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-De la Baja Sajonia a los Andes- Por los Caminos de Lengerke Atrás quedo el frío altiplano Cundiboyasence, la cinta de asfalto se ondula suavemente en un descenso entre montañas adornadas por infinidad de matices verdes; a medida que el asfalto se infiltra en los calidos bosques, las arboledas compiten por ofrecer coloridas frutas tropicales que reflejan el calor del día y tientan los sentidos con fragancias seductoras. En medio de guayabales, cafetales y la exótica vegetación de tierra caliente aparece Barbosa; modesta ciudad colonial sobre la ribera del río Suarez. Por aquí se desliza él río como un bálsamo entre las montañas telúricas de la cordillera oriental que delimitan a Santander con Boyacá; a 190 kilómetros de Bogotá y 214 de Bucaramanga esta ciudad conocida como “La Puerta de Oro de Santander", demarca el centro de un ‘reino de dulce’. A lo largo de la carretera encontramos muchos kioscos que ofrecen gran variedad de productos elaborados con base en el sinnúmero de frutas tropicales y mieles de la region. Abundan los bocadillos, manjares veleños, tumes, arequipes, panelas, panelitas y conservas de frutas que amenizan la vista y empalagan el gusto. Continuando por la troncal en direccion al Socorro se desgrana una camandula de pintorescos pueblitos coronados por iglesias coloniales. Berlín Un aviso inconspicuo demarca el desvío para Zapatoca, siendo nuestro vehículo el único que toma la sutil salida; corroboramos con dos ciclistas la veracidad de nuestra dirección. Los primeros 200 metros nos recibe una carretera destapada que gradualmente se convierte en un camino hostil. El todo terreno avanza con dificultad, los nubarrones que nos han venido siguiendo son ahora densas nubes que se adueñan de todo el espacio y guerrean por tomar posiciones desencadenando una estruendosa opera-trágica que nos acompaña en nuestra odisea. Atravesamos secciones en la vía, cubiertas con residuos de los derrumbes y deslizamientos que dan testimonio del inclemente invierno; por fortuna podemos circundar los obstáculos más soberbios si bien sintiendo rudas advertencias de las rocas que golpean el metal a nuestros pies. DESCUBRIENDO NUESTRAS MAS RECONDITAS RAICES DE CONQUISTADORES

Vitrinas de Santander

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-De la Baja Sajonia a los Andes- Por los Caminos de Lengerke

Atrás quedo el frío altiplano Cundiboyasence, la cinta de asfalto se ondula suavemente en un descenso entre montañas adornadas por infinidad de matices verdes; a medida que el asfalto se infiltra en los calidos bosques, las arboledas compiten por ofrecer coloridas frutas tropicales que reflejan el calor del día y tientan los sentidos con fragancias seductoras.

En medio de guayabales, cafetales y la exótica vegetación de tierra caliente aparece Barbosa; modesta ciudad colonial sobre la ribera del río Suarez. Por aquí se desliza él río como un bálsamo entre las montañas telúricas de la cordillera oriental que delimitan a Santander con Boyacá; a 190 kilómetros de Bogotá y 214 de Bucaramanga esta ciudad conocida como “La Puerta de Oro de Santander", demarca el centro de un ‘reino de dulce’.

A lo largo de la carretera encontramos muchos kioscos que ofrecen gran variedad de productos elaborados con base en el sinnúmero de frutas tropicales y mieles de la region. Abundan los bocadillos, manjares veleños, tumes, arequipes, panelas, panelitas y conservas de frutas que amenizan la vista y empalagan el gusto.

Continuando por la troncal en direccion al Socorro se desgrana una camandula de pintorescos pueblitos coronados por iglesias coloniales.

