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Diócesis de Asidonia-Jerez Pastoral Familiar

Filipenses colosenses

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(Hch 13,4- 14, 28. Años 45 al 48). El primer objetivo de Pablo, acompañado por Silas, es el de visitar las comunidades que él mismo había creado en el sur de Anatolia (en Listra conoce a Timoteo, que le acompañará en el viaje). Siguen hacia noroeste, hasta los Dardanelos, y llegan a Trуada, desde donde pasan a Grecia; Pablo funda Iglesias en Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto. Luego regresa a Antioquía, donde tenía su base, pasando por Efeso y Cesarea. En Antioquía, los creyentes fueron llamados “cristianos” por primera vez.

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Nos embarcamos en Tróada y fuimos derechos a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis; de allí pasamos a Filipos, que es una de las principales ciudades de la demarcación de Macedonia, y colonia. En esta ciudad nos detuvimos algunos días.El sábado salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde suponíamos que habría un sitio para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que habían concurrido. Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo. Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa.» Y nos obligó a ir.Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos.Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.»Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió.Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; los presentaron a los pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.»La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con varas.Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado.Este, al recibir tal orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo.Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les escuchaban.De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos.Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido.Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí.»El carcelero pidió luz, entró de un salto y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas, los sacó fuera y les dijo: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»Le respondieron: «Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa.»Y le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa.En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos. Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.Llegado el día, los pretores enviaron a los lictores a decir al carcelero: «Pon en libertad a esos hombres.»El carcelero transmitió estas palabras a Pablo: «Los pretores han enviado a decir que os suelte. Ahora, pues, salid y marchad.»Pero Pablo les contestó: «Después de habernos azotado públicamente sin habernos juzgado, a pesar de ser nosotros ciudadanos romanos, nos echaron a la cárcel; ¿y ahora quieren mandarnos de aquí a escondidas? Eso no; que vengan ellos a sacarnos.» Los lictores transmitieron estas palabras a los pretores. Les entró miedo al oír que eran romanos. Vinieron y les rogaron que saliesen de la ciudad.

Cf. Hch 16, 11-39

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Filipos fue evangelizada por Pablo durante el primer viaje misionero (49-50) y visitada dos veces durante el tercero (57 y 58).

Ninguna comunidad mantuvo tan buenas relaciones con el apóstol como la de los filipenses, hasta el punto de que solamente de ella aceptó recibir ayuda pecuniaria. Precisamente para agradecer el dinero que le trajo Epafrodito, Pablo envía esta breve misiva desde la cárcel, posiblemente Efeso, entre los años 56-57.

Amén del desahogo afectuoso de Pablo hacia aquella comunidad tan querida y fervorosa, es digno de destacarse el capítulo segundo en que presenta a Jesucristo como el humilde servidor de Dios, cuyo ejemplo se debe imitar.

Ficha descriptivaDestinatarios: la comunidad cristiana de Filipos, en Macedonia.Finalidad: dar noticias y exhortar a los filipenses a la fe.

Estructura de la carta: • Pablo al servicio del Evangelio (1,1-30). • Vivir conforme a Cristo, el humilde servidor de Dios (2,1-18). • Fidelidad a Cristo y a su Evangelio (2,19 - 4,1). • Recomendaciones finales y gratitud de Pablo (4,2-23).

Leer la Carta a los filipenses es creer en la alegría de la fe.

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Elementos para una lectura de conjunto

Esta carta no ofrece grandes dificultades. Para comprenderla mejor es necesario darse cuenta de que está dividida en dos partes de ambiente muy diferente.

1. Una carta de aliento (1,1-3,1). En esta carta, Pablo felicita a los filipenses por su fe y les da noticias. Después de la acción de gracias (1,1-11), Pablo habla de sí mismo:

• Noticias de su prisión (1,12-26). • Regreso sobre su vida: una vida digna del evangelio (1,27-2,18). • Anuncio del envío de Timoteo y Epafrodito (2,19-30).

