Monografía del distrito de Urrao, Antioquia, Colombia, 1934

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Monografía del municipio de Urrao, Antioquia, Colombia escrita por varios autores en la conmemoración del primer centenario de Urrao en 1934

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  • MONOGRAFA DEL DISTRITO DE URRAO

    HOMENAJE

    A los tenaces y valerosos taladores de las selvas vigorosas; a los domeadores constantes de una

    naturaleza primitiva y fecunda; a los exploradores atrevidos de una topografa vasta y misteriosa, cados

    annimamente en las primordiales etapas de la lucha por el progreso y civilizacin de Urrao, recuerda

    agradecida y emocionada, en esta efemrides, la sociedad urraea.

  • RELATO HISTRICO DEL MUNICIPIO DE URRAO,

    EN EL DEPARTAMENTO DE ANTIOQUIA,

    DESDE LA CONQUISTA HASTA NUESTROS DAS

    Contribucin espiritual a la conmemoracin

    del primer centenario de mi pueblo, que con

    uncin dedico:

    A la memoria de mi madre,

    como ofrenda a mi esposa

    y recuerdo para mis hijos.

    Slo donde se halla un progreso en el conocer y obrar,

    donde se muestre la diversidad y elevacin de caracteres

    individuales, aparece la Historiografa, y segn la bella frase de

    Hegel recoge lo que fluye rpidamente para consagrarlo a la

    inmortalidad en el templo de Mnemsyane. La Historia es, de

    esta suerte, la imagen de la humanidad en su desenvolvimiento.

    J. BTA. WEISS

    La marcha interminable, ordenada y rtmica que los cuerpos celestes ejecutan en sucesin indefinida

    alrededor de sus rbitas, obedece a las leyes de gravitacin, porque mediante la fuerza de atraccin que los

    unos ejercen sobre los otros, se mantiene el equilibrio universal. Por eso titilan en la bveda azul del

    firmamento los rutilantes planetas y constelaciones en luminosos puntos diseminados en el espacio lmite,

    describiendo signos o cifras de misteriosa leyenda, de incomparable belleza y magnificencia que deslumbran

    la vista, pero que la imaginacin no comprende. Viajero y partcula en el conjunto sideral, el globo terrestre

    cumple tambin con exactitud matemtica la misin que le concierne, y es a la vez el teatro de desarrollo de

  • asombrosos acontecimientos, hundidos unos en la noche de olvido, marcados otros con jalones de

    imperecedera memoria; y en tanto que la naturaleza, en su sagrada funcin de madre, crea, vivifica y

    sustenta, devora y consume su propia obra, mientras en el cosmorama se destacan mudos e impotentes

    testigos encargados de testimoniar a las generaciones el trnsito de una a otra edad, las legendarias

    tradiciones o caractersticas de los pueblos con sus razas, las portentosas hazaas de quienes actuaron en

    cada etapa, y en ltimo trmino, la rueca del tiempo destructor, va hilando sostenida y pausadamente, con

    exquisita puntualidad los das, los meses, los aos, los lustros, los siglos y los evos, que se pierden en los

    recuerdos los que se alejan y se aguardan con su enigmtico porvenir los que han de llegar.

    Si en alas de la fantasa vagamos por los memorables campos del Viejo Mundo, el nimo se sorprende

    incesantemente con los vestigios y seales del pretrito, ostensibles en diferentes formas. Tras la mudez

    adusta del dormido lago donde yacen sumergidos bajo el peso de sus iniquidades, las bblicas ciudades de la

    Pentpolis de Palestina, se extienden por las sinuosidades del terreno, las fortalezas de la gran muralla

    China, levantadas para contener las frecuentes incursiones de los Hunos. Cerca de la enhiesta figura que,

    semejante a un colosal centauro inerte, perfila la esfinge de Gizeh, representacin egipcia de los monarcas de

    la Creacin, smbolo del poder espiritual y la dignidad real, unin entre la sabidura y la fortaleza, y expresin

    lapidaria de los ms caros y hondos sentimientos de la vida de un pueblo que amaba el arte, las pirmides de

    Cheops de la misma arquitectura, muestran sus grandiosas moles de granito, urnas veneradas de sarcfagos

    para depositar las momias de los soberanos del hermoso valle del Nilo. Junto a los monumentos megalticos

    de la edad de piedra, constituidos por menhires, a manera de obeliscos de una sola y levantada pieza para

    perpetuar la memoria de personajes o sucesos destacados, los dlmenes con signos indescifrables, postrer

    refugio de quienes segaba la muerte, y los cromlec, de gigantescos pilares en crculos como interrogantes

    inexplicables, cuyo solitario centro, considerado como santuario, es tambin depsito de sepulturas

    humanas, junto, repito, est el Partenn en el propio corazn de la metrpoli helnica, grandiosos templo

    drico, de mrmol pentlico, decorado por los genios y destinado al culto de la diosa de las ciencias.

    Trasladados a la dilatada comarca de la Pennsula Ibrica, genitora en parte considerable de la raza, las

    creencias, la cultura y las costumbres de varios pases americanos, deslumbra el espritu de la grandeza,

    conocimientos, fortaleza, idiosincrasia emprendedora y gustos artsticos que all imprimi la civilizacin

    oriental, patentizados en el Palacio de la Alhambra en Granada, formidable en su exterior y delicioso en su

    interior; la Mezquita en Crdoba, de estilo rabe, con variedad de materiales preciosos, hermosas columnas

    gigantescas que semejan un spero bosque, con diez y nueve naves, cruzadas por veintinueve avenidas que

  • terminan en otras tantas capillas, con su respectivo nombre; el puente de Alcntara, con seis formidables

    ojos, por donde pasa el Tajo, y una elevada torre en el centro; la Giralda, estatua de la fe, que gira como una

    veleta en la cspide del campanil de la gran catedral de la ciudad de Sevilla; restos de acueductos romanos

    de singular significacin, pregonadores de la habilidad de quienes los construyeron, as como el deseo de

    prosperidad, ingnito en ellos, y en fin, obras innumerables que la brevedad impone callar.

    Retornando a la Amrica descubierta por Coln, cuyo origen de poblacin en objeto de conjeturas,

    recojo para transmitirla a los lectores una versin, por la cual se asigna origen chino a la raza que le ocupaba

    antes de la Conquista, basada en la leyenda que los sacerdotes del Emperador Tsin Schihoangti le

    transmitieron acerca de que en las islas opuestas creca la hierba de la inmortalidad, y entonces ste para

    adquirirla prepar una armada de jvenes y doncellas y la envi en su bsqueda, pero en la travesa una

    tormenta dispers las naves, excepto una que regres y del resto nunca se volvi a tener noticia. De aqu se

    refiere que las embarcaciones extraviadas atracaron en algunas de las costas del Nuevo Mundo, y sus

    tripulaciones esparcidas en los cuatro puntos cardinales de las tierras que las acogieron, fueron

    conquistadas, colonizadas y pobladas por ellas. Este continente, hurfano de monumentos prehistricos

    como los que se levantan en el ultramar, es sin embargo, asiento de abundantes bellezas naturales, y las

    riquezas del suelo y subsuelo, tiles para exportar sobre los lomos de sus gigantes arterias y la inmensidad

    de los ocanos que lo circundan, en cambio de la civilizacin que importa, son los nicos atractivos para

    ofrecer al artista y al empresario extranjero. Las soberbias cordilleras y cadenas de montaas que, como

    severa combinacin de las murallas chinas y las pirmides egipcias, se levantan altaneras y orgullosas, nidos

    son de guilas y cndores, y en ellas, al igual del monte Helicn, han bebido inspiracin los poetas y

    pensadores que en brotes espontneos de su imaginacin apasionada han traducido en hermosos poemas e

    idlicos cantos; los guerreros que brotaron de sus entraas escribieron con los filos de sus espadas, en

    memorables campos de batalla, la grandiosa epopeya de la libertad de un mundo, el ms glorioso galardn

    de pueblos jvenes. Cuando todava en los dominios de la antigua Europa predominan los regmenes

    monrquicos, despticos y tirnicos, azote y baldn de la humanidad durante siglos, en los amplios

    horizontes del hemisferio descubierto por el genovs, flamea el pendn de la democracia, que es

    personificacin de la justicia, igualdad y confraternidad predicadas desde la cima del Monte Calvario, y esto

    por si solo es grandeza y elevacin de sentimientos e ideales.

    Un examen sobre las caractersticas de las tribus indgenas que poblaron a Colombia antes de la

    Conquista, demuestra que los chibchas y muiscas no tenan el grado de cultura de sus vecinos los incas y

  • aztecas, pero en materia de cermica, capaz de emular con la de Tnagra y orfebrera, posean

    conocimientos asombrosos, demostrado con las piezas y joyas labradas que se han encontrado, en los

    patios y sepulturas, y en cuanto a arquitectura, el Templo del Sol de Sogamoso no podra equipararse al

    palacio de Uxmal en Mjico, ni a la casa de las Vrgenes en el Per, pero establecidas las proporciones, era

    sin duda la mejor construccin en mucho espacio, y serva para la educacin inicial del mancebo, escogido

    como vctima para celebrar el ciclo de quince aos en que se igualaban las diferencias del tiempo pasado y

    se conmemoraba el curso del astro y el ocaso del dios.

    Al penetrar por ltimo, al rincn del suelo colombiano, nuestro sueo dorado, donde se hallan nuestros

    ms caros afectos, y relicario de recuerdos dulces y amargos, se estrecha la visin, porque absolutamente no

    hay en l monumentos artificiales como testificadores de los hechos y hazaas de nuestros pasados

    aborgenes, pero no obstante algunos lugares culminantes legados por la naturaleza y proezas desarrolladas

    en ellos, dan margen para asegurar que su panorama no le va en zaga a muchos del pas, admirados y

    cantados, y que los naturales que los escogieron para rendir culto a su dioses tutelares, supieron defender y

    mantener en alto la dignidad adquirida al aire libre, en medio de la selva perfumada y brava, sin lmites que

    sealaran su heredad ni quien impidiera su peregrinaje en conquistas erticas, nica ambicin que posean.

    Cuando el corcel de los invasores holl su suelo, se sintieron despojados ignominiosamente de su patrimonio

    y entonces temerarios, arrojados y valientes, se enfrentan a sus huspedes, en lucha sostenida y tenaz, y

    antes que la rendicin, prefirieron la muerte, como los moradores de Numancia cuando Escipin el africano

    los siti.

    El Distrito de Urrao, cuyo nacimiento a la vida civil bajo el rgimen republicano nos ocupamos en

    celebrar en estos momentos, ha vegetado en condiciones desfavorables durante un siglo, al vaivn de las

    vicisitudes, sin apoyo para levantar al igual de sus semejantes y mostrar de todo cuanto puede ser capaz,

    pues ha vivido como algunas regiones de las islas Baleares, incomprendidas y abandonadas de los poderes

    centrales, de sus propios recursos, pero en general sus habitantes pasan mejor que la mayora de las

    ciudades, donde el favor oficial y las grandes empresas y fbricas imprimen animacin y calor. El primer

    perodo secular nos encuentra en estado incipiente, con escaso material histrico para transmitir a nuestros

    contemporneos, pero no obstante, bajo el lmpido cielo que nos cobija y el pedazo de tierra que nos

    sustenta, se han realizado acontecimientos dignos de rememorar, y ellos con los episodios que conservan en

    los infolios de vetustos pergaminos, desfilarn por estas pginas, sin galas de erudicin, pero con su prstina

    exactitud, a la manera que la fotografa copia con sus ms nimios detalles los objetos que retrata.