Berlín

Un aviso inconspicuo demarca el desvío para Zapatoca, siendo nuestro vehículo el único que toma la sutil salida; corroboramos con dos ciclistas la veracidad de nuestra dirección. Los primeros 200 metros nos recibe una carretera destapada que gradualmente se convierte en un camino hostil. El todo terreno avanza con dificultad, los nubarrones que nos han venido siguiendo son ahora densas nubes que se adueñan de todo el espacio y guerrean por tomar posiciones desencadenando una estruendosa opera-trágica que nos acompaña en nuestra odisea. Atravesamos secciones en la vía, cubiertas con residuos de los derrumbes y deslizamientos que dan testimonio del inclemente invierno; por fortuna podemos circundar los obstáculos más soberbios si bien sintiendo rudas advertencias de las rocas que golpean el metal a nuestros pies.

DESCUBRIENDO NUESTRAS MAS RECONDITAS RAICES DE CONQUISTADORES

La oscuridad es total e impide cualquier orientación, el camino carece de toda señal o indicación así que después de cada desvío buscamos la vivienda con luz más cercana para verificar nuestra ruta; solo una vez tuvimos que regresar unos 100 metros y re-tomar la vía correcta. La breve interrupción nos dio la oportunidad de percatarnos del rio Suarez que fluía paralelo al camino, así como poder apreciar los indescriptibles murmullos, susurros y algarabías que la inminente tormenta desataba.

La desierta vía comenzaba a inquietarnos hasta que apareció un vehículo en que jóvenes apresurados decendían agarrados al camino como los ‘cowboys’ se aferran a los toros de rodeo. Mas adelante encontramos una volqueta que minuciosamente circundaba un recodo y aprovechamos para solicitar información al conductor quien nos explico: “ahí adelante ya encuentran un puente metálico lo cruzan y ahí arribita esta Galán!” Advirtiéndonos: si llueve no intenten llegar a Zapatoca porque “cuando el camino esta mojado de la Fuente en adelante no sube ni un gato con espuelas”, en efecto, a pocos minutos cruzamos el puente pero el ‘ahí arribita’ fue un serpentino ascenso de más de media hora hasta que finalmente las luces distantes se multiplicaron y enormes carteles nos dieron la bienvenida al ansiado Galán.

De Berlín a Galán nos absorbió una inesperada aventura de mas de tres horas al estilo de “Indiana Jones” y aunque solo recorrimos 37 kilómetros equivalentes a 12.3 kilómetros por hora, como en todas las fabulas, al otro lado del preámbulo de miedo nos esperaban experiencias inolvidables: “ahí arribita” nos encontramos en un pueblito soñoliento que reclinado en su almohada de fantasía se recogía para dejar pasar la tormenta. Con los primeros goterones entramos en una placita encantadora, una familia que apresurada buscaba refugio del inminente aguacero se detuvo para explicarnos: “..aquí solo hay tres hoteles todos son lo mismo y ademas están equidistantes del centro..” Nos hospedamos en el Hotel Danny a una cuadra de la plaza, lo que al albergue le faltaba en comodidad, Oliva y Eusebio, los anfitriones, lo compensaron con espontáneo acogimiento calor y atención. El cansancio nos permitió ignorar la tempestad; en realidad, la lluvia fue una sinfonía hipnótica que nos arrullo a dormir.

Despertamos con las primeras luces del día al cantico de gallos y los balitees de cabras y ovejas que pastaban en la vecindad. La frescura de la mañana y una agradable temperatura de unos 25 grados fueron irresistibles convites para salir a explorar los pintorescos alrededores. El torrencial nos habia preparado una fragante bienvenida; removio las capas de polvo del pueblito y sus alrededores, purifico el aire, intensifico el verdor de las hojas al mismo tiempo que acentuó los colores de las flores en matices de porcelana.

