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¿Por qué está prohibido negar
el Holocausto en 30 países con
duras penas de cárcel?
(ABROCHESE EL CINTURON Y PREPARESE, PORQUE SI ESTO LO
ANALIZA BIEN, LE VA A ROMPER ALGUNOS ESQUEMAS).
Podemos negar a Cristo, negar a los profetas, renegar de la democracia, de la libertad, opinar sobre
cualquier masacre y crimen de guerra, hasta creer o no creer en los extraterrestres, pero nunca, bajo
ningún concepto, podemos negar el hecho de que seis millones de judíos murieron en los campos de
concentración alemanes bajo penas expresas contempladas en los códigos penales de los 30 países mas
“occidentalizados” del mundo.
Y no solo eso, toda la historia está sujeta a revisión, pero los “revisionistas” que pretenden estudiar qué hay
de verdad y mentira en el holocausto judío tienen siempre serios problemas legales y son tachados
automáticamente de nazis.
¿Por qué?
Una vez alguien me enseñó el listado oficial de muertos durante toda la segunda guerra mundial en todos
los campos de concentración alemanes. Y la cifra era (en total) de 370.000 muertos, incluyendo todas las
nacionalidades. ¿La fuente? Bueno, quizá la mas fiable en plena guerra: La Cruz Roja. ¿De dónde salen
entonces los seis millones de judíos asesinados si 5 emigraron después de la guerra a Israel?.
Y claro, hay quien a estas alturas se levantará muy airado y exclamará: “¿Y bueno, ¿Que mas da que fueran
370.000 o seis millones? A fin de cuentas lo importante es que los mataron”. OJO: es muy distinto que los
alemanes mataran sistemáticamente a 6 millones de judíos a que murieran, por causas de la escasez de la
guerra y enfermedades, 370.000 personas de todas las nacionalidades. Recordemos que en la II Guerra
mundial murieron 62 millones de personas y tan solo dos millones eran soldados, el resto era población
civil.
Cuando tuve acceso a esta información no podía creerla de ninguna forma. Inclusive para una persona
abierta de mente y conocedor de cómo nos han llegado a engañar en todos los campos de las ciencias, este
tema no podía aceptarlo, yo lo había visto cientos de veces en… lo había visto miles de veces en…
(hummmm…) ¡¡¡En muchísimas películas sobre el tema!!!. ¡Dios mío!, me lo habían metido bien en el
“disco duro”!, ¿Cuantas películas, superproducciones, han tratado el tema recurrente de los campos de
concentración? ¡¡¡¡Muchísimas!!!. Y ¿Quien domina la industria cinematográfica?… ¡Uf…! ¡No puede ser!,
así que comencé a estudiarlo y aquí está la información que recopilé, juzguen Uds. mismos, pero que sepan
que si algo cuesta de creer es este asunto, a mi me costó y mucho.
Y como este país (España) es uno de esos 30 países en los que está prohibido negar el holocausto, señores
abogados, yo no lo niego, solo lo dudo Y MUCHO.
Cazadebunkers.
———–
La falsedad del Holocausto en 10 puntos:
VIDEO: https://youtu.be/DpXrw-BFqiA
66 preguntas y respuestas sobre el Holocausto
¿Qué prueba hay de que los nazis practicaron el genocidio o de que hayan matado deliberadamente a
seis millones de judíos?
Ninguna. La única evidencia la constituye el testimonio de “sobrevivientes” individuales. Este testimonio es
contradictorio y ningún “sobreviviente” alega haber presenciado de hecho ningún “gaseo”. No hay pruebas
concretas de ningún tipo: no hay enormes cantidades de cenizas; no hay instalaciones crematorias capaces
de realizar la operación; no hay pilas de ropa; no hay jabón hecho a partir de seres humanos; no hay
pantallas para lámparas hechas con piel humana; no hay archivos; no hay estadísticas demográficas.
¿Qué pruebas existen en cuanto a que no murieron seis millones de judíos a manos de los nazis?
Muchas; incluyendo las de naturaleza forense, demográfica, analítica y comparativa -todas concurriendo a
probar la imposibilidad de esa cifra que representa una exageración irresponsable de, quizás, un 1000%.
¿Es cierto que Simón Wiesenthal afirmó, por escrito, que “no hubo campos de exterminio en suelo
alemán”?
Sí. En “Books & Bookmen” -ejemplar de abril de 1975- y en “Stars & Stripes -ejemplar de enero de 1993-,
Wiesenthal alega que el “gaseo” de judíos tuvo lugar en Polonia.
¿Si Dachau quedaba en Alemania y hasta Simon Wiesenthal dice que no fue un campo de exterminio,
entonces ¿por qué miles de veteranos de guerra en los Estados Unidos dicen que lo fue?
Porque después de que los aliados capturaron Dachau, miles de conscriptos norteamericanos fueron
llevados y paseados por Dachau en donde se les mostraron edificios de los que se dijo eran cámaras de gas
y porque los medios masivos de difusión, amplia pero falsamente, afirmaron que Dachau era un campo de
“gaseo”.
Auschwitz queda en Polonia, no en Alemania.
¿Hay alguna prueba de que existiesen cámaras de gas construidas para dar muerte a seres humanos en,
o cerca de, Auschwitz?
No. Se ofreció una recompensa de 50,000 dólares a quien aportase tal prueba, y el dinero fue depositado
en un banco, pero no apareció nadie con prueba creíble alguna. Auschwitz, capturado por los soviéticos,
fue ampliamente remodelado después de la guerra y se reconstruyeron distintos edificios para que
pareciesen enormes cámaras de gas. Actualmente, Auschwitz es una gran atracción turística para el
gobierno comunista polaco.
Si Auschwitz no fue un “campo de exterminio”, ¿cuál fue su verdadera finalidad?
Fue un complejo industrial a gran escala. Tuvo fábricas de caucho y combustible sintético (“Buna”) y los
reclusos, fueron utilizados como mano de obra. El procedimiento para la obtención del “Buna” también fue
empleado en los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial.
¿Quién creó los primeros campos de concentración?. ¿Dónde y cuándo fueron empleados por primera
vez?
Aparentemente, los primeros campos de concentración en el mundo occidental surgieron en losEE.UU.
durante la Guerra de Independencia norteamericana. Los británicos internaron a miles de norteamericanos,
muchos de los cuales murieron a causa de enfermedades y golpizas. A modo de ejemplo puede citarse a
Andrew Jackson y a su hermano, este último falleció en uno de esos campos. Más tarde, los britán icos
erigieron campos de concentración en Africa del Sur para internar a mujeres y niños holandeses durante la
conquista de ese territorio (la Guerra Boer). Decenas de miles de estas personas murieron en los infernales
campos sudafricanos, cuyas condiciones de internación fueron, de lejos, mucho peores que las de cualquier
campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
¿En qué se diferenciaron los campos de concentración alemanes de los campos de reubicación
norteamericanos en los que se internaron a japoneses y a alemanes residentes en los EE.UU. durante la
Segunda Guerra Mundial?
Excepto por la denominación, la única diferencia significativa consistió en que los alemanes internaron a
personas que constituían, real o supuestamente, una amenaza para la seguridad del esfuerzo bélico
alemán, mientras que los norteamericanos internaron a personas exclusivamente a causa de su condición
racial.
¿Por qué los alemanes internaron a los judíos en campos de concentración?
Porque consideraron que los judíos constituían una amenaza directa a la soberanía y a la supervivencia de
la Nación alemana y porque los judíos aparecían con desproporcionada frecuencia en las organizaciones
subversivas comunistas. Sin embargo, no sólo los judíos sino todos los sospechosos de socavar la seguridad
nacional estuvieron expuestos o fueron internados.
¿Qué acción a gran escala emprendió el judaísmo internacional contra Alemania ya en 1933?
Un boicot económico internacional contra los productos alemanes.
¿Es cierto que el judaísmo internacional le “declaró la guerra” a Alemania?
Sí. Los medios masivos de difusión del mundo entero aparecieron con titulares que decían: “Judea declara
la guerra a Alemania”.
¿Sucedió esto antes o después de que comenzasen a circular rumores acerca de los “campos de
exterminio”?
Sucedió casi seis años antes. El judaísmo le declaró la guerra a Alemania en 1933.
¿Cuál fue el primer país en llevar a cabo bombardeos masivos a la población civil?
Inglaterra; el 11 de mayo de 1940.
¿Cuántas cámaras de gas, para exterminar personas, hubo en Auschwitz?
Ninguna.
¿Cuántos judíos había, antes de la guerra, en los territorios que posteriormente pasaron a ser
controlados por los alemanes?
Menos de cuatro millones.
Si los judíos europeos no fueron exterminados por los nazis, ¿qué pasó con ellos?
Después de la guerra, los judíos europeos seguían estando en Europa, con excepción de, quizás, unos
300,000 de ellos entre los cuales están quienes efectivamente murieron por una multiplicidad de causas
durante el conflicto, y los que consiguieron emigrar a Israel, los EE.UU., la Argentina, Canadá, etc.. La
mayoría de los judíos que abandonaron Europa lo hizo después y no durante la guerra; lo cual no obsta
para que se les incluya en el supuesto Holocausto.
¿Cuántos judíos huyeron al interior de la Unión Soviética?
Más de dos millones. Los alemanes nunca tuvieron a su alcance a esta población judía.
¿Cuántos judíos emigraron antes de la guerra quedando, por lo tanto, fuera del alcance de los alemanes?
Más de un millón (sin contar los que fueron absorbidos por la U.R.S.S.).
Si Auschwitz no fue un campo de exterminio, ¿por qué su comandante, Rudolf Höss (no confundir con
Rudolf Hess), confesó lo contrario?
Con Höss se utilizaron métodos muy eficaces para hacerle decir exactamente lo que sus captores querían
escuchar.
¿Existe alguna prueba de que americanos, británicos y soviéticos emplearon la tortura para forzar
“confesiones” por parte de oficiales alemanes después de la guerra?
Hay pruebas en abundancia de que la tortura se empleó tanto antes como durante los famosos juicios de
Nuremberg y aún después, en otros juicios por crímenes de guerra.
¿En qué medida el mito del “Holocausto” beneficia actualmente a los judíos?
Los sustrae de toda crítica como grupo social. Les proporciona un “nexo común” que permite el control por
parte de sus líderes. Es un instrumento útil en campañas de recolección de fondos y permite justificar
ayudas económicas a Israel que totalizan más de 10,000 millones de dólares al año sólo por parte de los
Estados Unidos.
¿En qué medida beneficia al Estado de Israel?
Justifica los millones de dólares -en concepto de “reparaciones”- que el Estado de Israel ha recibido de
Alemania Federal (Alemania Oriental se negó a pagar). Es usado por el grupo sionista israelí para controlar
la política exterior norteamericana en sus relaciones con Israel y para forzar al contribuyente
norteamericano a aportar todo el dinero que Israel desea. Y estos aportes son cada vez más voluminosos.
¿En qué medida beneficia a algunos clérigos cristianos?
Correlaciona con la idea expuesta en el Antiguo Testamento en cuanto a que los judíos serían el “Pueblo
Elegido” perseguido. También permite que la “Tierra Santa”, controlada por los israelíes, siga siendo
accesible a la clerecía.
¿En qué medida beneficia a los comunistas?
Le permite al comunismo ocultar sus propias instigaciones bélicas y sus propias atrocidades; tanto las de
antes como las de durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
¿En qué medida beneficia a los británicos?
En la misma forma en que beneficia a la Unión Soviética.
¿Existe prueba alguna de que Hitler haya ordenado o sabido de un exterminio masivo de judíos?
No.
¿Qué clase de gas fue utilizado por los nazis en los campos de concentración?
Zyklon-B; un gas hidrocianúrico.
¿Para qué usos fue -y sigue siendo- producido este gas?
Para exterminar al piojo causante del tifus. Es empleado en la fumigación de habitaciones y vestimenta.
