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Enseñanzas del Papa Francisco No.25
Enseñanzas del Papa Francisco No.25
El 10 de septiembre el Papa Francisco durante su visita al centro del Servicio
Jesuita para Refugiados donde fue recibido por 400 refugiados. refiriéndose a las
instituciones religiosas dijo:"Queridos religiosos y religiosas, los
conventos vacíos no le sirven a la Iglesia para transformarlos en hoteles y ganar
dinero. Los conventos vacíos no son nuestros,
son para la carne de Cristo, que son los refugiados"
"El Señor nos llamó a vivir con generosidad
y valentía la acogida en los conventos vacíos"
"Por supuesto, no se trata de algo sencillo,
es necesario un criterio, responsabilidad,
pero también es necesario coraje"
"En particular -y esto es importante y lo digo desde el corazón-, me gustaría
invitar a los institutos religiosos a leer en serio y con responsabilidad este signo de los tiempos. El Señor nos llama a vivir con
más coraje y generosidad la acogida en las comunidades,
en las residencias, en los conventos vacíos".
“La Solidaridad: esta palabra es la que da más miedo al mundo desarrollado. Intentan
no usarla. Es casi un insulto para ellos.
¡Pero es nuestra palabra! Servir significa reconocer
y acoger lo que exige la justicia, la esperanza
y buscar juntos los caminos precisos de liberación".
"¡Necesitamos comunidades solidarias que vivan el amor de
manera práctica!"
“La simple acogida no basta. No basta dar un sándwich si no se
acompaña de la oportunidad de aprender a caminar sobre sus propios pies. La
caridad que deja a los pobres tal y como están no es suficiente”.
“La misericordia verdadera, aquella que Dios nos da
y nos enseña, pide justicia, pide que el pobre encuentre su camino
para dejar de serlo”
“La misericordia “nos lo pide como Iglesia, como ciudad de Roma, a las instituciones, pide que ninguno tenga ya la necesidad de
un comedor público, de un alojamiento temporal, de un servicio de asistencia legal para que le reconozcan el propio derecho a
vivir y a trabajar, a ser plenamente persona”
“Desde este lugar de acogida, de encuentro
y de servicio, quisiera que todos se hicieran una pregunta, ¿Me inclino para ayudar a
quienes están en dificultad, o tengo miedo de ensuciarme las manos?
¿Estoy encerrado en mí mismo, en mis cosas,
o me cercioro de que otros necesitan ayuda?
Me sirvo solo a mí mismo, o sé servir a los demás como Cristo, que vino a servir hasta
dar su propia vida? ¿Miro a los ojos de los que buscan la
justicia, o dirijo la mirada hacia otro lado? ¿Para no mirarles a los ojos?”
“Los pobres son los maestros privilegiados de nuestro conocimiento de Dios, y con su fragilidad y sencillez descubren nuestros
egoísmos, nuestras falsas certezas, nuestras pretensiones de autosuficiencia, y nos guían a la experiencia de la cercanía y la ternura de Dios para recibir en nuestra vida su amor, la misericordia del Padre que, con
discreción y paciente confianza cuida de nosotros”.
“Todos los días, aquí y en otros centros, muchas personas,
especialmente jóvenes,
hacen fila para tener un plato de comida
caliente. Estas personas nos
recuerdan el sufrimiento y las tragedias de la
humanidad. Pero esta fila también nos dice que hagamos algo, ahora, todos, es
posible. Es tan sencillo como llamar a la puerta, y tratar de decir: ‘Yo
estoy aquí. ¿Cómo puedo
ayudar?’”
“Cuántas veces alzamos la voz para defender nuestros derechos, pero ¡Cuántas veces somos indiferentes a los derechos de los demás! ¡Cuántas veces no sabemos o no queremos dar voz a quienes como ustedes
sufrieron y sufren, a quienes vieron pisotear sus propios derechos,
a quienes sufrieron tanta violencia que ya ni quieren buscar justicia!”
El 13 de septiembre en su homilía de la misa dijo:
“En este tiempo en el que se habla de guerras
y se pide tanto la paz, "es necesario un gesto nuestro de conversión".
"Las murmuraciones siempre van sobre esta dimensión de la criminalidad. No hay
habladurías inocentes".
