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El papel y aplicación de los enterococos = un rompecabezas en la alimentación y salud humana

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El papel y la aplicación de los Enterococos: un rom pecabezas en

la alimentación y la salud humana.

Enrique Alfonso Cabeza Herrera 1

PhD en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Universidad de León, España.

Microbiólogo, Especialista en Protección de Alimentos, Universidad de Pamplona, Colombia

Email: [email protected]; [email protected]

1. Introducción

El género Enterococcus pertenece a un grupo de microorganismos conocido como las bacterias

ácidas lácticas (BAL). Los enterococos son cocos Gram-positivos, no esporulados, catalasa y

oxidasa negativos, anaerobios facultativos que se presentan individualmente, en pares, o en

cadenas. Desde un punto de vista taxonómico, el género Enterococcus ha sido revisado varias

veces (Schleifer y Kilpper-Bälz, 1987; Stackebrandt y Teuber, 1988; Devriese y Pot, 1995; Hardie y

Whiley, 1997). En 1984, los estudios de hibridación de ADN-ADN y estudios de secuenciación de

rRNA 16S indicaron que las especies S. faecium y S. faecalis eran suficientemente distintos de

otros estreptococos, y Schleifer y Kilpper-Bälz (1984) propusieron su traslado al género

Enterococcus. Hasta la fecha sobre la base de la evidencia filogenética apoyada en estudios de

secuenciación rRNA 16S y/o de hibridación ADN-ADN se han clasificado a saber 28 especies

dentro del género Enterococcus: E. asini, E. avium, E. canis, E. casseliflavus, E. cecorum, E.

columbae, E. dispar, E. durans, E. faecalis, E. faecium, E. flavescens, E. gallinarum, E. gilvus, E.

haemoperoxidus, E. hirae, E. malodoratus, E. moraviensis, E. mundtii, E. pallens, E. phoeniculicola,

E. pseudoavium, E. raffinosus, E. ratti, E. saccharolyticus, E. saccharominimus, E. solitarius, E.

sulfureus, y E. villorum. Sin embargo, futuras reclasificaciones pueden presentarse en un futuro

cercano. Por ejemplo, E. flavescens y E. casseliflavus no tienen diferencias suficientes para ser

clasificados separadamente (Devriese y Pot, 1995; Descheemaeker y col., 1997), y E. avillorum es

un heterotipo cercano a E. porcinus (De Graef y col., 2003).

El género Enterococcus forma parte de las llamadas bacterias ácido-lácticas (BAL), son ubicuos y

están normalmente presentes en el tracto digestivo de humanos y animales. Este grupo se

constituyen como el más polémico dentro de las BAL (Cabeza, 2006). Diversos estudios

microbiológicos han demostrado que ellos juegan un papel importante en la maduración de algunas

variedades de quesos tradicionales elaborados con leche cruda o pasteurizada y producidos en 1 Correspondencia: Departamento de Microbiología, Facultad de Ciencias Básicas, Universidad de Pamplona, Ciudadela Universitaria, Km. 1, vía Bucaramanga. Pamplona. Norte de Santander. Colombia.

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zonas y países mediterráneos (Suzzi y col., 2000; Andrighetto y col., 2001; Giraffa, 2002). Los

enterococos también están presentes en otros productos fermentados, como las salchichas (Giraffa,

2002; Franz y col., 2003; Hugas y col., 2003) y aceitunas (Floriano y col., 1998; Franz y col., 1999;

Ben Omar y col., 2004; Foulquié y col., 2006). Sin embargo, su papel en estos productos no se ha

aclarado totalmente. Además, la producción de bacteriocinas por los enterococos se ha

documentado bien. Es más, se usan los enterococos hoy día como microorganismos probióticos. A

pesar de todo esto, los enterococos también han sido asociados con varias infecciones humanas.

