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¿Y el peatón? Eran las 8.45 de la mañana y camino al trabajo me tocó vivir una desagradable experiencia. Cruzaba por la calle de Mar Mediterráneo, cuando escuché los alaridos de dolor de una mujer que de momento no ubicaba de donde provenían, solo retumbaban en mis oídos. Al poner atención, vi que la gente miraba y se juntaba en torno de un microbús detenido como a media calle y los gritos de la mujer eran aún más agudos; por instinto, corrí en esa dirección sin saber porque lo hacía. Mientras corría, y por lo que veía a la distancia, imaginaba que la mujer estaba bajo el microbús y pensaba ¿cómo hacer para levantar el microbús y sacarla de debajo de su llanta? Pero afortunadamente, la mujer, sólo había sido impactada a la altura de su cadera por este vehículo y estaba tendida al frente de su defensa. El tráfico vehicular pronto se acumuló atrás del microbús y el sonido del claxon de algunos vehículos, empezó a superar los gritos de la mujer. Una vez que vi la escena, seguí corriendo en dirección de las luces de una ambulancia que estaba detenida con los otros vehículos como a media calle. Le comenté al conductor de la ambulancia lo que sucedía, y pregunté si ellos no podían auxiliar a la mujer atropellada, me respondió: “No porque somos una ambulancia para recoger a personas que van a terapia”. Y nuevamente le pregunte si ellos podrían llamar a la cruz roja desde su comunicador, me dijeron: “No traemos radio”. Y mientras este breve diálogo se daba, ya habían puesto su carro en sentido contrario para marcharse del lugar, hasta la impresión me dio, que nerviosamente, se fugaban del sitio. Regresé al lugar del accidente con el teléfono en la mano llamando al 060. Al segundo timbrazo me respondió un operador que empezó, amable y serenamente, a preguntar el motivo de mi llamado. Le indiqué lo que sucedía, el nombre de la calle y frente a qué número de casa había sucedido el accidente, y qué si ellos podían enviar una ambulancia. El operador del 060 me preguntó las placas del microbús, el número de la ruta y si la persona atropellada había perdido el conocimiento, le respondí, y luego continuó con el interrogatorio, que si sabía el nombre de la persona atropellada, su edad y si había visto que sangrara por alguna parte de su cuerpo; me acerqué a la mujer y le pregunté por la información que me estaban requiriendo, y acto seguido se los comuniqué al operador del 060 y sólo añadí que tenía sangre en el dorso de su mano izquierda pero no le veía una herida abierta. Amablemente el operador me dijo que la ambulancia ya iba en camino, y que por ningún motivo la moviéramos hasta que llegaran los paramédico, y concluyó la llamada solicitando mis datos personales. Mientras todo este diálogo transcurría, cuatro cosas me resultaron importantes:

¿Y el peatón?

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¿Y el peatón?

Eran las 8.45 de la mañana y camino al trabajo me tocó vivir una desagradable experiencia. Cruzaba por la calle de Mar Mediterráneo, cuando escuché los alaridos de dolor de una mujer que de momento no ubicaba de donde provenían, solo retumbaban en mis oídos. Al poner atención, vi que la gente miraba y se juntaba en torno de un microbús detenido como a media calle y los gritos de la mujer eran aún más agudos; por instinto, corrí en esa dirección sin saber porque lo hacía. Mientras corría, y por lo que veía a la distancia, imaginaba que la mujer estaba bajo el microbús y pensaba ¿cómo hacer para levantar el microbús y sacarla de debajo de su llanta? Pero afortunadamente, la mujer, sólo había sido impactada a la altura de su cadera por este vehículo y estaba tendida al frente de su defensa.

El tráfico vehicular pronto se acumuló atrás del microbús y el sonido del claxon de algunos vehículos, empezó a superar los gritos de la mujer. Una vez que vi la escena, seguí corriendo en dirección de las luces de una ambulancia que estaba detenida con los otros vehículos como a media calle. Le comenté al conductor de la ambulancia lo que sucedía, y pregunté si ellos no podían auxiliar a la mujer atropellada, me respondió:

“No porque somos una ambulancia para recoger a personas que van a terapia”.

Y nuevamente le pregunte si ellos podrían llamar a la cruz roja desde su comunicador, me dijeron:

“No traemos radio”.