  • Poltica y administrativamente pertenece el Municipio al Departamento de Antioquia, pero, en sentido

    riguroso, constituye ms bien su apndice, porque est aislado del interior por la cordillera de los Andes, y

    las corrientes de aguas que brotan de sta y sus derivaciones en territorio urraeo, van a confluir en el

    caudal hidrogrfico que forma el sistema chocoano, de donde resulta desvinculado geogrficamente del

    sector que integra, y mientras se pregona que est al occidente de l, mantiene sus mejores relaciones

    comerciales e industriales con los pueblos que formaron la antigua Provincia del Suroeste.

    Perfilan su lindero occidental la cordillera andina y el cordn del Atrato, hasta donde desagua el Murr,

    conductor de la mayor parte de las aguas que baan el Distrito, porque el Arqua lleva el resto. De las

    mrgenes de las dos primeras nombradas arterias, hmedas e hirsutas, se levantan gradualmente, de modo

    caprichoso, innumerables colinas de variado aspecto que mueren indistintamente, cortadas por la naturaleza

    o por las adherencias a sus vecinas mayores, y todas en ascensin curvilnea, formando prominencias,

    desfiladeros, hondonadas y pampas, se incrustan en la masa principal relacionada y forman el permetro o

    hemiciclo que describe el Distrito a manera de principesco o artstico abanico. Existen all las eminencias de

    Ocaid, Nicasio, Mojauro, Zumbculo, Plateados, Horquetas, San Jos y Frontino. Este ltimo, que ostenta en

    su formacin los fenmenos causados en las rocas por los ventisqueros que cubrieron el pramo, y una

    laguna de origen glacial, con altura de 4.100 metros sobre el nivel del mar, cubierto a menudo de blancos

    penachos de nubes, constituye con su arrogancia, enorme y respetable atalaya que, a no dudarlo, hizo

    desviar al licenciado Juan Badillo y compaero de expedicin, la ruta que seguan, cuando por primera vez los

    conquistadores se atrevieron a internarse en persecucin de los tesoros de El Dorado y Dabeibe, y es para

    nosotros lo que los Alpes para Europa, la montaa ms querida. Si la cima del Mong, donde termina el

    cabo de San Antonio en las costas de Espaa, es famosa en la historia de la Geodesia, porque en ella

    verificaron las primeras operaciones relativas a la medicin del tiempo los sabios Michain, Biot, y Arago, en la

    dilatada de nuestro morro, cubierta de pastos naturales y un vasto horizonte desde cerca de las fronteras

    ecuatorianas hasta las azuladas aguas del Pacfico que estn al frente, pusieron tambin sus plantas en

    observaciones cientficas el sabio Coronel de ingenieros italiano. Agustn Codazzi y el no menos ilustre

    gelogo alemn doctor Roberto Scheibe.

    De las entraas de las rocas y el fondo de las cordilleras salen infinidad de lmpidos manantiales, que

    retozones y bullangueros se deslizan por campias y praderas, adhiriendo unos a otros en forma de rboles

    movibles creadores de los grandes ros, que impetuosos y turbulentos, se lanzan por abruptas sierras y

  • desfiladeros atronadores torbellinos hasta llegar a las llanuras que recorren lenta, pausada y calladamente,

    con severidad augusta, y penetrar en el Atrato, que los conduce a perderse juntos en el gran mar de las

    Antillas. As es la vida del hombre: sale de la nada, pasa a la niez, y a la juventud, posedo de deleites y

    ensoaciones de fecundas o prometedoras esperanzas, se precipita por los desfiladeros de sus pasiones y

    debilidades, hasta que al fin, cargado de aos y desilusiones, se reclina a ver pasar el da, mientras se acerca

    la noche interminable, y penetra en sus arcanos a confundirse en el infinito.

    El sistema hidrogrfico, como ya se dijo, los constituyen, las hoyas de Arqua y Murr, a las cuales

    concurren las corrientes menores de Ocaid, Ocaidocito, San Miguel, Chibugad, Chibugando, Pacurucundo,

    Partad, Jarapet, Nend, Nendocito, Mand, Mandecito, dos Quiparad, Gengamecod, Venados, San

    Pedro, La Encarnacin, Urrao, Pavn, y Penderisco. Este es nuestro ro sagrado como lo es el Ganges para

    el pas del Indostn, y nace en una de las prominencias de la cordillera andina, recorre largas llanuras

    cubiertas de pastos color de esmeralda, que aquerencian hatos de ganados, nuestra principal riqueza,

    serpentea frente a la ciudad, imitando al Elba delante de Dresde, en elegantes curvas de minu, como dijera

    galanamente don Jess del Corral, circunda con respetuoso recogimiento la colina que sustenta la necrpolis

    sombra, musita su oracin por los muertos y prosigue su marcha de eterno e incansable peregrino, para

    fecundar luego las tierras de la agricultura, y atravesar oculto la selva milenaria y rendir la jornada en el

    Atrato con el nombre de Murr.

    Cada corriente de agua de las nombradas forma un valle con el mismo nombre, y los de Urrao, Pavn y

    Penderisco fueron seguramente los escogidos por los primeros colonizadores para ejercitar su msculo y su

    brazo. En sus pampas evocadoras de las argentinas, y las estepas rusas, sin castillos feudales ni moradas

    drudicas, esos bravos luchadores vestidos todos de calzn de manta y de camisa de coleta cruda hacan

    retumbar en el espacio de las galgas preparadas con el filo de sus hachas en los rboles seculares, mientras

    lanzaban gritos alegres o entonaban coplas del cancionero antioqueo o los romances zamoranos.

    La raza que hoy puebla esta comarca est mezclada como la bbara, pero no con sangre eslava y

    cltica, sino con indgena, espaola y africana, y por eso ostenta la graciosa tez morena del trpico, clebre

    ya de modo destacado en los concursos mundiales de belleza femenina. Si la raza blanca hasta en sus

    orgenes ms puros est mezclada, segn Reclus, es evidente que la de Amrica no puede alegar origen ario

    por razones obvias.

  • El ttulo con que se presenta ante propios y extraos se caracteriza por su singularidad mundial, y su

    etimologa es netamente indgena, no obstante las alteraciones que haya podido sufrir en el trnsito de una a

    otra generacin, porque Curad traduce, ro de cera de abejas, y no se conoce otra semejanza por estos

    lados.

    Hay testimonios que acreditan que un indio llamado Gaspar Urrado habit muchos aos las playas de la

    corriente as denominada, y esta es la razn de su nombre y el de la poblacin, y la justificacin, adems del

    gentilicio que le deduce el doctor Antonio Jos Restrepo en uno de sus ms famosos y eruditos estudios. El

    seor Benjamn Tejada Crdoba en un clido brote de entusiasmo dijo que ese nombre provena del hurra!

    Lanzado por los conquistadores al descubrir este hermoso panorama, y el eco prolongado de ese grito.

    Las grandes naciones como las aldeas ms diminutas, tienen sus leyendas y La historia slo tiene

    atractivos que embelesen cuando aqulla le presta sus consejas. La de este valle de ensueo la traz la

    diestra y galana pluma del doctor Roberto Botero Saldarriaga, en una amena conversacin, dialogada al

    viajar en compaa de Cayetano Restrepo, a quien llamaban el loco, por los desequilibrios mentales que

    padecan por tiempos, pero que en realidad era hombre de mucha inteligencia. La leyenda se refiere al

    hallazgo que unos exploradores enviados de la ciudad de Antioquia por don Juan Pablo Prez de Rublas,

    hicieron con sus perros de caza en el paraje de La Venta de un feroz animal que unas veces pareca un

    colosal marimondo y otras un temido mohn, trepado en un rbol. Como los cazadores extraaron la figura

    del animal, no quisieron apuntarle con sus escopetas, y optaron por derribar el palo donde se hallaba

    encaramado ste, visto lo cual por la fiera principio a bajar, y cuando estuvo al alcance de las manos,

    lograron cogerla y sujetarla no obstante los enormes alaridos que daba y el forcejeo que haca para

    libertarse, empleando los dientes y las uas. El extrao personaje fue conducido a la ciudad de las palmeras

    y tamarindos, donde los Alcaldes y Regidores tomaron la determinacin de depositar en el seno de una

    honorabilsima familia de la poca, porque result ser una negra muy crecida y desarrollada.

    Cuidadosamente la educaron y atendieron, y cuando recobr el uso de la palabra, refiri que haba sido la

    nica sobreviviente de una espantosa tragedia de sangre que haba tenido lugar en este valle, en la

    confluencia de los ros Penderisco y Pavn, cuando los indios del Cham atacaron inesperadamente al

    bachiller Lozano y su familia en ese lugar donde se hallaba radicado, y a quien ella serva de esclava. Ocurri

    que este peninsular habitaba la ciudad de Cartago, y como resolviera cambiar de domicilio, emprendi una

    verdadera peregrinacin Cauca abajo, con su familia, esclavos y ganados, hasta que al fin, al cabo de

  • muchos das de penosa marcha, lleg al ednico punto que escogi para radicarse. Construy una gran

    vivienda sobre slidos troncos de comino, con dos pisos, el alto para albergar a los propietarios, y el bajo

    para la servidumbre y animales domsticos. Pero como entre tal servidumbre haba un indiecito, recogido

    mal herido y agonizante por el bachiller, en su marcha, y un da lo azot, cruelmente, el chico se escap, y

    meses despus, inesperadamente, en una noche de luna, cuando a la sazn haba acabado de pasar una

    fuerte tempestad acompaada de una grande avenida de los ros, y el bachiller se paseaba tranquilamente

    por el corredor de su casa, fumndose un cigarro, de repente se llev las manos a la garganta, dio unos

    pocos pasos hacia el interior y se desplom moribundo en brazos de su mujer. El grito de angustia y de

    terror de la familia fue ahogado por las voces guturales de los chames, que asaltaban el edificio y

    atravesaban con sus flechas de macana a todos sus habitantes, bajo la direccin del indio flagelado antes

    por el bachiller. En medio de la matanza general, una negrita, de siete a ocho aos de edad, logr ocultarse

    entre un grupo de vacas de su mismo color y de esta manera pudo escapar del asesinato, y desde ese

    momento empez para ella una vida extraordinaria. Andaba siempre con las vacas, mamaba de ellas como un

    ternero, de noche se albergaba entre sus patas, buscaba calor entre sus tibios vientres, y en las

    menguantes, cuando el ganado ocurra a los abrevaderos de fuentes saladas conocidas, la negrita lo

    acompaaba en su viaje hasta que se le captur en la forma descrita.

    Documentos relacionados con la conquista de las Indias occidentales y Tierra Firme aseveran que

    Pedrarias Dvila, victimario de Nuez de Balboa, visit la parte norte del territorio urraeo, o al menos cruz

    sus inmediaciones, y ello lo deducen otros conquistadores del hallazgo posterior entre los aborgenes de

    aves domsticas, y aparece que all mismo que el Gobernador don Pedro de Heredia hizo una acometida a

    esa regin para explorarla, pero con tan mala suerte, que al desembarcar en la poblacin indgena llamada

    Oromira, situada en la desembocadura del ro Murr, tuvo un fuerte encuentro con sus moradores, en uno de

    los deltas del ro, y all fue herido su hijo Antonio.