Puede ser adquirido, sin dificultad, hasta el día de hoy.
¿Por qué se usó este gas y no otro más adecuado para exterminios masivos?
Si los nazis hubieran querido usar gas para exterminar a seres humanos hubieran elegido algún otro entre
los muchos que tenían a su disposición. El Zyklon-B es muy ineficiente, excepto en su uso específico como
fumigante.
¿Cuanto tiempo se tarda en ventilar completamente un área fumigada con Zyklon-B?
Aproximadamente unas 20 horas. Todo el procedimiento es sumamente complejo y técnico. Se tienen
que usar máscaras antigas y sólo pueden ser empleados técnicos altamente capacitados.
Höss, el comandante de Auschwitz, afirmó que sus hombres entraban en las cámaras de gas, para
remover los cadáveres, diez minutos después de que los judíos habían muerto. ¿Cómo se explica esto?
No se explica de ningún modo porque, si los hombres de Höss hubieran efectivamente hecho algo así,
habrían terminado sufriendo el mismo destino que los judíos.
En sus confesiones, Höss afirmó que sus hombres fumaban cigarrillos mientras sacaban a los judíos
muertos de las cámaras de gas, diez minutos después de haber terminado la operación. ¿No es explosivo
el Zyklon-B?
Lo es, y en alto grado. La confesión de Höss resulta obviamente falsa.
¿Cuál fue exactamente el procedimiento que supuestamente habrían empleado los nazis para exterminar
a los judíos?
Las historias van desde dejar caer, a través de una perforación en el techo, contenedores de gas dentro de
una habitación atestada de gente, hasta la inyección de gas a través de cañerías que terminaban en las
duchas de las instalaciones sanitarias. Se alega que “millones” de judíos habrían muerto de esta manera.
¿Cómo pudo ser ocultado, a judíos que aún no habían sido arrestados pero que estaban destinados a ser
exterminados, un plan masivo de estas proporciones?
No hubiera podido ser mantenido en secreto de ninguna forma. El hecho concreto es que no existieron
gaseos masivos de este tipo en parte alguna. Los rumores acerca de los mismos provinieron exclusivamente
de fuentes judías.
Si los judíos destinados a ser ejecutados conocían el destino que les esperaba, ¿por qué fueron a la
muerte sin luchar ni protestar?
No lucharon ni protestaron simplemente porque no existió intención de matarlos. Sencillamente se les
internaba y se les obligaba a trabajar. (N.del T.: actualmente, las autoridades israelíes se han dado cuenta
de esta grave falla en el mito del “Holocausto” y por ello es que, de unos años a esta parte, paralelamente
al “Holocausto”, ha surgido el mito adicional de la “heróica resistencia” supuestamente opuesta al
“exterminio”.)
¿Aproximadamente cuántos judíos murieron en los campos de concentración?
Entre 300,000 y 500,000.
¿En qué forma murieron?
Principalmente por reiteradas epidemias de tifus que causaron estragos en la Europa sumida en la guerra
de aquella época. También murieron de inanición y por falta de atención médica, hacia el fin de la guerra,
debido a que todas las comunicaciones por ferrocarril y por rutas terrestres habían sido destruidas po r el
bombardeo aliado.
¿Qué es el tifus?
Es una enfermedad que siempre aparece cuando muchas personas se hallan encerradas juntas por largos
periodos sin higienizarse. La enfermedad es portada por piojos que infectan el cabello y las ropas. Por ello
es que las Armadas y los Ejércitos de todo el mundo tradicionalmente han impuesto cortes de cabello bien
cortos a sus tropas. Irónicamente, si los alemanes hubieran usado mayores cantidades de Zyklon-B, muchos
más judíos hubieran podido salir con vida de los campos de concentración.
¿Qué diferencia hay entre 6 millones y 300,000 judíos muertos durante este trágico período?
¡5,700,000! y aparte de ello -contrariamente a la propaganda del “Holocausto”- no hubo intención
deliberada de exterminar a nadie.
Muchos sobrevivientes judíos de los “campos de exterminio” afirman haber visto pilas de cadáveres
amontonados en fosas y quemados. ¿Cuánto combustible hubiera hecho falta para llevar a cabo esta
operación?
Bastante más de lo que disponían los alemanes con la crónica falta de combustible que ya sufrían por
aquella época.
¿Pueden los cuerpos humanos ser quemados en fosas?
No. Es imposible que un cuerpo humano se consuma totalmente por las llamas de este modo ya que, en
fosas abiertas, no puede ser generado el calor necesario.
Los autores que afirman la existencia del “Holocausto” dicen que los nazis eran capaces de cremar un
cuerpo humano en cerca de 10 minutos. ¿Cuánto tiempo se tarda en consumir un cuerpo humano, de
acuerdo con el testimonio profesional de los operarios de crematorios actuales?
Aproximadamente unas dos horas.
¿Por qué había hornos crematorios en los campos de concentración?
Para disponer, eficiente e higiénicamente, de los cadáveres causados por las epidemias de tifus.
Suponiendo un funcionamiento al 100% de TODOS los crematorios en TODOS los campos del territorio
controlado por los alemanes, ¿cuál es la cantidad máxima de cadáveres que hubiera sido posible cremar
durante la totalidad del periodo en que dichas instalaciones crematorias estuvieron operando?
Unos 430,600.
¿Puede un horno crematorio operar al 100% en forma continua?
No. Un 50% resulta ya una estimación generosa (12 horas por día). Los hornos crematorios deben ser
limpiados regularmente y a conciencia cuando están en uso continuo.
¿Cuánta ceniza queda de un cuerpo cremado?
Después de haber pulverizado completamente los huesos, aproximadamente la cantidad equivalente al
contenido de una caja de zapatos.
Si seis millones de personas fueron cremadas por los nazis, ¿qué pasó con las cenizas?
Eso es algo que todavía tiene que ser “explicado”. Seis millones de cadáveres producirían literalmente
toneladas de cenizas. Sin embargo, no hay pruebas de la existencia de ningún enorme depósito de cenizas
de estas dimensiones.
Las fotos aéreas de Auschwitz (tomadas por los aliados durante el período en que las “cámaras de gas”,
supuestamente, se hallaban operando a pleno) ¿muestran la existencia de cámaras de gas?
No. En realidad estas fotografías ni siquiera muestran indicio alguno de las enormes cantidades de humo
que habrían existido en forma constante sobre el campo. Tampoco muestran las “fosas abiertas” en las que
se alega que se quemaban cadáveres.
¿Qué disponían, esencialmente, las “Leyes de Nuremberg” alemanas de 1935?
Prohibían el matrimonio y las relaciones sexuales entre alemanes y judíos de un modo similar al de las leyes
que existen hoy en Israel.
¿Hay precedentes norteamericanos de esas leyes alemanas?
Varios estados de los EE.UU. tuvieron leyes que prohibían el matrimonio y las relaciones sexuales entre
personas de distintas razas, mucho antes de que surgiesen los nazis.
¿Qué fue lo que informó la Cruz Roja Internacional en relaci6n con la cuestión del “Holocausto”?
El informe de un delegado de la Cruz Roja Internacional que visitó Auschwitz en septiembre de 1944
señalaba que a los internados se les perniitía recibir correspondencia y encomiendas, y que los rumores
referentes a las cámaras de gas no habían podido ser confirmados.
¿Cuál fue el papel desempeñado por el Vaticano durante el período en que se dice que fueron
exterminados los seis millones?
Si hubiera habido un plan de exterminio, el Vaticano ciertamente se hallaba en posición de conocerlo. Pero,
puesto que no existió plan alguno de este tipo, el Vaticano careció de razones para adoptar públicamente
una posición contraria al mismo.
¿Qué prueba hay de que Hitler ordenó o supo que se estaba realizando un exterminio de judíos?
Ninguna.
¿Hubo colaboración entre los nazis y los sionistas?
Sí. Ambos estaban interesados en sacar a los judíos de Europa y mantuvieron relaciones amistosas durante
la guerra.
¿Qué fue lo que causó la muerte de Ana Frank varias semanas antes del fin de la Segunda Guerra
Mundial?
Tifus.
¿Es auténtico el Diario de Ana Frank?
No. Las pruebas recopiladas por Ditlieb Felderer en Suecia y por el Dr. Robert Faurisson en Francia prueban,
definitivamente, que el famoso Diario es una falsificación literaria.
¿Qué pasa con las numerosas fotografías tomadas en los campos de concentración alemanes y que
muestran pilas de cuerpos famélicos? ¿Son fotos trucadas?
Las fotografías pueden ser trucadas, sin duda. Pero es mucho más simple agregarle una acotación o un
comentario falaz a una foto o a un recorte fotográfico auténtico. Por ejemplo: una pila de cadáveres
famélicos ¿es prueba de que se trata de gente “gaseada” o deliberadamente hambrienta hasta morir? ¿O
es que la fotografía muestra a víctimas de una tremenda epidemia de tifus? ¿O a personas que murieron de
hambre por la carencia de alimentos en los campos hacia fines de la guerra? Fotografías de pilas de
cadáveres de niños y mujeres alemanas, masacradas por los bombardeos aliados, se han hecho circular
como fotografías de víctimas judías.
¿Quién instituyó el término “genocidio”?
Raphael Lemkin, un judío polaco, en un libro que se publicó en 1944.
¿Son documentales películas como la del “Holocausto” “Schindler’s List” o “The Winds of War”?
No. Estas películas no son históricas sino basadas en novelas y ficciones basadas en la Historia.
Desafortunadamente, es demasiada la gente que las ha tomado como representación fidedigna de lo que
realmente sucedió.
¿Cuántos libros se han publicado en los que se refutan afirmaciones de la versión oficial del
“Holocausto”?
Por lo menos 60. Y hay más en proceso de elaboración.
¿Qué sucedió cuando el Instituto de Revisión Histórica ofreció 50,000 dólares a cualquiera que pudiese
probar que hubo judíos gaseados en Auschwitz?
No se aportó ninguna prueba que mereciese la recompensa ofrecida, pero el Instituto fue demandado por
17 millones de dólares por un sobreviviente del “Holocausto”, quien alega que la oferta le ha hecho perder
el sueño, lo ha perjudicado comercialmente y representa una “negación injuriante de hechos establecidos”.
¿Qué hay de cierto en la afirmación de que quienes cuestionan el “Holocausto” son antisemitas o
neonazis?
Se trata de una infamia destinada a desviar la atención de hechos concretos y de argumentos
contundentes. Entre los investigadores que han refutado los alegatos del “Holocausto” los hay de tod as las
ideologías: demócratas, republicanos, libertarios, socialistas, cristianos, judíos, etc… No hay correlación
entre la refutación del “Holocausto” y el antisemitismo o el neonazismo. De hecho, cada vez son más los
investigadores judíos que reconocen abiertamente que las pruebas referentes al “Holocausto” resultan
altamente insuficientes.
¿Qué sucedió con los historiadores que cuestionaron la documentación del “Holocausto”?
Han sido objeto de campañas difamatorias, expulsiones de puestos académicos, pé rdida de pensiones,
destrucción de sus propiedades y violencia física.
¿Ha sufrido el Instituto de Revisión Histórica (Institute for Historical Review) alguna represalia por sus
esfuerzos en mantener el derecho a la libertad de palabra y a la libertad académica?
El IHR ha sufrido atentados con bombas cinco veces y ha sido dos veces objeto de demostraciones por
parte de representantes de la Liga de Defensa Judía (Jewish Defense League) que portaban banderas
israelíes y proferían amenazas de muerte. Amenazas de muerte hechas por teléfono son, prácticamente, un
hecho cotidiano. El 4 de julio de 1984, las oficinas y almacén del IHR fueron completamente destruidos en
un delito de incendio.
¿Por qué hay tan poca publicidad sobre el punto de vista de ustedes?
Porque, por razones políticas, el “Establishment” no desea ninguna discusión con profundidad sobre los
hechos que rodean el mito del “Holocausto judío”.
