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OBRA DE MISERICORDIA DE JULIO: DAR BUEN CONSEJO AL QUE LO NECESITA Israel canta al Dios que le aconseja en sus pasos. Y entiende que, dentro del mandamiento del amor, existe una dimensión necesaria: aconsejar al que lo precisa, y hacerlo de forma oportuna, es decir, dentro del respeto y de la propuesta, nunca desde la imposición ni desde la humillación, y excluyendo todo paternalismo. Formas concretas de dar un buen consejo: • Escuchando: “Que toda persona sea pronta para escuchar, lenta para hablar y lenta a la ira” (Sant 1,19). • Pacientemente: “¡Qué bien sabes ayudar al débil, socorrer al brazo sin fuerza! ¡Qué bien aconsejas al necio!, ¡con qué competencia asesoras!” (Job 26,2-3). • Con responsabilidad: “Castiga a tu hijo mientras hay esperanza, pero no te excedas” (Prov 19,18). • Con sencillez y sagacidad, para descubrir el problema principal: “Sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10,16). • Con confidencialidad y discreción: “Las ancianas... sean maestras del bien, que inspiren buenos principios a las jóvenes, enseñándoles a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser sensatas” (Tit 2,3-5). • Con un cierto humor: “Corazón alegre favorece al cuerpo, ánimo deprimido seca los huesos” (Prov 17,22). • Y siempre desde el Espíritu Santo, que es quien mueve hacia el amor al prójimo. Por parte del oyente se necesitan varias actitudes: “escucha el consejo, acepta la instrucción, y en el futuro llegarás a sabio” (Prov 19,20); sin caer en la tentación de hacer cada uno lo que le parece y discerniendo las palabras que dan la vida eterna. Esta obra de misericordia sigue teniendo vigor desde el amor comprometido a favor del prójimo. El consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y la mayoría de las veces es preferible esperar que el consejo sea requerido. Asimismo, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios. Sólo así su consejo podrá ser bueno. No se trata de dar opiniones personales, sino de veras aconsejar bien al necesitado de guía. Un buen consejo, una palabra orientadora, puede ser luz en la noche, puede ahorrar muchos tropiezos y caídas, puede salvar una vida del fracaso y la desesperación. OBRA DE MISERICORDIA DE AGOSTO: CORREGIR AL QUE YERRA “Es más estimado el que corrige, que el hombre de lengua aduladora” (Prov 28,23). La convivencia conlleva aparejados conflictos y excesos que habrá que saber corregir. Al mismo tiempo que la autocorrección se hace difícil, por eso se hace necesario que alguien distinto indique el camino adecuado a los demás. El ignorar y el dejar pasar a las cosas y a las personas como están no es una expresión de amor, por eso Jesús se preocupa de que los suyos aprendan a corregir: con paciencia, con dulzura, con delicadeza, con esperanza, no como arma arrojadiza ni con ira, no para hundir o derrotar sino para promocionar e integrar, no desde el juicio - corregir no es juzgar-, desde la prudencia que da el Espíritu, desde la cercanía y la simpatía, desde la humildad, desde la justicia, y, sobre todo, con la sensibilidad que da el amor. Y lo explica el papa Francisco en la misa de Santa Marta el 9 de diciembre de 2014: “No se puede corregir a una persona sin amor ni sin caridad. No se puede hacer una intervención quirúrgica sin anestesia: no se puede, porque el enfermo moriría de dolor. Y la caridad es como una anestesia que ayuda a recibir la cura y a aceptar la corrección. Llamarlo personalmente, con mansedumbre, con amor y hablarle”. No existe excusa para ignorar la corrección: “Y ninguno diga: yo no sirvo para amonestar, no soy el idóneo para exhortar. Haz lo que puedas, que no se te pida cuenta” (San Gregorio Magno, Homilía 4). Esta obra de misericordia también manifiesta otra dimensión: la de ser corregido, porque nadie está exento de cometer errores, y por tanto de no tener necesidad de ser corregido: “escucha el consejo, acepta la instrucción, y en el futuro llegarás a sabio” (Prov 19,20); “el necio desprecia la corrección paterna, el prudente escucha la reprensión” (Prov 15,5). Número 104 ESPECIAL AGOSTO 2016