    Ms tarde, el licenciado don Badillo, persuadido de que se le haba acusado y sera juzgado a

    semejanza de los Heredias, porque se haba tomado ttulo de Gobernador y otros cargos, para conseguir

    benignidad con la Real Audiencia, decidi acometer el descubrimiento del tesoro del Dabeibe, tan perseguido

    como ignorado, y en efecto organiz una expedicin con 350 hombres y Francisco Cesar por Teniente

    General. El 5 de octubre de 1539 sali el convoy de la Ciudad Heroica, y en su travesa subi a la sierra de

    Abibe, descendi a los llanos de Murr, se encamin a Buritic, con nulos resultados de su intento. Durante

    la marcha tuvo algunos encuentros con los naturales, y en Nore, primer asiento de la ciudad de Antioquia,

  • venci el cacique Nabuco. Sigui Cauca arriba, y despus de muchas fatalidades, entre ellas la muerte del

    valiente Capitn Cesar, sali por Buenaventura.

    De las tierras conquistadas por esta expedicin, se hizo en la ciudad de Antioquia un reparto, y a Pedro

    de Fras le correspondi la porcin comandada por el cacique Ton, situado en lo que hoy comprende el

    Distrito de Urrao, y quiz algo ms. Dicho cacique pagaba con puntualidad y sumisin el tributo que

    peridicamente le exiga el conquistador. Fiado ste en la sinceridad de las manifestaciones de su

    contribuyente, entre alguna ocasin con 9 o 10 soldados a cobrar, pero cuando estaban sentados en la

    mesa a comer, vieron caer de lo alto del boho, sobre el mantel, cinco gotas de sangre viva, que produjeron

    en los circunstantes grande asombro y turbacin, y un presagio de catstrofe, por lo cual los espaoles

    ocurrieron inmediatamente a sus armas, pero ya era tarde porque estaban totalmente encerrados por un

    ejrcito indgena, uniformado bizarramente con penachos, equipados y dotados de armas y elementos de los

    que ellos usaban, y los atacaron con tal bravura y valor, que dieron muerte a toda la expedicin, excepto al

    mestizo Juan Gonzlez, porque huy. Este, avergonzado de su cobarda, regres al campo de combate a

    desfilar e insultar a sus victoriosos enemigos, y despus de una lucha, en el cual perecieron varios indios,

    stos le dieron muerte.

    Hubo un interregno de calma de aqu en adelante, pero ms tarde el Capitn Gmez Fernndez

    (Hernndez lo trae el historiador Fray Pedro Simn), poblador y vecino de Anserma, fundador de la villa de

    Caramanta y persona de algn caudal, noticiado de las riquezas que por estas comarcas existan, decidi

    descubrirlas y para el efecto el correspondiente permiso de la Real Audiencia, la cual de le otorg de buen

    grado, por el conocimiento que posea de su valor y pericia y sus dems cualidades, capaces para la leva de

    soldados y pertrechos para la campaa. Le otorg el ttulo de Gobernador del Choc y le exigi allanar los

    obstculos que haba prestado el cacique de los catos, Ton, bravo de condicin y de nimo sedicioso, por

    cuanto desde que el Mariscal Jorge Robledo fundado en la ciudad de Antioquia, estaba en rebelda, no

    obstante la pacificacin que all haban hecho otros Capitanes del Adelantado Sebastin de Belalczar. El

    trgico acontecimiento ocurrido a Pedro de Fras y sus compaeros, a ms de otros hechos consumados por

    el cacique, tenan exasperados a los peninsulares y atribuan a ellos la destruccin y ruina de la ciudad de

    Antioquia. Recibida por Gmez Fernndez la orden en Caramanta, recogi en los pueblos vecinos soldados,

    caballeras, indios y esclavos, y con 80 hombres de los primeros, entre los cuales se contaban algunos

    nobles, entre ellos Bernardino de Mojica Guevara, radicado despus en Tunja, y Gobernador de Timan y los

    pijaos, emprendi la marcha a ejecutar su mandato y deseo, en el ao de 1557. Ton, por su parte, tena

  • destacamentos de gente, a trechos, para su defensa, pero stos fueron rotos por los invasores, sin el mayor

    inconveniente. La fortaleza del cacique para defenderse de sus enemigos fronterizos y de quienes le

    acometieran, consista en una enorme casa construida sobre grandes horcones de madera de cuatro estados

    de altura, que equivalen cuatro veces la talla de un hombre ordinario, y donde terminaban se hallaba el

    primer piso. De aqu suban otros horcones a recibir el techo pajizo, y para sostener el piso atravesaban

    fortsimos maderos de un extremo a otro. Sustentaban el edificio, clavados sin interrupcin en el alrededor,

    gruesos palos que llegaban hasta la gotera, y slo a trechos haba algunos agujeros, capaces apenas para

    disparar la flecha y quedar salvaguardado el disparador.

    Guarnecan el cercado, colocadas a cortos espacios y sueltas, otras monstruosas vigas, y el interior

    estaba provisto de todos los elementos blicos necesarios para la defensa, consistente en flechas, dardos,

    largas, lanzas, gruesos y largos estacones de aguzada punta tostada que infundan pavor, lo mismo que una

    gran cantidad de piedras. Los vveres suficientes, vasos con abundante cantidad de vino, agua de manantial

    recogida en canoas, y llovediza en tarros de guadua que luego se trasladaba a tinajones, complementaban el

    equipo de campaa. Los caminos que conducan a este original castillo y los llanos aledaos estaban

    sembrados de afiladas puntas tostadas, y en diversos lugares se hallaban huecos cubiertos maliciosamente,

    pero la pericia del Capitn Gmez Fernndez sustrajo a su ejrcito de los peligros que de manera semejante

    se le ofrecan. Ton que era poseedor de fuerzas monstruosas, atrevido desaforadamente, suelto, de

    buenas disposiciones, con antecedentes de valor y buen xito que le hacan confiar en la victoria, ocupaba la

    fortaleza con cien aguerridos y disciplinados soldados, sus mujeres, hijos y familiares, porque de otro lado su

    posicin sobre la cumbre de una loma, con extensin de cien pasos de ancho por doscientos de largo,

    barrancos y pendientes a los frentes y a los lados, de tanta inclinacin que difcilmente poda sostenerse en

    sus pies una persona.

    Los espaoles se situaron a corta distancia del boho, en una ceja de monte y lo rodearon

    completamente, con el fin de evitar la entrada de provisiones y contingentes, y cuando ya se encontraron en

    esa situacin, amonestaron cortsmente, por repetidas ocasiones, con el propsito de llegar a un amistoso

    avenimiento en nombre del Rey de Espaa y la formal promesa de no vengar anteriores agravios, pero a

    estos argumentos respondieron los sitiados con amenazas y fieros, mientras el Jefe les replicaba de esta

    manera:

  • Allegaos un poco ms, cristianos, y llevaris el tributo que llev Pedro de Fras y sus compaeros;

    dejaremos las armas de las manos para ponroslas en las cabezas y yo os cortar la cabeza pieza por pieza

    vivos para que queden las amistades ms fijas.

    Visto esto por los soldados de Gmez Fernndez, decidieron emprender un sostenido ataque,

    distribuido en la siguiente forma: unos disparaban la arcabucera por los orificios para atajar el empuje de los

    indios y el disparo de sus flechas, mientras los mosqueteros, con sus rodeleros, cubiertos con mantas de

    maderas, trepaban hasta la cumbre de la fortificacin, desde la cual llovan dardos, flechas, lanzas, piedras,

    agudos estacones, uno de los cuales cay sobre el rodelero Diego de Ardila, le pas la rodela y el cojn, as

    como el brazo; a Bernardino de Mojica, rodelero del clebre mosquetero Arce por la muerte que haba dado

    al tirano Lope de Aguirre, le acertaron una piedra en el costado, y el golpe le hizo vacilar algunos pasos,

    pero torn con bravura a su puesto, y como en este instante viera su compaero que sobre ellos vena una

    gran viga, le dio un fuerte empelln, lo arroj atrs y brinco velozmente, evitando la muerte, porque la viga

    cay en el propio punto donde ellos estaban. Con esto concluy la jornada de aquel da, y la noche la

    emplearon los espaoles en custodiar el fuerte para evitar la fuga de los ocupantes, por lo inmediato del

    monte, y los ltimos a su vez disparaban constantemente al acaso contra sus enemigos, por lo cual les

    impidieron acercarse a poner fuego.

    Al amanecer del da siguiente se intensific el ataque de arcabucera a tiempo que Garca de Arce

    colocaba en el can de su mosquete flechas encendidas que arrojaba sobre la cubierta pajiza para provocar

    el incendio, pero los indgenas apagaban ingeniosamente las llamas. Esta tarea se repiti seis das

    consecutivos, durante los cuales todos los espaoles, excepto dos, fueron heridos, aunque sin consecuencias

    apreciables, porque los catos no acostumbraban veneno o al menos all no lo emplearon. Cada vez ms los

    indgenas se mostraban ms valerosos y resueltos y no cejaban en su actitud defensiva, por lo cual el

    sptimo da los sitiadores resolvieron poner fuego al edificio, y lo lograron con precauciones tomadas de

    antemano, estratgicas, como fue el hecho de arrojar ligeros haces encendidos al pie de los gruesos, muchos

    y mal dispuestos troncos, con la diestra, mientras con la siniestra sujetaban las rodelas que escudaban sus

    personas. Ante la densa columna de humo que aumentaba considerablemente, comprendi Ton que le era

    intil continuar la resistencia y vio perdidas sus esperanzas, y por lo cual se mostr por un agujero para

    implorar clemencia de sus enemigos y suplicarles en nombre de Dios la suspensin de hostilidades hasta all

    realizadas, en sustitucin de su entrega pacfica y la terminacin total de toda rebelda, as como la formal

    promesa de continuar al servicio de ellos. Cuando estas conferencias se verificaban, algunos soldados

  • espaoles se acercaron, y a uno de ellos le atravesaron las entraas, causndole la muerte das despus. Al

    mismo tiempo por el lado menos rodeado de la casa, algunos vasallos del cacique abran troneras para que

    escaparan las mujeres y chusma, quienes penetraban al monte inmediato por el arcabuco, junto a una

    quebrada que estaba cercana. El Capitn, en nombre del Rey, hizo las concesiones que se le pedan y

    ofreci olvido de los agravios recibidos por las muertes que se le haban hecho en el ejrcito. En esos

    momentos el portugus Juan Fernndez observ lo que pasaba, y lo puso en conocimiento de su