Y mientras este breve diálogo se daba, ya habían puesto su carro en sentido contrario para marcharse del lugar, hasta la impresión me dio, que nerviosamente, se fugaban del sitio.

Regresé al lugar del accidente con el teléfono en la mano llamando al 060. Al segundo timbrazo me respondió un operador que empezó, amable y serenamente, a preguntar el motivo de mi llamado. Le indiqué lo que sucedía, el nombre de la calle y frente a qué número de casa había sucedido el accidente, y qué si ellos podían enviar una ambulancia. El operador del 060 me preguntó las placas del microbús, el número de la ruta y si la persona atropellada había perdido el conocimiento, le respondí, y luego continuó con el interrogatorio, que si sabía el nombre de la persona atropellada, su edad y si había visto que sangrara por alguna parte de su cuerpo; me acerqué a la mujer y le pregunté por la información que me estaban requiriendo, y acto seguido se los comuniqué al operador del 060 y sólo añadí que tenía sangre en el dorso de su mano izquierda pero no le veía una herida abierta. Amablemente el operador me dijo que la ambulancia ya iba en camino, y que por ningún motivo la moviéramos hasta que llegaran los paramédico, y concluyó la llamada solicitando mis datos personales.

Mientras todo este diálogo transcurría, cuatro cosas me resultaron importantes:

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1. La mujer atropellada permaneció acostada boca arriba sobre el asfalto manifestando un fuerte dolor en su pierna y cadera derecha; el chofer del microbús había apagado su unidad y se mostraba muy preocupado por la persona atropellada, incluso estaba de rodillas con la mujer, facilitándole su teléfono celular para que llamara a alguien, le acomodó algún sweater bajo su cabeza y trataba de disculparse por el incidente.

2. En medio de lo que sucedía, un ensordecedor ruido de dos camiones de la construcción dominaba la escena, una revolvedora de concreto y un camión para el bombeo del concreto; en medio del diálogo con el operador del 060, le pregunté a uno de los operadores de estos camiones, si podían apagar sus máquinas ya que no se escuchaba el teléfono y me respondió tajante que “no”.

3. Llegó una patrulla antes que la ambulancia solicitada, y se estacionó justo junto al microbús, el oficial bajó y se dirigió a la mujer, un par de minutos después llegó otra patrulla con dos oficiales más que hicieron lo mismo y después se dirigieron aparte con el conductor del microbús, y a los diez minutos llegó la ambulancia y los paramédicos iniciaron su labor.

4. Una señora de edad se había acercado a la mujer accidentada y muy diligente había recogido y recuperado las pertenencias de la mujer y sus zapatos, me acerqué a ella para preguntarle si la mujer había logrado comunicarse con alguien, y me respondió que ella la conocía, que eran vecinas de esta zona, pero que vivía sola y al parecer si había logrado comunicarse con alguien.

Me retiré de la zona y me fui cavilando los desagradables hechos de ese momento y llegué a las siguientes conclusiones:

• La falta de solidaridad de los seres humanos ante un accidente es latente ¿cómo empiezas a tocar el claxon de tu vehículo para pedir el paso, cuando ha sucedido un accidente de esta naturaleza?

• La situación del chofer del microbús empezó a ser lamentable en cuanto fue separado de la mujer atropellada, me daba la impresión de una víctima de los buitres en medio del desierto. Era cierto que él había pegado, pero ¿cuáles eran las verdaderas causas de lo que sucedía?

• La avenida Mar Mediterráneo, como muchas de esta gran ciudad, desde hace más de 30 o 40 años dejaron de ser lo que era cualquier calle del antiguo Distrito Federal; ahora son calles rebasadas por una gran cantidad de vehículos que se estacionan en donde se puede, ya que las construcciones que fueron haciéndose a lo largo de muchos años, nunca previeron un estacionamiento para sus ocupantes.

• Las banquetas de Mar Mediterráneo, y de muchas otras calles de esta gran ciudad, han perdido su funcionamiento original, donde lo importante era el peatón. Ahora son rutas caminables con gran dificultad ya que:

o Existen árboles mal sembrados y peor mantenidos. o Hay nuevos accesos vehiculares improvisados para estacionamientos,

igualmente improvisados.