¿Dónde puedo obtener más información sobre la “otra cara” de la historia del “Holocausto”, así como
sobre hechos referentes a otras áreas del revisionismo histórico de la Segunda Guerra Mundial?
Puede escribir a: Institute for Historical Review, Post Office Box 2739, Newport Beach, California 92659,
U.S.A., que tiene una gran variedad de libros, casettes y videocasettes sobre importantes cuestiones
históricas y que además publica una revista trimestral.
Fuente: http://www.stormfront.org/spanish/pregunt.htm
Informe oficial de muertos en todos los campos, en toda la guerra ,
según la Cruz Roja:
Casos de muerte certificados de presos en los antiguos campos de concentración
Sonderstandesamt Arlosen
Hasta el
31/12/1982
Desde el
1/01/1983
hasta el
31/12/1983
Suma hasta
el
31/12/1983
Auschwitz 53 606 27 53 633
Bergen-Belsen 6 851 – 6 851
Buchenwald 20 671 – 20 671
Dachau 18 451 – 18 451
Flossenbürg 18 330 – 18 330
Gross Rosen 8 355 – 8 355
Lublin 7 425
7 671
Mauthausen 78 824 – 78 824
Mittelbau 7 463 – 7 463
Natzweiler 4 431 – 4 431
Neuengamme 5 706 – 5 706
Ravensbrück 2 138 2 2 130
Sachsenhausen 5 012 – 5 012
Stutthof 11 237 1 065 12 303
Theresienstadt 27 260 344 27 604
Verschiedene 4 643 – 4 643
——— —— ———
280 212 1 865 282 077
====== ==== ======
Número de fichas del fichero principal del registro (Sonderstandesamt) sobre casos de muerte registrados
en el Sonderstandesamt y en otros registros: 363 468
Vídeo real grabado por los delegados de la Cruz Roja en campos de concentración nazi:
VIDEO: https://youtu.be/fnCztaQ-e_U
Los delegados de Cruz Roja Internacional que visitaron los campos de concentración nacionalsocialistas
durante la Segunda Guerra Mundial testificaron que no encontraron evidencia alguna de que allí se
estuviera exterminando a judíos y otras personas masivamente, así como que allí no había cámaras de gas.
————-
Rapport de la Cruz Roja sobre los campos de
Concentración Alemanes En este articulo se expondra un trozo del libro “el mito de los 6 millones” de J. bochaca, en d onde se
menciona el Rapport Oficial de la Cruz Roja, que hecha por tierra muchos de los relatos del “Holocausto”
Judio.
Existe un estudio de la cuestión judía en Europa en el transcurso de la II Guerra Mundial y de las
condiciones de vida en los campos de concentración alemanes, que es casi única en su género por su
honradez y su objetividad. Se trata del Rapport , en tres volúmenes, del “Comité Internacional de la Cruz
Roja Internacional” sobre sus actividades durante la guerra. Ese Rapport fue publicado e n Ginebra en 1948.
Este informe exhaustivo, procedente de una fuente neutral completamente, incluye y amplía revelaciones
contenidas en dos obras precedentes, también de la Cruz Roja, tituladas: “Documentos sobre las
actividades del Comité Internacional de la Cruz Roja a favor de los civiles detenidos en los campos de
concentración en Alemania, 1939—1945”, e “Inter Arma Caritas: la Obra del Comité Internacional de la
Cruz Roja durante la Segunda Guerra Mundial”, editadas en Ginebra, respectivamente en 1946 y 1947. El
grupo de autores, dirigido por un francés, Frédéric Siordet, hace constar, al principio del Rapport, que se ha
redactado inspirándose en principios de una estricta neutralidad política, siguiendo la tradición de la Cruz
Roja, y es ahí donde se halla su gran valor.
En Comité Internacional de la Cruz Roja consiguió hacer aplicar las convenciones militares de Ginebra, de
1929, para poder visitar a los detenidos civiles de los campos de concentración alemanes tanto de Europa
Central y Occidental, como de Europa Oriental: en otras palabras, el C.IC.R. pudo visitar tanto los campos
en que luego se reconoció que nunca hubieron “cámaras de gas” (Dachau, Belsen, Dora, Oranienburg,
Buchenwald, etc.) como los que se afirmó que las hubo, especialmente Auschwitz. Huelga decir que el C.LC.
R. visitó regularmente los campos de concentración que, en un principio se reservaban a prisioneros de
guerra, y ello tanto en Alemania y las zonas de nuestro continente ocupadas por Alemania y sus aliados,
como en la Gran Bretaña. En cambio, no le fué posible actuar de igual modo en la Unión Soviética, toda vez
que ese país nunca ratificó los acuerdos de la Convención de Ginebra. Los millones de prisioneros civiles y.
militares de la Unión Soviética, cuyas condiciones de vida eran, cual es público y notorio, las más penosas
de todos, sin comparación alguna, estaban completamente desconectados del mundo exterior, no podían
solicitar el amparo, ni siquiera teórico, de ningún control internacional y vivian en condiciones
infrahumanas.
El Rapport es importantísimo porque, para empezar, aclara las circunstancias legitimas de la detención de
judíos en los campos de eoncentración, como ciudadanos de un país enemigo. Al describir las dos categoría
de civiles internados, el Rapport calif ica al segundo tipo como “civiles deportados por razones
administrativas”. La expresión alemana es más exacta que la del texto francés del Rapport. Los alemanes lo
llamaban Schutzhaftlinge, es decir, detención preventiva, refiriéndose a individuos que habían sido
internados por motivos politicos o raciales, porque su presencia era considerada como un peligro en
potencia para el Estado o para la tropa de ocupación.
El Rapport reconoce que los alemanes fueron, al principio, algo reticentes en permitir a la Cruz Roja
entrevistarse con personas internadas por razones de seguridad del Estado (es decir, en un 98 %, judíos),
pero afirma que a partir de Julio de 1942, el C.I.C.R. obtuvo concesiones muy importantes de los alemanes.
Se permitió al C.l.C.R. que distribuyera víveres en los grandes campos de concentración a partir del
siguiente mes, es decir, de Agosto de 1942. Esta concesión fué extendida a todos los campos a partir de
Febrero de 1943 (233). El C.I.CR. estableció rápidamente contacto con los comandantes de los respectivos
campos de concentración y puso en marcha un programa de envíos de víveres que funcionó regularmente
hasta los últimos meses de la guerra, en 1945, y de ello dan fé las numerosas cartas de agradecimiento
escritas por miles de judíos detenidos en esos campos.
El Rapport del C.I.C.R. menciona que “se enviaban 9.000 paquetes dianos. A partir del Otoño de 1943, y
hasta Mayo de 1945, se mandaron aproximadamente 1.112.000 paquetes de vituallas, con un peso total de
4.500 toneladas (234). Además de los paquetes de víveres, se mandaron paquetes conteniendo productos
farmaceuticos y vestidos. “Se mandaron expediciones a Dachau, Buchenwald, Sangerhau sen, Sachsenhau
sen, Oranienburg, Flossenburg, Landsbergam, Lech, Floha, Ravensbruck, Hamburg—Neuengamme,
Mauthausen, Theresienstadt, Auschwitz, Bergen—Belsen y a otros campos situados en el centro y sur de
Alemania y en las cercanías de Viena. Estos paquetes estaban destinados sobre toda a judíos belgas,
holandeses, franceses, italianos, griegos, polacos, noruegos y apátridas” (235). Estas mercancias habían
sido recogidas o compradas por diversas organizaciones judías de beneficiencia en todo el mundo, y muy
especialmente por el “American Joint Distribution Committee”, de Nueva York (236). Hasta la entrada en
guerra de los Estados Unidos, este Comité fué autorizado por el Gobierno Alemán a instalar sus oficinas en
Berlin.
A parte del citado “American Joint Distribution Committee”, fué la propia Cruz Roja quien compraba
ingentes cantidades de víveres, sobre todo en Rumania, Hungría y Eslovaquia, estados, como se sabe
aliados del Reich. El C.I.C.R. se queja, en su Rapport, de que su acción de gran envergadura de ayuda a los
internados judíos fuera dificultada, no por los alemanes, sino por el estrechisimo bl oqueo de Europa
llevado a cabo por los Aliados occidentales (237).
Los delegados del C.I. C.R. pudieron visitar todos los campos de concentración alemanes. Es de destacar el
elogio que se hace del campo de Theresienstadt (Terezin) en el que se hallaban exclusivamente judíos.
“Este campo, en el que vivían unos 40.000 judíos deportados de diversos paises, era un ghetto
relativamente privilegiado” (238). Según informes recogidos por el C.I.C.R. este campo había sido creado a
título experimental por ciertos dirigentes del Reich que querían dar a los judíos la posibilidad de vivir en
común en una ciudad administrada por ellos mismos y dotada de una autonomía interna casi completa…
Los delegados pudieron visitar ese campo el 6 de Abril de 1945, semanas antes del f in de la guerra y doce
días antes de su ocupación por los Aliados, y confirmaron la impresión favorable obtenida en su primera
visita” (239).
El C.I.C.R. elogia, muy especialmente, la actitud humantaria del régimen de la Rumania fascista de
Antonescu, que permitió y dió toda clase de facilidades al Comité para que socorriera a los 183.000 hebreos
rumanos. Esta ayuda duró hasta la ocupación del país por las tropas soviéticas, lo que significó el fin de la
misma, pues “el C.I.C.R no consiguió jamás mandar ni un sólo paquete de víveres, ni de correspondencia, a
la Unión Soviética ni a los paises controlados militarmente o políticamente por ella (240). Es típico el caso
de Auschwitz. El C.I.C.R. recibió una correspondencia voluminosa procedente de ese campo hasta la llegada
de los soviéticos; entonces la correspondencia cesó de llegar. Una parte de los detenidos fué evacuada
hacia el Oeste, a la zona ocupada por americanos e ingleses, instalándose en Oranienburg y Buchen wald, y
el C.I.C.R. pudo continuar haciéndoles llegar víveres y medicamentos no así a los que quedaron en
Auschwitz, con los que se perdió todo contacto.
Es curioso, por otra parte, que si los detenidos podían mandar, a través del C.I.C.R., una voluminosa
correspondencia, y más concretamente desde el fa~ moso “campo de la muerte” de Auschwitz, no se
filtrara, en la misma, ningún indicio acerca de los supuestos asesinatos masivos alli cometidos.
Evidentemente en Auschwitz, como en todas partes, existía una rígida censura de correspondencia con sus
propios co-nacionales, y a mayor razón con los internados políticos o por razones administrativas. Pero
choca con el sentido común más elemental que ni una sóla de las misivas escritas desde Auschwitz
consiguiera, por medios indirectos, comunicar a los Aliados la supuesta realidad de las masacres y de las
cámaras de gas. Y raya en la imposibilidad pura y simple que los delçgados de la Cruz Roja que se pasearon
por los campos de concentración alemanes durante el curso de la guerra, no se apercibieron de nada.
Podrá argüirse qúe si se apercibieron pero guardaron silencio para no agravar aún más la suerte de los
internados. Pero este argumento no es válido, por cuanto el Rapport del Comité Internacional de la Cruz
Roja fué publicado en Ginebra, tres años después del fin de la guerra. Es más, teniendo en cuenta el clima
político imperante en aquellas fechas, hubiera sido más popular para el C.I.C.R. afIrmar que había
comprobado la existencia de cámaras de gas que guardar silencio sobre el tema. Y cuando fueron
requeridos, los delegados del C.IC.R., a que se pronunciaran al respecto, manifestaron que les era imposible
no oponerse a la irresponsable campaña con la que se pretendía acusar de genocidio al régimen nazi.
Uno de los aspectos más importantes del Rapport a que nos estamos refiriendo es que viene mucha luz
sobre los motivos del aumento de los decesos en los campos de concentración hacia el final de la guerra.