    Comandante, por lo cual se suspendi la conferencia y en seguida Ton se descolg por un portillo para

    colocarse a la defensa de los fugitivos. Estaba provisto de una espada, adquirida como botn en pasadas

    contiendas, la cual manejaba diestramente, y lleno de valor y bros, hizo frente a todos los que le

    acometieron, rebatindolos a uno y a otro lado, con ligereza de pies y maestra, hasta que consider que su

    familia no corra peligro. Temeroso de que al dar la espalda a su ms temible atacante, Fernndez, lo herira,

    busc la oportunidad de llevarlo a tierra hasta que la encontr, pero con tanta habilidad que nadie pudo

    darse cuenta de los medios empleados; en seguida lo asi de una pierna, comenz a arrastrarlo con

    ligereza, cuesta abajo, pero los compaeros que acudieron prontamente se lo arrebataron y lo tomaron

    desfallecido, atnito, sin sentido y los huesos quebrantados. Bernardino de Mojica, con algunos soldados

    persigui a Ton, pero ste, al verse acosado, abandon la familia y se ocult. Los que haban quedado

    custodiando la fortaleza pretendieron penetrar a ella convenientemente armados para recoger el botn de

    guerra, pero fracasaron en su intento, porque los ocupantes no slo les opusieron resistencia, sino que les

    causaron varias bajas, hasta obligarlos a retroceder, y entonces stos avivaron el fuego. Las llamas subieron

    hasta lamer los aleros de la casa, abrasaron sta, y en tan supremos y angustiosos momentos se oan en el

    interior ruidos sordos, voces terribles, gritos y lamentaciones, pero tanto era el valor y el coraje de quienes

    all quedaron, pues ya algunos se haban entregado, que antes de vencidos, prefirieron su reduccin a

    cenizas, como aconteci, y si sus mujeres, hijos o compaeros intentaban huir, ellos con mano ruda y frente

    altiva los volvan al fuego a perecer en l. De los prisioneros, unos fueron colgados, otros mutilados en sus

    miembros superiores, como venganza de los espaoles, a quienes haban dado muerte, pero es tan fiera

    esta Nacin dice Fray Pedro Simn- que tena por afrenta mostrar un sentimiento porque los mataran,

    aunque fuera destrozados vivos, y antes, cuando les cortaban las manos, metan el brazo en el fuego para

    quemar fuertemente la herida, lo que hacan con ms bestial afecto, como gente indomable y fiera, pues ni el

    castigo que haban recibido, era capaz de impedirles que cuando escapaban lo hicieran diciendo cien mil

    blasfemias, vituperios, afrentas y amenazas. As concluy la jornada guerrera de esta casa que llamaron del

    Valle de Penderisco.

  • Los vencedores avanzaron luego dos leguas, hasta un asiento llano y apacible, donde plantaron tiendas

    por el tiempo necesario para curar y restablecer los heridos, y cuando lo hubieron logrado, pasaron a

    Nobobarco, o mejor Nongobarco, donde los bravos naturales se hallaban atrincherados en un fuerte ms

    inexpugnable que el anterior, colocado en la cumbre de una cuchilla, con ms dificultosas y empinadas

    laderas. Tenan mayores proporciones, materiales y pertrechos de las mismas clases y condiciones de las

    que se emplearon en Penderisco, pero con la diferencia de que aqu slo se hallaba el personal guerrero,

    pues el resto se hallaba internado en la espesura de la montaa. Con trincheras y baluartes contra las

    espesas nubes de flechas y dardos, que a noche y da llovan sobre los atacantes, quienes en su mayora

    fueron heridos en las piernas y cabezas, inclusive Mojica, en la mejilla, que tard mucho para curarse, sin que

    por esto evitara la cicatriz para eterna memoria, estos cercaron por dos partes la fortaleza, sin resultado

    favorable sobre los atacados. Aqullos entonces, para buscar efecto a la arcabucera, construyeron con

    levantados maderos ciertas garitas, sin los resultados apetecidos, porque cuando alzaban los palos la

    puntera enemiga haca blanco en ellos. Apelaron de nuevo a las mantas de tablones, y con ellas

    acometieron muchas veces, sin xito tampoco, porque los indios les impelan a retroceder con gruesas picas

    de madera de cincuenta pies de largo, de agudas puntas que manejaban con habilidad, y por eso los heran y

    aporreaban en los pies. Garca de Arce arrojaba tiros por las troneras, los cuales aprovechaba, pero las

    bajas que ocasionaba eran cubiertas inmediatamente. Baldelomar Manchego de la Membrilla, mozo robusto,

    fuerte y valeroso, con una celada borgoa y otras armas, en una media burra de madera, intent entrar a la

    fortaleza por el reventn, pero una grave contusin acusada con piedra, arrojada de lo alto, que le aboll la

    celada y destroz la mquina, se lo impidi, pues rod casi muerto, y fue preciso que sus compaeros

    ocurrieran a socorrerlo y sacarlo aturdido, y para curarse dur no pocos das.

    Como los medios empleados hasta aqu haban resultado infructuosos, por la bravura y decisin de los

    naturales, no les qued ms recurso que el del fuego, que tan buenos resultados les produjo en Penderisco,

    por lo cual allegaron muchos haces de madera encendidos, pero sin resultado, porque los sitiados, con

    largos hurgoneros los desbarataban y arrojaban por la pendiente. Durante treinta y nueve das con sus

    noches se repitieron intilmente estas hazaas, al cabo de las cuales ambos ejrcitos estaban totalmente

    fatigados, manifestacin observada en primer trmino en los aborgenes por la suspensin de las continuas

    algazaras que mantenan, entonces los soldados Francisco Barco y Cristbal Gonzlez se propusieron

    aprovechar la pausa que sobrevino para tomarse el campamento enemigo, confiados en su juventud, bros y

    ligereza y armados de escaupiles, ceidas sus espadas y dagas, las rodelas a las espaldas y posedos de

    entusiasmo, tomaron la parte ms oculta, gateando por los estantes que caan fuera, y cuando se disponan

  • a dar el golpe, los sitiados levantaron tremenda algaraba, les precipitaron troncos y les acometieron

    furiosamente con piedras y flechas, hasta que los obligaron a retroceder con mayor precipitud que la

    empleada para acometer. Siguieron repitindose las bullas anteriores, con oprobios y amenazas, entre las

    cuales merece mencin la realizada por un indio aljamiado y ladino, en el idioma castellano, al colocarse

    todas las noches en determinado punto alto de la casa, a lanzar sobre los espaoles desvergenzas y

    deshonestidades, hasta que Garca de Arce dispar su escopeta en la direccin de la voz, y lo atraves por el

    pecho, desplomndose en seguida por los estertores de la muerte, dando valientes gemidos y excitando a

    sus compaeros y sobrevivientes a ejecutar venganza con la destruccin total de los cristianos, y para que

    stos no se enteraran de lo ocurrido, los que all haba levantaban la voz para ahogar los ayes del

    moribundo. Redoblse la defensa con cuartos de ronda por las noches, al favor de la oscuridad, que salan

    por ciertos agujeros secretos en direccin al campo enemigo, donde a menudo causaban dao, no obstante

    la activa y permanente vigilancia que all se ejerca, sin que por esto se descuidaran los enfermos y heridos.

    El cansancio en las huestes espaolas no se hizo esperar, y lo exteriorizaron con el deseo de continuar la

    marcha en busca del tesoro que era su objetivo, por ser ms provechoso. Enterado de esto el Capitn

    Francisco Moreno, viejo militar, fundador de la ciudad de Antioquia, muerto despus por Gaspar de Rodas en

    un desafo, a pesar de hallarse mal herido en la cama, recobr sus fuerzas, se levant con energa e increp

    duramente a sus compaeros por semejante proceder, indigno de la raza, y lo pernicioso que resultaba,

    porque de no acabar en aquella ocasin con los Catos que diariamente los injuriaban, saldran a inquietar la

    tierra, si no se pacificaba con su destruccin. El Capitn Gmez Fernndez, por su parte, prohij estas

    razones, a las cuales agreg otras de mayor significacin, a la vez que amenaz de muerte a quien rehuyera

    el mandato que le daba de reducir a pavesas la fortaleza en que se ocupaban. Este se encamin luego a una

    roza cercana, de los indios, donde haba mucha lea menuda cortada, y se dio a la tarea de trasladar de ella,

    en cuya operacin fue imitada por sus sbditos.

    Recogieron y amontonaron lea en gran cantidad, que colocaron hasta dos estados de altura, pero ese

    da fue imposible poner en ejecucin su idea, por la llegada de la noche, la cual fue de enorme expectativa en

    los dos frentes, y durante ella los indios arrojaban sobre sus enemigos armas de toda broza y vasos con

    materias inmundas y asquerosas. No haba despuntado bien el alba del siguiente da cuando el Capitn

    Gmez Fernndez hizo llamar a grandes voces los atrincherados para pedirles en nombre del Rey de Espaa

    su entrega pacfica, a fin de evitar que all perecieran con sus mujeres e hijos, ms estas exhortaciones

    cayeron en el vaco, porque los interpelados respondieron con la misma rudeza de antes y haciendo usos de

    sus armas con su bro anterior. El fuego no se hizo esperar en semejantes circunstancias y prontamente

  • lleg a la cubierta de la casa en forma sofocante, hasta obligarlos a entregarse, no sin mostrar su

    arrogancia, pues decan:

    Ya cristianos, sabis, casi tanto en astucias y ardides guerreros como los catos.

    Otros bajaron del boho, para entregarse, pero como entre los invasores haba algunos agraviados, y

    esclavos y otros, ultimaron inmisericordemente a muchos de los vencidos. Algunos de stos permanecieron

    firmes en su posicin, peleando denodadamente, hiriendo de nuevo a don Bernardino de Mojica. Algunos de

    los prisioneros fueron colgados y uno de stos cuando oy el pregn en que se deca que el rey mandaba a

    hacer justicia, dijo a su vez con desprecio y rabia: qu Rey es ese que manda?, con lo cual el Capitn,

    demasiado colrico por tan enorme desacato a Su Majestad Real, le mand soltar un ferocsimo perro

    adiestrado en carniceras, y ste hinc en el instante sus dientes en la vctima, comenz a despedazarla con

    crueldad y ella sin una queja, ni un ay! deca al animal: aprisa, come, come. A los ms viejos y obstinados

    de los prisioneros les cortaron las narices y las orejas, y a los menos culpados les dieron libres,

    obsequindoles cruces y encargndoles participaran a los dems de lo que haba pasado, encareciendo la

    conveniencia de estar a paz y salvo los cristianos. Entre los ltimos estaba Ton, quien se comprometi a

    dar y propagar la nueva.

    Despus Garca de Arce y Mojica, con algunos soldados, se internaron en la comarca, en donde

    destruyeron otras barbacoas y barracas de menor importancia, y por ltimo, regresaron a cumplir el mandato

    de reedificar la ciudad de Antioquia. De aqu continuo Gmez Fernndez su marcha en busca del tesoro de

    Dabeibe, atravesando provincias indgenas de tres y cuatro mil habitantes, hasta que lleg a Cartagena,

    despus de muchos trabajos y penalidades, de donde regres a Antioquia por Oromira. Se dirigi en seguida

    a Anserma, de aqu a Santaf, a dar cuenta a la Real Audiencia de la comisin que se le haba impuesto;

    despus de un juicio en que se le formaron cargos como Teniente Gobernador, pas a Espaa y cuando

    regresaba a encargarse de la Gobernacin de los chocoes, muri en Cartagena.

