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Curso de actualización de Pastoral Vocacional. Estudios de Actualización Objetivo: Que los agentes adquieran elementos para un ejercicio de la pastoral vocacional más especializada, acorde a la pastoral vocacional nacional. Contenido Temático: Ø Prólogo, el Análisis comparativo de los documentos, y Pasar del temor a la esperanza y del reclutamiento a la evangelización (1° Salto) Ø O se crece juntos o no crece ninguno; Mucho camino recorrido…(2°, 3° y 4° Salto) Ø De las obras a las personas; Del tráfico de vocaciones a su nacimiento en cada Iglesia y en cada lugar ( 5°,6° y 7° Salto) Ø De lo puntual a lo procesual, de la ignorancia a la cultura vocacional; De la acción individual a la acción coral. (8°, 9° y 10° Salto) Ø “El salto de calidad en la Pastoral Vocacional” Ø Prólogo “Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo” Curso de actualización de Pastoral Vocacional El salto de calidad en la Pastoral Vocacional

2. El salto de calidad en la pastoral vocacional

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Page 1: 2.  El salto de calidad en la pastoral vocacional

Curso de actualización de Pastoral Vocacional.

Estudios de Actualización

Objetivo:Que los agentes adquieran elementos para un ejercicio de la pastoral vocacional más especializada, acorde a la pastoral vocacional nacional.

Contenido Temático:

Ø Prólogo, el Análisis comparativo de los documentos, y Pasar del temor a la esperanza y del reclutamiento a la evangelización (1° Salto)

Ø O se crece juntos o no crece ninguno; Mucho camino recorrido…(2°, 3° y 4° Salto)Ø De las obras a las personas; Del tráfico de vocaciones a su nacimiento en cada Iglesia y en

cada lugar ( 5°,6° y 7° Salto)Ø De lo puntual a lo procesual, de la ignorancia a la cultura vocacional; De la acción individual

a la acción coral. (8°, 9° y 10° Salto)Ø “El salto de calidad en la Pastoral Vocacional”Ø Prólogo

“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”

Curso de actualización dePastoral Vocacional

El salto de calidad en laPastoral Vocacional

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Ø El Congreso continental europeo de pastoral vocacional, reunido en mayo de 1997 planteó la necesidad un "salto de calidad" en este ámbito pastoral. La expresión, sugerida por el papa Juan Pablo II, está tomada de la teoría de la evolución. Cuando la naturaleza pasa de una especie a otra implicando un cambio cualitativo, se reconoce un momento peculiar, que desde la antropología teológica se identifica como una intervención creadora de Dios. ¿Cómo se explica el salto de calidad de la vida animal a la vida racional si no es así? Se quiere plantear algo similar, un salto de calidad en el modo de comprender el misterio de la vocación y de realizar la pastoral vocacional. Tal salto de calidad hay que realizarlo como una moción del Espíritu y por ello en coherencia con la revelación y con la teología.

ØEl Congreso hace eco de la voz del Papa, que utilizó esta expresión en el discurso final, y al mismo tiempo de una serie de documentos y artículos sobre el tema, que desde mucho

1tiempo antes clamaban por este cambio de perspectiva . Este modo de hablar es coherente con la llamada que el Papa hizo a toda la Iglesia, en torno al inicio del tercer milenio del cristianismo, a una nueva evangelización, nueva en su contenido pero también en sus métodos. Surge la inquietud por una nueva pastoral vocacional, también nueva en su contenido o pretensión fundamental y en los métodos que aplica en la práctica.

ØDiez años más tarde, en 2007, tenemos la conferencia de los obispos de Latinoamérica y el Caribe en Aparecida. El documento adopta ciertamente una nueva perspectiva vocacional al remitir continuamente al llamado de los "discípulos y misioneros", e incluyendo desde allí a todos los creyentes, cada uno en su vocación específica. En esto no hacen los obispos sino seguir con claridad la doctrina del Concilio Vaticano II, especialmente la Lumen Gentium. Su perspectiva es otra en relación a lo que muchas veces se fomenta: la de la propuesta y el discernimiento vocacional para todos, con nuevos modos de proceder.

