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TECNOLOGÍA Y GUERRA

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La tecnología RFID ayuda a los buques de guerra a defenderse de los ataques de misiles

Hace dos años, un país miembro de la OTAN comenzó a utilizar un componente RFID para su

sistema ALEX (automated launch of expendables) de señuelos diseñados para contrarrestar el fuego

enemigo de misiles anti buques.

Montado a bordo de los buques de combate de la Marina, los lanzadores de señuelos,

proporcionados por Lockheed Martin, fueron equipados con lectores RFID de Aviant, y los cartuchos

del señuelo fueron equipados con etiquetas de RFID Aviant. La tecnología RFID ofrece al personal del

buque visibilidad en tiempo real en la que están desplegados los señuelos, así como los barriles en los que están instalados, y ayuda a garantizar que la ronda adecuada se disparó.

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Los ejércitos en posesión de la más avanzada tecnología y la capacidad económica para utilizarla, son ahora los oponentes más formidables

El foco de resistencia montado por los talibanes y miembros de la organización terrorista al Qaeda fue sofocado por los bombardeos norteamericanos y la acción combinada de tropas de varios ejércitos. En cosa de dos días, buena parte de las fortificaciones que tenían los talibanes en el este afgano fueron borradas del mapa. Se aniquilaron gracias al uso de nuevas armas y la aplicación de superior tecnología en rastrear al enemigo y dirigir misiles contra ellos.

La guerra en Afganistán, que en la cabeza de los talibanes iba a durar muchos años, terminó en pocas semanas por la pasmosa precisión con que los estadounidenses centran los ataques aéreos. Comandos y puestos de avanzada en tierra descubren los objetivos, los sitúan con miras láser que pasan la información a satélites y éstos, a la vez, dirigen los misiles guiados también por láser, que desde aviones volando a doce mil metros se lanzan contra el objetivo. En cosa de pocos minutos, las mortíferas cargas caen sobre tanques, emplazamientos de cañones o tropa, que no pueden ver ni oír a los aviones que los destruyen. La precisión de los misiles es de dos o tres metros en un recorrido de decenas de kilómetros.

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Las nuevas armas dieron cuenta de la red de fortificaciones subterráneas construida

por los talibanes con asesoría norteamericana, para enfrentar a los soviéticos

durante la década de los ochenta. Hay bombas que no sólo destruyen todo en un

área de seiscientos metros a la redonda, sino que extraen el aire de las cuevas

situadas en el lugar. Otros misiles se introducen por las entradas de las cuevas y explotan dentro sellando las salidas.

La aviación, a su vez, está desplegando aviones no tripulados que se encargan de

mapear zonas muy grandes, pasando la información a bombarderos que vuelan a

más de doce mil metros de altura, o puestos de comando situados a miles de

kilómetros de distancia. Uno de estos aviones detectó, en enero, a un grupo de

talibanes entre los cuales destacaba un hombre de casi dos metros de estatura, con

rasgos similares a los de bin Laden. Y tan pronto fue descubierto, un misil aniquiló el grupo.

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I. Ciencia y tecnología para la guerra en la época actual

La revolución científico técnica actual, con el desarrollo acelerado de la ingeniería genética y biotecnología; cibernética y telecomunicaciones, le ha dado también un ritmo acelerado a la carrera armamentista, los gastos militares en el mundo, para el 2005 alcanzaron 1 000 118 000 millones de dólares. Obviamente el primer consumidor de Armamentos fue los Estados Unidos con un 48% del total. La nueva carrera armamentista presenta tres direcciones:

• Militarización del espacio extraterrestre (Guerra de las Galaxias)

• Robotización del Armamento (Armamento inteligente)

• Desarrollo de tecnologías cibernéticas y de información con fines militares (no letales)

