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“El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente”.
Sumisión: Reverencia, piedad, cautela, cuidado, atención, precaución, prudencia. La atención que una persona pone a todas las circunstancias de una acción.
LA ORACIÓN COMO UNA ESCUELA
Nuestra seguridad y nuestras creencias descansan
seguras y tranquilas hasta que una situación nos pone al
límite. Entonces nos hacemos muchas preguntas. “¿Por
qué a mí no y a él sí?” “¿Por qué me pasa a mí?” “Dios no
me oye”. “Dios me ha abandonado”.
LA ORACIÓN ES UN EJERCICIO
DE FE
Cuando oramos ejercemos
confianza en el Señor. Nuestra
seguridad de ser escuchados no
se basa tanto en los resultados
como en el desarrollo de nuestra
intimidad con Dios. Jesús puso su
confianza en el Padre.
“En Getsemaní pidió que el cáliz pasara de
él, pero sólo si tal era la voluntad de su
Padre. Su petición de preservación de la
muerte fue sólo condicional, e
inmediatamente se sometió a la voluntad
divina. No pidió otra escucha que la que
estaba en la voluntad de su Padre.
Pero esta disposición de ánimo, esta oración completamente subordinada
a la voluntad del Padre, en medio de una situación de angustia, envolvía
también la petición de la asistencia divina, del fortalecimiento para
sobrellevar el dolor.” C. Zesati. Hebreos 5,7-‐8
“Entonces se le apareció un
ángel del cielo para darle
fuerzas. Jesús, lleno de angustia,
oraba intensamente. Y le caía el
sudor al suelo en forma de
grandes gotas de sangre.” Lucas
22:43
• Recibió la visita de un ángel.
• Mantuvo su decisión durante el proceso y fue
sostenido por Dios.
• Jesús no permaneció en la tumba.
• No podemos olvidar que escuchar no es lo mismo que
conceder.
• No sólo es una cuestión de tener más o menos fe.
“Hay casos en los que Dios obra con toda decisión con su poder divino
en la restauración de la salud. Pero no todos los enfermos curan. A
muchos se les deja dormir en Jesús…
Todos deseamos respuestas inmediatas y directas a nuestras oraciones,
y estamos dispuestos a desalentarnos cuando la contestación tarda, o
cuando llega en forma que no esperábamos. Pero Dios es demasiado
sabio y bueno para contestar siempre a nuestras oraciones en el plazo
exacto y en la forma precisa que deseamos.
Él quiere hacer en nuestro favor algo más y mejor que el cumplimiento
de todos nuestros deseos. Y por el hecho de que podemos confiar en su
sabiduría y amor, no debemos pedirle que ceda a nuestra voluntad , sino
procurar comprender su propósito y realizarlo.” E. White. El ministerio de
curación. Pág. 176