiarlo y aquí está la información que recopilé, juzguen Uds. mismos, pero que sepan

que si algo cuesta de creer es este asunto, a mi me costó y mucho.

Y como este país (España) es uno de esos 30 países en los que está prohibido negar el holocausto, señores

abogados, yo no lo niego, solo lo dudo Y MUCHO.

Cazadebunkers.

———–

La falsedad del Holocausto en 10 puntos:

VIDEO: https://youtu.be/DpXrw-BFqiA

66 preguntas y respuestas sobre el Holocausto

¿Qué prueba hay de que los nazis practicaron el genocidio o de que hayan matado deliberadamente a

seis millones de judíos?

Ninguna. La única evidencia la constituye el testimonio de “sobrevivientes” individuales. Este testimonio es

contradictorio y ningún “sobreviviente” alega haber presenciado de hecho ningún “gaseo”. No hay pruebas

concretas de ningún tipo: no hay enormes cantidades de cenizas; no hay instalaciones crematorias capaces

de realizar la operación; no hay pilas de ropa; no hay jabón hecho a partir de seres humanos; no hay

pantallas para lámparas hechas con piel humana; no hay archivos; no hay estadísticas demográficas.

¿Qué pruebas existen en cuanto a que no murieron seis millones de judíos a manos de los nazis?

Muchas; incluyendo las de naturaleza forense, demográfica, analítica y comparativa -todas concurriendo a

probar la imposibilidad de esa cifra que representa una exageración irresponsable de, quizás, un 1000%.

¿Es cierto que Simón Wiesenthal afirmó, por escrito, que “no hubo campos de exterminio en suelo

alemán”?

Sí. En “Books & Bookmen” -ejemplar de abril de 1975- y en “Stars & Stripes -ejemplar de enero de 1993-,

Wiesenthal alega que el “gaseo” de judíos tuvo lugar en Polonia.

¿Si Dachau quedaba en Alemania y hasta Simon Wiesenthal dice que no fue un campo de exterminio,

entonces ¿por qué miles de veteranos de guerra en los Estados Unidos dicen que lo fue?

Porque después de que los aliados capturaron Dachau, miles de conscriptos norteamericanos fueron

llevados y paseados por Dachau en donde se les mostraron edificios de los que se dijo eran cámaras de gas

y porque los medios masivos de difusión, amplia pero falsamente, afirmaron que Dachau era un campo de

“gaseo”.

Auschwitz queda en Polonia, no en Alemania.

¿Hay alguna prueba de que existiesen cámaras de gas construidas para dar muerte a seres humanos en,

o cerca de, Auschwitz?

No. Se ofreció una recompensa de 50,000 dólares a quien aportase tal prueba, y el dinero fue depositado

en un banco, pero no apareció nadie con prueba creíble alguna. Auschwitz, capturado por los soviéticos,

fue ampliamente remodelado después de la guerra y se reconstruyeron distintos edificios para que

pareciesen enormes cámaras de gas. Actualmente, Auschwitz es una gran atracción turística para el

gobierno comunista polaco.

Si Auschwitz no fue un “campo de exterminio”, ¿cuál fue su verdadera finalidad?

Fue un complejo industrial a gran escala. Tuvo fábricas de caucho y combustible sintético (“Buna”) y los

reclusos, fueron utilizados como mano de obra. El procedimiento para la obtención del “Buna” también fue

empleado en los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Quién creó los primeros campos de concentración?. ¿Dónde y cuándo fueron empleados por primera

vez?

Aparentemente, los primeros campos de concentración en el mundo occidental surgieron en losEE.UU.

durante la Guerra de Independencia norteamericana. Los británicos internaron a miles de norteamericanos,

muchos de los cuales murieron a causa de enfermedades y golpizas. A modo de ejemplo puede citarse a

Andrew Jackson y a su hermano, este último falleció en uno de esos campos. Más tarde, los britán icos

erigieron campos de concentración en Africa del Sur para internar a mujeres y niños holandeses durante la

conquista de ese territorio (la Guerra Boer). Decenas de miles de estas personas murieron en los infernales

campos sudafricanos, cuyas condiciones de internación fueron, de lejos, mucho peores que las de cualquier

campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial.

¿En qué se diferenciaron los campos de concentración alemanes de los campos de reubicación

norteamericanos en los que se internaron a japoneses y a alemanes residentes en los EE.UU. durante la

Segunda Guerra Mundial?

Excepto por la denominación, la única diferencia significativa consistió en que los alemanes internaron a

personas que constituían, real o supuestamente, una amenaza para la seguridad del esfuerzo bélico

alemán, mientras que los norteamericanos internaron a personas exclusivamente a causa de su condición

racial.

¿Por qué los alemanes internaron a los judíos en campos de concentración?

Porque consideraron que los judíos constituían una amenaza directa a la soberanía y a la supervivencia de

la Nación alemana y porque los judíos aparecían con desproporcionada frecuencia en las organizaciones

subversivas comunistas. Sin embargo, no sólo los judíos sino todos los sospechosos de socavar la seguridad

nacional estuvieron expuestos o fueron internados.

¿Qué acción a gran escala emprendió el judaísmo internacional contra Alemania ya en 1933?

Un boicot económico internacional contra los productos alemanes.

¿Es cierto que el judaísmo internacional le “declaró la guerra” a Alemania?

Sí. Los medios masivos de difusión del mundo entero aparecieron con titulares que decían: “Judea declara

la guerra a Alemania”.

¿Sucedió esto antes o después de que comenzasen a circular rumores acerca de los “campos de

exterminio”?

Sucedió casi seis años antes. El judaísmo le declaró la guerra a Alemania en 1933.

¿Cuál fue el primer país en llevar a cabo bombardeos masivos a la población civil?

Inglaterra; el 11 de mayo de 1940.

¿Cuántas cámaras de gas, para exterminar personas, hubo en Auschwitz?

Ninguna.

¿Cuántos judíos había, antes de la guerra, en los territorios que posteriormente pasaron a ser

controlados por los alemanes?

Menos de cuatro millones.

Si los judíos europeos no fueron exterminados por los nazis, ¿qué pasó con ellos?

Después de la guerra, los judíos europeos seguían estando en Europa, con excepción de, quizás, unos

300,000 de ellos entre los cuales están quienes efectivamente murieron por una multiplicidad de causas

durante el conflicto, y los que consiguieron emigrar a Israel, los EE.UU., la Argentina, Canadá, etc.. La

mayoría de los judíos que abandonaron Europa lo hizo después y no durante la guerra; lo cual no obsta

para que se les incluya en el supuesto Holocausto.

¿Cuántos judíos huyeron al interior de la Unión Soviética?

Más de dos millones. Los alemanes nunca tuvieron a su alcance a esta población judía.

¿Cuántos judíos emigraron antes de la guerra quedando, por lo tanto, fuera del alcance de los alemanes?

Más de un millón (sin contar los que fueron absorbidos por la U.R.S.S.).

Si Auschwitz no fue un campo de exterminio, ¿por qué su comandante, Rudolf Höss (no confundir con

Rudolf Hess), confesó lo contrario?

Con Höss se utilizaron métodos muy eficaces para hacerle decir exactamente lo que sus captores querían

escuchar.

¿Existe alguna prueba de que americanos, británicos y soviéticos emplearon la tortura para forzar

“confesiones” por parte de oficiales alemanes después de la guerra?

Hay pruebas en abundancia de que la tortura se empleó tanto antes como durante los famosos juicios de

Nuremberg y aún después, en otros juicios por crímenes de guerra.

¿En qué medida el mito del “Holocausto” beneficia actualmente a los judíos?

Los sustrae de toda crítica como grupo social. Les proporciona un “nexo común” que permite el control por

parte de sus líderes. Es un instrumento útil en campañas de recolección de fondos y permite justificar

ayudas económicas a Israel que totalizan más de 10,000 millones de dólares al año sólo por parte de los

Estados Unidos.

¿En qué medida beneficia al Estado de Israel?

Justifica los millones de dólares -en concepto de “reparaciones”- que el Estado de Israel ha recibido de

Alemania Federal (Alemania Oriental se negó a pagar). Es usado por el grupo sionista israelí para controlar

la política exterior norteamericana en sus relaciones con Israel y para forzar al contribuyente

norteamericano a aportar todo el dinero que Israel desea. Y estos aportes son cada vez más voluminosos.

¿En qué medida beneficia a algunos clérigos cristianos?

Correlaciona con la idea expuesta en el Antiguo Testamento en cuanto a que los judíos serían el “Pueblo

Elegido” perseguido. También permite que la “Tierra Santa”, controlada por los israelíes, siga siendo

accesible a la clerecía.

¿En qué medida beneficia a los comunistas?

Le permite al comunismo ocultar sus propias instigaciones bélicas y sus propias atrocidades; tanto las de

antes como las de durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

¿En qué medida beneficia a los británicos?

En la misma forma en que beneficia a la Unión Soviética.

¿Existe prueba alguna de que Hitler haya ordenado o sabido de un exterminio masivo de judíos?

No.

¿Qué clase de gas fue utilizado por los nazis en los campos de concentración?

Zyklon-B; un gas hidrocianúrico.

¿Para qué usos fue -y sigue siendo- producido este gas?

Para exterminar al piojo causante del tifus. Es empleado en la fumigación de habitaciones y vestimenta.

Puede ser adquirido, sin dificultad, hasta el día de hoy.

¿Por qué se usó este gas y no otro más adecuado para exterminios masivos?

Si los nazis hubieran querido usar gas para exterminar a seres humanos hubieran elegido algún otro entre

los muchos que tenían a su disposición. El Zyklon-B es muy ineficiente, excepto en su uso específico como

fumigante.

¿Cuanto tiempo se tarda en ventilar completamente un área fumigada con Zyklon-B?

Aproximadamente unas 20 horas. Todo el procedimiento es sumamente complejo y técnico. Se tienen

que usar máscaras antigas y sólo pueden ser empleados técnicos altamente capacitados.

Höss, el comandante de Auschwitz, afirmó que sus hombres entraban en las cámaras de gas, para

remover los cadáveres, diez minutos después de que los judíos habían muerto. ¿Cómo se explica esto?

No se explica de ningún modo porque, si los hombres de Höss hubieran efectivamente hecho algo así,

habrían terminado sufriendo el mismo destino que los judíos.

En sus confesiones, Höss afirmó que sus hombres fumaban cigarrillos mientras sacaban a los judíos

muertos de las cámaras de gas, diez minutos después de haber terminado la operación. ¿No es explosivo

el Zyklon-B?

Lo es, y en alto grado. La confesión de Höss resulta obviamente falsa.

¿Cuál fue exactamente el procedimiento que supuestamente habrían empleado los nazis para exterminar

a los judíos?

Las historias van desde dejar caer, a través de una perforación en el techo, contenedores de gas dentro de

una habitación atestada de gente, hasta la inyección de gas a través de cañerías que terminaban en las

duchas de las instalaciones sanitarias. Se alega que “millones” de judíos habrían muerto de esta manera.

¿Cómo pudo ser ocultado, a judíos que aún no habían sido arrestados pero que estaban destinados a ser

exterminados, un plan masivo de estas proporciones?

No hubiera podido ser mantenido en secreto de ninguna forma. El hecho concreto es que no existieron

gaseos masivos de este tipo en parte alguna. Los rumores acerca de los mismos provinieron exclusivamente

de fuentes judías.

Si los judíos destinados a ser ejecutados conocían el destino que les esperaba, ¿por qué fueron a la

muerte sin luchar ni protestar?