Se han descrito varios factores de virulencia y el número de cepas de enterococos resistentes a la

vancomicina está aumentando. La polémica naturaleza de los enterococos ha incitado un aumento

enorme en los años recientes en documentos y revisiones científicas dónde diversos

investigadores se han dividido en dos grupos a saber, aquellos que están a favor de los

enterococos y aquellos que están en contra. De todos modos, la impresión que tiene hoy en día la

comunidad científica, se ha enfocado más hacia el papel negativo que juega este grupo.

2. Propiedades funcionales

Las principales propiedades funcionales que se han asociadas a los enterococos son: su habilidad

de producir bacteriocinas, capacidad de metabolizar las proteínas, lípidos y el citrato, su aplicación

como cultivos estárter para la industria cárnica, láctea y vegetales, así como su potencial empleo

como organismos probióticos (Morandi y col., 2006; Foulquié y col., 2006).

2.1. Producción de Bacteriocinas

Se ha visto que los enterococos tienen la propiedad de producir bacteriocinas, llamadas

enterocinas, los cuales son péptidos pequeños con actividad antimicrobiana contra bacterias

alterantes Gram-positivas relacionadas e incluso contra patógenas como Listeria (De Vuyst y

Vandamme, 1994; Foulquié y col., 2006). Las enterocinas, como la mayoría de las bacteriocinas

producidas por las BAL, tienen en la membrana citoplasmática su blanco primario. Ellas forman

poros en la membrana celular, afectando de esta forma el potencial transmembrana y/o el

gradiente de pH, causando una pérdida de moléculas intracelulares indispensables para la bacteria

blanco (Cleveland y col., 2001).

2.2. Metabolismo del citrato.

El citrato está presente en la mayoría de los productos que son empleados como materia prima

para la obtención de alimentos fermentados, tales como frutas, vegetales y leche, adicionalmente

el citrato también es usado como aditivo para la producción de salchichas maduradas (Foulquié y

col., 2006). El comportamiento de las BAL puede diferir de una especie a otra, y no todas las BAL

pueden metabolizar el citrato. La capacidad de metabolizar el citrato se debe a la presencia de un

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plásmido endógeno que contiene el gen capaz de codificar la molécula transportadora responsable

de la captación del citrato del medio. Durante la degradación del citrato se produce la formación de

productos finales del metabolismo diferente al ácido láctico. Estos incluyen el diacetilo,

acetaldehído, acetoína y el 2,3-butanediol, los cuales tienen distintas propiedades aromáticas que

tienen una marcada influencia en la calidad final de los alimentos fermentados (Hugenholtz, 1993).

Por ejemplo, el diacetilo determina las propiedades aromáticas del queso fresco, leche fermentada,

crema, y mantequilla. El rompimiento del citrato también da como resultado la producción de CO2,

el cual contribuye a la textura de algunos derivados lácteos fermentados.

La mayoría del conocimiento sobre las vías metabólicas involucradas en el metabolismo del citrato

se ha derivado de BAL de origen lácteo, aunque el citrato no siempre favorece su crecimiento. Esta

afirmación está apoyada en la incapacidad de ciertas BAL para crecer en cultivos donde el citrato

se adicionó en exceso y como única fuente de carbono. No obstante, la mayoría de las BAL son

capaces de cometabolizar el citrato en presencia de otra fuente de energía, como glucosa o lactosa.

Se han realizado muchos estudios sobre la capacidad de metabolizar el ácido cítrico por cepas de

Lactococcus, Lactobacillus, y Leuconostoc (Kennes y col., 1991; Starrenburg y Hugenholtz, 1991;

Hugenholtz y col., 1993; Palles y col., 1998; Kimoto y col., 1999; Goupry y col., 2000). En contraste,

la información de cómo los enterococos metabolizan el citrato es esporádica y más limitada

