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Historia de abuelas - Caso Amalia Perez, 2005 - Abuelas de Plaza de Mayo

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Historia de Abuelas Abuelas de Plaza de Mayor, marzo 2005 Caso de Amalia Perez "Es que cada vez que yo la veo a ella es como si estuviera viéndolo a mi hijo"

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Page 1: Historia de abuelas - Caso Amalia Perez, 2005 - Abuelas de Plaza de Mayo

Por Martina NoaillesAmalia habla suave y calma. Hace unsilencio, se toma su tiempo y re-cuerda. Aunque pasaron veinticincoaños, todavía parece sentir la miradade la pequeña Tatiana en la sala delJuzgado de San Martín. “Pero si losojos son... Ella es mi nieta” –le repe-tía al juez una y mil veces para queno quedaran dudas– Son los ojos demi hijo, esta chica es mi nieta”.Aquella tarde de marzo de 1980 que-dó imborrable en su memoria. Des-pués de tres años sin saber absolu-tamente nada de su nieta, se reen-contraba con ella, secuestrada enoctubre de 1977 junto a su madre ya su hermanita Laura de cuatro me-ses. Ambas niñas habían sido aban-donadas por los represores e interna-das por separado en dos institutos demenores. Abuelas de Plaza de Mayolas ubicó más de dos años después,aún en plena dictadura. A Tatiana y aLaura las había adoptado una familiaque desconocía la historia y la bús-queda incansable de tres abuelas.Pero la primera búsqueda de Amaliafue la de su hijo. Oscar, el menor decinco hermanos varones, había desa-parecido el 17 de agosto de 1976 enCórdoba, provincia donde vivía toda lafamilia Ruarte. “No sabía qué hacer, adónde ir, la casa estaba revuelta, llo-vía”, dice Amalia como una suma de-sordenada de imágenes, reflejo de ladesesperación y la impotencia que pro-vocó en ella la terrible noticia. Pero elhorror no la paralizó. Aunque nadie ledaba una respuesta, Amalia pasó lar-gas tardes sentada en la comisaríade la zona esperando algún dato, al-guna información. Después empezóa ir a la casa de donde se habían lle-vado a Oscar. Allí se quedaba hasta

el anochecer ordenando los libros desu hijo, libros que los policías le habí-an dicho que queme “si no quiere quele pongan una bomba”.Después comenzó a viajar a la Capi-tal para presentar papeles y más pa-peles en el Ministerio del Interior. Entreviaje y viaje conoció a otras madres

que estaban viviendo el mismo dolor.Juntas siguieron la lucha en la quetrámites y habeas corpus se hicierontan cotidianos como la negativa y losmalos tratos de los represores. “Dejé de hacer todo eso cuando memudé a las sierras de Río Cevallos”,relata Amalia, quien para ese enton-

ces ya había quedado viuda de Anto-nio, el amor que la llevó desde su San-ta Fe natal a Córdoba. Pero no fue lamudanza a Río Cevallos sino un gra-ve accidente lo que la distanció delas otras madres y de sus reunionescotidianas. Mientras esperaba el co-lectivo, una moto la atropelló y le im-

pidió caminar por dos años. “No meacuerdo nada. Estuve tres días in-consciente y un año en silla de rue-das. Volví a la vida”, se emociona.Mientras Amalia volvía a juntar fuer-zas para continuar la búsqueda deOscar, su nieta Tatiana de tres añosera secuestrada en Buenos Aires jun-

to a su mamá Mirta, su compañeroAlberto Jotar y Laura, la hijita de am-bos. Mirta y Alberto desaparecieronpero Tati y Laura fueron abandonadaspor los represores y llevadas al Juz-gado de Menores de San Martín porun policía que dijo haberlas encontra-do en una plaza. Si bien Tatiana pudodecir su nombre y apellido en su me-dia lengua, el juez ordenó internarlas

