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Extractos del libro Fabulas de Esopo pero con las ilustraciones a color
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Presentación e ilustraciones
César Arturo Castillo Parra
Universidad del Valle Ciudad universitaria Meléndez A.A. 025360 Teléfono: (+57) 2 3308877 Correo electrónico: editorial@univalle.edu.co ISBN: 958-670-644-3 212 páginas Formato: 17x24 cm.
DISEÑO ESPECIAL PARA SLIDESHARE
El programa editorial de la Universidad del Valle, luego de evaluar su rica producción de textos de alto valor
académico, ha considerado que es importante, hacia el
futuro, seguir ampliando el rango de sus lectores y por ello ha resuelto incursionar en la franja juvenil e infantil. Para
la escogencia de este trabajo se tuvieron en cuenta dos factores importantes: que el libro titulado Fábulas de Esopo
se encontraba entre los materiales infantiles más consultados de nuestra biblioteca Mario Carvajal, y que,
precisamente el volumen disponible, por su antigüedad, merecía una recuperación editorial, para difusión en nuestra
región vallecaucana.
Al texto del cual partimos, se resolvió hacerle algunas anotaciones para claridad de nuestro público que no está
familiarizado con la fauna mencionada en él, se amplió de forma considerable el número de ilustraciones y se alteró
el orden de la presentación de las historias con la idea de dotarlo de mayor dinamismo. La edición de la que parte
esta obra fue dirigida por el arzobispado de Barcelona y publicada por Araluce en 1914, el título completo fue
Fabulas de Esopo, relatadas a los niños, y contó con algunas ilustraciones a color de A. Saló.
La importancia de esta colección de fábulas radica, a nuestra manera de ver, en que pueden ser un pretexto
pedagógico para la reflexión sobre los valores morales o la ética y el entretenimiento de los infantes y porque son un
testimonio de la forma como a través de milenios se transmiten o modifican los textos y las concepciones de los
seres humanos. Con relación a esta última idea es necesario precisar que los investigadores han podido establecer
que cuanto sabemos de Esopo son más que todo conjeturas de difícil comprobación porque, entre otras cosas, él no
dejó testimonios escritos de su obra y todo se puede explicar, como en algunos textos sagrados, por la consideración
de que sus fábulas son la recopilación, muy posterior, de toda una gran tradición oral. Pero más aun, rescrita o
alterada una y otra vez por escritores y editores de diferentes espacios geográficos y temporales. Si bien la mayoría de los materiales consultados afirman que Esopo nació hacia el año 620 y murió alrededor del
560, antes de nuestra era, no se tiene certeza de la ciudad de origen, aunque se diga que vivió en la antigua Grecia.
Por lo anterior es que se afirma de esta figura que: "Se trata sin duda de un personaje legendario. En su origen han
intervenido sin duda elementos griegos y orientales (el personaje Ahikar, consejero del rey Senaquerib de Asiria,
narrador de fábulas también e igualmente sabio e ingenioso). Ni más ni menos ha ocurrido con la fábula, que, de una
parte, está enlazada con el yambo y las fiestas populares en que éste nació, y, de otra, absorbió elementos orientales,
en definitiva, sumerios: algunas de las fábulas griegas hallan aquí un claro precedente. Por ejemplo, la de la zorra y
el águila, de Arquíloco, derivada del tema del águila y la serpiente en el poema Etana, acadio"1.
El hecho de que no se tengan noticias verídicas sobre Esopo, no ha impedido que la imaginación de los hombres
haya sido capaz de irle dando forma y contenido al personaje con el paso de los siglos. EnRoma por ejemplo existe
1 "Historia de la literatura Griega" Editado por Cátedra, Madrid, año 2000. p. 1154.
una escultura que destaca los rasgos de fealdad que la tradición le asigna, han aparecido papiros y textos que
pretenden trazar su biografía2, como aquel atribuido a Máximo Planudo, un monje del siglo y existe un retrato
ejecutado por el conocido pintor español del siglo Diego Silva Velásquez.
De la transmisión oral de estas pequeñas historias, poco a poco se fueron pasando a su recopilación escrita, unas más
apegadas a la tradición y otras escritas por autores más recientes, siguiendo el estilo "esópico". Uno de aquellos
recreadores de las denominadas fábulas de Esopo, fue el escritor francés Jean de Lafontaine, quién en 1668 las fue
presentando en diversos libros, pero como decimos, adaptándolas al tiempo y a su gusto literario. Por lo anterior es
que no debe sorprendemos que historias como aquella de la libere con la tortuga aparezcan en las colecciones
sópicas y en los libros infantiles publicados bajo la autoría del famoso escritor galo.