No lucharon ni protestaron simplemente porque no existió intención de matarlos. Sencillamente se les

internaba y se les obligaba a trabajar. (N.del T.: actualmente, las autoridades israelíes se han dado cuenta

de esta grave falla en el mito del “Holocausto” y por ello es que, de unos años a esta parte, paralelamente

al “Holocausto”, ha surgido el mito adicional de la “heróica resistencia” supuestamente opuesta al

“exterminio”.)

¿Aproximadamente cuántos judíos murieron en los campos de concentración?

Entre 300,000 y 500,000.

¿En qué forma murieron?

Principalmente por reiteradas epidemias de tifus que causaron estragos en la Europa sumida en la guerra

de aquella época. También murieron de inanición y por falta de atención médica, hacia el fin de la guerra,

debido a que todas las comunicaciones por ferrocarril y por rutas terrestres habían sido destruidas po r el

bombardeo aliado.

¿Qué es el tifus?

Es una enfermedad que siempre aparece cuando muchas personas se hallan encerradas juntas por largos

periodos sin higienizarse. La enfermedad es portada por piojos que infectan el cabello y las ropas. Por ello

es que las Armadas y los Ejércitos de todo el mundo tradicionalmente han impuesto cortes de cabello bien

cortos a sus tropas. Irónicamente, si los alemanes hubieran usado mayores cantidades de Zyklon-B, muchos

más judíos hubieran podido salir con vida de los campos de concentración.

¿Qué diferencia hay entre 6 millones y 300,000 judíos muertos durante este trágico período?

¡5,700,000! y aparte de ello -contrariamente a la propaganda del “Holocausto”- no hubo intención

deliberada de exterminar a nadie.

Muchos sobrevivientes judíos de los “campos de exterminio” afirman haber visto pilas de cadáveres

amontonados en fosas y quemados. ¿Cuánto combustible hubiera hecho falta para llevar a cabo esta

operación?

Bastante más de lo que disponían los alemanes con la crónica falta de combustible que ya sufrían por

aquella época.

¿Pueden los cuerpos humanos ser quemados en fosas?

No. Es imposible que un cuerpo humano se consuma totalmente por las llamas de este modo ya que, en

fosas abiertas, no puede ser generado el calor necesario.

Los autores que afirman la existencia del “Holocausto” dicen que los nazis eran capaces de cremar un

cuerpo humano en cerca de 10 minutos. ¿Cuánto tiempo se tarda en consumir un cuerpo humano, de

acuerdo con el testimonio profesional de los operarios de crematorios actuales?

Aproximadamente unas dos horas.

¿Por qué había hornos crematorios en los campos de concentración?

Para disponer, eficiente e higiénicamente, de los cadáveres causados por las epidemias de tifus.

Suponiendo un funcionamiento al 100% de TODOS los crematorios en TODOS los campos del territorio

controlado por los alemanes, ¿cuál es la cantidad máxima de cadáveres que hubiera sido posible cremar

durante la totalidad del periodo en que dichas instalaciones crematorias estuvieron operando?

Unos 430,600.

¿Puede un horno crematorio operar al 100% en forma continua?

No. Un 50% resulta ya una estimación generosa (12 horas por día). Los hornos crematorios deben ser

limpiados regularmente y a conciencia cuando están en uso continuo.

¿Cuánta ceniza queda de un cuerpo cremado?

Después de haber pulverizado completamente los huesos, aproximadamente la cantidad equivalente al

contenido de una caja de zapatos.

Si seis millones de personas fueron cremadas por los nazis, ¿qué pasó con las cenizas?

Eso es algo que todavía tiene que ser “explicado”. Seis millones de cadáveres producirían literalmente

toneladas de cenizas. Sin embargo, no hay pruebas de la existencia de ningún enorme depósito de cenizas

de estas dimensiones.

Las fotos aéreas de Auschwitz (tomadas por los aliados durante el período en que las “cámaras de gas”,

supuestamente, se hallaban operando a pleno) ¿muestran la existencia de cámaras de gas?

No. En realidad estas fotografías ni siquiera muestran indicio alguno de las enormes cantidades de humo

que habrían existido en forma constante sobre el campo. Tampoco muestran las “fosas abiertas” en las que

se alega que se quemaban cadáveres.

¿Qué disponían, esencialmente, las “Leyes de Nuremberg” alemanas de 1935?

Prohibían el matrimonio y las relaciones sexuales entre alemanes y judíos de un modo similar al de las leyes

que existen hoy en Israel.

¿Hay precedentes norteamericanos de esas leyes alemanas?

Varios estados de los EE.UU. tuvieron leyes que prohibían el matrimonio y las relaciones sexuales entre

personas de distintas razas, mucho antes de que surgiesen los nazis.

¿Qué fue lo que informó la Cruz Roja Internacional en relaci6n con la cuestión del “Holocausto”?

El informe de un delegado de la Cruz Roja Internacional que visitó Auschwitz en septiembre de 1944

señalaba que a los internados se les perniitía recibir correspondencia y encomiendas, y que los rumores

referentes a las cámaras de gas no habían podido ser confirmados.

¿Cuál fue el papel desempeñado por el Vaticano durante el período en que se dice que fueron

exterminados los seis millones?

Si hubiera habido un plan de exterminio, el Vaticano ciertamente se hallaba en posición de conocerlo. Pero,

puesto que no existió plan alguno de este tipo, el Vaticano careció de razones para adoptar públicamente

una posición contraria al mismo.

¿Qué prueba hay de que Hitler ordenó o supo que se estaba realizando un exterminio de judíos?

Ninguna.

¿Hubo colaboración entre los nazis y los sionistas?

Sí. Ambos estaban interesados en sacar a los judíos de Europa y mantuvieron relaciones amistosas durante

la guerra.

¿Qué fue lo que causó la muerte de Ana Frank varias semanas antes del fin de la Segunda Guerra

Mundial?

Tifus.

¿Es auténtico el Diario de Ana Frank?

No. Las pruebas recopiladas por Ditlieb Felderer en Suecia y por el Dr. Robert Faurisson en Francia prueban,

definitivamente, que el famoso Diario es una falsificación literaria.

¿Qué pasa con las numerosas fotografías tomadas en los campos de concentración alemanes y que

muestran pilas de cuerpos famélicos? ¿Son fotos trucadas?

Las fotografías pueden ser trucadas, sin duda. Pero es mucho más simple agregarle una acotación o un

comentario falaz a una foto o a un recorte fotográfico auténtico. Por ejemplo: una pila de cadáveres

famélicos ¿es prueba de que se trata de gente “gaseada” o deliberadamente hambrienta hasta morir? ¿O

es que la fotografía muestra a víctimas de una tremenda epidemia de tifus? ¿O a personas que murieron de

hambre por la carencia de alimentos en los campos hacia fines de la guerra? Fotografías de pilas de

cadáveres de niños y mujeres alemanas, masacradas por los bombardeos aliados, se han hecho circular

como fotografías de víctimas judías.

¿Quién instituyó el término “genocidio”?

Raphael Lemkin, un judío polaco, en un libro que se publicó en 1944.

¿Son documentales películas como la del “Holocausto” “Schindler’s List” o “The Winds of War”?

No. Estas películas no son históricas sino basadas en novelas y ficciones basadas en la Historia.

Desafortunadamente, es demasiada la gente que las ha tomado como representación fidedigna de lo que

realmente sucedió.

¿Cuántos libros se han publicado en los que se refutan afirmaciones de la versión oficial del

“Holocausto”?

Por lo menos 60. Y hay más en proceso de elaboración.

¿Qué sucedió cuando el Instituto de Revisión Histórica ofreció 50,000 dólares a cualquiera que pudiese

probar que hubo judíos gaseados en Auschwitz?

No se aportó ninguna prueba que mereciese la recompensa ofrecida, pero el Instituto fue demandado por

17 millones de dólares por un sobreviviente del “Holocausto”, quien alega que la oferta le ha hecho perder

el sueño, lo ha perjudicado comercialmente y representa una “negación injuriante de hechos establecidos”.

¿Qué hay de cierto en la afirmación de que quienes cuestionan el “Holocausto” son antisemitas o

neonazis?

Se trata de una infamia destinada a desviar la atención de hechos concretos y de argumentos

contundentes. Entre los investigadores que han refutado los alegatos del “Holocausto” los hay de tod as las

ideologías: demócratas, republicanos, libertarios, socialistas, cristianos, judíos, etc… No hay correlación

entre la refutación del “Holocausto” y el antisemitismo o el neonazismo. De hecho, cada vez son más los

investigadores judíos que reconocen abiertamente que las pruebas referentes al “Holocausto” resultan

altamente insuficientes.

¿Qué sucedió con los historiadores que cuestionaron la documentación del “Holocausto”?

Han sido objeto de campañas difamatorias, expulsiones de puestos académicos, pé rdida de pensiones,

destrucción de sus propiedades y violencia física.

¿Ha sufrido el Instituto de Revisión Histórica (Institute for Historical Review) alguna represalia por sus

esfuerzos en mantener el derecho a la libertad de palabra y a la libertad académica?

El IHR ha sufrido atentados con bombas cinco veces y ha sido dos veces objeto de demostraciones por

parte de representantes de la Liga de Defensa Judía (Jewish Defense League) que portaban banderas

israelíes y proferían amenazas de muerte. Amenazas de muerte hechas por teléfono son, prácticamente, un

hecho cotidiano. El 4 de julio de 1984, las oficinas y almacén del IHR fueron completamente destruidos en

un delito de incendio.

¿Por qué hay tan poca publicidad sobre el punto de vista de ustedes?

Porque, por razones políticas, el “Establishment” no desea ninguna discusión con profundidad sobre los

hechos que rodean el mito del “Holocausto judío”.

¿Dónde puedo obtener más información sobre la “otra cara” de la historia del “Holocausto”, así como

sobre hechos referentes a otras áreas del revisionismo histórico de la Segunda Guerra Mundial?

Puede escribir a: Institute for Historical Review, Post Office Box 2739, Newport Beach, California 92659,

U.S.A., que tiene una gran variedad de libros, casettes y videocasettes sobre importantes cuestiones

históricas y que además publica una revista trimestral.

Fuente: http://www.stormfront.org/spanish/pregunt.htm

Informe oficial de muertos en todos los campos, en toda la guerra ,

según la Cruz Roja:

Casos de muerte certificados de presos en los antiguos campos de concentración

Sonderstandesamt Arlosen

Hasta el

31/12/1982

Desde el

1/01/1983

hasta el

31/12/1983

Suma hasta

el

31/12/1983

Auschwitz 53 606 27 53 633

Bergen-Belsen 6 851 – 6 851

Buchenwald 20 671 – 20 671

Dachau 18 451 – 18 451

Flossenbürg 18 330 – 18 330

Gross Rosen 8 355 – 8 355

Lublin 7 425

7 671

Mauthausen 78 824 – 78 824

Mittelbau 7 463 – 7 463

Natzweiler 4 431 – 4 431

Neuengamme 5 706 – 5 706

Ravensbrück 2 138 2 2 130

Sachsenhausen 5 012 – 5 012

Stutthof 11 237 1 065 12 303

Theresienstadt 27 260 344 27 604

Verschiedene 4 643 – 4 643

——— —— ———

280 212 1 865 282 077

====== ==== ======

Número de fichas del fichero principal del registro (Sonderstandesamt) sobre casos de muerte registrados

en el Sonderstandesamt y en otros registros: 363 468

Vídeo real grabado por los delegados de la Cruz Roja en campos de concentración nazi:

VIDEO: https://youtu.be/fnCztaQ-e_U

Los delegados de Cruz Roja Internacional que visitaron los campos de concentración nacionalsocialistas

durante la Segunda Guerra Mundial testificaron que no encontraron evidencia alguna de que allí se

estuviera exterminando a judíos y otras personas masivamente, así como que allí no había cámaras de gas.

