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Impresiones a partir de la lectura de CIENCIA A PULMÓN. ETNOGRAFÍAS DE LABORATORIOS ARGENTINOS DE BIOTECNOLOGÍA, de Adriana Stagnaro Susana Margulies Este libro de Adriana Stagnaro constituye una contribución significativa al campo de la antropología de la ciencia y la tecnología en la Argentina, y seguramente será en el futuro una importante referencia en los debates intradisciplinares e interdisciplinares sobre ciencia y sociedad, mirados en este caso desde la lente particular de la investigación y producción biotecnológica. Es también una propuesta original de estudio etnográfico de las relaciones público-privado en la investigación y producción científica en el país tomando en cuenta la dinámica política, económica y social local a partir de la década de los noventa. Su aporte intradisciplinar consiste en problematizar y reevaluar las representaciones sobre ciencia y conocimiento científico, revisando la perspectiva tradicional de alteridad y poniendo en cuestión las fronteras entre ciencia-no ciencia, ciencia pura-ciencia aplicada y entre lo público y lo privado. Su aporte interdisciplinar ubicado en la intersección entre los estudios sociales de la ciencia y la técnica, las teorías de género y feministas y la sociología, resulta de la atención minuciosa y particularizada de aquello que la autora denomina “micro-prácticas sociales” y los factores cognitivos, sociales, económicos, culturales y políticos implicados. Lejos de una mera apreciación por procesos idiosincráticos referidos al punto de vista de los actores y a la materialidad de las prácticas y formas de organización, es en esa “micro-atención” donde puede verse operar en el locus etnográfico del laboratorio las “macro-prácticas político-sociales” y las transformaciones en la estructura social y económica del universo científico. En sus palabras “retratar los perfiles de carne y hueso del universo concreto (…) de la innovación científica actual en el país, ausentes en los abordajes macro analíticos económicos tenidos generalmente en cuenta a la hora del trazado de las políticas públicas en ciencia y tecnología” (página 260). Verificar en numeración final El escrito es resultado de una prolongada investigación etnográfica iniciada en 1993 y llevada a cabo hasta 2006 en tres centros de producción biotecnológica en nuestro país

Ciencia a pulmon

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Page 1: Ciencia a pulmon

Impresiones a partir de la lectura de CIENCIA A PULMÓN. ETNOGRAFÍAS DE LABORATORIOS ARGENTINOS DE BIOTECNOLOGÍA, de Adriana Stagnaro

Susana Margulies

Este libro de Adriana Stagnaro constituye una contribución significativa al campo de la

antropología de la ciencia y la tecnología en la Argentina, y seguramente será en el

futuro una importante referencia en los debates intradisciplinares e interdisciplinares

sobre ciencia y sociedad, mirados en este caso desde la lente particular de la

investigación y producción biotecnológica. Es también una propuesta original de estudio

etnográfico de las relaciones público-privado en la investigación y producción científica

en el país tomando en cuenta la dinámica política, económica y social local a partir de la

década de los noventa.

Su aporte intradisciplinar consiste en problematizar y reevaluar las representaciones sobre

ciencia y conocimiento científico, revisando la perspectiva tradicional de alteridad y

poniendo en cuestión las fronteras entre ciencia-no ciencia, ciencia pura-ciencia aplicada

y entre lo público y lo privado. Su aporte interdisciplinar ubicado en la intersección entre

los estudios sociales de la ciencia y la técnica, las teorías de género y feministas y la

sociología, resulta de la atención minuciosa y particularizada de aquello que la autora

denomina “micro-prácticas sociales” y los factores cognitivos, sociales, económicos,

culturales y políticos implicados. Lejos de una mera apreciación por procesos

idiosincráticos referidos al punto de vista de los actores y a la materialidad de las

prácticas y formas de organización, es en esa “micro-atención” donde puede verse

operar en el locus etnográfico del laboratorio las “macro-prácticas político-sociales” y las

transformaciones en la estructura social y económica del universo científico. En sus

palabras “retratar los perfiles de carne y hueso del universo concreto (…) de la

innovación científica actual en el país, ausentes en los abordajes macro analíticos

económicos tenidos generalmente en cuenta a la hora del trazado de las políticas

públicas en ciencia y tecnología” (página 260). Verificar en numeración final

El escrito es resultado de una prolongada investigación etnográfica iniciada en 1993 y

llevada a cabo hasta 2006 en tres centros de producción biotecnológica en nuestro país

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con distintas localizaciones geográficas cuya selección permite a la autora analizar el

avance de la mercantilización y, a la vez, los procesos de autonomía tomando una

institución privada de producción y aplicación científica de carácter empresarial e

instituciones académico-universitarias pública y mixta. En este marco, el avance del

estudio en correspondencia con la coordenada tiempo permite avizorar el devenir histórico

de las políticas científicas en nuestro país desde las lógicas privatistas de los años 90 a las

políticas científicas estatales a partir del año 2003.

 El trabajo contribuye con una consistente puesta a punto de la discusión teórica y

conceptual sabiamente orientada a esclarecer el corpus que hizo posible a la autora

iluminar y relacionar los problemas planteados. En un fértil diálogo entre las

contribuciones de Rabinow (1999, 2003) y Bourdieu (1977, 2003), el concepto de

ensamblado se articula a los de habitus y campo científico con el propósito de captar la

diversidad y complejidad de los centros de biotecnología considerados como

configuraciones cognitivas y de prácticas de investigación y producción y , en el mismo

movimiento, para dar cuenta de la dinámica sociopolítica de la actividad científica. La

elección metodológica del análisis de las trayectorias profesionales para caracterizar a la

multiplicidad y heterogeneidad de las prácticas y representaciones a través de las

categorías nativas, remite además a la posibilidad de estudiar las prácticas científicas y

tecnológicas en los términos de una “economía moral” (página 182) en la que se juegan

valoraciones éticas y modelos de credibilidad, confianza y reciprocidad.

El estilo y el tono del texto son los de una clara argumentación fundada en el material

empírico y la compleja reconstrucción de los dispositivos y el funcionamiento de los

lugares de producción de investigación científica y de tecnología basada en la ciencia. A la

vez se propone un interesante diálogo de recuperación y de distancia respecto de las

tradiciones intelectuales a través de las cuales las ciencias sociales y en particular la

antropología se acercaron a este campo y de las que el texto mismo es un producto.

Dentro de la estrategia de escritura, se incluye la táctica de las notas a pie distribuidas

abundantemente a lo largo del texto. Ellas constituyen en sí mismas un subtexto en el

curso del diálogo de autoridad con autores y definiciones.

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Tal vez el gran mérito del escrito sea la consistencia y el atractivo de la construcción

etnográfica de las complejas y variadas configuraciones de los laboratorios estudiados, las

voces y las historias diversas y también el modo en que Stagnaro logra trasmitir el cómo

de ese trabajo, el entrenamiento requerido, las dificultades, las penas y los logros. Para

ello le fue preciso penetrar y decodificar prácticas y discursos provenientes de otros

campos disciplinares, con el recurso simultáneo a la cercanía con los intereses de sus

entrevistados, y la distancia interpretativa garantizada por el análisis antropológico-social.

Así, abierta a las categorías nativas de autoridad, Stagnaro sortea el riesgo de que las

mismas impregnen el propio discurso crítico del antropólogo y sus categorías de análisis

El escrito muestra además el rol que puede jugar la “inmersión reflexiva” del

antropólogo en el campo en su potencialidad para impactar en las propias

interpretaciones de los actores abordados.

Stagnaro logra aprovechar el factor tiempo en lo prolongado de su trabajo de campo

para posibilitar una visión comparativa y procesual de los ensamblados en estudio. En su

etnografía multi-situada en tiempo y espacio, es posible reconocer un rasgo recurrente

señalado por Hannerz (2003: 207)1 referido a la selección gradual y acumulativa de los

sitios de estudio, en correspondencia con nuevos hallazgos y percepciones y en función de

las oportunidades y posibilidades que se generan en el curso mismo de los contactos

personales e institucionales. El mismo autor señala que gran parte de los estudios multi-

situados, por sus propias condiciones, dependen más fuertemente de la realización de

entrevistas que los estudios de sitio único. En este caso, a las entrevistas con personas a

través de diferentes sitios y la observación/participación sistemática se agregan lo que

Hannerz denomina “vinculaciones polimorfas” incluida la apelación a distintas estrategias

etnográficas (el trabajo de campo por teléfono y correos electrónicos, en almuerzos,

reuniones, jornadas, ateneos en distintos contextos institucionales, y el tratamiento de

fuentes diversas como periódicos, documentos de políticas públicas y también artículos y

otras publicaciones científicas) que requieren del investigador una capacidad de síntesis

distintiva (op.cit.: 212).

                                                            1 Ulf Hannerz. 2003. “Being there . . . and there . . . and there! Reflections on

multi-site ethnography”. En: Ethnography, 4(2): 201–216.  

 

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En el final, algo que decir sobre las condiciones mismas de producción de la

investigación antropológica en el marco del proceso de institucionalización de la

Antropología Social en la UBA,a partir de mediados de la década de 1980, en un ciclo

sobre cuya dinámica el propio estudio podría arrojar luz. A caballo entre la docencia, la

administración, entre obligaciones profesionales y domésticas, con las restricciones

financieras impuestas en particular a partir de los noventa y la apertura de nuevas

posibilidades a partir de mediados del 2000, este trabajo es el resultado de una

prolongada apuesta en la que se percibe la energía y la pasión de la antropóloga y la

potencialidad de su mirada e intervención.

Susana Margulies

Buenos Aires, 15 de abril de 2015

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Capítulo 4

Tercer momento etnográfico. Desplazamiento hacia un nuevo ensamblado experimental y seguimiento de la recombinación de sus

distintivas formas y elementos

El presente capítulo contiene la descrip-ción e interpreta-ción etnográfica de la investigación lle-vada a cabo en un instituto público de investigación situa-do en la provincia de Tucumán, du-rante dos estancias realizadas en los años 1999 y 2006.81 El lapso comprendido entre estas fechas abarca un período de la historia nacional pleno de acontecimientos críticos, tanto a nivel institucional como de profundas y agudas crisis manifiestas en lo social y en el ámbito de lo individual. Por ello entendemos que la revisita al campo concretada a pos-

81 El trabajo de campo tuvo una duración de 15 días consecutivos en dos etapas duran-te el año. El número total de entrevistas en profundidad realizadas es de 53, las que se complementan con los registros y datos surgidos de posteriores contactos por medio de correo electrónico o entrevistas y encuentros informales llevados a cabo en Buenos Aires.

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Capítulo 4 - Tercer momento etnográfico. Desplazamiento hacia un nuevo ensamblado experimental...

teriori de aquellos acontecimientos traumáticos conlleva la capacidad de otorgar un significado a los hechos y procesos ya anteriormente registra-dos, y la de analizarlos en relación a los nuevos.

La reflexión sobre la forma adoptada por el trabajo de campo condensa-do centralmente en aquellas dos estancias, exige tomar en cuenta las condi-ciones de realización del trabajo de investigación, sus efectos y sus límites. En tal sentido, el quiebre en la continuidad de la investigación debido a las condiciones del contexto contrasta con el canon disciplinario de la larga es-tancia y permanencia en el lugar aplicado en los emplazamientos de campo antes analizados.

La práctica etnográfica “multisituada” en los términos definidos por George Marcus como nuevo modo de trabajo de campo, surgido de las exigencias de las características del abanico de nuevos objetos de cono-cimiento de la antropología de la Modernidad, de la razón o del presente contemporáneo (Faubion y Marcus, 2009; Rabinow, 2008; Rabinow, Marcus, Faubion y Rees, 2008), se justifica en los casos estudiados en virtud de la complejidad y dinamismo de los ensamblados analizados y de sus caracte-rísticas distintivas.

En el caso abordado en el presente capítulo se torna igualmente per-tinente la pregunta/respuesta planteada en forma simbólica también por Marcus (2008) en el artículo titulado “How short can fieldwork be?”, punto de partida de nuestros cuestionamientos y reformulaciones en referencia a la variable tiempo.82 Concebir y comprender el trabajo de campo como un “proceso de diseño” (Marcus, 2008) que se extiende más allá de los lími-tes del caso, nos permitió hacer visible muchas prácticas de investigación

82 Marcus (2008), en este breve trabajo, retoma la idea de Faublion (2007), quien con-sidera al trabajo de campo clásico como un componente variable de un proceso más amplio de investigación, y a fin de mejor comprender a este último, lo conceptualiza como un “proceso de diseño” donde lo individual y lo colectivo en tanto agentes de pro-ducción del conocimiento están constantemente en juego. Este proceso se caracteriza como “abierto” e “incompleto” en la medida que conserva al trabajo de campo clásico como modalidad central, pero siempre dentro de un contexto más amplio donde sus puntos de partida y fin se desdibujan para dar lugar a otras operaciones y dispositivos de investigación, como lo son la colaboración en la realización de proyectos individuales y la incorporación más formal por parte de las diversas audiencias del proyecto en su desarrollo.

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llevadas a cabo en el período transcurrido entre la primera experiencia y la revisita, en especial las discusiones sobre los resultados con distintas au-diencias (académicas, profesionales, disciplinares, de prensa, divulgación y políticas) que tuvieron lugar en el interregno de mi “estar allí”. Por cierto, esto no implica que no defendamos una posición demandante de normas de desempeño de la investigación que revalúen positivamente el trabajo de campo de larga duración y cierta autonomía profesional respecto de los tiempos esperados de producción de los resultados y de las urgencias y necesidades de formas económicas que convierten inmediatamente el tiempo en dinero (Marcus, 2008; Rabinow, 2008; Bourdieu, 1990; Menén-dez, 2010).

Notas de campo

31-8-1999. Tucumán

9 hs. Estoy desayunando en el hotel con una joven colega, María, a quien había invitado para realizar el trabajo de campo conmigo. Ha-bíamos volado desde Buenos Aires a Tucumán el día anterior a que se produjera el accidente aéreo de Lapa en el Aeroparque capitalino, hoy a las 6.30 de la mañana. Estamos alteradas por la noticia y esperando al Dr. Maresca, quien había quedado en pasarnos a buscar para llevar-nos al instituto Microorgan. Su director, el Dr. Santiago Negrín, no está en Tucumán, sino en Montevideo, pero ha dejado instrucciones a su representante para que nos muestre el laboratorio y nos presente al grupo de científicos e investigadores. Había conocido al Director por intermedio de la secretaria académica de la maestría donde cursara materias para mi doctorado en temas de ciencia y tecnología. Ella me había presentado al Dr. Negrín en su casa en marzo de 1999 en Buenos Aires, conocedora de mis intereses de investigación y del contenido de mis informes de beca. Ante mi solicitud, Negrín no vaciló en invitarme a conocer su laboratorio, manifestando una actitud abierta y receptiva. La entrada al campo se perfilaba asombrosamente fácil. Sólo me pedía que expusiera ante los miembros del instituto los objetivos de la inves-tigación, a lo que por supuesto accedí gustosa.

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Capítulo 4 - Tercer momento etnográfico. Desplazamiento hacia un nuevo ensamblado experimental...

Una vez en el laboratorio, Maresca nos invita a recorrerlo en sus tres plantas. Encuentro al laboratorio de planta baja grande y algo vetusto. Es el lugar donde se hace el scaling up en fermentadores de 100.000 litros. Además hay otros equipos: un spray descompuesto, centrifugadoras, una máquina enorme comprada a Estados Unidos que nunca funcio-nó. Dispone de una planta de destilación para la producción de alcohol. Afuera, mientras nos muestra orgulloso un tubo alto de aluminio –único en América Latina–, explica informalmente la necesidad que tienen de hacer ciencia pura para subsistir en la comunidad académica. Manifiesta lo difícil de la transferencia de la ciencia aplicada a la industria por falta de demanda de esta última y su frustración de no haber logrado nunca articular un desarrollo científico con la industria.

A las 10.30 nos vienen a buscar para ir al anfiteatro, donde se encuentran unos veinte investigadores escuchando la disertación de Elizabeth, una investigadora del laboratorio, sobre el tema de polisacáridos. Cuando finaliza, Maresca me presenta ante el público. Bajo al escenario, donde hay una mesa, pizarrones, un proyector de transparencias, un puntero y piso alfombrado. De cara al auditorio, comienzo a explicar los objetivos de mi proyecto y de cómo llegan los antropólogos a estudiar la ciencia en tanto producto central de las sociedades complejas. Un señor canoso interviene y pregunta qué diferencia hay entre un sociólogo y un antro-pólogo. Responde María desarrollando el argumento de la especificidad del conocimiento antropológico por su análisis microsocial y desde den-tro de los universos sociales. Pero el investigador remite al rol del antro-pólogo físico: ¿Qué diferencia hay entre póngidos y homínidos?... Pienso, nos quiere encasillar ya no en Malinowski, sino en Broca. No importa, lo más relevante es el tiempo y espacio real y simbólico que nos han dis-pensado, la posibilidad de expresar nuestros intereses de investigación a todos los integrantes del laboratorio y el estatus relativamente legiti-mado concedido a nuestra tarea y estadía. No deja de ser una “entrada triunfal” al campo, situación que permeará e impondrá significados al modo de comunicación entablado con los interlocutores.

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Microrgan. Tucumán. Génesis y enslamblado: nacido como cyborg 83

El Instituto Microorgan desde su momento fun-dacional se presenta como un instituto de inves-tigación y desarrollo estrechamente vinculado a la industria.84 Su diseño original como Planta Piloto, que incluye laboratorios con amplios es-pacios para albergar el equipamiento necesario, está íntimamente relacionado con una “cultura de producción” a gran escala de microorganis-mos en procesos industriales, aprovechables en diversas áreas de la sociedad y del medio am-biente. Posteriormente se incorpora el área de “Biotecnología”, cuyo principal objetivo es “con-vertir resultados científicos en desarrollos bio-tecnológicos”, a fin de tener un rol activo en el desarrollo de los resultados provenientes de la investigación “significativa”, en la vinculación con el sector industrial y en la capacidad de competir en el campo internacional.

Las distintas líneas de investigación y áreas disciplinares en concomitancia se describen en la siguiente nómina:• Enzimasnativasyrecombinantes

83 Utilizamos el término como metáfora (Haraway, 1991) para denotar la simultaneidad de intereses propiamente científicos e industriales presentes en el acto fundacional del instituto.

84 Se crea en junio de 1978, en el marco de un convenio suscripto entre el conicet y la fecic (Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura) para ejercer sus funciones en la ciudad de San Miguel de Tucumán, con el objeto de establecer estrechas relaciones con las industrias locales a través de la aplicación industrial de productos y procesos de bio-fermentación, teniendo en miras la producción industrial de caña de azúcar en la región, y previendo la autofinanciación del instituto por medio de la venta de esos desarrollos (Vaccarezza y Zabala, 2002).

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• Biomoléculasymetabolitosdeinterésindustrial• Biotecnologíaambientalybioremediación• Estudiodelabiodiversidadenecosistemasdeimportanciapatrimonial

y ambientes extremos• Controlbiológicodeplagas.Insecticidasmicrobianos• Identificaciónmoleculardepersonas• Formaciónderecursoshumanos

Dichas líneas de investigación suponen la realización de tareas específi-cas que ponen en juego capacidades cognitivas, como las de aislamiento y selección de organismos productivos, prospección, fisiología, genética y ca-racterización de la actividad biológica en relación a su estructura y función. Asimismo, implican el conocimiento de la bioingeniería de los procesos de producción y escalamiento, recuperación, bioingeniería de procesos y bio-transformación por un lado, y de la biotecnología convencional y moderna por el otro.

Los portadores de estos saberes son seleccionados con criterios acadé-micos de excelencia y son formados dentro del laboratorio por los investi-gadores principales, que también desarrollan actividad como docentes en materias de grado y posgrado en la Universidad Nacional de Tucumán, y de dirección y orientación de numerosos becarios en la realización de sus tesis de grado y posgrado, teniendo el plantel del instituto una producción académica de al menos 350 artículos publicados en revistas científicas pres-tigiosas en las áreas de microbiología y biotecnología.

Microorgan, en su producción en gran escala de procesos biotecnoló-gicos, ofrece tanto la realización de aquellos que impliquen la elaboración de productos (incluidos los microorganismos en sí mismos o los productos de su actividad metabólica como alcoholes, enzimas, biopolímeros, ácidos orgánicos y otros) como el desarrollo y escalamiento de procesos (fermen-taciones de gran volumen) que producen un alto valor agregado debido a la optimización de las formas productivas. Además, sus equipos técnicos altamente capacitados resultan facultados para evaluar con criterios cientí-ficos y tecnológicos las posibilidades de la puesta a punto de procesos para obtener productos biotecnológicos, su factibilidad y optimización.

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Por otra parte, el laboratorio muestra una expandida experiencia en la vinculación con instituciones públicas y empresas nacionales e internacio-nales de relevancia, a través de la prestación de servicios y de la transferen-cia de desarrollos efectuados. Dichas empresas pertenecen al sector petro-químico, agroquímico, farmacéutico, papel y petróleo.85

En el año 2006, fecha de nuestro último trabajo de campo, la cantidad to-tal de personas que pertenecían al instituto ascendía a alrededor de seten-ta, entre investigadores, becarios, personal de apoyo o técnicos, pasantes y administrativos. Los investigadores y becarios se distribuían entre siete gru-pos de investigación distinguidos según las áreas disciplinares específicas y las líneas de investigación impulsadas. Los investigadores con filiación en el conicet ascendían al número de dieciocho, que más los dos pertenecientes a la universidad y otros dos sin ninguna de esas pertenencias, alcanzaban al número total de veintidós. Los becarios eran veintiocho en total, de los cuales veintidós eran por becas otorgadas por el conicet, tres por la univer-sidad y tres por otras instituciones. El personal técnico de apoyo sumaba el número total de veintitrés personas. Había cinco pasantes y una persona como personal administrativo.

En virtud de la forma de organización institucional conformada en el tiempo por su director, teniendo en cuenta las características de las dife-rentes prácticas de producción, la académica o de conocimientos por un lado, y la industrial y comercial por el otro, los grupos de investigación y técnicos ocupaban espacios de trabajo diferentes. Los laboratorios de investigación y la planta de producción se hallaban ubicados en distintos niveles, de los tres que posee el edificio que alberga al Instituto. Éste se halla radicado en un amplio predio sito a aproximadamente unas veinte cuadras del centro histórico de la ciudad de San Miguel del Tucumán, en un barrio residencial.

85 Datos provenientes de la documentación provista por el instituto, del cD de presen-tación y folletos impresos de divulgación de sus áreas de conocimiento, aplicación y transferencia.

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El Director

Los comienzos de una trayectoria

Como químico egresado de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universi-dad de Buenos Aires, en el año 1965, el doctor Santiago Negrín86 comienza a investigar en microbiología con un destacado investigador especialista en esa disciplina, portador este último de una significativa formación aca-démica e integrante del primer núcleo de científicos que trabajaron desde 1946 junto al doctor Luis Federico Leloir en el Instituto de Biología y Medici-na Experimental de Palermo. Esta primera experiencia durará poco tiempo, hasta 1966, cuando renuncia a su cargo junto con muchos otros docentes e investigadores, debido al golpe cívico-militar encabezado por el Gene-ral Onganía.87 Luego, el doctor Negrín se desempeñará en la Universidad de Córdoba, y finalmente llegará a la Universidad de Tucumán a trabajar con un especialista en química biológica. En 1973 obtiene su doctorado en la Universidad de Buenos Aires. En el período 1974-1976 realiza estudios posdoctorales en Inglaterra y estancias de trabajo en Estados Unidos. Su formación en el exterior abarca el período de tiempo de tres años, desde 1974 hasta 1977, cuando regresa a la Argentina, reintegrándose a la Univer-sidad de Tucumán. En ese momento le recomiendan tomar contacto con el ingeniero que dirigía el flamante instituto Microorgan, creado en 1978. El instituto necesitaba incorporar gente y Santiago Negrín poseía sobradas facultades y capital de conocimientos para afrontar los problemas a resol-ver, tales como los planteados por los efluentes de las destilerías de caña de azúcar y su tratamiento. Y es así como se produce por medio de su inserción, la introducción de una dirección particular de la fisiología de microorganis-mos en uno de los laboratorios industriales del Instituto Microorgan.

En esa época proliferaban las plantas piloto de ingeniería química y el proyecto y diseño original del laboratorio fue de ese estilo, junto con otras

86 Recordemos que los nombres de los actores y las designaciones de instituciones don-de éstos se hayan desempeñado principalmente son ficticios.

87 Golpe de Estado cívico-militar de 1966 encabezado por el General Onganía, que de-rrocó al presidente constitucional Dr. Arturo Illia.

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dos creadas en Bahía Blanca y en Santa Fe. Las tres se caracterizaban por tener el atributo especial de conformarse como cyborgs, es decir, arenas de coexistencia de una lógica ingenieril y científica, o sea de producción para el exterior del laboratorio, con miras hacia las empresas industriales por un lado, y de producción interna de publicaciones por el otro.

En una de las entrevistas, Negrín va a resaltar que a pesar de que “éste parece que no, pero es un instituto de ingeniería” y que justamente es el área de la ingeniería química el que facilita la heterogeneidad y la posibilidad del juego contemporáneo de las dos lógicas. En relación a su posición particu-lar, reclama su conveniencia reflexionando de la siguiente forma:

Yo salgo del área biológica pura, fuerte, de química biológica y esa tradición no es ingenieril, los institutos de química biológica en general no funcionan de esa manera . La cierta ventaja que yo tengo es que vengo con varias ca-ras, o sea, salgo del grupo fundacional de la bioquímica en la Argentina con Leloir, Caputto, Trucco, pero con una derivación hacia una parte ingenieril que fue especial .

Con su incorporación se introduce al laboratorio –hasta entonces espa-cio de conocimientos bioquímicos clásicos– un proyecto propio e ideas es-pecíficas basadas en el desarrollo de la fisiología microbiana, que “era lo que había aprendido a hacer” con alcances amplios de aplicación, por ejemplo en el tratamiento de efluentes, consecuencia de la contaminación produci-da por la destilación en la actividad transformadora de la caña de azúcar en producto industrial.88 En consecuencia, la adaptación de su diseño de inves-tigación a los objetivos iniciales del laboratorio se produjo sin problemas, y tuvo la característica de ser una derivación particular de un núcleo central de conocimientos y prácticas sobre la fisiología de microorganismos, que no sufrió merma alguna en su desarrollo en el instituto, siendo uno de los saberes que más originalidad y dinamismo le imprimió.

88 Tratamiento de anaeróbicos de vinazas como solución posible al problema planteado por la contaminación como resultado de los residuos de la destilación de alcohol (Sán-chez-Riera F., P. Cordoba y S. Negrín (1985),,“Use of the uasb Reactor for the Anaerobic-treatment of Stillage from Sugar Cane Molasses”, en Biotechnology and Bioengineering, Nº 27, pp. 1710-1716).

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Piloto de reactores perdidos

En esta etapa inicial, uno de los hechos89 tecnocientíficos más destacados es la construcción de un reactor-digestor de desechos, sobre la base del concepto de un investigador de una universidad holandesa, que más tarde visitará el instituto. El reactor privilegia los tratamientos anaeróbicos de fer-mentación cuyos productos son entre otros, el biogás.90 El proyecto fue di-señado sobre la base de los requerimientos locales y a los niveles específicos de contaminación producidos por la destilería en cuyo predio se instalaría el reactor. Obtuvo el financiamiento estatal traducido en la suma de 70.000 dólares provista por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación para su instrumentación, y alcanzó el éxito tecnológico en el desarrollo y apli-cación local de una tecnología avanzada, lo que redundó en beneficio del reconocimiento del instituto como centro innovador. A pesar de la supera-ción tecnológica y de las capacidades demostradas en la estabilización del artefacto (Bijker, Hughes y Pinch, [1987] 1997), la empresa del sector priva-do donde había sido instalado se manifestó en quiebra, por lo que el reactor quedaría retenido en su destilería durante la dilatada duración del proceso judicial, sin que el instituto pudiera conseguir su restitución, no obstante los reclamos interpuestos ante el administrador judicial de la quiebra.

