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Historia de mi vida
I
Una mañana ,al despertar, sentí una gran soledad dentro de mí, desanimada,
me levante de la cama, me puse las sandalias, me dirigí a la ventana y miré
hacia el cielo. Estaba nublado y parecía que iba a llover. Del tejado aún caían
gotas de lluvia a causa de la tormenta de la noche anterior.
Regrese a la cama, me tiré sobre la almohada, pensando que no era un buen
día para salir. De pronto divisé en el velador un viejo álbum de fotos, donde
aparecían impresas las imágenes de mis seres queridos. Las fotos reflejaban
los momentos felices de mi vida. Tomé el álbum y miré las fotos, entonces
empecé a recordar acontecimientos pasados…()
II Era yo aún niña cuando mi padre dejó la casa familiar para trabajar en
provincia. Desde lejos veía a mamá triste y preocupada, aunque ella nunca
dijo nada de lo que realmente pasaba. Algo dentro de mí me decía que papá no
volvería más a casa. Ante su ausencia, mamá tuvo que enfrentar la situación y
educarnos a mí y a mis hermanas. Al principio nuestra situación fue muy difícil,
pero poco a poco mejoró. Por entonces mamá decidió inscribirme en una
institución educativa.
III
Mi educación inicial la realice en el centro educativo N. 821183, en un distrito
no muy lejano de Cajamarca, empecé el 10 de abril del 1996. Cada mañana, mamá me despertaba muy temprano para llevarme al jardín.
En la puerta se despedía con un beso y prometía regresar por mí.
La profesora era muy buena, jugaba y cantaba con nosotros; a veces relataba
cuentos y muchas historias de aventuras. Todos la queríamos mucho y al salir
de clase nos despedíamos con un beso.
Pasaban los días y adquiríamos nuevos conocimientos de ella entre gratas
aventuras.
A los cinco años dejé el jardín no sin antes organizar una fiesta de promoción
en la cual nos divertimos todos jugando y bailando. Hubo una gran comida. Al
terminar nos despedimos de la maestra con un abrazo y un beso.
IV
A los seis años de edad fui a la escuela, en el mismo lugar. Nuestro maestro
era muy severo. Cuando no cumplíamos con las tareas, se enojaba mucho y
nos pegaba con una varita que él llevaba consigo.
Le temíamos mucho, pero no nos atrevíamos a acusarlo. Un día, el director lo
sorprendió. Cuando se disponía a castigar a un compañero. Lo echaron de la
institución alegando que no era apto para impartir la enseñanza.
Días después llegó una nueva maestra. Ella si tenía la disposición y paciencia
para explicar paso a paso los diferentes temas desarrollados. Con ella
aprendíamos bastante y participábamos entusiastas durante la clase. La nueva
maestra nos leía un cuento cada fin de semana. Nosotros ya sabíamos la hora
de lectura. Nos sentábamos a su alrededor listos para escucharla atentamente.
Al finalizar la lectura, la maestra formulaba preguntas y quien no respondía
pasaba por alguna penitencia: Bailar o cantar. Ella nos trataba con cariño; yo
también sentía gran afecto por ella. Me acostumbre tanto que al culminar el
año, al despedirme, una enorme nostalgia dominó mi alma porque sabía que el
año siguiente no volvería a ser mi maestra.
V El segundo año y los demás fueron distintos del primero. Los maestros eran
distantes y serios.
Otras eran nuestras actividades: El deporte y las caminatas. La escuela
realizaba también campeonatos de fútbol con la participación de otros centros
educativos.
El tercero, cuarto y quinto año de primaria, recuerdo habernos reunido para
recolectar semillas de hortalizas y sembrarlas para su producción. Para ese
entonces tenia ya muchos conocimientos adquiridos, gracias a mis maestros.
Así pasaron los días, entre el estudio y los juegos infantiles.
VI Cierto día, en víspera de mi cumpleaños, oí mi mamá decir a mis hermanas
que ya no podría seguir con mis estudios secundarios, pues no había dinero
para la inscripción. Sin decir palabra, me dirigí a mi habitación. Al poco rato
entro una de mis hermanas y, triste y sollozante, me abrazo fuertemente.
Se marcho. Sus lagrimas resbalaban por mi cuello. Me dormí llorando y
presentí las adversidades que aún me esperaban.
Al día siguiente no comenté con nadie lo ocurrido. No debía preocupar a
mamá. Tendría que solucionar yo sola el problema. La pregunta era cómo.