(Hagrass y col., 1991; Urdaneta y col., 1995; Freitas y col., 1999). Recientemente Sarantinopoulos

y col., (2001a,b) y Rea y Cogan (2003a,b) han enfocado sus estudios en la forma como los

enterococos metabolizan el citrato. El creciente interés en los últimos años sobre el metabolismo

del citrato por parte de los enterococos quizá se deba al hecho de que este grupo y especialmente

cepas de E. faecium y E. faecalis se encuentran en un gran número en muchos quesos,

especialmente aquellos elaborados en zonas mediterráneas (Foulquié y col., 2006). A pesar del

hecho que desde 1944 se viene estudiando la forma como los enterococos metabolizan el citrato

(Campbell y Gunsalus; Gunsalus y Campbell), aún no está claro el mecanismo final y si es

indispensable o no la presencia de otras fuentes alternas de energía para que pueda llevarse a

cabo esta actividad metabólica. Devoyod (1969) y Urdaneta y col. (1995) han visto que cepas de E.

faecalis pueden metabolizar el citrato en ausencia de carbohidratos, y Freitas y col. (1999), y

Sarantinopoulos y col. (2001b) han reportado el co-metabolismo del citrato en conjunto con la

lactosa. Finalmente, Rea y Cogan (2003a,b) demostraron que cepas de E. faecalis y E. faecium no

son capaces de metabolizar el citrato en presencia de glucosa y fructosa hasta que estas fuentes

de energía hayan sido agotadas totalmente, ellos explicaron que este hecho se debe a la posible

presencia de un mecanismo represivo que solo se da en presencia de estos dos azúcares pero no

cuando el medio contiene galactosa o sacarosa. Sin embargo, Sarantinopoulos y col. (2003)

observaron que algunas cepas de las mismas especies si podían metabolizar el citrato en

presencia de glucosa en ambientes aerobios y anaerobios y pH no controlados, por lo que

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concluyeron que dentro de las mismas especies, diferentes cepas presentan variación en la forma

como pueden metabolizar el citrato. Como una conclusión final podemos citar que la mayoría de

cepas de E. faecalis y E. faecium son capaces de metabolizar el citrato.

2.3. Proteólisis y lipólisis.

Proteólisis: La degradación de la caseína juega el principal papel en el desarrollo de la textura del

queso. Además, algunos péptidos contribuyen a la formación de un buen sabor, sin embrago,

algunos péptidos pueden aportar un sabor amargo indeseable en el producto final. También, se

considera que la degradación secundaria de los aminoácidos tiene un gran impacto en el desarrollo

del sabor del queso.

Además de las enzimas proteolíticas nativas de la leche y la renina usadas para la coagulación de

la leche, las proteinasas asociadas a la pared y peptidasas intracelulares de las BAL contribuyen a

la hidrólisis de la caseína durante la elaboración del queso (Wilkinson y col., 1994). Los estudios

realizados hasta ahora acerca de la proteólisis por parte de las BAL son principalmente restringidos

a los géneros Lactococcus y Lactobacillus (Pritchard y Coolbear, 1993; Sousa y col, 2001). Se cree

que las vías bioquímicas que conllevan a la degradación de la caseína y el transporte ácido de

péptidos y amina son las mismas que ocurren en los otros géneros de BAL, incluyendo al género

Enterococcus. Sin embargo, sólo se encuentran pocos datos en la literatura con respecto al

sistema proteolítico de los enterococos comparado con otras especies de BAL (Foulquié y col.,

2006). Aunque no hay ningún método de laboratorio normalmente aceptado en la literatura para

determinar las actividades proteolíticas y peptidolíticas, estas actividades son bajas en las cepas

del género Enterococcus, con excepción de cepas de E. faecalis (Arizcun y col., 1997; Macedo y

Malcata, 1997; Suzzi y col., 2000; Andrighetto y col., 2001). En un estudio realizado por Hegazi

(1990a) se pudo observar que una baja actividad proteolítica de E. faecalis se ve reducida en

presencia de carbonato de calcio (el cual es un aditivo corrientemente empleado en la elaboración

de queso) y a concentraciones superiores al 2% de NaCl, mientras que concentraciones menores

de sal favorecen su actividad proteolítica. También concluyó que la actividad de una proteasa

extracelular producida por esta cepa se ve reducida cuando E. faecalis es puesto a crecer en leche

que ha sido sometida a un tratamiento térmico alto.