La trascendencia que ha adquirido la figura de Esopo en la historia de la fábula ha sido tan grande que,
infortunadamente, por la preeminencia que ha adquirido la denominada "cultura euro-occidental" a partir del
renacimiento, opaca otras líneas de tradición tal vez más antiguas y ricas como la china. Pensar que las grandes artes
y manifestaciones del pensamiento nacieron todas en la antigua Grecia se ha convertido en un gran obstáculo para el
examen e investigación de la riqueza de esas otras líneas civilizadoras. Y es que la fábula, nos atreveríamos a
pensar, en realidad debe tener un origen tan antiguo como las primeras formas de organización social y
manifestaciones del pensamiento fantástico y luego racional de la humanidad.
Ahora bien, ¿Qué es la fábula? J. Janssen ha planteado lo siguiente: "La fábula es un relato de poca extensión, en
prosa o en verso, que se propone instruir, destacar una verdad, enunciar un precepto con la ayuda de una historieta
que ilustra un caso dado y cuya conclusión lógica tiene la fuerza de una demostración y el valor de una enseñanza.
La lección que se desprende de la misma está formulada en una máxima, o bien, sobreentendida, procede por
inducción: es la moraleja. La fábula es propiamente la puesta en acción de una moraleja por medio de una ficción, o,
incluso, una instrucción moral que se cubre del velo de la a1egoría3.
Con la publicación de esta colección de fábulas y luego de haber hecho las anteriores precisiones, también queremos
extender una invitación a nuestros lectores para que ayuden a estimular la producción de nuevas creaciones literarias
y una revaloración de las historias nacionales4 o locales, a recordar la páginas de Rafael Pombo
5 (1833-1912) Y toda
la rica variedad de historias de nuestras comunidades indígenas.
Por último unas consideraciones finales sobre las ilustraciones. Los dibujos que acompañan nuestra edición, fueron
ejecutados pensando en las dos corrientes Por último unas consideraciones finales sobre las ilustraciones. Los
dibujos que acompañan nuestra edición, fueron ejecutados pensando en las dos corrientes6 En consecuencia, las
ilustraciones aquí presentadas van desde la imagen realista, a las de carácter abstracto, pasando incluso por las de
tipo caricaturesco, para así dar riqueza a los textos y variedad en la presentación de las ideas abstractas que en él
existen.
2 Para otras genealogías sobre la "Vida de Esopo", puede consultarse el artículo de Pedro Badenas de la
Peña y que aparece en el
libro: Fábulas de Esopo.Vida de Esopo. Fábulas de Babrio de la editorial Gredos de abril de 1985. 3 Janssens. J: Citado por Pedro Badenas de la Peña en: . p. 10-11
4 Véase, a titulo de ejemplo a: Andrade Barbosa, Rogelio: , Edit. Melhoramentos, Sao Pablo 2003.
5 Pombo, Rafael: v . Edit. Bedout, Medellín 1974.
6 Castelman, Riva: Artistas Modernos como ilustradores. Catálogo del Museu mofmodern art, NewCork.
1981.
LA LIEBRE Y LA TORTUGA A una liebre que se burlaba de sus pies, invitó cierta tortuga a correr
para ver cuál de las dos llegaba antes a un lugar determinado.
Y sucedió que, fiando en su ligereza, la liebre se echó a descansar un momento en el camino
y se quedó dormida, lo cual permitió a la tortuga
llegar antes que ella al punto señalado y ganar la apuesta.
***
No debemos confiar demasiado en las propias fuerzas, aunque
sean muchas, pues cualquier contingencia puede reducirlas a la nada.
LA HORMIGA, LA PALOMA Y EL CAZADOR Se hubiera ahogado cierta hormiga que cayó en una laguna, si una
caritativa paloma no le hubiese alargado desde el árbol en que se hallaba
una pequeña rama, con la cual pudo salvarse.
Llegó en esto un cazador y dispuso su arco para disparar contra la paloma;
pero, observando el gesto la hormiga y considerando el peligro que corría su bienhechora,
apretó el paso, se adelantó y dando al cazador un fuerte picotazo en el pie,
le hizo volver la cara y soltar la flecha. El ruido que hizo ésta al caer
advirtió el peligro a la paloma y que se echó a volar.
***
Debemos agradecer los beneficios que se nos hagan;
la diminuta hormiga no debe ser más que nosotros.