    Ms tarde el 11 de julio de 1578, el Gobernador y Capitn General de estas provincias y Popayn, don

    Sancho Garca de Espinal, expidi el primer ttulo sobre adjudicacin de baldos a favor del Capitn Juan

    Taborda, en pago de los servicios prestados por ste a Su Majestad en esta Provincia y parte de Indias, en

    todo lo que al servicio se haba ofrecido, como leal vasallo e hijo de otro Capitn del mismo nombre, el cual

    es del tenor siguiente: Vos doy y sealo, a vos Juan Taborda, en trminos y jurisdiccin de la dicha Villa de

  • Santaf de Antioquia, una estancia y caballera de tierras para ganado y labor, que legua de largo y otra de

    ancho, la cual es, y se entiende en el camino que va de Noque al pueblo de Urrao, desde la salida del

    arcabuco hasta el ro de Urrao, que nace del pueblo de Penderisco, y desde la quebrada de An hasta la

    entrada del arcabuco de Nongobarco, en todas las cuales s tierras y estancias vos doy y sealo segn

    derecho en con todas sus entradas y salidas, aguas y arbolados; y los que ms le perteneciere para ser

    servidos y en alguna remuneracin de los dichos vuestros servicios, para que sea vuestra, propia e de

    vuestros herederos e la podis dar, donar, trocar y cambiar, y hacer de ella como cosa vuestra propia,

    habida y adquirida por vuestros mritos y servicios, sin perjuicio del seoro y patrimonio real e de otro

    tercero que mejor derecho a ella tenga, y mando a mi lugarteniente, Alcaldes Ordinarios, y otras cualesquiera

    justicias de dicha Villa de Santaf de Antioquia, que os metan y amparen en la tenencia y posesin de las

    dichas tierras, y no consientan de ellas seis removido ni quitado primero ser odo y vencido por fuero y por

    derecho, so pena de quinientos pesos de buen oro para la Cmara de Su Majestad- Fecho en Popayn a

    once das del mes de julio de mil quinientos y sesenta y ocho- Sancho Garca del Espinel- Por mandato del

    seor Gobernador, Francisco Toniz.

    Los puntos que demarcan esta primera adjudicacin de baldos, identificados convenientemente por los

    lectores conocedores del terreno, puesto en relacin con los lugares donde se realizaron los dos combates

    que se relataron antes, lo llevan a sealar stos siquiera por aproximacin. Acerca de tal concesionario, hay

    los siguientes datos biogrficos: Leonor y Juana, la primera de las cuales fue esposa del Capitn Juanes de

    Zafra, compaero de Robledo, y la ltima fue casada tres veces, as: la primera, con el Capitn Francisco

    Moreno, de quien se ha hablado; la segunda, con el Capitn Hernndez de Zafra Centeno, compaero de los

    anteriores, quien se traslado con su familia a vivir a Tunja, donde muri, y la tercera, con Daman de Silva.

    Este tuvo un hato de ganados en Urrao, el cual pas a sus hijos Diego y Pedro de Silva, de stos a sus

    descendientes y don Juan Jaramillo de Andrade, esposo ste de doa Juana Centeno, hija del Capitn Zafra

    Centeno y doa Juana Taborda. El Capitn Juan Taborda, hijo, se distingui en varias campaas contra los

    indios, y fue encomendero de las parcialidades de Peque y Noque, a rdenes de los caciques don Julin y

    don Juan, respectivamente. Cas con una dama de Popayn, llamada Jernima de Torres, de la cual refieren

    los cronistas que para contraer matrimonio fue trasladada desde su ciudad natal, con una escolta de cerca

    de 200 hombres, a Santaf. De este matrimonio no existe ms noticia de familia que de una hija llamada Ana

    Taborda y Torres, esposa que fue del Capitn Miguel de Urnieta y Lezcano, otro de los famosos pobladores

    de Antioquia. Los esposos Zafra Centeno y Taborda, tuvieron otras dos hijas, llamadas Catalina, esposa del

  • Capitn Andrs Arias y la famosa doa Mara Centeno, como su madre, casada tres veces, con Antonio

    Machado, Garca Jaramillo y don Fernando del Cossio Salazar.

    Como entre los compaeros del Gobernador Gaspar de Rodas en la conquista de Zaragoza haba un

    mestizo de nombre Pedro Martn Dvila, quien haba obtenido alguna fortuna en el laboreo de las minas del

    Nech y la notaba disminuir por su prodigalidad, resolvi emplear la que le restaba en nuevas conquistas,

    especialmente en las provincias que no haban sido visitadas por el Gobernador, de cuya determinacin dio

    participacin a ste, y por cuanto le fuera otorgado permiso y se le concediera el ttulo de Teniente General

    de las Provincias de Nitama, Caribana, Panzez, Marite, Guazuze, Tuango, Urab y Urabaibe, con facultad

    para poblar en ellas, a su costa, mas encargo especial para entrar y conquistar el ro Darin, las Provincias

    de Funucuna y casa del Dabeibe, se dio a la tarea de hacer leva de gente en la Gobernacin de Antioquia y

    junt 200 soldados baquianos. Un ao dur la preparacin del viaje, la cual se redujo a conseguir

    pertrechos de guerra, fragua, herreros, carpinteros, etc., en todo lo cual gast $20.000 de 23 quilates.

    Llev dos sacerdotes, entre ellos el Padre Chaves, fraile despus de San Diego de Bogot, seal sus

    oficiales; maese de campo a Gonzalo de Bolvar; Tesorero perpetuo de cuanto se poblase, consejero en paz y

    guerra don Jernimo Garavito; concert sobre 300 indios e indias de servicio que fueron causa de muchas de

    sus desgracias, y al fin sali la expedicin en dos compaas de a 100 hombres cada una, en junio de 1596,

    con muchos caballos de carga y camino, vacas, cerdos y otros animales, para cra y habiendo llegado a los

    valles de Norisco y Penderisco, tom 80 soldados, se dirigi con ellos por un atajo a coger por sorpresa a

    los indios de Nitama, donde tuvo un encuentro y algunos heridos, porque los naturales estaban listos a su

    defensa. De aqu sigui a Urab, donde realiz proezas y adquiri alguna buena cantidad de oro.

    No continuar sin consignar que los primeros mineros que hubo en territorio urraeo lo fueron doa

    Clemencia Caicedo, herederos de Jos Rentera y don Lorenzo de Crdoba, Antonio Esteban y Luisa de

    Crdoba, quienes se radicaron en la desembocadura del ro Murr adems empresas de pltano y caa de

    azcar. En el interior por la ribera del ro haba una poblacin compuesta de indios y libres, con setenta

    casas, llamadas San Jos de Murr, gobernada por un sacerdote de la Orden de San Francisco y el Corregidor

    de indios. Esto Lo inform don Fernando de Morrillo a mediados del segundo tercio del siglo XVII.

    El segundo adjudicatario de tierras baldas en este valle fue el Capitn Francisco de Guzmn, por tres

    estancias, pero como el primitivo ttulo desapareci, su nieto, el licenciado y presbtero don Antonio de

    Guzmn, solicit ratificacin, y en efecto don Juan Gmez de Salazar, Gobernador y Capitn General de la

  • Provincia de Antioquia, en atencin a que el peticionario era benemrito por los servios prestados por sus

    padres a su Majestad, accedi el 9 de marzo de 1661.

    El 11 de enero de 1687 otorg testamento Pedro de Silva, y declar en l que el ganado cimarrn que

    haba en el valle de Urrao perteneca a l y a su hermano Diego, y como se confes deudor de su cuado

    Juan Jaramillo, por cuenta suya y de su padre Damin de Silva, dispuso que el acreedor tomara en pago de la

    deuda la mitad del ganado que le perteneca. Como el Supremo Consejo de Indias conden a Jaramillo al

    pago de una cantidad de oro, los Jueces Oficiales de la real Hacienda de Su Majestad de la ciudad de

    Antioquia y su Provincia, Capitn Antonio Eyzaguirre, Tesorero y Juan Antonio de Porras, Contador,

    dispusieron que el referido ganado y tierras del sitio de Urrao y Penderisco pertenecieran por adjudicacin al

    Rey, porque as constaba en las actuaciones de sus antecesores, en que apareca promulgada la prohibicin

    a golpe de caja por las calles de la ciudad, con graves sanciones de matar esos ganados. Por estos motivos

    se neg en resolucin fechada el 8 de abril de 1687, a Juan Mena Ibaez Garcs para s y sus cuados, la

    autorizacin que solicit para matar tales ganados.

    Aos despus, Luis Valderrama, vecino de la ciudad citada y residente en este valle, exigi merced de

    un pedazo de tierra de pan en el valle, hacia la otra banda del ro Penderisco, frente a la que posea de

    caballera transmitida por Juan Garcs, bisnieto de Juan Taborda, donde a la sazn posea roceras y

    sembrados, por cuanto soportaba una enorme carga, en su mujer e hijos que lo haban obligado a

    trasladarse a vivir a esta comarca, distante de la capital cuatro das de camino, y careca de una parcela para

    trabajar. Aleg adems que esa concesin beneficiaba a Su Majestad en la vigilancia de los conatos de

    rebelin que pudieran presentarse, procedentes del Choc. Aceptadas estas razones, don Manuel de Mena

    Felices, Contador Oficial de la Real Hacienda de Su Majestad y Juez privativo de tierras por comisin real, de

    la ciudad y Provincia antedichas, le hizo la adjudicacin en el punto sealado, desde el desemboque del ro

    de Urrao hasta el amagamiento del Salado, que desagua en Pavn, con cargo de servir puntualmente el

    derecho de composicin con cinco pesos de oro de veinte quilates, entregados al encargado seor

    Francisco de J. Foronda, lo que tuvo lugar en resolucin datada el 20 de febrero de 1724.

    A pesar de las adversas circunstancias de la poca para la marcha ordenada y acelerada de una regin

    primitiva, sin embargo antes de 1789 don Francisco Silvestre, Gobernador de la Provincia, llam por

    conducto del Cura y Vicario doctor Jos Salvador Cano, a los seores Jos Manuel Montoya, su hijo Sebastin

    y su yerno Jos de Vargas, para pactar con ellos la apertura de un camino que diera acceso a la regin del

  • Choc, y en efecto, por mutuo consentimiento, as fue acordado en cambio de una legua de tierras realengas

    de las existentes en el valle, til para labores agrcolas y cra de ganados, a ms del amparo que les dara

    sobre las minas que descubriesen. Previos los preparativos del caso, Vargas, con tres de sus hijos, su

    suegro y sus cuados, y dos peones cargueros de bastimentos, emprendieron la apertura del camino y

    sealamiento de sendas o trochas para elegir la ruta definitiva, y con penalidades y trabajos sin cuento, por

    lo fragoso del terreno, lo abrupto del monte, las malezas, abrojos y capotales, donde se hundan hasta la

    cintura, trepando rboles a menudo para observar cordilleras, abras y llanuras y escoger la direccin de la

    va, subiendo y bajando lomas en cuatro pies, aferrados a las hierbas y races, constantemente mojados,

    porque no cesaba de llover, hasta el punto de serles imposible encender candela de noche, comiendo frutos

    silvestres, por agotamiento total de las provisiones y dilacin en llegarles, lograron acercarse con un camino

    pedestre, expuesto a la luz solar, traficable con tercio de tres a cuatro arrobas, recorriendo el trayecto en

    nueve das para entrar, y siete para salir, a la poblacin chocoana de Bebar. En esta empresa emplearon

    un ao de trabajo, durante el cual abandonaron totalmente sus casas y labores. En virtud de lo convenido

    de antemano, Jos de Vargas, en su propio nombre y en el de sus compaeros, solicit, el 8 de enero de

    1789, una legua de terreno desde las juntas de Pavn y Penderisco, ambas abras, hasta sus cumbres, y las

    otras dos abras de Mand y Nend, para poblar el camino y sus hijos tuvieran donde rozar, y para que de

    otro lado se facilitara el trato y comercio con el Choc, de grande utilidad para la ciudad capital. El seor

    Vicario citado testific de conformidad, pero los herederos del Capitn de Guzmn se opusieron,

    formulndole reparo a esa pretensin, por cuyo motivo se exigi el complemento de la prueba, lo que

    hicieron con las deposiciones de Pedro J. Varela, Antonio Gmez y otros quienes confirmaron las

    aseveraciones hechas por Vargas, pero agregaban que las condiciones del camino no permitan el trnsito

    por l de las acmilas. Al fin el Gobernador Francisco Silvestre Baraya y la Campa, ante el escribano

    Francisco Toro Zapata, el 10 de julio de 1793, en atencin a la Real Cdula de 2 de agosto de 1780, que

    concede a los sbditos de Su Majestad tierras baldas del real patrimonio, con el slo inters de ser

    cultivadas en provecho propio, en consideracin tambin a las fatigas y penalidades de los aspirantes en la

    ejecucin de la obra que realizaron, a su condicin laboriosa e incrementadora de la poblacin, puesto que a

    la sazn tenan capilla paramentada, les concedi legua y media de tierras baldas en el ro Pavn y sus

    vertientes, desde donde comenzaron los excedentes de las concedidas a don Francisco de Guzmn, donde

    tenan derecho los presuntos concesionarios, bajo la condicin de s solicitar de la Real Audiencia pretorial

    del reino la confirmacin correspondiente, y con la obligacin de cultivarla conforme a las piadosas

    intenciones del Monarca.