ØComo suele ocurrir con muchas realidades en esta cultura emergente, lo particular y concreto es eco de lo global y común y al mismo tiempo revierte en la globalización. Tenemos aquí dos perspectivas diversas y sin embargo ambas aportan datos interesantes para el conjunto, al grado de que podemos colocar los textos del Congreso y de Aparecida en columnas paralelas, con el fin de buscar la consonancia entre ambos. Queda muy claro que, desde perspectivas tan diferentes y desde realidades vocacionales distintas, como la europea y la latinoamericana, se ve la urgente necesidad no sólo de una pastoral vocacional renovada, con más impulso y entusiasmo, sino de implementar un nuevo paradigma en el modo de comprender el misterio de la vocación y en el modo de proceder en esta acción pastoral de la Iglesia, que es reconocida como una tarea trascendental, delicada y difícil.

ØVamos ahora a acercarnos a ambos documentos con la intención de captar la novedad que proponen. Para ello es conveniente conservar una mente abierta y realizar una discusión más bien amplia, que nos lleve a descubrir estos rasgos de novedad y a llamarlos por su nombre, con nuestras propias palabras.Por: P. Emilio Lavaniegos.

“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”

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“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”

El congreso de las vocaciones se encuentra ante la exigencia de un cambio radical, de un «impacto idóneo», según el documento de trabajo, o de «un salto de calidad», como el Papa recomendó en su Discurso al final del Congreso.No se trata sólo de una invitación a reac-cionar ante una sensación de cansancio o de desaliento por los escasos resultados; ni con estas palabras se pretende incitar a renovar simplemente ciertos métodos o a recuperar energía y entusiasmo.

41. Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido. Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida. Y necesitamos, al mismo tiempo, que nos consuma el celo misionero para llevar al corazón de la cultura de nuestro tiempo, aquel sentido unitario y completo de la vida humana que ni la ciencia, ni la política, ni la economía ni los medios de comunicación podrán proporcionarle. En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1 Cor 1, 30), la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada.

La pastoral vocacional en Europa ha llegado a una articulación histórica, a un paso decisivo. Existe una historia, con una prehistoria, seguida de fases que se han sucedido lentamente a los largo de estos años, como estaciones naturales, y que ahora deben necesariamente avanzar hacia el estado «adulto» y maduro de la pastoral vocacional.

42. La persona humana es, en su misma esencia, aquel lugar de la naturaleza donde converge la variedad de los significados en una única vocación de sentido. A las personas no les asusta la diversidad. Lo que les asusta, más bien, es no lograr reunir el conjunto de todos estos significados de la realidad en una comprensión unitaria que le permita ejercer su libertad con discernimiento y responsabilidad. La persona busca siempre la verdad de su ser, puesto que es esta verdad la que ilumina la realidad de tal modo que pueda desenvolverse en ella con libertad y alegría, con gozo y esperanza.

Si la pastoral de las vocaciones nació como emergencia debida a una situación de crisis e indigencia vocacional, hoy ya no se puede pensar con la misma ¡ncertidumbre y motivada por una coyuntura negativa; al contrario, aparece como expresión estable y coherente de la maternidad de la Iglesia, abierta al designio inescrutable de Dios, que siempre engendra vida en ella;

315. Ante la escasez de personas que respondan a la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es urgente dar un cuidado especial a la promoción vocacional, cultivando los ambientes en los que nacen las vocaciones, con la certeza de que Jesús sigue llamando discípulos y misioneros para estar con él y para enviarlos a predicar el Reino de Dios.

Si en un tiempo la promoción vocacional se orientaba exclusiva y principalmente a algunas vocaciones, ahora se debería dirigir cada vez más a la promoción de todas la vocaciones, porque en la Iglesia de Dios o se crece juntos o no crece ninguno.