No se oyeron tampoco otras demandas de su saber y hacer tecnológico por parte del sector industrial para aplicarlo a las áreas de incumbencia, “los ingenios nunca aceptaron como propia la obligación de tratar sus efluentes”, silencio que en parte es atribuido al vacío legal y de regulación y contralor de obligaciones ambientales.

89 Adoptamos aquí el significado de “hecho científico” de Latour y Woolgar ([1979] 1988: 91) como el resultado de un proceso tanto técnico como social, estabilizado en el tiem-po y libre de sus circunstancias de producción.

90 En los procedimientos tradicionales como la utilización de tanques en agitación, la veloci-dad de crecimiento de los microorganismos determina la de tratamiento, por lo cual esta úl-tima se lentifica. El sistema denominado uasb permite desligar la velocidad en el tratamiento de la velocidad de crecimiento de la microflora –muy lenta– responsable de “deglutir” los desechos, mediante la combinación de dos soluciones, la inmovilización o el reciclado: se recicla biomasa inmovilizada en gránulos sin necesidad de ningún soporte adicional. Según los conceptos vertidos por el Dr.Negrín en un seminario-taller realizado en el año 2009.

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Tal situación coyuntural quiso ser modificada en un sentido positivo por parte del director e integrantes del laboratorio al implementar una estrate-gia de demandas activas de políticas de Estado para obtener una legisla-ción que impusiera la obligación del control de efluentes industriales.

La frustrada experiencia acarreó consigo el desmantelamiento del proyec-to que agonizó por varios años –hasta una reciente revitalización– y la disolu-ción del grupo de trabajo comprometido en su desarrollo, con el consecuen-te detrimento del capital tecnológico adquirido. En su faz positiva, resalta la capitalización de conocimientos y prácticas a través del trabajo continuo de investigación y la producción de tesis hasta cinco años posteriores al evento.

La reflexión del doctor Negrín acerca de la referida experiencia remarca la pertinencia y eficacia del proyecto en una zona de alta concentración de re-siduos, como lo es la industria azucarera tucumana. Negrín resalta las capaci-dades del instituto de llevar a cabo un proyecto, que si bien no era estricta-mente original, “sí constituía un desarrollo de punta”, por cuanto estaba basado en concepciones tecnológicas de muy reciente publicación internacional. Aun cuando consistía en un trabajo de réplica, agregaba la puesta en marcha de un amplio abanico de capacidades existentes. En su mirada crítica puertas adentro del instituto, se recrimina por su relativa incapacidad de ofertar y vender su tec-nología por medio de agentes especializados, vislumbrando un futuro escena-rio de expansión en la venta de tecnología propia e independencia del exterior. Puertas afuera, los cargos recaen en la industria azucarera, atravesada por la corrupción. Su actual propuesta de desarrollar investigaciones con base en “el complejo azucarero-alcoholero como productor integrado de alimentos, energía y productos químicos” a fin de que “no nos encontremos otra vez con 30 años de atraso en su implementación”, restituye de algún modo la importancia y poten-cialidad de aquel primer desafío, en el reconocimiento de un perfil reclinado en la investigación aplicada y en los desarrollos tecnológicos.

Mariposas de Pekín

La biocomplejidad fue otra línea de pesquisa que se fue consolidando con el paso del tiempo, y el doctor Negrín estuvo a cargo de su proyección, di-seño y dirección. En nuestro trabajo de campo del año 1999, Negrín nos

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explicaba –exultante– en una de las primeras entrevistas, en qué consistía el nuevo proyecto de investigación en ciernes:

Consiste en una mirada multidisciplinaria, donde convergen distintas dis-ciplinas como la biología molecular, la computación, la fisicoquímica, las ciencias de la atmósfera y hasta la antropología, todas relacionadas bajo un enfoque sistémico –la cadena de interacciones entre los seres vivos simbolizada por la metáfora del aleteo de la mariposa de Pekín–, con el objetivo fundamental de buscar indicadores de cambio y trastornos del medio ambiente . Como los microorganismos son los seres más adapta-bles, también poseen la característica de ser los primeros en reaccionar a cualquier cambio ambiental . Por ello su estudio y el de las conexiones con los sistemas físicos, químicos y culturales, desde distintas y variadas disciplinas, constituye una nueva herramienta integradora con la cual se puede llegar a indicar qué está ocurriendo con la capa de ozono, con el calentamiento global, la contaminación con petróleo y muchos otros fe-nómenos nuevos.

Su estrecha relación con la presidenta de la National Science Founda-tion y el posicionamiento de su instituto como miembro activo de una red internacional de laboratorios de microbiología formalizada por medio de la unesco,91 le abrieron las puertas al conocimiento de la existencia de un macroproyecto y a la posibilidad de cooperar en él con un proyecto local. Con ese objetivo comenzó a tomar contacto con laboratorios argen-tinos de distintas áreas o disciplinas para considerar la posibilidad de or-ganizar un diseño de investigación sobre el tema de la biodiversidad de la costa marítima argentina. A tal fin, convocó asimismo a la dependencia de la Marina, Hidrografía Naval, para acceder a las mediciones precisas de las que disponía, atento el prestigio de sus investigaciones. La Mari-na demuestra interés en trabajar con el laboratorio en un marco de real interdisciplinariedad, no sólo participando por contrato de sus servicios. Expresa Negrín que “lo importante era buscar una meta común, la zanaho-ria adecuada que bien podría ser la cooperación internacional”. El proyecto que proponía un trabajo de indagación de primer nivel a siete años fue

91 A lo que se agrega la membresía del director a la Academia Americana de Microbio-logía.

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preparado y presentado ante la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica para su financiamiento estimado en 4 o 5 millones de pesos (alrededor de 1.500.000 dólares en su época) en el marco de subsidios de interés estratégico.

En lo que respecta al laboratorio Microorgan, la tarea propuesta con-sistía en el estudio del tipo de relaciones establecidas entre los microorga-nismos y la fauna marina más compleja. Con eje en el análisis de la diversi-dad microbiana, el plan exhibía varias facetas vinculadas a intereses tanto cognitivos como sociales y sus correspondientes tipos de estrategias para lograr los objetivos estipulados. Todo ello en un marco de interrogaciones y curiosidades propias de la búsqueda científica y de los desafíos de su arti-culación con el medio social del laboratorio.

Entre los intereses cognitivos se hallaban la tarea científica de determi-nar el contenido y alcance del concepto de biodiversidad y de la prescrip-ción del uso de la biotecnología en el campo microbiano. Implicaban el des-pliegue de varias orientaciones en investigación básica que procuraban el progreso y consolidación de las habilidades y aptitudes de ciertos grupos dentro del laboratorio en algunas especialidades como la “captura de genes en la naturaleza” y su posterior estudio, cultivo y producción a través de la biotecnología, dado su gran interés comercial. Estos intereses se entrelaza-ban estrechamente con los sociales, entre los que se encontraban demos-trar la existencia dentro del laboratorio de grupos que venían desarrollando líneas de investigación muy innovativas y formando recursos con las aptitu-des necesarias para intervenir en el macroproyecto de forma eficaz. Y más allá del laboratorio, vigorizar y afianzar a los equipos de investigación con-sagrados a la microbiología general, al momento tenida como área que no concitaba mayor interés, y operar el traslado de recursos humanos hacia las nuevas tecnologías derivadas de la biología molecular. Más ampliamente, se pretendía formar recursos en el país con destrezas y talentos suficientes como para hacer frente a los nuevos campos abiertos por la industria bio-tecnológica.

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Cazadores de microbios 92

En el año 2006, antes de ingresar al instituto Microorgan para continuar nuestra investigación, observamos que en el gran cartel exterior de presen-tación, ubicado en la esquina más destacada del predio en el cual se ubica, se había agregado la palabra “Biotecnología” a las ya existentes “Microor-gan” y “conicet”. En el momento de la entrevista al Director, preguntamos el porqué de este agregado, que nos había llamado la atención.

Antropóloga— Acabo de ver ahí afuera el cartel que dice MICROORGAN-Biotecnología.

Director— Esto es biotecnología industrial, ahora se llama así, si uno no le pone biotecnología industrial quedó en la época de Pasteur, pero es exacta-mente lo mismo .

A.— Ah… ¿Es lo mismo?

D.— Porque lo que se ha hecho es incorporar una serie de armas de la ingeniería genética a lo que sigue siendo la parte industrial, o sea es un poco (risas) ponerle el nombre políticamente correcto más que otra cosa . Porque cuando nace la biotecnología moderna, año 1985, 1986, el ADn recombinante y todo eso, se va al otro lado, a biotecnología sin ingeniería genética . Y en realidad no, biotecnología sigue siendo lo mismo, por la definición misma –el uso de elemento biológicos o parte de ellos para la producción de bienes y servicios– y es una tecnología, por eso es bienes o servicios . Tiene que haber un producto . Entonces ahora el péndulo que se había ido para un lado, está más bien más cerca del centro . Aunque por una cuestión de marketing, yo metí la palabra biotecnología . Pero el instituto no cambió de nombre se sigue llamando Microorgan . Pero era un poco para que se visibilizara . . .

A.— …la incorporación de las nuevas tecnologías.

D.— Y a ésas ya toda la gente joven sabe usarlas, nacieron con eso, las tie-nen incorporadas .

92 Subtítulo tomado del título homónimo del libro del Dr. Paul de Kruif (1938), Claridad, Buenos Aires. Texto que ennobleció mis lecturas adolescentes y fue puesto en mis ma-nos por el Dr. Juan David Stagnaro, mi padre.

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A.— Incluso hay una carrera de biotecnología de donde vienen algunos becarios, ¿no?

D.— Sí, y damos parte del curso . Los que estamos en fisiología microbiana estamos con el problema –y es un problema general en el mundo– de que hay muy poca gente que se dedica a lo que es la fisiología microbiana, que es el fuerte personal . Pero que uno se da cuenta en las reuniones internacio-nales que hay poca gente que lo esté haciendo, y por eso tenemos la deman-da que tenemos . Podríamos tener demanda internacional mucho mayor si tuviéramos el equipamiento adecuado.

El doctor Negrín tiene muy en claro cuál es el lugar donde se conjugan la especificidad y legitimidad de los saberes y prácticas del instituto que dirige ya hace más de veinte años, y el poder de subsistencia y de reproducción social: fisiología microbiana y la producción industrial por fermentación a gran escala. Desde el ángulo de los saberes, ha podido arribar a esta repre-sentación de su posicionamiento en el campo científico tanto por compa-ración con la comunidad internacional –que no ha dejado de recomendarle que no saliera del área de la fermentación–, como por el contraste opera-do entre las dos principales orientaciones activas en el laboratorio, la de la fisiología microbiana tradicional y la biotecnología microbiana. Si bien ha alentado constantemente la formación de grupos y recursos en la perspec-tiva de la biología molecular y biotecnológica, enviando desde épocas muy tempranas becarios al exterior para incorporar los nuevos procedimientos, Negrín ha descubierto el medio de cultivo óptimo de su diversificado insti-tuto en la laguna microbiológica. Por ello, exalta a esta última especie de capital científico –teórico y experimental– adquirido con el paso del tiem-po, en relativo desequilibrio respecto del otro biotecnológico, cuyas técni-cas aplicadas aparecen en su consideración como caminos instrumentales y secundarios (Vaccareza y Zabala, 2002: 125). Estas técnicas encuentran, por su parte, límites y falencias al momento de conocer en profundidad las características fisiológicas de los microorganismos involucrados. Desde esta perspectiva, se comprende entonces la evaluación negativa respecto de la nueva carrera de Biotecnología abierta en la Universidad Nacional de Tucu-mán en 1999. En ese año, durante una conversación informal sostenida con algunos investigadores y becarios del instituto mientras tomábamos café

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en un corte de actividades, Negrín comentó que no le gustaban las carreras de biotecnología “porque venden una quimera, no les sirven para nada a quie-nes las cursan”. Según él, eran sólo “técnicas recombinantes” que ponían en desventaja a los graduados, pues al momento de tomar una persona van a elegir a un doctor que “haya hecho algo”. Llega al extremo de evaluar como mejor posicionados a los investigadores en biología sistemática tradicional, que era la que se impartía en la universidad local, ya que, a diferencia de los biólogos moleculares de Buenos Aires, “pueden distinguir una cucaracha de una vaca sin hacerle el ADn”.

Negrín no niega la abrumadora expansión de los nuevos saberes y prác-ticas surgidos de la biología molecular, “yo voy a los congresos y reuniones internacionales y me desespero por la velocidad de los avances, en especial de las diferentes tecnologías, y por la imposibilidad de seguirlos en nuestro labora-torio”. Sin embargo, predomina en el director la jerarquización de su habitus productivo,93 porque allí radica su competencia y la posibilidad de competir y sobrevivir. Como hemos visto, en 2006 se impone agregar a la presenta-ción del laboratorio la palabra “biotecnología”, más que por una razón de “marketing”, como él explica, entendemos que por una lógica académica propensa a exigir la demostración de la legitimidad de sus operaciones por medio de la inclusión disciplinar de avanzada en una más antigua tradición de cuerpo. En virtud de su habitus científico no desconocerá el momento

93 Denominación que damos a una especie de habitus científico, caracterizado por la dis-posición hacia lo empresarial o industrial desenvuelto en la esfera pública por científicos comprometidos con la ciencia cuyos resultados se dirigen a la industria. Sus miradas se orientan hacia la producción y sus esquemas de pensamiento poseen un bias de tipo ingenieril. La investigación básica se realiza sobre temas que se seleccionan con antici-pación en virtud de la facultad de producir saberes y su transformación tecnológica en productos con potencial para ser utilizados en el sector productivo. Este tipo de habitus que llamamos productivo, para evitar la etiqueta nativa de ciencia aplicada, se diferencia del propiamente empresarial por estar los agentes posicionados en el campo científico público, y asimismo del universitario, por estar los actores separados institucionalmente de la universidad en un espacio de trabajo donde se valoriza la investigación y experi-mentación por sobre la docencia. No obstante la pertenencia o posición separada, mu-chas veces estos distintos tipos de habitus entran en competencia cuando se expresan en una misma arena social y toman resoluciones por intereses antagónicos adoptados por los actores conciente o inconcientemente, en la búsqueda de conservar o modificar un tipo especial de capital que asegure la producción específica y la reproducción social.

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crítico de la potencia transformativa de la biología molecular y aceptará to-dos los esfuerzos por renovar y actualizar las líneas de investigación de ese tipo ya existentes en el laboratorio: “biología molecular e ingeniería genética tienen que estar presentes para el análisis e intervención genética del organis-mo”. Pero en el instante de decidir su posicionamiento y el consiguiente estado de las relaciones de fuerza entre los divergentes criterios, prevalece-rá el habitus productivo, que ha asentado su nicho específico en una de las subdisciplinas en juego –fisiología microbiana– y en sus marcos teóricos y prácticas inherentes.

Equipamiento

En octubre de 2006, el doctor Negrín introdujo en una de las entrevistas el tema crítico de la obsolescencia del equipamiento existente en el labora-torio, que ya poseía en ese momento más de veinte años de antigüedad. Dicho equipamiento estaba en actividad, produciendo a gran escala para laboratorios e industrias del ámbito nacional, pero justamente su vetustez e imposibilidad de contralor de calidad, impedían la producción y venta a nivel internacional, desde donde había una demanda real.

La especificidad de la temática disciplinaria y el reducido número de es-pecialistas existentes en ella, junto con la originalidad tecnológica de estar conformados como planta piloto de fermentaciones a gran escala, habilita-ban aumentar la demanda internacional ya afirmada, con la condición de poseer el equipamiento adecuado. Para obtenerlo “habría que invertir en la planta medio millón de dólares”, suma que si bien no era desatinada, se hacía muy difícil de conseguir. Negrín vivía esta situación como un círculo vicioso. Atento a la nueva línea de medicamentos que salen del ADn recombinante (por ejemplo, las proteínas de índole terapéutica que necesitan de ensayos clínicos e implican disponer de un volumen que excede a los producidos en el laboratorio de investigación), la capacidad instalada en el instituto Microorgan para producir en gran escala y el reconocimiento de “saber ha-cerlo bien” lo posiciona en un lugar de suficiente idoneidad y pericia. Esta competencia se traduce en la posibilidad de cobrar altos precios y obte-ner ingentes ingresos por esos servicios, lo que constituye “una ventana al

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mundo”, pero siempre condicionada por la tecnología moderna a adquirirse también “en el mundo”. Otro aspecto limitante reside en la asignación de fondos públicos por parte de los organismos correspondientes para hacer frente a la renovación tecnológica requerida, la que debe ser realizada pe-rentoriamente: “dentro de los dos años, si no vamos a quedar fuera de carrera, esto ya fue”.

Antropóloga— ¿En cuanto al equipamiento, tienen la posibilidad de cambiarlo?

Director— Sí, ya mismo . Tenemos la capacidad de hacerlo, tenemos los contactos, tenemos que ir simplemente y comprarlos.

A.— ¿Y los recursos, cómo se logran? ¿Es sólo a través del conicet o puede haber otros tipos de recursos?

D.— Sí, podría haber otro tipo de recursos de distinto origen que los públi-cos, pero no son fáciles . Estamos pensando –a lo mejor yo no lo sé hacer–, que con las propias ganancias que estamos teniendo podríamos comprar el equipamiento, porque ni siquiera puedo conseguir del conicet que me ga-ranticen la compra, que sean un colateral . O sea, las empresas afuera me co-nocen de sobra como para mandarme el equipamiento diciendo que voy a pagar en cuotas . Porque además eso, si yo lo instalo, mi nivel de producción aumenta de tal manera que lo voy a pagar mucho más rápido . Pero alguien tiene que hacerse cargo de la firma final .

A.— ¿Un garante del Estado Nacional, por ejemplo?

D.— Un garante, parece mentira pero no puedo conseguir un garante.

A.— ¿Y el Estado, no lo es?

D.— El Estado no puede ser garante de sí mismo, entonces debería ser un banco, pero un banco no puede ser . Entonces con la propia situación, que yo estoy en el directorio del conicet y que estoy aquí y allá, entonces no puedo beneficiarme yo de manera que parezca extraña, con lo cual estoy peor que si estuviera fuera del sistema . En ese sentido es una situación bastante idiota porque puedo conseguir dinero para los demás pero no para mi, porque si no puede ser interpretado mal . Pero la realidad es que estamos fritos porque esto se está cayendo, equipos viejos, que no podemos vender en el exterior porque no tienen una cosa que se llama proceso de validación, o sea, hay

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que decir que el acero es el que corresponde, que no tiene metales, o sea, que no hay peligros . Todas unas normas de bioseguridad internacional que éstos que tenemos aquí no la cumplen, entonces no lo podemos hacer .

A.— Son varios los condicionamientos, ¿no?

D.— (Continúa con el problema de la renovación del equipamiento) Es el tipo de equipamiento que no entra en ninguna convocatoria, porque no es un equipamiento que sea compartible por tres institutos, como general-mente se requiere para que sea más aprovechable . El equipamiento o está acá o está en otro lado, no es portátil . La última vez que lo pedimos –en el contexto del programa de modernización–, tuvimos una valoración total-mente positiva y otra negativa y ganó la negativa y no nos dieron nada . El sistema de financiación para adquirir estos equipos no es el mejor, pero bueno, pensemos que podremos pedir plata para el año que viene . Pero es-tamos justo en el borde . En noviembre del año que viene (2007) se hace un congreso especial de Fermentaciones donde soy el jefe de la sociedad . Con mil dólares, que no es nada, podríamos llevar un stand ahí que es donde es-tán las compañías grandes de todo el mundo vendiendo y comprando ser-vicios . Y ya hace tres años que estoy yendo . Ya perdí dos congresos de esos, el tercero va a ser el año que viene y siempre estoy en la misma situación . “Bueno, cuando tengas la planta decíme qué podés hacer” Es una cuestión de oportunidad, de saber hacer las cosas con el equipamiento que hace fal-ta en un determinado momento, no hay nada misterioso en el tema .

A.— Me imagino que ya debe haber varios laboratorios en competencia.

D.— Pero de todos modos hay muy pocos profesores.

A.— ¿Profesores?

D.— Gente que sabe de esto, sí, hay pocos . Entonces no es tan masivo el tema . Eso es lo que nos permitió seguir tirando, porque otras tecnologías son mucho más fáciles de adquirir . Ésta desde el punto de vista del equipa-miento, es un poco costosa, pero se puede comprar . no hay tampoco forma-ción en cuanto al manejo e interpretación de datos .

A.— ¿En el campo de la fermentación, en el scaling up?

D.— En el campo de la fermentación, en el scaling up, hay muy poca gente . Entonces, aunque quisieran hacer lo que nosotros hacemos bien, se les pier-den cosas . Bioquímica, fisiología, es algo bastante complejo .

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A.— Porque ¿ahí entrarían muchas áreas, no?

D.— Entran importantes áreas . Entonces no es como una tecnología gené-tica .

A.— Lo que se llama control de calidad para generación de medicamen-tos… ¿entra también ahí?

D.— Sí, pero control de calidad es un régimen de funcionamiento, eso fun-ciona para cualquier cosa, se especifican, se ve quién firma, supervisores, se controlan .

A.— ¿Tienen controles de otros lugares?

D.— nosotros no estamos en esa, pero hay primero toda una documenta-ción interna que sí tenemos, que después uno puede aplicar a un control nacional o internacional, pero que cuesta . nosotros tenemos un 80% hecho, si no lo hicimos en su totalidad es por una cuestión de precio, de costos, por-que a ese equipamiento que actualmente tenemos, no lo puedo usar .

A.— Ese equipamiento ¿es el que está en la planta?

D.— Sí .

A.— Pero está produciendo...

D.— Está produciendo, pero no puedo hacerlo para el nivel internacional . ¡no tengo las condiciones! (enfático) ¡Y habiendo demanda! Además, ese equipo está funcionando todos los días, yo no puedo ni siquiera tomar nue-vas cosas porque ya está andando, se necesita duplicar la capacidad .

Pero es un tema filosófico, digamos . Ya hace más de dos años que dije: no voy a dejar la vida en el intento . ¡Qué vamos a hacer! Ya es una cuestión de lógica, ya hace treinta y pico de años donde siempre en el país… va a ser después . Pero ya pasaron dos generaciones y siempre estamos esperando .

El variado conjunto de rasgos del quehacer científico del laboratorio que emergen del diálogo, como lo son la criticidad del momento por el cual estaba atravesando, la necesidad del cambio de la infraestructura tecnoló-gica, las limitaciones y obstáculos en la asignación de fondos, el liderazgo cognitivo y estructural del instituto, su competencia productiva, los recur-sos tanto simbólicos como materiales de su dirección, configuran un en-

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samblado donde se dan ciertas desarticulaciones y arbitrariedades caratu-ladas como “círculo vicioso”. Entendemos que al ser denunciadas en un grito agónico, procuran un sentimiento de coherencia y necesidad, que emerge en contraste con el cuadro presentado. En dicho ensamblado, la intuición del sentido práctico trata de otorgar una coherencia que no aspira a ins-taurarse en todas las prácticas ni en sus principios generadores. Y es esta coherencia en el nivel de las prácticas, es decir el habitus científico –en el caso– con la especificidad productiva propia, lo que aspiramos a poner en palabras, restituir su compleja riqueza, reflejar sus múltiples facetas, evitan-do así concebirlo como un sistema totalizado (Bourdieu, [1984] 2008).

La perplejidad expresada por el doctor Negrín en cuanto a la desactua-lización fatal de la tecnología materializada en el equipamiento del labora-torio y las formas de evitar su desguace y falta de futuro, se eslabona con la idea ya suficientemente firme en las ciencias humanas contemporáneas de que la ciencia es una actividad colectiva muy dependiente de las má-quinas, con individuos y grupos reunidos en el laboratorio y otros grupos de especialistas haciendo un trabajo paralelo, competidores o pares y de redes amplias de diferentes tipos, incluyendo el legal, político, ético y hasta fiscal (Rabinow, 2005). En este sentido, podemos observar que la atribuida falta de apoyo tecnológico por parte del Estado se concatena con la fuerte estrategia de denuncia de nuestro interlocutor respecto de la política de financiamiento científico llevada a cabo por la Agencia Nacional de Promo-ción Científica y Tecnológica. Su posicionamiento impugnador frente a esta institución se traduce en el concepto que tiene de la política nacional de gestión y financiamiento de la ciencia y tecnología, caracterizando a este último como “no genuino” por estar basado solamente en un préstamo ban-cario internacional del biD (Banco Interamericano de Desarrollo), que impo-ne una superestructura de control. Ese control es ejercido por la “Agencia”, que desestimando al conicet y a las universidades en la forma de utilizar los fondos, define cómo se van a aprovechar y cuáles serán las prioridades.

Pero entonces tenemos otra superestructura . Es decir, el conicet tiene su siste-ma de dar subsidios, pero por supuesto el conicet es una corporación, según algunos rumores . Las universidades también, son unas cajas negras .

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¿Y de qué estamos hablando? de 500 millones de dólares del presupuesto argentino de hoy, no es nada, se podrían quemar que no se notarían . Pero le estaríamos sacando el poder a toda la gente que está en la Agencia que cobra más que yo seguramente, desde los asesores, hasta todos esos tipos que no tienen la menor idea y están en el directorio de la Agencia . no son ni doctores y están decidiendo cómo se hace ciencia . Porque estamos los idiotas científicos y becarios abajo, porque si subiéramos no habría super-estructura .

Ahora ese control cuesta 50 millones de mangos al año, que pagamos to-dos . ¿Se justifica ese control? ¿Cuánto del préstamo biD llega al final? ¿Cuán-to estamos pagando? Ésas son las preguntas . Y es absolutamente chiflado dejar en manos de un banco que nos diga en qué se va a gastar la plata en investigación . Porque como éste es el sistema 3, esto tiene que estar todo volcado a la industria, tenemos que ir hacia la industria, no hay industria, entonces, ¿qué hacemos? O faltan áreas carentes en el pasaje . Entonces no las podemos financiar porque no podemos conseguir una empresa indus-trial que cofinancie lo que el Banco considera que hay que hacer . Es terro-rífico . no sé, desde hace un año he decidido que esto de pelearse con los molinos de viento ya a esta altura es como kafkiano .

No pasa inadvertido que la estrategia de denuncia y desautorización llevada a cabo por el director, exige la posesión de un capital simbólico acumulado a través del tiempo como científico de renombre y trayectoria pública reconocida, como asimismo un acervo de conocimientos de polí-tica científica amasado en su experiencia como funcionario jerárquico de la universidad (secretario de Investigación) y del conicet. Pero por otro lado obedece a la derrota sufrida en el intento de modernizar su instituto. Am-bos aspectos se interrelacionan a partir del interés interno y desde la esfera local se genera la reflexión crítica sobre la política en ciencia y tecnología externa al laboratorio. Y es aquí donde los habitus científico y universitario adquieren la forma de lazo entre ambos campos de interés, permitiendo sus informaciones y disposiciones adecuadas, la evaluación precisa de las necesidades internas del laboratorio y su imbricación e implicación en el círculo de las políticas científicas.

