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EL VALOR DE LA AMABILIDAD De seguro todos hemos tenido, alguna vez, muchos motivos para sentirnos atropellados, humillados, maltratados, violentados o seriamente afectados por algo o alguien; decisiones inapropiadas, cobro exagerado, actitudes desconsideradas, entre otras razones; las cuales, desde nuestra perspectiva, atentan contra los intereses individuales o colectivos que nos atañen. ¿Cuál es la manera en que hacemos frente a la situación? ¿Nos llenamos de enfado y devolvemos con una actitud airada todo lo que recibimos? ¿Nos exaltamos y alterados ofrecemos con términos desobligantes un fuerte discurso para afrentar y golpear? La respuesta a estos interrogantes puede tener muchos matices; no nos convoca en este momento juzgar la forma en que reaccionamos, pero sí reflexionar al respecto, de manera que sea una oportunidad para crecer en nuestra formación personal integral. Es fácil descender a la ignominia y dejarnos dominar por la tensión del momento; pero ¿realmente tiene sentido recurrir al insulto o la vulgaridad para hacer un reclamo? Pienso que no existe ningún mérito al proceder de esta manera, mucho menos, cuando se ha recibido una educación en ética y valores humanos; el respeto, la tolerancia, la empatía, la autoestima y la amabilidad no pueden ser sólo conceptos abstractos o meramente teóricos, deben ser, por el contrario, expresiones vivas de la formación familiar, espiritual y personal que hemos adquirido. Cuando se pierde la perspectiva axiológica de la vida se cae a la naturaleza instintiva, apartada del razonamiento humano. Se puede ser crítico y exigir que se actúe con justicia o imparcialidad sin perder la ecuanimidad y el decoro que nos permite ser amables; la amabilidad no debe ser entendida como una cualidad de carácter social que se limita al formalismo de ademanes y cortesías que pueden rayar en la hipocresía o una rancia aristocracia; el ser amable es llenarse de sosiego a pesar del estrés diario, es vencer la impaciencia y doblegar el interés egoísta para tratar bien a los demás, incluso cuando sentimos que no lo merecen; manifiesta un alto grado de madurez y fortaleza mental y espiritual. En medio de una diferencia o un conflicto fuerte es fácil perder los estribos, levantar excesivamente la voz y pretender herir con los insultos; ya que para ello no se requiere mayor esfuerzo y no depende de ninguna virtud, no se necesita inteligencia o sabiduría; cuando actuamos así perdemos el horizonte y nos concentramos sólo en cómo nos sentimos y todo el caos emocional; lo cual generalmente nos impide pensar con claridad; en conclusión, cuando no se tiene suficiente autocontrol es poco probable resolver de la mejor manera un inconveniente o mal entendido. Conscientes de nuestras debilidades, es nuestra responsabilidad “trabajar” para mejorar; actitudes conformistas o justificaciones como: “así soy yo”, “no es mi culpa” o “esta es la costumbre”, sólo demuestran el desinterés por el respeto que todos merecemos. La preparación académica e intelectual es influida por las instituciones educativas, recurrimos a ella en los libros y fuentes enciclopédicas; mas la formación personal en valores y virtudes depende de nuestro interés y el compromiso que asumamos con nosotros mismos. La amabilidad puede ser definida como la cualidad que le permite al ser humano ser delicado y respetuoso en su trato hacia los demás, es sin lugar a dudas, una de las más claras demostraciones de la formación que se ha inculcado con el ejemplo a través de la cotidianidad; no surge al azar; ya que para poseerla debe cultivarse constantemente con cada una de las experiencias que hacen parte de la vida diaria; está íntimamente relacionada con la concepción que

Un paso hacia la reflexión

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Page 1: Un paso hacia la reflexión

