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El Metro de la Ciudad de México y su pésimo servicio

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Page 1: El Metro de la Ciudad de México y su pésimo servicio

9:24 de la mañana del día 28 de Octubre de 2013

El metro, se detiene en el andén de la estación Auditorio. Pasan 5 minutos, seguimos detenidos

y el abordaje de los vagones continúa; el calor, que de por sí es alto por falta de ventilación en

esta línea, ahora ya era mayúsculo (según el termómetro de mi reloj son más de 40 grados

centígrados), la cantidad de gente que transportan estos vagones es muchísima y a pesar de

ello, no tienen aire. El flujo de abordaje no se detiene. Han pasado veinte minutos y el tren

sigue estacionado sin que se puedan ver trenes en sentido contrario, la gente se ha empezado

a impacientar, se oyen silbidos de mentadas de madre y gritos anónimos hacia los conductores,

los empujones entre los que viajamos empiezan a ser de molestia. Son las 9:48 y decido bajar

del vagón para preguntar qué sucede y lo hago con la mujer policía que además de cuidar el

paso en el área destinada a las mujeres, atiende a los mensajes de su teléfono celular.

Después de preguntar que si no había forma de notificar lo que sucedía, me respondió de

manera muy molesta que ella no sabía nada, que el conductor es quién podía hacer algo.

Camine hasta el inicio del tren para preguntar al conductor qué sucedía. El conductor me dijo

que le preguntara al policía, y le repetí la explicación que acababa de recibir y en ese momento

apareció un segundo conductor desde la sombra de la cabina (yo sabía que sólo tendría que

haber un conductor) Les pregunté ahora a los dos si no tenían forma de comunicarse con el jefe

de estación para que diera aviso de lo que sucedía y el segundo me contestó molesto “ya están

avisando”. Y efectivamente estaban dando un aviso por el pésimo sonido local y en este aviso

lo que hacían era un llamado para que una persona de limpieza se presentara en un lugar

determinado. Les hice notar que el llamado era para solicitar un elemento de limpieza y el

primer conductor me dijo que ellos no tenían forma de comunicarse hacia arriba. Y le dije, no es

posible que hayan instalado televisiones en los andenes que no dejan de dar avisos y anuncios

a todo volumen, del avance de la ciencia y ellos, no tengan forma de saber que sucede para

anunciarlo a los que viajamos en el metro. El primer conductor tomó su celular y empezó a

comunicarse con alguien pero ya no hubo respuesta a pesar de que estaba yo esperando en la

puerta de la cabina. Tuve que subir las escaleras para llegar hasta donde estaba el jefe de

estación. Me pare en la puerta de este cubículo y le pregunté a un señor que platicaba con una

señora de limpieza por el jefe de estación, me respondió que era él. Le dije: mi nombre es

Carlos Ortega ¿podría decirme su nombre? Y me preguntó ¿para qué? Señor, tenemos más de

veinte minutos detenidos en el andén y nadie sabe que sucede o por qué razón estamos

detenidos ¿habría forma de que avisaran a la gente qué está pasando? Y la respuesta fue: ya

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di instrucciones para que avisaran que sucede, ya lo avisaron. Perdón, pero acabo de decirle a

los conductores, que por cierto no tienen forma de comunicarse con usted, que el aviso fue para

solicitar a un elemento de limpieza. Y su respuesta fue que le preguntara al policía. Disculpe –le

dije- pero “La policía” está ocupada con su celular y me dice que son los conductores los que

deben saber. Nuevamente le pregunté su nombre, y nuevamente me dijo ¿para qué? Le dije, no

es posible que no puedan avisar que sucede, no es posible que pasen más de veinte minutos y

no haya un responsable para enfrentar lo que está pasando, usted es el jefe de la estación y no

sabe que sucede abajo en los andenes. Y su respuesta fue: ¿Y qué quería por tres pesos que

paga, qué le ponga alfombra roja? No señor, no son mis tres pesos, son los tres pesos de las

más de mil personas que está paradas ahí abajo y que por esos tres pesos usted cobra

puntualmente su salario sin que nadie lo increpe por su mal servicio como funcionario público.

Tristemente me di la vuelta y salí de la estación para tratar de tomar otro transporte después de

más de media hora desde que se detuvo el metro en el andén del Auditorio.

Lo descrito sucedió en la fecha y hora que apunto al inicio, en una de las estaciones menos

conflictivas de esta línea que corre del Rosario a Barranca del muerto. No puedo dejar de

imaginar lo que ha deber estado pasando en Mixcoac, Tacubaya, Tacuba o el Rosario que son

estaciones con un volumen mucho mayor de viajantes.

Esta línea cotidianamente, tiene además de problemas similares al descrito, una pésima

ventilación, tanto en los andenes como en los vagones (un solo tren de los que circulan por esta

línea tiene ventilación). La demanda de uso a raíz de la integración de la línea dorada, creció

desmesuradamente, creo que nuca se midió este impacto en la afluencia de usuarios. El

mantenimiento de los trenes, no existe, y lo comprueban las diferentes mantas que aparecen en

los andenes, donde el personal del metro se deslinda ante los usuarios del mal servicio

prestado debido a este padecimiento. En algunas estaciones, por falta de personal de

vigilancia, han cerrado con rejas metálicas, pasillos de desalojo, lo cual es completamente

absurdo. El comercio ambulante en andenes y vagones, rebasa cualquier imaginación. En cada

uno de los andenes, de esta línea, han sido instalados, por lo menos cuatro, televisores planos

de más de treinta pulgadas con avisos constantes y a todo volumen de avances científicos o

recetas de cocina, que aunado al sonido de los “bocineros” que suben y bajan de los vagones

sin control, se convierte en un infierno (literalmente hablando) estar en estos andenes.

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Después de las 10 de la noche, ya no hay forma de contactar con alguna autoridad en las

estaciones del metro de esta línea, por lo que hay: escaleras eléctricas apagadas, túneles sin

luz, ni siquiera las de seguridad y el paso de los trenes se relajan de forma tal, que puede pasar

media hora sin que circule un tren.

Por cierto, y esto es una apreciación muy personal, la persona que se ostentó como Jefe de

estación y se negó a dar su nombre, creo yo, que estaba cubriendo la ausencia del verdadero

jefe de estación, que por la hora y el día anotados podría saberse sin problema en sus controles

quién es el verdadero encargado. Y además, cuando estuve en el quicio del cubículo, pude

apreciar que en el “tablero de control y sus pantallas” , no había una sola encendida, o un

foquito rojo que parpadeara, todo el sistema estaba apagado, no puedo dejar de preguntarme:

¿Para qué sirve un tablero de control apagado? ¿Cómo es posible que no tengan

comunicación entre los conductores y los encargados responsables de la

estación? Creo que los usuarios, por elemental seguridad, no tenemos que

cargar, además del mal funcionamiento del metro, con las disputas sindicales del

personal que labora en él.

Parece exagerado, pero no lo será cuando pase un accidente y las autoridades quieran llegar,

como es costumbre, a “LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS”

Este comunicado ya se le hizo llegar al Jefe de Gobierno capitalino y hasta el 1 de noviembre

aún no hay respuesta, ni siquiera se sabe el nombre del Jefe de Estación ¿A quién se le puede

hacer llegar esta misiva que tenga la responsabilidad de dar respuesta?

Carlos A. Ortega Hurtado