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Sospechar y culpar. Contra la política de la desconfianza

En cuanto modo del habitus científico, el discurso del director expresa otro sesgo de la estrategia de denuncia. Siempre dentro de la temática atinente a la vigilancia y control ejercidos por el organismo financiador, la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, se reiteran en el discurso los términos que hacen referencia a la desconfianza que estas entidades burocráticas tie-nen y manifiestan respecto de los científicos y de su accionar como admi-nistradores de los fondos públicos. Negrín reniega de esta actitud valorativa negativa, por los efectos corrosivos y destructivos de las bases mismas del sistema científico. Siempre en relación a su experiencia concreta de haber carecido de apoyo para las empresas tecnológicas, se introduce el tropo de la sospecha y el control intransigente.

Director— Falta apoyo tecnológico . Pero el tema fundamental es la finan-ciación de la investigación en la Argentina . Entonces, seguimos con el 0,3% del producto bruto . Seguimos con un sistema de financiación que no funcio-na, que es el financiamiento de la agencia nacional . La “Agencia” se mantie-ne con un fondo externo .

Antropóloga— ¿El del biD?

D.— Sí, el biD tiene unas condiciones de uso de esos fondos que no convie-nen, no son adecuadas .

A.— Pero sin embargo ahora parece que fuera el mejor sistema, en pa-labras del director de la “Agencia” dichas en una conferencia pública a la cual asistí.

D.— Es lo único que hay . ¿Qué implica? Primero, que ellos financian el 66% . El otro 33% lo tiene que financiar uno . Claro, eso se compensa con sueldos y otras cosas, y a veces no . Y el régimen de control de los gastos es absurdo . Surgen de la concepción que usted es un delincuente y entonces hay que probar que son actos legítimos, autorizados, cada vez que utiliza fondos . no importa que tenga 20 años, 30 años trabajando en ciencia, que tenga una reputación intachable, pero eso no importa, usted es un delincuente .

Para poder utilizar los fondos, a veces son tantas vueltas y tantas com-plicaciones, que se termina sin poder hacerlo . Y después está el tema de

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que no se ajustan a lo que es la realidad . Es decir, para que negrín pueda comprar su planta, tiene que haber un concurso . Está bien, me presento a un concurso . Ahora, las bases del concurso: el equipamiento tiene que ser pasible de ser utilizado por varios grupos de investigación . Ahora, ¿qué voy a decir? si el equipo no puede por sus características ser em-pleado por otras dos plantas que se hallan ubicadas a dos mil kilómetros de distancia de esta . Entonces, otra condición . Yo no puedo comprar lo que quiero, porque tiene que haber una licitación . Entonces, fenómeno . Tenemos una licitación . La licitación tiene para ofrecer lo que se le da la gana al licitante, que a lo mejor no es lo que yo quiero comprar . . . por cuarenta y cinco motivos: quién me hace el service, cómo se adapta a nuestro trabajo . O sea, termina con collages extraños . Cuando en cual-quier país, donde realmente hay apoyos científicos, deciden qué es lo que van a hacer, qué es lo que más les conviene y directamente ponen el dinero en el sistema científico como en Malasia, de donde acabo de venir, donde apostaron fuerte a la biotecnología . Pero no pongamos, cómo se hacen los gastos previos a los resultados que se van a obtener . En todo caso, si en cinco años los científicos no hacen nada, sáquenlos del sistema, llévenlos a hacer otra cosa .

A.— Es muy difícil que se dé ese caso, porque está comprobado que la gente científica, cuando tiene dinero hace cosas.

D.— no, porque ellos pueden decir de repente . . . negrín se volvió loco y en-tonces ahora tiró por la borda 30 años de trayectoria, y se va a dedicar a prender fuego a los billetes . Cuando se sabe de sobra que todos los indivi-duos son más agarrados que no se qué y tratan de hacer llegar el dinero lo más lejos posible .

Entonces, ahí hay un problema, no hay financiación genuina por parte del Estado nacional . Porque los fondos provienen de un préstamo internacio-nal, que además genera una superestructura de control, impuesta por el banco.

A.— Claro. Y el banco tiene una determinada política.

D.— Y el banco tiene una política, y no es la misma política mía . Es cierto que eventualmente y para ciertas áreas uno podría tomar préstamos ban-carios de bajo interés, pero no puede ser que todo el soporte de la investi-gación científica en la Argentina esté basado en un préstamo bancario . Eso es una chifladura . Y además se le desconfía a la gente que está trabajando .

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Es como si nosotros fuéramos marcianos . La sensación que yo tuve en varias ocasiones, en cuestiones que nos tocaron en el Instituto justamente de un préstamo que queríamos para comprar cosas acá, era que yo era el delin-cuente y que no sabía para qué quería el dinero .

Lo que no se entiende nunca en los sistemas que no son el científico, es que el sistema científico te está formando para buscar verdades . Entonces para lograr eso uno sigue un método determinado . Está basado en las publica-ciones, en el control de pares, en la verdad . Lo contradictorio es que piensen desde afuera que en otros aspectos de tu vida va a ser otra cosa, que somos todos esquizos, que por un lado planteamos la verdad de lo que decimos y por otro lado, en el aspecto de la guita afanamos todo lo que podemos . Por-que entonces, si fuera así, ¿por qué no perreo los trabajos, porqué no invento los datos? Entonces, ¿por qué esa desconfianza?

A.— Eso ¿no tiene que ver con la falta de reconocimiento?

D.— Yo creo que es más . Sí, falta de reconocimiento y falta de respeto direc-tamente . O esa, respeto por la persona . Yo recuerdo cuando fui a Inglaterra, en octubre del 74 y llegué con la beca del conicet . Lo que me sorprendió enor-memente ahí es que de repente me convertí en una persona, de la cual la gente pensaba que era honesta, automáticamente . La primera cosa es que era honesto . A mi me mandaban la beca cada tres meses, una remesa . En determinado momento se empezó a atrasar, el rodrigazo acá y otras cosas extrañas, no llegaba el dinero de la beca . Entonces fui al banco y digo que no me estaba llegando el dinero, que va a haber problemas, que qué hace-mos . El tipo dijo, no hay ningún problema, gire en descubierto . Entonces yo lo miré . Si, simplemente usted avíseme, avise acá al banco qué monto está esperando que llegue y nosotros le vamos a pagar . Yo recuerdo que íbamos a la ópera y que se vendían los boletos por correo, o sea uno mandaba un cheque en blanco que decía no más de tantas libras y los tipos, según la dis-ponibilidad y lo que uno tenía, llenaban el valor del cheque y le mandaban la entrada . (Risas). Igualito que en Santiago . Entonces me di cuenta de que los cheques de la ópera estaban volando . El tipo me mira y me dice, lo que usted haga con su dinero no es cosa mía . Yo pensando cómo le voy a decir a este tipo que me pague algo que es superfluo, porque podría no ir a la ópera . Pero el tipo: no es problema mío en qué gasta usted su dinero, no es mi problema . La confianza . Ahora, por supuesto, si usted hace una macana, olvídese, nunca más .

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Bueno, aquí uno continuamente tiene que decir que no es chorro . Y eso es lo que nos impide el desarrollo . Aquí estamos pensando además en pagarnos al asesor que viene del otro lado para decirnos lo que tenemos que hacer . no hace falta más asesores, los que estamos dentro del sistema y la gente que ya lo estudió, lo conocemos bien .

La sospecha y la desconfianza del aparato burocrático de la ciencia res-pecto de los científicos, que irrita y exaspera a nuestro interlocutor, adoptan en su discurso la fórmula retórica de asumir la caracterización del otro e incorporarla eficazmente en el lenguaje propio con el fin de conmover o inquietar.

Las figuras irónicas de “delincuente”, “chorro”, “marciano”, “esquizo”, “loco” se contraponen a otros calificativos como persona “honesta”, reputación “in-tachable”, trayectoria “científica” para denotar la tensión entre dos imágenes del sistema científico que se ponen en juego: una interna, emic, del cientí-fico y su habitus; y otra externa, etic, de las instituciones y sus normativas.

Entendemos que aquella primera imagen se relaciona con una concep-ción de la actividad científica (Shapin, 1995; Rabinow y Dan Cohen, 2005) basada en la confianza, en la credibilidad de las personas pertenecientes a una comunidad científica especializada y pequeña en tamaño y en la fami-liaridad y virtud de las relaciones cara a cara.94 Según estos autores, estos

94 En su obra “A Social History of Truth” (1995), Shapin, luego de plantear como tesis cen-tral que la verdad es una institución social, un tópico de acción y evaluación colectiva y por ello pasible de investigación sociohistórica, llama al análisis y atención de los aspec-tos morales de la naturaleza colectiva del conocimiento. El foco de ese tipo de análisis de la producción de conocimiento en una comunidad es el lazo moral, que definirá como trust o confianza en un sentido difuso que permita la investigación de cómo opera la confianza en las personas y en sus relaciones. Shapin sugiere que si bien todas las teorías sociales se han detenido en la importancia del rol de la confianza en la conformación del orden social (Locke, Simmel, Luhman, Giddens, entre otros), por el contrario, dicho rol ha sido invisible en la constitución y mantenimiento del sistema científico (Shapin, 1995). La responsabilidad de gran parte de la epistemología moderna en este proceso de “invi-sibilización” responde a la sistemática afirmación que el conocimiento legítimo se define precisamente por el rechazo de la confianza. Por lo tanto, era imprudente conocer algo sobre la base de la confianza, en vez de hacerlo apoyado en la evidencia natural o la razón individual, por no garantizar aquélla un genuino conocimiento. Tanto la confianza como la autoridad de los criterios tradicionales se enfrentaban a la ciencia, la que, por el contrario, se basaba en el escepticismo del conocimiento obtenido de primera mano producto de un “soberano individual confrontando al mundo”. Ahora bien, si se consi-

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rasgos presentes en la caracterización de la ciencia experimental de media-dos del siglo xvii en Inglaterra, aún no se han perdido y permanecen ocultos ya no en la sociedad de los gentlemen,95 sino en la de la ciencia del siglo xxi. A pesar del despliegue cuantioso y proliferante de las tecnologías sociales de vigilancia, evaluación y contralores legales en el mundo científico con-temporáneo de la gran ciencia, si se está lo suficientemente cerca de los micromundos de los cuales se compone, como lo está el antropólogo, se podrán identificar en ellos las interrelaciones profundas de evaluación ética y las sutiles clasificaciones de credibilidad.

Por lo tanto, estos elementos de una economía moral de la práctica científica, como el rol de la confianza y de la autoridad en la constitución y mantenimiento de los campos de investigación, siguen operando invisible-mente en la ciencia y sus prácticas contemporáneas, debido a la prédica sis-temática de la epistemología moderna, que concibió y sigue concibiendo que la legitimidad del conocimiento científico no guarda relación significa-tiva con la confianza, sino más bien con el escepticismo. El esquema per-ceptivo de nuestro interlocutor confiere a cada acto de desconfianza pro-ducido desde el sistema científico burocrático el carácter de un elemento disruptivo, cuyos efectos conforman de determinada manera las relaciones establecidas dentro de las comunidades científicas específicas, obstaculi-zando su normal desarrollo y productividad. Negrín, que posee un macizo capital científico y político, en cuanto partícipe como funcionario en altos niveles de gestión, planificación y decisión en temas de ciencia y tecnología nacional, en esta instancia se asume primero como científico, como direc-tor de un centro de investigación. Y desde esa posición interna rechaza las afrentas y deshonores de un sistema que se basa en la desconfianza y en la

dera que el conocimiento es el resultado de esta actitud individual de búsqueda del co-nocimiento por medio del experimento directo en la naturaleza, entonces la confianza depositada en las miradas de otros genera error. Se pregunta entonces Shapin cómo es posible que la desconfianza, en tanto elemento disolvente del orden social, sea conce-bida como uno de los dispositivos más hábiles en la construcción del conocimiento en nuestra sociedad.

95 Para un análisis del rol testimonial del gentlemen en el proyecto experimental véase Shapin, S. (1988), “The House of Experiment in Seventeenth Century England”, en Isis, vol. 79, Nº 3, A Special Issue on Artifact and Experiment, pp. 373-404.

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inculpación, que desmerece en todas sus dimensiones a los científicos y en especial como administradores de los variados recursos. Desde su perspec-tiva, la ciencia no puede basarse en la desconfianza, tampoco los científicos tienen que estar constantemente invirtiendo la carga de la prueba, demos-trando que son “honestos”, capaces y bienfamados, titulares de una larga trayectoria en el campo y portadores de genuinos intereses cognitivos.

Una de las formas de resistencia al régimen de sospecha, va a ser oponer las cualidades del habitus científico a las estrategias externas de descrédito, para probar el nivel de tolerancia de la mentira y de la desconfianza (Sim-mel, 1950) y reafirmar que la forma de consolidar aquel habitus es la aplica-ción a la vida cotidiana del método de indagación científica, orientado a la producción de verdades y no al derroche de los bienes públicos. ¿Por qué no confiar en los científicos, si ellos se han formado en una cultura de la “no cultura” (Traweek, 1988) de inculcación de la racionalidad y de la verdad?

Si las características de escepticismo generalizado y desinterés personal norman las instituciones científicas (Merton, 1942), y si esas normas se han efectivamente internalizado en los actores de las prácticas científicas (“no somos esquizos”), entonces la desconfianza básica no tiene motivo ni lugar alguno. De esa forma lo entiende en parte el director del instituto, en con-sonancia con un modelo de ciencia basado en las condiciones modernas de las formas sociales que para el caso se expresa de varias formas. Entre ellas, el reemplazo de las características de virtud personal por las de pericia (expertise) científica; de las relaciones del grupo de tipo familiar, cara a cara, por las del control institucional; como asimismo las de confiabilidad y cer-canía por las de anonimato y capacidades abstractas (Shapin, 1995). Todo lo cual no hace más que reforzar el habitus científico presente en la actividad de su laboratorio y concomitantemente la autonomía científica que en si-multáneo produce el efecto de contestar las posibles críticas y sospechas externas con respecto a su gestión.

Por otra parte, la apelación a la necesidad de sustentar un régimen basa-do en la confianza hacia el científico profesional como condición del avance científico en nuestro país, convoca a un cambio de representación y política científico-tecnológica que tenga en cuenta que las comunidades produc-toras de conocimiento se conforman por pequeños grupos que desarrollan

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prácticas especializadas, donde la interacción cara a cara, las relaciones de familiaridad y cercanía y el contexto local, definen un enfoque diferente, no exclusivo. En dicha escena se llevan a cabo acciones científicas dentro de un tramado de confiabilidad respecto de los saberes expertos, de las máquinas y de los investigadores y técnicos.

Grupos de investigación

En el instituto Microorgan, como ya adelantáramos, se despliegan siete líneas de investigación que responden a proyectos aceptados y subsidiados por el conicet, sustentados en el trabajo de investigadores con un alto nivel académi-co y jerárquico, que actúan como directores de otros investigadores de me-nor jerarquía y de distintos tipos de becarios y técnicos. Las líneas y áreas de investigación se corporizan en el conjunto de personas que trabajan en ellas y conforman los grupos de investigación. Estos son dinámicos en su orden y disposición, debido al ingreso y egreso de investigadores y becarios en la búsqueda de sus trayectorias académicas y profesionales, de orientación y lugares de trabajo percibidos como los más beneficiosos. Por lo tanto, la yux-taposición de las líneas de investigación representadas en el organigrama de la institución con los grupos que las llevan adelante no es plena, ya que los grupos cambian con el paso del tiempo, en relación a la muda de intereses científicos y de posiciones en la estructura del campo profesional.

Se registra una clara contraposición. Por un lado, el marco organizacio-nal afirmado en la permanencia de tradiciones y estilos de investigación instalados desde la creación del instituto y sus funcionalidades para sopor-tar la tensión siempre presente entre la lógica de las demandas de la esfera académica y la lógica del mercado. Por el otro, la forma de pensarse a sí mismos de los distintos integrantes de los grupos especializados. Ello nos permitió ahondar una interpretación que toma en cuenta las dimensiones estructurales, las posiciones relativas y las percepciones y disposiciones de los sujetos respecto de sus capacidades cognitivas, de posicionamientos en su mundo y de la producción de efectos de poder.

La aproximación al estudio de los grupos de investigación a partir de la categoría nativa de trabajo, permite comprender mejor y de modo in-

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esperado las formas plásticas y dinámicas que adoptan la diferenciación y división del trabajo en un ámbito específico de producción científica y tec-nológica. Así como también descifrar los nexos comunicacionales entre las dinámicas internas de la división del trabajo y las dinámicas de diferencia-ción cognitivas, profesionales e institucionales (Shinn y Joerge, 2002).

Además, optamos en esta instancia por analizar los diversos grupos atendiendo a una clasificación proveniente del interior del mundo social es-tudiado: directores, investigadores, becarios y técnicos. Presentaremos, por lo tanto, en forma condensada a estas distintas categorías, atravesando las fronteras de los grupos conformados alrededor de los intereses cognitivos.

Los directores de grupo. Tiempo social versus tiempo cognitivo

Las trayectorias profesionales de los siete directores de grupo son disími-les, habiéndose incorporado al instituto en momentos diferentes. De todos ellos, dos son directoras mujeres. Muestran una temprana inserción en el laboratorio, un estable y sostenido desarrollo y producción científica y pro-fesional, y la ausencia de una instancia de formación posdoctoral en el exte-rior, como es el caso de los directores varones.

La doctora Laura Pérez, que dirige la sección del instituto destinada a la transferencia de tecnología, comparte con la otra directora de grupo la asunción del rol de investigadora perteneciente al ámbito científico estatal y universitario. Desde ese locus donde se ubica desde los primeros tiem-pos de Microorgan, no siente la atracción de pasar “al otro lado” privado empresarial, donde percibe la amenaza de estar “corrida por los plazos, el tiempo y la producción”. Posicionada en el campo científico, siente preo-cupación por la subsistencia del sistema, que al no asegurar los recursos necesarios y suficientes, como el pago de sueldos dignos y la provisión de equipamientos indispensables para la realización de experimentos compe-titivos, impulsa a los investigadores a la privatización de recursos humanos y de conocimientos y procesos. Pero lo que más le preocupa es mantener la posibilidad de publicar en revistas internacionales, objetivo principal de la lógica académica (Latour y Woolgar, [1979] 1988, 1995), en tanto garan-tía del mantenimiento de la estabilidad laboral como funcionaria y de la

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percepción del sueldo. El acento puesto en la necesidad de “subsistir como científica y de defender un sueldo” nos da la pauta de su apreciación de las condiciones de trabajo que se basan en la estabilidad, como las dadas en la carrera científica, frente al tipo de contratación de la industria, siempre más aleatoria y expuesta a limitaciones provenientes de su lógica de producción de ganancias. Advertida de la escasez de recursos en el ámbito público y de la necesidad de obtenerlos por medio de la venta a terceros, se interesa incluso –a pesar de su gran experiencia en transferencia de tecnología– por los distintos modos de llevarla a cabo. En tal sentido, considera atrayente la experiencia y el conocimiento de la antropóloga –a quien le adscribe el rol de asesora–, de otras situaciones y ensamblados científico-tecnológicos, sean empresariales privados o mixtos.

La doctora Ana Spagna, directora de otro grupo, exhibe una trayecto-ria que comienza tan lejos como el tiempo de creación del instituto, ha-biéndose recibido de bioquímica antes de la inauguración de Microorgan, e ingresado a éste como becaria de iniciación del conicet en el año 1978. Posteriormente, defendió allí mismo su tesis doctoral, insertándose como investigadora asistente del conicet, y siguiendo “todos los escalones hasta el momento actual en que soy investigadora principal”. Su carrera luce lineal y sin grandes quiebres, pautada según los cánones estipulados por el orga-nismo de investigación (conicet), la institución de docencia (Universidad de Tucumán), y las normas propias del laboratorio Microorgan. Posee y ha tra-bajado para mantener y acrecentar un capital científico importante, y se declara satisfecha con la enseñanza y apertura de una línea de investigación sobre microorganismos eucariotas inferiores, lo que la ha llevado a dedi-carse por largo tiempo al estudio y experimentación con levaduras y más recientemente –dos o tres años– con hongos filamentosos. Actualmente ha reorientado esa línea y para ello trabaja en interacción con un especialista en biología molecular. Presenta como logro de su vida profesional la forma-ción de recursos humanos, teniendo en su haber la dirección de seis tesis doctorales, la conformación de un sólido grupo en constante ampliación, con investigadores formados en el exterior, algunos de los cuales han regre-sado y actuado como eslabones intermedios en la orientación de seis nue-vos becarios. Su capacidad para atraer y convocar a investigadores jóvenes

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es destacada como “ítem fundamental en nuestro currículum”, y a ellos se los estimula en líneas de pensamiento autónomo: “Ustedes tienen que terminar sabiendo más que quienes los dirigimos, nosotros sólo estamos para decirles vayan por aquí y no por allí”. Aunque enfatiza la disposición a trabar buena relación con la gente joven, también admite la falta de contacto con ellos por el cúmulo de tareas propias del estatus alcanzado como investigadora principal y docente adjunta. Ahora resigna gran parte del tiempo destinado al seguimiento de sus experimentaciones en la “mesada”, por el de cumpli-miento de los requerimientos del sistema de evaluación docente y del de ciencia y tecnología. En este momento, por ejemplo, participa en comisio-nes de acreditación de carreras de bioquímica en el país llevada a cabo por la coneau.96

Su autodescripción concuerda con la función que Bourdieu ([1984] 2008) denomina patrocinante patrimonial y administrativo .97

Con respecto a la estructura y funcionamiento del instituto, del cual es vicedirectora primera, distingue claramente dos ramas integradas entre sí, pero que difieren en sus actividades. Se excluye de la rama dedicada a la transferencia de tecnología, reconociendo el papel innovador al doctor Negrín. Se adscribe a la rama consagrada a la actividad académica y de in-vestigación, pero en la cual se dé asimismo transferencia tecnológica, por cuanto investigadores formados de su grupo han logrado concretar una articulación con el sector privado, precisamente la firma de un convenio

96 Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria.

97 En el capítulo “El conflicto de las Facultades” de su obra Homo Academicus, luego de analizar la estructura quiasmática de las facultades científicamente dominantes, pero socialmente dominadas y el lugar y significación que los actores confieren a la activi-dad científica, advierte el autor sobre las diferentes realidades encubiertas por las de-signaciones comunes como “investigación”, “enseñanza”, “dirección de laboratorio”. Así pues, muchos investigadores confunden su propio rol con el de director administrativo o administrador científico, encontrando en esa indiferenciación de roles el medio para proseguir su trabajo de acumulación y afianzamiento del capital social a fin de sostener una clientela que les asegure los beneficios sociales que se esperan de un patrocinante patrimonial, (participación en comisiones de evaluación, jurados, etc.), aunque entren en competencia con el trabajo científico, al sacrificar sus propios tiempos de investigación, por ”la búsqueda de medios de investigación para investigadores a los que sólo puede dirigir en el sentido burocrático del término” (Bourdieu, [1984] 2008: 77-79).

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de transferencia de tecnologías en la temática de tratamiento de efluen-tes. Tampoco destaca su proyecto de transferencia tecnológica de levadu-ras con el fontar (Agencia) destinada a mejorar panes en cooperación con un instituto del conicet especializado en lactobacilos. En este caso tuvieron que ejercer presión sobre la empresa para que aceptara el desafío, ya que la demanda genuina era casi inexistente. Prefiere concentrarse en su línea de investigación a partir de la cual seleccionaron una región, las Yungas, como espacio de aislamiento de levaduras, proyecto que concita el interés de todo el grupo, en especial de los becarios. En un intercambio se expre-sa con elocuencia la tensión experimentada por los investigadores entre la tarea de búsqueda recurrente de recursos y la necesidad de publicación de los resultados. A continuación puede apreciarse la expresión peculiar y local de esa tirantez y las formas de sobrellevarla.

Antropóloga— Quisiera hacerle una pregunta relacionada con el tema de la tensión que experimenta el investigador que en la actualidad tra-baja en el área básica o aplicada.

Dra. Spagna— Sí, la verdad es que tensiona en cuanto a problemas comu-nes que le pueden decir todos los investigadores: buscar los fondos, pedir subsidios, que no los den, buscar subsidios en el extranjero, cooperaciones internacionales y las evaluaciones del conicet de acuerdo a los trabajos y ar-tículos que uno escribe .

A.— ¿Son publicaciones en el exterior?

Dra. Spagna.— Sí, en revistas de circulación internacional, con arbitraje es-crito y que tengan un buen índice de impacto, es lo que tratamos de hacer . Entonces eso sí tensiona en cuanto a que hay que seguir con la investigación y entonces uno estimula a los becarios para que obtengan más resultados . de todos modos estos chicos tienen que doctorarse en 4 o 5 años .

A.— ¿En qué revistas publican ustedes?

Dra. Spagna.— En las de biotecnología, nosotros la línea de investigación que tenemos es Biotecnología de Eucariotas Inferiores, fisiología, metabo-lismo, genética, identificación . Estamos tratando por ejemplo una cosa muy interesante, en donde hemos focalizado, y están todos los chicos trabajan-do en eso . Hemos tomado Las Yungas, que es un parque de la Universidad

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nacional del Tucumán, forma parte de las yungas andinas, es un poco más alto que éstas . Entonces, si bien no se puede decir que es un estudio de bio-diversidad, sí tomamos pequeños nichos en donde aislamos levaduras que son capaces de asimilar cromo, como es el caso del tema de uno de los be-carios; o levaduras que son capaces de biodecolorar efluentes que tienen colorantes, en relación a contaminantes ambientales . de la yunga andina, un ambiente totalmente virgen, se han aislado hongos filamentosos, me-tabolitos importantes de uso farmacológico y se está haciendo screening tanto para Lobastatín, reductor de colesterol en sangre, como para la en-zima fibrinolítica, que está directamente relacionada con enfermedades cardiovasculares .

Es interesante observar en este caso que la tensión constitucional de la producción científica no sólo se expresa en la divergencia de las ramas de transferencia tecnológica y de la actividad académica e investigación, bien visualizada por la interlocutora al momento de dar cuenta de la estructura del laboratorio. Ésta se prolonga también hacia el interior de la esfera in-vestigativa, adquiriendo en esta dimensión un matiz predominantemente jerárquico. La investigadora formada y jefa de grupo prioriza la formación y estímulo de los becarios y el establecimiento de un buen seguimiento de sus recorridos conceptuales, pero “ya no tiene contacto con ellos” dedicada como está a velar por la reproducción social del grupo. Su posicionamiento en la jerarquía social de “directora” o “jefa” de equipo la obliga a destinar la mayor parte de su tiempo a justificar la importancia de los resultados y publicaciones obtenidos para acceder a subsidios y financiamientos, tarea ésta que implica el despliegue de todas sus capacidades científicas, admi-nistrativas y burocráticas. La forma imperante de organización del trabajo, muchas veces informal y hasta invisible pero subyacente y determinante en un sentido laxo, da lugar a jerarquías sociales íntimamente relacionadas con los resultados cognitivos (Shinn, [1988] 2007). En tal sentido, los resultados cognitivos de la directora van a integrar nuevos enfoques (Biotecnología) a los ya existentes (Microbiología) de eucariotas inferiores y a sistematizar distintas líneas de investigación (levaduras, hongos filamentosos), desti-nando a los investigadores formados las tareas de transmisión personal de experiencias prácticas concretas en la mesada y finalmente a los becarios la búsqueda de resultados cognitivos singulares y concretos (screening).