Las proteasa extracelulares de los enterococos parece ser que actúan mejor a un pH de 7,5 y a

una temperatura de 45ºC. Estas proteasas son capaces de degradar en la mayoría de los casos la

caseína, la α-lactoalbúmina y la ß-lactoglobulina, y en menor medida el suero albúmino bovino

(Hegazi, 1990b; García de Fernando y col., 1991a,b; Foulquié y col., 2006).

Lipólisis: La degradación de los lípidos tiene la mayor influencia en el desarrollo del flavor y la

textura de los quesos. Ellos contribuyen al flavor mediante tres formas: (i) como fuente de ácidos

grasos, especialmente ácidos grasos de cadena corta, pueden ser degradados hasta otros

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compuestos aromáticos y sápidos, especialmente metil cetonas y lactonas; (ii) debido a la

oxidación de los ácidos grasos, se pueden formar varios aldehídos insaturados que aportan un

flavor fuerte causando el defecto conocido como rancidez oxidativa, y (iii) actuando como solvente

para compuestos aromáticos y sápidos, no solo producidos a partir de los lípidos, también partir de

las proteínas y la lactosa. Generalmente se considera que las BAL son débiles en su actividad

lipolítica si se compara frente a otros grupos de microorganismos (Foulquié y col., 2006), y dentro

de las BAL los enterococos presentan la mayor actividad lipolítica que por ejemplo Lactococcus y

Lactobacillus (Tsakalidou y col., 1994b; Hemati y col., 1998; Tavaria y Malcata, 1998). Se cree que

la actividad lipolítica de las BAL juega un papel importante en la determinación del aroma especial

de muchas variedades de quesos. Ciertos grupos de BAL se usan como cultivos estárter

(Lactococcus, Lactobacillus, Leuconostoc, Enterococcus, Pediococcus) en conjunto con algunas

otras bacterias (Micrococcus) y que durante la maduración contribuyen significativamente a la

hidrólisis de la grasa del queso (El Soda y col., 1995; Collins y col., 2003). Los estudios acerca de

la actividad lipolítica de los enterococos, al igual que ocurre con la actividad proteolítica es limitado

y a menudo los datos existentes en la literatura son contradictorios. En el estudio realizado por

Lund (1965) las cepas de E. faecalis mostraron mayor actividad lipolítica frente a E. faecium y E.

durans. Dovat y col. (1970) y Chander y col. (1979a,b) demostraron que la actividad lipolítica de los

enterococos se reduce en presencia de compuestos de mayor tamaño molecular (por ejemplo, los

ácidos grasos C3, C4, C6 y C10 estimularon la producción de lipasas, y que ácidos grasos de C12,

C14, C16, C18 y C18:2 inhibieron esta producción de lipasas). Tsakalidou y col. (1993) observaron

resultados contradictorios frente a los primeros, ya que cepas de E. durans fueron activas frente al

4-nitrofenil-caprilato (C8), mientras que E. faecium presentó actividad frente al 4-nitrofenil-estearato

(C18).

Las lipasas de los enterococos manifiestan su mayor actividad a un pH de 7,5 y 45ºC, mientras que

la esterasa intracelular de E. faecium presenta una actividad óptima a 35ºC y pH 8,0 (Tsakalidou y

col., 1994a). En general las lipasas de los enterococos son capaces de hidrolizar la tripropionina y

tributirina más que la tricaprina, tricaprilina y la trioleina.