Por ejemplo, se afirma que “. . . en las condiciones caóticas en que se debatia Alemania hacia el fin al de la
guerra, los tremendos bombardeos aéreos arruinaron no sólo la economía sino los transportes en el ámbito
del III Reich. Los víveres no llegaron a los campos de concentración y hubo cada vez mas .detenidos que
perecían de inanición” (241). Alarmado por tal situación, el Gobierno Alemán informó de ello a la Cruz Roja,
en Febrero de 1945. A principios de Marzo de 1945, Kaltenbrunner se entrevistó con el Presidente del
C.I.C.R. De resultas de tal entrevista, la Cruz Roja se encargó, a través de sus propios delegados, de tal
distribución de los paquetes de víveres en los campos y un delegado del C.I.C.R. fué autorizado a
permanecer en cada campo. Dicho delegado tenía plena libertad tic movimientos (242). Es decir, que en los
dos últimos meses de la conflagración, cuando, según los apóstoles de la literatura concentracionaria, los
alemanes llevaban a cabo, con toda su intensidad, su política de ge. nocidio, había un delegado de la Cruz
Roja en cada campo. Y ninguno de tales delegados se dió cuenta de nada. Ninguno vió una cámara de gas.
Ninguno vio un crematorio que no se utilizara para incinerar cadáveres de apestados o de tíficos. Ninguno
tuvo la curiosidad para escuchar los rumores sobre el gaseamientos o cremaciones colectivas de seres
vivos. Todos estaban distraídos ¿Tódos? ¿Es esto admisible?
Pero aún hay más. El C.I.C.R. protestó, el 15 de Márzo de 1944 contra “la bárbara guerra aérea de los
Aliados” (243). Esta protesta se hizo oficialmente en el interés de los prisioneros de guerra y de los
internados administrativos (es decir, en su gran mayoría judíos). El 2 de Octubre de 1944 el C.I.C.R. formuló
una nueva protestas al “Foreign Office”, advirtiendo del inminente hundimiento del sistema de
comunicación alemán y afirmando que traería como consecuencia inevitable el hambre para todos los que
se encontraban entonces en Alemania, prisioneros incluidos (244).
En lo que concierne a la tasa de mortalidad en los campos, el Rapport precisa que se utilizaron los servicios
de la mayor parte de los médicos judíos internados para luchar contra el tifus en el frente del Este, pero
muchos médicos israelitas, estuvieron en los campos luchando contra las epidemias de tifus cuando éstas
llegaron a su punto álgido en 1945 (245).
Por lo que se refiere a la alegación de que los alemanes habían camuflado las cámaras de gas en salas de
duchas, el Rapport del comité lo desmiente tácitamente al declarar:
“Los delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja visitaron no solamente los lavabos, sino las
instalaciones de baños, las duchas y los talleres de lavado de ropas. Debieron intervenir a menudo para
hacer reparar algunas instalaciones o para lograr mejoras”.(246)
Esto nos parece definitivo. Los delegados del C.I.C.R. visitaron los célebres baftos-ducha, y si debieron
intervenir para repararlos o lograr mejoras, es porque los vieron en acción. Admitamos que a algún o
algunos delegados lograran engañarles los alemanes, haciendoles “ver” que las “cámaras de gas” eran
baños—ducha. Concedido. Pero, ¿a todos los delegados a la vez, y en todos los campos?. Precisamente el
examen de este voluminoso Rapport en tres volumenes, con un total de 1.630 páginas de documentos
oficiales demuestra que los delegados del C.I.C.R. no encontraron ningúna prueba, en los campos de
concentración de Alemania y de los países ocupados o bajo su área de in. fluencia, de una política oficial,
extra—oficial y deliberada de exterminio de los judíos. En ninguna de las 1.630 páginas se habla de cámaras
de gas, ni de otros crematorios que los convencionales, destinados a incinerar cadáveres. El Rapport
reconoce que los judíos, como muchos otros pueblos en el curso de la guerra, sufrieron privaciones y que la
vióa en los campos de concentración, sobre todo en los últimos meses, fué penosa, pero el silencio tot al
sobre una política deliberada de exterminio, refuta, por si sólo, la fábula de los Seis Millones.
El Volumen III del Rapport trata extensamente de la ayuda “prestada a los judíos de la población libre”
(247). Se demuestra sin resquicio alguno a la duda razonable que no todos los judíos fueron internados en
campos de concentración, sino que muchos miles de ellos, en ciertas zonas, permanecieron mezcladas con
la población civil, aún cuando estuvieron sometidos a determinadas restricciones.
En Eslovaquia, por ejemplo, estuvieron casi todos libres, en un regimen parecido al de la “libertad vigilada”.
En ese país actuaba el adjunto de Eichmann, Dieter Wisliceny (248), y los judíos que fueron enviados a
campos de concentración sólo fueron los participantes en acciones de sabotaje y los afiliados a los partidos
marxistas. Esta situación se prolongó hasta Agosto de 1944, en que se produjo un conato de sublevación
contra el regimen del Padre Tisso, aliado de Alemania; en esa sublevación los judíos eslovacos tomaro n
parte casi en masa y entonces, salvo raras excepciones, los judíos fueron internados en campos de
concentración (249).
Entre los tres millones o tres millones doscentos mil judíos que, según demostrado en el epígrafe “LOS
DERECHOS DE LA ARITMETICA” se hallaban en Europa, en el curso de la guerra, en territorio controlado por
Alemania, hubo no sólo muchos que no fueron internados y otros muchos que tomaron parte en los
movimientos de partisanos, sino que además una parte de ellos pudo emigrar en el curso de la contienda,
generalmente yía Hungría, Rumania y Bulgaria, hacia Turquía Europea. Esta emigración a partir de los
territorios ocupados por los alemanes fué facilitada igualmente por el Reich. Es curioso el cáso de los judíos
polacos que llegaron a Francia antes de la ocupación de este país. “Los judíos de Polonia que, hallándose en
Francia, habían obtenido varias visados de entrada en los Estados Unidos, fueron considerados ciudadanos
americanos por las autoridades alemanas de ocupación, que aceptaron ulteriormente reconocer la validez
de unos tres mil pasaportes entregados a judíos por determinados consulados de países de América Latina”
(250): Como futuros ciudadanos americanos, estos judíos fueron internados en el campo de Vittel
reservado a ciudadanos americanos cuya presencia se consideraba “non grata” en la Francia Ocupada.
Muchos de estos ciudadanos americanos eran, también, de origen racial judío.
La emigración de los judíos europeos a partir de Hungría, en especial, continuó en el curso de la guerra,
sintrabas por parte de las autoridades alemanas. “Hasta Marzo de 1944, los judíos que tenían el privilegio
de haber obtenido visados ingleses para ir a Palestina fueron autorizados a abandonar Hungría, en
dirección a Estambul” (251).
Incluso después de la caída del régimen de Horthy y su substitución por el de Szallasi la emigración de los
judíos continuó. El C.I.C.R. recibió un mensaje personal del Presidente Roosevelt en el que se especificaba:
“El Gobierno de los Estados Unidos reitera expresamente que hará todo lo necesario para ocuparse de
todos los judíos que están siendo autorizados a partir enlas actuales circunstancias” (252).
Un hecho que ilustra claramente la profundidad del lavado de cerebro colectivo a que se ha llegado en
nuestra triste época es que un documento de especialistas, como el Rapport de la Cruz Roja, sea
prácticamente ignorado por el gran público, mientras la lacrimógena impostura del Mito de Anna Frank
haya alcanzado alguna notoriedad mundial y hasta haya sido impuesto como li bro de texto obligatorio en
varios “lander” de la muy democrática República Federal Alemana.
(233) Rapport del C.I.C.R.. — Volúmen III, p.78.
(234) Ibid. Id. Op. Cit. Volumen III, p. 80.
(235) Ibid. Id. Op. Cit. Vol III, pág. 83.
(236) Ibid. Id. Op. Cit. Vol 1, pág. 644.
(239) Ibid. Id. Op. Cit. Vol 1 pag, 642.
(240) Ibid. Id, Op. Cit. Vol 1, pag, 62.
(241) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. III, pag. 83.
(242) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. III, pag. 83—84.
(243) Inter Arma Caritas, pág. 88.
(244) Inter Arma Caritas, pág. 79.
(245) “Rapport del C.I.C.R”. Vol. I. Pág. 204.
(246) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. III; p. 594.
(247) Rapport del C.I.C.R. Vol I, cap. 3—1.
(248) Capturado por los comunistas checos fue “interrogado” en la prisión de Bratislava, donde, en
Noviembre de 1946 firmó unas “confesiones” al estilo soviético, incriminandose a si mismo y a numerosos
jerarcas nazis. Estas confesiones están, insólitamente, escritas en inglés y hablan de que la ocupación de
Polonia incrementó en tres millones la cifra de judíos bajo control nazi —tesis comunista tiempo ha
refutada— lo que da un indicio clarísimo de la identidad de los autores de su “confesión” (N.del A.)
(249) Rapport del C.I.C.R. Vol. 1, pág. 646.
(250) Rapport del C.I.C.R. VoL 1, pág. 645.
(251) Ibid. Id. Op. Cit. Vol. 1, pág 648.
(252) Ibid. Id. Op. Cit. Vol 1, pág. 649.
CONCLUSION:
Creemos haber demostrado, en las páginas precedentes, los siguientes puntos:
1) Los Nazis querían que los judíos emigraran; de Alemania, primero. De toda Europa después. Pero no
querian liquidarlos físicamente. De haberlo querido, más de quinientos mil judíos no estarían actualmente
en Israel cobrando indemnizaciones de Alemania Federal. Si algo les sobró a los Nazis para exterminar a los
judíos fué tiempo. Seis años desde que empezó la guerra y doce desde que tomaron el poder, muy
democráticamente por cierto.
2) Es un hecho histórico que los Nazis intentaron solucionar el problema judío a base de facilitar su
emigración ordenada a otros paises. Las grandes “democracias”, que mantenían ine xplorados y vacíos
inmensos territorios no dieron ciertamente facilidades. El poderoso movimiento sionista no presionó
tampoco para activar una emigración ordenada, tal como deseaba Hitler. A tal movimiento político incluso
le convenía que algunos cientos de miles de correlegionarios suyos pasaran penalidades en Europa.
Penalidades que luego se cobrarían al ciento por uno, política o económicamente, y ayudarían a mantener
la cohesión del Judaísmo. Hitler ofreció una solución del problema judío en el discurso ante el Reichstag el 6
de Octubre de 1939, después de la campaña de Polonia. A parte de proponer la paz, el punto 3º de su
discurso vetsó sobre “Un intento de ordenar y solucionar el problema judío”. Su propuesta no halló el
menor eco en los gobiernos de las democracias occidentales.
3) Ni un sólo judío fué gaseado en Alemania y Austria, y cada vez hay más pruebas de que tampoco ocurrió
en Auschwitz. Está demostrado que las pretendidas pruebas presentadas sobre los supuestos gaseamientos
en Auschwitz son burdas mentiras, culminadas con el milagro atribuido a los Nazis, capaces de dinamitar las
cámaras de gas, para hacer desaparecer las huellas de su crimen, sin que los crematorios, que se hallaban
en el piso de encima, según las autoridades polacas, sufrieran daño alguno.
Hubo ciertamente crematorios para incinerar a los que habían muerto por diversas causas, incluyendo los
genocidas raids aéreos de la aviación Aliada.
4) La mayor parte de los judíos que perecieron en pogroms lo fué a manos de las poblacion es civiles antes
de la llegada de la Wehrmacht, la cual estaba interesada en el “manpower” que podían representar los
judíos en la industria y la agricultura.