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Ariel Ríos, doctor en Bioquímica, ingresó al laboratorio como pasante posdoctoral en el año 1994, adquiriendo estabilidad al ingresar a la carrera de investigador científico del conicet en 1998, donde se desempeña como investigador asistente. Su proyecto en el laboratorio está orientado a la transferencia de conocimientos y tecnología en el área de la biotecnología. Condujo su pesquisa desde un primer análisis de un tema internacional-mente importante –el del bacilus subtil– hacia el estudio del aislamiento y caracterización de cepas de microorganismos productoras de enzimas y adi-tivos microbianos. Y en virtud del interés en generar productos de alto valor agregado, emprendió el desarrollo de reacciones enzimáticas. Atendiendo la necesidad de controlar una plaga especial de la región del noroeste ar-gentino, inicia estudios de biodiversidad, identificación y caracterización de microorganismos patógenos en una especie de insecto, la Spodoptera fru-giperda. Su motivación central apunta a la implementación de desarrollos regionales para la solución de problemas locales y concretos. Los obstácu-los identificados como principales a sus objetivos son: 1º) la aparente con-veniencia de adquirir tecnología externa en vez de emprender desarrollos propios, 2º) el divorcio entre la producción y la aplicación y desarrollo del conocimiento y de la tecnología, 3º) la evaluación de la medida de su tra-bajo por medio de publicaciones que ponderan la originalidad y la inclina-ción hacia temas de interés vinculados “más hacia la parte desarrollada del mundo que a la propia”. Estrechamente relacionado con este último punto, señala que se carece de instituciones intermedias, que sin aspirar a generar “nada original”, sí puedan dar respuesta a problemas locales. Es consciente de la consiguiente dificultad de obtener fondos para esos objetivos, que si bien parecen limitados y circunscriptos, revisten suma trascendencia. Se-gún su experiencia, los fondos disponibles actualmente están orientados al desarrollo de temáticas de interés propias “de otros lados del mundo” y no de los provenientes de la zona donde se está inserto, lo que provoca una dedicación cognitiva no deseada a tópicos ajenos a las necesidades del desarrollo nacional. Su observación de que en el área de la microbiología se da la paradoja de las limitaciones en recursos tecnológicos y la ventaja en recursos naturales con amplia variabilidad de microorganismos a nivel re-gional y nacional, le permite vislumbrar un camino original. Su demarcación

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estará dada por la importancia local de la búsqueda de enzimas de interés biotecnológico y la obtención de conocimientos transferibles inmediata-mente del lugar de producción al de recepción. Tal orientación demanda la estrategia de “no entrar en el juego de la competencia inmediata” que exige disponer de mucha tecnología, gente y dinero para poder trabajar a buen nivel, publicar a nivel internacional y buscar otros modelos que no sean “im-portantes en el mundo científico y tecnológico central” . Según su apreciación, se supera la distinción entre ciencia básica y ciencia aplicada cuando se ana-liza prioritariamente el interés y la inserción local. La posibilidad de “hacer bien las cosas” es más importante que la catalogación en algún tipo de ac-tividad científica, lo que evita “que el trabajo quede en un banco de pruebas” sin poder salir al medio. No consiste en aportes originales “que nadie antes vio”, sino en tener una idea y metodología bien desarrollada que consolide fuertemente una línea de investigación y marque el perfil del laboratorio.

La categoría nativa “hacer bien las cosas”, refiere al tipo de diseño de la investigación y la construcción y armado de un experimento lo más preciso posible a fin de recolectar información valiosa para resolver enigmas y dificul-tades emergentes del contexto local. En ella reconocemos el dispositivo de contraposición al alcance y validez de las categorías teórico-epistemológicas de “ciencia básica”, “ciencia aplicada” y “tecnología”. Dicho dispositivo o herra-mienta sugiere la existencia de un sistema experimental generador de un es-pacio de interconexión entre los objetos científicos y sus condiciones técnicas y sociales de producción. En tanto tales, estas unidades concurrentemente locales, individuales, sociales, institucionales, técnicas, instrumentales y epis-témicas se presentan como lugares híbridos e impuros, donde se genera una dinámica propia y específica. Dentro de ellos, los investigadores piensan, for-mulan y reformulan sus objetos epistémicos y resignifican y relativizan la au-toridad universal de las categorías aprehendidas por inculcación de la doxa académica y universitaria (Rheinberger, 1997; Bourdieu, [1984] 2008).

La oposición a la distinción entre ciencia básica y aplicada es compar-tida por Rubén Madero, otro de los directores de grupo, que la considera una concepción “predarwiniana”, porque todos los grandes investigadores en el mundo, premios nóbeles y laureados semejantes tienen muy en claro la importancia de dar respuesta a preguntas socialmente relevantes como

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mecanismo o procedimiento esencial de la investigación científica. Y no habla desde fuera, su mirada viene de la experiencia de haberse capacita-do por algo más de dos años en uno de los centros tecnocientíficos más importantes de Estados Unidos, donde como microbiólogo y enzimólogo se dedicó a modificar moléculas que están en la naturaleza o producir mo-léculas no naturales. Fue una de las personas que intervino en el “pequeño descubrimiento” de cambiar la estructura de moléculas por solubilización en disolventes orgánicos, con lo cual “estás creando una cerradura y clave nueva para abrir algo que antes no podías abrir” .

En 1998 regresó a la Argentina con la idea de formar un grupo de trabajo en esa área, donde obtuvo resultados publicados, que pensaba volcar en de-sarrollos aplicados, tenía que “jugarse” . Hizo el desarrollo para la producción y purificación de moléculas no naturales con actividad biológica, que poseen la ventaja de no ser degradables por la acción de microorganismos ni por la naturaleza. La acción de este tipo de moléculas en la composición de las drogas quimiostáticas es sumamente relevante en el campo del tratamiento del cáncer, por su capacidad específica de ataque a las células cancerígenas. Para radicar y llevar a cabo su proyecto en Microorgan montó un laboratorio especial con un subsidio norteamericano, uno argentino, y el apoyo de una empresa norteamericana interesada en el desarrollo de biomoléculas para el tratamiento del cáncer de piel. A fin de obtener el subsidio norteamericano, compitió por una beca en una fundación de apoyo a las ciencias biomédi-cas, la que obtuvo demostrando buenos resultados de investigación por el términos de dos años, período después del cual le otorgaron el subsidio de 35.000 us$ para la reinserción en su país y la instalación de su laboratorio. De esa suma destinó 32.000 us$ para la compra de equipos y utilizó los 3.000 us$ restantes para el traslado. En la Argentina, se presentó en 1999 a la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, obteniendo un subsidio de 100.000 us$, que utilizó en la adquisición de equipamiento “pesado” de purificación y análisis. Radicó el nuevo laboratorio en Tucumán.

Antropóloga— ¿Y cómo se produjo la inserción en Microorgan?

Rubén Madero— Yo comencé mi carrera trabajando en contaminación ambiental, quería trabajar en ciencia, pero con alguna aplicación . Tratába-

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mos de ver si llegaba algo de radiación de las explosiones de las bombas nucleares que Francia hizo estallar subterráneamente en el Pacífico . Quería-mos verificar si atravesaba la Cordillera de los Andes y para ello recogíamos muestras de agua de lluvia para analizar . Era un proyecto que dependía del gobierno . Se pudrió, yo no veía que se canalizara nada . después pasé a trabajar en cáncer, que era un área que me interesaba porque se podían hacer muchas cosas . Entré a estudiar temas de ADn, sus alteraciones y on-cogénesis . Era la década del 70-80 y era muy duro trabajar en un instituto del Estado y además en una línea de vanguardia . Recuerdo que trabajaba sábados, domingos y feriados y se trabajaba en la línea las 24 horas . Yo en esa época era estudiante y el trabajo requería una dedicación total, un es-fuerzo enorme . Luego fui becario del doctor negrín en Buenos Aires, donde armamos desde cero un laboratorio de microbiología en Exactas . Hice hasta las instalaciones de agua y electricidad en el cuarto piso de Química Bioló-gica . defendí la tesis en Ciencias Exactas y luego negrín me invitó a venir al instituto aquí en Tucumán .

A.— ¿En qué año viniste a Tucumán?

R. M..— Vine por primera vez al instituto en 1986 a hacer la experiencia y desde 1992 estoy incorporado a Microorgan .

Juan Taboada, bioquímico, ingresó tempranamente a Microorgan en 1982 por medio de una beca que en ese momento el instituto otorgaba a estudiantes, continuando luego en 1983 con una beca conicet, para el estu-dio de bacterias conducentes a la producción de Etanol. Luego de haber defendido su tesis doctoral, viajó a Francia con una beca de la Comunidad Europea y otra de la unesco para realizar su posdoctorado en un laboratorio universitario de microbiología y genética sobre un tema básico de meca-nismos genómicos. A su regreso en el año 1991, despliega la estrategia de implantar la línea de biología molecular todavía ausente en Microorgan, es-pecializado a la sazón en microbiología y fermentación, con incipientes tra-bajos en enzimatología. Comenzó haciendo biología molecular de Ezimo-nonas y en ese contexto se formaron tres personas, cuyas tesis doctorales dirigió. Posteriormente, se incorporó otra doctora que le sugirió el cambio de la línea de indagación, introduciéndolo en aspectos fisiológicos y micro-bianos de la bioremediación y la biología molecular de bacterias que par-

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ticipan en la bioremediación de metales pesados. Se pretendía cambiarles el estado de oxidación, tornarlos menos nocivos y “captarlos”, es decir, no dejarlos en el ambiente. Del grupo de trabajo del que es responsable salie-ron tres tesis doctorales de las cuales fue director. La apuesta de introducir la biología molecular en el instituto se retrotrae al momento anterior a su partida hacia el exterior y el reto llega a orientarlo hasta el lugar de su futura formación posdoctoral.

Antropóloga— ¿Fue importante para el laboratorio haber planteado esta línea de biología molecular?

Juan Taboada— La idea era cambiar la lógica de la investigación, la estra-tegia de investigación, la forma de pensar y cómo tener en cuenta los mi-croorganismos . Eso fue objeto de discusión con el doctor negrín, cuando yo estaba aplicando para saber adónde iba a hacer mi tesis posdoctoral . Creo que se fue logrando con el tiempo . Bueno, si uno no lo hubiera hecho, algún otro lo iba a hacer, eso es inevitable . Y el otro tema de la bioremediación también resultó muy importante, sobre todo por los niveles de contamina-ción que estamos adquiriendo por la mala conducta desde el punto de vista antropogénico . Creo que son interesantes los quiebres que se están produ-ciendo en el instituto .

A.— ¿Cuáles serían estos quiebres?

J. T.— Los producidos en la tradición científica y tecnológica del instituto desde el momento de su creación, en los momentos de incorporación de nuevas líneas, que modifican muchas cosas, los enfoques, las tecnologías, las formas de trabajo y hasta la relación entre los grupos .

A.— ¿Cuál era la mirada tradicional en microbiología y en qué se diferen-cia de estas nuevas líneas basadas en la biología molecular?

J. T.— La biología molecular es una herramienta de la que tienen que ser-virse las distintas disciplinas científicas de la biología como troncal, para lograr un conocimiento más acabado, más profundo de lo que están ha-ciendo . En el caso particular nuestro, antes Microorgan era un instituto de microbiología industrial, es decir, se estudiaban los microorganismos para la producción de servicios . Por ejemplo, yo entré a trabajar para la produc-ción de Etanol, con una bacteria bastante novedosa, muy interesante, sigue siendo buena herramienta de estudio . En Microorgan se estudiaba la pro-

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ducción de Etanol con zimononas y también la producción de proteínas uni-celulares (enfático). Ésta última fue una línea muy importante por muchos años a nivel mundial porque había que darle de comer al mundo . Como los alimentos eran caros, entonces apareció una variante que era la proteína unicelular, formada por bacterias y levaduras, a partir de sustratos que eran desechos . El producto era de bajo valor agregado, bastante barato, enton-ces podía servir para darle de comer al Tercer Mundo . Por otro lado, la otra línea de investigación que era la que había comenzado el doctor negrín cuando vuelve de hacer su posdoctorado, era el tratamiento de efluentes. Entonces, por un lado estaba la producción de metano mediante el trata-miento de efluentes de la industria azucarera –que es una gran contami-nante y lo sigue siendo porque nunca pusieron en práctica la legislación– y por el otro estaba el tratamiento genético de levaduras . Luego, con la línea de producción de Etanol comenzamos a introducirnos en la fisiología mi-crobiana de la bacteria, es decir, estudiar la bacteria, qué es lo que ocurre cuando la ponemos en un medio, cómo crece, qué es lo que produce aparte del alcohol . Y luego, con lo de la biología molecular, casi todos comenzaron a hacerla, de alguna manera, caracterizar microorganismos, estudiar plás-midos, el ADn del microorganismo desde un punto de vista macro, luego se fue afinando la puntería y empezaron a estudiar los genes . Y entonces, tal fue el quiebre que se produjo en el Instituto, que consistió en que se perdió la identidad para lo que estaba el Instituto . Más de una vez lo discutimos en reuniones de investigadores con el doctor negrín, porque la idea era que siguiéramos haciendo microbiología industrial y biotecnología y pin, pan pum, pero más de una vez nos vemos haciendo cosas bastante básicas lejos de lo que sería microbiología industrial o una aplicación biotecnológica a corto plazo . Muchas veces nos vemos haciendo más que todo taxonomías moleculares, estudios de poblaciones, utilizando herramientas de biología molecular y muy divorciado ya casi de lo otro . Que eso es algo muy normal en el ser humano, yo no sé si sobreviene con la inestabilidad o qué, o dejarse seducir por algunas disciplinas . Entonces de repente se larga a hacer otra cosa y de repente está muy lejos de donde empezó .

A.— ¿No tiene que ver esto con la tendencia actual mundial en biología de orientarse hacia lo molecular, hacia la biotecnología? Parecería ser un lugar de convergencia de varias disciplinas, con mucho apoyo financie-ro, con una tendencia que la misma biología y otras disciplinas impulsan y que ha producido una revolución científica en la forma de hacer cien-cia. ¿No?

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J. T. —Sí, lo que pasa es que se actúa sobre muchos aspectos que tienden a seducir al individuo . Por un lado, está la cuestión de solucionarle el proble-ma a la gente, entonces el individuo se va a sentir útil . Por otro lado, está la posibilidad de producir un bien y servicio importante, el individuo puede ser famoso . Y trabajando en eso el individuo publica, entonces sigue siendo un poco famoso o mantiene su prestigio científico . También si logra el desarro-llo y producir algo potente, el individuo puede ser contratado por empre-sas y mejorar su bienestar económico a través de brindar asesoramientos o vender patentes, o trabajar en sociedad con una empresa biotecnológica . Y el aparato científico trabaja también mucho sobre el individuo, de ahí que uno encuentra que se tenga en la Argentina gente que quiere hacer cien-cia, trabajando con un sueldo más o menos bajo y muchas horas al día, a diferencia de lo que ocurre con otras ramas de trabajo u otras disciplinas de trabajo . Porque se está trabajando sobre el individuo y sobre el ego del individuo también.

Del testimonio anterior se desprende el impacto y posteriores efectos de la introducción de la línea de investigación basada en la biología mo-lecular en la tradición microbiológica de aplicación industrial original del instituto. A pesar de que dicha introducción fue planeada conjuntamente entre la dirección y los investigadores y consumada por medio de la política del laboratorio de enviar recursos humanos a formarse y especializarse en diversas perspectivas de la biología molecular en el exterior, una vez reali-zada comienzan a manifestarse sus resultados. Ellos se presentan no sólo en el plano cognitivo –quizás el más fácilmente previsible–, como lo son el “quiebre” generado en “la tradición científica y tecnológica del instituto desde el momento de su creación”; sino también en el plano social, de los cuales son ejemplos la modificación de “muchas cosas” como “los enfoques, las tec-nologías, las formas de trabajo y hasta la relación entre los grupos”. Reunidos éstos en su conjunto, tienen la capacidad de hacer perder la identidad del instituto hasta pasar al extremo de verse los investigadores “haciendo cosas bastante básicas lejos de lo que sería microbiología industrial o una aplicación biotecnológica a corto plazo” . Vinculado a esto último, parecería entonces contradictoria la concepción del jefe de grupo, respecto de la biología mo-lecular “como una herramienta” de la que tienen que servirse las discipli-nas biológicas para lograr un conocimiento “más acabado y profundo”. Con

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respecto a este punto, en el discurso de Juan Taboada se destaca el doble alcance de la incorporación de la línea de la biología molecular. Por una parte, el alcance integral que abarca y determina el tipo de enfoque del mundo natural, la posibilidad de la utilización de las nuevas técnicas para dar respuesta a problemas no solucionados con los marcos metodológicos anteriores, y simultáneamente el cambio del curso de las investigaciones, dejando atrás miradas tradicionales, para generar un cambio, vivido como “quiebre” de la organización social del laboratorio, del trabajo colectivo de los grupos y de la transformación de sus prácticas. Por el otro, el alcance parcial que abarcaría sólo la adopción de las técnicas de la biología mole-cular en el campo de desempeño histórico –la microbiología– sin importar cambios dramáticos a nivel de la conformación social.98

La “seducción” ejercida por la nueva línea de investigación en el plano individual es interpretada por nuestro interlocutor como la puesta en juego

98 La tensión implícita en su reflexión se conecta con las interpretaciones provenientes de los estudios sociales de la ciencia respecto de la emergencia, desarrollo y expansión de la biología molecular como nuevo dominio hegemónico, en relación a las preexis-tentes disciplinas biológicas y campos de investigación. Muchos analistas sociales han dado cuenta del proceso cada vez más marcado de molecularización de la investigación biológica contemporánea a partir de principios de la década de 1980. Por ejemplo, Joan Fujimura (1992, 1996) en su estudio sobre los cambios operados en la investigación so-bre el cáncer, desde la temprana incorporación a principios de la década de 1980 de las técnicas de genética molecular, demuestra que hasta mediados de los años 70, los investigadores no disponían de tecnologías para experimentar con las teorías sobre el cáncer en organismos eucariotas. Las pesquisas básicas consistían en líneas con dife-rentes grados de organización, muchas de las cuales estaban lejos de una descripción empírica de los mecanismos genéticos. Durante este período de transición el enfoque estaba puesto en estudios tradicionales de química de proteínas de tumores virósicos, oncogenes virales y la transformación de células. En muy pocos años, a mediados de los 80, el “mundo del cáncer y su investigación” ya se habían reconstruido a través del uso de las tecnologías del aDn recombinante y de la teoría del proto-oncogene. La es-tandarización de esas nuevas tecnologías, entendidas como prácticas insertas en pro-tocolos e instrumentos rutinarios, no tiende solamente a lograr mejoras técnicas sino a transformar esas prácticas y capacidades en herramientas productivas, dentro de una red de laboratorios, empresas privadas, agencias de financiamiento gubernamentales, practicantes y productos materiales. Así, la estandarización de una tecnología se pro-duce cuando sus compromisos prácticos, institucionales, “sentimentales” y financieros se solidifican en protocolos experimentales, materiales de investigación e instrumentos automatizados de genética molecular (Fujimura, 1996). En igual sentido, Rabinow (1992, 1997,1999); Rheinberger (1997).

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de valores sociales imbuidos por el “aparato científico” tal como la utilidad social del quehacer, el reconocimiento de la fama y el prestigio científico, la posibilidad de ascenso social y mejora material de los individuos consa-grados, facilitada por la vinculación con la industria. Así pues, la nueva línea investigativa atraería junto al interés específicamente cognitivo el interés social de sus practicantes, en virtud de los cambios operados en la praxis.

Al igual que los restantes jefes de grupo, Juan Taboada aprovecha el in-tercambio para quejarse del rol de patrocinante administrativo que le toca desempeñar en el momento actual de su carrera, y también de la presencia de sus becarios para –dentro de un trato jocoso– clamar públicamente por las restricciones al tiempo destinado a la formación de los becarios, intrínse-cas a ese posicionamiento. Al comparar su estatus histórico de becario con el de los becarios actuales, encuentra diferencias que lo impulsan a dar una explicación histórica y contextual donde se detectan relaciones jerárquicas y de poder constitutivas.

Antropóloga.— ¿Y cómo ves al futuro de los becarios, a la reproducción social del grupo?

Juan Taboada.— ¡Ah los becarios son una lacra social, una especie en ex-tinción! (en tono chistoso frente a sus becarios) no, yo he sido becario y es una etapa muy linda, al menos yo la viví en una época distinta, porque ingresé como becario terminando la época de la dictadura y empezando la democracia, con todo el auge y el movimiento de la democracia que supo imponerle Alfonsín a los primeros años . Entonces con toda la cuestión de las afiliaciones y del gremialismo, yo participé mucho en eso . La etapa de be-cario es muy especial, muy interesante viéndola desde afuera, en el sentido de que significa adquirir una formación acelerada en muy corto plazo, y eso es un desafío . Tiene problemas, como todo aquello que conlleve relaciones humanas, en el sentido de que a veces se producen quiebres en la relación, falta de diálogo, falta de presencia, pero en la medida que se hable, eso es superable . En lo que a mí respecta, la situación fue bastante complicada, sobre todo en el momento en que tuve que escribir la tesis doctoral . ¡Mi di-rector no me habló por un año y medio! Recién me dirigió la palabra en el momento en que me vine a despedir para ir a Buenos Aires y luego a Francia . Él estuvo en la tesis doctoral, me dio la mano, pero no hubo casi nada de diálogo . Pero uno sobrevivió y bastante bien .

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(Frente a mi gesto de intriga y asombro, y a fin de evitar malentendidos)

J. T.— no, no era negrín mi director, él me ayudó bastante . Ese tipo de situa-ciones ya casi no se dan . Antes, había personajes con un gran carácter, y si alguien les llenaba la cabeza en tu contra, te retiraban el apoyo .

A.— ¿Eso pudo ser porque vos tenías cierta actividad política?

J. T.— Puede ser en parte . Yo siempre tuve una tendencia hacia la izquierda, mi director, no, era más derechista . Hubo institutos, como éste que tenemos de vecino acá, el Cytpec, que está cerrado, un instituto que creció con el po-der militar, tenía un subsidio gigantesco, 100 veces más de lo que le daban a de Robertis, el estudioso de las disciplinas neurofisiológicas, quien introdu-ce la disciplina en la Argentina con sus estudios de hipófisis . Bueno, hicieron semejante instituto y resultó ser un elefante blanco . Pusieron un director y a las personas que aspiraban a entrar, las seleccionaban lo que era la Acción Católica Argentina, ahí no ingresaba ningún judío, menos de izquierda . Ese instituto no progresó mucho científicamente, no publicaron casi nada en el exterior, entonces lo cerraron . El primer director de este Instituto (Microor-gan) era distinto, tendría su idea política, pero científicamente era muy bue-no . Era ingeniero químico con posgrados en Suecia y en Checoslovaquia, era un experto en fermentación industrial . Crea el instituto y tiene la visión de instalar tecnología, después lo continuó el doctor negrín en la dirección a partir del año 87 .

Entonces yo creo que ahora hemos cambiado, porque el diálogo es más lla-no, no hay que vencer tanta distancia entre las personas y el respeto se lo logra de otra manera .

A.— Además ustedes trabajan en forma grupal en el laboratorio, están cerca y tienen como directores la necesidad de la transferencia de con-tenido cognitivo…

J. T.— Claro, ese contenido cognitivo transmitido en base a la experien-cia, algunas veces . Otras, en base a las mismas dudas del director, se trata que sea cercano en base a la medida de los tiempos, ésa es otra cosa que quería hablar, sobre todo cuando están los chicos acá . (En referencia a los becarios) Es decir, que no sea por interpósita persona, sino estar ahí en el laboratorio y preguntarles qué están haciendo, para qué y cómo, que son las mismas preguntas mágicas de siempre . Ahí la cosa se vuelve más en-riquecedora . Lo que se enfrenta a eso, es el grave problema que uno se va

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metiendo cada vez en más cosas, entonces va ocupando más su tiempo y va restándole más horas al laboratorio, que para mí, es la esencia . Entonces estoy dando más clases, te ves atendiendo más papeles, evaluando gente, te vuelves un administrador, de recursos, de información, y eso no es bueno . Yo creo que a los institutos habría que dotarlos de más personal administra-tivo, que te ayuden en ese tipo de actividad. Por suerte nosotros los tenemos a los chicos, los becarios . Entonces los becarios se hacen responsables de un área, ellos dicen falta tal cosa, y se compra . Pero hay otra parte que es la de evaluaciones de personal, de proyectos, de carreras, que encima que no te pagan, te llevan muchísimo tiempo y si decís que no, puede llegar a ser peli-groso en el sentido que no sos tenido en cuenta . Y como la promoción tanto en la universidad, en la categoría de incentivos como en el conicet es negada por un cúmulo de cosas, te descuidás del plan y es riesgoso .

A.— ¿Cómo hacen entonces para publicar si no tienen posibilidad de hacer investigación en la mesada?

J. T.— (Irónico) Lo que pasa es que somos explotadores.

A.— ¿Hacen las publicaciones conjuntas?

J. T.— Claro, somos explotadores (risas con los becarios). Lo que pasa es que como director uno dirige becarios, entonces ellos trabajan . Se pone la idea, ellos la van desarrollando y hay una creación intelectual compartida . Y una publicación es eso . Ahora si ellos tienen la idea, la escriben y la de-sarrollan, tendrían que ir solos, ese respeto tiene que existir . Pero considero que no se debe trabajar solo, el grupo tiene que resolver los problemas, hay que compartir ideas, ser solidario, los grupos unitarios no funcionan, menos que menos en un país del Tercer Mundo, emergente, donde a los subsidios cuesta conseguirlos, entonces hay que ser solidarios .

Oscar Flack, doctor en biología, conoció por primera vez Microorgan en el año 1992, siendo tesista de la licenciatura en genética de la provincia de Misiones. Para realizar el trabajo de investigación que constituiría la base de su tesina, tuvo entre otras posibilidades, la de hacerlo en el labo-ratorio de Tucumán “polo microbiológico de gran renombre”, sobre el tema de su elección, ingeniería genética o biología molecular bacteriana. Esta primera experiencia que se inició con una pertinente elección del lugar de trabajo, con el tiempo se reveló ineficaz para su propósito de defender la

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tesina y recibirse de licenciado, por cuanto la investigación le insumió dos años de trabajo, cuando lo normal era un período de cinco a seis meses, “mi director de tesis de acá, de Microorgan, consideraba que la tesina nunca estaba terminada”.

Tal actitud de insatisfacción perpetua respecto de su forma de investi-gación que en primer lugar le produce perplejidad, luego le genera una re-acción de rebeldía que lo lleva a entrevistarse con el director del instituto, doctor Negrín, a fin de reclamar por el reconocimiento del cumplimiento de todos los objetivos planteados en su original proyecto y por la anuencia del director de tesis al respecto. Tuvo éxito en ambas demandas, por lo cual pudo defender su tesina en Misiones y a su vez proseguir su formación doc-toral en Microorgan, en continuidad con su tema de indagación, biología molecular en bacterias. Su idea de regresar a la provincia cordillerana de su origen y a los asuntos familiares, de los cuales había salido con el propósito de alejarse, si bien está simbólicamente presente al fin de cada etapa for-mativa, se diluye en el tiempo y va perdiendo fuerza. Como lo había hecho al finalizar la licenciatura, regresa al tema anudando el hilo de su discurso en otro momento decisivo: “hice el doctorado y después me digo, me vuelvo a Mendoza” . Pero el doctor Negrín le propuso presentarlo a conicet para que realizara un posdoctorado en el exterior, aceptó y pidió la beca externa so-licitando ir a trabajar con un especialista en biología molecular en bacterias en los Estados Unidos. No le fue otorgada esa beca, ni tampoco otra para investigar en Alemania. Como estaba finalizando la prórroga de la beca de perfeccionamiento y ya era doctor, nuevamente vuelve al punto “y entonces dije, es el momento de volver a Mendoza”. Pero un llamado telefónico reali-zado desde Suecia a Microorgan ofreciendo un contrato por un año para hacer el posdoctorado en el departamento de biotecnología de la Univer-sidad de Malmö le fue propuesto y aceptó. Entonces comenzó la etapa más fructífera como científico.