EL VALOR DE LA AMABILIDAD

De seguro todos hemos tenido, alguna vez, muchos motivos para sentirnos atropellados,

humillados, maltratados, violentados o seriamente afectados por algo o alguien; decisiones

inapropiadas, cobro exagerado, actitudes desconsideradas, entre otras razones; las cuales, desde

nuestra perspectiva, atentan contra los intereses individuales o colectivos que nos atañen. ¿Cuál es

la manera en que hacemos frente a la situación? ¿Nos llenamos de enfado y devolvemos con una

actitud airada todo lo que recibimos? ¿Nos exaltamos y alterados ofrecemos con términos

desobligantes un fuerte discurso para afrentar y golpear? La respuesta a estos interrogantes puede

tener muchos matices; no nos convoca en este momento juzgar la forma en que reaccionamos,

pero sí reflexionar al respecto, de manera que sea una oportunidad para crecer en nuestra

formación personal integral. Es fácil descender a la ignominia y dejarnos dominar por la tensión del

momento; pero ¿realmente tiene sentido recurrir al insulto o la vulgaridad para hacer un reclamo?

Pienso que no existe ningún mérito al proceder de esta manera, mucho menos, cuando se ha

recibido una educación en ética y valores humanos; el respeto, la tolerancia, la empatía, la

autoestima y la amabilidad no pueden ser sólo conceptos abstractos o meramente teóricos, deben

ser, por el contrario, expresiones vivas de la formación familiar, espiritual y personal que hemos

adquirido. Cuando se pierde la perspectiva axiológica de la vida se cae a la naturaleza instintiva,

apartada del razonamiento humano. Se puede ser crítico y exigir que se actúe con justicia o

imparcialidad sin perder la ecuanimidad y el decoro que nos permite ser amables; la amabilidad no

debe ser entendida como una cualidad de carácter social que se limita al formalismo de ademanes

y cortesías que pueden rayar en la hipocresía o una rancia aristocracia; el ser amable es llenarse

de sosiego a pesar del estrés diario, es vencer la impaciencia y doblegar el interés egoísta para

tratar bien a los demás, incluso cuando sentimos que no lo merecen; manifiesta un alto grado de

madurez y fortaleza mental y espiritual. En medio de una diferencia o un conflicto fuerte es fácil

perder los estribos, levantar excesivamente la voz y pretender herir con los insultos; ya que para

ello no se requiere mayor esfuerzo y no depende de ninguna virtud, no se necesita inteligencia o

sabiduría; cuando actuamos así perdemos el horizonte y nos concentramos sólo en cómo nos

sentimos y todo el caos emocional; lo cual generalmente nos impide pensar con claridad; en

conclusión, cuando no se tiene suficiente autocontrol es poco probable resolver de la mejor manera

un inconveniente o mal entendido. Conscientes de nuestras debilidades, es nuestra

responsabilidad “trabajar” para mejorar; actitudes conformistas o justificaciones como: “así soy yo”,

“no es mi culpa” o “esta es la costumbre”, sólo demuestran el desinterés por el respeto que todos

merecemos. La preparación académica e intelectual es influida por las instituciones educativas,

recurrimos a ella en los libros y fuentes enciclopédicas; mas la formación personal en valores y

virtudes depende de nuestro interés y el compromiso que asumamos con nosotros mismos.

La amabilidad puede ser definida como la cualidad que le permite al ser humano ser delicado y

respetuoso en su trato hacia los demás, es sin lugar a dudas, una de las más claras

demostraciones de la formación que se ha inculcado con el ejemplo a través de la cotidianidad; no

surge al azar; ya que para poseerla debe cultivarse constantemente con cada una de las

experiencias que hacen parte de la vida diaria; está íntimamente relacionada con la concepción que