5) La mayor parte de los judíos que perecieron a manos de los alemanes eran elementos subversivos,
espías o partisanos. En muchas ocasiones, también, los judíos eran víctimas de las represalias contra las
actividades dé los citados partisanos. Las ejecuciones de rehenes, con todo lo lamentables que puedan ser,
están previstas en todos los códigos militares del mundo, y su justificación radica en la existencia de los
propios partisanos. Son éstos los que rompen la barrera entre combatientes y no—combatientes al no
llevar uniforme y refugiarse en el anonimato de la población civil. Lo que pueda sucederle a éste será
responsabilidad de los partisanos, que actúan fuera de las leyes de la guerra, y no del ejército regular.
También perecieron muchos judíos, en los campos de concentración, ejecutados por actos de sabotaje
(298). La ejecución de saboteadores en tiempo de guerra está igualmente prevista en los códigos militares,
y no sólo en el alemán.
6) Si fuera cierto que los Nazis ejecutaron, de hecho, a Seis Millones de judíos, el Judaísmo solicitaría
subsidios y más subsidios para fomentar las investigaciones sobr el Genocidio, e Israel pondría sus archivos
a disposición de los historiadores. Ni el Judaísmo ni el estado de Israel lo han hecho así. Muy al contrario, a
todo aquel que ha intentado estudiar el problema seriamente lo han boycoteado, moral o materialmente.
Esto constituye, a nuestro juicio, una prueba moral de que la cifra de los Seis Millónes es una estafa.
7) No hay ni una sóla prueba material del Genocidio. Hemos demostrado que la cifra de Seis Millones de
gaseados es demográfica y materialmente imposible, así como técnicamente irrealizable. El modus
operandi descríto por los autores del Mito es farragoso, innecesaria y ridículamente complicado y de un
costoso prohibitivo en tiempo de guerra.
Los testimonio aducidos (Hoettl, Hoess, Eichmann, Gerstein) son inválidos: a) por haber sido, según es
público y notorio, obtenidos bajo coacción. b) por no haber sido posible someterlos a contrainterrogatorio
de la defensa, lo cual los descalifica automáticamente.
8) Son los acusadores los que tienen la obligación de presentar la prueba de que los Nazis gasearon a Seis
Millones de judíos, y no los acusados Nazis. El fardo de la prueba recae, en todos los países civilizados, en el
acusador, y no en el acusado. Demostrar una verdadera culpabilidad es mucho más fácil que demostrar una
verdadera inocencia. ¿Cómo va a poder demostrar, el hombre más honrado del mundo, que nunca robó
nada a nadie? Es el acusador quien tiene que demostrar sus cargos. Por tal motivo, los juicios contra
antiguos SS, guardianes de campos de concentración, a los que se declara a priori miembros de
organizaciones criminales y deben demostrar su inocencia sobre hechos que se suponen acaecidos hace
treinta y cinco años, no son más que linchamientos legales.
9) Lademostración obvia de que la cifra de Seis Millones no tiene ningún fundamento nos la da el hecho de
que los propios historiadores, escritores, publicistas y políticos judíos, sionista o no, presentan
discrepancias verdaderamente ridículas en sus cálculos. Tras hacer firmar al desgraciado Gerstein
(suponiendo que existiera) que los Nazis asesinaron a 45 millones de judíos, y luego, dos meses más tarde,
reducir la cifra a 25 millones, para dejarla en “20 millones y pico” (sic) se descendió gradualmente a once
millones, luego a ocho millones y finalmente se estabilizó la cuenta en la cifra de Seis Millones. Esta cifra
perduró casi veinticinco años, en realidad aún perdura, pero coexiste con nuevas cifras. Por ejemplo, el
Fiscal del Proceso Eichmann citó la cifra de 5.700.000, pero el Juez en sus conclusiones rehusó complicarse
la vida con cifras y habló de “varios millones de inocentes judios”. (299) William Shirer el buda de los
historiadores judíos, asegura que los Nazis asesinaron a cuatro millones de judíos (300). Josef G. Burg deja
la cifra en 3.323.000 y aún se cubre con la frase de que “a tal cifra se llega tomando como ciertas las cifras
de los más desenfrenados cultivadores de esa Mentira” (el supuesto Genocidio). El Padre Daniel Rufeisen
corrige ligeramente las cifras de Burg y cifra el número total de judíos muertos en el transcurso de la
contienda —por todos conceptos, incluyendo las causas naturales— en unos tres millones, como máximo.
Aldo Dami —medio judío y casado con una judía— da la cifra de medio millón, también como máximo. Y el
doctor Listojewski, un judío californiano, tras estudiar durante dos años el problema, afirma que el número
máximo de judíos que perecieron durante el periodo hitleriano osciló entre 350.000 y 500.000 y remacha
“Si nosotros, los judios, aseveramos que fueron Seis Millones, es una gran mentira (301). Finalmente, el
judío americano, Doctor Freedman, como ya hemos visto, cree que la cifra de bajas judías no excedió de las
300.000 mientras niega en redondo la Mitología del Holocausto.
10) El mutismo de la Cruz Roja Internacional y del Estado Vaticano como institución, tanto durante la
guerra como al final de la misma, sobre el plan genocida oficial u oficioso ideado y puesto en práctica por
los Nazis para exterminar a los judíos, demuestra que tal plan no existió.
11) En número aproximado de bajas sufridas realmente por los judíos se sitúa, en nuestra opinión, entre
250.000 y 400.000. Esas cifras representan, para nosotros, el mínimo y el máximo. La razón de tan
importante diferencia estriba en la absoluta falta de credibilidad de los testimonios emanados de fuentes
rusas o polacas, y también del hecho de que a veces los judíos son catalogados como tales en las
estadísticas, y a veces como rusos, polacos, etc,. No obstante, y remitiéndonos a lo que mani festamos en el
epígrafe “¿CUANTOS MURIERON EN REALIDAD?” creemos que la cifra debe situarse alrededor de los
300.000. Damos por supuesto que un tercio de las personas muertas en campos de concentración eran
judías (no debemos olvidar que los prisioneros de guerra rusos se contaban por millones), y si, según la
Cruz Roja Internacioñal murieron en los campo de concentración unas 395.000 personas podemos
desglosar las bajas de la siguiente manera, en lo que concierne a los judíos: unos 130.000 en los campos de
concentración, a causa de infecciones, mala alimentación al final de la guerra, causas naturales,
bombardeos aéreos, y, eventualmente, malos tratos de algunos guardianes, entodo caso, individuales y a
espaldas del mando. Debe, además, insistirse en que las condiciones de vida de los internados empeoraron
cuando los alemanes entregaron la administración interna de los campos a los “kapos”, es decir a los
propios internados. Unos noventa mil en acciones bélicas a manos de los “Einsatzgruppen” (esta cifra es la
máxima que se ha admitido por los propios judíos que pretenden ser historiadores). Y podemos cifrar el
resto de los muertos judíos (a causa de su participación en los movimientos de resistencia occidentales; en
el alzamiento armado del ghetto de Varsovia, de los bombarderos aéreos Aliados, por actos de sabotaje,
subversión y espionaje y por causas naturales) en una cifra intermedia entre 50.000 y 100.000 personas. Es
decir, en total, más o menos las que murieron en una noche en el bombardeo terrorista de la ciudad—
hospital de Dresde, perpetrado por la aviación aliada, drama del que nunca se ocupan nuestros grandes
medios de “información”.
12) La finalidad del Fraude tiene una doble vertiente: por un lado, impedir una auténtica unidad del bloque
Occidental. Por otro, obtener fondos, mediante la operación de chantaje y difamación más monstruosa del
toda la historia del mundo, para el estado de Israel.
(298) Los propios judíos se han enorgullecido de su labor de sabotaje. Por ejemplo, en el campo de Dora,
donde se fabricaban las V—2, los judíos sabotearon su puesta a punto, de manera que un buen porcentaje
de las mimas quedaron inutilizadas. En Sachsenhausen la dirección del campo debió solicitar, la ayuda de la
Gestapo ante la magnitud de los sabotajes en la fabricación de motores Heinkel. (“Impossible Oubli”, Paris,
1970).
(299) En toda la Historia del Derecho, esta fué la primera vez que un acusado fué declarado culpable de un
número indeterminado de crímenes. Incluso en los procesos contra las “brujas” en l a Baja Edad Media se
debía especificar, obligatoriamente, cantidad y calidad de los delitos imputados. Normalmente, el Juez del
Proceso de Jerusalén debiera haber sido revocado, y el juicio anulado y repetido con otro juez, que se
ajustara a derecho (N. del A.)
(300) William Shirer: “Rise and Fail of the III Reich”.
(301) Publicado en la Revista “The Broom”, de San Diego, California,el 11 de mayo de 1952.
Imagen del Rapport donde se menciona las victimas Judias en los Campos de Concentracción.
Alli se ve que el total de judios muertos fueron de 271.304 personas, bastante menos que los 6 millones
que se dice.
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“La primera víctima de la guerra es la verdad”
Winston Churchill
VIDEO: https://youtu.be/PnZxojlcXFk
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DOCUMENTAL: El Fraude del Auschwitz (1ª parte de 7)
VIDEO: https://youtu.be/wKOoh0RE8aA
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Holocuento para inútiles ( 1/3 )
VIDEO: https://youtu.be/ZKf-iHfhkc0
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Los campos de concentración
nazis y el mito de los 6 millones
Los llamados modernos medios de Información que, en honor a la Verdad, debieran ser apodados de
“Desinformación”, han presentado una imagen convencional del problema. El contencioso germano-judío
ha sido fallado por la Historia Oficial de la post-guerra de manera totalmente maniquea. Los nazis y, por
extensión, los alemanes todos, eran unos brutos salvajes que encerraban a los judíos de Alemania y de los
países que lograron ocupar militarmente en unos campos de concentración, con la finalidad de
exterminarlos en crematorios y en cámaras de gas. Los judíos eran unas inocentes criaturas, que se dejaban
llevar mansamente al matadero, entonando a coro el Cantar de los Cantares. Esa imagen ha sido reiterada,
ad nauseam, en revistas y periódicos, por la radio y la televisión de todos los paises, beligerantes o no en la
pasada guerra… Docenas, centenares de peliculas han aparecido y aparecen aún, pasados treinta años del
final de la contienda, repitiendo obsesivamente el mismo leit motiv: alemanes estúpidos, nazis asesinos,
judíos inocentes y holocausto infernal de seis millones de personas, perpetrado con refinamientos de
crueldad inconcebibles en seres que se suponen civilizados.
Antes de entrar decididamente en lo que constituye el tema central de la presente obra, esto es, la
demostración de que no existió un plan oficial aleman para la exterminación masiva de los judíos por el
hecho de serlo y que, en cualquier caso, la cifra de bajas judías, por todos los conceptos, de resultas de la
conflagración mundial, no pudo sobrepasar el 10 por ciento de la cifra oficial, hemos querido situar el
problema en sus justos y exactos términos. Tal vez nos hayamos extendido ex cesivamente en los
precedentes epígrafes, pero ello nos ha parecido impréscindible para una nueva evaluación precisa del
problema.
Bien intencionados de la escuela revisionista se han sumergido de lleno en el tema, olvidándose de los
antecedentes del mismo, y limitándose a señalar la imposibilidad material de la cifra de seis millones de
exterminados. Un tal planteamiento, excluyendo las circunstancias que enmarcan el caso, parece dar por
sentado que es lógico el internamiento de varios millones de civiles en campos de concentración.
