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Trabajo de grado para optar por el título de Comunicadora Volver al pasado para construir el futuro: la representación de la memoria del conflicto armado en el grupo Mujeres Caminando por la Verdad de la Comuna 13 Mayra Alejandra Álvarez Bedoya Asesor temático: Gabriel Jaime Bustamante Asesor metodológico: Carlos Augusto Giraldo Universidad de Antioquia - Pregrado en Comunicaciones Medellín, 2016

Representación de la memoria del conflicto armado

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Page 1: Representación de la memoria del conflicto armado

Trabajo de grado para optar por el título de Comunicadora

Volver al pasado para construir el futuro: la

representación de la memoria del conflicto

armado en el grupo Mujeres Caminando por

la Verdad de la Comuna 13

Mayra Alejandra Álvarez Bedoya

Asesor temático: Gabriel Jaime Bustamante

Asesor metodológico: Carlos Augusto Giraldo

Universidad de Antioquia - Pregrado en Comunicaciones

Medellín, 2016

Page 2: Representación de la memoria del conflicto armado

“Somos semilla, somos memoria; somos el sol que renace ante la

impunidad"

Mujeres Caminando por la Verdad

Page 3: Representación de la memoria del conflicto armado

Tabla de contenido

Resumen ...................................................................................... 4

Introducción ................................................................................. 5

Capítulo 1

Contextualización del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín. Historia,

actores armados implicados, efectos causados ......................................... 8

1.1 Surgimiento del grupo Mujeres Caminando por la Verdad: una iniciativa

de la Hermana Rosa Emilia Cadavid para escuchar a las víctimas ............ 12

Capítulo 2

Mujeres productoras de sentido en el marco del conflicto armado ................ 17

2.1 Lo que significa para las mujeres hacer memoria individual y colectiva 18

2.1.1 El dolor del recuerdo ................................................... 19

2.1.2 El valor de la memoria colectiva....................................... 22

2.2 La memoria representada en el tejido, la siembra, la escritura, la

fotografía, las manualidades y los objetos .............................. 25

2.3 Lugarización de la memoria, resistencia y esperanza: el Salón

Tejiendo Memoria y La Escombrera ....................................... 33

Capítulo 3

La pertenencia al grupo como forma de resignificar las vivencias del conflicto . 39

3.1 Cuestionamientos de las mujeres al concepto de Reparación simbólica 41

Capítulo 4

Martha Jiménez, perdonar para vivir ................................................... 44

Conclusiones ............................................................................... 50

Bibliografía ................................................................................. 52

Page 4: Representación de la memoria del conflicto armado

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Resumen

El presente informe da a conocer los resultados de una investigación de tipo

exploratoria realizada en el grupo Mujeres Caminando por la Verdad de la Comuna

13 de Medellín. El estudio muestra las diferentes formas en que se representa la

memoria del conflicto armado en el grupo, como una forma de producir sentido

por medio de diferentes lenguajes y narrativas simbólicas que cumplen el papel de

comunicar algo específico en relación con su pasado. Para lograr esto, fue

necesario identificar las diferentes estrategias que establecen para hacer

memoria, como también los significados que adquiere esta última y los lenguajes

en que se materializan tanto de manera individual como colectiva; y finalmente

comprender las resignificaciones que surgen estando insertas en el grupo.

Palabras clave: Conflicto armado, Comuna 13, Mujeres Caminando por la Verdad,

Memoria, Representación simbólica, Lugarización, Reparación simbólica,

Resignificación.

Page 5: Representación de la memoria del conflicto armado

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Introducción

Desde hace más de 50 años, el conflicto armado en Colombia surgió, según Jairo

Estrada (2015), como una vía de contestación al desarrollo capitalista en el país

con los regímenes de acumulación de capital, economías de extracción, la

dominación, el impulso de la propiedad privada y el libre mercado. Desde

entonces, emergieron grupos subversivos con la premisa de la lucha social y

popular como contraposición a las políticas estatales que generaban pobreza y

desigualdad social, conformándose así actores armados como las guerrillas de las

FARC, del ELN, y el EPL; y más adelante, para los años 70, los grupos paramilitares

con una política de contrainsurgencia. También, los narcotraficantes que por esa

misma época se organizaron en los llamados carteles de la droga y el Estado desde

siempre con sus estrategias de militarización para el control del conflicto social.

De esta manera, se desataron una serie de disputas por el control estatal,

territorial y económico del país. Una guerra alimentada de todas las modalidades

de violencia, a saber, la violencia directa, la estructural y la cultural, tal como las

llama Johan Galtung (2004). La primera se refiere a los comportamientos agresivos

visibles (muertos, heridos, desplazados, etc.); la segunda, a la negación de las

necesidades; y la tercera, a la legitimización de la violencia desde la educación,

el arte, la religión, etc. Afectando así gran parte del territorio nacional, tanto el

rural como en el urbano, pero que no se diferencia cuando la principal afectada

es la población civil y sus esferas políticas, morales, socioculturales, económicas y

democráticas.

Para este caso, la investigación se sitúa en la Comuna 13 de Medellín, un territorio

reconocido nacional e internacionalmente como una muestra del desarrollo de la

urbanización del conflicto armado1 desde los años 90. Una zona de la ciudad donde

se ha dado cabida a la violación de derechos humanos con desapariciones forzadas,

torturas, asesinatos, etc. por parte de diferentes grupos armados. En este

contexto, se toma como sujeto de estudio el grupo Mujeres Caminando por la

Verdad. Estas mujeres, víctimas directas e indirectas del conflicto, se organizaron

con el propósito de visibilizar, por medio de diferentes lenguajes y narrativas, su

dolor y su lucha por la defensa de los derechos humanos, el restablecimiento de

su dignidad y la reclamación de la verdad de lo sucedido con sus familiares.

Por lo tanto, el interés de la investigación giró en torno a preguntarse por la

manera en que este grupo de mujeres construye y representa su memoria del

1 Una decisión que surge cuando un grupo guerrillero se ve, se siente y se percibe a sí mismo como una entidad política

sólida, cohesionada y legítima, y con una estructura militar superior a la del contrincante. La guerra urbana es el último

escalón de la guerra de guerrillas. En ella, los combatientes luchan por ocupar las ciudades como antesala para derrocar el

gobierno o forzar un cambio constitucional. Obtenido de: http://www.atmosferapolitica.com/2012/04/11/la-urbanizacion-

del-conflicto/. Así, las milicias de la guerrilla se consolidaron en lugares como Bogotá, Medellín, Cúcuta y Cartagena, con

la premisa de llevar la guerra a las ciudades, cercándolas como punta de lanza de una ofensiva terrorista.

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conflicto armado por medio de estrategias expresivas donde lo simbólico ocupa un

lugar privilegiado, sobre los lenguajes que utilizan y materializan, y los significados

que le son otorgados desde la producción de sentido que generan subjetiva y

colectivamente en la realidad de su vida cotidiana. En este sentido, la

comunicación es aquí entendida como una herramienta para comprender la

construcción de realidad social, la subjetividad, la interacción simbólica con los

objetos, los espacios y los recuerdos de los actores involucrados, y finalmente,

cómo esto es expresado con diferentes narrativas en el escenario público.

Desde el punto de vista teórico-metodológico, se abarcaron los conceptos de

víctima, Memoria, Reparación simbólica, Representaciones simbólicas y

Resignificación. Se partió de un enfoque cualitativo, y se tomó el interaccionismo

simbólico como una perspectiva interpretativa, según la cual la sociedad se

establece gracias a que los símbolos son los que permiten que las personas se

comuniquen entre sí, dotando de sentido las situaciones de la vida cotidiana

(Alsina, 2001). Como métodos de recolección de información se acudió a un

muestreo intencional en el que se seleccionaron algunas mujeres del grupo para

hacer el trabajo. Por otro lado, se hicieron entrevistas semi-estructuradas, se

realizó un grupo focal y se construyó la historia de vida de una de las mujeres del

grupo: Martha Jiménez. Finalmente, para el análisis de la información, se

codificaron los datos en una matriz descriptiva en la que se categorizó el contenido

recolectado, incluyendo el material audiovisual.

Este informe, Volver al pasado para construir el futuro: la representación de la

memoria del conflicto armado en el grupo Mujeres Caminando por la Verdad de la

Comuna 13, está compuesto por 4 capítulos. El primero, llamado Contextualización

del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín. Historia, actores armados

implicados, efectos causados, hace un recuento de la historia de la Comuna, del

surgimiento de los diferentes grupos insurgentes, y del desarrollo del conflicto

social y armado que inició desde finales de los años 90 y tuvo un desenlace en el

año 2002 con las diferentes operaciones militares llevadas a cabo por la fuerza

pública. Luego de esto, se habla del Surgimiento del grupo Mujeres Caminando por

la Verdad: una iniciativa de la Hermana Rosa Emilia Cadavid para escuchar a las

víctimas; un apartado que da cuenta del recorrido que hasta ahora ha llevado el

grupo para exigir verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, además

del esfuerzo por contribuir a la reconstrucción del tejido social de la Comuna,

perdido a causa del conflicto.

El segundo capítulo, Mujeres productoras de sentido en el marco del conflicto

armado, presenta la forma en que las mujeres del grupo han construido una serie

de actos simbólicos y rituales en torno a su experiencia individual y colectiva con

relación a su pasado, al conflicto, a sus familiares, su entorno y sus expectativas

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del futuro. Este apartado se subdivide en otros tres que exponen de manera más

detallada los resultados obtenidos. Así, Lo que significa para las mujeres hacer

memoria individual y colectiva, da cuenta precisamente de las diferencias que

existen entre hacer memoria de una y de otra forma, y de los procesos subjetivos

y colectivos que se llevan a cabo en cada experiencia En segunda instancia, La

memoria representada en el tejido, la siembra, la escritura, la fotografía, las

manualidades y los objetos, expone las diferentes estrategias que han surgido en

el grupo para hacer memoria. Estas también adquieren significados de diferente

índole y se representan dependiendo de la historia de cada sujeto. Lugarización

de la memoria, resistencia y esperanza: Salón Tejiendo Memoria y La Escombrera,

ofrece una mirada de las percepciones que tienen algunas mujeres del grupo

acerca de su experiencia en estos espacios; en este capítulo también se resalta la

importancia que tienen, gracias a que van más allá de ser espacios físicos que

permite el encuentro, es decir, son también un lugares donde convergen diversidad

de historias, recuerdos, angustias y expectativas.

Por su parte, el tercer capítulo, La pertenencia al grupo como forma de resignificar

las vivencias del conflicto, presenta las nuevas formas de vida que tienen las

mujeres del grupo al estar insertas en él, la importancia que representa, por un

lado, pertenecer a una colectividad que ha vivido de manera casi homogénea el

fenómeno del conflicto en diferentes esferas, y por otro, sentirse reconocidas y

apoyadas entre sí, por la comunidad y por diferentes instituciones. En esta parte

también se encuentra un subcapítulo llamado Cuestionamientos de las mujeres al

concepto de Reparación simbólica, donde se muestra lo que piensan las mujeres

de la reparación, su insatisfacción con las garantías que ofrece el gobierno

nacional, la no aceptación de su definición, y el desconocimiento cuando se le

añade el término “simbólico”.

El capítulo cuatro, titulado Martha Jiménez, perdonar para vivir narra la historia

de vida de esta mujer a quien el conflicto le arrebató tres de sus hijos. En este

apartado se habla de su infancia, sus hijos, la forma en cómo los recuerda, y la

manera en cómo su vida ha cambiado sustancialmente al acceder al perdón como

una forma de volver a vivir sin tanto dolor.

Por último, se plantean unas conclusiones generales del proceso investigativo que

exponen en gran medida, el reto que tenemos los profesionales en comunicación

para comprender los procesos de construcción de sentido y de lenguaje en

escenarios marcados por el conflicto, la desigualdad, y la falta de garantías

estatales; y la manera en como esto genera nuevas dinámicas sociales

transversalizadas por lo simbólico.

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Capítulo 1

Contextualización del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín. Historia,

actores armados implicados, efectos causados.

La Comuna 13 (San Javier) está compuesta por 19 barrios y queda ubicada en el

centro-occidente de la ciudad de Medellín. Limita por “el Norte con la Comuna 7

(Robledo), por el Oriente con la Comuna 12 (La América), por el Suroriente con el

Corregimiento de Altavista y por el Occidente con el Corregimiento de San

Cristóbal” (GMH, 2011, p. 53). Su población está conformada por 152.312

habitantes, de los cuales el 45,93% son hombres y el 54,07% son mujeres (SISBEN,

2010).

La historia de la Comuna 13 comienza en 1938 con las veredas de San Javier, La

Puerta, La Loma y Corazón, pertenecientes al corregimiento de La América, que

desde el año 1869, era un caserío llamado La Granja. Su poblamiento se fue

acrecentando con la llegada de campesinos provenientes de otras regiones del

occidente y suroccidente del Departamento de Antioquia, desplazados por la

violencia partidista del momento, y para los años 1950 y 1960 por la violencia

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intraurbana de la ciudad, expandiendo los terrenos por invasión, pobreza y

exclusión en las periferias de la ciudad, sin reconocimiento legal por parte del

Estado (Giesbscuerpo, 2011).

Las condiciones socioeconómicas de la Comuna, se caracterizaron desde sus

inicios, por el desarrollo del loteo pirata donde se construyeron asentamientos en

las zonas bajas y periféricas del sector, donde se desarrollaban actividades

económicas como la agricultura y la alfarería. Sin embargo, esta zona de la ciudad

se reconoce en cierta medida por tener uno de los índices más bajos en calidad de

vida2, mayor tasa de desempleo, pobreza y violencia. Esto último, se convirtió en

una de las razones para que los grupos armados justificaran su presencia en la

Comuna para reemplazar las garantías de un Estado que ha tenido mínima

presencia allí desde los inicios de su historia.

