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“Másqueun mercado, un lugar deencuentro” Fanny Moreno Ugarte Profesor: Jaime Tello

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“Más que un mercado, un lugar de encuentro”

Fanny Moreno Ugarte

Profesor: Jaime Tello

Las barriales calles de la zona de Franklin sufren una metamorfosis semanal. Aromas y colores de fiesta se alzan cada sábado cerca de las 10 de la mañana, inaugurando un cosmos asombroso que durante años ha sobrevivido los avatares de la modernidad que inundan, cada vez más, a Santiago.

El persa es sinónimo de muchedumbres, hallazgos y ventas de cualquier cosa por precios más que convenientes

una fuente del deseo o una especie de aguja en el pajar en dónde casi siempre uno termina llevando algo que no se tenía en mente.

Antigüedades, cachureos, productos computacionales, música, ropa, comida, artículos deportivos, para el automóvil, para el aseo, plantas, pinturas, juguetes, bicicletas, muebles para todo el hogar, sumado a una inimaginable cantidad de etcéteras hacen del sector

En igual tiempo la zona de Franklin vivía un auge laboral con la Curtidumbre que aprovechaba la proximidad del Matadero para producir zapatos industriales.

En dicha época, debido a una poderosa crisis económica, la población halló en las cercanías de la calle Balmaceda, en Mapocho, el lugar de un primer e improvisado Persa.

Fue otra crisis la que formalizó el Persa. La recesión del año 82 sumada a la desaparición de la Curtidumbre, provocó que el nuevo dueño del sitio industrial  cediera los grandes galpones a los vendedores ambulantes. Este fue el punto de inicio del Bío Bío tal como ahora es.

Y no sólo eso si no que se convierte en uno de los últimos íconos tradicionales de la historia popular del siglo XX junto con las Ferias Libres, las fondas dieciocheras, la Vega o la mismísima Piojera.

En los años 90, se techarían grandes patios que extendieron los dominios del mercado hasta San Diego, consolidándolo como uno de los centros comerciales más importantes de Santiago.

Tan solo llegando el paisaje se transforma en una surrealista postal metropolitana, en donde se conjugan los símbolos de la modernidad y tradiciones antiquísimas.

Saliendo del metro Franklin, línea 2, un amasijo de aromas, gritos y gentíos abordan los sentidos

Gastronomía para regodearse en las primeras cuadras: anticuchos, empanadas, mote con huesillo, completos o choripanes es la variada oferta

Cruzando San Francisco y hasta Santa Rosa hay pequeñas tiendas que ofrecen películas y discos de desconocidos autores o artículos para computador.

Una seguidilla de bares por la vereda norte hace que varios personajes se desvíen por una bienvenida cerveza, pipeño o piscola de mediodía adornada con las canciones de los guitarristas clásicos que son parte de la fauna de la zona.

El espectáculo es su gente, personajes todos. Los que ofrecen, los que llevan, los que miran, los que duermen en alguno de sus rincones. Es posible ver a punks, anarkos, jipis, cuicos, flaites, soñadores, artistas de televisión, vagabundos, orates y gringos, mezclándose en las pequeñas callejuelas del interior de los galpones.

Democrático, por decir lo menos: hay de todo, vienen de diversos sectores de la ciudad, hay precios rebajados y regateables. Todo se puede tocar, probar y conversar. Se caen las fronteras sociales, las imposiciones actuales del mercado y se arma un mundo aparte de todo convencionalismo

Hay para investigar acá. Para escuchar y conocer historias potentes de la vida del Bío Bío y de sus personajes que han visto mucho más de lo imaginable. Para perderse en sus pasillos, en sus bares o en sus calles y tener la posibilidad real de observar nuestra identidad.

Un sitio que invita y seduce. Lleno de sobrevivientes que adoptaron una parte del Santiago antiguo para darle una impronta  que resucita cada fin de semana y que se abre como la mejor riqueza del barrio Franklin.