HACEMOS PARROQUIA

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OBRA DE MISERICORDIA DE JULIO: DAR BUEN CONSEJO AL QUE LO NECESITA

Israel canta al Dios que le aconseja en sus pasos. Y entiende que, dentro del mandamiento del amor, existe una dimensión necesaria: aconsejar al que lo precisa, y hacerlo de forma oportuna, es decir, dentro del respeto y de la propuesta, nunca desde la imposición ni desde la humillación, y excluyendo todo paternalismo. Formas concretas de dar un buen consejo:• Escuchando: “Que toda persona sea pronta para escuchar, lenta para hablar y lenta a la ira” (Sant 1,19).• Pacientemente: “¡Qué bien sabes ayudar al débil, socorrer al brazo sin fuerza! ¡Qué bien aconsejas al necio!, ¡con qué competencia asesoras!” (Job 26,2-3).• Con responsabilidad: “Castiga a tu hijo mientras hay esperanza, pero no te excedas” (Prov 19,18).• Con sencillez y sagacidad, para descubrir el problema principal: “Sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10,16).• Con confidencialidad y discreción: “Las ancianas... sean maestras del bien, que inspiren buenos principios a las jóvenes, enseñándoles a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser sensatas” (Tit 2,3-5).• Con un cierto humor: “Corazón alegre favorece al cuerpo, ánimo deprimido seca los huesos” (Prov 17,22).• Y siempre desde el Espíritu Santo, que es quien mueve hacia el amor al prójimo. Por parte del oyente se necesitan varias actitudes: “escucha el consejo, acepta la instrucción, y en el futuro llegarás a sabio” (Prov 19,20); sin caer en la tentación de hacer cada uno lo que le parece y discerniendo las palabras que dan la vida eterna. Esta obra de misericordia sigue teniendo vigor desde el amor comprometido a favor del prójimo. El consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y la mayoría de las veces es preferible esperar que el consejo sea requerido. Asimismo, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios. Sólo así su consejo podrá ser bueno. No se trata de dar opiniones personales, sino de veras aconsejar bien al necesitado de guía. Un buen consejo, una palabra orientadora, puede ser luz en la noche, puede ahorrar muchos tropiezos y caídas, puede salvar una vida del fracaso y la desesperación.

OBRA DE MISERICORDIA DE AGOSTO:CORREGIR AL QUE YERRA

“Es más estimado el que corrige, que el hombre de lengua aduladora” (Prov 28,23). La convivencia conlleva aparejados conflictos y excesos que habrá que saber corregir. Al mismo tiempo que la autocorrección se hace difícil, por eso se hace necesario que alguien distinto indique el camino adecuado a los demás. El ignorar y el dejar pasar a las cosas y a las personas como están no es una expresión de amor, por eso Jesús se preocupa de que los suyos aprendan a corregir: con paciencia, con dulzura, con delicadeza, con esperanza, no como arma arrojadiza ni con ira, no para hundir o derrotar sino para promocionar e integrar, no desde el juicio - corregir no es juzgar-, desde la prudencia que da el Espíritu, desde la cercanía y la simpatía, desde la humildad, desde la justicia, y, sobre todo, con la sensibilidad que da el amor. Y lo explica el papa Francisco en la misa de Santa Marta el 9 de diciembre de 2014: “No se puede corregir a una persona sin amor ni sin caridad. No se puede hacer una intervención quirúrgica sin anestesia: no se puede, porque el enfermo moriría de dolor. Y la caridad es como una anestesia que ayuda a recibir la cura y a aceptar la corrección. Llamarlo personalmente, con mansedumbre, con amor y hablarle”. No existe excusa para ignorar la corrección: “Y ninguno diga: yo no sirvo para amonestar, no soy el idóneo para exhortar. Haz lo que puedas, que no se te pida cuenta” (San Gregorio Magno, Homilía 4). Esta obra de misericordia también manifiesta otra dimensión: la de ser corregido, porque nadie está exento de cometer errores, y por tanto de no tener necesidad de ser corregido: “escucha el consejo, acepta la instrucción, y en el futuro llegarás a sabio” (Prov 19,20); “el necio desprecia la corrección paterna, el prudente escucha la reprensión” (Prov 15,5).

Número 104

ESPECIALAGOSTO

2016

Page 2: HACEMOS PARROQUIA

Evangelio 7 agostoLectura del evangelio según san Lucas (12,32-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?» El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Evangelio 14 agostoLectura del evangelio según san Lucas (12,49-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

Evangelio 21 agostoLectura del evangelio según san Lucas (13,22-30)

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, lsaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

Evangelio 28 agostoLectura del evangelio según san Lucas (14,1.7-14)

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Evangelio 15 agosto Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Lectura del evangelio según san Lucas (1,39-56)En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.