  • Aparece que el espaol don Bernardo Gonzlez Cossio, en su carcter de Administrador de la Renta de

    Tabaco, tuvo un alcance, y por eso le embargaron y licitaron sus bienes, consistentes en derecho y medio de

    tierras, indivisas ubicadas en este Distrito y adquiridas de los herederos del Capitn Guzmn, treinta y ocho

    reses, ocho yeguas y dos potros. En casa del Gobernador y Comandante General, siendo pregonero Flix

    Rave, se llev a cabo la licitacin por el Regidor don Juan P. Prez de Rublas, el 14 de octubre de 1791, por

    285 castellanos de oro, cuando haban sido avaluados en 428 castellanos.

    Resulta tambin que el cacique indgena don Mateo Tauchigu, de la parcialidad de este Distrito, y los

    indios Manuel Jaiper, Francisco y Pedro, acompaados de don Manuel Montoya, como mentor e intrprete,

    ocurrieron ante el Gobernador don Cayetano Buelta Lorenzana suplicndole amparo en algn paraje cmodo

    para establecer y formar una poblacin en territorio de su mando donde pudieran vivir a cubierto de las

    persecuciones de los caciques y autoridades del Choc, y a la vez para que se les instruyese y educase en la

    doctrina evanglica que con ansia deseaban, tanto ellos como otros congneres dispersos en las montaas,

    sin Dios ni ley, en las mismas condiciones. En atencin al beneficio para la Religin y para el Gobierno

    espaol, esta conducta fue aplaudida, y se dispuso que mientras se acordaban las condiciones para

    repartimiento de tierras, se comisionara al mismo Jos Manuel Montoya para instruir a los naturales en la fe

    cristiana, ampararlos y protegerlos contra las invasiones que sobre ellos se pretendiera, al mismo tiempo que

    se les tratara con piedad y amor, en asocio de los dems vecinos del lugar, a fin de reducirlos

    paulatinamente a la vida civilizada, y para roceras y labranzas se les sealara provisionalmente una porcin

    de terreno. Estas medidas se tomaban el 18 de junio de 1780, y el 14 de mayo del ao siguiente, el citado

    mandatario, en presencia del expediente creado y el informe favorable del Vicario y Juez Eclesistico don Jos

    Salvador Cano, en nombre de Su Majestad y en virtud de la facultada que le confera los Reales Poderes,

    decret la fundacin del pueblo indgena San Carlos de la Isleta, en la desembocadura de la quebrada Urrao

    al ro Penderisco, hacia la parte de abajo, por ser terreno apropiado para el efecto, sano, frtil para la

    siembra de legumbres y platanares, aparente para la cra, y de buen clima, extendindose la merced al lado

    opuesto del ro, frente a la fundacin. En memoria y obsequio del Rey Carlos III se le seal como patrono a

    San Carlos Borromeo, y como resguardo se les adjudic una porcin de tierras realenga, de legua y media de

    extensin, con sus sabanas, sobresabanas, quebradas, montes altos y bajos, abrevaderos y dems

    aprovechamientos propios para labranzas, pastos de ganado y maderas, desde la quebrada de las Juntas

    hasta la del Espinal, conforme segua el camino que vena de la ciudad de Antioquia, a una y otra banda de la

    mentada quebrada de Urrao, por cuanto esas tierras nunca haban sido cultivadas, y el uso que de ellas

    hicieran los concesionarios, beneficiara a Su Majestad en el aumento de los dos novenos de diezmos y otros

  • aprovechamientos. Como Corregidor del pueblo creado y los dems indgenas del Choc que quisieran

    acogerse al pueblo de Antioquia, dispersos en el ro San Juan, se nombr a Jos Manuel Montoya, con

    encargo de instruirlo a los diez y ocho que constaba la parcialidad, en la fe cristiana, tratarlos con piedad y

    amor, y conducirlos nuevamente al lugar expresado. Se orden que ninguna persona, cualquiera que fuese

    su condicin y calidad, molestase, inquietase, turbase o hiciese dao o perjuicio a los naturales, y quien

    contraviniese ese mandato incurra irremisiblemente en la multa de doscientos pesos de buen oro, aplicados

    en la forma ordinaria, sin prejuicio de otras sanciones mayores, de acuerdo con la contravencin. El

    Corregidor qued con facultad de or a los pobladores en justicia, ampararlos en sus derechos, ponerlos en

    posesin de tierras, determinar sus causas criminales y contenciosas, corregirlos con medios prudentes en

    sus vicios y costumbres de gentilidad, y finalmente, hacer cumplir al cacique y Alcalde la promesa de sacar de

    las cimarronas que las habitaban a los dems indgenas a fin de poder descubrir los ricos minerales de oro

    que segn documentos guardados en los archivos, existan en esta regin. Por esta obra, y la apertura del

    camino, se remunerara a Montoya su celo y trabajo, a proporcin de los adelantos que resultaran. Se

    mand a expedir el respectivo ttulo, sin perjuicio de la aprobacin del supremo Gobierno del reino, al cual

    se dara cuenta, y se firm por el seor Buelta Lorenzana en su calidad del Capitn del Regimiento de Len y

    Gobernador de la Provincia, ante Simn Robledo E., Escribano Pblico y de Cabildo. Ms Tarde el Oidor y

    Visitador Juan Antonio Mon mand agregar esta parcialidad a Caasgordas, pero los indgenas, disgustados

    con tal determinacin, por antiguas rencillas, pidieron al Gobernador Baraya y la Campa su derogatoria, y la

    consiguieron por Resolucin de 15 de abril de 1789, en atencin a la posibilidad de que pudieran regresar a

    los montes a sus antiguas idolatras, si se les comprometa a trasladarse a un lugar que no era de su agrado.

    Se les permiti pues congregarse dentro de los trminos y sealamiento que se les haba hecho, se les

    nombr como Corregidor a don Jos Vargas, por su arreglada conducta, a Manuel Caiper, como

    Gobernador o cabeza de dicho pueblo, y a Salvador Niaman como Alcalde, para que portndose con honor y

    vergenza, ayudaran a su Corregidor en cuanto fuera necesario en la y direccin de los moradores de la

    poblacin.

    En enero de 1795 fue elevado el casero a la categora de partido con el nombre de Urrao, que antes

    tena.

    El 6 de mayo de 1796 un nmero considerable de vecinos constituy apoderado a don Jos de Vargas

    para conseguir la ereccin de la parroquia, con Cura propio, sealando como demarcacin de ella la

    siguiente:

  • Por esta parte, el pramo de Frontino, corriendo ro abajo por el Gengamecod y cortando por su

    derecera hasta los linderos de la jurisdiccin del Choc; del pramo para arriba se sigue la cordillera del

    Cauca hasta dar en las cabeceras del ro Penderisco y el Pavn, cortando por su derecera a lindar con la

    expresada jurisdiccin del Choc.

    Las gestiones del apoderado y su resultado con la consecucin del Curato se hallan en otra parte de

    este libro, y por eso es intil repetirlas, pero de esas labores parece que el Gobernador don Jos Felipe de

    Inciarte, Teniente Coronel de infantera de los Reales Ejrcitos, de acuerdo con don Pantalen Arango, por

    decreto de 18 de julio de 1796 asign al partido de Urrao la categora de parroquia por la delimitacin

    sealada por don Jos de Vargas, y le puso por nombre el de San Jos de Urrao, con el cual qued sustituido

    el de San Carlos de la Isleta que hasta entonces llevaba.

    Los nombramientos de Alcaldes principian en los libros capitulares de Antioquia en diciembre de 1784,

    con Jos Larrea, como nico, quien haba venido desempeando y era concuado de don Bernardo Gonzlez

    Cossio. En 1787 ratificaron este nombramiento; en 1788 fue designado en primer trmino Jos Montoya, en

    segundo, Jos Montoya, hijo y en tercero, Jos de Vargas. En diciembre de 1789, primero Manuel Aguirre, y

    segundo, Jos Montoya. En 1790, en diciembre, primero, Jos de Vargas y segundo su hijo Santos de

    Vargas, y tercero Jos Vallejo. En 1793, Nicols Varelas, Santos de Vargas y Po Montoya. En 1794,

    Salvador Vargas, Pedro Seplveda y Jos de Florez. En 1795, Cayetano Urrego, Manuel de Rueda y Pedro

    Seplveda. En 1796, Pedro Vallejos, Manuel de Rueda e Ignacio Franco. En 1797, Luis de Rueda, Ignacio

    Franco y Jos Montoya. En 1798, Jos Montoya, Santos de Vargas y Mateo Cossio. En 1799, Pedro Manuel

    Seplveda y Hermgenes Fernndez. En 1800, Fernndez Manuel y Pedro Seplveda

    En los primeros das del mes de marzo del ao que se acaba de citar, se reunieron los seores Jos y

    Pedro de Rublas, doa Rita Martnez, Hermgenes Hernndez, Jos Antonio de Larrea, Jos Hermenegildo y

    Sebastin Montoya, Gerardo Urn, Marcelo Durango, Santos de Vargas, Jos Mara y Manuel Aguirre y

    convinieron en ceder las tierras necesarias para la ereccin de la nueva parroquia y sealaron los siguientes

    linderos, donde definitivamente debera quedar la poblacin: por el marco comprendido entre las dos

    quebradas nombradas el Canaln, la de abajo, Sabaneta, la de arriba, el ro y pie de la loma por los lados. El

    5 de junio de 1800 el Gobernador don Vctor Salcedo y Somo de Villa ratific la ereccin de su antecesor de

    partido en parroquia, con el mismo nombre que se le haba dado y la alindacin que se le haba hecho.

  • El 25 de junio de 1805 los doce donantes de tierras para la poblacin, ratificaron de nuevo el convenio,

    con el propsito de arreglar el plan de urbanizacin, porque ya se haba dado principio a la construccin de

    casa y a la iglesia, que era slida y capaz, pero las calles se haban trazado con defectos, lo mismo que los

    cuadros para el ensanche, y como consideracin que an era tiempo de arreglar y corregir las anomalas,

    acordaron ceder para las calles cien varas de ancho y cien para las cuadras, las cuales deban dividirse en

    cuatro solares de a cincuenta varas en cuadro, para vender a diez castellanos cada solar, a quien quisiese

    poblar en el trmino de cuatro aos, sin otra condicin que la de entregar el valor al seor Juan Esteban

    Martnez para la fbrica de la iglesia.