Si se omite el mencionar lo que, basandonos en testimonios de parte contraria a los nazis o, simplemente, a
los alemanes en general, hemos reseñado en los epígrafes anteriores, cualquier lector medianamente
advertido notará una laguna que por fuera hay que colmar. A nuestro juicio, el planteamiento correcto del
problema de lo que no dudamos en calificar como “el mayor fraude histórico de todos los tiempos” es el
siguiente:
a) La tradicional amistad entre el Sionismo y el Pan-Germanismo quedo rota cuando, a mediados de 1917,
aquél traicionó una alianza fáctica y propició la entrada de los Estados Unidos en la guerra, al lado de los
Aliados, lo que originó la derrota de Alemania y el infausto Tratado de Versalles, en cuya redacción
participaron numerosos e influyentes judíos, en muchos casos nacidos en Alemania
b) La masiva participación de los judíos en las revueltas comunistas ocurridas en Alemania entre 1917 y
1925, así como su papel de líderes de los movimientos disolventes y antinacionales, culminando todo ello
en una posición de preponderancia política y económica contribuyó poderosamente al triunfo electoral del
Nacionalsocialismo, cuyo programa preveía la asimilación de los judíos alemanes al estatuto de extranjería.
c) Tal como hemos visto en precedentes epígrafes, los judíos del mundo entero, incluyendo los nativos de
Alemania y Austria, declararon, de hecho y oficialmente, la guerra a Alemania.
d) En el transcurso de la guerra, diversos judíos con pasaporte norteamericano, inglés, francés o apátridas
(ex-alemanes) coadyuvaron al endurecimiento de la guerra contra Alemania y a la entrada de los Estados
Unidos en la contienda.
e) Las actividades de los judíos en los diversos movimientos de resistencia, es decir, de francoti radores que
combatían sin uniforme, han sido tan voceadas por los propios hagiógrafos de los judíos que huelga
extenderse sobre ello. En dichos movimientos —de lucha ilegal según las Convenciones de Ginebra y La
Haya, no se olvide— los judíos eran legión.
f) En tales circunstancias, y atendidos los citados precedentes, los civiles judíos constituían, tanto en
Alemania como en los territorios que sucesivamente fue ocupando el Ejército Alemán en el curso de la
guerra, un peligro potencial. Por consiguiente, se hizo necesario, en determinados casos, su internamiento.
g) Ese internamiento hubo de realizarse en campos de concentración, que hubo que improvisar en plena
guerra, pues los construidos en preguerra para alberge de marxistas y elementos asociales no bastaban.
Con la masiva llegada de prisioneros, especialmente procedentes del frente del Este, la situación en los
campos de concentración empeoró, aumentando la tasa de mortalidad, ya normalmente elevada en los
campos de prisioneros.
h) La tesis oficial pretende que, mediante gaseamientos, crematorios, fusilamientos en masa y sevicias de
todo género, no menos de seis millones de judíos fueron deliberadamente ejecutados por los nazis,
siguiendo un plan oficial del Gobierno Alemán.
i) Como vamos a demostrar seguidamente, no existió ningun programa oficial de exterminación de los
judíos, no existieron cámaras de gas y los crematorios tenían como finalidad la incineración de los
cadáveres. Finalmente la cifra de seis millones de judíos muertos representa de quince a veinte veces la
realidad.
j) El “mito de los seis millones” es artificiosamente mantenido en vida por el interés mancomunado y
convergente del Sionismo Internacional y de la Unión Soviética. Para ésta, la creencia en tal entelequia
mantiene en pié un muro de horror entre Alemania Occidental y los demás paises de la Europa residual aún
no sometidos al Comunismo. Si seis millones de judíos fueron exterminados, muchísimos alemanes
debieron saberlo; si lo sabían y lo toleraban Alemania era —y debe continuar siendolo— un país de
salvajes, indigno de la convivencia internacional. Así se mantiene una resquebrajadura permanente en el ya
de por sí poco sólido edificio de la Alianza Atlántica. Para aquél, —para el Sionismo—, la pervivencia del
mito representa la seguridad de poder continuar contando con la República Federal Alemana como
enjuagador de los permanentes déficits del Estado de Israel.
Los campos de concentración para judíos y (no-judíos) estaban ubicados en las siguientes ciudades:
Katzweiler, Dachau, Flossenburg, Buchenwald, Bergen-Belsen, Neuengamme, Ravensbruck,
Sachsenhausen, Gross-Rosen, Theresienstadt, Mauthausen, Stutthoff, Chelmno, Treblinka, Sobiror,
Maidanek, Belzec, Auschwitz-Birkenau, Vught, Dora, Beuchow, Drancy, Ellrich, Elsing, Gandersheim, Gurs,
Herzogenbusch, Kistarcsa, Lublin y Wolzec.
Para empezar, he aquí una fantástica coincidencia. Según la literatura concentracionaria, aún cuando los
malos tratos ejercidos con lunático sadismo se dieron en todos los campos citados, sólo fue ron “campos de
exterminación” propiamente dichos los de Auschwitz-Birkenau, Stutthof, Chehnno, Belzec, Treblinka,
Maidanek y Sobiror, es decir, todos los situados en territorio actualmente controlado por los comunistas,
rusos o polacos. Se ha podido probar que ni Dachau, ni Buchenwald ni Bergen-Belsen, todos ellos en
territorio Alemán, fueron “campos de exterminación”; cuando se ha pretendido continuar las
investigaciones en los siete campos restantes, actualmente en territorio controlado por los comunistas ,
éstos han declarado, bajo “palabra de honor” que la versión que los presenta como campos de exterminio
es correcta, y el asunto se ha dado por zanjado. Así pues, la cuestión de los campos de exterminio se inicia,
ya, con una coincidencia matemáticamente super-improbable. Pero de ello ya hablaremos más adelante, al
estudiar el caso campo por campo.
Ahora creemos interesante hacer un inciso sobre la necesidad del internamiento de grandes masas civiles
de halógenos potencialmente hostiles, llevada a cabo por paises en estado de guerra. Pero he aquí que
según datos proporcionados por el mismo Congreso Mundial Judío, habían, en 1957:
– Judíos en la Unión Soviética…………………………………………………. 2 millones.
– Judíos en los Estados Unidos………………………………………………. 5,2 millones.
– Judíos en otros países…………………………………………………………4,6 millones.
– Lo que totabiliza: 11,8 millones.
Once millones ochocientos mil judíos. Es decir, 0,8 millones MÁS de los que debieran haber de acuerdo con
el primer cálculo. Por consiguiente, un testimonio de tan excepcional calidad como el propio Congreso
Mundial Judío admite, tácitamente, que el número de “victimas” no puede ser siquiera de 5,7 millones,
debiendo rebajarse a 5,7 – 0,8: 4,9 millones.
Pero, según informa el demógrafo norteamericano Roland L. Morgan, en el censo de la población soviético
de 1957, el número de judíos residentes en la URSS era ligeramente superior a los tres millones y no los
DOS MILLONES mencionados por el Congreso Mundial Judío. Si substraemos ese millón “perdido” y ahora
“hallado” en Rusia, de la cifra del párrafo anterior deberemos deducir precisamente “ese” millón: 4,9
millones – 1 millón: 3,9 millones.
Ahora bien, si el Congreso Mundial Judío pudo “arreglar” la población judeo—soviética en un tercio,
¿podemos admitir como aceptable la sospechosamente baja cifra de sólo 5,2 millones de judíos en los
Estados Unidos…?
Roland L. Morgan lo niega resueltamente, razonándolo de la siguiente manera: “Según cifras oficiales del
Comité Judeo— Americano la población judía de los Estados Unidos era, en 1917, el 3,27 % del total; en
1927, el 3,58 % y en 1937 el 3,69 %. Todos sabemos que, además del aumento natural normal se produjo,
en las décadas de los años 40 y 50 un tremendo influjo de inmigrantes judíos — tanto ilegal como
ilegalmente— a las hospitalarias tierras americanas. Pero, sorprendentemente, si hemos de creer las cifras
del Congreso Mundial Judío, en 1957 el porcentaje había descendido hasta un 2,88 % del total (5,2 millones
sobre 180 millones). Esto es imposible. No se puede admitir”.
En efecto: ¿cómo pudo ocurrir ese “milagro”?. No sería más lógico suponer que, según el demógrafo
norteamericano Wilmot Robertson, a mediados de la decada de los cincuenta debieron haber en los
Estados Unidos entre ocho y nueve millones de judíos, lo que llevaría su porcentaje con respecto al total de
la población a un 4,5 %?. Porque, en todo caso el asumir que el porcentaje descendió por debajo del nivel
de 1937 es sencillamente absurdo.
Examinemos esta cuestión desde otro punto de vista. La revista “Time”; citando el Anuario de las Iglesias
Americanas informa de que hay, en los Estados Unidos, 5,5 millones de judíos “practicantes de la religión
mosaica”. En otras palabras, si el número total de judíos oficialmente admitidos en el pais es de 5,2
millones, resulta que más del cien por cien de los judíos —apróximadamente el 106 por ciento— están
inscritos en sus comunidades religiosas. ¿Otró milagro?… Que no todos los judíos residentes en los Estados
Unidos son practicantes de su religión está corroborado por un artículo aparecido en el mismo semanario
“Time” en el que se afirma que sólo el 10,6 % de la población neoyorquina profesa la religión mosaica, a
pesar de que el porcentaje total de los judíos en esa ciudad es del 28%, aún cuando creemos, avalad os por
las obras de Robertson, entre otros, que esa cifra es inferior a la realidad, que más bien debe acercarse al
35%. En todo caso, una cosa es evidente: más de la mitad de los judíos neoyorquinos son religiosamente
indiferentes y no se hallan registrados en las sinagogas. Según las estadísticas , el 38% de los americanos
son ateos o agnósticos, y el 62% pertenece a una u otra de las diversas religiones. Dando por sentado —
tratando, como siempre hacemos, de ponernos en la postura más favorable a la tesis oficial de los seis
millones— que los judíos norteamericanos son más religiosos que sus compatriotas neoyorquinos, les
aplicaremos, a todos ellos, el porcentaje general del 62%. De manera que si hay 5,5 millones de judíos
“practicantes” (62%), deben haber, aproximadamente otros 3,3 millones de “no practicantes” (38 %).
Sumando ambas cifras tendremos un total de 8,8 millones de judíos en los Estados Unidos, lo que cuadra
con las cifras de Robertson. Además, esta cifra, que es el 4,9% de la población americana, coincide con
nuestro anterior cálculo y es, indudablemente, mucho más plausible que la ridículamente baja cifra de 5,2
millones que, con fines evidentemente políticos facilitó el Congreso Mundial Judío.
Este exceso en la población judía de los Estados Unidos, es decir, 8,8 miIlones – 5,2 millones: 3,6 millones
nos da derecho a acortar, por tercera y úl tima vez el número de victimas, pues resulta obvio a la luz de los
precedentes cálculos que el número de los judíos americanos ha sido, igual que el de l os rusos, “ajustado”
en más de un tercio. Y resulta evidente que si no se hubieran producido tales “ajustes” hubiera sido
imposible mantener tanto tiempo el mito de los SEIS MILLONES (ahora, ya 5,7 millones) de víctimas judías.
De modo que, finalmente, resulta: 3,9 millones – 3,6 millones “descubiertos” en los Estados Unidos: 0,3
millones. Y esta cifra, 300.000 judíos, es el número aproximado de muertos que tuvo esa comunidad a
consecuencia de la II Guerra Mundial. Es posible incluso que la cifra haya sido algo más baja, o algo más
alta, pudiéndose concluir que el número total de bajas judías debió escilar entre las 250.000 y las 400.000.
Creemos que las cifras y razonamientos presentados más arriba debieran ser mas que suficientes para
demostrar que las reticencias y cautelas de la Encyclopædia con respecto al número de victimas judías
estaban más que justificadas, pues la más bombástica y desvergonzada campaña propagandistica que han
visto los siglos multiplicó, de quince a veinte veces, el numero real de bajas judías en la contienda mundial.
Aldo Dami, autor que dista mucho de ser un “pro-nazi”, con sangre judía en sus venas y casado con una
judía, ha escrito un documentadisimo libro el que demuestra que el total posible de victimas judías en la
guerra fué de seiscientas mil, aunque afortunadamente, dicho total posible no se alcanzó, pues hubo
muchos individuos dados inicialmente por desaparecidos en las cámaras de gas y crematorios, que
aparecieron, años después, en el nuevo Estado de Israel. Para Dami perecieron, como máximo, medio
millón de judios, incluyendo los que murieron en la sublevación armada del ghetto de Varsovia y las
victimas del terrorismo de los movimientos de “resistencia”, del consiguiente “contraterrorismo” y de los
bombardeos aéreos.