————-

Rapport de la Cruz Roja sobre los campos de

Concentración Alemanes En este articulo se expondra un trozo del libro “el mito de los 6 millones” de J. bochaca, en d onde se

menciona el Rapport Oficial de la Cruz Roja, que hecha por tierra muchos de los relatos del “Holocausto”

Judio.

Existe un estudio de la cuestión judía en Europa en el transcurso de la II Guerra Mundial y de las

condiciones de vida en los campos de concentración alemanes, que es casi única en su género por su

honradez y su objetividad. Se trata del Rapport , en tres volúmenes, del “Comité Internacional de la Cruz

Roja Internacional” sobre sus actividades durante la guerra. Ese Rapport fue publicado e n Ginebra en 1948.

Este informe exhaustivo, procedente de una fuente neutral completamente, incluye y amplía revelaciones

contenidas en dos obras precedentes, también de la Cruz Roja, tituladas: “Documentos sobre las

actividades del Comité Internacional de la Cruz Roja a favor de los civiles detenidos en los campos de

concentración en Alemania, 1939—1945”, e “Inter Arma Caritas: la Obra del Comité Internacional de la

Cruz Roja durante la Segunda Guerra Mundial”, editadas en Ginebra, respectivamente en 1946 y 1947. El

grupo de autores, dirigido por un francés, Frédéric Siordet, hace constar, al principio del Rapport, que se ha

redactado inspirándose en principios de una estricta neutralidad política, siguiendo la tradición de la Cruz

Roja, y es ahí donde se halla su gran valor.

En Comité Internacional de la Cruz Roja consiguió hacer aplicar las convenciones militares de Ginebra, de

1929, para poder visitar a los detenidos civiles de los campos de concentración alemanes tanto de Europa

Central y Occidental, como de Europa Oriental: en otras palabras, el C.IC.R. pudo visitar tanto los campos

en que luego se reconoció que nunca hubieron “cámaras de gas” (Dachau, Belsen, Dora, Oranienburg,

Buchenwald, etc.) como los que se afirmó que las hubo, especialmente Auschwitz. Huelga decir que el C.LC.

R. visitó regularmente los campos de concentración que, en un principio se reservaban a prisioneros de

guerra, y ello tanto en Alemania y las zonas de nuestro continente ocupadas por Alemania y sus aliados,

como en la Gran Bretaña. En cambio, no le fué posible actuar de igual modo en la Unión Soviética, toda vez

que ese país nunca ratificó los acuerdos de la Convención de Ginebra. Los millones de prisioneros civiles y.

militares de la Unión Soviética, cuyas condiciones de vida eran, cual es público y notorio, las más penosas

de todos, sin comparación alguna, estaban completamente desconectados del mundo exterior, no podían

solicitar el amparo, ni siquiera teórico, de ningún control internacional y vivian en condiciones

infrahumanas.

El Rapport es importantísimo porque, para empezar, aclara las circunstancias legitimas de la detención de

judíos en los campos de eoncentración, como ciudadanos de un país enemigo. Al describir las dos categoría

de civiles internados, el Rapport calif ica al segundo tipo como “civiles deportados por razones

administrativas”. La expresión alemana es más exacta que la del texto francés del Rapport. Los alemanes lo

llamaban Schutzhaftlinge, es decir, detención preventiva, refiriéndose a individuos que habían sido

internados por motivos politicos o raciales, porque su presencia era considerada como un peligro en

potencia para el Estado o para la tropa de ocupación.

El Rapport reconoce que los alemanes fueron, al principio, algo reticentes en permitir a la Cruz Roja

entrevistarse con personas internadas por razones de seguridad del Estado (es decir, en un 98 %, judíos),

pero afirma que a partir de Julio de 1942, el C.I.C.R. obtuvo concesiones muy importantes de los alemanes.

Se permitió al C.l.C.R. que distribuyera víveres en los grandes campos de concentración a partir del

siguiente mes, es decir, de Agosto de 1942. Esta concesión fué extendida a todos los campos a partir de

Febrero de 1943 (233). El C.I.CR. estableció rápidamente contacto con los comandantes de los respectivos

campos de concentración y puso en marcha un programa de envíos de víveres que funcionó regularmente

hasta los últimos meses de la guerra, en 1945, y de ello dan fé las numerosas cartas de agradecimiento

escritas por miles de judíos detenidos en esos campos.

El Rapport del C.I.C.R. menciona que “se enviaban 9.000 paquetes dianos. A partir del Otoño de 1943, y

hasta Mayo de 1945, se mandaron aproximadamente 1.112.000 paquetes de vituallas, con un peso total de

4.500 toneladas (234). Además de los paquetes de víveres, se mandaron paquetes conteniendo productos

farmaceuticos y vestidos. “Se mandaron expediciones a Dachau, Buchenwald, Sangerhau sen, Sachsenhau

sen, Oranienburg, Flossenburg, Landsbergam, Lech, Floha, Ravensbruck, Hamburg—Neuengamme,

Mauthausen, Theresienstadt, Auschwitz, Bergen—Belsen y a otros campos situados en el centro y sur de

Alemania y en las cercanías de Viena. Estos paquetes estaban destinados sobre toda a judíos belgas,

holandeses, franceses, italianos, griegos, polacos, noruegos y apátridas” (235). Estas mercancias habían

sido recogidas o compradas por diversas organizaciones judías de beneficiencia en todo el mundo, y muy

especialmente por el “American Joint Distribution Committee”, de Nueva York (236). Hasta la entrada en

guerra de los Estados Unidos, este Comité fué autorizado por el Gobierno Alemán a instalar sus oficinas en

Berlin.

A parte del citado “American Joint Distribution Committee”, fué la propia Cruz Roja quien compraba

ingentes cantidades de víveres, sobre todo en Rumania, Hungría y Eslovaquia, estados, como se sabe

aliados del Reich. El C.I.C.R. se queja, en su Rapport, de que su acción de gran envergadura de ayuda a los

internados judíos fuera dificultada, no por los alemanes, sino por el estrechisimo bl oqueo de Europa

llevado a cabo por los Aliados occidentales (237).

Los delegados del C.I. C.R. pudieron visitar todos los campos de concentración alemanes. Es de destacar el

elogio que se hace del campo de Theresienstadt (Terezin) en el que se hallaban exclusivamente judíos.

“Este campo, en el que vivían unos 40.000 judíos deportados de diversos paises, era un ghetto

relativamente privilegiado” (238). Según informes recogidos por el C.I.C.R. este campo había sido creado a

título experimental por ciertos dirigentes del Reich que querían dar a los judíos la posibilidad de vivir en

común en una ciudad administrada por ellos mismos y dotada de una autonomía interna casi completa…

Los delegados pudieron visitar ese campo el 6 de Abril de 1945, semanas antes del f in de la guerra y doce

días antes de su ocupación por los Aliados, y confirmaron la impresión favorable obtenida en su primera

visita” (239).

El C.I.C.R. elogia, muy especialmente, la actitud humantaria del régimen de la Rumania fascista de

Antonescu, que permitió y dió toda clase de facilidades al Comité para que socorriera a los 183.000 hebreos

rumanos. Esta ayuda duró hasta la ocupación del país por las tropas soviéticas, lo que significó el fin de la

misma, pues “el C.I.C.R no consiguió jamás mandar ni un sólo paquete de víveres, ni de correspondencia, a

la Unión Soviética ni a los paises controlados militarmente o políticamente por ella (240). Es típico el caso

de Auschwitz. El C.I.C.R. recibió una correspondencia voluminosa procedente de ese campo hasta la llegada

de los soviéticos; entonces la correspondencia cesó de llegar. Una parte de los detenidos fué evacuada

hacia el Oeste, a la zona ocupada por americanos e ingleses, instalándose en Oranienburg y Buchen wald, y

el C.I.C.R. pudo continuar haciéndoles llegar víveres y medicamentos no así a los que quedaron en

Auschwitz, con los que se perdió todo contacto.

Es curioso, por otra parte, que si los detenidos podían mandar, a través del C.I.C.R., una voluminosa

correspondencia, y más concretamente desde el fa~ moso “campo de la muerte” de Auschwitz, no se

filtrara, en la misma, ningún indicio acerca de los supuestos asesinatos masivos alli cometidos.

Evidentemente en Auschwitz, como en todas partes, existía una rígida censura de correspondencia con sus

propios co-nacionales, y a mayor razón con los internados políticos o por razones administrativas. Pero

choca con el sentido común más elemental que ni una sóla de las misivas escritas desde Auschwitz

consiguiera, por medios indirectos, comunicar a los Aliados la supuesta realidad de las masacres y de las

cámaras de gas. Y raya en la imposibilidad pura y simple que los delçgados de la Cruz Roja que se pasearon

por los campos de concentración alemanes durante el curso de la guerra, no se apercibieron de nada.

Podrá argüirse qúe si se apercibieron pero guardaron silencio para no agravar aún más la suerte de los

internados. Pero este argumento no es válido, por cuanto el Rapport del Comité Internacional de la Cruz

Roja fué publicado en Ginebra, tres años después del fin de la guerra. Es más, teniendo en cuenta el clima

político imperante en aquellas fechas, hubiera sido más popular para el C.I.C.R. afIrmar que había

comprobado la existencia de cámaras de gas que guardar silencio sobre el tema. Y cuando fueron

requeridos, los delegados del C.IC.R., a que se pronunciaran al respecto, manifestaron que les era imposible

no oponerse a la irresponsable campaña con la que se pretendía acusar de genocidio al régimen nazi.

Uno de los aspectos más importantes del Rapport a que nos estamos refiriendo es que viene mucha luz

sobre los motivos del aumento de los decesos en los campos de concentración hacia el final de la guerra.

Por ejemplo, se afirma que “. . . en las condiciones caóticas en que se debatia Alemania hacia el fin al de la

guerra, los tremendos bombardeos aéreos arruinaron no sólo la economía sino los transportes en el ámbito

del III Reich. Los víveres no llegaron a los campos de concentración y hubo cada vez mas .detenidos que

perecían de inanición” (241). Alarmado por tal situación, el Gobierno Alemán informó de ello a la Cruz Roja,

en Febrero de 1945. A principios de Marzo de 1945, Kaltenbrunner se entrevistó con el Presidente del

C.I.C.R. De resultas de tal entrevista, la Cruz Roja se encargó, a través de sus propios delegados, de tal

distribución de los paquetes de víveres en los campos y un delegado del C.I.C.R. fué autorizado a

permanecer en cada campo. Dicho delegado tenía plena libertad tic movimientos (242). Es decir, que en los

dos últimos meses de la conflagración, cuando, según los apóstoles de la literatura concentracionaria, los

alemanes llevaban a cabo, con toda su intensidad, su política de ge. nocidio, había un delegado de la Cruz

Roja en cada campo. Y ninguno de tales delegados se dió cuenta de nada. Ninguno vió una cámara de gas.

Ninguno vio un crematorio que no se utilizara para incinerar cadáveres de apestados o de tíficos. Ninguno

tuvo la curiosidad para escuchar los rumores sobre el gaseamientos o cremaciones colectivas de seres

vivos. Todos estaban distraídos ¿Tódos? ¿Es esto admisible?

