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Enseñanzas del Papa Francisco. No.37
Enseñanzas del Papa Francisco. No.37
El 12 de noviembre dijo: " El Señor no nos abandona nunca y
también cuando nos reprende, Dios no nos da
una bofetada sino una caricia."
"Pensemos en las manos de Dios, que nos ha
creado como un artesano, que nos ha dado la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida."
" Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se
confía en las manos de su papá.
¡Esas son manos seguras!".
"Dios creó el hombre para la
incorruptibilidad", pero "por la envidia del diablo ha entrado
la muerte en el mundo".
"La envidia del diablo, hizo posible que comenzase esta guerra, este camino que
termina con la muerte". “La muerte entró en el mundo y la experimentan
aquellos que le pertenecen".
"Todos tenemos que pasar por la muerte,
pero una cosa es pasar por esta experiencia
con una pertenencia al diablo y otra cosa es
pasar por esta experiencia de la mano
de Dios. Y a mí me gusta escuchar esto:
‘Estamos en las manos de Dios desde el
principio’. La Biblia nos explica la
Creación usando una imagen hermosa: Dios,
con sus manos nos hace del barro de la tierra, a su imagen y
semejanza".
" Son las manos de Dios las que nos han creado:
el Dios artesano. Como un artesano nos
ha hecho. Estas manos del Señor…
Las manos de Dios, que no nos abandonan"."La Biblia, narra cómo el
Señor le dice a su pueblo:
"Yo camino contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de la
mano". Son las manos de Dios, "las que nos
acompañan en el camino".
"Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios las que nos acarician en los
momentos de dolor, nos consuelan."" ¡Es nuestro Padre el que nos acaricia! Nos
quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está
el perdón."
" Una cosa que me ayuda es pensar esto. Jesús, Dios,
ha traído consigo sus llagas: se las hace ver al Padre."
" Este es el precio: ¡Las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela
mucho"."Muchas veces, escuchamos decir a las
personas que no saben en quien confiar: "¡Confíate en las manos de Dios!".
" Esto, "es bello" porque "allí estamos seguros:
es la máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos
quiere mucho". "Las manos de Dios, también nos curan
de nuestras enfermedades espirituales".
"Pensemos en las manos de Jesús,
cuando tocaba a los enfermos y los
curaba… son las manos de Dios: ¡Nos
curan! ¡No me imagino a
Dios dándonos una bofetada! No me lo
imagino. Reprendiéndonos sí
me lo imagino, porque lo hace.
Pero nunca, nunca nos hiere.
¡Nunca!, El nos acaricia."
"También cuando nos reprende lo hace con una caricia porque es Padre.
‘Las almas de los justos están en las manos de Dios’".
El 13 de noviembre dijo: "Creo en un solo bautismo para el
perdón de los pecados". En efecto el bautismo es la "puerta" de la fe y de la vida cristiana" y la misión de la Iglesia, siguiendo el mandato del Resucitado es "evangelizar y perdonar los pecados a
través del sacramento bautismal".
"Creo"; "en un sólo bautismo"; "para el perdón de los pecados".
Pronunciando "Creo", "nuestra verdadera identidad como hijos de Dios". Al mismo
tiempo, "al bautismo está ligada nuestra fe en el perdón de los pecados. El sacramento de la penitencia o confesión es, de hecho, como un ‘segundo bautismo’, que nos lleva siempre al
primero para consolidarlo y renovarlo".
El bautismo "es el punto de partida de un camino de conversión que dura toda la vida. Cuando
vamos a confesar nuestras debilidades, nuestros pecados, vamos a pedir perdón a Jesús, pero también vamos a renovar el bautismo con ese
perdón. La confesión no es una sala de tortura, es una
fiesta para celebrar el día del bautismo".
El bautismo es
también "la partida de nacimiento del
cristiano en la Iglesia", pidió a los
participantes en la audiencia que
levantasen la mano si, además del día del
cumpleaños, recordaban también el
día del bautismo y, dado que en la Plaza de
San Pedro se levantaron pocos
brazos, puso a todos la tarea de buscarla
cuando volvieran a casa y celebrar así
también el cumpleaños del nacimiento en la
Iglesia.
" un sólo bautismo, recordando que la
palabra "bautismo" significa literalmente "inmersión".