LA ZORRA Y EL LEÑADOR Una zorra a quien perseguían de cerca unos cazadores, suplicó
a cierto leñador que la dejara ocultarse en su choza, a lo cual accedió el
hombre. Casi en el instante de desaparecer 1a zorra se presentaron los que la perseguían.
Preguntaron al leñador si había visto a la zorra, a lo que
contestó éste que no, pero indicando al propio tiempo con las manos y la vista el lugar
en que estaba escondida. Los cazadores no comprendieron, y se marcharon.
Salió entonces la zorra de su escondite, y pasando silenciosa
por delante del leñador, íbase a marchar sin decirle una palabra.
-¿Qué significa esto? -exclamó el leñador-.
¿Acabo de salvarte la vida y ni siquiera me das las gracias?
-Amigo mío -respondió la zorra-. Si tus manos, tus gestos y tus obras fuesen
tan excelentes como tus palabras, no me olvidaría de dártelas, y por cierto muy expresivas.
***
No espere agradecimiento el que con las acciones buenas
Mezcla las malas.
EL CORNETA Un corneta que en cierta batalla animaba a los soldados en la pelea
con los sonidos de su instrumento
tuvo la desgracia de caer en poder del enemigo; y, para que no lo matasen, alegaba la
circunstancia de no haber tomado parte en la contienda,
pues su misión había reducido a sacar sones de su instrumento:
-Esa misma circunstancia agrava tu delito – le contestaron sus contrarios-, pues,
si bien no peleabas, avivaste el ardor de los otros con tus toques.
***
Merecen mas castigo los que incitan a los otros a cometer un delito,
que los mismos que lo llevan a cabo.
LAS LIEBRES Y LAS RANAS Cansadas de verse perseguidas por los perros, pensaron las liebres
en cierta ocasión que era preferible morir a vivir en continuos sobresaltos,
y se dirigieron a una laguna con intención de precipitarse en ella.
Y sucedió que, al ver las ranas que las liebres se les acercaban corriendo, se
lanzaron todas, con muestras de gran espanto, al agua.
Se detuvieron entonces las liebres, y una dijo:
-Hermanas, no nos desesperemos; sigamos como hasta aquí,
pues visto está que hay seres que padecen sobresaltos mayores que los nuestros.
***
Deben soportarse pacientemente las propias desgracias, pensando
que otros las quisieran para hacer de ellas sus alegrías.
EL AMA Y LAS CRIADAS Tenía un ama la costumbre de despertar por la mañana a sus
criadas en cuanto oía cantar al gallo;
y, aborreciendo éstas por tal motivo al
animal, decidieron matarlo.
Pero sucedió entonces que, no sabiendo el ama qué hora era, por no anunciarla ya el gallo,
se levantaba antes de la hora acostumbrada y llamaba más temprano a las sirvientas.
***
A veces empeoramos nuestra situación con lo mismo que
creyéramos mejorarla.
EL REY Y LAS MONAS Cierto rey de Egipto a quien le gustaba mucho divertirse, hizo que
enseñasen a bailar a algunas monas, y después de hacerlas vestir con ricos
trajes, convidó a varias personas para que fuesen a verlas danzar.
Lo hacían con gran perfección y seriedad; pero, ocurriéndosele
a uno de los espectadores echarles algunas nueces, descompuso el baile, porque
las monas se abalanzaron a aquellas nueces, pegándose unas a otras,
arañándose y rasgándose los vestidos, con gran risa de los presentes.
***
El hábito no hace al monje, dice un refrán español.
Por bien que finjan ser buenos, los malos serán siempre descubiertos.
LA ZORRA, EL GALLO Y LOS PERROS Acosada por el hambre, una zorra se abalanzó a unas gallinas y un
gallo que, para librarse de ella, se subieron a la copa de un árbol. Viendo la
zorra que no podría apoderarse de las pobres aves sino por la astucia, dijo al gallo:
-Escúchame atento, amigo, pues te traigo, excelentes nuevas. Has de saber que
se han firmado las paces entre todos los animales, de manera que
entre nosotros no habrá ya más disputas ni disensiones.
Baja, pues, con las gallinas; nos reconciliaremos y te estrecharé contra mi pecho.
El gallo, que desde la copa del árbol vio que se acercaban a aquel sitio dos perros de caza,
contestó a la zorra:
-Mucho me place eso, y sin duda vendrán a traer la misma nueva
dos lebreles que hacia aquí vienen corriendo.
-¡Ah! -exclamó la zorra al oír el final de la anterior frase -.