Pero aún hay más. El C.I.C.R. protestó, el 15 de Márzo de 1944 contra “la bárbara guerra aérea de los

Aliados” (243). Esta protesta se hizo oficialmente en el interés de los prisioneros de guerra y de los

internados administrativos (es decir, en su gran mayoría judíos). El 2 de Octubre de 1944 el C.I.C.R. formuló

una nueva protestas al “Foreign Office”, advirtiendo del inminente hundimiento del sistema de

comunicación alemán y afirmando que traería como consecuencia inevitable el hambre para todos los que

se encontraban entonces en Alemania, prisioneros incluidos (244).

En lo que concierne a la tasa de mortalidad en los campos, el Rapport precisa que se utilizaron los servicios

de la mayor parte de los médicos judíos internados para luchar contra el tifus en el frente del Este, pero

muchos médicos israelitas, estuvieron en los campos luchando contra las epidemias de tifus cuando éstas

llegaron a su punto álgido en 1945 (245).

Por lo que se refiere a la alegación de que los alemanes habían camuflado las cámaras de gas en salas de

duchas, el Rapport del comité lo desmiente tácitamente al declarar:

“Los delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja visitaron no solamente los lavabos, sino las

instalaciones de baños, las duchas y los talleres de lavado de ropas. Debieron intervenir a menudo para

hacer reparar algunas instalaciones o para lograr mejoras”.(246)

Esto nos parece definitivo. Los delegados del C.I.C.R. visitaron los célebres baftos-ducha, y si debieron

intervenir para repararlos o lograr mejoras, es porque los vieron en acción. Admitamos que a algún o

algunos delegados lograran engañarles los alemanes, haciendoles “ver” que las “cámaras de gas” eran

baños—ducha. Concedido. Pero, ¿a todos los delegados a la vez, y en todos los campos?. Precisamente el

examen de este voluminoso Rapport en tres volumenes, con un total de 1.630 páginas de documentos

oficiales demuestra que los delegados del C.I.C.R. no encontraron ningúna prueba, en los campos de

concentración de Alemania y de los países ocupados o bajo su área de in. fluencia, de una política oficial,

extra—oficial y deliberada de exterminio de los judíos. En ninguna de las 1.630 páginas se habla de cámaras

de gas, ni de otros crematorios que los convencionales, destinados a incinerar cadáveres. El Rapport

reconoce que los judíos, como muchos otros pueblos en el curso de la guerra, sufrieron privaciones y que la

vióa en los campos de concentración, sobre todo en los últimos meses, fué penosa, pero el silencio tot al

sobre una política deliberada de exterminio, refuta, por si sólo, la fábula de los Seis Millones.

El Volumen III del Rapport trata extensamente de la ayuda “prestada a los judíos de la población libre”

(247). Se demuestra sin resquicio alguno a la duda razonable que no todos los judíos fueron internados en

campos de concentración, sino que muchos miles de ellos, en ciertas zonas, permanecieron mezcladas con

la población civil, aún cuando estuvieron sometidos a determinadas restricciones.

En Eslovaquia, por ejemplo, estuvieron casi todos libres, en un regimen parecido al de la “libertad vigilada”.

En ese país actuaba el adjunto de Eichmann, Dieter Wisliceny (248), y los judíos que fueron enviados a

campos de concentración sólo fueron los participantes en acciones de sabotaje y los afiliados a los partidos

marxistas. Esta situación se prolongó hasta Agosto de 1944, en que se produjo un conato de sublevación

contra el regimen del Padre Tisso, aliado de Alemania; en esa sublevación los judíos eslovacos tomaro n

parte casi en masa y entonces, salvo raras excepciones, los judíos fueron internados en campos de

concentración (249).

Entre los tres millones o tres millones doscentos mil judíos que, según demostrado en el epígrafe “LOS

DERECHOS DE LA ARITMETICA” se hallaban en Europa, en el curso de la guerra, en territorio controlado por

Alemania, hubo no sólo muchos que no fueron internados y otros muchos que tomaron parte en los

movimientos de partisanos, sino que además una parte de ellos pudo emigrar en el curso de la contienda,

generalmente yía Hungría, Rumania y Bulgaria, hacia Turquía Europea. Esta emigración a partir de los

territorios ocupados por los alemanes fué facilitada igualmente por el Reich. Es curioso el cáso de los judíos

polacos que llegaron a Francia antes de la ocupación de este país. “Los judíos de Polonia que, hallándose en

Francia, habían obtenido varias visados de entrada en los Estados Unidos, fueron considerados ciudadanos

americanos por las autoridades alemanas de ocupación, que aceptaron ulteriormente reconocer la validez

de unos tres mil pasaportes entregados a judíos por determinados consulados de países de América Latina”

(250): Como futuros ciudadanos americanos, estos judíos fueron internados en el campo de Vittel

reservado a ciudadanos americanos cuya presencia se consideraba “non grata” en la Francia Ocupada.

Muchos de estos ciudadanos americanos eran, también, de origen racial judío.

La emigración de los judíos europeos a partir de Hungría, en especial, continuó en el curso de la guerra,

sintrabas por parte de las autoridades alemanas. “Hasta Marzo de 1944, los judíos que tenían el privilegio

de haber obtenido visados ingleses para ir a Palestina fueron autorizados a abandonar Hungría, en

dirección a Estambul” (251).

Incluso después de la caída del régimen de Horthy y su substitución por el de Szallasi la emigración de los

judíos continuó. El C.I.C.R. recibió un mensaje personal del Presidente Roosevelt en el que se especificaba:

“El Gobierno de los Estados Unidos reitera expresamente que hará todo lo necesario para ocuparse de

todos los judíos que están siendo autorizados a partir enlas actuales circunstancias” (252).

Un hecho que ilustra claramente la profundidad del lavado de cerebro colectivo a que se ha llegado en

nuestra triste época es que un documento de especialistas, como el Rapport de la Cruz Roja, sea

prácticamente ignorado por el gran público, mientras la lacrimógena impostura del Mito de Anna Frank

haya alcanzado alguna notoriedad mundial y hasta haya sido impuesto como li bro de texto obligatorio en

varios “lander” de la muy democrática República Federal Alemana.

(233) Rapport del C.I.C.R.. — Volúmen III, p.78.

(234) Ibid. Id. Op. Cit. Volumen III, p. 80.

(235) Ibid. Id. Op. Cit. Vol III, pág. 83.

(236) Ibid. Id. Op. Cit. Vol 1, pág. 644.

(239) Ibid. Id. Op. Cit. Vol 1 pag, 642.

(240) Ibid. Id, Op. Cit. Vol 1, pag, 62.

(241) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. III, pag. 83.

(242) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. III, pag. 83—84.

(243) Inter Arma Caritas, pág. 88.

(244) Inter Arma Caritas, pág. 79.

(245) “Rapport del C.I.C.R”. Vol. I. Pág. 204.

(246) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. III; p. 594.

(247) Rapport del C.I.C.R. Vol I, cap. 3—1.

(248) Capturado por los comunistas checos fue “interrogado” en la prisión de Bratislava, donde, en

Noviembre de 1946 firmó unas “confesiones” al estilo soviético, incriminandose a si mismo y a numerosos

jerarcas nazis. Estas confesiones están, insólitamente, escritas en inglés y hablan de que la ocupación de

Polonia incrementó en tres millones la cifra de judíos bajo control nazi —tesis comunista tiempo ha

refutada— lo que da un indicio clarísimo de la identidad de los autores de su “confesión” (N.del A.)

(249) Rapport del C.I.C.R. Vol. 1, pág. 646.

(250) Rapport del C.I.C.R. VoL 1, pág. 645.

(251) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. 1, pág 648.

(252) Ibid. Id. Op. Cit. Vol 1, pág. 649.

CONCLUSION:

Creemos haber demostrado, en las páginas precedentes, los siguientes puntos:

1) Los Nazis querían que los judíos emigraran; de Alemania, primero. De toda Europa después. Pero no

querian liquidarlos físicamente. De haberlo querido, más de quinientos mil judíos no estarían actualmente

en Israel cobrando indemnizaciones de Alemania Federal. Si algo les sobró a los Nazis para exterminar a los

judíos fué tiempo. Seis años desde que empezó la guerra y doce desde que tomaron el poder, muy

democráticamente por cierto.

2) Es un hecho histórico que los Nazis intentaron solucionar el problema judío a base de facilitar su

emigración ordenada a otros paises. Las grandes “democracias”, que mantenían ine xplorados y vacíos

inmensos territorios no dieron ciertamente facilidades. El poderoso movimiento sionista no presionó

tampoco para activar una emigración ordenada, tal como deseaba Hitler. A tal movimiento político incluso

le convenía que algunos cientos de miles de correlegionarios suyos pasaran penalidades en Europa.

Penalidades que luego se cobrarían al ciento por uno, política o económicamente, y ayudarían a mantener

la cohesión del Judaísmo. Hitler ofreció una solución del problema judío en el discurso ante el Reichstag el 6

de Octubre de 1939, después de la campaña de Polonia. A parte de proponer la paz, el punto 3º de su

discurso vetsó sobre “Un intento de ordenar y solucionar el problema judío”. Su propuesta no halló el

menor eco en los gobiernos de las democracias occidentales.

3) Ni un sólo judío fué gaseado en Alemania y Austria, y cada vez hay más pruebas de que tampoco ocurrió

en Auschwitz. Está demostrado que las pretendidas pruebas presentadas sobre los supuestos gaseamientos

en Auschwitz son burdas mentiras, culminadas con el milagro atribuido a los Nazis, capaces de dinamitar las

cámaras de gas, para hacer desaparecer las huellas de su crimen, sin que los crematorios, que se hallaban

en el piso de encima, según las autoridades polacas, sufrieran daño alguno.

Hubo ciertamente crematorios para incinerar a los que habían muerto por diversas causas, incluyendo los

genocidas raids aéreos de la aviación Aliada.

4) La mayor parte de los judíos que perecieron en pogroms lo fué a manos de las poblacion es civiles antes

de la llegada de la Wehrmacht, la cual estaba interesada en el “manpower” que podían representar los

judíos en la industria y la agricultura.

5) La mayor parte de los judíos que perecieron a manos de los alemanes eran elementos subversivos,

espías o partisanos. En muchas ocasiones, también, los judíos eran víctimas de las represalias contra las

actividades dé los citados partisanos. Las ejecuciones de rehenes, con todo lo lamentables que puedan ser,

están previstas en todos los códigos militares del mundo, y su justificación radica en la existencia de los

propios partisanos. Son éstos los que rompen la barrera entre combatientes y no—combatientes al no

llevar uniforme y refugiarse en el anonimato de la población civil. Lo que pueda sucederle a éste será

responsabilidad de los partisanos, que actúan fuera de las leyes de la guerra, y no del ejército regular.

También perecieron muchos judíos, en los campos de concentración, ejecutados por actos de sabotaje

(298). La ejecución de saboteadores en tiempo de guerra está igualmente prevista en los códigos militares,

y no sólo en el alemán.

6) Si fuera cierto que los Nazis ejecutaron, de hecho, a Seis Millones de judíos, el Judaísmo solicitaría

subsidios y más subsidios para fomentar las investigaciones sobr el Genocidio, e Israel pondría sus archivos

a disposición de los historiadores. Ni el Judaísmo ni el estado de Israel lo han hecho así. Muy al contrario, a

todo aquel que ha intentado estudiar el problema seriamente lo han boycoteado, moral o materialmente.

Esto constituye, a nuestro juicio, una prueba moral de que la cifra de los Seis Millónes es una estafa.

7) No hay ni una sóla prueba material del Genocidio. Hemos demostrado que la cifra de Seis Millones de

gaseados es demográfica y materialmente imposible, así como técnicamente irrealizable. El modus

operandi descríto por los autores del Mito es farragoso, innecesaria y ridículamente complicado y de un

costoso prohibitivo en tiempo de guerra.