"Este sacramento constituye una verdadera inmersión espiritual en la
muerte de Cristo, de la que resurgimos con él como nuevas criaturas. Es un baño de
regeneración e iluminación".Regeneración porque actúa ese nacimiento
del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el reino de los cielos.
" Iluminación, porque a través del bautismo, la persona se llena de la gracia de Cristo, "luz verdadera que ilumina a todo hombre" y disipa las
tinieblas del pecado. En virtud de este don el bautizado está llamado a
convertirse él mismo en "luz "para los demás, especialmente para los que
viven entre tinieblas y no ven ningún destello luminoso en el horizonte de sus
vidas".
"El perdón de los pecados: en el sacramento del bautismo "se perdonan todos los
pecados, el pecado original y todos los pecados personales, así como
toda forma de castigo por el pecado. Con el bautismo se abre la puerta a una nueva
forma de vida que no está oprimido por el peso de un pasado negativo y en la que
resuena ya la belleza y la bondad del reino de los cielos".
"Es una poderosa intervención de la
misericordia de Dios en nuestras vidas, para salvarnos. Pero esta intervención salvífica no
priva a nuestra naturaleza humana de su debilidad ni disminuye nuestra
responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos".
"Yo no puedo bautizarme, dos veces, tres o cuatro
pero sí puedo ir a confesarme y cuando lo hago renuevo la gracia del bautismo. El Señor Jesús,
que es tan bueno y nunca se cansa de perdonar, me perdona.“
"¡Recuerden! El bautismo abre la puerta de la Iglesia,
pero cuando la puerta se entrecierra un poco por nuestras debilidades y nuestros pecados,
la confesión vuelve a abrirla porque es como un segundo bautismo que nos perdona todo y nos
ilumina a ir adelante con la luz del Señor."
"Vayamos así, alegres. Porque la vida hay que vivirla con la alegría
de Jesucristo y esta es una gracia del Señor".
El 14 de noviembre dijo: “El espíritu de la curiosidad mundana,
que busca saber por saber y cosas cada vez más extrañas o inusuales, aleja de la
verdadera sabiduría, la gloria, la paz y la belleza de Dios….
…“Santa Teresita del Niño Jesús decía que ella debía detenerse siempre ante el espíritu
de la curiosidad. Cuando hablaba con otra hermana y esta religiosa relataba una historia, algo de la
familia, de la gente, algunas veces pasaba a otro argumento
y ella tenía ganas de conocer el final de esta historia.
Pero sentía que aquello no era el espíritu de Dios,
porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad.
El Reino de Dios está en medio de nosotros: no buscar cosas extrañas, no buscar
novedades con esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante, con esa sabiduría que es una brisa suave.
Éste es el Espíritu del Reino de Dios, del que habla Jesús".
"¡El Reino de Dios está en medio de ustedes!",
dice Jesús: es "esta acción del Espíritu Santo la que nos da la sabiduría, la que nos da la
paz. El Reino de Dios no viene en la confusión,
así como Dios no habló al profeta Elías en el viento,
en la tormenta" sino que "habló en la brisa suave,
la brisa de la sabiduría":
Esto es caminar en la vida con este Espíritu:
el Espíritu de Dios, que ayuda a juzgar, a tomar decisiones según el corazón de Dios. Y este Espíritu nos da paz. ¡Siempre! Es el
Espíritu de paz, el Espíritu de amor, el Espíritu de fraternidad.
Y la santidad es precisamente esto. Lo que Dios pide a Abraham - "Camina en mi
presencia y sé irreprensible" – es esto: esta paz. Ir bajo la moción del Espíritu de Dios y
de esta sabiduría.
Pero en el Evangelio, "nos encontramos ante otro espíritu,
contrario a este de la sabiduría de Dios: el espíritu de la curiosidad".
"Y cuando nosotros queremos adueñarnos de los proyectos de Dios, del futuro, de las cosas conocer todo,
tomar todo en nuestra mano…
“los fariseos preguntaron a Jesús: ‘¿Cuándo vendrá el Reino de Dios?’.
¡Curiosos! Querían conocer la fecha, el día…
El espíritu de la curiosidad nos aleja del Espíritu de la sabiduría, porque sólo
interesan los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada
día. ¿O cómo se hará esto?".
"¡Es el cómo: es el espíritu del cómo!
