Padre nuestro, Padre mío.

Diana María

Padre nuestro, Padre mío, salí de tu corazón para venir al mundo a revelar tu nombre. Me formaste pensando en Cristo, para que mi vida sea un reflejo de su presencia. Volver a encontrarte no ha sido fácil, he andado por muchos caminos, pero siempre he anhelado la paz a tu lado.

Padre nuestro, Padre mío, hoy quiero detenerme en este camino; silenciar lo que hay dentro de mi, para comenzar todo de nuevo.

Me he dado cuenta de que solo no puedo seguir, mís alegrías me ahogan, el dolor me aprisiona toda el alma, la angustia cunde, la tristeza se adueña de mi , la angustia y el frenesí me hacen no tener paz, y me acelero en cada momento.

Sin ti no puedo seguir viviendo, pues en ti todo se vuelve armonía y nada es asfixiante, la paz envuelve todo el ser. Los problemas se transforman en peldaños, la fe en alegría, el amor en vida, mi historia personal, en luz para la vida.

Padre nuestro, Padre mío, ¡ quiero tanto descansar en ti !, y ofrecerte lo mío para que puedas ayudarme a cargarlo, en la persona de tu hijo.

Sólo así seré feliz: contigo y en ti: Unido a tu corazón como alma gemela, respirando por ti, viviendo en ti y contigo,

amando a los que me rodean con tu amor, sirviendo con alegría, donándome a los demás, como Cristo en la Eucaristía.

Padre nuestro, Padre mío, para descansar hay que detenerse en el camino. Detenerse … ¡cuanto cuesta!. Estoy acostumbrado a funcionar, a trabajar;

el mundo me dice que esto es una locura, es perder tiempo en cosas que no sirven. Ellos no saben que tu eres la fuente donde todo comienza y hacia donde todo va.

En este camino que empiezo, quiero llevar a todos los que amo, para que ellos también comiencen a detenerse y puedan ver que tú eres el Señor del mundo y de nuestros corazones.

Padre nuestro, Padre mío, ¡ ábrenos a ti para que todos puedan decirte: ¡ Padre nuestro, Padre mío ! Amén.