Con esta pregunta rondándome seguía yendo a la escuela a terminar el sexto
año de primaria. Una mañana, en la escuela, cuando ya casi había perdido las
esperanzas, escuche al profesor comentar acerca de un concurso, entonces
me acerqué y le pregunté. “De qué concurso habla usted”. Él respondió: “El
I.S.P. Hermano Victorino Elorz Goicoechea está organizando un concurso de
Matemáticas en el cual podrán participar todas las escuelas, pero aún no está
confirmada la participación de nuestra escuela”. Al poco tiempo, él director
anunció el concurso y eligió a los alumnos participantes. Entre ellos estaba yo.
Llegué a casa muy emocionada y se lo comenté a mi mamá. Ella me aconsejó
estudiar mucho para ganar el concurso y obtener el premio. Mis hermanas me
desearon suerte y me ayudaron a prepararme.
En la escuela también nos prepararon. Llegado el día del concurso, estaba muy
nerviosa, pero segura de mis conocimientos. Al terminar el examen, dude de
de su resultado. Al escuchar mi nombre, mi corazón saltó de alegría y en
silencio agradecí a Dios la oportunidad que me concedía. Al mismo tiempo
sentí un gran temor porque aún debía enfrentarme a un segundo examen.
Éste era decisivo para continuar mis estudios. Al cavo lo gané.
Así pues, obtuve la beca, que incluía los costos del ingreso, la matricula y el
uniforme.
VII Terminé mis estudios primarios y empecé mis labores en la secundaria el
quince de marzo del 2004 en el Colegio Estatal de Mujeres “JUAN XXIII”,
ubicado en la esquina de los Jirones. Juan XXIII y Progreso, en la ciudad de
Cajamarca.
Para ir al colegio, el microbús debía recorrer una larga distancia. El primer día
de clases fui muy ilusionada, con muchas ganas de aprender, pero en clase me
di cuenta de que la realidad era muy distinta de lo que yo me había imaginado.
Las señoritas, compañeras mías, tenían un nivel académico alto. Se me hizo
un poco difícil el aprendizaje. Felizmente, logre adaptarme.
Mi curso predilecto era comunicación integral, pues la profesora exponía
temas muy interesantes y con suma claridad.
Poco estudié en esta institución. Mi estado en casa se puso difícil. Debía tomar
una decisión: estudiar y trabajar. Tenía que cambiarme de colegio.
VIII Al terminar tercer año, me trasladé al Colegio Particular “Santa Isabel”, ubicado
en el Jr. Jequetepeque. Las clases eran dos veces por semana, lo cual dejaba
tiempo para trabajar. Tuve compañeros mayores que yo, pero esto no fue
obstáculo para llevarnos bien. Al finalizar quinto, realizamos una fiesta de
promoción y lo pasamos muy bien, bailando e intercambiando recuerdos de
despedida.
IX Tras culminar la secundaria, me inscribí en la Academia “Pre-UNC” aquí me
preparé para postular a la Universidad, aunque estudie mucho, no obtuve el
puntaje requerido. Decepcionada no volví a intentarlo, porque tenía miedo de
volver a fracasar. Al año siguiente, me dedique a trabajar y no postulé. Luego
dije. “Si me esforcé mucho para llegar al colegio, ¿Porque debía rendirme
ahora?. la vida es un reto y si me rindo tan fácil habré fracasado por no
intentarlo”. Si mi objetivo era ingresar, entonces debía seguir el camino a dicho
objetivo.
X El 2011 lo intenté nuevamente. Estuve en la misma academia durante tres
meses. Tenía que estudiar y hacer todas las labores de mi casa, pero seguía
directo hacia mi objetivo. Llegado el día del examen, estuve muy nerviosa e
insegura sentía pánico ante la idea de no alcanzar una vacante. Apenas había
desarrollado unas cuantas preguntas cuando el examen terminó. De la
universidad salí pues temía no haberlo logrado. No quería decepcionar a mis
seres queridos.
Esa tarde escuche por la radio los nombres de los ingresantes. Al escuchar el
mío, no lo podía creer. Mi sueño se había convertido en realidad. Agradecí a
Dios por haber estar presente en cada paso que había dado.
XI En el transcurso de mi vida donde hubo penas, alegrías, risas y llantos.
Aprendí que la vida se vive diariamente con la esperanza de que cada día pase
sea mejor que el anterior. Aunque caigamos una y mil veces, nos levantaremos
igual, porque cuando uno desea cumplir sus sueños, confiado en Dios Y en
con su ayuda, nada es imposible. Todo lo que nos proponemos lo podremos
lograr y diremos dentro de nuestro corazón: “ yo si puedo y siempre podre”.
La vida es una canción que uno mismo la escribe y la moldea a su manera.
Por eso, a mí lo que más me gusta en mis tiempos libres es escuchar música,
la cual me ayuda a reflexionar. También salgo a caminar para relajarme un
poco.
CHUGNAS CAHUANA OLGA