En medio de estos fantasticos adornos surgio Galán, olvidada joya arquitectonica, antropologica, historica y cultural. Este centro colonial fue concebido en torno a la geometrica plaza de adoquines y presidido por la iglesia ‘San José de Galán’ que fue construida en 1783, y reconstruida en 1972. La casa de Dios presenta una solida fachada en piedra con retoques mediovales, el interior se distingue por sus naves laterales descubiertas que estan enmarcadas con significativos viñedos y plantas alegoricas. Contiguo a la iglesia encontramos la casa cural a la que atraidos por su autentica construccion colonial y amoblado rustico entramos a explorar. El joven y dinamico padre Ciro, el parroco, nos dio una cordial bienvenida y atendio con sencillez y generosidad concluyendo nuestra visita con un competente y experto recuento historico de la región y de sus pobladores.

El centro Galanero esta rodeado por un elenco de calles empedradas, rectas, terminadas por andenes tapizados con adoquines que enlazan las pintorescas casitas coloniales arregladas con precisión y cubiertas por tejados melancólicos. Mas importante, los oriundos nos impresionaron con su sencillez, calidez, y orgullo de sus raíces.

Al salir del perímetro urbano nos tocó la energía de una obra mítica que ha sobrevivido el tiempo, los elementos, el abandono, el abuso y la injusticia; los épicos caminos empedrados mejor conocidos como los ‘Caminos Reales’ de Lengerke. Esta monumental red de caminos parcialmente enterrados en la memoria de estas tierras, siguen vibrantes uniendo el imperio de sueños de hombres y mujeres que llegaron por estos lares a sacrificar sus vidas en busca de las ilusivas fabulas por las que ahora se pasean sus almas.

En medio de un intenso sol continuamos nuestro viaje a Zapatoca deseando que los 34 kilómetros que faltaban fueran menos exigentes y pudieramos disfrutar el panorama. Fue todo lo contrario: la topografía y el pésimo estado de la vía requirieron absoluta atención sometiendo a prueba todas las posibilidades del vehículo. En este trecho al menos encontramos una volqueta y un viejo tractor que hacían lo posible por mantener abierto el deteriorado camino. Al entrar en Zapatoca el padre Agustín, nuestro conductor, resumió la experiencia preguntando con ansiedad: donde esta la otra salida para Bucaramanga? por que “si tengo que regresar por donde vinimos, aqui yo me quedo” los 120 kilómetros adicionales al Socorro por Bucaramanga estan mas que justificados.

Mas que justificada sí fue nuestra visita con la diminuta, optimista activa e inpiradora tía adelita y otras monjitas del postulantado.

Ya estando en Zapatoca se puede apreciar claramente el espíritu y alma que une a estos pueblos; también se hace evidente que los indomables caminos han sido mas efectivos que cualquier cortina de hierro en preservar buena parte de las extraordinarias obras que crearon nuestros antepasados. Las montañas sí separan! ………en este caso sin embargo, han cuidado que durante los letargos, la falta de conciencia y memoria del efímero ‘progreso’, no haya podido desmantelar totalmente el duro trabajo y los sueños de nuestros antepasados. Y aquí comienza a respirarse el espíritu de Lengerke.

Vale la pena llegar a Zapatoca la tierra de Lengerke!

Georg Ernst Heinrich von Lengerke afectuosamente conocido como don Geo, dejó la mas profunda y trascendente huella en toda la region. Georg von Lengerke nació en Dohnsen, Alemania el 31 de Marzo de 1827, de noble estirpe sobresalió desde su niñez por su inteligencia y brillantez y tuvo la educación mas privilegiada de su epoca. Educado como ingeniero este multifacetico e insaciable hombre de ciencias, letras e investigacion se distinguió por su visión, carisma y alcances como ingeniero, constructor, comerciante, explorador, colonizador, investigador, antropologo, lingüista, etnologo, y estratega. Ademas de su virtuosidad con el piano, y violin tambien era versado en las bellas artes y el arte del buen vivir el que practico con pasion intransigente. La destreza con la esgrima y la equitacion permitieron a Lengerke hacer una carrera meteorica en el ejercito prusiano y tener acceso directo a los soberanos.