Los actores del conflicto

El advenimiento del desarrollo económico y urbano desde 1960 en Medellín, trajo

consigo lógicas de exclusión y de redefinición territorial, y a su vez la conformación

de grupos insurgentes, unidos por la igualdad de los derechos políticos, económicos

y sociales. Debido a esto, en la Comuna 13 se organizaron milicias populares

barriales con el propósito de prestar el servicio de seguridad en la población,

aplicando la ‘justicia popular’.

Para los años 80s el crimen organizado fue el resultado de la consolidación del

narcotráfico en la ciudad, encabezado por los paramilitares y conformado por

estructuras de sicarios llamadas Oficinas, de las que gran participación era de

jóvenes de barrios populares como los de la Comuna 13, acosados por el desempleo

y la falta de oportunidades educativas, dando cabida a la conformación de bandas

criminales con el microtráfico. Sin embargo, la atención de las autoridades estaba

centrada en la comuna Nororiental, foco de accionar de las bandas de narcotráfico

al servicio de Pablo Escobar (GMH, 2011).

Para los años 90, en la Comuna 13 se conformaron los Comandos Armados del

Pueblo (CAP) quienes eran milicianos independientes de la misma Comuna, como

también las Milicias del Pueblo y para el Pueblo (MPP) y las Milicias Populares de

Occidente, que tenían el propósito de garantizar seguridad a los pobladores ante

las acciones criminales de bandas delincuenciales, combatir los robos, violaciones

2 Según la Encuesta de Calidad de Vida en el año 2009, la tasa de desempleo en la Comuna 13 era de 15,7%, superior a la

del municipio de Medellín (13,7%). A junio de 2010 la Comuna 13 tenía 152.312 habitantes, de los cuales el 99,9% residen

en inquilinatos o en viviendas de estrato bajo-bajo (1), bajo (2) y medio bajo (3). De los 35.823 hogares, el 55,7% no tienen

vivienda propia y el 43,53% tienen mujeres como jefe de hogar (SISBEN 2010, junio) (GMH, 201, p. 51).

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y la expansión del microtráfico, hasta llegar al punto de controlar los problemas

familiares, distribuir alimentos y promover las festividades; logrando así cierta

legitimidad por parte de la comunidad.

No obstante, el dominio miliciano en la Comuna tomó otro rumbo cuando se

incrementó el número de amenazas a líderes comunitarios, asesinatos y

desplazamientos forzados de jóvenes, mujeres y familias enteras, puesto que eran

señalados de ser delincuentes y operar por fuera de las normas sociales

establecidas por ellos, representando así, según ellos, un peligro para la

estabilidad de la Comuna. De igual forma, empezaron a extorsionar a los

habitantes, principalmente a los dueños de las tiendas y supermercados, con el fin

de contribuir a su financiamiento y sostenibilidad. Por otro lado, comenzaron a

controlar el ingreso a espacios públicos como parques, canchas, la entrada y salida

de personas no pertenecientes a la Comuna, y la restricción para el ingreso del

transporte público como los taxis (GMH, 2011).

En 1991 se establecieron las milicias América Libre del ELN y en 1994 las milicias

Bolivarianas de las FARC, como una estrategia de expansión de su accionar en el

territorio urbano, enfocada en alcanzar un aumento de su capacidad militar y

económica. Su asentamiento se fue dando “por la zona rural del corregimiento de

San Cristóbal, en los límites con la vereda La Loma y también en las Independencias I,

II y III, Nuevos Conquistadores y El Salado” (GMH, 2011, p. 65).

Para finales de los años 90, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) tenían un

gran dominio paramilitar en varias regiones del país al mando de Carlos Castaño,

y buscaban expandirse a territorios donde tuvieran lugar las milicias y la guerrilla,

como lo eran el Oriente antioqueño, el Norte, el bajo Cauca, Chocó y en este caso,

la Comuna 13. Según testimonios de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias Don

Berna, hubo solicitudes de comerciantes, empresarios y ciudadanos para hacer una

ofensiva al poder que tenían los grupos de las FARC, del ELN y de las milicias en la

ciudad. En consecuencia, se conformó el Bloque Metro, encabezado por alias Doble

Cero, con apoyo de las bandas criminales que estaban al mando de Pablo Escobar.

En 1998, una parte pasa a llamarse Bloque Cacique Nutibara y estuvo al mando de

Don Berna, jefe de la Oficina de Envigado que operaba como centro administrativo

de actividades del narcotráfico.

A principios del año 2000 ingresaron miembros del Bloque Metro por Belén Aguas

Frías entrando por el Barrio El Corazón; y en el 2002 integrantes del Bloque Cacique

Nutibara, dando comienzo así a una disputa por el territorio, el control social y

recursos como “el microtráfico de drogas y la extracción y venta ilegal de

Page 11: Representación de la memoria del conflicto armado

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combustible del poliducto Medellín-Cartago, que tiene un tramo que cruza por el

corregimiento de San Cristóbal” (GMH, 2011, p. 71).

Desplazamientos, muertes y desapariciones forzadas

Los picos más altos de desplazamiento se registran entre los años 2001 y 2003

con un total de 1.711 personas desplazadas.

Según el Informe del GMH (2011), el desplazamiento forzado en la Comuna 13 es

una de las más grandes secuelas que dejó el conflicto, el cual puede delimitarse

por periodos de tiempo según la magnitud y actores armados:

De 1985 al 2000.Período marcado por el dominio miliciano y por un tipo de

desplazamiento gota a gota muy poco reconocido en las cifras pero que hace

parte de la memoria de sus pobladores. Del 2001 al 2003. Época de

agudización del desplazamiento forzado intraurbano que inicia con la ofensiva del

Bloque Metro y el Bloque Cacique Nutibara y culmina con la Operación Orión, una

operación militar de retoma del territorio ordenada por el entonces presidente

Álvaro Uribe Vélez en acuerdo con el entonces alcalde de Medellín, Luis Pérez

Gutiérrez. Del 2004 al 2007. Años marcados por la continuidad en los

desplazamientos silenciosos en un nuevo contexto, el repliegue de la guerrilla y las

desmovilizaciones de los paramilitares. Del 2008 al 2010. Período en el que

emergen combos que resultan de la recomposición de actores de violencia en la

ciudad responsables de más desplazamientos forzados intraurbanos individuales y

nuevamente masivos (GMH, 2011, p. 60).

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Las modalidades de violencia variaban según grupo armado que operaba en la

Comuna. Así, se ejecutaron asesinatos selectivos, intimidación, masacres,

atentados, amenazas, órdenes de desalojo, extorsiones, detenciones arbitrarias,

violaciones y torturas. La exhibición de cuerpos asesinados en diferentes barrios,

era una de las características del accionar de los paramilitares, al igual que el

desalojo de viviendas donde según ellos, habitaban simpatizantes de las guerrillas

y las milicias.

Para hacer confrontación a esto, se ordenaron 17 operativos militares dentro de la

Política de Seguridad Democrática del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez,

entre ellas, la Operación Otoño, Contrafuego, Mariscal, Marfil, Antorcha, Saturno,

y Orión. Por el tipo de armamento utilizado, la cantidad de militares involucrados

y los efectos causados, la Operación Mariscal y Orión son consideradas operaciones

militares sin antecedentes en las ciudades del país. En la Mariscal, ejecutada el 21

de mayo de 2002, se utilizaron ametralladoras M60 y helicópteros artillados. Esta

dejó un total de 9 civiles muertos, más de 37 heridos y 55 personas detenidas

arbitrariamente. La Orión, por su parte, es considerada la operación militar urbana

más grande del país, ejecutada entre el 16 y el 19 de octubre del año 2002 con

alrededor de 3000 militares atacando indiscriminadamente a la población civil, con

más de 150 allanamientos, 355 capturas, 38 heridos y dejando a su paso, según la

Corporación Jurídica Libertad, 650 víctimas directas, entre homicidios, torturas y

detenciones arbitrarias, además de al menos 92 casos de desaparición forzada.

Según declaraciones de algunos paramilitares como Don Berna, hubo una

connivencia con las fuerzas militares como la Policía y el Gaula para lograr la

ejecución de los operativos, donde se señala a responsables como el ex general de

la Policía, José Leonardo Gallego y el ex comandante de la IV Brigada del Ejército,

general Mario Montoya Uribe.

1.1 Surgimiento del grupo Mujeres Caminando por la Verdad: una iniciativa de

la Hermana Rosa Emilia Cadavid para escuchar a las víctimas

En medio de la zozobra y el miedo que se vivía en la Comuna 13 a raíz del conflicto,

las misioneras del convento de la Madre Laura, que está ubicado en el barrio

Belencito, asumieron el compromiso de acompañar a los más necesitados, en este

caso, a los habitantes de la Comuna. Por lo tanto, la hermana Rosa Emilia Cadavid,

que anteriormente había trabajado en zonas también marcadas por el conflicto

como el Magdalena Medio y Urabá, veía la necesidad que tenían las personas de

que las escucharan:

Page 13: Representación de la memoria del conflicto armado

13

Se escondían, no sabían qué hacer, muchos huían, nadie entendía, igual nosotros

no sabíamos ni qué hacer, porque no… Pero de pronto, decidimos como abrir un

espacio aquí, y nosotros veíamos por aquí pasar la gente llorando, por acá por el

lado del convento pues pasaba mucha gente llorando y como en una situación muy

difícil, de mucha angustia, pero no decían nada. Entonces yo, me dediqué como a

estar aquí y mirar cómo podía, qué podía hacer por ellas, porque ya eran personas

que no tenían contacto con nosotros porque es que esta Comuna es muy grande, y

la desconfianza era tan horrible porque ellas no sabían cómo a quién decirle nada.

Pero yo no sé cómo, yo la verdad a veces me pongo a pensar cómo fue llegando

toda la gente...yo sé que ellas pasaban llorando por ahí, de pronto yo me acercaba

y les preguntaba pues como qué les pasa, y empezaron como a contar… Entonces

ya, como que se fueron acercando y ya uno fue como abriendo el espacio a

escucharlas. Aquí no se hizo nada raro, sólo se escuchó, se abrió este espacio, se

dispuso el espacio y se empezó como a escucharlas, entonces desde eso fueron

como regando la voz (R.E, Cadavid, entrevista personal, 6 de abril de 2016).

De esta manera, llegaban cada vez más personas, en su mayoría mujeres llenas de

temor, desconfianza y sufrimiento porque les habían desaparecido, asesinado o

metido a la cárcel a sus hijos, esposos o hermanos. Al ver que la mayoría pasaba

por la misma situación, la Hermana decidió agruparlas con el propósito de generar

confianza entre ellas mismas, lograr que expresaran sus sentimientos y se

desahogaran. Con ayuda de otras organizaciones defensoras de derechos humanos

y que hacían acompañamiento a víctimas del conflicto, se empezaron a hacer

procesos psicosociales para dar el apoyo profesional que se requería.

Por otro lado, la recuperación del tejido social fue otra propuesta que surgió con

la Hermana Rosa y con un grupo de mujeres que ya estaba consolidado. Empezaron

a convocar a líderes comunitarios, religiosos, y los rectores de los colegios aledaños

para tratar de hacer un trabajo en conjunto en la comunidad. Sin embargo, “pudo

más la guerra”, como dice la Hermana, porque se encontraban en medio de un

conflicto en el que era muy difícil desarrollar las propuestas que surgieran. Pese a

estas circunstancias, decidieron salir y hacerse escuchar:

Nosotros nos fuimos a la cancha, en ese momento había mucho desplazamiento,

entonces, nosotros, las mujeres -ya había un grupo muy conformado- dijimos:

vamos y nos metemos allá para que la gente no se siga yendo del barrio, porque si

nosotros organizamos programas culturales, deportivos, recreativos y hacemos una

olla comunitaria, volvemos a traer la comunidad, y entonces así la gente bota el

miedo y no se va, -con el acompañamiento pues de pastoral social- y organizamos

hasta viejotecas, hacíamos ollas comunitarias para que la gente recuperara el

espacio porque esto ya... usted no veía a nadie por las calles...(R.E, Cadavid,

comunicación personal, 6 de abril de 2016).

Page 14: Representación de la memoria del conflicto armado

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De otro lado, al ver que muchas de las mujeres que dependían económicamente

de sus esposos o hijos, y que los habían perdido en medio del conflicto, empezaron

a capacitarlas en diferentes oficios para impulsar el emprendimiento. De esta

manera, se buscaron alianzas con diferentes instituciones para formarlas en

panadería, floristería, zapatería; un esfuerzo que no tuvo mucho éxito porque la

competencia en el mercado era muy fuerte, siendo una barrera que les impidió

formar las microempresas que tenían pensadas.

Más adelante, con el apoyo de la

Corporación Jurídica Libertad, el

grupo de mujeres que ya estaba

conformado y que inicialmente se

llamó Mujeres Constructoras de paz,

empezaron a visibilizar las

problemáticas y la violación a los

derechos humanos que se vivían en

la Comuna 13. Así, realizaron

plantones, marchas, vigilias, y actos

simbólicos donde reclamaban la

verdad de lo ocurrido con sus

familiares. En el año 2001 se manifestaron en el barrio las Independencias ante

diversas embajadas que visitaban el sector y la Oficina del Alto Comisionado para

los derechos humanos en Colombia de las Naciones Unidas, con el fin de exigir la

no militarización del territorio. Luego de esto también realizaron un plantón en La

Alpujarra donde no fueron escuchadas. Un año después, en el 2002, en medio de

las operaciones militares, salieron a protestar con pañuelos blancos pidiendo en

cese al fuego (Kavilando, 2015).