Los testimonio aducidos (Hoettl, Hoess, Eichmann, Gerstein) son inválidos: a) por haber sido, según es

público y notorio, obtenidos bajo coacción. b) por no haber sido posible someterlos a contrainterrogatorio

de la defensa, lo cual los descalifica automáticamente.

8) Son los acusadores los que tienen la obligación de presentar la prueba de que los Nazis gasearon a Seis

Millones de judíos, y no los acusados Nazis. El fardo de la prueba recae, en todos los países civilizados, en el

acusador, y no en el acusado. Demostrar una verdadera culpabilidad es mucho más fácil que demostrar una

verdadera inocencia. ¿Cómo va a poder demostrar, el hombre más honrado del mundo, que nunca robó

nada a nadie? Es el acusador quien tiene que demostrar sus cargos. Por tal motivo, los juicios contra

antiguos SS, guardianes de campos de concentración, a los que se declara a priori miembros de

organizaciones criminales y deben demostrar su inocencia sobre hechos que se suponen acaecidos hace

treinta y cinco años, no son más que linchamientos legales.

9) Lademostración obvia de que la cifra de Seis Millones no tiene ningún fundamento nos la da el hecho de

que los propios historiadores, escritores, publicistas y políticos judíos, sionista o no, presentan

discrepancias verdaderamente ridículas en sus cálculos. Tras hacer firmar al desgraciado Gerstein

(suponiendo que existiera) que los Nazis asesinaron a 45 millones de judíos, y luego, dos meses más tarde,

reducir la cifra a 25 millones, para dejarla en “20 millones y pico” (sic) se descendió gradualmente a once

millones, luego a ocho millones y finalmente se estabilizó la cuenta en la cifra de Seis Millones. Esta cifra

perduró casi veinticinco años, en realidad aún perdura, pero coexiste con nuevas cifras. Por ejemplo, el

Fiscal del Proceso Eichmann citó la cifra de 5.700.000, pero el Juez en sus conclusiones rehusó complicarse

la vida con cifras y habló de “varios millones de inocentes judios”. (299) William Shirer el buda de los

historiadores judíos, asegura que los Nazis asesinaron a cuatro millones de judíos (300). Josef G. Burg deja

la cifra en 3.323.000 y aún se cubre con la frase de que “a tal cifra se llega tomando como ciertas las cifras

de los más desenfrenados cultivadores de esa Mentira” (el supuesto Genocidio). El Padre Daniel Rufeisen

corrige ligeramente las cifras de Burg y cifra el número total de judíos muertos en el transcurso de la

contienda —por todos conceptos, incluyendo las causas naturales— en unos tres millones, como máximo.

Aldo Dami —medio judío y casado con una judía— da la cifra de medio millón, también como máximo. Y el

doctor Listojewski, un judío californiano, tras estudiar durante dos años el problema, afirma que el número

máximo de judíos que perecieron durante el periodo hitleriano osciló entre 350.000 y 500.000 y remacha

“Si nosotros, los judios, aseveramos que fueron Seis Millones, es una gran mentira (301). Finalmente, el

judío americano, Doctor Freedman, como ya hemos visto, cree que la cifra de bajas judías no excedió de las

300.000 mientras niega en redondo la Mitología del Holocausto.

10) El mutismo de la Cruz Roja Internacional y del Estado Vaticano como institución, tanto durante la

guerra como al final de la misma, sobre el plan genocida oficial u oficioso ideado y puesto en práctica por

los Nazis para exterminar a los judíos, demuestra que tal plan no existió.

11) En número aproximado de bajas sufridas realmente por los judíos se sitúa, en nuestra opinión, entre

250.000 y 400.000. Esas cifras representan, para nosotros, el mínimo y el máximo. La razón de tan

importante diferencia estriba en la absoluta falta de credibilidad de los testimonios emanados de fuentes

rusas o polacas, y también del hecho de que a veces los judíos son catalogados como tales en las

estadísticas, y a veces como rusos, polacos, etc,. No obstante, y remitiéndonos a lo que mani festamos en el

epígrafe “¿CUANTOS MURIERON EN REALIDAD?” creemos que la cifra debe situarse alrededor de los

300.000. Damos por supuesto que un tercio de las personas muertas en campos de concentración eran

judías (no debemos olvidar que los prisioneros de guerra rusos se contaban por millones), y si, según la

Cruz Roja Internacioñal murieron en los campo de concentración unas 395.000 personas podemos

desglosar las bajas de la siguiente manera, en lo que concierne a los judíos: unos 130.000 en los campos de

concentración, a causa de infecciones, mala alimentación al final de la guerra, causas naturales,

bombardeos aéreos, y, eventualmente, malos tratos de algunos guardianes, entodo caso, individuales y a

espaldas del mando. Debe, además, insistirse en que las condiciones de vida de los internados empeoraron

cuando los alemanes entregaron la administración interna de los campos a los “kapos”, es decir a los

propios internados. Unos noventa mil en acciones bélicas a manos de los “Einsatzgruppen” (esta cifra es la

máxima que se ha admitido por los propios judíos que pretenden ser historiadores). Y podemos cifrar el

resto de los muertos judíos (a causa de su participación en los movimientos de resistencia occidentales; en

el alzamiento armado del ghetto de Varsovia, de los bombarderos aéreos Aliados, por actos de sabotaje,

subversión y espionaje y por causas naturales) en una cifra intermedia entre 50.000 y 100.000 personas. Es

decir, en total, más o menos las que murieron en una noche en el bombardeo terrorista de la ciudad—

hospital de Dresde, perpetrado por la aviación aliada, drama del que nunca se ocupan nuestros grandes

medios de “información”.

12) La finalidad del Fraude tiene una doble vertiente: por un lado, impedir una auténtica unidad del bloque

Occidental. Por otro, obtener fondos, mediante la operación de chantaje y difamación más monstruosa del

toda la historia del mundo, para el estado de Israel.

(298) Los propios judíos se han enorgullecido de su labor de sabotaje. Por ejemplo, en el campo de Dora,

donde se fabricaban las V—2, los judíos sabotearon su puesta a punto, de manera que un buen porcentaje

de las mimas quedaron inutilizadas. En Sachsenhausen la dirección del campo debió solicitar, la ayuda de la

Gestapo ante la magnitud de los sabotajes en la fabricación de motores Heinkel. (“Impossible Oubli”, Paris,

1970).

(299) En toda la Historia del Derecho, esta fué la primera vez que un acusado fué declarado culpable de un

número indeterminado de crímenes. Incluso en los procesos contra las “brujas” en l a Baja Edad Media se

debía especificar, obligatoriamente, cantidad y calidad de los delitos imputados. Normalmente, el Juez del

Proceso de Jerusalén debiera haber sido revocado, y el juicio anulado y repetido con otro juez, que se

ajustara a derecho (N. del A.)

(300) William Shirer: “Rise and Fail of the III Reich”.

(301) Publicado en la Revista “The Broom”, de San Diego, California,el 11 de mayo de 1952.

Imagen del Rapport donde se menciona las victimas Judias en los Campos de Concentracción.

Alli se ve que el total de judios muertos fueron de 271.304 personas, bastante menos que los 6 millones

que se dice.

--------

“La primera víctima de la guerra es la verdad”

Winston Churchill

VIDEO: https://youtu.be/PnZxojlcXFk

--------

DOCUMENTAL: El Fraude del Auschwitz (1ª parte de 7)

VIDEO: https://youtu.be/wKOoh0RE8aA

---------

Holocuento para inútiles ( 1/3 )

VIDEO: https://youtu.be/ZKf-iHfhkc0

----------

Los campos de concentración

nazis y el mito de los 6 millones

Los llamados modernos medios de Información que, en honor a la Verdad, debieran ser apodados de

“Desinformación”, han presentado una imagen convencional del problema. El contencioso germano-judío

ha sido fallado por la Historia Oficial de la post-guerra de manera totalmente maniquea. Los nazis y, por

extensión, los alemanes todos, eran unos brutos salvajes que encerraban a los judíos de Alemania y de los

países que lograron ocupar militarmente en unos campos de concentración, con la finalidad de

exterminarlos en crematorios y en cámaras de gas. Los judíos eran unas inocentes criaturas, que se dejaban

llevar mansamente al matadero, entonando a coro el Cantar de los Cantares. Esa imagen ha sido reiterada,

ad nauseam, en revistas y periódicos, por la radio y la televisión de todos los paises, beligerantes o no en la

pasada guerra… Docenas, centenares de peliculas han aparecido y aparecen aún, pasados treinta años del

final de la contienda, repitiendo obsesivamente el mismo leit motiv: alemanes estúpidos, nazis asesinos,

judíos inocentes y holocausto infernal de seis millones de personas, perpetrado con refinamientos de

crueldad inconcebibles en seres que se suponen civilizados.

Antes de entrar decididamente en lo que constituye el tema central de la presente obra, esto es, la

demostración de que no existió un plan oficial aleman para la exterminación masiva de los judíos por el

hecho de serlo y que, en cualquier caso, la cifra de bajas judías, por todos los conceptos, de resultas de la

conflagración mundial, no pudo sobrepasar el 10 por ciento de la cifra oficial, hemos querido situar el

problema en sus justos y exactos términos. Tal vez nos hayamos extendido ex cesivamente en los

precedentes epígrafes, pero ello nos ha parecido impréscindible para una nueva evaluación precisa del

problema.

Bien intencionados de la escuela revisionista se han sumergido de lleno en el tema, olvidándose de los

antecedentes del mismo, y limitándose a señalar la imposibilidad material de la cifra de seis millones de

exterminados. Un tal planteamiento, excluyendo las circunstancias que enmarcan el caso, parece dar por

sentado que es lógico el internamiento de varios millones de civiles en campos de concentración.

Si se omite el mencionar lo que, basandonos en testimonios de parte contraria a los nazis o, simplemente, a

los alemanes en general, hemos reseñado en los epígrafes anteriores, cualquier lector medianamente

advertido notará una laguna que por fuera hay que colmar. A nuestro juicio, el planteamiento correcto del

problema de lo que no dudamos en calificar como “el mayor fraude histórico de todos los tiempos” es el

siguiente:

a) La tradicional amistad entre el Sionismo y el Pan-Germanismo quedo rota cuando, a mediados de 1917,

aquél traicionó una alianza fáctica y propició la entrada de los Estados Unidos en la guerra, al lado de los

Aliados, lo que originó la derrota de Alemania y el infausto Tratado de Versalles, en cuya redacción

participaron numerosos e influyentes judíos, en muchos casos nacidos en Alemania

b) La masiva participación de los judíos en las revueltas comunistas ocurridas en Alemania entre 1917 y

1925, así como su papel de líderes de los movimientos disolventes y antinacionales, culminando todo ello

en una posición de preponderancia política y económica contribuyó poderosamente al triunfo electoral del

Nacionalsocialismo, cuyo programa preveía la asimilación de los judíos alemanes al estatuto de extranjería.

c) Tal como hemos visto en precedentes epígrafes, los judíos del mundo entero, incluyendo los nativos de

Alemania y Austria, declararon, de hecho y oficialmente, la guerra a Alemania.

d) En el transcurso de la guerra, diversos judíos con pasaporte norteamericano, inglés, francés o apátridas

(ex-alemanes) coadyuvaron al endurecimiento de la guerra contra Alemania y a la entrada de los Estados

Unidos en la contienda.

e) Las actividades de los judíos en los diversos movimientos de resistencia, es decir, de francoti radores que

combatían sin uniforme, han sido tan voceadas por los propios hagiógrafos de los judíos que huelga

extenderse sobre ello. En dichos movimientos —de lucha ilegal según las Convenciones de Ginebra y La

Haya, no se olvide— los judíos eran legión.

f) En tales circunstancias, y atendidos los citados precedentes, los civiles judíos constituían, tanto en

Alemania como en los territorios que sucesivamente fue ocupando el Ejército Alemán en el curso de la

guerra, un peligro potencial. Por consiguiente, se hizo necesario, en determinados casos, su internamiento.

g) Ese internamiento hubo de realizarse en campos de concentración, que hubo que improvisar en plena

guerra, pues los construidos en preguerra para alberge de marxistas y elementos asociales no bastaban.