Otro judío, el demógrafo Allen Lesser confesó que “el número de judíos fallecidos en la pasada contienda
ha sido profusamente exagerado”, y también que, “según se divulgó durante los años de guerra, por parte
de las agencias de prensa judaicas, el número de judíos muertos en toda Europa, asciende a varios millones
más de los que los mismos nazis supieran jamás que hubiesen existido” .
De las cifras facilitadas por el escritor judío Jacob Letchinsky se deduce, igualmente, que, como máximo, de
trescientos cincuenta a cuatrocientos mil israelíes perecieron en la contienda, por todos los conceptos, y
aproximadamente, los dos tercios de esa cifra en los campos de concentración.
La cifra de trescientos mil judíos muertos ha sido sostenida por el periódico suizo “Die Tat”, de Zurich que
tras un documentado estudio, basado en fuentes neutrales y judías, concluye que “el total de victimas
judías en los campos de concentración alemanes durante la guerra es, de aproximadamente, unas
300.000”. Esa cifra incluye los fallecimientos a causa de todos los factores, epidemias, muertes naturales,
inanición e, incluso, bombardeos de la Aviación Aliada. La propia Cruz Roja Internacional, en documentado
estudio aparecido en el periódico suizo Bassler Nachrichten, y cuya reproducci ón adjuntamos (en la edición
en papel del libro), afirmó oficialmente que el número de muertos en los campos de concentración fué de
395.000.
Esta cifra, emanada de la Cruz Roja, no ha sido, evidentemente, reproducida millones de veces por los
periódicos y los locutores de radio y televisión del mundo entero. Al contrario, un espeso muro de silencio
ha mantenido a la incómoda cifra en el más discreto de los anonimatos. La Verdad no siempre es cómoda,
especialmente cuando contradice los dogmas oficiales. Pero… ¿no parece más digno de fé el testimonio de
la Cruz Roja Internacional, al fin y al cabo entidad filantrópica y neutral, que las acusaciones del Congreso
Mundial Judío y demás organismos paralelos, que son entidades políticas y no ciertamente neutrales en el
caso que nos ocupa?.
Es importante mencionar que el “Guinness Bock of World Records”, publicación estadística que goza de
buen renombre en el mundo de habla anglosajona, publicó que… “a pesar de haberse repetido
frecuentemente que las victimas judías en la última guerra fueron seis millones de personas, de nuestros
estudios resulta que el máximo de victimas que hubo fué de 1.200.000, de los cuales 900.000 en el campo
de concentración de Auschwitz”. El Guinness Book simplemente manejó las cifras oficia les que le fueron
facilitadas, y a través de las contradicciones de las mismas llegó a la antedicha cifra. Pero es preciso tener
en cuenta que tales cifras oficiales estan muy sujetas a caución, especialmente las referentes a Auschwitz,
emanadas, como se sabe, de las autoridades polacas.
Joaquin Bochaca
Capítulo del imprescindible libro: “El mito de los 6 millones”
Fuente: http://revisionismos.blogspot.com/2007/04/los-campos-de-concentracin-nazis-y-el.html
HOLOCAUSTO
LA GRAN MENTIRA DEL SIGLO XX El cargo más grave que se hizo a los líderes nazis fue el de haber cometido “crímenes contra la humanidad”;
en otras palabras, ejecuciones de judíos. La parte acusadora, o sea los mismos israelitas, calcularon en seis
millones el número de ejecutados. Una cantidad tan grande de fusilamientos es incuestionablemente
injustificada, pero el delito no se configura con el simple dicho del acusador. Para probarl o se hubiera
requerido el trabajo de un tribunal imparcial y de una investigación que no fuera practicada por los mismos
acusadores, máxime cuando esos acusadores exageran siempre todo suceso que tienda a favorecerlos.
Frecuentemente llegan incluso a desprestigiar como victimarios a quienes en realidad son víctimas de ellos.
Un gran sector de abogados británicos, por conducto de la revista “The Solicitor”, de junio de 1946, hizo la
siguiente observación: “Cuando un hombre insiste en ser juez de su propia causa hay que suponer
inevitablemente que ésta no resistirá a la investigación. ¿No sacará la posteridad esta conclusión respecto a
los juicios de Nuremberg?”.
Antes de la guerra sólo había 600,000 judíos en Alemania. Y una vez terminada la contienda aún hab ía
tantos que pudieron asumir innumerables puestos públicos, montar tribunales de “desnazificación” y
ocupar cargos directivos en el comercio, en la industria, en la banca y en general en todas las actividades
públicas. Después de la guerra, la agencia noticiosa “France Press” informó cómo millares de judíos
asistieron en Munich al entierro de Philipp Auerbach. Y en toda la prensa (incluso la israelita) se publicó
asimismo cómo en el pequeño poblado alemán de Bielfeld una multitud de hebreos se opuso a la
exhibición de una película interpretada por Weit Harlam, debido a que años antes éste había filmado una
cinta anti-judía. De igual manera fue del dominio público que apenas el Dr. Eberhard Stern formó en Berlín
un partido nacionalista, millares de judíos brotaron por doquier para asaltar su casa y protestar en contra
suya. Todo esto sin contar las decenas de miles de israelitas que al terminar la contienda emigraron de
Alemania a Palestina, a Estados Unidos y a otros muchos países, inclusive México.
Si antes de la guerra había sólo 600,000 judíos en Alemania; si al terminar la contienda su número era tan
considerable que hacían sentir su influencia en todas partes, ¿cómo pues, se explica la ejecución de seis
millones de israelitas?… ¿Se trataba acaso de una mágica resurrección?…
Una parcial explicación de estos misterios aritméticos, consiste en que los alemanes ejercieron dominio
temporal sobre diversos países europeos en los que había judíos. Pero es el caso que en cada uno de esos
países también se repitió el mismo prodigioso milagro de la resurrección. Apenas los ejércitos aliados
penetraron en Francia, surgieron por todas partes los “ejecutados” israelitas y se encumbraron de nuevo en
la política y las finanzas: Marie Claude, Vaillant-Couturier y Pierre Villain lograron hacerse diputados y junto
con Madeleine Braun (también judía) encabezaron una nueva corriente prosoviética. Y apenas el ejército
judío-bolchevique penetró en Rumania, Checoslovaquia y Hungría, surgieron israelitas por todas partes
para hacerse cargo de la nueva administración pública marxista, de la alta estructura de las finanzas, de la
industria y del comercio.
Antes de la guerra sólo había 6 millones de judíos en toda Europa, y de haber sido asesinados seis millones,
no habría quedado ninguno, lo cual es absolutamente falso. En todos los países las tropas aliadas
encontraron numerosas colonias de israelitas y a otros muchos se les libertó de los campos de
concentración. Aun antes de que terminara la contienda, a fines de 1944, Himmler accedió a que emigraran
a través de Suiza 1,200 hebreos semanariamente, y el 19 de abril de 1945 (antes que terminara la guerra)
Norbert Masur, del Congreso Mundial Israelita, llegó a Berlín a gestionar ante Himmler que los judíos
detenidos no fueran cambiados de campamento, a fin de evitarles posibles represalias durante su
translado.
El cuento de los 6 millones de judíos muertos comenzó a ser fabricado por el israelita Poliakov, partiendo
de las declaraciones del Dr. Wilhelm Hoettl y de Dieter Wisliceny, quienes dieron informes sobre
evacuaciones, emigraciones, decrecimiento del judaísmo europeo, etc.. Poliakov barajó estos términos y a
todos les dio la acepción de “liquidación”. Echó a rodar la bola y luego otros le fueron agregando
dramáticos retoques. Los comisarios judíos soviéticos capturaron el campo de Auschwitz y hablaron de 4
millones de judíos muertos con gas, lo cual es falso porque meses antes la Cruz Roja internacional había
visitado ese campo y no existía tal exterminio ni cámaras de gas. Pero el e mbuste fue difundido
mundialmente por las agencias internacionales de prensa (controladas por el judaísmo) y coreado por
películas filmadas, documentales amañados, panfletos, libros, etc.. David Rousset, en Francia, y Eugen
Kogon, en Alemania, dramatizaron la “liquidación de los 6 millones”. El comunista húngaro Miklos Nyizli
inventó la “confesión” del Dr. Mengele, y después de que fue ejecutado Rudolf Hoess (comandante del
campo de Auschwitz, no confundir con Rudolf Hess) se inventó su “confesión” sobre las matanzas y se
tradujo a todos los idiomas para “confirmar” en el mundo entero lo de los “6 millones de liquidados”. (A
esta lista hay que agregar en 1994 la amañada cinta “La Lista Schlinder” del productor y director judío
Steven Spielberg.)
Todo esto tiene por objeto desplegar una enorme cortina de compasión hacia los judíos para encubrir los
móviles políticos de sus jefes internacionales, empeñados en una lucha total contra el mundo no judío. Y
como ganancia extra (cosa muy importante) el Estado de Israel se basa en este cuento para cobrarle a
Alemania las indemnizaciones que ha venido exigiendo. En 1998 éstas importan más de 100,000 millones
de dólares. Ningún otro país ha hecho negocio con sus muertos, ni menos con sus “muertos vivos”. (Aquí es
importante agregar que al enterarse de que Alemania iba a indemnizar a “sobrevivientes del holocausto”,
miles de judíos que jamás pisaron un campo de concentración se tatuaron números en los brazos para
obtener el dinero).
Para elaborar el mito de los 6 millones de judíos muertos (todos los que habitaban en Europa) no se
omitieron trucos. Por ejemplo, un bombardeo aliado había devastado la población alemana de Weimar,
poco antes de que terminara la guerra, y eran tantos los muertos que el jefe de la policía, Walte r Schmidt,
optó por incinerarlos, de lo cual tomó fotos. Pues bien, esas fotos de alemanes muertos por los aviones
aliados fueron luego exhibidas como si se tratara de israelitas asesinados. En Munich ocurrió algo parecido
y el arzobispo y cardenal Faulhaber atestiguó que los cadáveres encontrados por los aliados en el
crematorio de Dachau no eran de judíos, sino de alemanes muertos en el bombardeo de la ciudad. Agregó
que en Dachau nunca existieron cámaras de gas, como ahora se dice que las hubo.
Por su parte, el abogado Stephen F. Pinter, de St. Louis, Mo., estuvo seis años en Alemania como
funcionario del Departamento de Guerra de Estados Unidos, comisionado para investigar lo de los campos
de concentración, y afirma que lo de las cámaras de gas para matar judíos carece totalmente de
fundamento; en cuanto a los hornos crematorios, no eran para exterminar a nadie, sino para cremar
cadáveres. Mr. Pinter agrega que él fue la primera autoridad aliada que recibió el campo de concentración
de Flösenburg y precisó que ahí no habían muerto más de 200 personas, pero meses después se enteró con
sorpresa que estaban celebrándose ceremonias en Flösenburg para honrar a los “tres mil exterminados”.
El doctor judío Benedikt Kautsky, que estuvo internado en Auschwitz y en otros campos, dice: “Yo estuve
en los grandes campos de concentración de Alemania. Pero, conforme a la verdad, tengo que estipular que
no he encontrado jamás en ningún campo ninguna instalación como cámara de gaseamiento”. (“La Mentira
de Ulises”.- Por Paul Rassinier, antiguo internado en campos de concentración.)
Solamente si se admite la creencia de que el judío es el elegido para dominar el mundo, y de que esa
hipotética superioridad le permite multiplicarse en la tumba, puede aceptarse que durante la guerra
perecieron seis millones de judíos, pues la inmensa mayoría de ellos vive ahora (1953, año de la 1ª edición
de este libro) en Europa, en América y en la Palestina ocupada.