Lo malo es que ya no puedo esperar más, tengo que marcharme.
-¿Por que te vas tan deprisa? Dijo el gallo-. ¿No hay paz entre nosotros?
Pero la zorra huyó a toda prisa sin dar otra respuesta.
***
Debemos desconfiar siempre de nuestros enemigos,
que muchas veces tratan engañarnos con palabras amistosas.
EL MUCHACHO Y LA FORTUNA Se acercó la Fortuna a un muchacho que se había quedado
dormido junto a un pozo, y le dijo:
-Despierta y levántate de ahí, pues si te caes al agua todos me
echarán amí la culpa de ello, en lugar de culparte a ti, por tu imprudencia
y tu necedad.
***
Son muchos los que culpan a 1a Fortuna de desgracias que deben
a su imprevisión o a su torpeza.
LA CABRA, EL CABRITO Y EL LOBO
Teniendo necesidad de abandonar su establo, dijo la cabra al
cabrito, que debía permanecer en él; que de ningún modo abriese a nadie,
pues eran muchos los animales feroces que divagaban por las cercanías
acechando la ocasión de penetrar en las cuadras y devorar los ganados.
Se presentó en breve el lobo, y fingiendo la voz de la cabra llamó a
la puerta, y ordenó al cabrito que abriese.
Pero el cabrito, que mirando por una rendija había visto al lobo, habló en estos términos:
- Sé de sobras que eres mi enemigo, y que con fingida voz pretendes
entrar para devorarme; pero te puedes marchar porque no te abriré.
***
Se debe seguir siempre el consejo de los mayores, y sobre todo el de
los padres, pues haciéndolo así se evitarán muchos disgustos y peligros.
JÚPITER Y LA MONA Se le antojó a Júpiter tener en su presencia a todos los animales
con sus pequeñuelos para saber cuales de éstos eran los más hermosos,
y al efecto los mandó reunir. Sumamente ufana se presentó entre todos la mona,
que mostrando su hijo a Júpiter, le dijo que, sin duda alguna,
su pequeñuelo aventajaría a todos, por ser el más bello de cuantos allí se hallaban presentes.
Al oír esto Júpiter no pudo menos que reírse,
y le contestó con tono de reconvención:
-Si no quieres que todos se burlen de ti, no te alabes a tí misma
Ni ensalces tus cosas de esa manera.
***
El que se alaba, se ensucia, dice un refrán italiano
LOS DOS CANGREJOS Decía un cangrejo hembra a su hijo, que había echado de ver que
andaba con las piernas torcidas, defecto del cual quería se corrigiese.
-Madre -respondió el joven cangrejo-, no hago sino lo que os veo
hacer. ¿Cómo queréis que yo me corrija si vuestro andar es idéntico al mío?
***
No reprendáis a los otros sino cuando estéis seguros
de que nadie os podrá reprender.
EL PERRO Y LA TAJADA DE CARNE Pasando junto a un río, un perro que llevaba en la boca una tajada de carne,
divisó el reflejo de ésta dentro del agua; y, pareciéndole mayor
el trozo que veía que el que poseía, soltó éste, con lo que se quedó
sin el falso y sin el verdadero.
***
Así suele ocurrirle al codicioso, que pierde lo propio al tratar de
apoderarse de lo ajeno.
EL CAZADOR Y EL PERRO Tan viejo y cansado estaba ya un perro que toda la vida había
servido satisfactoriamente a su amo en la caza que, habiendo cogido una
liebre, debido a su extrema debilidad, la dejó escapar.
El amo al ver esto, se enfadó y le dijo:
-¿Para qué te quiero, por qué te mantengo, si de nada sirves?
A lo que respondió el can:
-Señor, tengo ya muchos años, carezco de fuerzas y perdí mis dientes.
Antes me alababas por lo mucho que valía, y hoy me reprendes
porque para nada sirvo. Recuerda lo de antes, y considera que ahora hago
lo que puedo.
***
No debe menospreciarse en la vejez al que sirvió bien
durante su juventud.
LA ZORRA Y LA CIGÜEÑA
Convidó una zorra a cenar a una cigüeña, y para burlarse de ella le
sirvió por todo alimento un poco de caldo en una fuente plana, de manera
que la cigüeña nada pudo coger con el pico. Transcurridos unos días
convidó a su vez la cigüeña a la zorra, y le presentó una redoma llena de
gigote. La zorra nada comió, por no poder meter el hocico en el
recipiente; pero la cigüeña, gracias a su largo y estrecho pico, trasladó el
gigote a su estómago, con gran enfado de su convidada, a quien dijo:
-Amiguita, tú me hiciste ayunar, y hoy te pago con la misma
moneda, pues a una burla se contesta con otra burla.