Antropóloga— ¿Cómo fue la experiencia allá en Malmö?

Oscar Flack— Fue muy buena, fue mi etapa más productiva.

A.— ¿Y en qué trabajaste ahí?

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O. F.— El primer año fui contratado para realizar una tarea puntual .

A.— ¿Cuál era?

O. F.— Era clonar y secuenciar un gen que era de interés para ellos, de una bacteria, una proteasa alcalina de la que tenían mucho trabajo desarrolla-do respecto de propiedades y cualidades.

A.— ¿Y vos ya habías hecho ese trabajo acá?

O. F.— Sí, porque era biología molecular y era lo que hacía acá, no especí-ficamente con ese gen ni con esa bacteria, pero la biología molecular son recetas de cocina, básicamente es aprender el fundamento de cada técnica y después es todo lo mismo . Entré en un grupo que tenía mucha experiencia en recuperación de bioproductos o downstream processing . La recupera-ción del producto, implica un proceso lineal que por ejemplo, va del estudio a escala de laboratorio de cómo se produce, qué factores afectan a la pro-ducción de un metabolito, pasando luego al estudio del escalamiento en planta piloto . después tenemos ese metabolito mezclado con otros en una sopa y necesitamos separarlo del resto, eso es lo que estudia el downstream . Es la recuperación, la separación y la purificación de ese metabolito para después estudiarlo básicamente . En el caso de una biomasa, el producto de interés es el microorganismo en sí mismo, cómo separarlo, por precipita-ción, centrifugación o lo que sea, del resto del medio de cultivo .

Era un grupo muy fuerte en purificación y recuperación de metabolitos, que se estaba moviendo hacia un nuevo campo, la investigación con extremó-filos, microorganismos que crecen en condiciones extremas, temperatura, alcalinidad, salinidad, PH . Y estaban básicamente trabajando con microor-ganismos provenientes del Reef Valley, de África . Son esos lagos que en la época de sequía, se concentra el agua muy rica en sales, el PH sube, la con-centración de sal también y sólo algunos microorganismos pueden crecer, por lo tanto esos microorganismos producen metabolitos, adaptados para funcionar en esas condiciones . Básicamente ellos estaban interesados en la parte de enzimas que pudieran producir esos microorganismos . Yo llego justo ahí, cuando se está abriendo esto y llego a cubrir un vacío que tenían . Como era un grupo que nada que ver con microbiología, empecé a ver un poco de microbiología con el manejo de todos estos microorganismos, ais-lamiento, caracterización, identificación por biología molecular y cuando me quise acordar tenía 20 personas a mi cargo . Abrieron un laboratorio de acuerdo a las especificaciones que yo quería, sin ningún tipo de restricción,

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ni para microbiología ni para biología molecular . Me dieron una posibilidad de producir que acá nunca tuve, en cuanto a confianza y sostén económico . Así fue como tuve plena producción sin restricciones y en 2 años publiqué 24 trabajos, en revistas importantes, todas con referato, algunas con índice de impacto de 1, de ahí para arriba, hasta índice de impacto 8, y hasta el día de hoy estoy publicando todavía trabajos que tenía hechos en el 2004 –año en que regresé–, estamos sacando los últimos trabajos .

A.— Fue muy exitosa la experiencia.

O. F.— Sí, sí, sí! En cuanto a formación académica, cubrí un bache . Yo pude explotar mi idea, me confiaron la dirección de gente nueva, busqué los te-mas, fueron ideas mías, novedosas y bastante interesantes . Ellos están fir-mando convenios con otras firmas a raíz de esos temas . Y lo que me deja aún más tranquilo y conforme es que por ejemplo, dos de los chicos que entraron al tiempo que yo y que pusieron bajo mi dirección, se doctoraron entre los 3 y 4 años, mucho antes que gente que llevaba trabajando allí en-tre 5 y10 años . Entonces eso me puso muy contento, toda esa fue mi mejor etapa productiva .

La competencia técnica adquirida en su estancia posdoctoral en el exte-rior, como así también la capacidad de aprovechar la ausencia de personas que contaran con conocimientos específicos de microbiología en el grupo receptor, y la aptitud y talento para generar publicaciones, tienden a con-vertirse por la operación de la magia social en competencias sociales (Bou-rdieu, 1984, 2008). Éstas se ponen de manifiesto primeramente en la arena social del laboratorio sueco, donde se le reconoce la expertise y simultánea-mente se le deposita la confianza de la formación de los nuevos becarios en la línea de investigación y temáticas por él diseñadas.

Ya en Tucumán, a su regreso y reinserción en Microorgan, la competen-cia social se traduce en haber logrado entrar a la carrera de investigador del conicet, frontera simbólica cuyo traspaso representa un gran ascenso en la jerarquía social. Flack reconoce la eficacia social claramente “de hecho, pude entrar a la carrera de investigador por todo lo que hice allá, por todos los antecedentes”, mientras enuncia abatido el contraste con su situación a su retorno, “a la semana me quería volver a Suecia” a pesar de ya tener tomada desde antes la decisión de retornar a su país con su compañera embara-

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zada. En su mirada retrospectiva respecto de los cuatro años pasados casi nada tiene para rescatar y encuentra, al momento de la comparación entre la trayectoria externa y local, una “diferencia abismal”. Se duele de ocupar el tiempo en “lidiar con trastos, con subsidios, financiamiento, reparando equi-pos para poder trabajar” y en no haber podido publicar trabajos a pesar de tener muchos resultados, pues siempre le falta algo porque los equipos de veinte años de antigüedad se descomponen y el tiempo de reparación es generalmente muy largo. La diferencia en la retribución económica es no-toria y en detrimento actual, pero por lo que se siente más afectado es por las limitaciones a su profesión, que le impiden desarrollar sus capacidades de pensamiento y resolución de problemas. Advierte que ese talento que legitimó mediante su ritual de pasaje en el exterior, y por el cual es recono-cido y jerarquizado, comienza a disiparse “mientras no se consigan convenios con gente de afuera o la Argentina decida financiar realmente la investigación, con buenos subsidios que permitan comprar equipamiento”. Por todo ello le es muy difícil proyectar “un futuro acá” y ante la adversidad coquetea con la industria o con irse definitivamente al exterior, en cuanto artífice de una línea de investigación con impacto particular en la producción de nuevos antibióticos activos en frío preservantes de los alimentos, donde el estudio de los extremófilos adquiere importancia. Ésa es la orientación que transmi-te a sus dos becarios doctorales del conicet, una licenciada en biología y un licenciado en biotecnología.

En este tipo de carrera individual, la incertidumbre resulta de la tensión entre dos tipos de competencias y jerarquías legítimas. Por una parte, las propiedades del capital científico específico y el prestigio medido principal-mente por el reconocimiento en el exterior y las publicaciones. Por la otra, las propiedades de la posición institucional, que si bien tienen el carácter de objetivas –carrera de investigador científico– son percibidas y experi-mentadas por el actor como laxas e inadecuadas para su buen desempeño como científico. De ahí la duda en permanecer en el país, la atracción por otras arenas como la privada y la imposibilidad de afianzar su reinserción, posición y carrera dada la obsolescencia del laboratorio. Frente al contex-to de incertidumbre e inseguridad, adopta en consecuencia una actitud displicente, y deprimido, abandona la pelea contra los molinos de viento,

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asume la realidad del entorno donde no puede perfilar su futuro y “hace lo que puede hasta donde puede”, sabiendo que tiene para dar mucho más de sí, pero también que carece de oportunidades para seguir trabajando y produciendo al ritmo destacado que le valió su consagración en el exterior.

En efecto, puesto que los diferentes tipos de competencias y poderes específicos (técnico y social) ligados a las diferentes posiciones están poco institucionalizadas o son poco eficientes, son difíciles de disociar de los ocu-pantes de los espacios en juego, adquiriendo por lo tanto los individuos y sus representaciones un peso social relevante.

A diferencia de la situación de frustración y aparente estancamiento que venimos de describir, las circunstancias y posición del director de grupo que pasaremos a analizar está marcada por una relativa satisfacción con la op-ción de salida de un instituto al cual pertenecía y la posterior de entrar a Microorgan junto a su equipo en junio de 2005.

Nicolás Kruger, doctor en Biología, obtuvo su licenciatura y doctorado en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucu-mán. Por dicha formación se definió como “biólogo neto”, habiendo siempre trabajado con insectos, su biología, taxonomía y comportamiento. Comen-zó a apartarse de la imagen del biólogo básico inculcada en su formación universitaria, del “loco que andaba con una red pillando mariposas en el cam-po” al afirmarse en la intención de practicar una biología aplicada. Y es así como ya de estudiante se asoció a un grupo de trabajo sobre control de plagas, yendo a trabajar a Cytpec, un instituto especializado en dicha mate-ria, como auxiliar de investigación. Luego de obtener la licenciatura en bio-logía, se presentó al conicet con un proyecto doctoral sobre la “mosca de la fruta” y encarando el control de esa plaga por medio de métodos biológicos como alternativa a los controles químicos. Le fue asignada la beca y se doc-toró en Tucumán. Posteriormente completó su posdoctorado en México con el apoyo de una beca externa del conicet que le permitió sostener una estancia formativa de dos años en el principal centro internacional de estu-dios sobre su actual línea de investigación, la plaga de la mosca de la fruta, su estudio biológico, control y regulación, de gran importancia económica a nivel mundial y local. A su retorno a la Argentina, en 1998 se incorporó al cargo ganado de investigador asistente de la carrera de investigador cientí-

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fico del Conicet, determinando como locus institucional al Cytpec. En el año 2005, ya habiendo ascendido al cargo de investigador adjunto, sobrevie-nen desavenencias con la dirección de ese instituto, que según su opinión, no poseía un buen nivel científico y no sustentaba el mantenimiento de un ambiente de investigación. Con lo cual hubo un cambio en la política institucional. En ese momento se dio la ocasión de reflexionar respecto de la lealtad, reconocer la propia voz y finalmente tomar la decisión de “salir” (Hirschman, 1970 apud Rabinow y Dan Cohen, 2005) del centro de inves-tigación de revista. Dicha “salida” lo anima a tomar contacto con el doctor Negrín, director de Microorgan, quien lo conocía y se mostró interesado por su temática, capacidad y trabajo. De resultas, se concretó la inserción, que le aseguró a Kruger y su grupo la continuidad del proceso de investigación, apoyo institucional y un ambiente de actuación especializada, rasgos todos estos que son apreciados por las posibilidades de permanencia, despliegue y estabilidad de su posicionamiento en el campo científico y profesional. Una vez producido el cambio de institución, superados todos los obstácu-los y aceptado su proyecto, anticipa ulteriores orientaciones para adaptarse al nuevo contexto y en el diálogo se expresan sus cavilaciones al respecto.

Antropóloga— ¿Cómo fue tu incorporación a Microorgan?

Nicolás Kruger— Yo, antes de ingresar ya era investigador adjunto del co-nicet, tenía un proyecto y un grupo de trabajo con becarios y tesistas . Todos nos vinimos para acá en junio del 2005 . Y ahora estamos abriendo nuevas líneas de investigación, entrando a ver qué es la microbiología ahora, pero aplicada al control de la mosca de la fruta .

A.— ¿Y trabajan en el tema genética?

N. K.— Estoy entrando, es decir yo no trabajo en genética . Pero ¿qué es lo que hice? Este año presenté en “entrada a carrera” a uno de mis becarios que se doctoró con el tema de genética y ecología . El tema “mosca de la fruta” está creciendo y se está incorporando muchísimo el tema genético, hacer estudios taxonómicos a nivel genético, alteraciones genéticas como métodos de control o buscar cepas genéticamente viables para utilizarlos como enemigos naturales . Es decir comenzar a entrar en lo que es la biotec-nología . Eso es nuevo a escala mundial .

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A.— Parece que la biotecnología es un polo de atracción de distintas disciplinas, ¿no?

N. K.— Sí, y me parece interesantísimo . Por ejemplo, tengo un sobrino que le interesaba la biología, me lo comenta y le pregunto si no había pensado en cursar la nueva carrera de Biotecnología . La cuestión es que ahora está es-tudiando biotecnología . Y la biotecnología abarca todo, entonces creo que es una mezcla de un ingeniero y un biólogo y muchos más que tienen una visión más amplia . Tiene muchas más líneas de investigación, creo que es la nueva generación de científicos, porque tiene elementos para trabajar más .

de todas maneras siempre hay que trabajar en colaboración . Yo trabajo con botánicos, bioquímicos, con ingenieros agrónomos, dentro de la biología tengo una formación más bien zoóloga, nosotros nos formamos como botánicos y zoólogos . Pero siendo biotecnólogo uno tiene una visión más amplia y también puede trabajar con grupos en colaboración, con distintos profesionales, pero un biotecnólogo tiene una idea más amplia . Por eso yo sugiero, si tenés dudas, estudiá biotecnología . Ahora, no es lo mismo que ser biólogo –yo volvería a es-tudiar biología– porque el biólogo en su entrenamiento tiene salida de campo, tiene una vida más bohemia, está más en contacto con la naturaleza, es una vida más humanística y eso no lo quita nadie . El biólogo neto sigue, pero se está perdiendo un poco porque lo que exige el sistema, las nuevas tendencias como genética, biotecnología, es trabajar en algo mucho más aplicado –lo cual es positivo hasta cierta manera–, pero el contacto con la naturaleza nos enseña mucho . La ciencia y la tecnología están avanzando muchísimo, pero también la destrucción del ambiente y después… ¿dónde viviremos? del ambiente se está aprendiendo mucho y del ambiente sale todo, de las plantas salen los remedios, etcétera . Eso sí se está perdiendo, pero por suerte quedan algunos biólogos ne-tos . Por ejemplo, yo ahora que he dejado de ir tanto al campo, –a mí me en-canta el campo, mi tesis la hice en el campo y orienté las tesis de mis alumnos en el campo–, y he dejado de ir . ¿Por qué? Porque tengo que sentarme en un laboratorio . ¿A qué? A guiar las tesis, a pedir proyectos, estoy en otra fase . Pero cuando puedo salir con los chicos a hacer el muestreo y pasarnos una mañana hasta la noche y aún más, si podemos dormir en carpa y pasar una noche, me siento identificado con mi profesión . Yo sé que ya como jefe de grupo y director de tesis, las tareas y responsabilidades implicadas me impiden irme al campo, pero cuando puedo hacerlo con la gente a la que estoy guiando, lo hago y en-cuentro que es mi esencia . Es muy lindo . Yo fui docente 4 años de la escuela de guardaparques nacionales que funcionó acá en Tucumán, en un instituto ubi-cado en lo que es el parque sierra de San Javier, que pertenece a la universidad .

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Fui docente de la cátedra de diversidad animal y realmente fue una experiencia hermosa, económicamente un desastre porque pagaban una miseria, pero el tema es el contacto con estudiantes que iban a ser futuros guardaparques –yo tenía estudiantes desde indígenas a chicos con un estatus económico muy bue-no, que venían de estudiar 3 años de biología– . Y lo más productivo eran las prácticas de campo y la semana o dos que nos íbamos a un parque nacional, y nos metíamos al parque a llenarnos de garrapatas y aprendí muchísimo de ellos, especialmente de la gente más de campo, aprendí muchísimo de recono-cer huellas, lo podría haber visto en los libros, pero no tenía la experiencia de campo . no me redituaba económicamente y me quitaba mucho tiempo de in-vestigación, ganaba en aprender y en sentirme de nuevo joven . dejé la docencia porque la escuela se cerró, Parques nacionales decidió transportarla no sé si a Córdoba o a neuquén . A mi me afectó mucho, fueron 4 años muy lindos y son 2 generaciones de guardaparques en que participé . Me afectó mucho enterarme por medio de dos estudiantes que cesaba en la actividad, ni Parques nacionales ni la Facultad me avisaron nada, lo único que recibí fue la notificación de que se cerraba el año, pero yo no sabía que se cerraba la escuela . Yo era docente, tenía 100 horas cátedra que las distribuía en 3 o 4 meses, más 1 o 2 semanas de prác-ticas de campo, según los recursos de Parques nacionales . no nos pagaban ni siquiera viáticos, nos daban de comer, pero ni un peso . Eso fue volver a mi esen-cia biológica . no quiero decir que lo que hago ahora no es biología, es biología, pero estoy más metido en el laboratorio y luego hacemos ensayos en campo o semicampo . Pero estamos ahora entrando más en la parte genética, biotecno-logía y microbiología, son las líneas que estoy desarrollando porque estoy acá en Microorgan y hay que ir adaptándose .

A.— ¿Microorgan tenía alguna línea de investigación semejante o uste-des trajeron la propia insertándola acá?

N. K.— Bueno, la línea exactamente mía no la tenía Microorgan, pero sí tenía una división llamada Control Biológico de Plagas, donde ya había un colega mío, biólogo también, que había trabajado en el Cytpec y se había ido de allí por las mismas razones que me fui yo . Sólo que él se fue antes, él vio cómo venía la mano antes que yo, pero él no tenía un grupo, entonces le era más fácil moverse solo y yo tenía que pensar por mí y 5 personas, no era tan fácil moverse . A mí me dan un gabinete y me arreglo y me formo trayendo gente, pero ya con 5 chicos, con tesis, con trabajos, tengo que pensar en ellos . Estaba viendo el momento para irme de ese instituto . Ese es otro de los males que te-nemos en Argentina y que sigue, tenemos instituciones muy buenas pero con gente mediocre que las destruye . Pero el tema es que ser del conicet a mí me da

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independencia, es un cargo movible, yo puedo ir a trabajar a otra provincia . Microorgan es un lugar ideal, el problema es el espacio físico, porque Microor-gan tiene mucha gente, se trabaja mucho y tenemos problemas físicos .

A.— ¿En el espacio de laboratorio, por ejemplo?

N. K.— Claro, es muy pequeño, entonces yo tengo un laboratorio que será como la mitad de esta habitación y trabajan 5 chicos, y tenemos la cría de los bichos, los insectos y tenemos que hacer los ensayos . Tengo un gabine-te, con un amontonamiento de computadoras, pero lo mismo trabajamos, lo importante es seguir adelante, abrir nuevas áreas de investigación, pero hay que ver dónde ubicar a la gente .

A.— ¿Y el equipamiento?

N. K.—Bueno, el equipamiento lo adquirimos por medio de subsidios del conicet, de la Agencia de Promoción Científica, de colaboración con otras instituciones . En mi caso es con el intA de Castelar, apoyo institucional o con-venios con otras instituciones extranjeras . Por ejemplo, yo trabajo con un instituto de ecología de México, con el que tenemos objetivos comunes, y entonces pudimos comprar un microscopio . de tal manera vamos juntando de distintos recursos, fuentes, y vamos armando de a poco nuestros labora-torios . Todos los años hay que recomenzar a pelear, a buscar subsidios, ésa es mi función, soy jefe de un grupo y es la gestión, que aclaro no me gusta .

A.— Me parece que a ningún científico le gusta.

N. K.— Pero no hay otro camino, entonces hay que pasarse llenando formu-larios, presentando proyectos, convenios, y eso me quita mucho tiempo de estar bajo un árbol viendo los insectos y anotando . Bueno, en eso estamos y estamos funcionando . Hace un año y medio que estoy acá, y tengo mucho trabajo hecho en ese tiempo . Lo que estamos generando es mucho más que lo que obtuve en la otra institución, donde poseía espacio de sobra, pero no había un apoyo institucional y no existía un interés por la ciencia . Había que reinstalarse en un instituto que le interesara la ciencia y el desarrollo, que tuviéramos los mismos objetivos . Somos del conicet y estamos en la misma carrera, formamos gente, producimos y colaboramos en lo que es avance de mi tema específico . Las perspectivas son interesantes, es la primera vez que formé a alguien desde el inicio, desde becario, hizo su maestría conmi-go, todo el proceso de becas del conicet, doctorado, está haciendo ahora un posdoctoral en México y ya solicitamos ingreso a carrera.

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A causa de la “crisis” de “salida” experimentada, en el ingreso del in-vestigador y su grupo a la nueva institución se observa un alto grado de adhesión a los valores del nuevo instituto, representados por el cuidado y estímulo del “espíritu científico” o “espíritu de cuerpo”. Dicha adhesión o pertenencia es evidenciada por la convicción o entusiasmo expresados por el actor con respecto a los principios institucionales básicos, que va más allá de las definiciones técnicas de la competencia requerida formalmente para el ingreso. Por eso no importa mucho que no esté entrenado en las nuevas técnicas biotecnológicas aplicadas al campo de su dominio más estricta-mente biológico, ni en la microbiología, fuerte de Microorgan. Lo principal está dado por sus experiencias anteriores y exteriores, su herencia profesio-nal y su ethos de disposición permanente y capacidad de apertura a nuevas líneas de investigación alrededor de un tema bien definido. Dentro de este capital aportado como derecho de entrada, desde la perspectiva nativa hay elementos identitarios reconocidos como valiosos, como lo es su formación como “biólogo neto”, cuya esencia es la observación y experiencia de cam-po. Especificidad profesional en vías de extinción frente al constante avance de las “nuevas tendencias como genética, biotecnología”, que favorecen una visión más amplia con un haz diversificado de herramientas de trabajo y perspectivas de aplicación. De este modo, la comparación muestra diferen-cias profesionales según las disciplinas, y la existencia de una distancia en-tre dos modos de producción del conocimiento, y en un sentido más vasto, de dos sistemas de valores y estilos de vida. Contraste claro marcado en la interlocución entre una “vida más bohemia, más humanista” propia del “bió-logo neto” y una vida encerrada en el laboratorio, orientada a la aplicación inmediata, sin contacto con “el campo” y “la naturaleza” propia del biotec-nólogo, que expresan en el caso, la tensión de dos lógicas simultáneamente operantes, aunque con menores posibilidades de articulación la primera.

Por otra parte, el reconocimiento y aceptación de la función de patro-cinante patrimonial propio de la división etaria del trabajo de laboratorio (Law, 1989; Callon, 1989; Latour, 1979, 1995; Traweek, 1988; Shinn, 1988, 2007; Bourdieu, 1984, 2008) asimila su capital simbólico de capacidades adquiridas y disposiciones al que poseen el resto de los jefes de grupos de investigación. Y finalmente, en concordancia con algunos de ellos, su

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trayectoria, aptitudes y estatus se legitima externamente en virtud de su distinción posdoctoral en México y el siguiente mantenimiento de relaciones con la comunidad de estudio e instituciones dedicadas a su temática.

Investigadoras formadas

Elizabeth Salgado, doctora en Bioquímica por la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia de la Universidad Nacional de Tucumán, es investiga-dora asistente del conicet y tiene una larga trayectoria de investigación en Microorgan, que se remonta al año 1993, cuando comenzó su beca de ini-ciación. Se insertó en su momento en una línea nueva de investigación so-bre biopolímeros en el área de estudio de hongos, no por elección propia, sino por la política de distribución de recursos del instituto al tiempo del ingreso. “Cuando entrás no decidís, te ofrecen un tema”, y a medida que se desarrolla el trabajo hay posibilidades de elección de un tipo de formación y de los equipos disponibles. Siempre tuvo inclinación por la investigación –“ayuda a reconocer las propias limitaciones”– en un marco de metas fijadas en un tiempo determinado. La medición del tiempo es un eje central que se refiere tanto a las ansiedades expresadas por las limitaciones en el nivel per-sonal y profesional –tiempo de formación, oportunidades de becas, de pre-sentación de papers, informes y seminarios–, como en el del trabajo y ma-nipulación de seres vivos –tiempos de cultivo, de aparición de resultados, de producción de lo esperado–. Ejemplo de ello en el itinerario científico es el entrelazamiento de los registros temporales de la vida privada y pública que la interlocutora pondera relevante para la mejor comprensión de su vocación y empeño. Nuevamente circundan su discurso las especificidades de género desde el primer momento de su autodefinición como “mujer ca-sada con hijos que hace ciencia”, que a su vez ha sufrido los efectos de un divorcio anterior con efectos importantes en el normal curso de su carrera. Un matrimonio anterior mal avenido, disputas por la tenencia de una hija, y la desvalorización de su trabajo por parte de la familia política, interfirieron en la resolución de la disyuntiva planteada entre priorizar su rol tradicional de madre o resolver la forma de continuar y mantener el ritmo de la carre-

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ra de investigadora y proseguir con su trabajo. Precisamente, durante un episodio de estancamiento dado en el año 2001, cuando le es denegado el ingreso a la carrera de investigador científico del conicet como también la solicitud de unos subsidios para jóvenes investigadores y algunas otras aplicaciones, requirió la opinión autorizada del doctor Negrín como conse-jero de porvenires probables. Las palabras de oráculo no se dejaron esperar, y son vivamente rememoradas: “Si usted no se va a algún lado afuera, no va a entrar . Era un mensaje que no estaba en ningún lado del reglamento del co-nicet, pero que él me lo dejó entrever . Él me lo dijo explícitamente”. Semejante dato venía a corroborar su expectativa genuina de hacer su posdoctorado en el exterior, sacrificada por las circunstancias de su vida privada que “la anclaban” en Tucumán, al no permitirle las autoridades judiciales llevar a su hija fuera del país. Con sentimiento de desencanto reflexiona: “Si yo no hubiera tenido esa situación, habría podido hacer afuera mi beca posdoc, que era lo que me gustaba en ese momento, tenía una edad linda para hacer eso . Pero en la situación en la que estaba me era imposible” . Finalmente, a pesar de la situación de dependencia y de las constricciones impuestas por la con-troversia judicial, decidió dar fin a la relación de “espera” instaurada tanto por la autoridad judicial como científica y concretizar las expectativas de su carrera.99

99 La “espera” es una instancia básica del poder universitario donde se apoyan las re-laciones perdurables de autoridad y dependencia, donde el poder está poco institu-cionalizado en relación, por ejemplo, con el poder burocrático ejercido en empresas públicas o privadas. La espera connota la “aspiración interesada a una cosa por venir que modifica duraderamente –es decir, durante todo el tiempo que dura la expectati-va– la conducta del que cuenta sobre la cosa esperada; y también en el arte de hacer esperar, en el doble sentido de suscitar, estimular y mantener la esperanza, mediante promesas o mediante la habilidad para no decepcionar, desmentir o desesperar las anticipaciones, al mismo tiempo que la capacidad de frenar y contener la impaciencia, de hacer soportar y aceptar la dilación, la frustración continua de las esperanzas, de las satisfacciones anticipadas, inscritas como cuasi presentes en las promesas o en las de-claraciones estimuladoras de los garantes, e indefinidamente en retroceso, diferidas, suspendidas” (Bourdieu, [1984] 2008: 120). En nuestro caso, retomamos el concepto para iluminar cómo opera en detalle el poder de la medición del tiempo dentro del campo académico, que actúa sobre las esperanzas de aquellos dispuestos a jugar el juego social e invertir su tiempo y capacidades, y por otra parte, sobre las probabilida-des objetivas, seleccionando los posibles candidatos.

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Antropóloga— ¿Y te fuiste, entonces?

Elizabeth Salgado— Y sí, no tuve más remedio (con voz culposa). Me fui en agosto de 2001.

A— ¿Y cómo hiciste?

E. S.— Y no sé, sobreviví (triste).

A.— Bueno, ¡eso me alegra!, porque al principio había entendido que no habías podido salir.

E. S.— no, si no hubiera podido salir no estaría acá, o no estaría por lo me-nos con la gente alta . Yo estaba viendo unos contactos en Alemania, iba a pedir una beca Humboldt . Y ya me había hecho una coraza de acero y un poco iba preparando a mi hija, pero me costaba un montón, porque en la parte personal había como una batalla campal con la familia del papá . Era como que toda mi dedicación a lo profesional iba en desmedro de mí accio-nar como madre, que desatendía a mi hija, por el trabajo acá. no lo conside-ro para nada . Pero mi hija escuchaba y al final venía la pregunta del porqué me iba a ir . Así que la fui preparando . La Humboldt no salió y de repente me contó el doctor negrín de una persona en Inglaterra, que tenía un cargo . Yo le había dicho que tirara las líneas y que viera dónde podía ir, porque estaba dispuesta a irme afuera . Entonces respiré hondo, no lo pensé mucho . Mandé los papeles y gané el concurso ahí en Inglaterra, en la Universidad de Keele.