Es tan decidido el interés de mantener el mito de los seis millones que en Alemania se incurre en el “delito
de opinión” si se niega el “holocausto”. El general Otto Ernst Remer fue condenado el 26 de noviembre de
1986 a tres meses de cárcel y a una multa por decir que tal cosa era falsa. Y en Francia el líder Jean Marie Le
Pen fue multado por afirmar que no había habido las famosas cámaras de gas (Sep. 24 de 1988).
Por otra parte, es rigurosamente cierto que muchos judíos fueron muertos o ejecutados, pero se omite
decir que eran miembros de grupos sin uniforme y sin bandera, que a retaguardia de las líneas organizaba
sabotajes, conspiraciones, espionaje y asaltos sorpresivos. Este encubierto sistema de combate ha sido
siempre sentenciado en todos los países del mundo a la máxima pena de la ejecución. Es un principio de ley
internacional que todo aquel que combate sin uniforme y sin insignias se priva automáticamente de
garantías en el caso de caer prisionero.
Los escritores Goldsmith, Marik, Buch y Ruszicka han relatado cómo sus congéneres organizaban
saboteadores a espaldas de las líneas alemanas en la URSS. En su barrio de Bialystock organizaron un gran
levantamiento que empezó el 16 de agosto de 1943, encabezado por el líder judío comunista Daniel
Moskovicz y por Mordechai Tanenbaum, dirigente del hechalutz. (“Prensa Israelita”, 2 de abril de 1964).
El periodista Edwin Hartrich reveló el 26 de febrero de 1948 que un tribunal militar norteamericano
acababa de contradecir el principio básico en que se basaron los procesos de Nuremberg. El nuevo tribunal
dictaminó que “los soldados alemanes eran víctimas de ataques por sorpresa, he chos por un enemigo con
quien no podían batirse en combate abierto. Era práctica común la emboscada a las tropas alemanas. A
menudo los soldados alemanes eran capturados, torturados y muertos. La mayoría de las fuerzas
subterráneas no cumplían con los reglamentos de la guerra y por lo tanto carecían de todo derecho a ser
tratados como beligerantes… Los miembros de estos grupos ilegales (añadió el tribunal militar
norteamericano radicado en Francfort) no tenían derecho al privilegio de ser tratados como pris ioneros de
guerra al ser capturados, y en consecuencia los alemanes no pueden ser acusados de ningún crimen por
haberlos fusilado”.
Añadía el tribunal que la ejecución de quienes combaten sin uniforme era practicada por muchas naciones,
inclusive la Gran Bretaña, los Estados Unidos, Francia y la URSS. Tanto así que el reglamento de guerra en
tierra, del ejército norteamericano, establece como ilegales los actos de resistencia realizados por
individuos “sin emblema, distintivo o uniforme por el cual pueda re conocérseles a distancia, ni porten sus
armas abiertamente ni luchen de acuerdo con las reglas bélicas universalmente aceptadas”. Tal era el caso
de millares de fanáticos judíos que luchaban secretamente, como que de todo secreto han hecho un arte
inimitable en los últimos cuatro mil años, desde que desafiaron el poder de los faraones. En realidad el
movimiento político judío podría ahora proclamar con orgullo la temeridad de sus encubiertos
combatientes de Europa, pero sin duda alguna le conviene más prese ntarlos como pasivas víctimas de una
“inexplicable e incoherente furia hitleriana”.
Otra acusación contra los alemanes se refería a la ejecución de rehenes. Este procedimiento, como medida
represiva contra los ataques encubiertos de combatientes no uniformados, se halla previsto asimismo en el
artículo 358 del reglamento de guerra norteamericano, y en los artículos 453 y 454 del código de justicia
militar británico. Se acusó a las tropas SS alemanas de ejecutar a 10 rehenes por cada soldado alemán
asesinado a mansalva, pero es el caso que los franceses tenían una cuota de 25 a 1, y los estadounidenses
de 200 a 1.
El Dr. Judío Listojewski publicó en la revista “The Broom”, de San Diego, Cal., el 11 de mayo de 1952: “Como
estadístico me he esforzado durante dos años y medio en averiguar el número de judíos que perecieron
durante la época de Hitler. La cifra oscila entre 350,000 y 500,000. Si nosotros los judíos afirmamos que
fueron seis millones, esto es una infame mentira”.
Aparte de los que fallecieron de muerte natural, de los ejecutados por espiar o sabotear y de los muertos
en francos levantamientos armados en la retaguardia alemana como el de Varsovia, también es cierto que
a veces ocurrieron crueles abusos contra rehenes israelitas. Las propias autoridades nazis descubrieron uno
de esos abusos en 1944 cuando el juez Morgen, de la SS, comprobó que en el campamento de
Bunchenwald habían sido asesinados numerosos judíos por el comandante Koch, que inmediatamente fue
procesado y fusilado por las mismas autoridades nazis, en tanto que otros funcionarios quedaron presos.
En la mentada película “La Lista Schlinder” se muestra al comandante Amon Goeth, que efectivamente
maltrataba a los judíos (aunque no con la exageración con que se muestra en la amañada cinta). Lo que no
se dice en ese filme es que dicho comandante fue encarcelado por las mismas autoridades alemanas por
maltrato a los judíos y estaba esperando juicio al terminar la guerra.
Abusos semejantes fueron poco después descubiertos cerca de Auschwitz, al parecer solapados por el jefe
de la policía Kaltenbrunner, y se les puso coto en octubre de 1944. Sin embargo, hasta los que morían de
muerte natural están ahora considerados como víctimas del nazismo.
Pero lo de las cámaras de gas y la liquidación de 6 mil lones de judíos es un recurso publicitario, un
fantasmón contra todo intento de poner en claro los móviles ocultos del movimiento político judío. (El
mismo objeto tienen las grandes campañas psicológicas de prensa, como la desplegada acerca del ex
coronel Eichman, secuestrado en Argentina por agentes del sionismo internacional, incomunicado en la
Palestina ocupada y ahorcado sin un juicio imparcial; y como la espectacular maniobra publicitaria del
teatro contra el Papa Pío XII, “El Vicario”.)
Naturalmente que al tratar esto en Nuremberg sólo era una voz la que privaba y una versión la que se oía.
En otros muchos juicios menos conocidos se utilizó hasta la violencia contra los acusados para sacarles
“confesiones” , y esto dio origen a una investigación realizada por estadounidenses. El juez Edward Le Roy
van Roden, jefe de una comisión investigadora, denunció el 14 de enero de 1949 “los salvajes métodos
empleados por los agentes fiscales aliados… apaleamientos y puntapiés brutales; dientes arrancados a
golpes y mandíbulas partidas”.
Este juez (uno de cuyos hijos es aviador y estuvo prisionero en Alemania) acusó en particular a los fiscales
del tribunal aliado de Dachau, que condenó a muerte a numerosos prisioneros alemanes.
Y así como los ahorcamientos de Nuremberg fueron un símbolo de la venganza judía, la prisión de Spandau,
en Berlín, es otro símbolo de que esa venganza arde como una lámpara votiva. Allí estuvieron presos,
durante períodos de diez a veinte años, Walter Funk, Ministro de Economía; Baldur von Schirach, jefe de las
juventudes hitlerianas; Albert Speer, cuyo “delito” había sido elevar la producción de armamento, y otros
jefes del Gabinete.
Von Schirach y Speer salieron en 1966 y quedó solitario Rudolf Hess, nazi número 3 que voló a Inglaterra a
ofrecer la paz.
En el desquiciamiento de la derrota, algunos antiguos jefes nazis abjuraron de Hitler y de su lucha, como
Frank y Von Schirach. Otros continuaron inalterables. El ministro de armamentos, Speer, condenado a 20
años, fue interrogado sobre qué haría al quedar libre y contestó: “Naturalmente que agitaré”.
–¿Quiere usted decir que agitará para revivir la causa nazi?
–Por supuesto ¿por qué no?
–contestó.
El almirante Karl Doenitz, de 53 años, comandante de los submarinos y luego sucesor de Hitler, admitió que
en septiembre de 1942 dio órdenes para que no se rescatara a los supervivientes, pero tuvo que hacerlo así
porque después del hundimiento del barco inglés “Lakonia”, varios submarinos alemanes acudieron a
auxiliar a los náufragos y fueron atacados durante las operaciones de salvamento, de acuerdo con las
órdenes de Churchill.
“En consecuencia” afirmó, “estoy convencido de la legalidad de la guerra submarina alemana y si
dependiera de mí volvería a hacerla exactamente en la misma forma… En la guerra uno debe saber ganar y
perder”.
Rudolf Hess, representante del Fuehrer, que voló a Inglaterra para ofrecer la paz que Hitler proponía a
Occidente antes de atacar al marxismo judío, declaró al ser condenado a prisión perpetua: “Tuve el
privilegio de trabajar durante muchos años de mi vida bajo la dirección del hijo más grande que el pueblo
alemán ha engendrado en miles de años de su historia. Aun si pudiera, no destruiría ese período de mi vi da.
Estoy contento de haber realizado mi deber como alemán, de haber cumplido mi deber para con mi pueblo
como nacional socialista y fiel partidario de Hitler. Si tuviera que iniciarme nuevamente actuaría
precisamente en la misma forma, aun sabiendo que mi fin consistiría en ser quemado en una pira. Siento la
mayor indiferencia por las decisiones de los hombres; algún día compareceré ante el Eterno para rendirle
cuentas y sé que él me dará la absolución”.
El 17 de agosto de 1987 las autoridades aliadas anunciaron que Hess había muerto. Al día siguiente se dijo
que se había estrangulado con un cable, lo cual no fue confirmado. El cirujano inglés Hugh Thomas afirma
que Hess fue asesinado; que la autopsia practicada por el médico británico James Cameron revela que
murió de asfixia, pero no mencionaba en su dictamen la palabra “suicidio”. (Londres, 12 de marzo de 1988,
AFP).
Los restos de Hess fueron inhumados en secreto, en un lugar no identificado. Existe la versión de que,
sumamente debilitado, con 93 años de edad, no se quiso dejar la impresión de que fuera un mártir de la
“justicia” aliada.
De cuatro millones de prisioneros hechos por el comunismo judío en la URSS, 185,000 fueron liquidados
sumariamente y 2Ì615,000 murieron en cautiverio.
Respecto a los prisioneros hechos por americanos, ingleses y franceses, durante la guerra y poco después
de terminada, el investigador canadiense James Bracque afirma que en los campos de concentración
aliados, murieron 800,000, debido a las severas directivas del general Eisenhower. “Hubo prisioneros que
fueron enterrados vivos con aplanadoras (las fotos y filmes de estos alemanes muertos son presentadas
ahora como si se tratara de judíos asesinados por los nazis); otros murieron de hambre, de agotamiento,
deshidratación, tifoidea, disentería o pulmonía. Se ocultaron deliberadamente esos hechos y los archivos”
(“Las Otras Pérdidas”, por James Bracque. Toronto, 25 de agosto, 1989. AFP).
(Tomado casi en su totalidad de “Derrota Mundial” de don Salvador Borrego E.)
¿Qué importancia tiene para los mexicanos la cuestión del llamado holocausto?
Adolfo Hitler es el prototipo de hombre que ama a su patria, se sacrifica y finalmente da su vida por ella. Él
es un ejemplo no sólo para los alemanes o los anglo-sajones, sino para todo hombre cabal en el mundo. El
judaísmo internacional está utilizando el mito del holocausto para desalentar el resurgimiento del
nacionalismo en cada país, inclusive México.
FRENTE NACIONAL, México, [email protected]
Publicado por CienciayEspiritu
FUENTE: https://cazadebunkers.wordpress.com/2012/01/17/por-que-esta-prohibido-negar-el-
holocausto-en-30-paises-con-duras-penas-de-carcel/?blogsub=confirming#subscribe-blog
El fraude del diario de Ana Frank:
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