285. Cuando el impulso del Espíritu impregna y motiva todas las áreas de la existencia, entonces también penetra y configura la vocación específica de cada uno. Así, se forma y desarrolla la espiritualidad propia de presbíteros, de religiosos y religiosas, de padres de familia, de empresarios, de catequistas, etc. Cada una de las vocaciones tiene un modo concreto y distintivo de vivir la espiritualidad, que da profundidad y entusiasmo al ejercicio concreto de sus tareas.

Congreso continental europeo Nuevas vocaciones para una nueva Europa

(1997) n. 13-c

CELAMConferencia de Aparecida (2007)

Necesidad de un cannbio de paradigma o

"salto de calidad"

Motivación del cambio de paradigma

De la situación de crisis a la

maternidad de la Iglesia

Del fomento de la vocación de algunos a

la vocación de todos

TEMA

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De los ambientes

evangelizados a la amplitud de

los hijos de Dios

Si en sus comienzos la pastoral vocacional trataba de circunscribir su campo de acción a algunas categorías de personas (los nuestros, los más próximos a los ambien-

tes de Iglesia, o a aquéllos que parecían manifestar inmediatamente un cierto interés, los más buenos y

estimados, los que habían hecho ya una opción de fe, etc.), ahora se siente cada vez más la necesidad de extender con valor a todos, al menos en teoría, el

anuncio y la propuesta vocacionales, en nombre de aquel Dios que no hace acepción de personas, que elige a pecadores en un pueblo de pecadores, que hace de

Amos, que no era hijo de profeta sino tan solo recogedor de sicómoros, un profeta, que llama a Leví, y entra en la casa de Zaqueo, que es capaz de hacer nacer incluso de

las piedras hijos de Abraham (cfr. Mt 3,9).

31. En el rostro de Jesucristo, muerto y resucitado, maltratado por nuestros pecados y

glorificado por el Padre, en ese rostro doliente y glorioso, podemos ver, con la mirada de la fe, el rostro humillado de tantos hombres y mujeres de

nuestros pueblos y, al mismo tiempo, su vocación a la libertad de los hijos de Dios, a la

plena realización de su dignidad personal y a la fraternidad entre todos. La Iglesia está al

servicio de todos los seres humanos, hijos e hijas de Dios.

107. Bendecimos al Padre por el don de su Hijo Jesucristo, "rostro humano de Dios y rostro

divino del hombre". "En realidad, tan sólo en el misterio del Verbo encarnado se aclara

verdaderamente el misterio del hombre. Cristo, en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al

propio hombre y le descubre su altísima vocación".

Del miedo a la

esperanza cristiana

Si anteriormente la actividad vocacional nacía en buena parte del miedo (a la desaparición, a la disminución) y de

la pretensión de mantener determinados niveles de presencia o de obras, ahora el miedo, siempre pésimo consejero, cede el puesto a la esperanza cristiana, que nace de la fe y se proyecta hacia la novedad y el futuro

de Dios.

127.Alienta nuestra esperanza la multitud de nuestros niños, los ideales de nuestros jóvenes y el heroísmo de muchas de nuestras familias que,

a pesar de las crecientes dificultades, siguen siendo fieles al amor.

128.Reconocemos el don de la vitalidad de la Iglesia que peregrina en América Latina y El

Caribe, su opción por los pobres, sus parroquias, sus comunidades, sus asociaciones, sus

movimientos eclesiales, sus nuevas comunidades y sus múltiples servicios sociales y educativos.

De la timidez a la convicción

Si una cierta animación vocacional es, o era, perennemente insegura y tímida, casi hasta aparecer en condiciones de inferioridad respecto a una cultura anti

vocacional, hoy hace auténtica promoción vocacional sólo quien está animado por la convicción de que toda

persona, sin excluir a ninguna, es un don original de Dios que espera ser descubierto.