Y el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu:
es el espíritu de la dispersión, del alejarse de Dios,
el espíritu de hablar demasiado. Y Jesús también viene a decirnos una cosa
interesante: este espíritu de curiosidad, que es mundano,
nos lleva a la confusión".
El 16 de noviembre dijo: “la oración del hombre humilde es la debilidad
de Dios” En la primera lectura,
se relata la opresión del pueblo judío en Egipto.
El Señor sale en defensa de los hebreos lo hace
“como un guerrero implacable (…) que salva a su pueblo.
Salva y renueva todo” porque “ha escuchado la oración de su pueblo, porque ha sentido en
el corazón que sus elegidos sufrían”.
“Esta es la fuerza de Dios. ¿Y cuál es la fuerza de los
hombres? ¿Cuál es la fuerza del hombre?
La de la viuda (del Evangelio que pide
justicia): tocar el corazón de Dios,
tocar, pedir, lamentarse de tantos problemas y tantos
dolores y pedirle al Señor la liberación de estos
dolores, de estos pecados, de estos problemas.
La fuerza del hombre es la oración y también la oración del hombre
humilde es la debilidad de Dios.
El Señor es débil solo en esto: es débil ante la
oración de su pueblo”.
“el culmen de la fuerza de Dios, de la salvación de Dios está en la Encarnación del
Verbo”. “tocar en el corazón de Dios,
rezar al Señor por el pueblo de Dios”.
“Ustedes son como la viuda: recen, pidan, toquen el corazón de Dios, cada día. Ella no se adormecía nunca cuando hacía esto, era valiente. Y el Señor
escucha la oración de su pueblo. Ustedes son representantes privilegiados del
pueblo de Dios en este rol de rezar al Señor, por tantas necesidades de la Iglesia,
de la humanidad, de todos. Les agradezco por este trabajo”.
“siempre que Dios tiene una fuerza, cuando Él quiere que todo cambie. ‘Todo fue modelado de
nuevo’. Él es capaz de modelar todo de nuevo, pero tiene siempre una debilidad: nuestra oración, vuestra oración universal cercana al Papa en San Pedro. Gracias por este servicio y sigan adelante por el
bien de la Iglesia”.
El 16 de noviembre dijo: " el tesoro de la fe no es para uso personal”, sino
que es “para darlo, para
transmitirlo y así ver crecer”.
"Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en el continente americano",
entonces “no se extrañen de que
en pleno invierno florezcan rosas de
Castilla. Porque saben, tanto Jesús como
nosotros, tenemos la misma
Madre".
La intimidad de la Iglesia con Jesús es
una intimidad itinerante, supone un salir de sí, un caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá. Vayamos a otra parte a predicar a las aldeas vecinas porque
para eso he venido, decía el Señor.
Es vital para la Iglesia no encerrarse, no sentirse
ya satisfecha y segura con lo que ha logrado.
Si sucediera esto, la Iglesia se enferma, se enferma de abundancia imaginaria, de
abundancia superflua, se empacha y se debilita.
Hay que salir de la propia comunidad y atreverse
a llegar a las periferias existenciales que necesitan sentir la cercanía de Dios.
Él no abandona a nadie y siempre muestra su ternura y su misericordia inagotables, pues esto
es lo que hay que llevar a toda la gente.
El objetivo de toda actividad pastoral siempre
está orientado por el impulso misionero de llegar a todos, sin excluir a nadie y teniendo muy en
cuenta la circunstancias de cada uno. Se ha de llegar a todos y compartir la alegría de
haberse encontrado con Cristo. No se trata de ir como quién impone una nueva
obligación, como quién se queda en el reproche o la queja ante lo que se considera imperfecto o
insuficiente.
La tarea evangelizadora supone mucha paciencia, mucha paciencia, cuida el trigo y no pierde la paz
por la cizaña. Y también sabe presentar el mensaje cristiano de manera serena y gradual, con olor a Evangelio como lo hacía el Señor.
Sabe privilegiar en primer lugar lo más esencial y más necesario, es decir, la belleza del amor de
Dios que nos habla en Cristo muerto y resucitado.
Por otra parte, debe esforzarse por ser creativa en sus métodos, no podemos quedarnos
encerrados en los tópicos del “siempre se hizo así”.
