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Pascua de Resurrección
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Pascua 2014Domingo de Pascua de Resurrección
Pascua de Resurrección
La resurrección de Cristo es la fiesta por excelencia de la vida cristiana. Sin este acontecimiento, no se entendería la vida de la Iglesia y el sentido de nuestro ser cristiano. Como dice San Pablo, “si Cristo no hubiera resucitado, ¡vana sería nuestra fe!”. El encuentro con el resucitado marca nuestra forma de vivir y estar en el mundo, de una manera trascendida.
Aún de noche…
Cuando aún es de noche, María Magdalena sale hacia el sepulcro.
Su fe, aún a oscuras, alienta esperanza. Ella ya ha vivido una experiencia de resurrección íntima cuando se encontró con Jesús y él la rescató de las esclavitudes de su vida anterior. En su corazón alberga una última certeza: su Maestro no puede morir definitivamente. De aquí que, apresurada, se acerque al sepulcro al romper el alba.
Sepulcro vacío
Ante el sepulcro vacío, brotan sentimientos diversos: alarma, sorpresa, desolación…
¿Dónde está el Maestro? Poco a poco, la esperanza va creciendo en su interior, y María va corriendo a comunicarlo a los discípulos. En especial, se dirige a Pedro, pues reconoce su liderazgo en el grupo y busca en él confirmación de este hecho perturbador.
Vio y creyó
Pedro y Juan corren al sepulcro.
Jesús no está allí. Para el judío, un
sepulcro vacío significa algo más que
ausencia; es un anticipo y una
primera prueba de la resurrección.
Juan nos cuenta que entró, vio y
creyó. Es entonces cuando
comprende las Sagradas Escrituras y
las palabras de Jesús sobre su
muerte y resurrección.
Vivencia y tradición
Pedro representa el Papado, la tradición y el magisterio de la Iglesia.
Juan es el teólogo, con una viva experiencia de Dios.
Juan espera, humilde, la confirmación de la autoridad.
Esto nos alerta ante el ir inventando teologías particulares o lecturas subjetivas de las escrituras.
La tradición y la enseñanza de la Iglesia están bien fundadas en testimonios vivos y creíbles.
El pilar de nuestra fe
Muchas personas utilizan la Biblia para extraer teorías subjetivas y originales, quizás un poco a la ligera. No olvidemos que estamos hablando de una experiencia que nos sobrepasa. Es un misterio inmenso.
El evangelio muestra la importancia de la comunión y de reconocer una verdad que los cristianos coherentes no podemos cuestionar: el hecho de la resurrección.
Herederos de fe y gracia
Los cristianos de hoy no hemos sido testimonios directos, pero hemos heredado la vivencia y hemos recibido el mismo don: la gracia, la fe. San Pablo tampoco fue un testigo directo de la resurrección y no conoció a Jesús como lo hicieron los Doce discípulos, pero su vivencia fue extraordinariamente honda y sincera. ¡Cuánto hizo, y cuán lejos llegó, movido por la fe!
Jesús, hoy y siempre
Participar de la eucaristía nos hace testigos de la muerte y resurrección de Jesús. Comulgando, Jesús se hace presente entre nosotros y dentro de nuestro ser.
Jesús rompe las barreras entre el pasado y el porvenir, y entre el tú y el yo. El Resucitado está presente ayer, hoy y siempre; abraza todos los tiempos y todos los lugares. Así dice San Pablo: “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”.
Las mujeres
En una cultura que marginaba a la
mujer, Jesús se aparece, antes que a
nadie, a las mujeres. Ellas fueron las
únicas que no lo abandonaron en su
pasión. Con Juan, estuvieron al pie
de la cruz. Ahora, son las primeras en
recibir la gran noticia de su
resurrección. Esto tiene enormes
consecuencias de tipo pastoral,
social y cultural.
Apóstoles de los apóstoles
La mujer tiene una sensibilidad
espiritual muy profunda para captar
situaciones importantes. Las mujeres
se convierten en apóstoles de los
apóstoles.
Su actitud y su valentía son un
referente para las mujeres cristianas
de hoy. Contra toda esperanza,
esperan. Y, sobre todo, aman y se
apresuran. Su corazón no duerme.
Una noticia grande
Hoy, domingo de Pascua, celebramos
que hemos recibido la mayor de las
noticias. Frente a un mundo convulso
y desconcertado, donde los medios
de comunicación se nutren de
desgracias y catástrofes, la noticia
pascual nos ha de llenar de gozo y
alegría. Tenemos suficientes motivos
para ser felices y no dejarnos hundir
por el desánimo ni la indiferencia.
Motivos de alegría
Los cristianos no podemos rendirnos ante
las malas noticias. Hemos de ser
portadores de la alegría del resucitado.
Como cirios pascuales, hemos de esparcir
luz y alegría en el mundo. La alegría es una
cualidad esencial del cristiano. Nos habla
de la fuerza del amor, que vence la muerte
y todas las tribulaciones. Nada ni nadie nos
puede arrebatar esta alegría. Cristo vive,
hoy y para siempre, en nosotros.
PASCUA 2014Textos: Joaquín Iglesias Aranda
http://homilias.blogspot.com
http://evangelizarhoy.blogspot.com