2.4. Potencial como cultivos estárter.

Los enterococos se encuentran ampliamente distribuidos en el ambiente, principalmente habitan el

tracto gastrointestinal de animales y humanos. De todas las especies de enterococos asociadas a

los humanos, E. faecalis es la más predominante, aunque en algunos individuos y en algunos

países el E. faecium excede en número de E. faecalis (Devriese y Pot, 1995). La presencia común

de E. faecalis en muchos alimentos no siempre se relaciona a una contaminación fecal (Mundt,

1986), así por ejemplo en la Unión Europea en 1992 se había establecido un nivel máximo para la

presencia de coliformes y E. coli en los alimentos, los dos fueron considerados como los

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indicadores de higiene, mientras que ningún límite se fijó para los enterococos. Además se ha

mostrado que los enterococos tenían un limitado papel como indicador de higiene en el proceso

industrial de alimentos (Birollo y col., 2001).

Aunque E. faecalis, E. faecium y E. durans son frecuentemente aisladas de las heces humanas,

son menos prevaleciente en el ganado, como los cerdos, ganado, y oveja (Franz y col., 1999a).

Los enterococos no sólo son asociados con animales de sangre caliente, ya que también pueden

encontrarse en el suelo, las aguas superficiales, y en las plantas, verduras, e insectos (Mundt,

1986; Foulquié y col., 2006). La resistencia de los enterococos a las temperaturas de

pasteurización, y su adaptabilidad a diversos sustratos y factores que condicionan el crecimiento

(temperatura baja y alta, pH extremo, y salinidad) implica que ellos puedan encontrarse en

cualquier alimento fabricado con materia prima cruda (leche o carne) y en los productos tratados

por el calor. Esto significa que estas bacterias podrían resistir condiciones usuales de producción

de alimentos. Además, ellas pueden contaminar los productos ya acabados durante el

procesamiento de los alimentos. Por consiguiente, los enterococos pueden constituirse en una

parte importante de la microbiota de alimentos fermentados, sobre todo en quesos y carnes.

En años recientes, los informes sobre el uso de los enterococos como cultivos estárter o como co-

cultivos (adjuntos) ha aumentado considerablemente. La parte mayor de este tipo de investigación

se ha enfocado en la pertinencia de las cepas de Enterococcus que presentan propiedades

bioquímicas y tecnológicas interesantes para la producción de quesos y, en menor magnitud, en lo

producción de derivados cárnicos. Sin embargo, la selección de enterococos que puedan ser

involucrados en el procesamiento de alimentos es una tarea difícil, debido a su riesgo potencial en

la salud humana (Vancanneyt y col., 2002; De Vuyst y col., 2003).

Los estudios microbiológicos de diversos quesos madurados elaborados en países mediterráneos

tales como Grecia, Italia, España y Portugal han mostrado que los enterococos juegan un papel

importante durante su maduración. E. faecalis, E. faecium y E. durans han sido las especies más

asociadas con los productos lácteos donde pueden jugar un papel importante en las características

finales de sabor y textura de los quesos. El mecanismo de acción durante la etapa de maduración

se debe probablemente a las actividades proteolíticas, lipolíticas y esterolíticas desplegadas por

algunas cepas de enterococos, así como su habilidad para metabolizar el citrato contribuyendo de

esta forma a desarrollar su sabor y olor por la producción de diacetilo y otros importantes

compuestos volátiles (Franz y col., 2003; Manolopoulou y col., 2003; Foulquié y col., 2006; Morandi

y col., 2006).

En este orden de ideas, los enterococos han sido empleados totalmente para la producción y

desarrollo de diversos quesos europeos madurados tales como el Cebreiro español (Centeno y col.,

1999), Comté francés (Bouton y col., 1998), Domiati (Hemati y col, 1998), Feta griego (Litopoulouy

col., 1993; Sarantinopoulos y col., 2002a), Hispánico español (Garde y col., 1997), Kashar (Aran,

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1998) Kefalotyri griego (Litopolou y Tzanetaki, 1990), Manchego español (Ordoñez y col., 1978),

Mozzarella italiano (Villani y Coppola, 1994), Picante de Beira Baixa y el Serra portugués (Freitas y

col., 1995; Macedo y col., 1995, respectivamente), y el Venaco francés (Casalta y Zennaro, 1997).