A.— ¿Y qué ganaste allá?

E. S.— Un concurso para investigador senior, como un posdoc, pagado por la universidad . Me costó un montón, el grupo era lindo pero muy competi-tivo, con gente de todos lados . Iba a desarrollar una tecnología que no era nueva, pero para aplicarla a una temática nueva en la parte de biorreme-diación . Y mi jefe era una persona excelente, bastante conocida en el am-biente nuestro . La experiencia fue linda, en el trabajo aprendí, porque iba a trabajar en un área que no era lo mío . Yo trabajo con hongos, que son pri-mos hermanos de las levaduras y ahí iba a trabajar con bacterias . El hongo es pluricelular y la bacteria es unicelular, pero yo no había trabajado nunca con bacterias . Me pegué cada cabezazo contra la pared, porque no conocía y tenía que aprender prácticamente sola, pero fue una experiencia muy in-teresante.

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Una vez de regreso a Microorgan, luego de haber estado un año en el ex-terior, nuevamente solicitó el ingreso a la carrera de investigador científico del conicet con un nuevo tema de investigación de interés biotecnológico para el campo industrial o farmacéutico: los metabolitos producidos por hongos filamentosos o levaduras, área que está investigando junto con su primera becaria de conicet como directora y con dos becarios de la doctora Spagna como codirectora más otros, dos, cinco en total.

La relación con sus becarios es muy estrecha “soy la mamá gallina, muy sobreprotectora” y le gusta seguirlos muy de cerca. A diferencia de otros di-rectores, no se ha alejado de la mesada del laboratorio, ni de los protocolos que sus becarios están utilizando en el quehacer cotidiano, aprovechan-do esta cercanía para transmitirles sus técnicas, su oficio, la “tradición”, “lo contado”, “lo que no está en ningún lado”, en otras palabras lo “tácito”.100 Lo

100 En este punto las categorías nativas que describen el estilo de la actora en la transmi-sión del conocimiento “in situ” a sus becarios –una de sus tareas más importantes–, coin-cidirían en algunos aspectos con lo que Polanyi (1967) denominó el “componente tácito” o la “dimensión tácita” del conocimiento. Junto a otros intentos de hacer justicia a la com-plejidad e “intimidad” del trabajo científico, la visión de Polanyi del conocimiento personal no equilibra el conocimiento tácito con el explícito. Su idea es que el conocimiento en ge-neral, desde el práctico cotidiano hasta el científico es tácito o se origina en conocimiento tácito, sugiriendo entonces que el conocimiento explícito es impensable, una ilusión de la tradición filosófica empirista. Por ello, los investigadores deberán tener una conciencia alternativa o diferente de los modos de razonamiento incorporados, que si bien se ajustan a ciertos patrones, no son pasibles de transmisión discursiva por parte de las personas que las ponen en práctica (Polanyi, 1967). En Rheinberger (1997) encontramos una ejemplifi-cación de estas reglas implícitas presentes en el razonamiento bioquímico, las que aunque pueden explicitarse, su fuerza y poder residen en estar presentes complementariamente en el diseño de un experimento. La primera es la denominada por el autor “principio de simetría”, que abarca los controles epistémicos y de procedimiento vigentes en un sistema experimental, adoptando usualmente la forma de pruebas o testeos de todas las com-binaciones de diferentes componentes que puedan darse en un ensayo. La segunda, el “principio de homogeneidad” alude a las precauciones a ser tomadas en el uso de distin-tas preparaciones con componentes celulares, cuando se comparan los datos obtenidos de ellas. La tercera, el “principio de agotamiento”, dicta que nunca puede dejarse de lado un componente de compuestos similares a ser testeados en un mismo experimento: los compuestos siempre tienen que ser completos. Todas ellas, aprendidas en la práctica y en las diferentes formas de implementación, constituyen “un sistema materializado y exterio-rizado de imaginación”. Son como “telas de araña experimentales” tejidas de tal forma que sean capaces de atrapar lo desconocido e inesperado. Una vez desplegadas, nos permiten ver y valorar sus aptitudes técnicas, que entendemos se correlacionan con la jerarquía so-cial y simbólica de los actores abocados a la transmisión personal del conocimiento.

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que la lleva a ocupar la posición intermedia, de nexo, entre los becarios y la directora de su grupo, exigiéndole la realización de un cúmulo de tareas, tanto cognitivas como administrativas, que la agotan. Orientar a cada uno de los becarios, seguirlos en la mesada, ocuparse del buen mantenimiento de su cepario compuesto de los microorganismos de interés biotecnológi-co “sin los cuales mi carrera terminaría”, justificar la utilización de los fondos de los subsidios, llamar al service de los equipos cuando se descomponen, hacer evaluaciones como referee de publicaciones en revistas, de proyectos presentados al conicet, contestar decenas de mails, son algunas de sus ocu-paciones y responsabilidades que la someten a una presión constante y a la angustia de la falta de tiempo. A las que hay que agregar las producidas a causa del emprendimiento de vinculación tecnológica con el sector empre-sario, originado de forma imprevista, y que hubo de concretar sin haberlo previamente planeado. Y donde el tiempo adquiere otras dimensiones que deberá aprender e internalizar para alcanzar un desempeño exitoso.

Antropóloga— ¿Ustedes hicieron convenios con la industria, no?

Elizabeth Salgado— Sí . La verdad era que yo no tenía ninguna experiencia en la vinculación con industrias y lo logramos de un modo casi casual . En un seminario, uno de mis becarios hizo un comentario sobre la producción de enzimas por parte de los hongos, con distintas aplicaciones . Esa infor-mación fue tomada por una persona que es profesional de apoyo acá en Microorgan, quien estaba tratando de encarar un tratamiento de efluentes de Atanor con bacterias, pero sin poder degradar el compuesto que a él le interesaba . Había leído que algunos hacían tratamientos con hongos fila-mentosos y vino a hablar conmigo y armamos un esquemita para probar . Era una persona que ha estado siempre en servicios a terceros, muy vincula-do con la parte de la industria, en la relación de Microorgan con Atanor que data de varios años . Y por esas cosas de la vida, salió que sí, que funcionaba y él como interlocutor con Atanor le hizo una propuesta . Le mandamos un primer informe de resultados, se entusiasmaron un montón, vinieron, se ha-bló de hacer un convenio . A mí me surgieron todas las dudas y temores al comienzo . Finalmente, salió toda una cosa muy formal, un convenio entre Microorgan, Atanor y conicet, donde se protegía la propiedad intelectual .

A.— ¿Eso cuándo fue, cuándo empezó el proceso?

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E. S.— En el 2004 y han venido en abril de este año (2006) cuando ya íbamos en la mitad del proyecto, porque surgió primero el tema de uno de los efluentes, obtuvimos buenos resultados y ellos se entusiasmaron bastante . Son desperdi-cios industriales, porque fabrican distintos químicos, hoy son los dueños de los ingenios más importantes de Tucumán, tienen Concepción, Leales y Marajas y están pensando en comprar Ledesma . Los dueños son norteamericanos, no es una empresa argentina . Eso me desayuné ya trabajando para Atanor .

A.— Uno todavía tiene la idea de Atanor como sociedad del Estado.

E. S.— Yo creía que era algo estatal . Y después de eso, ellos vinieron con la propuesta de este primer efluente que era de una planta de producción de glifosato, un herbicida muy importante en la producción y venta a nivel mundial . Y cuando vinieron a hacernos la propuesta concreta para armar el convenio trajeron dos propuestas más, ya no eran los efluentes de glifosato solamente, sino que eran los efluentes de atrazina, que es otro herbicida que también producen ellos y de vinazas, que es efluente de los ingenios . A mí al principio me producía un poco de susto, yo sentía que tenía una responsabi-lidad enorme . Y además me inquietaba porque era otra metodología de tra-bajo, con otros tiempos . En nuestro trabajo, cuando manipulamos sistemas biológicos, sabemos que nunca podemos asegurar un tiempo definido de producción cuando largamos un cultivo, porque pueden pasar miles de co-sas fortuitas que son impredecibles . En la relación con la empresa, las cosas son diferentes, te tiene que dar, sí o sí, en tiempo y forma . Fueron estos tres temas y tuvimos buenos resultados, ahora ya estamos en la última etapa, ellos vinieron en abril y estaban fascinadísimos .

A.— Y ellos ¿aportaron nuevos equipos?

E. S.— no, nosotros aportamos todo, ellos aportan los efluentes y el dinero . de lo que ellos pagan, una parte va a conicet, otra parte va a Microorgan y otra va a los investigadores . nosotros podemos tener un plus en concepto de este trabajo a terceros . La parte que viene a Microorgan, la utilizamos para comprar reactivos e insumos, tenemos que estar atentos cuando pre-supuestamos . La parte contable me produce alergia, pero en esta etapa de mi carrera, he tenido que enfrentarme con los números .

La colaboración con la industria no se presenta premeditadamente en su mundo, por cuanto no estaba en sus planes generar contactos con esa esfera de actividades. Viene de la mano de un “profesional de apoyo” del

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instituto con experiencia en ese tipo de relaciones con terceros. Emerge aquí y resalta la forma de ensamblado institucional, que diseñado para establecer contactos con el ámbito económico, oficia de plataforma no siempre presente en el imaginario de los investigadores. Como olvidán-dose de aquel primer mandato fundacional incentivante del contacto y colaboración del laboratorio con el medio circundante, Elizabeth descu-bre el contacto establecido como un evento contingente, y a su vez, raro. No obstante, renueva aquel mandato, aventurándose a jugar el juego en esa arena caliente, sin abandonar las otras actividades académicas y sus “buenas prácticas”, lo que evidencia el carácter complementario del es-fuerzo de transacción con el ámbito privado (Hidalgo, 2005). Tampoco deja de dudar y temer de los tiempos y espacios “procusteanos”101 impues-tos generalmente por el sector privado y las empresas, al ritmo específico del proceso investigativo, al seleccionar las soluciones más aplicables a las necesidades del momento.

La transferencia tecnológica se extiende a tres demandas genuinas que abarcan el tratamiento de residuos tóxicos en efluentes de glifosatos, atrazinas y vinazas, por parte de enzimas producidas por hongos filamen-tosos en el laboratorio. Se plasma en un convenio signado por el conicet, Microorgan y la empresa Atanor, donde se reglan obligaciones y benefi-cios respectivos.

Más allá de la importancia de la pregunta de cómo se establecen las in-teracciones entre ciencia y economía, desde nuestra perspectiva microso-cial son las discusiones, negociaciones y tratamientos previos, el nuevo es-pacio privilegiado de análisis. Su exploración permite traslucir los intereses, valores y creencias no unánimes de los actores, realzando en este caso la construcción de una relación social de “confianza” (trust) a partir de la des-confianza asumida entre grupos con lógicas y horizontes diferentes.102

101 Expresión vertida en Shinn y Joerges (2002: 214) para notar las constricciones forja-das por parte de la industria e impuestas a la “libertad” de la actividad de investigación tecnológica.

102 Las distinciones formuladas por Luhmann entre “familiarity”, “confidence” y “trust” se presentan como apropiadas para la interpretación de los datos etnográficos. Así, la fami-liaridad (“familiarity”) es una dimensión constitutiva de muchos aspectos de la vida so-

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Para lograr dicha interacción, primero se establecieron relaciones de familiaridad (familiarity), que implicaron el gasto de una gran cantidad de tiempo formal e informal para conocerse recíprocamente, en el inicio y mantenimiento de las colaboraciones. Ejemplo de esta edificación de re-laciones de familiaridad, es el “tanteo” como prueba de acercamiento serio, tanto por parte del profesional que actuó como eslabón, como de las partes pertenecientes a los polos científico e industrial.

En esta etapa de palpable reconocimiento mutuo, surgió una recí-proca expectativa evidenciada en las visitas de gente de la empresa al laboratorio, y especialmente las realizadas a la doctora Salgado, para el seguimiento del buen desarrollo de los experimentos y de los resultados obtenidos. Y por cierto, en la receptividad por parte de ella ante el inte-rés empresarial por las potencialidades de su indagación. El alimento y sostenimiento de esas expectativas dio lugar al tejido de un tipo de relaciones de confianza (confidence) que operarían en escenarios poten-cialmente peligrosos: donde no “diera” el bioexperimento, donde no se lograra su producción en escala, y donde no fuera efectiva la bioreme-diación.

Tales expectativas trajeron aparejada una gradual autorreflexión res-pecto del compromiso asumido en formas de acción e interacción, que pu-

cial. La construcción de relaciones sociales tomando como base la familiaridad reclama tiempo, muchas veces ocupado en actividades diversas sin tener una actividad deter-minada como objetivo, sino un amplio rango de tipos de intercambios reiterados entre actores que comienzan una vinculación.Las relaciones basadas en la “confidence” –que es un tipo especial de confianza–, se ex-presan en situaciones de peligro o desconcierto donde es importante meditar sobre me-didas preadaptativas y protectivas ante posibles fracasos, inseguridades o disrupciones. Finalmente, la confianza (trust) a pesar de ser muy cercana a la “confidence”, es algo di-ferente de aquélla, porque se configura no en contextos de peligro, sino de riesgo. Los riesgos no existen por sí mismos, sino que sólo surgen como elementos componentes de la decisión y de la acción. Las relaciones de confianza (trust) son perfiladas al igual que el rostro de Jano, debido a que por un lado están insertas dentro de relaciones de familiaridad y “confidence” edificadas a través del tiempo; y por el otro, en una zona de indeterminación donde la exacta prevención del riesgo sólo será conocida en el futuro, si se hubiera materializado. Esta bifrontalidad hace que las decisiones tomadas luego de extensas deliberaciones donde el balanceo entre confianza y riesgo se visualiza, nunca puedan ser enteramente moldeadas en términos de racionalidad calculativa (Luhmann apud Rabinow y Dan-Cohen, 2005, p. 98).

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dieran ser aseguradas con certeza. La evaluación de la confianza (trust) y de los riesgos se instalaron en el curso de las deliberaciones acerca de qué forma dar a la colaboración, en las que surgieron constantemente las dudas y temores de la investigadora acerca de su capacidad de cumplir con los tiempos y formas exigidos por la empresa. La fuerte advertencia del doc-tor Negrín sobre la necesidad del preciso cumplimiento de las obligaciones contractuales, el interés explícito de la empresa en su saber y hacer, y el posicionamiento imprevisto en la transferencia y vinculación, conducen a la doctora Salgado a una constante estimación de los potenciales riesgos de abdicar de su reputación científica en favor del afianzamiento de una cien-cia comercial y sus valores concomitantes. El éxito efectivamente obtenido demuestra su capacidad para la negociación y la toma de decisiones y su aptitud para tolerar la irresoluble tensión entre mundos, tiempos y valores diferentes, sobre todo cuando logra articular en un convenio a la agencia científica.

Liliana Ortiz, Licenciada en Ciencias Naturales en la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán, becaria doctoral del coni-cet y docente de esa Facultad, comenzó a trabajar formalmente en Microor-gan en el año 2004, luego de haber ganado una beca doctoral. Proveniente del campo universitario y con experiencia en el instituto Miguel Lillo, su ad-quirido habitus universitario le permitió desde los primeros momentos esta-blecer comparaciones entre los dos tipos de experiencias en investigación, la de la Facultad y la de Microorgan. Desde la forma de incorporación a un proyecto hasta las restricciones del sistema de trabajo donde se desarrolla la investigación, su perspectiva y reflexión constituyen una de las más críti-cas del instituto. Veamos entonces, cómo analiza las “libertades” del campo universitario frente a las “imposiciones” del sistema vigente en el instituto Microorgan:

Antropóloga— ¿Cómo te insertaste en el Instituto?

Liliana Ortiz— Cuando apenas me recibí de bióloga, me interesó presen-tarme al conicet, entonces por intermedio de una profesora de la Facultad que me conocía y que a su vez es dirigida de mi director, dr . Ariel Ríos, se produjo el contacto con él y su grupo . Así llegué a Microorgan, un poco de

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casualidad . Ellos me hicieron una entrevista muy superficial como parte de una pequeña selección y decidieron presentarme . Estaban interesados en presentar a alguien al conicet . Eso no era garantía de que me saliera la beca, simplemente era para decidir a quién presentaban, con un proyecto, un plan de trabajo armado por ellos . Cuando lo leí, me interesó mucho, me gustó mucho, sobre todo por el hecho de que era una cosa aplicada . Porque en el Lillo no es así, para nada . Mi formación es en biología siste-mática, filogenética, pero con caracteres morfológicos . Lo que se hace en el Lillo es ciencia pura, y la verdad, a mí siempre me ha interesado más lo que es la fisiología, la genética, la citología que tienen más aplicación, son más tangibles . Y así empecé a hacer una pasantía acá .

A.— ¿Cuándo pediste la beca al conicet?

L. O.— A fines del 2003 pedí la beca a conicet, me salió y empecé a trabajar aquí en el 2004, aunque ya lo hacía desde medio año antes, en el marco de esa pasantía, para ir preparándome por si me salía la beca .

A.— ¿Esa pasantía era paga?

L. O. — no, pero mis directores, por una cuestión personal, nada más, por-que son muy buenas personas, gente muy humana, que es algo que no es muy común acá, me pagaban por lo menos los cospeles, y venía 3 veces a la semana, 3 horas por día . Además yo trabajaba y trabajo en la Facultad, en el Lillo, en la cátedra Citología y genética, como ayudante de primera . Y cuando salió la beca, comencé a trabajar acá, en horario full time, en el día que sea y a la hora que sea, como todos nosotros acá.

A.— ¿Y el proyecto por el cual entraste?

L. O.— Sí, no fue un proyecto generado por mí . Es una cosa muy dife-rente de lo que pasa en el Lillo . Yo tengo muchos compañeros allá en la Fundación, que son becarios del conicet también, con la diferencia de que tienen como lugar de trabajo la Fundación Miguel Lillo . Ellos generan sus propios proyectos . Muy distinto a lo que pasa acá . El futuro becario en el Lillo escribe su proyecto, a lo sumo toma contacto con la gente que está en el tema de su interés para que lo oriente sobre áreas no transita-das, pero es él quien busca toda la información, la bibliografía, escribe, plantea los objetivos y después es chequeado por el director . Pero acá no es así y eso es lo que te da menos independencia . Por un lado yo te puedo decir que es buenísimo que una persona venga y que sepa y te diga éste

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es el plan de trabajo, los objetivos, esto es lo que vos vas a hacer . Para mí como becaria es cómodo, porque esa persona ya ha hecho el plan de trabajo, ha estudiado toda la bibliografía, ha hecho todo . Y por otro lado está la persona que ha tenido que pelarse las pestañas, leyendo, escribiendo su propio trabajo, sus propios objetivos y ese tema es de él (enfática) . Y esa persona por más que sea becario del conicet, si ese tema es de él, tiene mucha más libertad que una persona que no es dueña del tema, como es mi caso y el de toda la gente que trabaja acá . Yo si un día me peleo con mi jefe, quiero dejar de trabajar acá y me voy, de ninguna manera puedo llevarme el tema, es más, todos mis cuadernos quedan acá . Eso te restringe, te corta las alas . Por un lado es cómodo, pero por el otro tenés la contrapartida de la menor independencia . Por el hecho de estar dentro de este sistema y por el hecho de que el tema no es mío, yo no puedo hacer lo que quiera tampoco . no puedo decir, me voy a un curso en Hong Kong, durante un mes . Si mi jefe no está de acuerdo yo no puedo irme a ningún lado . Y aparte en este Instituto pasa una cosa que es el control de horario, que a mi me parece de terror, porque ¡hay que fir-mar! y si uno no viene un día, hay que justificar . no es una cosa relajada, para nada . Pero lo que yo no entiendo es por qué esa heterogeneidad, si somos todos becarios del conicet, por qué la diferencia en el trato a algunos con respecto a otros, como lo es el caso de la gente de la Funda-ción Miguel Lillo y de Microorgan . Como trabajamos en un instituto del conicet, entonces tenemos más control .

En mi caso, yo soy soltera con una hija, a mi nadie me da nada, ¿me enten-dés? Entonces si yo no tengo esto, yo no tengo nada para pagar la escuela de mi hija, el alquiler de mi departamento . Entonces me cuesta mucho rela-jarme, porque yo no puedo quedar sin este trabajo .

A.— ¿Y tenés pensado qué hacer en el futuro?

L. O.— Sí, trato de apostar a la Universidad, lo que está siendo bastante di-fícil para mí porque estoy como en dos mundos, un lugar que carece abso-lutamente de recursos, como es la Universidad y aquí, en Microorgan que es un lugar donde tengo todo lo que quiero . La gente con la que trabajo, o sea mi jefe, es muy capaz, con aspiraciones y tratan de formarnos permanente-mente . En cambio, en el otro lugar donde estoy es una cátedra sin recursos, con gente que está desde hace muchos años, ninguno es doctor y he adqui-rido ciertas ideas o pensamientos al trabajar acá, que no encajan con las de ese otro lugar . Voy a hablar de una forma medio despectiva, pero es la mejor

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forma de describirlo, es un lugar mediocre y el lugar donde ahora estoy, que no creo que sea el mejor ni nada, pero al menos, a mi jefe realmente le inte-resa formar .

La diferencia entre “presentar un becario al conicet” por parte del direc-tor del grupo e incluirlo en un proyecto ya diseñado –como es la práctica en Microorgan–, y por el otro lado, la presentación personal del interesa-do de su propio proyecto en el otro instituto universitario como formas de promoción, pone de relieve la distinta estructura organizativa de cada establecimiento. En el caso de Microorgan, el proceso formativo y de in-vestigación da por supuesto un nivel ya obtenido, y su dinámica se ajusta a las características organizativas e institucionales de un centro dedicado a la ciencia y a la tecnología, pero fundamentalmente a la producción. De ahí la concepción del quehacer de los investigadores becarios como un proceso de trabajo, con horarios fijos y controles de entrada, sin mayores libertades para ausentarse por razones de asistencia a congresos o cur-sos de formación. No poseen la autoría del plan de investigación, simple-mente se adhieren al que les es propuesto, no pudiendo disponer de él ni tampoco de todo el trabajo acumulado y del tiempo invertido en su reali-zación. Esta dependencia respecto de las líneas de investigación preexis-tentes y de la formulación de los objetivos y pasos a seguir, contrasta con las libertades atribuidas a la otra arena universitaria, donde los becarios son autores y “dueños” de su proyecto, de su desarrollo y orientación. En tal sentido son vistos como más autónomos en lo cognitivo, portadores de un ethos más universalista y una práctica más colaborativa y solidaria. Por el contrario, en Microorgan se expresa un trato más restrictivo reflejo del parcelamiento de los temas según una división estratégica del traba-jo, “los grupos son independientes y la colaboración entre ellos no existe”, y de la política individualista imperante que hace que no se compartan los datos e informaciones recíprocamente por “terror al robo de ideas”, que muchas veces se constituye en obsesión. Entonces, la “mezquindad de in-formación” es la regla, lo que obstruye la comunicación entre los distin-tos grupos. En el caso de Liliana se ejemplifica por la falta de referencia –o mera negación– de otros grupos del laboratorio dedicados al control

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de plagas, lo que es indicativo atento su especialización en justamente el control biológico (bacteria bacilus turigiansis) de la principal plaga del maíz conformada por la acción de un gusano.

A pesar de afirmar tener una fluida comunicación con los integrantes de su grupo y en especial con su jefe y director de beca, de quien resalta la generosidad en la dedicación formativa que le dispensa, la disposi-ción a conocer “lo que se está haciendo y cómo” en el laboratorio, no se extiende extramuros de su equipo. Su perspectiva de actora integrada con una fuerte pertenencia grupal e interés cognitivo y su percepción de la heterogeneidad y parcelamiento del terreno de investigación, no le alcanza para superar en el plano individual los efectos no deseados del sistema, como lo son el encerramiento, la incomunicación y la falta de intercambios.

Por oposición, su anterior y actual trayectoria universitaria y la conse-cuente adquisición del habitus universitario, juega aquí un papel impor-tante, porque en este caso, sí la faculta para establecer la diferencia de formas de trabajo, como ya antes señaláramos, entre un instituto univer-sitario dedicado a la ciencia básica y otro consagrado a la investigación aplicada como Microorgan. Por consecuencia de su oscilación entre esos dos mundos polariza sus marcas diferenciales, valorando a unas en des-medro de otras. Uno de los valores más resaltados es la libertad poseída por los investigadores y becarios del instituto Lillo para elegir el tema de investigación, que beneficia un “espíritu inquieto” y curioso (Shinn [1988] 2007; Rabinow, 1996) ligado, entre otras cosas a la posibilidad de cambiar temas de investigación, vislumbrar caminos alternativos respecto de los objetivos planteados, armar nuevas técnicas y metodologías, publicar sis-temáticamente y ser dueños de sus resultados dentro de un marco de re-laciones solidario y cooperativo. De modo opuesto, desaprecia las restric-ciones, controles y vigilancias prevalecientes en Microorgan, que impiden la flexibilización de los límites grupales y la comunicabilidad transversal de experiencias y conocimientos. Características propias del mundo de la investigación científica, impregnada profundamente por el “rational ma-nagement” y la lógica del beneficio. Si bien se pierde libertad, se gana en rutinización y sistematicidad.

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Finalmente, en la comparación entre el ámbito de la cátedra y Mi-croorgan, no oculta que en este último se alentó su formación doctoral y una forma dinámica y competente de trabajar que le ha hecho pensar diferente, en contraste con el ambiente menos innovador y “quedado” de la cátedra. Con lo que se introducen y destacan notorios matices en las características tradicionalmente opuestas de las prácticas y modos de co-nocimiento atribuidas a la ciencia básica y a la ciencia aplicada, que per-miten armar un esquema menos mecánico y sistematizado de las formas de hacer ciencia.

Becarios

Como señaláramos anteriormente, el número de becarios trabajando en Microorgan a fines del año 2006 ascendía a veintiocho, de los cuales vein-tidos habían obtenido su beca del conicet, tres de la Universidad Nacional de Tucumán y los tres restantes de otras instituciones, entre ellas la Agen-cia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.103 Con respecto al año 1999, devino un marcado incremento en el número de becarios motivado en el cambio en la política de reclutamiento instalada en el conicet, las uni-versidades y los otros organismos de financiación nacional a partir del go-bierno electo en el año 2003,104 con fuerte sesgo de inclusión y promoción en el área de ciencia y tecnología.

Considerando las dos etapas de nuestro trabajo de campo, y sus prime-ras y segundas instancias, se pudieron identificar dos tipos de cohortes, los antiguos y nuevos becarios, y confrontar sus sistemas de percepciones y disposiciones adquiridos en el proceso de reproducción social del instituto y el significado que los acontecimientos en curso revistieron para ellos. Asi-mismo, cabe aclarar que esta diferenciación externa entre cohortes también se correlaciona con una clasificación nativa proveniente de los becarios y de

103 Organismo desconcentrado, creado a fines del año 1996 bajo la órbita de la Secre-taría de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Eduación. Actualmente dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, creado en diciembre de 2007 por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

104 Presidencia de Néstor C. Kirchner, 2003-2007.

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los investigadores jóvenes y formados.105 Veamos ahora cómo pensaban los “antiguos” becarios respecto del modo de selección ejercido por el instituto para reclutarlos como practicantes, y de su desempeño posterior en la cul-tura científica en la que resultaron inmersos. Y cómo las cualidades resalta-das –las más de las veces poseídas inconscientemente–, son reelaboradas por los “nuevos” becarios, a fin de distinguirse de la camada precedente.