También se dirigieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,

buscando ser escuchadas. Luego, en el año 2006 convocaron la primera

movilización masiva en La Escombrera3, una montaña ubicada entre los límites del

barrio San Javier y el Corregimiento de San Cristóbal, que por años ha funcionado

como una cantera y depósito de escombros; para conmemorar la Operación Orión

y exigir el cierre del sector. De igual forma, solicitaron a un juez de los Estados

Unidos que reconociera sus derechos y que se juzgara al ex comandante del Bloque

3 La Escombrera es un sector ubicado en la Comuna 13, zona centro occidente de la ciudad, donde los paramilitares que

ejercían control en la zona años anteriores, enterraban a sus víctimas. Se cree que allí reposan los restos óseos de muchos

ciudadanos de la Comuna 13 y de la ciudad que sufrieron desaparición forzada. Obtenido de:

http://www.cjlibertad.org/victimas/106-victimas/1128-cidh-pondra-sus-ojos-en-la-escombrera.html Fecha de consulta:

lunes 11-04-2016

CONMEMORACIÓN 14 AÑOS OPERACIÓN MARISCAL. MAYO 21, 2016

Page 15: Representación de la memoria del conflicto armado

15

Cacique Nutibara de las AUC, Diego Fernando Murillo Bejarano, alias Don Berna,

por sus crímenes en la Comuna y no solo por narcotráfico. Aunque no lo obtuvieron,

se logró que éste último reconociera la connivencia entre la fuerza pública y los

paramilitares en los operativos de 2002 y 2003, señalando la responsabilidad del

ex general Mario Montoya Uribe (Kavilando, 2015).

En 2009, un desmovilizado del Bloque Cacique Nutibara, Juan Carlos Villada alias

'Móvil 8’ confirmó en su versión libre ante Justicia y Paz, que La Escombrera era

un lugar de operaciones de los grupos paramilitares donde asesinaban y enterraban

a las personas retenidas. En el año 2012, se llevó a cabo la Comisión Internacional

de Esclarecimiento, con la presencia de cuatro comisionados internacionales y dos

nacionales, con el fin de hacer visibles los crímenes ocurridos, la ausencia de

justicia, la militarización y la permanencia de grupos paramilitares en la zona

(Kavilando, 2015).

Para el año 2013, las Mujeres Caminando por la Verdad inauguraron el Salón

Tejiendo Memoria, ubicado en el Convento de la Madre Laura en la Comuna 13. Un

espacio cedido por las Misioneras del Convento y gestionado por la Hermana Rosa.

En el mes de agosto del año 2015, después de 13 años de exigencias por parte de

las víctimas, se iniciaron las excavaciones en La Arenera, sector de La Escombrera.

Según denuncias extraoficiales de pobladores y organizaciones sociales, las cifras

de personas desaparecidas que pueden encontrarse allí son ambiguas, puesto que

son entre 90 y 300 personas.

Todo este recorrido ha sido posible, según las mujeres, gracias al acompañamiento

y apoyo de la Hermana Rosa, por quien sienten gran admiración, respeto y

agradecimiento, además de ser un referente en la Comuna por encarar la lucha

por la defensa de los derechos humanos y acompañar a los más afectados por el

conflicto.

En la actualidad el grupo está conformado por aproximadamente 180 mujeres que

tienen entre 20 y 80 años de edad, y pertenecen a los estratos 0, 1, y 2. La mayoría

residentes de los barrios de la Comuna, y su nivel de escolaridad es bajo. En su

quehacer cotidiano se dedican a ser amas de casa o a trabajar en oficios varios en

casas de familia, esto también porque son cabezas de hogar y por lo tanto deben

responsabilizarse por su sostenimiento. Un total de 18 mujeres que pertenecían al

grupo, han muerto sin saber nada de sus seres queridos.

Page 16: Representación de la memoria del conflicto armado

16

MUJERES CAMINANDO POR LA VERDAD. FOTO: CUENTA LA 13

Page 17: Representación de la memoria del conflicto armado

17

Capítulo 2

Mujeres productoras de sentido en el marco del conflicto armado

Este capítulo habla

principalmente de la forma

en cómo el grupo de

mujeres ha construido una

serie de rituales y

elementos simbólicos que

logran identificarlas

alrededor de una

problemática común al ser

producidos y apropiados por

ellas mismas.

Como se ha mencionado

anteriormente, el hecho de

estar atravesando por una

situación de dolor y

desasosiego, convoca a las mujeres para tener una causa común por la cual

manifestarse: exigir la verdad, la reparación, la justicia, la no repetición de los

hechos y el restablecimiento de sus derechos. Y aunque al principio era difícil que

hablaran porque se sentían perseguidas o atemorizadas por el hecho de que ya les

habían asesinado o desaparecido a algún familiar, lo fueron haciendo de otras

maneras en el salón donde se reunían, un espacio donde se permitían expresar y

desahogar sus miedos y sus dolores logrando ser escuchadas por la Hermana Rosa.

Un ejemplo de ello era llevando fotos de sus familiares. Las pegaban en la pared,

encendían una vela, rezaban, lloraban y establecían un diálogo con la persona ahí

retratada. Un ritual que a pesar de ser muy íntimo para quien lo hiciera, se fue

replicando por otras mujeres del grupo porque, según la Hermana Rosa, les servía

emocionalmente. Los rituales en este contexto son entendidos desde Roberto Da

Matta (2002) como los que:

Manifiestan valores y emociones difícilmente expresables en la cotidianidad;

dramatizan atributos sociales, narrativas que una sociedad produce sobre sí misma;

promueven identidades sociales al construir y al permitir sentir o experimentar

(más que racionalizar) una propia identidad, características o continuidad como

grupo, o el propio universo social, en todas sus contradicciones; permiten tránsitos

de elementos entre distintos niveles (de lo particular a lo universal, de lo regional

a lo nacional, de lo individual a lo colectivo, o a la inversa); sirven como medios

para tomar conciencia de algún aspecto de la realidad social, pues son un lenguaje

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 18: Representación de la memoria del conflicto armado

18

eficaz que hace posible cambiar el significado cotidiano de algún aspecto de la

realidad e incluso darle uno nuevo, permitiendo focalizarlo, significarlo de otra

forma, alimentando la reflexión y la creatividad (Da Matta, 2002, citado en

Maceira, 2009, p. 71).

Así, las relaciones que se establecen entre los objetos, los lugares y las personas,

no son más que un resultado de significación donde se le otorga un sentido común

por medio del lenguaje, partiendo de la subjetividad de cada experiencia,

trascendiendo de este modo, su realidad en la vida cotidiana. La manifestación de

los sentidos que tienen los rituales, se dan por medio de su materialización en unos

sistemas de símbolos que representan algo específico con relación a la memoria,

y que a su vez alcanzan a constituirse como elementos esenciales en la vida

cotidiana de quien los produce, como se muestra en el siguiente apartado.

2.1 Lo que significa para las mujeres hacer memoria individual y colectiva

La memoria constituye el eje en el que se basó esta investigación, la cual es

entendida desde Elizabeth Jelin, como un acto que “presupone tener una

experiencia pasada que se activa en el presente, por un deseo o un sufrimiento,

unidos a veces a la intención de comunicarla” (Jelin, 2002, p. 27). En este sentido,

las experiencias pasadas de las Mujeres Caminando por la Verdad, producen

modificaciones en los marcos interpretativos presentes del nivel individual y social,

permitiendo así reconstruir y reinterpretar dicho pasado adecuándose a las

expectativas del futuro por medio del lenguaje.

En esta sección, se hace hincapié

en la diferenciación existente

entre lo que significa en el grupo

hacer memoria individual y

memoria colectiva, puesto que

teóricamente se tiende a hablar en

gran medida y de manera más

generalizada de la segunda. Las

memorias narradas aquí son las de

tres mujeres pertenecientes al

grupo Mujeres Caminando por la

Verdad, con las que se tuvo un

acercamiento más profundo durante el

proceso. Ellas son Gladys Múnera, Socorro Monsalve y Martha Jiménez. Estas

mujeres son víctimas del conflicto que se vivió en la Comuna 13 entre los años

2000 y 2003, en el que como muchas de sus compañeras, asesinaron a sus familiares

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 19: Representación de la memoria del conflicto armado

19

y tienen otros desaparecidos sin tener el más mínimo rastro. Para ellas, el acto de

rememorar está atravesado por un proceso íntimo en el que cada una siente,

recuerda y comunica de manera particular a su familiar.

2.1.1 El dolor del recuerdo

Al iniciar el proceso, tenía una percepción de que la memoria servía de igual

manera para todas las personas como una herramienta para resistir y enfrentar en

cierta medida el dolor y la realidad por el que atravesaban. Sin embargo, al

escuchar las historias de diferentes mujeres, me di cuenta que muchas veces no

es así y que por el contrario, lo que genera los actos de memoria muchas veces es

convertirse en una ritualización del dolor en el que se revive el hecho victimizante

por el que atravesaron; como es el caso de Gladys, una mujer de 43 años y a quien

le desaparecieron su esposo en el año 2003. Para ella, crear memoria:

Significa mucho dolor, mucha nostalgia, o sea, yo lo resumo mucho en dolor, no

me gusta, no me gusta crear memoria para mí, personal….

Colectiva, pero no para mí tampoco, es decir, a mí me gusta crear memoria, o sea,

tú memoria, la de ella, la de él, pero la mía no, la mía no se toca porque no me

gusta, pero sí me gusta escuchar la de todas y opinarles a todas, y regalarles

abrazos y consentirlas sí, pero no me abracen ni me consientan porque no me gusta,

¿si me entiende? Desde mi punto personal crear memoria es crear dolor, tristeza,

nostalgia, pero todo, todo lo encierro al dolor [...] Pero igual hay días que yo estoy

triste pero no me duele, estoy triste, pero cuando yo empiezo a hablar del tema

me duele, me duele ¡mucho, mucho, mucho! […] Entonces para mí es dolor, solo

dolor, o sea hablar de crear memoria, de mi memoria, es crear dolor […]

Eso encierra para mí la desaparición de Alfonso, que es tristeza y dolor... (M.

Gladys, comunicación personal, 11 de abril de 2016).

A pesar de que ella asiste al grupo desde hace 14 años, la forma en como hace

memoria de su esposo, según ella, es al estar sola, escuchar música y llorar. No

recuerda precisamente los momentos dolorosos que vivió con él donde la

maltrataba, sino que, por el contrario, trae a su mente aquellos momentos en los

que eran felices, en los que para él ella era su reina, su vida, como ella misma lo

dice. Para este caso, es interesante situarse en la posición de Jelin en cuanto a lo

que dice sobre la activación de las memorias, porque a pesar de que es inevitable

para muchos individuos recordar momentos, personas y/o lugares de los cuales se

tienen marcados algún suceso en particular, se acude a seleccionar o activar

ciertas memorias y del mismo modo a ‘silenciar’ u olvidar otras. Esto es para

Tzvetan Todorov (2000) una memoria ejemplar, que sustrae una lección del pasado

para ser utilizada en el presente, contrario a lo que define como memoria literal

Page 20: Representación de la memoria del conflicto armado

20

que se sirve del pasado para reprimir el presente, debido a “que convierte en

insuperable el viejo acontecimiento, desemboca a fin de cuentas en el

sometimiento del presente al pasado” (Todorov, 2000, p. 32).

Por otra parte, para doña

Socorro, una señora de 62

años, a quien la delincuencia

común le asesinó a un hijo y

el conflicto en la Comuna le

desapareció hace más de 13

años a Guillermo, otro de sus

hijos, el tema de la memoria

lo resumió en pocas palabras

cuando le pregunté: “¿por

qué es importante hacer

memoria? -Pues,

¿importante? ¡Ay yo no sé!,

no le veo mucho la

importancia porque tanta

tristeza…”. Cuando recuerda

a su hijo, piensa en el

momento en que lo desaparecieron, en la forma en cómo vivían en familia, cómo

era él, y lo describe como es ella misma: “él era muy apático, como yo, demasiado

repelente, él era peor que yo. Él rayaba en la repelencia”.

La incertidumbre de no saber nada de su hijo es lo que mantiene la fe y la

esperanza en doña Socorro para que esté vivo, pero que al mismo tiempo agudiza

su angustia. Ella no encuentra razón alguna para que él no la hubiese llamado

durante todo este tiempo:

Porque él no tiene por qué, en este momento, hace trece años y medio, no

haberme hecho una llamadita, a un tío que quería tanto, a una señora por allá de

una guardería que la quería mucho, donde él estuvo en la guardería, a mi hija

Carmen que nunca cambió el teléfono, y a mí. Y yo sé que él se llevó, esa cosita,

esa libretica donde tenía todos los números de teléfono (M. Socorro, comunicación

personal, 12 de abril de 2016)

La verdad solo la sabe su Dios, como ella dice, y lo que menos quiere es tener la

certeza de que no está vivo: “yo no quisiera saber si está muerto o está vivo, que

esté vivo, que esté loco, que esté como sea, pero que no… La verdad, verdad,

RECUERDOS DE GUILLERMO. SOCORRO MONSALVE

Page 21: Representación de la memoria del conflicto armado

21

mala, mala ¡no! No siempre es así, pero bueno. Mi Dios sabrá cómo está” (M.

Socorro, comunicación personal, 12 de abril de 2016).

Martha Jiménez por su parte, una mujer de 74 años, y de quien se hablará más

detalladamente en el último capítulo, ha padecido los horrores del conflicto en

tres veces: le asesinaron dos hijos y le desaparecieron otro. A ella no le gusta

relatar a los demás la forma en cómo le arrebataron a sus hijos, dice que eso se lo

guarda para ella sola.