Dependiendo de la fase de maduración de los quesos, los enterococos pueden alcanzar recuentos

entre un rango de 104 a 106 ufc/g en los quesos curados y al final de la maduración pueden

alcanzar niveles que oscilan entre 105 a 107 ufc/g con E. faecium y E. faecalis como las especies

dominante debido a su tolerancia a la sal y acidez.

Por otra parte, la presencia de enterococos en el tracto gastrointestinal de animales puede llevar a

la contaminación de la carne en el momento del sacrificio. En diversos estudios de productos

cárnicos crudos E. faecalis estaba presente como el microorganismo predominante de esta carne y

en recortes cortes de carne de cerdo (Foulquié y col., 2006). E. faecium también se aisló

frecuentemente de la salchicha Bolonia, una salchicha empacada procesada (Foulquié y col., 2006).

Las actividades bioquímicas de los enterococos en la masa de las salchichas no han sido muy

estudiadas como en el caso de los productos lácteos. La principal contribución a estos productos

es la aromatización por medio de las actividades glucolíticas, proteolíticas y lipolíticas. Así mismo,

la reducción de la met-mioglobina ha sido también asociada a los enterococos (Hugas y col., 2003).

Finalmente, muchas cepas asociadas a los quesos y cárnicos tienen la habilidad de producir

bacteriocinas contra bacterias patógenas y alterantes de los alimentos, especialmente contra

bacterias Gram-positivas como Listeria spp.; Clostridium spp., y Gram-negativas como E. coli y

Vibrio cholerae, ofreciendo así una herramienta para mejorar la seguridad de los alimentos

(Sarantinopoulos y col., 2002b; Giraffa, 2002).

2.5. Empleo como microorganismos probióticos

De acuerdo con la definición dada por el ILSI (International Life Science Institute) en 1998, los

cultivos probióticos son microorganismos vivos que al ser ingeridos en cantidades suficientes,

ejercen un efecto beneficioso sobre la salud, lo que va más allá de los efectos nutricionales

convencionales. Los microorganismos probióticos son también conocidos como bioterapeuticos,

bioprotectores o bioprofilácticos. Estos microorganismos se utilizan para prevenir sobre todo

infecciones entéricas y gastrointestinales.

Un grupo de requisitos ha sido adoptado para que un microorganismo pueda ser definido como un

probiótico (Salminen y col., 1996). Éstos incluyen (a) la capacidad para adherirse a las células

humanas; (b) exclusión o reducción a la adhesión de organismos patógenos; (c) persistencia y

capacidad de multiplicación; (d) producción de ácidos, peróxido de hidrógeno, y bacteriocinas

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antagónicas al crecimiento de patógenos; (e) ser seguros, no invasivos, no carcinogénicos, y no

patógenos; y (f) la capacidad de coagregarse para formar una flora normal equilibrada.

Las cepas que se usan como probióticos para el hombre se han aislado normalmente del tracto

gastrointestinal humano y normalmente han pertenecido a las especies de los géneros

Lactobacillus y Bifidobacterium. Sin embargo, cepas que pertenecen a otras especies de BAL y

otros géneros, entre ellos los enterococos, también se han usado en el pasado como probióticos

(Holzapfel y col., 1998; Fuller, 1989; O'Sullivan y col., 1992). Cepas de E. faecium y E. faecalis han

sido aplicadas como suplementos probióticos en humanos, aunque también se han usado

ampliamente como suplemento para alimentación animal. Desde febrero del 2004, 10

preparaciones (9 cepas diferentes de E. faecium) han sido autorizadas como aditivos alimentarios

en la Unión Europea (European Commission, 2004).