135. La respuesta a su llamada exige entrar en la dinámica del Buen Sama rita no(cf. Le 10, 29-

37), que nos da el imperativo de hacernos prójimos, especialmente con el que sufre, y

generar una sociedad sin excluidos, siguiendo la práctica de Jesús que come con publícanos y pecadores (cf. Le 5, 29-32), que acoge a los

pequeños y a los niños (cf. Me 10,13-16), que sana a los leprosos (cf. Me 1,40-45), que perdona y libera a la mujer pecadora (cf. Le 7, 36-49; Jn 8,1-11) que habla con la Samaritana (cf. Jn 4,1-

26).

Del reclutamiento al discernimiento

Si el fin, un tiempo, parecía ser el reclutamiento, o el método de propaganda, a menudo con resultados

obtenidos forzando la libertad del individuo o con episo-dios de «competencia», ahora debe ser cada vez más

claro que el fin es la ayuda a la persona para que sepa discernir el designio de Dios sobre su vida para la edifi-cación de la Iglesia, y reconozca y realice en sí misma su

propia verdad.

282. Cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y formado, de acuerdo con la

peculiar vocación y ministerio al que ha sido llamado; el obispo que es el principio de la

unidad en la diócesis mediante el triple ministerio de enseñar, santificar y gobernar; los

presbíteros, cooperando con el ministerio del obispo, en el cuidado del pueblo de Dios que les

es confiado; los diáconos permanentes en el servicio vivificante, humilde y perseverante

como ayuda valiosa para obispos y presbíteros; los consagrados y consagradas en el seguimiento radical del Maestro; los laicos y laicas que cum-

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Del tráfico de vocaciones a su nacimiento en

cada Iglesia y en cada lugar

Si en época aún no muy lejana había quien se engañaba creyendo resolver la crisis vocacional con opciones

discutibles, por ejemplo «importando vocaciones» de allende las fronteras (a menudo desarraigándolas de su ambiente), hoy nadie debería engañarse con resolver la crisis vocacional vagando de un lado a otro, porque el

Señor continúa llamando en cada Iglesia y en cada lugar.

170. Entre las comunidades eclesiales, en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias. Ellas son

células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una ex-

periencia concreta de Cristo y la comunión eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas de comunión. Uno de ios anhelos más grandes

que se ha expresado, es el de una valiente acción renovadora de las Parroquias a fin de que

sean de verdad "espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de

apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los

proyectos pastorales y supra parroquiales y a las realidades circundantes".

De la

improvisación a la seguridad de

un método

El «cirineo vocacional», solícito y a menudo improvisador solitario, debería cada vez más pasar de una animación

hecha con iniciativas y experiencias episódicas a una educación vocacional que se inspire en la seguridad de un método de acompañamiento comprobado para poder prestar una ayuda apropiada a quien está en búsqueda.

294. Asumir la iniciación cristiana exige no sólo una renovación de modalidad catequística de la

parroquia. Proponemos que el proceso catequístico formativo adoptado por la Iglesia

para la iniciación cristiana sea asumido en todo el Continente como la manera ordinaria e

indispensable de introducir en la vida cristiana, y como la catequesis básica y fundamental.

Después vendrá la catequesis permanente que continúa el proceso de maduración en la fe, en la

que se debe incorporar un discernimiento vocacional y la iluminación para proyectos

personales de vida.

De la acción individual a la

acción coral

El mismo animador vocacional debería llegar a ser cada vez más educador en la fe y formador de vocaciones, y la

animación vocacional llegar a ser siempre más acción coral, de toda la comunidad, religiosa o parroquial, de

todo el instituto o de toda la diócesis, de cada presbítero o consagrado o creyente, y para todas las vocaciones en

cada fase de la vida.

314. En lo referente a la formación de los discípulos y misioneros, ocupa un puesto

particular la pastoral vocacional, que acompaña cuidadosamente a todos los que el Señor llama a servirle a la Iglesia en el sacerdocio, en la vida

consagrada o en el estado laical. La pastoral vocacional, responsabilidad de todo el pueblo de

Dios, comienza en la familia y continúa en la comunidad cristiana, debe dirigirse a los niños y

especialmente a los jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno, acompañándoles en su

proceso de discernimiento. Plenamente inte-grada en el ámbito de la pastoral ordinaria, es fruto de una sólida pastoral de conjunto, en las

familias, en la parroquia, en las escuelas católicas y en las demás instituciones eclesiales.