Con la masiva llegada de prisioneros, especialmente procedentes del frente del Este, la situación en los

campos de concentración empeoró, aumentando la tasa de mortalidad, ya normalmente elevada en los

campos de prisioneros.

h) La tesis oficial pretende que, mediante gaseamientos, crematorios, fusilamientos en masa y sevicias de

todo género, no menos de seis millones de judíos fueron deliberadamente ejecutados por los nazis,

siguiendo un plan oficial del Gobierno Alemán.

i) Como vamos a demostrar seguidamente, no existió ningun programa oficial de exterminación de los

judíos, no existieron cámaras de gas y los crematorios tenían como finalidad la incineración de los

cadáveres. Finalmente la cifra de seis millones de judíos muertos representa de quince a veinte veces la

realidad.

j) El “mito de los seis millones” es artificiosamente mantenido en vida por el interés mancomunado y

convergente del Sionismo Internacional y de la Unión Soviética. Para ésta, la creencia en tal entelequia

mantiene en pié un muro de horror entre Alemania Occidental y los demás paises de la Europa residual aún

no sometidos al Comunismo. Si seis millones de judíos fueron exterminados, muchísimos alemanes

debieron saberlo; si lo sabían y lo toleraban Alemania era —y debe continuar siendolo— un país de

salvajes, indigno de la convivencia internacional. Así se mantiene una resquebrajadura permanente en el ya

de por sí poco sólido edificio de la Alianza Atlántica. Para aquél, —para el Sionismo—, la pervivencia del

mito representa la seguridad de poder continuar contando con la República Federal Alemana como

enjuagador de los permanentes déficits del Estado de Israel.

Los campos de concentración para judíos y (no-judíos) estaban ubicados en las siguientes ciudades:

Katzweiler, Dachau, Flossenburg, Buchenwald, Bergen-Belsen, Neuengamme, Ravensbruck,

Sachsenhausen, Gross-Rosen, Theresienstadt, Mauthausen, Stutthoff, Chelmno, Treblinka, Sobiror,

Maidanek, Belzec, Auschwitz-Birkenau, Vught, Dora, Beuchow, Drancy, Ellrich, Elsing, Gandersheim, Gurs,

Herzogenbusch, Kistarcsa, Lublin y Wolzec.

Para empezar, he aquí una fantástica coincidencia. Según la literatura concentracionaria, aún cuando los

malos tratos ejercidos con lunático sadismo se dieron en todos los campos citados, sólo fue ron “campos de

exterminación” propiamente dichos los de Auschwitz-Birkenau, Stutthof, Chehnno, Belzec, Treblinka,

Maidanek y Sobiror, es decir, todos los situados en territorio actualmente controlado por los comunistas,

rusos o polacos. Se ha podido probar que ni Dachau, ni Buchenwald ni Bergen-Belsen, todos ellos en

territorio Alemán, fueron “campos de exterminación”; cuando se ha pretendido continuar las

investigaciones en los siete campos restantes, actualmente en territorio controlado por los comunistas ,

éstos han declarado, bajo “palabra de honor” que la versión que los presenta como campos de exterminio

es correcta, y el asunto se ha dado por zanjado. Así pues, la cuestión de los campos de exterminio se inicia,

ya, con una coincidencia matemáticamente super-improbable. Pero de ello ya hablaremos más adelante, al

estudiar el caso campo por campo.

Ahora creemos interesante hacer un inciso sobre la necesidad del internamiento de grandes masas civiles

de halógenos potencialmente hostiles, llevada a cabo por paises en estado de guerra. Pero he aquí que

según datos proporcionados por el mismo Congreso Mundial Judío, habían, en 1957:

– Judíos en la Unión Soviética…………………………………………………. 2 millones.

– Judíos en los Estados Unidos………………………………………………. 5,2 millones.

– Judíos en otros países…………………………………………………………4,6 millones.

– Lo que totabiliza: 11,8 millones.

Once millones ochocientos mil judíos. Es decir, 0,8 millones MÁS de los que debieran haber de acuerdo con

el primer cálculo. Por consiguiente, un testimonio de tan excepcional calidad como el propio Congreso

Mundial Judío admite, tácitamente, que el número de “victimas” no puede ser siquiera de 5,7 millones,

debiendo rebajarse a 5,7 – 0,8: 4,9 millones.

Pero, según informa el demógrafo norteamericano Roland L. Morgan, en el censo de la población soviético

de 1957, el número de judíos residentes en la URSS era ligeramente superior a los tres millones y no los

DOS MILLONES mencionados por el Congreso Mundial Judío. Si substraemos ese millón “perdido” y ahora

“hallado” en Rusia, de la cifra del párrafo anterior deberemos deducir precisamente “ese” millón: 4,9

millones – 1 millón: 3,9 millones.

Ahora bien, si el Congreso Mundial Judío pudo “arreglar” la población judeo—soviética en un tercio,

¿podemos admitir como aceptable la sospechosamente baja cifra de sólo 5,2 millones de judíos en los

Estados Unidos…?

Roland L. Morgan lo niega resueltamente, razonándolo de la siguiente manera: “Según cifras oficiales del

Comité Judeo— Americano la población judía de los Estados Unidos era, en 1917, el 3,27 % del total; en

1927, el 3,58 % y en 1937 el 3,69 %. Todos sabemos que, además del aumento natural normal se produjo,

en las décadas de los años 40 y 50 un tremendo influjo de inmigrantes judíos — tanto ilegal como

ilegalmente— a las hospitalarias tierras americanas. Pero, sorprendentemente, si hemos de creer las cifras

del Congreso Mundial Judío, en 1957 el porcentaje había descendido hasta un 2,88 % del total (5,2 millones

sobre 180 millones). Esto es imposible. No se puede admitir”.

En efecto: ¿cómo pudo ocurrir ese “milagro”?. No sería más lógico suponer que, según el demógrafo

norteamericano Wilmot Robertson, a mediados de la decada de los cincuenta debieron haber en los

Estados Unidos entre ocho y nueve millones de judíos, lo que llevaría su porcentaje con respecto al total de

la población a un 4,5 %?. Porque, en todo caso el asumir que el porcentaje descendió por debajo del nivel

de 1937 es sencillamente absurdo.

Examinemos esta cuestión desde otro punto de vista. La revista “Time”; citando el Anuario de las Iglesias

Americanas informa de que hay, en los Estados Unidos, 5,5 millones de judíos “practicantes de la religión

mosaica”. En otras palabras, si el número total de judíos oficialmente admitidos en el pais es de 5,2

millones, resulta que más del cien por cien de los judíos —apróximadamente el 106 por ciento— están

inscritos en sus comunidades religiosas. ¿Otró milagro?… Que no todos los judíos residentes en los Estados

Unidos son practicantes de su religión está corroborado por un artículo aparecido en el mismo semanario

“Time” en el que se afirma que sólo el 10,6 % de la población neoyorquina profesa la religión mosaica, a

pesar de que el porcentaje total de los judíos en esa ciudad es del 28%, aún cuando creemos, avalad os por

las obras de Robertson, entre otros, que esa cifra es inferior a la realidad, que más bien debe acercarse al

35%. En todo caso, una cosa es evidente: más de la mitad de los judíos neoyorquinos son religiosamente

indiferentes y no se hallan registrados en las sinagogas. Según las estadísticas , el 38% de los americanos

son ateos o agnósticos, y el 62% pertenece a una u otra de las diversas religiones. Dando por sentado —

tratando, como siempre hacemos, de ponernos en la postura más favorable a la tesis oficial de los seis

millones— que los judíos norteamericanos son más religiosos que sus compatriotas neoyorquinos, les

aplicaremos, a todos ellos, el porcentaje general del 62%. De manera que si hay 5,5 millones de judíos

“practicantes” (62%), deben haber, aproximadamente otros 3,3 millones de “no practicantes” (38 %).

Sumando ambas cifras tendremos un total de 8,8 millones de judíos en los Estados Unidos, lo que cuadra

con las cifras de Robertson. Además, esta cifra, que es el 4,9% de la población americana, coincide con

nuestro anterior cálculo y es, indudablemente, mucho más plausible que la ridículamente baja cifra de 5,2

millones que, con fines evidentemente políticos facilitó el Congreso Mundial Judío.

Este exceso en la población judía de los Estados Unidos, es decir, 8,8 miIlones – 5,2 millones: 3,6 millones

nos da derecho a acortar, por tercera y úl tima vez el número de victimas, pues resulta obvio a la luz de los

precedentes cálculos que el número de los judíos americanos ha sido, igual que el de l os rusos, “ajustado”

en más de un tercio. Y resulta evidente que si no se hubieran producido tales “ajustes” hubiera sido

imposible mantener tanto tiempo el mito de los SEIS MILLONES (ahora, ya 5,7 millones) de víctimas judías.

De modo que, finalmente, resulta: 3,9 millones – 3,6 millones “descubiertos” en los Estados Unidos: 0,3

millones. Y esta cifra, 300.000 judíos, es el número aproximado de muertos que tuvo esa comunidad a

consecuencia de la II Guerra Mundial. Es posible incluso que la cifra haya sido algo más baja, o algo más

alta, pudiéndose concluir que el número total de bajas judías debió escilar entre las 250.000 y las 400.000.

Creemos que las cifras y razonamientos presentados más arriba debieran ser mas que suficientes para

demostrar que las reticencias y cautelas de la Encyclopædia con respecto al número de victimas judías

estaban más que justificadas, pues la más bombástica y desvergonzada campaña propagandistica que han

visto los siglos multiplicó, de quince a veinte veces, el numero real de bajas judías en la contienda mundial.

Aldo Dami, autor que dista mucho de ser un “pro-nazi”, con sangre judía en sus venas y casado con una

judía, ha escrito un documentadisimo libro el que demuestra que el total posible de victimas judías en la

guerra fué de seiscientas mil, aunque afortunadamente, dicho total posible no se alcanzó, pues hubo

muchos individuos dados inicialmente por desaparecidos en las cámaras de gas y crematorios, que

aparecieron, años después, en el nuevo Estado de Israel. Para Dami perecieron, como máximo, medio

millón de judios, incluyendo los que murieron en la sublevación armada del ghetto de Varsovia y las

victimas del terrorismo de los movimientos de “resistencia”, del consiguiente “contraterrorismo” y de los

bombardeos aéreos.

Otro judío, el demógrafo Allen Lesser confesó que “el número de judíos fallecidos en la pasada contienda

ha sido profusamente exagerado”, y también que, “según se divulgó durante los años de guerra, por parte

de las agencias de prensa judaicas, el número de judíos muertos en toda Europa, asciende a varios millones

más de los que los mismos nazis supieran jamás que hubiesen existido” .

De las cifras facilitadas por el escritor judío Jacob Letchinsky se deduce, igualmente, que, como máximo, de

trescientos cincuenta a cuatrocientos mil israelíes perecieron en la contienda, por todos los conceptos, y

aproximadamente, los dos tercios de esa cifra en los campos de concentración.