Quién conduce la pastoral en la Iglesia particular es el Obispo y lo hace como el pastor que conoce
por nombre a sus ovejas, las guía con cercanía, con ternura, con paciencia, manifestando efectivamente la maternidad de la
Iglesia y la misericordia de Dios.
La actitud del verdadero pastor no es la del
príncipe o la del mero funcionario atento principalmente a lo disciplinar,
a lo reglamentario, a los mecanismos organizativos.
Esto lleva siempre a una pastoral distante de la gente,
incapaz de favorecer y lograr el encuentro con Jesucristo y el encuentro
con los hermanos.
El pueblo de Dios que se le confía necesita que el Obispo vele por Él cuidando sobre todo aquello que lo mantiene unido y promueve la esperanza en los corazones. Necesita que el Obispo sepa
discernir, sin acallarlo, el soplo del Espíritu Santo que viene por donde quiere, para el bien de la
Iglesia y su misión en el mundo.
Estas actitudes del Obispo, han de calar muy hondo también en los demás agentes de pastoral, muy especialmente en los presbíteros. La tentación del clericalismo, que tanto daño hace a la Iglesia en América Latina,
es un obstáculo para que se desarrolle la madurez y la responsabilidad cristiana de buena parte del
laicado.
El clericalismo entraña una postura auto-referencial,
una postura de grupo, que empobrece la proyección hacia el encuentro
del Señor, que nos hace discípulos
y hacia el encuentro con los hombres que esperan el anuncio.
Por ello creo que es importante, urge, formar
ministros capaces de projimidad, de encuentro, que sepan enardecer el corazón de la gente, caminar con ellos, entrar en diálogo con sus
ilusiones y sus temores.
Este trabajo, los Obispos no lo pueden delegar. Han de asumirlo como algo fundamental para la
vida de la Iglesia sin escatimar esfuerzos, atenciones y acompañamiento. Además, una
formación de calidad requiere estructuras sólidas y duraderas, que preparen para afrontar los retos
de nuestros días y poder llevar la luz del Evangelio, a las diversas situaciones que
encontrarán los presbíteros, los consagrados, las consagradas y los laicos en su acción pastoral.
La cultura de hoy exige una formación seria, bien
organizada, y yo me pregunto si tenemos la autocrítica suficiente como para evaluar los resultados de muy pequeños seminarios que carecen del personal formativo suficiente.
Quiero dedicar unas palabras a la vida consagrada.
La vida consagrada en la Iglesia es un fermento. Un fermento de lo que quiere el Señor, un
fermento que hace crecer la Iglesia hacia la última manifestación de Jesucristo.
Les pido a los consagrados y consagradas, que sean fieles al carisma recibido, que en su servicio a la Santa Madre Iglesia jerárquica no
desdibujen esa gracia que el Espíritu Santo dio a sus fundadores y que la deben transmitir en toda
su integridad. Y esa es la gran profecía de los consagrados,
ese carisma dado para el bien de la Iglesia.
Sigan adelante en esta fidelidad creativa al
carisma recibido para servir a la Iglesia.
Queridos hermanos y hermanas, muchas gracias por lo que
hacen por esta misión continental. Recuerden
que han recibido el Bautismo
y que los ha convertido en discípulos del Señor. Pero todo discípulo a la
vez es misionero. Benedicto XVI decía
que son las dos caras de una misma medalla.
Les ruego, como padre y hermano en Jesucristo, que se hagan cargo de la fe que recibieron en el
Bautismo. Y como lo hicieron la mamá y la abuela de
Timoteo, transmitan la fe.
Este tesoro de la fe no es para uso personal. Es para darlo, para transmitirlo, y así va a crecer.
Hagan conocer el nombre de Jesús. Y si hacen esto, no se extrañen de que en pleno
invierno florezcan rosas de Castilla. Porque saben, tanto Jesús como nosotros,
tenemos la misma Madre.
El 17 de noviembre dijo,
al presidir el rezo del Ángelus en la Plaza de
San Pedro:Frente a las guerras y desastres naturales,
Jesús nos ayuda y nos libera del fatalismo
y de las falsas visiones apocalípticas.
“El Señor también nos ayuda a no tener miedo:
frente a las guerras, a las revoluciones, pero también a las
calamidades naturales, a las epidemias,
Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas”.