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se tiene sobre la dignidad humana y la misma trascendencia del ser, con el amor que surge de la fe

en el Creador. Es muy gratificante encontrarse con alguien que tiene presente la importancia de un

saludo cordial y cálido, honesto y directo, que rebasa la trivialidad del mero compromiso social, ese

que se hace mirando a los ojos con la convicción de que se trata de algo genuino. Algunas frases

que enarbolan la amabilidad expresan: “Sin amabilidad el ser humano deambula por la vida

torpemente” Doménico Cieri Estrada “Con palabras agradables y un poco de amabilidad se puede

arrastrar a un elefante de un cabello” Proverbio Persa “El corazón del sabio es el que refleja

tranquilidad, embellece la sensatez y regala amabilidad, mas el corazón del soberbio es el que

destroza la completa paz, el que acaba con la armonía y el que no acepta a una persona con su

alma caritativa” Alonso “Hay tres cosas importantes en la vida: la primera, ser amable; la segunda,

serlo siempre; y la tercera, nunca dejar de serlo” Henry James “24 Y un siervo del Señor no debe

andar en peleas; al contrario, debe ser amable con todos. Debe ser apto para enseñar; debe tener

paciencia 25 y corregir con corazón humilde a los rebeldes. Acaso Dios les conceda volverse a Él y

conocer la verdad” Segunda Carta a Timoteo Capítulo 2, versículos 24:25. De acuerdo con los

anteriores argumentos, es fundamental detenernos un momento para apreciar la importancia de la

amabilidad en nuestra vida personal, familiar y social; pues no es únicamente un valor que se

manifiesta al exterior sino que influye notablemente en la convivencia al interior de la familia y la

pareja, afectando la manera como nos sentimos y hacemos sentir a quienes nos rodean.

Finalmente quiero dejar abierta la puerta hacia un nuevo camino, en el que seamos muy

conscientes de la transformación a la que nos vemos llamados, actuando con tacto frente a las

situaciones que se nos presentan, sabiendo que más que una simple realidad es una verdadera

prueba que mide nuestra disposición para mejorar y fortalecer nuestro espíritu; ya que en cada una

de estas ocasiones podemos ser débiles y ceder ante la provocación o fuertes y vencer con la

sabiduría de la actitud reflexiva que nos permite ser humildes y buscar la verdadera solución a las

dificultades.

¿Cuál es tu Equipo Favorito?

Al escuchar esta pregunta es muy fácil creer encontrar la respuesta correcta, actualmente

la mayoría de las personas tienen una afición o entretenimiento que les ha permitido

desarrollar una afinidad relacionada con algún deporte o juego, y a su vez identificarse con

un equipo. Solamente en el deporte del fútbol existen registradas alrededor de 208

asociaciones nacionales, con un número de equipos o clubes que en el caso de Colombia,

es de 2.773, un número de 3.043.229 jugadores, de acuerdo con la F.I.F.A. (2013) Esta es

apenas una muestra de la manera como los jugadores y seguidores de un deporte pueden

ser casi innumerables por la manera en que esta cifra aumenta a cada momento en todo el

mundo; si analizamos las actividades que se generan a partir de la práctica de este deporte

encontraríamos un amplio conjunto de factores económicos que se convierten en

gigantescas sumas de dinero. Como se puede ver, pensar en una afición o hinchada es lo

más común frente al interrogante principal; innegablemente para la gran mayoría es

evidente que en el mundo todos estamos siguiendo o apoyando a un determinado equipo o

club, con el cual sentimos empatía o atracción por el juego que hacen, sus uniformes, sus

escudos y lo que representan; por lo anterior, es posible que su respuesta coincida con

Real Madrid, Manchester Unite, Atlético Nacional, América de Cali, en el caso del fútbol;

Medias Rojas, Bravos o Marlins, en el beisbol; citando un ejemplo de deportes populares.

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Pero no es en ese sentido en el que se plantea la inquietud, va más allá del gusto por una

disciplina deportiva, un partido político o un club; es un interrogante que abarca una actitud

y un estilo de vida frente a la dinámica en la que se desenvuelve la existencia del hombre