Para ella la memoria es importante porque le permite recordar cómo fueron sus

hijos, su infancia, las fechas de sus cumpleaños y las fechas especiales en las que

se reunían con toda la familia:

Para mí es importante como recordar lo que fueron mis hijos, como recordar quién

era Juan Rodrigo, quién fue Robin, quien fue Jony el desaparecido, qué será de mi

muchacho, pues, de esa parte a esta época, no sé si vive, no sé... y a veces me

pongo a recordar todo lo de ellos…

Yo lo que más recuerdo son las fechas de mis hijos, es decir, los cumpleaños.

Cuando a Juan Rodrigo me lo arrebataron, que estábamos así sentados en mi

cumpleaños, un 18 de agosto, me lo sacaron de la casa, eso se llenó de hombres

miedosos, horribles, todos tapados… Recuerdo mucho esa fecha porque imagínese,

yo estaba cumpliendo años cuando me lo sacaron. Los cumpleaños de Robin, que

era un muchacho que era feliz cumpliendo años […] Jony tenía como 15 años

cuando se desapareció, de Jony recuerdo mucho, le encantaba salir a mercar

conmigo […] feliz comprando mecatos pa' traerle a sus hermanos (J. Martha,

comunicación personal, 19 de abril de 2016).

Las secuelas que dejó el conflicto en su vida, además del dolor por perder a sus

hijos, se vieron reflejadas físicamente cuando perdió su voz durante los tres años

posteriores a los hechos. A pesar de eso, después de muchos años de no hablar, de

no salir, de no relacionarse con nadie que no fuera su familia, ella dice que siente

tranquila, que es capaz de hablar con más tranquilidad de sus hijos, y que el estar

en el grupo ha hecho que todo sea más llevadero; este último se abordará con más

claridad en el siguiente capítulo que habla de las resignificaciones de las vivencias

del conflicto.

Diferentes formas de narrar los recuerdos se evidencian con estas historias y con

muchas otras que también fueron escuchadas durante el proceso. Al estar inserta

en un escenario común de construcción social, la subjetividad de las experiencias

pasa a convertirse en intersubjetiva cuando se integra en actos comunicativos que

las mujeres utilizan y comparten, teniendo como función reintegrar los elementos

Page 22: Representación de la memoria del conflicto armado

22

comunes para reparar o establecer nuevas relaciones con su pasado desde lo

simbólico.

2.1.2 El valor de la memoria colectiva

Como se evidenció anteriormente, el sentido de la memoria individual parte de las

subjetividades y experiencias de cada persona con relación a su manera de sentir,

pensar y recordar. No obstante, al situarla en un espacio común donde convergen

más subjetividades, la cotidianidad se comparte con otros, puesto que “el otro se

me aparece en un presente vívido que ambos compartimos […]. Mi “aquí y ahora”

y el suyo gravitan continuamente uno sobre otro […]. El resultado es un

intercambio continuo entre mi expresividad y la suya” (Berger y Luckmann, 2001,

p. 46).

En el grupo de mujeres la

memoria se vuelve colectiva

en la medida en la que se

crean objetivaciones

comunes y las acciones se

institucionalizan al ser

producto del contexto

histórico violento en el que

se produjo, y al mismo

tiempo, la memoria

colectiva es direccionada

para cumplir un objetivo

determinado. En el proceso de

creación de memoria colectiva hay un giro en la significación que se le da, puesto

que se convierte en un medio por el cual expresar y poner en un escenario común

la experiencia propia. De este modo, el universo simbólico también es

representado de otras maneras, desde las objetivaciones lingüísticas (discursos),

hasta simbolizar y hacer presentes abstracciones complejas de la experiencia por

medio de objetos físicos o artificiales, como lo expresa la Hermana Rosa:

Nos dimos cuenta que el antes, les ha ayudado mucho en el tema, todo lo que tiene

que ver con el tema de memoria, porque aunque no querían hablar de esos temas

porque eso es muy normal que las víctimas no quieran recordar lo doloroso que ha

sido, eso fue fuerte en ellas, ellas siempre en las reuniones ellas estaban hablando:

es que nosotros vivíamos así, es que mi hijo era así...El ejercicio de memoria, nos

dimos cuenta que les ayudaba a aminorar como más el sufrimiento, porque ellas al

CONMEMORACIÓN 14 AÑOS OPERACIÓN MARISCAL. MAYO 21, 2016

Page 23: Representación de la memoria del conflicto armado

23

principio no querían hablar de nada de eso, unas, y otras empezaron a hablar y nos

dimos cuenta que esas que empezaban a hablar, ya eran capaces como de hablar

un poco más tranquilas, que al principio estaban hablando de los que les pasó, de

sus familiares...Eso es desde ellas, ellas mismas -dice uno- van dando puntadas,

porque entonces ya en el grupo van resultando cosas que les puede servir a ellas

mismas, entonces eso se fortalece (R.E, Cadavid, comunicación personal, 6 de abril

de 2016).

El encuentro y los actos de memoria colectiva

están mediados por rituales que simbolizan el

momento mismo y le otorgan identidad al grupo

como tal. El conjunto de actos que se realizan

en los diferentes espacios donde se reúnen, por

mencionar, las marchas, los plantones que

convocan en diferentes partes de la ciudad y en

La Escombrera, para conmemorar alguna fecha

específica como las de las operaciones

militares, para visibilizar a la ciudadanía la

violación de los derechos humanos, o como

forma de reclamar al Estado sus garantías

institucionales; están integrados a una serie de

simbología y ornamentos como forma de

identificación colectiva. Las siluetas de color

negro que representan a cada una de las

personas desaparecidas o asesinadas, que a su

vez están marcadas con el nombre y alguna

frase o leyenda alusiva a ellos, están presentes

en la mayoría de estos actos, al igual las

fotografías colgadas en el cuello de cada una

de las mujeres. Las plantas y las flores son otros

símbolos a los que acuden como representación

de esperanza y vida.

De este modo, los objetos que producen, y los

discursos que expresan son portadores de una

dimensión simbólica, donde el sentido

codificado se convierte en uno de los bienes comunes del grupo (Maceira, 2009),

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 24: Representación de la memoria del conflicto armado

24

como se muestra en el siguiente pronunciamiento emitido en la ceremonia de

premiación del Día Nacional de los Derechos Humanos4:

En este camino de búsqueda de nuestros familiares detenidos desaparecidos y de

lucha por esclarecer los crímenes cometidos contra la humanidad en la Comuna 13

de Medellín, hemos aprendido, desde el dolor, que defender los derechos humanos

en Colombia es un compromiso para proteger la vida ante la adversidad y una

apuesta por conseguir un país con justicia social. Vencimos años de miedo,

estigmatización y revictimización dejando huellas de resistencia por nuestros seres

queridos asesinados y desaparecidos que aún viven en nuestra memoria. Hoy somos

Mujeres Caminando por la Verdad. […] Hoy seguimos exigiendo que se esclarezcan

los hechos, que se cuente la verdad sobre el conflicto social y armado del país y

que el Estado reconozca su responsabilidad. La Escombrera de la Comuna 13 es

sólo un ejemplo de violación sistemática a los derechos humanos cuyos máximos

responsables no han sido juzgados. Este camino, también es una apuesta por la

paz. Una paz que promueva la reconciliación nacional sin olvido y con garantías de

no repetición (Mujeres Caminando por la Verdad, 2015).

La codificación compartida de los actos permite que las experiencias se integren

como una forma “de aportar una redención colectiva e individual, además de dar

fortaleza y capacidad de recuperación. Parece ser cierto, en todo caso, que ignorar

el pasado sólo agrava el problema y que las personas pueden reinventarse después

de la narración” (Blair, 2002, p. 16).

Según lo narrado por las mujeres, la importancia de hacer memoria colectiva

radica no sólo en el hecho de ser reconocidas como un grupo que ha luchado

durante más de 14 años por exigir al Estado la verdad de los hechos ocurridos en

el conflicto, sino también porque encuentran la posibilidad de reconocerse a sí

mismas, de ser escuchadas, de escuchar a otras dentro de una problemática

similar. Para Gladys por ejemplo, aunque en el apartado anterior se muestra el

rechazo y el dolor que le genera crear su memoria, en este caso, construir memoria

de manera colectiva cobra otro sentido para ella:

Yo no hablé, yo nunca hablé como te digo, pero marqué mi grupo y conozco la

historia de cada una de ese grupo […] Entonces sí, es como enmarcar memoria,

como bueno, en tal parte de tal tendido, cuando íbamos en este tendido, a Rubiela

le pasó esto y esto, y cuando ya íbamos finalizando le mataron el hijo...

Bueno, es muy bueno, a mí me gusta mucho ir cuando son reuniones para crear

memoria, me gusta, me gusta ir porque ahí vuelvo y retomo, como por decir algo

4 El 9 de septiembre del 2015, Día Nacional de los Derechos Humanos, en el Centro Nacional de Memoria y

Reconciliación en Bogotá, Mujeres Caminando por la Verdad fueron las ganadoras del Premio Nacional a la

Defensa de los Derechos Humanos en Colombia, en la categoría ‘Experiencia colectiva del año’.

Page 25: Representación de la memoria del conflicto armado

25

a Rubiela, qué ha pasado con Rubiela este tiempo que mirá que le mataron un hijo

en el 2011, entonces ella ha sido muy remarcada por la violencia, entonces me

gusta mucho como en qué pasos va ella, esa parte. Les pregunta uno cómo van...

Me parece muy lindo el de crear memoria haciendo la misa cada mes a partir de la

inauguración del Salón...Primero era los jueves, los primeros jueves de cada mes

era la misa, entonces era una consagración, era un ritual, hacíamos ritual con las

velas […] Una parte muy importante de crear memoria, cuando nosotros estamos,

es el almuerzo... Sí, porque en el almuerzo nos reunimos todas, nos juntamos todas

pues las que estamos… Sí, cuando era en La Escombrera, es muy bueno porque en

la hora del almuerzo siempre estamos mirando como qué tanto avanzaste, qué

tanto has avanzado, cuáles son las cosas valiosas de Mayra, de Rubiela que es mi

referente siempre, siempre Rubiela está presente en todo lo que yo voy a decir, y

cómo he avanzado yo, siempre en el almuerzo hablamos como de eso. La oración,

en la oración siempre estamos poniendo las personas que no están, nuestros

desaparecidos (M. Gladys, comunicación personal, 11 de abril de 2016).

La legitimización de una narrativa de la memoria implica un proceso en el cual se

genera identificación y por lo tanto se le incorpora como propia por parte de las

diferentes integrantes del grupo. Esto hace también que los contenidos sobre la

memoria signifiquen lo mismo para todos los agentes sociales que participan de su

construcción. Además, el universo simbólico de la memoria permite ordenar y por

ende ubicar los acontecimientos colectivos en una unidad que incluya al pasado,

el presente y el futuro, ya que la memoria individual es socializada en la colectiva,

y es proyectada también para acciones venideras.

En ese sentido, las memorias individuales se enmarcan socialmente en un contexto

colectivo en el que los códigos culturales son compartidos de acuerdo a las marcas

que dejaron los acontecimientos pasados en relación con el conflicto armado. Por

lo tanto, dichos códigos posibilitan situar en diferentes escenarios los recuerdos

comunes, como lo afirma Jelin al decir que “la experiencia y la memoria

individuales no existen en sí, sino que se manifiestan y se tornan colectivas en el

acto de compartir. O sea, la experiencia individual construye comunidad en el acto

narrativo compartido, en el narrar y el escuchar” (Jelin, 2002, p. 27).

2.2 La memoria representada en el tejido, la siembra, la escritura, la

fotografía, las manualidades y los objetos

Page 26: Representación de la memoria del conflicto armado

26

Como se ha dicho a lo

largo de este trabajo,

la memoria tanto

individual como

colectiva, alcanza su

materialización por

medio de diferentes

lenguajes que son

expuestos en

diferentes escenarios,

tanto públicos como

privados, pero que no se

diferencian cuando hacen, según Berger y Luckmann (2001), “más real” la

subjetividad al recuperar los símbolos de la memoria y presentarlos en la

interacción social.

En ese sentido, los sistemas de representación de la memoria del conflicto armado

en el grupo de Mujeres son construidos por unos códigos que permiten definir qué

lenguaje usar para expresar tal o cual idea. Los códigos son los que fijan la relación

entre los conceptos y los signos, estos últimos entendidos como las palabras, los

sonidos o las imágenes que portan algún sentido y que cumplen la tarea de

representar las definiciones y pensamientos que construimos individual o

socialmente. En consecuencia, es el lenguaje el que le da sentido a lo que se quiere

representar, bien sea objetos materiales y tangibles, como también abstractos que

no podemos ver ni tocar, puesto que “representar algo es describirlo o dibujarlo,

llamarlo a la mente mediante una descripción, o retrato, o imaginación; poner una

semejanza de ello delante de nuestra mente o de los sentidos” (Hall, 1997, p. 3).

Es gracias al lenguaje que podemos referenciar al mundo según las convenciones

culturales que creamos, puesto que “los actores sociales son los que usan los

sistemas conceptuales de su cultura y los sistemas lingüísticos y los demás sistemas

representacionales para construir sentido, para hacer del mundo algo significativo,

y para comunicarse con otros, con sentido, sobre ese mundo” (Hall, 1997, p. 10).

En el grupo de Mujeres, los sistemas de representación son producidos también de

acuerdo a la forma de construir memoria, es decir, de manera individual como

colectiva.