Su romanticismo empedernido e ideales de honor caballeresco han creado especulaciones en cuanto a los motivos de la migración de Lengerke a America, decision en que directa o indirectamente Alexander von Humboldt al parecer tuvo influencia, igualmente se cree que la corona prusiana facilito su viaje, lo cierto es que a los 25 años de edad a mediados de 1852 desembarcó en la costa atlantica y navegando por el rio Magdalena entro al país; cabalgo hasta

Bogota y finalmente a lomo de mula llego a Bucaramanga.

Su segunda estacion fue Girón, finalmente adopto a Zapatoca como su ciudad y centro de actividad. A pesar de que su ingenio, dinamismo y otras virtudes fueran de gran beneficio, la rezagada Zapatoca lo toleró en vida solo como a un hijo natural. Sus fallas incluian ser luterano, liberal, inconformista, y practicar costumbres excéntricas para su época; ironicamente ahora por albergar sus restos, Lengerke le trae prestigio reconocimiento y turismo a la ciudad que se identifica con su nombre.

El indomable carácter del alemán la pasión en todo lo que hacia y su titanico espiritu de lucha empalmaron en perfecta simbiosis con las orgullas tierras santandereanas; el hijo adoptivo dotado de mítica vision para los negocios y capacidad de explorador diviso perfectamente que al otro lado de las soberbias cordilleras llegaba la alborada del progreso.

Comenzo sus actividades de nogocios en Bucaramanga comercializando y exportando tabaco, café cacao, anís, añil, otros vegetales y sombreros. Aprovecho de conceciones que el gobierno ofrecia para adquirir tierras baldías, en una concesión de 10,000 hectáreas entre Zapatoca y Betulia construyo la ‘Hacienda el Florito’ con bodegas para sus negocios, establos para las mulas que transportaban la carga tambien construyo viviendas para sus empleados y dió trabajo a los prisioneros; sus haciendas contaban con tan buena organización que dentro de ellas se acuñaba y corría su propia moneda.

Convirtio a Zapatoca en un centro de intercambio de donde salían los valiosos frutos de sus fecundas tierras y a la que llegaban los codiciados y frívolos articulos de las capitales europeas.

Explorando las selvas Lengerke descubrio la quina que en corto tiempo reemplazo al tabaco como el produto mas importante de exportacion, la bonanza duro hasta que los ingleses y holandeses, transplantaran semillas de las mejores quinas a sus colonias, las mejoraran y aprovechando de infames costos de produccion se apoderaran del mercado este hurto coincidio con el ocaso de la epoca Lengerke.

Desde la primera odisea por el magdalena y cabalgatas a Bogota y Santander, Lengerke entendio que para facilitar el desarrollo de la region era impresindible construir una infraestructura de caminos que conectaran a Santander con las vias fluviales de los rios magdalena, y lebrija y por ellos a los puertos del atlantico asi como conectar al resto del país en 1860 obtuvo el primer contrato para construir un camino. En 1863 acepto una invitacion del estado para construir un camino de Zapatoca al puerto de Barrancabermeja a cambio de poder usufructuarlo por un periodo de 25 años. Siguio otro contrato para conectar a Bucaramange con Rionegro sobre el rio Lebrija. Dichos contratos se multiplicaron y la red de Caminos Reales llego a extenderse por mas de 700 kilometros, Lengerke desistio de sus derechos y le regreso al pueblo los Caminos sin exigir compensacion. El camino a Barranca fue concluido en 1867 pero los indios Yariguíes que no querian invasores en su territorio se encargaron que para en 1878 el sangriento camino tuviera que ser abandonado. El logico complemento y corona de esta red seria una via directa al atlantico, continuando el camino por Barranca. Lengerke vertio sus recursos y energia para lograr esta meta, desafortunadamente a esta obra

visionaria tambien se opusieron los Yariguies y otras tribus de la region, aquí se perdieron muchas vidas y Lengerke tuvo que capitular ante el enorme costo humano.