La cifra de trescientos mil judíos muertos ha sido sostenida por el periódico suizo “Die Tat”, de Zurich que

tras un documentado estudio, basado en fuentes neutrales y judías, concluye que “el total de victimas

judías en los campos de concentración alemanes durante la guerra es, de aproximadamente, unas

300.000”. Esa cifra incluye los fallecimientos a causa de todos los factores, epidemias, muertes naturales,

inanición e, incluso, bombardeos de la Aviación Aliada. La propia Cruz Roja Internacional, en documentado

estudio aparecido en el periódico suizo Bassler Nachrichten, y cuya reproducci ón adjuntamos (en la edición

en papel del libro), afirmó oficialmente que el número de muertos en los campos de concentración fué de

395.000.

Esta cifra, emanada de la Cruz Roja, no ha sido, evidentemente, reproducida millones de veces por los

periódicos y los locutores de radio y televisión del mundo entero. Al contrario, un espeso muro de silencio

ha mantenido a la incómoda cifra en el más discreto de los anonimatos. La Verdad no siempre es cómoda,

especialmente cuando contradice los dogmas oficiales. Pero… ¿no parece más digno de fé el testimonio de

la Cruz Roja Internacional, al fin y al cabo entidad filantrópica y neutral, que las acusaciones del Congreso

Mundial Judío y demás organismos paralelos, que son entidades políticas y no ciertamente neutrales en el

caso que nos ocupa?.

Es importante mencionar que el “Guinness Bock of World Records”, publicación estadística que goza de

buen renombre en el mundo de habla anglosajona, publicó que… “a pesar de haberse repetido

frecuentemente que las victimas judías en la última guerra fueron seis millones de personas, de nuestros

estudios resulta que el máximo de victimas que hubo fué de 1.200.000, de los cuales 900.000 en el campo

de concentración de Auschwitz”. El Guinness Book simplemente manejó las cifras oficia les que le fueron

facilitadas, y a través de las contradicciones de las mismas llegó a la antedicha cifra. Pero es preciso tener

en cuenta que tales cifras oficiales estan muy sujetas a caución, especialmente las referentes a Auschwitz,

emanadas, como se sabe, de las autoridades polacas.

Joaquin Bochaca

Capítulo del imprescindible libro: “El mito de los 6 millones”

Fuente: http://revisionismos.blogspot.com/2007/04/los-campos-de-concentracin-nazis-y-el.html

HOLOCAUSTO

LA GRAN MENTIRA DEL SIGLO XX El cargo más grave que se hizo a los líderes nazis fue el de haber cometido “crímenes contra la humanidad”;

en otras palabras, ejecuciones de judíos. La parte acusadora, o sea los mismos israelitas, calcularon en seis

millones el número de ejecutados. Una cantidad tan grande de fusilamientos es incuestionablemente

injustificada, pero el delito no se configura con el simple dicho del acusador. Para probarl o se hubiera

requerido el trabajo de un tribunal imparcial y de una investigación que no fuera practicada por los mismos

acusadores, máxime cuando esos acusadores exageran siempre todo suceso que tienda a favorecerlos.

Frecuentemente llegan incluso a desprestigiar como victimarios a quienes en realidad son víctimas de ellos.

Un gran sector de abogados británicos, por conducto de la revista “The Solicitor”, de junio de 1946, hizo la

siguiente observación: “Cuando un hombre insiste en ser juez de su propia causa hay que suponer

inevitablemente que ésta no resistirá a la investigación. ¿No sacará la posteridad esta conclusión respecto a

los juicios de Nuremberg?”.

Antes de la guerra sólo había 600,000 judíos en Alemania. Y una vez terminada la contienda aún hab ía

tantos que pudieron asumir innumerables puestos públicos, montar tribunales de “desnazificación” y

ocupar cargos directivos en el comercio, en la industria, en la banca y en general en todas las actividades

públicas. Después de la guerra, la agencia noticiosa “France Press” informó cómo millares de judíos

asistieron en Munich al entierro de Philipp Auerbach. Y en toda la prensa (incluso la israelita) se publicó

asimismo cómo en el pequeño poblado alemán de Bielfeld una multitud de hebreos se opuso a la

exhibición de una película interpretada por Weit Harlam, debido a que años antes éste había filmado una

cinta anti-judía. De igual manera fue del dominio público que apenas el Dr. Eberhard Stern formó en Berlín

un partido nacionalista, millares de judíos brotaron por doquier para asaltar su casa y protestar en contra

suya. Todo esto sin contar las decenas de miles de israelitas que al terminar la contienda emigraron de

Alemania a Palestina, a Estados Unidos y a otros muchos países, inclusive México.

Si antes de la guerra había sólo 600,000 judíos en Alemania; si al terminar la contienda su número era tan

considerable que hacían sentir su influencia en todas partes, ¿cómo pues, se explica la ejecución de seis

millones de israelitas?… ¿Se trataba acaso de una mágica resurrección?…

Una parcial explicación de estos misterios aritméticos, consiste en que los alemanes ejercieron dominio

temporal sobre diversos países europeos en los que había judíos. Pero es el caso que en cada uno de esos

países también se repitió el mismo prodigioso milagro de la resurrección. Apenas los ejércitos aliados

penetraron en Francia, surgieron por todas partes los “ejecutados” israelitas y se encumbraron de nuevo en

la política y las finanzas: Marie Claude, Vaillant-Couturier y Pierre Villain lograron hacerse diputados y junto

con Madeleine Braun (también judía) encabezaron una nueva corriente prosoviética. Y apenas el ejército

judío-bolchevique penetró en Rumania, Checoslovaquia y Hungría, surgieron israelitas por todas partes

para hacerse cargo de la nueva administración pública marxista, de la alta estructura de las finanzas, de la

industria y del comercio.

Antes de la guerra sólo había 6 millones de judíos en toda Europa, y de haber sido asesinados seis millones,

no habría quedado ninguno, lo cual es absolutamente falso. En todos los países las tropas aliadas

encontraron numerosas colonias de israelitas y a otros muchos se les libertó de los campos de

concentración. Aun antes de que terminara la contienda, a fines de 1944, Himmler accedió a que emigraran

a través de Suiza 1,200 hebreos semanariamente, y el 19 de abril de 1945 (antes que terminara la guerra)

Norbert Masur, del Congreso Mundial Israelita, llegó a Berlín a gestionar ante Himmler que los judíos

detenidos no fueran cambiados de campamento, a fin de evitarles posibles represalias durante su

translado.

El cuento de los 6 millones de judíos muertos comenzó a ser fabricado por el israelita Poliakov, partiendo

de las declaraciones del Dr. Wilhelm Hoettl y de Dieter Wisliceny, quienes dieron informes sobre

evacuaciones, emigraciones, decrecimiento del judaísmo europeo, etc.. Poliakov barajó estos términos y a

todos les dio la acepción de “liquidación”. Echó a rodar la bola y luego otros le fueron agregando

dramáticos retoques. Los comisarios judíos soviéticos capturaron el campo de Auschwitz y hablaron de 4

millones de judíos muertos con gas, lo cual es falso porque meses antes la Cruz Roja internacional había

visitado ese campo y no existía tal exterminio ni cámaras de gas. Pero el e mbuste fue difundido

mundialmente por las agencias internacionales de prensa (controladas por el judaísmo) y coreado por

películas filmadas, documentales amañados, panfletos, libros, etc.. David Rousset, en Francia, y Eugen

Kogon, en Alemania, dramatizaron la “liquidación de los 6 millones”. El comunista húngaro Miklos Nyizli

inventó la “confesión” del Dr. Mengele, y después de que fue ejecutado Rudolf Hoess (comandante del

campo de Auschwitz, no confundir con Rudolf Hess) se inventó su “confesión” sobre las matanzas y se

tradujo a todos los idiomas para “confirmar” en el mundo entero lo de los “6 millones de liquidados”. (A

esta lista hay que agregar en 1994 la amañada cinta “La Lista Schlinder” del productor y director judío

Steven Spielberg.)

Todo esto tiene por objeto desplegar una enorme cortina de compasión hacia los judíos para encubrir los

móviles políticos de sus jefes internacionales, empeñados en una lucha total contra el mundo no judío. Y

como ganancia extra (cosa muy importante) el Estado de Israel se basa en este cuento para cobrarle a

Alemania las indemnizaciones que ha venido exigiendo. En 1998 éstas importan más de 100,000 millones

de dólares. Ningún otro país ha hecho negocio con sus muertos, ni menos con sus “muertos vivos”. (Aquí es

importante agregar que al enterarse de que Alemania iba a indemnizar a “sobrevivientes del holocausto”,

miles de judíos que jamás pisaron un campo de concentración se tatuaron números en los brazos para

obtener el dinero).

Para elaborar el mito de los 6 millones de judíos muertos (todos los que habitaban en Europa) no se

omitieron trucos. Por ejemplo, un bombardeo aliado había devastado la población alemana de Weimar,

poco antes de que terminara la guerra, y eran tantos los muertos que el jefe de la policía, Walte r Schmidt,

optó por incinerarlos, de lo cual tomó fotos. Pues bien, esas fotos de alemanes muertos por los aviones

aliados fueron luego exhibidas como si se tratara de israelitas asesinados. En Munich ocurrió algo parecido

y el arzobispo y cardenal Faulhaber atestiguó que los cadáveres encontrados por los aliados en el

crematorio de Dachau no eran de judíos, sino de alemanes muertos en el bombardeo de la ciudad. Agregó

que en Dachau nunca existieron cámaras de gas, como ahora se dice que las hubo.

Por su parte, el abogado Stephen F. Pinter, de St. Louis, Mo., estuvo seis años en Alemania como

funcionario del Departamento de Guerra de Estados Unidos, comisionado para investigar lo de los campos

de concentración, y afirma que lo de las cámaras de gas para matar judíos carece totalmente de

fundamento; en cuanto a los hornos crematorios, no eran para exterminar a nadie, sino para cremar

cadáveres. Mr. Pinter agrega que él fue la primera autoridad aliada que recibió el campo de concentración

de Flösenburg y precisó que ahí no habían muerto más de 200 personas, pero meses después se enteró con

sorpresa que estaban celebrándose ceremonias en Flösenburg para honrar a los “tres mil exterminados”.

El doctor judío Benedikt Kautsky, que estuvo internado en Auschwitz y en otros campos, dice: “Yo estuve

en los grandes campos de concentración de Alemania. Pero, conforme a la verdad, tengo que estipular que

no he encontrado jamás en ningún campo ninguna instalación como cámara de gaseamiento”. (“La Mentira

de Ulises”.- Por Paul Rassinier, antiguo internado en campos de concentración.)

Solamente si se admite la creencia de que el judío es el elegido para dominar el mundo, y de que esa

hipotética superioridad le permite multiplicarse en la tumba, puede aceptarse que durante la guerra

perecieron seis millones de judíos, pues la inmensa mayoría de ellos vive ahora (1953, año de la 1ª edición

de este libro) en Europa, en América y en la Palestina ocupada.

Es tan decidido el interés de mantener el mito de los seis millones que en Alemania se incurre en el “delito

de opinión” si se niega el “holocausto”. El general Otto Ernst Remer fue condenado el 26 de noviembre de

1986 a tres meses de cárcel y a una multa por decir que tal cosa era falsa. Y en Francia el líder Jean Marie Le

Pen fue multado por afirmar que no había habido las famosas cámaras de gas (Sep. 24 de 1988).