2. Una carta de advertencia (3,2-4,19). El cuerpo central de esta parte es una advertencia contra los cristianos que predican el retorno a la Ley (3,2-4,21): de nuevo encontramos uno de los temas de la carta a los Gálatas. Luego, Pablo desarrolla una serie de exhortaciones (4,2-7) y concluye (4,8-23).

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Colosas es una pequeña ciudad de Frigia, evangelizada por Epafras, un discípulo de Pablo. Hacia el año 63 el apóstol está preso en Roma, y Epafras le informa que habían aparecido algunos visionarios que predicaban el culto a los ángeles, a quienes consideraban como «señores» del mundo, introduciendo otras prácticas supersticiosas y prometiendo la perfección «plena» (sectas gnósticas) . Pablo escribe la presente carta, en la que expone el plan salvífico de Dios que nos salva solamente por el único Señor del universo, Jesucristo, la auténtica «plenitud» que nos transforma en hombres nuevos.

Ficha descriptivaAutor y destinatarios: la carta es enviada a los cristianos de Colosas, que el autor dice no haber visitado nunca (Col 2,1), lo que parece altamente improbable en el caso de Pablo, ya que la Iglesia se encuentra a algunos kilómetros de Éfeso, y el apóstol había enviado allí a numerosos emisarios.

Estructura de la carta: •Plan salvador de Dios por Cristo (1,1 - 2,23).•Vivir como hombres nuevos (3,1 - 4,18).

Leer la Carta a los colosenses es centrar nuestra fe en Jesucristo, el único que no defrauda.

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Uno de los grandes intereses de la carta a los Colosenses consiste en la grandiosa visión de la creación y la redención que propone, y que excede lo que Pablo había presentado en sus cartas.

1. La creación. Al comienzo, el «Dios invisible», que está sentado «en lo alto» en la luz (1,15; 3,1; 1,12) engendró a un «Hijo» a su propia imagen. «Primogénito de toda creación», existió «antes de todas las cosas» (1,13.15.17). Es este Hijo el que creó todas las cosas (1,16-17). Como vemos, el autor abandona la visión tradicional de la creación para acercarse a una teología de la preexistencia de Cristo, como la de Juan.

2. El mal en el mundo. Sin embargo, las cosas se volvieron malas en esta creación. Aunque el autor no lo explica, la tierra conoció la autoridad de las tinieblas (1,13) y llevó a cabo obras malas (1,21). Los hombres también conocieron el mal: fueron encerrados en un cuerpo de «carne» (2,11), fueron sometidos a los «elementos del mundo» (2,S) y a los «Prin-cipados y Potestades» (2,15).

3. La redención. Felizmente, Dios intervino de nuevo en su creación a fin de que se «reconciliara» (1,20). Abandonando su eminente posición, el Hijo se revistió de un «cuerpo de carne» (1,22), como se reviste uno con un vestido. Fue clavado en la cruz y triunfó sobre los poderes malignos que dominaban el mundo (1,15). Dios le resucitó entonces de los muertos (2,12) y le constituyó en el «primogénito de entre los muertos» (1,18), y finalmente lo sentó a su derecha (3,1).

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Dios Padre, tu transformaste al Apóstol San Pablo, de perseguidor del nombre cristiano a apóstol fiel de Jesucristo, padeciendo cárceles, azotes, lapidaciones, naufragios y toda clase de persecuciones, derramando hasta la última gota de su sangre: concédenos la gracia de saber aceptar con fe las enfermedades, sufrimientos y dificultades de la vida presente, de modo que las vicisitudes de nuestro caminar no nos aparten del servicio de Dios, sino que fortalezcan nuestra fidelidad y entrega. Por medio del Apóstol San Pablo, consíguenos vocaciones sacerdotales y, que sus palabras, ayuden a nuestra patria buscar caminos de justicia y paz. Amén.