Conciente de que el agua abre caminos y acerca a los hombres, Lengerke visito su tierra natal por lo menos tres veces promoviendo los vinculos con Santander; se estima que por lo menos 100 coterraneos educados y de buena familia decidieron seguirlo, algunos de los apellidos en los libros de registro incluyeron a: Larsen, Petersen, Meissel, Trebert, Stunkel, Müller, Breuer, Hederich, Umbreit, Koppel, Blume, Schrader, Meyer, Utermann, Goelkel, Kopp, Schllos, Lubinus, Wolkmann, Clausen, Moller, Hansen, Hakspiel, Beltz, Polko, Lengerke, Holmann, Schmitz, Wessel, Winz, Gast, Reeder, Van Diessel, Spiegel, Everson, Faudel, Hapan, Strauch, Keller, Strauss, Verhan, Fritsch, Struss, Maikel, Riedel, Schmillisnki, Link, Huber, Thies, Minlos, Fenner, Lorent, Eymerich, Biester, Braunschway y Baedecker

Aunque Zapatoca cuenta con unos 12,000 habitantes y Galán con 3,500 estos dos municipios se desarrollaron siguiendo patrónes arquitectónico coloniales y conceptos urbanisticos similares. Placitas céntricas, coronadas por imponentes iglesias de piedra, calles rectas enmarcadas por meticulosos andenes que forman las redes de arterias por donde fluye la vida y la energia que se extienden mas alla de sus confines. Las calles estan adornadas por casitas de ensueño en nitida coordinacción con las

moradas del firmamento, sus tejados de arcilla son manteles que invitan a irresistibles banquetes esprituales. Por estas impecables y adoquinadas vias transitaron emisarios del creador y ahora sus humildes herederos irradian con timides la belleza de sus antepasados.

Barichara quiza “el pueblito mas lindo de Colombia”; otra joya colonial que con su hermosa iglesia de piedra, casitas uniformes, calles y andenes meticulosamente empedrados, cuenta con las mejores vias desde la troncal; tambien forma parte de la red de los caminos reales de Lengerke con los que logro importantes conexiones e integracion, inclusive politica.

Si en Barbosa encontramos un reino de dulce en que la naturaleza provee la mayor parte de los delicados comestibles, a este lado de las montañas descubrimos un imperio enmarcado en piedra en que predominan las obras ingeniadas en torno a ese nervio de la tierra. En este lado, la imaginación y el sudor de hombres con el carácter de sus cordilleras y pasion por sus tierras; amoldan, reforman, esculpen y construyen obras con las entrañas del planeta. El mas sobresaliente no espero que algún día se grabara su nombre en alguna piedra, Georg Ernst Heinrich von LENGERKE grabó con piedra su propio legado!

Lengerke dejo no solo las vías de comunicación. Estudio las lenguas nativas y lego sus descubrimientos en forma de diccionario opon y carare y otros escritos. Dejo también todo aquello que trae el progreso: cultura, educación, conciencia civica, salud, respondabilidad social. Toda una herencia con ingredientes para promover el desarrollo.

Asi como el torrencial aguacero que nos recibio en Galán removio las capas de polvo e intensifico los dones con que la naturaleza doto la localidad, el legado de Don Geo merece por lo menos una lluvia que remueva a la región del olvido y de la inercia al mismo tiempo que intensifique la renovacion de los principios de desarrollo para su beneficio.

Lengerke y no Zapatoca, Zapatoca y no Lengerke. La posteridad probablemente hara sinónimas estas dos palabras que contienen en si esa geografía del oriente santandereano y colombiano que agreste y firme conquisto el teuton y que llevo a decir a nuestro guía oficioso que de ser tan duro el regreso, preferiría quedarse para siempre en Lengerke, corrijo: en Zapatoca.