“El Evangelio de este domingo consiste en la primera parte de un razonamiento de Jesús: el de
los últimos tiempos. Jesús lo pronuncia en Jerusalén, cerca del templo;
y la idea se la da precisamente la gente que hablaba del templo y de su belleza. ¡Porque era
bello aquel templo!”.
Entonces Jesús dijo: ‘Esto que ven, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que
no sea derruida’. Naturalmente le
preguntan: ¿cuándo sucederá esto?, ¿cuáles serán los signos?
Pero Jesús dirige la atención de estos
aspectos secundarios – ¿cuándo será?, ¿cómo
será? – la dirige a las verdaderas cuestiones”, que son dos.
El primero, es “no dejarse engañar por falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Segundo: vivir el tiempo de la espera como
tiempo del testimonio y de la perseverancia. Y nosotros estamos en este tiempo de la espera,
de la espera de la venida del Señor”. “Esta alocución de Jesús es siempre actual,
también para nosotros que vivimos en el Siglo XXI. Él nos repite: ‘Miren, no se dejen engañar.
Porque vendrán muchos usurpando mi nombre’”.
“Esta es una invitación al discernimiento. Esta virtud cristiana de comprender dónde está
el Espíritu del Señor y dónde está el mal espíritu”.
“También hoy, en efecto, hay falsos ‘salvadores’,
que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, también brujos, personajes
que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en guardia: ‘¡No los sigan!’. ‘¡No
los sigan!’”.
El aspecto de vivir en el tiempo de espera de la venida del Señor “nos interpela
precisamente como cristianos y como Iglesia: Jesús preanuncia pruebas
dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán padecer,
por su causa. Sin embargo asegura: ‘Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza’. ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las
manos de Dios!”.
“Las adversidades que encontramos por
nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio
son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a
abandonarnos aún más en Él,
en la fuerza de su Espíritu y de su
gracia”.
“Pensemos juntos en tantos hermanos cristianos que sufren persecuciones a causa
de su fe. ¡Hay tantos! Quizá más que en los primeros siglos. Jesús
está con ellos”.
“También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto.
También sentimos admiración por su coraje y su testimonio.
Son nuestros hermanos y hermanas que en tantas partes del mundo sufren a causa de
ser fieles a Jesucristo. Los saludamos de corazón y con afecto”.
“Jesús hace una promesa que es garantía de
victoria: ‘Con su perseverancia salvarán sus almas’. ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son un
llamamiento a la esperanza y a la
paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la
salvación, confiando en el sentido profundo de la
vida y de la historia: las pruebas y las dificultades
forman parte de un designio más grande; el
Señor, dueño de la historia, lleva todo a su
cumplimiento”.
“¡A pesar de los
desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el designio
de bondad y de misericordia de Dios se
cumplirá!”. “Esta es nuestra
esperanza”, ir así, por este camino, en el
designio de Dios que se cumplirá. Es nuestra
esperanza”.
“Este mensaje de
Jesús nos hace reflexionar sobre
nuestro presente y nos da la fuerza para
afrontarlo con coraje y esperanza, en
compañía de la Virgen,
que camina siempre con nosotros”.
El 18 de noviembre recomendó a los fieles: “Tomar un “medicamento” espiritual, la
“Misericordina”, para mantener los frutos del Año de la Fe que
culmina.
Bromeando, dijo : “¿Cómo?, pensarán, ¿es que el Papa se ha hecho farmacéutico? No, se trata de una
medicina espiritual para mantener los frutos del Año de la Fe que ahora
termina”.
"Son 59 pastillas que ofrecen el amor, el perdón y
la fraternidad”. "¡No se olviden de tomarla!”,
indicando que el “medicamento espiritual” sería repartido a los fieles en la Plaza de San Pedro.
Al interior de la caja de Misericordina se encuentra un Rosario, una imagen de la Divina Misericordia y un folleto explicando la posología,
cómo se administra este medicamento. “Tómenla, hace bien al corazón, al alma y a toda
la vida"
El 20 de noviembre dijo:
“El protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo. Él es el protagonista. En su primera aparición a
los Apóstoles en el Cenáculo, Jesús
resucitado hizo el gesto de soplar sobre
ellos, diciendo: ‘Reciban al Espíritu
Santo. Los pecados serán
perdonados a los que ustedes se los
perdonen, y serán retenidos a los que
ustedes se los retengan’”.