Julio Verne, HG Wells y otros escritores de ciencia ficción no fueron capaces de imaginar los "inventos" de los hombres de la época actual para matar a otros hombres, a pueblos enteros, someterlos a una cultura globalizante y dominar el mundo. La teoría de la Guerra de Cuarta Generación, ha adquirido matices alucinantes, los "tanques pensantes" del Comando Estratégico de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos consideran que la época de la "barbarie" ya paso, que no es necesario usar armas atómicas, o incluso convencionales, que no se requiere derrumbar gobiernos, solo se requiere "eliminar" algunos adversarios selectivos y someter al resto de la sociedad a sus intereses mediante el empleo de armas "no letales", para ello todo un ejército de científicos, bioquímicos, microbiólogos, neuropsicólogos, fisiólogos, psicólogos, ingenieros y tecnólogos han sido movilizados para diseñar y experimentar nuevas armas. Más que dañar y matar a las tropas y la población se busca controlar su forma de pensar y su comportamiento. Según sus concepciones las guerras ahora se desarrollarán en dos campos:

• De tecnologías

• De ideas

Veamos algunas de estas tecnologías, que ellos mismos ponen a la venta, "filtran" para inducir terror o se les escapa por denuncias de personas comprometidas y en desacuerdo con estos planes.

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Fundamentalmente fue el uso del napal a gran escala y los virus para infectar a los

ejércitos vietnamitas y evidentemente otros que aún están en el cajón, escondidos y que aún tardarán décadas en salir.

Lo curioso de esta guerra era que para paliar los horribles dolores de los soldados

americanos cuando se producían desagarros en sus cuerpos por acción de las explosiones les inyectaban Morfina al cortar sus partes gangrenadas etc.

Cuando terminó la guerra unos científicos contratados por el gobierno de turno se

pusieron a investigar sobre como quitar la dependencia de los soldados a la morfina e

inventaron algo maravilloso, un polvo blanco al que llamaron heroína, así el nombre por los héroes guerreros mutilados y drogadictos.

Al utilizar esta sustancia el éxito se creyó infalible , todos los que habían sido

inyectados con la heroína no necesitaban tomar morfina, claro que después

descubrieron que la heroína supuesta salvadora de los héroes era aún una sustancia

que generaba mayor grado de dependencia y con un terrible síndrome de abstinencia, mucho más agresivo que el de la morfina extractada del opio.

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Para algunos intelectuales, cuando se vaya a juzgar nuestra época dentro de 200 años, los historiadores del futuro verán la Guerra

Fría como una minucia (aunque ésta atormentara tanto a nuestra generación), y verán la implosión soviética y el fin del comunismo

como un simple episodio, y mirarán, más bien, hacia la revolución cognoscitiva, que vivimos desde la Segunda Guerra Mundial,

como el factor central edificante de una nueva Edad. Algo hay de cierto en eso. Aunque pensamos que sin ese episodio político, a lo

mejor, la especie humana no habría llegado a puerto (nada es seguro), es esencial entender la relevancia de esa revolución, en

todas sus dimensiones. Y, más que eso, comprender que la relación entre conocimiento, economía, política y sociedad se ha

trastocado en una posición que coloca al conocimiento, con intensidad creciente, en la base de los otros. Esto debe tenerse muy en

cuenta a la hora de juzgar nuestros tiempos, y al trazar las perspectivas y las posibilidades de las estrategias colectivas de desarrollo.

De manera especial, se debe resaltar un factor "tecnológico", arrastrado o no por lo político o militar, causa o efecto, que inunda

nuestra cotidianidad, como un gran protagonista del nuevo orden social. Como perspectiva general, subrayamos la utilización del

conocimiento como instrumento privilegiado en la acción humana de nuestro tiempo en lo militar, económico, político y cultural. Y si

bien podemos orientar nuestra cámaras visuales y mentales hacia la asociación entre conocimiento y economía, incluso entre

tecnología y consumo, deberá ponerse especial atención a esa relación entre conocimiento y guerra, que fue decisiva el Siglo XX.

Incluso, en los determinantes íntimos de la cacareada "nueva economía": ¿acaso no está la guerra?