De la patología del cansancio al cuestionamineto

Es tiempo de que se pase decididamente de la «patología del cansancio» y de la resignación, que se justifica

atribuyendo a la actual generación juvenil la causa única de la crisis vocacional, al valor de hacerse los

interrogantes oportunos y ver los eventuales errores y fallos a fin de llegar a un ardiente nuevo impulso

creativo de testimonio.

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PRIMER SALTO:

“Si la pastoral de las vocaciones nació como emergencia debida a una situación de crisis e indigencia vocacional, hoy ya no se puede pensar con la misma incertidumbre y motivada por una coyuntura negativa; al contrario, aparece como expresión estable y coherente de la maternidad de la Iglesia, abierta al designio inescrutable de Dios, que siempre engendra vida en ella".

Pasar del temor a la esperanza.

El Papa, iniciando la reflexión en la exhortación post-sinodal "Pastores dabo vobis", casi como llave interpretativa de todo el documento dice: "Frente al problema de las vocaciones la primera respuesta que la Iglesia es llamada a dar es una gran confianza en la acción del Espíritu Santo". No el miedo, sino una gran confianza, una clara certeza: el Espíritu actúa en la Iglesia y en el mundo, la vida que de él viene genera natural y necesariamente vida. No somos anunciadores de la eutanasia del amor, sino que anunciamos al Señor de la vida, que da continuamente vida.

El sacerdocio, la vida consagrada y el servicio de los cristianos laicos son un bien que nace de la vida de Cristo y de la Iglesia y no cesarán nunca. El Señor no deja de llamar, ni en los contextos más negativos y contrarios al anuncio vocacional. No hay crisis de vocaciones, porque sería como dudar de que Dios haya dejado de llamar a la vida a sus hijos... la crisis está en los que llaman y en la fuerza y la confianza en que educamos vocacionalmente en nuestras comunidades. ¡La angustia por las vocaciones ha procurado mucha angustia y pocas vocaciones!

(Tomado de la revista Pro-Vocaciones)

Del reclutamiento a la e va n ge I i za c i ó n .

Es necesario que la pastoral vocacional se sitúe en un marco específicamente evangelizador. El fin de una pastoral vocacional que podamos llamar "evangelizadora" es anunciar a los jóvenes y a todos la buena noticia del llamado de Dios, que es un bien objetivo para su vida. Muy en concreto se trata de iluminar con la luz del evangelio, y a través del discernimiento espiritual, las decisiones que dan un rumbo a la vida de los jóvenes, sean cuales sean estas decisiones. Se trata de que a todo joven, y especialmente a los jóvenes católicos, se le anuncie el kerigma vocacional, para que llegue a tener vida, garantizando un marco evangelizador-vocacional a los procesos de acompañamiento.

Asumir este fin evangelizador exige dejar de dar la prioridad a otro fin, que es el reclutamiento de vocaciones para cada institución. La motivación de la pastoral vocacional deja de ser la angustia por la falta de vocaciones y comienza a ser el anhelo de dar vida y sentido a cada una de las personas. Esto no significa que se descuiden las vocaciones consagradas o sacerdotales, sino que se garantice, incluso para estas vocaciones específicas, el conveniente marco evangelizador.

Repercusiones:

• Para los jóvenes que ingresan en las casas de formación: una opción vocacional con un sentido más completo y más eclesial del propio proceso.

• Para los animadores vocacionales: un mayor ánimo, al no tener que realizar el papel de "robachicos" o de "asaltacunas", sino el de un evangelizador que se acerca a los jóvenes buscando sólo su bien.

“Porque mi vocación es signo de esperanza, yo sigo a Cristo”

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