Por ejemplo, en 1999, una becaria doctoral nos comentaba que su incli-nación por hacer investigación no era vivida como una limitación y menos en la orientación aplicada que tenía el instituto, que le daba mayor satis-facción. De otro modo, una vez producida la tesis, “la investigación queda ahí”. Sin embargo, percibía limitaciones en los distintos tipos de tiempo conflictivo, el tiempo de vida personal y el tiempo de trabajo, de la carrera profesional, que van delineando presiones y ansiedades de diferente rango. Una de esas ansiedades se basaba en la inquietud personal de no poder

105 En este punto evocamos y actualizamos la sugerencia de Knorr-Cetina ([1981] 2005, p. 97) de enfocar el flujo de la acción científica y sumergirnos en ella para obtener una mirada más cercana del proceso de la “fabricación del conocimiento en vivo y en directo”, enten-diendo precisamente por acción científica “no aquello a lo cual tenemos que enfrentarnos en la observación directa, sino el significado salvaje que los acontecimientos en curso tie-nen por y para los científicos”. Seguidamente, y sin hacernos esperar el ansiado know how del dispositivo metodológico a poner en práctica, encontramos sus alusivas palabras acer-ca de cómo acceder por medio de la conversación a ese significado. “Sin ella, ni siquiera visitas prolongadas al laboratorio ni un entrenamiento en la disciplina en cuestión harán visibles las razones que están detrás de los movimientos del laboratorio... Una compren-sión de ese proceso no puede adquirirse sólo mediante la observación. También tenemos que escuchar la conversación sobre lo que pasa, los apartes y las maldiciones, los bufidos de exasperación, las preguntas que se hacen unos a otros, las discusiones formales y las discusiones a la hora del almuerzo. Debemos leer los libros de protocolos del laboratorio y apoyarnos en preguntas suministradas por los científicos. Para el científico, el significa-do salvaje de estas cosas está en su razonamiento de laboratorio, y la conversación que se produce alrededor de ese razonamiento debe ser nuestra más importante fuente de información” (Knorr-Cetina [1981] 2005, p. 97). Afirmamos que “actualizamos” su sugeren-cia, porque si bien consideramos importante examinar los significados del sentido común para poder indagar el contenido del razonamiento práctico de los científicos, obra a la que sólo puede acceder la etnografía profunda, aspiramos también a inquirir en las con-tradicciones y tensiones resultantes de un enfoque relacional, donde se intente fusionar y superar las falsas antinomias, encasillamientos y reducciones producidas por perspectivas micro-subjetivistas-fenomenológicas por una parte y las macro-objetivistas-estructurales, por otra. O sea, intentar reconstruir “la partitura no escrita según la cual se organizan las ac-ciones de los agentes que creen improvisar sus propias melodías” (Bourdieu y Wacquand, 1995, p. 18; Rabinow, 1996, p. 8).

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“medir bien el tiempo”, de no poder fijarse metas y cumplirlas en un tiempo determinado. Semejante inhabilidad era vivida como una limitación perso-nal, de no poder prever de antemano que el hongo puede no crecer, que pueden contaminarse los cultivos, que “los resultados no aparecen en nin-gún lado”, de lo que “no dio”. Como si el tiempo del bios, tiempo propio de la reproducción natural, fuera asumido como responsabilidad. La ansiedad era vivida interiormente, pero debía ser aprendida y cultivada socialmente. Dentro de esa “forma de vida” están las presiones ejercidas por el “sistema científico” que marca el camino a realizar y la forma de “llegar”: presentar los informes, llenar los papeles de ingreso a la carrera de investigador, preparar los seminarios, terminar de escribir un paper. Lo que no dejaba mucho tiem-po para realizar cosas fuera del laboratorio. Ella y sus compañeros becarios permanecían en Microorgan hasta las diez u once de la noche y hasta sába-dos y domingos si el experimento lo requería. Al experimentar con organis-mos vivos, debían “seguir” los procesos generados por sus intervenciones y los tiempos propios de reproducción. A veces lo hacían por “hacer pata” al compañero, quedándose a leer informes o esterilizando medios, lo que los hacía sentirse bien. En general, todos los becarios realzaban el absorbente “estilo de vida” adjudicándole, a pesar de todas las exigencias, cualidades positivas como lo eran la posibilidad de realizar un quehacer creativo, gru-pal, solidario y colaborativo, que excedía las características de un mero tra-bajo de subsistencia. No se oyeron voces críticas ni respecto a la forma de selección ni de organización de las tareas a posteriori. Se presentaban como bien adaptados al sistema y agradecían el hecho de haber sido elegidos para realizar el doctorado, en un ciclo de cinco años de aprendizaje inten-sivo, donde no sólo se entrenaban en capacidades técnicas, sino también en valores y conocimientos que los constituían en personas competentes y confiables. Uno de los primeros objetivos era entonces descubrir qué era lo que se tomaba en cuenta para ser un buen tipo de persona o un buen mo-delo en la comunidad, qué era lo esperado de ellos y qué lo denigrado en sus trayectorias, para poder llegar a ser miembro pleno, como futura meta y destino. Y en ese aprendizaje estaban, impulsados por el miedo a “perder el tiempo” en equipos de trabajo o en experimentos que no resultaran exi-tosos, que los llevaran al fracaso y perdieran la oportunidad de alcanzar el

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éxito, lo que equivalía a defender una buena tesis de doctorado y abrir el camino a una carrera científica en el Conicet y en Microorgan.

Por el contrario, el grupo de becarios analizado en 2006 manifestaba posiciones y disposiciones muy encontradas con las anteriores y también diferentes tipos de ansiedades y emociones.

Por ejemplo, con respecto a la forma de ingreso y selección como be-carios, iniciada generalmente por contactos previos con los directores de grupo, a la vez profesores en sus carreras básicas, muchas de cuyas mate-rias se dictan en Microorgan, varios de ellos expresaron sorpresa ante las preguntas que se les realizaban en las entrevistas hechas en el laboratorio. No versaban sobre problemas científicos y la forma de reconocerlos o resol-verlos, sino sobre características o aptitudes personales, ambiente familiar, tendencias emocionales, gustos. En palabras de Juan Rovere, licenciado en Biotecnología, recientemente ingresado en Microorgan, en diálogo conmi-go y con la participación de otra becaria, Graciela Soldati:

Juan Rovere— Y fue una entrevista . . ., éramos ocho chicos, y fue una entre-vista amena pero rara, por el tipo de preguntas . no me fui muy convencido, estaban entrevistando Elizabeth y la doctora Spagna .

Antropóloga— ¿Por qué rara?

J. R.— Porque me hicieron preguntas personales, si estaba de novio . . ., si era casado, si tenía hijos, preguntas que no me molestaba contestarlas, pero en ese momento me pareció extraño . Y después era como una entrevista de trabajo prácticamente, qué me gustaba, qué no . Y a mí, lo que realmente me gustó en ese momento, era que mi tesina estaba orientada a la parte far-macéutica, que era el control microbiológico de medicamentos, y el plan de trabajo que me ofrecían junto a Graciela Soldati, tenía algo que ver con eso .Y al poco tiempo nos llamaron, a Graciela y a mí ¡para que presentemos los papeles para la beca! Y entonces vinimos y presentamos los papeles . Yo tenía la posibilidad también de pedirla en otro instituto que es el de más fácil acceso, queda en pleno centro . Pero me decidí por acá, porque esta-ba Roberto, entraba también Graciela, me había caído muy bien la doctora Lucía y además biotecnología es más que nada Microorgan . Por suerte sa-lió la beca, en diciembre del año pasado (2005) nos enteramos, y bueno, arrancamos acá . Y acá la verdad es que no tuvimos ningún problema con los chicos, el grupo de becarios es muy bueno humanamente . Yo que estaba acostumbrado a manejarme solo en el laboratorio, así hice mi tesina, solo

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en un laboratorio gigante, no tuve problema en adaptarme en trabajar en grupo . Al principio, sobre todo, los chicos nos daban una mano gigante en el manejo, porque nosotros no conocíamos el instituto para nada .

A.— ¿Desde cuándo empezaron a trabajar?

J. R.— desde abril de este año . Mi tema era producción de enzimas fibri-nolíticas con hongos filamentosos, estamos haciendo un screening con 300 hongos, que son cepas que aislaron los chicos, de acá de las yungas, que es una selva acá, supuestamente virgen, y son cepas salvajes que es lo más interesante .

Graciela Soldati— ¡Contále para qué sirven!

J. R.— La idea es encontrar enzimas fibrinolíticas que disuelvan los coágulos en caso de infartos, los trombos, los Acv, que sean más específicas de las que se están usando hoy en día . Hoy en día al ser poco específicas se corre el riesgo de anticoagulación total y ante una pequeña lesión terminar desan-grado . Al ser inespecífico como anticoagulante ataca varios sitios a la vez .

Como la construcción local de las emociones, una de las fases del proceso de incorporación al grupo se produce en la interacción social dentro de éste, la entrevista inicial tiene como objetivo, más que evaluar los intereses cognitivos, palpar las disposiciones y emociones de los candidatos. En tal sentido, implica la gestación de la “familiarity”. A diferencia de lo observado por Traweek (1988, 1992) en su estudio antropológico de la comunidad de físicos de partículas –norteamericanos y japoneses– con respecto a la forma de enculturación de los estudiantes de doctorado mediante un conjunto de tradiciones orales so-bre héroes y antihéroes, éxitos y fracasos; nosotros no relevamos esa forma de construcción de una imagen tan consistente.106 Sí, en cambio, la transferencia

106 Traweek (1988, 1992) entiende que el conjunto de los mensajes subliminares conte-nidos en esa leyenda transmiten las ideas de que la ciencia es el resultado del talento de grandes figuras masculinas y que tal resultado es independiente de todo contexto social o político. La comunidad de físicos de partículas, al considerar su actividad como supra-nacional y supracultural, encuentra una forma de aislar su comunidad de conflictos en-tre países y mantener una red de comunicación estable necesaria para su trabajo. Como además constata que los científicos emergen en todo tipo de países, en consecuencia se puede afirmar desde esta perspectiva interna, que la ciencia y la aptitud hacia ella son independientes de variables culturales.

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de valores a través de ejemplos de los becarios precedentes, reconocidos por su dedicación a la investigación, por ser serios y trabajadores, rasgos constituyen-tes de un “estilo de vida” que se espera se conforme para una mejor adaptación a la “vida del laboratorio” y sus exigencias.

En el caso de los nuevos becarios existe una resistencia a incorporar esos ejemplos y ciertos valores que con ellos se transmiten, como la necesidad de una consagración total al quehacer del laboratorio, cristalizada en un “estilo de vida” especial, opuesto en este grupo a la idea de “tener una vida propia” fuera de él. Otra de las características de aquel “estilo de vida” es la pasión por el trabajo, que es sustituida aquí por dedicación. Ya no más au-toexplotación, ni “vidas ejemplares”, ni “fuertes convicciones”, ahora impera cierto pragmatismo que les permite tomar distancia de la representación hagiográfica de sus directores, jefes o anteriores becarios, entendiendo el trabajo científico como cualquier otro, que no obstante sentirse atraídos por él, no necesita de un pacto de fidelidad y absoluto compromiso para ejercerlo bien. Dejan los hábitos del “aprendiz de brujo” con todos sus con-dicionamientos y raras exigencias, para pasar a ser meros trabajadores, sin mayores aspiraciones ya sea en el ámbito público o privado. Desde esta pos-tura miran a los dispuestos a pagar el precio de satisfacer aquellas exigen-cias con admiración y cierta envidia de “saber lo que quieren”, estar seguros de ello y estar dispuestos a aprender sin importarles demasiado el dinero.

La mayor facilidad de incorporarse a un trabajo profesional, a través del sistema de becas del conicet, la búsqueda de recursos humanos por parte de los directores de proyectos y subsidios otorgados en Microorgan, reflejos de un presupuesto destinado a ciencia y tecnología cada año en aumento, crea un campo donde los nuevos becarios, sin dejar de competir por sus puestos, adoptan una actitud más oportunista, pragmática y menos tensa que en otras situaciones. Lo que no significa que no pongan empeño y aplicación en sus tareas. Las realizan experimentando todas las tensiones y emociones propias de cada estadio, pero las despojan del “plus” de pasión, tesón, perseverancia y entrega que el modelo de ciencia tradicional agregaba. Como atravesando una frontera, vislumbran un futuro en la industria, para lo cual la experiencia en el laboratorio es un capital simbólico a tener en cuenta. En sus palabras, vertidas en un contexto de interlocución con la antropóloga:

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Graciela Soldati— Si, en realidad yo no puedo decir “estoy segura de lo que me gusta” . Hay una chica en el otro laboratorio que ella “sabe” lo que le gusta, ella está segura . Yo no . Sí, me gusta el trabajo, pero no he probado otra cosa como para decir “esto me apasiona” porque no es así . Me gusta, lo hago con dedicación, sé que voy a obtener un título más, un grado más importante, que si no lo hago ahora no lo voy a hacer más, pero no es algo que yo diga que me apasiona este trabajo, como yo sé que sí hay gente que le apasiona, que puede quedarse a dormir acá para ver sus experimentos . Yo no, tengo una vida aparte, cumplo un horario, si tengo que quedarme más tarde lo hago, pero no tengo esa pasión (enfática) que tiene alguna gente acá, que es admirable, pero yo no la tengo, quizás eso no sea lo mío . Pero son pocos los que quieren seguir con esto después de terminar la beca .

Juan Rovere— O que se sientan tan involucrados, como nosotros lo pode-mos llegar a ver en nuestros directores . Yo realmente admiro a Elizabeth, ella puede pasar acá 24 horas, trabajando, sin dormir, porque le apasiona . Yo es algo que no lo haría .

Graciela Soldati— Yo tampoco, no me gustaría ser como ella, no que el 95% de tu vida sea el trabajo, para mí no es así .

Ana Triga— A mí me pasa que me olvido de mí, si tengo que ir al médico, eso está al último, me parezco un poco a Elizabeth . Primero está terminar acá, hacer las cosas, pero cuando lo analizo y lo pienso, me doy cuenta que dejo de hacer muchas cosas por mí y que una persona que no está sana o no se cuida, tampoco puede estar bien . Pero ya tengo una conducta de dejarme al último . Cuando lo pienso en futuro, yo ahora estoy sola, tengo mi papá, mi mamá, mi novio, pero no tengo una familia . Quizás en este momento se justifica porque es una tesis, pero si en algún momento ya tengo mi fami-lia, tengo mis hijos, no quisiera que esto sea lo primero ni único en mi vida . Quisiera poder separar las cosas, lo que me cuesta . Por ejemplo, mi tema de trabajo yo lo hago, porque sé que lo tengo que hacer, pero la verdad es que yo empecé a estudiar biotecnología para dedicarme al ambiente, soy muy ecologista, me gusta mucho la parte de las ecotécnicas, todo lo que sea remediar el medio ambiente . Y justo he tenido la oportunidad de que me pi-dan una beca de conicet en otro tema que nada que ver, que para colmo ten-go muchas dificultades porque son técnicas muy fisicoquímicas que yo no manejo y me cuesta mucho . Por ahí la parte que más me interesa es la últi-ma, que tiene que ver con las aplicaciones biotecnológicas del polímero . Por ahí siento esa falta de hacer lo que a mí me gusta, que es medio ambiente .

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Graciela Soldati—Yo creo que a muchos de los becarios nos pasa eso, por-que nosotros llegamos y nos ofrecen algo, porque a mí me han tentado, pero yo no sabía si iba a seguir en investigación . Yo ahora estoy trabajando con la producción de estatina, que son sustancias para reducir el colesterol en sangre, también en hongos filamentosos . A mí me gustaba, me intere-saba mucho la aplicación a la salud, todo eso me gusta . En ese momento me gustó, todavía no me había recibido cuando me han ofrecido la beca, es más, yo creo que era una sola beca inicial por los dos temas y después los han dividido en dos .

Juan Rovere— Eso fue otra cosa extraña, porque la doctora Spagna y Eliza-beth nos habían dicho que era una beca, y al final entramos los dos .

Graciela Soldati— Sí, es la impresión que nos da a nosotros, porque la doc-tora Spagna, buscaba varón, y hubo un tira y afloje de Elizabeth que me quería a mí .

Ana Triga— Lo que pasa es que eso era por una política del instituto, en ese momento el director decía que si iban a pedir nuevos becarios que tra-taran que fueran varones, porque había ya muchas mujeres y se necesita-ba lograr un equilibrio . El doctor negrín una vez comunicó en una reunión, que en realidad era una disposición del conicet, más que de él mismo, que se quería que en los institutos haya la misma cantidad de personas de am-bos sexos, porque si había todo de un mismo sexo, era como que se arma-ba medio lío . Como en el Cerela, casi todas son mujeres y era complicado por lo competitivo .

Graciela Soldati— Hay una cosa que es interesante contar, que ha pasado allá en el Cerela cuando yo he dicho que me venía a pedir beca a acá . Yo en ese momento no sólo hacía mi tesina, sino que además colaboraba con mi directora, que iba una o dos veces por semana, pero ella iba y firmaba como si hubiese ido toda la semana . Era rara la situación, pero yo estaba en el laboratorio permanentemente, cubría mucha parte del trabajo de ella . Es más, yo me atrasaba en mi tesina por hacer ese trabajo y en ningún momento me habían ofrecido beca, nada . El tema es que cuando a mí me ha tocado ser abanderada de la Facultad, en ese momento a ella se le des-pertaron las ganas de ofrecerme una beca, y yo ya no tenía interés, porque el tema no me gustaba y porque me dolió la actitud de ella . Yo estaba ha-ciendo méritos para que me ofrezcan una beca y no por tener una bandera, ahora era interesante . Si, me ha dolido un montón, y cuando pedí beca acá, allá se han dolido .

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Juan Rovere— nosotros estamos sorprendidos con nuestros directores, nosotros no nos vemos así, nos vemos más sui generis . Hacemos lo que ha-cemos, nos gusta, acá no hay ningún chanta, todo el mundo es bastante de-dicado, pero no lo vemos como nuestra vida . A mí una de las cosas que más me costó cuando empecé mi vida de becario fue no almorzar en mi casa . En mi casa, mi papá, por ejemplo, todavía es una cosa que no entiende, de hecho yo una vez en la semana, me doy una escapada y me voy a comer en mi casa, es una cosa que disfruto y no la quiero perder . La mayoría de los nuevos, estamos pensando así .

Graciela Soldati— El trabajo me aburre un poco, estamos haciendo con José el screening de 300 cepas, pero me entusiasma saber que el día que encuentre el bicho que me produce lo que yo quiero voy a poder hacer de-terminaciones más interesantes . Pero puede ser que el día de mañana me apasione por esto . Pero hoy no, es muy sacrificado y yo tengo mi familia y mis hijos y quiero algo que pueda llegar a mi casa y cortar y no estar viendo en la computadora todo el tiempo, ver que pasa y quedarme con la preocu-pación . después uno no es muy reconocido por lo que hace y por el esfuerzo que uno pone en lo que hace . A mí me llena más la docencia .

Juan— A nosotros nos cayó muy mal lo que dijo una vez el doctor negrín en una reunión de becarios, dijo que prefería perder un becario y no una ¡cen-trífuga! Que nosotros éramos descartables, que era una tremenda tragedia si se rompía una centrífuga pero no si no salía un becario . Que los becarios éramos más baratos y descartables .

Graciela— Lo que pasa es que yo siento que esto no me llena, yo pienso en entrar a hacer docencia en algún lado, si se da la oportunidad . Uno tiene que ser muy fuerte como para poder sobreponerse y seguir, en el caso por ejemplo que no te den los resultados esperados de la investigación . Hay que tener mucha paciencia . Yo no quiero ser investigadora y además acá me siento encerrada . Me gusta más la interacción con la gente de afuera, por eso creo que la docencia me llene más .

Juan— Yo pienso que esto no es para cualquiera, hay que tener paciencia, perseverancia y no cualquiera está dispuesto a poner tantas ganas y ener-gía en lo mismo y tanto tiempo . Porque es todos los días venir y hacer y vol-ver . El laboratorio aísla .

Antropóloga— ¿Y acá hay interacción entre los investigadores?

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Todos— no mucho, entre los becarios sí .

Ana— Yo no sé si es la competencia, pero no hay colaboración, por ahí pre-fieren hacerlo con alguien que está afuera, teniendo al lado alguien que lo sabe hacer . A mí me gustaría, si fuese investigadora hacer cosas en común y colaborar cada uno en lo que sabe . Si uno sabe mucho de enzimas y el otro de hongos filamentosos y trabajan en lo mismo, bueno, que colaboren .

Graciela— nosotros nos ayudamos mucho dentro del grupo .

Juan— Elizabeth, en ese sentido tiene mucho mérito, es muy dedicada, nun-ca nos va a dejar solos, está todo el día, en todos los detalles . Y es una res-ponsabilidad muy grande estar pendiente de los temas de cinco personas .

Antropóloga— Y ustedes, cuando se proyectan hacia el futuro, ¿tienen en vista a la industria?

Juan y Graciela— La idea hoy es emigrar a la industria .

Ana— A mí, mucho no me gusta la idea, siento que te esclaviza mucho, vos en esto te autoesclavizás . En la industria te dan toda la plata, te ponen el celular y vos tenés que estar ahí, cuando ellos quieran . Tampoco es tan fácil entrar en la industria . Por eso prefiero la libertad del investigador, salvo que se diera el caso de una industria interesada en mis temas de medio ambien-te, ahí sí entraría, pero poniendo mi tema y mis condiciones .

Juan con la anuencia de todos— La experiencia de trabajar en un ins-tituto de investigación con una planta piloto, donde se hace producción en escala (scaling up, escalamiento) es una etapa previa antes de pasar a la industria . Lo bueno de la investigación es que constantemente te estás actualizando y ¡eso no tiene precio! Si vos salís de la Facultad y pasás a la industria, sin pasar por Microorgan, te falta esa etapa que vos manejás tu tiempo, tus cosas, tus proyectos . Este laboratorio es aplicado, el dilema siempre está en que si la industria quiere doctores o no . En la industria quieren la aplicación y les conviene tener magisters o técnicos . Muchas ve-ces te rechazan el título de doctor porque no quieren pagarlo, y prefieren un chico recién recibido, formado como a ellos les conviene . Entran chicos a la industria pero le pagan como técnicos y los contratan por 3 meses, no tienen estabilidad . Y pagan poco, tienen turnos rotativos y condiciones de trabajo complicadas .

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En esta manifestación de los enfoques nativos se particularizan formas de socialización de los becarios unos con otros, con sus directores u otros investigadores en el trabajo diario; intercomunicaciones personales, elec-ciones vocacionales y éticas, y disposiciones afectivas. Estos aspectos jue-gan un rol importante en las dinámicas institucionales, cuyos matices y gra-daciones no sobresalen como ítems en los estudios estándares de la ciencia, por ser instancias ya incluidas en mapas y organigramas más rígidos, que se apresuran a etiquetarlas y así tenerlas por analizadas. Consideramos que una revisión de la forma en que distintas capacidades, aptitudes, intereses y esperanzas se relacionan y entretejen en lazos de familiaridad, “confidence” y confianza, pueda iluminar esos lugares opacados.

En nuestro caso, pudimos constatar respecto del grupo de becarios nue-vos, el apartamiento y reserva en establecer y fortalecer lazos de familia-ridad en la dinámica social cotidiana del instituto, como lo hacían los an-tiguos becarios. La afirmación de varios de ellos del deseo de conservar y proteger el espacio ocupado por una vida familiar privada –tener una fami-lia con hijos, dispensarles el tiempo que requieran, preservar el tiempo y há-bito del almuerzo familiar en el rol de hijo, no estar sujeto a la extensión de la preocupación laboral en el hogar–, contrasta con el denuedo de la vida científica pública en el laboratorio, que exige el sostenimiento de un alto nivel de pasión y consagración. Esta situación artificial demanda la cons-trucción de lazos de familiaridad que reclaman un tiempo formal e informal para provocar los acercamientos entre actores mutuamente expectantes. Los becarios están dispuestos a ser “serios”, “dedicados” y “confiables”, pero sin pagar el precio fáustico de la consagración total, esa “entrega” heroica a la pasión por la ciencia, disposición ejemplar transmitida por sus mentores. Advierten en ellos, una actitud inconsciente de “autoexplotación”, de some-timiento a reglas no explícitas pero eficaces de disciplinamiento, de las cua-les desconfían, atenta la sobrecarga impuesta de tareas y responsabilidades y su falta de reconocimiento institucional, tanto material como simbólico.

Otro de los valores resguardados es la “autonomía”, ya no respecto a lo que hace a sus vidas privadas, sino con relación a las “libertades” de opción, de elección, de desenvolvimiento de sus trabajos experimentales de labora-torio. Por ello critican los criterios de reclutamiento de becarios, la forma del

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“pedido de becas” por los directores, la asignación unilateral a un proyecto de investigación nuevo o en curso, generalmente no coincidente con sus temas preferidos y las formas de control del horario de trabajo. También la desconfianza (“confidence”) entre los directores, que prefieren legitimarse por medio de contactos en el exterior, antes que establecer relaciones de confianza con sus pares. Por otro lado, entrevén la importancia de la actual etapa de formación más allá de la universidad, imprescindible a pesar de sus presiones y coerciones, para que una vez consumada se abra la piedra que obstaculiza el proyectado camino hacia la industria. Sólo el doctorado y la formación así obtenida garantizan una estadía en el ámbito industrial de carácter no subordinado, permitiéndoles proyectar hacia el futuro la an-siada “autonomía”.

Técnicos

El equipo de técnicos de Microorgan se componía, en setiembre de 2006, de once integrantes, bajo las categorías jerárquicas de principal, asistente, asociado y contratado. Integraban un grupo mayor de aproximadamente catorce personas denominado “Personal técnico y artesano”, bajo la direc-ción de la ingeniera Marta Peralta en el área de la Planta Piloto, y de la doc-tora María Pacca en el área microbiológica.

Damián Feniglio y Carlos Roig eran técnicos principales con un largo tra-yecto en Microorgan, desde sus incorporaciones en el año l986 y 1987, res-pectivamente. Ambos poseían una formación básica tecnoquímica obteni-da en una escuela agrotécnica y habían recorrido en el laboratorio distintos campos de aplicación de sus capacidades, al ritmo de los cambios de interés disciplinarios acaecidos con el paso del tiempo en el sector de la investiga-ción, de los cuales eran testigos. En el momento del trabajo de campo, Car-los Roig estaba trabajando en la planta piloto desde hacía tres años. Antes se había desempeñado en otra área agronómica donde se hacían estudios de fijación biológica de nitrógeno, análisis de proteínas, fibras de granos o algún otro alimento para servicios a terceros. Posteriormente, fue el encar-gado del cepario del instituto, y su puesto de trabajo se trasladó hacia el área de producción. En ese momento, estaba a cargo, junto a otro técnico

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principal, del funcionamiento y supervisión de los servicios a terceros en la Planta Piloto, donde se habían contratado cuatro nuevos jóvenes para poder hacer frente a los requerimientos productivos, porque “esto trabaja estilo fábrica, las 24 horas, divididos en tres turnos, de lunes a viernes”.

Por su parte, Damián Feniglio, originariamente contratado por dos años con lugar de desempeño en el laboratorio de genética de levaduras, con-tinuó trabajando hasta que quedó efectivo. Pasados cuatro años de su in-greso al instituto, decidió estudiar biología en el profesorado de ciencias biológicas, y se recibió en 2003. Pese a sus esfuerzos, la carrera le llevó diez años, porque trabajaba paralelamente y sólo podía asistir a las clases prác-ticas. No obstante, ascendió a profesional de apoyo y dos meses antes de la entrevista pasó del laboratorio de genética del que era encargado, a una nueva área “buscando un nuevo horizonte” acorde a su formación y creci-miento. Había pasado a biocontrol de la mosca de la fruta.