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 27: Representación de la memoria del conflicto armado

27

Una de las estrategias para hacer memoria colectiva en el grupo es tejiendo. Su

objetivo principal es reconstruir los acontecimientos pasados por medio de relatos

que van surgiendo en la medida en que se tejen, por ejemplo, colchas de retazos,

donde las mujeres narran sucesos relacionados no sólo con las vivencias del

conflicto, sino también con sus familiares. El hecho de tejer va más allá del acto

mismo porque tiene un trasfondo significativo que permite una narración subjetiva

que se añade a otra al insertarla en el mismo

tejido. Según la Hermana Rosa, ellas no

quieren recordarlos muertos, por el

contrario, siempre están hablando de cómo

era, qué les gustaba, las fechas especiales y

demás. Aunque revivir esos momentos

despierta todo tipo de sentimientos: desde

la nostalgia hasta el resentimiento, porque

como se ha reiterado, la memoria siempre

va a estar transversalizada por la

experiencia subjetiva y de eso depende el

trámite que se le dé, la narración en todas

sus esferas posibilita en sí misma una

tramitación del duelo5 y aceptación de la

realidad, como también el fortalecimiento del diálogo y la integración al poner en

común sus historias de vida.

Además de las colchas de retazos, la construcción de las mochilas es otra muestra

de tejido. Estas contienen, por un lado, el logosímbolo que las identifica como

grupo y que a su vez está compuesto por una huella que representa el pie que no

se cansa de caminar para llegar a la verdad; y por el otro, una silla vacía que

representa la ausencia del familiar desaparecido o asesinado.

5 El trabajo del duelo implica un proceso intrapsíquico, consecutivo a la pérdida de un objeto de fijación, y por

medio del cual el sujeto logra desprenderse progresivamente de dicho objeto (Laplanche y Pontalis, 1981,

citados en Jelin, 2002, p. 15).

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 28: Representación de la memoria del conflicto armado

28

Por otra parte, las jornadas de siembra son actos de memoria en el que las mujeres

del grupo siembran las plantas de su preferencia y rememoran a sus familiares. El

9 de octubre del 2015, durante

las excavaciones que se

llevaban a cabo en La

Escombrera, se realizó una

jornada de siembra colectiva

con la iniciativa de Agroarte6,

el Comité de Memoria de la

Comuna 13 y el grupo de

Mujeres Caminando por la

Verdad. Vasijas, macetas,

rosas, conchas, hortensias,

palmas, cidrones, rudas, brevos, aves del

paraíso y otras especies de plantas, fueron las acompañantes del día. El sembrar,

como el tejer, adquiere diferentes significados por parte de las mujeres.

Para Gladys, esa jornada de siembra estuvo atravesada por mucho llanto al

recordar a su esposo. Ella representó por medio de unas plantas, quién era ella,

Alfonso su esposo, y las personas que generaron obstáculos entre los dos. También,

el estado ideal en el que le gustaría vivir: en familia, unidos:

Como a mí solo me gustaban las matas

verdes -no sé si a él alguna vez le

gustaron las florecitas y los colores-,

pero él se antojó de vivir mi vida,

entonces teníamos sólo matas verdes,

y a él le encantaba el dólar, entonces

sembré un dólar y sembré una

millonaria. Las dos, y en el medio le

puse una sinvergüenza. Pero esta

sinvergüenza era porque: Alfonso es

el dólar, ella es todas las mujeres que

vivieron en la vida de él, y estaba yo,

al otro lado...Dice: cómo olvidar a

alguien que te dio tanto para recordar; y

puse dos delfines, yo me identifico mucho con el delfín rosado, entonces puse el

rosado y puse el azul. Con la sembrada de la mata de Alfonso y yo, yo le puse:

Alfonso y Gladys y en los lados puse los hijos, el nombre de los hijos (M. Gladys,

comunicación personal, 11 de abril de 2016).

6 Agroarte es una iniciativa de jóvenes que fusiona elementos de siembra, cultivo, creación y música hip hop

en espacios de la ciudad de Medellín.

JORNADA DE SIEMBRA. FOTO: MUSEO CASA DE LA MEMORIA

JORNADA DE SIEMBRA. FOTO: GLADYS MÚNERA

Page 29: Representación de la memoria del conflicto armado

29

Por el contrario, doña Socorro hizo alusión a su hijo en la siembra de las plantas

sólo marcando la matera con su nombre: Guillermo Jiménez. Al momento de

preguntarle que si la mata que sembró -un cidrón-, tenía algún significado con su

hijo, ella dijo que no, que había sembrado esa específicamente porque la aliviaba

de una enfermedad que padece. Distinto a lo que significó para doña Martha,

puesto que eso para ella fue como revivir el momento en el que se llevaron a su

hijo Jony, pero tiene un gran valor porque representa la presencia de su hijo:

Yo cuando cogí esa mata ese día estaba mi hija y le dije: esta mata es como si yo

estuviera desenterrando a Jony, ella me dijo: ¡eso es un imposible! Y yo le dije:

por eso... La voy a cuidar mucho y si hay oportunidad […] me la llevo pa' la casa,

es como si yo hubiera encontrado a mi hijo y lo tuviera en mi casa (J. Martha,

comunicación personal, 19 de abril de 2016).

También, porque establece un tipo de diálogo en el que ella se pregunta lo

siguiente: yo le digo: ay, si me pudieras contar dónde está mi hijo, ¡qué dicha!

Cómo está: si es vivo o es muerto, que tan bueno... […] Las mías estaban ¡muy

muy florecidas, muuuy! Dije yo: ay esas matas qué será lo que me quieren decir

¿será que Jony vive así de contento donde esté?...

En otros casos,

muchas de las

mujeres

pintaron las

materas con los

colores y los

escudos de los

equipos de

fútbol que más les gustaban principalmente a sus hijos, como lo hizo Maria Teresa

Gómez, que pintó de color verde la maceta porque le recuerda el amor que tenía

su hijo Hermey por el Atlético Nacional, y quien fue desaparecido en el año 2002.

Maria Gloria Holguín por su parte, sembró una rosa en honor a su hijo Carlos,

también desaparecido el mismo año. Ella eligió esta planta porque al ser resistente

al verano, se siente identificada por la resistencia que ella misma ha tenido

durante todos estos años buscando la verdad. Amparo Cano también sembró unas

rosas, pero recordando a su esposo Hernando y a su hijo Adonis, los dos

desaparecidos en el 2002 y 2006 respectivamente. Las rosas son muy significativas

para ella porque recuerda que en las fechas especiales su esposo siempre le

regalaba rosas, además porque para ella, al igual que para su compañera Luz Elena

Galeano, significa verlas crecer como la esperanza que tienen para encontrar a sus

seres queridos.

MATERA DE LA JORNADA DE SIEMBRA. SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 30: Representación de la memoria del conflicto armado

30

Como se plasma también en las bitácoras

que son unos cuadernos donde cada una

tiene la posibilidad de escribir lo que

desee. En muchos de los relatos se

escriben mensajes dirigidos a los

familiares que ya no están, donde le

expresan la tristeza y el dolor que sienten

por su ausencia. También, les cuentan

cosas por las que han pasado, logros que

han obtenido, y proyectos que tienen

para el futuro. En otras ocasiones,

escriben la forma en cómo se imaginan su

vida si ellos estuvieran presentes, como

es el caso de muchos de los hijos que no

alcanzaron a conocer a sus padres o

madres. En el proceso de la escritura se

establece también un ritual íntimo en el que recuerdan, lloran o hasta ríen

recordando todo tipo de momentos que compartieron con esa persona.

La fotografía por su parte, aunque es el elemento que se tiende a usar de manera

más generalizada en los contextos donde se hace memoria histórica, también tiene

particularidades. Por un lado, según las narraciones de algunas mujeres, el hecho

de poner a su familiar en un espacio determinado sin tener la mínima certeza de

saber dónde está, resulta contradictorio; pero por el otro, representa también la

presencia de un cuerpo a pesar de su ausencia. Un cuerpo al que le hablan, le

rezan, lo describen y lo presentan; como me ocurrió con Bertha, Aura, Rubiela y

Alba.

En diferentes momentos de mis visitas al Salón Tejiendo Memoria, cuando establecí

relación con algunas de las mujeres que asistían, ellas me decían frases como

“venga le muestro a mi hijo”, donde me invitaban a conocer a sus hijos a través

de las fotografías que escogieron para dejarlas colgadas en una de las paredes del

Salón. En algunos de los momentos, me explicaban el porqué de esa foto, me

describían la fechas y los detalles de cómo fueron asesinados o desaparecidos, pero

también me contaban las actividades o los deportes que más les gustaba hacer, los

años que tendría si estuvieran vivos, y la relación que tenían con ellas.

BITÁCORA. SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 31: Representación de la memoria del conflicto armado

31

Para el caso de las manualidades y

los objetos, las mujeres acuden a

diferentes tipos de materiales con

los cuales pueden detallar aspectos

relacionados con su familiar, es

decir, en algunos casos representan

el cuerpo de su hijo bien sea con

cintas, plastilina, botones o

dibujados en papel; en otros, lo

que hacen es exhibir en este caso,

en el Salón, objetos como prendas

de vestir, zapatos, accesorios,

llaveros, lociones, documentos, o

juguetes de su familiar ausente.

Todo lo anterior muestra la manera en como el lenguaje o los lenguajes, cumplen

funciones performativas de la memoria en tanto esta es narrada, y comunica a

otros la relación con el pasado recordado, en la que se emiten imágenes, gestos,

objetos, emociones que más allá de su funcionalidad adquieren un valor simbólico.

En ese sentido, el lenguaje para representar la memoria “hace presentes" no solo

a los semejantes que están físicamente ausentes en ese momento, sino también a

los del pasado recordado o reconstruido, como también a otros proyectados hacia

el futuro como figuras imaginarias” (Berger y Luckmann, 2001, p. 56).

Dicho de otro modo, el semiólogo Louis Marin plantea el concepto de

representación desde el siguiente interrogante, que resuelve también de la

siguiente manera:

¿Qué es re-presentar, si no presentar de nuevo (en la modalidad del tiempo) o en

lugar de… (En la del espacio)? El prefijo re- importa al término el valor de la

sustitución. Algo que estaba presente y ya no lo está ahora se representa. En vez

de algo que está presente en otra parte, tenemos presente, aquí, algo dado. En el

lugar de la representación, por tanto, hay un ausente en el tiempo o el espacio o,

mejor, otro, y un mismo de ese otro lo sustituye en su lugar (Marin, 2009, pp. 136-

137).

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 32: Representación de la memoria del conflicto armado

32

De tal manera, se entiende que la

representación permite llenar de sentido una

nueva realidad a través de las interpretaciones

dadas a un suceso ocurrido en el pasado; y es

por medio de diferentes narrativas y lenguajes

donde se dota de significado la vida de las

personas, además que se convierte en una

forma de comunicación al permitir dar cuenta

de la construcción de dicha realidad a otros

actores sociales, gracias a que construimos una

cultura compartida de sentidos en cuanto

interpretamos el mundo de manera

aproximadamente igual.

ALEXANDER GÓEZ, HIJO DE BERTHA GÓEZ.

Page 33: Representación de la memoria del conflicto armado

33

2.3 Lugarización de la memoria, resistencia y esperanza: el Salón Tejiendo

Memoria y La Escombrera

Hablar de lugares de memoria implica hablar

de una nueva territorialidad, puesto que

están atravesados por una construcción social

donde los sujetos le otorgan significados

relacionados con alguna experiencia

específica, y donde establecen también

ciertas prácticas simbólicas con relación a su

memoria.

En este caso, el Salón Tejiendo Memoria y La

Escombrera son los lugares de encuentro en

los que se reune el grupo de mujeres para

realizar diferentes actividades. El estar

presente en esos espacios, también tiene

diferentes significados para cada una. Por un

lado, a algunas les gusta ir, estar allá; otras

por el contrario sienten mucha trsisteza y

dolor.

Como se dijo anteriormente, el Salón

Tejiendo Memoria es un espacio que está

unicado en el barrio Belencito de la Comuna 13 contiguo al convento de la Madre

Laura, y el cual fue cedido por las misioneras Lauritas. A pesar de que este fue

inaugurado en el año 2013, la Hermana Rosa resalta la importancia que adquirido

el Salón para la comunidad y mucho más para las mujeres desde que se reunen allí

hace más de 13 años:

Este espacio es como propiedad de ellas, esto aquí es como donde ellas descargan

toda su problemática. Entonces por ejemplo -dicen ellas mismas- encuentran como

esa tranquilidad, esa paz donde pueden venir a contar su dolor, su tristeza, y

encuentran siempre como este lugar agradable, entonces ellas lo han hecho muy

acogedor, y lo han hecho muy agradable.

Ese Salón para ellas es importantísimo, eso es un salón de mucho respeto para

ellas, inclusive al principio como empezaron a ponerle la velita al hijo, a ponerle

la florecita, y venir ya con más detalles. Entonces me parece que eso es un, un

símbolo muy importante para ellas, un sitio de respeto (R.E, Cadavid,

comunicación personal, 6 de abril de 2016).

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 34: Representación de la memoria del conflicto armado

34

La nueva configuración de estos

espacios se da a partir de la

articulación de prácticas cotidianas

que le imprimen una carga simbólica

definida por quienes asisten a ellos,

y por lo tanto se establecen nuevas

relaciones entre sujeto y espacio.

Los actos de memoria individual y

colectiva se materializan también

en estos escenarios comunes que

tienen como fin determinado

rememorar/conmemorar/denunciar

los acontecimientos de violencia por

los que atravesó en este caso, la

Comuna 13 (Fabri, 2010). Dentro del

Salón, como se ha descrito en los

capítulos anteriores, se encuentran

desde fotografías hasta cartas y objetos de las personas desaparecidas o

asesinadas, pero también se hace un acompañamiento psicosocial por parte de

profesionales en el área, se realizan actividades de memoria, talleres de

alfabetización como el de “Leer y escribir para vivir y soñar”, dictado a mujeres

con niveles de escolaridad bajo con el objetivo no sólo de enseñarles aspectos

básicos de lecto-escritura, sino también para que asuman una posición política y

de identidad al aprender a escribir su nombre y reconocer el de sus compañeras.