“El sacerdote es el “instrumento para el perdón de los pecados. El perdón de Dios que
se nos da en la Iglesia, se nos transmite a través del ministerio de un hermano nuestro, el sacerdote; también él un
hombre que, como nosotros, necesita la misericordia,
se hace realmente instrumento de misericordia,
dándonos el amor sin límites de Dios Padre”.
“También los sacerdotes deben confesarse, incluso los obispos: todos somos pecadores.
¡Incluso el Papa se confiesa cada quince días, porque el Papa es también un pecador! Y el confesor siente lo que yo le digo, me
aconseja y me perdona, porque todos tenemos necesidad de este perdón”.
Antes de soplar sobre los Apóstoles para
infundir el Espíritu Santo Jesús muestra sus heridas en sus manos y el costado: estas heridas representan el precio de nuestra
salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios ‘pasando por las llagas’ de Jesús. Estas llagas que Él ha querido conservar.
También en este tiempo, en el cielo, Él muestra al Padre las Heridas con las
que nos ha redimido. Y por la fuerza de estas llagas son perdonados
nuestros pecados. Así que Jesús dio su vida
por nuestra paz, por nuestra alegría,
por la gracia de nuestra alma,
para el perdón de nuestros pecados.
Y esto es muy bonito, mirar a Jesús así”.
“Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar los
pecados. ¿Pero cómo es esto?
Porque es un poco difícil entender como un hombre
puede perdonar los pecados. Jesús da el
poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves:
para abrir, cerrar, para perdonar.
Dios perdona a cada hombre en su misericordia
soberana, pero Él mismo quiso que
los que pertenezcan a Cristo y a su Iglesia,
reciban el perdón a través de los ministros de la
Comunidad”.
“A través del ministerio apostólico la misericordia de Dios me alcanza, mis
pecados son perdonados y se me da la alegría.
De este modo, Jesús nos llama a vivir la
reconciliación incluso en la dimensión eclesial,
comunitaria. Y esto es muy hermoso.
La Iglesia, que es santa y a la vez necesitada de
penitencia, nos acompaña en nuestro camino de conversión toda
la vida. La Iglesia no es la dueña del
poder de las llaves: no es dueña, sino que es sierva
del ministerio de misericordia y se alegra
siempre que puede ofrecer este regalo divino”.
“Muchas personas, quizá no entienden la dimensión eclesial del
perdón, porque domina siempre el individualismo,
el subjetivismo, y también nosotros cristianos sufrimos esto.
Por supuesto, Dios perdona a todo pecador arrepentido, personalmente, pero el cristiano
está unido a Cristo, y Cristo está unido a la Iglesia.
Y para nosotros cristianos hay un regalo más, y hay también un compromiso más:
pasar humildemente a través del ministerio eclesial.
¡Y eso tenemos que valorizarlo! Es un don, pero es también una curación, es una protección y también la seguridad de que Dios
nos ha perdonado”.
“Voy donde el hermano sacerdote y digo:
"Padre, he hecho esto..." "Pero yo te perdono:
es Dios quien perdona y yo estoy seguro,
en ese momento, que Dios me ha perdonado.
¡Y esto es hermoso! Esto es tener la seguridad de lo que siempre decimos
A veces, se oye a alguien que dice que se confiesa directamente con Dios...
Sí, como decía antes, Dios siempre te escucha,
pero en el Sacramento de la Reconciliación envía un hermano para traerte el perdón, la
seguridad del perdón, en nombre de la Iglesia”.
“No olvidemos que Dios nunca se cansa de perdonarnos; mediante
el ministerio del sacerdote nos estrecha en un nuevo abrazo que
nos regenera y nos permite levantarnos de
nuevo y reanudar el camino. Porque ésta es
nuestra vida: continuamente
levantarse y seguir adelante. ¡Gracias!”
En twitter dijo: Los sacramentos son la presencia de
Jesucristo en nosotros. Por eso es importante confesarse y
comulgar.
Vivir la caridad significa no buscar nuestro propio interés, sino llevar los pesos de los más débiles y pobres.
Nos resulta difícil perdonar a los otros. Señor, concédenos tu misericordia para
ser capaces de perdonar siempre.
Papa Juan Pablo II con quién intento
asesinarlo en el año de 1981
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Que Dios te llene de bendiciones. Y que permanezcamos unidos en el
amor a Jesús.
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