Por otra parte, es rigurosamente cierto que muchos judíos fueron muertos o ejecutados, pero se omite

decir que eran miembros de grupos sin uniforme y sin bandera, que a retaguardia de las líneas organizaba

sabotajes, conspiraciones, espionaje y asaltos sorpresivos. Este encubierto sistema de combate ha sido

siempre sentenciado en todos los países del mundo a la máxima pena de la ejecución. Es un principio de ley

internacional que todo aquel que combate sin uniforme y sin insignias se priva automáticamente de

garantías en el caso de caer prisionero.

Los escritores Goldsmith, Marik, Buch y Ruszicka han relatado cómo sus congéneres organizaban

saboteadores a espaldas de las líneas alemanas en la URSS. En su barrio de Bialystock organizaron un gran

levantamiento que empezó el 16 de agosto de 1943, encabezado por el líder judío comunista Daniel

Moskovicz y por Mordechai Tanenbaum, dirigente del hechalutz. (“Prensa Israelita”, 2 de abril de 1964).

El periodista Edwin Hartrich reveló el 26 de febrero de 1948 que un tribunal militar norteamericano

acababa de contradecir el principio básico en que se basaron los procesos de Nuremberg. El nuevo tribunal

dictaminó que “los soldados alemanes eran víctimas de ataques por sorpresa, he chos por un enemigo con

quien no podían batirse en combate abierto. Era práctica común la emboscada a las tropas alemanas. A

menudo los soldados alemanes eran capturados, torturados y muertos. La mayoría de las fuerzas

subterráneas no cumplían con los reglamentos de la guerra y por lo tanto carecían de todo derecho a ser

tratados como beligerantes… Los miembros de estos grupos ilegales (añadió el tribunal militar

norteamericano radicado en Francfort) no tenían derecho al privilegio de ser tratados como pris ioneros de

guerra al ser capturados, y en consecuencia los alemanes no pueden ser acusados de ningún crimen por

haberlos fusilado”.

Añadía el tribunal que la ejecución de quienes combaten sin uniforme era practicada por muchas naciones,

inclusive la Gran Bretaña, los Estados Unidos, Francia y la URSS. Tanto así que el reglamento de guerra en

tierra, del ejército norteamericano, establece como ilegales los actos de resistencia realizados por

individuos “sin emblema, distintivo o uniforme por el cual pueda re conocérseles a distancia, ni porten sus

armas abiertamente ni luchen de acuerdo con las reglas bélicas universalmente aceptadas”. Tal era el caso

de millares de fanáticos judíos que luchaban secretamente, como que de todo secreto han hecho un arte

inimitable en los últimos cuatro mil años, desde que desafiaron el poder de los faraones. En realidad el

movimiento político judío podría ahora proclamar con orgullo la temeridad de sus encubiertos

combatientes de Europa, pero sin duda alguna le conviene más prese ntarlos como pasivas víctimas de una

“inexplicable e incoherente furia hitleriana”.

Otra acusación contra los alemanes se refería a la ejecución de rehenes. Este procedimiento, como medida

represiva contra los ataques encubiertos de combatientes no uniformados, se halla previsto asimismo en el

artículo 358 del reglamento de guerra norteamericano, y en los artículos 453 y 454 del código de justicia

militar británico. Se acusó a las tropas SS alemanas de ejecutar a 10 rehenes por cada soldado alemán

asesinado a mansalva, pero es el caso que los franceses tenían una cuota de 25 a 1, y los estadounidenses

de 200 a 1.

El Dr. Judío Listojewski publicó en la revista “The Broom”, de San Diego, Cal., el 11 de mayo de 1952: “Como

estadístico me he esforzado durante dos años y medio en averiguar el número de judíos que perecieron

durante la época de Hitler. La cifra oscila entre 350,000 y 500,000. Si nosotros los judíos afirmamos que

fueron seis millones, esto es una infame mentira”.

Aparte de los que fallecieron de muerte natural, de los ejecutados por espiar o sabotear y de los muertos

en francos levantamientos armados en la retaguardia alemana como el de Varsovia, también es cierto que

a veces ocurrieron crueles abusos contra rehenes israelitas. Las propias autoridades nazis descubrieron uno

de esos abusos en 1944 cuando el juez Morgen, de la SS, comprobó que en el campamento de

Bunchenwald habían sido asesinados numerosos judíos por el comandante Koch, que inmediatamente fue

procesado y fusilado por las mismas autoridades nazis, en tanto que otros funcionarios quedaron presos.

En la mentada película “La Lista Schlinder” se muestra al comandante Amon Goeth, que efectivamente

maltrataba a los judíos (aunque no con la exageración con que se muestra en la amañada cinta). Lo que no

se dice en ese filme es que dicho comandante fue encarcelado por las mismas autoridades alemanas por

maltrato a los judíos y estaba esperando juicio al terminar la guerra.

Abusos semejantes fueron poco después descubiertos cerca de Auschwitz, al parecer solapados por el jefe

de la policía Kaltenbrunner, y se les puso coto en octubre de 1944. Sin embargo, hasta los que morían de

muerte natural están ahora considerados como víctimas del nazismo.

Pero lo de las cámaras de gas y la liquidación de 6 mil lones de judíos es un recurso publicitario, un

fantasmón contra todo intento de poner en claro los móviles ocultos del movimiento político judío. (El

mismo objeto tienen las grandes campañas psicológicas de prensa, como la desplegada acerca del ex

coronel Eichman, secuestrado en Argentina por agentes del sionismo internacional, incomunicado en la

Palestina ocupada y ahorcado sin un juicio imparcial; y como la espectacular maniobra publicitaria del

teatro contra el Papa Pío XII, “El Vicario”.)

Naturalmente que al tratar esto en Nuremberg sólo era una voz la que privaba y una versión la que se oía.

En otros muchos juicios menos conocidos se utilizó hasta la violencia contra los acusados para sacarles

“confesiones” , y esto dio origen a una investigación realizada por estadounidenses. El juez Edward Le Roy

van Roden, jefe de una comisión investigadora, denunció el 14 de enero de 1949 “los salvajes métodos

empleados por los agentes fiscales aliados… apaleamientos y puntapiés brutales; dientes arrancados a

golpes y mandíbulas partidas”.

Este juez (uno de cuyos hijos es aviador y estuvo prisionero en Alemania) acusó en particular a los fiscales

del tribunal aliado de Dachau, que condenó a muerte a numerosos prisioneros alemanes.

Y así como los ahorcamientos de Nuremberg fueron un símbolo de la venganza judía, la prisión de Spandau,

en Berlín, es otro símbolo de que esa venganza arde como una lámpara votiva. Allí estuvieron presos,

durante períodos de diez a veinte años, Walter Funk, Ministro de Economía; Baldur von Schirach, jefe de las

juventudes hitlerianas; Albert Speer, cuyo “delito” había sido elevar la producción de armamento, y otros

jefes del Gabinete.

Von Schirach y Speer salieron en 1966 y quedó solitario Rudolf Hess, nazi número 3 que voló a Inglaterra a

ofrecer la paz.

En el desquiciamiento de la derrota, algunos antiguos jefes nazis abjuraron de Hitler y de su lucha, como

Frank y Von Schirach. Otros continuaron inalterables. El ministro de armamentos, Speer, condenado a 20

años, fue interrogado sobre qué haría al quedar libre y contestó: “Naturalmente que agitaré”.

–¿Quiere usted decir que agitará para revivir la causa nazi?

–Por supuesto ¿por qué no?

–contestó.

El almirante Karl Doenitz, de 53 años, comandante de los submarinos y luego sucesor de Hitler, admitió que

en septiembre de 1942 dio órdenes para que no se rescatara a los supervivientes, pero tuvo que hacerlo así

porque después del hundimiento del barco inglés “Lakonia”, varios submarinos alemanes acudieron a

auxiliar a los náufragos y fueron atacados durante las operaciones de salvamento, de acuerdo con las

órdenes de Churchill.

“En consecuencia” afirmó, “estoy convencido de la legalidad de la guerra submarina alemana y si

dependiera de mí volvería a hacerla exactamente en la misma forma… En la guerra uno debe saber ganar y

perder”.

Rudolf Hess, representante del Fuehrer, que voló a Inglaterra para ofrecer la paz que Hitler proponía a

Occidente antes de atacar al marxismo judío, declaró al ser condenado a prisión perpetua: “Tuve el

privilegio de trabajar durante muchos años de mi vida bajo la dirección del hijo más grande que el pueblo

alemán ha engendrado en miles de años de su historia. Aun si pudiera, no destruiría ese período de mi vi da.

Estoy contento de haber realizado mi deber como alemán, de haber cumplido mi deber para con mi pueblo

como nacional socialista y fiel partidario de Hitler. Si tuviera que iniciarme nuevamente actuaría

precisamente en la misma forma, aun sabiendo que mi fin consistiría en ser quemado en una pira. Siento la

mayor indiferencia por las decisiones de los hombres; algún día compareceré ante el Eterno para rendirle

cuentas y sé que él me dará la absolución”.

El 17 de agosto de 1987 las autoridades aliadas anunciaron que Hess había muerto. Al día siguiente se dijo

que se había estrangulado con un cable, lo cual no fue confirmado. El cirujano inglés Hugh Thomas afirma

que Hess fue asesinado; que la autopsia practicada por el médico británico James Cameron revela que

murió de asfixia, pero no mencionaba en su dictamen la palabra “suicidio”. (Londres, 12 de marzo de 1988,

AFP).

Los restos de Hess fueron inhumados en secreto, en un lugar no identificado. Existe la versión de que,

sumamente debilitado, con 93 años de edad, no se quiso dejar la impresión de que fuera un mártir de la

“justicia” aliada.

De cuatro millones de prisioneros hechos por el comunismo judío en la URSS, 185,000 fueron liquidados

sumariamente y 2Ì615,000 murieron en cautiverio.

Respecto a los prisioneros hechos por americanos, ingleses y franceses, durante la guerra y poco después

de terminada, el investigador canadiense James Bracque afirma que en los campos de concentración

aliados, murieron 800,000, debido a las severas directivas del general Eisenhower. “Hubo prisioneros que

fueron enterrados vivos con aplanadoras (las fotos y filmes de estos alemanes muertos son presentadas

ahora como si se tratara de judíos asesinados por los nazis); otros murieron de hambre, de agotamiento,

deshidratación, tifoidea, disentería o pulmonía. Se ocultaron deliberadamente esos hechos y los archivos”

(“Las Otras Pérdidas”, por James Bracque. Toronto, 25 de agosto, 1989. AFP).

(Tomado casi en su totalidad de “Derrota Mundial” de don Salvador Borrego E.)

¿Qué importancia tiene para los mexicanos la cuestión del llamado holocausto?

Adolfo Hitler es el prototipo de hombre que ama a su patria, se sacrifica y finalmente da su vida por ella. Él

es un ejemplo no sólo para los alemanes o los anglo-sajones, sino para todo hombre cabal en el mundo. El

judaísmo internacional está utilizando el mito del holocausto para desalentar el resurgimiento del

nacionalismo en cada país, inclusive México.

FRENTE NACIONAL, México, [email protected]

Publicado por CienciayEspiritu

FUENTE: https://cazadebunkers.wordpress.com/2012/01/17/por-que-esta-prohibido-negar-el-

holocausto-en-30-paises-con-duras-penas-de-carcel/?blogsub=confirming#subscribe-blog

El fraude del diario de Ana Frank:

h<iframe src="https://player.vimeo.com/video/31757400" width="500" height="281" frameborder="0"

webkitallowfullscreen mozallowfullscreen allowfullscreen></iframe>ttps://vimeo.com/31757400