El 7de septiembre con motivo de la Jornada de oración y ayuno el Papa Francisco, dijo:
“La lengua, dijo citando al Apóstol Santiago, es para alabar a Dios, "pero
cuando usamos nuestra lengua para hablar mal del hermano o de la hermana, la
usamos para matar a Dios", "la imagen de Dios en el hermano".
“ las habladurías tienen una "dimensión de criminalidad", porque cada vez que
hablamos mal de nuestros hermanos, imitamos el gesto homicida de Caín.”
“Cada vez que nosotros "juzgamos en nuestro corazón a nuestros hermanos es
peor, cuando hablamos de esto con los otros somos cristianos homicidas":
"Un cristiano homicida… No lo digo yo, ¿eh?, lo dice el Señor. Y sobre este punto, no hay lugar para los matices. Si tú hablas
mal del hermano, matas al hermano. Y nosotros, cada vez que lo hacemos,
imitamos aquel gesto de Caín, el primer homicida de la Historia".
"aquellos que viven juzgando el prójimo, hablando mal del prójimo, son hipócritas, porque no tienen la fuerza, el coraje de
mirar los propios defectos. Sobre esto el Señor no dice tantas palabras. Luego dirá, más adelante, que aquel que en su corazón guarda un poco de odio contra el hermano
es un homicida... ”
También el Apóstol Juan, en su primera Carta, lo dice, claramente: aquel que odia a su
hermano, camina en las tinieblas; quien juzga al hermano, camina en las tinieblas".
"¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?“ Luego de habernos hablado de la
humildad, Jesús nos habla de lo contrario, "de aquella actitud odiosa ante el prójimo,
aquel convertirse en juez del hermano". Y aquí, Jesús "dice una palabra fuerte:
hipócrita".
“Rezar por el hermano, en vez de hablar mal de él,
¡anda, reza por él! ¡Anda, haz penitencia por ella!
Y luego, si es necesario, habla a aquella persona para que pueda remediar el
problema. Pero ¡no decirlo a todos!’. Pablo fue un pecador fuerte, y dice de sí mismo:
‘Antes era un blasfemo, un perseguidor y un violento.
Pero fui tratado con misericordia’".
"Quizás ninguno de nosotros blasfema, quizás.
Pero si alguno de nosotros murmura, ciertamente es un perseguidor y un
violento. Pidamos para nosotros, para la Iglesia toda, la gracia de la conversión de la criminalidad de las habladurías al amor, a
la humildad, a la mansedumbre, a la docilidad, a la magnanimidad del amor hacia
el prójimo".
Refiriéndose a la familia dijo: “La familia, es más que un tema, es vida,
“es camino de generaciones que se transmiten la fe junto con el amor”, “es fatiga, paciencia, y también proyecto,
esperanza y futuro”.
Y todo esto se convierte en levadura cada día en la pasta de la entera sociedad para
su mayor bien común. Además, el futuro de la misma sociedad está enraizado en los
jóvenes y en los ancianos, que son la memoria viva.
“un pueblo que no se ocupa de los ancianos,
de los niños y de los jóvenes no tiene futuro”.
“La Iglesia ofrece una concepción de la
familia que es la del libro
del Génesis, de la unidad en la diferencia entre
hombre y mujer” y como tal “merece
ser sostenida eficazmente”.
”Las consecuencias de las elecciones culturales
y políticas que se refieren a la familia afectan los diversos ámbitos de la vida de un
país: desde el problema demográfico a las demás cuestiones referentes al trabajo hasta la misma “visión antropológica que está en
la base de nuestra civilización”.
“tantas familias “que viven la experiencia del matrimonio y del ser progenitores con
alegría” y sin miedo de afrontar también los
momentos de la cruz que vivida en unión con la del
Señor, no impide el camino del amor, sino al
contrario, puede hacerlo más fuerte”.
Refiriéndose a la beatificación del Padre José Gabriel del Rosario Brochero, conocido como el Cura
Brochero el Papa Francisco escribió una carta:
”El nuevo Beato es “un pionero en salir a las
periferias geográficas y existenciales para llevar a
todos el amor, la misericordia de Dios”
“El Cura Brochero “no se quedó en el
despacho parroquial,
se desgastó sobre la mula y acabó
enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un
sacerdote callejero de la fe”.
“Esto es lo que Jesús quiere hoy,
discípulos misioneros,
¡callejeros de la fe!”