¿alguna vez nos hemos detenido a analizar cuál es el juego más importante o la disputa

más significativa? ¿Cuáles son las fuerzas que se enfrentan diariamente por ganar el

mundo? ¿Qué es aquello que persiguen? En realidad es muy difícil tratar este tema, a lo

mejor quien lee ahora puede sentirse muy cuestionado o tal vez decepcionado o

indiferente; en fin, es, en todo caso, una realidad que día a día podemos percibir; detrás de

cada actividad, pensamiento o proyecto, hay un propósito; la música, el trabajo, el estudio,

el comportamiento, las actitudes, nos hacen, incluso de manera inconsciente, partícipes de

una confrontación; no nos asombremos, es práctico poner un ejemplo: en una tienda de

barrio una ama de casa va a comprar los alimentos para cocinar el almuerzo, el tendero le

vende un artículo sabiendo que se ha expuesto a la contaminación de un roedor o que el

proveedor no es de confianza; en este caso alguno pensará que no se está procediendo de

mala fe y que es necesario ser astutos y sacar provecho de la situación; en otro ejemplo el

padre le dice a su hijo que niegue que está en casa cuando el cobrador pregunte por él, a

lo mejor este es un hecho más conocido; es común que se crea que son mentiras

pequeñas, blancas o inocentes; pero no es así. Sin el ánimo de ser trágicos debemos tener

en cuenta que todo lo que hacemos afecta a los demás y a nosotros mismos. Somos

protagonistas en la lucha diaria entre dos fuerzas; ser conscientes de ello es crucial para

ser consecuentes con la realidad y abrir los ojos ante nuestro destino. No es fácil; ya que el

mundo nos muestra que se debe ser insensible, frío y calculador para alcanzar el éxito,

pensamos que eso nos hará verdaderamente felices, que el dinero y las comodidades

conseguidas de cualquier modo, serán suficientes para sentirnos realizados, pero ¿Bastan

las cosas materiales para lograr la plenitud de la vida? ¿Aseguran la paz y el amor? En

cada experiencia de la vida es posible notar la manera en que se contraponen lo justo y lo

injusto, lo apropiado y lo amañado o arreglado para satisfacer los intereses particulares.

Partiendo de un análisis imparcial y amplio podemos entender que, por ejemplo robar es un

delito y un pecado para una gran cantidad de creencias religiosas, pero si quien lo hace es

una persona sumamente pobre que padece mucha hambre y hurta alimentos, la situación

es un poco comprensible o aceptable para algunos; sin embargo, obrar con rectitud

muestra que proceder de acuerdo con la ética y la conciencia provee de nuevas rutas o

caminos que no trasgreden la honestidad. Quien tiene claridad en su corazón y

pensamiento ha entendido la importancia de la sabiduría y la cercanía al Creador, como

fundamento de la edificación, la formación humana y el crecimiento espiritual; si la

pregunta de la primera parte fuera: ¿Cree en Dios? ¿Ama a Cristo? ¿Usted se considera

buena persona? De seguro casi todos responderíamos sí, rápidamente; pero, ¿Estamos

conscientes de lo que implica realmente una respuesta positiva a estos interrogantes? Por

ejemplo, ¿Cree usted que se puede ser bueno y a la vez corrupto? ¿Se puede amar a

Cristo y ser fornicario u odiar a otros? ¿Se puede creer en Dios y actuar en contra de su

voluntad? Ahora veamos el otro aspecto del análisis del tema, ¿Cuál cree usted que es la

fuerza o el ser que se esconde tras el narcotráfico, la prostitución, la depravación, el

engaño, la hipocresía, el odio y la pérdida de valores? En la actualidad se mueve una

fuerza que tiene mucho interés en que los seres humanos no podamos discernir entre el

bien y el mal, lo justo o lo injusto, lo correcto o incorrecto; es así como parece ser que hoy

día “todo se vale” “el vivo vive del bobo” “si otros lo hacen, yo también” “uno se muere y

nada se lleva” en fin, una cantidad de ideas y justificaciones que nos convencen de que

actuar contra los buenos principios es ser un rebelde o luchador que alcanza el éxito,

incluso se considera admirable a través de la apología que elaboran novelas, canciones,

bailes, películas, entre otros. Los medios masivos de comunicación se dan a la tarea de

alienar nuestro pensamiento con ejemplos y mensajes que enseñan que actuar mal está

bien, si se es irreverente o insensible y se violan las normas se puede ser un modelo a

seguir o un héroe. En internet, podemos observar que Youtube, una página web, dedicada

a publicar videos, con millones de visitas diarias en todo el mundo, los videos que logran