***
El que trata mal a los otros, no será bien tratado por ellos.
EL LEÓN ENAMORADO Habiéndose un león enamorado de la hija de un labrador, se la
pidió formalmente por esposa. Conforme puede suponerse, el campesino
se negó en el primer momento a dársela, sorprendido de oír proposición
tan extravagante. Pero como, lejos de conformarse, el león se puso a
rechinar los dientes y a amenazar a todos, el buen padre, deseando
preservar su vida y la de los suyos, juzgó prudente contemporizar con él.
En consecuencia le dijo que no tenía inconveniente en cederle su hija;
pero que para ello había de dejarse cortar las uñas y los dientes, a fin de
que la doncella no se atemorizase. El enamorado león consintió en todo;
más hubo de pesarle, porque, en cuanto le vio desarmado, el labrador la
emprendió a palos con él y le arrojó de su casa.
***
De ninguna manera se debe abandonar en poder de los adversarios lo que,
en las contiendas o en los negocios, constituya nuestra fuerza.
LA CIGARRA Y LA HORMIGA Cierto día de invierno, la hormiga sacó al sol, para que se acabase de secar,
el trigo recogido durante el verano.
Viendo aquellas provisiones, una hambrienta cigarra se acercó y le rogó que le diese
parte de ellas, a lo que la hormiga respondió:
-¿Qué hiciste, amiga mía, durante el verano, mientras yo trabajaba en reunir ese trigo?
-Cantaba por los sotos -respondió la cigarra, -pensando que jamás llegaría el invierno.
-Pues si entonces cantabas -repuso la hormiga, -ocúpate ahora en bailar.
***
La holgazanería y la imprevisión conducen siempre a la miseria.
LOS DOS PERROS Porque tenía la costumbre de morder a todo el que encontraba en su camino,
puso su amo a un can un cencerro, para que las gentes apartáran de él;
y creyendo el animal que aquello constituía una distinción que le hacía su dueño
por preferirle a los otros, no hacía caso de los de su raza.
Viendo esto un perro viejo, le desengañó, diciéndole que únicamente por ser de mala índole y
como testimonio de su maldad le había puesto aquel cencerro.
Avergonzado entonces y confundido, el perro se escondió y
no quiso volver a presentarse ante los que le conocían.
***
Muchos se envanecen y hacen gala de lo que debiera
avergonzarlos.
EL CAMELLO Y JÚPITER Considerando el camello que no era justo que los toros tuviesen cuernos para defenderse
y él no poseyese defensa alguna, se quejó a Júpiter, diciéndole que era muy extraño que los toros
tuviesen astas, los puercos colmillos, los erizos púas, los gatos uñas, y así todos los animales,
exceptuándose a él, que era de los más corpulentos.
Enfadado, Júpiter, le dijo entonces:
-Ya que no estás contento con lo que de la naturaleza recibiste, quito las orejas.
Y se las arrancó.
***
Los que codician lo ajeno se exponen a perder lo propio.
LA MONA Y LA ZORRA Rogaba cierta mona a una zorra que, puesto que tenía una cola tan larga, le diese un pedazo de
ella para cubrirse las nalgas.
-Ya ves, amiga -le decía para convencerla-, que tienes demasiado rabo,
en tanto que yo no tengo el que he de menester.
Riéndose a carcajadas al oír esto, la zorra contestó:
-Aunque tuviese cien veces más cola de la que tengo y hubiese de arrastrarla constantemente
por entre barro y malezas, no te daría el pedazo de cola que te hace falta.
***
No debemos imitar a la zorra; por el contrario aunque pocos lo
hagan, debemos dar a los menesterosos lo que nos sobre.
EL MERCADER Y EL ASNO Deseando llegar cuanto antes al lugar a donde se dirigía,
un mercader pegaba a cada momento con su vara al asno que llevaba los artículos
objeto de su comercio. Siéndole imposible al animal ir más deprisa,
renegaba interiormente de su suerte al verse castigado sin razón,
y se deseaba la muerte, pensando que una vez difunto le dejarían en paz.
Pero no fue así, pues cuando el trabajo y los palos le arrebataron la existencia, el mercader
le mandó desollar y con su piel hizo panderos.
***
No debe el desdichado desearse la muerte para acabar con sus desgracias,
pues si su sino es tal, una vez muerto su cuerpo, continuará padeciendo su espíritu.
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