Veamos cómo se despliegan sus reflexiones respecto a temas de interés en la interlocución entablada.

Antropóloga— ¿O sea que no te fue fácil pasar de tu perfil de técnico al de profesional?

Damián Feniglio— no es muy aceptado, vos entrás como lo que sos y el mis-mo lugar se pelea siempre de esa forma . Y uno quiere crecer y va creciendo, pero lamentablemente no están brindadas las oportunidades reales . Este lugar es de mucha competividad, mucha gente que es profesional, enton-ces existe una estructura difícil . no es como algo privado, donde existe una cabeza que es la que mueve todo . Acá cada investigador va a pelear por su posición dentro del instituto . Pero el mismo conicet es el que exige cierta for-ma y estilo de vida para la subsistencia . Por los papers evalúan a los investi-gadores . A mí no me fue fácil hacer una escala ascendente acá, es como que me acomodo . Y en ese acomodo ahora pasé al sector de biocontrol donde se trabaja con moscas de la fruta . Lo que se está estudiando es un control bio-lógico natural, como experiencia patrón se trabaja con la mosca de la fruta y los controladores ya no son insecticidas ni herbicidas químicos, sino para-sitoides naturales, o sea, adictitas que ponen huevo dentro de las pupas o larvas de esas moscas, entonces en vez de emerger una mosca, emerge una adictita que no es nociva para el vegetal, y de esa forma se la controla . Yo es-toy ahora cuidando una cría de moscas, aprendiendo y haciendo una parte también . Yo me había inscripto en un doctorado, pero como le conté antes,

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es difícil acá siendo técnico tener la posibilidad de hacer un doctorado, por-que eso está más planteado para los becarios . Es según las necesidades, hoy la necesidad es que yo me forme porque hay muchos becarios, entonces el sistema utiliza esos becarios para investigar los temas .

A.— Aparte la cuestión de la edad.

Damián— no, no, para el ingreso a investigador hay una limitación de edad, pero no para formación . Eso es de acuerdo a la política que se maneja en el instituto, no es una regla fija .

A.— Pensé que el tema de la edad incidía.

Damián.— Sí incide para ingresar a carrera, pero yo ya estoy en otro sis-tema, yo no quiero ingresar a carrera, yo he querido hacer un doctorado para capacitarme . Entonces ahora no estoy haciendo el doctorado sino una maestría con este tema, que es aplicar enzimas que son quitinasa, que de-gradan quitina, o sea lo que está formando el esqueleto de los insectos, de las pupas éstas, para ver si se puede combatir . Entonces con ese tema me inscribí en una maestría . A la vez que hago la cría de las moscas y colabo-ro con esa línea, estoy haciendo una parte de investigación también, y acá conseguí que en este grupo sea viable . He tenido que cambiarme de grupo para conseguir esa viabilidad, que antes no había podido conseguir .

Carlos Roig— Es cierto lo que él dice, se nos hace como técnicos mucho más difícil poder seguir estudiando, perfeccionándonos, a pesar de que aparen-temente, sí podríamos, porque el sistema nos avala totalmente, porque el Consejo de Investigaciones prevé la formación de recursos humanos, qué más que su personal pueda ser más capacitado y cuanto más, mejor . Existen esas dificultades .

Yo fui pasando por diferentes etapas acá, o sea, primero empecé a traba-jar porque era mi formación, yo soy agrónomo, empecé haciendo trabajo de campo y después me empecé a capacitar acá y a hacer más trabajo de laboratorio, análisis de laboratorio, y después en observación de cepas por el método de registro sucesivo . Entonces la formación microbiológica me la dieron acá . Tengo otras cualidades, me gusta mucho también la parte me-cánica, así que acá en la planta puedo conjugar que cuando tenemos algún inconveniente en el proceso, en la parte microbiológica uno sabe cómo re-accionar . Y si tenemos problemas con los equipos, que son mecánicos, tam-bién los podemos ir solucionando en el momento . Y con la otra formación

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he podido conjugar ambas cosas . Si bien no tengo demasiados o profundos conocimientos en ambas áreas, creo que me desempeño bastante bien . Y actualmente estamos en planta, no sé hasta cuando, si dios quiere, vamos a seguir brindado servicios a terceros .

A.— ¿Cuántos convenios tienen por servicios a terceros?

Carlos— Y por el momento, son cinco las empresas que está abasteciendo la planta.

Damián— Perdón, yo paralelamente a los servicios a terceros, trabajo con el doctor Linares, que me solicita de vez en cuando, para una empresa de Perú, unas cepas de levadura y también para una empresa de panadería tucumana que hace pan sin conservantes . También hice el formulado y la aplicación en la panadería para ver cómo se podía llegar a una vida en es-tante igual o similar que con cien por ciento de conservantes químicos, que son cancerígenos .

Carlos— Son cinco proyectos diferentes, pero de los cuales dos o tres son para la misma empresa, pero son convenios diferentes.

A.— Y sin entrar en detalles, me podrían decir ¿qué es lo que producen? Si es que pueden hacerlo.

Carlos— Bueno, con reticencia . Hay uno de ellos, que no sé hasta dónde puedo llegar, con otro no habría problemas, creo . Hay un medicamento que hace Biosud que es Biopel . Biopel se produce acá y son 5 microorganismos diferentes reconstituyentes de la flora intestinal, que se cultivan, se los con-centra en una proporción adecuada y se hace un proceso de secado en el aparato éste que tenés acá (spray). Posteriormente se mezcla con leche y obtenemos un microorganismo en modo seco que se conserva más tiempo que, por ejemplo, en la leche bio . El producto consiste en una leche en pol-vo donde están los microorganismos que después se suministran como un medicamento. Ese es uno de los proyectos, que es bastante interesante, esto lo empezó a hacer el Cerela . Esto es Biopela . después estamos trabajando con Ischerichia coli . Cada proyecto es con un microorganismo diferente, con diferente requerimiento .

A.— Estos distintos proyectos, ¿les exigen a ustedes una alta capacitación?

Carlos— La formación la tenemos, lo que pasa, es claro, es que tenemos que ir viendo cuáles son los requerimientos del microorganismo, pero cons-

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tantemente . Sí, es cierto que estamos en un cambio del proceso y ahí está la capacidad de uno de ir adaptándose a los nuevos requerimientos . Esto sí requiere bastantes cambios .

Damián— La base uno la tiene, reconocer un microorganismo, etcétera, pero no hay una exigencia, un requisito de ir a formarte en algo, uno se en-frenta a una nueva situación, cómo funciona, qué temperatura, es acá don-de uno sigue aprendiendo .

Carlos— En el convenio con Biosud, el trabajo con Coli, trabajamos de acuerdo a las pautas fijadas por ellos, nosotros no podemos salirnos de ellas, porque ya es un proceso que está validado y nosotros no podemos cambiar en absoluto los seguimientos que ellos nos imponen . Mucho no hay para investigar en ese tema . Por ahí, si hemos hecho algún tipo de escalamiento o desarrollo, justamente hay algunos trabajos que hemos podido conseguir con Biosud, gracias a que ya habíamos empezado a hacer y habíamos vis-to hasta dónde podíamos llegar, cómo lo podíamos hacer y gracias a eso, ellos siguieron desarrollando allá y ahora lo podemos realizar acá . Pero acá lo hacemos de una cierta manera porque es un proceso validado . Pero la pregunta inicial era si tenemos que estar constantemente necesitando in-formación, sí, la necesitamos .

A.— Se lo preguntaba porque en general cuando uno habla con los di-rectores de estos institutos de investigación o de las empresas, siempre los científicos me transmiten la idea de que el trabajo del técnico es un trabajo más reiterativo y que tiene que estar separado del trabajo cien-tífico.

Damián— Yo creo que en eso hay una equivocación muy grande.

Carlos— El tema es que –no hablo específicamente de mi trabajo–, el técni-co necesita mucha más información de la que el científico cree que necesita . Porque el técnico, por lo general, es el que hace el trabajo .

Damián— El científico es el que pide los subsidios, está más tiempo en la ofi-cina, te puede planificar el trabajo; pero el que está enfrente del problema, y el que hace el trabajo, el que está en el laboratorio es el técnico, en este caso y en todos los casos de trabajo científico . Y eso es lo que nosotros reclama-mos, más capacitación de la que se nos ha dado, pero muchísima más .

A.— Porque tienen una gran responsabilidad, también.

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Carlos— ¡Por supuesto!

Damián— La diferencia con las empresas privadas es que –yo tengo com-pañeros que han estado acá– van a hacer cursos diariamente, van a for-marse constantemente a cursos, congresos, porque el dueño de la empresa entiende que esa persona tiene que estar capacitada, informada, para eso . Acá se entiende como formación el crecimiento, es distinto .

Entre los grupos de especialistas que conviven en el laboratorio haciendo los trabajos paralelos o simultáneos de distinto tipo, constituyéndose como competidores o pares, en formas de trabajo separadas, conjuntas o comple-mentarias, el de los técnicos es uno de los más imperceptibles e invisibilizados en las etnografías, a pesar de enfatizarse desde las ciencias humanas el carácter colectivo de la ciencia.107 Tal omisión es tanto más llamativa cuando es un lugar común dar por sentado que las distintas disciplinas científicas dependen de la experimentación hecha con máquinas, siempre más sofisticadas, que requie-ren de la gente capacitada para manejarlas e interpretarlas. Se habla de división de tareas, formas de conocimiento y destrezas específicas, sin una interroga-ción correspondiente por sus especificidades, matices y contrastes.

107 Son excepciones a esta tendencia el tratamiento de estos actores –técnicos y per-sonal de apoyo– por parte de Hagstrom [1966] 1975, pp. 149-151; Ravetz, 1971, p. 33; Latour y Woolgar [1979] 1995, pp. 245-252; Knorr-Cetina [1981] 2005, p. 201; Schaffer, 1988, pp. 130-135; y muy especialmente por Shapin. 1995, pp. 355-407. Este último en su magnífico estudio de la economía política y moral del trabajo científico en la Inglaterra del siglo xvii, busca especificar el rol epistémico del personal de apoyo, para lo cual pene-tra en las espesuras del rol de la confianza, la autoridad y la autoría y las formas de distri-bución diferencial entre los distintos actores. Considera que la atención puesta en el rol de los asistentes promete un contrapunto al estudio de las formas de producción de la identidad científica y de la potencia de su verdad. Al describirlos como “antiautores”, les está reconociendo que su trabajo posee el potencial de erosionar el prestigio epistémico del conocimiento fidedigno, producto –en la época– sólo de las palabras vertidas por los hombres libres o gentlemen. Por ello la sugerencia de abrir una ventana, a partir del caso histórico, al paisaje disimulado y latente del mundo y trabajo de los técnicos, tiende a reparar la tríplice invisibilidad operante en la literatura histórica y sociológica de la cien-cia tradicional; en los archivos de documentos formales de los científicos y finalmente la generada por los empleadores y responsables de los lugares de trabajo y producción científica. En concordancia con su indicación, hemos tratado de hacer visible a este gru-po indagando las características de su propia identidad y las que les son atribuidas en el laboratorio, según un conjunto de valores culturales que producen, hasta hoy en día cierto tipo de anonimato, subordinación, intercambiabilidad y descrédito.

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Esta invisibilidad no se da en una dimensión institucional en virtud de las denominaciones, categorizaciones, funciones y capacidades estableci-das en el Estatuto del conicet.108 Allí las categorías de profesional y técnico con sus respectivas jerarquías aparecen explícitamente establecidas. Por supuesto, en el caso histórico analizado por Shapin (1995) el término “téc-nicos” no aparece, siendo usual en su caso la denominación de “trabaja-dores”, “asistentes”, “sirvientes”, “operadores”. Según Shapin, la designación “técnicos” vinculada al trabajo de laboratorio emerge recién a finales del siglo xix y comienzos del xx, en inmediata asociación con la designación de “científico” y las nuevas circunstancias socio-estructurales que dieron lugar a ambas prácticas.

No obstante, la diferenciación de estamentos entre la clase de “servi-dores” o técnicos y la de “gentleman” o empleador persiste, asentada en el hecho de que los técnicos realizan trabajo remunerado bajo la dirección de sus empleadores. Este matiz de sentido, puede reconocerse en el es-tatuto del conicet, cuya definición de “profesional principal” explicita que más allá de la capacidad y experiencia para realizar trabajos técnicos de apoyo, “trabajarán bajo la supervisión de investigadores”. Es decir, que sal-vando las distancias históricas y contextuales, sobrevive y se conserva en la dimensión cultural, una evaluación del trabajo manual y sus habilida-des y destrezas coligadas, concebido como trabajo y no como pensamien-to. Se evidencia en esta distinción habilidad/conocimiento el renuevo de la penetrante y profunda distinción cultural entre teoría y práctica, ciencia y artesanía, contemplación y acción, mente y manos, con diferentes atri-buciones de valor social.

En la perspectiva identitaria de los técnicos, lo anteriormente expresado se pone en juego y revitaliza en demandas de formación a la dirección del instituto, como vía para dejar el estatus de técnicos rasos y de ascender al superior de profesionales. Reclamación que es desoída al mantenerlos en estadios confinados a su posición de ingreso: “Vos entrás como lo que sos y el mismo lugar se pelea siempre de esa forma”. Para contrarrestar esta ten-

108 Estatuto de las carreras del Investigador Científico y Tecnológico y del Personal de Apoyo a la Investigación y Desarrollo, Art. 6º, si bien actualmente no hay convocatorias para personal técnico.

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dencia, los actores despliegan estrategias de superación, como inscribirse en doctorados o maestrías, con cursadas las más de las veces frustradas en virtud de las obligaciones presenciales de sus trabajos y la falta de “opor-tunidades reales” brindadas por la institución. No tanto por el conicet, que los alienta a seguir perfeccionándose, sino por la estructura y división del trabajo imperante en Microorgan. Al constatar que no pueden ascender en la jerarquía, se resignan a “acomodarse” al cambio de circunstancias, bus-can nuevos sitios y posibilidades de trabajo donde “colaborar con una nueva línea de investigación” en el propio instituto, aunque no sean reconocidos como científicos. Por momentos se deleitan con el conocimiento teórico, sin dejar de lado las habilidades manuales, con las cuales también se iden-tifican y enorgullecen, que les permiten operar, manejar, y lo que es más importante, reparar con destreza las máquinas y los equipos.

Los técnicos estudiados por Latour y Woolgar (1979, 1995: 244-247) en el Instituto Salk de California, registraban las “inversiones” contrarias, im-portándoles más las dimensiones contractuales, laborales y económicas. Los técnicos de Microorgan, en cambio, aspiran a invertir en credibilidad científica con sus doctorados o estudios de posgrado, y no están tan pre-ocupados por el ascenso y por el aumento de sus salarios. Por ello entran en competencia estructural con los investigadores: “Acá cada investigador va a pelear por su posición dentro del instituto”, enfrentándose de tal modo en forma múltiple a sus trayectorias y movimientos. Se consideran lo sufi-cientemente capaces para llevar adelante un doctorado, pero carecen de incentivos y oportunidades institucionales. Ello contrasta con el contenido del testimonio de un técnico informado por Latour y Woolgar (1979, 1995), quien aun apareciendo en las publicaciones del laboratorio, está a punto de dejar al grupo pues se siente bloqueado y sin la capacidad necesaria para lograr un doctorado. Tampoco reconoce en sí, imaginación y origina-lidad para hacer investigación: “No quiero luchar durante años para lograr un doctorado y luego ser sólo un supertécnico… sí, ya sabés, alguien que es doctor, pero que no hace ningún trabajo intelectual” (citado en Latour y Woolgar, 1979, 1995: 246). En lo que sí hay coincidencia es en la valora-ción de la relevancia y especificidad de sus saberes. Del mismo modo que el técnico norteamericano se ufana de saber más química de aislamiento

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que un científico, nuestros interlocutores declaran el carácter insustituible e irremplazable de sus habilidades y trabajos, ya que “el que está en frente del problema y el que hace el trabajo, el que está en el laboratorio es el técnico, en este caso y en todos los casos de trabajo científico”.

Ubican al científico en el rol de administrador, de gestor de subsidios y le conceden al menos la capacidad de planificar el trabajo, es decir, de dirigir los proyectos. Relegan su autonomía, pero enfatizan el carácter indispensa-ble de su trabajo. Carlos es elocuente cuando señala su paso de una original formación técnica agronómica a otra microbiológica, las que “conjugadas” con sus destrezas para la mecánica le confieren una especificidad única.

Por otro lado, disputan con los becarios la posibilidad y oportunidad para realizar el doctorado. Mientras esta vía de entrenamiento cognitivo está reservada y bien vista para los becarios, cuyo ingreso es cada vez más rápido y numeroso, los técnicos justifican en las necesidades del instituto sus demandas por una mejor formación y capacitación. Es decir, intentan forjar una trayectoria que no los deje encerrados en el polo de las rutinas, y les permita colaborar de manera comprometida también cognitivamente con el trabajo científico.

Recapitulación

El tipo de ensamblado científico y tecnológico condensado en Microorgan, se condice con algunos aspectos de las características de la cultura trans-versal, tal como fue definida por Shinn y Joerges (2002). Este tipo de cultura es el menos estudiado de los tres regímenes bajo los cuales se desarrolló la ciencia y la tecnología moderna. En efecto, el paisaje que nos han descripto los estudios sociales de la ciencia y la tecnología en una literatura profusa, se ha ocupado sólo de los otros dos regímenes: la cultura disciplinar, orien-tada a la identificación de los elementos institucionales y profesionales de una determinada disciplina y la cultura transitoria, que mantiene, al igual que la disciplinar, la demarcación entre academia e ingeniería, para luego mostrar cómo los practicantes van y vienen entre ambas arenas.

Por otra parte, la cultura transversal o tecnológica alberga en su definición un modo de producción de conocimientos y artefactos coincidente con la

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tecnología de investigación109 (research technology), comprometida con el diseño y construcción de instrumentos genéricos innovativos de alto con-tenido teórico, que dieran lugar en el siglo xx al surgimiento de nuevos cam-pos de investigación y desarrollo.110 Según Shinn y Joerges, este régimen de investigación reviste rasgos distintivos respecto de la ciencia y de la tecno-logía, si bien incorpora algunos de sus elementos. Se caracteriza por su po-sición intermedia en las interacciones entre la ciencia y distintas formas de ingeniería orientadas a la ciencia, la producción y lo social. El estudio de sus prácticas y de las complejas y variadas relaciones entre los tradicionales po-los de la ciencia y la tecnología con otras esferas como la industria, lo militar o las agencias del Estado, requiere entonces un punto de vista alternativo a la ortodoxia de los estudios sociales de la ciencia. La conceptualización y análisis de estas tres formas de cultura, muchas veces coexistentes entre sí, desafía y critica las nuevas interpretaciones de la tecnociencia que propug-nan la no diferenciación radical, el “tramado sin costura” y la continuidad entre aquellos polos.111 Por el contrario, Shinn y Joerges identificarán como crucial las características de heterogeneidad, diferenciación y división del trabajo y defenderán una postura basada en ellas para una comprensión más exacta de la fuerza finalmente cohesiva de la cultura transversal.

109 Traducción propia.

110 Entre ellos se encuentran la microbiología, la biología celular y la genética. Un es-tudio antropológico del surgimiento de las nuevas biotecnologías a partir del descubri-miento de la tecnología PCR (Polimerasa Chain Reaction) la hallamos en Rabinow (1996). Un ejemplo emblemático del producto de la tecnología de investigación es la técnica de rotación a muy alta velocidad denominada ultra-centrífuga, desarrollada por Jesse Beams, director del departamento de Física de la Universidad de Virginia, consultor de muchas empresas y partícipe del Proyecto Manhattan entre los años 1930 y 1950. Di-señada para ser aplicada al mundo físico de los quantum, se transformó con el tiempo en un dispositivo multipropósito y en un elemento importante en la investigación bio-médica de bacterias y virus, así como en la diagnosis y tratamientos médicos. También fue utilizada por los ingenieros en la investigación del jet a propulsión y por los físicos para medir la presión de la luz y la gravitación entre muchas otras aplicaciones (Shinn y Joerges, 2002).

111 La “nueva ortodoxia” está representada en Knorr-Cetina (1981, 2005), Latour (1983), Latour y Woolgar (1979, 1995), Bijker, Hughes y Pinch (1997, 1989), cuyas posturas nie-gan las distinciones entre la esfera científica y las restantes esferas de actuación social, entendiéndolas como un continuum sin línea divisoria con la dinámica social.

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Una de las dificultades principales con la que hemos tropezado para dar cuenta etnográficamente del modo de producción de Microorgan y de las características identificadas como afines a la cultura transversal o tecnolo-gía de investigación (research-technology), reside tal vez en que los actores sociales evidencian trayectorias fragmentarias que tornan problemática su investigación socioantropológica. En tanto “objetivos móviles” (moving targets) son difíciles de aprehender por los estudiosos de la ciencia, más familiarizados con los análisis de instituciones estables y divisiones nítidas. Localizados en las intersecciones entre la ciencia, la ingeniería, la industria, lo militar y los servicios técnicos del Estado, sus acciones y esfuerzos recha-zan una comprensión estrechamente institucional o disciplinaria ciega al constante cruce de fronteras, de entradas y salidas en búsqueda de otros aportes cognitivos, técnicos y materiales.

Sin embargo, a pesar de que en Microorgan las oportunidades profe-sionales y técnicas parecen surgir en estas intersecciones, los agentes no abandonan los patrones disciplinares e institucionales de su locus. Pero ello incita un movimiento oscilatorio constante entre las fronteras disciplinarias que facilite la obtención de técnicas, datos, conceptos y el reclutamiento de jóvenes y la cooperación entre grupos, lo que a su turno se traduce en un mayor dinamismo y en el aflojamiento de los límites entre saberes y habili-dades. De allí la complejidad y diversificación de objetivos e intereses, ejes específicos de la conformación de Microorgan.

En un mismo sentido, la identidad de los actores proviene en mayor me-dida de su adscripción a los distintos proyectos y en menor medida de su pertenencia disciplinaria o institucional. Por ello los investigadores gozan de cierta libertad dentro del arco de posibilidades, para emplazar y orientar las variadas líneas de investigación, mientras que no ocurre lo mismo con los técnicos. El entorno institucional pauta las carreras científicas y los em-pleos técnicos, la evaluación de la producción de papers y de las aplicacio-nes técnicas en artefactos, enmarcando un espacio jerárquico de validación y legitimación estable y fijo. Y es la práctica investigativa de estilo transver-sal la que facilita el entramado social y cognitivo, operando como factor de contención de la fragmentación y dispersión de las entidades constitutivas del laboratorio.

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En el presente capítulo hemos presentado la configuración específica de un ensamblado tecnocientífico público con una fuerte tendencia apli-cada hacia el campo productivo y un abigarrado abanico de trayectorias y perfiles que lograron arraigo y consolidación institucional. Comprobamos el compromiso científico y social de los actores principales con la arena pro-ductiva, enmarcándolo en la adecuación a un habitus productivo,112 al que hemos definido como una forma especial del habitus científico, caracteri-zado por la disposición a interactuar, desde el ámbito público, con actores de los ámbitos empresariales o industriales, ya sean públicos, privados o mixtos. Esta orientación hacia el sector de la producción y la importancia que le asignan en sus percepciones y representaciones los repliega, en un primer movimiento centrípeto, a la seguridad de su saber microbiológico de origen, por contraste con el nuevo saber biotecnológico que constante-mente se impone en la instalación institucional por medio de los canales de formación de jóvenes investigadores.

Esta inclinación inaugural hacia la esfera de la investigación aplicada y el desarrollo e innovación tecnológica dentro de los muros del laborato-rio, los instala ineludiblemente en un campo de tensiones donde fluctúan y actúan, de modo intermitente, las lógicas científicas y tecnológicas por un lado, y las empresariales e industriales por el otro. Lo que nos lleva a identi-ficar a este milieu de saberes y prácticas como un espacio cognitivo y social-mente heterogéneo, organizado bajo un patrón lo bastante flexible como para soportar las presiones provenientes de la oposición entre las fuerzas del campo económico y la impronta reproductiva del campo científico-académico.113 Precisamente, de esta forma se sostiene una dinámica que no tiene por objetivo primordial la resolución de las tensiones, sino su dis-tensión por medio de la dispersión de orientaciones y la diversificación de funciones. Este despliegue de distintos tipos de conocimientos –científicos,

112 Véase supra, nota 94.

113 Disentimos aquí con la interpretación de Vaccareza y Zabala (2002, p. 112), en el análisis de un laboratorio semejante, que afirma que el marco organizacional debe ser el adecuado para resolver las tensiones propias del polo económico o político y el científi-co, a menos que la “flexibilidad” organizacional registrada en nuestro caso se interprete como “marco adecuado”.

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tecnológicos, ingenieriles, empresariales–, sus correspondientes idoneida-des, pericias y su distribución dentro de los distintos proyectos y líneas de investigación que estructuran el instituto, dan lugar no a un anclaje simple dentro de cada polo, sino, por el contrario, a complejos posicionamientos con múltiples facetas y desafíos de diverso tipo, conformando un ensam-blado particular. Dicho ensamblado no se definirá nunca sólo por un único eje específico de intereses, como en distintos momentos pudieron ser: a) la construcción y puesta en funcionamiento de un reactor para el tratamien-to de efluentes, b) el macro proyecto de biocomplejidad, c) los esfuerzos para lograr el cambio y actualización de la infraestructura tecnológica, d) la recepción e implantación de saberes y técnicas biotecnológicas o e) la con-solidación de exitosas transferencias tecnológicas con variadas empresas. Su ímpetu y dinamismo se basan en la heterogeneidad y multiplicidad de intereses, que según el momento se articulan de maneras inesperadas, en virtud de las asociaciones entre los diferentes niveles de conocimientos y prácticas, en el contexto local.

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CONTRATAPA "La lectura de la introducción nos mueve a entrar a un edificio que se anticipa como monumental acerca de las complejas interrelaciones -en las prácticas científicas contemporáneas- entre dos tipos de aproximaciones: la normativo-epistemológica de cómo "deben ser" dichas prácticas para ser científicas y la contextual-cultural donde debe abordarse lo exigido por la situación concreta en que se lleva a cabo dicha práctica. Al terminar con la riquísima lectura del libro "sentimos" que hemos vivenciado el estudio más detallado, empíricamente mejor fundado y motivador con un enfoque metodológico pluralista ejemplificado por tres estudios etnográficos de los modos de interrelación de los procesos de producción y aplicación científica en biotecnología en tres situaciones laborales en Argentina entre 1993 y 2006. Desde mi perspectiva de filosofía de las ciencias es enormemente enriquecedor el modo en que el concepto de "ensamblaje" de los procesos de producción y aplicación científica esclarece cómo se entrelazan todos los factores intervinientes en las relaciones entre la producción y aplicación de las ciencias. Como resultado, me propongo utilizarlo en futuros estudios complementarios de aproximación filosófica y antropológica a la más complejas interrelaciones entre las dimensiones descriptivas (social, cultural, situacional) y normativas (filosóficas) de la actividad científica. Ello beneficiará mi intento de aproximar mi postura más y más a una filosofía política de las ciencias. No hay duda: de pocos estudios como el de Adriana Stagnaro puedo afirmar que "está aquí para quedarse". Ricardo Gómez Dr. en Filosofía por la Universidad de Indiana, EE.UU Profesor de Filosofía de las Ciencias en la Universidad del Estado de California.