por separado y como NN en dos insti-tutos de menores. Meses después,en marzo de 1978, una pareja fue aljuzgado a solicitar una adopción. Inésy Carlos Sfiligoy iban a adoptar a Lau-ra, de nueve meses, y cuando se ente-raron de que tenía una hermanita, noquisieron que se separaran nuevamen-te y Tatiana también se fue con ellos.Durante este tiempo, la abuela Jotarvivía en la incertidumbre. Nada sabíade su hijo Alberto, su mujer y sus nie-titas. Su preocupación la acercó has-ta las Abuelas de Plaza de Mayo quie-nes la ayudaron con la búsqueda. Asífue que un día llegaron al Juzgado deSan Martín con las partidas de naci-miento y las fotos de las chicas. Eljuez cedió a los argumentos de Abue-las y se interiorizó de la situación dela familia y su interés por recuperara las chiquitas. Días más tarde laabuela María Laura de Jotar recibíauna citación del Juzgado. Rápidamen-te llamó a Córdoba para darle la bue-na noticia a Amalia, quien se subió aun micro y viajó a Buenos Aires areencontrarse con esos ojos que tan-to le hacían recordar a Oscar.“Al principio quería que Tati se vinieraa vivir conmigo. Pero éramos tresabuelas y dos nietas. Además enten-dimos que Inés y Carlos habían for-mado una familia y que ellas estabanbien”, cuenta Amalia y confiesa queen poco tiempo se sintió integrada aesa familia que cada vez que ella via-jaba a Buenos Aires la recibía con losbrazos abiertos. “Cada dos o tres me-ses me iba para allá. No avisaba, caíade golpe. Me tomaba el 90 en Retiro,cargando valijas y paquetes, y les to-caba el timbre. Después me quedabacomo 15 días. Formamos una fami-lia”, recuerda y enseguida agrega“entre todo lo malo que pasó eso fuebueno. Encontramos a las chicas yestaban con una familia que les dabaamor”.Ahora Amalia, con sus 90 años, viajamenos a Buenos Aires porque, con-fiesa, “se me complica levantar lasvalijas y tengo un poco de presiónalta”. Pero cuenta, que su casa delBarrio Los Gigantes de Córdoba seilumina cuando llega Tati junto a lapequeña Irina. “Es que cada vez queyo la veo a ella es como si estuvieraviéndolo a mi hijo”.

HISTORIAS DE ABUELAS

AMALIA PÉREZ DE RUARTE PERDIÓ A SU HIJO OSCAR EN EL ’76, SECUESTRADO POR LADICTADURA, PERO PUDO RECUPERAR A SU NIETA TATIANA EN 1980. LA NIÑA HABÍA SIDOADOPTADA POR UN MATRIMONIO, JUNTO A SU HERMANITA LAURA. ESTA FUE UNA BÚS-QUEDA DE TRES ABUELAS: LA MAMÁ DE MIRTA, ABUELA MATERNA DE AMBAS NIÑAS; LAMAMÁ DE OSCAR, PAPÁ DE TATIANA Y LA MAMÁ DE ALBERTO, PADRE DE LAURITA.

Amalia en la casa de su nieta Tatiana, en Buenos Aires.

“ES QUE CADA VEZ QUE YO LA VEO A ELLAES COMO SI ESTUVIERA VIÉNDOLO A MI HIJO”

A B UE L A S D E P L A Z A D E M AY O * M A R Z O 2 0 0 5 * 3

“AL PRINCIPIO QUERÍAQUE TATI SE VINIERA AVIVIR CONMIGO. PEROÉRAMOS TRES ABUELAS Y DOS NIETAS. ADEMÁSENTENDIMOS QUE INÉS Y CARLOS HABÍANFORMADO UNA FAMILIA Y QUE ELLAS ESTABANBIEN” (AMALIA).

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“ENTRE TODO LO MALOQUE PASÓ ESO FUEBUENO. ENCONTRAMOS ALAS CHICAS Y ESTABANCON UNA FAMILIA QUELES DABA AMOR”(AMALIA).

mensuario 42web.qxp 09/04/2005 08:22 p.m. Página 3