Aquí nuevamente las subjetividades son las que subyacen en dichas relaciones. Por

ejemplo, la relación que tiene Gladys con el Salón la describe de la siguiente

manera:

A mí me afecta demasiado, demasiado entrar allá. Tanto, que yo no entro, yo no

entro. ¿Por qué? Porque independientemente de lo que Alfonso fue, hay un

sentimiento, o sea, fue la única persona que yo amé. Entonces entrar allá, y verlo

allá, yo no sé, yo creo que usted no lo conoce... Pues, yo lo saqué de allá, yo le

dije a Dahiana que se robara la foto de allá, que no me gustaba que me lo tuviera

allá… ¿Por qué? Porque es que hay una cantidad, y todas llegan y entran y ¡les da

alegría ver esa persona allá! ¡No!, a mí me afecta total, total Mayra (llanto) A mí

no me gusta para nada, nada de lo hay allá, ¡para nada, para nada! Me afecta, me

duele, me da rabia, me da rabia... O sea, es como que yo entro a este salón y es

recordar mi pasado, y es ¿qué pasó con Alfonso? que yo no lo sé, que él no tiene

por qué estar allá, ¿si me entiende? Para mí, es renegar, es un reniego total, ¿por

qué lo voy a poner yo allá si yo ni siquiera sé dónde está? ¿Qué pasó, qué pasó?...

(M. Gladys, comunicación personal, 11 de abril de 2016).

SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 35: Representación de la memoria del conflicto armado

35

Una misma sensación es la que siente doña Zoila, porque a pesar de que a su hija

la asesinaron en el municipio de Ciudad Bolivar, ella dice que siente mucha tristeza

cuando entra y ve los recuerdos materializados en fotos, prendas de vestir como

“camisas, cachuchas, sombreros, zapatos…”, y siente el mismo dolor que sienten

otras madres que atravesaron por lo mismo. Doña Alba también relata que a ella

la sacan de ahí llorando, debido a que tantos recuerdos juntos le generan mucha

nostalgia. Sin embargo, otras mujeres como doña Socorro sienten todo lo

contrario, como se muestra en sus relatos: Yo quisiera venirme y quedarme ahí,

tirada en esa piensa, yo quisiera vivir acá, ¡con eso le digo todo! A mí me gustaría

no estar de allí pa' cá, sino ¡sieeempre, siempre! (M. Socorro, comunicación

personal, 12 de abril de 2016). Doña Martha siente lo mismo, y lo dice de la

siguiente manera:

Encuentro alegría, dicha, se me olvidan mis problemas, encuentro con quién

hablar, encuentro con quien reírme el ratico así sea de pequeñeces, de bobadas,

[…] Entonces no, ya me fui integrando, ya me fui entrando, ya, yo ya no veo la hora

de estar aquí. Yo me amaño mucho aquí, las quiero mucho, […] me río, funciono,

charlo, en el momento de las reuniones digo: yo no sé de qué se va a tratar y yo

no sé si yo también seré invitada, pero yo voy a ir (risas)

Y las reuniones que hay aquí, yo trato de no faltar… (J. Martha, comunicación

personal, 19 de abril de 2016).

La diferentes

interacciones que se

dan con el espacio

pretenden “dar

respuesta acerca de

cómo ese espacio es

vivido y apropiado, en

su vínculo con la propia

experiencia del sujeto,

tanto práctica y

material como mental y

simbólica” (Fabri,

2010, p. 104). Del

mismo modo, estos

lugares se convierten en

bienes comunes al ser producto de una construcción común de significados, como

lo es también La Escombrera, denominada como una de las fosas comunes más

grande del mundo. Un sitio ubicado en la parte alta de la Comuna 13, utilizado

como vertedero de escombros. Como se dijo en el primer capítulo, donde los

paramilitares del Bloque Cacique Nutibara, comandado por alias “Don Berna”,

ESCOMBRERA COMUNA 13. FOTO: GABRIEL BUSTAMANTE

Page 36: Representación de la memoria del conflicto armado

36

ejercían control en la zona años anteriores y masacraban, asesinaban y enterraban

a sus víctimas. No obstante, donde también tuvo participación las fuerzas militares

por su asocio con dichos grupos durante las operaciones ejecutadas desde el año

2002, principalmente en la Operación Orión.

Después de muchas exigencias por parte de las víctimas y de organizaciones como

la Corporación Jurídica Libertad, el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado

(MOVICE) y la Fundación Obra Social Madre Laura (FOSML), se empezaron las

excavaciones de mayor magnitud conocida en una zona urbana, debido a que está

compuesta por 23.000 metros cúbicos de tierra, equivalentes a una dimensión de

13 pisos de un edificio. Además, las declaraciones de exparamilitares

desmovilizados fueron claves para que la Fiscalía accediera a establecer un bloque

de búsqueda que permitiera ubicar sitios estratégicos donde, según los victimarios,

yacen los restos óseos de las víctimas.

Desde el proceso de

búsqueda y exhumación de

cuerpos, Mujeres Caminando

por la Verdad ha hecho

presencia en el sitio. Por lo

que propusieron la creación

de un campamento en el que

se reúnen. Allí, reciben

apoyo psicosocial individual

y colectivo, se realizan

también talleres de

memoria, y el

acompañamiento por parte de las

madrinas7 a las mujeres familiares de los desaparecidos.

Como el Salón de memoria, este sitio adquiere nuevas significaciones desde que

tienen presencia las mujeres del grupo. Se reconoce como un espacio de lucha y

resistencia por el recorrido que han tenido para buscar la verdad. Aquí, la

fisionomía del espacio es modificada para ser un espacio “dónde visibilizar a su ser

7 La propuesta de conformar un grupo de madrinas surge de la iniciativa planteada por las mujeres

pertenecientes a MCV, que han sufrido otros hechos victimizantes diferentes a la desaparición forzada, como

forma de apoyo a sus compañeras durante el proceso que estas afrontarán durante las excavaciones. Obtenido

de:http://www.corporacionavre.org/wp-content/uploads/2015/07/Plan-de-acompa%C3%B1amiento-

psicosocial-escombrera.pdf

ESCOMBRERA COMUNA 13. FOTO: CORPORACIÓN JURÍDICA LIBERTAD

Page 37: Representación de la memoria del conflicto armado

37

querido en medio de la

ausencia física de los

cuerpos” (Torres, 2015,

p.12). La resignificación

entonces, se da por medio de

nuevas prácticas y símbolos

que se establecen allí, como

lo son las vigilias, las marchas

en silencio, los rituales con

velas, agua, incienso, flores y

demás; y por supuesto, las

siluetas negras. Los lenguajes

de y en los lugares de

memoria son los que permiten

repensar los usos de los espacios que han operado con otras funciones en contextos

anteriores, dándole un giro a la configuración del sentido de pertenencia por tener

ya, otra valorización “donde la rememoración activa nuevos procesos de

subjetivación y de representaciones ante el proceso de recuperación de los lugares

de la memoria” (Fabri, 2010, p. 110).

Diferentes perspectivas se conocen también en las narraciones de las mujeres

cuando hablan de este sitio. Doña Socorro cuando ve por ejemplo a los negritos,

como les llama ella a las siluetas, siente ‘un vacío en la boca del estómago’ muy

grande porque según declaraciones de uno de los exparamilitares, Guillermo, su

hijo, está enterrado allá. En el caso de Gladys pasa algo similar: yo no bajaba a la

Escombrera porque a mí me afecta estar en el terreno, no me desmayé porque yo

no sé, pero me cogió la tembladera, de sentirme que estaba pisando personas, o

sea, yo me sentí muy mal (M. Gladys, comunicación personal, 11 de abril de 2016).

Por el lado de doña Martha, la situación es distinta porque ella siente algo

contrario:

Allá en la escombrera me encantaba ir, ¡me encantaba! […] ¿Por qué me gustaba

ir allá? A pesar de que uno de pronto sentía, que de pronto su duelo podía estar

allá donde estaban esas retroexcavadoras, escarbando esa tierra, yo decía: ¡ay que

tan bueno que yo encontrara si quiera una uñita de Jony!, eso me daría más

descanso...Yo descansaba mucho allá porque pensaba que me lo iba a encontrar,

cuando ya nos dieron permiso de ir hasta allá, de hacer el recorrido, yo me sentía

feliz, sentía felicidad porque yo decía: aquí de pronto puede estar mi hijo, y de

pronto él puede sentir -la bobada de una- de pronto puede sentir alegría porque

MAQUETA DE LA ESCOMBRERA. SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 38: Representación de la memoria del conflicto armado

38

yo estoy aquí, que vengo a visitarlo... (J. Martha, comunicación personal, 19 de

abril de 2016).

Vemos entonces cómo se da una reapropiación de los espacios tanto individual como colectivamente, la cual les permite a las mujeres configurar sus experiencias pasadas de dolor y violencia, en expectativas hacia el futuro en búsqueda de la verdad. Es en estos espacios y no en otros, donde se da también una producción

de sentido, donde: El apego al lugar se expresa en su significación a través del lenguaje de la vida cotidiana, a través de la fusión conceptual del contexto geográfico y la experiencia, y este lenguaje y su contenido simbólico son el fundamento de la constitución del lugar (…). La experiencia humana siempre

está arraigada a un lugar” (Entrikin, 1988, citado en Fabri, 2010, p. 110).

MAQUETA DE LA ESCOMBRERA. SALÓN TEJIENDO MEMORIA COMUNA 13

Page 39: Representación de la memoria del conflicto armado

39

Capítulo 3

La pertenencia al grupo como forma de resignificar las vivencias del conflicto

En los capítulos anteriores se pudo conocer a grandes rasgos la historia de la

Comuna 13, del surgimiento del grupo de Mujeres Caminando por la Verdad, las

estrategias que tienen para hacer memoria, las expresiones que utilizan y los

significados que adquieren desde la subjetividad y la colectividad. Este capítulo se

centra principalmente en exponer brevemente algunos de los relatos de las

mujeres, en los que cuentan la manera en que sus vidas han cambiado desde que

hacen parte del grupo.

En este contexto, es importante definir el concepto de resignificación desde

Nelson Valencia, el cual se refiere “a la creación de una nueva perspectiva y

manera de concebir e interpretar el pasado desde la situación que se vive en la

actualidad y los marcos que la acompañan” (Valencia, 2013, p. 45). De este modo,

se vuelven a significar situaciones, personas, lugares, objetos desde la perspectiva

del presente. Según este autor, la resignificación se cumple cuando existen nuevos

mensajes y contenidos y esto permite que se transformen las representaciones

existentes y se generen

nuevos sentidos de las

cosas. De esta manera, se

reivindican y se recrean las

significaciones tanto en el

plano individual como en el

colectivo, dando lugar a la

redefinición de una

situación y por lo tanto, se

establece una nueva

realidad (Valencia, 2013).

Eso es lo que sucede en algunas de las mujeres, puesto que no sólo resignifican las

experiencias del conflicto, sino también la forma en que socializan y se insertan

en el escenario colectivo. Doña Martha por ejemplo, dice que su vida no hubiera

sido la misma si no hiciera parte del grupo, puesto que es gracias a eso que

aprendió no sólo a abrazar, sino también a hablar más de sus hijos, y hasta a

expresarse mejor:

Aprendí a saludar, aprendí a abrazar que no lo hacía, aprendí como, como a estar

entre la gente, porque yo no sabía ni eso, yo no sabía sino que tenía que trabajar

pa' los hijos que tenía y que tenía que saber de las necesidades de ellos, yo no

sabía de más y vivía muy cansada.

CONMEMORACIÓN 14 AÑOS OPERACIÓN MARISCAL. MAYO 21, 2016

Page 40: Representación de la memoria del conflicto armado

40

...Yo no podía hablar, porque a mí se me salían las lágrimas y no, no, y yo me

quedaba callada porque es que yo no podía hablar. Aquí he aprendido a que sí

puedo hablar, a que me dan como la fortaleza, de yo poder decir mis cosas…

-¿Qué sería de la vida de Doña Martha, si no hubiese llegado al Salón?

-¡Ay no! Sería...Yo me pongo a pensar en mi otra vida […] Yo digo: ¡Ay Neni!, (su

hija) ¿yo qué hiciera hoy por hoy? una vieja amargada, una vieja pendeja, metida

en esta casa, sin conocer a nadie, sin conocer nada de nadie… ¡No! ¡Muy horrible!

Yo sí fui una vieja muy boba, muy pendeja, pero gracias mija por haberme llevado

allá, -y la abrazo-. No hubiera aprendido a abrazar… -Mamá, y no hubiera

cambiado, y qué tan horrible pa' mí con una vieja amargada como estaba usted- Y

sí, mucho. Yo le digo: sí mija, ¡mucho, mucho! No, pero gracias a mi Dios conocí a

la Hermana Rosa, que me ha ayudado tanto, Adriana que ha sido otra que se ha

sentado conmigo o se sentaba en otra época, como a ayudarme a salir del paso…

(J. Martha, comunicación personal, 19 de abril de 2016).

Por otro lado, doña Socorro se define como una persona muy arrogante que era la

“dueña del no”. Dice esto porque para ella, antes de entrar al grupo, era muy

difícil hablar y relacionarse con otras personas, además porque sentía inseguridad

y dudaba de sus habilidades al decir cosas como “yo no sabía que sabía, yo no sabía

que era capaz”. Según ella, su vida ha cambiado notablemente, incluso es una de

las líderes del grupo en el componente de impulso de memoria, en el que se

definen las actividades

de memoria para

replicarlas a las otras

mujeres del grupo. El

sentirse motivada para

participar de los

eventos, ser líder y

estudiar, no es más que

el reflejo de lo que ha

significado para ella

hacer parte del grupo

desde hace 6 años.