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establecer records de visitas para verlos, generalmente promueven actitudes que riñen con

los valores o la educación integral, por ejemplo de bailes o actividades que lejos de formar

o inculcar valores, contribuyen al deterioro social, presentando estero tipos que influyen

destructivamente en la niñez y la juventud principalmente; otros videos presentan

canciones con lenguaje obsceno, que difunden la violencia, los negocios ilícitos, el sexo

irresponsable y el libertinaje. Es muy evidente que la ilustración puede ser interminable al

referirnos a la contaminación espiritual que se genera por diferentes medios de

comunicación. Tal vez ahora el lector pueda comprender un poco mejor cuál es el análisis

que se plantea con el título de este texto, a cada momento de la vida se puede tener una

actitud que refleja coherentemente el ejercicio consiente de una identidad, el conocimiento

de la verdadera trascendencia de nuestros actos. Tal y como el hincha de un club deportivo

se preocupa por conocer su equipo, los colores que lo representan, reconocer a los

jugadores con mejor desempeño, inscribirse en las asociaciones o barras; quien tiene claro

de qué lado está, en la confrontación diaria de intereses y actitudes, debe tener presentes

sus postulados, principios y fundamentos, al igual que la figura, es decir, el jugador que

admira y desea imitar; como seres humanos podemos realizar grandes proezas, lograr

importantes metas, mas estamos limitados y permeados por la imperfección; si miramos el

ejemplo que constituyen algunas figuras públicas, como deportistas, artistas, científicos o

políticos, seguramente encontraremos que a pesar de hacer un buen trabajo en su

profesión, un número importante de ellos realmente no son lo suficientemente íntegros

como para erigirse como modelos ¿Por qué? La corrupción, el consumo de drogas y los

excesos pueden ser el “talón de Aquiles” que hace flaquear el ejemplo que se quisiera

ofrecer; miremos el ejemplo del ex jugador argentino de fútbol, Diego Armando Maradona,

quien consiguió importantes logros deportivos tanto con la selección argentina como con

algunos de los clubes en los que jugó. Con la selección consiguió la Copa Mundial de

1986, el subcampeonato en la Copa Mundial de 1990 y el Mundial Juvenil de 1979. Sus

logros más importantes a nivel de clubes los obtuvo jugando para el Nápoles, donde ganó

una Copa de la UEFA y los únicos dos scudettos que posee la institución1, lastimosamente

también este llamado astro del fútbol ha sido protagonista de escándalos por adicción a las

drogas y comportamientos de violentos; una preocupante actitud de algunos de los

seguidores de Maradona ha llevado a que se considere un ser superior, incluso se le han

edificado santuarios, lo cual muestra la confusión en la que se puede vivir si no se tiene la

perspectiva correcta de la realidad; es más, tal vez este caso para el lector puede parecer

exagerado, por lo tanto, le propongo observar otras estrellas del espectáculo como

Angelina Jolie, Sean Connery o Sylvester Stallone, para nombrar actores, Bob Marley, Julio

Iglesias, Shakira, entre otros cantantes, es decir, la gran variedad de “ídolos” creados por

la sociedad, influyen, en ocasiones sin que lo notemos, en el lenguaje que usamos, las

frases con las que nos expresamos, el modo en que nos vestimos, y por si fuera poco,

juzgan lo que se considera bueno y lo que no. Todo esto no puede obviar la reflexión sobre

los hechos ¿se está brindando a los más jóvenes, adolescentes e infantes una idea clara

de lo que vale la pena imitar, seguir y admirar, los valores y principios que aseguren la

construcción de una sociedad más justa y pacífica? Abordaré un pensamiento que imagino

tendrán muchos en este instante, y es el de que se trata de una exageración, que no incide

mucho en la forma de ser de quienes los siguen; pero en realidad hace parte del

complemento de la respuesta a la primera pregunta, pues al igual que al equipo del que se

es hincha, las figuras que tomamos para dedicarles tiempo y prodigarles admiración, nos

definen, estableciendo nuestras afinidades, perspectivas y visiones o idealizaciones sobre

la existencia, la familia, el trabajo, la convivencia social, entre otros aspectos. Creer que se

puede ser medio bueno o medio malo es un paradigma oculto que se propaga haciendo

que se deambule entre lo aceptable y lo repudiable, sin tener límites claros; siguiendo con

los efectos de la actual realidad social, quisiera que pensáramos en la juventud y sus