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o La siembra de muebles urbanos mal ubicados y peor mantenidos (avisos, postes de luz y teléfono, registros, macetas, etc. nunca se planean, pero siguen proliferando).

• Pero lo más grave de todo, en medio de este bizarro panorama, es la nueva y despiadada construcción de edificios habitacionales, y en su mayoría, esto se genera en predios mínimos, con una muy mala proyección urbanística, que, arquitectónicamente hablando resulta aberrante. Pero no me refiero a una o dos construcciones, podría atreverme a decir que en una colonia o barrio existen en proceso, decenas de estos nuevos edificios, que están cambiando el aspecto visual y urbanístico de la nueva Ciudad de México. Hablo, quizá de doce años a la fecha.

Todas las nuevas construcciones que se proyectan y realizan, al amparo del mutis que hace la autoridad, no tienen nada que ver con una arquitectura urbana para el buen vivir. En particular me refiero a la construcción que se levanta frente a las casas con el número 121 y 123 de la avenida Mar Mediterráneo, sitio donde fue accidentada una mujer el pasado viernes 8 de abril:

1. Se está construyendo un edificio habitacional de cinco o seis niveles, que como puede observarse en las imágenes, lo único que hacen los constructores, es anunciarse ante el sindicato de los trabajadores de la construcción, para no tener problemas, lo demás les interesa un reverendo pepino. Esta es la tónica de todas estas nuevas construcciones, que, para empezar, lapidan el predio hacia el exterior con una clara afectación al paso peatonal, y como no existe quién vigile la correcta normatividad de la construcción en la ahora Ciudad de México, pues actúan con toda impunidad. Por supuesto, el muro que levantan, no protege en absoluto al que se atreva a pasar por la obra, así que residuos o mezcla de la obra, salpicados al exterior, es responsabilidad del peatón por haber pasado en ese momento por el sitio. Como puede verse en la fotografía tomada el 8 de enero de 2016, los peatones tienen que circular por el arroyo vehicular ya que además de todo lo descrito, tenían una banda plástica para impedir el paso por la poca banqueta que quedó disponible. Al momento del accidente, esta obra, ya tenía cinco pisos levantados.

2. El estacionamiento de vehículos en ambas aceras de la avenida Mar Mediterráneo, es excesivo; y cuando para el desarrollo de esta obra, resulta necesario al acarreo de materiales, pues la avenida resulta intransitable tanto para vehículos como para peatones. Como puede verse en la fotografía

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tomada el 12 de abril, cuatro días después del accidente, el paso de vehículos se dificulta, y no digamos el de peatones.

3. El día del accidente la situación era similar a la que se muestra en las fotografías, pero además había un camión que bombeaba concreto, así que para el peatón por la banqueta de la construcción era imposible prácticamente. Además del reducido espacio para que un peatón circule por la banqueta, que debería ser su privilegio, frente a esta construcción, no había forma de hacerlo ya que estaban bombeando concreto, lo que impedía el paso.

4. Lo que lamentablemente sucedió el pasado 8 de abril de 2016, es que la mujer atropellada, tuvo que bajar de la banqueta al arroyo vehicular, sin el

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debido cuidado y así poder continuar su camino. Y el microbús, que en ese momento circulaba por esta avenida, y de la misma forma, trataba de esquivar los vehículos mal estacionados, crearon el ambiente necesario para lo que sucedió.

Estas dos fotografías muestran el momento del accidente, dónde se puede apreciar con claridad la ubicación de los camiones de la construcción, el micro bus que atropelló a la infortunada mujer.

La mujer atropellada permaneció en el piso hasta la llegada de la

ambulancia que posteriormente la levantó. Para ese momento ya habían pasado casi cuarenta minutos.

Busqué información respecto al reglamento de construcción en la Ciudad de México, y esto fue la único que encontré, y que por supuesto no se aplica.

REGLAMENTO DE CONSTRUCCIONES PARA EL DISTRITO FEDERAL

ARTÍCULO 188.- Los materiales de construcción, escombros u otros residuos con excepción de los peligrosos, generados en las obras, podrán colocarse en las banquetas de vía pública por no más de 24 horas, sin invadir la superficie de rodamiento y sin impedir el paso de peatones y de personas con discapacidad, previo permiso otorgado por la Delegación, durante los horarios y bajo las condiciones que fije en cada caso.