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La belleza de lo natural Ma. Fernanda Gómez Ramírez ran aproximadamente las diez de la mañana, todo transcurría con calma cuando llegamos al lugar, no éramos muchas personas las que haríamos el recorrido, nos invitaron a tomar asiento en lo que nuestra guía llegaba. E A nuestro lado se encontraba una pareja de recién casados, ambos economistas procedentes del Distrito Federal, nos observaban con mucha sorpresa e impaciencia, como si nosotras fuéramos las personas que les mostraríamos el jardín. En tanto el recorrido comenzaba, me quedé mirando a mi alrededor, el jardín me parecía interminable, veía al fondo de éste como tratando de descubrir qué había detrás de todos aquellos árboles que mis ojos alcanzaban a ver, mil cosas cruzaban por mi mente, comenzaba a imaginar cómo se había iniciado todo el proyecto, cómo habían traído tantos árboles y plantas; pero sobre todo por qué habían decidido crear un lugar así. Pasillo de los órganos, escenario del Jardín Etnobotánico.

La Belleza de lo natural

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Page 1: La Belleza de lo natural

La belleza de lo natural

Ma. Fernanda Gómez Ramírez

ran aproximadamente las diez de la mañana, todo transcurría con calma cuando llegamos al lugar, no éramos muchas personas las que haríamos el recorrido, nos invitaron a tomar asiento en lo que nuestra guía llegaba.E

A nuestro lado se encontraba una pareja de recién casados, ambos economistas procedentes del Distrito Federal, nos observaban con mucha sorpresa e impaciencia, como si nosotras fuéramos las personas que les mostraríamos el jardín.

En tanto el recorrido comenzaba, me quedé mirando a mi alrededor, el jardín me parecía interminable, veía al fondo de éste como tratando de descubrir qué había detrás de todos aquellos árboles que mis ojos alcanzaban a ver, mil cosas cruzaban por mi mente, comenzaba a imaginar cómo se había iniciado todo el proyecto, cómo habían traído tantos árboles y plantas; pero sobre todo por qué habían decidido crear un lugar así.

Pasillo de los órganos, escenario del Jardín Etnobotánico.

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Todo a mi alrededor era majestuoso y digno de admiración, además de estar rodeada de árboles estaba rodeada de una inmensa tranquilidad y un ambiente singular, era presa del silencio y de la armonía que se respiraba ahí. Empezamos a conversar con la pareja de recién casados sobre su estancia en la ciudad de Oaxaca, ambos estaban impresionados con la riqueza cultural que tenemos, emocionados nos preguntaron que si ya habíamos visitado los museos de la ciudad, nosotras muyamablemente les respondimos que radicábamos desde hacía dos años en la ciudad y que ya los conocíamos.

Pasaron varios minutos de espera, y por fin, la guía que nos daría el recorrido arribó al lugar, era una joven mujer de aproximadamente 26 años, procedente de un pueblo de la Sierra Norte de Oaxaca, nos comentó que estaba haciendo su servicio social en el jardín, cosa que pensó que nunca podría suceder, pues sabía que formar parte de las filas del lugar no era cosa fácil

Después de su breve presentación, empezó tan anhelada aventura.

El lugar nos resultaba enigmático, sobre todo a Laura; era la primera vez que ella y su esposo visitaban el jardín, su cara parecía la de un niño cuando sus padres le regalan un juguete nuevo.

El ambiente se sentía de lo más placentero, una inmensa tranquilidad nos invadía,

Laura estaba impresionada con la majestuosidad del lugar, todavía no podía creer que estuviera ahí. Atenta escuchaba las indicaciones de la guía, minuciosamente miraba árbol por árbol y planta por planta.

Conforme nos íbamos adentrando al lugar, más impactados estábamos, especialmente ella, una de las cosas que más le sorprendió fueron las grecas que se encontraban en el lugar; que desde luego no se habían puesto porque sí, tenían una razón de ser y muy importante por cierto.

La guía nos explicó que esas grecas representaban a la ciudad sagrada de Mitla y fueron puestas por el maestro Toledo; principal impulsor de tan imponente lugar.Además de contar con una gran variedad de flora, el jardín cuenta con varias obras de arte donados por importantes artistas oaxaqueños, entre los que destacan los maestros Francisco Toledo, Luis Zárate y Jorge Dubon.

Asiento de suegra, biznaga con mil años de antigüedad. Vive en el Jardín Etnobotánico.

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Tras varios minutos de recorrido, Laura y su esposo seguían expectantes a las explicaciones de la guía, entre muchas otras cosas se nos explicó que el jardín anteriormente era el patio perteneciente al ex Convento de Santo Domingo en donde habitaban los antiguos frailes dominicos, conforme dicho relato avanzaba, las personas que nos encontrábamos en el lugar nos trasladábamos a la época mencionada, fue un momento mágico para todos.

Parecía que el tiempo había detenido su curso para que Laura y su esposo gozaran de una aventura que desde hacía tiempo tenían ganas de vivir, disfrutaban minuto a minuto el paseo entre los diferentes árboles y pasillos del lugar.Posaban felices en una de las imponentes biznagas que se encontraban justo a la mitad del lugar, la cual los dejó asombrados por su magnitud, pero sobre todo por la historia que había detrás de ella.

Caminamos unos cuantos metros y llegamos al pasillo de los órganos, Laura lo reconoció de inmediato, animosa preguntó: “éste es el pasillo de donde sale el danzante de la pluma ¿verdad?”, a lo que la guía respondió de forma placentera que efectivamente se trataba de ese famoso pasillo.

De inmediato Laura le dijo a su esposo que tomara una foto de tan esplendoroso pasillo, ni tarda ni perezosa posó con una sonrisa de oreja a oreja.

La guía, seguida por el grupo, nos condujo al ya famoso Jardín del Huaje, un sitio por demás emblemático, en él se encuentra la famosa fuente conocida como La Sangre de Mitla que donara el juchiteco Francisco Toledo, el año en que se inauguró el Jardín Etnobotánico.

Laura rodeó con su mirada el lugar, de lo asombrada que se encontraba, ni siquiera oyó a su

esposo cuando le dijo que mirara el edificio de enfrente, que era nada más y nada menos que el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), después de algunos instantes se percató de lo que su esposo le había dicho y enseguida tomó su cámara para fotografiar el Instituto.

El Jardín del Huaje era el último sitio por visitar, salimos del lugar maravillados por todo lo que se nos había mostrado y contado.

En la puerta del lugar la pareja de economistas se despidió de nosotras agradecidos por haber compartido con ellos el recorrido, todos nos despedimos con un gran apretón de manos y así fue como acabó tan encantadora aventura de una mañana de sábado en el Jardín Etnobotánico.

La Sangre de Mitla, obra del maestro Francisco Toledo.

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