Gladys por su parte, ha

aprendido a tener una visión distinta de la realidad violenta por la que han

atravesado, por lo que se proyecta positivamente hacia el futuro:

Yo no me quiero quedar ahí, que yo siempre quiero avanzar, entonces yo no me

veo, como estaba, no, yo no me veo, me veo como estoy ahora, y a dónde quiero

llegar... Entonces así me pongo en todos lados, siempre, o sea, no quiero saber de

REALIZACIÓN PENDÓN EN HONOR A LAS MUJERES DEL GRUPO QUE MURIERON ESPERANDO LA VERDAD

MARTHA JIMÉNEZ Y SOCORRO MONSALVE

Page 41: Representación de la memoria del conflicto armado

41

mi pasado, ¡no! quiero avanzar... […] Sabemos que ellos no están, pero que como

ellos son los seres queridos de nosotros, sienten, y que están sintiendo la tristeza

que nosotros vivimos… Yo les dije: es que hay que avanzar, es que yo sé que allá

en La Escombrera, allá abajo deben de estar nuestros dolientes, pero hay que

seguir, qué tal nosotros seguir llorando todo el tiempo. Entonces, muy bueno el

encuentro, me encanta, a mí me encanta mucho

[…] porque se hablan, o sea, vienen niñas nuevas, vienen señoras nuevas, entonces

es eso, entonces uno como que se relaciona, lo van conociendo a uno y uno va

conociendo a las otras (M. Gladys, comunicación personal, 11 de abril de 2016).

De esta manera, se es consciente de que el pasado “no puede ser cambiado. El

futuro, por el contrario, es abierto, incierto, indeterminado. Lo que puede cambiar

es el sentido de ese pasado, sujeto a reinterpretaciones ancladas a la

intencionalidad y en las expectativas hacia ese futuro” (Jelin, 2002, p. 39). La

importancia de pertenecer a un grupo, radica en la posibilidad de que por medio

del diálogo y la interacción social, surjan espacios de participación donde se

comparten nuevas experiencias a raíz de vivencias comunes ya pasadas, siendo un

medio por el cual vehiculizar de alguna manera el dolor, en función de hacerlo

constructivo.

3.1 Cuestionamientos de las mujeres al concepto de Reparación simbólica

Para entender el tema de Reparación, es necesario remitirse a los escenarios de la Segunda Guerra Mundial8, donde surgieron las medidas de reparación por parte de organismos internacionales. Estas medidas tienen el deber de reconocer las violaciones de derechos humanos por parte de actores armados al margen de la ley, y del Estado mismo por irresponsabilidades de acción u omisión de su deber. Por el lado de América Latina, la Justicia Transicional9 surge de la necesidad de hacer frente a los abusos represivos de las diferentes dictaduras establecidas en el siglo XX, donde se produjeron crímenes como desapariciones forzadas, torturas, masacres y ejecuciones extrajudiciales. En Colombia, esta medida surge en el año 2005 con la Ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz) que en el año 2011 pasa a ser la Ley 1448 (Ley de Víctimas y Restitución de Tierras). Con este deber

8 Los Juicios de Núremberg en Alemania (1945-1946), en la fase de la posguerra después de 1945, y paralelo

a esto los Juicios de Tokio por parte del Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente. 9 El Centro Internacional para la Justicia Transicional ha definido la justicia transicional como el conjunto de

medidas judiciales y políticas que diversos países han utilizado como reparación por las violaciones masivas de

derechos humanos. Entre ellas figuran las acciones penales, las comisiones de la verdad, los programas de

reparación y diversas reformas institucionales. De este modo, la justicia transicional no es una forma especial

de justicia, sino una justicia adaptada a sociedades que se transforman a sí mismas después de un periodo de

violaciones generalizados a los derechos humanos. Unidad para la Atención y Reparación Integral de las

Víctimas (2011). Guía de Medidas de Satisfacción. Bogotá.

Page 42: Representación de la memoria del conflicto armado

42

constitucional en Colombia se garantiza a las víctimas la restitución, la indemnización, la rehabilitación, la satisfacción y las garantías de no repetición. Por lo tanto, se creó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), en aras de garantizar su participación en procesos judiciales, y dentro del marco de esta comisión se crea el Grupo de Memoria Histórica (GMH). Dentro de las medidas de Satisfacción está la Reparación Simbólica, entendida como:

Toda prestación realizada a favor de las víctimas o de la comunidad en general que tienda a asegurar la preservación de la memoria histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, la solicitud de perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas (Ministerio de Justicia y Derecho, 2012).

Dicha reparación, según el psicoanalista Jean Laplanche, es “simbólica” porque representa lo que se ha perdido, es decir, no puede cubrir la integralidad de los perjuicios sufridos por la víctima, sino que se reconstruye otra cosa, algo nuevo (Guilis, 2011). Por otro lado, para Fernando Orjuela, integrante de la mesa de Reparación Simbólica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), la Reparación Simbólica se aplica en el plano individual y colectivo de las víctimas. En los dos, se entiende como la representación física o inmaterial que da cuenta de una realidad (personal o conjunta) reconocida, la cual puede preservarse en escenarios públicos o privados (Orjuela, 2009). Para Orjuela la Reparación Simbólica exige que se cuente con la víctima a la hora de definir cuáles son los símbolos que van a representar la memoria, pues si se construye sin tener en cuenta a las víctimas, esto las convierte nuevamente en víctimas. Es decir:

A partir de las víctimas, y desde ellas, se construyen sus símbolos; con libertad, sin imposición de valores intelectuales, políticos, artísticos, religiosos, o los que sean. Símbolos, en fin, dignificantes, representativos y soberanos. Entonces, estos símbolos reinventan la verdad (como síntesis), lo representado (como alegoría), a sus fuentes (víctimas no neutralizadas, el dolor y el victimario) y a su público (como traductores de una conexión inédita). De esta forma, el símbolo de la reparación está en la estación de muchos recorridos y no en una meta (Orjuela, 2009, p. 8).

Este autor hace una diferencia entre lo que son los símbolos y los adornos, debido a que un símbolo “es la representación de algo legítimo y muy importante para una persona o una comunidad. Lo que cuenta no es la magnitud del símbolo, sino la significación que se le da, mientras el adorno es un distractor, algo cosmético, inocuo” (Orjuela, citado en Hechos del Callejón 2008, p. 17). En tal sentido, la apropiación de esas significaciones por parte de las víctimas, es lo que se define como Reparación Simbólica. Como se ve, desde la institucionalidad se tiene muy bien definido el concepto, sin embargo, desde las víctimas no se tiene muy claro. Es decir, a pesar de que constantemente realizan actividades con relación a la memoria histórica, muchas

Page 43: Representación de la memoria del conflicto armado

43

veces apoyadas por instituciones como el Museo Casa de la Memoria de Medellín, no se tiene conocimiento que esto hace parte de dicha reparación. Esto, porque el tema de la reparación en sí mismo lo relacionan directamente con el de la indemnización, puesto que durante la realización de las entrevistas y el grupo focal, era notable el desconocimiento del término Reparación Simbólica. En los dos casos (por vía administrativa y por la simbólica), las mujeres cuestionan el concepto por todo lo que implica, como se muestra con doña Martha cuando responde:

Yo digo: pero reparación ¿qué es? […] Yo de reparación no entiendo, ¿por qué no entiendo? Porque la reparación de mis hijos, a mí nadie, nadie, nadie me los va a reparar, ni nadie me va a volver a decir: vea Martha, aquí está Jony, aquí está Juan Rodrigo y aquí está Robin, ¡qué dicha! Eso llamaría yo reparación. -Alguien le dice-: -Va a decir que a usted le estorba la plata- y le dije: no, la plata es el mejor artículo que hay en la vida, pero no pa' compararlo con el dolor que uno tiene... ¿Con esta plata usted va a reparar esto que perdió?... (Niega con la cabeza) su dolor sigue igual, ¡su dolor está ahí!... A mí mis hijos no ve los va a reparar nada, ni nadie, el único sería Dios pero él no está interesado en eso […] Yo oigo eso y como que no, no me gusta, entonces yo por eso he dicho, no entiendo la reparación qué es... (J. Martha, comunicación personal, 19 de abril de 2016).

Para doña Socorro, el dolor por no saber nada de su hijo, no es reparable “ni por

todo el oro del mundo”. “A mí ya me llamaron allá (Unidad de Víctimas) que sí,

que ya me incluyeron, que tranquila, que vea, que tal cosa... ¡Noooo!...A la tal

reparación...”. Lo único que la repararía a ella es saber algo de Juan Guillermo:

Jum, quién va a reparar todo… ¿Reparar? Yo quisiera que la reparación mía fuera

que alguien me dijera -así fuera eso, noliase'-: "su hijo está loco en un manicomio"

(M. Socorro, comunicación personal, 12 de abril de 2016). Por otro lado, al

momento de preguntarle a Gladys sobre lo relacionado con la reparación, ella

respondió de la siguiente manera:

Yo quería llegar con Alfonso sana, que me dijeran la verdad que yo estuviese sana,

¿por qué? Porque yo ya perdoné a las personas que le hicieron lo que le hicieron,

simplemente quiero saber la verdad y que me digan dónde está enterrado para yo

saber, y para yo darle tranquilidad a mis hijos y mi tranquilidad, pero que yo esté

sana, o sea, que no me duela como me duele ahora, para el futuro yo quiero estar

sana (M. Gladys, comunicación personal, 11 de abril de 2016).

Resulta contradictorio entonces hablar de reparación sin tener en cuenta qué es

lo que se espera de esta por parte de las víctimas, las directamente afectadas. En

ese sentido, la dimensión subjetiva pierde relevancia en la medida en que se

establezcan definiciones generalizadoras donde se intenten abarcar problemáticas

que no trascienden a lo estructural, es decir, que se quedan sólo en cifras.

Page 44: Representación de la memoria del conflicto armado

44

Capítulo 4

Martha Jiménez, perdonar para vivir10

“Le pedí a mi Dios que me ayudara a contar mis cosas como a manera de chiste.

Esa sería una forma de hacer historia”.

Martha Rosa Jiménez Atehortúa, entrevista, abril 19 de 2016

Esta mujer de 74 años, ha caminado desde comienzos de los años 1970 por los

siguientes barrios de la Comuna 13: El Corazón, El Salado, la Independencia,

Eduardo Santos, Villa Laura y Belencito. Va y viene por ellos, a pie o en bus,

lentamente, con la mirada al frente y sin miedo, con el corazón en la mano, para

comprar los ingredientes frescos con los que fabrica con amor los pasteles y las

empanadas que Joanna, su hija, vende en la Plaza Minorista todos los días, con

una finalidad vital, necesaria: comer dignamente, y pagar el arriendo y los

servicios públicos.

Como buena poeta, doña Martha, ha encontrado un refugio para biografiarse y

recitar sus versos de resistencia: el Salón Tejiendo Memoria. La memoria –para la

biografiada–, es “importante para recordar lo que fueron los hijos”, dónde y cómo

10 Esta historia de vida fue construida en conjunto con Frankly Alberto Suárez, un voluntario del Salón Tejiendo

Memoria. Este lidera el taller de lecto-escritura llamado “Leer y escribir para vivir y soñar”, en el cual algunas

mujeres del grupo asisten para aprender conceptos básicos sobre cómo leer y escribir.

RECUERDOS DE JONY. MARTHA JIMÉNEZ

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estarán, porque ellos, desafortunadamente, están lejos, a Robinson y a Juan

Rodrigo, por ejemplo, los ausentaron del viaje de la “vida”. Los dos fueron

asesinados sin razón alguna, que ella sepa. A Juan Rodrigo se lo arrebataron un 18

de agosto, la fecha en que ella cumple años. Después de eso emprendió su

búsqueda por varios sitios de la ciudad porque ya sabía cuál había sido su “suerte”.

A ellos dos sí los pudo enterrar, pero de Jony, que tenía 15 años y a quien se

llevaron no sabemos para qué y para dónde, no se sabe nada. A él le encantaba

“jugar con barquitos de papel” cuando era pequeño, ella se los fabricaba y pasaban

el tiempo entre risas.

A este salón, como ya se ha dicho, recinto creado para la liberación psico–

terapéutica, la historia, el amor y la defensa de los Derechos Humanos, asisten

diariamente, desde hace alrededor de 14 años, muchas otras mujeres en búsqueda

de ayuda para sus almas. Ellas siempre encuentran allá las siguientes fortalezas:

buena charla, risas, y un camino para seguir adelante. Doña Martha asiste allí

desde hace 4 años. “En ese espacio –afirmó– me siento bastante cómoda y alegre

porque comparto con otras señoras sus diálogos, sus sueños y, además, aprendo a

tejer y a resistir a través de la memoria”.

Una muchacha de corazón grande

Martha Rosa Jiménez Atehortúa, se llama y se canta, orgullosamente. Su sonrisa

nos sirvió para entender que estamos vivos. Amena es su charla. Profundos sus

recuerdos. Ella reside en la Comuna Trece desde 1970 con su familia, y ha visto

cómo ha crecido entre los sueños y la guerra esta porción de eternidad y de

subsistencia vinculada a la capital del departamento de Antioquia, sector Centro

Occidental de Medellín, donde las historias de vida esperan ser relatadas y

transformadas radicalmente por la paz y la tranquilidad.

Ella vivió hasta los 19 años con su familia, integrada por Luis Eduardo Jiménez, su

padre, Celia Rosa Atehortúa, su mamá, y sus cinco hermanas: Ana, Rosa, Norela,

Hilda y Dora. Todas amas de casa. Su madre, a la que asistió hasta el día de su

muerte, murió hace poco casi centenaria: a los 97 años de edad. Ella siempre

estuvo atenta y pendiente de sus hijas hasta el último momento. Las “muchachas”,

como les llama doña Marta a sus “hermanitas”, actualmente, viven muy unidas, se

cuentan muchas cosas, “cosas de mujeres”, dice, y comparten casi todo en la vida,

pese a que ellas residen en el barrio La Milagrosa de Medellín.