Una cepa de Enterococcus ha sido bien estudiada para ser usada como probiótico, se trata de E.

faecium SF68 que se produce en Suiza (Cylactin® LBC SF68 ME10, F. Hoffmann-Roche S.A.,

Basilea, Suiza). Se ha propuesto que esta cepa es eficaz en la prevención de diarrea asociada al

uso de antibióticos (Wunderlich y col., 1989) y en el tratamiento de diarrea en infantes (Bellomo y

col., 1980). E. faecium SF68 se ha probado en adultos con diarrea aguda en dos hospitales en

Bélgica (Buydens y Debeuckelaere, 1996). Aunque este tipo de diarrea es de corta duración (>95%

de personas se recuperan en 6 días), el uso de enterococos acortó la duración de la diarrea en 1 a

3 días. E. faecium SF68 también se ha estudiado como probiótico en alimentos y se ha usado

significativamente en alimentación para perros reforzando las funciones inmunes y humorales en

los mismos (Benyacoub y col., 2003). En Dinamarca, un producto de leche fermentado que

contiene E. faecium SF68 (GAIO; MD Foods, Aarhus, Dinamarca) se ha vendido durante varios

años debido a su efecto reductor del colesterol en los humanos (Foulquié y col., 2006). En un

trabajo de Lund y col. (2000), el mismo producto GAIO fue usado para estudiar la relación entre E.

faecium SF68 y el tratamiento con vancomicina. Ellos concluyeron que E. faecium SF68 no

adquirió resistencia a la vancomicina durante el período en estudio.

Rossi y col. (1999) usó la cepa de E. faecium CRL 183 para desarrollar un nuevo producto de leche

de soya fermentada con propiedades probióticas potenciales. E. faecium CRL 183 en combinación

con Lactobacillus jugurti produjo una disminución del 43% de colesterol in vitro. También, cepas

probióticas de E. faecium PR88 (E. faecium Fargo 688®, Quest International, Naarden, Holanda)

fue estudiada en ensayos clínico humanos. El consumo de esta cepa llevó al alivio de los síntomas

del síndrome de cuenco irritable en humanos (Allen y col., 1996). Esta misma cepa se usó para la

producción de un queso Cheddar probiótico, esta cepa no afectó la composición del queso, pero si

se observó una mejora en el sabor del mismo (Gardiner et al., 1999).

Otro producto probiótico disponible en el mercado que contiene una cepa de E. faecium es el

Walthers ECOFLOR (Walthers Helath Care, Den Haag, Holanda). El productor expresa la eficacia

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de esta cepa de E. faecium contra la diarrea, sus efectos anticarcinogénicos, producción de

enterocinas activas contra L. monocytogenes, la posible disminución del nivel de colesterol LDL,

así como su sensibilidad a la vancomicina y la producción de ácido L (+) láctico (Foulquié y col.,

2006). Sin embargo, el productor de este producto no proporciona ninguna evidencia científica que

avale estos efectos beneficiosos en humanos.

El uso de los enterococos como probióticos sigue siendo un problema polémico. Mientras el

beneficio probiótico de algunas cepas ha sido bien establecido, el incremento de las enfermedades

enterocócicas asociadas con la salud humana y la resistencia a múltiples antibióticos ha levantado

preocupación para considerar su uso como probiótico. El miedo de que genes de resistencia a

antimicrobianos o genes que codifican factores de virulencia puedan ser transferidos a otras

bacterias del tracto gastrointestinal contribuye a esta controversia (Franz y col., 2003).