    El 7 de agosto de 1805 el Gobernador don Francisco de Ayala nombr Juez de este partido al seor

    Jos Mara Argotes por ausencia al Choc del titular, y como encontr arruinada la crcel existente, como

    poda testificarlo el Alcalde don Jos Pardo, peda autorizacin para derramar una contribucin que a lo sumo

    ascendera a tres reales para cada contribuyente, con el nimo de concluir el edificio, y as le fue otorgada.

    A pesar de la insipiencia del casero y de las desventajosas condiciones de la poca, sin embargo los

    padres de familia se preocupaban por la educacin de los hijos, y por eso los Jueces Pedneos Cayetano

    Urrego y don Pedro Vallejos en 1796, proveyeron a la creacin de una escuela y nombraron maestro a don

    Jos Mara Aguirre y Mena, con aprobacin del Coadjutor don Manuel de Villa. Este establecimiento fue de

    muy efmera duracin, porque el sostenimiento estaba a cargo los vecinos favorecidos y ellos no cumplieron

    la promesa hecha de antemano, en relacin con el sostenimiento. Al ao siguiente Santos de Vargas celebr

    un contrato con Leandro y Martn de la Cuesta, hijos del presbtero don Ignacio de la Cuesta, ungido

    sacerdote despus de que enviud, para la enseanza de sus hijos y otros parientes. Surgieron entonces

    rivalidades profesionales entre estos seores y el otro director, que tuvieron resonancia en las altas esferas

    sociales, y de ellas result una orden al Alcalde de prestar proteccin al seor Aguirre y ponerlo en posesin

    de la escuela, expedida en el ao de 1798. La controversia originada por ese motivo continu, pero al fin

    Martn de la Cuesta hizo dejacin de su puesto y se dirigi a Ansermaviejo, donde su padre ejerca su

    ministerio, y en junio del mismo ao lo imit su hermano Leandro. Luego se reunieron muchos vecinos y

    propusieron como Director al seor don Nicols Ramrez de Lara, con aquiescencia del Juez del partido don

    Jos de Larrea y Llanos, espaol de cepa, y el presbtero don Manuel de Villa y Franco, porque lo

    consideraban competente para el oficio, en octubre de 1799 y el 3 de noviembre los padres de familia

    signaron un solemne compromiso para sostener la asistencia de sus hijos al plantel. Entonces Hermgenes

  • Hernndez formul acusacin contra Ramrez, por faltas contra el orden social, a la vez que de motu propio

    orden a ste la desocupacin del pueblo en el perentorio trmino de tres das, y exigi amparo para

    Aguirre, porque conservaba su derecho. A su turno, Ramrez acus a su rival, por educador inescrupuloso e

    incumplido, porque abandonaba su puesto para irse al Choc a negociar, por cuya razn el Gobernador

    Salcedo orden a Aguirre permanecer en su puesto, con serias amonestaciones, y ste ofreci cumplir

    religiosamente, siempre que el personal asistente no faltara y los padres cejaran en su resistencia. La lucha

    continu, y el 18 de enero de 1800 el Procurador General don Antonio Escudero, a quien se pidi concepto,

    lo emiti favorable a Ramrez, por lo cual se restableci a ste en su empleo el 25 de ese mes y ao, y se le

    dieron normas para la enseanza.

    El ao de 1797 form Luis Rueda el censo de la poblacin, del cual resultaron los siguientes

    habitantes: casados en la clase primera, 87; solteros en la misma, 82; casados en la clase pardos, 72;

    solteros en la misma, 80; total, 321. En 1801 el Alcalde del partido, don Pedro Seplveda hizo igual cosa

    con una cifra de 449 personas de resultado, entre los cuales figuraban como espaoles don Jos de Larrea y

    Llanos, casado con doa Juana de Herrera, y sus hijos Francisco, Antonio, Alejo, Felipe y Micaela y 15

    blancos nacidos en la tierra; mestizos casados haba 192; solteros, 216; y esclavos, 19. Es pertinente hacer

    saber que Alejo, cuando vena en direccin a esta tierra, contrajo matrimonio en Bebar, legalizndolo

    despus aqu, con doa Mercedes Caicedo. De este enlace sobreviven como descendientes los seores

    Francisco Antonio, Pedro Pablo, Anselmo y Nazario, hijos de don Salvador, un venerable patricio fallecido no

    ha mucho tiempo a edad avanzada, y una respetable y numerosa prole. En 1805, el censo levantado por el

    Juez Jos Mara Rueda, dio un total de 626 almas as: blancos, 30; mestizos, 356; mulatos, 213; y esclavos,

    27.

    Acerca de los fundadores de la poblacin, existen los siguientes datos: Jos Manuel Montoya, casado

    con Luisa Seplveda; Jos de Vargas, casado con Tomasa Montoya, hija de los anteriores de cuyo matrimonio

    fueron hijos los seores Francisco, Baltasar, Toms, Jos Mara y Mara Bruna Vargas, solteros en 1797.

    Jos Hermenegildo Montoya, hijo de Jos Manuel, fue casado con Manuela Urrego, y en 1797, tenan hijos

    solteros a Manuela y Petrona; en su testamento cita adems como hijos suyos a Julin, Francisco, Vicencio,

    Faustino, Valentn, Po, Antonio, Fermn, Mara Antonia, Mara Matas y Rudesindo. Luis Rueda fue casado con

    Juana Seplveda, y de all salieron como hijos Francisco y Lorenzo. Sebastin Montoya fue casado con

    Toribia Yarce, y tuvieron por hijos a Esteban, Roso, Abdn, Gumersindo, Saturnino, Hermenegildo, Paula y

    Elena. Salvador Vargas, casado con Mara de la Cruz Vargas, fue padre de Florentina. Saturnino y Eulalia,

  • Santos de Vargas, esposo de Mara Prez, fue padre de Casiano, Agustina y Luca, Jos Mara Rueda, casado

    con Mara Manuela Montoya, fue padre de Jos Lope y Mara Manuela. Jos Faustino Montoya, tuvo por

    esposa a Manuela Holgun, e hijos a Silverio, Nicols e Ins. Pedro Vallejos, casado con Mara Antonia

    Morales, no tuvo descendencia. Diego Jimnez, casado con Josefa Aguinaga, tuvo por hijos a Antonio,

    Nicols, Francisco, Angel, Mauricio, Mara y Vicenta. Nicols Varela, viudo, tena por hijos a Juan Francisco y

    Felipa. Cayetano Urrego, casado con Mara Antonia Vargas, tuvo por hijos a Facundo, Santiago, Manuel,

    Mara Ignacia y Mercedes. Hermgenes Fernndez casado con Anselma Vargas, fue hijo de don Solano

    Fernndez: ste fue casado con doa Francisca de Herrera, hija de don Jos de Herrera y doa Salvadora de

    Hoyos. Julin Flrez, casado con Saturnina Urrego. Don Jos de Larrea se radic aqu en 1801, y en 1807

    se establecieron, entre otros, don Francisco cano, casado con doa Josefa Arango, padres de Alejo, Mara de

    Jess, Simona, Francisca y Francisco, y Jos Giraldo, con su esposa Estefa Fernndez, padres de Isidro y

    Jos.

    Un pacto firmado en la ciudad de Antioquia el 6 de mayo de 1809 por los seores doctor Jos de

    Rublas, Jos Mara Hoyos, Jos Antonio de Larrea, Hermgenes Fernndez, Santos de Vargas, Jos Mara

    Aguirre, Esteban Montoya, Manuel Aguirre y sus cuados Santos Becerra y Gerardo Urn, Hermenegildo

    Montoya y Gabriel Layos, ste comprador de Rublas, dueos de dos leguas de terreno de las que pertenecan

    a los Guzmanes, design a don Jos Manuel Cossio para la liquidacin de la comunidad, exceptuando por

    supuesto, la porcin demarcada por el sitio. El 15 de junio de 1809 procedi el Juez arbitro a ejecutar lo

    acordado ante los agrimensores y testigos a la vez, Manuel Prez y Matas Moreno, principiando desde el ro

    Urrao, a la linde con el presbtero Mauricio de Lora y Jos Ignacio Martnez hasta la Quebradona.

    En 1808 hizo levantar otro censo el Virrey, y entonces resultaron como habitantes 582, libres; 18

    esclavos, 62 casas de paja y un templo cubierto del mismo techo.

    En el lapso corrido del principio del siglo al ao citado ltimamente fueron designados para el ejercicio

    de la Alcalda los siguientes ciudadanos, en el orden siguiente: 1801, Pedro y Manuel Seplveda y Mateo

    Cossio; 1802, Manuel Seplveda, Mateo Cossio y Gerardo Urn; 1803, Santos Vargas, Lorenzo Rueda y

    Raimundo Seplveda ; 1804, Raimundo Seplveda, Bonifacio Jimnez y Faustino Montoya; 1805, Jos M.

    Rueda, Bonifacio Jimnez y Jos M. Vargas; 1806, Jos Larrea, Francisco J. Cano y Jos Argote; 1807, Santos

    Vargas, Pedro Seplveda y Hermgenes Fernndez; 1808, Jos M. Vargas, Faustino Montoya y Salvador

  • Vargas; 1809, Jos Faustino Montoya, Hermgenes Fernndez y Lorenzo Rueda, y 1810, Raimundo

    Seplveda.

    Como la situacin poltica en ese ao era apremiante por los arrestos blicos de los patriotas a favor de

    la emancipacin, difundidos por el eximio repblico Antonio Nario con la publicacin de los Derechos del

    Hombre, que tuvieron su cuna en la revolucin francesa, que haba sepultado los ltimos baluartes de la

    monarqua, el Jefe Poltico, de la cabecera exigi de este partido un contingente de cinco hombres, pero se

    ignora si concurri con tal nmero de soldados. Entretanto lleg a conocimiento del Gobierno el hecho de

    que los transentes por el camino de Bebar derribaban los tambos, con perjuicio para los negociantes, y

    entonces el Gobernador Presidente, don Jos A. Gmez, orden castigar con tres das de arresto a quienes

    cometieran esa falta en lo adelante, y encarg para dar el aviso correspondiente a Luis Rueda, residente en

    el casero que a la sazn exista en el paraje de Ocaid, de alguna importancia, pero el aislamiento y los

    rigores del clima lo hicieron desaparecer.

    El 16 de noviembre de 1810 la Junta superior gubernativa, en atencin a que las quejas de los pueblos

    distantes llegaban tardamente, y sin vigor, en todas las nuevas poblaciones apartadas que necesitaban

    reedificarse, un Juez poblador, con jurisdiccin ordinaria, delegado de caminos, privativo de agricultura,

    promotor de industrias y educacin y circunscritas sus funciones a los lmites de la administracin espiritual o

    beneficio curado, sin perjuicio del nombramiento de pedneos, y para el nuevo sitio de Urrao eligi por

    trmino de dos aos, prorrogables por la Junta, a Pedro Arrublas, con la sola exigencia del papel y

    amanuense, en obsequio de la poblacin, por la alta consideracin de los objetos de la Provincia, y dispuso

    adems hacer saber esta determinacin de los cuatro Cabildos del Departamento. Firmaron, Francisco de

    Ayala, Juan Elas Lpez, Manuel A. Martnez, Luis de Villa, Jos Mara Montoya, Nicols Hoyos y Carlos Jos de

    Garro, Secretario.