En el barrio La Milagrosa vivió grandes épocas con sus hermanas y sus vecinos.

Aunque, confiesa doña Martha, que su padre, don Eduardo Jiménez, se pasaba de

copas y reincidía en las lides de la “sinvergüenzada”, al extremo de que su mamá

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tuvo que levantarlas a todas ellas, echándose toda la responsabilidad del hogar y

de la educación. Él toda la vida se desempeñó como zapatero. Sus gratos

recuerdos, sus memorias todas, alternan una voz suave que nos contó que

valerosamente, hace algunos meses, vio morir a su madre. Su última mirada le

indicó que había que seguir adelante, con fuerza.

De niña, confesó doña Marta entre tinto y carcajadas, fue extremadamente

traviesa entre mangas y calles que apenas comenzaban a pavimentarse. La calle

de La Milagrosa, era una servidumbre grande bastante empedrada donde, a los 12

o 13 años, asistió después de clase para meterse en unos atanores que había

ubicado allá la administración municipal con el objetivo de extender el sistema de

alcantarillado del barrio. Después de un rato de estar “metida en esos atanores”,

algo tan simple casi se convierte en tragedia, porque no encontró la salida y estuvo

a punto de morir asfixiada. Otras veces, nuestra “brincona”, como se recuerda, se

escapaba de casa para montar largas horas en “unos caballos” que andaban libres

por el sector. Por esta razón, se ganó muchísimas “pelas” de doña Celia Rosa, su

mamá.

Más allá de los castigos de doña Celia, siempre recuerda su presencia y su autoridad

con amor. Desde niña ella fue una de sus grandes amigas y doña Marta, atenta a

sus indicaciones maternas, constantemente le ayudó en las labores que su mamá

abanderó para levantar a la familia: trabajando en el costurero que tenían ambas

en común en la casa para vivir, para encontrar un lugar en el mundo.

Doña Martha, estudió hasta el grado cuarto de la educación básica primaria, en el

Colegio del Corazón de Jesús ubicado en el barrio Buenos Aires, Medellín, y

regentado por monjas. En esa institución aprendió nociones generales que le han

servido en la vida práctica como leer, escribir y contar. Tuvo que abandonar los

estudios por asuntos relacionados con la economía –precaria entonces en una

familia que apenas comenzaba a levantarse–, y para ayudar en los oficios

cotidianos del hogar.

Su otra familia

José Ediel González Peña, anotó doña Marta, dedicó parte de su vida a la

gastronomía de alto nivel, es decir, de gourmet, en Medellín, donde tuvo mucho

reconocimiento entre los comensales de la alta sociedad. En la consolidación de

ese proceso como chef, actuó, además, como cocinero del Hotel Intercontinental

de la misma ciudad. Él, fue su compañero sentimental, nunca se casaron, pero si

tienen en común un recuerdo inolvidable, al menos para ella, sus siete hijos, que

se bautizaron: Eliana María, Carlos Andrés, Robinsón Giovanni, Juan Rodrigo,

Joanna (vive con ella y le ayuda con el negocio familiar), Jony y José Ediel. Con

otra pareja, procreó a José Oswaldo Grajales, el mayor de todos.

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Con José Ediel, doña Marta vivió varios años en Rionegro, Antioquia. Pese a la

alcurnia de él, debida a su oficio prestigioso y rentable, nunca se entendieron

plenamente, y como su papá, don Eduardo, el cónyuge es una figura marginal que

se resbala entre los recuerdos e, inclusive, tenía las mismas prácticas

desenfrenadas y los mismos apegos paternos por la sinvergüenzada, las “otras”

mujeres y el alcohol. En fin, pronto terminó esta relación y ella regresó a Medellín

para continuar educando a sus hijos. Y nunca volvió a saber nada de la vida de ese

hombre.

Hasta hoy, afirma doña Marta, siempre ha estado pendiente de sus hijos. Nunca

terminará de levantarlos, aunque siente arrepentimiento por todo el tiempo que

perdió trabajando sin poder compartir tanto tiempo con ellos cuando eran

pequeños, y sin embargo, continúan siendo sus niños y sus niñas. Desde que eran

pequeños hizo hasta lo imposible para verlos crecer, trabajando diariamente en

casas de familias pudientes haciendo el aseo. La mayoría de los hogares donde

laboró están ubicados en los barrios Santa Mónica y La América. Dejó este oficio a

finales de 2015 porque estaba sufriendo de “vértigo”. “Siempre he sido una mujer

independiente” que ahora vive de las fritangas porque no le “gusta pedirle nada a

nadie”.

Todos los 8 hijos de doña Marta se levantaron en la Comuna Trece, sector al que

arribaron siendo aún infantes, de la mano de su mamá. Y han trabajado siempre

en oficios varios. Rápidamente, integraron las actividades básicas de la primaria y

la secundaria en el Colegio El Corazón. Tuvo la fortuna de observarlos crecer,

confiesa, y de luchar por su bienestar. Y de educarlos en la realidad de unos barrios

–las Independencias, Villa Laura y El Salado– que como ellos, también soñaban

pacíficamente.

Recuerdos de la vieja Comuna Trece

El barrio “cuando yo llegué a vivir en él era muy tranquilo y pasivo”, anota el brillo

de los ojos de doña Marta, que, afortunadamente quedó tallado en la memoria de

los nuestros, y en la grabadora. Al llegar a la historia del viejo barrio donde crió a

sus hijos, liberó la voz, habló con orgullo de los bellos momentos que se fueron, o

que se los quitaron las realidades sociales que hasta hoy confluyen en la Comuna

Trece. Allá llegó tras el paso lento de otras familias que tenían como ella una

finalidad: vivir en paz.

–Y, doña Marta, cómo eran las fuentes de agua cuando usted llegó a vivir a la

Comuna, preguntamos.

–Bastante limpias, afirmó. Había muchas acequias y arroyos desde donde nosotros

llevábamos el agua hacia las casas para hacer los oficios. Con el tiempo, los vecinos

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hicieron un “tanque grande” para recogerla. Era simple “el asunto”: cada familia

a través de mangueras largas señaladas y amarradas con trapos de colores llenaba

cocinaba, y trapeaba, y regaba las matas, y se bañaba. “Los trapitos” distinguían

a los dueños de las mangueritas, es decir, el blanco era de la familia tal, el verde

era de los Álvarez, el azul de los Restrepos, el rojo pertenecía a nosotros. En fin

(J. Martha, comunicación personal, 19 de abril de 2016).

El mercado lo hacían los fines de semana y, según las necesidades que se iban

presentando durante su intermedio en el barrio Belencito. Se comían alimentos

tradicionales de Antioquia, lo que se come ahora, anotó: frijoles, sancocho, arroz

y buena carne. Existió en ese sector una tienda famosa donde los vecinos

conseguían de todo a todas horas llamada “Aquí estoy”, propiedad de un señor que

se llamaba Arturo. Uno de los fundadores de la Comuna Trece.

Había mucho respeto, afecto y cordialidad entre todos los vecinos, según doña

Marta. Desde los años setenta del siglo XX hasta mediados de los ochenta cuando

empezó la intranquilidad que hasta hoy tira y afloja. Sin embargo, las familias

características de la zona, los Vélez, los Álvarez y la nuestra siempre compartieron

todo lo que teníamos en casa: una papa, el arroz, una silla, las ollas, las verduras,

cualquier cosa que sirviera para ayudar a los conocidos.

–Doña Marta, preguntamos, cómo celebraban las Navidades y los Años Nuevos en el

barrio.

–La Navidad “era lo más espectacular del mundo entero”, dijo extasiada. Como en

el resto del año “todos compartían todo con todos”. Y siempre, los veinticuatros,

sobraban los buñuelos, la natilla y las fritangas. Las misas de esas fechas y, en

general las del año entero, las escuchábamos en la iglesia del barrio El Corazón.

Pero las de diciembre eran más exclusivas. Más elegantes. Especial atención se

ponía al “Niño Jesús” de cerámica que escondíamos cada año. Aquel que lo

encontrara, por supuesto, era premiado con un regalo que recibía después de la

última Novena y del último villancico. Los hombres no abusaban del trago en esa

época. Eran muy juiciosos (J. Martha, comunicación personal, 19 de abril de 2016).

Tanto en Navidades como en las Semanas Santas en la iglesia de El Corazón no

“cabía la gente”, dijo sinceramente. A la semana mayor se le hacían eventos

memorables y especiales en la Comuna, ambientados por un sacerdote que

enviaban de la curia de Medellín para que dirigiera las actividades religiosas.

Siempre en ambas celebraciones había mucha comida –carne sudada con papas

hacíamos nosotros en casa–. Nunca hubo ningún problema con los vecinos. Incluso,

los mayores quemaban pólvora y nunca nadie se accidentó. Pero esa navidad no

volvió a ser la misma desde que sus hijos ya no están:

Yo sí con la navidad yo sí no pude. Yo navidad nunca más volví a hacer en mi casa,

porque yo por esta época ya empezaba a ir recogiendo, ir viendo qué les iba a

hacer, cómo les iba ayudar, como nunca tuve árbol de navidad, entonces

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buscábamos la chamicita, pa' envolverle el algodón, y ver qué se le iba a poner a

la chamiza.. (J. Martha, comunicación personal, 19 de abril de 2016).

Para ella el perdón es lo único que le ha permitido volver a vivir, no como antes,

pero sí para tener una nueva vida, sin rencores, sin presiones en su pecho, como

ella dice:

Siento como un descanso, siento como alegría, y he dejado muchas cosas pues,

como tanto resentimiento, tanto odio que uno va como guardando, como

acumulando, como rabia por cosas quee... que en este momento ya no tienen

sentido, entonces yo por qué tengo que vivir tan apegada a quien fue, ¿por qué?...

Ya que sea lo que Dios quiera, y eso me ayudó mucho…Y he cambiado, sí, mucho,

ya yo no siento rabia ni siento rencores por nada ni por nadie, ni me apego a

bobadas. Yo ahora vivo muy feliz, por lo menos no aborrezco a nadie, ni estoy

criticando a nadie, me siento muy tranquila, como esa, como esa morriñita que yo

mantenía aquí (en el pecho), como esa rabia menudita […] no, yo no tengo nada

de eso. Entonces mija, ir sacando mucha cosita que uno guarda, ya uno está muy

viejo, no tiene sentido... (J. Martha, comunicación personal, 19 de abril de 2016).

La palabra “paz” cierra la Historia de Vida de doña Marta Rosa Jiménez Atehortúa.

Calla la grabadora. Y cesa la prosa en torno a su memoria liberadora.

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Conclusiones Como se dijo al inicio de este escrito, la investigación se situó desde un paradigma interpretativo con el fin de conocer la realidad social del sujeto de estudio desde su propia perspectiva. En ese sentido, se acudió y se dio prioridad a plasmar las narraciones de las mujeres participantes, puesto que “para comprender algo humano, personal o colectivo, es preciso contar una historia” (Bolívar, 2002, p. 2). Así, desde que el investigador se centre en la acción del sujeto “en sus contextos particulares con sus determinaciones históricas, sus singularidades culturales, sus diferencias y las distintas maneras de vivir y pensar sobre los grandes y los pequeños acontecimientos y situaciones por las que han cruzado sus historias personales” (Latorre, 2010, p. 18).

Desde el punto de vista comunicativo, entender una situación relacionada con el conflicto armado, como es el caso de la memoria histórica, situarse desde la representación fue pertinente para este estudio, gracias a que logró dar cuenta de la relación existente entre lenguaje, memoria, colectividad y subjetividad. Esto último, es finalmente lo que transversaliza todos los procesos que se llevan a cabo con relación a la memoria, como se vio, los actos simbólicos, conmemoración de fechas especiales, celebración de rituales, exposición de fotografías, objetos, dibujos, escritos, y demás. Con esto, se tiene entonces que el hecho de representar las experiencias del

pasado relacionadas con familiares o momentos específicos por medio de sistemas

simbólicos, le permite al grupo Mujeres Caminando por la Verdad visibilizar de

manera individual y colectiva la construcción de sus subjetividades, donde uno de

los principales efectos de la integración entre memoria y representación en

general, es lograr que “el ausente, fuera aquí y ahora el mismo; no presencia, sino

efecto de presencia. No se trata, es cierto, del mismo, pero todo sucede como si

lo fuera y, a menudo, como si fuera más que el mismo” (Marin, 2009, p. 137).

También, comprender que la interacción simbólica con objetos, espacios y

personas dota de significado la vida cotidiana de las mujeres del grupo, porque

materializa las concepciones que se tienen de su propia realidad, donde gracias al

lenguaje, sus códigos y sus signos se intenta dar una suerte de resignificación y

explicación de la memoria.

Page 51: Representación de la memoria del conflicto armado

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Es así como este trabajo, Volver al pasado para construir el futuro: la

representación de la memoria del conflicto armado en la Comuna 13, realizado

desde una perspetiva de la comunicación, permite reconocer y visualizar nuevas

dinámicas sociales desde la producción de sentido en escenarios marcados por el

conflicto como en el grupo de Mujeres Caminando por Verdad de la Comuna 13.

REALIZACIÓN PENDÓN EN HONOR A LAS MUJERES DEL GRUPO QUE MURIERON ESPERANDO LA VERDAD. DE IZQUIERDA A DERECHA: MARTHA JIMÉNEZ,

MAYRA ÁLVAREZ, JANETH MONSALVE, CARMEN MONSALVE

Page 52: Representación de la memoria del conflicto armado

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