1 Tomado de internet: http://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Armando_Maradona. Acceso: abril 21 de 2013

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tendencias ¿será gratuito que los chicos crean que es más importante la apariencia física

que la formación en valores? ¿es coincidencia que los jóvenes se sientan motivados a

tener relaciones sexuales sin verdadero amor, sólo por tener la experiencia? ¿el azar ha

llevado a que se impongan entre ellos bailes eróticos que hacen énfasis en el contacto

físico de las partes íntimas? No, no, no; todo es consecuencia lógica de lo que la sociedad

permite que se imponga como correcto, adecuado o BUENO. Creo que coincidimos que en

el orden de ideas propuesto es lógico pensar: ¿cuál es la alternativa que se presenta en

medio de todo este discurso? La respuesta es muy sencilla, para cambiar la actitud de la

sociedad se debe elegir muy bien los modelos a seguir, se debe actuar conscientemente,

siendo más riguroso con el ejemplo, las ideas y las expresiones que rigen el modo en que

pensamos y procedemos; debemos decidir con responsabilidad qué tomamos y que

desechamos de aquello que nos rodea; pero no es fácil, ya que la influencia negativa es

muy fuerte, aquella fuerza que hemos citado antes es fustigante, tiene muchas formas en

las que actúa, insistiendo en que no está mal un poco de “diablura” manifestada de

diversas maneras. Definitivamente se requiere de verdadera sabiduría para orientar

nuestros pasos en un ambiente tan “hostil”, seguir una senda que conduzca a la felicidad

legítima y garantice la tranquilidad y la paz interior, tener un modelo completo que reúna

las cualidades que nos lleven a este ideal es fundamental, la búsqueda profunda es la

clave, a través de ella reconocemos que somos seres falibles y sólo con ayuda de un ser

elevado podemos alcanzar el propósito mencionado. Desde mi experiencia de vida puedo

afirmar con seguridad que ese modelo de vida es Jesús de Nazaret, quien demostró su

amor por todos nosotros dando su propia vida a cambio de nuestra redención; las

Sagradas Escrituras son el manual de vida por excelencia, allí está la sabiduría que

contiene la verdad que nos hace libres, auténticos y vencedores del mundo. El estudio de

la biblia es el que realmente brinda las orientaciones para desarrollar un estilo de vida

ganador, que es fidedignamente revolucionario; en los libros que componen estos escritos

se encuentran las directrices que guían en medio de las sombras y edifican una vida de

abundantes bendiciones, con un sentido real, que potencializa todo nuestro ser para

compartir con los demás las riquezas de nuestro corazón, como hermanos. Ciertamente el

mundo sería muy distinto si con la pasión que ponemos a los equipos, partidos o estrellas

del espectáculo, nos propusiéramos seguir a Cristo, ¿lo imagina?... actuando con

honestidad, siendo responsables, amando con fidelidad y dándonos a los demás con

fraternidad, llevados de la mano por el Espíritu Santo, siendo hijos, padres, hermanos,

vecinos, amigos, conciudadanos solidarios, respetuosos y pacíficos. Todo ello cambiaría

drásticamente nuestra forma de ver el mundo y valorarlo; estamos a tiempo de transformar

nuestras vidas y emprender el camino que debimos tomar desde niños, eso es renacer,

romper antiguos paradigmas y forjar un nuevo mundo para responder con convicción a

quién seguimos, quien es nuestro maestro y cuál es nuestro equipo favorito.

Andrés Duván Mena. Turbo, 2013