    En 1812 fueron elegidos Hemgenes y Pedro Seplveda y Bonifacio Jimnez, en 1814, Julin Flrez,

    Bonifacio Jimnez y Bonifacio Bentez; en 1815, Benigno Rivera, Raimundo Seplveda y Antonio Jimnez; en

    1817, Gabriel de Layos; en 1818, Jos M. Vargas, Faustino Montoya y Raimundo Seplveda; en 1819, Gabriel

    de Layos, Lorenzo Rueda y Jos M. Vargas; en 1821, el mismo Rueda, Ignacio Fernndez y Julin Flrez; en

    1822, Antonio Rivera, Jos M. Vargas y Francisco Larrea; en 1823, Jos M. Vargas y Julin Flrez, y en 1824,

    Jos Mara Montoya y Juan A. Gmez.

  • En el ao1813 los donantes del suelo donde deban levantarse la, ocurrieron a don Jos Antonio

    Londoo, Regidor del ilustre Ayuntamiento, Alcalde Ordinario de primer voto, suplicndole ordenara retirar a

    los vecinos poseedores radicados, que hacan cercas y chambas dentro de la demarcacin del sitio y

    oposicin a lo convenido para lustre y aumento de la poblacin, y el solicitado resolvi de conformidad.

    Firmaron Hermgenes Hernndez, Gerardo Urn, Jos Serna, Francisco Seplveda, Jos Mara Vargas, Pedro

    J. Seplveda, Pedro Castro, Pedro Gmez, Zoilo Gmez, Toribio Arroyave, Fermn Montoya, Fernando Bentez,

    Manuel Seplveda, Francisco Montoya, Manuel Prez, Raimundo Seplveda, Francisco A. Larrea, Isidro Prez,

    Toms Vargas, Pedro San Martn, Francisco Jimnez y Jos M. Moreno, a ms de otros que lo hicieron por

    ruego de algunos peticionarios.

    En este mismo ao Santos de Vargas levant el censo que arroj una cifra de 664 habitantes, as:

    eclesistico, 1; hombres casados, 88; mujeres d, 88; varones solteros, 268; mujeres d, 219. En 1815 se

    repiti el empadronamiento, y ya el monto fue de 802 personas.

    El nunca bien lamentado Francisco Jos de Caldas, gloria de la ciencia y patriota eminente, sali de la

    ciudad capital en excursin cientfica, por el Cauca y el Ecuador, y cuando regresaba le escribi a su esposa

    doa Manuelita Barahona una carta fechada en Cartago el 4 de febrero de 1813, en la cual expresaba la

    esperanza de verse con su familia en Rionegro, le hace algunos encargos respecto a sus hijos, y le significa

    que a su regreso de Urrao arreglara con Vicenta un asunto que tena pendiente con ella. Las impresiones y

    observaciones del ilustre varn, si en realidad estuvo por ac, son desconocidas todava, no obstante que

    alguno de nuestros hombres nacionales hizo pblica la especie de que el eminente sabio, arrebatado en hora

    aciaga alevemente a la ciencia y a la patria, haba dicho en uno de sus escritos que aqu deba estar la capital

    de la Repblica.

    Como es bien sabido, los primeros esfuerzos de los hroes de la emancipacin se dirigieron a

    consolidar la nacionalidad, y por eso desde los comienzos de la rebelin establecieron la confederacin bajo

    el ttulo de Provincias Unidas de la Nueva Granada, y como en 1814 desempeaba el Poder Ejecutivo don

    Antonio Nario, poder que vino a quedar a fines del ao en manos de un triunvirato que se turnaba en el

    ejercicio de las funciones, cada cuatro meses, compuesto por Nario, Manuel Rodrguez Torices y Camilo

    Torres, el 6 de julio del citado ao apareci en decreto expedido por el Excelentsimo seor Presidente de la

    Repblica, en el cual despus de considerar que haba muchas colonias de nombres disonantes e ingratos,

    dictados quizs por la barbarie o conservados del rstico y primitivo idioma indgena, o puestos al capricho

  • de los primeros pobladores, sin eleccin ni discernimiento alguno, el Gobierno, deseoso de conservar las

    denominaciones de algunas aldeas y lugares de Grecia, que al mismo tiempo participan de la dulzura de

    aquella lengua culta, recordaban la memoria de unos lugares que fueron la escuela del gnero humano en

    todos los ramos de la civilizacin, y el teatro del patriotismo y del valor, dispuso que en lo sucesivo se

    llamara la colonia de Abejorral, Misenia; la de Bahos, Larisa; la de Guarne, Elida; la de Urrao, Olimpa; la de

    Canoas, Camppe; la de Titirib, Pylos, y la de Angostura, Amicla.

    Este mandato se orden publicar y enviar a los Cabildos por el Secretario Francisco A. Ulloa desde la

    sala electoral de Antioquia, que funcionaba en la ciudad de Rionegro. El ilustre gegrafo y gemetra Agustn

    Codazzi, a fuer de predecirle a esta tierra un magnfico centro comercial, por su situacin topogrfica y por

    hallarse en el camino sealado por la naturaleza parea salir al Atrato, afirma que este valle fue en poca

    remota un gran lago, cuyas aguas se levantaron 495 metros sobre el plano actual del pueblo, la que luego

    abrieron brecha por entre la roca para abrirse paso y precipitarse por otro lago ms pequeo. Tambin el

    valle de Tempe en Tesalia, entre el Olimpo griego y el Ossa, regado por el Selembra, fue un lago, y al corte

    de Likostomo, algo falto de luz, se le consider por los antiguos helenos y latinos, como el punto ms

    hermoso de la tierra. Esplendoroso traduce el Olimpo, y ste serva de corte a los dioses eternamente

    jvenes, bebedores de ambrosa y el valle descansa sobre cuarenta y dos colinas. De las cuales la ms alta

    tiene 2972 metros en la desembocadura del Peneo, y en uno y otro caso se encuentra similitud entre este

    valle y el primoroso de Grecia, de manera que la eleccin del mandatario en el cambio de nombre no estuvo

    desacertada.

    En el ao 1815 el Alcalde poblador Santos de Vargas solicit del Ordinario de Antioquia deslinde y

    posesin de los solares destinados a la fundacin, y como accedi a ello y design como partidor al seor

    don Jos Mara Barcenilla, ste se traslad a este lugar a desempear su cargo a principios de agosto del

    citado ao, y el 26 de ese mes, asociado a los testigos Jos Luis Vidal y Faustino Gonzlez, reuni los dueos

    de las tierras de esta comprensin y les dio posesin por los mismos linderos que al hacer la donacin

    haban fijado, pero como en le acto manifestara descontento Gabriel de Layos, por cuanto en el plan

    acordado se le haba perjudicado al incluir en l un cerrito inmediato al ro que tena cercado con chambas, el

    comisionado, en atencin a que esta colonia no haba dado hasta entonces motivo de queja, propuso como

    medida de conciliacin que Layos conservara el cerrito, a cambio del derecho que tena en el resto del lote

    de la poblacin, y as lo aceptaron los dems condueos, que eran los seores Pedro de San Martn, Pedro J.

    Seplveda, Faustino Montoya, Santos de Vargas, Raimundo Seplveda, Salvador Vargas, Manuel Seplveda,

  • Francisco Montoya, Francisco Vargas, Hermgenes Hernndez, Valentn Montoya, Gerardo Pudn, Manuel

    Aguirre, Jos M. Aguirre y Francisco A. Larrea.

    En el ao de 1816 el Alcalde poblador concedi a Mateo, Bonifacio, Dmaso y Narciso Jimnez y

    Germn Castro, cinco cuartos de legua de terreno, en nombre del Rey, en la confluencia del ro Encarnacin

    con el Penderisco, alindado por el Sur, con Fernando Bentez, en cuyo terreno ejercit su msculo y su hacha

    de colonizador el seor Manuel A. Madrid, y hoy es una empresa de respetables proporciones de caa de

    azcar que explotan los seores Nicanor y Ramn Madrid. A continuacin de este fundo quedaba la

    propiedad de don Sacramento Hoyos, padre del doctor Ramn de Hoyos, nacido aqu y bautizado el 31 de

    marzo de 1816.

    Conduce recordar que en este ao las fuerzas realistas haban alcanzado algunas ventajas sobre las

    republicanas, y que el Alcalde del partido, Hermgenes Fernndez, excitaba a los ciudadanos por medio de

    un manifiesto a jurar fidelidad al Rey, ordenaba celebrar misa en accin de gracias por semejante

    acontecimiento, mandaba iluminar las calles, y conceda cuatro das de regocijos pblicos, en tanto que la

    cuchilla del verdugo tronchaba para siempre la existencia meritoria del sabio Francisco Jos de Caldas.

    Por la Ley de 8 de octubre de 1821, expedida en la Villa del Rosario de Ccuta, sancionada por el

    libertador, se dividi el territorio de la Gran Colombia en los Departamentos de Orinoco, capital Cuman,

    Venezuela, capital Caracas; Zulia, capital Maracaibo; Boyac, capital Tunja; Cundinamarca, capital Bogot;

    compuesto de las provincias de Bogot, Antioquia, Mariquita y Neiva; Cauca, capital Popayn, y Magdalena,

    capital, Cartagena, con Intendentes como Jefes, Gobernadores en las provincias, dependientes de aqullos,

    Alcaldes Ordinarios en la cabecera de cada Cantn, y en las parroquias dependientes de los Cantones

    nombrados por el Cabildo de stos, dos Alcaldes Pedneos. En 1824 se reform este estatuto en el sentido

    de crear los departamentos de Apure, Panam, Ecuador, Azay y Guayaquil. Quedaron como Cantones de las

    Provincias de Antioquia, esta ciudad, Medelln, Rionegro, Marinilla, Santa Rosa de Osos, y Remedios, cabecera

    del Nordeste. Por ley de 18 de abril de 1826, fue designada la villa de Medelln como capital de la Provincia

    de Antioquia, pero lo que propiamente se llamaban Municipalidades existan nicamente en las cabeceras del

    Cantn. En las parroquias haba juntas de polica, compuestas de dos Alcaldes y un Sndico, y cuando la

    poblacin exceda de mil almas, se aumentaba con dos Comisarios parroquiales. El 17 de noviembre de

    1828 quedaron suspendidas todas las Municipalidades por el tiempo necesario para la reorganizacin y

  • examen de los arbitrios fiscales. Sguese de aqu que Urrao, desde la Conquista hasta la poca que nos

    ocupamos, perteneci indistintamente a Cartagena, Popayn, Cundinamarca y Medelln.

    No parece corriente hacer a un lado la circunstancia de que en el ao de 1823 fue restablecida la

    escuela costeada por los padres de familia, y que como Director fue nombrado don Miguel M. Cano.

    En 1826 se form censo de la poblacin, incluyendo el partido de Noque, el cual formaba parte de este

    Municipio, y el resultado fue el siguiente: hombres en Urrao 480; mujeres, 504; hombres en Noque, 20;

    mujeres, 32; esclavos, 4 hombres y 3 mujeres, todos los cuales formaba