No se puede explicar bien el progreso tecnológico de nuestra época, sin tomar en consideración los grandes vectores sociales que

han condicionado nuestra historia durante este siglo. Especialmente desde la Primera Guerra Mundial, la guerra ha sido uno de los

factores más importantes del desarrollo tecnológico de nuestra época. Pero debe subrayarse que fue la Guerra Fría la que desarrolló

la más extraordinaria carrera armamentista [81] de todos los tiempos: amplios recursos públicos y privados para la industria de la

guerra. Mucho de la estructura de la ciencia y la tecnología modernas, de la "Big Science", fue motivado por las necesidades de la

organización militar y los propósitos de la política y la guerra. a?

importancia de la tecnología en el final de la guerra fría

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Comprender esos procesos, que influenciaron industria, academia, instituciones estatales durante décadas, es importante para

desentrañar los nuevos tiempos, en los cuales se han trastocado sus factores determinantes. Además del influjo de los servicios

y el mercado, cuya presión ha sido un vector real importante, así como la "retroalimentación" que ejercen las nuevas

"macrotecnologías" (informática y electrónica) en el nuevo contexto político, es necesario suponer un mayor despliegue de cambios significativos en la estructura y organización sociales de las ciencias y la tecnología.

La relación entre ciencias y tecnología y la guerra ha sido trastocada. Desde mucho antes del fin de la Guerra Fría, con el

tiempo, muchos de los resultados tecnológicos o científicos que nacieron a propósito de la guerra (y el crecimiento militar) han

sido usados en los servicios, la economía, la vida social, la cultura y la calidad de vida. La misma Internet, para no ir muy lejos.

La guerra no va a desaparecer y tampoco la industria armamentista y los proyectos de desarrollo tecnológico orientados hacia

la confrontación (en 1995 se gastaba en armamentos unos $797.000 millones). [82] Siempre habrá ciencia y tecnología al

servicio de la guerra, pero resulta inobjetable afirmar que el fin de la Guerra Fría y la caída del comunismo debilitaron las

razones más importantes de los últimos cincuenta años para la principal carrera armamentista internacional. Es posible pensar,

entonces, que la humanidad podrá destinar recursos de la guerra hacia desarrollos científicos y tecnológicos en otras dimensiones de la vida internacional.

Puesto en otros términos: las ciencias y las tecnologías no orientadas hacia la expansión militar han sido colocadas en una

perspectiva diferente en la escala planetaria. Esto es importante, porque supone un impacto mayor en las posibilidades de la

calidad de vida y los servicios que el desarrollo científico y tecnológico puede ofrecer a nuestra especie y esto, a su vez, genera

cambios significativos en la estructura de la ciencia y la tecnología, y en su impacto en la sociedad. Esto es un hecho tanto en

los resultados y objetivos de ellas (se orienta al mercado civil e institucional), como en su misma organización (para empezar: multiplicación cualitativa de las interrelaciones y redes internacionales, cambio de los modelos administrativos y sociales).

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El saber tecnológico define las batallas

La precisión de las cámaras de rastreo permite leer diarios tirados en el suelo, y seguir los movimientos de individuos y grupos que no se dan cuenta de ser vigilados. Esta clase de información, aunque primitiva para los estándares actuales, permitió a los ingleses aniquilar las defensas argentinas en Malvinas a principios de los años ochenta. Es de esperar que ahora ayude al ejército de Colombia en su lucha contra el narcoterrorismo comunista. Además podemos suponer que los Estados Unidos y sus aliados se encuentran en una etapa de recopilar información sobre potenciales agresores, para ir definiendo las estrategias con que van a neutralizarlos.

La regla fue que las guerras comenzaban con las estrategias y las armas de previos conflictos, y era con el paso de los meses o años que se introducían nuevas armas y tácticas. Pero la batalla de Afganistán y la guerra contra el terrorismo inician con los últimos desarrollos en tecnología, comunicaciones y formas de evaluar información. Los ejércitos en posesión de la más avanzada tecnología y la capacidad económica para utilizarla, son ahora los oponentes más formidables.