“Que finalmente el Cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y una bendición
muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo
pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente,
que hizo y continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo sufrido.”
Me hace bien imaginar hoy a Brochero párroco en
su mula malacara, recorriendo los largos
caminos áridos y desolados de los 200 kilómetros
cuadrados de su parroquia, buscando casa por casa a
los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes
para preguntarles si necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Conoció todos los
rincones de su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas.
El Cura Brochero era una visita del mismo Jesús a cada familia. Él llevaba la imagen de la Virgen, el libro de oraciones con la Palabra de Dios, las cosas para celebrar la Misa diaria. Lo invitaban con mate, charlaban y Brochero les hablaba de un modo que todos lo entendían
porque le salía del corazón, de la fe y el amor que él tenía a Jesús.
José Gabriel Brochero centró su acción pastoral en la oración. Apenas llegó a su
parroquia, comenzó a llevar a hombres y mujeres a
Córdoba para hacer los ejercicios espirituales con los padres jesuitas.
¡Con cuánto sacrificio cruzaban primero las Sierras Grandes, nevadas en invierno,
para rezar en Córdoba capital! Después, ¡cuánto trabajo para hacer la Santa
Casa de Ejercicios en la sede parroquial!
Allí, la oración larga ante el crucifijo para conocer,
sentir y gustar el amor tan grande del corazón de Jesús, y todo culminaba con el
perdón de Dios en la confesión, con un sacerdote lleno de caridad y misericordia.
¡Muchísima misericordia!
Este coraje apostólico de Brochero lleno de celo
misionero, esta valentía de su
corazón compasivo como el de Jesús que lo hacía
decir: «¡Guay de que el diablo
me robe un alma!», lo movió a conquistar también para Dios a
personas de mala vida y paisanos difíciles.
Se cuentan por miles los hombres y mujeres que, con el trabajo sacerdotal
de Brochero, dejaron el vicio y las
peleas.
Todos recibían los sacramentos durante
los ejercicios espirituales y, con ellos, la fuerza y la luz de la fe para ser buenos
hijos de Dios, buenos hermanos, buenos padres y
madres de familia, en una gran comunidad de amigos comprometidos con
el bien de todos, que se respetaban y ayudaban
unos a otros.
El Cura Brochero tiene la actualidad del
Evangelio, es un pionero en salir a
las periferias geográficas y existenciales para llevar
a todos el amor, la misericordia de Dios.
No se quedó en el despacho parroquial,
se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de
lepra, a fuerza de salir a buscar
a la gente, como un sacerdote callejero de la fe.
Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe!
Brochero era un hombre normal, frágil, como cualquiera de nosotros,
pero conoció el amor de Jesús, se dejó trabajar
el corazón por la misericordia de Dios.
Supo salir de la cueva del
«yo-me-mi-conmigo-para mí»
del egoísmo mezquino que todos tenemos,
venciéndose a sí mismo, superando con
la ayuda de Dios esas fuerzas
interiores de las que el demonio se vale para
encadenarnos a la comodidad, a buscar
pasarla bien en el momento, a sacarle el
cuerpo al trabajo.
Brochero escuchó el llamado de Dios
y eligió el sacrificio de trabajar por su Reino,
por el bien común que la enorme dignidad de
cada persona se merece como hijo de Dios,
fue fiel hasta el final: continuaba rezando y celebrando la misa
incluso ciego y leproso.
Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con
mula y todo, en la casa de nuestro
corazón y nos invite a la oración,
al encuentro con Jesús, que nos libera de
ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la
carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor
de Dios.
Solo así gustaremos la alegría que
experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad de la que
goza ahora como beato en el cielo.
En twitter dijo: Jesús viene en medio de nosotros y
transforma nuestras vida. En Él vemos que Dios es amor, fidelidad, vida que se
nos da.
Queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por
divisiones y conflictos, estalle la paz.
No existe un cristianismo “low-cost”. Seguir a Jesús implica ir contracorriente, renunciar al
mal y al egoísmo
No perdamos nunca la esperanza. Dios nos colma con su gracia si la
pedimos con perseverancia.
Si deseas recibir mails, relacionados con la Iglesia: que contienen diapositivas, vida de Santos,
Evangelio del Domingo, etc . :Escribe a
con el título suscripciones . Servicio Gratuito.
Que Dios te llene de bendiciones. Y que permanezcamos unidos en el
amor a Jesús.
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