El papel en la salud humana

Los enterococos hacen parte de la biota normal encontrándose en el segmento intestinal inferior,

son de baja virulencia y considerados como patógenos oportunistas para los humanos. Así mismo

este grupo está considerado como las bacterias que más prevalecen en infecciones nosocomiales

(infecciones hospitalarias) y con frecuencia han sido implicadas en importantes infecciones del

tracto urinario; también son recuperados de pacientes con endocarditis subaguda, bacteriemia y

septicemia. Asimismo, es posible recuperarlos de infecciones de heridas y de abscesos

perifonéales o pelvianos profundos, infecciones del sistema nervioso central, infecciones pélvicas e

intra-abdominales por lo general junto con otras especies bacterianas como parte de una infección

polimicrobiana (Endtz y col., 1999; Franz y col., 1999; Cabeza-Herrera, 2002). Diferentes factores

de virulencia han sido descritos en los enterococos tales como una sustancia agregativa (Agg) que

facilita la unión durante la conjugación bacteriana y el intercambio de plásmidos, así como la

patogénesis de las infecciones entorocócicas a través de diversos mecanismos; por otra parte no

se conoce cual es la influencia que pueda tener esta sustancia sobre la fagocitosis. También puede

actuar como un factor que ayuda a la adhesión de la superficie del huésped actuando como un

superantígeno, al mismo tiempo que incrementa la hidrofobicidad de los enterococos. Otro factor

de virulencia asociado a cepas de origen nosocomial, fecal y aislamientos clínicos es una

gelatinasa extracelular (Gel) que está implicada en la hidrólisis de la gelatina, colágeno,

hemoglobina y otros péptidos bioactivos. Un tercer factor de virulencia asociado a cepas de E.

faecalis pero no tanto a E. faecium es una proteína superficial extracelular (Esp) que ha sido

asociada a un incremento en la capacidad infecciosa de las cepas de e. faecalis. La Esp también

juega un papel importante en la adhesión y evasión de la respuesta inmune del huésped (Foulquié

y col., 2006).

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Por otra parte el número de cepas resistentes a los antibióticos (ARE) tales como las penicilinas

más modernas (penicilina G), ampicilina, cefalosporinas y especialmente a la vancomicina (VRE) a

ido en aumento (Endtz y col., 1999). En realidad, muchos enterococos aislados de hemocultivos

han mostrado resistencia a 500 µg/ml y 1.000 µg/ml de gentamicina o estreptomicina, privando a

los médicos de una combinación de antibióticos efectiva para el tratamiento de pacientes con

endocarditis enterocócica ya que el tratamiento general consiste en un sinergismo antibiótico, es

decir, mezcla de antibióticos como penicilina y aminoglucósidos y en pacientes sensibles a estos

antibióticos se emplea la vancomicina y la eritromicina (Cabeza-Herrera, 2002). En el caso de las

cepas de enterococos resistentes a la vancomicina (VRE) desafortunadamente también resultan

ser altamente resistentes a todas las drogas estándares anti-enterococos y se constituyen en un

grupo de alto riesgo (Foulquié y col., 2006). Las cepas de enterococos resistentes a antibióticos

(ARE) se encuentran presentes en los alimentos tales como productos cárnicos, lácteos, y se han

aislado de comidas rápidas, e incluso dentro de cepas enterococos empleadas como probióticas

(Franz y col., 2001; Giraffa, 2002). Franz y col. (2001) han encontrado evidencias de resistencia

para varios antibióticos adquiridos por enterococos presentes en alimentos a lo largo de Europa.

Sin embargo, en general estas cepas no mostraron resistencia a los antibióticos de importancia

clínica. Giraffa (2002) enfatiza en el papel jugado por las ARE, y sobre todo VRE, en los alimentos

como un posible reservorio natural en la diseminación de factores de resistencia a los antibióticos

en el ambiente. Así mismo, podría existir un vínculo entre el uso de algunos antibióticos en el

ganado y la colonización de cepas ARE en humanos por medio de la cadena alimenticia. Por

razones de seguridad, un criterio crítico o importante es verificar la ausencia de plásmidos y/o

factores de resistencia a antibióticos transferible en los enterococos que podrían usarse como co-

cultivos o cultivos estárter en los alimentos, así se trate de cepas específicas (Franz y col., 2001;

Vancanneyt y col., 2002; De Vuyst y col., 2003).

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